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LAS MUCHAS

VIDAS DEL ALMA


Volver a recordar en el trabajo terapéutico

Roger J. Woolger
PREFACIO

Nuestro pensamiento de comodidad y seguridad nos impide frecuentemente adquirir un


conocimiento profundo de las imágenes que impulsan y conducen nuestra vida. Sin embargo,
anhelamos disipar las nubes de nuestra ignorancia. Probablemente cada uno de nosotros, pero
también la sociedad en total, se deja guiar en la actualidad continuamente por modelos de
conducta y percepción, que tal vez desde hace mucho tiempo ya no son convenientes. Esos
modelos de conducta, que giran alrededor de valores materialistas y de orientaciones
egocéntricas, causan muy evidentemente en nosotros mismos y en nuestro planeta, un desastre
ecológico. Por otro lado, esos modelos y normas han despertado una crisis, que obliga a personas
aisladas, como también a grupos sociales grandes y a naciones, a poner en duda antiguas
suposiciones, modelos y estructuras y a llegar a una nueva visión de nuestros siempre
apremiantes problemas. Ilya Prigogine describe y recalca en su teoría de procesos
transformativos; distinguida con el Premio Nobel en 1977; que nosotros hemos llegado al
comienzo de una nueva época. Según su parecer, hoy tenemos todos la oportunidad de avanzar
desde las tensiones y conflictos de nuestra época, hacia un orden nuevo y superior. Él constata,
por lo tanto, lo que el historiador científico y filósofo Thomas Kuhn denomina como cambio de
paradigmas, con lo cual él entiende como paradigma, una visión del mundo con cuya ayuda una
sociedad de individuos se explica ciertos aspectos de la realidad. En la actualidad nos
encontramos exactamente en una fase de transición, de un concepto materialista y egocéntrico del
mundo, basado en el dominio y el control, a uno nuevo, en el cual la vida se ve como una red de
relaciones entrelazadas e inseparables unas de otras. Este paradigma abre nuestra percepción para
el efecto que producen procesos sumamente dinámicos (formas de conscíencia), en los cuales se
ponen de manifiesto los modelos y estructuras que sirven de base a nuestra vida. Sólo en forma
vacilante comenzamos a reconocer, que la ciencia no tiene que ver con la verdad absoluta, sino
con una descripción limitada y solamente aproximada de la realidad. No hay que olvidar que la
verdad personal nunca se encuentra en el campo de la ciencia, sino que siempre se logra en un
camino absolutamente personal de la revelación interior, como lo han enseñado todos los grandes
maestros de las diferentes tradiciones religiosas.
En cuanto percibimos que esencialmente estamos en búsqueda de transformación, se hace
evidente que este libro no consiste fundamentalmente en terapia de reencarnación, sino más bien
en procesos personales de cambio. Por medio de la conexión de su propio material clínico con las
declaraciones de importantes filósofos y poetas, que nos proporcionan la idea de un universo
abierto y creativo, Roger Woolger logró inaugurar una perspectiva transformativa; consiste en las
posibilidades creativas que se desprenden del hecho que tengamos acceso a estructuras de la
consciencia que van más allá de nuestra percepción cotidiana.
Roger Woolger informa en este libro sobre sus experiencias como observador participante de
prácticas de reencarnación terapéutica. Él describe aquí también sus propias dudas y experiencias
personales en su camino hacia una comprensión del material de imágenes e historias
preexistenciales. Con eso, él ha tenido que despedirse de muchos modelos tradicionales del
universo y de la naturaleza humana, tal como otras personas que se desplazan más allá de las
convenciones aceptadas socialmente. No tiene ninguna importancia si nosotros consideramos
auténtico o no, en un sentido histórico, el material de imágenes sacado a la luz por sus clientes
acerca de existencias anteriores. Por medio de la aplicación de muchas metáforas literarias y
filosóficas, Roger Woolger logra acercarnos a una comprensión de aquellas imágenes
"preexistenciales" que nos unen universalmente unos a otros. Él ofrece al lector una serie de

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ideas nuevas que pueden servir como catalizadores del cambió personal.
Este libro aparece en el momento preciso. Todavía hace algunos años, posiblemente habría sido
rechazado como ocultista. Hoy día, en cambio, el autor ya no necesita temer por una clasificación
de ese tipo. En Las muchas vidas del alma, Roger Woolger se ocupa del asunto de nuestra
relación con el proceso de la vida, de nuestra identidad personal y del propósito de la existencia,
hasta donde lo entendemos. Este libro les señala un camino a todos los que desean agotar la
naturaleza de su ser interior y buscar un autoconocimiento que logre una nueva dimensión, más
allá del proceso terapéutico. Pero el trabajo con imágenes "preexistenciales" abre también nuestra
consciencia, de que todos nosotros, queramos reconocerlo o no, vivimos en un "ecosistema
espiritual" común, sobre cuyo suelo nuestra humanidad puede desarrollarse realmente.

Ronald WongJm, Ph. D


Presidente de la Sociedad
de
Psicología transpersonal

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PROLOGO

La capacidad de las personas para acordarse de existencias anteriores, ha sido entretanto


investigada detalladamente desde hace casi treinta años por renombrados psicólogos. El Dr. lan
Stevenson de la Universidad de Virginia, ha registrado y examinado con exactitud en una gran
cantidad de niños, recuerdos "preexistenciales" que se han presentado espontáneamente.
Psicoterapeutas e hipnoterapeutas, como Morris Netherton en California y Joe Scranton en
Inglaterra, han documentado con películas, cómo reaccionan los adultos a la regresión
preexistencial. Las personas de prueba llevadas a un estado de trance, experimentan, según sus
propias declaraciones, muertes atormentadoras, derraman ríos de lágrimas por la pérdida de
personas queridas o comienzan de repente a conversar en idiomas, de cuya existencia ni siquiera
sabían antes.
Pero a pesar de esa publicidad y de la enorme cantidad de ventas que registran los apuntes de
Edgar Cayces, como también los libros de Jane Robert y de Shirley MaeLaine, la investigación y
la terapia de "preexistencia" son ignoradas tácitamente o rechazadas vehementemente por la
mayoría de los psicólogos e intelectuales de las universidades estadounidenses y europeas.
¿Cómo se puede explicar eso?
Un motivo posible es la circunstancia, que la mayoría de la gente inmediatamente piensa en
reencarnación, cuando escucha algo acerca de "existencias pasadas" y asocian automáticamente
el término "reencarnación" con ideas como ocultismo, exorcismo y espiritismo; es decir,
consideran eso como "obra del diablo", para expresarlo en la terminología fundamentalista. Pero
tal vez ese fenómeno se encuentra con un rechazo tan grande, porque en las revistas se relata una
y otra vez acerca de famosos artistas de Hollywood, que supuestamente han sido sacerdotisas
egipcias o cónyuges de un "prominente" en algunas existencias anteriores.
Pero tal vez la reserva se pueda también explicar por el hecho de que un público que reacciona
escéptico frente a gurúes hindúes con una enorme cuenta en un Banco suizo, con autos Rolls-
Royce y con seguidores sin cerebro, esté rápidamente dispuesto a rechazar las ideas acerca de la
reencarnación como una tontería oriental.
De esa manera se consideraba probablemente Mike Wallace como el "portavoz" del espectador
promedio de televisión, cuando entrevistó a Shirley MacLaine en un programa de televisión sobre
el tema de guía espiritual y reencarnación y le dijo:
"Bueno, Shirley, ahora no exagere. Usted no creerá eso realmente ¿no?"
¿Pero tenía Mike Wallace una percepción tan fina de la opinión pública cómo él mismo creía?
En todo caso, algunas estadísticas indican sorprendentemente, que en el último tiempo se ha
efectuado un cambio profundo de las convicciones religiosas.
Así por ejemplo, una encuesta del Instituto Gallup en 1982, dio como resultado que casi el 25%
de los estadounidenses creen en la reencarnación, y según la información de una encuesta
encargada por el conservador Sunday Times de Gran Bretaña, la cantidad de gente que cree en la
reencarnación ha aumentado en Inglaterra del 18% al 28% en diez años. ¿Van quizás un poco
atrasados en el tiempo nuestros psicólogos académicos y los sumos pontífices de los medios de
comunicación? Porque está absolutamente dentro de lo posible, que un análisis serio de asuntos
relacionados con la reencarnación, desplace pronto al escepticismo y al dogmatismo cristiano
ortodoxo, tal como lo hizo la nueva física con la física clásica de Newton al comienzo del siglo
veinte.
El pionero de la física cuántica, Max Planck, hizo una vez un comentario, que podría concordar
con la creciente creencia en la reencarnación:

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Una nueva teoría científica no llega a dominar porque convence a sus oponentes y les
pone la verdad ante sus ojos, sino más bien porque sus oponentes finalmente mueren y
crece una nueva generación que ya está familiarizada con ella,

¿Estamos efectivamente al comienzo de un concepto radicalmente nuevo de la personalidad


humana? ¿Hay una nueva psicología en formación, que considera nuevamente la parte inmortal
de nuestra psiquis, denominada tradicionalmente como "alma? ¿Pueden las antiguas tradiciones
de karma y reencarnación hacerse tan productivas, que también tengan un sentido psicológico
para la moderna persona occidental, pero sin exigirnos la aceptación de más dogmas o solamente
bajar a la categoría de una psicología Pop a la moda?
Yo creo que eso es posible, y el propósito de este libro es mostrar cómo sería eso y cómo llegué
a esa conclusión como psicoterapeuta practicante e investigador crítico.
Para facilitarle la orientación al lector, he dividido el libro en cuatro partes. En la primera parte
he descrito brevemente mi desarrollo personal, de analítico con carácter junguiano (de Jung) a
terapeuta de preexistencia, igualmente con carácter junguiano. Con eso he tratado de hacer
comprensible en su contexto histórico, el interés creciente por fenómenos de "existencias
pasadas". Además, he separado con eso, mi propia base terapéutica de las bases igualmente
legítimas, pero completamente de otro tipo, de los parapsicólogos y de los reencarnacionistas.
En la segunda parte del libro describo cómo he llegado a una síntesis de las diferentes ideas y
técnicas que actualmente son empleadas por psicoterapeutas orientados transpersonalmente. Mi
trabajo se basa, además, en el concepto junguiano de "complejo" y "arquetipo", que entre tanto
deseo ampliar en el término samskara, extraído de la psicología hindú, una expresión que más
bien se puede traducir como "complejo preexistencial". Además, le presentaré al lector un
"mapa" del inconsciente con seis variaciones y se lo explicaré mediante ejemplos.
La tercera parte se ocupa de dos factores específicos, con los cuales uno se confronta una y otra
vez, como terapeuta de preexistencia: la consciencia corporal y la configuración de contrastes
psíquicos, que se manifiestan como fragmentos "preexistenciales" de la personalidad.
Finalmente, en la cuarta parte, se trata de las experiencias significativas y básicas de nacimiento
y muerte en la terapia de preexistencia. En el capítulo de cierre he tratado de colocar este trabajo
en el amplio contexto del desarrollo espiritual de la personalidad y del concepto junguiano de la
individualidad.
Yo habría preferido haber podido presentar parte del material en forma más simple e impedir
así algunos términos técnicos, pero el planteamiento es complejo y yo me esforcé por hacerle
justicia a mi tema. Para aliviarle la lectura al lector, el libro contiene un glosario, una amplia
sección de comentario, como también una detallada lista de literatura para los interesados en
forma profesional o científica.
Comparables a los antiguos mapas del Nuevo Mundo, las declaraciones siguientes pueden ser,
en el mejor de los casos, un boceto aproximativo de un territorio desconocido. Al esbozar estas
costas desconocidas, se llenan más de una vez, vacíos de conocimiento con suposiciones, ojalá
idóneas. Con eso, puede suceder que en algunas partes las proporciones estén distorsionadas, es
decir, sean simplemente falsas. Yo espero que futuros investigadores corrijan mis fallas de
interpretación y mis errores.

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I.
Introducción

Esa otra realidad que anhelas, existe solamente en ti mismo. Yo no puedo darte
nada que no esté colocado ya en ti mismo. Yo no puedo abrir para ti ninguna otr
galería de cuadros que tu propia alma.
Hermann Hesse, El lobo de las estepas

Cada persona lleva el sello de toda la condición humana.


Michel de Montaigne, Ensayos

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1. Un escéptico se acuerda de
existencias anteriores
Ante islas obstinadas éí lanzó las redes...
Ezra Pouíid

Del conductivismo a Jung


C uando term iné los estudios básicos de psicología de conducta y de filosofía analítica en
Universidad de Oxford a m ediados de los años sesenta, yo estaba m etido, en cierto m odo, en
cam isa de fuerza intelectual confeccionada artificialm ente, aunque en ese tiem po casi no est
consciente de eso. Si en ese entonces alguien m e hubiera relatado algo acerca de recor
ex isten cias anteriores, y o h ab ría rech azado u na id ea así, p or con sid erarla to talm e
contradictoria. Para que haya recuerdo, tiene que haber una persona que recuerda; hab
explicado probablem ente; y á m is recuerdos tiene acceso solam una persona,
ente o sea, yo
mism o. En consecuencia, "yo" no puedo participar en el recuerdo de una existencia anterior, tai
com o no puedo participar en el recuerdo del hombre que está sentado frente a m í en el autobús.
Un par mas de sutileza» lingüísticas y trucos lógicos, y yo habría conseguido que m i amigo q
creía en la reencarnación, hubiera dudado y hubiera buscado una definición que hubiera pod
resistir m i arte filosófico de esgrim ir. En ese tiem po yo navegaba con el poderoso viento
contra del racionalism o y el empirismo. "La m etafísica está muerta", había explicado el Profe
A. J. Ayer. Fin, ha terminado, hora de cierre. Descansen en paz: Platón, A ristóteles y Hegel.
En lo que concierne a la psicología, en aquel tiem po Oxford todavía andaba a tientas en la Ed
M edia; si lo hubiera sabido. La palabra "consciencia" había sido exitosam ente desterrada
vocabulario y, adem ás, se form ó en ese tiem po una poderosa resistencia contra la invasión
neologismos nofteafiierieaflos subversivos, com o por ejem plo "cognitivo". El experim ento y
estadística estéril tenían el dom inio. Los únicos candidatos que en aquellos días podían tal
haber tenido un lejano interés en la reencarnación, eran las ratas de laboratorio. j'Por lo menos
m ejor dar vueltas de un lado para otro en un laberinto cósm ico que en un laberinto de r
metálica!
Tal com o otros estudiantes de psicología desilusionados, yo tam bién encontré sencillam e
insoportable, continuar m i carrera académica en ese desolado ambiente intelectual. ¿Porque q
tenían que ver todas las estadísticas con el corazón humano o con el alm a; después de todo la m
alta adquisición espiritu al de la hum anid ad? ¿Q u é tenían qu e ver con los m ísticos, c
Shakespeare o D ostojew ski? M e fui, por lo tanto, por algunos afios com o profesor a Á fr
occidental y m e m atriculé finalm ente en el ram o de ciencia religiosa com parativa en
Universidad de Londres. En ese am biente académ ico pude por fin respirar m ás librem ent
abstraerm e en el estudio del hinduism o y de los m ísticos cristianos. Siendo adolescente yo
había com enzado a m editar y consideraba eso com o una higiene m ental, que en aquel enton
me parecía tan obvio com o la lim pieza diaria de los dientes. A sí yo había encontrado entonces
posibilidad de exam inar a fondo determ inados temas.
Tal vez deba m encionar todavía, que nunca he mtenido
gurú y que tam poco nunca he buscado
algo. M i interés en la religión ha sido siem pre una m ezcla de curiosidad científica y búsque
práctica. En lo posible, yo siempre he leído solamente ediciones originales no interpretadas de
textos sagrados, ya sea el B hagavad G ita o los Evangelios. T am bién al m editar, utili
independiente de la tradición, sólo aquellos elem entos que son prácticos y útiles para m í m ism o

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Uno que otro podrá encontrar eso arrogante, pero yo me elogio de que siempre me he dejado
guiar por las palabras de Buda, quien ha dicho: "Conviértete en luz tú mismo".
Con el tema reencarnación no tuve que ocuparme casi nada durante mi período de estudio. El
hinduismo clásico trata la reencarnación simplemente como un hecho, sin hacer mucho ruido por
eso. Por fin, es nuestro Yo supremo, el atinan, y no el "Ego", lo que según la opinión hinduista,
se encarna una y otra vez en el ciclo de las existencias.
Incluso al dedicarme a los métodos clásicos de yoga y de meditación, no leí ni escuché jamás
en ninguna parte en aquel entonces, que fuera necesario meditar sobre nuestras existencias
pasadas. La idea de un karma, de acuerdo con el cual cada persona cosecha lo que siembra, yo la
comprendía en ese tiempo, solamente como el propósito de describir el lugar del ser humano en
el universo, más allá de todas las aplicaciones prácticas. Tal como muchos otros, yo también
estaba muy sorprendido acerca del "fatalismo" en el pensamiento popular hinduista.
Sin duda, fue aquella necesidad de aplicación práctica ya mencionada, la que me llevó a Zurich.
Allí me dediqué intensivamente al tipo de psicología que más estaba de acuerdo con mi
temperamento. Se trataba de la escuela de psicología analítica, fundada por Cari Gustav Jung, un
psiquiatra suizo y anterior colaborador de Freud. Jung se había separado después de Freud, para
darle vida a una propia corriente psicológica, que amplió considerablemente el concepto de
inconsciente, en comparación con la escuela psicoanalítica clásica. Mientras que con Freud el
inconsciente se consideraba exclusivamente como campo de acción, la mayoría de las veces de
los complejos que venían de la infancia, Jung amplió el concepto a un nivel común a todas las
personas, lleno de arquetipos, es decir, estructuras simbólicas universales, como se pueden
encontrar en los mitos, en la religión y en el arte.
Al nivel del inconsciente en el que están establecidos los recuerdos reprimidos de la infancia
según Freud y en el que se han aplicado todas las psicoterapias, Jung lo llamaba "inconsciente
personal"; en cambio, al nivel de los arquetipos, que se encuentra más abajo, es decir, al depósito
de los símbolos de la transformación que están disponibles para cada uno de nosotros, él lo
denominaba "inconsciente colectivo". Ese concepto me hizo comprender de repente, por qué las
grandes obras dramáticas y de la literatura, como por ejemplo, Oedipus Rex, El rey Lear o Los
hermanos Karamasaw, nos conmueven tan profundamente. Las tragedias personales de
desamparo, de pérdida, de decepción y de indignación, que nos conciernen a todos nosotros,
están en cierto modo exageradamente aumentadas y transformadas en las luchas de esas
personalidades sobrehumanas, porque una parte de nosotros se puede identificar con el poder
transpersonal de los arquetipos. Todo el gran arte es psicoterapia, si lo dejamos actuar sobre
nosotros de la manera correcta, y toda buena psicoterapia tiene que poner en juego hasta cierto
punto, la parte artística y creativa de nuestro ser.

Finalmente, con la corriente fundada por Jung yo también había encontrado una psicología, que
admitía igualmente mi parte intelectual y mi parte intuitiva y creativa y que activaba aquellas dos
partes de la personalidad humana, que después han sido asignadas a la mitad izquierda y a la
mitad derecha del cerebro. Si una de esas dos partes está subdesarrollada en nuestra personalidad,
entonces no tenemos derecho a considerarnos personas desarrolladas y completas.
Paulatinamente fui comprendiendo por qué la psicología académica me había parecido tan
improductiva. Un joven poeta romántico alemán llamado Novalis, ya se había dado cuenta del
problema en el año 1800 y sorprendentemente ya había visto el camino, que Jung y otros habrían
de tomar un siglo más tarde:

Cuando los números y las figuras


Ya no sean la clave de todas las criaturas,
Cuando ellos, los que cantan o besan,

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Sepan más que los eruditos,
Cuando el mundo retorne
A la vida libre y al mundo,
Cuando la luz y la sombra
Se unan en una verdadera claridad,
Y en los cuentos y poemas
Se reconozcan las eternas historias del mundo,
Entonces ante una palabra secreta
Huirá el ser que está totalmente equivocado.

Mientras más intensamente me confrontaba con los tratados de Jung y con mis sueños, más
grande era su influencia sobre mi pensamiento y mi desarrollo personal y profesional. Yo tenía la
impresión que él había construido un puente muy ancho, que podía acoger al mismo tiempo todas
las corrientes de la psicología, la religión, la literatura y la ciencia y llevarlas a un contacto
productivo entre ellas. Él es uno de los grandes "crisoles" y visionarios del siglo veinte.
Jung había tenido durante su vida una posición escéptica frente a la reencarnación. Cuando él,
en 1938, escribió un comentario acerca del Libro tibetano de la muerte, un texto, que circula
alrededor de la idea de "karma", él aseguraba sin rodeos, "que no existían recuerdos prenatales o
preuterinos heredados". En concordancia con su propia teoría, él agregó entonces: "Sin duda hay
arquetipos heredados, que, sin embargo, no tienen un contenido específico".
Jung escribió mucho antes que el Dr. lan Stevenson se ocupara en forma científica con niños
que se podían acordar espontáneamente de sucesos de la vida de personas fallecidas, que según
manifestaban, habían sido de ellos mismos. Jung vivió también mucho antes que el Dr. Thomas
Verney presentara una cantidad impresionante de referencias de recuerdos intrauterinos, en su
libro con récord de ventas, The Secret ofthe Unborn Child.
En los años setenta, cuando yo todavía no sabía nada de eso, seguía siendo adepto de la opinión
de Jung, que ciertamente no se podía comprobar la reencarnación en principio, pero como las
ideas correspondientes formaban parte de las convicciones religiosas más difundidas, éstas tenían
que considerarse, no obstante, como arquetipos, es decir, como motivos psíquicos difundidos
umversalmente.
Así pensaba yo todavía en 1971, cuando el prestigioso Journal ofthe Society for Psychical
Research de Londres me envió un ejemplar de reseña del libro The Cathars and Reincarnation.
Desde mi época de universidad yo era miembro de esa sociedad empapada en tradición, que
había investigado científicamente, por ejemplo, las capacidades de médium y telepáticas, como
también las manifestaciones sobrenaturales. Renée Hayes, la editora del Journal, sabía
exactamente que mi interés en tales asuntos estaba condimentado con una sustanciosa pizca de
escepticismo.
Como se comprobaría más tarde, la lectura de The Cathars and Reincarnation de Arthur
Guirdham, tenía para mí el carácter de un suceso "sincrónico", porque en el libro se describía un
camino que más tarde yo mismo tomaría (Jung entiende por "sincronía", entre otras cosas, una
coincidencia que más allá de su directo significado evocador, tiene, además, un significado
personal mucho más extenso).
Para la comprensión del título del libro, tal vez deba agregar que los cataros; también llamados
muchas veces albigenses; eran una secta herética que en la Edad Media estaba difundida en Italia
y en el sur de Francia. Esta herejía encontró una cantidad tan grande de adeptos, que la iglesia
organizó finalmente una verdadera cruzada para su destrucción. Quizá no deja de ser interesante
saber, que exactamente esa cruzada, en cuyo transcurso, más de un millón de personas fueron
quemadas o masacradas de alguna otra manera, dio vida a la llamada Santa Inquisición.

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El psicoterapeuta Dr. Guirdham, relata en su libro acerca de una paciente que le había relatado
toda una serie de escenas de suefio de la vida cotidiana francesa del decimotercer siglo. En sus
sueños aparecían en forma muy detallada, realidades históricas poco conocidas. Las
declaraciones correspondientes fueron confirmadas más tarde por especialistas franceses en
cataros. El mismo Guirdham tuvo sueños semejantes después de algún tiempo y finalmente llegó
a la conclusión, que su paciente y él habían sido una pareja en la terrible época de la guerra de los
albigenses y que habían sido quemados juntos.
Como psicoanalista en formación, pensé con todo eso inmediatamente en el conocido
fenómeno de la especialidad, de "transmisión" y "contratransmisión". En la llamada transmisión,
afloran los sentimientos inconscientes que el paciente le manifiesta al terapeuta y se habla de
contratransmisión, cuando en la reacción del terapeuta fluyen hacia el paciente sentimientos
inconscientes comparables. En un buen análisis, el analista debiera notar bastante rápido si algo
así ocurre con el paciente o con él mismo. En caso de que el terapeuta no se dé cuenta de los
procesos correspondientes, los dos sufren una folie á dewc, una autodecepción común.
Algo parecido escribí yo también en mi reseña del libro de Guirdham, y Renée Hayes
compartió mi opinión. Guirdham escribió a continuación una serie de otros libros acerca de
amigos cataros reencarnados y toda la historia adoptó cada vez más el carácter de una serial de
reencarnación.

Una vida pasada no exactamente gloriosa


A principio de los años sesenta yo me dediqué en forma cada vez más intensa a la psicología de
C. G. Jung y por medio de eso olvidé completamente a Guirdham, a los cataros y a la
reencarnación. En Í976 me establecí finalmente en los Estados Unidos, exactamente en Vermont.
Yo había conocido y apreciado ese hermoso Estado durante un curso de tiempo limitado en la
Universidad de Vermont en Burlington y había decidido abrir un consultorio psicoterapéutico en
esa localidad.
Por primera vez después de mucho tiempo, me vi nuevamente confrontado con el asunto de
existencias anteriores, cuando uno de mis colegas me preguntó si estaría dispuesto a probar junto
con él, una técnica que supuestamente debía permitir recordar una existencia anterior. Yo estaba
escéptico, pero sin embargo, me mostré dispuesto a participar en el experimento. En el transcurso
de mi formación profesional junguiana, yo había aprendido mucho acerca del trabajo con
visualizaciones e imágenes tipo ensueño, en un relajado estado meditativo. ¿Por qué no se
debería probar?
Hay que imaginarse cómo estaba yo de sorprendido, cuando ahora, ocho años después de
aquella reseña, estaba acostado en un sofá de una apartada granja de Vermont y veía primero
imágenes confusas y luego imágenes cada vez más vividas y finalmente me encontré no sólo en
el sur de Francia, ¡sino en medio de la guerra de los albigenses! Ahí yacía yo entonces, el analista
junguiano en ejercicio, y tenía visiones que según mi formación profesional eran absolutamente
imposibles. Si las visiones hubieran mostrado coincidencias con las historias reproducidas en el
libro de Guirdham, ciertamente mi escepticismo habría despertado de inmediato. Pero la historia
que se desarrollaba ante mi ojo interior, no tenía que ver en ningún caso con la persecución de las
damas y los señores de la baja aristocracia de Languedoc. Totalmente al contrario. Yo
experimenté, como yo, casi gruñendo, contaba la historia de un campesino mercenario bastante
rústico de esa época.
Esa personalidad pendenciera y no especialmente delicada que aparentemente yo era ahora,
provenía originalmente de la zona austral de Ñapóles y acabó finalmente en el ejército papal,
reclutado por el rey de Francia para la subyugación de la herejía en el sur de su país. En la

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identidad de ese contemporáneo totalmente poco atractivo, yo participé en algunas de las
masacres más perversas, en cuyo transcurso, los habitantes de ciudades francesas completas
fueron despedazados y quemados en la hoguera en nombre de la iglesia.
Las imágenes de esos primeros recuerdos me persiguieron durante años, y después de otras tres
regresiones de dos horas, se bosquejó una historia con la que en ese entonces me podía identificar
tan poco como ahora. Pero extrañamente, esa historia me ayudó a comprender mejor algunos
fragmentos sumamente irritantes de torturas y crímenes, que me habían aparecido repetidas veces
en el transcurso del afio, en sueños, en meditación o en sueños diurnos espontáneos. Con ninguna
de las terapias a las que hasta ahora me había sometido, me había acercado ni siquiera de lejos a
esas imágenes. Y el final de la historia presentaba una explicación para una fobia que me había
perseguido durante toda mi vida, que era justamente el miedo al ruego. El mercenario, que según
todas las apariencias yo había sido, había desertado precisamente después del término de un
asedio, se había unido a los herejes y finalmente él mismo había sido capturado y quemado en la
hoguera.
Cuando reflexioné más y más acerca de la historia, se juntaron también otros fragmentos de mi
desarrollo personal, nuevamente como un todo. Ya de adolescente yo había desarrollado una
actitud muy cínica frente a todas religiones ortodoxas, especialmente al cristianismo. Me
resultaba difícil considerar la iglesia como algo diferente a una institución autoritaria y
dogmática, que les niega a las personas el derecho a encontrar su propio camino y a aprender de
errores. Pero en forma todavía más consecuente, siempre había rechazado todas las variedades
del militarismo y había apoyado los objetivos pacifistas. Incluso me negué a ingresar a los
exploradores (scout) y justamente por dos motivos que cuando era adolescente no podía precisar
en absoluto. ¿Era posible que desde la temprana juventud hubieran surgido en mí repetidamente
recuerdos inconscientes de determinados aspectos de las brutales experiencias de aquel soldado?
Cuando se me hacía consciente la "existencia" de ese soldado en forma más dolorosa, era cada
vez que recordaba una pelea en la que había estado envuelto una vez en la escuela a la edad de
doce años. Yo me había trenzado un día en una pelea en nuestra sala de clases, con un joven al
que consideraba un hipócrita, en forma tan violenta, que otros cuatro jóvenes tuvieron que
separarme de él. Esa vez, de preferencia yo habría matado a mi adversario. Por eso me juré
entonces, no permitir nunca más en el futuro un ataque de rabia así, ya que una parte de mí
comprendió lo fácil que podía dejarme convencer para matar.
¿Pero por qué mi recuerdo "preexistencial" tenía que resultar justamente tan doloroso? ¿Por
qué mi memoria no me entregaba una "vida pasada" más estimulante, romántica o alentadora?
Con toda seguridad eso tenía un poco que ver con que durante el tiempo de mi formación
profesional como analista junguiano en Zurich y a través de mi meditación durante años, yo
había aprendido a probarme una y otra vez a mí mismo. Jung insistía en que un futuro analista
primero tenía que someterse él mismo a un análisis, para no proyectar a los futuros pacientes sus
rasgos característicos menos agradables. "Médico, cúrate a ti mismo", dice hasta hoy la máxima
suprema de todos los psicoanálisis freudianos o junguianos. Jung formuló esa idea en una parte,
incluso en forma más radical: "No encontramos la iluminación evocando ante nuestros ojos
interiores figuras de luz, sino llevando la oscuridad a la luz de la consciencia".
En el transcurso de los análisis a los cuales me sometí en Inglaterra y en Zurich, yo había
comenzado nuevamente a apoderarme de muchos fragmentos de mi parte menos simpática,
violenta, furiosa y brutal, es decir, de la "sombra" de mi Yo social, agradable y responsable, o, en
la jerga junguiana, de mi "persona". Así por ejemplo, yo le había echado al vuelo ya durante años
en mis sueños, un corto vistazo a mi mercenario una y otra vez, pero esas imágenes tan sólo se
pusieron realmente vividas e irritantes, en cada "vuelta a recordar". En esa ocasión se me aclaró
nuevamente, que el trabajo analítico y autoanalítico, como quiera que se lleven a cabo
individualmente, es una tarea de vida y que el diploma o certificado de promoción de una

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universidad renombrada, no testifican absolutamente nada acerca de la madurez psicológica de
una persona. Hasta hoy lucho interiormente con ese soldado y con su culpa que sigue ejerciendo
influencia. Él me acompaña como una sombra y representa para mí, como Jung tan bien lo
expresó, "un problema moral que coloca toda la personalidad ante un desafio".
Más tarde supe, que la mayoría de las personas cuando son retrocedidas por primera vez a
estados "preexistenciales", casi nunca tienen recuerdos a tal extremo cargados de violencia y
repulsivos. En general, se puede decir perfectamente, que nuestro inconsciente; en el cual, como
creo actualmente, están almacenados nuestros recuerdos "preexistenciales", tal como los
arquetipos y nuestras experiencias olvidadas de la infancia; nos confronta solamente con aquellos
recuerdos "preexistenciales" que podemos procesar e integrar en la estructura de nuestra
personalidad consciente. En personas que anteriormente ni se han sometido a una terapia larga ni
han meditado intensivamente, tales acciones de volver a recordar resultan la mayoría de las
veces, totalmente inofensivas al principio. Los principiantes que ni están bajo presión ni sufren de
neurosis, se ven la mayoría de las veces en una identidad pasada que se puede asimilar y procesar
relativamente fácil. Así debería ser en todo caso.
En los talleres que dirigimos mi esposa Jennifer y yo, hacemos recordar con frecuencia a los
participantes el símbolo oriental del "guardián del umbral", un monstruo aterrador que no pocas
veces se ve en la entrada de los templos, junto a mándalas sagradas o a imágenes de meditación.
Esos guardianes simbolizan nuestro miedo y están para impedirnos descender a zonas de nuestra
psiquis, para las cuales todavía no estamos preparados. Estemos conscientes de eso o no, todos
nosotros tenemos un guardián del umbral interior, que cuida que no descendamos demasiado
profundo muy rápidamente. Existe una sutil economía interior del desarrollo emocional y
espiritual, que garantiza que cada uno avance con la velocidad adecuada para él, y los guardianes
mencionados vigilan que no nos exijamos demasiado.
La importancia de esas figuras interiores se hace muy evidente, cuando aprendemos a
comprender nuestros sueños.
Yo relato la historia de mi primera "vuelta a recordar", y justamente, tanto como un ejemplo de
advertencia para los que son demasiado despreocupados, como también para darles ánimo a
aquellos que están dispuestos a hacer el viaje de reconocimiento.
Cada trabajo psicológico que tiene contacto con los niveles profundos del inconsciente, saca
por lo general a la luz, sentimientos poderosos, recuerdos irritantes e imágenes extrañas. Tales
contenidos psíquicos, no pocas veces impresionantes, son a menudo considerados por los no
conocedores e incluso por los expertos, como síntomas de la locura clásica. Quien se dedique a la
investigación de estados preexistenciales, debe saber que probablemente abre la caja de Pandora,
ya que con eso se pueden liberar fuerzas que sólo podemos controlar en forma limitada. Por esa
razón estoy firmemente convencido, que las regresiones a estados "preexistenciales" solamente
deberían ser inducidas por expertos con una formación psicoterapéutica completa. Por fin, tales
regresiones no son un juego de sociedad, aun cuando los procedimientos correspondientes puedan
parecer muy simples a primera vista.
Sin embargo, en el transcurso de ese inusual proceso, se presentan, sin ninguna duda,
experiencias que pueden ser de importancia fundamental para el desarrollo de la personalidad de
la respectiva persona. No es una exageración cuando digo que a algunos de mis pacientes, una o
dos regresiones preexistenciales los han llevado a un enfoque de la vida totalmente cambiado.
Ninguna otra disciplina psicológica que conozca le ofrece al cliente en la misma forma, la
posibilidad de confrontarse consigo mismo tan desnudo y puro y de encontrar de vez en cuando
el propio problema principal comprimido en una historia única.
Así, por ejemplo, me consultó una vez un hombre de negocios muy exitoso, que se señalaba a sí
mismo como una persona que interiormente se encontraba bajo una constante presión. Ese
hombre tenía permanentemente la sensación de no parecer lo suficientemente fuerte y seguro de

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sí mismo. Él me describió cómo se castigaba con permanente exceso de trabajo, a pesar de sus
sobresalientes éxitos profesionales. Además, él había tenido accidentes en su vida repetidas
veces, desde pequeños hasta medianamente serios; por ejemplo, se había quebrado un tobillo,
luego la cadera y más tarde un hombro y una muñeca. Cuando una vez volvió a lastimarse el
hombro, tenía la inexplicable sensación de que le ocurría una injusticia y pensó: "¿Por qué
siempre yo?"
Cuando lo llevé a una existencia anterior, que de alguna manera estaba relacionada con su
existencia actual, su cuerpo se puso de repente duro como una tabla, él puso tensa la mandíbula,
apretó los puños y profirió las siguientes palabras:

"No tiene sentido. De todos modos no puedo hacer nada. No soy lo suficientemente fuerte. No
lo suelto. No lo suelto. Ya no puedo sostenerme. No quiero morir. Me caigo... "

Él volvió a vivir los últimos dolorosos momentos de un soldado que colgaba de una roca hacía
un precipicio y ya no tenía fuerzas para subirse. Otro soldado que era sádico, estaba muy cerca de
él y lo ofendió: "Tú eres débil. Tú no eres bueno. Si realmente fueras fuerte, entonces lo
lograrías". Cuando el soldado con el que se identificaba mi cliente no logró subirse, su
"camarada" lo golpeó con la culata del fusil en la cabeza y él cayó hasta matarse y quedó tendido
abajo, destrozado sobre las rocas.
En los últimos angustiosos momentos antes de soltarse, él tuvo los siguientes pensamientos:

"Esto es una prueba... He fracasado. No he sido lo suficientemente fuerte. Me avergüenzo.


Habría podido rendir más. No habría tenido que morir. No volveré a hacer eso. No volveré a
rendirme nunca más. Todo, menos volver a fracasar. No me rendiré nunca más".

La muerte, tal como él la volvió a experimentar, llegó rápidamente, y después que terminó la
titánica lucha, su cuerpo se puso flácido de improviso. A él se le cayó la venda de los ojos cuando
vio que toda su vida era una repetición incesante de los pensamientos del soldado moribundo:
"No volveré a rendirme nunca más. Todo, menos volver a fracasar. No me rendiré nunca más".
El se dio cuenta que durante toda su vida se había dejado dominar por esos pensamientos y que
ahora tenía la oportunidad de cambiarlos y que ya no estaba condenado por mucho tiempo más a
volver a vivir una y otra vez aquella antigua historia que ya no tenía nada que ver con él.

Dramas inconclusos del alma


Desde hace como diez años he guiado una y otra vez a clientes y colegas a través de sus
experiencias preexistenciales y con eso tampoco he desatendido la investigación de mi propio
mundo interior. Con eso he llegado a convencerme que esta técnica es uno de los instrumentos
más concentrados y efectivos de que dispone la psicoterapia; aparte de las drogas psicodélicas.
No cada cliente experimenta de inmediato dramas como el del "precargado" hombre de
negocios mencionado anteriormente; pero casi todos con los que he trabajado, pueden designar
una de las dos formas en las que experiencias preexistenciales ejercen influencia sobre la
conducta actual. Primero, ellos experimentan frecuentemente la personalidad con la que se
identifican en la regresión preexistencial, como un "otro Yo" del que tienen la difusa sensación,
que siempre ha estado en alguna parte en el fondo de su consciencia. En una parte de la sesión
pregunto a menudo: "¿Le parece conocida esa personalidad?" Y sin importar si el cliente se ha
visto en la regresión como esclavo rebelde, empleada de cocina deprimida, tirano arrogante,

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admirador sumiso de una dama o charlatán amable, todavía no he recibido otra contestación que
una respuesta dada con un suspiro o con una sonrisa intranquila: "¡Oh, sí, lo (o la) conozco!"
Y segundo, casi todos tienen la sensación inequívoca, de que en la vida actual ocurre una v
m ás la "historia" que de alguna m anera todavía no ha concluido:
- Una cliente, por ejemplo, no podía tener hijos, porque sobre ella todavía pesaba la culpa de
haber abandonado a un bebé, en una ocasión en que había escasez de víveres.
- Un hombre joven se acuerda que como sirviente de mujeres ancianas a las que estaba sujeto
por contrato, fue humillado sexualmente y de ahí en adelante prefirió la compañía masculina,
un modelo que se manifiesta en su vida actual en sus relaciones homosexuales.
- Una mujer que en su vida actual ha traído tres hijos al mundo, sufre de contracciones
premenstruales extremadamente dolorosas; en ese contexto, ella se acuerda de una vida en
una tribu nativa, donde falleció durante el nacimiento de un niño.

Cualquier otra existencia que experimentemos en forma regresiva; por corta o fragmentada que
pueda ser la experiencia respectiva; es una parte de un otro Yo. Nuestra personalidad no es
justamente un todo uniforme, sino más bien tiene muchas capas, lo que no significa, sin embargo,
que esté dividida, en el sentido del lenguaje psiquiátrico. Tal vez sus numerosas capas se pueden
comparar más bien con las capas de una cebolla. Si miramos dentro de nuestras existencias
pasadas o si nos ocupamos con nuestros sueños, sacamos, en cierto modo, capa por capa de esa
cebolla.
Para Jung, tal como para Freud, el sueño era el mejor camino hacia el inconsciente. En nuestros
sueños hay numerosas "identidades", muchas personalidades secundarias. Jung, tal como Fritz
Perls (el fundador de la terapia de Gestalt), estaba convencido de que la mayoría de las
personalidades que aparecen en nuestros sueños, no son nadie más que nosotros mismos. Yo
puedo soñar con mi madre o con mi padre, con mi abuelo o con mi jefe y, sin embargo, siempre
sueño solamente de mí mismo. Yo también tengo una madre en mí. ¿De lo contrario, cómo
podría cuidar a mi pequeña hija como una madre? Yo puedo tratar a la manera de un jefe a las
personas con las que tengo que ver. Me puedo sentir como un verdugo si quiero matar a alguien,
o en mis sueños un hombre que quiere matarme corre con un arma de un lado para otro. Cada
una de esas figuras es un otro Yo, otra parte de mí, y todas esas "personalidades" diferentes están
presentes en nosotros. Yo me he dedicado durante años al trabajo teórico y práctico con los
sueños. Pero la interpretación de los sueños no es ni fácil de enseñar ni de aprender, ya que
exactamente como cada uno de nosotros tiene una letra característica, tenemos también estilos
típicos de sueños. Yo dirigí durante muchos años grupos de sueño y no lo encontré simple. Yo
tenía que aprender a conocer y a interpretar el estilo de sueño de cada uno de los miembros del
grupo para poder ayudarlos a obtener acceso a sus sueños. Cuando después empecé a trabajar con
la técnica de volver a recordar, constaté que también las experiencias preexistenciales contienen
material parecido, un material que también podemos aprender a interpretar, sin la ayuda de un
especialista en símbolos. Cuando en una de esas experiencias se manifiesta una existencia
pasada, entonces su significado es de inmediato evidente para nosotros, porque tales experiencias
son "historias". No es difícil comprender una historia. Es más difícil entender un sueño. Para eso
se necesita práctica. Por lo tanto, los próximos capítulos consisten en indicar un nuevo acceso a
las ideas de Jung de la multiplicidad del inconsciente. Yo prefiero trabajar con historias que con
sueños, porque esas historias de "otras vidas" nos ayudan a aceptar las numerosas
"personalidades" de las cuales está compuesta comúnmente la naturaleza humana.
Para proporcionarle al lector una impresión de la amplitud total de los problemas humanos
que se han mencionado en mi trabajo terapéutico con regresión preexistencial, deseo presentar a
continuación algunas de esas molestias psíquicas.

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La inseguridad y el miedo al abandono están frecuentemente ligados al recuerdo de un
abandono preexistencial en la niñez, a una separación durante una crisis o una guerra y a la
pérdida de los padres. Los afectados experimentan también, cómo son vendidos como esclavos o
cómo están expuestos a morir en tiempos de escasez de alimentos,
Depresión y debilidad de voluntad. Esas sensaciones se relacionan muchas veces con recuerdos
preexistenciales de la pérdida de un ser querido o de uno de los padres, de una pena no superada,
de ideas de suicidio, de desesperación a raíz de una guerra, masacre o deportación.
Las fobias y miedos irracionales se presentan en conexión con todas las experiencias
traumáticas posibles de existencias anteriores: Muerte por medio del fuego, por ahogo o
estrangulación, por medio de animales, cuchillos, insectos, catástrofes naturales, etc.
Los problemas de conducta sadomasoquista están comúnmente ligados con recuerdos de
torturas, frecuentemente en conexión con la pérdida de la consciencia y con un elemento sexual.
El dolor y la rabia parecen eternizar el odio y las ansias de vengarse de la misma manera.
El complejo de culpa y el de mártir van acompañados normalmente con recuerdos
preexistenciales del asesinato de una persona cercana o de la responsabilidad por la muerte de
otro (por ejemplo, en un incendio): El propio hijo es ofrecido en sacrificio a los dioses, o se
ordena la muerte de otra persona sin ningún motivo, etc. El pensamiento principal es
frecuentemente en esos casos: "Todo es error mío". Yo lo he merecido".
Dificultades materiales y molestias al comer. Las personas que sufren esas dificultades,
experimentan a menudo en la regresión, una existencia en la que tienen que pasar hambre y en la
que viven en un desorden económico o en una pobreza ineludible. Signos externos: Anorexia,
bulimia, obesidad.
Los accidentes, la violencia y la brutalidad física están conectados la mayoría de las veces con
recuerdos de experiencias de combate en vidas anteriores como soldado, o con volver a
experimentar luchas pendientes por el poder o aventuras interrumpidas. Esos síntomas se
presentan frecuentemente en adultos jóvenes, es decir, en una edad en que, visto históricamente,
muchos hombres jóvenes han encontrado la muerte en la guerra.
Los conflictos familiares se observan la mayoría de las veces, en personas que tienen que
arreglar cuentas, todavía de una vida anterior, con sus padres, hijos o parientes: Fraude, abuso de
poder, disputas de herencias, rivalidad, etc. La mayoría de las veces los cuadros sintomáticos
contienen todos los aspectos del complejo de Edipo descrito por Freud.
Problemas sexuales y abusos sexuales. Las personas que sufren de problemas de frigidez e
impotencia y de infecciones genitales, tienen con frecuencia recuerdos de historias de vidas en las
cuales ocurrían violaciones, abusos y torturas. Muchas experiencias de incesto y de abusos de
niños, resultan ser la repetición de antiguos modelos de experiencias preexistenciales, en las
cuales estaba bloqueada la expresión de los sentimientos.
Problemas matrimoniales. Se remontan a menudo a existencias anteriores, en las que los dos
cónyuges actuales tenían también una relación íntima, pero provenían de diferentes ambientes y
categorías sociales. Frecuentemente, uno de los dos era en la recordada vida anterior, por
ejemplo, amante, esclavo, prostituta o concubina y también los papeles de sexo estaban repartidos
muchas veces a la inversa.
Molestias orgánicas crónicas. En personas que tienen ese tipo de molestias surge muchas veces
intensamente el recuerdo de que están en existencias anteriores, que han sido heridos en una de
las extremidades o en la espalda, o incluso que han sido muertos por medio de la aplicación de
violencia en alguna de esas partes del cuerpo. La terapia puede aliviar en gran parte los dolores
en esas zonas. Los dolores de cabeza están conectados a veces con decisiones intolerables que
fueron necesarias en una existencia anterior. Las molestias en la zona de la garganta tienen su
origen, no pocas veces, en denuncias verbales anteriores o en pensamientos tácitos. Las úlceras

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se remontan de vez en cuando a experiencias preexistenciales de horror, los dolores de garganta a
ahorcamientos o estrangulamientos.
Naturalmente está claro, que un cliente puede sacar a la luz varios de los temas mencionados al
mismo tiempo y en diversas combinaciones, Pero cómo se trabajan en la terapia tales temas, lo
describiré detalladamente más adelante. Por el momento, esta lista de temas, naturalmente
incompleta, es suficiente para proporcionarle al lector una impresión de lo que aproximadamente
hay que imaginarse acerca de la regresión preexistencial y de que en ningún caso se trata de un
juego entretenido de sociedad.

"Rebirthing" y regresión
Después de la primera vez que "volví a recordar" la existencia del mercenario francés
medioeval, decidí seguir experimentando con esa técnica. El colega mencionado y yo, realizamos
una y otra vez sesiones terapéuticas, durante un año por lo menos, cambiando los papeles. Poco a
poco otros colegas también se pusieron curiosos y de esa manera fundamos un pequeño grupo
experimental. Formamos seis pares terapéuticos donde tenía que trabajar el uno con el otro, y nos
pusimos de acuerdo para reunimos cada catorce días para intercambiar experiencias. Como tres
de los miembros de los grupos eran lectores apasionados, convinimos en leer todo lo que
pudiéramos encontrar acerca de preexistencias o reencarnación; desde el Libro Tibetano de la
Muerte, los libros de Seth, hasta Dick Sutphen. También probamos las diversas técnicas de
regresión, acerca de lo cual había unos pocos libros en ese tiempo, escritos por psicólogos o
hipnoterapeutas.
En lo que a mí respecta, después que había trabajado la visión del militar medioeval, apareció el
recuerdo, esencialmente más amable y pacífico, de un seftor feudal bretón del siglo catorce.
Después siguió una serie de existencias dedicadas al militarismo y principalmente a los viajes,
que se alternaban con vidas anteriores monásticas o sacerdotales. Los diferentes recuerdos
parecían incluso estar estructurados y oscilaban entre existencias de extrema actividad y aquellas
de tranquilidad y aislamiento. Yo tenía la impresión que mi dinámica emocional se reflejaba muy
claramente en esas cambiantes experiencias y que mis vivencias preexistenciales también podían
aclarar muchos de mis intereses y aversiones preferidas.
Nuestro informal grupo experimental se agrandó a una nueva dimensión, cuando decidimos
someternos todos juntos al extraordinariamente efectivo procedimiento terapéutico del
"Rebirthing", una técnica que había desarrollado Leonard Orr en California. El Rebirthing es un
proceso muy intensivo de la respiración cuasíyoga y produce una liberación de sentimientos.,
opiniones y recuerdos, como también de estructuras corporales manifiestas, que supuestamente
están relacionadas con el llamado trauma del nacimiento. Aunque antes también había conocido
terapias para disolver bloqueos de energía corporal causados emocionalmente; es decir, técnicas
cuyos fundamentos ya había puesto Wilhelm Reich en los años treinta con su revolucionario
trabajo; tuve que constatar que el Rebirthing abordó en mí, zonas todavía más profundas.
Para mí fue una experiencia inquietante entregarme por completo a mi respiración, y ésta
culminó con lo que sufrí en mi paso por el canal uterino: vomité, me sofoqué y lloré, mientras
temblorosas corrientes de energía sacudían mi cabeza, mis brazos y mis piernas. Yo llegué a un
nivel completamente nuevo de emociones profundamente arraigadas, que no había sido nunca
tocado ni por el psicoanálisis ni por la terapia de Reich, Lo más sorprendente fue, sin embargo,
cuando me escuché murmurar: "No quiero salir a ese mundo". Mi terapeuta de Rebirthing me
preguntó: "¿Por qué no?". Y en mí afloró rápidamente la visión de mi cuerpo mutilado que yacía
sobre un montón de cuerpos demacrados en un hoyo. Y comencé a llorar de nuevo, amargamente

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y de manera incontrolable, como si fuera sacudido por un sufrimiento cósmico que no solamente
me afectara a mí, sino a toda la miseria de la humanidad. Para mí fue de inmediato evidente, que
en cierto modo, "yo" acababa de abandonar el cuerpo maltratado que había visto, que era el
cuerpo de un comunista alemán antifascista, que a principios de los años treinta (todavía antes del
comienzo de la criminal persecución a los judíos) había muerto en un campo de concentración
alemán. Cuando después estudié a fondo ese tema un par de veces más, llegué a la asombrosa
conclusión de que yo ya había llegado depresivo al mundo y que todas las experiencias infantiles
posteriores que había desenredado minuciosamente en el psicoanálisis, evidentemente no eran la
verdadera causa de mi depresiva actitud principal, sino que mi depresión se remontaba más bien
al profundo pesimismo y a la desesperación que "me" habían dominado poco antes de mi muerte
en 1933.
Yo había conocido dimensiones terapéuticas totalmente nuevas y repentinamente vi también el
origen de nuestros sufrimientos psíquicos de otra manera, e incluso tuve que examinar mi
concepto de personalidad. Pero hasta el momento en que discutíamos en el grupo nuestras
experiencias ampliamente coincidentes, todavía no nos habíamos dado cuenta en absoluto de sus
extensas consecuencias.
Sin que nuestro pequeño grupo de Vermont supiera algo de eso, otros dos investigadores, el Dr.
Stanislav Grof del instituto Esalen y el Dr. ¡Morris Netherton de Los Angeles, también se
ocupaban con los puntos de contacto entre el trauma del nacimiento y las regresiones
preexistenciales, y se vieron una y otra vez confrontados con la circunstancia de que esas dos
experiencias se reflejan entre sí. Tal como Grof ha recalcado todavía últimamente, la disposición
para penetrar en las capas profundas de los traumas emocionales, es típica de un nuevo tipo de
psicoterapia, que él denomina "terapia de experiencia". Después he escuchado que también Grof
necesitó algún tiempo hasta lograr liberarse de ciertas teorías psicoanalíticas de desarrollo y
declararse a favor de la orientación de la psicología designada actualmente en forma general
como "transpersonal".
Grof llegó a ese cambio de punto de vista, no tanto por medio del trabajo con las técnicas de
Rebirthing o de la regresión hipnótica, como más bien en el marco de sus extensas
investigaciones con LSD, aunque en sus talleres en Esalen aplica también, entre tanto, el método
de la respiración catártica; un procedimiento que se acerca mucho a los ejercicios que se
practican con el Rebirthing. Él ha coleccionado también numerosas historias de casos de clientes,
que durante el trabajo terapéutico relatan acerca de experiencias preexistenciales.
El Dr. Morris Netherton, que hay que considerar como uno de los investigadores
revolucionarios de las posibilidades terapéuticas de los recuerdos preexistenciales, había hecho
igualmente durante años una y otra vez la experiencia, que determinados aspectos del trauma del
nacimiento, invariablemente activan también traumas preexistenciales en el inconsciente. Así
sucede, por ejemplo, que personas que vuelven a experimentar cómo han sido heridos en la
cabeza con el fórceps al nacer, vuelven a recordar al mismo tiempo, una muerte producida por
una herida en la cabeza en otra vida. Esos rastros de recuerdos se encuentran con especial
frecuencia en personas que sufren de dolores crónicos de cabeza en su vida actual.
A medida que he ido desarrollando mi propio estilo de trabajo con el correr de los años, he
adoptado naturalmente muchos elementos de reconocida importancia psicoterapéutica El lector
profesional de este libro notará rápidamente, que en mi concepción no solamente estoy
influenciado por Jung, sino también por la terapia de Gestalt, la técnica del psicodrama y por
Wílhelm Reich. En el cuarto capítulo hablaré más detalladamente de mi propio método
psicoterapéutico. Pero primero quiero simplemente describir una sesión de terapia, hasta cierto
punto típica, en mi consultorio, para que también el lector que nunca ha participado en un taller
de preexistencia, reciba una impresión algo clara de ese suceso. El caso que se describe a
continuación no es ni especialmente complejo ni terriblemente dramático, pero pone muy bien de

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manifiesto toda la extensión e intensidad del proceso. En el comentario agregado yo deseo
discutir algunos de los asuntos filosóficos y psicológicos con los que la mayoría de las veces me
veo confrontado, cuando los interesados en nuestros talleres toman contacto por primera vez con
el fenómeno de la regresión a una preexistencia y de la reencarnación.

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2. La terapia de preexistencia

¿Qué más ves tú en el oscuro pasado y en


el abismo del tiempo?
Shakespeare, La tormenta I, 2

El inconsciente es la historia no escrita de la humanidad


desde tiempos inmemoriales.
C. G. Jung, Acerca de la psicología occidental y la religión oriental

La historia de Peter: Un trabajador temporero


del siglo diecinueve
Es lunes en la tarde. Sobre la gruesa alfom bra de nuestra sala de estar de la antigua granja qu
se encuentra en el Estado de Nueva York, están sentados en círculo, los miembros de un peque
grupo. Se trata de un grupo relativam ente nuevo de terapia de preexistencia. Un joven,
constitución física m ás bien débil, al que llam aré Peter, está acostado sobre la alfom bra con l
ojos cerrados. Su cuerpo está levem ente arqueado. Él dirige la cabeza hacia el lado y hace u
mueca. Sus puños están apretados, su mandíbula esta tensa.
El grupo acaba de hacer un breve ejercicio que consistía en que cada uno encuentre la image
de una personalidad de otra vida, con la que se pueda identificar. En el transcurso de ese ejercic
dirigido de im aginación realizado con los ojos cerrados, cada uno de los presentes deb
im aginarse por poco rato, que era otra persona, de otra época y con otro cuerpo. D espués q
todos los participantes habían relatado en pocas palabras acerca de sus imaginaciones (llegab
desde una mujer italiana en una iglesia hasta un esclavo rom ano), el grupo decidió ocupar
intensivamente con la imagen del joven.
"Yo soy un joven de más o menos quince, dieciséis años", dice él, con la mandíbula tensa al
igual que antes, "y ese granjero me golpea ".
"¿ Y qué más sucede? ", pregunto yo.
"Ahí están los dos trabajadores de la granja. Me sujetan de los brazos mientras él me golpea.
Yo odio al hijo de puta ".
"¿Quieres llorar?"
"No ", contesta él, siempre con la mandíbula apretada. A ninguno de los presentes le pasan
inadvertidos el dolor y la indignación que se marcan claramente en su desfigurado rostro.
"¿Qué dirías, si es que puedes revelarlo? ", quiero saber de él.
Quiero matar al cerdo. Yo no tengo derecho a defenderme contra él, pero él puede golpearme
cuando tiene ganas. ¡Te odio! ¡TE ODIO! Quiero irme de aquí, pero no puedo. Él me mataría".

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Entre tanto Peter yace allí respirando con dificultad y maldice al granjero, que por lo visto lo
tortura sistemáticamente. Lo animo por un momento a dejar salir totalmente su rabia y a
expresar realmente lo que harían de preferencia sus apretados puños.
"Ya estoy harto de ti, cerdo. Yo te mato. Te muelo a palos. Antes te tenía miedo, pero ahora
soy más grande que tú. Podría matarte ".
Mientras él se retuerce en el suelo gritando, su respiración se hace más profunda y los nudillos
de sus dedos se ponen blancos. Son necesarios solamente empujones leves de mi parte, hasta que
toda la historia sale de él a borbotones. Así tanto está cautivo en ese momento por su experiencia
interior.
"Yo soy solamente un ayudante en esa granja y soy todavía muy joven; pero soy grande y
fuerte. De alguna forma estoy ligado legalmente a ese hombre. Todo sucede en Missouri. No
puedo acordarme de mis padres. Yo creo que murieron cuando yo todavía era un niño. Nunca he
podido soportarlo a él, porque siempre solamente me manda de un lado para otro, pero nunca he
dicho nada. Pero hoy fue demasiado. Él dijo que yo tenía que darle alimento a las gallinas y yo
dije que no. Entonces me golpeó en la cara y yo le di un puñetazo. El ya no está a mi altura y por
eso hizo venir a dos de sus hombres para que me sujetaran. Ellos me toman de los brazos y me
aprietan contra una cerca y él va a buscar su látigo para caballos. Él me golpea (se retuerce y se
contrae), pero yo no digo ni una palabra".
Ahora, como el joven echa afuera su odio gritando, relaja visiblemente su cuerpo y también su
mandíbula y sus puños se aflojan en forma notable. Él ha expresado su odio con palabras y con
eso ha disminuido un poco sus sentimientos estancados. Ahora Peter se pone paulatinamente
más tranquilo y más pensativo.
"Yo no sé lo que he hecho. Tengo que haber supuesto algo. Eso no es correcto. No tengo
derecho a decir que no ".

Ahora que él se tranquiliza otra vez lentamente, me doy cuenta que habla con un acento que
llama mucho la atención, muy diferente a como de costumbre. Y cuando él sigue contando su
historia, su voz suena de repente entre amarga y burlona y él mira de una manera muy
extraña, siempre solamente hacia un lado.
El resto de su historia es claro y al mismo tiempo confuso. Él no ha aprendido nunca a leer, y
amargado por su humillante castigo, abandona finalmente la granja con diecisiete años de
edad, cuando muere el granjero. No estando ya ligado a otra persona por medio de una ley, él
deambula de un lado para otro dentro del país, como trabajador temporero y marginado
social. Por un tiempo trabaja en una mina, pero él es tan silencioso y raro, que pone nerviosa a
la gente: "Ellos creen que no estoy muy bien de la cabeza", dice él. El deambula durante años,
casi durante toda su vida, hasta que finalmente muere a los cuarenta y ocho años, poco
después del cambio de siglo, en un hospital para pobres ubicado en alguna parte del oeste
medio.
Como su historia presenta grandes vacíos, yo le pregunto: "¿Hay todavía algunos sucesos
importantes que quieras tratar más detalladamente?" Cuando yo insisto un poco, él relata;
siempre con los ojos cerrados; acerca de un prado lleno de dientes de león, donde hay una casa.

"Yo voy hacia esa casa del frente, donde vive una mujer. Los hombres de la ciudad odian a esa
mujer. Ellos me dan dinero para que yo la golpee y la amenace de muerte. Ahora yo estoy frente
a la casa. Ella me invita a entrar y me ofrece pasteles. Ella es muy amable conmigo; es la
primera persona que ha sido amable conmigo alguna vez en mi vida. No sé si puedo hacer eso,
pero estoy muy agitado. Los hombres estaban convencidos de que yo soy lo suficientemente loco
como para hacerlo y quizá lo pueda hacer realmente. Voy a la cocina. Es una casa grande. La
mujer dice que me veo raro. Eso me hace enojar. Le grito que la voy a matar. Ella solamente se

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burla de mí. Entonces me enojo realmente. Yo la golpeo. La bandeja con las tazas de té vuela por
el aire y yo la golpeo muy duramente. La he matado. ¿Qué debo hacer? No quiero irme, pero
tengo que hacerlo. Arrastro su cuerpo detrás de la casa y lo arrojo a un estanque. Entonces me
voy de ahí. Jamás me descubrieron. Nunca le conté a nadie de eso ".
De los ojos de Peter salen lágrimas: "La anciana era la única persona que ha sido amable
conmigo alguna vez. Fue la primera vez que me trataron bien. Yo no tenía a nadie, a nadie ".

Toda la soledad de ese marginado, su terrible humillación de la granja, el arrepentimiento


acerca del crimen, su hambre de un poco de calor humano, todo eso aflora en él y lamenta su
malograda vida.
Todos los presentes están afectados profundamente. Yo coloco una mano sobre el hombro de
Peter, cuya regresión todavía continúa. "Ahora todo ha pasado, tú puedes soltarlo", digo yo.
Ahora Peter se encuentra nuevamente en la cama del hospital.

Ahora me voy. Ahora he salido de mi cuerpo y veo cómo yace abajo en la cama. Oh, qué solo
estaba ese cuerpo, cuan cargado de rabia. Ese es también el motivo por qué nunca pude mirar a
alguien a la cara. Yo estaba indignado con todo el mundo. Y la mujer ha recibido lo que yo
había acumulado en todos los años... Yo estiro los brazos. Allá arriba hay un ángel. Él viene a
buscarme ".
Peter sonríe y yo le doy tiempo para ocuparse por algunos instantes, en su experiencia después
de la muerte, con lo que el ángel significa para él. Luego le pregunto: "¿Qué tiene que ver la
historia con tu vida actual, Peter? "
"Siempre he tenido problemas con arrebatos de cólera", dice él, "y estoy fascinado con la
violencia y la guerra". Una parte de mí tiene miedo de que pudiera propasarme cuando me
pongo tan furioso. Y con personas de la autoridad me encaro frecuentemente".
"¿Podría ser que todavía hoy llevas en ti algo de ese hombre? ", pregunto yo.
Oh, sí, podría ser perfectamente. También en esta vida soy bastante solitario ".

Después hablamos un poco acerca de lo importante que es compadecer al hombre por sus
dolores y su miserable existencia. Pero ante todo le aclaro a Peter, que ya no necesita dejarse
determinar en su vida actual, por las experiencias de esa otra existencia infeliz. Peter ve que
inconscientemente se ha encarado una y otra vez con personas de la autoridad, para vengarse por
las humillaciones que pertenecen en realidad a la existencia de aquel trabajador y no a la suya
propia.
Finalmente Peter abre los ojos y echa un vistazo por el cuarto. Lo recibe un círculo de rostros
bastante afectados. Él sonríe: "Me siento bien", dice él, como si quisiera reanimar a los otros.
"Ahora me siento totalmente distinto". Toda la "vuelta a recordar" ha durado aproximadamente
cuarenta y cinco minutos, pero a la mayoría de nosotros le ha parecido mucho más larga.

El transcurso típico de una sesión


terapéutica de preexistencia
Aunque el retorno de Peter se llevó a cabo dentro de los marcos de una sesión de grupo, en su
transcurso no se diferencia esencialmente de una típica sesión individual. Habitualmente yo
comienzo con una interrogación y trato de averiguar de qué problemas agudos y crónicos sufre el
cliente. En la primera sesión me hago relatar detalladamente la historia de vida del paciente;
desde el nacimiento, pasando por la infancia, hasta el presente, con lo cual anoto las eventuales

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enfermedades y experiencias traumáticas. Luego hago hacer al cliente un sencillo ejercicio de
relajamiento con los ojos cerrados y me concentro durante el desarrollo de la sesión, en un punto
que me parezca especialmente central. De vez en cuando incito al paciente a dirigir su atención a
una imagen, a un recuerdo fresco o a una persona y a decir todo lo que se le ocurra de eso, como
si tuviera que ver con una situación real. Pero tal vez le doy también a la persona, o a las
personas, según la manera de la terapia de Gestalt, una frase que esboza con precisión el estado
emocional respectivo o que incluso lo hace más intenso, como por ejemplo: "Ya me basta.
Déjame tranquilo." Pero también a veces concentramos nuestra atención en molestias corporales
concretas, como por ejemplo, dolores de espalda o contracciones estomacales, y trabajamos
entonces con las imágenes que surgen de esa zona corporal.
En cuanto las imágenes, descripciones y emociones se hacen más plásticas, le propongo al
cliente que se deje involucrar por sus sensaciones, en una historia preexistencial o "de este lado".
Yo aclaro, por ejemplo: "Da totalmente lo mismo, si usted cree en la reencarnación o no.
Solamente entréguese a la historia como sí fuera verdadera, por el tiempo que dure la sesión".
Muy pronto la persona se siente trasladada a otro cuerpo y a otra personalidad y relata una
historia con toda claridad. En esa fase le pido al cliente, de acuerdo con las reglas del psicodrama,
que viva otra vez con toda claridad, los sucesos y los momentos decisivos más importantes de
aquella otra vida; con eso yo parto de la suposición, que todo el efecto catártico y liberador se
puede lograr justamente en esos puntos de conflicto. Cualquier cosa que la persona saque a la luz,
sea confusa, incoherente o violenta, yo la dejo vivir completamente sus experiencias internas. Si
en el punto culminante de una de esas historias se llega, por ejemplo, a una muerte violenta,
entonces pongo atención en que ese suceso se viva con clara consciencia en el plano físico, y
justamente según el principio utilizado muchas veces con éxito en el tratamiento de neurosis de
guerra, de que nosotros simplemente podemos soltar un trauma recordado.
En la mayoría de las sesiones trato de completar el recuerdo de una historia de vida, dejando
que el cliente pase por la muerte de la personalidad respectiva. Eso produce una sensación de
entereza y, lo que es más importante, de liberación. La experiencia de la muerte le ofrece a la
persona la posibilidad de abandonar en forma consciente los pensamientos, sentimientos y
temores obsesivos y constantemente repetitivos de ese otro Yo. En la fase que viene después de la
muerte, se presenta generalmente la oportunidad extremadamente valiosa, de comparar los temas
de la vida pasada con los problemas no resueltos de la vida actual. Tal como Peter, todo cliente es
incitado a considerar la historia como terminada ahora, como un modelo que no necesita repetir
más. Naturalmente, con eso también se tropieza con aspectos dolorosos e incluso vergonzosos de
aquel Yo, con los cuales hay que confrontarse. En el lenguaje junguiano, ese proceso se podría
designar como "confrontación con la sombra"; con lo que se quiere referir a la observación de
rasgos característicos desagradables y muchas veces negativos, que no son reprimidos por mucho
tiempo.
Porque yo insisto constantemente en que el cliente experimente la historia de la vida pasada en
forma completamente sensorial; y no solamente desde la posición de un observador distanciado;
con frecuencia se llega a contracciones y contorsiones corporales, sin las cuales no podría ocurrir
una liberación espontánea de las energías bloqueadas. Transpiración, escalofríos, calambres,
apariciones ocasionales de parálisis, dolores punzantes, sensaciones eróticas, estupor, temblores y
picazones, están completamente a la orden del día en ese contexto. Yo le explico al cliente que
eso se trata de la liberación de energías bloqueadas a través de antiguos traumatismos. Los
traumatismos manifestados corporalmente pueden venir del nacimiento o de una vida anterior o
de una operación en esta vida; con frecuencia son incluso causados por los tres factores juntos.
Lo que sea que haya sido la causa, se incita al cuerpo a abandonar la perturbación o el trauma.
Aunque eso le pueda parecer alarmante o incluso un poco disparatado a un observador que por
primera vez está presente en una sesión, se ha comprobado repetidamente que ese aflojamiento

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corporal y emocional es indispensable para un proceso completo de curación.
La mayoría de las veces trabajo durante dos horas con los pacientes. Así tenemos la posibilidad
de tomarnos suficiente tiempo para cada una de las tres fases del proceso terapéutico: 1° la
interrogación; 2° el trabajo intensivo; 3° la entrevista y el "retorno". Los protocolos de las
sesiones anteriormente citados, pero también los siguientes, muestran cuan concentrada e
intensiva se desarrolla una terapia de ese tipo. Aparte del trabajo psícodélico, no conozco otro
procedimiento que opere sobre tantos niveles en un lapso de tiempo tan corto. Normalmente no
se necesitan más de cinco a diez sesiones intensivas de dos horas cada una, para trabajar
terapéuticamente a fondo los problemas más importantes. Eso consiste naturalmente, en un
alejamiento radical de los lentos métodos psicoanalíticos de tratamiento, que sobre todo son con
frecuencia especialmente aburridores, porque no incluyen la experiencia y perseveran
exclusivamente en el nivel interpretativo intelectual.

Vidas anteriores:
¿Recuerdo o fantasía?
Casi a todos los que son testigos de una sesión terapéutica como las descritas o que sólo leen
acerca de eso, los agobia la pregunta: ¿Peter se imaginó solamente todo eso o se trata de un
auténtico recuerdo?
Esa es una pregunta muy razonable y hecha con frecuencia, pero tal como muchas preguntas
sencillas acerca de fenómenos complejos, no se puede contestar con un simple Sí o No.
Imagínese solamente, cómo usted hace resurgir ante sus ojos interiores la experiencia más
importante de su infancia; ya sean unas vacaciones especialmente estupendas o una tragedia
familiar; y le relata a otra persona acerca de eso. ¿Cree usted que está en condiciones de mantener
un relato así totalmente libre de adornos o exageraciones? ¿Está seguro de que no dramatiza un
poco su historia? ¿Relata todo por orden, o combina en realidad algunas cosas y les da un
significado determinado? ¿Y qué emociones le causan un recuerdo así? Si reflexionamos acerca
de esas preguntas, al primer intento se hace evidente, que el proceso de recordar no es un evento
sencillo, especialmente si se trata de representaciones de acontecimientos pasados. Y de hecho,
hay cualquier cantidad de tratados literarios y filosóficos acerca de ese tema extraordinariamente
complicado.
Casi nadie que sea honesto consigo mismo puede asegurar que sus representaciones de las
experiencias propias estén totalmente libres de adornos. Nos damos cuenta de eso especialmente,
si alguien relata un suceso del que hemos sido testigos.
Pero aun cuando admitamos eso, seguimos teniendo siempre la sensación de que nuestros
recuerdos son auténticos y no pura fantasía. A un amigo, por ejemplo, que se equivoque tal vez
en detalles, seguramente no le diríamos; "Si tu tía no participó en absoluto en el matrimonio en
Chicago, entonces probablemente sólo te has imaginado toda la historia".
Por eso, lo que hay que recalcar como primera cosa con respecto al supuesto contraste entre
recuerdo y fantasía, es el hecho de que los recuerdos que reconocemos como tal, contienen, sin
embargo, algunos adornos. Señalo esa circunstancia, porque algunas personas rechazan relatos
acerca de recuerdos, con la observación de que esas representaciones no pueden ser verdaderas,
justamente porque muestran discrepancias históricas. Y, sin embargo, esos escépticos
simplemente no pondrían en duda la "realidad" de su propia niñez, porque su memoria los haya
abandonado en determinados puntos. En lo que concierne tanto a las existencias pasadas como
también a nuestra vida actual, nuestra fantasía se hace cargo frecuentemente de la función de
llenar vacíos en nuestros recuerdos y de "redondear" un poco la historia respectiva. Donde la

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imagen no es completamente clara, puede suceder absolutamente, que el inconsciente ayuda un
poco.
Digna de mencionar en la historia de Peter, es, además, la circunstancia de que sus
declaraciones no consisten en algo como una "narración", sino en "volver a recordar". En la
medida en que habían cambiado la voz de Peter, su cara, su estado de ánimo y su expresión
corporal, él se había convertido efectivamente en un hombre del oeste medio del siglo
diecinueve. Él había adoptado momentáneamente otra identidad o personalidad.
¿Pero tal vez no habrá hecho solamente una actuación de teatro? En forma consciente, con toda
seguridad no. Peter no ha tenido jamás en su vida ni siquiera una hora de clases de actuación.
Casualmente se encontraba en el mismo grupo un músico profesional que había recibido
numerosas clases de actuación. "¡Madre mía!, conozco algunos profesores de teatro que darían
todo por una presentación así", dijo después de la sesión.
Desde Marnie de Hitchcock o Equtis de Peter Schafer, mucha gente tiene una idea aproximada
de lo que significa una regresión terapéutica para un trauma reprimido de la primera infancia.
Algunos terapeutas también han demostrado repetidamente, que por medio de la regresión de un
paciente a una determinada fase de edad, se pueden disolver casi todas las sensaciones ligadas a
un trauma, en caso de que el paciente experimente otra vez el mencionado trauma en la regresión
y se libere de él. Después de la segunda guerra mundial, numerosos psicoterapeutas lograron
tratar con éxito los síntomas de miedo y conmoción profundamente arraigados, de los que sufrían
en ese tiempo muchas personas que habían participado en esa guerra.
Los escépticos podrían quizás objetar, que una cosa es una regresión a una etapa anterior de
esta vida y otra cosa muy distinta son, en cambio, las regresiones a una existencia "anterior", por
muy sencillas que parezcan y por muy efectivas que puedan ser psicológicamente. ¿Qué significa
entonces, si alguien vuelve a vivir la vida de "otra persona"?
Significa, según creo, mucho más de que el paciente simplemente se imagine la vida de otra
persona en el sentido de una invención. De las muchas personas que han sido "regresadas" por
terapeutas a existencias anteriores, evidentemente la gran mayoría son de la opinión de que en esa
ocasión no se inventa sencillamente una historia en forma rápida. Muchos, por ejemplo Peter,
tienen la sensación de estar profundamente involucrados en el suceso y de vivirlo con una
consciencia de Yo totalmente distinta. Según la información de esas personas, surgen
repentinamente en la consciencia, palabras y emociones completamente inusuales, pero sin que el
terapeuta contribuya mucho a eso. Algunos han descrito ese estado como una forma suave de la
obsesión, así como si otra personalidad tomara posesión de uno. Sin embargo, ese estado se
diferencia de la verdadera posesión, en que el regresado tiene la impresión de que esa "otra
existencia" tiene mucho que ver con él mismo. La otra identidad le parece familiar a la persona y
de ninguna manera extraña, como sucede incluso en estados leves de posesión.
Por consiguiente, con el recuerdo de existencias pasadas tiene lugar simultáneamente, una
sensación de identidad con una personalidad interior o secundaria, y ese acto de identificación
incluye de todas formas alguna imaginación; es decir, una actividad creadora de imágenes; como
lo que ocurre en cada acto de recordar. Exactamente a ese proceso se refería también el poeta
inglés Shelley, cuando dijo que "nuestra capacidad de imaginación tenía que trabajar
intensamente y gráficamente" y que deberíamos aprender a trasladarnos "al lugar" de otros
(referente a esto, ver también Capítulo 12).
Cuando leemos una novela o vemos una película o una obra de teatro, en general nos
comportamos "identificados imaginariamente" frente a las figuras principales de la historia.
Experimentamos momentos de terror o de profunda compasión, al imaginarnos la historia como
si nosotros mismos estuviéramos en la situación del personaje principal, como si sintiéramos sus
alegrías y dolores en carne propia. Desde el punto de vista psicológico eso es posible, porque ya
llevamos en nosotros nuestra versión propia de esos personajes y de sus vivencias. Jung era de la

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opinión, que nuestra capacidad de entender como propias, la motivación de los héroes, villanos,
amantes y déspotas, solamente se puede explicar por medio de los arquetipos, es decir, de las
formaciones universales de carácter, que en cierto modo forman las estructuras básicas de nuestra
psiquis. Es decir, nosotros venimos al mundo con la disposición de imaginarnos a otras personas,
según las normas de esas formaciones. La literatura, las obras dramáticas y las películas, en cierto
modo tienen preparadas para nosotros, manchas de tinta del tipo del test de Rorschach,
inventadas sutilmente, en las que podemos proyectarles nuestras propias versiones a esas figuras
interiores, como diría Jung. Naturalmente a los autores de tales historias les interesa expresar sus
propias figuras interiores en la forma más realista posible, pero lo decisivo es que nosotros, al
leer o mirar, activamos nuestro propio repertorio interior de personalidades. Al volver a recordar
existencias pasadas, tales personalidades llegan a la consciencia en forma especialmente clara,
detallada y plástica, porque a la psiquis de la respectiva persona se le ofrece una pantalla en
blanco con la etiqueta "existencia pasada", en la que puede proyectar esas figuras interiores.
Cuando reconocemos "al otro" en nosotros e incluso lo experimentamos, eso es, según mi
opinión, el primer paso en dirección a una auténtica reflexión psicológica y a la toma de
consciencia de que nosotros; siempre y cuando nos basemos en la extensión total de nuestra
consciencia; somos "seres con muchas capas" y llevamos en nosotros numerosas personalidades.
Algunas de esas otras "identidades" se encuentran sorprendentemente cerca, debajo de la
consciencia, y se pueden activar muy fácilmente por medio de actuaciones teatrales y de
ejercicios de imaginación dirigidos. Sin embargo, la psicoterapia ha comprendido sólo hace poco
tiempo, que esas personalidades secundarias son exactamente complejas y completas como
nuestra personalidad de Yo y que tienen incluso una historia detallada de vida, que se extiende
desde el nacimiento hasta la muerte.

Vidas anteriores:
¿Novela o realidad?
Dos ejemplos de casos: Elena y Alicia
Con seguridad, más de uno de los que están en contra de la designación de esas personalidades
como "personas de existencias pasadas", hará la objeción de que también las figuras de una
buena novela tienen una biografía que es igual de compleja e impredecible que la de cada
persona, pero que no obstante es un producto del poder de imaginación y no del recuerdo. Antes
yo habría aprobado seguramente esa objeción, si no hubiera tenido una vez como cliente a una
autora profesional de novelas populares.
Esa escritora, que llamaré Elena, se encontró en la regresión, trasladada al siglo diecinueve,
donde vivió como hija única de una respetable familia de clase media del norte de Inglaterra. Era
una pequeña ciudad costera, y la joven llevaba una vida muy protegida y ordenada, bajo la
custodia de sus padres. Ella estaba soltera porque no se había encontrado con ningún pretendiente
aceptable. Sus padres tampoco la habían forzado a casarse, aunque ya tenía como veinticinco
afíos.
El acontecimiento que cambia toda su vida es la visita de un atractivo joven comerciante de
Londres, del que se enamora perdidamente, pero sin contárselo a nadie. Su adorado es un hombre
de mundo y Elena ve en él una posibilidad de escaparse de su aburrida existencia. Sin embargo,
ella tiene dudas de su sinceridad y aunque los dos se comprometen en matrimonio, él no da
ninguna muestra de cumplir su promesa. En una tormentosa escena, el padre de Elena culpa a su
novio de que éste sólo utiliza a su hija. En su romántica ansiedad transfigurada, ella no había

25
reconocido las verdaderas intenciones de su amante, pero ahora se pone furiosa y le pide a su
padre que expulse al hombre de la casa.
Por un tiempo, se desprende de ella repetidas veces la ira acerca de su desleal amante, de lo
estrecho de su vida y de su desconsolado papel como mujer en una estúpida sociedad victoriana.
Pero su padre no tolera lo que él llama un arrebato histérico y entonces ella retiene sus
sentimientos. Su madre ya había muerto algunos años antes y ella vive ahora completamente sola
con su padre, quien se debilita paulatinamente y se pone cada vez más despótico.
Después de la muerte de su padre, ella hereda la casa y vive en una soledad terrible. La rabia
que conserva frente a ambos hombres se convierte en amargura. El odio permanece como una
parte de su ser hasta su muerte. Al mirar hacia atrás, Elena considera esa vida como un gran
desperdicio y piensa que fue un error dejar determinar su vida por oíros.
Cuando Elena salió de la regresión, en su rostro había una expresión de asombro, "Dios mío",
dijo ella, "esa era la leyenda de mi primera novela. ¡Pero ahí la historia tenía otro final! En mi
novela, el joven regresa, se casa con ella y se la lleva a Londres. Sin embargo, más adelante él
resulta ser bastante infame. El matrimonio se rompe y a ella le sirve solamente como trampolín
para diversas aventuras amorosas".
La historia escrita por ella cumplía evidentemente todas las condiciones de una auténtica novela
de amor. A diferencia de ésta, la historia de su vida anterior fue de una trivialidad realmente
trágica. Tal vez un Balzac o un Henry James habrían hecho una novela de primera clase con ese
material, pero Elena no tenía la ambición de emprender un vuelo literario tan alto. Después que
ella había comparado ambas historias, se me ocurrió que la novela que ella escribió, tal vez
representaba una especie de "compensación fantástica" de los tormentos y privaciones de su vida
anterior, que, sin embargo, sólo llegó a la superficie en forma fragmentada, porque los
acontecimientos en total eran demasiado dolorosos. Además, yo me pregunté si sus novelas
restantes no serían quizás igualmente compensaciones de aquel recuerdo enterrado
profundamente en ella, de un amor no correspondido.
Visto terapéuticamente, en esa sesión se hizo evidente que para Elena era muy difícil
contemplar y deshacer el nudo formado por la pena, la rabia y el amor no satisfecho, que se había
formado durante la vida de aquella muchacha solitaria y abandonada que seguía viviendo en el
inconsciente de la cliente. Su actividad literaria la había ayudado, sin duda, a liberarse de una
gran parte de esa tristeza y a expresar ansias que no se atrevía a gozar en su existencia real. Visto
de ese modo, la profesión que había elegido era también, con toda seguridad, una forma de
autocuración, pero la parte esencial de su complejo, con sus dolorosas imágenes de abandono y
soledad y con la inconcebible idea de "no estoy hecha para me quieran", permanecía intacta.
Igualmente con Peter, mientras experimentaba nuevamente la miserable existencia del solitario
trabajador temporero, salieron a la luz sentimientos enterrados profundamente, de humillación y
de una autoestima gravemente herida, mezclados con terribles sentimientos de rabia y de
culpabilidad. Casi no puedo imaginarme que Peter haya inventado simplemente una historia así
de compleja y poco heroica, solamente para impresionarme a mí o al grupo. Por último, la
historia consistiría en una confesión extremadamente dolorosa, que lo obligó a confrontarse con
su desprecio por la autoridad, con su relación con la violencia, que oscilaba entre el miedo y la
fascinación, y con la circunstancia de que él se aislaba tan frecuentemente de otras personas.
Los ejemplos de los casos de Peter y Elena no son en absoluto atípicos. Muestran grandes
concordancias con casos que se encuentran documentados en mis archivos y en los de otros
terapeutas de preexistencia. Al contrarío de lo que corresponde a las publicaciones estereotipadas
de la prensa sensacionalista, la mayoría de las personas en estado de regresión peexistencial no se
ven como sacerdotisas egipcias o esposas de Enrique VIII. La mayoría de las vidas anteriores ni
siquiera se pueden ubicar históricamente con exactitud. En la terapia hemos tenido que ver con
miembros de tribus africanas, igual que con cazadores nómadas, campesinos medioevales, y así

26
sucesivamente; todas las épocas y regiones están representadas. Con frecuencia los pacientes ni
siquiera pueden decir el nombre de su jefe de tribu o señor feudal, ni mucho menos especificar su
"lugar" histórico en cualquier Jugar de Europa o en otra parte.
Otro ejemplo del predominante carácter poco romántico de la mayoría de las preexistencias, es
la historia de Alicia. En la regresión, Alicia se veía como un pequeño joven en la Inglaterra
industrial del siglo diecinueve. Ese andrajoso niño de seis o siete aftos era un ángel de las calles
que dormía en las entradas de las casas y bajo los puentes, que mendigaba o robaba su comida,
que era perseguido y golpeado y que por necesidad vital andaba siempre de un lado para otro.
Después que Alicia había descrito una serie de escenas impresionantes, yo esperaba
permanentemente algún acontecimiento que le diera un vuelco feliz al destino del pequeño
muchacho. Mientras yo escuchaba, por dentro pensaba justamente en el transcurso de novelas
como Oliver Twist o Les Miserables.
"¿Y qué pasó entonces?", pregunté yo, mientras esperaba que el destino del niño por fin
cambiara para bien (esa vez yo hacía el papel del romántico que esperaba una compensación).
"No se puede reconocer nada..., todo está oscuro..., no reconozco nada", contestó Alicia.
Como estoy familiarizado desde hace muchos años con la regresión de pacientes, sé también
que el hecho de "volver a recordar" una vida pasada puede terminar a veces en una especie de
"Blackout" (laguna, pérdida de memoria, quedar en blanco). La oscuridad o la ausencia de
imágenes es casi siempre una señal de la muerte de la persona que se ha vuelto a recordar. Por
eso le dije: "Retroceda otra vez y observe que pasa antes de que se oscurezca".

"Jo atravieso una calle. Estoy cansado y débil Es invierno y no tengo suficiente para comer.
Yo no pongo atención... ¡Oooooh! Algo me pega en ¡a cabeza. Un coche. Mi cabeza, mi pecho,
todo está triturado... Todo está negro. De repente me encuentro por encima de mi cuerpo. Todo
ha pasado. ¡Qué vida tan triste y tan sin sentido!".

Otros clientes relatan acerca de existencias que terminan después de pocos años, a causa de
desnutrición, de una epidemia o de otra enfermedad. En numerosos recuerdos mueren hombres
jóvenes inmediatamente al primer contacto con enemigos en la guerra y entonces abandonan su
cuerpo con la sensación de haber sido engañados por todas las falsas promesas de gloria y honor.
Los menos románticos son tal vez los recuerdos de personas que en una "existencia " anterior han
muerto durante el nacimiento o antes de éste. La muerte de un feto abortado en forma voluntaria
o involuntaria, difícilmente es un tema especialmente gracioso para una conversación en una
fiesta de cóctel y ese tipo de recuerdos casi no es posible atribuirlos al consumo excesivo de la
televisión.
En resumen, se puede decir, que la mayoría de las existencias pasadas con las que he tenido que
ver en las terapias, eran de todo menos románticas, y que más bien eran tristes e insignificantes.
Con frecuencia tengo que pensar en las siniestras palabras del filósofo Thomas Hobbes, que
escribió: "Al ser humano se le ha dado una vida solitaria, pobre, repulsiva y corta".

Tres formas diferentes de explicación


Después que durante años he inducido, presenciado y anotado cientos, si no miles de recuerdos,
no puedo justamente asegurar de mí, que no me he formulado una y otra vez la angustiosa
pregunta, si el fenómeno se trata de "recuerdo" o "fantasía", o si lo que los pacientes
experimentan interiormente son realmente "nuestras existencias anteriores" y si efectivamente el
alma sigue viviendo, como afirman muchas tradiciones religiosas. Pero como yo soy terapeuta y
no filósofo, felizmente puedo arreglármelas sin una respuesta a esa pregunta. Yo no necesito
27
posponer mis horas de terapia, hasta que los parapsicólogos y los metafísicos hayan logrado un
consenso respecto a esas preguntas. No es que las consideraciones de esos expertos me sean
indiferentes (en el próximo capítulo discutiremos más detalladamente los respectivos puntos de
vista), pero el terapeuta trabaja con otro tipo de verdad, precisamente con verdades subjetivas o
psíquicas. Para él cuenta lo que el paciente experimenta como real.
Cuando les pido a mis clientes que se encuentran en un estado de atención dirigida, que traten a
las imágenes que aparecen ante sus ojos interiores como si en ellas estuviera representado algo
real, les pido solamente en el fondo, que realicen un experimento y adopten un punto de vista
hipotético por todo el tiempo que dura la sesión. Ni yo mismo ni mis pacientes estamos
comprometidos con alguna doctrina o posición filosófica, no obstante, los participantes en la
situación terapéutica, naturalmente tienen que tomar extremadamente en serio el suceso psíquico
como tal, y no deben simplemente restarle importancia por considerarlo "pura fantasía". Por eso
les digo a mis clientes una y otra vez: "Da completamente lo mismo si usted cree en la
reencarnación o no. El inconsciente produce casi siempre un recuerdo de una existencia pasada,
si sólo se le anima en la forma correcta a hacerlo". De hecho, tengo repetidas veces la impresión
de que aunque la consciencia tiene dudas considerables de la realidad histórica de esas
existencias anteriores, el inconsciente cree profundamente en ella y sólo espera que le pregunten.
Pero aunque el propósito de este libro; como ya se ha dicho; no es demostrar la hipótesis de la
reencarnación, me parece importante, sin embargo, bosquejar brevemente las tres posiciones
teóricas más importantes a las que se recurre para explicar el fenómeno del recuerdo de
existencias anteriores. El lector puede decidir él mismo, con cuál de esas posiciones se puede
identificar preferentemente. Mi preferencia al respecto se hará evidente en el transcurso del libro.
La primera posición quiero denominarla como positivista o "Posición Tabula rasa". Ésta parte
de la base, que al nacer, nuestro sistema mental-eniocional es "blanco" como una hoja en la que
no se ha escrito, que nosotros tenemos solamente una vida y una identidad y que por eso todos los
trastornos emocionales se pueden atribuir a experiencias que hemos hecho en esta única vida.
Desde el punto de vista de los positivistas, los recuerdos de existencias pasadas, por muy exactos
que puedan ser históricamente, se deben única y exclusivamente a imaginaciones y fantasías
inconscientes, que a su vez se alimentan de historias, programas de televisión o chismes
familiares, olvidados hace mucho tiempo. La facultad de la psiquis humana, de idear en forma
completamente inconsciente "otras" identidades tan complejas, se denomina criptomnesia (ver
también el próximo capítulo). Tomando como referencia los resultados de las investigaciones
que el Dr. Thomas Verney presentó en su libro The Secret Life ofthe Unborn Child respecto al
asunto de recordar estados prenatales, algunos de esos positivistas están entretanto dispuestos a
admitir, que la criptomnesia puede aparecer ya antes del nacimiento. Los freudianos ortodoxos,
en cambio, adoptan el punto de vista, que todas esas historias son proyecciones de fantasías
infantiles y que se deben a conflictos emocionales con los padres, es decir, al famoso complejo de
Edipo. El mismo Freud era por cierto más abierto al respecto que sus actuales seguidores. Pero en
general, los positivistas de todas las tendencias están de acuerdo en que existen normas muy
precisas, que permiten decidir lo que es real y lo que solamente es un producto de la fantasía o de
la imaginación.
La segunda posición, que frecuentemente es representada en relación con el asunto de
existencias anteriores, deseo designarla como "posición de la memoria completa". Con eso quiero
referirme a la creencia de que todos nosotros tenemos acceso, en los sueños, en la meditación o
en la hipnosis, a un nivel universal en el que no solamente están almacenadas nuestras propias
experiencias y fantasías olvidadas. Los partidarios de esta posición aseguran que con una
preparación adecuada, cualquiera de nosotros es capaz de "indagar" el gigantesco banco colectivo
de memoria. Esa memoria universal es designada a veces como "Crónica Akasha", pero también

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como inconsciente colectivo (C. G, Jung) o simplemente como el gran espíritu. El médium Joan
Grant ha creado el término "memoria lejana", para describir la capacidad activa de intervenir en
otra existencia. Los parapsicólogos llaman reservadamente a esa aptitud, "retrocognición". El
poeta W. B. Yeats, cuya opinión es por la que más me inclino personalmente, describió una vez
cómo llegó a su punto de vista:

Ante mis ojos espirituales vi imágenes, ya sea durmiendo o despierto, que poco tiempo
después volví a encontrar en un libro que nunca antes habla leído, y después que había
consultado en vano la teoría corriente actual de los recuerdos personales olvidados,
llegué al convencimiento de que tiene que haber una memoria extensa, que se transmite
por herencia de generación en generación ".

A diferencia de la teoría de la reencarnación, expuesta inmediatamente a continuación, los


partidarios de la posición de la memoria completa pueden explicar la facultad de las personas de
percibir interiormente sucesos olvidados hace mucho tiempo, sin recurrir a la necesidad lógica de
la reencarnación. Esta posición es de hecho muy atractiva para todos aquellos que junto con
Hamlet creen que: "Hay más cosas en el cielo y en la Tierra que lo que se imagina vuestra
(positivista) sabiduría escolar". Sin embargo, la teoría no puede explicar, por qué justamente ese
individuo tiene varias veces el mismo recuerdo y no alguna otra persona y por qué esos recuerdos
les parecen tan enormemente familiares a muchos de los afectados. Los experimentos verifican
claramente que los recuerdos no aparecen en absoluto en forma casual o voluntaria. Nosotros no
podemos intervenir a voluntad en la computadora cósmica y llamar alguna vida a placer. Nos
guste o no, ciertas preexistencias nos parecen ser efectivamente personales. "Sí, ahí está", como
diría Hamlet.
La tercera posición o "posición de la reencarnación" es popular actualmente, la compartamos o
no. Hablando crudamente, los partidarios de esa teoría, junto con Wordworth y otros platónicos
occidentales, parten de la base que "nuestro nacimiento solamente es un suefío y un olvido". El
alma que con el nacimiento entra en esa vida, ya ha pasado por muchas existencias en numerosos
cuerpos y por medio de acciones cometidas anteriormente, ha adquirido ganancias cósmicas, pero
también una cuenta de deudas. De acuerdo con la ley universal vigente de la causa y efecto del
alma, llamada también karma, quien siembra egoísmo en esta vida, cosecha en otra existencia la
miseria y el sufrimiento correspondientes.
Esa creencia encuentra repetidamente en casi todas las tradiciones religiosas, una expresión
elocuente y es probablemente tan antigua como la humanidad misma. También en occidente la
idea de la reencarnación ha fascinado a un gran número de mentes ilustres, entre ellos, Goethe,
Benjamín Franklin, David Hume, Schopenhauer, Tolstoi y T. H. Huxley, sólo por nombrar
algunos.

La influencia de la teosofía
Yo mismo fluctúo una y otra vez de un lado para otro entre la segunda y la tercera posición.
Como junguiano me siento naturalmente, igual que el mismo Jung, atraído por la idea de una
memoria extensa, mientras que por otro lado, tiendo a jugarme el todo por el todo y a aceptar la
idea de la reencarnación en forma global en toda su sublime simplicidad. En lo que concierne al
punto de vista positivista, encuentro que sus exponentes tienen una opinión demasiado estrecha y
materialista de la psiquis. Esa posición la veo arrogante y no les presta atención, ni siquiera como
material fenomenológico, a los informes acerca de recuerdos, que entre tanto han llegado a ser
miles; simplemente le resta importancia a esos recuerdos, considerándolos una fantasía y se
29
refiere en forma pedante a imprecisiones históricas ocasionales, que de vez en cuando ha
descubierto en esos informes. Los positivistas me recuerdan siempre a personas que aseguran que
el mundo es un disco y que luego se niegan a acercarse a la "orilla del plato", porque tienen
miedo de caer.
Pero al mismo tiempo tengo reservas considerables frente a la teoría de la reencarnación, tal
como la presentan los escritores y pensadores occidentales la mayoría de las veces. Lo que me
parece especialmente repelente en la versión popular de la doctrina de la reencarnación, es la
circunstancia que casi ninguno de sus defensores se ha dado cuenta abiertamente hasta ahora,
hasta que punto sus ideas están influenciadas por las necedades de la teosofía, originada en el
siglo diecinueve. Esa enormemente influyente pseudoreligión, como llamó a ese movimiento
Rene Guénon, el gran historiador francés de las tradiciones religiosas, es esencialmente una
creación sintética de Madame H. P. Blavatsky (1831-1891), una rusa que fue notable como
médium y escritora. La "filosofía" teosófíca, que apareció como una tardía reacción contra el
materialismo científico, como también contra el espiritualmente moribundo cristianismo, parecía
darles la anhelada alimentación espiritual a las personas de la generación de ese tiempo, que
tenían ansias de "enseñanza de sabiduría" y de experiencias místicas. Lo que recibieron, sin
embargo, fue la mezcolanza sensacionalista pero finalmente insatisfactoria de Madame
Blavatsky, de doctrinas auténticas y clichés ocultistas. Volviendo a Guénon:

La teosofía es, dicho brevemente, nada más que una mezcla confusa de neoplatonismo,
gnosticismo, cabala judía, hermetismo y ocultismo, combinados alrededor de dos o tres
ideas que, le guste a uno o no, tienen un origen completamente moderno y occidental.
Originalmente, ese desacertado sistema fue presentado como "budismo esotérico",
aunque sencillamente es demasiado obvio que solamente presenta conexiones
extremadamente vagas con el budismo original.

En el caso de las modernas ideas occidentales a las que se refiere Guénon, se trata naturalmente
de las dos ideas preferidas del siglo diecinueve, es decir, la evolución y el progreso. Esos dos
conceptos tienen todavía actualmente un significado casi místico en la sociedad occidental. Y así
también dice Guénon por conclusión:

La teosofía le atribuye a la idea de la "evolución " una gran importancia, es decir, una
categoría muy occidental y muy moderna. Y tal como la mayoría de las tendencias del
espiritismo, con las cuales está estrechamente ligada a través de su origen, la teosofía
fusiona esa idea con la doctrina de la reencarnación. Ese apego a la reencarnación
parece haber surgido primero en el círculo de ciertos visionarios socialistas (franceses)
de la primera mitad del siglo diecinueve.

El extraordinario efecto de esa ideología teosófíca se puede distinguir hasta hoy, en que ciertos
apologistas de la reencarnación siguen dibujando un cuadro más bien sentimental del alma que
asciende escalón por escalón, cuyo progreso "espiritual" depende naturalmente de la instrucción
de una pandilla de "maestros iluminados". Tales representaciones van acompañadas
inevitablemente por parte de los "creyentes", de cierta megalomanía espiritual o de una "inflación
del Yo", como Jung ha llamado a ese estado. Como los propagandistas de aquella metafísica
popular, en la mayoría de los casos no tienen idea de psicología espiritual, como por ejemplo,
yoga o meditación budista, en general tampoco diferencian entre la personalidad-ego y el Yo más
grande, llamado también alma, y contribuyen así a que actualmente se encuentre más
frecuentemente gente que en fiestas de cóctel hablen tonterías como: "Yo sé que después de esta
vida no regreso más". Considerado estrictamente, lo que se reencarna no es en absoluto nuestra

30
personalidad-Yo, sino solamente el alma, y aparte de eso no está de ninguna manera claro, hasta
donde se trata de un avance histórico lineal.
Mis propias convicciones, que a continuación naturalmente tienen repercusiones una y otra vez,
se derivan de los maestros de la tradición psícoanalítica, especialmente de Freud, Jung y Reich;
pero éstas también están con toda seguridad caracterizadas por mi intensiva ocupación con una
tradición religiosa auténtica, que es el budismo Theravada, y con mis experiencias con la
meditación Vipassana. A lo que más me siento conectado intelectual y espiritualmente, es a una
corriente que actualmente se designa como psicología transpersonal, que es un movimiento que
se esfuerza por unir las perspectivas psicológicas y espirituales.
Desde mi punto de vista, la personalidad-Yo representa solamente un fragmento transitorio del
gran Yo, al cual le debe amor y obediencia y cuyas leyes de disolución y reformación siguen
siendo un mysterium tremendum etfascinans, es decir, un misterio tremendo y fascinante. La idea
de Blavatsky de un desarrollo lineal del alma o los mundos espirituales y astrales de Rudolf
Steiner, no me convencen. Yo prefiero quedarme callado ante la inconcebible y formidable
encarnación y desencarnación del alma y de los interminables altos y bajos de la psiquis
buscadora de autoconocimiento. En Fausto, Goethe ha expresado esas ideas en forma
esencialmente concisa y poética:

Formación, transformación,
eterna entretención del espíritu eterno.

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3. Terra incógnita:
La investigación de zonas psíquicas
desconocidas

( . . . ) Yo sé que sus tendencias interiores lo impulsan al estudio de lo oculto y no


dudo que volverá a su país enriquecido (...) Pero no se quede allá en las colonias
tropicales, hay que gobernar en casa...
S. Freud, carta a C. G. Jung, 1911

El estigma de lo oculto
Como C. G. Jung informa en sus memorias acerca de los comienzos del psicoanálisis, Freud le
hizo en ese entonces hacer la promesa solemne de no apartarse jamás de la teoría de la sexualidad
de la primera infancia. "Eso es lo más esencial de todo. Vea usted, nosotros tenemos que hacer un
dogma de eso, un baluarte inquebrantable". En caso de que la palabra "dogma" no hubiera sido
suficiente para despertar el escepticismo de Jung; él ya se había distanciado de todos modos de
las estériles letanías teológicas de su padre, un pastor de la Iglesia Reformada Suiza; entonces a
mas tardar lo puso desconfiado la metáfora del asedio. "Un baluarte", replicó Jung, "¿contra
qué?
"Contra el negro aluvión de barro del ocultismo", contestó el fundador del psicoanálisis.
Ese incidente representa un punto de inflexión en la relación de ambos hombres, ya que Jung
finalmente rompería con Freud y con el dogma de la teoría sexual y fundaría su propia escuela.
Naturalmente Jung no tenía la intención de hacer propios los confusos conceptos del ocultismo,
pero él percibió que el cerrado racionalismo de Freud convertía en tabú no sólo lo oculto, sino
todas las áreas inexploradas de la filosofía, de la religión y de la parapsicología, a las cuales Jung
justamente quería darles una mirada abierta. El mismo Jung había tenido muchas experiencias
"paranormales", como se podría decir, de las cuales él sabía que no se podían explicar
simplemente con una evasiva. Él se consideraba, por lo demás, muchísimo más instruido que
Freud, en asuntos religiosos y espirituales. Al final de su vida, él se sentía incluso capaz de
escribir comentarios eruditos, aunque muy reservados, de textos religiosos considerados todavía
en aquel entonces como bastante oscuros, como por ejemplo, el / Ging o el Libro Tibetano de la
Muerte. Además, él conservaba siempre cierto interés por los llamados fenómenos paranormales.
Las diferencias de opinión que existían entre Freud y Jung con respecto a la evaluación de lo
oculto, no se referían solamente a los estudios psicológicos; tampoco eran causadas
principalmente por diferencia de temperamento. La controversia entre los dos hombres simboliza
mas bien aquel conflicto entre ciencia y religión, ortodoxia y herejía, racionalismo y superstición,
que desde tiempos eternos divide en grupos a la cultura occidental. Algunos historiadores son de
la opinión de que ese conflicto se remonta a la aparición del racionalismo en la antigua Grecia y a
ía posterior caída de los dioses y de su cultura. Otros explican esa división primeramente con la
contienda entre la religión pagana y el cristianismo, en cuyo transcurso el cristianismo se pudo
establecer incluso como religión estatal, bajo el gobierno del emperador Constantino. El
psicólogo James Hulmán ve incluso entre monoteísmo y politeísmo, un contraste arquetípico
fundamental, que le ha impreso su sello a toda nuestra cultura, hasta en las actuales diferencias de
opinión de las diversas escuelas psicológicas. Ya que hasta ahora una serie de escuelas ortodoxas,

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como la psicología freudiana del Yo, el behaviorismo y la psiquiatría clásica, las corrientes
alternativas de la psicología, como la escuela de Reich, la terapia de Gestalt, la parapsicología y
la psicología feminista, es decir, toda la variedad politeísta de la psicología, intenta obtener una
especie de control monoteísta. A esas nuevas herejías se les pone toda clase de dificultades, y
justamente por parte de los legisladores y de los seguros, como también por medio de empresas
doctrinarias de investigación. De vez en cuando la American Psychological Society se preocupa
incluso de proscribir toda un área de investigación, como se demostró hace algunos años, por
ejemplo, con la parapsicología.
Aunque nos gusta recalcar una y otra vez nuestra tolerancia frente a puntos de vista
discrepantes, siempre corremos el riesgo de exigir en forma engreída, la verdad o el verdadero
significado de ese o de aquel fenómeno, como si hubiera un punto arquimédico desde el cual se
pudiera comprender completamente la psiquis humana. La creencia de que nuestra racionalidad
y los métodos científicos correspondientes tienen preparadas explicaciones exhaustivas para
todos los fenómenos, puede fácilmente provocar con su monoteísmo obsesivo, reacciones
totalmente irracionales, inexplicables e incluso ocultas del reprimido inconsciente politeísta. Con
toda seguridad no es casualidad, que durante el auge de la Ilustración en el siglo dieciocho, el
mesmerismo haya puesto la semilla para la revaloración de los fenómenos paranormales y para la
psicología del inconsciente. De ahí surgieron entonces, el espiritismo, la teosofía, y en la
culminación del materialismo científico y del positivismo en el siglo diecinueve; especialmente
en los países anglosajones; también el género literario de las historias de fantasmas. Jung
comentó esa antítesis así:

El racionalismo y la superstición se comportan en forma complementaria. Hay una ley


psicológica que dice que mientras más clara es la luz, más oscura es la sombra. Con
otras palabras: Mientras más racionalistas nos comportemos, más vivido se hace también
el mundo espiritual del inconsciente.

Lo que Freud denominaba "el negro aluvión del ocultismo", se podría absolutamente designar
en su propio lenguaje, como el retorno del lado reprimido de la espiritualidad occidental: de las
asociaciones secretas griegas, de los gnósticos cristianos, de los herejes y brujas medioevales
(que en realidad eran sanadoras y chamanes), de los alquimistas, de los místicos y de los que
tenían aptitudes paranormales de todas las tendencias, cuyos puntos de vista no coincidían con las
ortodoxias predominantes del catolicismo y protestantismo.
Después de la cantidad de organizaciones y uniones junguianas que me suprimieron de sus
programas de conferencias y de estudios cuando se divulgaron mis intereses en experiencias
preexistenciales, muchos de los junguianos actuales también temieron al "negro aluvión del
ocultismo", tanto como lo hizo Freud. Porque la investigación de existencias anteriores y de
apariciones paranormales en general, tienen un cierto estigma. La mayoría de las personas;
incluso personalidades con una educación superior; no quieren tener nada que ver con esas cosas
y en el mejor de los casos se mezclan en forma un poco desdeñosa en una discusión al respecto.
Muchos de mis colegas creen evidentemente que yo me he ofrecido a los quirománticos y que me
he aliado con algunos locos ocultistas, y que tan sólo una aclaración de mi parte puede substraer
esa impresión. Pero incluso a riesgo de que este libro confirme tal vez las peores sospechas de
esos colegas, seguiré manteniendo mi espíritu abierto y me confrontaré con aquellos fenómenos
extraordinariamente importantes, que hasta ahora han sido relegados al fondo del universo
psíquico conocido por nosotros.
Las experiencias preexistenciales, los estados de obsesión, las experiencias de cercanía a la
muerte, los estados de médium, etc., son componentes de una térra incógnita psíquica
insondable. Por eso se la podría comparar tal vez con los olvidados templos de las culturas

33
indígenas sudamericanas, que desde hace siglos han sido cubiertos completamente por la jungla.
En la medida en que por medio de procedimientos psicoterapéuticos innovadores se logren
allanar los primeros caminos en el gigantesco continente psíquico que llamamos inconsciente,
aflorarán también en forma cada vez más evidente, las estructuras exóticas correspondientes. Tal
como muchos otros investigadores solitarios, también he tenido que acostumbrarme a que con
mis informes acerca de descubrimientos realmente extraordinarios, reiteradamente me tope con
burlas moderadas. Para hacerles justicia a mis colegas más bien escépticos, quiero, no obstante,
admitir, que en el sentido de la metáfora precedente, puede suceder fácilmente que se pierde la
orientación en la jungla del ocultismo y se comienza a imaginar todas las cosas posibles. Por eso,
en este capítulo quiero de antemano hacer algunas diferenciaciones, que tanto al investigador
como al lector le faciliten la orientación en esta inmensa y sinuosa zona de la psiquis.
Dentro de los marcos de mi inagotable confrontación con el tema de este libro, me he topado
una y otra vez con cuatro puntos de vista desde los cuales se puede considerar el asunto de las
experiencias preexistenciales. Esos puntos de vista son:

1. La posición directamente psíquica de médium, por ejemplo, a través de regresiones


preexistenciales y estados de trance.

2. La posición parapsicología, es decir, la investigación científica de supuestas experiencias


preexistenciales.

3. La posición religiosa, en cuyo contexto la reencarnación es tratada como una máxima de fe.

4. La posición psicoterapéutica, en cuyo contexto las experiencias preexistenciales están al


servicio de un cambio por medios terapéuticos.

Aunque esos diferentes puntos de vista obviamente coinciden parcialmente en la práctica; por
ejemplo, cuando un médium se pone a disposición para un examen parapsicológico, o en el caso
de un terapeuta que cree en la reencarnación; las correspondientes categorías pueden ayudar a
evitar disputas contraproducentes acerca de la verdad, falsedad, procedimientos y propósitos.
Cuando más adelante discutamos en detalle cada uno de los mencionados puntos de vista, se verá
que cada uno de esos métodos requiere determinadas hipótesis filosóficas y objetivos prácticos
muy específicos.
Así por ejemplo, la persona que tiene condiciones de médium, trata de obtener "informaciones"
sobre existencias anteriores, desde una fuente paranormal. En tomo a eso, para los parapsicólogos
consiste en probar o en refutar la "verdad" de supuestas experiencias preexistenciales. Por otro
lado, a los que creen en la reencarnación se les expondrá en primer lugar la "doctrina" de la
resurrección, tal como la sostiene una determinada tradición religiosa. Para el psicoterapeuta
finalmente, la regresión preexistencia! es una técnica que él aplica con el propósito de una
"curación mental". Después que hemos diferenciado en esa forma los diferentes procedimientos,
trataremos ahora un poco más de cerca los tres primeros mencionados. Del cuarto, es decir, del
objetivo terapéutico, hablaremos detalladamente en los próximos capítulos, ya que por fin, la
demanda terapéutica es el tema principal de este libro.

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La posición psíquica de médium

En el transcurso de m í trabajo m e he encontrado naturalm ente con m uchos que creen ten
facultades de médium. Frecuentem ente me visitan pacientes que ya han tenido experienci
paranorm ales y me piden trabajar con ellos en el plano preexistencial. Yo trabajé durante afl
con una m ujer que disponía de fuerzas espirituales curativas y que podía percibir existenci
pasadas, com o igualm ente pequeños disturbios del equilibrio de energías, pero tam bi
"esencias", com o ella las llam aba. M i tarea consistía en ayudarla a com pletar escenari
preexistenciales incom pletos que ella había visto ante sus ojos interiores. Para eso yo emplea
m is capacidades psicodramáticas para com pletar esas "historias" y entregar una solución. Y e
m e ayudaba por m edio de sus sutiles percepciones e intuiciones, cuando yo no avanzaba. E
cooperación m e produjo un gran respeto por su capacidad de percepción en un nivel etéreo. S
importar si ella "veía" los sueños, los problemas orgánicos o los traumas preexistenciales de otr
personas, las inform aciones que daba acerca de las dificultades del cliente respectivo, er
siempre precisas y útiles. Expresado en el lenguaje psicológico, yo diría que ella tenía un acce
directo al inconsciente de otras personas. L o que para m í era solam ente un subterrán
débilmente iluminado, con siluetas borrosas entre las cuales yo andaba a tientas de un lado pa
otro, para ella era un cuarto claram ente ilum inado y lleno de objetos físicos plásticam en
formados.
Y o no pretendo ni por un segundo tener facultades extrasensoriales. Com o he trabajado co
sueños durante años com o terapeuta y he aprendido con eso a escuchar "con el oído interior
como el freudiano Theodor Reik denominó una vez ese arte, tengo por cierto un sentido intuitiv
muy bien desarrollado, pero naturalm ente ninguna facultad telepática o clarividente. Una person
"sensitiva", com o la dam a antes mencionada, dispone de una capacidad a la que yo no pued
aspirar, es decir, lo que antes se llam aba "segunda cara", pero que hoy se designa com
percepción extrasensorial. Se prefiere esa denom inación, porque las personas con aptitud
paranorm ales no sólo 'V en" en form a extrasensorial, sino también "oyen" voces y m ensajes
"perciben" sucesos físicos que tienen lugar fuera del alcance de sus sentidos corporales.
Cuando un sensitivo es capaz de dar información acerca de acontecimientos y hechos que está
fuera de la percepción habitual, yo siento eso com o un valioso complem ento de m i traba
terapéutico. Tam bién confirm a las inform aciones de los dotados de clarividencia, lo que ha
dicho Jung y otros acerca del inconsciente colectivo, cuyas numerosas capas contendrían huell
de existencias pasadas, de acuerdo a la inform ación unánim e de tales personas. Pero m uch
sensitivos van aún m ás lejos y le dan una interpretación "m etafísica" a sus percepciones. Y co
eso estaríam os frente a los actualm ente llam ados "m ensajes canalizados", en los que se hab
principalm ente de planos espirituales superiores, de guías espirituales, de m aestros elevados
esferas superiores, de reencarnación y karm a.
Tengo que reconocer que en ese punto, el m étodo a través de un m édium me m olesta, ya qu
aquí me veo forzado a aceptar, junto a las inform aciones acerca de existencias pasadas, al mism
tiem po tam bién, todo un sistema de doctrinas elaboradas hasta en el más m ínimo detalle. De v
en cuando a uno lo agobia la im presión, de que los que tienen aptitudes paranorm ales y d
m édium , por despecho a su exclusión de las com entes principales de la religión oficial, ha
desarrollado una teología propia, incluyendo una ética alternativa, una cosm ología y un
metafísica, e incluso una jerarquía independiente de instructores y maestros.
M is objeciones principales contra m uchos de esos "mensajes canalizados" son: 1°) A m enud
se encuentran en contradicción con otras revelaciones de m édium . 2°) No pocas veces so
igualm ente dogm áticos que cualquier otra teología y tienen que ser aceptados sin ninguna

35
discusión crítica, y 3°) son solamente nuevas versiones ligeramente modificadas de doctrinas ya
existentes "reveladas por médium".
Pero a pesar de esos comentarios críticos, se encuentran ideas completamente valiosas en los
escritos de Rudolf Steiner, Alice Bailey, Edgar Cayce y Jane Roberts, sólo por nombrar algunos
de los autores más influyentes del siglo veinte. Así por ejemplo, al leer los libros de Jane Roberts,
tenía siempre la impresión de que su guía espiritual Seth era excepcional en varios aspectos: Sus
explicaciones son claras, exactas en sí y libres de desgastadas trivialidades teosófícas y sobre
todo se caracterizan por un nivel psicológico extraordinariamente alto.
Después de haber leído varias obras de los autores antes mencionados, se me ha formado la
opinión de que las conclusiones metafísicas a las que ha llegado cada autor, son altamente
diferentes. Cada uno de esos autores; Steiner, Cayce, Bailey, Roberts; tienen percepciones muy
personales acerca de planos superiores, de maestros, de la evolución del alma, etc. El carácter
fundamental cristiano, típico de Steiner, Cayce y Bailey, falta completamente en Roberts/Seth.
Además, Seth parece rechazar la idea de un progresivo desarrollo y desenvolvimiento de alma,
con lo que está en un claro contraste con las otras corrientes orientadas fuertemente en sentido
teosófico.
Por cierto esos autores muestran de todas formas ciertas concordancias con respecto a algunos
aspectos de la reencarnación, pero a esas coincidencias les falta mucho para ser tan marcadas
como ellos mismos aseguran. Esa es, en todo caso, la impresión que yo me formé al estudiar los
textos respectivos. Al contrario de la impresión que proporcionan los libros como Esoteric
Christianity de Annie Besant y por otra parte el valioso compendio Reencarnación de Head y
Cranston: The Phoenix Fire Mystery produce la sensación de que en occidente no hay ninguna
tradición esotérica o secreta, que hubiera mantenido permanentemente viva la creencia en la
reencarnación. Lo único que se puede comprobar es una rehabilitación ocasional de los puntos de
vista correspondientes, que, sin embargo, la mayoría de las veces han sido reprimidos
violentamente. Ciertamente los cataros importaron del cercano oriente la creencia en la
reencarnación, pero después que ellos fueron víctimas del exterminio, la ortodoxia cristiana
recuperó el predominio absoluto, con lo que desaparecieron completamente todos los conceptos
de reencarnación. Referente a los caballeros de la Orden del Templo, no se sabe nada exacto
acerca de su opinión religiosa fundamental. Junto con la rehabilitación del neoplatonismo durante
el Renacimiento italiano, reaparecen también por poco tiempo y en forma encubierta, ideas
acerca de la reencarnación, que más tarde fueron adoptadas por los rosacruces, en el movimiento
masónico del siglo dieciocho, pero el concepto perdió nuevamente popularidad. La propagación
de la doctrina de los seres sobrenaturales; que tiene poco en común con el concepto de
reencarnación difundido en oriente; está en estrecha relación con la formación de diversas
escuelas espiritistas, de la teosofía y del ocultismo francés de mediados del siglo diecinueve. A
continuación quiero aclarar un poco ese enigma.

Espiritismo, ocultismo y teosofía


En la literatura, el comienzo del movimiento espiritista se ubica por lo general en el año 1847,
porque en ese año, la familia Fox, que se había establecido en Hydesville, una pequeña ciudad
cerca de Rochester en Nueva York, se instaló en una casa, en la que anteriormente se habían
percibido misteriosos ruidos estrepitosos. Las dos hijas y la madre pronto se percataron que era
posible tomar contacto con el supuesto fantasma, por medio de señales con golpes. Ellas
desarrollaron incluso un código que les permitía hablar con el espíritu, y entonces éste les hizo
saber, que en la casa había sido asesinado un hombre. Muy pronto se divulgaron los extraños
acontecimientos y cada vez más curiosos visitaron la casa. La señora Fox y sus hijas constataron
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entonces, que también podían tomar contacto en otras casas con espíritus de personas fallecidas.
Así se originó la moderna sesión espiritista. Efectuar sesiones espiritistas se hizo popular de un
día para otro y muy pronto hubo numerosos imitadores. En poco tiempo comenzaron mesas a
cambiar de sitio, objetos a volar por el aire y surgieron escrituras en las que seres espirituales
invisibles le guiaban la pluma al médium que estaba en trance. Ya en 1853 la moda de los
fantasmas había llegado a Inglaterra, Alemania y Francia. La segunda mitad de ese siglo fue
entonces la era de los grandes médium, Florence Cook, Stainton Moses y Daniel Dunglas Home,
los cuales realizaron todas las proezas paranormales posibles. También los seguidores de F. A.
Mesmer, que ya habían reunido detalladas experiencias con estados de trance, apoyaron el nuevo
movimiento.
El nuevo movimiento, que en los países anglosajones se designó como espiritualismo, recibió
en Francia el nombre de "espiritismo". El espiritista francés más renombrado era el ex profesor
Hippolyte Rivail, que bajo el nombre de Alian Kardec publicó en 1857 el famoso Libro de los
espíritus. En el libro estaba publicada una colección de mensajes obtenidos en trance, que Kardec
había apuntado en trabajo conjunto con dos médium femeninas en París. Esa obra llegó a ser el
prototipo de todas las posteriores colecciones de mensajes "canalizados". Después el espiritismo
se consolidó especialmente en Brasil, donde se mantiene con vida hasta ahora.
En el transcurso de mi dedicación a ese movimiento, me llamó especialmente la atención que la
doctrina de la reencarnación primero tuvo importancia solamente en el círculo de espiritistas
franceses, mientras que al principio todavía no se trataba el tema entre los espiritistas de habla
inglesa. Los espiritistas anglosajones estaban interesados solamente en la supervivencia de los
espíritus de los difuntos, pero no en su posible retorno a la Tierra. Para los espiritistas ingleses y
estadounidenses, el asunto consistía evidentemente en primer lugar, en encontrar aquellas
"pruebas" paranormales de una vida después de la muerte, que confirmaran sus ideas
acentuadamente conservadoras ya existentes acerca de la continuación de la vida del alma. Así
por ejemplo, el médium inglés D. D. Home atacó vehementemente la doctrina de la
reencarnación difundida por los espiritistas franceses, y hasta el día de hoy muchos grupos
espiritistas rechazan rotundamente la reencarnación. Tal como ha señalado Rene Guénon, el
espiritismo francés se mezcló ya tempranamente con el pensamiento socialista, pero también al
mismo tiempo con el renacido ocultismo. Los médium con los que trabajaba Kardec estaban muy
posiblemente influenciados por el ocultismo, que era extraordinariamente popular en aquel
entonces, y por las ideas correspondientes acerca de la reencarnación.
El ocultismo le debe su popularidad y su influencia al ex seminarista Alphonse-Louis Constant,
que desde 1856 publicó varios libros sobre magia y "los grandes misterios", bajo el nombre de
Éliphas Lévi. Lévi había estudiado la Cabala y además, a Jakob Bdhme, Emanuel Swedenborg y
a muchos de aquellos teósofos y masones del siglo dieciocho, que se habían interesado
especialmente por los misterios "egipcios" (también La flauta mágica de Mozart está inspirada
por ese interés). En su juventud, Lévi había estado especialmente influenciado por las novelas
"espirituales" de Balzac, Louis Lambert (1832) y La búsqueda del principio absoluto (1833).
Como escribe el destacado teórico religioso Mircea Eliade, los libros de Lévi tuvieron "un éxito
que actualmente es difícil de comprender, ya que no son otra cosa que una colección incoherente
de trivialidades pretensiosas". No obstante, casi no existe un libro popular acerca de lo oculto o
sobre magia que no haya sido influenciado de alguna forma por los escritos de Lévi.
Pero a pesar de todo eso, el ocultismo popular de Lévi entró directamente en las enseñanzas
espiritistas de Kardec y por consiguiente llegó a ser a continuación, una fuente principal de todas
las ideas occidentales acerca de la reencarnación. La rápida difusión de las opiniones de Lévi en
la Francia contemporánea, es atribuible con toda seguridad a la circunstancia de que las
numerosas rebeliones socialistas a las que se ha llegado desde la Revolución, han dado vida a

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diversos movimientos socialistas y han inspirado a poetas como Víctor Hugo a escribir novelas
sociales románticas como Les Miserables (1862). El concepto de reencarnación sostenido por
Baizac, Lévi y Kardec, un alumno del gran reformador social suizo Pestalozzí; tuvo como
consecuencia un fuerte dejo socialista. La doctrina de la reencarnación les entregaba a los pobres
y a los golpeados por la vida, una aclaración por su oprimida situación y garantizaba por medio
de su revolucionario sistema de la compensación kármica, que tanto a los pobres como a los ricos
finalmente se les haría justicia.
0Pero cómo se extendió la doctrina de la reencamación desde Francia a los círculos de los
espiritistas anglosajones, que como hemos visto, eran conservadores desde el punto de vista
metafísico? Para contestar esa pregunta tenemos que ocuparnos con la siempre cambiante figura
de Madame Blavatsky, que era un médium que entraba en trance y ya desde muy temprano se
había dedicado a fondo al ocultismo francés.
Cuando Madame Blavatsky, en 1873, en Chittenden, Vermont, quería formarse una impresión
acerca de las facultades de dos conocidos médium, conoció a un tal coronel Henry Steel Olcott,
que era un apasionado seguidor del espiritismo. Dos años más tarde, ambos fundaron en Nueva
York la sociedad teosófica. En Isis Unveiled (1877), su primer gran libro, en el que se refirió
principalmente a los misterios egipcios y a la tradición hermética de occidente (es decir, a la
astrología y la alquimia), Madame Blavatsky todavía rechazaba la reencarnación. Ella sostenía la
interpretación espiritista, según la cual el alma encuentra después de la muerte, un nuevo hogar
en altas esferas espirituales. "La doctrina de la reencarnación", escribe ella, "infringe las leyes
armónicas de la naturaleza". Sin embargo, cuando publicó en 1888 su libro La doctrina secreta,
después de una permanencia de muchos años en la India, Madame Blavatsky había reparado entre
tanto su punto de vista y ahora defendía repentinamente una versión cuasi budista-hindú de la
reencarnación, que se acercaba notoriamente a la opinión de Kardec. En sus libros acerca del
espiritismo y la teosofía, identificados por una gran especialización, Rene Guénon sostiene la
opinión de que Madame Blavatsky había recibido directamente de Kardec, la enseñanza de la
reencarnación, que era popular en Francia. En vista de los numerosos plagios que se le han
podido comprobar a Madame Blavatsky, eso no sería especialmente sorprendente. Sin embargo,
el robo espiritual no es en ningún caso el único comportamiento incorrecto de que se le acusa a
Madame Blavatsky en el transcurso de su cambiante vida. Así por ejemplo, un empleado suyo
disgustado, había revelado en Bombay que las llamadas cartas-Mahatma de su empleadora,
solamente se podían "materializar" porque Madame disponía de un cofre equipado con una pared
trasera falsa. Cuando se supo eso, la sociedad teosófica fue inicialmente desacreditada
profundamente por un tiempo. Pero gracias a la personalidad extraordinariamente carismática de
Madame Blavatsky, sus escritos obtuvieron al cambio de siglo, apenas diez años después de su
muerte, la categoría de manifestaciones divinas y las doctrinas teosóficas siguieron cautivando a
millones de personas.
El sueldo progresivo de la doctrina de la reencarnación (tomada de Kardec) no era en aquel
entonces menos atractivo que en la actualidad. Ya que como ya he comentado en el capítulo
anterior, la idea de que nos desarrollamos en este planeta de una vida a la próxima hacia una
perfección cada vez mayor, muestra fuertes concordancias con el mito del progreso del siglo
diecinueve y con las habituales visiones actuales de una nueva era denominada New Age. No
obstante, esa idea no es otra cosa que un mito romántico occidental, que está lleno nada más que
de optimismo y de fe en el progreso. La doctrina de la reencarnación, difundida en el hinduismo y
budismo tradicional, es en cambio profundamente pesimista y sin puntos de vista históricos,
como mostraré al tratar la dimensión religiosa del problema.
Una nota al pie de la página, bastante irónica, referente al repentino entusiasmo de Madame
Blavatsky por la reencarnación, se puede leer en el conocido libro de C. A. Wickland Treinta
años entre los muertos. En una de las sesiones con un médium, acerca de la cual Wickland relata

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en esa obra, la persona de prueba toma contacto con el espíritu de la fallecida Madame Blavatsky.
Como él quería solucionar de una vez por todas el asunto de la reencarnación, Wickland le pide
al ilustre espíritu "del otro lado", declarar su opinión acerca de ese tema. La respuesta del espíritu
fue supuestamente:

No existe la reencarnación. Yo he tratado en repetidas ocasiones de regresar como otra


persona, pero no he podido. Nosotros no podemos reencarnarnos. Nosotros seguimos
siempre adelante, pero no regresamos.

¿No habrá reflejado tal vez el médium de Wickland; aunque quizás inconscientemente; su
negativo punto de vista referente al asunto de la reencarnación, típico de un espiritista? ¿O era
efectivamente el espíritu de Madame Blavatsky que se había atrapado en su propia trampa del
"progreso"? ¿O Madame Blavatsky sencillamente había cambiado otra vez su opinión, como
tanto le gustaba hacerlo?
Por muy contradictoria que pueda ser la teosofía de Madame Blavatsky, en todo caso casi no
hay un rincón de la metafísica "psíquica" en la que su doctrina no haya encontrado entrada. Tal
vez con excepción del libro de Seth de Jane Roberts, casi no ha habido en el último tiempo un
tratado metafísico acerca de la reencarnación, en el que no se pueda comprobar, directa o
indirectamente, la influencia de esa dama. Los mensajes en trance de Edgar Cayce acerca del
origen kármico de los sufrimientos psíquicos y físicos, ciertamente armonizan con dificultad con
su declarado fundamentalismo cristiano, pero se sabe que Cayce en su juventud, cuando todavía
trabajaba en una librería, virtualmente devoraba literatura ocultista y teosófica. Así, Cayce
también es un ejemplo de cómo la ortodoxia y la heterodoxia; o el Yo consciente y el Yo
inconsciente; pueden coexistir totalmente desligados en una misma persona.
No existe absolutamente ninguna duda de que el espiritismo, el ocultismo y la teosofía, le han
ofrecido a miles de personas con facultades metafísicas o interesadas en el asunto, tanto una base
metafísica para procesar sus experiencias, como también un ambiente social en el que tales
personas puedan sentirse bien. En los pasados años, las investigaciones de científicos de religión
y de antropólogos como Mircea Eliade, Michael Harner y Stephen Larsen, nos han hecho ver que
un "vidente"; que en trance visita otras esferas, se encuentra con seres espirituales y demoníacos
y adquiere poder de ellos; desde siempre ha sido considerado en las sociedades tradicionales,
como especialista en asuntos sobrenaturales. En el occidente cristiano en cambio, los videntes y
los curadores han sido atropellados violentamente desde el principio, cada vez por nuevas olas de
intolerancia y por una cruel persecución. Desde la represión de los gnósticos durante el primer
siglo cristiano hasta la persecución de los herejes y la manía de la existencia de brujas de fines de
la Edad Media y de comienzos de los Tiempos Modernos, se ha demostrado una y otra vez, que
las diferentes corrientes cristianas buscan impedir por todos los medios, una independiente
búsqueda espiritual de la verdad. Incluso un místico tan importante como Meister Eckart fue
excomulgado y al santo Juan de la Cruz le costó mucho escapar de la ejecución por parte de la
Inquisición. De todas las grandes religiones, sólo las iglesias cristianas han rechazado siempre
autorizar la formación de una tradición esotérica en sus filas. Por el contrario, el judaismo ha
mantenido siempre una dimensión esotérica en forma de Cabala y no ha perdido nunca
totalmente de vista la doctrina de la reencarnación.
A pesar de las reservas que tengo contra algunas corrientes paranormales, a causa de las
imprecisiones y de la poca originalidad de sus doctrinas, no deseo de ninguna manera, poner en
duda los extraordinarios logros de numerosos individuos dotados de facultades paranormales y la
importancia de sus capacidades chamanísticas para una amplia comprensión de la psiquis
humana. En su libro Lo oculto, Colín Wilson ha agrupado esas capacidades paranormales bajo el
término de "Capacidad X"; con esa designación se ha querido referir a la capacidad psíquica

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desconocida, de la que probablemente cada uno de nosotros dispone hasta cierto punto.
Exactamente como podemos aumentar considerablemente nuestra capacidad visual y auditiva y
nuestra sensibilidad táctil, así podemos también perfeccionar cada vez más la Capacidad X, según
la opinión de Wilson y de dotados de aptitudes paranormales como Joan Grant.
De ahí que tal vez sea útil si nos imaginamos el alcance de la consciencía más o menos de la
siguiente manera: Nuestra propia consciencia de sí mismo se extiende desde las percepciones
sensoriales exteriores, pasando por las observaciones interiores de pensamientos, sentimientos e
imágenes, que aparecen a voluntad o en forma espontánea, acerca de experiencias de
comprensión intuitiva, hasta percepciones paranormales al otro extremo. Las personas que en
nuestros laboratorios realizan ejercicios para el desarrollo de su intuición, con frecuencia
constatan que en reiteradas ocasiones entran en contacto telepático con su pareja actual o con
otros miembros de su grupo. De igual forma, terapeutas que trabajan con técnicas de
imaginación, simbolismo corporal, sueños o energías etéreas, tienen a menudo visiones intuitivas,
cuyo origen solamente se puede designar como paranormal.
Si hay algo en lo que los sensitivos tienen que ser considerados como expertos naturales, eso es
el estado de trance. Tanto en la meditación como también en la hipnosis, hacemos uso del estado
de trance para llegar, dentro del alcance, desde afuera hacia dentro. Pero las prácticas
correspondientes también contribuyen al desarrollo de la Capacidad X, cuando se practican
regularmente. El acceso de comunicación psíquica no está, por tanto, reservado solamente para
los sensitivos, sino que todos nosotros estamos dotados con las capacidades correspondientes y
podemos desarrollar nuestra sensibilidad relacionada con éste. Mientras más personas se liberen
de los prejuicios incrustados, que desde hace siglos se les han hecho sentir a todo lo oculto, a los
poderes mágicos y a los médium, más personas utilizarán y desarrollarán las respectivas
capacidades. A muchas personas les resulta relativamente fácil volver a recordar existencias
anteriores. Cuando mi esposa y yo, hacemos familiriarizarse a los participantes en nuestros
talleres con nuestro método, obtenemos una cuota de éxito de 90 a 95 por ciento.
Pero también otros métodos, como por ejemplo, el "Silva Mind Control" y el DMA o las
técnicas de hipnotismo respectivas, les enseñan a los pacientes más o menos directamente, que en
cierto modo tienen que experimentar con sus facultades paranormales e intuitivas. Tales
experimentos son por supuesto de naturaleza subjetiva, y ese es justamente el punto en el que el
acceso de comunicación psíquica a vidas anteriores y a otras realidades, se diferencia del tipo de
observación que trataremos a continuación, que es la parapsicología.

La posición parapsicológica
Cuando en el siglo diecinueve surgieron cada vez más médium que relataban acerca de
materializaciones semimílagrosas o de levitaciones y hacían predicciones clarividentes de futuros
sucesos, era en cierto modo inevitable que produjera una reacción de escepticismo en los círculos
de los racionalistas y científicos. Renombrados eruditos, como Frederick W. H. Myers y el
filósofo William James, admitieron que naturalmente hay fenómenos extraños, pero manifestaron
que otra cosa era, cómo había que interpretar esas apariciones.
A fines del siglo diecinueve, cada vez más investigadores del área de la "psicología", como se
diría actualmente, se dedicaron a los fenómenos paranormales; ellos intentaron atribuirlos a la
hipnosis o a la sugestión, o interpretaban los respectivos acontecimientos con ayuda del recién
introducido concepto del "inconsciente". Ya en 1854, el investigador francés Michel-Eugéne
Chevreul pudo demostrar que los movimientos observados en varillas de zahori, en péndulos e
incluso en mesas, eran causados por contracciones musculares inconscientes del experto

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respectivo. De ahí sacó la conclusión de que los supuestos anuncios de los "espíritus" eran
solamente una expresión de las energías inconscientes del médium correspondiente.
En forma parecida, pero con un rechazo aún mayor, Rene Guénon aseguraba en su libro
radicalmente crítico, The Spiritist Error (1926), que los médium que hablaban en el libro de
Alian Kardec, Libro de los espíritus, solamente habían sido "espejos psíquicos", que únicamente
habían reproducido las convicciones fundamentales recopiladas por Kardec en su juventud, de
libros sobre de ocultismo y reencamación y almacenadas en su subconsciente.
El ya mencionado F, W. H. Myers pertenecía, en el Cambridge ingles, a un grupo de escépticos
interesados, que en los años setenta del siglo diecinueve comenzaron primero en forma privada, a
investigar fenómenos como clarividencia, precognición, y comunicación con fallecidos. En
1882, el físico William Barret, el reverendo clérigo Stainton Moses, el filósofo Henry Sidgwick
y el entonces todavía joven científico de lenguas antiguas Myers, fundaron finalmente la Society
for Psychical Research. A esa agrupación, designada en forma abreviada como SPR, ingresaron
más adelante numerosos psicólogos, eruditos y científicos, como por ejemplo, los dos psicólogos
William James y Gardner Murphy, el biólogo Sir Alistair Hardy, el investigador de la antigüedad
Gilbert Murray y el escritor Arthur Koestler, sólo por nombrar algunos de los más conocidos.
Junto con su equivalente norteamericana la American Society for Psychical Research, la SPR
tiene hasta ahora una actitud científica abierta y no doctrinaria frente a los fenómenos
paranormales. Pero ni la SPR ni la ASPR se han dedicado mucho alguna vez al asunto de la
reencarnación, porque como ya se mencionó, la creencia en la reencarnación estaba sólo
débilmente marcada en el mundo anglosajón, en comparación con Europa continental. Los
antiguos investigadores de la SPR en Inglaterra, se interesaban mucho más por el asunto de una
supervivencia personal del alma después de la muerte y se dedicaron completamente a lograr
ponerse en contacto con seres espirituales, de los que esperaban obtener datos verificados acerca
de la vida terrestre anterior de tal o cual espíritu.
Cierto investigador suizo, el médico, filosofo y psicólogo Theodore Flournoy (1854-1920), no
debe quedar sin mencionar en esta parte, ya que él creó el concepto de la criptomnesia y forjó con
eso, una de las armas más efectivas hasta ahora de los positivistas, que aseguran que es imposible
que el recuerdo de existencias anteriores pueda referirse a acontecimientos históricos que son
totalmente desconocidos para la respectiva persona de prueba. La teoría de la criptomnesia dice;
expresado en forma sencilla; que en nuestro subconsciente está almacenado todo tipo de
conversaciones, imágenes, historias leídas anteriormente, y en la actualidad también películas y
programas de televisión, que entre tanto hemos olvidado. Un poco más adelante se dice que esas
historias e imágenes forman la base de novelas históricas que maduran en nuestro subconsciente
y que más tarde emergen en nuestra consciencia como "recuerdos" preexistenciales
completamente adornados.
En su libro From India to the Planet Mars (1900), Flournoy trataba de demostrar que su
médium de trance, denominada por él Héléne Smith, durante sus "reversiones" (hoy se diría
retornos o regresiones) a la época de María Antonieta o durante el recuerdo de la existencia de
una princesa hindú, sólo reproducía historias que había leído o escuchado cuando era niña. Ella
también aseguraba que había vivido una vez en Marte, lo que trataba de probar por medio de un
supuesto manuscrito escrito en el idioma de la gente de Marte. Cuando se examinó más
detalladamente el manuscrito, se estableció, sin embargo, que el idioma de Marte presentaba
concordancias evidentes con el francés, con respecto a la sintaxis. Referente al espíritu-control
llamado Leopold, al que Héléne presumiblemente le debía sus informaciones acerca de aquellas
"otras existencias", no era otra cosa, según la opinión de Flournoy, que una subpersonalidad
inconsciente de la misma Héléne.
También en mi propia actividad profesional pienso naturalmente de inmediato en la posibilidad
de una criptomnesia, en cuanto un cliente vuelve a recordar la vida de una conocida personalidad

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histórica; lo cual, sin embargo, ocurre muy rara vez. De vez en cuando sucede incluso que varios
clientes vuelven a recordar una misma personalidad histórica. Así por ejemplo, dos mujeres con
las que yo trabajaba por separado, estaban convencidas que eran Ana Bolena, la sufrida esposa de
Enrique VIII, mientras que otras dos mujeres recordaban la vida de Juana de Arco. Otras dos
mujeres más, se vieron, independiente una de la otra, como la Condesa de la Motte Valois, es
decir, como aquella aventurera francesa que se indicó como responsable por el famoso asunto del
collar de diamantes en la corte de la reina María Antonieta.
En todos los seis casos mencionados, la calidad y la aproximación a la realidad de la
experiencia interior, apenas se diferenciaban de las imágenes que aparecen en los recuerdos
habituales de la vida de personas completamente anónimas. Cuando comparamos las
descripciones de las dos Juanas y de las dos Anas Bolena, se vio que cada una de las clientes
recalcó, en completa concordancia con su carácter actual, aspectos totalmente diferentes de la
vida recordada de las famosas mujeres, tal como dos actrices de teatro que representan el mismo
papel. Una de las dos Anas Bolena sacó a la luz detalles históricos especificados a tal extremo,
que tuve la tentación de consultar rápidamente uno de mis libros de historia. Pero como el asunto
me concernía solamente desde el punto de vista terapéutico y no científico, me eran por fin
completamente indiferentes los porcentajes de verdad histórica de aquellos psicodramas y las
pasiones que ahí se presentaban.
Cuando reflexioné acerca del material de aquellas clientes, tuve la impresión de que en todos
los casos se había tratado de criptomnesia y que las pacientes evidentemente se habían
identificado profundamente con determinados aspectos dramáticos de la vida de esas famosas
mujeres. Porque todas esas mujeres históricas habían llevado una vida trágica, heroica o
aventurera. Y aun si mis clientes no hubieran sido esas celebridades en sus vidas anteriores
cuando se acordaron, de todos modos se presenta la pregunta, si sus historias de vida no han sido
quizá parecidas, aunque menos conocidas y si las circunstancias de las vidas de aquellas famosas
mujeres no fueron en cierto modo injertadas en "sus" historias. ¿Por qué no podría, por ejemplo,
la ocupación con el duro destino de Juana de Arco haber reactivado en una de esas mujeres, ya de
niña, un oscuro recuerdo de una incineración de brujas, que hasta ahí se había adormecido en el
inconsciente de la pequeña muchacha? De esa manera, las biografías casi arquetípicas de grandes
celebridades, sirven para la reactivación, aclaración y toma de consciencia de conflictos que están
adormecidos en el inconsciente de esas personas, que se sienten fuertemente atraídas por el
desarrollo de vida de sus famosos "predecesores".
También se hablaba de criptomnesia en los años cincuenta del siglo veinte, en el famoso caso
de Bridey Murphey, la personalidad preexistencial, oriunda de Irlanda, de la ama de casa Virginia
Tighe. La señora Tighe fue regresada en ese tiempo a un estado preexistencial, por el comerciante
e hipnotizador aficionado Morey Bernstein. Aunque en el transcurso de un minucioso examen se
pudo confirmar la autenticidad de numerosas declaraciones que había hecho la señora Tighe en la
regresión hipnótica, el triunfo de los escépticos parecía completo, cuando se comprobó que la
persona de prueba había pasado su infancia con una tía de ascendencia escocesa-irlandesa, que le
había relatado frecuentemente a su sobrina acerca del antiguo país. Aunque la tía, con respecto a
su conocimiento de la historia irlandesa, estaba muy lejos de poder compararse con "Bridey
Murphey", el hecho anteriormente mencionado les bastó a los escépticos para rechazar
rotundamente todas las afirmaciones "preexistenciales" de la persona de prueba. La descripción
posiblemente más correcta de ese fascinante caso, se encuentra en The Search for Yesterday, la
excelente investigación de D. Scott Rogos de la historia de Bridey Murphy. Ahí dice:
"Probablemente ninguno de los adversarios esté dispuesto a reconocer de buena gana, que en este
caso tal vez se pueda partir de la base de una mezcla de dos elementos, es decir, de una
estrechamente ligada fantasía, basada en la criptomnesia, junto con la representación de un papel
y elementos de un conocimiento adquirido en forma paranormal".

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También C. G. Jung se dedicó a la investigación de facultades de médium. Ya en el título de su
disertación médica "La psicología y patología de los llamados fenómenos ocultos" (1902), se
hace evidente su esencial escepticismo. Él atribuye todos los mensajes de su joven pariente que
hacía de médium de trance, a los que recurrió para sus investigaciones, a la criptomnesia o a la
desprendida subpersonalidad, teniendo en consecuencia, la misma opinión de Flourney.
La idea de la existencia de subpersonalidades o personalidades secundarias llegó a ser
posteriormente la base de la psicología analítica desarrollada por Jung, que según su opinión,
formaba una completa estructura de numerosas personalidades secundarias. Esa idea, ya implícita
en varias teorías psicológicas del siglo diecinueve, tiene que ser considerada hasta hoy como uno
de los modelos más productivos de la psiquis. Observado desde ese punto de vista, nuestro
"mundo de los espíritus" es solamente el mundo interior de nuestro inconsciente, al que nosotros,
como parte del Yo supremo, alguna vez tenemos un acceso único.
Otro aporte fundamental para la moderna psicología y parapsicología que le debemos a Jung, es
su concepto del inconsciente colectivo, que es un depósito que contiene el conjunto de
experiencias de toda la humanidad en formas universalmente válidas, que él denomina
arquetipos. Aunque en esa teoría no se habla ni una palabra de vidas anteriores; de hecho Jung
refutó al principio de su carrera científica la posibilidad de tales recuerdos personales; ésta no
descarta, en todo caso, la probabilidad de que en el inconsciente colectivo pudieran estar
"almacenados", rastros de existencias anteriores. Ante todo, ese concepto abre la posibilidad de
un substrato psíquico que actúa universalmente, a través del cual todos nosotros estamos unidos
de un modo no espacial, es decir, más allá de nuestro cuerpo o nuestro cerebro. Esa idea, obvia
para los hindúes y budistas, casi no ha encontrado intercesores entre los filósofos occidentales; en
el mejor de los casos, éstos han archivado las ideas correspondientes como "idealismo", bajo el
encabezamiento "curiosidades metafísicas". No obstante, ese concepto desarrolla un efecto
extraordinariamente liberador, siempre y cuando se comprenda en toda su magnitud. Pero si
pensamos que podemos prescindir de esa idea central, entonces no nos queda otra cosa que unir
todas las informaciones paranormales fragmentadas y fenómenos extraños posibles, con ayuda
del pegamento racionalista no especialmente duradero y prensarlos en los estrechos marcos de la
ciencia experimental.
Es difícil que alguien se haya esforzado más que el Dr. lan Stevenson de la Universidad de
Virginia, para demostrar la exactitud de la doctrina de la reencarnación, con ayuda de las normas
racionales y empíricas de la parapsicología. Ya desde 1960 el Dr. Stevenson colecciona
incansablemente relatos de todas partes del mundo acerca de recuerdos de existencias anteriores,
preferentemente de India, Sri Lanka, Turquía y El Líbano. En general, él le da preferencia a las
declaraciones de niños que relatan espontáneamente que ya han vivido anteriormente en otro
cuerpo y en otro lugar, etc. Stevenson no reconoce las regresiones hipnóticas como concluyentes,
con el fundamento de que la persona de prueba corre fácilmente el riesgo en esos casos, de
reflejar los prejuicios conscientes o inconscientes del hipnotizador. Habitualmente, él mismo o
uno de sus asistentes, colecciona todos los datos posibles acerca del niño respectivo, de su familia
y de eventuales testigos. Después visita el presunto escenario de la existencia anterior, para
examinar las declaraciones correspondientes allí donde corresponde.
Uno de los dilemas en los que el mismo Stevenson se ha metido a través de sus investigaciones,
es la circunstancia de que las ha realizado principalmente en culturas que creen abiertamente en
la reencarnación. Esa práctica está probablemente motivada por el hecho de que en aquellas
culturas existe más bien la posibilidad de que los pequeños niños que informan sobre existencias
pasadas, cuenten con una real atención. Sin embargo, se hace problemático cuando Stevenson
trata de comprobar la autenticidad de tales relatos. Por cierto todo parece indicar, que los niños
aprenden a confirmar inconscientemente la descripción del difunto respectivo, que
presumiblemente han sido en una encarnación anterior. Cuando Stevenson verifica recuerdos de

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existencias pasadas, normalmente visita con el niño en cuestión, el pueblo en el que éste ha
vivido antes. Pero cuando los recuerdos del nífio se comparan con las declaraciones de los
lugareños que han conocido al difunto, se tiene frecuentemente la impresión, que el niño satisface
inconscientemente las expectativas de los informantes, para quienes la reencarnación es un
dogma garantizado. Tales presiones sociales no se consideran en los procedimientos de
investigación de Stevenson. El trabajo de Stevenson se cita en muchos libros sobre reencamación
como un sólido material de prueba, y de hecho sus resultados son impresionantes a primera vista,
sin embargo, algunos de sus ex asistentes en las investigaciones, que no pudieron verificar sus
resultados o que también han informado acerca de las limitaciones de su procedimiento,
anteriormente descritas, han puesto en duda la naturaleza científica de sus métodos. Una útil
apreciación global acerca del trabajo de Stevenson, se encuentra en The Searchfor Yesterday de
Rogos.
Pero también de vez en cuando a Stevenson se le reprocha que es un fanático de la
reencarnación; que el asunto de la reencarnación ha llegado a ser para él una idea fija, una
obsesión. Con toda seguridad se le puede hacer ese reproche a alguien que sigue una misma idea
durante treinta años, pero también se podría decir lo mismo de Einstein o de Freud. Naturalmente
una fijación monomaníaca de ese tipo no le resta valor a la idea respectiva en un cuestionamiento,
pero en todo caso expresa mucho acerca de la estructura psíquica del investigador en cuestión. Lo
que personalmente me molesta en investigaciones como la de Stevenson y otras parecidas, es el
hecho de que son totalmente determinadas por la razón y abstractas. Quien se dedica a investigar
un asunto determinado desde un punto de vista puramente científico, la mayoría de las veces se
excluye él mismo de la respectiva investigación. Un investigador así no puede ser él mismo,
objeto de la investigación, ya que eso significaría reconocerse los propios prejuicios. Eso
significa, sin embargo, que se suprime el "factor subjetivo", es decir, exactamente aquel complejo
o aquella idea fija por la que se deja guiar el parapsicólogo en sus investigaciones. ¿Por qué no
debería permitirse que el mismo investigador se esfuerce por sacar a la luz algunos recuerdos de
su subconsciente? ¿Por qué no se puede en cierto modo posponer para después la respuesta a la
pregunta por la verdad objetiva y llegar a una decisión solamente sobre la base de la propia
experiencia? La mayoría de las personas que se dedican a esos asuntos científicamente, se
defienden interiormente en forma muy evidente contra aquellas experiencias, cuya aclaración es,
sin embargo, su deseo principal.

La posición religiosa
Si en relación con experiencias preexistenciales, el sensitivo se basa en la autoridad de espíritus
y en la propia experiencia y el parapsicólogo se funda en los principios científicos de consistencia
racional y de comprobación empírica, ¿en qué consiste entonces la posición religiosa? La persona
que argumenta en forma religiosa, apela a una tercera autoridad: a la tradición, es decir, a la
leyenda transmitida de generación en generación. Para millones de personas en el mundo, la
reencarnación es un componente obvio de su doctrina y un pilar que sostiene su forma de ver el
mundo.
En culturas en que están en apogeo religiones tradicionales como el islamismo, el taoísmo, el
hinduismo o el budismo, las personas con aptitudes espirituales especiales van donde un
instructor de yoga, un maestro de meditación o donde otras autoridades espirituales, que pueden
pasar revista a tradiciones antiquísimas del conocimiento, de la doctrina y de la experiencia. Las
experiencias paranormales y los recuerdos preexistenciales que se presentan espontáneamente
durante la meditación, se toman en ese entorno, sin más ni más, como fenómenos que por cierto

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se pueden registrar en la senda espiritual, pero que solamente tienen que ver muy poco con el
verdadero destino de la persona que busca. En una sociedad de clan, el chamán/chamaría o el
mago, reconoce a aquellos individuos la mayoría de las veces ya en la juventud y los aparta del
resto de la tribu, con el propósito de una iniciación secreta. En ninguna de esas sociedades la
creencia popular de la mayoría de la población está en contradicción con las prácticas secretas del
yogui, del monje o del chamán.
En occidente, en cambio, la actitud ha sido desde siempre diferente. Desde el principio,
aquellas fuerzas de donde más tarde salió la ortodoxia cristiana, han hecho todo lo posible por
reprimir masivamente a sus hermanos de fe denominados gnósticos, orientados en forma
espiritual, chamanística o visionaria. Las autoridades de la tempranamente institucionalizada
iglesia, introdujeron muy rápidamente una estricta ortodoxia y condenaron como herejía, todos
los puntos de vista diferentes a esa doctrina. Cuando el emperador Constantino en el año 313
declaró el cristianismo como religión estatal y trató de fusionarlo con diversos cultos solares, la
nueva doctrina cristiana tuvo que participar obligadamente con los cultos de Isis, Cibeles, Mitra y
otros más que tenían coyuntura en el Imperio Romano. El impulso monoteísta de convertir o
incluso de reprimir a los seguidores de los diversos politeísmos, fortaleció tanto el elemento
autoritario en la iglesia, que desde entonces en occidente estuvieron a la orden del día los cismas,
los concilios, las inquisiciones y las cacerías de brujas. No por casualidad D. H. Lawrence
escribió una vez que "el miedo a la filosofía del paganismo ha arruinado completamente la
consciencia cristiana".
La doctrina de la reencamación o de la migración del alma era ciertamente conocida para
numerosos gnósticos anteriores al cristianismo y la habían recibido de los antiguos egipcios.
También los neoplatónicos, tal como las sectas orfístas de Grecia y la Hermandad Pitagórica, se
adhirieron a ideas análogas. Según información de su biógrafo Iamblichos, Pitágoras había sido
iniciado en los misterios en Alejandría y aparte de eso había hecho viajes al oriente, donde la
creencia en la reencamación está ampliamente difundida. Desde el despertar de la filosofía
griega, como en el siglo sexto antes de Cristo; en ese mismo tiempo vivió Gautama Buda en
India; hasta el año 529 después de Cristo, cuando el emperador Justiniano hizo cerrar la academia
fundada por Platón casi 900 años antes en Atenas, y los eruditos neoplatónicos huyeron a Persia,
oriente y occidente se influenciaron en forma recíproca cultural y espiritualmente durante más de
un milenio. En las esculturas hindúes saltan a la vista elementos del arte clásico griego, y el arte
cristiano tomó prestado del budismo la aureola y el aura, para las representaciones de sus santos.
Los actuales teólogos cristianos evidentemente no pueden ponerse de acuerdo; a pesar de la
enorme cantidad de textos eruditos; si los antiguos cristianos aprobaban o rechazaban la doctrina
de la reencarnación. Leslie Weatherhead asegura que "la reencarnación fue aceptada por la
nueva iglesia durante los primeros 500 años de su existencia". Head y Cranston citan partes de
textos que apoyan esa opinión. John Hick en cambio, rechaza ese punto de vista como totalmente
falso y engañoso y aclara: "La doctrina de la reencarnación fue difundida por cierto dentro de la
iglesia por las sectas gnósticas, pero muy pronto fue considerada extraña y tratada como un
enemigo peligroso". Igualmente discutido es, si el padre de la iglesia Origines, profundamente
arraigado en el neoplatonismo, (tal como Agustín) creía en la reencamación en estricto sentido o
solamente en la preexistencia del alma, lo cual no es lo mismo. Uno de los textos que con más
frecuencia se cita como prueba que Jesús enseñó la reencarnación, se encuentra en los
Evangelios. En Juan 9,2-3 podemos leer:

Sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿él nació ciego porque ha pecado él o porque
han pecado sus padres?" Jesús contestó: "Ni él ni sus padres han pecado, sino más bien
ha debido manifestarse en él la obra de Dios”.
Después que dijo eso, Jesús curó al hombre ciego al que se refería esa pregunta. ¿Pero prueba

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este ejemplo que Jesús enseñaba la reencarnación? Según Hick, igualmente se pueden argumentar
motivos de peso, de que Jesús rechazaba expresamente la idea de un karma o la opinión de que la
desgracia humana fuera producida por pecados cometidos anteriormente. De hecho, la respuesta
de Jesús señalada arriba, parece indicar que algo así como personas que nacen ciegas
simplemente existe y que un destino así no tiene nada que ver con algún pecado de los padres de
tales personas o de ellas mismas.
Pero lo que sea que haya enseñado realmente Jesús y lo que quiera que haya creído la antigua
Iglesia, no puede existir ninguna duda de que la reencarnación no tuvo ninguna importancia en
las doctrinas cristianas ortodoxas de la Edad Media. A pesar del relampagueo neognóstico que los
cataros causaron en los siglos doce y trece, la reencarnación ha permanecido hasta ahora relegada
de la doctrina oficial de la iglesia. El judaísmo, que nunca ha sido tan autoritario como el
cristianismo y que siempre ha permitido una sana tradición esotérica; la tradición cabalística;
acepta la reencarnación, pero no la ha elevado nunca a la categoría de doctrina oficial. Así, en
vista del permanente ambiente totalmente adverso en occidente, tanto para la doctrina de la
reencarnación como también para el conocimiento esotérico, no es sorprendente que personas
sensitivas se hayan dedicado en el siglo diecinueve a pseudoreligiones como el espiritismo y la
teosofía, y más tarde a figuras salvadoras como Alice Baíley, Edgar Cayce y otras. En resumen,
al occidente le falta evidentemente una tradición esotérica auténtica, que permita pasar de una
generación a la próxima, doctrinas espirituales complejas, como por ejemplo, determinados
conceptos acerca de la reencamación. Tal vez es el hambre de una de esas tradiciones;
inconsciente para el mismo involucrado; lo que motiva a un lan Stevenson a una búsqueda
monomaníaca y lo que también puede explicar la enorme popularidad de los libros-Seth y de las
autobiografías de Shirley MacLaine aparecidas recientemente.
Contemplado desde el extenso punto de vista de la historia de la religión, surge la sospecha que
nosotros, las personas de occidente, estamos empobrecidas espiritualmente. El recientemente
observado resurgimiento del interés sobre asuntos de reencarnación, perfectamente podría ser un
síntoma de que redescubrimos paulatinamente una imagen de la realidad, esencialmente con más
capas de lo que el cristianismo fue capaz de ofrecernos en los siglos pasados. Siempre es difícil
juzgarse a sí mismo "objetivamente", por lo cual quiero citar a continuación al excelente experto
sobre los hindúes Alaín Daniélu, que después de una estadía de muchos años en la India regresó
nuevamente a occidente:

He vivido más de veinte años en el tradicional mundo hindú y durante ese tiempo he
estado tan alejado del mundo moderno, como si hubiera sido trasladado al Egipto de los
faraones por medio de un milagro. Cuando regresé a Europa, estaba estupefacto por el
infantilismo de los conceptos teológicos y por la esterilidad de aquello que aquí se le
llama religión. Para mi asombro, encontré una sociedad totalmente sin orientación, que
se aferraba al árbol moribundo del cristianismo, sin comprender tampoco, por qué ese
árbol perece lentamente. Las personas que estaban conscientes del vacío espiritual
ampliamente dominante, buscaban en vano un apoyo en un mundo obviamente
amenazado.

Como la doctrina de la reencarnación jamás ha tenido un lugar en la tradición occidental, la


forma en que la hemos conocido a través de la teosofía y otros sistemas metafísicos populares,
está por supuesto invariablemente distorsionada. No sólo está infectada por nuestros mitos
occidentales "progreso" y "evolución", como ya lo he formulado, sino que entre tanto se ha
corrompido, llegando a ser una psicología espiritual amiga de los consumidores, que solamente le
da cada vez nuevo alimento al narcisismo insaciable de nuestra desarraigada cultura. Alice Bailey
ha advertido con mucha razón, del brillo exótico que determinadas prácticas espirituales emiten a

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los ojos de la gente occidental y casi ninguna de esas doctrinas está tan expuesta a ese peligro
como la reencarnación. El psicólogo clínico Dr. Ronald Wong Jue, que ha estado involucrado
decisivamente en el establecimiento de la psicología de preexistencia como una disciplina
psicoterapéutica seria, ha descrito este problema en forma muy insinuante:

Yo creo que occidente ha hecho híbrida la reencarnación. En oriente las encarnaciones


son solamente el camino en el que se conoce a Dios en uno mismo; la reencarnación se
considera allí como el vehículo del desarrollo espiritual. Pero en occidente el peso
principal se desplaza hacia el Ego. Es algo así como si se dirigiera la atención más sobre
la vestimenta de una persona que sobre la persona cubierta con ésta. Las personas están
más interesadas en el contenido de las imágenes que en un verdadero desarrollo
espiritual.

Si observamos las dos tradiciones orientales con las doctrinas de reencarnación más altamente
desarrolladas, es decir, el hinduismo y el budismo, nos vemos frente a una comprensión
radicalmente diferente del Yo, del tiempo, de la historia y de la redención, que la que
encontramos en la religión y en la filosofía occidental. Y además, nos topamos con un mundo que
se diferencia fundamentalmente del de la metafísica popular. En lugar de un desarrollo lineal de
las existencias en la historia y de la esperanza de que alguna vez en el siglo veinte se llegará
totalmente por sí mismo a la iluminación, en la percepción hinduista del mundo hay un inmenso
panorama de ciclos históricos interminables, en cuyo transcurso, civilizaciones completas e
incluso universos, aparecen repentinamente y luego vuelven a desaparecer, como gotas de lluvia
que caen en un estanque. Para el hindú la reencarnación representa la prisión del retorno eterno,
de la que el hombre sabio busca escapar por medio de moksha, es decir, de huida o redención. En
esa perspectiva, se entiende por evolución espiritual, un suceso que se efectúa en el tiempo en
forma vertical y no lineal u horizontal. El momento de la iluminación puede ocurrir en cualquier
instante de uno de esos interminables ciclos.
Los eruditos han advertido una y otra vez, que expresiones hindúes como atman no se pueden
traducir simplemente con términos occidentales como "alma" o "Yo" y también que "Dios" no es
la traducción apropiada de brahmán. Tampoco la terminología habitual del budismo tiene
equivalentes sencillos en los idiomas occidentales. Incluso el término atman, que tal vez se
podría traducir con bastante libertad como "ser divino que está en el origen de todo lo existente",
fue eludido en lo posible por Buda, ya que él quería evitar que sus discípulos se identificaran de
manera egocéntrica con los frutos de las acciones buenas y malas de encarnaciones anteriores. La
siguiente historia acerca de la pregunta, quién o qué se reencarna en realidad, ilustra muy bien la
sutileza del punto de vista budista. El rey Milinda le consulta al monje Nagasena:

El rey pregunta: "Venerable Nagasena, ¿la persona que nace es la misma persona (que
ha muerto) o es otra persona? "
"No es ni la misma persona ni otra persona ".
"Dame una parábola para eso ".
"... Supongamos, oh rey, que un hombre enciende una lámpara. ¿Está encendida esa
lámpara durante toda la noche? "
"Sí, venerable señor, lo está ".
"Bien, oh rey. ¿Y la llama que está encendida en el primer turno de vigilancia nocturna
es la misma llama que está encendida en el segundo turno? "
"No, venerable señor, no lo es.

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"¿Era entonces, oh rey, otra la lámpara que estaba encendida durante el primer turno
de vigilancia nocturna, durante el turno intermedio y durante el tercer turno? "
"No, venerable señor, la luz salía durante toda la noche de la misma lámpara”.
"Exactamente de esa manera, oh rey, la gente es una secuencia ininterrumpida de
estados corporales y espirituales. Mientras todavía un estado transcurre, ya nace uno
nuevo, y eso sucede de tal manera, que no es posible diferenciar entre el estado anterior y
el siguiente. Por eso, no se trata ni de la misma persona ni de otra persona, la que se
presenta ante el último tribunal de la consciencia”.

En la perspectiva budista es completamente erróneo hablar de "mi karma" o de "tu karma", ya


que percepciones como "mi" y "tu" forman parte, según ese punto de vista, de la esfera ilusoria
de aquel Sí mismo individual que denominamos Yo. A fin de cuentas, existe solamente un karma,
o herencia psíquica de los pensamientos y hechos acumulados por la humanidad, que se
reproduce en el gran ciclo de las reencarnaciones. "Mi" karma es "tu" karma, o, como lo ha
expresado el escritor inglés John Donne: "El ser humano no es una isla". Todos nosotros somos
parte del gran continente psíquico designado como humanidad. Tal vez era eso a lo que aludía
Pablo cuando nos requería: "Que uno lleve la carga del otro".
La forma religiosa de considerar el problema de la reencarnación en las culturas orientales es
extraordinariamente compleja y por eso no puede ser aclarado así como así nomás por los
occidentales, que no pertenecen a ninguna de esas antiguas tradiciones. No puedo pretender
contestar las preguntas de este libro desde ese punto de vista, pero como me dedico extensamente
al Vedanta y he practicado reiteradas veces la meditación budista, sé que las interpretaciones
orientales que aquí solamente se han esbozado, son de un profundo interés para mí. En los
pasados años se ha producido un acercamiento extraordinariamente creativo entre la psicología
de carácter occidental y las disciplinas espirituales tradicionales. La orientación psicológica que
surgió de ese acercamiento, se ha establecido entre tanto como psicología transpersonal. El
anteriormente citado Dr. Jue, pertenece, junto con el Dr. Stanislav Grof, a aquellos pequeños pero
comprometidos grupos de eruditos, meditadores y terapeutas, que se esfuerzan por encontrar un
nuevo paradigma que permita conectar en forma productiva, los mejores logros de las doctrinas
occidentales del alma con las psicologías espirituales más profundas de las tradiciones orientales.
Naturalmente, Jung, con sus tratados extraordinariamente ricos en ideas, sobre alquimia china,
sobre el / Ging, sobre diversos textos de yoga y acerca de ciertas escrituras Zen, ha rendido un
revolucionario trabajo en esa área. Por eso quiero señalar aquí, que para la composición del
siguiente capítulo, tengo que agradecer el estímulo esencial de los pioneros antes mencionados,
pero también de algunos escritores y poetas.

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II.
Es posible una síntesis

Lo que buscamos..., no es algo así com o una espectacular nueva forma de


consciencia que atraiga en form a irresistible a la hum anidad y revolucione e
mundo, sino un cambio interno apenas perceptible, una supresión voluntaria d
prejuicios convencionales, una consciencia de sí en cierto m odo flotante, u
silencio en el que se puedan escuchar nuevamente voces largamente reprimidas qu
hablan el idioma del alma. Es un secreto de la tranquilidad.
Pero no se dejen desconcertar por estas palabras. Ya que eso es igualm ente un
secreto del horror. La vida interior del espíritu y del carácter conoce pesadilla
igual de bien que imágenes suntuosas y fantasías temperamentales. Llegar a se
completamente receptivo, producir un silencio interior, significa abrir una peligros
puerta y entrar en un m undo del que tem peram entos débiles deberían m ejo
m antenerse alejados. Significa com enzar un solitario viaje, cuya salida e
totalmente incierta.
Alan McGlashan, The Savage and Beautiful Country

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4. Experiencias de reencarnación desde
el punto de vista psicoterapéutico
Desde entonces, a una hora incierta,
Vuelve ese dolor del alma, Y hasta
que yo relato lo terrible, Me arde el
corazón en el interior.

Samuel T. Coleridge, The Rime of the Ancient Mariner

Nosotros resumimos la vida como una historia, porque en nuestro interior llevamos historias
con nosotros.

James Hulmán, Healing Fictions

La psicoterapia y el inconsciente
Hasta ahora le hemos echado un vistazo a tres posiciones para la investigación y la
comprensión de existencias pasadas: la psíquica de médium, la parapsicológica y la religiosa.
¿Pero cómo se diferencia la posición psicoterapéutica de las perspectivas antes mencionadas y
dónde coincide con ellas?
En primer término, la labor obvia del psicoterapeuta es naturalmente ayudar al paciente y no
demostrar la exactitud de teorías o propagar una determinada ideología. Como ya he dicho en
otras partes, yo le aclaro a todos mis pacientes, que para la efectividad de la terapia de
preexistencia, es complemente indiferente si ellos creen en la reencarnación o no. Sin embargo,
les exijo a mis clientes que crean en otra cosa, es decir, en un factor que es de principal
importancia para todas las escuelas psicoterapéuticas que se derivan de Freud y de la hipnosis del
siglo diecinueve: el poder curativo del subconsciente.
Cuando una persona con aptitudes paranormales me relata en trance, cómo ve mis existencias
anteriores, haciendo uso de sus capacidades clarividentes, yo adquiero probablemente por medio
de eso, valiosos conocimientos de capas de mi personalidad hasta ahora desconocidas, pero ese
conocimiento es de naturaleza puramente psicológica. Exactamente como con un test psicológico
bien organizado o con la consulta de un astrólogo, queda a mi disposición lo que hago con las
informaciones respectivas. En el trabajo psicoterapéutico, tales evaluaciones pueden facilitar y
enriquecer el procedimiento siguiente. Pero al fin y al cabo, el valor de los "mensajes"
astrológicos o psicológicos depende de cómo reacciona el subconsciente del cliente en el trabajo
terapéutico posterior.
Aunque no tengo ningún tipo de pretensión de disponer de facultades paranormales, me resulta
bastante fácil reconocer sueños en los que existencias anteriores representan un papel. Así por
ejemplo, una de mis clientes, a la que llamaré Peggy, se encontró una vez en un sueño, en un
oscuro dormitorio donde había una cama de fierro. Ella soñó, además, con esclavos y máquinas
de coser y vio una parte de una Biblia. Hasta ahí no había surgido nunca el asunto de existencias
anteriores durante toda la terapia de Peggy. De hecho, efectuábamos más bien un análisis
junguiano tradicional y nos ocupábamos muy intensivamente con los sueños de Peggy. Como no
logramos establecer ninguna conexión personal con esclavitud o con dormitorios oscuros,
50
máquinas de coser o Biblias, yo dije: "Casi tengo la impresión de que un elemento preexistencia!
representa algún papel en su sueño". En ningún caso deseo presentar esa intuición como
paranormal, pero a mi juicio se trataba de una interpretación completamente aceptable.
Peggy reaccionó a mi comentario con un simple "quizás". Pero ya en la sesión siguiente me
relató el siguiente sueño:

"Un amigo me dice que un hombre de Irving Trust está aquí. Dice que es hora de
despertar. El Banco está enfurecido porque cientos de personas están involucradas en la
historia”.

Peggy se dio cuenta de inmediato de la referencia simbólica de Irving Trust a Rip Van Winkle
de Washington Irving. Ambos teníamos la impresión de cómo si una persona de otra época
estuviera a punto de salir de su banco de memoria, donde se llevan las "cuentas" de cientos de
personas. Y de hecho ella tuvo en la semana siguiente este sueño:

"Yo me encuentro en el siglo dieciséis. Soy un sacerdote viajero. Alguien ha muerto de


lepra y yo estoy en su casa durante el ritual de limpieza y después le lavo a alguien las
manos y los pies con la misma agua. Una voz dice: 'Ese ha sido tal vez el suceso decisivo
para la extinción del reino'. Yo entiendo eso como si yo fuera responsable, aunque
inocente, de la propagación de la lepra”.

Esa vez se trataba muy evidentemente de un sueño preexistencial, que acarreó otras
investigaciones que no comentaré aquí. Lo importante es que en el momento en que se
presentaron los sueños, no realizábamos una terapia formal de preexistencia. Pero un solo
comentario de mi parte había bastado, para causar el recuerdo que hasta ese instante había estado
adormecido en el subconsciente de Peggy. Las informaciones de un astrólogo o de un médium
tienen a veces un efecto parecido.
Incluso ese breve ejemplo ya muestra muy claramente que la terapia de preexistencia le da
importancia principalmente a la experiencia subjetiva del cliente y no le presta atención en
absoluto a la autenticidad histórica o al significado de esas experiencias. Jamás les pido a mis
clientes que inspeccionen el fondo histórico de un recuerdo, ya que eso podría ir en perjuicio de
la intensidad inmediata de la imagen o de la historia que el cliente ve ante sus ojos interiores. Si
en el transcurso de la terapia se cita o aparece espontáneamente un recuerdo preexistencial,
entonces no lo considero como un fin, sino como un medio que puede ayudar a causar una
catarsis emocional, una profundización del autoconocimiento o una sanación, y esos son por fin,
según mi opinión, los propósitos principales de una psicoterapia.
En ese punto me diferencio, como psicoterapeuta, de mis colegas académicos los
parapsicólogos, que en primer lugar están interesados en que si esas experiencias pueden servir
como evidencia.
Como para el parapsicólogo todo gira en torno a un potencial material de comprobación,
durante el trabajo se distancia en lo posible de la persona de prueba respectiva, para no
"manipularla". Mientras el terapeuta trata de crear una atmósfera que ayude al paciente y confía
en que el subconsciente de éste, de hecho va a producir aquellas imágenes y sensaciones que
hacen posible un crecimiento emocional y una percepción de sí mismo que se ajusta a la realidad,
el investigador no quiere tener que ver en ningún caso con fantasías, hipnosis o sugestiones.
Pero en los casos en que los parapsicólogos llegan a efectuar una regresión hipnótica, la
mayoría de las veces están interesados en detalles externos, culturales e históricos, que se pueden
verificar objetivamente. Para algunos investigadores, esos cuentos históricos de detectives tienen
tal importancia, que a través de ellos desatienden en forma imperdonable los sentimientos de la

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persona de prueba. Así se encuentra también en las conocidas grabaciones Bloxham, en las que se
puede escuchar la historia de un tal Graham Huxtable, que con ayuda del hipnoterapeuta Arnall
Bloxham recapituló la existencia de un marino del siglo dieciocho; un pasaje chocante. Huxtable
vuelve a experimentar en profundo trance, un combate naval en el que recibe un disparo en una
pierna; por eso él está como fuera de juicio por el dolor y grita a más no poder. Bloxham lo
golpea abiertamente con la palma de la mano en la cara para despertarlo del trance, y le asegura
que su pierna está intacta. Como se deduce del libro de Jeffrey Iverson Lives Than One?, en el
que se documenta el trabajo de Bloxham, los dos hombres estaban profundamente sobresaltados
por esa experiencia.
En una sesión terapéutica jamás se trae de vuelta al cliente tan rápidamente de su estado y
nunca se le deja solo con una experiencia no superada así de dolorosa. Más bien es necesario un
trabajo catártico muy minucioso, para que la persona afectada pueda aclarar el trauma en todos
los planos y finalmente soltarlo, física, emocional y mentalmente. En el centro del interés está la
persona y no cualquier suceso. Y en forma análoga, las grabaciones Bloxham contienen un rico
material histórico, pero muy poco que tenga valor personal o psicológico, considerado desde el
punto de vista terapéutico.
En esta ocasión deseo todavía hablar acerca de otra diferencia importante entre el interés
principal del terapeuta y el del parapsicólogo. Quien hojea los ejemplos presentados en este libro,
podría fácilmente obtener la impresión de que todos los recuerdos solamente sacan a la luz
historias desconsoladas y traumáticas. ¿No hay entonces absolutamente ninguna (pre) existencia
feliz o exitosa?, se pregunta quizás el lector imparcial. Por cierto las hay, pero no son el punto de
interés para una terapia. Las personas se someten a una psicoterapia, porque están confundidas
emocionalmente, depresivas, agotadas, etcétera. Por consiguiente, los recuerdos que aparecen al
principio reflejan directamente los síntomas correspondientes y contribuyen a su aclaración. Para
alguien que sufre emocionalmente, le sería más o menos igual de útil dirigir su atención hacia
recuerdos felices, que lo conveniente que sería para un médico, iniciar un tratamiento de una
pierna izquierda gravemente herida, a través de una revisión minuciosa de la pierna derecha.
Visto así, la investigación parapsicológica constituye un sano contrapeso a la orientación
terapéutica sobre síntomas patológicos. Hay actualmente cada vez más documentaciones de
recuerdos en los que los problemas emocionales no son la parte principal. Esos informes
proporcionan una impresión promedio de los logros bastante confiable. Fracasos, alegrías y penas
de casi todas las épocas históricas. La doctora Helen Wambach habla en sus libros sobre varios
miles de personas que ella ha regresado a un estado preexistencial, sin referencia sobre ámbitos
de problemas o puntos de vista terapéuticos. Ella solamente le pide a la persona de prueba que
ha sido puesta en trance, ir mentalmente de siglo en siglo. Sus resultados nos proporcionan una
imagen esencialmente equilibrada de existencias anteriores y ponen en su lugar a la impresión
que podría imponerse levemente al ocuparse con recuerdos puramente terapéuticos. A causa de
los resultados de sus investigaciones, ella ha llegado incluso a tener la opinión, de que en el
transcurso de la historia, un setenta por ciento de las personas ha muerto en la cama y que la
causa más frecuente de muerte ha sido la pulmonía.
No obstante, yo dirijo naturalmente primero la atención como terapeuta, a aquellos recuerdos
más o menos traumáticos que yacen directamente bajo el umbral de la consciencia y no intento en
absoluto "mejorar" el estado de un paciente, buscando activar historias felices en él, que tal vez
pudieran compensar su dolor. El dolor, ya sea corporal o emocional, siempre indica que el
organismo tiene, de alguna manera, una perturbación. Por eso, en lo posible hay que atacar el
dolor directamente. Mientras algunos terapeutas son de la opinión de que para el mejoramiento
del estado emocional, basta con activar imágenes hermosas o mejor dicho trascendentales; como
figuras de guías espirituales, gurúes, ángeles o imágenes del Yo supremo, etc.; tengo que
confesar que no comparto esa opinión. Ese procedimiento me parece como si se enviara la

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caballería espiritual a la batalla, para salvar al Ego acosado. Sin embargo, de vez en cuando la
muerte del antiguo Ego es exactamente lo que hace falta para que pueda aparecer un nuevo Yo.
Para los antiguos griegos, lo trágico tenía la función, según Esquilo, de producir "una
transformación por medio del sufrimiento", y exactamente por esa razón, la peculiar
interpretación de ese pueblo, de la tragedia y del suceso dramático como proceso de curación, es
lo que más se acerca a mi concepto personal. También Jung recalcaba reiteradamente en sus
escritos el lado positivo del sufrimiento e interpretaba su filosofía de la difícil tarea terapéutica,
con las considerables palabras: "No encontramos la iluminación imaginándonos figuras de luz,
sino llevando la oscuridad a la luz de la conciencia". Eso no significa, sin embargo, que recuerdos
de existencias anteriores felices y satisfechas, no tengan importancia en la terapia de
preexistencia, como veremos todavía en otra parte de este libro, sino solamente que no
deberíamos despertarlas prematuramente o a costa de aquello que en forma muy sensata se ha
denominado "crisis de curación".

Regresión hipnótica, imaginación activa


y trance
En el capítulo anterior escribí que clínicos como Freud, que estaban activos como terapeutas
durante el cambio de siglo (del 19 al 20), trataban con extremo escepticismo todas las cosas que
de alguna manera tuvieran que ver con lo oculto. Siempre cuando con uno de sus pacientes
surgían fantasías inconscientes, que probablemente habrían podido ser fragmentos de existencias
anteriores, esas imágenes eran tratadas con extremo cuidado. Habitualmente se considera más
seguro, designar ese tipo de fragmentos como personalidades "separadas" o "secundarias" y dejar
totalmente fuera de juego las especulaciones metafísicas.
En los anales de la antigua psicoterapia aparece en total, solamente un clínico que considera
auténticos los recuerdos preexistenciales. Poco después del cambio de siglo (19 al 20), el
terapeuta francés Coronel Albert de Rochas encontró que a las personas de prueba hipnotizadas
no sólo podía retrocederías hasta la primera infancia, sino también a estados prenatales e incluso
a existencias anteriores. Él aseguraba que sus personas de prueba experimentaban
alternativamente en la regresión, existencias masculinas y femeninas. Él insistía incluso, que
podía llevar a las personas de prueba a una existencia futura. Tal como ahora, sus afirmaciones se
toparon en ese tiempo con un escepticismo general, y desgraciadamente, tanto sus resultados
como su método, cayeron rápidamente en el olvido.
El interés por la regresión preexistencial revivió por primera vez, cuando Morey Bernstein
realizó su experimento con Virginia Tighe en 1956, y la regresó a una existencia anterior como
Bridey Murphy, como se mencionó en el capítulo anterior. Pero Bernstein, que no era terapeuta,
practicaba en primer lugar como parapsicólogo aficionado y buscaba por medio de la hipnosis,
una prueba de la autenticidad de los recuerdos.
Los primeros que en los pasados años dieron a conocer oficialmente las posibilidades
terapéuticas de la regresión prenatal y preexistencial, fueron, el psiquiatra Denys Keley y su
esposa Joan Grant, que tenía aptitudes paranormales. Sus actividades se encontraron inicialmente
con el escepticismo, pero poco a poco comenzaron, tanto en Gran Bretaña como también en los
Estados Unidos, cada vez más hipnotizadores y psicoterapeutas; como por ejemplo, Joe Keeton,
Morris Netherton o Edith Fiore, sólo por nombrar los más conocidos; a informar acerca de sus
experiencias terapéuticas con regresiones preexistenciales y a expresar su convencimiento, de que
esta era la terapia más escrupulosa y efectiva que ellos conocían.

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Las discusiones acerca de si las imágenes que aparecen en los estados preexistenciales
efectivamente son recuerdos, es decir, sí son históricamente auténticos o solamente son fantasías,
pueden todavía durar muchos años más. En general, las escuelas psicoanalíticas que se basan en
Freud y Jung, prefieren la hipótesis de la fantasía, mientras que los hipnoterapeutas,
habitualmente les atribuyen autenticidad histórica a esos relatos.
Mí propio punto de vista está más o menos en el medio. Yo creo que el inconsciente produce
todas las fantasías posibles, que representen intentos de solucionar conflictos psíquicos en un
plano simbólico. Esos productos de la fantasía; como por ejemplo, los sueños; están en gran
medida condensados y se pueden comprender solamente en el transcurso de un proceso de
interpretación extremadamente especial. Un solo sueño puede contener, por ejemplo, elementos
de dos o tres períodos de vida de la persona; de la infancia, de la adolescencia y del presente; y
esos elementos se agrupan todos juntos alrededor de un complejo único, que se basa en un tema
arquetípico. Pero tal como los sueños y las fantasías contienen elementos de esta vida; es decir,
rastros de recuerdos de acontecimientos reales; así también, según mi opinión, se pueden
introducir en ellos, recuerdos fragmentarios de existencias anteriores. Por lo tanto, si como en el
caso de Peggy se tiene que ver con sueños con contenidos históricos muy específicos, entonces
tiendo a tomarlos literalmente y no sólo como condensaciones simbólicas.
Lo que más diferencia al psicoanalítico del hipnotizador es probablemente su tipo de contacto
con el inconsciente. El analítico escucha pasivo la mayoría de las veces y ofrece interpretaciones
razonables. El hipnoterapeuta, en cambio, dirige en forma activa y ayuda al paciente a analizar
las historias, imágenes e ideas fijas, que suben desde el inconsciente al estar en trance. En ese
sentido, se podría comparar al hipnoterapeuta con un director de psicodramas, que participa
activamente en el melodrama interno del cliente.
El terapeuta que trabaja con el método de Jung, ni se comporta tan relativamente pasivo como
lo exige el procedimiento freudiano, ni se hace cargo de la dirección del suceso, en la medida en
que lo hace típicamente el hipnoterapeuta. La técnica de Jung, que él mismo ha designado como
"imaginación activa", se puede caracterizar más bien como interacción con el inconsciente. El
paciente aprende primero a sentarse quieto, como al meditar, y a observar simplemente sólo el
fragmento de un sueño o una imagen hipnagógica, sin ejercer sobre el suceso ni siquiera la más
mínima influencia. El propósito de ese procedimiento es darle a la imagen la posibilidad de
hacerse vivida gracias a su energía psíquica autónoma, con lo que el Yo de la persona se abstiene
de todo tipo de expectativas, suposiciones e interpretaciones. Después de cierto tiempo de
práctica y de una instrucción inicial a través del terapeuta, esa imagen interior comienza entonces
a desarrollarse en una dirección determinada, y nuestro Ego observador aprende a participar de
igual manera en la historia, como lo hace el Yo del sueño en un sueño normal. A ese Ego del
sueño despierto se le exhorta a confrontarse con la situación del sueño tan directamente como sea
posible, y a no retirarse, sino más bien a permitir emociones como miedo, rabia, pena, nostalgia,
etc., que surgen ilimitadamente durante el psicodrama interno.
La técnica de Jung tiene el efecto incalculable de estimular, enfocar y entrenar en tal forma los
"sentidos interiores", que nuestros sueños y nuestras meditaciones sobre determinadas imágenes,
se enriquecen enormemente. Como en sus indicaciones originales no se mencionan ni imágenes
de recuerdo ni preexistenciales, todo lo que emerge del inconsciente es tratado de igual forma. Se
nos exige solamente participar en la historia-imagen interior y, en algunos casos, entrar en un
diálogo con las figuras interiores que surjan. Lo decisivo es, sin embargo, que nos "metamos"
con todas nuestras fuerzas en la imagen respectiva.
Esa efectiva técnica se diferencia de la regresión de preexistencia en varios aspectos. Ella no
hace diferencia ni entre historias en las cuales el cliente se ve como un ser físico, o bien,
espiritual, ni entre recuerdos y fantasías, ni toma en cuenta experiencias preexistenciales
traumáticas que inducen al sujeto del suceso a abandonar el propio cuerpo o a refugiarse en una

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fantasía compensatoria, para escapar de brutalidades o violaciones puestas en la historia. La
diferencia entre ambas técnicas se puede evidenciar en el ejemplo del siguiente extracto salido de
la imaginación de un paciente:

"Yo voy a través de un oscuro bosque. Veo y escucho algunos soldados que se distinguen entre
los árboles. Ellos tienen muy evidentemente la intención de asaltarme y robarme. Ellos se
acercan. De puro miedo me subo a un árbol. El árbol se transforma en una escalera. Me
encuentro nuevamente en la buhardilla en la que jugaba con mis soldados de plomo cuando era
niño ".

Ese relato casi no se puede leer de otra manera que como fantasía. La transformación del árbol
en escalera es sin duda un acontecimiento fantástico y como ese paciente no se puede acordar de
haber sido alguna vez atacado por soldados en su vida actual, la conclusión anterior parece ser la
más aceptable.
En contraposición con eso, un terapeuta de preexistencia tal vez hace simplemente algunas
preguntas y trata la historia como si fuera un recuerdo real y no una fantasía o un sueño. Cuando
se nos pide vivir una historia como un suceso auténtico, tenemos que atenernos en nuestra
imaginación, a las condiciones históricas de tiempo, lugar e identidad personal. En otras palabras:
No deben crecemos alas de repente, como en un sueño, ni debemos convertirnos por arte de
magia en un campesino de Sír Lancelot (Los caballeros del rey Arturo), como perfectamente
puede ocurrir en una fantasía dirigida. Además, en los recuerdos históricos la muerte se
experimenta frecuentemente en forma dolorosamente real. En los sueños, en cambio, no se
experimenta casi nunca tan vividamente.
A continuación veremos, cómo un elemento de una imaginación activa resulta ser a veces un
recuerdo dirigido por el terapeuta (TE). El cliente (CL) está tendido con los ojos cerrados:

TE: "¿Qué está haciendo?”


CL: "Voy a través de un bosque”.
TE: "¿Cómo está vestido?”
CL: "Evidentemente llevo puesta ropa andrajosa, un cinturón de cuero con una bolsa sujeta a él
y un sombrero de ala ancha; de alguna manera todo es medioeval. TE: "¿Y cómo es su
constitución física?” CL: "Estoy formado fuerte, rechoncho y musculoso. Un campesino de
más o menos treinta
años”.
TE: "¿Y qué pasa en el bosque? "
CL: "Aparecen tres soldados entre los árboles. Han sacado las espadas ". TE: "¿Y qué hacen
ellos con usted? " CL: "Me cortan la garganta. Oh, me ahogo en mi propia sangre (tose). Me
muero (se retuerce).
Estoy muerto (el cuerpo se relaja) ". TE: "¿ Y qué sucede ahora con usted? " CL: "Floto
sobre mi cuerpo. Está todo inundado con sangre. Yo observo todo eso con bastante
distancia interior. Ya ha pasado. Ahora tengo que irme ". TE: "¿Adonde va usted? " CL: "A
un pacífico lugar que está sobre la Tierra. A mi alrededor están esos seres. Muy sinceros
y benéficos" TE: "¿Son personas? " CL: "No, en absoluto. Obviamente son ayudantes.
Nos comunicamos sin hablar. Con mucha
certeza ya no tengo cuerpo ".

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Esa escena es típica para miles de regresiones preexistenciales. También contiene numerosos
elementos característicos de sueños, pero también es un suceso dramático, dentro del cual se
personifican los complejos, se va hacia el desarrollo de una crisis y finalmente se desemboca en
una experiencia catártica. Actúa como una "ficción curativa", en el lenguaje de Jung y James
Hulmán, pero que sin embargo, muestra una referencia de la realidad completamente seria.
También la vivencia de la experiencia real de la muerte; y de la paz que tiene lugar
simultáneamente; tiene un valor terapéutico extraordinario.
Las técnicas de la imaginación activa y de la regresión preexistencial, como las he descrito
hasta aquí, muestran absolutamente concordancias con aquellos ejercicios dirigidos de
imaginación, de los llamados talleres para el crecimiento personal, que actualmente pueden ser
conocidos por muchas personas. Por último, todas esas posiciones tienen mucho en común. Sin
embargo, con la terapia de preexistencia depende decisivamente de cómo se desarrolla la historia.
Ese procedimiento le da especial importancia a la creación de escenarios reales.
Si para la descripción de todos esos procedimientos con el trabajo con imágenes que salen del
inconsciente, se elige la denominación hipnosis o no, una cosa está clara: Cada una de esas
técnicas contiene un estado de trance más o menos pronunciado. Si simplemente cerramos los
ojos y dirigimos nuestra atención a una parte de nuestro cuerpo, a una imagen mental o a una
secuencia de palabras, eso ya basta en la mayoría de los casos, para trasladamos a un leve trance.
Hay que partir de la base con toda certeza; aunque el mismo Freud dejó después de practicar la
hipnosis formal; que cada paciente de psicoanálisis cae entretanto en estado de trance una y otra
vez sobre el sofá. Los últimos trabajos de Milton H. Erickson, aquel magistral hipnoterapeuta,
han mostrado que todo tipo de variación mínima del tono de voz, del estímulo lingüístico, de la
percepción corporal y de imágenes, nos llevan al estado de trance y nos sacan de él
constantemente.
La única pregunta polémica que hay hasta ahora en los círculos psicoterapéuticos referente a los
estados de trance mencionados, no es sí tales estados de alguna manera se presentan, sino qué tan
profundos pueden ser para garantizar un resultado terapéutico. En lo que a mí mismo se refiere,
yo aplico rara vez una determinada técnica para producir la hipnosis necesaria para el trabajo
preexistencial. Tengo la impresión de que mis clientes logran sin más ni más un leve estado de
trance, al concentrarse meticulosamente con los ojos cerrados, en determinadas imágenes o
palabras que emergen de su consciencia interior. Algunos hipnoterapeutas parten abiertamente de
la base, de que solamente pueden trabajar "preexistencialmente" con sus clientes, si éstos se
encuentran en estado totalmente hipnótico. Según mi opinión, es, sin embargo, un asunto
exclusivo del estilo personal, cómo se logra el acceso al material inconsciente. En ese contexto,
cabe observar que según J. L. Moreno, un estado de trance adecuado es una condición previa
imprescindible para el logro de un buen psicodrama, aunque él mismo jamás utilizó alguna
técnica que se pareciera a la hipnosis en lo más mínimo siquiera.
En los pasados años, cada vez más terapeutas se han dado cuenta de que hay una gran cantidad
de planos de la consciencia y de métodos que permiten un trabajo curativo exitoso; estados de
trance, regeneración del sistema biológico (Biofeedback), fantasías dirigidas, sueños despiertos,
yoga, Zen. Como consecuencia, también se ha ampliado nuestro panorama, en el sentido de que
la psicoterapia tiene mucho en común con los tradicionales métodos chamanísticos de curación y
otros. Así, los antropólogos ya han comprobado desde hace mucho tiempo, que tanto la curación
chamanística como también los rituales balinésicos en los templos, se efectúan en trance.
El deseo de adaptar esas posiciones heterogéneas en una perspectiva general y sacar beneficios
de la sabiduría espiritual de antiguas tradiciones, ha acercado a muchos psicólogos,
incluyéndome a mí mismo, a ese movimiento no dogmático, que se denomina a sí mismo
psicología transpersonal. Indicaciones acerca de adonde podría conducir la percepción
fundamental representada por esa escuela; y eso sería, a una fecundación recíproca de la

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psicología occidental y las disciplinas espirituales orientales; se pueden descubrir en el famoso
Libro tibetano de la muerte. Ese libro, traducido por primera vez a un idioma occidental por W.
Y. Evans-Weníz en 1927, incitó a continuación, por ejemplo, al "Comentario psicológico" (1935)
de C. G. Jung. Pero por lo menos tan importante como el resto de las reacciones occidentales
sobre ese material, es el "Prólogo preliminar" del gran erudito alemán convertido al budismo
tibetano, Lama Anagarika Govinda, que escribió:

Hay personas que a causa de su concentración o de otra práctica de yoga, están en


condiciones de elevar el contenido del subconsciente o de la consciencia profunda que
sobrepasa su experiencia individual hacia el campo de la distintiva consciencia despierta
activa, de manera que les es posible hacer uso de la riqueza inagotable de aquella
memoria profunda en la que están almacenadas, no solamente nuestras existencias
anteriores, sino el pasado de nuestra raza, el pasado de la humanidad y de todas las
formas prehumanas; o incluso tal vez aquella consciencia que hace posible toda la vida
de este universo.

Tal grado de control interior de estados de trance y del acceso hacia el inconsciente, sigue
siendo hasta ahora una excepción en occidente. Pero en la medida en que los hipnoterapeutas
logren perfeccionar sus métodos gradualmente, y los analistas consigan diferenciar en forma cada
vez más exacta el material almacenado en el inconsciente, y cada vez un número mayor de
personas descubra el incalculable potencial de la meditación, con mayor evidencia se abrirán esas
puertas para nosotros, según mi opinión.

Cómo yo trabajo: Los gatos de Elizabeth


- un caso extraño
En el transcurso de mi trabajo práctico de muchos años, he hecho una mezcla de diferentes
técnicas y perspectivas terapéuticas, transformándola en mi método personal. Para eso me he
basado en Freud, Jung, Reich, la terapia de Gestalt, y oíros procedimientos. A esas escuelas
terapéuticas les debo una serie de métodos, a los que pertenece el trabajo con eventuales
subpersonalidades, igual que la activación del lenguaje corporal, la representación de papeles
psicodramáticos, el trabajo de trance, los ejercicios catárticos, el mejoramiento de la percepción
de símbolos y además, las técnicas meditativas. Si tuviera que designar una expresión superior
que caracterizara mí acceso al inconsciente, pero especialmente también a existencias anteriores,
un término que abarcara todas las técnicas ya mencionadas, entonces se me ocurrirían primero
palabras como "suceso dramático" o "historias". A causa de mis experiencias prácticas, he
llegado a tener la opinión de que el subconsciente presenta grandes similitudes con la figura del
Ancient Mariner de S. T. Coleridge, el viejo marino que quería relatar su historia.
Cuando estoy sentado y escucho las declaraciones de los respectivos clientes, acerca de sus
problemas en su carrera, de dinero, de relaciones, sexuales, familiares y de todo lo que signifique
una dificultad, entonces pongo atención especialmente a las otras historias; a las historias que
están detrás de la descripción correspondiente. Con ayuda de mi poder de imaginación, tejo una
red cada vez más grande, porque entretanto he aprendido que detrás de cada problema; ya sea
obsesión por la comida, miedo a volar, impotencia, preocupaciones de dinero, depresiones, etc.;
se esconden antiguas historias más extensas, en las cuales no pocas veces representan un papel,
sucesos esencialmente más catastróficos que en todos los recelos y temores que me cuentan mis
clientes.

57
Nada puede ilustrar mejor la efectividad de este método, que el caso de una mujer que trabajaba
y que tenía un poco más de cuarenta afios de edad, a la que llamaré Elizabeth.
Uno de los problemas principales en la vida de Elizabeth era el miedo permanente en que ella
vivía, a causa de los tres gatos que tenía en su casa. Ella tenía la sensación de que no debía dejar
nunca solos a los animales por mucho tiempo; y eso era tan fuerte, que casi no estaba en
condiciones de hacer vacaciones. Una vez le había pedido a un amigo que se preocupara de los
gatos durante su ausencia y en eso, uno de los animales se encerró de alguna forma en un armario
y casi se murió. Esa experiencia confirmó naturalmente sus peores temores.
Mientras más la interrogué, más evidente se hizo que las diferentes relaciones con animales en
su vida habían terminado en forma catastrófica: un perro que había tenido cuando era niña se
había muerto y un gato que ella había alcanzado a salvar al principio, igualmente murió después,
y así sucesivamente.
¿Por qué ella estaba tan segura de que a sus animales domésticos los amenazaba
permanentemente un peligro? En el transcurso de nuestra entrevista, yo obtuve la impresión de
que en todas sus historias de animales surgían reiteradamente dos ideas: "Yo no puedo dejarlos
solos, porque les pasará algo" y: "Todo es una falla mía, no he hecho lo suficiente por ellos".
Después que la había puesto en contacto con el plano preexistencial de su inconsciente por medio
de las acciones correspondientes, ella relató con lágrimas la siguiente historia:

"Yo soy una mujer vieja y vivo en una sombría casa en alguna parte en el norte, tal vez en
Escocia. Afuera se desencadena una tormenta. Yo me he peleado con mi esposo. Él dice que yo
no me preocupo lo suficiente por los niños. Quizás él tenga razón. Antes juré una vez no tener
jamás hijos, porque no estaba dispuesta a cuidarlos. Pero ahora tenemos dos niños de tres y
cuatro años. Mi esposo está afuera y grita. Yo no lo dejo entrar. Él debería preocuparse de los
niños si sabe hacerlo mejor. Yo no los dejo entrar.
La tormenta se pone cada vez peor, pero mi esposo ha dejado de gritar. Luego está todo
tranquilo por un rato, tal vez por una hora. Ahora alguien golpea, suena como si fuera mi hijo
pequeño. Oh, no, si él no puede hacer eso; él ha enviado al niño para que yo ceda. Espérate
nomás, yo le voy a mostrar. No los dejo entrar.
Ahora es de mañana. La tormenta ha terminado. Aparentemente ellos ya no están ahí. Apuesto
a que bajaron a la posada. Pero no quiero ir a la puerta. Algo no está en orden.
Pero finalmente voy a la puerta; no se puede abrir. Oh, Dios, los niños bloquearon la puerta
con sus cuerpecitos. Mi pequeña niña está muerta. Mi hijo está inconsciente y mi esposo no se ve
por ninguna parte ". (Ella llora amargamente).
"¡Todo es una falla mía! ¡Ellos tienen que haber soportado semejante miedo aquí afuera, tan
débiles y desvalidos!" (Ella suspira profunda y dolorosamente).

El resto de la historia salió lentamente y con dolor. El pequeño niño había muerto pocas horas
más tarde. La pobre mujer que estaba en el inconsciente de Elizabeth se había enterado después,
que su esposo había puesto a los niños sobre un carro de mano y en camino hacia la posada se
había desplomado arriba en la loma y había muerto de un ataque al corazón. Los niños habían
regresado a la casa a buscar a su madre, pero ella no los había dejado entrar. Deprimida ante su
vergüenza y su cargo de conciencia, la mujer le oculta a los vecinos el curso del suceso y los deja
en la creencia de que su esposo era responsable del accidente. Su sentimiento de culpa la
atormenta por el resto de su vida y ella muere con la idea: "No me tengo confianza para cuidar a
alguien en forma correcta".
Esa conmovedora historia era, por lo tanto, el origen del miedo que le hacía imposible a
Elizabeth dejar a sus gatos solos. La catarsis causada por la terapia y la comprensión de las
profundas conexiones, le proporcionaron a continuación un alivio considerable. Muy alentador

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fue también, que poco después de esa sesión Elizabeíh salió de vacaciones por dos semanas y le
confío los gatos a una amiga. Después de sus vacaciones me escribió una carta, donde decía:
"Tuve un tiempo maravilloso. Durante esos lindos días no pensé ni una sola vez en los gatos".

Sufrimiento auténtico y falso


Si en el caso recién descrito me hubiera quedado estancado en el plano de realidad de la
historia, entonces Elizabeth y yo tal vez casi no habríamos podido efectuar algo contra su miedo.
Cualquiera que hubiera visto el caso desde afuera, habría podido, sin más ni más, darle cinco
diferentes consejos a Elizabeth para el cuidado de sus gatos, pero eso, con toda certeza no la
habría liberado de los sentimientos de culpa que actuaban solapadamente en ella y que le habían
estropeado todas las vacaciones. Tal vez la mayoría de nosotros, impacientemente le habría
restado importancia a sus molestias, catalogándolas de "amores neuróticos de mono".
Pero al terapeuta no le importa el contenido real literal de una historia, sino su verdad
psicológica. Jung comentó una vez que el sufrimiento neurótico era un sufrimiento falso, lo que
según mi opinión significa, que el dolor experimentado no tiene ninguna relación con su supuesta
causa. Todos nosotros conocemos aquellos casos de falso sufrimiento neurótico: la mujer
histérica que encuentra todos los motivos posibles de por qué no puede aceptar ningún trabajo en
el mundo exterior; el pequeño funcionario que se queja constantemente de sus desconsiderados
jefes, pero que tiraniza a sus propios subalternos; el ostentoso hombre independiente que habita
en los bosques en una cabana que está a medio terminar y que en invierno casi se congela. En
todos esos casos se trata de ejemplos de sufrimientos falsos, de débiles llamadas pidiendo ayuda
y simpatía, a las que nosotros, que no nos concierne, con frecuencia simplemente no les
prestamos atención. De alguna manera encontramos aquellas situaciones, como exageradas,
artificiales y deseadas y a menudo designamos tal comportamiento junto con Eric Berne, como
"juego de los adultos".
Siempre cuando en el transcurso de una terapia tengo a la vista el plano existencia!, me acerco a
esas estructuras neuróticas de vida con la pregunta tácita: "¿Cuál auténtico sufrimiento sirve de
base para los síntomas visibles?" ¿Qué miedo profundo y arcaico o qué trauma acecha bajo la
superficie de esa historia?
Bajo la aplicación de diversos métodos que describiré más adelante, se logran abordar, con
ayuda de la terapia de preexistencia, profundas capas del complejo respectivo, es decir, un plano
en que las cosas en cierto modo salen a la luz en bruto y también en forma desenfrenada. Porque
solamente la seguridad garantizada por la situación terapéutica anima al cliente a abrirse paso
hasta las raíces de su complejo, de manera que emerja la energía correspondiente y pueda ser
liberada.
Detrás de los temores de una ama de casa oprimida por el miedo a morir, se esconde tal vez la
antigua historia de una esclava negra que ha sido rematada en una subasta, expuesta a
humillaciones y a abusos sexuales y que posiblemente al final se ha suicidado. Todo eso quizá
produce en el inconsciente de la cliente en referencia, un miedo invencible por la plaza del
mercado, negándose a salir a la vida
El pequeño funcionario mencionado más arriba, que les hace la vida imposible a sus
subalternos, tal vez ha sido estafado en una existencia "feudal" anterior, perdiendo sus terrenos
sin tener la posibilidad de vengarse, de modo que en su actual vida laboral representa una y otra
vez su combate inconcluso por el triunfo y la derrota.
Un hombre o una mujer joven que se retira a los bosques, tal vez anteriormente ha sido alguna
vez miembro de una tribu de indios y siendo un niño pequeño ha huido al bosque para escaparse

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de una masacre, y ha encontrado al volver a la aldea, los cuerpos mutilados de los padres y de los
miembros de la tribu. Toda la vida actual de una persona así, se estructura posiblemente alrededor
del miedo de vivir realmente en el mundo, y aunque la vida en los bosques es aparentemente
segura y protegida, la persona afectada envía, sin embargo, mensajes desesperados pero
ambivalente, para llamar la atención de los demás respecto a su desamparo y soledad;
El hecho de relatar historias preexistenciales tiene como propósito, por lo tanto, llevar de vuelta
a sus auténticas raíces psíquicas el sufrimiento neurótico del respectivo individuo, y desprender a
éste de la situación actual, con la que nada tiene que ver en el fondo. Como también muestra el
ejemplo de Elizabeth mencionado anteriormente, el miedo habitualmente se disuelve y
desaparece, en cuanto es percibido de una manera nueva y ajustada a la realidad, de modo que el
cliente pueda llevar una vida aliviada.

También el cuerpo cuenta sus historias


Freud ha demostrado que un síntoma histérico, como por ejemplo, un brazo paralizado, muchas
veces es una expresión simbólica congelada de un suceso reprimido relacionado con dolor. Así
por ejemplo* la incapacidad de movimiento de un brazo puede tener algo que ver con miedo al
contacto o a un abrazo. En el último tiempo, la psicología popular nos ha familiarizado con
términos como "idioma del cuerpo" o "molestias psicosomáticas".
Cuando escucho las historias de mis clientes, observo al mismo tiempo la expresión de su
cuerpo y me hago entregar, además, un informe detallado acerca de sus enfermedades corporales,
poniendo especial atención, bajo qué circunstancias de vida se ha presentado cada enfermedad.
Con eso he aprendido, que en cada síntoma orgánico crónico; especialmente cuando éste no
reacciona con un tratamiento convencional, como por ejemplo, dolores de espalda, eyaculación
precoz o asma; está escondida una antigua historia de duros golpes del destino^ de miseria o de
una muerte violenta. Las personas que sufren de dolores de espalda, a menudo ven ante sus ojos
interiores, escenas en las cuales son apuñalados, golpeados, triturados o quebrados, o tienen que
sufrir una carga insoportable. En relación con la eyaculación prematura, aparecen con frecuencia
imágenes de vergüenza, de humillación o de abuso sexual. Los asmáticos experimentan múltiples
estados que se caracterizan por el miedo a ahogarse o a la muerte por asfixia.
El cuerpo y sus diversos sufrimientos, dolores y disfunciones, presentan testimonios
sumamente elocuentes de la historia del alma, si solamente se sabe leer correctamente los signos.
Mi procedimiento terapéutico es totalmente sencillo. Les pregunto a mis clientes solamente;
"¿Cómo se siente su dolor?" En busca de una descripción apropiada, la persona se concentra en el
complejo somático y encuentra metáforas que la mayoría de las veces revelan muy rápidamente
los elementos de una historia. Un dolor puede mostrar rasgos asombrosamente específicos:
"Tengo la sensación de que algo entra a mi cabeza por el ojo izquierdo y sale por un lado del
cuello", me dijo una vez un cliente. Segundos después él vio de repente una flecha y se encontró
inesperadamente en un campo de batalla, donde fue derribado por el fuego enemigo. "Mi brazo se
siente como si alguien o algo lo tirara y lo retorciera", explicó otro cliente. "¿Y qué lo tira?",
pregunté, "Oh¿ ayuda^ es un animal, un león. Estoy en la arena de un coliseo. Me destrozan".
Poco después él experimentó otra vez su horrible fin como mártir cristiano y en forma
sorprendente desaparecieron muy rápidamente los dolores crónicos, para los cuales no se había
podido encontrar anteriormente una explicación orgánica.
Pero aunque determinadas molestias físicas en la vida actual tienen sus causas específicas, yo
estoy entretanto más convencido que nunca, que cada enfermedad, cada accidente y cada
vulnerabilidad, se compone de varias capas. Si cada equivocación tiene corno base un complejo

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reprimido; como observó Freud; ¿por qué no debería eso entonces también regir para cada caída
sobre el hielo, cada accidente automovilístico y cada enfermedad que nos ataca inesperadamente?
En caso de que efectivamente cada infortunio que nos ocurre tenga como origen un complejo
reprimido, ¿no podría quizás haber detrás de ese complejo una agobiante experiencia
preexistencial?
El hecho de que los problemas orgánicos frecuentemente tienen una causa preexistencial, se ha
confirmado reiteradamente en el transcurso de mi trabajo terapéutico. Por eso he procedido a
informarme con mis clientes, de todas sus enfermedades, accidentes y molestias crónicas más
importantes, y especialmente de la edad en que aparecieron por primera vez, cuando me relatan la
historia de su caso.
Jane, una cliente de un poco más de cuarenta años de edad, experimentó en la regresión
terapéutica, otra vez la existencia de una mujer de la época de los pioneros del oeste
norteamericano, que había sido tan gravemente herida en la columna vertebral por un carro al
volcarse, que falleció por eso. Tan sólo bien al final de la regresión, me di cuenta que había
olvidado completamente preguntarle por su edad en aquel entonces. "¿Qué edad tenía usted,
cuando quedó debajo del carro?", pregunté yo. "Veintisiete años", dijo ella muy decididamente.
"¿Y hace usted alguna asociación en esta vida con el número veintisiete?", sondeé. De repente
apareció una expresión de asombro en su cara. "Oh, Dios mío", exclamó ella, "a los veintisiete
años tuve que ir al hospital a causa de una grave infección a los ríñones. Los médicos tuvieron
dificultades para diagnosticar correctamente la enfermedad. Casi hubiera muerto esa vez". Ella se
puso la mano en el lado izquierdo de su espalda. "Los dolores eran insoportables; exactamente
aquí, justo en esta parte donde esa vez me golpeó el carro". Después, cuando seguimos
conversando, se hizo cada vez más evidente que ella había sufrido una gran crisis a los veintisiete
años, tanto en esta vida como en esa anterior. Atormentadoras dudas acerca del rumbo que debía
tomar en su vida y sentimientos de inferioridad a causa de su condición de mujer soltera, se
habían presentado en ese momento crucial de su vida anterior y la habían llevado directamente a
la catástrofe. Cuando en su vida actual habían aparecido problemas parecidos, su cuerpo había
comenzado en cierto modo, a repetir una vez más la antigua historia.
Ocasionalmente los síntomas orgánicos aparecen en los clientes desde el principio, como en el
caso de un joven escritor que una vez me consultó. Ese hombre joven había tenido varios
accidentes al esquiar, que habían hecho necesarias muchas operaciones en su rodilla derecha,
cuyas consecuencias se hicieron notar en él cuando tenía como treinta años de edad, siempre en
forma de severos ataques de dolor. Al indagar esos dolores, se dejó ver que por lo menos tres
existencias anteriores tenían relación con la pierna. Primero, él relató acerca de una amputación
de la pierna en las trincheras de la primera guerra mundial. Luego vino un recuerdo del siglo
dieciocho, donde había caído en combate y le habían disparado en la misma pierna, debajo de la
rodilla. Y finalmente él experimentó una existencia mucho más anterior, en la que había perdido
la pierna de un modo aún más horrible. Todo parecía como si él reviviera en esta vida, sus
antiguas heridas de guerra, aunque la profesión que había elegido no concordaba con eso.
En otro caso todavía más serio, traté a un hombre que sufría mucho por su impotencia; también
en él se había fijado en una determinada zona del cuerpo, un complejo preexistencial
profundamente arraigado. El hombre, al que llamaré Gregory, ya había intentado con otras
terapias infructuosamente. En nuestra entrevista yo adquirí la impresión, que el sentimiento
predominante que él relacionaba con sus genitales, era vergüenza. Además, sus genitales eran
extremadamente sensibles.

Poco después que le había pedido a Gregory que se entregara completamente a la vergüenza
relacionada con sus genitales, él se encontró trasladado a un castillo del tiempo de la
Revolución Francesa. El está vestido como un bufón exhibiendo los genitales. Delante de él se

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encuentra una muchedumbre indignada, que en ese momento se ha abalanzado a través de las
destruidas puertas del castillo. La gente lo rodea, lo golpea salvajemente y lo castra. Él no se
defiende y muere con la idea: "Lo tengo merecido ". Cuando le pido que pase a una fase anterior
de esa vida, salen claramente a la luz, las causas de su muerte y de su vergüenza sexual. El joven
servidor de su Señor en el castillo, designado ya tempranamente como bufón, es obligado a
participar en los excesos de los degenerados y aburridos nobles, a los que está expuesto sin
protección. Una de las prácticas de esa gente que él detesta profundamente, consiste en
obligarlo a hacer sus bromas, mientras los nobles señores se divierten abusando sexualmente de
la manera más perversa, de una muchacha campesina que han secuestrado. Frecuentemente las
muchachas son asesinadas y ocultadas secretamente, después de haber sido horriblemente
maltratadas. Impotente de poder hacer algo contra esas infames prácticas y profundamente
afectado por el cruel destino de las jóvenes mujeres que pertenecen a su misma clase social, el
bufón repara finalmente su impotente complicidad, ofreciendo sus genitales en sacrificio a la
horda de campesinos que penetra al palacio. El tiene la sensación de haber traicionado a su
propia clase, a las muchachas y a su sexualidad. Tales pensamientos y sentimientos se activaban
en el subconsciente del hombre, cada vez que quería efectuar un acto sexual con su mujer. El
hecho de haber podido contar esa horrible historia, ayudó mucho a Gregory a recuperar su
autoestima y a mejorar la relación matrimonial con su esposa.

Con frecuencia el trabajo terapéutico es justam ente lo m ás efectivo que puede ser, cuando
recuerdo se mantiene en el plano corporal, en la forma antes descrita. Absolutam ente sin ning
duda, m uchas personas están sólo débilm ente conscientes de su cuerpo y por eso éste alm ac
justam ente sus com plejos m ás profundam ente reprim idos. La idea de com plejos que contien
restos de experiencias físicas, tam bién es sólida desde el punto de vista de la doctrina del karm
Así por ejem plo, los tibetanos designan la época actual de la historia de la hum anidad com o "
de los restos im puros". El procedim iento recién descrito, abre tam bién nuevas y provocati
perspectivas en el cam po de la llam ada m edicina psicosom ática. En un próxim o capítulo trat
esto m ás detalladam ente. Pero prim ero nos dedicarem os al cuerpo, ya que una gran parte de
percepciones que tenem os, tienen que ver directam ente con nuestro organism o; eso lo h
dem ostrado claramente desde hace más de una generación, expertos que están familiarizados
la con
terapia de Reich, con el m étodo de A lexander, con la terapia de m ovim iento y de voz o c
sensory- aw areness. La terapeuta de movimiento Anna Halprin ha indicado con mucha razón,
"cada parte del cuerpo tiene una historia que contar". A eso quiero agregar, que m uchas de e
historias resultan ser elementos de existencias anteriores.

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5. La multidimensional psiquis

El pensamiento es esclavo de la vida y la vida es bufona del tiempo; y el tiempo,


que todo el mundo ve pasar ante sí, tiene que terminar.
Shakespeare, Enrique IV.

No hay que imaginarse el tiempo del alma como un torrente parejo... Él es más
bien esporádico, no sólo en el sentido de que conoce interrupciones y vacíos... Él
conoce también muchas personificaciones divinas y les cambia su carácter y su
apariencia. El multicentralismo de la psiquis exige nada menos que un tiempo
multiforme.
Edward S. Casey, Time in the Soul

Una nueva supresión del tiempo


Muchas personas que están presentes por primera vez en una sesión de preexistencia, se
asombran de que, por ejemplo, un cliente se encuentra dentro de pocos minutos en el propio
nacimiento, en el vientre de la madre o en alguna parte de la historia sumeria, es decir, en una
situación que se remonta a miles de años. ¿Cómo es posible eso, si se necesita un psicoanálisis de
años para sólo descubrir uno o dos traumas de la primera infancia?, preguntan ellos. Yo diría que
ellos, a causa de la estructura de nuestro idioma y del procedimiento del psicoanálisis, han
adoptado un concepto del tiempo, según el cual la antigua Sumeria o la primera infancia se
consideran "muy lejanas" o "de difícil acceso", comparables con Mongolia o Australia, a las que
se puede llegar solamente con mucho esfuerzo desde Europa o América.
Jorge Louis Borges nos ha llamado la atención en ese punto, en su brillante ensayo "Una nueva
refutación del tiempo". Ahí dice:

Nuestro idioma está tan perfectamente animado por una determinada percepción del tiempo, que en
todas estas páginas posiblemente no hay ni una sola frase que no presuponga o evoque esa idea.

Lo mismo vale prácticamente para el pensamiento psicológico total, en cuanto éste se ocupe del
pasado. Incluso los conceptos "causa y efecto", que están en el centro de la ciencia newtoniana
(cuyos principios en la mayoría de los casos valen hasta ahora para la psicología como
obligatorios), parten de la idea de una dirección irreversible del tiempo.
Y de hecho, nosotros los psicólogos estamos también tan sujetos en ese pensamiento, que
suponemos con suficiente frecuencia, que nuestra incapacidad para designar las causas y los
orígenes, tiene algo que ver con la dirección del flujo del tiempo. La causa de un sufrimiento,
decimos, está tan lejos "atrás" en la primera infancia, que sencillamente ya no es accesible para la
consciencia. En vista de la circunstancia que incluso psicoanalistas excelentemente capacitados,
se ven en ese punto, puestos ante un problema casi sin solución, no asombra que la mayoría de la
gente, tanto expertos como personas comunes, no piensen ni siquiera en sueños, buscar el origen
de los sufrimientos emocionales en existencias anteriores. Si ni siquiera podemos regresar al

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principio de esta vida, así dice el argumento, ¿por qué deberíamos entonces afanarnos con
existencias que se remontan a miles de años? Pero si en ese contexto tenemos presente la muy
aceptable observación de Borges, tal vez nos demos cuenta que vagamos en un laberinto de
ilusiones, que está colocado en la estructura misma de nuestro idioma. Tal como el filósofo
Immanuel Kant observó, "nos imaginamos la secuencia del tiempo a través de una línea que
avanza hacia el infinito..." Y ese es exactamente el punto decisivo: Nos imaginamos el tiempo en
forma espacial. Eso lo muestra también el idioma cuando hablamos, por ejemplo, de un "largo
tiempo" o de un "suceso lejano" o de "regresar a una existencia anterior". Ninguna de esas ideas
se entiende sin la imagen de espacio o de movimiento en el espacio. Incluso la palabra "provenir"
(origen) también despierta asociaciones con el espacio.
Sin embargo, si nos liberamos de la idea restrictiva de un tiempo que transcurre en forma lineal,
podemos repentinamente visitar en forma rápida y sin obstáculos, todas las áreas posibles de la
psiquis. Bajo tales circunstancias, cualquiera de nosotros puede "considerarse un rey de regiones
inmensurables", como Hamlet.
En una de sus breves historias, Borges describe cómo un grupo de investigadores de lo oculto
se encuentra inesperadamente sobre un Alef, un diminuto lugar sobre la Tierra, provisto de una
energía especial. Quien se detiene en ese lugar, puede ver claramente toda la historia de la
humanidad "en un solo momento". Casi no puedo imaginarme una imagen adecuada para esos
extraños sucesos, con los que se han encontrado muchos de los revolucionarios investigadores de
la psiquis humana en los decenios pasados. Después de haber conocido la meditación Zen, Fritz
Perls, el fundador de la terapia de Gestalt, hizo referencia una y otra vez a la destacada
importancia del "ahora". Stanislav Grof ha observado a lo largo de sus estudios con LSD con
cientos de personas de prueba, la múltiple dimensión de la psiquis. El revolucionario trabajo que
Milton Erickson ha hecho en el campo de la inducción del trance hipnótico, ha guiado nuestra
atención al significado de las fluctuaciones mínimas de la corriente de la consciencia. Ese y otros
terapeutas recalcan una y otra vez la prioridad de la "experiencia directa" frente al síntoma o a la
categorización diagnóstica, a la historia de la familia, a la constelación de Edipo, a la
configuración de la realidad, a los disturbios de conducta o a otras abstracciones. Porque todas las
posiciones mencionadas, por fin presionan suavemente al paciente hacia las categorías
intelectuales del terapeuta, una táctica, que por muy bien pensada que pueda ser, influencia el
efecto de la terapia. Antes de que hubiera comprendido completamente ese contexto, a mí mismo
también me gustaba involucrarme en discusiones bien intencionadas acerca de la experiencia del
paciente, en vez de limitarme simplemente a tomar conocimiento con empatía, del Aquí y Ahora
de sus sentimientos y pensamientos directos. Ya que es efectivo que en cuanto hablamos acerca
de sucesos como si fueran "presentes", casi los volvemos a vivir. Porque finalmente, entre
nosotros y los sucesos mismos, están las estructuras de tiempo construidas por nuestro idioma,
como también la falsa percepción "lineal" de la realidad que tiene nuestra memoria y que está
interrelacionada con esas estructuras.
En los últimos años se vislumbra cada vez más, que se inicia un "nuevo paradigma" en la
psicoterapia, un nuevo punto de vista de la psiquis humana, que rechaza el antiguo mecánico
dualismo newtoniano-cartesiano de cuerpo-espíritu, causa-efecto, de tiempo que se extiende en el
espacio en forma lineal, a favor de un modelo holográfíco u holonómico de la dinámica psíquica;
un modelo que Jorge Luis Borges ya había anticipado poéticamente hace muchos años.
Para una visión general más perfecta y competente de lo que yo puedo darle aquí, se
recomienda al lector el libro de Stanislav Grof Beyond the Brain. No obstante, deseo todavía
reproducir brevemente aquí, una provocativa historia de la tradición de la escuela budista Hwa-
Yen, que Grof cita en el mencionado libro (y que como metáfora para espacio y extensión,
corresponde exactamente al punto Alef, la metáfora-tiempo de Borges).

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La emperatriz Wu, que se sentía demasiado exigida por la complejidad de la literatura Hwa-
Yen, le pidió a Fa Tsang, uno de los fundadores de la escuela, que le diera un ejemplo descriptivo
y sencillo de la dependencia recíproca de todos los sucesos cósmicos. Fa Tsang hizo poner
primero una vela encendida en el candelabro del cuarto que estaba revestido con espejos por
todos los lados, para demostrar el nexo de la unidad con el total. Luego puso un pequeño cristal
en el medio del cuarto e indicó que en él se reflejaba cada detalle del ambiente; y él aclaró de esa
manera, cómo en la realidad suprema, sin la menor dificultad, lo infinitamente pequeño contiene
en sí lo infinitamente grande y lo infinitamente grande lo infinitamente pequeño.

Difíciles y desconocidos, como pueden ser esos principios para todos aquellos que todavía
están adormecidos en lo que William Blake denominó "suefio newtoniano" (es decir, que buscan
las causas en la infancia, localizan determinados sucesos en el cerebro y desean atar el cuerpo con
el espíritu con conceptos estériles), le abren, sin embargo, algunas posibilidades radicalmente
nuevas a la práctica terapéutica. Ya que, de acuerdo al principio holonómico, en la psiquis se
debería reflejar efectivamente en forma recíproca todo lo sucedido y luego no existir para el
terapeuta solamente un punto de entrada desde el cual él pueda obtener acceso a un complejo.
Daría entonces exactamente lo mismo, si yo comienzo con la infancia del paciente, con su
cuerpo, con su actual situación de vida, con el trauma del nacimiento o con existencias anteriores.
Cualquiera de esos aspectos nos puede llevar directamente al corazón del complejo, si solamente
procedemos apropiadamente. Al dirigir mi atención cuidadosamente y sin prejuicios sobre el
contenido del relato directo de mi cliente y considerar la resonancia simbólica de sus expresiones
verbales y su expresión corporal, puedo hacer accesibles dentro de un tiempo corto, todos los
demás niveles de problemas.
Ya sea que comencemos con un pensamiento o con un recuerdo fragmentario, con un
sentimiento vago, con la imagen de un sueño, con un dolor o con la calidad de la respiración,
siempre constataremos que nos movemos sin esfuerzo entre los diversos planos de la realidad
psíquica y que siempre podemos seguir penetrando en los mundos entrelazados entre sí. De esa
manera puede suceder, que un cliente dentro de una sola sesión de dos horas, de una aguda
experiencia de sufrimiento se zambulle repentinamente en una existencia anterior, luego pasa a
un recuerdo del nacimiento o llega a una experiencia de la infancia y tiene incluso algunas
experiencias transpersonales o arquetípicas.

El caso de Susan:
Los sentimientos de culpa de una artista holandesa
del siglo diecisiete
Un ejemplo especialmente descriptivo de cómo ya en una sesión de dos horas se puede llegar a
una diversifícación a tal punto multiforme, es el caso de una joven mujer a la que llamaré Susan;
frecuentemente son necesarias, sin embargo, varias sesiones.
Susan tenía treinta y cuatro años de edad y era una pintora profesional que vino a verme con
una gran cantidad de difusas molestias, para iniciar una terapia: Ella no se llevaba bien en su
matrimonio y tenía grandes sentimientos de culpa frente a su madre, de cuya casa se había
mudado; ella tenía la sospecha de que sus problemas tenían que ver de alguna manera con una
existencia anterior como pintor en Holanda. Mientras ella me relataba todo eso, me llamó la
atención que sus hombros estaban totalmente tensos. Daba la impresión de que ella se
consideraba varios centímetros más alta que lo preciso.

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A ella le resultaba muy difícil relajarse con el encauzamiento preliminar y por eso le ofrecí
masajear sus hombros y su cuello. Ella accedió y yo comencé con el masaje en la musculatura de
sus hombros y de su cuello, que estaban totalmente tensos; junto con eso, ella tenía que dirigir su
atención a imágenes que surgieran eventualmente. No pasó mucho rato hasta que ella se introdujo
en la vida de un empobrecido pintor del siglo diecisiete. El pintor tenía una esposa y un niño
pequeño que apenas podía alimentar. Él trabajaba como endemoniado en la realización de un
cuadro y a través de eso descuidaba a su familia por completo, incluso una vez que el niño se
enfermó gravemente. Para su horror, el estado del niño se empeoró y finalmente murió; además,
su amargada esposa lo abandonó. La escena clave en nuestro trabajo fue la siguiente:

(Terapeuta: T, Susan: S)
T: "¿Adonde va usted ahora?”
S: "Camino a lo largo de los canales. No puedo encontrar a mi esposa. Definitivamente ella me
ha abandonado ". T: " ¿Y adonde va usted ahora? " S: "Yo creo que otra vez a la casa. ¡Oh,
no! No quiero volver allí". (Ahora sus hombros se
ponen tensos notablemente). T: "Respire profundo y diríjase
a la casa y mire que pasa allí".
(En ese momento, Susan, que hasta ahí había estado acostada sobre el sofá, se sentó
rápidamente, se tomó la garganta y gritó). T: " ¿Qué ha
pasado?” S: "¡Dios mío! Me he ahorcado”. (Suspira
profundamente).

Después nos dedicamos a revisar la experiencia de la muerte y las estremecedoras emociones


que estaban ligadas a la pérdida de la mujer y del hijo. Pero eso no era todo aún. Cuando le
pregunté, después de un rato, dónde se encontraba ahora, ella experimentó espontáneamente
cómo había llegado al mundo en su "último" nacimiento, con el cordón umbilical alrededor del
cuello. Después que ella había vivido ese segundo trauma y siendo un bebé había alzado la vista
para mirar a su madre, de pronto se le aclararon algunas cosas:

S: "Yo sé por qué estoy aquí". T:


"¿Y por qué está usted aquí?”
S: "Para estar cerca de mi madre " (suspira). "Ahora sé quién es ella ". T:
"Dígame quién es ella”.
S: “Ella es el bebé que murió aquella vez. Ahora comprendo que todo el tiempo traté de
recompensar en ella mi falta de cariño de aquel entonces”.

En esa sesión, ya de todos modos sumamente densa, se hace evidente cómo se habían
mantenido, o sea introducido profundamente en su psiquis, los sentimientos de culpa que
conservaba el pintor holandés a causa del descuido y de la muerte de su hijo en el momento de su
suicidio expiatorio. Todos los sentimientos de culpa por el abandono del pequeño niño en aquel
entonces, la joven mujer los había asociado después con su madre y éstos se reflejaban
nuevamente en el trauma de su nacimiento y se le habían "instalado" hasta el día de hoy en la
zona del cuello y los hombros. Ella se había castigado inconscientemente todo el tiempo a sí
misma y por eso tampoco podía dejar la exagerada sensación de responsabilidad que sentía frente
a su madre. En las siguientes sesiones ella logró, sin embargo, hacer más fácil su situación
conyugal; para qué hablar de sus hombros, que habían bajado varios centímetros.
Es fácil apreciar que en el complejo de Susan se combinaban diversos planos y aspectos. En
primer lugar llamaba la atención su expresión corporal; deseo llamar a eso, el aspecto somático

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de su complejo. Yo estaba completamente seguro de que sus hombros tenían una historia que
contar, pero al principio no sabía qué podía ser. Luego noté con un sencillo ejercicio de enfoque,
que ella no podía aflojar nada en esa parte de su cuerpo. Yo estaba, por lo tanto, agarrado en una
resonancia simbólica, que de alguna forma tenía que tener algo que ver con "retener", con "llevar
un peso" o posiblemente con "no me hagas daño".
Hasta ahora yo había dependido de suposiciones bastante inmaduras y siguiendo el principio de
la experiencia directa, le hice dirigir su atención a la zona de sus hombros, en lo que yo la
apoyaba por medio de mis masajes terapéuticos. Eso lo hacía yo para llevarla a una confrontación
con su cuerpo. Yo también habría podido obtener el mismo efecto por medio de muchos otros
métodos. Con la aplicación del procedimiento de Reich, le habría pedido, por ejemplo, que
exagerara más la posición de su cuerpo, para revivir los sentimientos que ella bloqueaba
inconscientemente en la tensa musculatura de sus hombros. De acuerdo a la técnica de Gestalt, le
habría pedido a sus hombros que me dijeran lo que sentían. Las respuestas respectivas habrían
sido entonces algo así como: "Me pesa tanto cargar con todo eso. Es sencillamente demasiado
doloroso. No debo hacer nunca más algo así. No debo aflojar. Todo es solamente falla mía", etc.
La rapidez con que Susan llegó al plano preexistencial de su complejo, me sorprendió esa vez
en cierto modo. Yo había esperado en parte, que la tensión de sus hombros tuviera que ver de
alguna forma con sus problemas matrimoniales actuales, de los que ella había hablado al
principio. Si yo hubiera seguido esa pista, entonces habríamos estado en lo que yo llamo plano
existencial de su complejo, es decir, en el sector de lo que la conmovía especialmente en el
momento actual. Pero no, el masaje había puesto a Susan en contacto con otro plano de su
inconsciente, y en ese plano corporal, el complejo tenía muchas resonancias simbólicas intensas,
que empujaban por salir a la superficie. Por cierto ella había mencionado, que por primera vez
durante una meditación había llegado a ver una punta de aquella existencia anterior, pero en
aquel entonces ella no tenía ninguna idea consciente de cómo eso estaba conectado con su
matrimonio, con su madre y con sus hombros.
La razón de por qué la tensión de sus hombros estaba tan estrechamente relacionada con la
problemática de su madre, se dedujo tan sólo cuando Susan experimentó una vez más el trauma
del suicidio por ahorcamiento, (yo quiero hacer notar que es típico que los hombros se levanten
en forma refleja para proteger el cuello y la cabeza, aun cuando se tenga muy conscientemente la
intención de matarse colgándose, es decir, ahorcándose). Un modelo parecido he notado con
varios pacientes que en una existencia anterior han sido decapitados, estrangulados o colgados.
También clientes en cuyo inconsciente ha permanecido el recuerdo de graves heridas y golpes en
la cabeza, con frecuencia levantan notoriamente sus hombros como actitud de protección (en el
capítulo 7 se encuentra otro ejemplo de eso).
Después que se activó tanto el aspecto somático como el preexistencial del complejo, esa
patética historia del pintor sin recursos y de sus sentimientos de culpa, resultó ser una gran
oportunidad para descargar en forma catártica los sentimientos de culpa, de desesperación y de
odio a sí mismo que aún quedaban. La resonancia simbólica de "eso me oprime la garganta" del
momento de la muerte de aquel entonces, llevó a Susan a la vivencia de su nacimiento o a ciertos
niveles de su complejo, que Stanislav Grof llamaba "aspectos perinatales". Así, ella experimentó
otra vez la tortura de casi ahogarse en el nacimiento. El recuerdo corporal había servido en cierto
modo de puente entre la experiencia de la muerte y la experiencia del nacimiento. (Con
frecuencia la emoción también transcurre al revés: del miedo que se ha sentido de ahogarse en
flema en el nacimiento, hacia el recuerdo, por ejemplo, de una muerte anterior causada por
anegamiento).
Lo que le sucedió a Susan inmediatamente después de su nacimiento, es otro ejemplo de
aquella consciencia con muchas capas, que se deja ver cuando un complejo se puede expresar
completamente. Por un lado ella se sentía por cierto como el bebé desvalido que ha llegado a este

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mundo sólo a duras penas; en otro plano, en cambio, ella tuvo una revelación casi trascendental.
Ella obtuvo una visión profunda y muy significativa de su destino, o karma, como también se
podría decir. Yo llamo a eso, el plano arquetípico, porque de ahí se deduce un significado lleno
de resonancias espirituales y simbólicas. Susan "sabía" de alguna manera, que estaba en deuda
con su madre (karma), que la circunstancia que el cordón umbilical casi la había estrangulado
debía recordarle simbólicamente su culpa preexistencial y que una parte "superior" de ella había
llegado de alguna manera a la decisión de nacer de esa forma otra vez, para poder estar con su
madre.
Tales "tomas de conocimiento" arquetípicas o relámpagos de visión profunda, aparecen
frecuentemente después de una experiencia preexistencial de muerte, es decir, en una situación
donde la conciencia se encuentra en una especie de lugar intermedio. En ese lugar entre las
existencias, que los tibetanos llaman bardo, nos encontramos muchas veces con una figura
sobrenatural, con un ángel o con un ser vestido de blanco, que nos revela el significado simbólico
de la vida y de la muerte. Así por ejemplo, una mujer que en la regresión pudo acordarse de
varias existencias bastante egocéntricas y materialistas, como comerciante, como potentado y
como rico burgués, tuvo un encuentro con una de aquellas figuras de color blanco radiante. Esa
figura dijo muy simplemente: "Tú has estado presa demasiado tiempo en ese modelo de vida".
De inmediato se vio ante sus ojos interiores como misionera que trabajaba en un hospital de lepra
en África. Esa fue la siguiente vida de la que pudo acordarse, una vida altruista al servicio de la
entrega de satisfacción, en la que las cosas materiales tenían muy poca importancia. El hecho de
que aquellas profundas visiones se presenten ya sea en el momento de la muerte o del nacimiento,
no es de ninguna manera asombroso, si se piensa que esos dos momentos son, al fin y al cabo, los
sucesos arquetípicos más importantes en la vida de una persona. Cuando el complejo entra en
contacto con la experiencia de la muerte o del nacimiento, se recuerdan repentinamente todos los
nacimientos y muertes anteriores, y con esa resonancia arquetípica tiene lugar simultáneamente
una consciencia mucho más amplia, un conocimiento sobrenatural casi total. No en vano el
momento de la muerte es de extrema importancia para los budistas tibetanos. Porque en ese
momento se decide si la persona logra liberarse del karma o si acumula incluso más karma. Como
debe haber notado el lector al leer los ejemplos de los casos presentados hasta aquí, le doy
especial importancia a que el cliente experimente ambas transiciones, nacimiento y muerte, tan
conscientemente como sea posible.
Volvamos a la sesión de Susan y a los diversos planos en que se manifestó su complejo. Al
final de la sesión, Susan tomó nuevamente estrecho contacto con su vida actual, con sus
deliberaciones posteriores. Ella pudo entonces darse cuenta que durante toda su vida se había
preocupado por su madre y que se había sentido responsable por ella de algún modo. También se
le aclaró que esas preocupaciones y los temores correspondientes, se habían fijado
simbólicamente en su garganta y en sus hombros. Pero detrás de ese aspecto existencial, también
se escondían esos sentimientos de culpa que se habían acumulado en ella, cada vez que había
fracasado frente a su madre, cuando era niña.
La última situación descrita yo la designo como el aspecto biográfico del complejo.
Habitualmente, la psicoterapia tradicional dirige principalmente su atención sobre ese plano, y
cada complejo contiene normalmente un rico repertorio de asociaciones que provienen de la
primera infancia, de la niñez y de la época de la adolescencia. Sin embargo, en el caso de Susan
hemos evadido el material biográfico y hemos tomado contacto de inmediato con el plano de sus
recuerdos preexistenciales. Con otros clientes comienzo casi siempre con los problemas agudos y
luego paso a los recuerdos de la primera infancia, antes de ocuparnos de los recuerdos
preexistenciales o perinatales. Pero con respecto a eso, no existe un procedimiento fijo que sirva
para todos los casos. La secuencia de las imágenes depende en forma decisiva de la resonancia
simbólica y de las conexiones de asociaciones que hay entre las respectivas imágenes.

68
Complejo, COEX y la Rueda del Loto

De ese análisis de mi sesión con Susan se pueden denominar seis aspectos, que según mi
opinión, se pueden diferenciar en cada complejo.

1. El aspecto existencíal: La actual situación real: "Mí matrimonio y mi madre".

2. El aspecto biográfico: Rastros de recuerdos de la infancia y de fases posteriores de la vida:


"Desde mi infancia me he preocupado permanentemente de mi madre".

3. El aspecto somático: Tensión crónica del cuerpo: "Todo eso se me ha fijado en el cuello y en
los hombros".

4. El aspecto perinatal: El trauma de que en el nacimiento se hubiera colocado el cordón


umbilical alrededor del cuello: "¿Merezco vivir siquiera?"

5. El aspecto preexistencial: El sentimiento de culpa por el abandono de un niño moribundo, que


indujo al suicidio: "Todo es mi culpa. He merecido la muerte".

6. El aspecto arquetípico: Visión espiritual de la culpa kármica y profunda conexión emocional


con la madre: "Me he decidido a preocuparme por ella".

Por supuesto este cuadro no está completo, como lo indicarán sesiones posteriores, pero abre un
acceso notablemente múltiple hacia un complejo que recorrió la vida de Susan como un tema de
fondo. La muerte por medio de la cuerda a causa de una grave culpa, era el mito inconsciente de
Susan, el argumento de acuerdo al cual había vivido siempre, sin saberlo bien en realidad.
La secuencia en que los diferentes aspectos del complejo de Susan entraron en su consciencia;
cuello, existencia anterior, muerte, nacimiento, vida actual; se puede variar ciertamente a
voluntad, según el procedimiento terapéutico que se elija. Para hacer más claro esto, quiero
proponer que nos imaginemos la multidimensionalidad del complejo en forma de una flor de loto
de seis pétalos. Aplicada a la práctica terapéutica, la imagen de la rueda del loto ofrece la ventaja,
que durante el trabajo con el cliente referente a los aspectos antes mencionados, no existe ni un
orden rígido de posición ni un punto "absoluto" de acceso. En el caso de Susan, habríamos
podido comenzar con cualquiera de esos aspectos y continuar simplemente en la dirección que se
había tomado y aun así, al final habríamos penetrado al centro emocional del complejo. Un
terapeuta de Reich probablemente se habría conformado exclusivamente con trabajo corporal, es
decir, se habría concentrado en el aspecto somático, mientras que un terapeuta primario
posiblemente habría confrontado a Susan directamente con su experiencia de nacimiento, es
decir, con el aspecto perinatal, y así sucesivamente; y cada vez la técnica respectiva habría tenido
efecto. El lector que está familiarizado con las diversas posiciones terapéuticas podrá decir, sin
más ni más, con cuál o con cuáles aspectos de un complejo se ocupa principalmente cada escuela
en cada caso.
La imagen del loto debe hacer claridad, por lo tanto, que todos los diversos métodos
terapéuticos para emprender el tratamiento de un complejo son igualmente válidos. Pero con eso
no basta: Los pétalos de la rueda del loto, además, se cubren parcialmente unas con otras, lo que

69
quiere hacer notar, que los aspectos de un complejo se reflejan y coinciden recíprocamente
en parte.
Es decir, la imagen quiere decir substancialmente lo mismo que la parábola china citada
por Grof, acerca del salón de espejos y del reflejo del pequeño cristal. Pero ésta proporciona
también una impresión de la simultaneidad o de la íntemporaíidad que se siente en el
encuentro con el inconsciente, que llenó de asombro tanto a Freud como a Jung. Freud dijo,
por ejemplo, una vez: "En el inconsciente nada se puede llevar a un término; allí nada
simplemente pasa o se olvida".
Qué liberación ha significado para mí mismo la representación de la multidimensíonal
psiquis en la imagen de la rueda del loto, lo puede aclarar tal vez la siguiente acotación.
Durante los trabajos preliminares para la sistematización de los ejemplos de casos
presentados en este libro, me llamó la atención que permanentemente me había referido a
los aspectos preexistenciales o existenciales o arquetípicos o a otro de los seis aspectos,
entre los cuales yo he diferenciado. En ese tiempo todavía no tenía claro, cómo se podían
combinar sistemáticamente los diferentes planos. Luego descubrí, sin embargo, que
tendía cada vez más a agregarle los aspectos mencionados a un modelo de niveles. Si
quería realmente hacer mía la imagen, entonces tenía solamente la elección de identificar el
plano existencial con el nivel superior y establecer allí primero el plano biográfico y luego
el perinatal. El plano arquetípico parecía más bien adecuado para el nivel inferior, sobre el
cual se "apoyaría" después el plano preexistencial. En lo que se refería al nivel somático, yo
no sabía exactamente dónde debía clasificarlo, por lo cual lo ubique simplemente entre el
plano biográfico y el perinatal. Y así llegué al siguiente esquema:

1. Plano existencial

2. Plano biográfico } Inconsciente personal

3. Plano somático

4. Plano perinatal

5. Plano preexistencial } Inconsciente transpersonal

6. Plano arquetípico

70
Ese ajuste se veía hermoso y ordenado, pero lo tenía en el estómago como un grueso y
grasiento pedazo de torta de "capas", acentuadamente difícil de digerir.
Finalmente comprendí que me había dejado tentar por una de las ideas preferidas de la
psicología analítica, justamente por la idea de que "más profundo" significa lo mismo que "más
esencial" y que "más antiguo" o sea "más original" es igual que "mejor" (la palabra archaios del
antiguo griego significa (muy) "inicial, (muy) antiguo". Como junguíano, yo había adoptado
indiscriminadamente la metáfora geológica de las capas y evidentemente me había imaginado
que un análisis era una especie de búsqueda subterránea de gemas o metales preciosos, que tenían
que estar enterrados en alguna parte de la psiquis. También en ese tiempo ya tenía, por cierto,
interiormente la idea de algo así como la imagen de un arqueólogo "psicológico", que cava
buscando fragmentos perdidos de una civilización y que espera encontrar a los dioses en el fondo
del complejo. Todo eso se me aclaró de repente, cuando me acordé que Jung cuando era
muchacho había querido en realidad ser arqueólogo y que en edad avanzada se había dedicado
intensamente a la alquimia.
He llegado a tener la opinión de que un modelo de "capas" del complejo no corresponde a la
realidad y prefiero en vez de eso, la imagen de círculos convergentes que irradian en forma
dinámica desde un núcleo central y que se atraviesan recíprocamente.
Me he decidido por el término "resonancia simbólica"; una metáfora musical; para hacer
claridad de que todos los diferentes aspectos del complejo son atravesados por una misma
cualidad emocional básica y por un tono sentimental uniforme. Más abajo trataré más
detalladamente cómo suenan juntos en realidad los diversos aspectos.
Por cierto yo utilizo generalmente en este libro el término "complejo", que es habitual desde
hace decenios, pero podría igualmente usar uno de los términos establecidos por Stanislav Grof,
que describe todavía más exactamente el mismo espectro fenomenal, y ese término es la
designación COEX, que es una abreviación de "systems of condensed experiences" (sistema de
experiencias condensadas). En el estricto sentido de la palabra, en la definición de Jung del
complejo no están incluidos los aspectos perinatal y preexistencia!, aunque él estaba
completamente consciente de las dimensiones somáticas y arquetípicas agregadas a los factores
restantes. La definición de Grof, COEX, se acerca mucho a la descripción de Jung del complejo.
En Beyond the Brain, Grof escribe:

Un sistema COEX es una constelación dinámica de recuerdos (junto con las fantasías ligadas a
éstos) de diversas fases de la existencia individual. Esos recuerdos están estrechamente conectados
entre sí, por medio de una fuerte carga emocional común a todos ellos, a través de determinadas
sensaciones corporales intensas del mismo tipo o por el hecho de que comparten otros elementos
importantes.

En esta parte no debe faltar la indicación, que la definición de Grof está apoyada por sus
resultados en la investigación con LSD. Él explica más adelante:

No es inusual que aquellas constelaciones dinámicas contengan en sí material de diferentes fases


de la vida, como recuerdos del nacimiento, al igual que diversas experiencias transpersonales,
como por ejemplo, recuerdos de una encarnación anterior, identificaciones con animales o
secuencias de imágenes mitológicas.

Con toda seguridad, esas declaraciones se refieren al mismo modo de experiencia psíquica del
que se habla aquí. Las designaciones COEX y complejo casi se podrían intercambiar a voluntad,
sí ampliáramos el termino complejo, de manera que también incluya recuerdos preexistencíales y
perinatales. En el próximo capítulo trataré ese asunto más detalladamente.

71
Resonancia simbólica en el caso
de pérdida y separación
Las imágenes del suicidio por ahorcamiento y de la estrangulación, que Susan llevaba consigo
en su cuello, por así decirlo, desde aquella experiencia preexistencia! y desde su último
nacimiento, estaban en gran medida cargadas de desesperación y sentimientos de culpa. Que ella
misma se hacía reproches ("Todo eso se me ha fijado en el cuello") y que se sentía tan
obsesivamente responsable por su madre, aunque ni siquiera sabía por qué; todo eso indicaba un
paquete completo de sentimientos que se reflejaban simbólicamente en el inconsciente de Susan.
Cuando logro obtener claridad acerca de las resonancias simbólicas que predominan en un
paciente, puedo dirigirlo rápidamente de un lado para otro entre los diferentes planos de su
complejo, por medio de hablar repetidamente determinadas palabras o frases, o citando imágenes
y estados emocionales, que a su vez provocan determinados recuerdos en el inconsciente. De esa
manera intento sacar a la luz la historia que hay detrás de la historia, como he descrito mi método
en el capítulo anterior.
El trabajo revolucionario para la comprensión de ese idioma de símbolos, lo hicieron
naturalmente Freud y Jung. Freud se dedicó al principio especialmente a lo que él llamaba actos
fallidos, como por ejemplo, "lapsus en el lenguaje", pero también a los símbolos en los sueños,
mientras que Jung examinaba en las prácticas clínicas, cómo detrás de asociaciones inusuales de
palabras se manifestaban historias escondidas. Con el transcurso del siglo, los terapeutas
desarrollaron procedimientos cada vez más ingeniosos para el desciframiento de esos símbolos.
Wilhelm Reich fue el primero que logró comprender las actitudes emocionales escondidas detrás
de determinadas tensiones musculares o detrás de la coraza corporal en general. Él se dio cuenta
que determinadas tensiones musculares habituales podían significar: "Nadie me quiere" o: "No
trates de manejarme". Fritz Perls mejoró en su terapia de Gestalt, nuestra comprensión del
aspecto somático del complejo, junto con los significados simbólicos respectivos.
Los hipnoterapeutas aprovechan desde hace mucho tiempo el llamado "puente afectivo", para
poner a los clientes en contacto con aspectos biográficos de su complejo que están enterrados.
Para conseguir eso, dan sugestiones como: "Entréguese incondicionalmente a su miedo, hasta que
salga a luz una antigua historia".
Según mis conocimientos, el Dr. Morris Netherton es el primero que procedió en su terapia de
preexistencia a aplicar el habitual método de la terapia de Gestalt, de hacer repetir frases al
cliente, a través de cuya resonancia simbólica se estimulan determinados recuerdos perinatales y
preexistenciales. Perls desarrolló en la práctica terapéutica un oído atento para frases o gestos
standard, en los que aparecía establecida la esencia del complejo respectivo, o dicho en su
lenguaje, una "forma incompleta". Perls hizo uso de frases standard como "Me queda atascado en
la garganta, cuando...", para llegar sin rodeos hasta el centro de uno de los dramas existenciales
básicos del cliente, en el que tal vez los puntos de mayor importancia son los sentimientos
tragados y los pensamientos reprimidos. Netherton ha demostrado que ese tipo de frases puede
provenir perfectamente también de un trauma de nacimiento, de conversaciones recogidas en el
vientre de la madre o de dramas preexistenciales. También para mi propio trabajo, sus brillantes
métodos, que pude conocer durante mis primeros experimentos propios en Vermont, han
permanecido no sin consecuencias.
Para dejar bien en claro cómo se puede aplicar el principio de la resonancia simbólica para el
descubrimiento de los aspectos inconscientes de un complejo y especialmente también de los
preexistenciales, quiero describir resumidamente tres casos con los cuales he tenido que ver en mi
propia práctica.

72
1. Rick se lamentaba conmigo en la terapia, de cuan miserable y solitaria había sido su vida desde
que su esposa lo había abandonado. "Tengo que hacer todo solo", decía una frase que apareció
repetidamente en sus declaraciones en diversas variantes.

Deseo que cierre ahora los ojos y diga varias veces: "Tengo que hacer todo solo ", le dije.
"Ponga atención en su cuerpo y en sus sensaciones y observe adonde lo conduce eso; ya sea en
su vida actual o en una vida anterior".
Mi orden le da plena libertad para dirigirse a aquel "plano" de la rueda del loto que es
activado por súfrase standard.
"Ahora me encuentro en mi infancia y estoy limpiando la casa. Mi madre está muerta y mi
padre está en su trabajo. Yo tengo ocho años de edad. Tengo que hacer todo solo ".
Junto con las imágenes acerca de su solitaria infancia, surgen lágrimas en él. Después le
indico que se traslade a otra época, donde esas palabras tengan igualmente un fuerte significado
para él.
"Tengo que hacer todo sola ", dice él otra vez. "Eso no es correcto, no puedo arreglármelas
sola. Tengo miedo. ¿Quién me ayuda?
"¿Dónde se encuentra usted ahora?, pregunto yo.
"Me encuentro en el vientre de mi madre. Esas palabras las ha dicho ella. Mi padre está en el
ejército. Ella tiene un miedo terrible al parto ", continúa él.
Ahora investigamos la situación de aquel entonces en el útero y nos ocupamos con los
"mensajes " que él recibió de su madre en ese tiempo. Trato de ayudarlo a tener en claro, cómo
su voz sigue siendo viva y efectiva en él.
"Eso no es correcto. ¿Por qué él simplemente me ha dejado sola? ¿Qué debo hacer? No
tengo a nadie. No puedo salir adelante sola. ¿Cómo me las puedo arreglar con todo eso? "
Entonces le pido: "Ahora pase a otra existencia y repita: Tengo que hacer todo solo ".
Casi de inmediato Rick se ve ahora como la hija de ocho años de unos campesinos rusos que
fian sido masacrados por los cosacos. La pequeña muchacha, que es la única que sobrevivió,
cava una tumba para sus parientes en la dura tierra. Otra vez lágrimas y dolor. Cuando ya ha
pasado esa situación, examinamos la vida de la muchacha campesina hasta el final. Ahí se deja
ver que la niña rusa de ocho años nunca se recuperó de la visión de sus padres masacrados. Ella
pasa una gran parte de su vida sola y permanece soltera.

Rick todavía lleva consigo los afectos "congelados" de aquel tiempo y se sigue batiendo solo y
aislado por la vida. Ese comportamiento ha llegado a ser evidentemente una costumbre arraigada
para él y determina su vida hasta el día de hoy.
Primero se activan los rastros de recuerdos prenatales en el útero y después, cuando él tiene que
limpiar la casa completamente solo, se despiertan otros recuerdos en el niño de ocho años, en una
ilusión cargada de emoción, que se trata de su madre. Cada una de esas experiencias confirmaba
aparentemente los antiguos recuerdos de tormento y miseria.

2. En la fase cuando estaba empezando a dedicarme más intensivamente a asuntos terapéuticos


preexistenciales, tuve una vez una cliente que llamaré Barb. Barb acababa de terminar los
estudios universitarios, era extremadamente tímida y ligada a sus padres con un apego exagerado,
a los que caracterizaba como demasiado preocupados por ella. La excesiva preocupación de sus
padres se explicaba con el hecho de que éstos creían evidentemente que su hija había tenido muy
poca atención cuando era pequeña y por esa razón se esforzaban en reparar eso. Habíamos
intentado durante meses descubrir alguna experiencia infantil traumática, con los medios de un
análisis convencional, pero sin éxito. Cuando una vez conversamos en una sesión acerca de cómo
ella podía obtener nuevos amigos y superar su timidez, yo le propuse organizar una fiesta

73
elegante. "Por el amor de Dios", dijo ella. "Jamás podría hacer eso. La gente me consideraría loca
por cierto".
De pronto tomé consciencia que ya había escuchado de ella con bastante frecuencia la frase
"Ellos me considerarán loca por cierto". Por eso le pedí que se acostara, que cerrara los ojos y
que dijera una y otra vez: "Ellos me considerarán loca por cierto". Cuando ella hizo eso, sintió
miedo casi instantáneamente y todo su cuerpo se puso tenso, Ahora yo diría que habíamos
entrado en contacto con el aspecto somático del complejo, pero en aquel entonces yo estaba
simplemente perplejo de que la repetición de una frase usada permanentemente por ella, le
pudiera provocar miedo repentinamente. "Yo no quiero", decía ella. "Tengo miedo". De súbito
se me pasó por la cabeza, que ella evidentemente creía que yo le haría algo y por eso la
tranquilicé y la pude inducir a acostarse nuevamente en el sofá, después que entre tanto se había
levantado alterada. Ella se tendió otra vez y repitió su frase standard, temblando en todo el
cuerpo.
"Ellos me considerarán loca. Ellos me considerarán loca", Luego siguió: "No puedo hacer
eso. No puedo hacer nada en contra. Ellos me considerarán loca. ¡No, no me toques! ¡NO ME
TOQUES! Ellos me llevan de aquí. Me han puesto esa cosa, ya no puedo mover mis brazos. ¡No
me lleven de aquí! ¡No, por favor no! ¡No, no, no!"
Ella lloraba y gemía y se retorcía sobre el sofá evidentemente atormentada, hasta que
finalmente estuvo en condiciones de relatar toda la historia:
"Tengo doce años de edad. Por lo visto me encuentro a principios del siglo diecinueve. Mis
padres son muy buenos conmigo, pero yo sufro de esos ataques y me revuelco en el suelo. Ellos
me consideran loca. Ellos no saben lo que deben hacer. Yo no puedo hacer nada contra los
ataques. Tengo miedo de que ellos me consideren loca. Ellos me harán encerrar. Y exactamente
eso sucede. Han llegado esos hombres y me han metido en esa cosa (presumiblemente una
camisa de fuerza) y me han llevado a un centro psiquiátrico. No vuelvo a ver más a mis padres.
Muero de fiebre a los dieciocho años. Qué vida tan terrible ".

En su vida actual no le había ocurrido nada a Barb que se hubiera podido relacionar ni
lejanamente con ese recuerdo. Aquí teníamos que ver muy obviamente con residuos y sucesos de
una existencia anterior. Después que ella hubo relatado esa historia, pudo darse cuenta de repente,
que inconscientemente había estado dominada por el miedo profundo, irracional y totalmente
infundado, de que sus (actuales) padres, de preferencia la habrían hecho encerrar. La moderación
que ella manifestaba en esta vida, debía garantizar que absolutamente nada en su comportamiento
pudiera insinuar la sospecha de que ella estaba loca. Su timidez le servía, por consiguiente, como
protección principal contra ese miedo no reconocido. Palabras y frases como "loca" y "no los
veré nunca más", tenían claramente un valor sentimental especial para Barb; el matiz emocional
que tenían esas frases para ella, no se podía derivar naturalmente de su temprana infancia, ni con
la mejor voluntad. Al indagar la resonancia emocional que vibraba junto con esas palabras,
llegamos con bastante rapidez a una dimensión de su psiquis, dentro de la cual sus miedos daban
un sentido y también era completamente comprensible su intensidad.
El caso de Barb es un buen ejemplo de que una idea más amplia de la psiquis, a veces nos
puede proteger de "localizar" erróneamente durante años, las causas de un problema emocional.
A la luz de tales experiencias, una gran parte del intento psicoanalítico me parece ahora limitado
sin remedio por el dogma no indagado de que todo tiene que tener su origen en la primera
infancia. Comparable a los antiguos exploradores que no querían desistir de la opinión que las
islas caribeñas eran una parte de la India, podemos naturalmente agregar en forma obstinada
nuestros descubrimientos nuevos a las conocidas estructuras del territorio psicoanalítico que ya
conocemos, ya sea que las llamemos huellas fílogenéticas, fantasías arquetípicas o de alguna otra
manera. Pero cada vez más psicoterapeutas de las tendencias más diversas llegan entretanto a

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tener la opinión, de que la dimensión de vidas pasadas le proporciona a la psiquis humana un
nuevo mundo increíblemente variado, un mundo al que hasta hace poco no se le había prestado
ningún tipo de atención en la cultura occidental.
El reconocimiento de los planos preexistencial y perinatal del complejo, ha producido dentro de
la práctica terapéutica otro importante desplazamiento del punto de interés. Al tratar nosotros
esos fragmentos de preexistencia como si fueran históricamente auténticos, se ha desplazado
dentro de la terapia, el punto esencial de la interminable interpretación psicoanalítica de esos
fragmentos, es decir, desde la terapia como práctica intelectual con arranques emocionales
puntuales, hasta la experiencia directa del respectivo suceso traumático adormecido en el
inconsciente. Lo que llama la atención una y otra vez, así también en el caso de Barb, es la
circunstancia de que en ese tipo de procedimientos, a menudo no se necesitan interpretaciones
prolijas. La historia se explica por sí misma. "Ahora sé por fin, por qué he sufrido
permanentemente de ese miedo", se puede escuchar reiteradamente de los clientes.
En la psicoterapia, la hoja se ha dado vuelta nuevamente. Desde la introducción del
procedimiento de curación catártico en el siglo diecinueve y del énfasis que Freud le dio al
trauma, muchas tendencias terapéuticas pasaron, en apoyo al fundador del psicoanálisis, a dejar
de lado en el tratamiento de enfermedades mentales, la experiencia directa del paciente mismo,
en favor de procedimientos puramente interpretativos, o manipuladores como en el behaviorismo
o en la psicoterapia. Actualmente, Moreno, Perls, Janov y otros, han demostrado lo importante
que es que el paciente mismo experimente (una vez más) su trauma y la catarsis posterior, pero
también desde que Stanislav Grof y Morris Netherton han desarrollado nuevas dimensiones de la
psicoterapia, se ofrecen nuevamente terapias orientadas en la experiencia, que tocan la totalidad
de los numerosos planos de los complejos emocionales.

El caso Sol: En el muro de los lamentos


en Jerusalén
El último ejemplo de casos de este capítulo, muestra muy claramente que la investigación de
problemas psíquicos y corporales orientada en la experiencia directa, que al mismo tiempo
aborda varios planos de un complejo, también puede ayudar en aquellos casos en que fracasa un
procedimiento terapéutico unidimensional.
Sol era un quiropráctico y sanador de casi sesenta años de edad. Él siempre había vivido
sumamente consciente de la salud y le había prestado atención tanto a su alimentación como
también a hacer suficiente ejercicio corporal. Pese a eso él había tenido que sufrir durante toda su
vida de sinusitis y ninguna terapia convencional o alternativa había podido aliviar esos
malestares. "Yo he curado todas las otras molestias con las que he luchado alguna vez", dijo él,
"pero de esta historia sencillamente no me libro. Evidentemente eso no tiene remedio". En un
reciente viaje que había hecho por el Mar Mediterráneo, Sol había estado también en Jerusalén.
Allí, él había estallado en sollozos incontrolables en un determinado lugar del muro de los
lamentos. Después había tenido la impresión de que en esa oportunidad tal vez había surgido en
él un recuerdo vago, aunque no supo dar ningún detalle al respecto. Eso fue también, en todo
caso, el motivo por el cual se había sometido a una terapia de preexistencia conmigo.
Mientras lo escuchaba, me pregunté qué había detrás de eso. En la historia de la Jerusalén
antigua, medioeval y moderna hay tantas masacres y tragedias, que ciertamente no había escasez
de historias tristes. Sin embargo, hasta cierto punto yo estaba sorprendido de lo que venía.
Como hasta ese momento no me había llamado la atención ninguna imagen en especial y
tampoco ninguna frase extraordinaria, le pedí a Sol que se acostara con los ojos cerrados, que se

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concentrara en su respiración y especialmente en el sector de su nariz y que después se deslizara
directamente al tiempo en que habían comenzado sus dolores de la sinusitis. Yo casi esperaba que
me iba a relatar una escena en el muro de los lamentos, pero en vez de eso, él experimentó cómo
iba a través del húmedo camino de un bosque, con sandalias y un pantalón de felpa:

"Yo tengo nueve años de edad y me encuentro en un campamento de verano en Michigan. Voy
por el bosque con otros cinco aproximadamente. Está lloviendo desde hace mucho rato. Me caía
un arrollo y ahora estoy completamente mojado por supuesto. Me siento desdichado. Quiero
irme a mi casa. Estoy tiritando de frío ".
A pesar del caluroso día de verano, efectivamente Sol había comenzado a tiritar cuando estaba
tendido en el sofá y de sus ojos brotaban lágrimas. No podía haber absolutamente ninguna duda,
de que su complejo reaccionó tanto en el plano biográfico como también en el somático.
"Ponga atención en sus emociones y exprese simplemente lo que se le venga a la cabeza ", le
insistí.
"Quiero irme a mi casa. Me siento tan desdichado. Tengo tanto frío. No volveré a verla nunca
más. No volveré a verla nunca más ".
Sol comienza a sollozar: Le salen lágrimas de los ojos y flema de la nariz y de la boca. Yo le
paso paquetes enteros de pañuelos de papel y le pregunto: "¿A quién no volverá a ver? "
"A mi madre". E Ha está muy enferma en el hospital. Ella y mi padre me enviaron aquí por el
verano, porque él no puede encargarse de mí. Tal vez ella muera. No volveré a verla nunca
más".
"¿Ha hablado con alguien en el campamento acerca de eso? ", pregunto yo.
"No, no puedo hacerlo. Tengo que ser fuerte. No debo llorar. Pero soy tan desdichado”.
"Entonces exprese ahora lo que en aquel entonces no podía mostrar", digo yo.

Cuando el cliente vuelve a experimentar un determinado acontecimiento de esta vida o de una


vida anterior, entonces es decisivo para el resultado de la curación, que los afectos enterrados
lleguen a expresarse esta vez. Yo tenía claro entretanto, que en los senos nasales laterales de Sol
estaban "almacenados" todos los sentimientos que él había escondido tan valerosamente ante el
mundo exterior, cuando era un pequeño niño de nueve años. Le di un poco más de tiempo para
llorar el dolor del alma y luego le dije:

"Quiero que repita ahora un par de veces: 'No volveré a verla nunca más 'y que enseguida se
traslade a través de esas palabras a otra experiencia donde éstas también tengan un sentido ".
"¡No volveré a verla nunca más! ¡Justamente a él no volveré a verlo nunca más!"
El cambio de esas palabras causó en él una nueva ola de llantos convulsivos; las lágrimas que
derramó esta vez, parecían proceder de una capa todavía más profunda y antigua.
"Lo han apresado. ¡No volveré a verlo nunca más! ¿Qué debo hacer? Deberíamos haber
hecho algo en contra de eso. Ahora es demasiado tarde. Lo hemos dejado solo. Ante mí se
encuentra una gran multitud. Estoy en Jerusalén. Tengo puesta una larga túnica. Ellos han
apresado a Jesús. ¡No volveré a verlo nunca más! ¡No volveré a verlo nunca más!"
Desde cierta distancia, ese hombre ve cosas que todos sabemos: Jesús es llevado a la
crucifixión junto con dos ladrones en Jerusalén. Sol se ve como un romano que tiene que ver con
asuntos de negocios en Jerusalén, por orden de las autoridades imperiales. Cuando una vez
escucha casualmente predicar a Jesús, le cambia repentinamente al romano toda su vida. Él
renuncia a su alta posición en Roma, a cambio de un puesto sin importancia en la
administración colonial, sólo para poder permanecer cerca de ese notable maestro. Él se casa
incluso con una mujer judía y quiere cambiarse a la religión judía, para expresar su solidaridad
con Jesús. El está especialmente impresionado, cuando un día es testigo de cómo Jesús sana a un

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enfermo. "Esa experiencia ha despertado algo en mí", explica él casi extático y con lágrimas.
Sol menciona fragmentos de la enseñanza de Jesús, tal como los captó ese comerciante romano
en aquel entonces:
"Nosotros podemos aprender a curar, sólo con tener la fe y el amor adecuados... Todos
nosotros somos uno... Tenemos que querernos unos a otros..."
Palabras sencillas y bien conocidas, pero que parecen brotar en forma totalmente espontánea
de los niveles profundos de la esencia de Sol.
El resto de la historia que relata el romano es de conocimiento general; no hay ninguna
información nueva acerca de cómo murió Jesús y del lugar adonde llevaron su cuerpo. Junto con
una gran multitud, él acompaña a Jesús hasta que su cuerpo es sacado de la cruz. El no vuelve
nunca más a ver a su maestro. Después se agrupa con otros seguidores de Jesús y estudian y
rezan en memoria de su maestro. Después de haber vivido todavía muchos años más como
comerciante, el romano muere finalmente de muerte natural en alguna parte en el campo,
después de una larga vida. "Los sucesores de Jesús", dice él, "viven ahora esparcidos y
enfrentan un futuro incierto ".

Después que Sol ha experimentado esa historia, está profundamente conmovido. Él ha vivido
ese recuerdo como una auténtica catarsis» como "limpieza", ya que por fin esa palabra griega no
significa otra cosa que eso. Él comprende ahora las raíces espirituales de su vocación que lo llevó
a ser curador y comprende que su actual actividad está de alguna manera relacionada con la
sensación de remordimiento y de responsabilidad que sintió por su maestro abandonado. El
recuerdo de su infancia en Michigan y el de su vida como comerciante romano, despertaron una
vez más en Sol, una consciencia profunda de lo que significa ser abandonado, pero también lo
que significa abandonar a otra persona. No es frecuente que un cliente experimente en forma tan
clara los dos lados de ese complejo tan habitual en una sola sesión, pero cuando eso sucede, deja
una sensación especial de satisfacción. Tal como Susan en uno de nuestros anteriores ejemplos de
casos, en cierto modo había somatizado en su cuello un antiguo "soporte kármico de la
memoria", así también Sol había "almacenado" en sus senos nasales laterales una antigua
experiencia, una historia de aflicción y de decisión de ayudar a los enfermos.
Lo que me llamó especialmente la atención, cuando hablamos después acerca de su vida, fue la
circunstancia de que él había vuelto a ver a su madre en muy buenas condiciones. En realidad ella
no había muerto aquella vez en el hospital, sino que se había mejorado. La idea de perderla había
tocado, sin embargo, un aspecto kármico todavía no sanado del complejo de Sol, que en ese
tiempo era todavía tan poderoso, que no era posible una disolución. De esa manera, éste había
permanecido "enterrado" todavía en los senos nasales laterales de Sol, junto con las lágrimas
correspondientes.
Relatos acerca de Jesús, que tratan de sucesos históricos tan conocidos por la generalidad, sobre
los cuales el cristiano y curador Sol ya había reflexionado muchas veces en su vida y, además, la
visita que él hizo al muro de los lamentos, tal vez despertaron de nuevo en él una fantasía
inconsciente. Con toda seguridad esa es una interpretación legítima, y por lo demás, casi no se
puede discutir que los grandes dramas arquetípicos de la historia y de la literatura nos ofrecen
posibilidades de interpretación en diversos píanos. Todos nosotros ya hemos sido alguna vez en
determinadas situaciones, Hamlet, Judas o ¿amule. Y en lo que concierne a la historia de la vida
de Jesús, hay en el arte, en la música y en la literatura cristiana, innumerables meditaciones
acerca de su sufrimiento y de su muerte, comenzando con la Vía crucis representada en cada
iglesia católica, hasta La Pasión según San Mateo de Johann Sebastian Bach.
No obstante, el tono en que Sol relató su historia, era de una sencillez y de una autenticidad tan
asombrosas, que sus declaraciones me parecían verdaderas. Además, se trataba de su drama

77
personal, que no le había sido impuesto por medio de ninguna tradición cultural o religiosa. Y así,
la historia representaba para él, un mito personal sumamente importante.
Lo fácil y lo asequible de los viajes, facilita actualmente a muchas personas visitar
personalmente los escenarios de sus experiencias preexístenciales. Mucha gente relata acerca de
recuerdos que evidentemente se los ha causado la visita a un determinado lugar. Una mujer de
Nueva York que conozco personalmente, que hace poco estuvo en Roma por primera vez en su
vida, dejó de lado su mapa de la ciudad al primer día, porque de todos modos se orientaba de lo
más bien en las antiguas calles de Trastevere. Ella tenía la sensación de haber estado alguna vez
allí. ¿No podría tratarse tal vez de fragmentos de recuerdos preexistenciales en el caso de aquellas
experiencias Deja vu (ya visto), tantas veces documentadas? A mí, en todo caso, esa impresión
me ha dominado una y otra vez.
Desde el punto de vista terapéutico, la historia de Sol sirvió para descargar y liberar un aspecto
enterrado de un arraigado complejo; pero también hizo aparecer su vocación como curador en
una nueva luz espiritual. Yo soy de la opinión de que Sol fue llevado de vuelta por su
inconsciente a un escenario en Jerusalén que él conocía desde hace mucho tiempo, para así
restablecer el contacto con una figura mantenida viva en su recuerdo, que era tanto una persona,
como también una personificación de su mayor aspiración. En el lenguaje junguiano se le podría
llamar también a esa experiencia, un encuentro con el Yo, con la imagen vivida de lo divino que
hay en cada persona, que en el caso de Sol contenía al mismo tiempo todas las características de
una experiencia humana vivida. Ante todo, ese encuentro tenía para Sol incluso un profundo
significado psicológico y le proporcionó abundante material para futuras meditaciones.

El arquetipo del abandono


El tormento del abandono, de la separación y de la pérdida, ocupan probablemente el segundo
lugar entre los traumas preexistenciaíes, con respecto a su frecuencia; en primer lugar está
naturalmente la experiencia de una muerte violenta. Yo podría reemplazar perfectamente bien,
los tres casos descritos anteriormente por cientos de otros ejemplos, solamente de mi propia
práctica: Bebés que han sido abandonados y expuestos a morir de hambre en tiempos de miseria;
niños que han sido separados de sus padres por asaltos o masacres o por esclavitud; pioneros que
en los primeros tiempos de America se separaron de su gente querida; herejes encerrados en
oscuros calabozos; disidentes políticos que simplemente "desaparecen"; una procesión de miseria
humana que hasta el día de hoy sigue ocurriendo implacablemente en casi todos los países
conocidos. Cuántas veces he estado sentado silencioso en laboratorios o durante sesiones
terapéuticas y pacientemente ante un cliente que solloza y grita de rabia y tristeza le he entregado
pañuelos de papel. Y normalmente, en esas situaciones no hay ningún consuelo, ninguna
salvación y tampoco ninguna caballería que pudiera intervenir como rescate. Lo que está perdido
está perdido, así parece, y por cierto para siempre.
Los psicoanalíticos atribuyen naturalmente aquellas dolorosas experiencias de pérdidas, a la
separación del bebé de la madre, es decir, al término del dichoso estado vivido en el vientre de la
madre. Con toda seguridad se experimenta reiteradamente como terapeuta durante muchas
sesiones, que frases como "ella se ha ido" o "estoy solo", estimulan recuerdos biográficos por
medio de la resonancia simbólica y llevan a la liberación de fuertes emociones enterradas hasta
ese momento. Pero desde el fondo de la percepción más holográfíca, que yo sostengo, deseo
asegurar que siempre las experiencias preexistenciales eclipsan a los sentimientos de abandono
de la primera infancia, con lo cual; para citar a Matthew Arnold; se le agrega una octava más "al
eterno sonido de la tristeza".

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Las pérdidas causan automáticamente pena y se procesan al principio paulatinamente por medio
de la tristeza. Frecuentemente, en el transcurso de una terapia de preexistencia, un cliente obtiene
la oportunidad de expresar un dolor pendiente, del que ya aparecen fragmentos en la infancia o en
una historia de amor que ha transcurrido en forma desdichada o con la pérdida de los padres o de
personas queridas. En eso se hace naturalmente una y otra vez la pregunta, durante cuánto tiempo
llevamos un dolor así con nosotros y cuándo debemos despedirnos de él. Podemos, como Hamlet,
aferramos como adictos a una pérdida sufrida una vez o negarla por completo, como el rey Lear,
y volverse loco poco a poco. Pero numerosas autoridades "espirituales" y psicológicas
concuerdan en que las experiencias de abandono y pérdida pueden resultar ser nuestros mejores
maestros. "Cuando el corazón todavía Hora por lo perdido, el espíritu se alegra por lo que ha
encontrado", dice un antiguo proverbio sufí.
Cuando Sol perdió a su maestro, se activó en él un proceso que es muy familiar para los
místicos, incluyendo a los cristianos. Porque frecuentemente al despertar espiritual le sigue; en el
caso de Sol el encuentro con Jesús; primero un éxtasis de intensiva adoración y devoción, que se
puede transformar abruptamente en una depresión espiritual o en "la oscura noche del alma",
como llama a ese estado el santo Juan de la Cruz.
En ese período de vacío interior y de angustiosa pobreza no hay ningún consuelo. Porque esa es
una fase de limpieza interior de todos los deseos, de todas las ataduras con el mundo y de todas
las nostalgias, que finalmente puede desembocar en una nueva consciencia espiritual, en un
estado de profunda comunión interior con el Yo superior. El poeta alemán Ángelus Sílesíus ha
expresado ese misterio del abandono espiritual, con angustiosas palabras:

La renuncia nos acerca a Dios, pero la renuncia a Dios es una renuncia que pocos comprenden
alguna vez.

Aquí se quiere hacer referencia a la octava arquetípica o espiritual del abandono, que se fusiona
con la experiencia biográfica y preexistencial de la pérdida. Por cierto, la confrontación con esa
realidad está en el límite de lo que una persona puede soportar, pero si sobrepasamos
valientemente ese límite, entonces la recompensa puede ser una profunda sensación de paz, de
confianza e incluso de lo que se le podría llamar fe.

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6. Asuntos pendientes del alma:
La psicología del karma
Grande es el poder de la memoria, tremendamente grande, Dios mío, un templo
amplio e inmensurable. ¿Quién la puede indagar?
Agustinos, Confesión

Redimir el pasado y transformar todo "era" en un "¡así lo quería!"; ¡sólo eso


significaría para mí una redención!
Níetzsche, Así habló Zaratustra

Son los que han olvidado los que tienen que acordarse
Plotino

El trauma de la infancia visto de una manera nueva


Los tres ejemplos de casos descritos en el capítulo anterior; la dependencia emocional de Susan
de la madre, causada por medio de sentimientos de culpa, la sensación de abandono de Rick y la
sinusitis crónica de Sol; dejaron en claro que los problemas bajo los cuales tenían que sufrir esas
tres personas en su vida actual, tenían un fondo preexistencial. Ni Susan ni Rick tenían
experiencias traumatizantes en su infancia, por medio de las cuales se hubieran podido explicar
sus sentimientos de culpa y sus miedos respectivamente. Sol relató por cierto una experiencia en
un campamento de verano, que seguramente estaba relacionada con su sinusitis, pero su dolor
tenía también una dimensión profunda que se remontaba a sus recuerdos de una vida en el tiempo
de Jesús.
Visto científicamente, los pocos ejemplos de casos citados hasta ahora, tienen solamente un
valor bastante bajo como declaración, pero a pesar de eso los he presentado porque son típicos.
Casos comparables, indudablemente se pueden encontrar por miles en los documentos de la
creciente cantidad de terapeutas de preexistencia establecidos. Las consecuencias de esos nuevos
resultados son seguramente muy amplias, considerado desde el punto de vista de la psicología
occidental tradicional. Porque el material coleccionado entretanto, parece verificar que la mayoría
de las enfermedades psíquicas es transmitida por herencia en un plano emocional. Si hablo aquí
de la "mayoría" de las enfermedades psíquicas, lo hago porque naturalmente no quiero refutar la
posibilidad de que también en esta vida se pueda llegar a traumas iniciales, aunque éstos entregan
una explicación suficiente solamente para una pequeña parte de los disturbios psíquicos.
Pero los traumas de la infancia también se muestran muchas veces como repeticiones de
acontecimientos preexistenciales, como el caso de Sol muy bien lo indica. Determinados sucesos
de la infancia hacen revivir nuevamente un recuerdo latente que está "almacenado" en el plano
kármico. Tales experiencias de la infancia se encuentran en resonancia simbólica con el trauma
preexistencial que es provocado nuevamente por ellas. De esa manera, Sol reactivó, por ejemplo,
la preocupación sentida en la infancia, de que tal vez no vería nunca mas a su madre, un recuerdo
preexistencial antiquísimo, del temor de que no volvería a ver nunca más a su maestro. Esa nueva

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abertura de una antigua herida kármica, fue en el campamento de verano, una potencial
oportunidad para el pequeño Sol de liberarse de sus antiguas penas, pero las circunstancias no
correspondían, de manera que la antigua pena se enterró todavía más profundamente en sus senos
nasales laterales.
Como veremos todavía en los próximos capítulos, ocurre muy a menudo que traumas sexuales
de la infancia, tienen un fondo preexistencial. He visto muchas veces que la investigación
terapéutica de un trauma sexual de la primera infancia desemboca inesperadamente en escenarios
preexistenciales tan desconsolados como prostitución infantil, desfloración ritual, incesto
hermano-hermana o padre-hija o experiencias de violación en la primera infancia.
Si un cliente o una cliente se ve como víctima de abusos sexuales, esa experiencia resulta ser a
menudo, aunque no siempre, esencialmente más dolorosa y dramática que lo que las situaciones
correspondientes lo han sido en esta vida. Reiteradamente se demuestra también, que ya la más
suave forma de confrontación con la niflez actual, es suficiente para despertar miedos que de vez
en cuando, como parece, casi lindan en la locura.

Otros dos casos:


Melinda y Cindy
Melinda ya había consultado varios terapeutas, porque no podía establecer una relación
estrecha con hombres y era considerablemente frígida. Durante un tiempo había tenido una
convivencia lesbiana y se había sentido bien en ésta hasta cierto punto, porque su amada estaba
más interesada en una relación de camaradería que en una de tipo sexual. Pero con todo eso, su
problemática principal permaneció intacta. Ella podía acordarse todavía exactamente, cómo había
sido atacada sexualmente una vez, cuando tenia once años. Un joven de doce años del vecindario
la había inducido a entrar en un garaje abandonado y había tenido con ella un contacto genital,
pero sin efectuar un acto sexual completo. Ella habló de esa experiencia en forma muy fría y
distanciada y durante todo el tiempo se vio rígida y tensa corporalmente. Evidentemente ya había
hablado frecuentemente de ese suceso con sus terapeutas anteriores y aunque ya había
desahogado su rabia ampliamente en sofás y colchones, había seguido permaneciendo en ella una
parte de la rabia no superada.
Cuando le pedí que se tendiera en un colchón y que experimentara otra vez la situación de
aquel entonces, su tensión incluso aumentó:

"No quiero eso ", dice ella, con lo que la rabia en su voz no pasa inadvertida.
"Acuéstese simplemente a pesar de eso y repita esa frase, a quienquiera que esté destinada ", le
exigí suavemente.
Mientras ella está acostada y yo le indico solamente que repita determinadas frases y que
exagere la postura de su cuerpo, brotan de ella las siguientes palabras: "No quiero eso.
¡Déjame! ¡DÉJAME! ¡No! ¡No! ¡No! ¡Lárgate!"
Ella comienza a patear a su alrededor, se retuerce y lanza la cabeza en forma frenética de un
lado para otro. "¡Ándate de aquí! ¡Ándate de aquí! ¡No! ¡No!" Así continúa por un momento, su
cuerpo se pone cada vez más tenso, su rabia aumenta. Yo me pregunto si su actitud tiene que ver
con aquel suceso de su infancia. Después se hace muy evidente que ella ha pasado a otra
existencia:
"¡Ellos me violan! ¡Ellos me violan! ¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡AUXILIO! Son seis o siete soldados.
Yo me encuentro en un granero. Mis brazos están atados. Tiene que ser en alguna parte de
Rusia. Yo soy una muchacha campesina de once o doce años aproximadamente. Dios mío, es

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terrible. No cesan... ¡Yo no quiero esto! ¡No quiero sentir esto! No quiero revelarles lo que
siento ".
Su pelvis está completamente rígida, sus piernas están totalmente tensas, ella lanza la cabeza
frenéticamente de un lado para otro. Yo le pido que deje hablar precisamente a esas partes de su
cuerpo lo que se les ocurra.
"No quiero sentir eso. Jamás les indicaré que me gusta " (pelvis y genitales).
"¡No me toquen! ¡Váyanse! ¡Yo los mato I Los odio. Los odio. Los pateo " (piernas).
"No percibo nada de esto. Esto no sucede en realidad" (cabeza).
Nos quedamos por un momento en esa terrible escena y yo le pido que patee a su alrededor y
que se rinda cuentas sobre las verdaderas sensaciones en sus genitales y también que se dé
cuenta mentalmente de sus sensaciones y percepciones. Ella patea a su alrededor, llora, solloza
de rabia y confusión, cuando siente en sus genitales excitación sexual y dolor alternativamente.
Mientras su cuerpo es sacudido por esas sensaciones y convulsiones, evidentemente cae de ella
un gran peso, pedazo por pedazo, y sus antiguas tensiones se disuelven paulatinamente. Todo el
acontecimiento culmina en una ola de profundos sollozos y en un temblor de toda la zona de su
pelvis. De repente los soldados ya no están más ahí:
"Estoy nuevamente en ese garaje. No quiero que él me toque. No quiero hacer eso. Déjame en
paz. Me pongo rígida, pero él no me hace daño. El es bastante cariñoso, pero mis muslos están
completamente tensos y tengo incluso la sensación de no estar realmente ahí".
Yo le pido que respire profundo y que evoque las posibles coincidencias entre la situación en el
garaje y aquella anterior escena de violación.
"Oh, sí, dice ella. "Mi cuerpo se acordó en ese garaje de otra cosa. Fue como una repentina
mirada retrospectiva, una pesadilla, pero en aquel entonces no quise percibir todo eso ".

Mientras Melinda examina con exactitud las dos historias y las revive ante sus ojos interiores
con toda claridad, se le hacen conscientes muchas cosas espontáneamente. Por ejemplo, ella
piensa que los contactos corporales desde siempre la han hecho ponerse rígida, que muchas veces
no participa bien en el acto sexual, que repetidamente ha sentido en la fantasía el deseo de patear
a los hombres, etcétera. En una sesión posterior ella me relató más detalles de la vida de la
muchacha rusa; que la muchacha había quedado embarazada, que había criado sola a su hijo, un
varón, que de ahí en adelante había evitado todo contacto con hombres y que había muerto joven
de tisis. Pero el suceso decisivo para aquella vida de ese tiempo había sido sin duda la violación a
los once o doce años. Una actitud forzada inconscientemente que procedía de aquella existencia
anterior, la había inducido después; naturalmente sin saberlo; a exponerse en su vida actual a un
traumatismo parecido, aunque más débil y distinto. Ese nuevo traumatismo tenía la función de
reactivar el plano preexistencia! latente del complejo, que estaba cargado de miedo, humillación y
rabia.
Cindy, otra cliente, ya estaba hacía tiempo en tratamiento y se ocupaba ante todo con su
profunda nostalgia emocional y su igualmente fuerte miedo al rechazo. Ella deseaba tanto el amor
de un hombre fiable, que a menudo tenía la sensación de "ser devorada desde adentro". Cuando
ella dijo eso, señaló espontáneamente con la mano la zona de su estómago. Además, ella se
atormentaba con una horrible visión de su infancia, cuando en la noche había visto ojos y dientes
aparecer y desaparecer rápidamente en un oscuro rincón de su cuarto. Durante la entrevista
terapéutica, al principio no se pudo observar ninguna relación entre esos dos problemas, aunque
ambos la preocupaban por igual. Un terapeuta bien intencionado le había aconsejado que se
imaginara un monstruo que la miraba fijamente desde la oscuridad y enseguida hiciera amistad
con él, pero tampoco eso había podido liberarla de sus antiguos miedos.

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Como supongo que el terror nocturno de su infancia tiene un fondo preexistencial, le pedí
ponerse otra vez en la situación de la pequeña muchacha de aquel entonces, paralizada por el
miedo;

"Yo estoy parada en mi cama y me sujeto a las rejas. Allá al frente en la esquina hay unos
horribles ojos amarillos y se muestran dientes, creo yo, '¡Mamita! ¡Mamita! ¡Me quieren
destrozar! ¡Ayúdame! ¡Ayúdame!"
Su madre entra, la toma en los brazos y dice: "Pero si es sólo un sueño, ahora sigue
durmiendo". La pequeña muchacha se acuesta nuevamente, pero los ojos todavía están en la
esquina de la pieza. Todavía siente en todo el cuerpo fuertes horrores, especialmente en la zona
del estómago.
Yo le indico que observe más de cerca los ojos y los dientes y que perciba exactamente sus
sensaciones de pánico. Además, le recuerdo que como Cindy está en absoluta seguridad aquí en
mi consultorio. Mientras ella mira a la oscuridad, la hago repetir una y otra vez la frase.
"¡Me quieren destrozar! ¡Me quieren destrozar! ¡Auxilio! Yo corro a través de un bosque, está
casi oscuro. ¡Ellos vienen detrás de mí! Soy un joven de seis años de edad aproximadamente.
Ahora me han agarrado; ¡es una manada de perros lobos! ¡Auxilio! Sus dientes... " (Ella grita y
se retuerce llena de terror). "Me destrozan... ¡Ayúdame! ¡Ayúdame!"
Después que Cindy ha gritado y se ha retorcido durante otros tormentosos cinco minutos, de
pronto desciende la tensión en ella.
"Todo ha pasado. Floto sobre mi cuerpo. Ellos (los perros lobos) se abalanzan encima. Oh, me
han arrancado los intestinos, me han destrozado mi cuello y mi pecho. ¡Oh, esto es terrible!
¡Pero ahora estoy muerto, ya no siento nada más!"

Ahora Cindy llora por un momento, mientras la estimulo a respirar profundo y liberar de su
trauma tanto como le sea posible, pero especialmente le indico que se separe de sus dolorosos
recuerdos "localizados" en la zona de su estómago. Ahora se da cuenta que todo el horror
relacionado con ese recuerdo se le ha fijado en su estómago. Entonces le pido que contemple la
vida del pequeño joven hasta su terrible experiencia. Él había sido hijo de la mujer de un
campesino que había trabajado en la casa de un señor feudal especialmente brutal. Obedeciendo a
un capricho cruel, un día el señor y sus amigos buscaban alguna presa humana contra la cual
pudieran azuzar su jauría de perros. Como el pequeño joven justamente pasaba por allí, para
entretenerse lo hicieron cazar por los perros lobos. Aunque la madre no habría podido impedir
eso, el joven se sintió traicionado por ella tanto como por su señor. Ahora que igualmente la
madre de Cindy no había logrado protegerla del terror de sus noches infantiles, desgraciadamente
volvió a abrirse la antigua herida de la traición, una herida que había envenenado toda la vida
actual de Cindy y que se había fijado simbólicamente en su estómago, como una roedora
nostalgia de protección y de firme lealtad.

La urgencia de repetición
Jung escribió una vez que "un complejo se origina ahí donde hemos sufrido un fracaso en la
vida". Los ejemplos de los casos de Melinda y Cindy, como los de otros tantos clientes, lanzan
naturalmente la nueva provocativa pregunta: ¿En cuál vida? Porque los esfuerzos terapéuticos
orientados en la experiencia del cliente indican reiteradamente que en nuestra psiquis también
están enterrados recuerdos de traumatismos preexistenciales. Por eso, yo creo que a lo dicho por
Jung tenemos que agregarle la declaración, que un complejo siempre se origina donde hemos
sufrido una derrota en alguna de nuestras vidas. También el concepto de Freud de la urgencia de
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repetición y la teoría de Fritz Perls de los asuntos pendientes, se pueden interpretar simplemente
como categorías dinámicas, que no sólo describen determinados procesos de una sola vida, sino
también de una serie completa de existencias. Según todas las apariencias, todos nosotros
entramos en este mundo con una gran porción de asuntos humanos pendientes, y es nuestro deber
personal y kármico completar esas tareas inconclusas. Mientras no hagamos conscientes esos
apremios latentes y nos liberemos de ellos, los contenidos preexistenciales de nuestros complejos
nos llevarán una y otra vez a experimentar nuevamente las circunstancias y escenarios de
antiguas derrotas, pérdidas, humillaciones, daños, privaciones, injusticias, etcétera.
Algunos de los problemas preexistenciales entretejidos en un complejo, son de una gran
complejidad moral y psicológica, de manera que demandan del terapeuta mucha habilidad y
paciencia. Eso se mostrará en algunos de los próximos ejemplos de casos. Muchos de los
problemas se basan, sin embargo, en la difundida experiencia universal de miedo y terror, como
por ejemplo, con Melinda y Cindy. Los traumatismos que resultan de aquellos estados de miedo y
terror forman uno de los elementos principales de muchos complejos preexistenciales.
Un miedo irracional se designa clínicamente como "fobia". Aunque de hecho, muchas fobias
tienen sus causas en nuestra existencia actual, viven, sin embargo, en casi todos nosotros, miedos
profundamente arraigados que no se pueden explicar de esa manera. Ya sea que se trate de miedo
a las arañas, a animales salvajes, al fuego, al agua, a grandes alturas, a las multitudes, a las
máquinas, a cuchillos, a lugares oscuros, etc., repetidamente he constatado que tales fobias se
basan en traumatismos preexistenciales. Muchas de esas inexplicables imaginaciones de horror
son tan poderosas, que no pocas veces inducen a la persona afectada a buscar exactamente el
peligro que más teme. Con esas personas se tiene muchas veces la impresión, de que trataran de
rechazar lo desagradable, invitándolo en realidad.
Así por ejemplo, una vez traté a un cliente alcohólico que vivía con un miedo pánico a
ahogarse. Pero justamente ese hombre navegaba en bote a vela mar adentro, o se amarraba a una
boya cuando había una fuerte tormenta, de manera que las olas reventaran directamente sobre él.
¿Quería él poner alguna antigua historia nuevamente en escena? Según sus recuerdos,
efectivamente se había ahogado varias veces. Pero en una vida había sido pirata y había hecho
ahogar brutalmente a toda la tripulación de un barco capturado. En su caso, la fobia se reforzó
evidentemente por medio de sentimientos de culpa. Un colega me contó una vez de un hombre
joven que le tenía miedo al fuego, pero que a pesar de eso, encendía grandes fogatas y las miraba
fijamente. Tal vez en una especie de trance, se veía él mismo y veía a sus padres, cómo habían
sido quemados en el siglo dieciséis por ser herejes.
Yo también he tratado todas las fobias posibles, detrás de las cuales aparecían experiencias
preexistenciales. Las fobias por animales muchas veces evocan recuerdos de haber sido lanzado a
los leones o a otros animales carnívoros, en la antigua Roma o en una tribu primitiva. Tales
personas, no pocas veces producen inconscientemente agresiones en animales que se les acercan.
Otras personas se acuerdan de haber sido mordidas o picadas por insectos venenosos, arañas,
serpientes, tiburones y otros animales. Muchos de los que sufren de miedo a la altura,
experimentan cómo en existencias anteriores han sido empujados a un precipicio, o se han caído
de un avión en una de las dos últimas guerras, o han sido víctimas de algún otro tipo de caída. El
miedo a las multitudes a menudo está ligado con la experiencia de la persona afectada, de haber
muerto en un pánico colectivo de masas o en una rebelión. En otras personas con fobias, surgen
en el recuerdo, accidentes en máquinas o la imagen de haber sido asesinado con un cuchillo o de
haberse ahogado en una mina, o por medio de un derrumbamiento, por medio de gas o también
del humo de un gran incendio.
Esencialmente más complicados que las fobias son los miedos neuróticos relacionados con la
supervivencia corporal y material. De esa manera, detrás de los disturbios ligados a la comida,

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como los que se registran por ejemplo, en la anorexia o en la bulimia, se esconden no pocas
veces, recuerdos de malas cosechas, escasez de alimentos o enfermedades, que han llevado a la
muerte en una vida anterior a los clientes respectivos. Es también absolutamente imaginable, que
bebés recién nacidos que sufren de cólico, experimentan en el plano somático, una vez más un
antiguo modelo de una existencia anterior, donde han sufrido una inanición tan grande, que ya no
podían probar ningún alimento. En algunos casos, los clientes se acuerdan que siendo mujeres,
niños enfermos o achacosos, han sido abandonados en alguna parte, en la nieve o en el desierto,
por todos los demás miembros de su tribu, en una época de escasez de alimentos. En otros
recuerdos se trata de campos de internación o de concentración, en los cuales muchos fueron
aniquilados por la disentería o por el hambre. Con frecuencia tales experiencias preexistenciales
se encuentran detrás de disturbios somáticos en el aparato digestivo. Así, algún cliente que ha
tenido que luchar con dificultades económicas y con los estados depresivos que acompañan a
éstas, relata acerca de una existencia anterior como mendigo, huérfano o como marginado al
borde de la sociedad humana.
Cuando tenemos que ver con aquellos miedos preexistenciales que se refieren a la seguridad
material, o los experimentamos otra vez; somos cesantes, estamos muy endeudados o estamos
decrépitos; o tratamos de compensar esos miedos acumulando alimentos y dinero en grandes
cantidades o nos dejamos crecer una gran barriga en señal de bienestar. "No quiero renunciar
nunca más a todo eso", dice en esos casos el pensamiento que sirve de base. De haber algo así
como un complejo preexistencia! colectivo, del que evidentemente sufren muchos
estadounidenses, eso sería el miedo a morir de hambre. Ningún país tiene más abundancia que
ofrecer que los Estados Unidos, pero en ninguna parte del mundo hay tantos supermercados,
cadenas de establecimientos de comida rápida, etc., que estén abiertos las 24 horas del día.
Naturalmente esa estructura psíquica se puede atribuir a la escasez de alimentos que antes
dominaba Europa y a la depresión económica de los años veinte del siglo veinte, pero cada vez
más frecuentemente también afloran recuerdos de una lastimosa muerte por hambre en los barrios
aislados y en los campos de concentración instalados por los fascistas, en anoréxicos y en otras
personas que tienen disturbios con la comida, que no tienen ninguna relación con la Europa del
tiempo de Hitler y de la Segunda Guerra Mundial. Según mi experiencia, especialmente
adolescentes y de preferencia varones, sufren de fuertes urgencias de repetición. Actitudes
irresponsables, como conducir un auto en estado de embriaguez, consumir drogas, jugar con
armas de fuego u otras acciones temerarias, acaban la mayoría de las veces en un coqueteo
inconsciente con la muerte. Aunque yo mismo como terapeuta he tenido que ver sólo
esporádicamente con jóvenes adolescentes, sí he encontrado entre ellos algunos que llevan
consigo amargos recuerdos preexistenciales de una muerte temprana y sin gloria en el campo de
batalla o el recuerdo de no haber alcanzado realmente a ser adulto. Y de esa manera, esos
jóvenes, o repiten inconscientemente antiguas experiencias de muerte en el campo de batalla;
bajo la consigna nacida de la duda y la desesperación: ¿Qué es lo que me preocupa?; o intentan
demostrar inconscientemente frente a los mayores lo que les ha sido negado en aquellas
existencias anteriores. Ocasionalmente, sin embargo, también la implicación de un amigo íntimo
en un accidente mortal, hace aparecer vagamente un antiguo recuerdo, de manera que la persona
respectiva ejecuta interiormente una media vuelta, pero más a menudo resuenan atronadoras en el
fondo de la consciencia, las historias de guerreros de violencia y heroísmo, hasta que las luchas y
confusiones de la adolescencia han pasado y los padres y otros responsables expulsan un suspiro
de alivio.
Pero naturalmente no son sólo adolescentes los que "representan" la influencia inconsciente de
impulsos preexistenciales. También numerosos adultos son inducidos por medio de "restos"
preexistenciales pendientes, a cambiar radicalmente su vida actual. Así, de vez en cuando sucede
que un hombre o una mujer de mediana edad, repentinamente intercede en forma vehemente por

85
una determinada demanda política, en circunstancias que hasta ese momento casi no ha
manifestado ningún interés por la política. En el inconsciente de tales personas se despierta
muchas veces en aquellas situaciones, el recuerdo de que en una vida anterior han dejado su vida
en una edad incierta, impotentes bajo los golpes de una represión política. Así por ejemplo, un
cliente al recordar, llegó a estar consciente que en los años sesenta había luchado en el sur de los
Estados Unidos por los derechos de los ciudadanos de color, lo que le pareció especialmente
obvio, cuando después se vio como un cruel dueño de esclavos en el siglo diecinueve. Una mujer
que traté una vez, se vio en el recuerdo corno un jefe de tribu que no logra reunir alimento para su
pueblo durante un período de escasez, y que por esa razón muere deprimido y lleno de
sentimientos de culpa. Por eso, en esta vida la mujer se dedica casi forzosamente a la
comercialización de alimentos y a asuntos económicos en general.
Pero con frecuencia surgen también con mis clientes, en relación con urgencias de repetición
con causas preexistenciales, imágenes del tiempo de los antiguos colonos del continente
americano y de otros países o de viajes en general. En la historia ha habido innumerables
migraciones nómadas, travesías de océanos y desiertos, migraciones coloniales y grupos de
convictos. Muchas de esas migraciones han dejado huellas indisolubles en la psiquis de los
participantes. Alguno de esos "viajeros" que no ha logrado llegar vivo al país o al continente de
sus sueños o bien experimentar sus peores temores, está animado hasta el día de hoy por la
urgencia de instalarse en lugares desconocidos o de explorar localidades lejanas. En mí mismo
vive el doloroso recuerdo de haber sido un hombre de edad avanzada de una familia hugonota,
que tuvo que huir de la católica Francia a Holanda. Nuestra familia quería establecerse
necesariamente en una de las colonias holandesas del Nuevo Mundo, pero el anciano se enfermó
y murió lastimosamente al lado de una calle, según me acuerdo. En mi vida siguiente yo era un
cazador que circulaba a través del río Hudson, en la parte superior de Nueva York; y también en
mi vida actual me ha atraído ese sector.
Pero a veces las aspiraciones inconscientes transcurren en la dirección contraria y se
manifiestan como la profunda nostalgia de regresar a un país del que nos hemos ido o nos han
expulsado. Todos los modelos recién descritos forman parte del gran círculo de temas de
separación y transcursos de vida interrumpidos. En la terapia se tiene que llegar a decir algo que
hasta ese momento no se había dicho, hay que imaginar proyectos que han quedado inconclusos,
y ante nuestros ojos interiores deben resurgir seres queridos, padres y niños, que repentinamente
han desaparecido para siempre de nuestra vida, a causa de circunstancias trágicas. Cuando eso ha
ocurrido, a menudo nos recorre una nueva energía y empezamos por fin a realizar tareas que
hasta ahí habíamos dejado de lado. La psiquis retoma en esos casos antiguos hilos, asuntos
pendientes que todavía necesitan ser aclarados.

La interpretación kármica de los complejos


La doctrina psico-física del yoga ya ha reconocido desde hace mucho tiempo que urgencias
condicionadas preexistencialmente forman una parte importante de nuestra personalidad. Todo lo
que nos sucede o lo que nosotros mismos emprendemos, deja huellas en la materia espiritual
(citta) del que ha experimentado o actuado y con eso deja también una disposición o tendencia a
repetir la acción respectiva o bien a experimentarla nuevamente. Nuestras acciones buenas o
malas producen, en consecuencia, lo que los maestros de yoga designan como residuos kármicos
(karmaskaya)-, literalmente, "residuos de acciones anteriores" (karma = acción).
Un moderno conocedor de la filosofía hindú, Dr. Karl H. Potter, ha descrito la doctrina del
karma de una manera muy concisa:

86
Esos residuos kármicos son idénticos a las tendencias o disposiciones de diversos tipos
(samsara) o van acompañados por aquellas. Hay por lo menos dos categorías de tales tendencias o
huellas (vasana), de los cuales una evoca un recuerdo del hecho original, siempre y cuando sea
activada, mientras que la otra, si es activada, produce desagradables apariciones adjuntas
(kleshas). Esas kleshas (literal: plaga, mancha, pasión) son ideas erradas que caracterizan el
pensamiento de todos aquellos que se dedican por completo a acciones dirigidas a un propósito;
también son la causa de que la persona respectiva permanezca involucrada, es decir, que acumule
constantemente nuevos residuos kármicos.

Las vasanas (del sánscrito: ideas, deseos, impresiones) se pueden comparar más bien con los
restos de aroma de un perfume o con el olor que deja el humo de un fuego ya apagado. En
relación con los recuerdos preexistenciales, esos "rastros" se han imaginado más bien como
psíquicos que como físicos. Las kleshas, por otro lado, son heridas o aflicciones morales que se
reproducen de existencia en existencia en forma de pensamientos y actitudes negativas cargadas
emocionalmente. En los ejemplos de casos del capítulo anterior nos hemos encontrado con
numerosas kleshas, en expresiones como: "Nunca recibo lo suficiente"; "Tengo la culpa de todo";
"¡No debo aceptar ningún sentimiento!"; "Siempre tengo que hacer todo solo"; "Me las pagarán";
"Mi vida es tan corta"; "Ella/él con toda seguridad me va a herir/abandonar/traicionar";
"Merezco estar sufriendo"; "No soy lo suficientemente bueno/ no valgo lo suficiente"; "Nadie
puede encontrarme amable". Las kleshas se reactivan cuando nos identificamos con las
resonancias simbólicas.
Naturalmente esos pensamientos no han quedado escondidos para muchas otras tendencias de
la psicoterapia y se traducen en términos como "estructuración", "escrituras de vida" "mitos
determinantes", etc., pero tan sólo desde hace poco tiempo se había de que esos escritos
pertenecen a nuestra herencia, como parte de nuestra imagen espiritual. El famoso experto en
asuntos de la India, Heinrich Zimmer, describió eso de la siguiente manera: "Esas vasanas tienen
la tendencia a producir samsara, que son cicatrices duraderas que sobreviven de una vida a otra.
En consecuencia, tenemos que imaginarnos el samsara como una red de cicatrices o como una
especie de "surco en la psiquis" (H. Zimmer) que produce exactamente esa urgencia de repetir
que observó Freud. Nosotros repetimos siempre nuestros mismos errores de una a vida a otra.
Muchas veces nos sentimos atraídos, para formar una pareja o para casarnos, por personas que
nos hieren o nos traicionan, o buscamos frecuentemente un jefe o padres que nos atormentan y
tiranizan. Contraemos enfermedades y experimentamos dolores que ya nos han angustiado en
cuerpos anteriores y así sucesivamente. Por muy desoladora que pueda parecer esa idea, no
conozco ninguna que pueda darle una expresión más precisa a la multiplicidad y particularidad de
ese destino individual, que aquella que Hamlet designa como "el dolor del corazón y los miles de
golpes (...) que son la herencia de nuestra carne".
Acerca del samsara, Potter y Zimmer dicen coincidiendo, que se trata de una disposición,
inclinación, o tendencia "a actuar de acuerdo a patrones de conducta establecidos por las
reacciones del pasado" (H. Zimmer). De esa manera, tal vez se pueda comparar el samsara con un
arañazo en un disco musical. Siempre que se toca el disco, la aguja queda pegada en la parte
dañada y produce los mismos sonidos desagradables de arañazo.
El punto de vista dentro de la tradición psicológica occidental que más se acerca a la idea yoga
del samsara, es la teoría de Jung de los arquetipos y del inconsciente colectivo. Él prefirió, sin
embargo, poner su propia teoría al lado de la terminología yoga, siendo en consecuencia los
arquetipos, los portadores de la "herencia psíquica". Esa opinión acabó en que en los arquetipos
están colocadas estructuralmente la propensión para determinadas enfermedades, determinadas
características y aptitudes especiales, etcétera. Sin embargo, él insistió en que los arquetipos

87
solamente son principios constructores de formas sin un contenido real; y en eso se diferencian
de las vasanas y de los samsaras,

"Un arquetipo", escribió Jung, "es como un antiguo curso de una corriente, en el que las aguas
de la vida han fluido durante mucho tiempo y se han enterrado profundamente".

Cuando Jung murió en 1961, en el mundo occidental estaba tanto la corporación de los
psicólogos como la amplia opinión pública, desde escéptica hasta abiertamente adversa ante toda
idea de reencarnación. El caso Bridey-Murphy fue, según parece, finalmente archivado a fines de
los años cincuenta, y las publicaciones de Edgar Cayces eran conocidas solamente por un círculo
pequeño en aquel entonces. En la actualidad el viento se ha dado vuelta perceptiblemente, a favor
de todo lo que tiene que ver con reencarnación y existencias anteriores, como lo evidencian las
encuestas Gallup, los programas de conversación en la televisión y las publicaciones de la prensa.
En los archivos de terapeutas e investigadores de Europa y de Norte y Sudamérica, se amontonan
entretanto, miles de documentos acerca de recuerdos de vidas anteriores.
Acerca de recuerdos prenatales, tenemos ahora a nuestra disposición el trabajo
internacional mente conocido del Dr. Thomas Vemey. Él coleccionó los resultados de las
investigaciones de numerosos expertos, que han demostrado en forma experimental, que la
consciencia del feto ya está marcada de una determinada manera en el vientre de la madre. En su
importante libro The Secret Life ofthe Unborn Child, él presentó una combinación resumida de
los resultados. Interesantemente muchos de sus colaboradores, que originalmente comenzaron el
proyecto de investigación desde un punto de vista médico-materialista, relatan que numerosos
recuerdos en el útero están entremezclados con rastros de recuerdos preexistenciales.
Yo creo que el término "samsara", para el que propongo la traducción "complejo
preexistencial" o "complejo kármíco", en cierto modo constituye la piedra angular del puente que
comunica la psicología occidental y oriental. Conceptualmente, un complejo kármico habría que
establecerlo como en el medio, entre el arquetipo, libre de rastros de recuerdos personales, y un
complejo que se deriva directamente de experiencias personales en esta vida. En forma breve, yo
propondría la siguiente ampliación del conceptualismo junguiano:

ARQUETIPOS SAMSARA COMPLETO


(complejo kármico)

Contenidos: Imágenes míticas; Rastros de recuerdos Rastros de recuerdos


formas universal- de existencias anteriores de la vida actual
mente válidas (vasanas, kleshas)

Sobre la inmensa importancia de la idea del samsara para una comprensión adecuada de la
estructura y desarrollo de la personalidad que se origina, Heinrich Zimmer ha señalado en sus
meditaciones no publicadas acerca de ese concepto sánscrito:

Samsara es... una expresión rica en contenido y muy elocuente. Sus significados giran
alrededor del concepto de lo que "es creado, cuidado, y formado". Pero con relación al individuo,
esa es la personalidad; con todas sus decoraciones, cicatrices y propiedades características; que no
solamente en el transcurso de los años, sino a través de vidas completas están sujetas a un proceso
de fusión.

Como en occidente mantenemos un prejuicio típico a favor de las causas materiales, a costa de
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las espirituales, desde hace mucho tiempo estamos preparados por cierto, para aceptar el carácter
hereditario de rasgos físicos y de ciertos rasgos característicos en general, pero retrocedemos ante
la idea de una herencia psíquica, ya que la altamente desarrollada y diferente psicología oriental,
es extraña para nosotros y desconfiamos de un sentido exagerado de reencarnación. También las
declaraciones de la astrología son consideradas por nosotros como totalmente absurdas. Pero
parece como si el viento girara poco a poco. Hay cada vez más indicios de que todos los
complejos esenciales que estructuran nuestra vida y que dirigen nuestras interacciones con otras
personas, ya hubieran sido establecidos antes y durante el nacimiento. Aunque en nuestra vida
actual pueden parecer nuevas, la vestimenta, los bastidores y el decorado, no obstante
representamos un papel que ya conocemos vagamente, un antiguo "juego de pasión" que todavía
no ha sido llevado a término, al que nos empujan los arquetipos y nuestros complejos kármicos.
Pero en cuanto lo enfrentemos con sinceridad, tal vez nos demos cuenta que no tenemos que
permanecer estancados por mucho tiempo más en las exigencias inconscientes de los samsaras,
sino que todavía podemos dirigir el fatal drama de nuestra existencia a un buen final. Si llegamos
a estar conscientes claramente de nuestro pasado preexistencial, el "así lo quería" de Nietzsche no
es para nosotros una meta inalcanzable.

Sentimientos de vergüenza residuales


El caso Leonard
Leonard era un hombre joven de casi treinta años de edad y vino a la terapia a causa de
dificultades laborales y de relaciones. Un par de aflos antes él se había graduado de ingeniero en
la universidad, pero casi no había ejercido esa profesión. Él pasaba más tiempo en una pequeña
cabana en los bosques y se mantenía haciendo trabajos de carpintería. Sin embargo, esos trabajos
ocasionales no eran satisfactorios para él, porque se sentía a menudo burlado y mal tratado por su
respectivo jefe. En su vida privada las cosas no andaban mejor. Él había tenido una serie de
relaciones cortas con mujeres, que habían sido terminadas prontamente por parte de ellas. Todo
eso se juntó para formarle una autoimagen bastante lastimosa y le produjo una depresión general
que reforzó su aislamiento. Él estaba metido en ese círculo vicioso, donde lo negativo se refuerza
a sí mismo cada vez más. Mientras más trataba de sacarse él mismo del pantano de su propia
incertidumbre, más profundamente se hundía en su desgracia.
Cuando escuché su historia, me llamó especialmente la atención de que él se apartaba de
cualquier compañía y que tenía una pronunciada aversión a adherirse a cualquier grupo u
organización social. Como yo había ejercido como terapeuta durante algunos años en una ciudad
universitaria, también tuve que ver muchas veces con personas que habían rendido recientemente
su examen, que se separaban de mala gana de la cómoda seguridad del alma mater y que trataban
de prolongar un poco más la entrada al duro mundo adulto y laboral con todos su deberes. Pero
las reacciones de Leonard iban mucho más lejos. Él conservaba en forma muy evidente,
resentimientos considerables contra una sociedad que no le había ofrecido desde un principio una
carrera agradable y una compañera perfecta. Bajo tales circunstancias habría sido una pérdida de
tiempo señalarle, que la mayoría de los otros contemporáneos también tenían que contentarse con
trabajos de jornada incompleta y con relaciones que funcionaban bien y mal. La desalentadora
incapacidad de Leonard para encontrar su lugar en el mundo, no se podía explicar
suficientemente con sus circunstancias directas de vida, pero yo no tenía claro lo que, además,
había detrás.

89
La experiencia me ha enseñado que donde siempre está en juego un afecto especialmente
fuerte, lo que más ayuda es exagerar la actitud emocional hasta tal punto, que el sentimiento se
exprese en lo posible completo. Por eso le pedí a Leonard que se acostara en el sofá con los ojos
cerrados y que respirara profundamente "suspirando". "Entre en su tristeza y amargura en forma
incondicional", le indiqué. "Ponga atención adonde lo lleva eso". Durante los minutos siguientes,
él siguió las indicaciones, lanzó la cabeza de un lado para otro y apretó los puños:

"Eso no es correcto ", dijo él después de un rato. "Eso no es correcto. ¿Por qué me has hecho
eso? "
Yo le aconsejo que llame por su nombre a la persona a la que se está refiriendo y él se dirige a
ella como "Sarah "; así se llamaba su última compañera.
"Eso no es correcto, Sarah. ¿Por qué me has hecho eso? Yo te quería realmente. Tú me has
fingido. No te sobraba nada en absoluto para mí. ¿Por qué has hecho eso? ¿Por qué? ¿Por
'O tf

que/
Le pedí que repitiera esas frases, que sintiera todo su significado y que hiciera salir todo.
"¿Por qué me has hecho eso ante todos los demás? Me dio mucha vergüenza. ¿Qué debo
hacer?"
"¿Qué ocurre ahora?, le pregunto alertado por las palabras "ante todos los demás".
"Ahora ya no es Sarah. Ahora es esa mujer del barco, un barco grande, aparentemente un
vapor del Mississippi. Ella está muy hermosamente vestida. Como una modelo... ¿Por qué me
has hecho eso? Tú me has fingido. No te sobraba nada en absoluto para mí. Me siento como un
tonto".
Ahora le salen lágrimas, aprieta los puños, su cara se desfigura con una mueca de tormento y
rabia. Detrás del dolor que le causó el rechazo de Sarah en esta vida, se fue destacando poco a
poco el plano kármico del complejo.
Leonard se ve en su recuerdo, según parece, como un hombre joven en un vapor fluvial en el
sur de los Estados Unidos a principios del siglo diecinueve. El es un jugador relativamente
exitoso y acaba de tener una corta relación amorosa con una cantante de opera, que es de todo
menos monógama. A pesar de su apariencia un poco presumida, en el fondo es más bien tímido
frente a las mujeres y le declaró su amor en forma inocente, justamente a una persona que
solamente jugó un poco con sus sentimientos. Como él no puede recuperarla y como, además,
ella lo evita públicamente, comienza a beber y a jugar desenfrenadamente. Pero luego cuando él
se mete en un tonto enfrentamiento con un colega de juego fundamentalmente más
experimentado, es alcanzado por una bala y muere. En su provocación al otro hombre se puede
observar claramente un elemento suicida. El muere amargado y lleno de odio, porque se siente
profundamente humillado por la forma en que esa mujer jugó con él públicamente.

Ya esa primera sesión le proporciona a Leonard una gran cantidad de alivio emocional y le
ayuda a diferenciar sus sentimientos actuales dirigidos a Sarah del antiguo complejo kármico. Él
se da cuenta que su antigua herida lo impulsa a elegir siempre mujeres que lo hieren y lo
humillan, porque una parte de él permanentemente tiene que representar otra vez la antigua
historia. Cuando estudiamos a fondo por segunda vez su existencia pasada, yo le pido que
exprese con palabras drásticas su rabia retenida sobre su amante del vapor fluvial.

"¡Vieja bruja! ¡Te odio! Me has hecho mucho daño. Yo no te importaba nada. No tienes
corazón y eres cruel. Sólo has jugado conmigo. Sólo me has usado”.

Pero la herida kármica todavía no está curada, como se ve en sesiones posteriores. La trágica

90
vida sobre aquel vapor fluvial resulta ser sólo una de muchas existencias en las cuales él tiene que
experimentar reiteradamente ese tipo de rechazos a través de una fatal urgencia de repetición, lo
que finalmente lo conduce al pensamiento negativo inconsciente o klesha "Las mujeres siempre
me van a herir/abandonar". Trabajamos a tientas y bajo dolores, a través de esas existencias.
Un tema que aflora repetidamente en los recuerdos preexistenciales de Leonard es la idea de ser
abusado. "Sólo has jugado conmigo. Sólo me has usado". En esas palabras está adherido un sabor
especialmente amargo. Por eso, de acuerdo al principio de la resonancia simbólica, le pido a
Leonard en una sesión posterior, que se sumerja en una vida en la que por primera vez se ve
confrontado con ese problema.
Esta vez les corresponde a las frases claves anteriores la función de enfocar la amargura y el
odio, que evidentemente están en el centro de ese samsara profundamente grabado o complejo
kármico. Mientras Leonard repite aquellas frases que hicieron expresar su dolor aquella vez en el
vapor fluvial, "No tienes corazón y eres cruel. Sólo has jugado conmigo. Sólo me has usado", se
introduce muy rápidamente en la historia preexistencial siguiente, que quiero reproducir aquí en
forma resumida:

Leonard se ve como un joven esclavo en una pequeña ciudad griega en el tiempo del antiguo
Imperio Romano. Su amo es un comerciante rico y rústico que en general es odiado y temido en
la pequeña ciudad. El destino de ese esclavo consiste en que es elegido por su amo, por quien
siente odio y repulsión, como compañero preferido para prácticas homosexuales. El tiene la
desagradable elección de, o someterse a los deseos sexuales de su amo o dejarse azotar con un
látigo en forma terrible. Cuando él se decide por la alternativa menos dolorosa, tiene que
experimentar una humillación aun más profunda. En la pequeña ciudad se divulga rápidamente
que él es el "muchacho de los placeres " del comerciante y los otros esclavos de la ciudad, que
de lo contrario quizás hubieran sido sus amigos, se hurlan de él y lo evitan durante años. Es
decir, el desprecio general que la gente de la ciudad le demuestra a su lujurioso señor, le afecta
ahora también a su desdichado esclavo.
Un punto de cambio se produce en esa desdichada existencia, cuando una guarnición romana
es transferida a la pequeña ciudad y el comerciante es arrestado y sus bienes son confiscados,
por razones que no quedan claras en el recuerdo de Leonard acerca de esa existencia. No es
necesario que los numerosos esclavos del comerciante compartan su destino y son liberados.
Pero el esclavo preferido, cuya atroz vida Leonard describe con toda claridad, es ahora el
blanco del odio general. Nadie le da algo de comer, nadie le ofrece un trabajo. Finalmente un
grupo de hombres jóvenes lo persiguen lanzándole piedras y lo expulsan de la ciudad.
Con todo el cuerpo maltrecho, sin hogar y lleno de odio contra la gente de esa ciudad y la
sociedad humana en general, el desdichado esclavo camina durante meses mendigando por
calles polvorientas. Finalmente vive como pastor de cabras en las montañas. Ahí pasa el resto de
sus días y guarda resentimientos por la injusticia que le ha ocurrido, hasta que la muerte le pone
fin a su desgracia.

Ahí yacen entonces las raíces kármicas del aislamiento de Leonard de la sociedad, de su
sensación de sólo ser rechazado permanentemente, de su amargura, de la desconfianza que le
demostraba a su jefe, de su miedo a ser abusado en relaciones sexuales.
En todas esas heridas y humillaciones se menciona la vergüenza. Los antropólogos han
enfatizado que la vergüenza va acompañada esencialmente de la sensación de desaprobación
pública. Visto así, la vergüenza se diferencia básicamente de la culpa, que es totalmente privada e
interior. Podemos sentirnos culpables completamente para nosotros solos, pero la vergüenza
requiere habitualmente de la presencia y desaprobación de toda la sociedad o de algunos que
estén en el mismo caso frente a ésta. La Grecia helenística era con toda seguridad más bien una

91
sociedad de vergüenza que de culpa, de manera que el rechazo social y finalmente la expulsión
que tuvo que experimentar Leonard como esclavo, a causa de su conducta sexual, eran muy
perjudiciales. Considerando esos antiguos recuerdos, el deseo urgente de Leonard de vivir solo en
una cabaña en los bosques, parece completamente comprensible; e igualmente su depresión en
general y su incapacidad de adaptarse a la sociedad.
Por eso esa sesión mostró un efecto muy positivo en Leonard. Los paralelos entre su vida actual
y las historias anteriores se le aclararon inmediatamente. Fue como si su psiquis se hubiera
liberado de un gran peso. Su estado de ánimo mejoró visiblemente. Leonard continuó la terapia
todavía por un tiempo más y examinó también otros asuntos de sus existencias anteriores.
Durante un tiempo, el significado de su historia en Grecia estuvo de trasfondo. En ese tiempo
también mejoró lentamente la relación de Leonard con la sociedad. Él se trasladó nuevamente a
la ciudad y volvió a salir con mujeres. Esta vez siempre se hizo claridad acerca de sus motivos al
comienzo de aquellas relaciones y evitó exponerse a rechazos. Obtuvo nuevos amigos y comenzó
poco a poco a verse a sí mismo de otra manera.
Casi al final de la terapia, él se vio en una existencia anterior como jefe supremo de una
pequeña ciudad en la antigua China. Su tarea era repeler a los mongoles que habían invadido el
país del medio. Él era un valiente e incluso noble líder de su pueblo, que constantemente luchaba
por la reconstrucción del país y se preocupaba del aprovisionamiento de la población. Después
que le había dado todo a su pueblo, murió satisfecho al final de esa vida, aunque agotado por sus
esfuerzos. La mirada retrospectiva a esa existencia, llenó a Leonard de energía. "Yo puse mi vida
completamente al servicio de la comunidad", dijo él. "Esa fue una sensación muy buena". Yo lo
induje a identificarse con esa imagen de una persona vigorosa en medio de la sociedad, ya que
esa imagen constituía un valioso contrapeso a la del esclavo amargado, desesperado y expulsado
de la sociedad, que también vivía en él. Ambas estaban en su psiquis una al lado de la otra, pero
se podía reconocer claramente que en la vida de Leonard había comenzado un profundo proceso
de compensación e integración. Ese nos pareció el momento apropiado para terminar la terapia.

92
III.
Elementos básicos de

la terapia de preexistencia

Yo no soy un mecanismo, una colección de diferentes partes.


Y que estoy enfermo, no consiste en que el mecanismo trabaje mal.
Estoy enfermo de las heridas del alma, de mi
Yo más profundo,
y las heridas del alma se curan lentamente, sólo muy lentamente,
solamente el tiempo trae ayuda
y paciencia y un cierto remordimiento difícil de lograr,
un remordimiento largo, difícil de lograr, el reconocimiento
de lo equivocado en la vida y la autoliberación
de la interminable repetición de los errores,
que la mayoría de las personas simplemente
ha decidido aceptar.

D. H. Lawrence, More Pansies

93
7. Existencias pasadas y
enfermedades físicas
Pensadores, escuchen, díganme ¿de dónde tienen conocimientos que no estén en
el alma?
Tomen un jarro lleno de agua y colóquenlo sobre el agua; ahora él tiene agua por
dentro y por fuera.
No le demos ningún nombre a todo eso, para que las sensibilidades simples no
comiencen nuevamente a hablar acerca del cuerpo y del alma.
Kabir, poeta y místico sufí

Cada parte del cuerpo tiene una historia que contar.


Anna Halprin

El cuerpo puede recordar


Muchos de los clientes, cuyas historias de sus casos hemos observado hasta ahora, sufren de
llamativos síntomas físicos, que más tarde resultan estar relacionados con una establecida
experiencia clave del plano preexistencial. En algunos casos, incluso, partimos directamente de la
respectiva dolencia física y dejamos al cuerpo relatar su historia. En el caso de Susan (capítulo 5),
constatamos que las partes tensas de su cuello y de sus hombros contenían recuerdos de su última
vida como pintor holandés, donde a causa de un poderoso sentimiento de culpa se había
suicidado. La impotencia de Gregory (capítulo 4) estaba ligada a sus agobiantes experiencias de
vergüenza y castración en una corte aristocrática en Francia antes de la revolución. Detrás de la
frigidez de Melinda (capítulo 6) se escondía el destino de una pequeña muchacha que había sido
abusada y violada.
En los tres casos se había "fijado" un problema emocional central en cada parte del cuerpo que
en la existencia anterior había sufrido daños. El resultado fue que los problemas emocionales no
resueltos eran identificados inconscientemente con el trauma somático respectivo. Desde el
punto de vista kármico, da fuertemente la impresión que en aquellos casos la parte del cuerpo
afectada es especialmente propensa a las perturbaciones. Tales predisposiciones se propagan al
mismo tiempo con el contenido emocional del samsara, lo que yo llamo plano preexistencial del
complejo.
No obstante, una relación tan estrecha entre los planos físicos y emocionales no se observa en
todos los samsaras físicos que se propagan a través de diferentes existencias. Muchas veces los
clientes solamente pueden acordarse de los traumatismos corporales, mientras que el contenido
emocional e intelectual aparece sólo en forma secundaria. Los recuerdos del joven escritor de
diversas lesiones en la pierna (capítulo 4) pertenecían a esa categoría, tal como muchas fobias
mencionadas en el capítulo 6. Por eso, es aconsejable diferenciar entre dos diferentes tipos de
traumatismos: 1. Aquellos traumatismos corporales preexistenciales que están condicionados

94
muy esencialmente por un conflicto emocional o que en todo caso lo expresan, y 2.
Traumatismos corporales preexistenciales que son más bien casuales, es decir, que corresponden
la mayoría de las veces a accidentes.
Cuando se tiene que ver con clientes de esta segunda categoría, entonces naturalmente hay que
tratar también determinadas sensaciones de miedo o de pena con ayuda de técnicas catárticas,
pero en tales casos esas emociones representan casi exclusivamente reacciones al accidente
respectivo. La muerte del pequeño joven recordada por Alice (en el capítulo 2), por ejemplo, no
requería de demasiado trabajo catártico, por cuanto el niño no había desarrollado en esa
existencia un vínculo especialmente fuerte con su existencia terrenal y por consiguiente casi no
había dejado ningún problema kármico. Pero también hemos conocido algunos ejemplos de la
primera categoría, es decir, casos, en los que los problemas emocionales están acoplados de
manera sutil con determinados traumatismos corporales: En los senos nasales laterales de Sol
(capítulo 5), todos sus miedos kármicos de pérdida pendientes habían dejado evidentemente su
marca, mientras que los problemas de espalda y ríñones de Jane (capítulo 4) reflejaban en un
plano orgánico profundo, la ambivalencia de los sentimientos con los cuales ella consideraba su
trabajo y su existencia solitaria.
Tengo claro que con la idea de la herencia de contenidos psíquicos adquiridos en forma
preexistencial, tal vez he puesto a dura prueba la paciencia de mis lectores más bien escépticos.
La constatación que la tendencia a enfermedades físicas e incluso la predisposición para
determinados accidentes (totalmente independiente de la herencia genética) puede ser heredada,
tal vez parece incluso doblemente problemática ante ese trasfondo. Quizá sea de ayuda si en esta
parte expongo argumentos que hablan a favor de tal opinión y presento brevemente, cómo los
psicoterapeutas y los terapeutas del cuerpo evalúan la conexión cuerpo-alma.
Como es de conocimiento general, en la filosofía y psicología occidental, el cuerpo y el espíritu
o alma son tratados la mayoría de las veces como dos unidades fundamentalmente separadas.
Aquí no necesito referirme a la historia de aquella doctrina que habitualmente es designada como
"Dualismo cuerpo-alma" o (según Rene Descartes) como "Dualismo cartesiano", por cuanto
todos pueden leer los argumentos respectivos en cualquier libro de filosofía. Las consecuencias
de esa opinión son claras: Los médicos y los fisiólogos se encargan del tratamiento del cuerpo.
Los psicólogos y los psiquiatras se encargan exclusivamente del "auna". Los institutos que
existen en las universidades han profundizado esa diferencia hasta tal punto, que una
conversación fructífera entre la facultad médica y psicológica, por ejemplo, es un suceso más
bien raro. La psiquiatría, que teóricamente debería unir dentro de sí el punto de vista médico y el
psicológico, está aprisionada hace más de un siglo en el caso de ese dualismo y ha llegado en
forma creciente a atribuir (algunos dirían, a reducir) a causas orgánicas o bioquímicas, todo lo
que tiene que ver con la vida interior de las personas. De hecho, para muchos científicos y
autores, los términos "alma-espíritu" y "cerebro" han llegado a ser entretanto intercambiables.
Pero en los pasados años se han hecho varios intentos de introducir diferentes técnicas de
imaginación para el tratamiento del cáncer, por ejemplo. Los ampliamente conocidos trabajos de
los doctores Cari y Stephanie Simonton y el nuevo procedimiento de la psiconeuroinmunología
(PNI), son tal vez los ejemplos más conocidos de esto. También la tendencia médica orientada
por el Holismo (doctrina de la integridad), intenta hacer un puente sobre el abismo que hay entre
"espíritu-alma" y cuerpo, y en eso se atiene a sistemas orientales de energías etéreas o a la fuerza
de formas de pensamientos. Sin embargo, los principios según los cuales existe una interacción
del espíritu y el cuerpo, casi no han sido investigados hasta ahora, y se sabe todavía menos acerca
del papel de la imaginación y del mundo interior de imágenes. Por cierto ha habido algunos
avances al respecto en la llamada medicina psicosomática, pero en general, esa disciplina también
ha dirigido una lucha bastante inútil contra aquellas tendencias de la medicina convencional, que
siempre desarrollan ingeniosos métodos quirúrgicos y farmacéuticos y que refutan en forma

95
vehemente la importancia, tanto de la consciencia coma del inconsciente, para la curación de
enfermedades orgánicas.
Wilhelm Reich era un médico que más tarde llegó a ser psicoanalista, que durante toda su vida
nadó contra la comente y que finalmente murió en una cárcel estadounidense. Él estaba
firmemente convencido que las enfermedades orgánicas reflejan directamente disturbios
emocionales y que el cuerpo finalmente se cura el mismo, en caso de que logremos poner
nuevamente en equilibrio la disfunción emocional en un plano energético.
No quiero tratar detalladamente aquí las controversias que se desencadenaron alrededor del
brillante trabajo de Reich, sino solamente mencionar el ejemplo de un caso publicado por uno de
sus seguidores, que puede ilustrar muy bien los principios de Reich y también aclarar el aspecto
somático muchas veces tematizado en los recuerdos, que nos interesa aquí.
Ese analista es el doctor australiano Carón Kent, que en un libro acerca de la terapia de Reich,
Man 's Puzzled Body, relata la historia de una joven mujer que lo había consultado a causa de una
grave curvatura de su columna vertebral. Ella ya había visitado varios especialistas, que en forma
concordante habían asegurado que el desarrollo defectuoso de su columna ya estaba muy
avanzado para una intervención quirúrgica y que iba a tener que conformarse con su condición.
El Dr. Kent supo entonces que la distorsión de la espina dorsal había aparecido en la niñez de la
paciente y no era de nacimiento. Como ella no sufrió en su niñez ni de infecciones, lesiones u
otras enfermedades graves, Kent reflexionaba, por medio de qué podían haber sido ocasionados
esos síntomas tan considerables.
Para descubrir la causa de los daños^ en la columna vertebral de la joven mujer, él la regreso en
forma hipnótica, a aquella fase de su infancia donde según todas Jas apariencias habían aparecido
problemas graves por primera vez. Kent hizo vivir otra vez una determinada situación traumática
a la mujer que se encontraba en trance, con ayuda de un procedimiento que aparentemente
presenta grandes concordancias metódicas con el procedimiento terapéutico preexistencial.
Cuando la mujer tenía seis años de edad, su padre bebía mucho, hacía mucho alboroto en la casa
y amenazaba a su esposa y a sus hijos. Incluso una vez los había perseguido con un hacha. En la
regresión, la mujer se vio como una muchacha de seis años que se esconde horrorizada detrás de
la puerta de madera de un galpón que hay en el jardín, mientras su padre entra y la busca. Cuando
ella vivió nuevamente la escena., adoptó una posición curvada sobre el sofá y se arrimó
fuertemente hacia un lado, probablemente para apretujarse más aún detrás de la puerta. Como ella
no quería revelar su escondite, también retuvo la respiración. Aunque aquella vez su padre no la
encontró y tampoco le hizo nada, de ahí en adelante su ritmo de respiración sufrió un disturbio y
ella no se recuperó nunca del horror de aquel espantoso momento, en que tuvo que doblarse
completamente detrás de esa puerta, temiendo que su padre en cualquier momento la sacara d&
allí y la matara. Al hacer Kent experimentar a la mujer esa escena completamente olvidada, ella
se pudo liberar de aquella conmoción profundamente arraigada. Por medio de esa catarsis,
ocurrió algo extraordinariamente asombroso. Según lo que anunció Kent, la columna vertebral de
la mujer se enderezó nuevamente. Evidentemente el trauma emocional había hecho endurecerse
físicamente a, la pequeña muchacha, en la posición que había adoptado aquella vez a causa de la
amenaza de su padre; un suceso que a continuación fue reprimido. Kent envió después a la joven
mujer nuevamente a los especialistas en columna vertebral que ella había consultado antes, y
todos ellos estuvieron dispuestos a atestiguar el notable proceso de curación.
Otros ejemplos, aunque menos espectaculares, de cómo traumatismos emocionales pueden
estamparse en el cuerpo, se encuentran en la obra modelo de D. J. West, Psychical Research
Today. En ese libro aparece la fotografía del brazo de un hombre^ en el que se pueden ver
profundos cortes, como Jos que pueden ocasionar ataduras, por ejemplo. Las marcas aparecieron
en forma espontánea, cuando el hombre en referencia experimentó nuevamente en trance, cómo
había sido apresado y amarrado con una soga. West relata también acerca del caso de una joven

96
mujer, en cuyo cuerpo se hicieron visibles unas marcas, cuando ella experimentó nuevamente
durante una sesión psicoanalítica, cómo había sido golpeada.
Los hipnoterapeutas saben desde hace mucho tiempo, que la superficie de la piel es
extremadamente sensible y que refleja conflictos emocionales que se pueden curar por medio de
sugestión. Pero tal como muestra el ejemplo de Kent acerca del encorvamiento de la espina
dorsal, las estampaciones pueden también manifestarse en un nivel orgánico mucho más
profundo.

Formas de marcas somáticas preexistenciales


Lo que Carón Kent y otros terapeutas basados en Reich han averiguado acerca de impresiones
de traumas emocionales en la estructura muscular, en diversos órganos y en sistemas corporales,
lo he visto comprobado repetidamente en mi propia práctica terapéutica, pero con la diferencia
que numerosas molestias tenían un origen preexistencial. El libro de Morris Netherton Past Lives
Therapy es notable, porque en la mayoría de los casos descritos por él, junto a malestares
psíquicos se pueden notar también molestias físicas, como por ejemplo: úlceras estomacales,
epilepsia, migraña, enfermedades cancerosas en fases primarias. Mis primeros resultados
confirman completamente los trabajos pioneros de Netherton. Una cantidad sorprendentemente
grande de malestares orgánicos tienen de hecho un fondo preexistencial y se pueden aliviar o
incluso curar, si se consigue volver a experimentar las respectivas experiencias de fondo en forma
catártica. Aquí hay algunos ejemplos de problemas físicos, con los cuales puede ser de utilidad
una terapia de preexistencia:

- Una joven mujer que sufría de una inflamación ulcerosa del intestino grueso, se vio en el
recuerdo como una muchacha holandesa de ocho años de edad, que fue llevada por secuaces
nazis a una fosa común y luego fusilada. La colitis era una expresión de terror que se había
grabado en el cuerpo de la pequeña muchacha en los últimos momentos antes del
fusilamiento.

- Un hombre con dolores crónicos de espalda experimentó una vez, cómo estaba atrapado bajo
un auto con la columna vertebral quebrada y luego murió con grandes dolores. Después de la
sesión, sus dolores disminuyeron perceptiblemente.

- Una mujer con problemas en los ojos y asma, se acordó de una vida como monje medioeval
que es acusado de haber llevado a un pueblo completo a la herejía. El castigo del monje
consiste en que tiene que ver cómo todos los habitantes de la aldea son quemados vivos
delante de él. Con eso, el humo que sube de la carne carbonizada le hace arder los ojos hasta
que le lagrimean y también le hace la respiración casi imposible.

- Un hombre que sufría de ataques epilépticos, experimentó otra vez cómo había muerto en el
campo de batalla a consecuencia de horribles mutilaciones. Elementos de su agonía parecían
reproducirse en la estructura de sus ataques epilépticos.

- Un hombre que sufría de la urgencia de tener que lavarse las manos constantemente, se vio
como un cirujano del siglo dieciocho, que estaba consciente que muchos de sus pacientes
habían tenido que morir a causa de las carentes condiciones higiénicas de trabajo de la época.

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En aquel entonces, primero se le había dado plena libertad con sus obsesivos lavados de
manos, pero después se le había enviado a un instituto para enfermos mentales.

- La migraña crónica de una mujer desapareció después que ella se había visto otra vez como
una pequeña muchacha de siete años de edad, cuyo padre la golpeó con un fierro en la cabeza
hasta que ella murió.

Yo podría citar aquí muchos más ejemplos de problemas sexuales que están ligados con
traumatismos preexistenciales, pero como tales casos están tan ampliamente difundidos, he
reservado un capítulo completo para ellos (ver capítulo 8).
En cada parte de nuestro cuerpo se puede manifestar potencialmente un antiguo accidente o una
antigua lesión. Pero los traumatismos preexistenciales están, sin excepción, en una relación
específica y no sólo general con agudos problemas corporales. En otras palabras, no cada
migraña se puede atribuir a una lesión corporal o a problemas de la garganta que se remontan a
ahorcamientos o a estrangulamientos. Las molestias hacen aflorar muchas veces historias
completamente diferentes en distintas personas. Uno se acuerda quizá de haber sido decapitado,
mientras que otro ha sido tal vez asfixiado o colgado en una vida anterior. Dolores en el pecho o
en la zona del corazón, hacen surgir en diferentes personas rastros de recuerdos de cosas muy
distintas, como puñaladas, heridas producidas por balas, por una lanza, por una flecha o quizá
también por una granada. Piernas o brazos adoloridos evocan en algunos clientes el recuerdo que
anteriormente la respectiva extremidad ha sido quebrada por un árbol que se ha caído o
destrozada por un torturador o herida por medio de crucifixión o arrancada por animales salvajes.
Una especial fragilidad o susceptibilidad en la zona del vientre despierta muchas veces recuerdos
de heridas cortantes o de golpes o de aberturas de vientre con un cuchillo o de un hambre
insoportable o de envenenamiento. Píes y manos sensibles han sido la mayoría de las veces,
víctimas de diversos accidentes o mutilaciones en existencias anteriores, pero no pocas veces
indican también, que la persona respectiva le ha hecho algo horrible a otros.
En ciertas zonas del cuerpo se encuentra escondido muy cerca de la superficie tanto material
preexistencial inconsciente, que éste muchas veces sale a la luz en forma totalmente inesperada,
por medio de sencillas intervenciones terapéuticas corporales. Muchos de mis clientes ya han
tenido experiencias con el "Rolfíng", una técnica de masaje profundo que también puede activar
fragmentos de recuerdos preexistenciales, cuando determinadas partes adoloridas de músculos
son reestructuradas. En lo que concierne a mí mismo, me acuerdo todavía muy vividamente, que
grité en forma estruendosa cuando en una sesión de Rolfíng fueron tratadas mis asentaderas
adecuadamente. Cuando el masajista se dedicó a esa parte tan "compacta" de mi cuerpo, de
inmediato apareció ante mis ojos interiores la imagen de un profesor de escuela, que una vez me
había dado una paliza cuando yo tenía diez años de edad. Al masajista le llamó la atención lo
tensas que estaban mis nalgas después que había gritado y entonces repitió otra vez la aplicación.
También esta vez sentí fuertes dolores e insistí en gemir y en lamentarme enérgicamente, pero
ahora me vi repentinamente como un guerrero celta que es herido en el trasero.
A consecuencia de la hasta ahora predominante diferenciación cartesiana entre problemas
corporales y psíquicos, la mayoría de los masajistas de Rolfíng, los especialistas en masajes en
general o los terapeutas del cuerpo, no saben cómo deben manejar las emociones que surgen en el
trabajo con el cuerpo, y la mayoría de los psícoterapeutas apenas entienden algo de trabajo
corporal especializado. Por eso soy de la opinión que los terapeutas profesionales de las
diferentes tendencias, todavía tienen mucho que aprender el uno del otro; deberían concentrarse
especialmente en el contenido de las imágenes que aparecen ante nuestros ojos interiores, cuando
dirigimos nuestra atención a determinadas zonas del cuerpo o las masajeamos. No obstante,
actualmente ya se pueden detectar las primeras señales de un cambio de actitud e incluso ya se

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han logrado adelantos considerables en esa área. Terapeutas que actúan de manera sumamente
eficiente e innovadora, como Anna Halprin en California e llana Rubenfeld en Nueva York,
combinan cada vez más su trabajo terapéutico corporal con la revisión terapéutica del material de
imágenes correspondiente.
Un problema cuerpo-alma parecido entra en juego también, por ejemplo, con meditación Zen o
Vipassana intensiva. Aunque con esas prácticas de meditación no se influencia directamente el
cuerpo, se puede observar como efecto secundario, con sesiones frecuentes y prolongadas de
meditación, sin embargo, que la estructura endurecida de la musculatura, es decir, lo que
Wilhelm Reich denominó coraza corporal, se desmorona espontáneamente. Cuando una vez
estuve "sentado" regularmente por un momento en un centro de meditación budista, sentí con
dolores cómo mis hombros que estaban inconscientemente levantados, descendieron lentamente
de dos a tres centímetros. También con mi respiración pasaron cosas maravillosas. Cuando dirigí
toda mi atención directamente al dolor, sin ninguna distracción, experimenté repentinamente la
atormentadora muerte de una muchacha de doce aflos, que había sido crucificada durante una de
las persecuciones de cristianos en la antigua Roma. Esa experiencia tuvo mucho que ver con mi
respiración, porque a una persona que cuelga de la cruz, le deja de funcionar lentamente el
diafragma, porque sin cierto impulso dirigido desde la zona de la pelvis y de las piernas, no
podemos respirar correctamente. En mi vida como muchacha cristiana de doce aflos se produjo la
muerte como consecuencia de que a la pequeña mártir le quebraron las piernas, haciéndole con
eso imposible la respiración. Algo muy parecido le ocurría a un cliente mío que practicaba Zen,
que durante sus "sesiones" tenía que luchar con considerables problemas cardíacos. Sus maestros
le indicaron entonces que dirigiera su atención al dolor en forma imperturbable, y finalmente el
hombre se sintió retrocedido al tiempo de las Cruzadas y experimentó cómo fue mutilado y
muerto junto con otras miles de personas, en una matanza en alguna parte del cercano oriente.
Como él no lograba solo ponerle término a esa visión en la meditación, me visitó. Juntos
trabajamos hasta el final toda la historia, en la que siendo un hombre joven recibió una estocada
en el pecho y después fue quemado.
No cada persona que medita regularmente tiene la suerte de encontrar un terapeuta que lo ayuda
con la interpretación y tratamiento de tales imágenes. Algunos principiantes abandonan la
meditación, porque tienen la sensación de estar al borde de un colapso emocional y nervioso.
Según mi opinión, esas terribles imágenes y experiencias interiores provienen muchas veces del
plano preexistencia! de sus complejos, que están por disolverse. Ya que mientras más
frecuentemente medita una persona, es decir, mientras más pierde el control del Yo de los
procesos psíquicos y físicos, más se debilitan los complejos.

El caso Edith: La muerte prematura de una


anarquista rusa
Mientras más experiencias con el trabajo preexistencial he acumulado como psicoterapeuta,
más convencido estoy de que el éxito de la curación depende esencialmente de si logro poner al
cliente en contacto con la existencia anterior que es decisiva para su problema, o con su "historia
clave", por así decirlo. De acuerdo a la experiencia, una curación se produce muchas veces muy
rápidamente, en caso de que ya en la primera sesión se logre avanzar hacia una historia de ese
tipo; cuando eso, sin embargo, no resulta, hay que ocuparse un buen rato con todas las cosas
secundarias posibles, antes de llegar al núcleo del problema. Confieso francamente que mis
esfuerzos por avanzar hasta la correspondiente "historia clave", fracasan tan a menudo como lo
que son coronados por el éxito. Reconozco por lo tanto, que los dos ejemplos siguientes no son

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en absoluto representativos. Espero, sin embargo, que la circunstancia de la rápida y duradera
curación de Edith y Arlett también convenza a otros, tal como a mí mismo, del extraordinario
valor terapéutico de la reactivación de vidas pasadas.
Edith ya había sido tratada durante algún tiempo por un colega, que es al mismo tiempo analista
junguiano y médico con amplios conocimientos en procedimientos curativos alternativos. La
cliente era una bailarina de treinta años aproximadamente, que sufría de la poco investigada
enfermedad lupus erythematosus. Ese padecimiento consiste en una enfermedad no infecciosa del
sistema inmunológico, que va acompañada de diversos síntomas y ocasiona de vez en cuando
inflamaciones y también daños en las células. Dolencias al corazón, a las articulaciones y a los
riñones, también forman parte del cuadro clínico de todas maneras. Según información de un
experto, "la enfermedad puede ser causada repentinamente por ciertos medicamentos y drogas,
pero también por proteínas extrañas, rayos ultravioleta o por un traumatismo psíquico". Es decir,
se trata de un padecimiento bastante misterioso, y aunque la enfermedad de Edith no era
especialmente grave o muy peligrosa, el colega que la trataba no evaluaba en forma muy
optimista sus posibilidades de curación.
En el caso de Edith, la enfermedad había llevado a una rigidez de las articulaciones, que hacía
recordar a una artritis en algunos aspectos. Cuando la conocí, sus articulaciones estaban ya tan
afectadas por la enfermedad, que peligraba su carrera profesional. Ella visitó en aquel entonces
uno de mis talleres, en el que yo trabajaba con un procedimiento que designo como activación del
"combatiente interior". La meta de ese tipo de talleres es poner a los clientes en contacto con su
furia y después inducirlos a construir en sí mismos imágenes de lucha y de autoconfirmación, de
modo que perciban en sí la fuerza del luchador arquetípico (ver también capítulo 8). Para lograr
eso, hago realizar a los participantes una serie de diferentes ejercicios corporales y de
imaginación, para que experimenten conscientemente, tanto en forma somática como también en
forma de visiones interiores, aquellas capacidades no tan simples, que la mayoría de nosotros
teme o busca reprimir. En el taller en el que participó Edith, también utilicé para un ejercicio
algunas secuencias musicales de Holst y Schostakowitsch, para despertar en los participantes,
sensaciones e imágenes inconscientes de guerra.
Cuando la música había acabado, los participantes registraron sus impresiones por escrito o con
dibujos. Pero Edith no se encontraba capacitada para ninguna de las dos cosas. Ella se veía
totalmente consternada, como si la música la hubiera puesto en un estado de conmoción. Yo le
ofrecí repasar nuevamente sus experiencias junto con ella y ella estuvo de acuerdo y se acostó
sobre la alfombra. "Ahora cierre los ojos, por favor, y penetre en una imagen especialmente
vivida o en una sensación especialmente intensa", le pedí. De inmediato comenzó a temblar en
todo el cuerpo y le brotaron lágrimas en los ojos.

"¿Dónde está usted? "pregunté.


"No sé. Creo que estoy muerto. Sé que estoy muerto. No sé qué ha ocurrido ".
"Repita una vez más sus últimas palabras, por favor", digo yo.
"No sé qué ha ocurrido ".
"¿Qué cosa no ha andado bien? "
Todo su cuerpo gira y se retuerce y ella se lanza de un lado para otro. "Yo sé lo que no ha
andado bien. La bomba estalló muy pronto. Yo muero. Oh, esos dolores. ¡Oh! ¡Oh! ¡Oh! Mis
extremidades... Está negro. ¡No estoy aquí!"

De inmediato tengo claro de que aquí se trata de una experiencia de muerte bastante dramática
y que la víctima de la bomba, con la cual se identifica Edith, ha perdido la consciencia.
Evidentemente Edith experimentó todos los síntomas de una conmoción explosiva, y a juzgar por
la reacción de su cuerpo, la personalidad preexistencia!, como la cual ella se sentía, sufrió

100
terribles mutilaciones. Como yo he sido testigo de muchas situaciones parecidas, sé, que el
afectado solamente puede liberarse de su trauma, si su cuerpo experimenta una vez más todo el
suceso causante, y que la víctima preexistencial de tales catástrofes no debe perder la
consciencia. Por eso le pedí introducirse otra vez en esa experiencia y experimentar los
acontecimientos que habían llevado a la explosión.

"Me he adherido a un grupo de hombres jóvenes", dice ella. Yo soy un hombre de diecinueve
años aproximadamente. El escenario es Rusia. Los mataremos. Los odiamos. ¡Ellos han matado
a mi padre! ¡ELLOS HAN MATADO A MI PADRE!... Algunos de nuestro grupo ya han sido
muertos, pero nosotros seguimos luchando. Estamos hartos de esa tiranía. Ya es tiempo de
contraatacar".

Edith rabia por un momento más y yo consigo unir lentamente los fragmentos de su historia.
Ella experimenta otra vez las últimas horas de un joven anarquista ruso en una gran ciudad de
Rusia (¿San Petersburgo?). Los guardias del palacio han sofocado brutalmente una rebelión de
hambre de los pobres. Es invierno. El padre del joven hombre ha muerto algunos días antes,
durante la última ola de la rebelión, y él mismo pertenece a un grupo de jóvenes anarquistas que
se han puesto como meta, vengar al pueblo y derrocar a los gobernantes. El joven hombre y sus
camaradas quieren atacar ios cuarteles de la guardia del palacio con bombas hechas por ellos
mismos. Es de noche. Ellos se reúnen cerca de los cuarteles, en diferentes puntos secretos de
ataque y evitan cuidadosamente llamar la atención de los guardias que están en la puerta.

"Ahora estoy abajo, al lado del muro. La bomba está debajo de mi abrigo. Sólo tengo que
activar el mecanismo para encenderla... Ahora lo he hecho... ¡AAH! ¡AAH1 ¡AAH! Edith grita y
se retuerce otra vez. Hemos llegado nuevamente a la escena del principio, "Los dolores, oh, esos
dolores.,. ¡Oh, no! Ha explotado. Está negro. No estoy aquí". "¿Dónde está usted? ", pregunto.
"No sé. Todo está negro. No estoy aquí, Pero me duele mi cuerpo. ¡Oh!, ¡Oh!"

Mientras su cuerpo se retuerce de un lado para otro sobre la alfombra, Edith gime una y otra
vez. Ella se encuentra en un estado de intenso horror, de terrible tormento y de una total
confusión. Su cuerpo corcovea de dolores aparentemente horribles. Pero esas convulsiones no
parecen estar dirigidas por ninguna consciencia. ¿Está muerto el joven anarquista? ¿Se ha
desmayado? Yo la impulso a obtener una impresión de la situación, como sea.

"Está negro. Está negro. Oh, yo me encuentro encima, no estoy en mi cuerpo ".
"Ahora baje y contemple su cuerpo ", ¿e pido.
De repente estalla en lágrimas y comienza casi a gritar.
"¡Oh, no, no, no/ No quiero ver esto. No lo soporto. ¡No! ¡No!
Como ella evidentemente ve algo, le insisto que mire exactamente, por muy terrible que sea.
"Es mi cuerpo. Está sin brazos y sin piernas. La bomba los ha arrancado. ¡Oh! ¡Oh! ¡Oh!"
Mientras ella dice eso, su cuerpo se sigue retorciendo de un lado para otro sobre la alfombra.
De ahí yo deduzco que evidentemente hay una última fase de la historia, que hasta el momento
ha quedado sin mencionar.
"Yo deseo que usted regrese a su cuerpo y constate si él efectivamente está muerto ", digo yo.
"¡Oh, no! El todavía no está muerto. Yo estoy sencillamente tendido allí y muero lentamente y
estoy consciente de que ya no podré usar nunca más mis brazos y mis piernas ".
"Ponga atención a las últimas palabras que usted dice antes de morir y vaya al punto en que
su corazón deja finalmente de latir", digo yo.

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"Yo no podré usar nunca más mis brazos y mis piernas. ¡Oh, no!"
Edith llora amargamente, cuando se da cuenta que es ese pensamiento interminablemente
doloroso, en el que se basa su miedo por su misteriosa enfermedad.
Yo le indico que investigue con la consciencia bien despierta los últimos segundos que ella
pasa dentro de ese cuerpo mutilado, "¿Ha habido, además, otros pensamientos y sentimientos
que usted haya constatado en sus brazos y piernas antes de haberlos perdido? ", pregunto yo.
"Sí. Yo quería matarlos. Yo quería que ellos tuvieran que sufrir exactamente como mi padre ".
Ella comienza a llorar. "Pero ahora tengo que sufrir tormentos insoportables ".
"¿Y desea usted ahora dejar ir la rabia que siente por esa gente?”
Sí, eso deseo”.
"Entonces deje ir ahora toda su rabia y su dolor y dígame cuando usted salga definitivamente
de su cuerpo”.
Edith respira profundo y todo su cuerpo se relaja. En todo el cuarto disminuye
perceptiblemente la tensión, ya que su cuerpo se había retorcido de un lado para otro durante
toda la conmovedora escena.
Para apoyar ¡o ocurrido, yo le propongo como antídoto contra todo su dolor y su negatividad,
que diga varias veces las dos afirmaciones siguientes:
"Estos brazos y estas piernas son fuertes y saludables y realizan su servicio de la manera más
maravillosa".
Para darle aún más apoyo, les pido a todos los presentes que coloquen las manos sobre los
brazos y las piernas de Edith, para que la joven mujer regrese completamente a su cuerpo
actual.
Ahora Edith se sienta y abre los ojos. "¡Ahora ya no siento ningún dolor más! Todo ha
pasado. Ahora comprendo todo ", dice ella y mira feliz a los otros presentes con ojos radiantes.

Había sido una intensiva sesión, increíblemente angustiosa y casi insoportable. A todos
nosotros se nos había hecho evidente, cuáles causas preexistenciales estaban detrás de los dolores
de articulaciones de Edith. El joven anarquista había muerto lleno de tormentos y de
pensamientos de venganza, y esas emociones se habían estampado psíquicamente en sus
extremidades. A raíz de la explosión él se desmayó poco antes de su fin, pero sin embargo, el
cuerpo había registrado cada detalle de los últimos momentos. Por eso tuve que encargarme
primero de que el cuerpo de la cliente tomara consciencia de su traumatismo, de manera que éste
pudiera tratarse en forma catártica. Además, Edith tuvo que percibir la rabia que había dirigido
contra sí misma en su vida como anarquista, cuando poco antes de su fín había pensado: "No
podré usar nunca más mis brazos y mis piernas".
Esa sesión significó el momento decisivo en la terapia de Edith. Yo la volví a ver seis meses
después: Ella me comunicó que todos los dolores de sus articulaciones habían desaparecido y que
estaba comenzando lentamente a bailar otra vez. También su enigmática enfermedad (lupus
erythematosus) disminuyó poco a poco. Esa sesión había despertado en ella una consciencia
totalmente nueva del rol que tenía en su vida, la rabia y el miedo a su autosuficiencia. Ella había
recuperado, al parecer, la energía juvenil del anarquista, que había sido interrumpida
prematuramente en forma abrupta. Edith había hecho un nuevo comienzo en su vida.

102
El caso Arlette: Una cantante de opera con
miedo al escenario
En el caso de Edith, una gran parte del contenido residual de su trauma preexistencial se podía
atribuir a la conmoción psíquica que había sufrido, cuando sus extremidades fueron arrancadas
por la bomba. Es decir, aquí tenemos que ver con el aspecto accidente del karma físico, que
mencioné anteriormente. Por eso, el proceso de curación consistió en liberarla de los samsaras
físicos que habían pasado a su cuerpo actual. Aunque también estaba en juego una cierta cantidad
de karma emocional; en forma de rabia, de la que estaba llena en el momento del accidente; ese
aspecto, sin embargo, pudo considerarse como secundario y no afectó esencialmente el propio
proceso catártico. Si el contenido emocional de un escenario preexistencial "ocupado" con
violencia física o incluso con recuerdos de muerte se presenta muy enredado, el proceso
terapéutico también transcurrirá correspondientemente en forma más complicada. En uno de
esos casos tal vez sea necesario, no solamente sacar a la luz, expresar y dejar ir el trauma
corporal, sino además, sentimientos y pensamientos altamente complicados, que circulan en torno
a culpa, fracaso, humillación, auto-repugnancia, etcétera. En tales casos, el traumatismo físico
parece entonces secundario, aunque todavía permanece perceptible en forma muy dolorosa, pero
bajo tales condiciones, a la parte o a las partes del cuerpo afectadas, les corresponde un
significado más bien metafórico o simbólico.
Así, una vez me consultó una joven doctora, que en su lugar de trabajo en el hospital tenía que
soportar considerables luchas de poder con sus superiores y sufría de problemas estomacales
desde hacía algunos años. En el recuerdo ella se vio como un campesino medioeval que había
sido expulsado de su tierra y que quería vengarse de su señor feudal. Cuando él ya había
penetrado al castillo con el firme propósito de matar a su amo, fue dominado por los guardias,
que le abrieron el estómago con cuchillos, causándole una muerte lastimosa. Junto con la
"descarga" corporal que sintió esa mujer durante ese recuerdo, ella comprendió, que tanto en su
vida anterior como en su vida actual, se había metido "en la boca del lobo". Poco después de la
sesión, ella les dijo enérgicamente su opinión a sus superiores, renunció y abrió un consultorio
propio.
Un caso esencialmente más complicado, pero no menos dramático, es el de Arlette. Esa muy
atractiva cantante me consultó una vez en Montreal. Desde que era una joven muchacha ella
había desarrollado una voz tan extraordinariamente hermosa, que sus padres e igualmente sus
profesores le habían insistido que tomara el camino de una cantante profesional. Ella realizó
estudios de canto, se presentó ocasionalmente en conciertos, pero se retiró de la ópera por temor,
aunque según la opinión general, ese habría sido exactamente su lugar.
"De alguna manera", me explicó, "siempre tenía la sensación de no haber avanzado mucho". Se
casó, tuvo hijos, formó un pequeño negocio y bajo esas circunstancias siempre pudo argumentar
naturalmente motivos de peso; o más bien pretextos; para explicar por qué había desaprovechado
su talento. Pero sus parientes y amigos no aflojaron y de esa manera ella continuó sus clases de
canto, se presentó también de vez en cuando en alguna parte e incluso cantó varias veces, cuando
en algún teatro de ópera había un papel importante para adjudicar. Pero siempre cuando ella
cantaba, sufría de una especie de calambre en la laringe y solamente lograba un débil eco de su
anterior brillantez vocal. Una vez que ella se encontró en un círculo de amigos con un famoso
empresario de ópera y se le ofreció la oportunidad de cantar ante él, estaba tan intimidada que no
pudo sacar absolutamente ningún tono.

“¿Intimidada por qué", le pregunté en nuestra primera entrevista.

103
"Por mi miedo", respondió ella. "Miedo de que no lo logro, de que no es seguro...,
principalmente de que no es seguro, pero también de que podría decepcionarlos. Cada vez que
veo ante mí ese seleccionado gremio, tengo que pensar en un tribunal superior. Yo sé que los voy
a decepcionar. Eso es humillante. Yo sé simplemente que todavía no he llegado tan lejos”.

Como en cada complejo, también aquí se entremezclaban varios temas cargados


emocionalmente. Y en el centro de todos esos temores estaba el órgano más sensible y al mismo
tiempo más expresivo de la vida emocional humana, la laringe y la voz. ¿Pero qué significaban
las fallas en el canto, con los jueces y decepciones, que evidentemente tenían que ver con esa
valiosa posesión suya?
Yo le pedí que se acostara, que cerrara los ojos, que indagara esos sentimientos y que
comenzara con la frase "Todavía no he llegado tan lejos"; al hacerlo ella tenía en lo posible que
abrir un poco su laringe con ayuda de la respiración. Primero brotó de ella un torrente de
recuerdos de la infancia:

"No, todavía no soy apta para eso. Todavía soy demasiado joven para mis hermanos más
jóvenes. No quiero entrar al avión. Soy demasiado joven. Todavía no he llegado tan lejos. Un
hombre me manosea. Soy demasiado joven. Todavía no he llegado tan lejos... Ahora en la
escuela es otra vez lo mismo. Soy la preferida del profesor, pero todavía no he llegado tan lejos.
Tengo que decepcionarlo. Es tan humillante... Ahora estoy con mi padre. Soy una mala
muchacha. Lo he decepcionado. Soy una mala muchacha, porque lo he decepcionado... No lo
dejo penetrar en mí. No siento absolutamente nada. Yo vuelo, deseo flotar, pero es peligroso
flotar. Yo quiero que el pájaro me lleve con él.

Mientras esa fuerte corriente de confusas palabras y sentimientos salía del inconsciente de
Arlette, atrajeron mi atención determinadas imágenes de las utilizadas por ella: el miedo, su
padre, su profesor, el hecho de decepcionar a los adultos en general; la idea de que es demasiado
joven; la palabra "penetrar"; el deseo de flotar. Yo supongo que todas esas ideas giran en torno a
una experiencia sexual prematura y a la vergüenza ligada a su descubrimiento. La imagen del
pájaro insinúa la idea de pensamientos desunidos, que buscan en vano expresarse. La siguiente
confrontación con la infancia de la cliente no da ninguna información acerca del vergonzoso
incidente. Sus reacciones indican más bien un despertar secundario de los antiguos sentimientos
de vergüenza y de humillación.
"Ahora repita varias veces que tiene miedo de decepcionarlo", digo yo, "y capte entonces cada
serie de imágenes que más evidentemente la agobien; da lo mismo si las imágenes se refieren a su
vida actual o a otra vida".

"No quiero decepcionarlo. Yo soy muy mala (repetido varias veces). Yo soy muy mala... Oh,
veo una granja ante mí... la puerta de un granero. No puedo decepcionarlo. Ahora lo veo a él
ante mí. Es un hombre viejo con una barba blanca. Es mi abuelo. (Ella Hora). Yo lo quiero
mucho, pero tengo que irme. Esto es humillante para él. Yo estoy embarazada. Yo tengo
solamente dieciocho años, pero tengo que irme de aquí. Yo soy demasiado joven. Pero tengo que
irme de aquí. Pero todavía no he llegado tan lejos, no estoy en absoluto preparada para irme
ahora de aquí".
Estamos en el país de los Amischen. Arlette se ve como una joven muchacha con un traje
blanco, con una capucha azul. Ella se encuentra cerca de un granero rodeado de pasto. Pero
ella no puede o no debe irse, porque en la siguiente escena que aparece ante sus ojos interiores,
es expuesta públicamente a la vergüenza por el tribunal de un consejo de ancianos amische.

104
"Soy humillada hasta la médula. Todos esos hombres. Esto es tan injusto. Un mundo de puros
hombres. No tengo derecho a nada. ¡Oh, no! (Su cuerpo se pone cada vez más rígido). Ahora
estoy en alguna otra parte. Está oscuro. Me violan. ¡No! ¡No! (se retuerce atormentada) Tengo
que cerrarme. No, ustedes no pueden alcanzarme. No quiero sentir eso. Soy demasiado joven.
Todos ellos tienen potencia. No quiero estar aquí. Quiero ausentarme. NO QUIERO ESTAR
AQUÍ"

En ese momento, de pronto Arlette ya no puede ver ninguna imagen clara, aunque su cuerpo
sigue corcoveando y retorciéndose. Ella se ha "ausentado", para decirlo con las palabras de la
mujer amische, es decir, su consciencía se ha dividido y se ha disociado de su cuerpo por medio
de una especie de bloqueo de la percepción. Eso es una defensa natural, que sirve para proteger a
la consciencia de la experiencia de la insoportable vergüenza y tortura. Pero tal como ya hemos
visto anteriormente en el caso de Edith: Cuando la consciencia abandona el cuerpo, los
pensamientos y sentimientos provocados por la situación se graban en el organismo de una
manera en cierto modo inconsciente.
Por eso, mi tarea es primero procurar que el cuerpo de Arlette por lo menos perciba las
contradictorias sensaciones de dolor y placer que lo recorren y que ella tome consciencia de las
mezcladas sensaciones del sentimiento de humillación con el de repulsión y rabia, que ella les
demuestra a esos crueles e infames puritanos. Como no solamente su cuerpo, sino también su
autoestima como mujer está expuesta a los ataques de esos desconsiderados hombres, es
importante que en todo caso exprese ahora los pensamientos que aquella vez, en el momento de
su desmayo, no pudo expresar, pensamientos que, como es fácil de comprender, están metidos en
su garganta.
"Dígales ahora a esos, lo que usted piensa de ellos", la animo. "Ellos ya no la pueden dañar
ahora".

"/ Ustedes son unos animales miserables y despreciables! ¡Hipócritas! Ustedes sólo se han
servido de mí. Noyó, sino ustedes deben avergonzarse. No tienen ningún derecho a hacerme eso,
sólo porque estoy embarazada. No he "caído ". Soy una mujer. Tengo mi dignidad y mi orgullo.
No se atrevan nunca más a tocarme ".
El rostro de Arlette está ahora de color rojo vivo, su vientre se ve relajado y su tórax se
ensancha, mientras le afluye nueva fuerza y energía de esas palabras; palabras que estaban
adormecidas durante mucho tiempo en su garganta.
"La zona de mi garganta está nuevamente abierta. Me duele el tórax. ¡Tan vulnerable! (Ella
tiene lágrimas en los ojos). Me han hecho tanto daño. No pude hacer nada en contra ".
Arlette llora y su pecho de levanta y se baja liberado.

Junto con esos terribles recuerdos, logra aflorar todo un torrente de emociones que hasta ese
momento estaban enterradas. Yo también estoy asombrado por la predominante sensación de
desamparo e impotencia, pero también acerca del hecho que la frase corriente que originalmente
ia hice repetir, es decir: "Todavía no he llegado tan lejos", en esta fase se ha dejado escapar una
sola vez y en forma breve. Evidentemente esas palabras no están en ninguna relación específica
con la vida de Arlette como mujer amische. Como yo sé por experiencia, que no pocas veces
diferentes escenarios preexistencíales están en relación con un tema determinado o también con
una parte del cuerpo, le propongo:
"Diga ahora varias veces la frase: 'No pude hacer nada en contra, todavía no había llegado tan
lejos', y déjese introducir por esas palabras en otra experiencia preexistencial que surja".
Cuando Arlette repite varias veces la frase, tira repentinamente la cabeza hacia atrás y su voz
suena áspera y ronca:

105
"No pude hacer nada. Sencillamente no había llegado tan lejos todavía. Es tan triste,.., tan
triste. Todavía no había llegado tan lejos. Los he decepcionado”.
"¿Dónde está usted? ¿Qué está ocurriendo? ", pregunto yo.
Estoy tendido de espaldas en el suelo. A mi alrededor hay caballos blancos. Me he caído.
¡Siento una aguda punzada en el pecho... y en el cuello! No puedo hablar. Es tan triste. Soy un
jefe en la guerra y pertenezco a una tribu guerrera. Me han nombrado nuevo Comandante y me
han enseñado todo lo que saben. Los he decepcionado. Justo en el primer combate me ha
derribado el enemigo. ¡NO PUEDO HABLAR! (Ella jadea y se ahoga). ¡MI GARGANTA Y MI
PECHO HAN SIDO TRASPASADOS POR FLECHAS! No puedo hacer nada. Me muero y ni
siquiera puedo decírselo a ellos. Es como si yo fuera su estrella conductora que los ha engañado.
Sencillamente yo todavía no había llegado tan lejos. Yo era todavía muy joven. Todos ellos me
rodean con lanzas dirigidas hacia abajo. Me muero y no puedo hablar con ellos. Es tan triste.
Todo su amor y esperanza... "De esa manera lamenta Arlette por algún momento la inutilidad y
el amargo fin de esa joven vida. Luego yo le propongo que aproveche la oportunidad y les
explique a los hombres que le enseñaron el arte de la guerra, lo que ella siente por ellos y que
en ese tiempo no pudo comunicarles:
"Siento mucho haberlos decepcionado. Sencillamente yo no había llegado todavía tan lejos. Yo
me esforcé mucho por corresponder a todas sus expectativas. Ustedes depositaron en mí todo su
amor y esperanza y yo fracasé".
Luego Arlette experimenta cómo, en la identidad del joven guerrero, flota sobre el cuerpo de
éste y cómo se eleva hacia el cielo como un halcón."Ellos me han escuchado. No me guardan
rencor. Ellos me comprenden”.

Yo le menciono a Arlette algunas afirmaciones que la pueden ayudar a sanar la humillación de


su primera existencia y los sufrimientos de su segunda:

"Yo siempre manifiesto mi poder y mi dignidad femeninos ".


"Yo dejo ir los antiguos dolores y humillaciones del pasado ".
"Ya no hay ninguna razón para temer que decepciono a mi profesor y a mis semejantes ".
"Estoy preparada para el rol de estudiante-estrella. Ahora puedo flotar".
"Es normal y absolutamente inofensivo que yo sea vulnerable al cantar ".

Si observamos otra vez esos dos recuerdos, entonces es fácil comprender por qué la seguridad
en sí misma de Arlette, a causa de huellas kármicas tan profundamente enterradas; o samsaras; se
paralizaba completamente siempre cuando tenía que demostrar lo que podía ante otras personas,
especialmente ante hombres. Bajo esas circunstancias, no es de asombrarse que la situación de
cantar ante un gremio de expertos en ópera, despertara en ella el recuerdo preexistencial
inconsciente del horrible comportamiento de los hombres amisches, pero también de que ella
había decepcionado a su abuelo y en otra existencia más, a los maestros, cuya esperanza no había
podido satisfacer como joven Comandante. En ambas historias, la zona de su garganta representó
un papel importante. En su vida como mujer amische, ella había retenido en la zona de la
garganta, pensamientos no expresados, mientras que en su existencia como guerrero, el dolor
ocasionado por la flecha mortal y la vergüenza de haberles fallado a sus maestros, se habían
grabado en la laringe. Igualmente múltiples eran las sensaciones retenidas en los genitales de
Arlette. Tal como en su garganta se habían "registrado" varias historias, también sucedió en sus
genitales, y eso fue naturalmente de considerable importancia para su autoexpresión sexual. Pero
eso también estaba en relación con su dificultad de presentarse ante la opinión crítica de un
público masculino.
Sin ir nuevamente en esta parte demasiado al detalle, quiero, sin embargo, hacer algunos

106
comentarios de otro recuerdo que tuvo Arlette en una de las sesiones siguientes:

Arlette se ve como una esclava negra embarazada, en alguna parte del sur de los Estados
Unidos. Ella es abandonada a su destino y golpeada hasta morir por el amo blanco que la dejó
embarazada. Ella muere, sacudida por las contracciones ocasionadas por los golpes,
completamente sola y llena de vergüenza. Detrás de esa miserable muerte, afloran pensamientos
como los siguientes: "No tengo ningún derecho a él", "Es culpa mía". "Yo lo he querido
mucho”.
Cuando penetramos profundamente en esa existencia, Arlette se vio como una joven mujer
negra hermosísima, que de buena gana se acuesta con su amo blanco, porque éste le garantiza
una buena situación; ella confiesa ser muy vanidosa; y le abre la posibilidad de mejorar
socialmente por medio de dar a luz a un niño de un hombre blanco. Pero su amante blanco, que
hasta ese momento había sido extraordinariamente generoso e indulgente, se muestra
inesperadamente como un furioso asesino, en cuanto toma conocimiento de que ella está
embarazada.

Detrás de esa historia aparece todavía otro temor, del que Arlette se llenaba en cuanto tenía que
cantar ante hombres: ese era justamente el miedo de que pudiera tener dificultades por su intensa
irradiación sexual. Cuando ella finalmente se dio cuenta de que esos miedos provenían de
existencias anteriores remotas, es decir, que ya no necesitaba seguirse castigando a causa de su
atractiva apariencia, se llenó de una gran sensación de alivio y de una confianza en sí misma
desconocida hasta ese momento.
Después de algunas sesiones, Arlette me informó que entre tanto su voz sonaba mejor que
nunca. Algunas semanas después, se sorprendió a ella misma y sorprendió a un jurado masculino,
con una aria cantada con una perfección que "flotaba en el aire". Nunca antes había logrado eso
ante un auditorio tan exigente. Ella obtuvo el papel principal en la obra correspondiente. La
carrera para la cual, según todas las apariencias, había nacido, finalmente había comenzado.

El lenguaje del cuerpo etéreo


El éxito del que gozó mi trabajo con Edith y con Arlette, también tiene que ver naturalmente
con otros puntos de vista muy diferentes a los terapéuticos de preexistencia. Las dos mujeres se
encontraban en una fase de su desarrollo en que sus conflictos inconscientes estaban "maduros"
para un tratamiento así. Además, se puede suponer que con Edith, los contenidos psíquicos
correspondientes ya "esperaban" una activación apropiada, relativamente cerca de la barrera de la
consciencia, a través de su trabajo anterior con su terapeuta. Antes de venir a la terapia conmigo,
Arlette ya se había hecho cargo varias veces de la tensión de cantar, de manera que también su
inconsciente en cierto modo sólo necesitaba un último empujón. En ambos casos la presión del
sufrimiento era inmensa. El contenido simbólico que yacía en los síntomas de las dos mujeres
llamaba realmente la atención, de manera que mi labor en ambos casos consistió esencialmente
en dejar al cuerpo relatar su historia.
Estoy muy lejos de pretender que con ayuda de la terapia de preexistencia se puedan curar de
manera milagrosa todas las enfermedades orgánicas, pero estoy convencido que detrás de una
enfermedad se esconde muchas veces una antigua "derrota" en forma simbólica. Porque una cosa
es clara, como también lo han demostrado las investigaciones con LSD de Stanislav Grof y los
análisis profundos de experiencias: Los traumatismos físicos de los que sufrimos en esta vida;

107
nacimiento, accidentes automovilísticos, intervenciones operatorias, etc.; dejan en nuestra psiquis
profundas cicatrices en forma de recuerdos inconscientes. Los conocimientos de la terapia de
preexistencia indican, además, que algunas de esas cicatrices tienen muchas capas. No es inusual
que un cliente que investiga una zona de su cuerpo que de alguna manera es problemática, se
acuerde primero de una operación en esta vida y luego de diversas lesiones que él ha tenido en la
misma parte del cuerpo en existencias anteriores. Así por ejemplo, yo estaba presente cuando una
mujer, que en la regresión experimentó otra vez una extirpación del útero, en un recuerdo
espontáneo de una existencia anterior percibió cómo le abrían el estómago siendo víctima de un
primitivo ritual de sangre.
Si aceptamos la posibilidad de estructuras heredadas que se remontan a existencias pasadas,
entonces eso significa por una parte, que un estómago delicado, por ejemplo, lleva el recuerdo
preexistencial de envenenamiento o hambre, etc. Pero psicológicamente significativos son los
samsaras físicos que tienen un contenido emocional. Cuando, por ejemplo, huellas intensas de
culpa están ligadas a determinadas partes del cuerpo, entonces es difícil disolverlas. Muchas
veces ese proceso de disolución requiere de aquel "remordimiento difícil de lograr", llamado así
por D. H. Lawrence. Como indicarán los ejemplos de casos presentados en la parte IV, donde en
los recuerdos de algunos clientes publicados allí se turnan existencias como perpetrador y como
víctima, la psiquis inconsciente pone en escena durante varias existencias consecutivas, acciones
de autocastigo para determinadas zonas del cuerpo. En hombros levantados, por ejemplo, no
pocas veces están "almacenadas" varias capas de historias preexistenciales, en las cuales se
reencarna exactamente la misma auna, tal vez como convicta, después de una existencia
caracterizada por la brutalidad; después de una vida como negrero, una como esclavo, después de
una existencia como malvado, una como víctima y así sucesivamente. Descubrir cosas basándose
en el espiral del autocastigo no siempre es muy fácil, como lo indicarán más adelante algunos
ejemplos de casos.
Yo he sido testigo de cómo en el cuerpo de clientes, en los que tales estructuras físicas
comenzaban a disolverse, se liberaban enormes cantidades de energía y se manifestaban como
temblores o picazones o en forma de ondas de calor o también de extrañas sensaciones olfativas.
En yoga, esos fenómenos son conocidos como kriyas, en la terapia de Reich se le llama "flujo" a
ese proceso. La moderna fisiología no puede ni explicar ni probar en absoluto esos procesos. Por
eso, para comprender mejor ese fenómeno, me he ocupado más de cerca con sistemas orientales
como el Kundalini-Yoga y la acupuntura, cuyas corrientes de energía etérea resultantes se
mueven en un medio no físico, designado como cuerpo etéreo o de energía. Heinrich Zimmer
dice acerca de esa enseñanza yoga:

Dentro de su cuerpo de material tosco, que se desintegra después de la muerte, cada ser viviente
posee un cuerpo etéreo interior, que está constituido por las capacidades sensoriales, el hálito de
vida y el órgano interior. Ese es el cuerpo que siempre sobrevive. De nacimiento en nacimiento, es
la base y el portador de la personalidad reencarnada Con la muerte abandona la envoltura del
cuerpo de material tosco y determina entonces el tipo de la nueva existencia; porque en él se han
conservado; como cicatrices o arrugas; huellas de antiguas percepciones, acciones, ansias y
disposiciones del pasado, de todas las inclinaciones y tendencias, de los modales y hábitos
heredados y de las disposiciones individuales a reaccionar de una u otra manera o a no reaccionar
en absoluto.

Además, ese cuerpo etéreo está dotado de centros de energía esféricos, llamados chakras, que
según esa teoría, se bloquean con frecuencia por motivos emocionales o kármicos.
Repetidamente me ha llamado la atención, que las lesiones preexistenciales muchas veces
corresponden simbólicamente al significado que, según los yoguis, tiene cada uno de esos centros

108
etéreos. De clientes como Arlette, que tienen problemas en la zona del cuello y de la garganta, se
podría decir, por ejemplo, que su chakra de la garganta (Chakra Vishitddha) está incriminada
karmicamente. Según referencias de la teoría yoga, tales molestias indican que la persona, en
existencias anteriores, no logró dar rienda suelta a su Yo, o abusó del poder de la palabra o
incurrió en hipocresía o en mentira, etcétera. Personas que sufren de molestias al corazón o se
acuerdan de situaciones en las que les penetra en el pecho un cuchillo o una bala, a menudo
experimentan de manera análoga en la regresión, que se han comportado en forma mezquina o
infame en existencias anteriores, o que han expresado desesperadamente sus verdaderos
sentimientos o no han estado en condiciones de hacerlo. En aquellos casos la chakra del corazón
(Chakra Anahata) está bloqueada y hay que abrirla nuevamente.
El genio de Jung se manifiesta entre otras cosas, en que él descubre la naturaleza doble de los
grandes símbolos de la vida interna. Tales símbolos se refieren tanto retrospectivamente a su
origen como también hacia delante a un potencial de cambio. También las imágenes que aparecen
en los sueños o en los recuerdos, tienen ese carácter de dos caras. Por muy trágico que pueda ser
el recuerdo de una muerte por hambre o por la abertura del estómago con un cuchillo, por lo
menos ofrece la posibilidad de volver a abrir, por medio de las acciones correspondientes, la
región de una chakra que tal vez esté bloqueada. Si se quiere lograr eso, el cliente tiene primero
que experimentar y aflojar una vez más, totalmente consciente, el antiguo dolor; después
corresponde entonces, estructurar de nuevo el antiguo modelo emocional (de la frase de Arlette
"Tengo miedo de decepcionarte" resulta entonces, por ejemplo: "Estoy contenta de poder darte
una alegría [por medio de mí canto/de mi amor]"). Y finalmente el cliente tiene que aprender a
mantener abierta la zona en la que es especialmente vulnerable y no volver a cerrarse allí. De esa
manera, nuestras heridas se transforman en fuentes de poder y, además, nos enseñan a ver con
ojos tolerantes las heridas provocadas por otras personas y nos recuerdan permanentemente
nuestras propias debilidades humanas. Por medio de nuestras lesiones emocionales aprendemos,
por lo tanto, lo que en oriente se llama las Lecciones del Karma.

109
8. El mal usado eros:
Raíces preexistenciales de problemas
Sexuales

Si descubrimos nuevamente nuestros mundos personales y dejamos que se


reconstruyan, vemos primero una imagen de devastación: un cuerpo medio muerto,
genitales separados del corazón, un corazón separado de la cabeza y una cabeza
separada de los genitales...
R. D. Laing, The Present Situation

El propósito, hasta ahora no logrado y solamente medio consciente, del


psicoanálisis, es devolverle nuestra alma a nuestro cuerpo, transferirnos
nuevamente nosotros mismos a nosotros mismos y de tal manera superar el estado
humano de autoalienación.
Norman O. Brown, Life Against Death

Nuestros cuerpos, nuestras


personalidades preexistenciales
En casi todos los consultorios médicos o psicoterapéuticos se pueden encontrar actualmente
mujeres que sufren de los más diversos problemas sexuales o ginecológicos: esterilidad, quistes
en los ovarios, dismenorrea, frigidez, cáncer en el útero o en los senos, etcétera. Tal vez tales
disturbios hayan sido desde siempre el triste destino de las mujeres, pero según mi impresión,
más bien han aumentado en los últimos años. Podemos dar gracias que la ciencia médica ha
logrado controlar en cierta medida muchos de esos padecimientos, por medio de procedimientos
diagnósticos y terapéuticos cada vez más ingeniosos. Sin embargo, las causas de la mayoría de
esos disturbios siguen siendo un enigma.
Muchas mujeres deciden apoyar el tratamiento médico por medio de una psicoterapia y
algunas intentan incluso remediar sus dificultades exclusivamente con medios psicoterapéuticos,
porque sienten que tales problemas tienen que ver con conflictos que afectan sus más profundos;
y muchas veces reprimidos; sentimientos como mujer. Tal como el Dr. H. Lawrence, que poseía
el admirable coraje de mantener a la vista toda su persona en forma inquebrantable, cuando era
aniquilado lentamente por la tuberculosis, así muchas de esas mujeres saben abiertamente, que
padecen de "las heridas del alma, del Yo profundo", lo que significa en este contexto, de su Yo
sexual y femenino.
En este capítulo deseo en primer lugar ocuparme con problemas que tienen algo que ver con la
sexualidad femenina y con la facultad de dar a luz hijos. No es que los hombres no tengan
problemas sexuales; ya hemos hablado en el capítulo cuatro acerca de la impotencia de Gregory,
que estaba condicionada preexistencialmente; pero los hombres no pueden ni menstruar ni dar a
luz hijos. Y a causa de ese simple hecho, hay diferencias fundamentales entre los hombres y las
mujeres, referentes a la constitución emocional y física de ambas partes. Tampoco la
circunstancia de que muchas mujeres han luchado por su igualdad de derechos en un mundo
110
dominado totalmente por los hombres hasta hace poco tiempo, debe engañar acerca de ese hecho.
Por fin, las mujeres actuales han soportado cargas emocionales mucho más fuertes que
generaciones anteriores, porque ahora tienen que imponerse en un mundo laboral muchas veces
hostil y marcado por valores masculinos y al mismo tiempo no deben perder el contacto con la
esencia interior de su naturaleza femenina.
Aunque estoy convencido que muchos de los problemas sexuales y ginecológicos de las
mujeres actuales tienen que ver directamente con ese agudo conflicto entre valores internos e
identidad social, veo, sin embargo, todavía otra causa para esas dificultades. Porque desde que he
conocido varios de aquellos casos en forma terapéutica, me he dado cuenta de otra causa
inconsciente de los problemas mencionados, una realidad psíquica que quiero designar como el
"arquetipo de la feminidad herida". Ese arquetipo aflora, según pienso, codificado
simbólicamente en las disfunciones sexuales y ginecológicas de muchas mujeres. Lo que se
manifiesta muchas veces en esas mujeres como dolores y como los más vergonzosos
sentimientos, en el plano orgánico o emocional, es nada menos que la acumulación psíquica del
odio femenino y del miedo por lo masculino, que desde hace más de dos mil años pena alrededor
de la cultura occidental.
La escritora feminista Susan Griffin ha mostrado en su brillante libro Woman and Nature, que
en el centro de nuestra cultura reina una desconsiderada represión patriarcal de lo femenino, que
persiste todavía en la explotación de la naturaleza en nombre de la ciencia y en la colonización y
opresión del cuerpo en nombre de un espíritu, que en primer lugar es visto como masculino. Su
visión poética concuerda completamente con los conocimientos que yo he obtenido en el
transcurso de mi trabajo terapéutico de preexistencia. Suponiendo que todos nosotros; tanto
hombres como mujeres; estamos marcados en nuestro inconsciente por medio de samsaras de
nuestras existencias anteriores, como hombre y mujer, en la cultura occidental, entonces en cada
uno de nosotros ya hay colocada psíquicamente cierta medida de misoginia. Eso significa, que
todos llevamos en nosotros el arquetipo de lo femenino herido, que se muestra ampliamente en
nuestra cultura. Por muy asombroso que pueda parecer a primera vista, en ningún caso son sólo
las mujeres las que pueden acordarse de existencias anteriores con violencia, violación y abuso.
Muchos hombres, incluyéndome a mí, se han visto en los recuerdos como mujeres, a las que les
ha ocurrido el mismo tipo de historias de horror. Mi propio recuerdo de violación realmente
humillante, la mutilación y por fin la muerte de una joven muchacha, afloró cuando un terapeuta
de Rolfíng trabajaba en la zona de mi ingle. Tal como veremos más adelante en este capítulo, las
mujeres también se acuerdan de existencias anteriores en las que como hombres en el campo de
batalla, han perpetrado las peores crueldades, a menudo incluso con un gran placer. Ese arquetipo
con sus dos polos, activo y pasivo, actúa de alguna manera en cada uno de nosotros.
Cuando investigo en la terapia los destinos personales que están detrás de los problemas
específicamente sexuales o ginecológicos de mis clientes femeninas, procedo de igual forma que
con síntomas corporales. En caso de que se trate de un síntoma físico, le pido a la cliente que
dirija su atención directamente al foco del dolor; ya sea una excrecencia o una disfunción
orgánica; y que describa exactamente sus sensaciones específicas. Pero de vez en cuando le pido
a la cliente también, que se concentre en los sentimientos predominantes que se relacionan con el
problema sexual o "reproductivo" en cuestión. Después nos ocupamos con las ideas, sentimientos
y sensaciones que giran en torno al complejo respectivo, hasta que el inconsciente libere
determinadas secuencias de imágenes.
Como la zona genital de la mujer la mayoría de las veces, en caso normal, no es lesionada por
efectos externos, sino más bien es escenario de sucesos emocionales muy íntimos, las historias
que surgen en relación con esa parte del cuerpo femenino son habitualmente muy específicas y
emocionalmente complejas y necesitan frecuentemente en consecuencia, un cuidadoso trabajo de
desciframiento, antes de que pueda llevarse a cabo una completa catarsis y curación. Los

111
siguientes breves resúmenes acerca de una serie de problemas sexuales y ginecológicos, con los
que he tenido que ver en mi actual trabajo, le aclararán al lector en qué consisten estos problemas
en general.

Una joven mujer de casi treinta años de edad tenía grandes problemas con la sexualidad.
Ella tenía la sensación de que era poco atractiva para los hombres y que éstos sólo la
rechazaban. Desde los trece años tenía un poco de sobrepeso y era perseguida repetidamente
por la idea de que iba a ser una prostituta. De sus recuerdos de existencias anteriores, uno
aclaró especialmente los trasfondos de su negativa autoimagen. Ella se ve como una mujer
joven muy hermosa que cuida a su padre; la madre ya ha muerto muchos años antes. Su
padre la obliga a una relación incestuosa y ella tiene dos hijos de él. Ella se ve atormentada
por sentimientos profundamente contradictorios de repulsión y deseo. Ella intenta escapar de
ese infierno emocional, llevando una y otra vez hombres desconocidos a una taberna del
lugar. Finalmente es asesinada con un hacha, por un hombre que ella seduce una y otra vez y
que al mismo tiempo rechaza.
En otra existencia, en el sur de los Estados Unidos, en la época anterior a la guerra civil, su
esposo tiene relaciones amorosas con otras mujeres mientras ella está embarazada, por lo
cual se siente abandonada y fea. No le resulta difícil comprender, cómo esos antiguos
dramas inconscientes afectan su actual relación con los hombres.

Una mujer de mediana edad que participaba en uno de nuestros talleres, padecía desde
siempre de terribles espasmos premenstruales, aunque ya había traído tres niños al mundo.
Cuando indagamos las causas de esos dolores, ella se vio como una mujer africana que
muere con el nacimiento de un hijo. Su muy torpe esposo se esfuerza por ayudarla con aquel
parto extremadamente difícil. Se trata de un parto en que el niño sale primero con las nalgas.
En sus continuos y torpes esfuerzos, el hombre finalmente le arrancó la cabeza al niño. La
mujer muere con terribles dolores. Ese recuerdo, que se manifiesta reiteradamente en su
útero a través de varias existencia^ se activaba nuevamente con cada menstruación.

Una mujer de aproximadamente treinta y cinco años, relató en un taller que ya tenía tres
operaciones en el abdomen; una de apendicitis, otra a causa de un embarazo tubario y una
tercera para extirpar un quiste del útero. En los tres casos los problemas tuvieron lugar
simultáneamente con dificultades en su actual relación de pareja. En uno de su& recuerdos
ella se vio como una joven muchacha que es violada por su padre. Cuando es adolescente
queda embarazador la que induce a su padre a golpearla y a patearla en el abdomen y a
abusar de ella de la peor manera. Cuando él la expulsa de la casa, ella queda completamente
sin recursos y muere poco después de una pulmonía. Como es de comprender, para esa
mujer el tema embarazo estaba relacionado con sentimientos muy ambivalente^ y esa
ambivalencia se manifestaba en forma de molestias en el vientre, en cuanto iniciaba una
relación estrecha con un hombre.

Una joven académica que estuvo un tiempo conmigo en terapia, no tenía ciertamente
ninguna molestia física, pero sentía una aversión totalmente irracional, con lasóla idea de
que alguna vez pudiera tener un hijo. Durante la entrevista terapéutica, ella manifestó
repetidamente su falta de disposición para discutir siquiera acerca de ese tema, pero no
escapaba a la vista que ella tenía que luchar con una gran agitación interior y con los
sentimientos correspondientes, siempre que se tocaba ese tema, aunque fuera de lejos.
Cuando se ocupa con los sentimientos que surgen en ella, se ve inesperadamente (en los
recuerdos) como una prostituta con un bebé no deseado. Esa joven mujer sufre

112
evidentemente de depresiones de sobreparto (tiempo que sigue al parto). El padre ha
desaparecido para siempre. Media loca y completamente desesperada, ella mata al niño
lanzándolo contra la pared, A su depresión se agrega una enfermedad que le quita las
fuerzas. Finalmente muere en un mugriento burdel, sintiéndose culpable, perdida y agotada.
Su último pensamiento es: "Todo me da lo mismo. Yo no merecía tener hijos”. A cualquiera
le será fácil comprender, que los sentimientos de culpa pendientes habían bloqueado
totalmente el deseo de esa joven mujer de tener hijos en su vida actual.

En los casos de las dos primeras mujeres mencionadas, los problemas del vientre eran por fin
gritos de dolor, cuyas causas había que buscar en experiencias preexistenciales incompletas. Sus
síntomas querían decir: "¡No me toques!"; "¡Me haces daño!"; "¡Me matas!"; "¡Te odio!";
"¡Déjame en paz!". La joven mujer, que no quería tener hijos bajo ninguna circunstancia, estaba
un poco más feliz en varios aspectos, porque su cuerpo por lo menos no experimentaba en forma
dramática sus molestas heridas antiguas. Pero a causa del sentimiento de culpa que seguía
llevando consigo por el asesinato de su hijo no deseado, el inconsciente se oponía en su caso,
contra todo lo que tuviera que ver con una posible maternidad.
El tratamiento terapéutico de tales problemas no es muy simple y en absoluto exitoso en cada
caso, pero cuando mis clientes reúnen el valor y la paciencia que son imprescindibles para la
exploración de esas sensibles e íntimas zonas de la personalidad, siempre emergen nociones del
enterrado drama de su vida interior. Cuando he examinado junto con mis clientes el material de
imágenes que está escondido detrás de tumores uterinos, excrecencias, tumores en general, graves
disturbios en la menstruación o esterilidad, han aparecido historias igualmente atroces: Abortos
forzados, sacrificios de niños o indecibles torturas sexuales o mutilaciones. En caso de que a
alguien se le ocurriera la idea de entregarse a algún tipo de ilusiones sentimentales con respecto a
los buenos antiguos días de la sociedad matriarcal, entonces puedo ser útil con varios protocolos
de recuerdos de existencias anteriores, en los cuales se habla, cómo niños son sacrificados a la
gran diosa, o cómo en algunas tribus, sacerdotisas les sacan los genitales a camaradas de sexo en
rituales, y se los ofrecen a la gran madre. Casi no es necesario que indique, que la sensación de
culpa, vergüenza, rabia y terror, que aparecen en tales recuerdos, pueden tomar parte de manera
muy desagradable en la vida de la mujer respectiva, sin que ésta conozca las causas. De esa
manera, pueden haber complejos kármicos presentes y vividos en el inconsciente de la moderna
mujer.

El caso Eliza
Tal vez porque yo mismo ya me he visto en recuerdos como mujer, puedo percibir en forma
vivida lo extraordinariamente doloroso que tiene que ser para una madre que ha llevado durante
varios meses un niño bajo su corazón, cuando ella pierde repentinamente la pequeña criatura.
Siempre que he tenido que ver con una cliente que karmicamente le ha tocado un destino así,
algunas veces he deseado poseer fuerzas paranormales y poder traerle a la mujer consuelo "del
otro lado". Pero desgraciadamente no dispongo de tales facultades y por eso tengo que quedarme
en la profesión que he aprendido, es decir, trabajar con los recuerdos del inconsciente. El caso de
Eliza me ofreció por lo menos una de las pocas posibilidades de proporcionarle una cierta
cantidad de alivio a la afligida joven madre por medio de mi trabajo.
Cuando Eliza quedó embarazada por primera vez, tenía como veinticinco años de edad y estaba
feliz casada. El embarazo transcurrió totalmente sin complicaciones, hasta que en el sexto mes,
aproximadamente, sintió de repente fuertes dolores en uno de sus ovarios. Se descubrió un quiste

113
y el ovario afectado fue extraído por medio de una operación. (Ya antes se le había extraído un
quiste del seno izquierdo). Cuando nació el bebé, una pequeña niña, se constató que tenía el
corazón deformado. Después que los médicos habían luchado durante varias semanas por la vida
de la niña en la unidad de cuidados intensivos, ésta murió.
Aunque era incierto si la extracción del ovario había sido la causa directa del defecto del
corazón del bebé, para Eliza, el trauma de la operación estuvo de ahí en adelante asociado
estrechamente con la pérdida de su bebé, en el aspecto emocional. Expresado desde el punto de
vista psicológico, todos los efectos de ese acontecimiento se habían condensado formando un
complejo común. Sin importar con qué sentimientos Eliza había considerado hasta allí los
asuntos relacionados con una posible maternidad, ella ahora ya no podía separar más esas
sensaciones de las desdichadas experiencias anteriores.
En concordancia con mi costumbre de confiarle al inconsciente del cliente, adonde va "el
viaje", le pedí a Elisa que se tendiera, que cerrara los ojos y que dirigiera su atención a
determinadas imágenes y frases interiores. Ella me acaba de relatar su historia detalladamente y
al hacerlo también mencionó que siempre había tenido un miedo terrible a los cuchillos. Yo
evalúo con esa fbbia y me pregunto en silencio, cuál experiencia preexistencial pudo haber
ocasionado ese miedo. Pero en primer lugar la incito a confrontarse con sus experiencias más
recientes. Tengo muy decididamente la impresión de que su desdichado embarazo y la pérdida de
su hijo están para ella ligadas a las emociones más intensas. Aquí se hace innecesario buscar
otros traumatismos, mientras no hayamos establecida más detalladamente esas dolorosas
circunstancias.
Eliza está casualmente familiarizada con te técnica de respiración "Rebirthing” un
procedimiento que yo también he aplicado repetidamente en mi trabajo terapéutico. Como esa
técnica e& excelentemente apropiada para abrir traumatismos de todo tipo, le pido a Eliza que
respire como lo ha aprendido y que admita todo lo que trata de salir a la superficie. Después de
un momento breve, ella comienza a lanzar la cabeza de un lado para otro, como si tuviera que
luchar con algo. Luego dice repentinamente:

"Aquí hay sangre. Él está vestido de amarillo. El es el médico. No, no quiero. Por favor no
corte. Por favor no corte. Esto duele. No puedo moverme. ¡POR FAVOR NO CORTE! ¡POR
FAVOR NO CORTE! No puedo moverme. No puedo hacer nada. Él corta en mí".

Los hipnoterapeutas saben desde hace mucho tiempo que nuestro inconsciente no se desconecta
por medio de una narcosis. Aunque en ese estado nuestra consciencia "se adormece suavemente"
o se pierde en agradables fantasías, el inconsciente registra cada detalle de una operación, y por
cierto también, como desgraciadamente tengo que decir, aquellos fenómenos secundarios, coma
los malos chistes o las amenazantes prognosis que se les escapan a algunos cirujanos en esas
ocasiones. Por la tanto, no estoy de ninguna manera admirado cuando el inconsciente de Eliza
vive nuevamente el trauma de la extirpación de su ovario. Pero yo quiero averiguar en primer
lugar, coma su mismo inconsciente reacciona con los acontecimientos:

"Él corta en mi abdomen. Allá abajo también está mi bebé. ¡DEJA A MI BEBÉ EN PAZ!
¡POR FA VOR NO LE HAGAS DAÑO A M BEBÉ! Él les pregunta algo a las enfermeras. Ahora
corta otra vez. ¡Oh, mi ovario! Él dice que el ovario ha explotado; estallado. Él lo extirpa. Él
limpia el otro ovario. He perdido mi ovario. No puedo moverme. No puedo hacer nada. ¿Qué
ocurre ahora conmigo? Me esterilizan. Ya no puedo tener más hijos. Ya no soy una mujer.
Enfermera, dígame que todo está en orden”.

114
No hay ninguna duda que en el plano inconsciente, es decir, allí donde el cuerpo registra
impresiones directamente, cada operación se registra como un suceso traumático. Eliza reacciona
a la operación, a la pérdida de su ovario y a la amenaza de su bebé, como presumiblemente
también lo haría cualquier otra mujer en una situación similar. Pero en cierto modo, también se
podrían designar como exageradas las reacciones del inconsciente de Elíza. Su "¡Por favor no
corte!" me trae a la memoria su fobia por los cuchillos, mientras que su desamparo en general y
el miedo de que ya no es una mujer, parecen indicar niveles más profundos.
Durante la mayor parte de esa sesión nos ocupamos con la repetición de la experiencia de Eliza
de aquella operación, para que ella pueda vivir en forma consciente el traumatismo que ese
acontecimiento ha significado para su cuerpo. De esa manera ella obtiene la oportunidad de
expresar sin reserva su dolor de aquel entonces y de ese modo liberarse de las lesiones
emocionales correspondientes. Pero su miedo a los cuchillos y su duda con respecto a su
femineidad todavía siguen existiendo. Yo la hago repetir algunas frases que me parecen
especialmente "cargadas" emocionalmente y le pido entonces: "Deje a su inconsciente que la
introduzca en una experiencia que tal vez ofrezca una explicación para su fobia por los cuchillos
y su duda con respecto a su femineidad. Ahora repita varias veces la frase: 'Por favor no corte'".
Este es un resumen de lo que continuó:

"Por favor no corte. Por favor no corte. ¡POR FA VOR NO CORTE! No puedo hacer nada...
Estoy en un granero. En un granero al aire libre. El me corta. Es un hombre y lleva puesto un
pantalón azul. Hay también otro hombre allí. Yo estoy embarazada. No quiero morir. Creo que
me encuentro en el siglo diecisiete. Ellos tratan de ayudarme. Es un parto horrible. Ellos hacen
una cesárea... Mis brazos están atados a una viga. Estoy solamente vestida a medias. No puedo
hacer nada. Corre sangre, mucha sangre de mi vientre... El niño está muerto. (Ella llora). Me
muero. No quiero morir. Pierdo el contacto con mi vida. Tengo que irme... Veo mi cuerpo desde
afuera. Ya no estoy más allí. Es una mujer joven. El hombre era mi hermano. Él quería salvarme.
El bebé está muerto. El nació muerto. No pude hacer nada. Es peligroso dar a luz un hijo. Sí, es
peligroso”.

De nuevo nos tomamos el tiempo para procesar completamente todo el dolor y toda la tristeza
que se relacionan con esa historia; sólo que esta vez se trata evidentemente de traumatismos que
afectan a una joven mujer del pasado, una de las personalidades preexistenciales de Eliza.
Durante el trabajo terapéutico se nos hace evidente, cuan profundamente tiene que ver el
sufrimiento de aquella mujer del siglo diecisiete, con la reciente dolorosa experiencia de
embarazo de Eliza. Cuando eso se le hace consciente, Eliza puede diferenciar esa otra fuente de
miedo de su agudo trauma, lo que le proporciona alivio. Pero ella tiene que liberarse todavía del
negativo pensamiento que es peligroso dar a luz un niño. Con ese propósito le doy algunas
afirmaciones para que las lleve consigo. Es como si en esa sesión se hubiera desprendido de ella
un gran peso.
Lesiones psicosomáticas profundas de ese tipo se pueden curar rara vez dentro de una o dos
horas de terapia, además, tales traumatismos se pueden atribuir a una existencia anterior sólo en
muy pocos casos. Casi siempre los síntomas graves como los quistes en el seno y en el ovario de
Eliza tienen un trasfondo de muchas capas. Expresado en el lenguaje de la terapia de
preexistencia, éstos son con frecuencia componentes de un modelo que se repite. Y exactamente
así resultó ser en el transcurso de nuestro trabajo siguiente, acerca del cual quiero hablar
enseguida.
En una sesión posterior nos dedicamos otra vez detalladamente a la zona del adolorido ovario:

115
Eliza se vio ahora como una sirvienta en un pueblo del norte del Sahara. El período histórico
permanece incierto, pero parece que nos encontramos en un tiempo remoto. A los catorce años
de edad esa muchacha es molestada por soldados que quieren tener relaciones sexuales con ella.
Ella les explica que siente asco por ellos. Entonces uno de ellos la golpea brutalmente y la patea
con sus pesadas botas en la espalda cuando ella se desploma. Con eso sus riñones y sus ovarios
quedan tan lesionados, que tiene que sufrir durante toda su vida de dolores crónicos. Desde
entonces ella vive sola la mayor parte del tiempo y es perseguida sin pausa por el pensamiento:
"Tengo miedo de los hombres, ellos me hacen daño. No quiero que ellos me toquen. Prefiero
vivir sola”.

También en esa experiencia su ovario es el centro de interés de un encuentro extremadamente


doloroso y humillante. Ese trauma se reproduce entonces como un samsara físico que surge
nuevamente en esta vida durante su embarazo.
Después que había salido a la luz ese atroz recuerdo y que también la terrible experiencia de la
fracasada cesárea parecía asimilada, intenté animar al inconsciente de Eliza para que soltara un
recuerdo de una vida en la que ella hubiera traído con éxito niños al mundo. Ella se vio como una
mujer rubia en el oeste medio de los Estados Unidos en el siglo diecinueve; ¡con seis niños! Ella
sintió ese recuerdo extraordinariamente reparador y por eso le propuse ocuparse más
detalladamente con esa sana personalidad preexistencial.
Pero todavía no estaban procesadas todas las existencias anteriores afectadas por traumas. Su
seno operado comenzó repentinamente a dolerle y en el transcurso de nuestro trabajo ella veía
ahora en forma cada vez más frecuente, imágenes de cuchillos y manos ensangrentadas. Detrás
de esas imágenes descubrimos dos horrorosos recuerdos de sacrificios humanos. En uno de esos
recuerdos, ella es un hombre azteca que cae prisionero y es decapitado y en el otro es una mujer
de un poco más de cincuenta años, que muere como víctima de un ritual satánico medioeval.
Queda sin saber cuándo sucedió eso exactamente. Ella es violada y maltratada horriblemente.
Nuevamente aparecen cuchillos. Esta vez, evidentemente nos hemos acercado definitivamente al
horror total, ya que esa vida termina en que todo su cuerpo y sus senos son cortados. Esa era, por
consiguiente, la imagen somática que estaba profundamente ligada con el quiste en su seno y con
los dolores en su ovario. Es decir, esa experiencia, como también el recuerdo de la infructuosa
cesárea, yacía en el fondo del terror que se había apoderado de ella durante la operación.

¿Había sido Eliza siempre la víctima en todas sus existencias anteriores? Evidentemente no,
porque en el recuerdo siguiente, que apareció a continuación de aquellas sangrientas imágenes,
ella se vio de repente como soldado en una trinchera en la primera guerra mundial. "No debería
haber hecho eso. No debería haber hecho eso", se lamenta el soldado. Él está ante el cuerpo
inundado de sangre de un joven soldado enemigo, al que acababa de enterrarle la bayoneta en el
abdomen. Obviamente él ya había utilizado antes la bayoneta muchas veces, pero ahora eso lo
sacude repentinamente como un rayo. Por cierto él regresa vivo de la guerra a su casa, pero de
ahí en adelante se atormenta con remordimientos indescriptibles a causa de sus "atrocidades"
anteriores. Le da artritis en las manos, en las piernas y en la espalda. A la pregunta por las
causas de ese padecimiento, el ex soldado que está en Eliza dice que se enfermó porque él mismo
se odiaba mucho, a causa de todos los muertos que pesaban sobre su conciencia.

Una pregunta que se formula reiteradamente en los confrontamientos con existencias anteriores,
dice: ¿Somos primero y en primer lugar la víctima o el perpetrador? Como en el sentido del
transcurso histórico y lineal del tiempo, la vida del soldado de la primera guerra mundial venía
después de las otras existencias que terminaban en forma sangrienta, difícilmente se puede
observar su causa kármica. Pero en el inconsciente los conceptos "antes" y "después" tienen otro

116
significado que en la consciencia despierta. En el subconsciente todas las existencias están
permanentemente presentes. El péndulo kármico de acción y reacción se puede comparar más
bien con un río enorme, cuyas comentes son devueltas de una orilla a la otra. Cuando un alma ha
tenido que sufrir horrores a través de una mano humana, ya sea por medio de un cuchillo, de
fuego, de agua o de lo que sea, el dolor respectivo deja una profunda marca.
Casi sin excepción, pensamientos de la víctima como "¿Por qué él me ha hecho esto?" o "Me
las va a pagar", producen deseos de causarle igualmente dolores a otro. Pero también el
torturador muchas veces se identifica tanto con la angustia de su víctima, que se imagina en
secreto sus dolores. En la gran rueda de las existencias, la víctima se transforma en perseguidor o
torturador, y porque tortura constantemente a otras personas, tiene que sufrir los mismos dolores
tal como él se los ha causado a otros. En todos los complejos que de alguna manera tienen que
ver con violencia y represión, se encuentra esa profunda e intranquilizadora identidad de los
contrastes: Del amo de esta vida resulta el esclavo de otra existencia; el revolucionario cambia a
tirano. También Staníslav Grof observó durante sus experimentos con LSD:

En esencia profunda, el estado emocional del torturador sádico es parecido al del torturado, y la
enorme furia del asesino se fusiona con el tormento de la víctima moribunda.

El momento en que el soldado observa con extrema desesperación a su enemigo muerto, en el


campo de batalla de la primera guerra mundial, fue para Eliza de suma importancia, ya que se
trataba de una experiencia que James Joyce ha designado como Epifanía, es decir, como un
momento en que las cosas se muestran en su verdadera esencia y en que se manifiesta un
profundo significado espiritual; en este caso, la identidad mística entre la víctima y el asesino.
Tales Epifanías trascienden incluso el plano personal de experiencias preexistenciales y
proporcionan una impresión de la dimensión de los arquetipos, que he presentado a manera de
esbozo en el diagrama del Loto en el capítulo cinco. Si Eliza se hubiera confrontado con todas
sus existencias pasadas en las que la violencia representa un papel, quizás hubiera obtenido una
visión así, pero a ella se le presentó por fin a través del soldado de la trinchera. Ese recuerdo
marcó de hecho para ella, el fin de un ciclo de existencias que estaban dominadas por la
violencia. En el subsiguiente trabajo terapéutico nos concentramos en primer lugar en su relación
con otras personas y en algunos asuntos que se relacionan con su propio nacimiento. El doloroso
proceso del aborto de esos antiguos samsaras que se habían fijado en sus órganos reproductores,
ahora ya había pasado, y ella pudo entonces mirar la triste muerte de su hijo desde una
perspectiva completamente nueva.

Violación, venganza y el
karma de la violencia
Anteriormente relaté acerca de dos mujeres, Melinda y Arlette, que habían sido seriamente
afectadas en su actual vida sexual y en su creatividad, a causa de sus experiencias
preexistenciales de violación. Melinda (capítulo seis), cuyo recuerdo de una violación a través del
abuso que se cometió con ella cuando era una joven muchacha, había sido revivido nuevamente,
era casi frígida sexualmente. La carrera de Arlette como cantante de ópera no avanzó (capítulo
siete), en primer lugar, a causa del problema que tenía con su laringe, pero el recuerdo, grabado
en su zona genital, de una violación durante un embarazo, había minado gravemente la confianza
en sí misma frente a los hombres.

117
Cuando se quieren sanar experiencias preexistenciales de violación, depende decididamente de
si la mujer respectiva recupera en la zona genital toda su sensibilidad y toda su consciencia, en
caso de que esa zona del cuerpo se hubiera hecho insensible por medio del trauma. En ese
contexto es de decisiva importancia, que el cuerpo de la cliente experimente otra vez las
experiencias correspondientes, de acuerdo a los principios de la escuela de Reich, o sea, de la
terapia de Gestalt. Pero en ese trabajo también se debería considerar el descubrimiento de Morris
Netherton, de que en los recuerdos preexistenciales la consciencia se separa frecuentemente del
trauma físico. Justamente eso ocurre muchas veces en caso de frigidez e impotencia. Melinda
también es otra vez un buen ejemplo de esto. En la fase más intensa del recuerdo de su violación,
de pronto su pelvis se pone tensa y sus piernas se ponen rígidas. Lo que en ese momento dice su
lenguaje corporal es de una importancia decisiva.

"No quiero sentir esto. No les mostraré a ustedes que esto me gusta " (pelvis y genitales).
"No me toquen. Váyanse. Yo los mato. Los pateo " (piernas). "No quiero ver esto. Nada de
esto es cierto " (cabeza).

Su cabeza, su cuerpo y sus sentimientos, se encuentran todos juntos en una trágica disputa
recíproca. Una parte de sus genitales siente deseo al principio; a lo que su consciencia responde
con sentimientos de vergüenza; pero dentro de poco rato eso se transforma en terribles dolores
que ella naturalmente no quiere sentir, Al mismo tiempo surge en ella una rabia que no puede
expresar y reprime en su inconsciente la terrible confusión de sentimientos, pensamientos y
sensaciones que retumban en ella. La experiencia, que ahora se ha hecho inconsciente, que según
las leyes del karma algún día tiene que salir nuevamente a la superficie, afecta desde ese
momento la capacidad de Melinda, de soportar o incluso de disfrutar la intimidad sexual.
Otro ejemplo de, hasta qué punto los traumas genitales preexistenciales pueden perjudicar
permanentemente la vida sexual y la sensibilidad genital de una persona, es Gwen:

Gwen era una joven mujer, que por el miedo a la penetración sexual, regularmente destruía su
relación con los hombres. Ella tenía, además, miedo de estar sola y temía que nunca tendría
hijos. Primero ella experimentó en la regresión, una vergonzosa y dolorosa penetración uretral
para examinar una afección de la vejiga, que se la había practicado a la edad de seis años. Eso
provocó a su vez un recuerdo de una existencia en la que era una campesina que roba un bebé,
cuando se da cuenta que es estéril. Ella es arrestada y le cauterizan los genitales con un fierro
candente. Después la arrojan por el resto de su vida a un oscuro calabozo que está en algún
lugar al final de la ciudad y la dejan vegetar con pan y agua. Esa horrible historia se escondía
detrás de su miedo a los contactos sexuales, a un embarazo y a la soledad.

Si se interpreta la historia como un suceso lineal, entonces nuestro karma tendría en realidad
que aumentar cada vez más de existencia en existencia. Las infamias y las crueldades frente a las
mujeres, por las que (en la mayor parte) los hombres se han dejado llevar a través de la historia;
especialmente en la época del cristianismo y del colonialismo occidental; se han fijado en el
inconsciente colectivo, en forma de terribles sentimientos de culpa. En su pesimista trabajo
acerca de la cultura, El Yo no descubierto, C, G. Jung también se refiere a esos "crudos" hechos
y asegura que en el inconsciente colectivo "nada desaparece para siempre y nada se puede
recompensar" y que "ninguno de nosotros puede escapar a las sombras más oscuras de la
humanidad". De la incineración de brujas, pasando por los campos de concentración, hasta los
""desaparecidos" sin dejar rastros en la actual Sudamérica, no hay nada moralmente constructivo
que relatar, y tenemos que realizar un considerable trabajo de consciencia, si queremos liberarnos
de la presión colectiva interior de esas crueldades y no cometer nuevas atrocidades.

118
Algunas mujeres; pero también hombres, han tenido que luchar obviamente contra experiencias
más duras de violencia sexual que otras. En el lenguaje de C, G. Jung se podría decir de esas
personas, que ellas podrían contribuir en forma especial a la toma de consciencia por parte de la
humanidad, ya que ellas participan más que el resto en lo que él llamó sombra oscura, que pesa
sobre la humanidad. Sin embargo, para los hijos de madres o padres que han sufrido abusos
infames, es con frecuencia muy difícil escapar del interminable espiral de violencia, que engendra
cada vez nueva violencia. Actualmente es ampliamente conocido, que adultos que abusan
sexualmente de niños, casi siempre han sufrido también abusos cuando niños. W. H. Auden ha
expresado esa idea en un deprimente día del año 1939, de la siguiente manera: "Aquellos a los
que se les ha cometido maldad, replican esa maldad con nueva maldad".
Aunque personalmente no he trabajado en instituciones sociales, en las cuales tales
circunstancias están a la orden del día, con mucha frecuencia he escuchado historias de horror de
mis clientes, en las que relatan haber sido golpeados repetidamente o haber sido seducidos o
haber sido sometidos a otras crueldades físicas o emocionales cuando niños.

Una atractiva mujer de aproximadamente cuarenta años de edad, de buena situación, que
llamaré Yvonne, fue vejada sexualmente por su padre ya a la edad de tres años. Cuando ella
tenía siete años, él la obligó a satisfacerlo oralmente en una pequeña pieza. Así continuó durante
algunos años. Ella tenía demasiado miedo de hablar con alguien acerca de esos sucesos. Cuando
tenía once años se lo reveló a su madre, quien se negó a creerle. Su padre todavía se permitió en
esa oportunidad la perversa satisfacción de golpearla, porque supuestamente había "mentido ".
"Esto es el infierno total", explica ella mientras revive esas experiencias. Cuando tenía catorce
años de edad y padecía justamente de dolorosos períodos menstruales, dos hombres y una mujer
le administraron un sedante, le amarraron un lazo liviano alrededor de la garganta y la
obligaron a efectuar sexo oral. Desde ese momento ella tuvo permanentemente dolores de
garganta y de cuello durante su per iodo menstrual.
Cuando a los dieciocho años queda embarazada y sin haber terminado la escuela se involucra
directamente en un matrimonio fracasado, tiene que escuchar de su padre que ella es una
escoria. Desde los veinte años cae en violentos círculos de drogas. Ella ve cómo un hombre es
asesinado y casi es víctima ella misma de un complot de muerte. Poco después se queman todas
sus posesiones junto con su casa. Su vida sexual en esos años es insatisfactoriay vacía, lo que no
asombra en vista de sus antecedentes. A toda esa desgracia se agrega también, que un día ella se
da cuenta que tiene tumores cancerígenos en la zona del cuello y en los senos. Además, le dan
que hacer sus problemas al corazón y sus dolores crónicos de espalda.
Aunque solamente trabajé con ella en pocas sesiones, los complejos kármicos que servían de
base a toda esa violencia y a todo ese sufrimiento, afloraron en forma asombrosamente rápida.
El primer síntoma somático que ella revivió en la regresión fue la sensación de asfixia que había
sentido en aquella pequeña pieza con su padre. Su cuerpo tuvo en cierto modo que escupir el
recuerdo de la relación oral con su padre. La resonancia simbólica ligada a esa sensación de
asfixia la hizo retroceder directamente a su nacimiento, cuando ella había llegado a este mundo
con el cordón umbilical amarrado alrededor del cuello. Después se vio en un recuerdo como un
hombre que es ahorcado por asesino en el siglo dieciséis.
Su cuello y su espalda se retorcían de dolor cuando ella revivió su muerte de aquel entonces.
Al mismo tiempo transcurrió toda su sangrienta historia de ese tiempo ante sus ojos interiores.
Ella se vio en la identidad de un pirata que tenía mala fama y que a lo largo de su brutal
existencia como pirata, se había degenerado hasta llegar a ser un monstruo sanguinario. Ese
delincuente tampoco se atemorizaba ante sus fechorías de mutilar a otras personas, de castrarlas
o de cortarles cualquier parte del cuerpo. Además, él mantenía una sumisa relación homosexual
con el capitán del barco, que lo obligaba reiteradamente a realizar sexo oral. Finalmente él

119
mata al tipo, se retira y termina en un puerto como un bárbaro practicante de abortos. El es
completamente cruel e incluso goza con extinguir vidas ajenas.
En la existencia siguiente, Yvonne se ve como una monja que es violada y atormentada
sexualmente por soldados que andan saqueando; antes de morir le amputan los senos y la
vagina. En otra vida más, se ve en la identidad de un despiadado gángster en el antiguo oeste de
los Estados Unidos. Ese pistolero es muerto con un tiro en la mitad de la cara, por una mujer
que anteriormente había torturado y violado. Eso no le causa mayores esfuerzos a Yvonne, para
darse cuenta hasta que punto las cicatrices de aquellas existencias anteriores todavía estaban
activas en ella y le habían producido repetidamente en forma inconsciente todas las experiencias
de enfermedades y traumáticas; abusos sexuales, problemas en el cuello, cáncer, amenazas de
muerte, etcétera. Ahora comprende que ella ha invitado, por así decirlo, a esos sufrimientos a su
vida actual, como compensación por la culpa que se ha echado encima en existencias anteriores.
Yo le pedí que visualizara una vez más a todas aquellas personas que había torturado cuando
era pirata y les pidiera perdón. Cuando ella hizo eso, le salieron lágrimas. Después les pidió
perdón a los niños abortados por ella y comenzó repentinamente a reírse alegremente. "Creo
que ya he pagado por esas crueldades ", dijo ella. "Hace algunos años sentí el ansia inexplicable
de ofrecerme como conductora de un autobús escolar. Yo odiaba verdaderamente esa actividad,
pero de alguna manera sabía que no tenía que hacerle caso a mi resistencia interior. Soporté eso
durante tres años y un día supe repentinamente que era suficiente. Tan sólo ahora comprendo
para qué era necesario todo eso ".

Yo elogié a Yvonne de que ella, en el transcurso de nuestro trabajo terapéutico, se había


esforzado con un éxito impresionante, por neutralizar las huellas kármicas de la violencia, que
había traído a esta vida. Yo le expliqué que ahora era tiempo de querer y de honrar su cuerpo
como templo del Espíritu Santo y no seguirlo tratando como campo de batalla kármico.

La recuperación de la fuerza:
El caso Hildegard
Por último quiero todavía describir mi trabajo terapéutico con Hildegard, que después de un
taller, en cuyo transcurso había recordado en forma muy vivida una violación, buscó mi apoyo.
Durante un tiempo ella ya había revisado, con ayuda de otro terapeuta, experiencias sexuales
traumáticas que venían de su infancia. Ella sufría de un miedo intenso a la sexualidad y había
participado en el taller, porque sospechaba que esas dificultades no solamente podrían venir de
las experiencias de su infancia. Ella había tenido solamente pocas relaciones con hombres en
esta vida y era perseguida constantemente por la idea fija que tenía que vivir como mujer "por
castigo". También le resultaba difícil activar su energía. Tenía dos problemas físicos: Primero, se
había lesionado seriamente la espalda cuando era niña, y segundo, repetidamente tenía que
fastidiarse con tumores en el útero.
Posiblemente porque ella ya había analizado las traumáticas experiencias sexuales de su
infancia en la terapia anterior, se vio de inmediato en la regresión como una mujer en la Edad
Media, que era brutalmente violada por tres soldados, donde fue seriamente herida por sus
atacantes en el vientre y en la vagina.

"¿Por qué han hecho eso?" "¿Adonde debo ir ahora? ¿Quién me va a querer aceptar
todavía? " grita ella en su tormento y desesperación. Y luego viene el pensamiento que ya he
encontrado muy a menudo en escenas parecidas: "No quiero sentir eso (ahí abajo)”.

120
Ese pensamiento se estampa; como hemos visto; en la correspondiente zona del cuerpo y
forma en lo sucesivo una determinante estructura kármica para futuras existencias. Y mientras
Hildegard todavía expresa las sensaciones antes mencionadas, se amontonan ante sus ojos
interiores, imágenes de otra existencia; imágenes de la vida de combate de un soldado. Pero yo le
pido que dirija ampliamente su atención a aquella lesión que tan desesperadamente desearía
olvidar. Cuando llevamos la historia hasta el final, resulta que esa mujer de la Edad Media no
murió a causa de la violación, sino que fue llevada medio muerta a un convento situado cerca de
allí y fue cuidada hasta mejorarse; sin embargo, ella nunca se ha repuesto bien de aquella
atrocidad.
Nos dedicamos por un tiempo al análisis de las impresiones traumáticas dejadas por la
violación; ahí Hildegard se acuerda también del punzante dolor que le causó uno de los
monstruos al enterrarle brutalmente una rodilla en su seno. Su seno es evidentemente una zona de
resonancia simbólica, ya que de repente Hildegard ya no es aquella mujer, sino el soldado con el
que anteriormente se había identificado brevemente una vez.

Eso se mete en mi seno (respirando con dificultad). No puedo levantarme. Es una lanza. Estoy
derribado en el suelo. Me he caído del caballo. Mi pierna... Es traspasada. No puedo moverme.
Mi cuello está dislocado. Me pisan la cabeza, lío muero. De mi boca y de mi vientre brota
sangre... Mi cara y mi pecho están llenos de moscas. Estoy inflexible y fuerte. Me voy de aquí
solamente porque tengo que hacerlo. Yo tenía un cuerpo hermoso y fuerte... Quizá no vuelva
nunca más a ser un hombre... Todo ha pasado”.
Luego, cuando él pasa revista nuevamente a su vida como soldado, siente un profundo pesar
por la brutalidad con la que una y otra vez había actuado.
"Con frecuencia me he comportado en forma vil frente a las mujeres. He violado y asesinado
mujeres. Al hacerlo me he sentido fuerte. No merezco volver a ser un hombre”.

Le pido a Hildegard que examine otras existencias ante sus ojos interiores, bajo el punto de
vista de la crueldad frente a las mujeres. La primera existencia que recuerda es la vida de un
hombre de una tribu primitiva. Ese hombre le hace la vida imposible a su mujer y finalmente es
asesinado por el hermano de ella. Después se encuentra en el poderoso cuerpo de un oficial
romano que ha sido ascendido a Patricio:

Ese personaje es cruel y egoísta. Él mata sin escrúpulos en una carrera de carros a un
competidor totalmente inofensivo y disfruta en forma desinhibida el poder que ejerce sobre sus
esclavos y su mujer. Para compensar el endurecimiento de su cuerpo, pero también el de su
corazón, él se divierte cada vez mas seguido en bacanales con mujeres jóvenes. Obsesionado por
la idea arrogante de que él puede tener todo lo que quiere, comete abiertamente adulterio con la
mujer de un hombre de una alta posición. Su deseo por esa mujer se convierte en una obsesión.
Pero ella vive siempre con mucho miedo por su esposo. Finalmente a él le cortan la garganta en
un baño de vapor público. Él muere lleno de una enorme furia por esa mujer, a la que acusa de
traición. Esa es una vida horrible y egoísta. En una mirada retrospectiva, ese personaje se da
cuenta que ha buscado en todas esas mujeres, justamente ese afecto y calor que no podía
encontrar en sí mismo.

A una vida como víctima de violación, el inconsciente de Hildegard le había enfrentado no


menos de tres existencias masculinas caracterizadas por la violencia. ¿Compensó ella tal vez en
esta vida su anterior crueldad y su dureza de corazón? ¿Había pasado ella por más existencias
masculinas que femeninas, como es el caso de algunas almas, según información de gente dotada

121
de facultades paranormales?
En todo caso, seguramente Hildegard sintió inconscientemente una profunda vergüenza por la
crueldad de esas figuras masculinas, que también la bloqueaba en el desarrollo de su femineidad.
Tampoco es de asombrarse, que el predominio de figuras masculinas en su psiquis la haya
llevado a creer que nacer mujer es una especie de castigo. Y de hecho ella misma se castigaba en
cierto modo. De esa manera ella no sólo tenía la sensación de no haber merecido más una
identidad masculina; como si hubiera perdido ese derecho; sino lo que es todavía más decisivo:
En su más profundo interior estaba convencida de que a causa de la brutalidad de su lado
masculino, no lo podía hacer valer en su vida actual. Por esa se apartaba inconscientemente de la
verdadera fuente de su propia fuerza.
Su prolongada ocupación con las personalidades secundarias de los sueños de las mujeres,
condujo a C. G. Jung al descubrimiento de una figura masculina arquetípica siempre recurrente,
que él designó coma "Animus". Una mujer en cuya psiquis está vigente una fígura-Animus
fuerte y simple, saldrá en general, contenta y enérgica al mundo y reaccionará en forma flexible,
llena de humor y segura de sí misma, a las duras condiciones masculinas de la actual competencia
laboral y social. Pero cuando la fígura-Animus se avergüenza secretamente de sí misma, como es
el caso de Hildegard, o se siente culpable, coma es el caso de Yvonne, entonces existe el peligro
que la mujer respectiva no pueda imponerse en la vida, que se intimide ante un compromiso real
o también que produzca inconscientemente catástrofes o ataques, que justifiquen una y otra vez
esa falta de autoestima.
Un- caso muy descriptiva de una mujer, cuya figura-Animus estaba dañada en forma
preexistencial, me lo presentó una vez una artista gráfica relativamente tímida, pero altamente
creativa, llamada Ellen, que trabaja en su casa con toda tranquilidad, porque no podía soportar los
rudos modales existentes en las grandes agencias propagandísticas.

En un deprimente recuerdo, Ellen se vio como un hombre joven tímido que vive en el bosque y
que se niega a ir a una gira orgiástica de violaciones junto con un grupo de hombres mayores.
Llenos de desprecio por su "debilidad", los hombres lo castran y él se retira completamente del
mundo y vive de ahí en adelante en una pequeña eabaña apartada. La dañada figura-Animus de
esa joven mujer conservaba todavía, según todas las apariencias, el temor de ser castrada
nuevamente por un duro mundo masculino. Me alegro de poder informar, que Elien, después del
término de nuestro colectivo trabajo terapéutico, encontró la fuerza para enfrentarse de nuevo a
los requerimientos de la vida. Pero antea tuvo que abandonar aquel terrible recuerdo.

En el caso de Eliza, Yvonne y Hildegard, se podía observar respectivamente, una


transformación de una víctima femenina en una brutal figura masculina. Las tres tuvieron que
confrontarse con las personalidades masculinas que vivían en ellas. Mientras que la fígura-
Animus de Eliza estaba relativamente sana, Yvonne había reprimido el pirata en sí, tal como
Hildegard "su" patricio romano.
No pocas veces les pido a las mujeres, pero también a los hombres, que griten fuerte el dolor y
el recuerdo que sienten, cuando en la regresión son violados, torturados o tratados brutalmente.
Con frecuencia basta ese contacto con la rabia enterrada, para evocar la imagen de un guerrero o
combatiente. Esa figura corresponde a la figura arquetípica o astrológica de Marte, el símbolo de
la fuerza combativa, de la valentía y de la sana disposición para defenderse; ya sea que esa acción
esté destinada a la protección de una persona querida, o a la defensa de la propia sociedad u
opinión. Pero esa función "marcial", como ya he comentado anteriormente, ha caído fuera de
control hasta tal punto en nuestra agresiva cultura, que el material de imágenes sacados a la luz
por clientes bajo ese signo, muchas veces es al principio totalmente otra cosa que "saludable",
como también lo demuestran los ejemplos anteriores. Mujeres terapeutas que son feministas,

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tienen toda la razón, según me parece, cuando primero buscan activar la rabia por los abusos
patriarcales de nuestra sociedad, pero en su totalmente justificada indignación, olvidan muchas
veces; por lo menos para numerosos observadores externos; mirar en su interior aquella figura
que aviva esa rabia. No solamente la víctima de la violencia que está en cada uno de nosotros,
sino también el opresor o violador en nosotros, necesita curación y perdón. Y no solamente son
los hombres los que se han confrontado con ese amenazante lado oscuro de su conciencia.
El terapeuta de preexistencia trata de averiguar, entre otras cosas, en que medida la identidad
femenina de una mujer es bloqueada o determinada por preexistencias masculinas predominantes;
aunque en casos especiales esa pregunta con toda seguridad no se puede responder en forma
exhaustiva. Pero a la inversa, él también desea averiguar, cuan intensamente domina el elemento
femenino existente en la personalidad de los clientes masculinos. Como quiera que resulte la
respuesta en cada caso, tanto a los hombres como a las mujeres se les pide que busquen el
encuentro con las figuras "interiores" del otro sexo y que hagan que el desarrollo de la propia
personalidad les sirva para ser creativos. De esa manera, una mujer puede obtener, por ejemplo,
en el transcurso de una terapia de preexistencia, conocimientos del mecanismo del poder, o del
abuso, mientras que el hombre puede aprender de la fígura-Ánima que lleva en sí, mucho acerca
de cariño, disposición al sacrificio y empatia. Ese totalmente provechoso trabajo, requiere de
nosotros por cierto, valor y disposición para confrontarnos en el plano somático con aquellas
trágicas consecuencias que ha causado nuestra cultura, por medio del desprecio a lo femenino, es
decir, al cuerpo, a la Tierra y a los elementos maternales.

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9. Las muchas vidas del alma

El ser humano es un ser múltiple. Cuando hablamos de nosotros mismos, decimos


normalmente "yo". Nosotros decimos: "Yo he hecho eso"; "Yo pienso eso"; "Yo
quiero hacer esto o aquello", pero eso es completamente erróneo. No existe tal
"Yo", o más bien, existen en cada uno de nosotros, cientos, miles de pequeños
"Yoes". Estamos divididos múltiples veces en nosotros mismos, pero no podemos
darnos cuenta de esa pluralidad de nuestro Ser, a no ser que se haga por medio de
observación y de una atención constante y precisa.

Georg I. Gurdjieff, Man is a Plural Being

Es especialmente el fenómeno del sonambulismo, de la doble consciencia, de la


personalidad dividida, etc., lo que nos ha puesto en condiciones de aceptar la
posibilidad de un gran número de personalidades en un mismo individuo.

C. G. Jung, Tipos psicológicos

... lo más importante es, sin embargo, la idea de Jung de que cada personalidad
en el fondo es múltiple... La múltiple personalidad es la estructura básica de la
existencia humana.
James Hulmán, Archetypaf Theory

Identidades preexistenciales
Aunque el término "complejo" desde hace ya muchos decenios es un componente obvio del
lenguaje psicológico, la mayoría de las personas rechazan la idea de que nuestra personalidad esté
estructurada en forma "múltiple". Eso es tal vez comprensible a la luz de historias
sensacionalistas como The Three Faces of Eve o de películas de suspenso de Hollywood, como
El exorcista. Pero nuestro rechazo a esa idea se puede también atribuir en parte, a que la
designación "personalidad múltiple" servía en el pasado casi exclusivamente como etiqueta para
la caracterización de una grave disociación o división de la personalidad, que equivale a la locura.
Forma parte del cuadro clínico de la esquizofrenia entendida equivocadamente como división o
multiplicidad de la personalidad, que el afectado tiene la impresión de que numerosas voces o
entes imaginarios traían de socavar su percepción de sí mismo como personalidad compacta o de
influenciar su identidad-Yo. (Clínicamente, la personalidad múltiple se diferencia principalmente
de la personalidad esquizofrénica, en que las "identidades" separadas de la psiquis múltiple se
limitan estrictamente a su correspondiente "territorio" y supuestamente no perciben en absoluto
al resto de sus competidores. Un esquizofrénico, en cambio, la mayoría de las veces sabe
solamente, muy a pesar suyo, que en él trabajan numerosas voces y entes que, sin embargo, no
puede controlar).

124
Pero sin importar de qué disturbios psíquicos estemos hablando, la idea de una "multiplicidad"
mental siempre despierta asociaciones esencialmente más aterradoras que el buen viejo término
de "complejo". Así por ejemplo, en un cóctel podemos hablar frente a una persona totalmente
desconocida, en la mayoría de los casos totalmente relajados, acerca de nuestro "complejo
(manía) de dinero", mientras que la mayoría de la gente con toda seguridad reflexiona antes de
decir algo así como: "Tengo problemas con el dinero: El monje en mí me presiona
constantemente para hacer por fin votos de pobreza".
El trabajo con figuras interiores; sin importar cómo podamos explicar su origen; naturalmente
no es muy simple, ya que tenemos que desarrollar un sentido para saber cómo los pensamientos,
sentimientos y experiencias de tales "entes" influencian en detalle nuestros pensamientos y
sentimientos, como también nuestra conducta cotidiana, y luego tratar de modificar esa
influencia.
De hecho no es en absoluto tan difícil activar una u otra de aquellas numerosas "identidades",
que en cierto modo esperan en los bastidores del recinto de nuestro escenario, para hacer su
aparición. De tiempo en tiempo, uno de ellos logra incluso aventajar al actor principal, es decir, a
nuestro Yo, y robarle el protagonismo. "No estaba completamente en mí", decimos después, o:
"No sé qué me pasó" o: "Esas palabras simplemente se me salieron". En aquellos momentos
fugaces somos testigos, aunque vagamente, de cómo otro Yo hace a un lado a nuestro Yo por
poco tiempo. Algunos de nosotros escuchan continuamente las voces de esas otras "identidades".
Pero la suposición difundida por algunas psicologías populares, de que todo eso se trata
solamente de las voces de los padres interiorizadas en la niñez, es errónea. Algunas de las figuras
que en nuestro interior pelean por el predominio, desde el punto de vista de nuestros padres serían
probablemente todo menos presentables.
Cuando activamos esas figuras en nosotros, eso produce por cierto una gran cantidad de
intranquilidad y resistencia. Nuestro miedo de no ser el amo en la propia casa, está motivado
esencialmente por la toma de conocimiento y por el reconocimiento, de que nosotros, en caso de
que efectivamente diversas subpersonalidades se peleen por un lugar ante el público, vivimos
dentro de la misma continuidad, tal como el esquizofrénico.
Pero nadie asegura por fin, que nosotros debemos ceder a las persistentes peticiones hasta ahora
apremiantes, de aquellas "identidades" que están en nosotros. Lo primero consiste en percibirlas,
por lo menos. Después tenemos que ponernos de acuerdo con ellas, como un rey que se esfuerza
por apaciguar a un grupo de súbditos muy postergados y por eso escucha atentamente sus quejas
y deseos. Mientras que más represión sólo aumentaría el disgusto de esos ciudadanos,
transacciones benévolas ofrecen la posibilidad de armonizar y fortalecer el reino internamente.
Quien teme a la multiplicidad de la psiquis, que no es de ningún modo anormal, es decir, quien
tiene miedo de sus muchas vidas, de sus muchas caras, de los extremos abismos y alturas, teme
al fin y al cabo, al alma misma. Si tantas personas encuentran alarmante y desagradable
imaginarse un mundo interior y la idea de una multiplicidad de "identidades", eso es solamente
otra prueba más del ambiente predominante en nuestra sociedad, que es fundamentalmente
antipsicológico y opositor al alma, y con eso al mismo tiempo opositor al espíritu. El conocido
psiquiatra R. D. Laing constató no hace mucho tiempo, que la gente en occidente es
"psicofóbica", es decir, tiene miedo de la psiquis y de las experiencias internas. Él ha criticado
suficientemente seguido a sus colegas, de apoyar incluso esa tendencia, por medio de su alienante
uso de etiquetas clínicas para disturbios emocionales. La actitud designada por Laing como
psicofobia está ampliamente difundida en nuestra cultura, en numerosas formas, muchas veces
sorprendentes. Una de esas formas es el actual gran interés por los llamados "Channeling" y por
las doctrinas espirituales adquiridas de esa manera. Aunque no deseo negarles a muchas de esas
doctrinas un cierto valor informativo, considero cuestionable, sin embargo, la actual popular
interpretación del fenómeno-Channeling.

125
Algunos "médium" producen, por medio de su pose y de su lenguaje, la impresión de que los
susodichos "seres espirituales" estuvieran establecidos en una esfera del más allá, a la que
solamente tienen acceso personas dotadas de facultades de médium que se encuentran en estado
de trance, eso significa, dicho clínicamente, en un estado de disociación. Un médium disociado
de esa manera puede estar completamente consciente del propio estado, pero igualmente es
posible que la persona respectiva adquiera conocimiento de sus "propias" manifestaciones, tan
sólo cuando éstas ya han pasado. En ambos casos, sin embargo, el Yo y el "ente" se separan en
forma evidente uno del otro sólo por medio de la estructura del ritual, es decir, a través de una
división de la personalidad producida sistemáticamente.
Muchos de los "entes espirituales" que se manifiestan a través de tales "canales", hacen
recordar en forma asombrosa a fragmentos de personalidades preexistenciales. Sin embargo, el
llamado médium se distancia de esas "identidades", mientras que el proceso terapéutico quiere
producir justamente su recuperación. Además, el terapeuta cree que aquella esfera que la
psicología analítica designa como inconsciente, en principio es accesible para cualquiera,
mientras que la actualmente popular "metafísica" opina que solamente determinadas personas,
especialmente dotadas para el mencionado trance de disociación, poseen esa capacidad.
Muchos médium de Channeling no mencionan en absoluto el inconsciente y en vez de eso
hablan del "otro lado", una expresión que a su vez aparece como alienante y disgregatíva. De esa
manera, la actual popular forma del Channeling se integra disimuladamente en la psicofobia
dominante en nuestra sociedad. Esos otros "entes", gracias a Dios no tienen nada que ver con
nosotros mismos, y podemos dejar con toda confianza, que los "expertos" nos produzcan el
contacto con el "otro lado". Y porque esos expertos consideran a sus propios "guías" como
entidades independientes, nos sentimos igualmente con el derecho a tratar como algo extraño a
las correspondientes "identidades" que están en nosotros mismos.
Ya hemos visto que la técnica del recuerdo le abre al cliente la posibilidad de confrontarse con
esas figuras interiores, comprometido emocionalmente y con toda plasticidad. Primero se llega
con eso a una especie de identificación dramática, es decir, durante el recuerdo llegamos a ser
uno solo con el correspondiente Yo preexistencia!; En un siguiente paso disolvemos nuevamente
esa identificación y nos apartamos de los samsaras de ese Yo, disolviendo los "restos pendientes"
de aquella existencia, en un diálogo o con ayuda de determinadas técnicas de imaginación.
Si siguen apareciendo más existencias, el trabajo terapéutico se desplaza entonces
progresivamente hacia otro plano; ahora consiste en llevar a las diversas existencias a una
relación dinámica. En esa fase, el trabajo hace recordar, de acuerdo a James Hulmán, a un
simposio: El cliente percibe por primera vez en forma consciente el coro de las voces que
retumban en él y ve ante sus ojos interiores todas aquellas formas de vida preexistenciales que
están entrelazadas interiormente. Esas existencias que se han vuelto a recordar, no son, sin
embargo, algo así como fragmentos de la personalidad que hay que expulsar, alejar o ahuyentar.
No. esas son más bien energías vivientes que tenemos que equilibrar entre ellas y con nuestro Yo,
para que puedan encontrar su "lugar" en una autopercepcíón cualitativamente nueva, es decir,
ampliada. Ahora ha llegado el momento para los clientes, de mirar a la cara, abiertamente y con
empatía, al cruel tirano, a la sacerdotisa egoísta, a la profundamente deprimida mujer mendiga, al
codicioso comerciante, al guerrero cobarde o al niño que tiembla de miedo o a una de las otras
figuras que surgen en los interminables dramas de nuestra vida y nos extraen tanta energía
valiosa.

126
El drama de los pares psíquicos contradictorios
"Sin contrastes no hay progreso", escribió una vez William Blake, uno de los más certeros
comentadores de la dinámica de nuestro mundo interior. En cuanto nos confrontamos alguna vez
con una secuencia completa de existencias anteriores, salta de inmediato algo a la vista; que
justamente los tipos de personalidad se invierten continuamente hacia su opuesto, de una vida a
otra. También las perspectivas morales y los temas predominantes en las diferentes historias, se
transforman constantemente en su reverso de una vida a otra. De esa manera, no pocas veces
tenemos que ver con ciclos completos de existencias, en las que el tipo de personalidad cambia
permanentemente en un tipo de movimiento de péndulo; de la concubina resulta el célibe, del
derrochador un avaro, del amo un sirviente, del sedentario un aventurero, y así sucesivamente.
En tales recuerdos cambia también muchas veces la perspectiva moral: A una existencia de
despiadado desprecio por la vida humana; como guerrero, como sacerdote victimario, como
verdugo; le sigue una existencia de dedicación altruista a los semejantes; como sanador, como
monje, como cirujano. También los temas predominantes y el ambiente social están sujetos a
tales inversiones; entonces, por ejemplo, al Procónsul romano que domina toda España le sigue el
campesino holandés sin tierra, al esclavo proscrito le sigue un comandante chino, al niño abusado
sexualmente le sigue un mercenario que va a través del país con su banda, robando, saqueando y
violando. Esos estados extremos de la naturaleza humana, los lleva cada uno de nosotros en sí,
en una especia de equilibrio precario.
El místico y filósofo griego Heráclito observó, como uno de los primeros, que la dinámica de
nuestra psiquis tiende a dividirse en energías y personalidades opuestas, en un continuo cambio.
Él designó esa dinámica como enantiodromía, es decir, como una "cambiante forma de ir al
encuentro de sí mismo". También Jung se encontró repetidamente en secuencias de sueños con
ese fenómeno. Pero también vemos actuar ese principio cuando recordamos series completas de
existencias anteriores. Si le permitimos a nuestra psiquis entregarse a esa corriente de estructuras
y personalidades existenciales que permanentemente se invierten en su opuesto, y observamos
luego todos sus elementos contradictorios, entonces se origina en la consciencia del observador
una inmensa tensión emocional. El gran desafío consiste ahora en unir los opuestos y comprender
el significado de esas personalidades polarizadas, junto con sus residuos kármicos, aparentemente
indisolubles, de existencias pasadas. Por eso quiero presentar ese proceso, en ejemplos de clientes
que han pasado por ese trabajo de revisión y que han llegado a una comprensión de sí mismos
totalmente nueva:

- Una mujer recuerda primero una existencia como soldado de "falda azul" en las guerras
norteamericanas con indios. Él muere asqueado por toda la matanza. En la vida siguiente ella se
ve como una curandera india, cuya tribu es exterminada sistemáticamente por soldados. Incapaz
de cambiar algo de esos sucesos, se da cuenta que su papel es mirar cómo su tribu muere
lentamente, víctima del hambre y del agotamiento. Lo único que ella puede hacer es entregarles
un poco de consuelo a sus pobres hermanos y hermanas de tribu. Ella ve que esas dos existencias
son como reflejos inversos entre sí.
- Un hombre recuerda una vida a fines de la Edad Media. Evidentemente le produce un gran
placer sádico torturar y matar brujas. Después se encuentra repentinamente en otra vida como
víctima de los nazis y es torturado hasta morir, a causa de una información de la que él no
dispone en absoluto. Mientras muere, reconoce en la figura de su torturador una reproducción
de su propio Yo anterior y comprende lo grande que es el peligro de involucrarse en un espiral
de interminables existencias infernales, sadomasoquistas y sedientas de venganza. Pero él logra

127
reunir la fuerza para perdonar a su torturador y de ahí en adelante parece estar libre de nueva
violencia kármica con respecto a él mismo y a otros.
- Una mujer se ve en un recuerdo como jefe de una tribu de una isla que se encuentra bajo el
dominio de los romanos. Los romanos se entretienen humillando reiteradamente a ese jefe e
incluso lo obligan a matar a su propia mujer. Él cumple esa orden solamente para proteger a la
comunidad de la isla. Cuando la cliente recuerda una vida que evidentemente es muy anterior a
la existencia del príncipe isleño, ella se ve como capitán de un barco, que ahoga a todo un grupo
de campesinos que son prisioneros de guerra. Con la observación posterior, ella se da cuenta
que la cantidad de miembros de la tribu de aquella isla, que su jefe trató de proteger con tan
grandes sacrificios personales, es exactamente igual al número de campesinos ahogados en esa
otra ocasión.

Los pecados de los padres - y


madres Wendy y Paula
Probablemente no existe un par de opuestos psíquicos más estrechamente ligado que la
polaridad padres-hijo. No por casualidad la psicoterapia ha dirigido, desde Freud, su atención en
tal alto grado al drama entre el niño y sus padres. La investigación terapéutica preexistencia! de
esa tan fuertemente efectiva dualidad, saca a la luz reiteradamente nuevas evidencias del carácter
kármico de numerosos, si es que no de todos los conflictos preexistenciales; sin importar si se
trata de abusos corporales, incesto o abandono.
Siempre que tengo que ver con un complejo de padres en una terapia de preexistencia, trabajo
con temas y frases en las cuales está incluida simbólicamente la estancada relación entre mi
cliente y uno de los padres. De esa manera, estimulo al inconsciente del paciente a dar
informaciones exactas acerca de una posible relación en otras existencias, entre el niño en
cuestión y el padre o la madre correspondiente, donde el papel entre el padre respectivo y el niño
es a menudo también inverso. Las cadenas de conexiones kármicas que afloran de ese modo, no
pocas veces son muy asombrosas. A continuación deseo relatar acerca de dos ejemplos de casos
que son típicos de "inversión" de la polaridad niño-padre (o niño-madre).

Wendy había tenido conflictos durante toda su vida con su padre, un político y abogado. Ella
misma también había llegado a ser abogada y reconocía que las tensiones que existían entre ella
y su padre se podían atribuir en parte a rivalidad. Cuando examinamos la intensidad de los
sentimientos que ella conservaba por su padre, resultó que ambos habían tenido que ver el
uno con el otro, en no menos de seis existencias anteriores, en diferentes constelaciones:

1. Primero ella se siente transportada al siglo diecisiete y se ve como una mujer escocesa, cuyo
padre representa un papel importante en la corte. Él hace de ella una especie de asistente
político-diplomática, la lleva a viajes, especialmente a misiones secretas, de manera que toda su
vida se ve notoriamente involucrada con el trabajo de su padre. En aquella vida ella permanece
soltera y finalmente muere llena de amargura, porque había dejado de lado todas sus propias
pretensiones para favorecer a su padre.

2. Como siguiente recuerda la vida de una escritora de comienzos del siglo veinte. También esa
vez ella trabaja para su padre, que es dueño de un periódico. Él padre se porta muy posesivo con
ella, protege celosamente su talento y de hecho sabotea todas las relaciones entre ella y otros
hombres. Amargada comienza a beber alcohol y muere como una vieja solterona.

128
3. Después recuerda la vida de un hombre de un pueblo medioeval, en alguna fecha de la Edad
Media. En la identidad de ese hombre ella trata a su pequeño hijo en forma intolerante y
agresiva, porque desde "su" punto de vista éste no es lo suficientemente fuerte. Ese hijo llega a
ser después un sanador, pero su padre le envidia ese talento y bloquea su desarrollo.

4. Ahora Wendy recuerda una vida como pescador, cuyo hijo de diez años se ahoga cuando se
encuentra junto con él en el mar. Él padre sufre severos suplicios de consciencia, a causa de la
pérdida de su hijo.

5. Ahora ella recuerda la vida de un hombre, cuyo padre trabaja de chamán de pueblo, aunque
no obstante, es una mala persona. En esa existencia ella es un niño pequeño que es maltratado
físicamente por el padre y que finalmente huye, para vivir de ahí en adelante solo en las colinas.
El ermitaño no tiene nunca más contacto con alguna persona.

6. Por último, ella recuerda la vida de un viejo gobernante pueblerino chino, que también
dispone de capacidades chamanísticas y curativas. En un pueblo cercano hay otro chamán,
supuestamente poderoso, con intenciones hostiles. El gobernante desafía a ese otro chamán a
medir poderes, pero le hace una emboscada y lo hace asesinar. Los cargos de consciencia
ocasionados por esa muerte lo afectan durante toda la vida; él había actuado así principalmente
por orgullo y miedo.

Esa secuencia de recuerdos no sólo indica que Wendy ya había tenido que soportar graves
conflictos con figuras de padre en existencias anteriores, sino también que ella había cambiado
muchas veces de sexo. En algunas de esas existencias (1, 2, 5) era la hija o el hijo de un padre
posesivo o cruel y así Wendy tenía toda la razón para estar amargada. Por eso, tampoco le resultó
difícil darse cuenta de que en la relación con su padre actual ella reproducía nuevamente ese
antiguo modelo.
Pero en la secuencia de existencias también había tres vidas en las que "ella", como padre (3, 4)
o como poderoso líder (6), había hecho cosas de las que después se había arrepentido. Mucho
indicaba que la muerte que le había ocasionado al chamán rival (identificado por ella con su
padre actual) como gobernante de pueblo chino, había puesto en marcha una reacción en cadena,
como se diría tal vez en el lenguaje de la filosofía oriental. La muerte de un pequeño hijo por
inmersión (4) y la envidia por otro hijo (3) sirvieron evidentemente para provocar de nuevo los
sentimientos de culpa provenientes de la vida como chino. En las dos existencias que están más
cerca de nuestra propia época (1, 2), Wendy probablemente había intentado restablecer el
equilibrio kármico, por medio del servicio a su respectivo padre. Pero a pesar de la mejor
voluntad su amargura se había impuesto, de manera que finalmente comenzó de nuevo en esta
vida a rivalizar con su padre.
Wendy comprendió rápidamente que sus pensamientos negativos dirigidos a su padre, venían
en realidad de las personalidades masculinas preexistenciales que vivían en ella, que habían
abusado tanto de su poder social como de su poder paternal. Esa secuencia nos proporciona por
consiguiente, una impresión vivida de las luchas internas de Wendy con el amargado, herido y
celoso aspecto paternal de su psiquis. Con toda seguridad es por eso importante, trabajar en un
diálogo entre esas diferentes "identidades" y la imagen interna de su padre actual.

Paula en cambio, había soportado serios conflictos en su vida actual, tanto con su madre como
con su hijastra Támara. En la relación con esas dos personas, ella había conocido los dos lados de
la dualidad: Tal como muchas otras mujeres, ella también era tanto madre como hija en su vida
actual. En su niñez, su propia madre había abusado sexualmente de ella y la había maltratado

129
físicamente. Ella seguía sufriendo de fuertes dolores de espalda, que atribuía a los golpes que
había recibido por parte de su madre cuando era niña. En lo que se refería a su hijastra Támara,
siempre había habido conflictos entre ella y la muchacha, desde que ésta era muy pequeña.
Cuando analizamos esos problemas más detalladamente, Paula tuvo los siguientes recuerdos:

1. Paula se ve en el recuerdo como una mujer egipcia, que cuando niña es golpeada por su
madre. La madre le reprocha que es una muchacha, porque de acuerdo a los criterios de aquella
sociedad, habría preferido haber tenido un varón, por motivos de situación social. Su madre
finalmente se suicida, cuando la hija abandona la casa a los dieciocho años de edad y vive junto
con un hombre. Esa mujer egipcia queda profundamente trastornada después del suicidio de su
madre y evidentemente está poseída por su espíritu; al final ella también se suicida.

2.Ahora Paula recuerda la vida de una mujer europea que tiene una hija pero que no tiene
esposo, y porque el padre no está allí, la hija trata de ahogarse a los cuatro años de edad.
Cuando la hija tiene dieciocho años, abandona la casa para vivir junto con un hombre. La
madre se siente engañada por la hija y queda deprimida.

3.Paula recuerda la vida de una mujer con una pequeña hija en la España medioeval. Ella es
muy posesiva e intenta que su hija se le doblegue completamente. Cuando la hija abandona la
casa a los dieciocho años de edad, la mujer en su desesperación se corta la garganta.

4. Paula se ve ahora como una mujer en la Europa del siglo diecinueve, con una madre
extremadamente posesiva y despótica. A causa del poder que su madre ejerce sobre ella, ella
vive en la casa, cae en depresiones y finalmente se envenena ella misma a los cuarenta y cinco
años de edad.

5.Ahora Paula pasa a un doloroso recuerdo de la infancia de su vida actual. Cuando tenía dos
años de edad, su madre, en forma sádica, la golpeó, la sacudió, la lanzó de un lado para otro y
casi la ahogó.

6. Como próximo, Paula recuerda una vida como una muchacha de trece años, en alguna parte
del cercano oriente. Durante una travesía del desierto es obligada por sus padres a llevar el
equipaje como un animal. Finalmente tiene incluso que llevar también a su madre. Cuando ella
se desploma por la carga, su madre la golpea furiosa. Ella se queda moribunda en el desierto.

7.Ahora Paula recuerda una vida en la que como hija no deseada, es maltratada por su madre.
En esa corta vida es asesinada, porque la tribu no tiene más alimentos.

8. Después Paula se ve como la madre de un pequeño niño en una tribu primitiva. Porque a la
tribu se la ha acabado el alimento, ella toma un hacha y mata a su bebé de un golpe en la
espalda. Poco después también muere la madre de hambre. Después de la muerte, ella se
encuentra con su hijo muerto y se reconcilia con él.

9. Finalmente, Paula se ve como una mujer en Europa a principios del siglo veinte. Ella es feliz
con sus padres y tiene una relación especialmente buena con su hermana. Ésta se casa y muere
al dar a luz un bebé. En la identidad de esa mujer, Paula tiene la sensación de que su actual
hijastra Támara es ese mismo bebé no nacido.

130
Esa conmovedora secuencia de recuerdos reflejaba la íntima y mutuamente destructiva relación
que Paula mantenía tanto con su madre como con su hijastra Támara. Paula se dio cuenta que en
los primeros cuatro recuerdos su actual hija Támara aparece como madre que termina
suicidándose (1) y como madre despótica (4). También reconoce en Támara la hija que en el
segundo y tercer recuerdo no podía dejar ir. En esos dos casos, Paula represente ella misma el
papel de la madre despótica y de la madre que se suicida. De esa manera, se lleva a cabo un
permanente cambio de papeles. Todo indica que se trata de una relación casi simbiótica/kármica
entre Paula y Támara. La dependencia recíproca entre ellas era tan fuerte, que no soportaban estar
separadas, y cada vez que no obstante se producía una separación, terminaban en un suicidio.
En su vida actual, Paula había luchado desesperadamente por desprenderse de su madre
biológica. Cuando tenía dieciocho años lo logró solamente por el precio de la afiliación a una
secta religiosa. Sin embargo, por medio de ese compromiso se había apartado aún más de la vida.
Los sentimientos de culpa que sentía, porque en existencias anteriores había herido a su propia
madre, seguían actuando inconscientemente de manera tan intensa, que ella todavía no podía
efectuar una separación definitiva. Las existencias anteriores que Paula había pasado con Támara,
reflejaban en cierto modo su propio temor profundamente arraigado, de ser separada de su hogar
y de su madre. Paula reconoció ahora que había proyectado sus propios miedos pendientes en
Támara y que la había utilizado inconscientemente. Támara se había rebelado con razón contra
esas limitaciones de su libertad.
En los siguientes cuatro recuerdos (5-8), se hizo visible el carácter profundamente patológico
de la relación entre Paula y su madre en esta vida. Tanto sus experiencias de su primera infancia
como también las existencias pasadas, en las cuales había estado igualmente ligada estrechamente
a su madre, muestran, que la brutalidad de su madre casi tiene rasgos psicóticos. No obstante,
Paula tuvo que confrontarse también con su propio defecto, en el recuerdo (8) en el que mata a su
propio hijo (= madre) con el hacha. Mientras ella revivía una vez más ese terrible recuerdo, se dio
cuenta que la parte de la espalda donde ella le había enterrado el hacha a su hijo, correspondía
exactamente a la zona donde su madre siempre la había golpeado en esta vida (5) y donde todavía
ahora sentía dolores crónicos. Es difícil constatar dónde y con quién se inició ese círculo vicioso
de crueldad y de odio, pero en algún punto se cargaron los respectivos samsaras y ambas
participantes se atrajeron mutuamente en forma casi irresistible, ya sea en la figura de la madre o
de la hija.
La sangrienta disolución de esa horrible secuencia de existencias pasadas, que termina con que
Paula mata con un hacha a su bebé hambriento y luego muere ella misma, es, sin embargo, una
indicación de su sorprendente reconciliación psíquica con su madre. En el estado de después de la
muerte, se llega justamente a una reconciliación entre ambas. Sin embargo, eso es solamente
posible, porque Paula logra, con ayuda de su recuerdo, reconocer y expresar su propio odio
asesino por su madre. Siempre es una experiencia intensamente efectiva y curativa, cuando se
puede echar una mirada a las propias sombras más oscuras; especialmente cuando una mujer
percibe en sí misma la madre arquetípica de la muerte.
Como un indicio simbólico de que después de la octava existencia de Paula había tenido lugar
un proceso de equilibrio e integración kármicos, se puede considerar también el hecho de que se
vio en el recuerdo siguiente como hija de padres que la querían y que tenía una hermana menor
muy cercana a ella. Durante esa regresión, Paula se convenció firmemente de que el bebé que
nació muerto era Támara. Y aunque había percibido el deseo de amor de esa criatura, ella se
había dicho que no sería responsable por ese "espíritu" por mucho tiempo más. Eso era una
importante percepción, ya que Paula pudo ahora por fin dejar ir sus sentimientos de culpa frente a
su hijastra tal como su exagerada ligazón con su madre. En el trabajo terapéutico logramos por lo
menos disolver una buena parte de ese inmenso e intrincado mecanismo kármico. De esa manera,
Paula logró aceptar las diferentes formas de la madre e hija heridas, que vivían en ella.

131
En el infierno del sadomasoquismo
El caso Wayne
Muchos lectores se molestarán sin duda de la abundancia de recuerdos repulsivos y crueles
presentados en este libro. A algunos, las imágenes correspondientes les podrán parecer incluso
siniestras o sensacionalistas. Pero la psiquis humana es un reflejo de nuestras relaciones sociales.
Si la violencia en la calle y en el metro forma parte de la vida cotidiana y también se puede ver en
grandes cantidades en el cine, ¿por qué entonces no debería existir justamente bajo la superficie
del inconsciente?
Cuando me encontré con Wayne con motivo de un taller en alguna parte del oeste, jamás se me
habría ocurrido relacionar la palabra "violento" con ese hombre grande y fuerte de
aproximadamente treinta y cinco años. Yo lo clasifiqué más bien en la categoría de "gigante
apacible". Y de hecho él era un hombre bondadoso y amable, que como se comprobó, trabajaba
con jóvenes difíciles de educar y tenía mucho éxito en su profesión.
Iniciamos una conversación y ya pronto se vio que Wayne estaba intensamente dividido
interiormente. Él tenía solamente poco o casi ningún interés por las mujeres y había crecido en
una relación muy escasa con su madre. Sexualmente se sentía atraído por hombres jóvenes en
primer lugar. Afortunadamente Wayne era demasiado prudente como para ceder ante esa
tendencia en su profesión ni siquiera en lo más mínimo, ya que eso habría sido perjudicial, como
él muy exactamente lo sabía. Pero en su fantasía el no podía naturalmente reprimir
completamente deseos al respecto. Con esas fantasías, se mezclaban en él imágenes
sadomasoquistas, sobre las cuales casi no se atrevió a hablar durante nuestra primera sesión. Pero
no solamente con su madre Wayne había tenido una mala relación, sino también con su padre, un
hombre autodestructivo, que antes de su prematura muerte se había dedicado al juego y a la
bebida. Como él mismo había crecido sin padre, no era sorprendente que se sintiera atraído por
jóvenes huérfanos de padre.
Wayne, que practicaba regularmente levantamiento de pesas, estaba dotado abundantemente de
músculos en todo el torso, pero especialmente en los brazos, en el cuello y en los hombros.
Cuando vi su paquete de músculos, se me ocurrió de inmediato la designación "coraza.", creada
por Wilhelm Reích. Instintivamente percibí que bajo esa fuerte musculatura se escondía una gran
cantidad de rabia reprimida. Además, era característico del estado corporal de Wayne, que él
sufría de tensión crónica al lado derecho de la espalda superior. Él también me relató que algún
tiempo atrás se había lesionado un disco intervertebral levantando pesas. Además, él tenía miedo
de ahogarse, y al nadar tenía permanentemente temor de no recibir suficiente aire.
Tal como muchos "gigantes apacibles" que hacen grandes esfuerzos en centros de preparación
física o en gimnasios, también en Wayne contrasta una persona casi tímida con un cuerpo
poderoso, que siempre se encuentra en condiciones óptimas, como listo para combatir. ¿Yacía
escondida en él la historia de un guerrero que presionaba por expresarse? ¿Y cómo estaba
conectado todo eso con sus fantasías sadomasoquistas y su preferencia por los muchachos?
Muchas personas que se someten a una terapia a causa de síntomas corporales desagradables,
han perdido tan completamente el contacto con los rastros de experiencias almacenadas en su
cuerpo, que la terapia sólo progresa lentamente. Las emociones más fuertes están tan divididas en
aquellos casos, que se necesita mucho más tiempo para acercarse a ellas. Con tales clientes hago
frecuentemente primero trabajo corporal y de respiración, o también los envío a un buen
terapeuta corporal. Una terapia de preexistencia, que solamente hace aflorar imágenes sin
sentimientos, mientras allí yace un cuerpo que respira poco profundo y totalmente tenso, es una
pura pérdida de tiempo, tanto para mí mismo como para el cliente. Quien procede así, empeora
más bien la separación entre el cuerpo y el espíritu/alma.

132
Afortunadamente, Wayne no estaba dividido en esa forma. Él ya había conocido en otras
terapias el procedimiento de la imaginación dirigida y el significado de imágenes internas y había
aceptado que en él actuaban diversas subpersonalidades. Además, yo evalúe positivamente
nuestras perspectivas de éxito, porque él por lo menos era capaz de reconocer sus fantasías
sadomasoquistas, aunque contra resistencias internas. Y tales imágenes pueden hacer de puente
en la profunda separación entre el cuerpo y el espíritu/alma. De ese modo, algo así como la
visualización de una escena violente trae consigo ineludiblemente ciertas sensaciones corporales:
un hormigueo en el estómago, una picazón, sequedad en la boca o fuertes latidos del corazón o
sensación de tensión en los genitales, etcétera. Y cuando la parte del cuerpo a la que pertenecen
tales imágenes, las "reconoce", entonces se originan emociones en forma natural. Una vez que se
ha producido esa conexión entre las visualizaciones, las emociones y las sensaciones corporales,
entonces puede aflorar el recuerdo correspondiente, preexistencial o "actual", y conduce con su
propia dinámica directamente a una cierta catarsis o relajamiento psíquico.
En el caso de Wayne comenzamos con un trabajo intensivo de respiración y tratamos de esa
manera de ablandar su poderosa coraza pectoral. En vista de la franqueza que él manifestaba
frente al lado oscuro de su vida de fantasías, no me sorprendió que en su primer recuerdo
aparecieran rasgos que estaban en evidente oposición con su personalidad consciente. La escena
casi me hacía recordar al Dr. Jekyll y Mr. Hyde:

Yo escolto a esa elegante dama a su coche. Aparentemente nos encontramos en el siglo


dieciocho. Yo estoy vestido como un noble; zapatos con hebilla, pantalones blancos, chaqueta
larga, sombrero a la moda. Soy cortés, pero interiormente estoy furioso. No puedo obtenerla y
mientras menos puedo obtenerla más la odio. Quiero matarla. Quiero hacerle daño, tal como
ella me ha hecho daño a mí".

Como no se me escapa que aquí tenemos que ver con un afecto cargado de violencia, impulso a
Wayne a indagar los sentimientos de ese hombre en toda su intensidad y a dejarse llevar por
ellos;

"La odio. Quiero matarla". Él aprieta los puños, levanta los hombros y repite con la cara
desfigurada por la indignación: "Yo te mato ramera. Baja de una vez y hazlo... Yo me encuentro
en una posada en uno de los cuartos de arriba. Estoy con esa camarera o lo que sea. Mi
pantalón está abierto. Ella me está atendiendo sexualmente. Pero eso no me proporciona ningún
alivio y me pongo cada vez más furioso con la mujer que no puedo obtener...
¡Hazlo, hazlo! ¡No, no debes hacerlo! ¡No, no debes hacerlo! Cómo te odio, por Dios. Los odio
a todos ustedes... Yo la pincho una y otra vez... Con una tijera... por todas partes hay sangre... en
su cara, en su pecho... Bueno, ahora ella está muerta. Ya pasó. No siento ninguna compasión.
Orino sobre ella... En realidad habrías merecido un trato aún peor... Ramera... No siento
ninguna compasión. Ahora me siento mejor”.

Otras imágenes aparecen ante los ojos interiores de Wayne: cómo golpea a un cuidador de
ganado, cómo le corta la garganta a un niño en alguna parte en el mar. Las visiones provienen
aparentemente de su existencia en el siglo dieciocho o de otra vida. Todas ellas forman parte
obviamente de aquel complejo sádico extremadamente poderoso. "Observe otra vez hacia dónde
ha dirigido finalmente su rabia en aquella existencia", le pido a Wayne.

"Me encuentro en una oscura calle empedrada. Yo sigo a ese hombre en su camino a casa. El
no tiene ninguna sospecha, porque yo estoy bien vestido. No tengo miedo de nadie. Soy un
hombre grande. El hombre es el padre de la mujer que quiero tener a toda costa. El me

133
encuentra ordinario. El ya no me deja entrar a su casa. Ahora él recibe lo que se merecía.
Lo alcancé. Le agarré la garganta con las manos. Yo soy muy fuerte. Sus huesos se rompen. Lo
dejo caer y lo pateo con la bota en la cara. Lo único que siento por él es desprecio. No me harán
nada, porque soy muy fuerte. Todos me temen”.

Él habla de los habitantes del pequeño pueblo donde sucede todo eso. De hecho, todos lo
consideran una amenaza social que muy seguido pierde el control de sí mismo. En la actualidad
se designaría a una persona así como antisocial. Pero él cae en un engaño por parte de los
lugareños. Un miembro de la nobleza del pueblo lo reta a duelo en un bosque, donde un grupo de
personas le preparan una emboscada al asesino. Un acto ilegal, pero completamente efectivo. Él
hombre es dominado y luego le atraviesan una vara puntuda en el estómago; enseguida le
arrancan las piernas al difundido estilo en la Edad Media, de destrozar a una persona amarrándola
a cuatro caballos, de los pies y de las manos respectivamente. Para terminar, le entíerran un
cuchillo en el pecho. Sus últimos pensamientos están llenos de ansias de venganza y de odio:
"Me las pagarán. Voy a torturar a muchas personas más".
¿Pero por qué ese hombre está embrutecido de esa manera? Le pido a Wayne que retroceda a
una parte anterior de la historia de ese hombre y que busque posibles referencias. Ante sus ojos
interiores pasan rápidamente las siguientes escenas:

"Soy un bebé. Estoy acostado en una especie de pesebre, pero afuera bajo la lluvia. Cerca se
encuentra una mujer vestida magníficamente. Sin embargo, ella no tiene ningún interés por mí.
Ella no me quiere. Yo tengo un miedo terrible y me siento muy solo.
Ahora tengo trece años de edad. Ese viejo me persigue. Él tiene una constitución muy fuerte. Él
trabaja como herrero en la propiedad. El dice que yo le he robado su dinero. Me golpea con un
látigo. Yo estoy muy triste. No valgo nada. Ellos sólo quieren hacerme daño, pero pagarán por
eso".

Algunas cosas indican que la brutalidad de ese hombre se puede atribuir en parte al rechazo y a
la frialdad de su madre. Aparentemente el padre del villano murió cuando éste era todavía un
bebé. Finalmente él se va de la propiedad de los padres y se desarrolla como un vagabundo
violento y criminal, que se proporciona su subsistencia por medio de mentiras, robos y engaños;
un estafador del siglo dieciocho, que permanentemente se siente tratado injustamente y de esa
manera pasa de un enfrentamiento a otro, hasta que finalmente termina con su propia muerte.
En el personaje, cuyo destino revive Wayne una vez más, ya está instalado el doble tema de
herir y ser herido. "Ellos sólo quieren hacerme daño, pero pagarán por eso", dice abiertamente su
letanía de venganza, una letanía que está dirigida tanto contra los hombres como también contra
las mujeres. ¿Pero se puede atribuir tanta disposición a la violencia, solamente a una madre fría y
rechazadora y a un herrero que golpeó brutalmente a ese hombre cuando era un niño? Claro que
no, puesto que ya en nuestra sesión siguiente aflora desde otra capa del complejo de Wayne, una
figura no menos brutal.
Esta vez Wayne se ve como un soldado profesional en una de las épocas más brutales y
sangrientas de la historia occidental, justamente en la Edad Media, en la época de las cruzadas.
Wayne puede acordarse con exactitud de una gran parte de esa vida. Todavía más fuerte que
cualquiera de las otras personalidades violentas que aparecieron durante nuestro trabajo, la
imagen de ese soldado estaba cargada con energía erótica y sádica. Probablemente esa repelente
historia había esperado permanentemente en el trasfondo de su consciencia y nutrido las fantasías
sadomasoquistas, por las cuales él se sentía en igual medida atraído como atormentado. A

134
continuación quiero reproducir la escena clave de aquella vida como soldado, rebosada de
violencia:

"Soy un caballero con una armadura que al parecer es de procedencia italiana. Estoy sentado
sobre un caballo, vestido con un casco y botas y con una lanza en la mano. La parte superior de
mi cuerpo está cubierta por una túnica, donde luce una cruz blanca. Yo soy el jefe de ese grupo
de soldados. La campiña está caliente, polvorienta y pedregosa; un paisaje mediterráneo o del
cercano oriente. Nos encontramos en la periferia de un pequeño pueblo. Un poco más lejos hay
una madre con su hijo de aproximadamente doce años de edad. Yo espoleo mi caballo, cabalgo
hacía la mujer y le atravieso el pecho con mi lanza. Arrastro a la mujer, que está casi muerta,
detrás de mí. Luego saco la lanza de su pecho, me bajo, la perforo, le destrozo la cara, le ensarto
mi lanza en sus genitales. Después lanzo su cuerpo por la saliente de una roca cercana. El hijo
mira horrorizado ese espectáculo llorando desenfrenadamente. Yo limpio la sangre de mi lanza y
voy donde el muchacho. Le doy un duro golpe y le ordeno que deje de llorar y que venga
conmigo. Después les exijo a los habitantes del pueblo que vayan a sus casas y mando a mis
hombres a ocupar el pueblo y a tomar lo que necesiten. Ahora me voy cabalgando con el
muchacho, después de haber explicado que tal vez vuelva, pero que posiblemente no”.

Para ese cruzado el muchacho es solamente un botín de guerra homosexual. Pero el secuestro
del niño pone de manifiesto algo más, como se puede deducir de la conversación consigo mismo
que "Wayne" tiene mientras se va cabalgando con éste.

"De repente siento haber matado a la mujer y haber secuestrado al muchacho. Me hace pensar
en un joven que una vez fue mi amante; él era tan frágil y desvalido”.

Evidentemente la temprana adolescencia había sido de central importancia en el desarrollo


psicológico de Wayne; es decir, una época en que la brutalidad, la traición y la tristeza penetran
una y otra vez en la vida de la joven persona. El sádico del siglo dieciocho se acuerda cómo fue
golpeado por el herrero y cómo de inmediato sintió tristeza, que sin embargo, reprimió a favor de
sus sentimientos de venganza. En la vida actual de Wayne su padre había muerto cuando el joven
tenía esa edad. Él se da cuenta también, que no es casualidad que justamente haya elegido una
profesión que lo relaciona mucho con jóvenes inadaptados y solitarios. Ese sensible ámbito está
evidentemente marcado de muchas maneras por las experiencias negativas de otras existencias, lo
que en su vida actual provoca nuevamente el dolor por la muerte de su padre.
Las dificultades que le causan a Wayne entregar o recibir amor en una relación padre-hijo,
también se hacen evidentes en los siguientes episodios de la vida del cruzado:

"Ahora estoy con el muchacho en ese castillo. Los he obligado a darme alojamiento y comida.
Me traen agua para un baño. Lavo al muchacho y le echo aceite. Él tiene un miedo terrible.
'¿Comprendes por qué he matado a tu madre?', le pregunto.
'Sí, noble señor', responde él.
'No lo creo. Las mujeres solamente sirven para traernos al mundo. Aparte de eso, podemos
hacer con ellas lo que queramos'.
'Yo juego con sus genitales y los chupo. Luego lo amarro a él a la mesa y lo golpeo,
naturalmente no muy fuerte. Eso me excita, por eso ahora hago que él me chupe los genitales.
Después lo penetro por el ano, pero eso no me satisface. Estoy Heno de desesperación, tristeza y
rabia. No se me concede ningún placer. Tomo un cuchillo y le abro el estómago; al hacerlo grito.
Le saco el corazón. Después hago que los sirvientes boten su cuerpo”.

135
Ese chocante episodio manifiesta cuan ¿olorosamente el acorazado Yo-guerrero que está en
Wayne anhela amor, pero es incapaz de desprenderse del odio endurecido y de la disposición a la
violencia que se han encerrado en él. De esa manera, el cruzado fluctúa entre cariño y atención
por un lado, y crueldad y desprecio por el otro. Pero su deseo sexual por el muchacho es, no
obstante, un intento de amar y reconocer un lado profundamente herido de su ser. Pero
nuevamente se le atraviesa el odio nacido de su propio dolor. Un terrible conflicto interior
parecido expresó Osear Wilde, cuando esperaba en la cárcel de Reading su proceso por
homosexualidad. Con esto él reflexionó acerca de la inminente ejecución de otro preso, que había
matado a su propia esposa:

Pero todos matan lo que aman.


¡Escuchen bien esto! Este lo hace con
una mirada venenosa, y aquel con
palabras zalameras. El cobarde lo hace
con el beso, el valiente con la espada.

Unos matan su amor cuando jóvenes,


los otros cuando viejos;
Este ahorca el deseo con las manos,
con las manos de oro:
El mejor necesita un cuchillo, porque así
el muerto se enfría pronto.

El impulso de "matar" y de reprimir la imagen de lo que más anhelamos pero que nunca hemos
recibido; en el caso de Wayne tanto el amor de la madre como el del padre; actúa profundamente
en el interior de todas las personas, como Wilde ha visto muy claramente. Si cedemos a ese
impulso, caemos en un círculo vicioso kármico. Cuando buscamos las raíces de la crueldad de
aquel cruzado, llegamos primero a su nacimiento:

"Estoy naciendo... por todas partes alrededor de mí están esas mujeres grandes. Mi madre
está débil. ¡Oh, no, ella se muere! Ellas no se preocupan de eso. Nadie muestra algún interés.
Podrían matarme si quisieran”.
La madre muere al dar a luz. El cruzado crece como un huérfano que no es querido y es
tratado por su padre casi como un esclavo. Él tiene una hermana que por lo menos es amable
con él. A los catorce años de edad él mata finalmente a su padre, incendiando la casa mientras
éste duerme.

Otra vez los mismos motivos que fueron determinantes para la vida en el siglo dieciocho; sólo
que más insensibles y siniestros: sin madre, un padre brutal y una vida de amarga crueldad.
Wa\Tie se da cuenta ahora que el crimen del cruzado a la mujer y al muchacho, repite
exactamente en papeles cambiados, lo que a él mismo le sucedió en aquella vida. Al matar a la
madre, deja huérfano al muchacho, tal como él había quedado huérfano después de su
nacimiento. Después mata al muchacho; en la persona del cruzado; y por medio de ese hecho, él
mismo resulta ser un padre inhumano. Ese suceso es un alarmante ejemplo de lo que Jung ha
dicho acerca de la inversión de los opuestos psíquicos: "Siempre resultamos ser exactamente lo
que más combatimos".
Observado desde el punto de vista de los presagios kármicos, la inversión repetida de
determinados estados interiores en su opuesto, es el peor de todos los círculos viciosos. Mientras
más llenas estaban las "identidades" preexistenciales de Wayne, justamente de un odio asesino a

136
las mujeres, más fuertemente se sentían atraídas hacia figuras maternales odiosas o rechazadoras.
Pero mientras más había tenido que sufrir él con aquellas madres crueles cuando era niño, más
grande era el odio que les demostraba a éstas cuando era adulto.
En el caso de Wayne no logramos romper ese círculo. Ciertamente no es casualidad que Dante
hable del primero y de otros círculos más del infierno. Dicho en el lenguaje de la psicología, cada
forma de un tormento continuamente renovado salido de sí mismo, representa un círculo de ese
tipo; comparable a una serpiente que se traga su propia cola. En tales casos no se puede hacer otra
cosa que buscar un punto de vista que esté fuera del mecanismo circular y observar desde afuera
las trampas kármicas, con la certeza de que solamente ese determinado complejo kármico está
solidificado y no toda la personalidad, que dispone ampliamente de otras posibilidades de
desarrollo.
En la sesión siguiente Wayne logró obtener distancia de ese terrible samsara, lo que condujo
de inmediato a un cambio notable. Ciertamente ya habíamos conseguido una ligera impresión de
la muerte del cruzado, que aparentemente se había suicidado ahogándose, pero pese a eso
Wayne tuvo que experimentar una vez más el final de aquella vergonzosa vida en todas las
fases, para obtener de esa manera, distancia de aquella existencia. El cruzado apenas había
pasado los cuarenta, cuando lo alcanzó la muerte:

"Estoy en alguna parte en el mar. He perdido a mis hombres. He dejado a mis hombres en
alguna parte en un pueblo. En algún lugar cercano ellos tienen prisioneros a unos rehenes. Yo
percibo que he llegado a un punto en mi vida, donde ya no puedo hacer otra cosa que asesinar
personas. Estoy tan indignado, que no sé cómo puedo llegar a ser su amo. Me avergüenzo de mis
actos pasados, pero eso solamente me enfurece más y nuevamente surge en mí el deseo de matar.
Pero al mismo tiempo, una parte de mí está triste. Estoy harto de todo eso. Quiero morir.
Saco mi puñal y voy mar adentro. Me lo entierro en el estómago. Mi cuerpo se dobla hacia
delante. El agua a mi alrededor está roja de sangre. Yo avanzo, tropiezo, caigo hacia delante y
trago agua salada. El agua está fría. Me desplomo lentamente. De una manera perversa todo ese
suceso tiene algo sublime. Ahora me hundo. Entra agua en mis pulmones... Estoy tendido en el
fondo. Ya ha pasado... Estoy aliviado, muy aliviado.
Ya ha pasado. Ha pasado realmente (se le llenan los ojos de lágrimas). Ahora abandono mi
cuerpo. Me despido de él. Otra vez puedo llegar a ser una persona. Lo siento mucho por él, por
todo. Todas las terribles experiencias de mi infancia han estado sobre mí como una carga, no
quiero representar nunca más a la víctima... Ahora veo a aquella madre y al muchacho que maté
(él llora). Y veo a la hermana que creció junto conmigo; ella sonríe. Ella no me odiaba”.

La imagen de la hermana tiene algo profundamente conmovedor. Aparentemente, en esa vida


fue la única persona que alguna vez trató al sanguinario con cariño, aun cuando éste ni siquiera
estaba consciente de eso en aquel entonces. Inesperadamente nos encontramos ahora en una
escena de una vida totalmente diferente:

"Llevo puesto un traje, un largo traje blanco. Estoy bailando con un hombre. Él es muy
agradable. Me divierte mucho, tiene que ser una especie de gran fiesta... Aparentemente en
Francia. Evidentemente soy una dama de la nobleza. Joven, de veinte años aproximadamente. ¡Y
oh... tengo algunos planes con ese hombre!
¡Entretanto ya es tarde en esa misma noche! Estamos en una cama y nos amamos. Me siento
muy suave y cálida... Y llena de afecto. Nunca había sabido que eso pudiera ser así".

137
Wayne está sorprendido al encontrarse en el cuerpo de esa mujer. Aquí aparece una
personalidad en él, que cambia completamente la imagen de Wayne de sí mismo y del cruzado.
Lo que él relata después, se puede resumir más o menos así:

La francesa es totalmente el opuesto del cruzado; suave, dócil, sensual y buena con todos. Ella
es un espíritu libre, nacido en la aristocracia francesa del siglo dieciocho. Primero lleva una
vida bastante liberal, como es habitual para los aristócratas de esa época, pero después
encuentra un hombre al que quiere sinceramente y con el cual lleva un matrimonio feliz. Luego
estalla la revolución, y ella, su esposo y sus dos niños, un muchacho y una niña, logran huir a
Inglaterra, donde viven durante algunos años como emigrantes, en una granja bastante
deteriorada. Pero ella no se queja y cría a sus niños contenta, con lo que su especial afecto le
corresponde a su hijo, que ha llegado a ser extraordinariamente hermoso. La familia se traslada
después a Londres, donde la joven mujer trabaja en artesanía. Pero ella muere muy pronto,
después de un parto prematuro.

El efecto de ese recuerdo sobre Wayne es extraordinario. Él está asombrado y aliviado al


mismo tiempo, de que le es posible identificarse interiormente en forma tan profunda, con la vida
sentimental y consciente de una mujer. Él está conmovido de la forma cariñosa y obvia en que
esa mujer puede dar. Yo le recuerdo que esa mujer amable, sensual y generosa, está muy viva en
él y constituye un contrapeso para el cruzado y el sádico.
En el contexto de esos dos recuerdos, Wayne ha tenido la experiencia de una enantiotropía muy
intensa, es decir, de un movimiento opuesto de un polo psíquico al otro. Su transformación de
asesino y guerrero a una dama generosa de la sociedad, describe en cierto modo en forma
arquetípica, el paso por existencias que estaban dominadas por Marte, el dios de la guerra, hacia
una forma de vida dominada por la diosa del amor, Venus. Ese equilibrio de la energía de Marte
es absolutamente necesario, tal como lo ha enseñado reiteradamente, tanto la astrología como
también la mitología. En los mitos griegos esa pareja se denomina como Afrodita y Ares.
Afrodita, nacida de las olas, es la única que puede apaciguar las pasiones salvajes y guerreras de
Ares, seduciéndolo con ayuda de su cinturón mágico, a sacarse su armadura bañada en sangre y
practicar el arte del amor y no de la guerra.
Tal como Heráclito y Jung han constatado en forma concordante, la corriente de la libido puede
cambiar su dirección de flujo, tan sólo cuando haya alcanzado un "punto" extremo. Un "punto"
extremo así, representaba evidentemente la existencia del cruzado. Su energía guerrera estaba
entretanto tan agotada, que ya la imagen fugaz de la hermana, hizo aparecer aquella tristeza que
había estado enterrada durante tanto tiempo dentro de Wayne. Esa hermana representaba algo así
como un preaviso de lo que Jung designó como ánima, es decir, el Yo femenino del hombre. Esa
figura de la hermana y los sentimientos personificados en ella, llevaron a Wayne a identificarse
con el Yo-ánima más amplio y maduro de la aristócrata francesa.
Pero el necesario proceso terapéutico al que Wayne se había sometido, todavía estaba lejos de
terminar con la manifestación de ese lado femenino. Después de todo esa figura dirigía un
extraordinario intercambio de energías psíquicas entre el lado masculino y femenino de Wayne,
con graves consecuencias.
Aunque durante nuestro trabajo terapéutico apareció solamente esa figura femenina, su
aparición produjo en Wayne un profundo proceso de cambio. Él obtuvo una relación
esencialmente relajada con su homosexualidad y por esa razón no cayó más en conflicto consigo
mismo. De hecho descubrió en él la madre generosa que nunca había tenido. Pero el problema
más difícil que todavía permanecía sin solucionar era: ¿Qué podía hacer para encontrar en él un
Yo masculino fuerte; pero no bruto y sádico; que apoyara al Yo masculino juvenil en él, en vez
de querer lograr su destrucción? Él tuvo que enfrentarse, por lo tanto, a un dilema que en la

138
psicología de los arquetipos está simbolizado por la imagen del "padre devorador". Así por
ejemplo, en la mitología griega el dios Cronos envidia a sus hijos por su juventud y trata de
castrarlos con una hoz.
En los recuerdos que estudiamos a fondo en las sesiones terapéuticas siguientes, aparecieron
algunos padres devoradores. Una vez Wayne se vio como el hijo de un campesino que le exigía a
su hijo satisfacer a su propio padre de manera homosexual. Ese padre, evidentemente psicótico,
hizo primero enceguecer y luego matar a su hijo. En otro recuerdo Wayne se vio como un joven
tímido que era azotado implacablemente por su padre. Cuando fue adulto éste se dedicó a la
sodomía, pero no encontró una satisfacción real en esa acción. Como próximo, Wayne recuerda
la vida de un joven polaco que fue asesinado en un campo de concentración nazi. Después
ocurrió una inversión reactiva totalmente predecible: Wayne se vio de repente como un cruel
bandolero en Alemania en la Edad Media; como un hombre que tal como el cruzado, se había
embrutecido a causa del cruel trato que había tenido que soportar cuando era niño.
Cuando él se vio como un pequeño muchacho que era vejado sexualmente por un grupo de
mujeres mayores, aparecieron también, su odio por las mujeres y la pronunciada sensibilidad de
sus genitales, en una nueva forma. Esa percepción se mezcló con un doloroso recuerdo, en el que
primero experimentó nuevamente su circuncisión siendo un pequeño muchacho y luego se
deslizó hacia la vida de un aborigen americano que es torturado por los genitales.
Él tuvo nuevamente que analizar a fondo todas esas experiencias, antes de poder dejar ir
realmente el dolor, la rabia y la humillación que seguían actuando en él. Para apurar la curación
de esas heridas, le entregué a Wayne algunas afirmaciones que le ayudarían a percibir su Yo
masculino como agradable y poderoso, sin volver a caer por eso, en aquella agresiva y
fuertemente acorazada actitud defensiva, que le había dado seguridad en sus existencias pasadas.
Ahora lograron aparecer más claramente también, los pares de personalidades preexistenciales
que actuaban en él: el padre brutal y el hijo furioso; el violador homosexual y el muchacho
sumiso; el monstruo sádico y la víctima que piensa en vengarse; el guerreo y el amante. Una vez
que Wayne aprendió a tolerar y a aceptar las inversiones de energías necesariamente ligadas a los
pares opuestos mencionados, surgieron repentinamente ante sus ojos interiores dos figuras
totalmente nuevas: una era un magnífico aborigen americano, que era querido por su madre, que
estaba orgulloso de su jovial virilidad y que demostraba ser un excelente cazador, guerrero y
esposo. En total armonía con lo femenino y con la tierra, él vivía una buena vida. De hecho, ese
recuerdo se trataba de una visión curativa.
En el segundo recuerdo curativo que pasó ante sus ojos interiores, él se vio como un gran
financista de principios del siglo veinte en Norteamérica. También esa vez surgieron nuevamente
imágenes de un buen matrimonio y de niños sanos. Al final de su vida, ese hombre experimentó
incluso una especie de despertar espiritual. "Por fin he aprendido a confiar en mi propio cariño",
dijo Wayne después del término de ese recuerdo.
Yo tenía la impresión de que nuestro trabajo poco a poco compensaba. Lo que habíamos hecho
aflorar en el transcurso del proceso terapéutico era de vez en cuando repulsivo, y a veces yo tenía
la impresión de que permaneceríamos cautivos para siempre en uno de los círculos viciosos
sadomasoquistas de Wayne. Naturalmente siempre hubo repetidamente determinadas resonancias
entre los sucesos de la infancia de Wayne y esos recuerdos, especialmente en relación con el trato
duro y sin cariño que sus padres le habían dado. Además, nuestro trabajo conjunto le habían
hecho ver que en sus padres carnales solamente se habían reflejado residuos pendientes de
experiencias preexistenciales, que se habían agrupado formando complejos inconscientes, en los
cuales se habían mantenido mutuamente posiciones fundamentales opuestas: el asesino a la
víctima y a la inversa, el sádico al masoquista.
Gracias a la influencia positiva que ejerció su Yo-ánima como la figura de la aristócrata
francesa, Wayne pudo liberarse de esos casos y dejar entrar en él nuevamente verdadera

139
cordialidad; con eso él descubrió que estaba perfectamente en condiciones de entrar en una
relación afectuosa con otras personas. Pero todo eso lo logro sólo una vez que dejó de rechazar su
lado oscuro y se adhirió a él. El Dr. Jekyll es Mr. Hyde, Jago es Ótelo y Desdémona. Cada uno de
nosotros es una persona que contiene varias personalidades en sí. Solamente si aprobamos esa
multiplicidad en nosotros, especialmente nuestros lados oscuros, podemos llegar a ser
verdaderamente humanos. Ese reconocimiento es, desde mi punto de vista, el gran desafío, pero
también la gran ganancia de una terapia de preexistencia practicada según las ideas de Jung.

140
IV.

Un contexto más grande

Dicen justamente que el alma de la persona es inmortal, de manera que ella


ciertamente termina en un tiempo, lo que se llama morir, sin embargo, vuelve a
existir en otro tiempo, pero nunca se extingue [...]. Porque el alma es inmortal y
nace repetidas veces, ha visto todo lo que hay aquí y en el mundo de los muertos:
así, no hay nada de lo que no se hubiera enterado, de manera que no es de
asombrarse si posee la virtud de acordarse de lo que antes ya había sabido. Porque
toda la naturaleza está emparentada entre sí y el alma ha captado todo: así nada
impide que si alguien se acuerda de una sola cosa, lo que para las personas significa
aprender, encuentre todo lo demás solo, con sólo ser valeroso y no cansarse de
buscar. Porque el buscar y el aprender son por consiguiente, absolutamente
recordar.

Platón, Menon

141
10. La gran rueda:
El nacimiento
y lo que viene antes

Todavía estoy inseguro; denme consuelo,


temo que las personas construirán altos muros
a mi alrededor, me envenenarán con fuertes drogas, me
engañarán con
mentiras inteligentes,
me estirarán en negros bancos de tortura, me revolcarán
en arroyos de sangre.

Louis MacNeice, Prayer Befare Birth

Ten paciencia, llegamos llorando, tú


sabes, cuando inhalamos el primer aire.
Gritamos y gemimos [..,]
Nosotros los recién nacidos lloramos al entrar
al escenario de los bufones...

Shakespeare, Rey Lear

La hora de nuestro nacimiento


Una prueba contundente del extraordinario poder de nuestros complejos inconscientes, es el
hecho de que ellos pueden transformar inesperadamente una situación totalmente inofensiva en
un suceso altamente dramático. Eso lo hemos visto, por ejemplo, en relación con Elizabeth y sus
gatos. Los fireudianos ya han dicho anteriormente, que en aquellas situaciones "se hace la
actuación" de algo, porque se dieron cuenta lo mucho que tienden nuestros complejos a
presentarse dramáticamente. La psicología popular utiliza numerosas metáforas para describir
tales secuencias de eventos. De esa manera, hablamos por ejemplo, del mundo como escenario,
del drama de la vida, de determinados escenarios familiares o de que nos identificamos con
ciertos roles.
0Cuál situación podría ser más inocente que el nacimiento de un bebé? Pero al mismo tiempo,
ese acontecimiento es altamente dramático, como podría verificar con innumerables historias,
cualquier médico obstetra o cualquier matrona. A pesar de los más completos preparativos para el
parto y de los más ingeniosos servicios de urgencia, siguen viniendo niños al mundo bajo las
circunstancias más poco habituales: en un ascensor, al lado de la autopista, en un taxi, en
accidentes aéreos, en estadios de fútbol, etcétera. El comienzo y la duración de las contracciones

142
de una futura madre son tan misteriosos e imprevistos, que muchas veces la madre no llega a
tiempo a la sala de partos o la matrona llega muy tarde a un parto en la casa de la persona.
Y aun cuando la madre esté acomodada en una clínica o la matrona esté preparada mucho antes
del comienzo de las contracciones, siempre pueden aparecer todas las complicaciones posibles
durante el parto: Puede ocurrir un parto en que el bebé no viene saliendo en la posición normal, o
pueden haber hemorragias, o el bebé puede sufrir lesiones en la cabeza en un parto con fórceps;
por no mencionar casos de partos prematuros o cuando el bebé nace muerto, y dificultades
ligadas al nacimiento de mellizos, trillizos o incluso cuatrillizos, o a una cesárea. A pesar del
procedimiento de ultra sonido desarrollado entretanto por la medicina técnica y de otros métodos
para diagnosticar, o de las posibilidades de la quimioterapia, la mayoría de los médicos obstetras
casi no pueden predecir más exactamente que un partero de una tribu primitiva, cómo transcurrirá
un determinado parto. Puede suceder absolutamente, que una mujer ya ha traído al mundo cuatro
niños sin complicación y, sin embargo, en su quinto parto se presentan inesperadamente enormes
dificultades.
Desde Frederic Leboyer, los críticos de las prácticas modernas de partos han hecho
responsables, con cierta razón, a los procedimientos habituales de la obstetricia en nuestros
hospitales, por algunos traumatismos que se producen en la madre y en el niño. Pero esa forma de
proceder sólo causa, según mi opinión, dificultades adicionales, ya que el verdadero drama se
efectúa entre la madre y el niño. La madre es el escenario, por así decirlo, y el bebé que crece en
ella es el actor o la actriz principal; un pequeño ser sacudido por el miedo inimaginable de salir y
de hablar sus primeras incomprensibles líneas de textos. Tal como han dado por resultado varias
investigaciones de psicólogos que han trabajado en los últimos años en forma independiente unos
de otros; mencionando solamente a Arthur Janov, Leonard Orr, Elizabeth Fehr, R. D. Laing,
Morris Netherton y Stanislav Grof; durante cada embarazo y en cada situación de parto actúan
numerosos factores inconscientes extremadamente complejos. Por mucho que tengamos la
tendencia a inculpar al "incapaz" obstetra de cada complicación o catástrofe que aparezca en un
parto, hay, no obstante, pruebas innegables de que el singular drama entre madre e hijo que
ocurre en un parto, está manejado por innumerables fuerzas inconscientes.
El primer psicólogo que se dedicó a analizar en serio el efecto de la experiencia de parto en el
desarrollo de la personalidad, fue Otto Rank, un ex seguidor de Freud. La obra clásica de Rank,
El trauma del nacimiento, publicada en 1923, es hasta ahora una contribución imprescindible
para la investigación de las resonancias simbólicas y míticas, que deja en el inconsciente de cada
niño, el paso por el canal del parto.
Rank pudo demostrar que todas las imágenes de recipientes, de cuevas o de calabozos en los
sueños, son recuerdos simbólicos condensados de la situación vivida en el útero, que quedó en el
inconsciente del niño. En la literatura, en la mitología y en el folclore, se encuentran
innumerables relatos acerca de viajes peligrosos a través de cañones, cuevas, túneles o de
estrechos, que reiteradamente evocan un vago recuerdo del miedo que hemos sufrido con el paso
por el canal del parto. Una de esas historias se encuentra en la Odisea de Hornero, donde el
protagonista tiene que conducir su barco entre el monstruo marítimo Scylla y el remolino de la
muerte Charybdís.
Según informes de Rank, los tormentos del nacimiento mismo y las diversas complicaciones
que lo acompañan, dejan en el inconsciente del niño respectivo, imágenes de la violencia más
brutal, de anegamiento, de quemadura, de asfixia, de ser cortado, aplastado o triturado, de
decapitación e incluso de crucifixión. El descubrimiento de esas imágenes extremas de la
experiencia arquetípica del nacimiento, Rank se lo debe a su trabajo con pacientes en los
primeros días del psicoanálisis. La exactitud de sus conclusiones fue comprobada en forma
impresionante tres decenios más tarde, por las investigaciones psicodélicas extremadamente
escrupulosas de Stanislav Grof. El psiquiatra checo descubrió que cada uno de sus pacientes, a

143
medida que avanzaba la psicoterapia con LSD, tenía visiones que de una u otra manera
concordaban con los símbolos del trauma del nacimiento, tal como Rank los había descrito. Grof
estaba tan impresionado con ese material de imágenes, que creía que debajo de la consciencia
infantil freudiana se formaba una capa psíquica propia: él llamó a esa capa "inconsciente
rankiano" o "inconsciente perinatal". (Ya hemos hecho una breve indicación de esa capa, en el
modelo de la Rueda del Loto, en el capítulo 5).
Aunque Grof actualmente trabaja con determinadas técnicas de respiración en general y casi ya
no más con LSD, en su práctica terapéutica se muestra una y otra vez, que ese material perinatal
de imágenes es absolutamente capaz de ser consciente. El procedimiento de hiperventilación de
León Orr, denominado "Rebirthing", hizo aflorar ese material igualmente como la técnica de la
toma dirigida de consciencia de Morris Netherton. Las horribles imágenes de ser triturado,
estrangulado o crucificado, de las que relatan Rank y Grof, se pueden obviamente atribuir a las
intensas presiones corporales a las que está expuesto el niño en la primera fase del embarazo. En
el lenguaje junguiano se podría decir quizá, que el niño experimenta escenas arquetípicas de
peligros y de muertes horribles, que suben desde las profundidades del inconsciente colectivo.
En ese sentido, hay que mirar la experiencia física y psíquica del nacimiento, como un fenómeno
universal, en el que aparecen la muerte y el nacimiento como dos aspectos de un solo arquetipo
amplio.
Tanto en los planos de experiencias descritos por Jung, como también en los descubiertos por
Rank, a la madre le corresponde evidentemente un papel absolutamente impersonal. El bebé no
experimenta a la madre como persona, sino como gran madre, es decir, como un ser arquetípico
universal, con la que la psiquis "mayor" ya se ha encontrado millones de veces en innumerables
nacimientos. La madre es para el niflo, primero el recipiente arquetípico de felicidad oceánica,
después la cárcel o tumba opresiva o limitadora, y finalmente las fauces de la muerte, de la que el
niño se libera triunfante en su lucha. En ese proceso completo, cada uno de nosotros se ve
iniciado en las satisfacciones y en los sufrimientos de la existencia humana. Por consiguiente, esa
iniciación resulta ser por excelencia, el prototipo de todas las iniciaciones y transformaciones que
todavía son de esperar en el transcurso posterior de la vida,
Cada mujer tiene participación en esa gran experiencia más allá de lo personal, cuando trae un
hijo al mundo. En muchas mujeres; especialmente si han recibido analgésicos durante las
contracciones; se fusionan los recuerdos del propio nacimiento con la experiencia de dar a luz.
Algunas tienen visiones irritantes de ángeles de la muerte o de hechos de violencia. Todo eso es
una consecuencia de que en esa situación está activo aquel dual arquetipo de muchas capas.
Tanto la mujer que da a luz como también el niño que llega al mundo, participan en la
experiencia universal del sexo femenino, y de esa experiencia forman parte también todas las
pérdidas, sacrificios y muertes de pequeños niños, almacenadas en la gran memoria de la
humanidad. Y naturalmente, no pocas veces aparecen espontáneamente sentimientos de
desesperación y de culpa en esas ocasiones. Sin embargo, se debería tener siempre presente que
tales sentimientos no son de naturaleza personal, sino forman parte de un nivel de experiencias
arquetípicas o transpersonales. En ninguna parte la gran madre está más presente en su doble
esencia (como vida en la muerte y como muerte en la vida) que en esa situación.
Pero esas experiencias arquetípicas del nacimiento no constituyen la totalidad de las
experiencias que afectan al feto antes del nacimiento y durante el nacimiento. De hecho existe
también un elemento de índole personal, que tiene algo que ver con la sintonización del niño en
gestación, a la consciencia individual de la madre embarazada, y con las impresiones que el niño
ya trae de existencias anteriores. Aparte de Morris Netherton, casi nadie ha escrito hasta ahora
algo acerca de esos otros dos factores del inconsciente perinatal y de su acción combinada. Por
eso, más adelante en este capítulo trataré de exponer más detalladamente el carácter de esa sutil y
sumamente importante relación.

144
Vida antes del nacimiento: Los
últimos conocimientos científicos
De los nuevos resultados de investigaciones que ha presentado el Dr. Gerhard Rottmann de la
Universidad de Salzburg, se desprende que durante la gestación se reproduce el correspondiente
estado emocional de la madre directamente en la consciencia del feto. Él parte de la base que
existen cuatro categorías de madres, que se pueden diferenciar de acuerdo con su actitud
consciente o inconsciente frente al feto que está creciendo en ellas. Los polos extremos de esa
escala lo forman las "madres ideales" y las "madres catastróficas".
Como "madres ideales" están clasificadas aquellas mujeres, que de acuerdo con el test
psicológico aplicado por Rottmann, aprobaban su bebé en gestación, tanto en forma consciente
como inconsciente. Esas madres tenían la mayoría de las veces embarazos sin molestias y partos
sin problemas, y sus niños eran en general sanos y alegres. Las mujeres designadas por Rottmann
como "madres catastróficas", rechazaban absolutamente a los niños; como ya lo insinúa su
denominación; y como consecuencia, sufrían durante el embarazo de todos los problemas
médicos posibles y la mayoría de las veces traían al mundo niños prematuros, de peso
insuficiente y con disturbios emocionales. Entre esos dos extremos están las "madres
ambivalentes", que hacia fuera daban la impresión de aprobar a su hijo en gestación, pero
interiormente tenían dudas al respecto. Las que formaban parte de ese grupo sufrían
frecuentemente de trastornos de conducta y de problemas intestinales. Por último existía también
el grupo de las "madres frías", que a causa de su carrera profesional o por problemas económicos,
estaban "aparentemente" indecisas con respecto a su deseo de tener hijos, pero inconscientemente
ansiaban uno. Rottmann encontró que el feto "recibe" esos dos mensajes contradictorios y como
bebé se comporta, de acuerdo con eso, apático y letárgico.
Ese y otros resultados igualmente impresionantes, se pueden leer en el libro de Thomas Verney
y John Kelly The Secret Life of the Unborn Child. Ese notable libro representa en muchos
aspectos un hito de la investigación psicológica del inconsciente perinatal y por eso debería en lo
posible divulgarse más. Sólo poca gente sabe siquiera que ya desde hace decenios se hace ese
tipo de investigaciones. Desde la perspectiva representada en este libro, la mayoría de los
respectivos autores adoptan un punto de vista muy reservado, pero justamente porque en sus
conclusiones se basan en las más nuevas investigaciones neurológicas y fisiológicas, sus
resultados son más valiosos. Por eso quiero dejar a Verney y a Kelly presentar sus resultados con
sus propias palabras:

Ahora sabemos que el niño en gestación es un ser humano perceptivo, que reacciona a los
estímulos y que desde el sexto mes (o incluso antes) "lleva" una activa vida emocional. Junto a
ese conocimiento también hemos hecho los siguientes descubrimientos:
- Ya antes del nacimiento, el feto en el útero puede ver, oír, tener experiencias, saborear e incluso
aprender en un plano muy elemental. Pero lo que es más importante, puede sentir; no en la
variedad de los adultos, pero puede sentir.
- La conclusión de ese descubrimiento es: los sentimientos y percepciones del niño en gestación,
ya forman las opiniones y expectativas que él mismo manifestará. Si el feto en la vida posterior
finalmente se siente feliz o triste, agresivo o dócil, seguro o temeroso y actúa de acuerdo con eso,
eso depende en parte de los mensajes que recibe en el vientre materno.
- La madre hace las veces de "emisora" de esos mensajes que moldean al niño respectivo. Sin
embargo, eso no significa que todas las preocupaciones fugaces y que todas las sensaciones de
miedo de la madre, se le trasmiten a su hijo en toda su intensidad. Decisivos son los modelos de
sentimientos crónicos profundamente arraigados. Si la mujer vive con miedo permanente, y con
respecto a su maternidad se ve atacada constantemente por dudas atormentadoras, eso puede

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naturalmente dejar una profunda cicatriz en la personalidad del niño en gestación. Por otro lado,
aquellos sentimientos positivos, como alegría, serenidad o expectativa optimista, contribuyen
considerablemente al desarrollo emocional de un niño sano.
- Pero el tipo más nuevo de investigación también se ocupa esencialmente más con las emociones
del padre. Todavía hasta hace poco tiempo no se les prestaba en absoluto atención a éstas.
Nuestros últimos exámenes indican, sin embargo, que esa actitud no está libre de peligro. Éstos
demuestran, además, que el sentimiento que el hombre le manifiesta a su esposa y al niño en
gestación, es uno de los factores esenciales para el desenlace del embarazo.

Todo lo que informan esos investigadores; incluyendo los importantes descubrimientos de


Rottmann; se ve totalmente confirmado por mi propio trabajo, no tan amplio, con recuerdos
perinatales y el trauma del nacimiento. Sin embargo, decididamente desearía modificar una de las
conclusiones de Verney y Kelley. Ellos ven a la madre como "emisora" de "mensajes" que son
determinantes para el desarrollo de la consciencia del niño en gestación. Deseo rebatir esa
opinión. Quiero afirmar más bien, que la consciencia de la madre durante el embarazo, solamente
hace revivir estructuras psíquicas o samsaras, que ya se habían grabado en existencias anteriores
en la psiquis del niño.
Esta declaración distribuye la responsabilidad considerablemente de otra manera y libera a
muchas madres; como espero; de la carga de luchar con sentimientos de culpa totalmente
innecesarios, en un parto prematuro, en una cesárea o en caso de eventuales perjuicios en el parto.
Por eso deseo señalar insistentemente que: Cada niño entra a este mundo con sus caracteres
kármicos pendientes "completamente personales". El embarazo y el parto son; corno
comprendemos paulatinamente; solamente la primera ocasión de reactivar algunas de esas
estructuras. El niño que entra nuevamente a este mundo no se siente atraído por un determinado
padre y una determinada madre por libre elección; muchos de nosotros entramos incluso a
disgusto en la nueva existencia; sino porque las inseguridades, esperanzas, temores o la
agresividad de determinados padres, reactivan eficazmente los residuos kármicos "almacenados"
en la psiquis inconsciente del niño en gestación. Además, la ilusión que produce la actual
tecnología de parto, le ofrece al inconsciente una gran cantidad de oportunidades de ejecutar una
serie de luchas de vida o muerte pendientes, que no pudieron ser decididas en existencias
anteriores problemáticas.
La investigación y el tratamiento de estados preexistenciales, le agregan a los inmensamente
valiosos resultados de Rottmann, el siguiente hallazgo: La nueva alma que comienza a existir, o
personalidad recién formada, se siente atraída por una madre y un padre, que ayudan al nuevo ser
encarnado a representar sus residuos kármicos pendientes, durante el embarazo y en el parto. Un
alma así, que vuelve a existir y en la que todavía prevalecen recuerdos de catástrofes, muertes
violentas, privaciones y abandono, es atraída muy fácilmente por una madre descrita por
Rottmann como "madre catastrófica". Si en esa madre está vivo el pensamiento "En realidad no
quiero en absoluto tener este hijo", éste se refleja en el inconsciente del niño en gestación como:
"En realidad no quiero en absoluto estar aquí. Nadie me quiere". Esos pensamientos del niño son
restos de un traumatismo preexistencial. En realidad no son causados por las deliberaciones
inconscientes de la madre, sino solamente reactivados por éstas. Pero afortunadamente, también
ocurre lo contrario: Si una "madre ideal de Rottmann" embarazada acepta al feto de todo
corazón, entonces se sentirá atraído por ella, un niño relativamente libre de karma negativo. Entre
esos extremos encontramos otra vez a la madre ambivalente y a la madre fría, que atraen niños
que aguardan la vida en este mundo con considerables dudas o con disgusto. En la terapia se
muestra después que tales personas, cuando eran niños en gestación, habían estado dominadas
por ideas como "Este no es un lugar seguro" o "No voy a lograrlo jamás" o "Sólo soy una caiga".
Por eso, con excepción de la "madre ideal", las mujeres de las otras tres categorías; la "madre

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ambivalente", la "madre fría" y la "madre catastrófica"; atraen inconscientemente "candidatos"
que en el contexto de embarazo y parto representan uno de aquellos dramas impredecibles que
hay en su transcurso.
¿Pero cómo logran entonces entrar los pensamientos y sentimientos de la madre en la
consciencia prenatal del feto? ¿Y de qué manera se reactivan los samsaras preexistencíales o los
antiguos dramas kármicos? Primero trataremos estas preguntas altamente complicadas por
separado y tan sólo al final de este capítulo llegaremos a un cuadro global.
Entre los terapeutas que se ocupan con la reactivación de recuerdos prenatales y de
nacimiento, domina un consenso general, de que el inconsciente del feto ya está
extraordinariamente despierto antes del parto y durante el parto, aunque todavía no se le puede
atribuir al pequeño ser ninguna consciencia-Yo, en el sentido de una identidad consciente. No
existe ninguna duda de que el niño en gestación, desde el momento de la concepción capta
pensamientos y sentimientos de la madre igualmente que eventuales imágenes o sucesos que le
afectan. Morris Netherton; que probablemente ha coleccionado más recuerdos prenatales que
cualquier otro terapeuta que conozco; describe ese estado prenatal así: "La mejor comparación
que se puede hacer con el inconsciente del niño que está en el vientre de la madre, es con una
grabadora de cinta magnética; él percibe sin problemas a través del filtro del límite del Yo, todo
lo que sucede a su alrededor".
Desde el punto de vista psicológico, eso significa que el niño no puede diferenciar entre sus
propias sensaciones y las de la madre, mientras todavía no se sienta como un Yo separado. Es
decir, en caso que la madre piense, por ejemplo: "Tengo que hacer todo sola" (si el padre se
encuentra, por ejemplo, de viaje de negocios o en la guerra), ese pensamiento llega directamente
al inconsciente del feto y tal vez deje allí para toda la vida la idea: "Tengo que hacer todo solo
(o sola)".
No solamente ideas aisladas se graban en el inconsciente del feto, sino escenas completas entre
la madre, el padre, el médico y otras personas, y hacen revivir estructuras que muchas veces
afloran más tarde en forma de complejos agobiantes. Una mujer, cuyo esposo al estar borracho
la acosa lujuriosamente durante el embarazo, piensa o dice tal vez: "El es repulsivo. ¿Por qué no
me deja en paz? Detesto ese tipo primitivo de sexo". Eso también deja en el inconsciente del
niño en gestación, inseguridad y rechazo con respecto a la sexualidad. Dos breves ejemplos de
casos de mi práctica terapéutica, hacen evidente la extraordinaria complejidad y lo detallado de
las grabaciones pre y perinatales.
1. Miriam era una joven mujer que vino hacía mí por una terapia. Ella tenía dificultades con su
autoestima y no podía participar por completo en relaciones. Además, tenía miedo de que su
pareja la abandonara. A continuación una parte del recuerdo de su nacimiento:

"Estoy completamente sola. Nadie me toca. Quiero irme de aquí. No me gusta la luz. Está
demasiado claro... Una pieza blanca... Personas vestidas de blanco... Me acuestan a un lado y
sencillamente me dejan allí... El hombre me golpea en las nalgas hasta que yo comienzo a
gritar. Quiero irme de aquí. No quiero estar sola. Yo estoy aquí, por cierto, pero nadie se fija en
mi. Nadie se preocupa por mí. Solamente me empujan hacia un lado. Me duele el estómago por
eso. Solamente la usan a una y luego la dejan simplemente de lado.
Ahora escucho la voz de mi madre: No quiero que te lleven. Quiero tenerte conmigo. Eso es lo
natural. Por favor, no me la lleven. No pueden llevársela. Es absurdo simplemente llevársela
como si ella fuera algo malo. Ni siquiera me limpian. Me siento sucia y fea. Nadie se preocupa
realmente por mí. Ellos solamente manipulan alrededor de una y la llenan con algo.
Siento el dolor de mi madre. En su cuerpo hay dolores. Ahora hay una botella de vidrio Es
fea. Esa fealdad está entre nosotras.

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Nuevamente habla la madre: Ella está separada de mí. Ella es fea porque no quiere su
bote/lita, por eso no quiero tener que ver nada con ella.
Estoy profundamente decepcionada. Quiero que mi madre me cuide y me tome en los brazos.
Quiero que alguien me sostenga. Tengo frío y me siento muy lejos. Siempre será así. Siempre
estaré sola. Van a manipular a mi alrededor y me dejarán sola.

No es difícil darse cuenta de que por medio de la estéril impersonalidad de la rutina del
hospital, Miriam se veía impedida de conectarse con su madre, tanto en el aspecto emocional
como físicamente. La luz clara, la palmada ritual, la camita fría separada de la madre y el
rechazo del amamantamiento, dejaron un severo trauma no solamente en la recién nacida
Miriam, sino también en su madre. Llena de medicamentos y agotada, empujada de un lado para
otro entre la autoridad de los médicos y sus impulsos naturales, la madre de Miriam se siente
mal y fea y muy extraña a su hija. Su confusión y su dolor se mezclan con las sensaciones y el
tormento del bebé, de manera que éste ahora se siente doblemente mal y feo. No es de
extrañarse, que Miriam como adulta esté invadida de atormentadoras dudas referente a su
femineidad y que observe las relaciones amorosas con extrema desconfianza, porque ya en su
nacimiento se instaló en ella esa estructura. Entonces mi labor terapéutica es conducirla a que
deje ir los antiguos sentimientos dolorosos y pueda encontrar nuevos métodos para ver las
relaciones amorosas llena de confianza.
2. Janice vino hacia mí por una terapia con problemas muy parecidos a los de Miriam. Ella
también sufría de una autoestima débil y de dificultades en las relaciones. Además, estaba
amargada acerca de los hombres, que desde su punto de vista, siempre solamente le hacían daño
y la abandonaban en una permanente sensación de desamparo. A causa de ese trasfondo, ella se
había acostumbrado a ver la vida a través de una nube de rencorosa aversión. Ella no tenía
ninguna idea de las circunstancias de su concepción y cuando éstas aparecieron en la terapia,
estaba extraordinariamente sorprendida. En las escenas liberadas por su inconsciente perinatal,
su madre se encontraba en la consulta de un médico. Ambos hablaban acerca de un aborto:

"Simplemente no estoy preparada por el momento para algo así. Sencillamente no es el


momento correcto... Tengo que deshacerme de él. ¿Qué debo hacer Estoy tan desvalida... ¿Qué
debo hacer, Doctor? ¿Puede usted ayudarme?
Ahora la voz del médico: Usted no puede hacer absolutamente nada. Es demasiado tarde
para emprender algo, señora Wicker. Tiene que aguantar.
Por cierto no quiero esto, pero no me queda otra elección. ¿Por qué me tiene que pasar
justamente a mí algo así?

Esa corta escena pone en evidencia que muchos de los conmovedores problemas existenciales
de Janice en su vida de adulta, se basan en el rechazo con que su madre había reaccionado
aquella vez frente al embarazo. La escasa autoestima de Janice se puede atribuir a que su madre
rechazaba a su bebé en aquel entonces. La sensación de desamparo parece habérsele grabado ya
en la consulta de aquel médico. Y su amargura acerca de los hombres se puede explicar con que
su madre había estado indignada tanto con el padre de Janice, porque la había dejado
embarazada, como también con el médico, porque había rechazado un aborto. Pero después que
Janice había tomado consciencia de esa grabación profundamente arraigada, pudo distanciarse
paulatinamente de los sentimientos de su madre en aquel entonces, de manera que las
grabaciones correspondientes perdieron poco a poco su poder.

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Existencias pasadas: La zona
de conexión perinatal
Aquellas terapias que dirigen su atención en primer lugar a los recuerdos prenatales y del
nacimiento, como la terapia primaria de Janov, afirman que la época del embarazo y del trauma
del nacimiento son los momentos decisivos de estructuración de todas las neurosis subsecuentes.
En el caso de Miriam y de Janice esa opinión parece legítima. El niflo en el vientre de la madre
es presentado por los terapeutas mencionados arriba como una víctima totalmente pasiva, que
está expuesta a la ambivalencia, a los temores y a la negatividad de la madre, e incluso a sus
aficiones físicas. Incluso la comparación de Netherton de la consciencia fetal con una grabadora
de cinta magnética parece indicar en esa dirección, si se separa la declaración del contexto.
Pero esa opinión resulta ser, sin embargo, demasiado simplificada, en vista de lo que sabemos
acerca de otros aspectos de la consciencia, ilustrados por medio del modelo de la Rueda del
Loto. No hay que echarle la culpa finalmente a la madre sola, ya que la problemática total es
esencialmente más compleja, especialmente sí uno se ocupa con la zona de conexión que hay
entre nuestras muertes preexistenciales y la experiencia perinatal de nuestra vida actual. Cuando
Susan volvió a recordar cómo se había colgado el pintor holandés, poco después siguió la
imagen de que ella casi se había asfixiado con el cordón umbilical en su "último" nacimiento
(capítulo 5).
A menudo el proceso transcurre exactamente al revés. El recuerdo de un parto difícil conduce
a revivir una muerte preexistencial violenta; muchas veces por asfixia. En el capítulo 8 hemos
visto cómo Yvonne se acordó primero de una experiencia de asfixia en su infancia, luego se vio
con el cordón umbilical alrededor del cuello al nacer y finalmente experimentó nuevamente en
el recuerdo, cómo la habían ahorcado en una existencia anterior. Las resonancias simbólicas
activadas por el trauma del nacimiento, hacen revivir, según parece, dramas preexistenciales o al
revés. Eso implica evidentemente; aun cuando la metáfora de Netherton de la grabadora tiene un
poco de razón; que nuestra cinta magnética psíquica no está totalmente "sin usar", ni en el
vientre de la madre ni en el nacimiento. Ya en la concepción están registradas en el inconsciente
del niño, impresiones o samsaras preexistentes. Esos se pueden reactivar y hacer revivir por
medio de ciertos pensamientos y acciones de la madre o a través de experiencias interpersonales
que se tienen durante el embarazo y el nacimiento. Y así, en el transcurso posterior de la terapia
de Miriam y Janice también aparecieron recuerdos, cuyos temas principales no solamente
estaban en resonancia simbólica con las estructuras emocionales dominantes en ambas mujeres,
sino que en ellos también se reflejaban muy claramente los dramas perinatales que habían
experimentado las dos clientes.
En el doloroso recuerdo de Miriam de su nacimiento, surgieron varias frases que despertaron
en ella ciertas experiencias preexistenciales. Una de esas frases decía: "Me duele el estómago
por eso. Solamente la usan a una y luego la dejan simplemente de lado". Esa frase causó un
recuerdo de la existencia de una joven esclava, que es separada de sus padres en la época del
comercio transatlántico de esclavos. Esa esclava fue usada sexualmente por los marineros y
luego dejada de lado. La frase "No pueden llevársela" despertó en el inconsciente de Miriam el
recuerdo de una vida como un hombre joven de una tribu de América Central, cuya mujer fue
atrapada y secuestrada por los españoles. Él se quedó en la jungla sin poder hacer nada y
finalmente murió combatiendo con los soldados, sin haber visto otra vez a su querida mujer. Un
tercer tema, justamente la sensación de ser feo y repulsivo, despertó el recuerdo de una vida de
un leproso expulsado de la sociedad. Ese enfermo de lepra vivió y murió completamente solo en
una cueva en el desierto.

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También en el caso de Janice aparecieron una serie de existencias anteriores, que resonaban
con determinadas frases. Aparentemente ella había cogido al vuelo esa "palabra clave", cuando
su madre había hablado en vano con el médico acerca de un aborto aquella vez. La frase
"Simplemente no estoy preparada por el momento para algo así", despertó en ella el recuerdo de
una muerte prematura en el campo de batalla siendo un joven recluta. "Tengo que deshacerme
de él. Estoy tan desvalida", reactivó en Janice el recuerdo de cómo ella una vez como madre
había tenido que presenciar impotente, cómo morían sus hijos, uno después del otro, en una
epidemia de peste. El rechazo de su madre conservado con rencor, con el que Janice se había
identificado por tanto tiempo; "Usted no puede hacer absolutamente nada"... "Por qué me tiene
que pasar justamente a mí algo así?"; hizo aparecer el recuerdo de una existencia de un esclavo
de una galera, que odiaba profundamente a su guardia y a su supervisor.
En ese contexto, deseo hablar ahora sobre el punto de vista verdaderamente radical, al que he
llegado a causa de mis confrontaciones con numerosos recuerdos, estructuralmente muy
parecidos a los precedentes. En esa percepción, me encuentro, por lo demás, en total
concordancia con los resultados de Netherton y Grof.
Cada persona ya está dotada en el momento de la concepción, de determinadas disposiciones
psíquicas ya existentes o samsaras, que están registradas en su inconsciente. Esos residuos
kármicos que están latentes en nuestro inconsciente, son reactivados durante el embarazo y en el
nacimiento, por determinados pensamientos y emociones de la madre y por sus experiencias con
otras personas, como el padre, los médicos, el personal del hospital, etcétera. Mientras que
terapeutas como Verney y Janov suponen que las neurosis se graban estructuralmente ya en el
útero, la terapia de preexistencia parte de la base que los estados emocionales defectuosos están
determinados kármicamente, es decir, preexistencialmente.
De esa manera, un niño cuyos padres tienen conflictos permanentes durante el embarazo bajo
la influencia del alcohol, tiene muy posiblemente antecedentes preexistenciales, en los que ha
habido violencia o dependencia de alcohol o de drogas. El joven cuya madre reflexiona
constantemente durante el embarazo acerca de su deseo de tener una hija, ha tenido, por lo
general, problemas con su identidad sexual en existencias anteriores. En forma análoga, también
la muchacha que ya en el vientre de la madre se ha enterado cómo el padre forjaba planes para
su futuro hijo, trae consigo frecuentemente, una inseguridad grabada preexistencialmente frente
al propio sexo.
La época del embarazo es, por esa razón, un período decisivo para la formación de la
personalidad, ya que la consciencia del feto no es solamente un observador no crítico y un
registrador de todo lo que la madre hace, piensa y siente, sino se encuentra también en un
proceso de confrontación inconsciente, con los restos pendientes que el embrión trae consigo de
existencias anteriores.
Los contenidos con los que se ocupa el inconsciente del feto, son constitutivos del karma con
el cual se ha confrontado la pequeña persona después de nacer. Esas dos corrientes de la
consciencia, aún no examinadas por ningún Yo capaz de juzgar, forman la matriz de la
personalidad que aparece más tarde.
La confrontación con los restos preexistenciales es incitada en el niño respectivo durante el
embarazo, en primer lugar, por procesos en la consciencia y en la vida de la madre, y no tanto
por procesos fisiológicos, a no ser que ocurran complicaciones, accidentes o uso de violencia.
En la última fase del embarazo, es decir, con el comienzo de las contracciones, ciertamente se
producen en el feto intensas sensaciones corporales, que se mezclan con la percepción de la
reacción de la madre a la situación del parto y con las circunstancias generales. La estrechez
reinante en el vientre de la madre durante los últimos meses y las contracciones unidas a los
dolores del parto, inundan en forma progresiva el plano de la consciencia fetal examinado por

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Rank, con imágenes de violencia condicionadas preexistencialmente y con experiencias
arquetípicas y visionarias.
El que ha investigado más a fondo esas experiencias que se presentan masivamente antes del
parto y durante el parto, es Stanislav Grof. Él ha reunido protocolos de innumerables sesiones-
LSD, en las cuales siempre se habla de tales sensaciones e imágenes. Basándose en sus
resultados, él ha dividido la última fase del embarazo en cuatro etapas, que denomina "Matrices
básicas perinatales". En su revolucionario libro Reamls of the Human Unconscious, Grof
presentó ese estado de consciencia perinatal con todos los detalles. A continuación quiero
explicar cómo están relacionadas esas "matrices" con las existencias anteriores del niño
respectivo:
La "matriz básica perinatal 1" de Grof describe la fase de la vida intrauterina antes del parto.
En esa fase predominan recuerdos y experiencias agradables de unidad total paradisíaca o
cósmica. La vida emocional de la madre, en cambio, es inestable en esa fase, lo cual favorece la
aparición de recuerdos preexisíenciales, como ya hemos visto.
En el estado de "matriz básica perinatal 2" el niflo sufre física y emocionalmente por las
contracciones que ahora comienzan. En esa fase surgen, según Grof, imágenes arquetípicas
infernales o visiones apocalípticas de guerra o imágenes del horror de los campos de
concentración o de la inquisición. Las visiones que se registran en esa fase están reiteradamente
ligadas con imágenes de sufrimiento, de abandono y de enfermedades graves.
En la fase de "matriz básica perinatal 3" surgen recuerdos del proceso mismo del parto, es
decir, del paso a través del canal del parto. En esa fase aumenta la intensidad de las visiones de
horror percibidas en el estado "matriz básica perinatal 2". El traumatizante proceso de
nacimiento que está conectado con todas las complicaciones descritas más atrás, hace aparecer,
según Grof, imágenes de sangrientas ceremonias de sacrificio, como también visiones de muerte
y renacimiento. En esa fase se llega también muchas veces a la identificación con el sufrimiento
de Cristo, de Dionisio, de Hiob y de otras figuras arquetípicas. También se puede observar en
esa etapa una convergencia de los tres pétalos transpersonales de la Rueda del Loto, es decir, los
planos arquetípicos y los preexistenciales se ocultan entre sí.
Por "matriz básica perinatal 4" Grof define el estado postnatal de descompresión, en el que
fluyen a través del niño sensaciones de nacer de nuevo, de liberación, de descargo y de amor
universal. En mi trabajo terapéutico observé repetidas veces, que niños que tienen dificultades
para producir una estrecha relación emocional con su madre y con su ambiente, con frecuencia
sufren de traumatismos preexistenciales que están conectados con separaciones. Muchas veces
existe también un paralelismo entre muertes por hambre preexistenciales y cólicos en la
temprana infancia o reacciones alérgicas a la leche materna. Un parto prematuro es
frecuentemente un indicio que el niño respectivo ha tenido una muerte prematura en una
existencia anterior.
En mi propia práctica terapéutica he constatado una y otra vez, que detrás de las experiencias
intrauterinas de un niño, a menudo se esconden recuerdos de rechazos, de estados de abandono
o de escaso apoyo por parte de otros, es decir, experiencias que se expresan en la posición
ambivalente de la madre frente al embarazo, como hemos visto, por ejemplo, con Janice. Con
frecuencia personas que tienen un trasfondo de experiencias así, tienen dudas de su capacidad, o
tienen miedo de peligros y enfermedades. No pocas veces se escuchan de ellos frases como
"Jamás voy a sobrevivir a esto"; "Es imposible que logre esto"; "Esto me va a matar". En niñas
cuyos padres viven mutuamente en conflicto, cuyo padre ha abusado sexualmente de ellas o está
permanentemente ausente, el terapeuta registra con frecuencia recuerdos de escenas violentas,
abusos y abandonos por parte de hombres, es decir, experiencias que conducen a que la mujer
afectada enfrente con desconfianza las relaciones. Y así, se escucha de esas mujeres, por
ejemplo: "Los hombres solamente quieren hacerme daño y luego abandonarme".

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Las resonancias simbólicas más importantes y dramáticas y las visiones más conmovedoras de
muertes y renacimientos arquetípicos, surgen naturalmente en el nacimiento mismo. Ese es, sin
duda, el motivo por el cual Grof divide en dos fases el relativamente corto proceso del
nacimiento (matriz básica 1 y 2). Reiteradamente he tenido la experiencia de que la
confrontación con el trauma del nacimiento produce los mejores resultados terapéuticos, y eso
es porque exactamente ahí también aparecen las muertes preexistenciales no analizadas. Ya
hemos visto, con ayuda de numerosos ejemplos, cuánta energía se libera y cómo se pueden
obtener profundos conocimientos, cuando el terapeuta estudia a fondo junto con el cliente, el
trauma de muerte de éste último; en el próximo capítulo presentaré más ejemplos. Lo mismo
vale para el trauma del nacimiento, especialmente porque en esa experiencia los residuos
kármicos de muertes pasadas resuenan muy claramente en forma altamente condensada.

Muerte y nacimiento:
El caso Chris
Cuando con el nacimiento de una persona se llega a un traumatismo severo, la mayoría de las
veces se reflejan en ese trauma, muy exactamente, el terror y el sufrimiento de experiencias de
muerte preexistenciales. Muy a menudo se reactivan escenas preexistenciales violentas en el
mundo interior del feto, por medio de los estados físicos ligados a las contracciones y al parto.
Así por ejemplo, un parto con fórceps despierta muchas veces el recuerdo de una muerte
violenta por medio de un golpe en la cabeza. A continuación hay una lista de una serie de
experiencias o circunstancias de nacimientos, en los cuales se reflejan determinadas
experiencias preexistenciales:

- Ataques de ahogo causados por flema reflejan una muerte por ahogo, ahorcamiento o asfixia,
o indican que la persona respectiva ha sido sepultada viva.

-Hemorragias y transfusiones de sangre despiertan recuerdos de una muerte "sangrienta" o de


un desangramiento lento.

- Una cesárea hace aflorar frecuentemente en el niño, la idea de haber sido despedazado o
cortado con una espada o con un cuchillo en existencias anteriores; pero a veces también, el
recuerdo del sacrificio de un niño. "Por favor no corten", dicen tal vez en una caso así, las
palabras de la madre que resuenan en el inconsciente infantil.

- Nacimientos de nalgas hacen aparecer recuerdos de muertes violentas, causadas por el


arrancamiento o estiramiento de las extremidades.

- Una fase prolongada de expulsión despierta invariablemente recuerdos traumáticos de muertes


violentas en prisión o de una muerte lenta, por medio de una avalancha, de árboles cayendo o de
bombas, por ejemplo. Las frases típicas de tales personas son: "No puedo salir de aquí"; "Estoy
atajado"; "Nunca lo lograré".

Además, variaciones extremas de temperatura durante el parto, pueden activar recuerdos de


una muerte por incineración o enfriamiento. Las luces claras de la sala de parto despiertan la
idea de un sol ardiente sobre un campo de batalla en el desierto. Existen innumerables cadenas
de asociaciones de ese tipo. Irónicamente, la eficiencia mecánica y sin alma de muchas

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estaciones de parto modernas, activa frecuentemente recuerdos horribles de la guerra moderna y
de los campos de exterminio fascistas; es decir, imágenes de ametralladoras, tanques, cámaras
de gas y ataques aéreos. El distanciamíento clínico-impersonal de muchos médicos actuales, la
rutinaria separación de los recién nacidos de sus madres, pero también una larga estadía en la
incubadora o la aplicación de aparatos para preservar la vida; todo eso despierta muchas veces
en el inconsciente del niño, recuerdos de la brutalidad de soldados, de presidio o de torturas con
cuerdas, alambres o instrumentos afilados.
Desde el punto de vista kármico, las clínicas son tan poco criticables por esa circunstancia,
como lo son, por ejemplo, las madres ambivalentes. Cada drama de nacimiento en particular es
evidentemente una ocasión para los complejos preexistenciales pendientes, para revivir en el
inconsciente del niño. Si aquellas personas dotadas de facultades paranormales, que aseguran
que nosotros "elegimos" a nuestros padres y las circunstancias de nuestro nacimiento, tienen
razón o no, una cosa es en todo caso clara: Existe un enorme magnetismo psíquico, que según
todas las apariencias, "succiona" el material en bruto de una potencial personalidad nueva y la
hace entrar en aquel seno materno, donde se le recuerda al ser respectivo que todavía tiene
mucho trabajo por hacer.
Casi ningún otro de mis clientes había sido tan empujado de un lado para otro en su vida,
como un joven hombre llamado Chris, que fue un día a mi consulta. Chrís había crecido en una
granja como hijo de un padre sin cariño y de una madre alcohólica, y estaba familiarizado desde
muy pequeño con conflictos, abusos corporales y golpes de puño. Él había tenido un nacimiento
prematuro. A los doce años, su primer intento de escape lo llevó a una casa correccional, y
señaló el comienzo de una vida marcada por una conducta autodestructiva y por violencia. Él
tenía permanentemente peleas y no pocas veces salía perdiendo. También estaba frecuentemente
involucrado en accidentes automovilísticos, ya sea corno causante o como víctima. Muchas
veces tuvo que experimentar que personas cercanas a él morían o sufrían accidentes. Condenado
muchas veces a prisión, él cayó en un desconsolado espiral de depresión, en alcoholismo y en
cansancio de vivir. Incluso su matrimonio parecía estar ensombrecido por la muerte. Su pequeño
hijo murió muy tempranamente en la cuna. Casi es innecesario decir, que él ya había intentado
todas las terapias posibles.
La letanía que se ocultaba detrás del estado emocional de Chris, casi no podía haber sido más
desesperada. "Estoy solo. No sirvo para nada. Quiero morir".
Yo le pedí que repitiera varias veces la frase "Estoy solo" y que se dejara trasladar por esas
palabras a una escena de su vida actual o de una existencia anterior, que tuviera resonancia con
esa autoimagen.

"Estoy solo. Hace frío. Ella no viene nunca. Se trata de una enfermera de niños. Ella no se
preocupa de mí. Nadie me quiere... Luz clara. Hay cosas fijadas a mi cuerpo. Ellos no me
quieren. No quiero estar aquí. Quiero morir. QUIERO MORIR".

Chrís se encuentra en una incubadora. Él ha llegado al mundo con tres meses de anticipación.
Aparentemente él sufre de dolores y está agitado interiormente de desesperación. Yo le indico
que se traslade al estado prenatal. Luego viene una confusa corriente de sensaciones; frases
dichas por su madre se mezclan con sus propios pensamientos.

"Tengo tanto miedo, tanto miedo. 'No lo quiero. No quiero ese niño. Simplemente produce
demasiados problemas'. No quiero estar aquí. No quiero estar aquí dentro. Merezco vivir.
Déjame (déjenme) vivir. 'El produce simplemente demasiados problemas. Yo misma me haré
algo y después no necesito tener ningún hijo. ¡Me voy a apuñalar; me voy a matar! Me
emborracharé hasta morir'.

153
Es Navidad, afuera está nevando. Ella habla por teléfono. '¡Mamá, ayúdame! Voy a tener un
hijo. No quiero tenerlo. Dios, ayúdame, pero no quiero tener el hijo. No puedo hacer nada,
mamá. Yo me haré algo'.
Ella se encuentra en el baño con un cuchillo. Quiere hacerse algo. Ella tamborea en su
estómago. 'Oh, mi corazón, cómo duele'. Ahora se cae. '¡Oh, cómo duele!' Ella está tendida
abajo, delante de la escalera. '/Auxilio!'
Nos encontramos en un auto. Ella está medio despierta. Yo salgo de su cuerpo. No quiero
estar más aquí dentro. Por todas partes hay sangre.
Una enfermera dice: 'Ella pierde sangre. Tenemos que apurarnos. Él viene. Oh, qué pequeño
es. El pequeño no va a sobrevivir. Ella también está muy débil'.
Soy muy pequeño. Ella no hace nada. Le doy completamente lo mismo. Ahora estoy sola. Me
encuentro en esa caja... Tengo dolor de estómago. No quiero estar aquí. No quiero estar aquí".

Discutimos esa escena varias veces y tratamos de averiguar qué sentido tiene; nos esforzamos
por diferenciar entre los pensamientos infantiles de Chris y el monólogo delirante y lleno de
odio de su madre. Ahora también salen claramente a la luz los motivos de su madre. En la
escena en el baño, ella vacila interiormente si debe matarse ella misma o al bebé. Ella tamborea
con sus puños en su cuerpo y reflexiona si debe matarse ella y matar a Chris con un cuchillo,
pero luego se aleja de esa intención.
Después de una desesperada conversación telefónica con su madre, ella se cae borracha por la
escalera hacia abajo. Esa caída ocasiona las contracciones y la hemorragia, de manera que la
llevan en una ambulancia a la clínica. Poco después nace Chris con tres meses de anticipación,
lo colocan en una incubadora y lo conectan al gotero intravenoso. Permanece tres meses allí.
Primero lo ayudo a desprenderse lo mejor posible de los pensamientos negativos y
destructivos que su madre le ha manifestado. Él se da cuenta que siempre se ha visto a sí mismo
como un "problema". La frase "Produce demasiados problemas" le da vueltas durante su
infancia. Pero de lo que toma consciencia en forma especialmente clara, es de lo profundo que
se le ha grabado en el inconsciente el deseo de morir de su madre "me voy a apuñalar; me voy a
matar". Ahora Chris se acuerda repentinamente de todos los desafíos a la muerte de los que se
dejó convencer cuando era adolescente. Inconscientemente ha tratado durante casi toda su vida
de realizar las ideas de suicidio y de aborto de su madre.
Como una gran parte del sufrimiento de Chris está incluido en su experiencia de la solitaria
existencia en la incubadora, lo hago repetir algunas de las frases que despiertan el recuerdo de
ese desdichado tiempo de su vida.

"Estoy completamente solo. No quiero estar aquí. Quiero morir. No saldré nunca de aquí. Me
siento mal... Es como estar en un calabozo. Estoy encadenado a una muralla. Todos se han ido;
nos han abandonado. Los ingleses, los malditos ingleses. ¡Esos puercos! Ahora no saldré nunca
más de aquí. No puedo aguantar mucho tiempo más. No resistiré. Hace mucho frío. Ellos se han
olvidado de nosotros, le somos indiferentes. Me muero”.

Según todas las apariencias, esta experiencia consiste en una muerte lastimosa de un
prisionero en Escocia. Maltratado, derrotado por la disentería y entregado a la muerte, ese
hombre cuelga de cadenas y dirige toda su ira a aquellos que lo apresaron. El recuerdo del
sufrimiento en el calabozo frío y húmedo se mezcla con la experiencia del bebé no deseado y
abandonado en la incubadora. Ahora Chris pasa de un recuerdo opresivo al otro. Esta vez se ve
como un muchacho debilitado por una enfermedad en una tribu de indios en el noroeste de los
Estados Unidos. El padre prácticamente ha rechazado al hijo porque éste es demasiado débil
para la carrera de un guerrero, y el curandero atribuye la enfermedad del joven a poderes malos.

154
"No quiero estar aquí. Sólo soy una carga. He fracasado". La tribu es sitiada por soldados
blancos, y en el transcurso del invierno los víveres disminuyen rápidamente. Su padre lo deja
abandonado en el cementerio de la tribu. Cuando el joven hombre languidece completamente
solo y finalmente muere, sus recuerdos vuelven a su padre y a su madre. "Ella nunca me ha
querido. Él nunca me ha querido. No sirvo para nada. He merecido la muerte ".

Esa escena de muerte se mezcla momentáneamente con otra muerte que Chris sufre como
miembro de una tribu en la antigüedad. Esta vez es un anciano que es dejado solo en una cueva
para que muera. Estando todavía medio vivo es devorado por un oso. También aquí están
nuevamente en primer plano, el dolor del abandono y de la soledad y una muerte violenta.
¿Existe una causa kármica de todos las torturas y de la violencia que Chris ha tenido que sufrir
en sus existencias anteriores, existencias desdichadas que todavía se manifiestan en los dramas
perinatales que acompañan a su nacimiento? En una sesión posterior lo fuerzo a buscar dentro
de sí otras escenas violentas, especialmente aquellas en que cuchillos tienen un papel
importante. Aparecen otras dos existencias que aclaran un poco su problemática.

"Soy un pequeño muchacho; estoy aparentemente en China. Mi padre trabaja en el puerto. El


no tiene tiempo para mí. Mi madre es prostituta. Ella es cruel. Me hace estar de guardia,
mientras ella se acuesta con sus clientes. Odio a esa ramera mala.
'No me toques'. Ella trata permanentemente de seducirme a mí también. La odio. La golpeo
con los puños hasta que me deja en paz. ¡Qué clase de ramera!"
Con ese recuerdo Chris se pone furioso y aprieta los puños hasta que los nudillos se ponen
blancos. Le pido que mire qué otras imágenes más salen de esa furia.
"Tengo trece años o algo así. Soy fuerte. Dios mío, cómo la odio; y a todas las mujeres. No
estoy en la casa y duermo en el puerto. Yo robo. Entretanto he llegado a ser un delincuente ".
Poco después surge una imagen terrible:
"Yo estoy en una casa y le robo a esa mujer. Ella está embarazada. La mato con mi cuchillo;
le saco el corazón y después su bebé. Al hacerlo pienso todo el tiempo en mi madre. Oh, Dios,
tanta sangre. ¿Qué demonios he hecho? Yo no quería en absoluto hacerlo, pero sentí tanto odio
por ella ".
En ese horroroso escenario surgen reiteradamente imágenes prenatales de la madre de Chris,
que quería matarse ella y a su bebé con un cuchillo. Chris tiene ahora la sensación que en
todos los acontecimientos actúa una justicia inflexible.
Después él experimenta otra vida, que está marcada de principio a fin por odio a las mujeres
y que se caracteriza por un profundo enredo kármico de culpas. Esta vez se ve como un
esquimal que es considerado como un psicópata sin control por sus hermanos de tribu. Ese
hombre, casado con una mujer pendenciera a quien odiaba, asediaba sexualmente a todas las
mujeres de su tribu, quienes se sometían a sus exigencias. En esa conducta él veía una venganza
hacia su malvada mujer. Finalmente él la mató y toda la tribu se volvió contra él. Lo amarran a
un poste y lo abandonan en el frío de la región polar para que muera. Nuevamente aparece un
oso. Esta vez es un oso polar, que le causa un sangriento final a la vida del hombre. Pero éste
muere sin arrepentimiento. El se lleva consigo su odio a las mujeres en forma de ideas
sanguinarias de venganza. Esas ideas toman forma una y otra vez en él en cada nueva
existencia, según parece, al imaginarse nuevamente en el vientre de su madre actual, el reflejo
de todas sus brutalidades pasadas.

Nuestras sesiones le producen desilusión a Chris y le dan muchos motivos para reflexionar. La
tendencia a la violencia descrita anteriormente está profundamente arraigada en su psiquis y él
tiene que trabajar mucho todavía, para aceptarse y perdonarse a sí mismo. Pero en sus recuerdos

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tuvo que atravesar por muchas cosas, y él ahora se ve a sí mismo de un modo totalmente
diferente. Ahora tiene que decidirse si todavía quiere seguir acusando a sus violentos padres; en
los cuales, sin embargo, solamente se refleja su propia persona; o si quiere tomar toda la
responsabilidad por la cantidad de oscuridad con la que vino al mundo, para ocuparse de ese
asunto.

El ciclo cósmico: La interpretación tibetana de


la reencarnación
Una historia tragada tan dolorosa como la precedente, exige también de los terapeutas un alto
grado de vigilancia. El hecho de oscilar de un lado para otro entre recuerdos en el vientre de la
madre, reyertas de mediana intensidad y experiencias preexistenciales, es de vez en cuando
bastante desconcertante, por decirlo moderadamente. Justamente por eso se sucumbe
repetidamente a la tentación de recurrir a tales categorizaeiones psiquiátricas como "episodio
psicótico" o "personalidad límite", lo que por lo menos le proporciona al terapeuta la posibilidad
de neutralizar en cierto modo imágenes que atentan contra nuestra idea de experiencia racional o
sana. Considerado desde otro punto de vista, también se pueden entender esos fragmentos de
historias, como una llamada de auxilio que viene de las profundidades de un alma que busca
entendimiento y sentido. Yo mismo también me veo amenazado de perder la orientación en la
corriente de palabras e imágenes que en esas ocasiones brotan desde el inconsciente del cliente,
cuando cada vez no tengo nuevamente presente el carácter multidimensional de la psiquis. Para
no perder de vista esa circunstancia, durante el trabajo terapéutico dirijo en cierto modo,
repetidamente mi mirada a la Rueda del Loto. Sin importar si en el momento nos encontramos
en el círculo biográfico, perinaíal o preexistencia!, constantemente trato de estar consciente de
que la psiquis produce sus propias resonancias y que de esa manera libera sensaciones e
imágenes, que nos conducen paso a paso al núcleo del complejo respectivo. Yo ayudo al cliente
solamente a no perder la apreciación global en el torbellino de sensaciones, hasta que esté otra
vez más tranquilo.
Pero no obstante, las experiencias de nacimiento descritas anteriormente, como también las
experiencias de muerte que se describen a continuación, tal vez le proporcionen al lector una
impresión de que en la zona de conexión entre los tres aspectos transpersonales de la psiquis; la
dimensión preexistencial, arquetípica y perinatal; ocurren resonancias simbólicas
extraordinariamente sutiles. Totalmente independientes de nuestra experiencia personal, durante el
paso a estados del Más Allá a través de la muerte, aparecen imágenes muy parecidas a las que
también se presentan en el nacimiento, al pasar del mundo del Más Allá al mundo de este lado.
Entretanto sabemos, que los tormentos que han acompañado nuestras muertes anteriores
muestran grandes concordancias con aquellos sufrimientos que padecemos durante nuestro
nacimiento. Además, actualmente se sabe que los estados más o menos felices de después de la
muerte muestran grandes concordancias con las situaciones más o menos felices de después del
nacimiento. Stanislav Grof ha hecho una lista de muchas de esas concordancias y se las ha
asignado a su esquema de las cuatro matrices básicas perinatales. Ese esquema presta buenos
servicios para la clasificación provisoria de experiencias psíquicas, pero adolece un poco de su
exagerado sistema. Pero en algunos casos es metido a la fuerza en forma demasiado simultánea
en el "cajón" perinatal.
De este tema ya se ha hablado muchas veces en el Libro Tibetano de la Muerte, aquel
conocido manual psico-espiritual del momento de la muerte, que está disponible en occidente
desde hace más o menos medio siglo. Después que había estudiado minuciosamente ese libro y

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los comentarios correspondientes, desarrollé una teoría, quizás un poco simplificada, de cómo
se relacionan entre sí, el nacimiento, la muerte y el Más Allá, La interpretación tibetana
supera las matrices perinatales de Grof y mi propio modelo de la Rueda del Loto, porque
ésta, como componente de una auténtica metafísica, es al mismo tiempo abierta y dinámica
y se ocupa de manera muy específica con el proceso de nacimiento y reencarnación.
Los lamas budistas del Tibet, en cuyos ojos todo es, al fin y al cabo, una forma de espíritu
o consciencia, designan como bardo los estados de consciencia modificados o
especialmente intensos. La palabra bardo se usa para indicar ciertos estados intermedios de
la psiquis. Pero los tibetanos han observado no sólo uno, sino varios bardos, que
corresponden muy exactamente a los estados que nosotros tratamos de mantener separados
en el trabajo con experiencias preexistenciales y perinatales. Así por ejemplo, existe un
bardo para el momento de la muerte, un bardo de las visiones después de la muerte, un
bardo para el anhelo de volver a nacer y un bardo del estado intrauterino, que conduce al
nacimiento. Además, los estados de sueño, de meditación y de iluminación suprema se
identifican con determinados bardos.
Mientras más me he ocupado con el texto original y con diversos comentarios y he
reflexionado acerca de mis propias experiencias con clientes, más simple y substancial se hizo
la imagen que me agobiaba, es decir, la imagen de un ciclo. Por eso, a continuación deseo
exponer lo que hay que imaginarse según mi opinión, de lo que en oriente se llama la Gran
Rueda de las Existencias.

EL CIRCULO DE LAS REENCARNACIONES

1. La experiencia de la muerte: Los lamas tibetanos indican reiteradamente la importancia de los


últimos momentos de la consciencia encarnada. Tal como ya hemos constatado en el capítulo
anterior, en el momento de la muerte nos encontramos en un estado de receptividad
especialmente intenso, y eso conduce a su vez, a que en nuestra consciencia que se desliza hacia
el Más Allá se graben en forma especialmente profunda los pensamientos y sentimientos que
surgen en esa situación de transición. En el lenguaje de la tradición religiosa-espiritual de la
India, también se podría decir que los samsaras son especialmente intensos en el momento de la
muerte y por consiguiente causan un karma correspondientemente intenso. Según la opinión de
los tibetanos, por esa razón es de importancia decisiva que acompañemos al momento de la
muerte con la consciencia más clara posible. Naturalmente una muerte tranquila es
especialmente favorable, ya que solamente así podemos lograr abandonar nuestros deseos y
anhelos dirigidos a esta vida y mantener pequeña la dimensión de nuestro karma. Pero como ya
hemos visto muchas veces en las exposiciones anteriores, ocurre lo contrario con bastante
frecuencia. Muchas personas mueren solas o con dolores; con pensamientos amargos,
desesperados o de venganza, que después actúan en existencias futuras como semillas de nuevos
complejos.

2. Por eso, el "momento de la muerte" no sólo se experimenta en forma especialmente intensa


en el aspecto psíquico, sino que también le ofrece al moribundo la posibilidad de liberarse de
ataduras kármicas, por medio de una excepcional claridad de consciencia. Cuando una persona
muere de una muerte violenta, pero acepta su destino como justificado y no guarda ni
resentimientos ni sentimientos de venganza, entonces sus futuras existencias no estarán cargadas
ni con algún karma ni por medio de samsaras. El valor del recuerdo de vidas pasadas también
consiste en parte, en que en esa ocasión las estructuras negativas de pensamientos y
sentimientos que se han podido registrar en el momento de la muerte, se ponen ante la
consciencia, se desenganchan del complejo samsárico y de esa manera se debilitan. Así por

157
ejemplo, hemos visto que Edith, con el recuerdo de su muerte como anarquista rusa; a pesar de
la pérdida de sus brazos y piernas; pudo liberarse del pensamiento "No usaré nunca más mis
brazos y mis piernas".
Aunque en este libro no se encuentran ejemplos al respecto, quiero, no obstante, mencionar
brevemente, que los tibetanos conocen un bardo especial, en el que puede entrar el moribundo
en el momento de la muerte. Ese plano de la consciencia que sólo pocas veces se logra, se
designa también como estado de iluminación suprema. Quien es capaz de elevarse hasta ese
plano, no sólo se libera de ciertas consecuencias kármicas, sino simplemente de todos los
karmas. En estado de iluminación el moribundo no sólo ve la clara luz del vacío; de la cual
muchos captan solamente una corta visión; sino que se fusiona completamente con ella. Ese
acontecimiento, que según los budistas trasciende de una vez por todas la Rueda de la
Reencarnaciones, se designa también como la "gran senda vertical" (2 a). En el
Shvetastáshvatara-Upanishad, uno de los escritos sagrados del hinduismo, se describe muy bien
ese proceso. Allí dice:

Este universo inconmensurable es una rueda sobre la que se encuentran todas las criaturas que están
sometidas a la muerte y a la reencarnación. Ésta gira incesantemente en círculo. Es la rueda de Brahmán.
Mientras el alma individual se cree separada de Brahmán, gira en círculo con la rueda en forma
permanente. Pero cuando esa alma, por la gracia de Brahmán, se identifica con éste, entonces no sigue
girando en círculo con la rueda. Ella obtiene inmortalidad.
3. Visiones después de la muerte: Este bardo describe el estado de la consciencia después que ha
abandonado el cuerpo. En esa fase pueden ocurrir visiones breves de la clara luz del vacío, pero
éstas se van extinguiendo rápidamente. Después aparecen otras imágenes, que de una u otra
manera tienen que ver con la vida terrenal recién terminada. En el próximo capítulo hablaré
detalladamente de las experiencias después de la muerte de varios de mis clientes, de las cuales
unas pocas son dolorosas, pero en su mayoría son agradables. En esa fase se observan
frecuentemente figuras blancas brillantes, que son designadas por los tibetanos como
divinidades pacíficas. Esas figuras ayudan a los fallecidos a obtener claridad acerca de las
lecciones kármicas de su vida pasada. Visiones demoníacas, designadas por los tibetanos como
divinidades furiosas, ocurren, según mi experiencia, solamente en casos excepcionales. Así por
ejemplo, una de mis clientes tuvo; en conexión con el recuerdo de una vida como soldado
especialmente violenta; una visión de la diosa de la muerte Kali, destrozando cuerpos y
bebiendo sangre.

4. Como "Gravitación kármica" se designa el estado que los tibetanos caracterizan como bardo,
"que tiende a la reencarnación". Con ese término se ha querido hacer referencia al magnetismo
característico de los complejos kármícos, es decir, éste describe todos aquellos pensamientos y
sentimientos no liberados y condensados como samsaras, cuya dinámica presiona por encarnarse
nuevamente en forma humana. En esta fase ya no existe la posibilidad de revisar esos
pensamientos y sentimientos con ayuda de guías espirituales e/o imágenes del propio karma, en
un plano puramente visionario. Ahora es tiempo para la consciencia de "buscar un regazo",
como dice en forma totalmente prosaica en el Libro Tibetano de la Muerte.
Una y otra vez he observado que la gravitación kármica hace uso habitualmente, de una u otra
forma, de la resonancia simbólica de los residuos samsáricos. Una herida con espada, o lleva
directamente a otra vida con impedimentos físicos, o al útero de una mujer que en el parto tiene
que someterse a una cesárea, por ejemplo. O también, la imagen de un niflo, muerto con mucho
sufrimiento en una situación de violencia, se graba en la psiquis y transfiere directamente a la
persona que está recordando, a una existencia en la cual ella misma tiene que sufrir de la misma
manera como niño. Si no nos dejamos trasladar a una determinada escena de una existencia

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anterior directamente con ayuda de resonancias simbólicas, sino seguimos todo el proceso de
muerte y reencarnación, podemos observar el momento de nuestra propia "concepción" (5) de la
manera descrita en el Libro Tibetano de la Muerte. Vemos entonces cómo copulan nuestros
futuros padres y nos sentimos atraídos hacia el que tiene el sexo opuesto al nuestro; tal como lo
describió Freud en relación con el complejo de Edipo, pero naturalmente desde otra perspectiva.

6. En el útero, la consciencia atraviesa por un estado-bardo especial, como lo han reconocido tan
sabiamente los tibetanos. De la ilustración del ciclo cósmico, pero también de las explicaciones
anteriores de este capítulo, se puede deducir rápidamente la razón. El intemporal estado
intrauterino es representado en el gráfico como un descenso lento a la existencia encarnada. En
esa fase, en que se escucha profundamente, los samsaras preexistenciales (6 a) son revividos
nuevamente por los pensamientos, por las palabras y por los procesos positivos o negativos en
la consciencia de la madre.

7. El "momento del nacimiento" representa un paso abrupto desde el bardo de ese sentido
intemporal en el vientre materno, a la completa encamación terrenal. El gráfico muestra muy
claramente, cómo todos los samsaras causados por muertes desdichadas y dolorosas se agrupan
alrededor de ese peligroso pasaje a través del canal del parto. Ese proceso representa la
experiencia que cierra el ciclo total, como Grof lo comprobó en sus exámenes. Tal como en los
críticos momentos de la muerte, en esa situación se pueden despertar enormes cantidades de
restos kármicos y disolverse con apoyo de especialistas.

8. Experiencia postnatal: La lucha de vida o muerte se ha aguantado. Las horribles experiencias


de muerte reactivadas en el suceso del nacimiento, han pasado y el bebé se impregna de una
sensación de liberación. Muchas veces ésta es nuevamente una fase de consciencia intensa,
comparable al momento de la muerte. Con frecuencia ocurren experiencias trascendentes del
querido recuerdo de la madre y el padre y en un acto de reconocimiento intuitivo, la pequeña
persona "sabe" repentinamente por qué ha regresado nuevamente, o experimenta un estado de
alegría extático, casi divino. En otros casos, la conocida palmada del obstetra, las claras luces y
el nitrato de plata en los ojos, terminan de un golpe todas las sensaciones paradisíacas. Todo el
cuerpo cae en un estado convulsivo de conmoción. Otra vez se reactiva y se pone en escena una
antigua estructura kármica en el inconsciente. Ese drama se presenta entonces en el escenario
totalmente mecanizado que la moderna técnica médica prepara generosamente.
Pero lo peor es que muchos niños sufren en esa fase la profunda conmoción de la separación.
Se trate de un parto prematuro o no, a muchos niños se les pone lejos de la madre, en una cama
separada, con una luz de neón brillante, por largos lapsos de tiempo (por lo menos en la
percepción subjetiva). A menudo se hacen revivir en esos niños, recuerdos de soledad,
separación y abandono. O en caso de que complicaciones médicas requieran una urgente
intervención quirúrgica o de otro tipo, aparecen ocasionalmente en el inconsciente del asustado
y desorientado niño, recuerdos atormentadores de muertes de niños, sacrificios de niños o de un
aborto.
Por mucho que se esfuercen los padres y los médicos para lograr condiciones ideales para un
parto, la presión kármica de antiguas estructuras y traumatismos, evidentemente siempre se
imponen a la fuerza. De una casa perfectamente preparada para el nacimiento, no pocas veces
se pasa en tales casos, a una salvaje prisa en el hospital, o el parto óptimo planeado en una
clínica no puede llevarse a cabo, porque las contracciones comienzan muy temprano e
inesperadamente y ya no queda tiempo para llevar a la futura madre al hospital deseado.
Tales circunstancias y otras parecidas muchas veces forman parte del parto, exactamente
como las figuras femeninas buenas y malas de las que repetidamente se habla en los cuentos. La

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imagen tibetana del ciclo de los nacimientos, aclara en forma muy descriptiva que nosotros
llegamos a veces sobre rosadas nubes de felicidad y a veces sobre negras nubes de miseria. De
otra manera no podemos concebir el ineludible doble carácter de la existencia humana. Casi
nadie ha conocido ese doble carácter mejor que el poeta inglés William Blake, que en uno de sus
poemas escribió lo siguiente, acerca de inocencia y experiencia:

El ser humano está creado para la alegría y el dolor,


y sólo si comprendemos bien eso,
vamos seguros por el mundo.
La alegría y el sufrimiento están tejidos finamente,
y son un espléndido vestido del alma divina.

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11. La gran rueda: La muerte y lo
que viene después

¿Vivió él su vida otra vez con todos los detalles


de las ansias, de la tentación y de la entrega durante aquellos
sublimes momentos de conocimiento realizado? Susurrando, él
le gritó a una imagen, a una visión; dos veces gritó él, un grito,
que no era más que un hálito:
"El horror! El horror!
Joseph Conrad, Corazón de oscuridad

Tu propia consciencia, brillante, vacía e inseparable del


gran cuerpo radiante, no tiene ni nacimiento ni muerte
y es la luz inalterable - Buda Amitabha.
El Libro Tibe taño de la Muerte, "El bardo del momento de la muerte"

Dramas de la muerte: Dos ejemplos de


casos - Michael y Burton
"Las personas le temen a la muerte como los nifios le temen a la oscuridad", escribió Francis
Bacon hace cuatrocientos años. A pesar de los adelantos de la medicina moderna, del consuelo
de los espiritistas familiarizados con "el otro lado" y de los conocimientos de la tanatología, la
ciencia de la muerte, actualmente seguimos teniendo tanto miedo a la muerte como los
contemporáneos de Bacon en el siglo dieciséis/diecisiete. Porque en el fondo, el lamentable
fracaso de la ciencia materialista y de la medicina en la lucha contra ese "último enemigo", sólo
ha aumentado el miedo de las personas modernas por aquel terrible poder. El actualmente
"popular" American Way ofDeath, denominado así por Nancy Mitford, no tiene otra cosa que
ofrecer que rechazo y represión. En Estados Unidos los cadáveres son tratados con cosmética,
para que se vean como si solamente estuvieran durmiendo tranquilamente en el apogeo de su
salud. Hablar sobre enfermedades mortales es un tabú más fuerte que hablar de sexualidad. El
hecho de morir se mantiene en secreto, tanto por los adultos como por los niños. Aparte de en
los hospicios, es casi imposible morir tranquilo y dignamente en una clínica, sin haber sido
molestado antes con las insistentes y desconsideradas acciones de los modernos aparatos
médicos. Salvar vidas parece ser infinitamente más importante que darle a la muerte su derecho
natural.
Yo creo que la terapia de preexistencia nos puede dar importantes informaciones acerca de la
muerte y del hecho de morir, especialmente si interpretamos ese suceso como un proceso
psíquico. Aunque tal vez haya estado presente personalmente sólo cinco veces en la muerte de

161
una persona, me siento casi como un tanatólogo profesional, a causa de las innumerables
muertes preexistenciales a través de las cuales he llevado a mis clientes.
En capítulos anteriores ya hemos sido testigos de muchas escenas preexistenciales de muerte,
muchas veces dramáticas, crueles, e incluso trágicas. En la terapia surgen en forma natural,
recuerdos que son principalmente dolorosos, en los cuales se refleja el sufrimiento actual del
cliente. Como la mayoría de los samsaras traumáticos se pueden atribuir a escenas violentas y a
muertes desdichadas, como experiencias de guerra, enfermedades, hambre, experiencias de
separación, ejecuciones, etc., durante nuestro trabajo tenemos que ocuparnos al principio
principalmente con la limpieza de esas antiguas heridas del alma. Los traumatismos
preexistenciales que se registran más frecuentemente junto a experiencias de muerte, son
experiencias de abandono y separación, como también los ejemplos mostrados en el capítulo 5.
Pero se trate en un caso particular de una muerte violenta o pacífica, el cliente siempre puede
obtener grandes beneficios de tales experiencias de transición. Por eso yo conduzco a mis
pacientes en casi todas las sesiones terapéuticas, sobre la barrera de las experiencias
preexistenciales de muerte, porque eso les proporciona una sensación de integridad y de
liberación y muchas veces, aunque no siempre, una especie de salvación.
Michael, un hombre de un poco más de treinta años, que tiende más bien a ocultar sus
sentimientos, se acuerda de una vida como mujer en Nueva York a principios del siglo veinte.
Cuando ella en los años veinte, por más que quiere no puede encontrar ningún trabajo,
finalmente trabaja como una prostituta fina y vende sus favores en bares caros a gente de
negocios rica. Resueltamente engatusa a un hombre que se enamora de ella y que primero la
hace su amante y después se casa con ella después de haberse divorciado. Después de una vida
egoísta, ella finalmente se da cuenta que todos esos privilegios materiales le significan poco. Y
así volvió a experimentar Michael la escena de su muerte:

"Ahora estoy bastante vieja y enferma. Padezco de una pulmonía. Sé que voy a morir pronto.
Los otros (miembros de la familia) lo saben también. Todos están allí. Mi esposo, mis hijos
adultos Fred, Angela y Minny... A ellos les da lo mismo mi estado. Solamente simulan ser los
parientes cariñosos. Ellos no esperan otra cosa que yo finalmente muera... Oh, mi pecho, ya no
puedo respirar... Cómo duele... Estoy muy débil. Ahora me muero. El se retuerce, tose y
repentinamente se queda tendido completamente relajado.
"¿Qué ha pasado? ", pregunto yo.
"Ya no estoy más aquí. Aparentemente floto sobre mi cuerpo. En todo caso ya no estoy en mi
cuerpo, que ya ha dejado de respirar. Gracias a Dios todo ha pasado. ¡Dios mío!, cómo me
odiaban ellos. 7 yo también les había dado todos los motivos para eso. Yo sólo me había
aprovechado de ellos, especialmente de Henry (su esposo). ¡Vaya! Winny llora incluso, ella
siempre fue sentimental. Pero tampoco ella me quería más que los demás. Bien, ahora tengo
que irme de aquí. Todo parece tan lejano. Estoy flotando en otra esfera. Oh, cómo me duele el
pecho ".
"Respire profundo un par de veces y después diga qué ocurre con su pecho ", le indico,
Michael respira entonces intensamente por un momento y aparecen lágrimas en sus ojos.
"Oh, yo era tan egoísta. Siempre estaba solamente tratando de ejercer poder sobre ellos". Él
comienza a sollozar en forma conmovedora. "Yo creía que se podía comprar amor, pero eso no
se puede. Ellos nunca me quisieron porque yo nunca los quise. ¡Oh, qué derroche, qué
derroche! Toda esa gran cantidad de dinero no me significaba nada en cuanto la tenía en mis
manos. Oh, cómo me duele el pecho".
"Observe ahora nuevamente toda su vida "; yo todavía le hablo directamente a la mujer; "y
trate de averiguar cómo se originó su egoísmo”.

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"Oh, me veo como una pequeña muchacha jugando en una casa arrendada en Brooklyn. Mi
madre estaba amargada. Apenas le había quedado algo para vivir, después que mi padre nos
había abandonado. Yo aprendí a tomar simplemente las cosas y comprendí que no se recibe
absolutamente nada si uno no aprovecha la oportunidad y toma ".
"¿Considera usted que la pequeña muchacha es responsable por eso? "
"No, no tengo nada que reprocharle. Ella se cerró igual que su madre ".
"¿Hay algo que ahora usted quisiera decirle a ella retrospectivamente? " "Sí, quiero decirle:
No te cierres. La vida es dura, pero eso no es un motivo para llegar a ser empedernida". El
pone la mano en su pecho, sin estar consciente del significado simbólico de ese acto, y
nuevamente estalla en sollozos.
"Quiero decirles a ellos cuánto lo siento ", dice él
"Bien. Traiga a su esposo y a sus hijos interiormente ante sus ojos y dígales cómo lo siente
usted por todo eso ".
"Por favor perdónenme, Fred, Angela y Minny... Ya ti Henry, cómo abusé de ti y te hice la
vida imposible. Tú eras realmente un hombre bueno y sencillo. Nunca te agradecí algo. ¿Cómo
podrían perdonarme? "
"Ruégueles ".
"¿Pueden perdonarme?... Ellos sonríen. Solamente no pudieron llegar a mí. Sí, ellos me
perdonan. Sí, realmente ".
"¿ Qué ocurre ahora? "
Me encuentro en un cuarto sencillo, pero no aquí en la Tierra. Se me ha enviado aquí.
Solamente debo estar allí y reflexionar acerca de mi egoísmo. Cómo me corroe todavía
interiormente el egoísmo... Tengo que permanecer aquí durante mucho tiempo antes de volver".

El proceso anteriormente descrito es designado por muchos terapeutas de preexistencia como


fase retrospectiva. La separación del cuerpo preexistencial que Michael experimentó, es una
típica situación de transición del trabajo preexistencial. Ciertamente no hay ninguna posibilidad
de verificar la exactitud de ese relato de muerte, pero esa forma de presentar aquel
acontecimiento está tan difundida, que no tengo ninguna duda en ese punto. Más bien hago
evaluar nuevamente la personalidad preexistencial en la situación del abandono de su vida
pasada. Por ejemplo, traslado a la mujer del ejemplo anterior a su niñez, la hago experimentar
nuevamente los problemas que tenía en ese tiempo y expresar los pensamientos y sentimientos
que en esa vida quedaron sin decir.
También se podría designar ese diálogo después de la muerte como un psicodrama, que es
puesto en marcha por intervenciones dirigidas por parte mía. Ocasionalmente, en ese contexto
incluso se hacen reproches recíprocos, que después desembocan directamente en un conflicto
que ha ocurrido en otra existencia. Pero cuando una persona; como por ejemplo esa mujer;
siente un auténtico arrepentimiento, entonces se puede llegar también a un perdón pensado con
franqueza. Cuando el karma es disuelto de esa manera, se registra frecuentemente una reducción
de los síntomas corporales que están en conexión con las energías bloqueadas. Con toda
seguridad, en el pecho de ese hombre se oculta el recuerdo de un "corazón frío" y ahora éste se
abre antes de disiparse.
Otro ejemplo de una descarga y de un alivio físico por medio de volver a vivir una experiencia
de muerte, era Winifred. Esa mujer de mediana edad sufría en su juventud de sinusitis crónica.
Durante un análisis, ella se acordó de la muerte de un joven hombre huérfano en un campo de
batalla de la primera guerra mundial, el cual se había criado en Londres. El joven hombre había
conocido por primera vez algo así como amistad en las trincheras de esa guerra. Cuando él
aspiró gas venenoso en un ataque y estaba tendido moribundo, repentinamente tuvo claro el
valor de sus relaciones de amistad que recién había contraído. Él lamentó profundamente esa

163
pérdida. Pero el gas le impidió llorar y afligirse. Cuando Winifred vivió nuevamente esa
experiencia, se dio cuenta de todo el pesar que había retenido el joven hombre y pudo entonces
expresar ese sentimiento. Casi como por un milagro se abrieron repentinamente sus senos
nasales laterales. Y cuando ella participó en otro evento algunos días después, relató que esa
mañana había podido respirar libremente a través de la nariz por primera vez en veinte años.
Cuando la vida recordada ha sido relativamente feliz y satisfecha, no son necesarios tales
psicodramas de después de la muerte. Entonces la mayoría de las veces la consciencia del
fallecido dice frases como: "Fue una buena vida. Yo hice lo que era mi deber. Tal vez no actué
muy correctamente por aquí y por allá, pero en general puedo estar satisfecho". La vida de
Leonard como gobernante chino, descrita en el capítulo 6, es un ejemplo de eso. De un tipo
totalmente diferente y esencialmente difíciles para una terapia, eran los recuerdos de Burton.
Burton era un arquitecto de aproximadamente treinta y cinco años, que a duras penas mantenía a
flote una pequeña oficina. Él vino a mí por una terapia a causa de un pronunciado miedo a la
muerte. Él ya había sufrido de diversas molestias físicas, pero su inquietante preocupación
principal era la idea: "La vida simplemente se me esfuma. Voy a morir pronto". Yo le pedí que
se acostara sobre el sofá con los ojos cerrados y que repitiera varias veces la frase "Voy a morir
pronto". Yo esperaba que esa frase lo condujera al centro de su miedo. Casi de inmediato se
hizo evidente en forma muy vivida la naturaleza de su conflicto inconsciente. A continuación lo
vemos como un joven soldado de aproximadamente dieciséis años de edad, que yace herido de
muerte en un campo de batalla, aparentemente durante las guerras napoleónicas:

"Pronto tengo que morir. No, no lo permito. Tengo que permanecer en movimiento. Tengo
que hacerlo. No lo resisto. Voy a recuperar el control sobre mí... No, no quiero morir. No puedo
morir. Voy a aguantar. No quiero morir. ¡No! Ellos tratan de llevarme... 'Déjenme aquí
tendido, o me defiendo. ¡Déjenme en paz! No me arrojen a un montón de cadáveres. ¡Déjenme
en paz!' Ellos no me escuchan. Pero yo me quedo aquí. Yo soy un soldado. Tengo miedo. No
quiero morir".

Burton continúa por un tiempo con ese monólogo medio delirante y medio consciente. El
joven soldado se trata de convencer ahora implacablemente de que no es necesario que muera,
en contra de todas las apariencias. Aparentemente él yace durante horas allí; considerado muerto
por lo demás; antes de que finalmente muera.

"Ya no puedo mover la parte de abajo de mi cuerpo. Ya no siento mis piernas. Todo está
muerto allá abajo. Tal vez estoy peor de lo que creo. Por eso me han abandonado. Nadie me
ayuda. No puedo morir. No debo morir. Yo no sé cómo se muere. Yo no sé cómo desprenderse
de uno mismo. Yo sé cómo se lucha. Esa es una buena cualidad. Por eso la gente me quería. No
quiero morir. Es terrible estar sin cuerpo. Ya no siento dolores. Toda la parte de abajo de mi
cuerpo está insensible. Estoy furioso. Soy demasiado joven para morir. Aquí no hay ningún
ángel, ninguna persona, nada... Ahora tengo que irme. Es muy triste. Qué lástima... Yo era tan
ingenuo, tan joven".
"¿Qué ocurre ahora? ", le pregunto.
"Ya no estoy en mi cuerpo. Lo veo desde el lado. Él tiene puesto un abrigo blanco y tiene pelo
rubio. Sus caderas, su abdomen, sus intestinos; todo destruido a balazos ".
"¿Qué clase de persona es usted? "
"Yo soy un romántico, soy un tipo bondadoso. Yo era partidario de Napoleón, de la libertad y
de todo eso. Yo tenía una hermana que quería mucho. Es muy triste ". Él llora durante un rato.
"¿Siente dolores en alguna parte de su cuerpo? ", pregunto yo. "Sí,
en la región lumbar".

164
"Deseo que vuelva nuevamente a su cuerpo como joven soldado y diga cómo siente su
espalda", le pido.
"Yo trato de mantener unido mi cuerpo. Estoy furioso. No se puede. No puedo mantenerlo
unido ".
"¿Le significan algo esas palabras en su vida actual como Burton? ", pregunto yo.
Oh, sí. Esa es mi constante lucha. Permanentemente tengo miedo de que todo se desintegre,
de que fracase ".
"No olvide que esas palabras pertenecen a la vida del soldado, no a su vida actual. Usted
puede sacar esas palabras de usted, si está interiormente preparado para eso ", le digo. Luego
le doy algunas afirmaciones, para que le ayuden a desprenderse de la antigua negatividad que
él había "almacenado" en la parte inferior de su cuerpo. Ahora él dice varias veces las
palabras:
"Yo me despojo del dolor y de la amargura de aquel soldado. Me desprendo de su miedo a
morir. Libero mi deseo de autocontrol. Tengo todavía toda mi vida por delante. Tengo todavía
suficiente tiempo ".
El dolor se reduce y Burton se siente muy aliviado, pero todavía queda mucho trabajo por
hacer. Todavía lo hago expresar un poco los pensamientos del desdichado soldado
desilusionado de la vida, para que pueda terminar con esa existencia interiormente:
"Estoy muerto, pero estoy triste. Fue muy injusto. Allá al otro lado he dejado a mi hermana, a
mi madre y a mis amigos. Ellos no saben dónde estoy. De preferencia seguiría luchando sin
parar. Me siento engañado. Te odio (Dios). Tú deberías haberme compuesto nuevamente ".

Como Burton había hecho conscientes sus antiguos dolores, ahora podía vivir con esa figura
preexistencial. Con seguridad tendría que trabajar en eso todavía un tiempo. Yo le recomendé
abrir un diario de vida y apuntar allí sus diálogos interiores con esa figura, Eso dirigiría la
atención sobre la amargura y el miedo del soldado, que habían atormentado a Burton. Entonces
esas sensaciones se debilitarían lentamente. En cuanto al profundo miedo a la muerte de Burton,
éste desapareció completamente después de aquella única sesión. Burton vio muy claramente,
que inconscientemente había traído a su vida actual los temores de ese joven que había muerto
en forma prematura. Después de nuestro trabajo quedaron a su disposición, potenciales de
energía completamente nuevos.

Desaparecer para el Yo: La


práctica de no adherirse
Cuando analizo junto con mis clientes, como Michael, Winiíred, Burton u otras personas
mencionadas en este libro, sus experiencias de muerte, persigo con eso dos esenciales propósitos
terapéuticos. Primero, las experiencias de muerte, tanto traumáticas como tranquilas, son
frecuentemente el punto de cristalización de los pensamientos, sentimientos y sensaciones de
una existencia anterior. En el trabajo terapéutico tratamos de diferentes maneras, de liberar, de
expresar o tal vez incluso de invertir los residuos psíquicos: de manera psicodramática, o por
medio de diálogos, afirmaciones o meditación.
Segundo, las experiencias de muerte pueden entregar, gracias a su estructura arquetípica, un
ritual valioso para una curación psicodramática, mientras se las maneje correctamente. Cuando
el cliente sufre mentalmente una vez más todos los horrores y la sublimidad de una muerte
anterior, eso es un suceso psíquico de tal intensidad, que el individuo respectivo obtiene la
posibilidad de liberarse en forma completamente consciente de las impresiones o samsaras

165
intensamente cargadas en una o en varias existencias. Ese procedimiento muestra grandes
concordancias con la técnica del yoga Patanjali. En la meditación yoga, el practicante aprende a
liberarse de los samsaras del propio espíritu, lo que se parece mucho a lo que el santo Tomás de
Kempen designa como "Desaparecer para el Yo" en su libro La sucesión de Cristo. En la
moderna jerga psicológica se podría decir que el cliente experimenta una catártica muerte-Ego,
gracias a la intensa identificación con la personalidad secundaria o con el otro Yo4 que ha
guiado inconscientemente su pensamiento y su conducta.
La práctica de desaparecer para el propio Yo, en sentido figurado o simbólico, encuentra un
trasfondo aún más rico en el ya mencionado Bardo Thodol o Libro Tibetano de la Muerte, un
manual del acto de morir. Esa colección de textos de la tradición budista del antiguo Tibet se
ocupa en primer lugar, con la posibilidad de morir consciente. Aunque una lectura superficial
del libro podría inducir a suponer que el lector tiene que ver en primer lugar con textos rituales
que se recitan en el funeral de una persona, una dedicación más detallada al estudio de esa
tradición, muestra muy rápidamente que eso consiste en meditaciones que sirven para preparar a
la persona para la muerte. Mientras el adepto medita sobre aspectos que conciernen al tiempo
antes y después de la muerte, aprende, aun cuando en realidad no muera, que puede
experimentar el suceso de la muerte con clara consciencia y que probablemente pueda impedir
dejarse absorber por aquellos pensamientos negativos que hemos descrito anteriormente. De ahí
que a Stanislav Grof le guste citar el proverbio: "Quien ha aprendido a morir antes de que
muera, no muere una vez que muere".
Todo eso le puede parecer un poco exótico al lector occidental, mientras no considere un
principio fundamental del budismo, que se podría designar como "Principio del poder
determinante de los pensamientos". En uno de los textos básicos del budismo, el Dhammapada
(algo así como: Camino de la verdad), leemos inmediatamente en las líneas iniciales:

Todo lo que somos es el producto de lo que hemos pensado: Se basa en nuestros pensamientos,
sale de nuestros pensamientos.
Cuando la persona piensa algo malo hablando o actuando, la sigue el sufrimiento, tal como la
rueda sigue a la pata del buey que tira el carro...
Cuando la persona piensa con pureza hablando o actuando, la sigue la felicidad, como una
sombra que no la abandona nunca más.

Aquí se ha juntado, como en una cáscara de nuez, la esencia de la doctrina budista del karma
en su más pura expresión psicológica. Los maestros tibetanos se refieren reiteradamente en el
Bardo Thodol, a la extraordinaria importancia de este principio para las dos situaciones de
transición más importantes de la existencia humana: Nacimiento y muerte. Desde tiempos
inmemoriales se ha observado repetidamente, que en esos decisivos puntos de cambio, mientras
el alma de la persona pasa de la intemporalidad a la condición donde existe el tiempo y
viceversa, la consciencia se encuentra en un estado de creciente intensidad.
Todos conocen la popular leyenda, que los ahogados pasan revista una vez más a toda la vida
en forma rapidísima. La novela de William Golding, Pincher Martin, representa ampliamente
ese tema. Como hemos visto en el capítulo anterior, el niño también experimenta una fase de
consciencia aumentada, durante el nacimiento y después de éste. Cuando clientes como, por
ejemplo, Susan (capítulo 5), vuelven a vivir su nacimiento, frecuentemente se impone en su
consciencia un determinado pensamiento o una determinada revelación, que está ante su mente
mientras ellos entran a este mundo. Tal vez el bebé reconoce en la madre un antiguo buen amigo o
una antigua buena amiga, o también, como lo quiera el karma, un antiguo enemigo o una
antigua enemiga. O como en mi propio caso, surge el oprimente pensamiento: "No quiero estar
aquí".

166
La aumentada consciencia que se registra al morir, se graba en lo que denominamos alma,
espíritu, cuerpo etéreo o akasha, en forma de nuestros sentimientos, pensamientos y
sensaciones, y así queda "guardada" para futuras existencias. Muchas veces esas impresiones se
vuelven a experimentar durante el drama del nacimiento. El cordón umbilical que en el
nacimiento de Susan estaba enrollado en su cuello, le provocaron de inmediato el recuerdo del
suicidio por medio de una cuerda, que resultó de sentimientos de culpa. Pero suceda eso o no, la
calidad de la consciencia de muerte de existencias anteriores le pone inevitablemente un
determinado sello a la psiquis que pasa a otra estera, en forma de samsaras, es decir, de
complejos kármicos.
Hemos visto (en el capítulo 2) como Helen muere llena de amargura y furia por su esposo que
la había abandonado, y en su vida actual se había dedicado en forma casi obligada a ese tema en
sus novelas. Gregory (en el capítulo 4) proyectaba sus sentimientos de culpa en sus propios
genitales. Edith (en el capítulo 7) había traspasado a su cuerpo la idea preexistencia!: "Mis
extremidades no funcionarán nunca más". Michael, cuyo caso describí anteriormente, estaba
atormentado por el miedo a una muerte prematura, un temor que tenía que ver con una muerte
preexistencial en el campo de batalla. En el capítulo anterior también hemos visto la forma
múltiple y desastrosa en que pueden actuar en existencias posteriores, los pensamientos que
tiene al morir una víctima de violación o de tortura.
A continuación quiero presentar algunos ejemplos de mi práctica, de impresiones kármicas
que ocurren en el momento de la muerte.

- Una abogada se vio como una pequeña muchacha que por descuido incendia la casa de sus
padres y que muere con los siguientes pensamientos: "Todo es error mío. No hice lo suficiente
para salvarlos". Ese pensamiento condujo a que ella en su vida actual se comporte
exageradamente consciente del deber y se sienta incluso responsable por los problemas de sus
amigos, sin saber por qué.

- Un hombre se acuerda cómo bombardeó Dresden en la Segunda Guerra Mundial, siendo


piloto. Al lanzar las bombas cae en un severo conflicto y piensa: "¿Es esto realmente
correcto?" Poco después es derribado por disparos. En su actual vida privada y profesional es
atormentado por constantes indecisiones.

- Una mujer se acuerda de haber vivido en la antigüedad como un soberano especialmente


cruel, a quien le produce placer hacer azotar a sus esclavos con un látigo. Él muere con el
pensamiento: "Moralmente no resisto una posición de poder". En su vida actual la mujer se
resiste interiormente a hacerse cargo de puestos de responsabilidad, aun siendo óptimamente
adecuada para las labores correspondientes.

- Una mujer se acuerda de haber crecido en una tribu sudamericana como una venerada futura
persona para sacrificio. "Soy elevada hacia los dioses", piensa ella cuando le sacan el
corazón. En su vida actual, en la que realmente no tiene pocas dificultades, se siente superior a
sus semejantes a causa de su sufrimiento (problemas parecidos también tienen de vez en cuando
personas que experimentan nuevamente una vida como mártir cristiano).

- Un hombre experimenta en el recuerdo, cómo lo torturan en la Edad Media por bruja, cuyos
últimos pensamientos son: "Me da lo mismo lo que ustedes digan”. En su vida actual él es casi
incapaz de expresarse y le resta importancia a ese problema en forma cínica (también muchas
mujeres se acuerdan de tales historias).
- Una mujer crónicamente depresiva recuerda una vida como hombre, cuya querida esposa

167
muere al dar a luz. Él no se repone nunca más de la pérdida y se ahorca. Sus últimos
pensamientos son: "Nada tiene valor. No me siento familiarizado en esta vida". Ese oprimente
pensamiento se ha fijado en el cuello y en los hombros de la mujer y le roba su vitalidad en esta
vida.

Otros escenarios preexistenciales de muerte que actúan kármicamente son: la pérdida de los
padres siendo un niño pequeño ("Tengo que hacer todo solo"), una muerte repentina por medio
de un accidente o de un ataque sorpresivo ("Es muy peligroso salir/confrontarse con el
mundo/estar solo", etc.), el engaño por parte de la pareja del otro sexo (Nunca más le tendré
confianza a un hombre/una mujer o le demostraré mis sentimientos"), desgracias o torturas ("No
quiero estar nunca más en mi cuerpo").
Naturalmente, en la creciente literatura de terapia de preexistencia se encuentran innumerables
variaciones de esos temas y también cientos de otros asuntos y situaciones. Todas ellas
confirman las conclusiones de los antiguos maestros yoguis tibetanos, de que el moribundo en el
momento de la muerte puede producir un poderoso karma, como también liberarse de un karma
así. Un antiguo proverbio tibetano expresa ese argumento así:

En un momento de tiempo se crea una clara diferenciación; En


un momento de tiempo se logra una iluminación perfecta.

Para la mayoría de las personas que no están iniciadas en los secretos de la meditación y que
no han aprendido a recordar existencias pasadas, tales momentos de iluminada claridad son
extremadamente extraños. A causa de nuestra ignorancia y de nuestro carácter temeroso, existe
el peligro de que en el momento de la muerte reaccionemos con confusión y pánico y "creemos
una clara diferenciación", lo que en el ámbito humano significa, buscar una salida o un refugio.
En vez de seguir el camino trazado por el Libro Tibetano de la Muerte como "la gran senda
vertical" para la iluminación, es decir, adoptar una actitud que conduzca a la liberación de
nuestra consciencia individual del interminable ciclo de renacimientos y a que ésta vuelva a
fusionarse con el ser divino único, la mayoría de nosotros se siente nuevamente atraído hacia un
seno materno, por medio del dominante poder del karma y especialmente a través de la energía
de aquellos pensamientos que repetidamente se imponen en nuestra última hora. La
"iluminación perfecta" ocurre solamente en los casos menos frecuentes, pero no obstante, los
métodos descritos por mí pueden ayudar a liberarse de determinados complejos kármicos, al
recordar la situación de transición de la muerte.

Visiones espontáneas después de la muerte


Cuando trabajo con situaciones preexistenciales de transición, es decir, con experiencias de
muerte que se recuerdan, frecuentemente hago intervenciones activas y proposiciones, para
facilitar al cliente el desprendimiento de pensamientos cargados kármicamente. Yo he
presentado los diálogos y consideraciones del trabajo terapéutico con Michael y Burton. Pero
también existen clientes que durante la experiencia preexistencial de transición de la muerte, han
tenido una sensación tan profunda de liberación, que alcanzan un estado de lucidez en el que se
manifiestan espontáneamente visiones de una luz impresionante y de una belleza extraordinaria.
Deseo a continuación citar algunos ejemplos de aquellas visiones "celestiales", para corregir un
poco la imagen más bien desolada que puede haberse originado hasta ahora. Pero antes quiero

168
entregar un breve resumen de lo que me han relatado clientes acerca del estado de después de la
muerte; tanto en terapia conmigo como también en talleres que he dirigido junto con mi esposa.
La mayoría de los clientes que en la regresión han experimentado una muerte preexistencial,
relatan, que a pesar de sus pensamientos concretos, han sentido el hecho de morir como una
gran liberación, como una tranquila despedida de todos los sufrimientos usuales o inusuales de
la vida humana; por ejemplo, decrepitud, soledad o enfermedad. En el 95% de los casos que he
documentado, el cliente relata al recordar, que la consciencia del moribundo primero flota sobre
el cuerpo y luego pasa a un reino indescriptible de paz y tranquilidad. Sólo una pequeña parte de
los clientes se ha podido acordar de breves visiones luminosas. Del 5% restante de mis clientes,
más o menos la mitad relata que han sido acogidos pacíficamente por la tierra, mientras que el
resto ha tenido la impresión de caer en un extraño remolino o en una oscuridad difícil de
describir. Es cierto que en mi práctica terapéutica me he encontrado muchas veces con
recuerdos de estados "infernales" en la Tierra, pero de imágenes del infierno después de la
muerte casi no he escuchado, aunque de vez en cuando se relata acerca de tales impresiones.
Mas adelante está publicado un ejemplo de una experiencia de ese tipo. La mayoría de las
visiones del infierno; y en ese punto concuerdo plenamente con Stanislav Grof; no se registran
en el estado de después de la muerte, sino más bien en la fase perinatal, es decir, en un período
en que todos los samsaras negativos actúan sobre el bebé con una fuerza concentrada, como
hemos visto en el capítulo anterior.
Del 95% de aquellos que se ven flotando hacia arriba y del 2,5% de los que se sienten
reabsorbidos por la tierra, la mayoría, más o menos el 80%, se encuentran muy rápidamente en
otra existencia o también en el momento de su encarnación. Según sus propias declaraciones, se
encuentran en el regazo de una nueva madre o en el cuerpo de un niño todavía relativamente
pequeño. Pero frecuentemente también son lanzados, por medio de un determinado "último"
pensamiento, directamente en esa o en otra vida, hacia un drama de adulto, con lo que
simplemente se saltan la infancia. Una mujer que en el recuerdo se había visto como un gordo
jefe semita, murió con el pensamiento: "Yo era muy egoísta, yo tengo que preocuparme más por
el bienestar de otros". Casi instantáneamente se encontró como monja en una colonia de
leprosos. Yo podría citar cientos de ejemplos de ese tipo.
Del pequeño porcentaje de aquellos que no regresan inmediatamente a la Tierra, algunos ven
"espontáneamente" (es decir, sin mi intervención) apariciones sin cuerpo, o sea espirituales,
mientras flotan en el Más Allá. Muchas veces se trata de amigos fallecidos o de familiares de la
vida preexistencial recién terminada, muchas veces de un cónyuge o ser querido ya fallecido o
de un niño especialmente cercano a la persona respectiva o de uno de los padres por el que esa
persona ha tenido especial preferencia. Pero ocasionalmente ocurren también encuentros
espontáneos con uno o con varios enemigos que el fallecido ha matado. Con frecuencia
aparecen en una existencia siguiente, una o varias personas que presentan semejanzas con el
anterior adversario, pero entre dos existencias esos encuentros son más bien excepcionales.
Muchos clientes del mencionado grupo de minoría se encuentran durante el "viaje" con antiguos
maestros o gurúes de la existencia recién terminada o de otra existencia. Algunos relatan que
durante varias existencias han vuelto una y otra vez al mismo maestro, cada vez con una nueva
personalidad.
También está bastante difundida la experiencia después de la muerte, en que la personalidad
sin cuerpo se encuentra con una figura vestida de blanco que irradia amor y sabiduría. A
menudo esas figuras aparecen también en pequeños grupos, es decir, como "comités kármicos",
como digo a veces con un guiño de ojos. Un grupo así le ayuda al fallecido a revisar una vez
más las lecciones de la vida pasada y a sacar las conclusiones necesarias.
Una mujer me relató una vez que había sido llevada por una de esas figuras de luz a un templo
celestial, donde le habían mostrado un libro grande en el que estaba anotada la vida que acababa

169
de recordar y "muchas otras existencias". Otra mujer experimentó algo parecido, cuando un ser
espiritual le mostró una parte de un enorme tapiz, donde estaban representadas todas sus
existencias entretejidas entre sí. Pero de vez en cuando, personas en ese estado también cogen al
vuelo una corta visión de jardines, montañas o islas celestiales. Algunos clientes que se han
visto en el recuerdo como miembros de tribus aborígenes americanas, me han relatado a su vez,
que después de su muerte preexistencial han llegado a un bosque celestial, que tiene una gran
semejanza con los legendarios "felices territorios de caza".
Personas que recuerdan una devota vida cristiana o un martirio anterior, frecuentemente tienen
visiones de Jesús, pero esas imágenes aparentemente dependen de una vida cristiana, de la
misma manera como los territorios celestiales de caza dependen de una existencia anterior en
una cultura de caza. Una determinada forma de las visiones de después de la muerte, que
muestran ciertas concordancias con experiencias chamanísticas, es el encuentro con un animal o
pájaro sagrado; osos, lobos, ciervos, águilas, halcones; y a veces incluso ocurre con eso una
transformación en la forma espiritual de ese animal.
Sin embargo, la mayoría de las veces surgen tales visiones una vez que el cliente ya ha
analizado a fondo muchas existencias dolorosas. Parecen estar reservadas para una fase de
integración, es decir, para un momento en que una gran parte del karma ya está por disolverse.
Por esa razón me opongo a acompañar en forma terapéutica a mis clientes en la búsqueda de
guías espirituales o de antiguos maestros o a guiarlos hacia fuentes celestiales. Tengo la
impresión de que tales experiencias son una gracia que es otorgada por la sabiduría del Yo
supremo, en cuanto una persona está preparada para eso. Querer forzarlas a venir antes de
tiempo, me recuerda a aquellos dramaturgos del siglo dieciocho, que alteraban las escenas
finales de los dramas de Shakespeare que eran especialmente poco claras, porque esas escenas
atentaban contra su opinión marcada por la aclaración de cómo tenía que verse un mundo
perfecto.
Muchas de esas experiencias de muerte recordadas muestran claras concordancias con los
informes coleccionados acerca de experiencias de cercanía a la muerte, del Dr. Raymond
Moody, del Dr. Kenneth Ring y de otros. Entretanto, están a nuestra disposición innumerables
declaraciones de personas declaradas clínicamente muertas, que sin embargo, han sido traídas
de vuelta a la vida. Y todas ellas informan de manera concordante, que han flotado sobre el
cuerpo y sobre la tierra, de luces celestiales, de parientes fallecidos y de figuras espirituales de
blanco. La única experiencia importante documentada en esos relatos de la que hasta ahora
jamás he escuchado en mi trabajo terapéutico, es la sensación de ser lanzado hacia delante a
través de un túnel; pero naturalmente mi archivo privado no se puede comparar con la extensa
colección de documentos de esos científicos que trabajan minuciosamente. Sin embargo, según
mi opinión, las muchas concordancias que saltan a la vista están a favor de que éstas son
experiencias de muerte y de transición arquetípicas, o sea universales, que están "almacenadas"
en el inconsciente colectivo.

Aprender de las experiencias de muerte


Para concluir esta corta presentación de experiencias preexistenciales de muerte y de
transición, quiero citar todavía tres ejemplos de casos, en los cuales el cliente respectivo entra a
un plano totalmente nuevo de la consciencia de muerte. No puedo decidir si en estos casos se
trata de experiencias estrictamente religiosas o solamente de momentos de ampliada
autocomprensión, en toda su múltiple y contradictoria expresión. Pero en todo caso, esas
experiencias consisten en visiones arquetípicas, en las que de una u otra forma se reúnen
formando una unidad, las alturas sublimes y las profundidades bárbaras, de las que está
170
compuesta la comedia humana. En esa comedia, según parece, cada uno de nosotros ya ha
interpretado varios diferentes papeles hasta ahora.

1. Madeleine, una joven profesora de poco más de treinta años de edad, comenzó una terapia de
preexistencia, cuando a causa de sus severas depresiones estaba al borde del suicidio. En los
años anteriores ella ya había intentado una terapia primaria y otras terapias, y estaba casi
desesperada, en lo que se refería al desarrollo de su vida y a sus terapias. En el transcurso de
varias sesiones, trabajamos con ella, tanto mi esposa Jennifer como yo mismo y descubrimos
toda una serie de existencias anteriores, en las que muertes violentas, torturas y violaciones,
parecían realmente estar a la orden del día. Según todas las apariencias, ella estaba atrapada en
un círculo vicioso kármico, donde el pensamiento dominante que estaba detrás de todas esas
existencias era: "Todo es error mío. Soy una persona mala y sufro merecidamente".
¿Pero qué había causado ese pensamiento negativo extremadamente agobiante? A
continuación surgieron dos recuerdos decisivos, de los cuales uno se refería a una existencia que
había ocurrido hace poco tiempo, en cambio el otro se refería a una existencia que había tenido
lugar hacía ya mucho tiempo. Esas dos historias aclararon mucho aquel círculo vicioso de
desesperación y autocastigo. El primero de esos recuerdos mostraba notables concordancias con
la existencia de Yvonne como pirata (descrita en el capítulo 8). Madeleine describió
detalladamente innumerables ejecuciones, violaciones y mutilaciones. Aquí un ejemplo:

"Nos encontramos en el mar. Hemos capturado un barco. La primera víctima es un joven


oficial con uniforme. Lo decapitamos. Sus ojos miran fijo, su cuerpo se desploma... Ahora le
toca el turno a otro hombre. Le disparamos en medio de la cara. La mitad de su cara ha
desaparecido. Un ojo cuelga hacia abajo... "

De esa manera continúa esa vida sanguinaria. Una orgía de asesinatos sigue a la otra. Pero a
diferencia que en la vida de pirata de Yvonne, en esta existencia no ocurre ningún desquite.
Cuando él ya era demasiado viejo para navegar en el mar, circula por los bares del puerto y
finalmente muere de fiebre solo y abandonado en el piso superior de un restaurante:

"Muero muy lentamente. Soy viejo. Tengo calor, estoy transpirando... Ya no estoy
exactamente aquí... Ya no sé dónde estoy... Por todas partes hay una niebla oscura... Oh,
auxilio, Yo veo las caras de la gente que hemos asesinado. Ellos han venido para perseguirme.
Veo sus ojos salientes mirando fijo, la sangre. Son muy numerosos; jóvenes y viejos; es como en
el infierno. Ahora yo también soy un espíritu. Parece como si ahora tuviera que vagar por
mucho, mucho tiempo por la Tierra como espíritu. No hay lugar para mí. Estoy completamente
solo. Nadie me percibe. Ese es mi castigo. No me encuentro en la Tierra, sino en algún otro
planeta desolado; todo está oscuro y envuelto en una niebla fría. Tengo que permanecer allí un
largo, largo tiempo. Me parece una eternidad.
Yo me castigo a mí mismo. En esta dimensión una parte de mí está consciente de que tengo
que hacer todo para expiar lo que le hecho a otros. Para que yo vuelva a ser una persona,
primero tengo que sentirme tan solitario, desesperado y abandonado como mis víctimas antes
de morir”.

En esa sesión y en las próximas, Madeleine vaga sin pausa a través de esa selva psíquica, y
parece como si reconociera cada rostro de los hombres, mujeres y niflos que torturó en su vida
de pirata. Aparentemente se siente impulsada hacia un acto de una penitencia totalmente
extraordinaria. Finalmente ocurre un cambio asombroso:
Yo voy de derecha a izquierda. Delante de mí hay una luz. Hace cada vez más calor. Piso

171
sobre pasto. Ante mí hay personas y voces y escucho una voz impresionante decir: 'Suficiente,
suficiente. Has hecho lo suficiente'. Y yo sé que ahora mi castigo ha pasado”.

Poco después cambia la escena nuevamente y Madeleine se encuentra por poco tiempo
nuevamente en el regazo de una madre y viene al mundo como un pequeño bebé masculino. En
las siguientes escenas se puede ver una vida sencilla, pero satisfecha. El joven llega a ser adulto,
aprende la profesión de carpintero, se casa con una mujer que ama y vive una vida feliz,

"¿Qué he hecho yo para merecer una vida tan buena? Se pregunta Madeleine cuando ha
pasado esa existencia. A eso, la voz de la sabiduría que está en ella contesta: "Tienes que
aprender por medio de amor, no solamente a través de sufrimiento”.

Madeleine pasó por un estado que no es totalmente diferente a la fase post mortem que en las
escrituras budistas es conocido como "Reino de los pretas " (espíritu del hambre). En efecto,
espíritus simbolizaron para ella aquella feliz vida que les había negado a otros, pero también a sí
misma. Una vez que había recuperado la capacidad de ser feliz, se liberó de la exigencia de
girar sin fin en aquel ciclo de autocastigo, que se había expresado tanto en las existencias
violentas recordadas por ella anteriormente, como también en ese estado infernal. Ella había
bajado a su propio infierno kármico y ahora había regresado dispuesta a entrar a la vida llena de
alegría y agradecimiento. Naturalmente le quedó todavía mucho por hacer, pero esa visión
representó para ella el punto crucial de sus experiencias preexistenciales.

2. Milton era un hombre de mediana edad, que poco antes de consultarme se había separado de
su esposa. Primero nos concentramos especialmente en vidas pasadas en las que era visible su
conducta respecto a las relaciones. Ahí se vio que él, en muchas de esas existencias, había sido
traicionado o abandonado por mujeres a quienes quería. Eso lo llevó a la idea de que "hay que
dominar sus pasiones". Cuando buscamos el origen de ese patrón de ser abandonado,
repentinamente se hizo perceptible una especie de contraimagen, como es frecuente en el caso
de trabajos terapéuticos intensivos. De repente Milton se acordó de existencias en las que había
sido ladrón, soldado, dueño de esclavos, etc., de manera que ahora apareció su lado cruel, crudo
y sin amor, es decir, aquella parte rechazada por el Yo consciente, que Jung designaba como
sombra. En forma muy semejante a Madeleine, Milton también tuvo que echar una mirada a sus
impulsos más sombríos, antes de que pudiera reconciliarse consigo mismo en un plano
profundo.
El punto culminante de los recuerdos de Milton lo representó una vida en la que había actuado
como jefe de una banda de bandidos marroquíes. Durante esa existencia él se dedicó casi sin
excepción, a asaltos, secuestros y asesinatos. Aquí hay una escena típica de esa existencia:

"Nosotros cabalgamos y los masacramos. Ellos están mal armados. Mis hombres les cortan
la cabeza a algunos de ellos. Yo mato a algunas mujeres. Ellos meten a otros en las casas y les
prenden fuego. Ahora estoy con esa mujer. Yo la violo. Es maravilloso. Luego le corto la
garganta. Me da una sensación de fortaleza y soberanía cuando puedo decidir sobre la vida y
la sensación de placer de otra persona". (Esa idea de omnipotencia está en el más severo
contraste con la vulnerabilidad que caracterizaba anteriores existencias de Milton. De la
víctima ha resultado ahora el perseguidor).

Ese bandido que había dedicado su vida a la espada, también muere por medio de una espada.
En un asalto fracasado, le entierran un punzón en el estómago y después le cortan la garganta.
Su consciencia sale flotando de su cuerpo ensangrentado y él está todavía excitado por la furia

172
del combate. Pero una vez que comienza a flotar cada vez más alto, lo invade una cierta
tranquilidad y luego se le aparece de repente una figura espiritual, una especie de guía (él no se
había encontrado con una figura así en ninguno de sus recuerdos anteriores). La figura
comienza a hablar:

"Tienes que reflexionar durante mucho tiempo acerca de tu vida que ha transcurrido y tomar
consciencia de lo que has hecho. Tienes que mirar a la cara a la gente que has asesinado,
examinar tus acciones y averiguar si era correcto lo que has hecho. Tendrás mucho tiempo
para pensar sobre esos asuntos, acerca de los cuales casi no has reflexionado en tu última vida,
porque simplemente has dejado de lado ese tipo de pensamientos. Te dedicarás a esa tarea
tanto tiempo como sea necesario ".

Milton describe luego su meditación con las siguientes palabras:

"Me siento muy solo; solo y sin embargo, no solo. No hay nada aquí, ni siquiera tengo sentido
del tiempo. Parece durar una eternidad, sin que transcurra algún tiempo. No puedo descubrir ni
un solo nuevo pensamiento, ya conozco todos mis pensamientos. Ahora se me hace consciente la
presencia de todas las almas que he aniquilado. Las percibo todas en forma igualmente intensa,
porque todas son iguales de importantes. Siento compasión por esas almas y lamento haberles
quitado la posibilidad de desarrollarse completamente en aquella vida. Me pesa igualmente no
haberme acercado más a esta dimensión en la que ahora me encuentro. Pero al mismo tiempo
estoy contento de haber alejado esas almas del mundo físico en el tiempo determinado para
ellas y que yo mismo también he sido alejado de ahí. Estoy feliz en la consciencia, de que
aquellos que vivieron, hayan vivido en ese entonces, y que aquellos que murieron, hayan
muerto.
Estoy como fascinado ante la belleza de todo y de cada cosa. Estoy consciente de casi todo el
universo y al mismo tiempo también de mí mismo. ¡Vaya paz, vaya belleza! Y toda la creación,
material, inmaterial, viva y mineral, es una manifestación de la verdad tal como es. Aparte de
eso no existe nada más. Estoy consciente de que cada vida ha sido una vida de acción, en la que
no me he dejado dirigir por la idea de bien y mal, sino exclusivamente por pensamientos de
placer y dolor. En aquella vida yo tenía poder y lo ejercí sin considerar el derecho y la
injusticia e incluso sin consciencia de lo que es correcto y equivocado. Por Alá sentí interés
sólo ocasionalmente. Yo era una potencia en aquel mundo que conocía, pero una potencia
irreflexiva. Sin embargo, era una vida a través de la cual tuve que pasar. En esa vida yo maté,
violé, saqueé; sin reflexionar ni una sola vez lo que en realidad hacía. Yo no era otra cosa que un
instrumento de mis pasiones momentáneas... "

En ese estado de profunda reflexión aparecieron otras existencias en la consciencia de


Milton; él se vio como un noble español que se convierte en asesino por celos, o como un
prisionero que se escapa y llega a ser jefe de una tribu de indios, o como una mujer muerta en
la guerra civil norteamericana, o como un solitario vaquero que rechazaba cualquier
autoridad, etcétera. Todo el espectro de posibles reacciones de poder y pasión pasó ante sus
ojos interiores en ese recuerdo; desde existencias totalmente sin poder hasta la existencia de
aquel violento bandido irreflexivo. En cierto modo, Milton tiene que confrontarse con todos
los extremos de su complejo kármico y aceptarlos, hacerlos suyos y reconciliarse con ellos.
Nosotros dos estamos profundamente conmovidos y al mismo tiempo serenos. Al final de la
sesión callamos. No son necesarios más comentarios de mi parte. Cuando me fui a mi casa ese
día, tuve que pensar reiteradamente en las líneas finales de Ancient Mariner de Coleridge:

173
Como uno que quita sentidos,
yace en un largo desmayo; y al
día siguiente se levanta más
triste y más sabio.

3. Sherry era una atractiva mujer joven que sufría de depresiones y de una débil autoestima.
"Preferiría no estar aquí", decía ella. "Todo me parece tan perdido". En ella las relaciones
estaban aparentemente condenadas al fracaso. Ella creía que estar sola era su destino. Además,
anhelaba tener una experiencia religiosa, pero también ese deseo había quedado sin satisfacer
hasta ahora.
En la mayoría de sus recuerdos ella se veía como víctima, o era abandonada y vivía sola y
desesperada. Pero también había recuerdos en los que se veía como monje o monja y ahí
surgieron muy claramente sus anhelos religiosos. Y así, tampoco fue para asombrarse que
durante una de nuestras sesiones recordara la siguiente experiencia religiosa de despertar. Sherry
se vio como soldado romano en el tiempo de la persecución de cristianos, bajo el gobierno del
emperador Decío:

"Estoy en el ejército. Aquí hay que obedecer órdenes. Quien se opone lo matan. Yo soy
responsable de una de las secciones carcelarias que están debajo del Coliseo. Todos los que se
oponen a honrar al César son enviados aquí y luego son muertos por las fieras y los
gladiadores. Una empresa sangrienta. Los matan a todos: Mujeres, niños, todos. Pero qué
gente más asombrosa. No puedo menos que admirar su valentía y su paciencia...
Yo voy a través de uno de los corredores subterráneos. Escucho cantar a una mujer. De
alguna parte suenan rugidos de león. Por algún motivo esa mujer está custodiada separada.
Ella es muy bonita. Le pregunto si no quiere otra vez pensarlo de otra manera. Ella me mira
directa e intensamente. ¿No quiere usted tal vez pensarlo de otra manera?, pregunta ella. Yo
ignoro su pregunta y le digo que quiero ayudarla a salir de aquí si ella así lo desea.
Durante los días siguientes voy una y otra vez donde ella. Su belleza, su dignidad, su esencia
luminosa y tranquila me impresionan más intensamente de lo que estoy consciente. ¿Acaso me
enamoro de ella? Quiero salvarla, pero ya es demasiado tarde. Su fe inquebrantable me da la
sensación de no ser suficientemente bueno. Casi tengo la impresión de haber merecido la
maldición. Pero después de todo lo que yo había hecho, ya no podría ser un cristiano.
Yo reflexiono si debo hacerla llevar al calabozo de mujeres, donde se divierten los soldados,
pero eso sólo prolongaría sus sufrimientos. Ella dice que yo paso por alto lo esencial, si quiero
salvarla solamente por la paz de mi propia alma. Un día que la observo, ella parece estar
rodeada de una luz dorada. Ésta aumenta cada vez más, hasta que también me cerca a mí.
Repentinamente me amplío totalmente interiormente y luego me salgo de mi cuerpo. Floto sobre
el coliseo, Por un momento conozco el otro lado de la muerte. Veo coros de mártires asesinados
que forman una cúpula sobre la arena. De repente todo pasa. Tengo la sensación de que tengo
que hacer algo por ella y me quedo con ella hasta que los soldados la vienen a buscar. En esos
últimos momentos, ella me habla de Cristo y de su amor. Yo no sé lo que haré ahora. Nunca
antes mi corazón se había abierto tanto. Ella habla de perdón, de que yo mismo tengo que
perdonarme. Ella me infunde un gran respeto. No tiene miedo a morir. Ella está protegida de
ese desaliento por su fe. Ahora comprendo que sólo soy una herramienta que sirve para su
realización.
Se la llevan. Yo me quedo en su celda y también cuando ella ya no está más allí, sigo estando
rodeado por la luz. En alguna parte de mí siento sus tormentos físicos. Me siento extasiado y al
mismo tiempo se abre un gran agujero en mí. Es casi como si ella siguiera tratando de
ayudarme. Escucho su voz, un suave susurro: 'La paz sea contigo'".

174
Esa experiencia conmovió toda la vida del soldado. Él presenta su retiro del ejército y de ahí
en adelante vive como granjero en un pequeño pueblo a orillas del mar. Él se hace bautizar
secretamente y participa en reuniones secretas con otros cristianos. Él alcanza una edad muy
avanzada y muere una noche en la playa, bajo un sublime cielo estrellado. Cuando abandona su
cuerpo piensa:

Estoy profundamente agradecido por el gran cambio que ha ocurrido en mi vida. El poder ya
no es importante para mí, pero yo sé que todavía tengo que aprender mucho acerca del amor.
Repentinamente me veo otra vez flotando sobre el coliseo y miro hacia abajo a la arena. Veo
todos los mártires. Pero no todos están puros, algunos están cautivos por su propia amargura.
Me siento especialmente responsable por esos, ya que soy cómplice de su destino. Veo aquella
mujer delante de mí. Ella me pide que suba aún más alto, hacia el reino de Cristo, donde
encontraré claridad y la realización del Ser. Ella dice que no puedo ayudar a esos mártires
desde aquí abajo. Solamente puedo pedirles que suban.
Al meditar de esa manera me doy cuenta que durante la mayor parte de mi vida anterior y de
mi vida actual me he dejado llevar por el egoísmo. Tengo que ayudar a otros a alcanzar esa
esfera suprema, por ellos mismos, no por mí. Es tiempo de abandonar mi egoísmo. Sigo
sintiendo pena por esa mujer: Ella era una especie de compañera de alma. Siempre estará
conmigo”.

La figura de esa inspiradora maestra del recuerdo de Sherry, refleja probablemente una
personalidad histórica, que alguna vez tuvo una gran influencia sobre su Yo preexistencial. Pero
la figura está al mismo tiempo unida en forma inseparable con el maestro arquetípico que vive
en cada uno de nosotros. La belleza de esa experiencia consiste en que en cuanto estamos
conscientes de los contextos respectivos, tales maestros nos acompañan en nuestros sueños,
fantasías y meditaciones y en que podemos cultivarlos en nosotros con su sabiduría y amor.
Sherry había descubierto ahora en sí misma, una fuente de sabiduría e inspiración, que estaba
abierta para ella en cada momento. Y naturalmente ella también tenía dentro de sí la figura del
soldado, que era capaz de cambiar. Quienquiera que haya sido Ja mujer de la sangrienta historia
sobre persecución de cristianos, su imagen luminosa es ahora un componente de la psiquis de
Sherry. Y la extraordinaria visión post mortem de las almas sobre el coliseo, le puso a Sherry
simbólicamente ante los ojos la alternativa de, o hacerse cargo de un tipo de amargo martirio o
dejarse atraer hacia aquella fuerza espiritual que está personificada en Cristo. Todo eso lo
proporciona el maestro que vive en ella, que es un símbolo de las posibilidades de desarrollo
que dormitan en ella.
Tales momentos también son una excepción en la práctica terapéutica de preexistencia, pero
una vez que ocurre una experiencia así, de pronto se toma conocimiento humildemente, de lo
numerosos y variados que son los caminos en los que el alma se puede encontrar a sí misma.
Cada uno de los innumerables tipos de muerte humana tiene sus momentos especiales en los
cuales pueden penetrar inesperadamente la gracia y la iluminación en nuestra existencia.

175
12. Más allá de la terapia:
Algunas conclusiones

La curación del dolor está en el dolor mismo. El Bien y el


Mal están mezclados. Si ustedes no tienen ambos,
entonces ustedes no son uno de nosotros.

Jalal Al-Din Rumi, místico sufí

Sólo es duradera la felicidad que se debe al tormento y al éxtasis


machacados y convertidos en uno solo en un mortero y a la
intensidad de ese proceso.
Sólo es verdadero el conocimiento que se debe a la investigación de la
duda y de la fe y a la profundidad de esa búsqueda.
Sabio anónimo chino de la dinastía Ming, Dircourse on Vegetable Roots

Límites de la terapia de preexistencia


En esta parte yo podría alabar la terapia de preexistencia en los tonos más altos, como la única
teoría verdadera. Podría asegurar que esta terapia también ayuda allí donde otros métodos han
fallado, que ella proporciona nuevas visiones en la naturaleza de todos los síntomas corporales
posibles, que ella reúne en sí numerosas disciplinas terapéuticas y nos abre un panorama tanto
humanístico como transpersonal en la psiquis.
Sin embargo, esas pretensiones serían exageradas y falsas. La terapia de preexistencia no
conduce en todos los casos a resultados positivos. A veces es incapaz. Tal como cualquier otro
terapeuta, yo también tengo clientes a los que no puedo ayudar. En la vida de muchos clientes,
la idea de ser un fracasado constituye el tema principal, por así decirlo. Y también en la terapia
se ofrece nuevamente una "bienvenida" ocasión para confirmar ese antiguo patrón, con un "¡Se
lo dije de inmediato! Pero en algunos casos la terapia de preexistencia también fracasa, porque
el cliente respectivo se identifica tan absolutamente con un complejo, que no está dispuesto a
desistir de esa identificación, ni en el plano de este lado ni en el preexistencial. Un hombre que
en anteriores existencias había asesinado brutalmente y que en esta vida había abandonado a su
esposa moribunda por cáncer, estaba tan profundamente identificado con su complejo de culpa;
"Mi sufrimiento se justifica plenamente"; que no pude inducirlo en absoluto a perdonarse a sí
mismo. En el lenguaje junguiano se podría decir tal vez, que ese hombre sufría de una negativa
inflación y se veía como "el más grande de todos los villanos" y así tenía la sensación que tenía
que sufrir hasta el fin de los tiempos, tal como el Eterno Judío Ahasver.
Ciertamente es verdad que el trabajo terapéutico de preexistencia en la forma descrita por mí
puede traer alivio en caso de determinados síntomas físicos, pero sería precipitado sacar
conclusiones generales de mis resultados personales en mi consultorio privado y en los talleres
que dirijo, con respecto a su efecto psicosomático. En algunos casos he podido observar
efectivamente una notable mejoría de molestias orgánicas crónicas, pero lo mismo también

176
pueden asegurar de sí, numerosos terapeutas del cuerpo que utilizan otros métodos totalmente
diferentes. Gestiones terapéuticas de preexistencia que se basan en la suposición de que en
nuestro cuerpo se encuentran almacenadas imágenes y experiencias, con frecuencia pueden
llevar síntomas a otro plano y allí disolverlos. El método que aquí he presentado representa, no
obstante, sólo uno de los modos de llevar mas transparencia a la relación cuerpo-alma.
En lo concerniente al eclecticismo de la terapia de preexistencia y a sus marcos filosóficos de
un largo alcance extraordinario, se podría tal vez objetar que el procedimiento reúne en sí
demasiados aspectos y que justamente allí donde otras terapias se distinguen por modelos de
explicación sencillos y elegantes, ofrece una imagen poco abarcable. Más de alguno también
considerará inadecuadas y de mal gusto, la utilización de terminología yoga y la introducción de
una metafísica de la reencarnación. Otros críticos no podrán acostumbrarse intelectualmente a la
idea de existencias anteriores, que les parece exótica. Para algunos clientes la terapia de
preexistencia es demasiado intensa y demasiado abrumadora emocionalmente. Para ellos no es
bueno cuando se liberan nuevamente las áreas más sensibles de su psiquis. Para ellos más bien
es importante el aspecto personal de la relación terapéutica, para poder recuperar nuevamente
confianza en la vida. Otros encuentran las técnicas de imaginación y el trabajo de profundidad
demasiado difíciles o demasiado desmoralizadores. Pero por otro lado, para otros clientes es
mejor intensificar su vínculo con esta vida, en vez de perder el rumbo en existencias anteriores,
aun cuando puedan recordarlas sin esfuerzo. Otros pacientes más, pueden por cierto producir
recuerdos sin gran esfuerzo, pero al hacerlo permanecen indiferentes emocionalmente y se
ponen tensos físicamente. En tales casos yo aconsejo habitualmente visitar a un terapeuta
corporal. Si el cuerpo no es activo y sensible, en las vidas recordadas sólo se reflejará la poca
vitalidad emocional y física del cliente respectivo, es decir, se tratará de historias con monjes,
ermitaños, expulsados y otras personas, cuya existencia simboliza separación, vacío, y aversión
frente a una existencia corporal.
Hay por cierto, más categorías de clientes con los cuales sólo trabajo cuidadosamente con la
terapia de preexistencia. Éstos son, en primer lugar, personas con tendencias esquizofrénicas,
con los que la psiquis tiende de todos modos a coquetear con las numerosas subpersonalidades o a
entregarse a ellas por completo. Tales clientes, la mayoría de las veces tratan rápidamente de
hacer utilizables la teoría y la metafísica de la reencarnación de su propia filosofía privada. Sus
teorías muchas veces realmente simpáticas, no rara vez resultan ser al final un intento de cerrar
los ojos ante el simple hecho de que están vivos y presentes en este mundo.
Sin embargo, algunas cosas indican que las visiones y las voces que el esquizofrénico percibe
interiormente, consisten muchas veces en fragmentos preexistenciales. Sin embargo, tales
personas flotan permanentemente en el peligro de sobreidentificarse con ese tipo de fragmentos.
Si las subpersonalidades que pueblan nuestro inconsciente deben ser integradas y llevadas a un
equilibrio recíproco, es necesario para el propio Yo, un sentimiento que en personas normales lo
lleva un Ego estable. Donde eso falta, no es posible una confrontación exitosa con el
inconsciente. Por muy atractivas que puedan ser las personalidades preexistenciales para los
esquizofrénicos, en nuestra vida, sin embargo, el Ego tiene que ejercer el dominio y estar en
condiciones de juzgar y de evaluar correctamente la realidad presente.
Es característico de muchos esquizofrénicos, que en cierto modo niegan estar completamente
presentes en esta vida, es decir, padecen de un sentido de la realidad subdesarrollado; por eso,
frecuentemente es importante aplicar el trabajo terapéutico a su trauma de nacimiento. Su
ausente sensación de Yo se debe, según mi experiencia, a que ellos nunca fueron traídos a este
mundo completamente. En los pocos esquizofrénicos con los que he trabajado, reiteradamente
se podía constatar una enorme resistencia contra el trabajo con el proceso de nacimiento. Yo
supongo que esos clientes todavía se encuentran, en cierto modo, en un estado intrauterino,
cautivos en un estado-Bardo sin cuerpo o solamente encarnado parcialmente, o "atajados" en

177
una de las matrices básicas de Stanislav Grof. Rudolf Steiner tuvo aparentemente una idea muy
parecida. Él creía que los esquizofrénicos, es decir, personas que padecían de la enfermedad
que en su tiempo se llamaba demencia precoz, eran almas encamadas de manera incompleta.
La otra categoría de clientes con los que puedo registrar poco éxito, es gente sana desde el
punto de vista psicológico, que me ofrece las más diversas teorías acerca de vidas pasadas;
probablemente recogidas de Cayce, Seth, de la teosofía o de un médium que han consultado. Mi
desconfianza no está tan dirigida al origen de esas teorías, sino a la obstinación con los que esos
clientes defienden su punto de vista. Las ideas y opiniones de las cuales ellos se declaran
partidarios, no rara vez tienen un cierto carácter "curativo" y por eso tengo a veces la impresión,
de que esos clientes quieren solamente tener confirmado por mí, lo que aparentemente ya saben
de todos modos con toda exactitud.
Desgraciadamente, cualquier filosofía, teología o metafísica, se puede transformar fácilmente
en una defensa del Yo contra los lados sombríos de la propia personalidad. Tales clientes, que
no son muy diferentes a los esquizofrénicos, frecuentemente están más o menos infectados por
una u otra fantasía secreta y brillante, referente a sus existencias anteriores. Por lo tanto, ellos
esperan del proceso terapéutico, un incremento para su Ego, pero el desarrollo de su
personalidad total les es, en cambio, bastante indiferente. Tal como hemos visto una y otra vez
en este libro, las experiencias y las personalidades que surgen en los recuerdos, a menudo no son
en absoluto aduladoras para el Ego del cliente; Sólo rara vez aparecen caracteres brillantes o
importantes. A aquellas personas que buscan un "autoconocimiento" selectivo, sólo les puedo
oponer una y otra vez, la sobria conclusión de Jung, de que "nosotros no llegamos a la
iluminación al imaginarnos figuras de luz, sino al llevar la oscuridad a la luz de la consciencia".

La singularidad de la terapia de preexistencia


Como ya he declarado en otra parte de este libro, la terapia de preexistencia no tiene ningún
tipo de pretensión de demostrar algo. La prueba de que existe algo así como una reencarnación,
la pueden producir solamente las investigaciones parapsicológicas y científicas. La terapia de
preexistencia tampoco está necesariamente ligada con el reconocimiento de determinadas
opiniones religiosas, espiritistas o "metafísicas" acerca de la reencarnación. Si yo utilizo de vez
en cuando términos originarios de determinadas tradiciones, como karma o samsara, lo hago
solamente porque éstos pueden describir de la manera más concisa los fenómenos emocionales
que se pueden observar durante el trabajo terapéutico. Por eso yo los prefiero a aquellos
términos psicoanalíticos ya existentes, como "proyección", "fantasía" y "sugestión" o al
sobregastado concepto de la criptomnesia.
Cuál hipótesis tiene ventaja en cada caso correspondiente, depende en el fondo, de cuántos de
los fenómenos relevantes pueda explicar satisfactoriamente una u otra de esas teorías. Yo
prefiero las explicaciones psicológicas y metafísicas del hinduismo y del budismo, porque sus
conceptos están establecidos en forma muy amplia. Por lo demás, no tengo nada que objetar, si
alguien designa como "capricho" personal mi preferencia por los respectivos conceptos frente a
las teorías psicológicas convencionales. En cuanto se comienza a conversar con una persona
acerca de metafísica, lo que para uno de los participantes en la conversación son revelaciones
metafísicas importantes, desde el punto de vista del otro son puras patrañas.
Pero cómo sea: Todas las explicaciones e intentos de argumentación son necesarios en forma
secundaria, frente a la tarea directa del terapeuta, que consiste en ayudar al cliente a una
comprensión y a un mejoramiento de los agobiantes síntomas y patrones de conducta. Por eso,
hay que sopesar la terapia de preexistencia descrita en este libro, para ver si está en condiciones

178
de hacer más soportables los problemas emocionales y hasta qué punto lo está. Visto de esa
manera, la forma en que yo incluyo experiencias y personalidades recordadas en la terapia,
incluyendo el marco en el que las clasifico, son un medio para un propósito y no algo así como
un fin en sí.
Reiteradamente se puede ver que el método de aprovechamiento de recuerdos preexistenciales
y del "reavivamiento" de personalidades secundarias en el tratamiento de determinados
síntomas, presenta muchas ventajas frente a los procedimientos terapéuticos establecidos.
Cuando, por ejemplo, se trabajan fobias, miedos a la separación, sentimientos de culpa, etc., en
forma de recuerdos, el proceso se desplaza desde el plano del atascado mecanismo de esta vida
hacia un contexto completamente nuevo. Al convertirse el cliente en "otra persona" con ayuda
de sugestiones terapéuticas, su Ego se libera de la carga de tener que confrontarse con sus
"verdaderos" padres, con sus "verdaderas" pérdidas y con sus imperfecciones "reales". El
mágico "como si", permite a la psiquis producir imágenes, a través de las cuales el Yo
cotidiano, invitado a la observación del drama, no necesita sentirse amenazado.
Hemos visto, por ejemplo, cómo casos de abusos de niños, que no reaccionan con una terapia
convencional, han estado perfectamente en condiciones de ser tratados, en cuanto se les ha
puesto en contacto con traumatismos preexistenciales. En los recuerdos pueden surgir los peores
miedos a las catástrofes y fobias, sin que la persona respectiva tenga que sentirse "realmente"
amenazada en su Yo o corporalmente. También las fantasías sádicas o masoquistes
profundamente ocultas se pueden fácilmente hacerse expresar y disolver, sí en un recuerdo
actúan en conexión con una guerra, una persecución o una escena de tortura. Una parte de la
psiquis de la persona respectiva se alivia extraordinariamente, por medio de estar consciente de
que esas horribles cosas se las puede, tanto atribuir a sí misma, como no atribuir a sí misma. En
el transcurso de ese suceso, una persona así aprende entonces a aceptar su propia dualidad y
multiplicidad. Es decir, se trata de un modo indirecto relativamente menos amenazante, de
aceptar los aspectos más difíciles de la propia personalidad.
Después que primero hemos transportado nuestros problemas emocionales a un plano
preexístencial, en un paso siguiente tenemos que reintegrar a nuestra vida actual los recuerdos
correspondientes. Como hemos visto, eso ocurre en parte, cuando el terapeuta guía al cliente a
través de una experiencia de muerte y luego produce diversos encuentros entre el Yo y
determinadas personalidades que surgen en el recuerdo. Después que el cliente se ha
identificado plenamente con el "otro Yo" experimentado en la regresión, le pido que viva
nuevamente la experiencia de muerte de la figura respectiva, lo que conduce a una pérdida
parcial de la identificación con esa figura preexistencial. En ese contexto yo hablo de un
distanciamiento "parcial", porque para la recuperación del cliente es de esencial importancia
que convierta su personalidad secundaria o preexistencial en un componente de sí mismo, para
que en el futuro ya no se vea dominado por ésta. Es decir, se trata de un proceso de
diferenciación: El cliente aprende a diferenciar su personalidad entre los diferentes aspectos y
así libera su Ego de las ataduras de los samsaras, en los que están almacenadas las experiencias
no trabajadas de estados anteriores. Los diversos psicodramas preexistenciales que he descrito,
le permiten al cliente distanciarse de las figuras de sus recuerdos, reconciliarse con ellas y
finalmente perdonarse a sí mismo. Visto así, la terapia de preexistencia representa una
ampliación de la terapia de Gestalt y de la técnica de psicodrama.
En el contexto de la multiplicidad de los complejos emocionales representada en el cuadro de
la Rueda del Loto, el alto grado de condensación psíquica que se puede lograr con ayuda de
terapia de preexistencia resulta ser, además, ventajoso. En los revolucionarios trabajos de
Staníslav Grof se habla igualmente, bajo la denominación COEX, de un sistema de experiencia
condensada. Sobre la base de un sistema así, dentro de dos horas se pueden revisar con éxito
diversos problemas actuales, biográficos, somáticos o preexistenciaíes. Por eso, el trabajo

179
terapéutico de preexistencia actúa casi siempre más rápido y más concentradamente que muchas
otras terapias, exceptuando tal vez la terapia psicodélica.
Otra razón de por qué con ayuda de la terapia de preexistencia se pueden lograr progresos en
forma especialmente rápida, se puede buscar en la circunstancia de que ese procedimiento le da
preferencia a la experiencia frente a la interpretación. Frecuentemente el cliente obtiene en
forma espontánea nuevos conocimientos acerca del significado de sus diversas experiencias
preexistenciales y actuales y de sus nexos. Eso no significa, por cierto, que yo dirijo la atención
de mis clientes hacia paralelos manifiestos o resonancias simbólicas o que también contribuyo
con interpretaciones si es necesario. No obstante, eso ocurre en general, pero sólo al final del
recuerdo.
Un, rasgo decisivo del principio terapéutico de preexistencia representado en este libro, es su
carácter holístico (integral). A pesar de los ecos "espirituales" conectados con el nombre del
procedimiento, la terapia de preexistencia actúa en realidad sobre los tres planos; el físico, el
emocional y el espiritual; y por lo tanto cumple con los requisitos de una terapia holística. En
ese contexto ya hemos indicado que en el tejido de nuestro cuerpo están almacenados los
"restos" traumáticos preexistenciales de violencia, enfermedad y otros, que cada complejo
emocional se basa en un tema preexistencial y que en el estado post mortem es posible una sutil
toma de conocimiento espiritual.
Una de las tesis más audaces de la terapia de preexistencia es tal vez la idea de los complejos
heredados o samsaras. Ya que al contrario de casi todas las demás terapias, los seguidores de la
terapia de preexistencia, tal como los discípulos de Jung, rechazan claramente el dogma Tabula
rasa. Al buscar en existencias anteriores el origen de traumatismos emocionales, en cierto modo
tergiversamos todo el freudianismo y la psicología infantil convencional. Cuando los problemas
de los que sufren los niños se atribuyen a acontecimientos de existencias anteriores, esas
dificultades no se pueden explicar por mucho tiempo más, solamente por medio de diversos
tipos de comportamientos incorrectos por parte de los padres. Eso significa, ciertamente, que
tenemos que ver de un modo totalmente diferente los traumatismos de la infancia, especialmente
el abuso sexual de niños por parte de adultos, real o imaginado, ya que tales sucesos tienen en
primer lugar, la función de reactivar restos de recuerdos preexistenciales. Eso significa que en
adelante podemos prescindir de hacer responsables simplemente sólo a los padres por todos los
problemas emocionales.

Los tres planos de la terapia de preexistencia:


Una apreciación global
Los procedimientos terapéuticos preexistenciales con los cuales yo trabajo, no son de ninguna
manera "cómodos". El cliente no debería esperar de mí, que en los marcos de la terapia se le
concedan comunicaciones "del otro lado", beneficiosas y constructivas espiritualmente. Más
bien se trata de un proceso de trabajo extraordinariamente duro, en cuyo transcurso exhorto al
cliente a confrontarse con los aspectos más difíciles de su personalidad, y no con los más
agradables. Como hemos visto en relación con el asunto de la multiplicidad de la psiquis, ésta, y
especialmente sus componentes preexistenciales, se caracteriza por los pares opuestos, que están
en una relación entre sí, que no siempre es sencilla. El Dr. Jekyll tiene que llegar a un acuerdo
con Mr. Hyde, de alguna manera y Ótelo con Jago. F. Scott Fitzgerald señaló una vez, que la
genialidad era la capacidad de tener presente al mismo tiempo dos ideas completamente
opuestas y trabajar con ellas. El camino del autoconocimiento y de la autorealizacíón, es decir,
el proceso de individualización de Jung, exige de nosotros la disposición para poner ante nuestra

180
consciencia, pares de personalidades (preexistenciales) radicalmente opuestas y reconciliarlas
mutuamente. Yo creo que eso es lo que quiso decir el sabio anónimo chino con la aseveración
que, sólo es duradera la felicidad que se debe al tormento y al éxtasis machacados y convertidos
en uno solo en un mortero y a la intensidad de ese proceso.
Nadie ha descrito tan bien ese proceso de una vida caracterizada por la tensión de tales
contrastes, como el gran psicólogo alemán y maestro Zen, Karlfried Graf Dürckheim. Yo tuve el
privilegio de reunirme brevemente dos veces con él hace muchos años en Schwarzwald, en una
época en que yo estaba aprendiendo a meditar. Ese psicólogo, que también era amigo personal
de Jung, había creado una síntesis admirable de Zen y de psicología analítica occidental. En la
privacidad él también tenía un círculo de personas reunidas a su alrededor, cuyo propósito era
considerar de la misma manera el plano emocional, físico y espiritual. Una y otra vez he sentido
en mi vida esos encuentros, tal como sus escritos, como un enriquecimiento. A menudo les
recomiendo a los clientes que recién comienzan a dedicarse intensivamente a la meditación, el
notable libro de Dürckheim La vida cotidiana como ejercicio. Del Camino hacia la
transformación. En los siguientes pasajes no sólo se habla de la práctica de meditación de la
tradición budista, sino también de la psicología de los opuestos de Jung, que para mí es un
componente imprescindible de la terapia de preexistencia:

"Sólo en la medida en que la persona se expone repetidamente a la destrucción, puede darse


cuenta de lo indestructible. Esa es también la dignidad del audaz. Tampoco consiste en cada
ejercicio, en que la persona desarrolle una condición que la haga llegar a un estado de 'equilibrio y
tranquilidad' en el que ya no es afectada, sino al contrario, que aprenda a dejarse atacar, tocar,
afectar, ofender, explotar, destrozar, en una palabra, que se atreva a desistir de su falso deseo de
armonía sin dolor y de superficies lisas, para encontrar en el bravo combate con los poderes, lo
que le espera más allá de los antagonismos. Se trata del ánimo para vivir, es decir, de enfrentarse
en el mundo también a encuentros peligrosos y de recibir en la meditación la aparición de todos
los 'demonios', en vez de protegerse contra el inconsciente mirando fijamente un objeto.
Solamente atravesando cada vez nuevamente una zona de destrucción, se puede consolidar el
contacto con el ser absuelto de toda la destrucción. Y mientras más aprenda la persona a tratar
sin reservas con el mundo peligroso, absurdo y que amenaza aislamiento, más se le abre la
profundidad de la razón y se abre una puerta hacia nueva vida y desarrollo".

Karlfiied von Dürckheim, La vida cotidiana como ejercicio

Habría rebasado los límites de este libro, si yo también hubiera intentado describir
detalladamente el largo proceso de integración de numerosas personalidades preexistenciales y
sus dificultades pendientes en la consciencia. En la mayoría de los ejemplos de casos
presentados aquí, se trato en primer lugar de problemas y asuntos muy concretos, es decir, de
uno o dos complejos emocionales esenciales, pero no necesariamente de la personalidad total.
Expresado clínicamente, yo he presentado en este libro un tipo de terapia corta intensiva. Un
trabajo a largo plazo con restos preexistenciales, debería orientarse en lo posible, en el
tradicional concepto de individualización desarrollado por Jung. Ese método contiene la
asimilación paulatina y particularmente muy dolorosa de series completas de personalidades
polarizadas, divididas o secundarias y de complejos.
Se necesitaría otro libro más si yo quisiera presentar ese proceso en detalle, y algunos de esos
libros ya han aparecido. En los ejemplos de casos descritos precedentemente, se han hecho
visibles en general, sólo breves fragmentos de ese proceso. No obstante, tal vez es natural que
yo en esta parte entregue una especie de visión global acerca de desarrollos generales que
pueden presentarse durante una terapia a largo plazo, basada esencialmente en recuerdos
preexistenciales.

181
En el transcurso de mis confrontaciones con los fenómenos de la individualización, me ha
llamado la atención, tanto en mi propio caso como en el de mis clientes, que ese proceso abarca
tres fases claramente distinguibles, a través de las cuales probablemente todos tenemos que
pasar. A la primera de esas fases la denomino "fase realista-catártica". En ese plano tratamos las
experiencias y las personalidades preexistenciales que surgen, como si fueran absolutamente
reales. A la segunda fase la designo como la "fase simbólico-arquetípica". En ese plano ocurre
un primer desprendimiento de los contenidos psíquicos respectivos; además, el cliente obtiene
conocimientos del significado metafórico e incluso muchas veces espiritual de sus recuerdos. A
la tercera fase, que rara vez se alcanza, la he denominado "fase integral-mística". En ese plano
se llega a un acto transcendental de toma de conocimiento, en cuyo transcurso se hace evidente el
significado de todo el proceso.
Cuando yo andaba buscando una imagen con cuya ayuda se pudieran describir de la mejor
manera los sutiles efectos cambiantes entre los tres planos, me encontré con un famoso Koan o
paradoja zen-budista. He aquí el texto:

Antes de que la persona se dedique al Zen, las montañas son para ella montañas, y las aguas son
para ella aguas. Después que ha obtenido conocimientos de la verdad del Zen, a través de la
instrucción de un buen maestro, las montañas ya no son montañas para ella y tampoco las aguas
son aguas para ella. Después, cuando ha llegado realmente al Hogar de la Paz, las montañas son
otra vez montañas para ella y las aguas son aguas.

1. La fase realista-catártica: "Las montañas son montañas y las aguas son aguas".
En ese plano tenemos todo el derecho a tomar en forma literal todas las historias, como si
hubiera una secuencia lineal causa-efecto, que actúa dentro de cada existencia y a través de
todas las existencias. En esa fase consideramos el complejo en su significado literal, como
producto de un trauma aún vivo, que necesita curación y muchas veces catarsis. Primero hay
que hacer consciente el trauma y luego, si es necesario, hacerlo expresarse para que se liberen
los dolores y sentimientos incluidos dentro de él. Ya hemos constatado que la máxima de Jung
"Un complejo siempre se origina donde hemos sufrido una derrota en la vida", se puede aplicar
también, sin más ni más, a derrotas en existencias anteriores. En el transcurso de este libro
hemos visto repetidas veces, que los complejos preexistenciales o samsaras siempre se originan
en aquellos sectores donde la persona respectiva ha experimentado un dolor, una pérdida, una
pena, una rabia o una amargura. Ejemplos de tales traumatismos preexistenciales son: la pérdida
de uno de los padres en la temprana infancia; el colapso de una comunidad, de un país o de un
reino; el asesinato de nuestra familia completa; la experiencia de una amarga pobreza; la traición
de un cónyuge o persona de confianza; la experiencia de una enfermedad que nos impide
trabajar o ser productivos; la experiencia de una humillación pública; una condena de cárcel;
una existencia como exiliado; una situación de opresión; impotencia o esterilidad; un accidente
con consecuencias para nuestra salud mental; persecución a causa de determinadas
convicciones, etcétera.
En todos aquellos casos, el Ego del Yo preexistencia! ha sufrido profundas heridas, lo que
además, ha ocasionado muchas veces la represión de determinados sentimientos. Por eso, en
tales circunstancias nos gusta construir muros de protección alrededor de nosotros, o también
desarrollamos racionalizaciones y costumbres de vida que nos impidan volver a experimentar
una situación así. Y así sucede que la misma actitud de defensa estructura nuestra realidad-Yo
de una vida a otra, según los mismos patrones respectivamente.
Hemos visto lo importante que es tomar esas experiencias como totalmente auténticas durante
e! trabajo terapéutico, como si ellas representaran en forma natural determinados
acontecimientos. Es imprescindible una atención ilimitada de la realidad psíquica de la

182
experiencia, ya que de lo contrario sería imposible reconstruir aquella "otra vida" y vivirla
nuevamente con toda su calidad de sensación. Ese terapéutico "como si", hace originarse
participaciones sin condición y es el requerimiento para que se puedan expresar y dejar de lado
las experiencias correspondientes, en toda su confusión y fragmentación, junto a todos los
dolores que las acompañan. Y como quiera que la historia de un cliente esté adornada,
distorsionada o inconscientemente desfigurada, el terapeuta tiene, no obstante, que escucharla
hasta el final sin prejuicios o interpretaciones precipitadas y tomarla primero como auténtica.
La joven mujer que se quejaba de graves pesadillas conmigo en la terapia, se pudo acordar
todavía de los monstruos que la habían mirado desde el techo de su oscuro cuarto, cuando ella
tenía tres años de edad. Su madre sólo se había burlado de esas "visiones" y le había dicho a la
pequeña que ella "se imaginaba cosas", pero el miedo y la inseguridad no habían abandonado a
esa joven mujer en todos los años desde entonces y ponían en riesgo seriamente sus relaciones
con el otro sexo. En la regresión ella pudo volver otra vez a la infancia y examinar los
monstruos. Cuando yo le pedí que mirara con exactitud, los monstruos se transformaron en
perros furiosos y ella se sintió de pronto llevada de vuelta a la Edad Media y se vio como un
niño que murió acosado por hombres y perros. Después que ella había vuelto a experimentar su
horror y dolor como una historia auténtica, desaparecieron su fobia y los síntomas conectados
con ésta.
También hemos visto que la toma literal inicial de tales experiencias se refiere en parte
también al cuerpo. Con eso se muestra después, por ejemplo, que detrás de sus dolores crónicos
de cuello se ocultan imágenes de una decapitación. En el trabajo terapéutico de una inhibición
sexual, aparece el recuerdo de una violación o de una tortura. Dificultades para respirar o
molestias asmáticas hacen surgir imágenes de una muerte por asfixia. La úlcera gástrica
despierta recuerdos de la deportación a un campo de concentración. En las historias de ese tipo
se trata de residuos kármicos "almacenados" en los complejos emocionales respectivos, que
también se manifiestan físicamente.
Pero por muy efectivo que pueda ser el procedimiento de la liberación catártica de los
sentimientos enterrados en la historia-complejo, existen traumatismos que se oponen con éxito a
un tratamiento de ese tipo. Algunos clientes no pueden desprenderse de tales traumatismos.
Cautivados en el círculo vicioso de su propio infierno sentimental, ellos experimentan otra vez
sus daños más bien en forma constante. La imagen contraria a lo que corresponde el
traumatismo respectivo, es decir, la transformación de víctima en victimario o de esclavo en
opresor, no se observa en estos casos. Cuando se recurre directamente al trauma del nacimiento o
a ciertas experiencias intrauterinas o a existencias anteriores aún más dramáticas o sangrientas, a
veces se alcanza lo contrario del efecto deseado, de manera que el cliente se ve involucrado más
profundamente en el torbellino. En tales casos, con el procedimiento realista-catártico caemos
en un callejón sin salida, por razones inconcebibles. Algo hemos tenido que pasar por alto, o el
cliente está todavía ligado de manera sutil a su antiguo traumatismo. En ese contexto tal vez se
podrían usar las palabras de T.S. Eliot: "Nos gustó mucho tener la experiencia, sólo que se nos
escapó el significado".
Cuando llego a ese punto, me veo forzado a aplicar un procedimiento terapéutico
"distanciado", indirecto. Tal vez hago simplemente que el cliente entre en un diálogo con las
personalidades preexistenciales que han aparecido en sus recuerdos, o también revisamos las
historias de las figuras respectivas en forma ficticia, o hacemos un dibujo o una escultura de
éstas, o fabricamos una imagen de ellas, en forma de máscara. A veces dramatizamos la historia
respectiva, o también la tratamos como un sueño. Después el trabajo continúa entonces en el
segundo plano.

3. La fase simbólico-arquetípica: "Las montañas no son montañas y las aguas no son aguas".

183
En una fase realista, el cliente debía identificarse completamente con su Yo preexistencial,
hacer un completo cambio de paneles para producir un psicodrama interior y debilitar su
identidad-Yo a favor de las diversas "identidades"-sombras y de los aspectos repudiados de la
propia consciencia. Pero después que él ha conocido la capacidad de esas partes separadas, de
apoderarse de su personalidad, de reprimirla y de deprimirla, tiene que empezar a liberarse de la
fascinación más o menos sutil de esos fragmentos. En vez de afirmar: "Yo era un negrero, una
prostituta de templo o una persona arcaica, etc.", él debería decir en adelante: "Yo tengo en mí
un negrero, una prostituta de templo, una persona arcaica". De esa manera pasamos de una
actitud de identificación a un estado de pérdida de identificación, arrestamos a los fragmentos de
personalidad que nos influencian, observamos sus cabriolas y de esa manera conseguimos una
impresión de sus disposiciones y tendencias predominantes. En esa fase comenzamos
paulatinamente a comprender mejor ciertos pensamientos y su origen. "Nunca tengo tiempo
suficiente", refunfuña tal vez el antiguo refugiado que está en nosotros y que permanente echa a
correr. O: "Yo no lo dejo entrar aquí", murmura tal vez en medio del acto sexual, una mujer que
ha sido abusada sexualmente cuando niña. Pero entre tanto conocemos un poco mejor las figuras
que viven en nosotros e incluso sus mismas cantinelas de siempre. Y ahora podemos en cierto
modo apartarlas, hablar con ellas, animarlas, consolarlas, hacerles ver las modificadas
circunstancias y de manera parecida incluso forzarlas a estar a nuestro servicio, como lo
demuestra Próspero con el monstruo Caliban, en La Tormenta, de Shakespeare.
Esa fase se designa en yoga como desprendimiento de samsara, y James Hulmán, en su
psicología de los arquetipos, habla en ese contexto de desciframiento del complejo. En esa fase
dirigimos nuestra atención más al significado metafórico que a la catarsis o al realismo de la
imagen respectiva. ¿Por qué el cliente tiene la impresión de ser apuñalado repetidamente por
"atrás"? ¿Por qué él ha perdido tan a menudo la "cabeza"? ¿Por qué él tiene que sufrir una y
otra vez en sus recuerdos la pérdida de su país o de su territorio? ¿Por qué la persona respectiva
es dominada constantemente por pensamientos como "Nunca es suficiente"; "Nadie me podrá
soportar nunca"; "Cada vez es demasiado tarde"?
Como ejemplo del paso del primer plano al segundo, deseo relatar brevemente la historia de
una mujer de mediana edad que trabaja como enfermera en psiquiatría. Esa mujer se vio en el
recuerdo como un campesino de la Edad Media, que despojado de su tierra, intentó vengarse de
su señor feudal y finalmente fue torturado horriblemente hasta morir. Después que se había
mantenido escondido en los bosques por mucho tiempo, él había organizado un ataque nocturno
al castillo. El ataque fue frustrado por los guardias, que lo capturaron, le arrancaron brutalmente
las tripas del cuerpo y luego lo lanzaron hacía abajo por una escalera que ya no se usaba, donde
murió. Naturalmente en ese caso fue necesario un trabajo catártico minucioso y con eso nos
resulto efectivamente, liberar una gran parte de las sensaciones retenidas en el abdomen.
Después hice a la mujer echar otra vez una mirada retrospectiva a su vida preexistencial en la
fase post mortem y preocuparse del significado de esa brutal muerte. "Cuando finalmente me
había decidido hacerle frente al tirano, de pronto me abandono el coraje (del inglés, guts =
"intestino" y "coraje"), dijo la cliente. De inmediato ella tuvo todo un raudal de asociaciones
que se referían a su situación laboral en el hospital. Estaba extremadamente indignada con sus
médicos superiores, pero no tenía el "coraje" de plantear sus quejas abiertamente. La rabia
inhibida que sentía frente a sus superiores y a las autoridades en general, se había juntado en su
abdomen. El recuerdo de aquel antiguo trauma liberó entonces esas energías. Pero la liberación
real tuvo lugar cuando ella comprendió el significado simbólico de su complejo: el drama de
poder e impotencia, de valor y cobardía, que ocurría en su abdomen.
La comprensión del significado simbólico de los aspectos corporales de los complejos
emocionales puede venir a veces desde una dirección totalmente inesperada. En el capítulo 4
expuse brevemente que el cuerpo también tiene una historia que contar. En el subcapítulo

184
correspondiente también relaté acerca de Jane, que volvió a experimentar la vida de una pionera
que había quedado debajo de un carro al volcarse y que había muerto al quebrarse la columna
vertebral. Ella relacionó los dolores de espalda reactivados por ese recuerdo, con una misteriosa
enfermedad a los ríñones que había sufrido en su vida actual a los veintisiete años de edad, de la
cual casi murió. Y lo más importante fue, que ella se dio cuenta que tanto su desgracia
preexistencia! como también la enfermedad a los ríñones en esta vida, se debían a un conflicto
pendiente entre amor e independencia. En aquel entonces no comprendí exactamente primero,
por qué ella en su vida actual no sólo había tenido dificultades con la espalda, sino también con
los ríñones. Cuando más adelante discutí el caso con mi amigo Charles Poncé, un psicólogo que
es un excelente conocedor de los simbolismos esotéricos; de la astrología, de la alquimia y de la
cabala, entre otros; entonces me di cuenta del asunto. Poncé me explicó que la medicina
tradicional china (a la que también pertenece la acupuntura) acepta la existencia de meridianos,
que conectan a los diferentes órganos y los proveen con la energía vital Chi. Además, así me
explicó él, ese sistema de curación le ha asignado a los órganos, en forma individual, nombres
simbólicos que se refieren a determinados estados emocionales. Los ríñones son conocidos, en
ese contexto, como "la sede de los sufrimientos". Con toda seguridad, numerosas desilusiones
amorosas de Jane, aun cuando estuvieran reprimidas, le habían afectado los ríñones y por
consiguiente esos órganos habían protestado de acuerdo con eso.
En otro caso tuve que ver con un hombre joven, un profesor, que sufría de un miedo que lo
paralizaba, en cuanto tenía que hablar ante un público numeroso, aparte de las clases. Los
problemas corporales de los que relató, a primera vista no tenían nada que ver con ese problema.
Por ejemplo, sus manos y pies tenían mala circulación de sangre y tenía a menudo tensión en el
cuello. En el recuerdo él se vio como un influyente predicador viajero en el cercano oriente. Ese
hombre atraía masas de gente tan grandes, que con sus seguidores amenazaba la estabilidad
política del pequeño emirato. El Emir lo hizo apresar y torturar brutalmente hasta matarlo.
Primero le cortaron las manos y los pies, luego lo crucificaron en una viga durante toda la
noche, y a la mañana siguiente, cuando ya estaba casi muerto, lo decapitaron.
En los meses siguientes, el cliente se sometió sin descanso a un doloroso proceso catártico. En
cuanto le tocaban las manos, los pies o el cuello, durante las sesiones de masajes, se reactivaban
en él las antiguas experiencias. Cuando después de un tiempo trabajamos nuevamente su
experiencia de muerte de aquel entonces, él tuvo una vivencia notable: Él flotaba sobre la
Tierra, donde lo esperaba un grupo de afectuosas figuras vestidas de blanco. A la pregunta, por
qué él tuvo que morir de manera tan cruel, las respuestas llegaron instantáneamente:

"Te cortaron tus manos, porque tú habías perdido el contacto con la gente. Te
cortaron los pies, porque tú habías perdido el contacto con la Tierra. Te
cortaron la cabeza, porque estabas demasiado inflado con conocimientos".

Esas palabras afectaron tan profundamente al cliente, que él meditó acerca de eso durante casi
un año. Y después, pareciendo casi como una señal de que ya había pasado el tiempo del
arrepentimiento, le ofrecieron un trabajo en el que tenía que dar conferencias ante grandes
asambleas. Y él constató que su miedo había desaparecido como si lo hubieran soplado. Y
después que también estaba normalizada la circulación sanguínea de sus manos y pies, resultó
que él incluso disponía de fuerzas curativas.
En ambos casos la apertura ocurrió en la fase post mortem, es decir, en una fase en que los
clientes se consideraban distanciados y podían prescindir de la subpersonalidad, o sea del
complejo que habían vuelto a experimentar tan dramáticamente. Ahora estaban en condiciones
de observar todo ese suceso como una historia o como un sueño real lleno de significado. Ese
procedimiento hace recordar al método clásico de los psicodramas, desarrollado por J. L.

185
Moreno. Al aplicar ese método, el cliente nombra a otras personas, que lo representan a él
mismo, a sus diferentes Alter-Egos y a las figuras centrales en su vida. Si observamos toda
nuestra historia desde afuera, entonces podemos darnos cuenta fácilmente de cómo estamos
implicados en el drama de nuestro complejo. Desde el punto de vista psicológico, por medio de
esa observación a distancia o de la perspectiva post mortem, provocamos en los clientes el
desarrollo de lo que algunas comentes de meditación llaman el "testigo". Y por medio de la
figura de un ser angelical, o algo parecido, le permitimos a una subpersonalidad "suprema" que
nos llene de sabiduría y conocimiento.
Jung designaba a ese "testigo" como "función trascendental", y es tal vez interesante indicar
en esta parte, que ese fenómeno siempre aparece, según su opinión, cuando se reconcilian
mutuamente los dos polos de un complejo o de un par opuesto arquetípico.
En los dos ejemplos anteriores de casos, se hace visible la polarización del complejo
respectivo, en las "historias" de las vidas pasadas. En el caso de la mencionada enfermera del
hospital psiquiátrico, el presumido asesino sediento de venganza se transforma en ella en una
víctima mutilada. Ambos extremos habían existido al mismo tiempo en una vida. Con el
profesor que sufría de miedo, el coraje espiritual cambia bruscamente a su opuesto, cuando el
cliente sufre una muerte profundamente humillante en la figura de aquel predicador viajero;
nuevamente en una misma vida.
Hemos visto que clientes que son incitados a producir una serie de diferentes recuerdos
consecutivos, hacen surgir reiteradamente experiencias que son el reverso del último recuerdo
producido.
Si el cliente examina luego tales "pares" en su significado simbólico, ya sea en estado post
mortem o después de la sesión (en algunos casos hay que ocuparse al mismo tiempo con varios
pares opuestos), está hecha una gran parte del trabajo. Se interpreta una figura sombría, se sana
una escisión, se recupera una parte perdida del alma por medio de amor y reconocimiento, como
un hijo perdido.
Cuando no resulta adoptar el punto de vista del "testigo" fuera de la dualidad, la mayoría de
las veces se origina un espiral de existencias, que se turnan mutuamente de acuerdo al modelo
acción-reacción. A las existencias brutales como soldado las siguen frecuentemente algunas
vidas como víctima. Existencias dedicadas totalmente a la espiritualidad (como monje, chamán,
sacerdote) son reemplazadas por existencias que solamente giran en tomo a valores materiales
(como campesino, comerciante o mendigo). No hay escape de ese círculo mientras el cliente no
se confronte con el asunto de los opuestos psíquicos. Entonces nos quedamos pegados en el
plano realista-catártico.
La confrontación con la sombra y con los opuestos enemistados que hay en nosotros, no es en
realidad una empresa fácil, como quiera que transcurra ese proceso en detalle. Esa confrontación
es muchas veces decepcionante y humillante y requiere, además, inevitablemente, de un tipo de
muerte interior, es decir, de un proceso que D. H. Lawrence ha denominado "arrepentimiento
lento y difícil de lograr". En efecto, ese trabajo es largo y duro y en muchos casos lleva al
cliente casi al límite de la desesperación y de la desilusión total. No casualmente, el gran místico
católico San Juan de la Cruz se refirió a la "noche oscura del alma", en relación con la lenta
extinción de nuestras partes inferiores de la personalidad. Pero al mismo tiempo él también ha
dicho: "Quien sabe morir en todas las cosas, obtendrá la vida en todas las cosas".
Jung comentó una vez, que la adaptación de las oscuras y no reconocidas partes del Yo,
designadas por él como sombras, "es un problema moral que desafía a toda la personalidad". El
hecho de reconocer que todas las personas allá afuera, que especialmente rechazamos, odiamos
o juzgamos despectivamente, empezando por nuestro desordenado vecino hasta algún déspota
nacionalista, son solamente reflejos de nuestras propias sombras interiores y de nuestras
"identidades" preexistenciales, requiere una gran cantidad de valor y distancia hacia sí mismo.

186
Muchos de mis clientes que se han arriesgado con "verdadero heroísmo" a aventurarse en el
trabajo terapéutico de preexistencia, han llegado tan lejos, que ellos mismos observan con nuevo
respeto y tolerancia a los padres más brutos o a las circunstancias más atroces. Comenzamos a
damos cuenta que nuestros samsaras y el efecto implacable de la gravedad kármica nos han
llevado, ya antes de nuestro nacimiento, justamente hacia esos padres, junto con las
correspondientes circunstancias dolorosas de vida, porque traemos todavía con nosotros
historias antiquísimas, con las cuales nos confrontamos y que todavía tenemos que finalizar, y
eso se refleja exactamente en nuestras circunstancias de vida.
De esa manera desarrollamos una nueva calidad de simpatía, y por cierto no solamente para
padres y educadores crueles y egoístas. También tenemos que confrontarnos con los problemas
del resto de los caracteres que aún viven en nuestro inconsciente, que históricamente son
bastante extraños a nosotros y que presentan solamente pequeñas semejanzas con nuestro
"cultivado" e inmensamente privilegiado Yo-Ego occidental moderno. Algunos de mis clientes
no sólo se han visto en los recuerdos como caníbales primitivos, torturadores o personas
inhumanas, sino también como inválidos, enanos, cretinos, etcétera. De ese modo han conocido
el lado grotesco de la naturaleza humana, en el que se reflejan simbólicamente la autoaversión y
la fealdad, que igualmente tienen su derecho en nuestra psiquis. Pero incluso en las existencias
humanas crueles, más sencillas o primitivas, encontramos todavía elementos de generosidad,
tolerancia, fidelidad y fe, es decir, actitudes sentimentales que se presentan igualmente entre los
cavernícolas como en las modernas poblaciones artificiales.
Aquellos que están dispuestos a confrontarse seriamente con las personalidades "extrañas" que
viven en ellos, con frecuencia desarrollan un sentimiento de decidida solidaridad y de
identificación empática con otras culturas y pueblos, que sufren en determinadas regiones de
este mundo, la mayoría de las veces aislados. Quien tiene claro que lleva dentro de sí un pastor
africano o un campesino ruso, o quien se ha visto en el recuerdo como víctima de los
conquistadores o de los romanos o de los antiguos israelitas guerreros, ve con otros ojos los
informes de los medios de comunicación, acerca de asesinatos de campesinos guatemaltecos,
negros sudafricanos o de palestinos que luchan por su liberación. Experimenta lo que John
Donne expresó así en su gran prédica.

La muerte de cada persona también me disminuye a mí, porque yo soy parte de la humanidad. Y
por eso nunca preguntes a quién ha derrotado el momento, porque te derrota a ti.

Cuando la verdad se vislumbra de esa manera en nosotros, entonces nos acercamos a la tercera
fase, al estado de una consciencia integral.

3. La fase integral-mística: "Las montañas son nuevamente montañas y el agua es agua".


Si meditamos incondicionalmente acerca del significado simbólico de nuestra vida actual, de
nuestros sueños o de los fragmentos de experiencias preexistenciales que viven en nosotros, de
vez en cuando atrapamos inesperadamente una corta visión de un gran contexto cósmico de
significados. Un relampagueo así de una visión universal, frecuentemente no se puede
reproducir adecuadamente con las categorías de la lógica y del idioma, y por esa razón las
experiencias místicas se representan casi siempre en un idioma de parábolas, símbolos y
metáforas, rico en imágenes y asociaciones, lleno de paradojas magníficas y productivas.
En el primer plano hemos tomado los acontecimientos literalmente: El dolor era dolor, una
enfermedad de cáncer era una enfermedad de cáncer, una ejecución era una ejecución. Después
hemos considerado las imágenes correspondientes en su significado simbólico. Luego
consideramos aquellos síntomas como indicación de que la persona respectiva tal vez se siente
apartada de la vida, se siente inválida emocionalmente, tiene ansias de amor, tiene que mejorar

187
su contacto con la Tierra, ve la vida como una renuncia permanente, etcétera. Y por último las
cosas y los sucesos se toman sencillamente como lo que son realmente. En esa fase tan sólo
podemos balbucear palabras, cuyo contenido completo solamente comprendemos nosotros
mismos. "Todo eso es una revelación de la verdad", como se expresó mi cliente Milton.
En ese plano, las cosas sólo se pueden insinuar, de manera que para que nos entiendan,
tenemos que recurrir a las imágenes y metáforas creadas por los grandes artistas y místicos. En
el budismo Mahayana, por ejemplo, existe la imagen de la persona que ha dejado de meditar
acerca de los numerosos contenidos del propio espíritu, porque para ella se han hecho
innecesarias las diferenciaciones. Ese ser es el Bodhisattva, el iluminado, que ha trascendido
todos los opuestos de la propia naturaleza y se ha dado cuenta que también los opuestos que se
pueden observar en el mundo exterior son ilusiones, y que regresa al mundo en esa consciencia.
En la tradición Zen existe, por ejemplo, la imagen de un radiante hombre barrigón, "que entra a
la ciudad con manos que traen bendición" y que vive en la plaza del mercado entre los que
frecuentan las cantinas y los carniceros.
Artistas visionarios, como Dante y Shakespeare, que tenían conocimientos de la unidad
mística de todas las cosas, describían reiteradamente lo que ocurría en el mundo en forma
metafórica como drama, como comedia divina, como espectáculo o como sueño. La técnica de
una obra dentro de otra, que a Shakespeare le gustaba utilizar, tiene la función de un Koan
visual. Si nosotros los espectadores observamos cómo los actores en el escenario son a su vez
espectadores de una representación teatral (como por ejemplo, en Hamlet\ entonces nosotros
mismos tal vez tampoco somos otra cosa que actores en una obra que se observa desde otra
consciencia. En un recurso, no necesariamente interminable, nos dirigimos a aquel Yo u ojo
verdaderamente vidente, el conocedor (oculto detrás de las apariciones), el que realmente sabe,
como aparece una y otra vez en las Upanisads hindúes.
Jung tuvo una vez un sueño con un sentido profundo, en el que se disolvía la paradoja de lo
que se conoce y lo que se ha sabido. En el sueño él se encontraba en una caminata y finalmente
llegaba a una pequeña capilla que estaba a la orilla del camino. Cuando entró, él esperaba ver la
habitual imagen de la madre de Dios o una cruz sobre el altar, pero para su sorpresa vio a un
yogui en la posición del loto que estaba sumido en una profunda meditación. Entonces Jung
continúa: "Cuando lo observé minuciosamente me di cuenta que tenía mi cara. Profundamente
asustado me sobresalté y desperté pensando: '¡Aja!, entonces él es el que medita acerca de mí.
Él tiene un sueño que soy yo'. Yo sabía que cuando él despertara yo ya no estaría allí".
En el plano integral de la consciencia todas las existencias anteriores están presentes para el
Yo, y todos los papeles se reconocen como aspectos del Yo. Los papeles buenos y malos existen
solamente como parte de un drama mayor, de manera que a ellos no les corresponde ninguna
realidad absoluta. Un universo sin Bien y Mal es tan poco imaginable como uno sin altura y
profundidad, ya que la realidad espiritual, o fenomenal, gira alrededor de esos polos. Éstos
producen aquella tensión dinámica de los opuestos, sin la cual la realidad creada no podría llegar a
estar consciente de sí misma.
Para la consciencia mística las cosas son al mismo tiempo una y diferentes, y todo tiene su
lugar en el espectáculo cambiante sin fin de la creación. Está en nosotros reconocer nuestro
papel en ese todo y aceptar y comprender que ese papel es perfecto por sí mismo.
El maestro Zen Sengstan expresó la misma idea en las siguientes sublimes palabras:

El gran camino no les causa dificultades a aquellos que no tienen ninguna preferencia. Si el amor
y el odio están ausentes en la misma medida, entonces todo parece claro y manifiesto. Pero en
cuanto encuentras la más mínima diferenciación, el cielo y la Tierra están infinitamente alejados
uno del otro. Si quieres ver la verdad, entonces abstente de todas las opiniones que aprueban o
rechazan. Emplear las cosas que tú amas contra las que no amas, es la enfermedad de tu espíritu.

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Visto desde esa perspectiva, no existe ningún renacimiento, porque al alma única que
aparentemente renace, no le corresponde ninguna realidad propia; ella no es más que una de los
miles de millones de chispas del gran espíritu. Si pudiéramos observar la gran rueda de la
existencia, nos daríamos cuenta que los rayos salen de un solo centro. Solamente en la orilla
externa de esa rueda, los rayos parecen estar separados y ordenados en una determinada
secuencia temporal. "Realmente", así dijo una vez el sabio Hindú Sankara, "no hay ningún otro
transeúnte que Dios". Y con eso él quiso referirse a atman, el Ser que habita en los corazones de
todo lo que existe.
Si nuestro Yo moralista y nuestra autopercepción se conmocionan a través del trabajo
terapéutico, entonces nos vemos inevitablemente confrontados con aquellas grandes preguntas
filosóficas y religiosas. Después de todo, esa terapia consiste en que a casi todos los que de esa
manera se ocupan de sí mismos, los hace evocar visiones muy concretas de muerte y nacimiento y
experiencias de los correspondientes estados de entre la muerte y después de ésta.
No casualmente los tibetanos consideran su Libro de la Muerte como un manual, que le abre
al lector la posibilidad de meditar acerca de las ideas gráficas conectadas al momento de morir,
ya mucho antes de que muera efectivamente. Esa es otra prueba de que el autoconocimiento
requiere de una confrontación minuciosa con determinadas imágenes internas. La observación
"Quien ya muere antes de morir, no muere cuando muere", expresa muy bien la convicción
básica que conservan los tibetanos. Nosotros tenemos que confrontarnos con la muerte ya en
esta vida, en el plano de la experiencia simbólica. La mayoría de las prácticas tradicionales del
ars moriendi, "arte de morir", ya no son conocidas actualmente en occidente, aunque la técnica
de volver a recordar logra una cierta equivalencia en ese aspecto.
Muchos de mis clientes, incluso personas que sólo han visitado uno de nuestros talleres,
consideran actualmente la muerte y el hecho de morir de una manera completamente nueva. Es
imposible decir si de las experiencias respectivas se pueden deducir pruebas válidas acerca de
la muerte en el sentido científico, aunque en tales ocasiones muchas personas tienen de alguna
manera la sensación de haber tenido la experiencia "tal como es realmente".
Naturalmente aquellas experiencias provocan interrogantes religiosos como: ¿Qué tiene
duración? ¿Quién soy yo? ¿Seguirá viviendo este "Yo"? Si se consideran esas preguntas desde
el punto de vista de la psiquis múltiple, entonces surge la suposición de que sólo sobreviven
rastros del "Yo" o del Ego, que a continuación constituyen el inconsciente de alguna futura
personalidad. Hasta el día de hoy se discute si el alma individual sobrevive como una
personalidad compleja, como lo asegura la metafísica popular, o si solamente queda como
"alma", un conglomerado no individualizado de experiencias psíquicas y samsaras. Tal vez los
componentes de esa "masa de alma" se separan después de la muerte y después entran en un
momento dado en nuevas formaciones de alma, al acumularse en un nuevo niño concebido o al
ser atraídos por éste.
Cuando intento hacerme una imagen de cómo se encarna el Yo múltiple, me imagino a veces
la psiquis individual como un auto que ha sido construido de partes que provienen de un montón
de desperdicios cósmicos. Un auto así tendría quizás un motor Chrysler, una carrocería Buick,
ruedas Volks Wagen, suspensión Saab, etc., y por consiguiente sería una especie de "mestizo".
Naturalmente es posible que la carrocería Buick tenga un recuerdo de lo que significa ser parte
de un Buick completo, y algo parecido les puede ocurrir a las ruedas Volks Wagen, a la
suspensión Saab, etcétera. ¿Pero en qué sentido se podría decir que un auto así es una réplica de
uno de los diferentes autos anteriores? Yo persigo una idea análoga cuando reflexiono: ¿En qué
sentido existo en realidad; como un ser múltiple o como reencarnación de todas las demás
existencias que recuerdo?
Tanto el budismo como el hinduismo evitan esa pregunta. El maestro hindú Sankara asegura
que la entidad (o esencia divina) es el único transeúnte, no la entidad-Ego. Buda se negaba a

189
comprometerse definitivamente en ese asunto, aunque a menudo se le pedía una opinión al
respecto. De hecho, el budismo desarrolló más tarde la doctrina de la "No-alma", probablemente
porque incluso la idea del transeúnte atman era considerada demasiado antropomorfa. Por el
contrario, los budistas reconocen la existencia de fuerzas kármicas, que se consideran parte de la
Rueda de la Vida que se reproduce por sí misma, pero no consideran válido al "portador" de ese
karma, es decir, el alma individual. En contraste con eso, el ocultismo, la teosofía y la
"metafísica", han lanzado en occidente un ingenioso cuadro del desarrollo del alma individual.
A la luz de esas opiniones contradictorias, el lector mismo tiene que decidirse, teniendo esa
decisión una importancia esencialmente mayor, si se apoya en las experiencias propias y no
solamente en dogmas o informaciones de segunda mano.

190
Perspectiva: El ser humano
no es una isla

Son sólo señales y nociones, señales a las que las siguen


nociones; pero todo lo demás es oración, respeto,
abnegación, pensar, hacer.
T. S. Eliot, The Dry Salvages

Cuando miro las muchas anotaciones que hemos hecho, mi esposa Jennifer y yo en el
transcurso de los afios pasados, de los talleres dirigidos por nosotros y de las sesiones
terapéuticas, estoy asombrado por el espectro de experiencias y sufrimientos humanos que se
reflejan en esos documentos. Comenzando por los trágicos últimos momentos de un niño
enviado por los nazis a la cámara de gases, pasando por el remordimiento de una prostituta por
el asesinato de su hijo no deseado y la vehemente conversación de un senador romano y
enemigos de guerra, hasta la unidad mística de un chamán con los espíritus de los animales que
lo rodean, hemos conocido los diferentes planos de experiencia humana y hemos intentado
encontrar en cada caso una respuesta humanitaria. Algunas de las historias son tan vergonzosas
y horribles, que ni siquiera las hemos publicado aquí, algunas son tan personales e íntimas en su
carácter espiritual, que también nos hemos abstenido de publicarlas. En todos esos casos basta
con que las historias respectivas por lo menos hayan sido contadas.
Yo obtengo cada vez más, un respeto, que realmente inspira humildad, por la dignidad
inagotable del espíritu humano y por su capacidad de hacerse perfeccionar por medio de
circunstancias desfavorables y a través del sufrimiento. En la mayoría de los casos se obtiene la
impresión de que el alma o lo que sea que sobrevive a la persona, en el transcurso de numerosas
existencias madura paulatinamente. Exactamente en ese contexto, las famosas líneas que
Shakespeare pone en la boca del rey Lear, adquieren una especial importancia:

... el hombre tiene que soportar,


su separación del mundo, como su llegada:
¡Estar maduro es todo!...

Shakespeare, KonigLear

A la luz de las experiencias infinitamente múltiples difundidas en este libro, la pregunta si


todo eso prueba la exactitud de la doctrina de la reencarnación, parece de algún modo, sin
importancia. Según mi opinión, en el mejor de los casos esa pregunta va a parar en la
construcción de una barrera intelectual, que le ahorra a la persona respectiva buscar en las
profundidades de su propia alma lo que es común a todas las personas. El moralista romano
Terenz condensó esa idea en un aforismo: "Homo sum, humani nihil a me alienum puto" - "Yo
soy un ser humano y nada humano me parece extraño".
En un mundo en el que hemos escuchado a nuestros líderes políticos por un tiempo
suficientemente largo que los rusos son el colmo de todo lo malo, en el que tenemos miedo de ir

191
juntos por la calle o al mismo club con personas de otra creencia o de otro color, es
extraordinariamente decepcionante y desafiante, llegar a tener claro que estamos conectados con
toda la humanidad, a través de los recuerdos que están acumulados en nuestro inconsciente. Si
queremos trabajar por un mundo único, por un planeta único, entonces tenemos primero que
aprender a aceptar que somos un solo pueblo y superar los absurdos prejuicios y sentimientos de
superioridad que ya durante tanto tiempo nos han separado. Como dijo una vez el teólogo
Dietrich Bonhoeffer, "para que la humanidad crezca", primero tiene que ocurrir un gran
cambio. Tal vez la práctica de volver a recordar vidas anteriores pueda contribuir un poco a que
logremos más pronto ese necesario desarrollo. Si lo que ocurrió antes de nuestra época nos
acerca entre sí y acerca nuestros esfuerzos comunes, entonces este libro ha hecho más que
cumplir su propósito.

192
EPÍLOGO

Follow poet, follow right


To the bottom of the night.
With your unconstraining voice
Still persuade us to rejoice:

With the farming of a verse


Make a vineyard of the curse,
Sing of human unsuccess
In a rapture of distress;

In the deserts of the heart


Let the healing
fountain start,
In the prisión of his days Teach the free
man how to praise.
W.H. Auden, In Memory ofW. B. Yeats

Ahora estoy sin espíritus para imponer mi voluntad; sin


mi magia; y mi fin es desesperación, si no soy
redimido por medio de la oración, que penetra todo
de tal modo, que incluso acosa a la gracia y expía todos los pecados.
Tal como ustedes esperan el perdón de las propias faltas, así espero que
me den su carta blanca con completa indulgencia.
Shakespeare, La Tormenta, despedida de Próspero

193
Apéndice

A: El legado de la
Psicología analítica
"Un enano ve más lejos que un gigante, si se puede parar sobre los hombros de un gigante",
escribió una vez el poeta Coleridge. Lo que Coleridge dijo acerca de los poetas, se considera
igualmente para los psicoterapeutas. Cada terapeuta que actualmente ejerce como tal, puede
recurrir a una rica tradición de la investigación de la psiquis humana. Todos nosotros les
debemos más agradecimientos de los que en general estamos conscientes, a los gigantes del
pasado como William James, Freud, Jung, Adler, Reich, Moreno, sólo por nombrar los más
conocidos. Naturalmente rebasaría los límites de este libro, si yo quisiera tratar de presentar sus
respectivos méritos detalladamente, pero por lo menos es sensato exponer en forma breve, en
qué sentido la terapia de preexistencia ha sacado provecho de algunas conclusiones principales
de esas personas.
Habitualmente se entiende por psicología analítica la investigación de procesos inconscientes
en la psiquis. Discrepando con la leyenda popular de que Freud "descubrió" el inconsciente en
alguna fecha alrededor del año 1900, en esta parte hay que dejar constancia, que ya en el siglo
diecinueve se comprobó clínicamente el "funcionamiento" del inconsciente en personas
hipnotizadas, con suficiente frecuencia. En ese período también ya se investigaban
científicamente, fenómenos como la múltiple personalidad, el sonambulismo, disociaciones (o
divisiones) de la personalidad y la histeria. Además, apenas se sabe que el término
"inconsciente" ya estaba totalmente difundido en los círculos filosóficos europeos en los años
cincuenta del siglo diecinueve.
Como el verdadero fundador de la psicoterapia moderna se puede considerar perfectamente a
Franz Antón Mesmer (1734-1815), del que ya se habló brevemente en el capítulo 3. Él no sólo
descubrió junto con su estrecho colaborador, el Marqués de Puységur, el efecto curativo de
ciertos estados de sueño de trance o hipnóticos, sino también planteó la existencia de un flujo
magnético que actúa universalmente, cuya obstrucción ocasiona enfermedades o la pérdida de
vitalidad psíquica. Freud transformó esa idea un siglo más tarde, para constituir la teoría de la
libido o de la energía psíquica, la que ocasiona neurosis o depresiones, en caso de ser reprimida o
bloqueada inconscientemente. Mesner y su colaborador también observaron que durante una
"cura magnética" de ese tipo, volvían a fluir los sentimientos y pensamientos bloqueados hasta
ese momento, lo que en algunos pacientes provocaba una incertidumbre en forma de crisis. Al
final del siglo diecinueve, ese procedimiento penetró en la hipnoterapia bajo el nombre de
"método catártico" (la palabra griega Katharsis significa "limpieza"). Más tarde Freud habló del
desahogo que puede observarse cuando afectos reprimidos salen a la superficie. Una versión
actualizada y extraordinariamente eficaz del método catártico, fue instaurada por psiquiatras
después de la segunda guerra mundial, para el tratamiento de neurosis de guerra. Con ayuda del
medicamento Natrium-Pentotal ("la droga de la verdad") y de métodos hipnóticos, soldados
gravemente traumatizados por sus experiencias de guerra fueron trasladados nuevamente a
aquella situación de guerra que había causado el daño emocional. Si el soldado "vivía" otra vez
esa situación con todo su horror y dolores, desaparecían los síntomas en general. Mas adelante
también fueron tratados con éxito de manera parecida, veteranos de Corea y Vietnam.

194
J. L. Moreno logró igualmente efectos catárticos a principios del siglo veinte, al encargarse de
que los conflictos psíquicos pudieran expresarse. Él hacía experimentar otra vez a sus pacientes
situaciones no resueltas, pero cargadas emocionalmente, representando un papel o en forma
psicodramática, como él la llamaba. Ese procedimiento goza hasta ahora de un gran prestigio en
los círculos de especialistas y tiene una gran importancia, especialmente en relación con la
terapia de preexistencia.
Aun cuando se pudiera no considerar a Freud como el descubridor del inconsciente, le
corresponde, sin embargo, un lugar central en la historia de la psicoterapia, a causa de su
observación de la interacción dinámica entre la consciencia y el inconsciente. Al atribuir las
neurosis a la represión o negación de las grandes corrientes subterráneas que hay en la vida
sentimental e instintiva de la persona, él le puso fin a la fijación unilateral de la atención sobre la
mente racional y dirigió los primeros exámenes intensivos de los principios energéticos vigentes
en el área del inconsciente.
Freud desarrolló primero el procedimiento de las asociaciones libres, como un método exacto
que le permitía seguir el camino por el que los contenidos del inconsciente se infiltran
continuamente en la consciencia. Así llegó finalmente a la conclusión, de que aquellos instintos
"primitivos" e impulsos emocionales, como por ejemplo, ansiedad sexual, rabia, sed de
venganza, etc., que son reprimidos por la consciencia "civilizada", no desaparecen en realidad,
sino llevan una existencia emocional independiente en el inconsciente. Desde allí extraen
permanentemente energía de la consciencia y de esa manera ocasionan depresiones, neurosis de
miedo, fobias, etc., o aparecen como síntomas físicos, estados de ánimo irracionales o como los
llamados actos fallidos.
Freud descubrió primero en los sueños los restos de ese patrón de sentimiento, donde se
manifiestan en forma de dramas fantásticos, pero con sentido. Independiente de Freud, Jung
llegó a resultados muy parecidos, a causa de sus experimentos clínicos de asociaciones. (La
mayoría de las personas están familiarizadas actualmente con tales exámenes, que se basan en
que a las personas de prueba se les lee una larga lista de palabras totalmente cotidianas, con las
cuales la persona respectiva tiene que asociar alguna idea. Si entre la mención de una palabra
determinada y la "respuesta" correspondiente transcurre un rato notablemente largo, eso es un
indicio de que el campo de palabra respectivo está ocupado emocionalmente). Jung fue el
primero que describió exactamente tales emociones reprimidas, junto con las energías
bloqueadas, complejos y tensiones emocionales vinculadas con éstas, que en conjunto llevan
una existencia en la vida autónoma del inconsciente, que produce mucho efecto.
Con respecto a la estructura básica de la psiquis humana, Freud y Jung concuerdan: en que
cada uno de nosotros "lleva consigo", además, un mundo diferente y fantástico, en el que
nuestros dolores, miedos, esperanzas, etc., producen combates "simbólicos" y con eso
influencian constantemente nuestra forma de hablar y de actuar.
Dos aspectos de la teoría de Freud; el intenso énfasis de la sexualidad y de la infancia para el
origen de las neurosis; ocasionaron más tarde la discordia entre Freud y Jung. Entretanto, la
perspectiva freudiana, es decir, la especial observación de la relación triangular entre el niño y
los padres (y del complejo de Edipo que resulta de allí), ha llegado a ser un pilar fundamental
del pensamiento psicológico. Actualmente se ha transformado en una especie de tema común,
que las causas de disturbios emocionales hay que buscarlas en la primera infancia. No sólo los
freudianos, sino también los terapeutas especializados en hipnosis tienen esa tendencia y aplican
la técnica de la regresión en la edad para hacer revivir sucesos del pasado, sean reales o
imaginarios. Naturalmente los hipnoterapeutas clínicos del siglo diecinueve como Liébeault,
Charcot y Janet también practicaban la reanimación regresiva de experiencias traumáticas, pero
Freud se tomó para sí el derecho de haber descubierto la altamente compleja vida interior del
niño.

195
Jung, que estaba escéptico frente a las ideas de Freud, lanzó la pregunta que hasta ahora es
ardientemente discutida, si los complejos no se podían atribuir también a un factor hereditario
en forma de disposiciones congénitas, entre otras cosas. Para Jung el edipal drama del celo y del
deseo no gira principalmente en torno a los padres, sino más bien alrededor de una experiencia
común de toda la humanidad, de un suceso transpersonal, es decir, observable universalmente,
o sea, un suceso arquetípico.

En realidad ese drama ocurre en una psiquis individual, en la que no están los padres mismos,
sino solamente su imaginación, es decir, justamente aquellas imágenes que se han originado de la
coincidencia de la característica de los padres con la disposición individual del niflo.

A pesar del intento de sus seguidores posteriores, de poner una cuña entre ambas escuelas,
Freud llegó a conclusiones notablemente parecidas:

Me parece absolutamente posible, que todas las cosas que se nos presentan actualmente en el
análisis como fantasía, hayan sido alguna vez acontecimientos reales en los primeros tiempos de
la familia humana.

Las principales diferencias de opinión de las dos escuelas no se refieren tanto al carácter del
complejo, sino más bien a las condiciones de su formación. Freud y sus adherentes querían
hacer valer solamente a los padres como causantes de los complejos, mientras que Jung
aceptaba otra base más de formación. Cuando nos ocupamos con el inconsciente, así descubrió
Jung, nos encontrarnos no sólo con imágenes de los padres y del niflo, sino igualmente con
héroes, tiranos, esclavos, reinas, comerciantes, charlatanes, seductoras, chivos expiatorios,
sacerdotes, generales, señores feudales, campesinos, etcétera. Cada una de esas figuras es un
complejo personificado, que anima los dramas internos de nuestros sueños y fantasías y les
entrega la misma cantidad de energía que pueden entregar los recuerdos de nuestros padres
personales.
Jung constató simplemente que los escenarios dramáticos que representan nuestros complejos
en el inconsciente, no sólo hacen recordar el mito de Edipo, sino los diferentes mitos, leyendas y
cuentos difundidos universalmente y los grandes dramas de la literatura mundial. De esa
manera, podemos sentirnos interiormente perseguidos por terribles sentimientos de culpa, como
el héroe griego Orestes que era perseguido por la furia. En su pieza El día de la familia, T. S.
Eliot trató ese mito. Pero de igual manera podemos experimentar el viaje arquetípico de un
protagonista que trata dar prueba de su masculinidad. Protagonistas repugnantes de Hamlet
hasta el Maratón Man de Dustin Hoffman, han representado reiteradamente ese tema místico.
Una mujer cuya hija abandona la familia a causa de un hombre desconocido, siente tal vez una
rabia y una pena como las que sintió la diosa griega Démeter, cuando Hades raptó a su hija
Perséfone. Otra mujer tal vez esté permanentemente a la búsqueda de aventuras amorosas con
hombres poderosos y de esa manera repite la historia de la diosa del amor Afrodita/Venus.
Finalmente, Jung llegó a la conclusión de que las neurosis, de las que sufrimos nosotros la
gente moderna, posiblemente sean un tipo de castigo, porque no valoramos adecuadamente
aquellos poderes mayores que rigen nuestra vida. "Los dioses", dijo él una vez, "han llegado a
ser una enfermedad". Con solo descubrir los modelos arquetípicos que están detrás de nuestras
historias personales de vida, podemos liberarnos hasta cierto punto de las presiones "divinas"
predeterminadas. El poeta Keats escribió una vez "que la vida de las personas, entendida
correctamente, es una alegoría". Esa opinión ha seguido siendo decisiva hasta ahora para la
psicología junguiana y para su muy creativa sucesora, la psicología arquetípica de James
Hulmán. Hillman cree que una psicología que comprende que las imágenes arquetípicas surten

196
efecto en todas las actividades culturales y creativas; en las artes, la ciencia, la religión y la
política; valora debidamente la múltiple realidad de lo que llamamos "alma". El verdadero
propósito de la psicología consiste para Hulmán, tal como para Keats, en "crear el alma".

197
B: ¿Era Jung un seguidor de la
doctrina de la reencarnación?
En los años entre 1920 y 1940, Jung se ocupó con numerosos textos clásicos hindúes, chinos y
budistas acerca de yoga y meditación. En ese tiempo él también comenzó a agregar algunos de
los conceptos representados en esos escritos a su ya madura propia visión de la psicología, que
consideraba tanto el lado personal como suprapersonal de la psiquis. Lo más importante en ese
contexto es la idea que él sostenía acerca del Ser, como una imagen trascendental de lo divino
que vive en cada uno de nosotros. La introducción de ese concepto estaba inspirada por la idea
hinduista del atman, un concepto que a veces ha sido traducido por otros eruditos como "Ser
supremo", Ser infinito" o "Supraalma". Jung desarrolló por primera vez el concepto del Ser en
su trabajo Tipos psicológicos (1921).
Entre 1932 y 1940, Jung organizó regularmente seminarios en la Universidad Confederada de
Zürich. En 1933 no sólo trataba sus propias ideas psicológicas en sus conferencias, sino también
el yoga Kundalini. En 1938/39 él se dedicó a diversos textos orientales, entre ellos el Yoga del
Patañjali Sutra, que se consideran como la primera fijación escrita de la doctrina yoga. En esas
conferencias se incluían muchas de sus reflexiones sobre el asunto del karma, de las klesas y de
los samsaras, como también reflexiones acerca de la dificultad de traducir adecuadamente esos
conceptos extraños al equivalente occidental. Se dice que en su primera conferencia acerca del
yoga Kundalini, Jung dijo:

La psiquis de un niño... no es en ningún caso tabula rasa. En el inconsciente vive un rico mundo
de imágenes arquetípicas, y los arquetipos son condiciones, leyes o categorías de la fantasía
creativa; por eso, se les podría designar como equivalentes psicológicos de los samsaras.

Él agregó, además, que el pensamiento oriental probablemente interpreta esa doctrina en


forma totalmente diferente, y no hizo más observaciones al respecto. El mismo cuidado tuvo en
su comentario, citado ya varias veces, del Libro Tibetano de la muerte:

Por lo tanto, se puede aceptar cuidadosamente el concepto de karma, sólo en la medida en que es
entendido en un amplio sentido como herencia psíquica en general, es decir, como herencia de
particularidades psíquicas, como disposiciones a enfermedades, rasgos características, aptitudes,
etcétera.

A pesar de ese acercamiento extremo de la teoría junguiana a la concepción yoga de los


samsaras, nunca se ha construido realmente un puente entre la psicología oriental y la
occidental. Jung insistía, además, que los arquetipos no tenían un contenido determinado, sino
solamente eran principios formativos, lechos secos de ríos sin ríos, por así decirlo. En su teoría
de los samsaras no tenían lugar los vasanas y los klesas, es decir, rastros concretos de memoria.
Y así explicó él en el mismo comentario:

Hasta donde yo sé, no existen herencias individuales prenatales de recuerdos, pero hay
arquetipos heredados que, sin embargo, están vacíos, ya que en primer lugar no contienen
ninguna experiencia subjetiva Llegan a la consciencia, como ya se ha dicho, sólo una vez que
experiencias personales los han puesto de manifiesto.

En 1942 Jung había modificado un poco su posición y reconoció entonces la actividad de un


"factor kármico" en los arquetipos. Además, él aseguró que ese factor se expresaba en imágenes
míticas:

198
Arriba mencionamos el hecho que el inconsciente contiene en cierto modo dos capas: la personal
y la colectiva La personal llega a su fin con los recuerdos más remotos de la infancia; la
colectiva, en cambio, contiene el tiempo preinfantíl, es decir, el resto de la vida de los
antepasados. Mientras las imágenes del inconsciente personal son de algún modo completas,
porque son imágenes vividas, los arquetipos del inconsciente colectivo son incompletas, porque
no son formas vividas por el individuo personalmente. Cuando, en cambio, la regresión de la
energía psíquica irrumpe en los rastros o en los legados de la vida de los antepasados,
sobrepasando incluso el tiempo preinfantü, entonces despiertan imágenes mitológicas: los
arquetipos. Un mundo espiritual interior, del que antes no teníamos idea, se abre y aparecen
contenidos que tal vez estén en el más severo contraste con nuestras opiniones actuales.

En una especie de apéndice de esas ideas, Jung escribió entonces en una nota al píe de ese
pasaje:

El lector se dará cuenta que aquí se inmiscuye en el concepto de los arquetipos un nuevo
elemento que no ha sido mencionado antes. Esa mezcla no significa una falta de claridad
involuntaria, sino una ampliación intencional del arquetipo por medio del factor kármico, tan
importante en la filosofía hindú. El aspecto del karma es imprescindible para una comprensión
profunda de la esencia de un arquetipo.

Sin embargo, permanece una diferencia notoria entre experiencias preexistenciales e imágenes
arquetípicas o míticas. Jung tampoco explica en ninguna parte cómo el "factor kármico" se
impone en realidad en los arquetipos.
Jung aceptó bien algo así como recuerdos preexistenciales efectivos, tan sólo en su último
decenio de vida. Pero incluso en ese tiempo, sus declaraciones eran extremadamente reservadas.
E rio van Waveren, un colega al que el mismo Jung le había dado formación profesional, lo
confrontó con una serie de sueños en los que se podían comprobar claramente la existencia de
recuerdos preexistenciales. Durante las sesiones que tuvieron juntos, Jung expuso abiertamente
frente a van Waveren muchas de sus propias experiencias.

En nuestra entrevista él fue tan abierto y franco como nunca lo había visto. Nuestra conversación
fue tan íntima, que al día siguiente le solicitó a su esposa que hablara conmigo en el Instituto
Jung y me pidiera no hablar con nadie acerca de aquella conversación. En nuestro mundo
occidental las ideas orientales se aceptan más fácilmente si son expuestas de manera más o
menos científica. El Profesor Jung era un maestro extraordinario en ese campo. Cuando
conversaba conmigo sobre el asunto de una determinada encarnación, hablaba de un antecesor, o
de "componentes heredados", "antecesores psíquicos", "almas antecesoras". El Profesor Jung
usaba todos esos diversos conceptos para referirse a la idea de la metamorfosis...

Las reservas científicas de Jung se han reflejado también en Recuerdos, sueños y


pensamientos de su autobiografía dictada poco antes de su muerte en 1961. Ahí dice que él
nunca encontró una prueba empírica de la reencarnación personal. Pero luego agrega:

Hace poco observé en mí mismo una serie de sueños, los que a mi parecer describían el proceso
de reencarnación de un personaje fallecido que yo conocía. Ciertos aspectos se podían seguir
incluso hasta la realidad empírica, con una probabilidad no totalmente rechazable. No he
observado ni escuchado jamás algo parecido, de modo que no tengo posibilidades de
comparación. Como, por lo tanto, mi observación es subjetiva y única, sólo quiero comunicar su
existencia, pero no su contenido. Pero debo admitir, que después de esa experiencia considero el
problema de la reencarnación un poco de otra manera, sin estar en condiciones, sin embargo, de
poder sostener una opinión determinada al respecto.
¿Es ésta la última opinión a la que llegó Jung? En los círculos de los junguianos se sabe en

199
general, que gran parte de los Recuerdos, sueños y pensamientos de los parientes de Jung fueron
retirados de los manuscritos, porque éstos tenían miedo de ensuciar el nombre de la familia. Así,
todos los informes les fueron reembolsados a su estrecha colaboradora Toni Wolff poco antes de
la publicación.
¿Era tal vez la creciente creencia de Jung en la reencarnación igualmente una molestia para
sus familiares? Según la declaración de un colega, parece ser efectivamente así. Ese colega viajó
hace poco a Zürich y visitó a una de las hijas de Jung, para hablar con ella especialmente acerca
de la creencia en la reencarnación por parte de Jung. Ella le informó que su padre se había
pronunciado sobre ese tema en varias partes de su autobiografía, pero su editor de Zürich había
modificado todo eso.
"De dónde sabe usted eso?", preguntó mi colega.
En vez de contestar, ella lo condujo a un cuarto contiguo y le mostró una vitrina de vidrio
donde estaba el manuscrito de Recuerdos, sueños y pensamientos. Enseguida ella le mostró
partes determinadas que habían sido modificadas intencionalmente por el editor, para moderar
ciertas observaciones acerca del tema de la reencarnación. Muy evidentemente, los parientes de
Jung y su editor lo habían presionado a hacer esas modificaciones, por temor a que él pudiera
aparecer como senil ante la opinión pública.
¿Pero qué pasó con las propias experiencias preexistenciales de Jung? Por otro lado, no hay
ninguna declaración oficial de él al respecto, pero yo me pregunto, si la famosa personalidad N°
2, de la que se habla en sus memorias, no consiste tal vez en un fragmento preexistencial. Y así
describió Jung su ser secundario, que apareció cuando él tenía doce años de edad:

[...] Para mi mayor confusión, me di cuenta que en realidad yo era dos personas diferentes. Una
era el joven estudiante que no podía comprender las matemáticas y que ni siquiera estaba seguro
de sí mismo, el otro era importante, de gran autoridad, un hombre que no estaba para bromas [...]
Él era un hombre de edad avanzada, que vive en el siglo dieciocho, y lleva puestos zapatos con
hebilla y una peluca blanca y viaja en una calesa con ruedas traseras altas y cóncavas, entre las
cuales está colgada la caja del cochero, de resortes y correas de cuero.

El muchacho había visto después efectivamente un antiguo carruaje de ese tipo en


Schwarzwald y esa visión había causado en él el pensamiento: "Sí, ese es! Con toda seguridad
proviene de mi época". Eso suena como si la visión del carruaje hubiera reactivado en Jung un
fragmento de un recuerdo del siglo dieciocho. De manera interesante, en un decisivo sueño de
adulto en el que Jung vio una casa de muchos pisos (una impresión que despertó en él la idea de
las diversas capas históricas del inconsciente colectivo), el piso superior era "una especie de
salón que estaba amoblado con antiguas piezas de estilo Rococó". Eso es suficiente como
descripción de una casa del siglo dieciocho. En el sueño, el piso de más abajo provenía del siglo
quince/dieciséis.
Si ha habido un personaje del siglo dieciocho con el que Jung estaba obsesionado, ese era
Goethe. Las semejanzas entre los intereses de Jung y Goethe no son difíciles de distinguir.
Ambos eran científicos y visionarios, los dos se dedicaron a la alquimia, con el asunto del Mal y
de lo eternamente femenino. En las dos partes de Fausto de Goethe están en primer plano
aquellos aspectos de la vida emocional, que Jung destacó como planos personales y arquetípicos
del inconsciente. Naturalmente, cuando era niño Jung estudió detalladamente a Goethe. ¿Pero
debe haber tenido también Jung en sí, un fragmento preexistencial del desvanecido Goethe? Por
supuesto nadie puede saberlo, pero en la familia se contaba una historia, según la cual el abuelo
de Jung había sido probablemente un descendiente ilegítimo de Goethe.

200
Y en caso de que Jung "hubiera traído consigo" algunas partes de Goethe del siglo dieciocho,
¿qué indicaba entonces el piso del siglo quince/dieciséis que él había visto en su sueño? Yo diría
que es un fragmento del gran alquimista y médico suizo Paracelso.
Durante mucho tiempo me había guardado para mí esa idea, en gran medida especulativa, pero
hace algunos años tuve la suerte de reunirme personalmente con Erlo van Waveren. En esa
ocasión supe que independiente de mí, había llegado a conclusiones parecidas con respecto a
Goethe y Paracelso.
¿Podría ser tal vez que personajes tan amplios y profundos como lo era Jung, es decir,
personas que designamos como "genios", estén en condiciones de hacer propios y de seguir
transmitiendo fragmentos heredados psíquicamente de ciertos genios creativos del pasado? Eso
no sólo explicaría por qué personas geniales como Jung tienen una visión tan
extraordinariamente amplia de los fenómenos de la vida, sino también explicaría los
sufrimientos interiores que él y otros personajes parecidos a él han tenido que soportar, porque
permanecen completos y no quisieron seguir el camino del "ser dividido", que conduce
directamente a la locura. Con toda seguridad ese no es un camino por el que tendríamos que
envidiar a aquellas personas, pero sus frutos nos comprometen a un profundo agradecimiento
frente a aquellos que lo han seguido.

201
Glosario
Análisis junguiano: ver Psicología analítica.
Arquetipo: algo así como una imagen o motivo típico como el que aparece reiteradamente en cuentos,
mitos y en la literatura mundial, pero que también se puede detectar en los sueños, fantasías y
alucinaciones de un individuo (por ejemplo, en formas como el héroe, el mago o la bruja); en estricto
sentido: el principio que da forma y que construye estructuras, que está detrás de imágenes, ideas,
sucesos, síntomas, etcétera
Catarsis: (del griego: katharsis — limpieza) la liberación de sentimientos y cargas emocionales, como
se registra en el transcurso de las diversas psicoterapias.
COEX: sistema de "experiencia condensada"; una definición detallada se encuentra en el capítulo 5.
Complejo: La "naturaleza de los complejos (respectivos) consiste... el inconsciente esencialmente de
tendencias incompatibles que a causa de su inmoralidad caen en la represión" (C. G. Jung). Un complejo
puede surgir en forma de un síntoma o patrón de conducta neurótico, como síntoma físico, en un sueño o
como personalidad secundaria.
Complejo preexistencial: ver Samsara.
Chamanismo: un método espiritualista de curación, con el que el cliente y el curador se comunican en
estado de trance con espíritus y otras realidades; se practica de preferencia en sociedades arcaicas no
occidentales; a veces el término se refiere también a conocedores del arte de curar, como brujos/magos,
curanderos y curanderas y otros curadores arcaicos.
Hipnosis, hipnotismo: un estado de trance inducido artificialmente, que hacer recordar
superficialmente el hecho de dormir (del griego: hypnos = dormir). En ese estado, el inconsciente se deja
influenciar por medio de sugestiones y está en condiciones de reproducir vividamente recuerdos perdidos
(en la hipnosis son posibles diferentes grados de trance; la disposición para ser hipnotizado es muy
diferente individualmente).
Hipnoterapia: una corriente de la psicoterapia que trabaja con hipnosis directa o indirecta y que
persigue el propósito de "abrir" el inconsciente y disolver los posibles conflictos localizados allí y los
traumatismos enterrados allí.
Holismo: una filosofía que la mayoría de las veces se la relaciona con métodos de curación
alternativos, que considera el cuerpo, el espíritu y el alma como componentes inseparables de toda la
persona,
Imaginación activa: una técnica desarrollada por C. G. Jung. El cliente deja que una imagen de un
sueño actúe sobre él estando despierto y observa cómo ésta se desarrolla y se sigue desarrollando en
forma de un sueño despierto.
Inconsciente colectivo o transpersonal: El inconsciente colectivo tiene contenidos que provienen "de
la posibilidad heredada del funcionamiento psíquico en general, es decir, de la estructura cerebral
heredada" (C. G. Jung). Los contenidos del inconsciente colectivo son, según Jung, los arquetipos.
Karma: (del sánscrito: Hecho, acción, obra) 1. La ley espiritual de causas y efectos morales, según la
cual los hechos o pensamientos buenos o malos recaen sobre el causante en una encarnación posterior. 2.
La herencia psíquica concreta; buena o mala; que resulta de las acciones buenas o malas de esta vida o de
otra. 3. Destino o suerte.
Klesha: designación sánscrita para "heridas", "deshonras", "sufrimientos", que vienen de la vida actual
o de una anterior y que producen nuevos pensamientos y sentimientos negativos; componente de los
samsaras.
Medicina psicosomática: una corriente de la medicina que parte de la base que ciertas enfermedades
orgánicas y corporales sistemáticas probablemente se pueden atribuir a cargas emocionales y otros
conflictos inconscientes.
Mesmerismo: método de curación mental desarrollado por Franz Antón Mesmer y otros. Los
representantes de esa escuela trabajaban con procedimientos que producían trances, que después se
designaron como hipnosis.

202
Parapsicología: una corriente de investigación de la psicología (a veces rechazado por dogmáticos)
que con ayuda de métodos empíricos, estadísticos y experimentales, examina apariciones paranormales y
diversas capacidades de "médium".
Personalidad secundaria, subpersonalidad (también fragmento de personalidad, personalidad
dividida): todos esos sinónimos designan diversas formas de personalidad del ente-Ego, que existen en
el inconsciente de manera en cierto modo autónoma y que surgen en nuestros sueños y fantasías, en
imaginaciones activas y dirigidas o en la hipnosis.
Psicoanálisis: método y escuela de la psicología analítica fundados por Sigmund Freud. Desde el
punto de vista metódico se trata de una psicoterapia de conversación, para descubrir procesos, complejos
y conflictos inconscientes. Teóricamente, ese método postula una interacción estructural implicada entre
la conscienciay el inconsciente.
Psicodrama: un método de psicoterapia de grupo desarrollado por J. L. Moreno. Con ese método, los
clientes dramatizan sus problemas psíquicos y sociales por medio de representación de papeles, cambios
de papeles y otras técnicas.
Psicología: se define tradicionalmente como "la ciencia del alma", pero comprendida más
estrechamente de manera académica como "ciencia de la conducta"; la psicología analítica se ocupa
tanto de la consciencia como del inconsciente.
Psicología analítica: dicho en general, es la corriente psicológica desarrollada por Mesmer, Freud,
Jung, etc. que trata de comprender lo inconsciente y de utilizarlo con fines terapéuticos. Las escuelas más
importantes de esa corriente son: el psicoanálisis, la psicología analítica de Jung y la hipnosis.
Psicología analítica: un procedimiento desarrollado por C. G. Jung, en apoyo al psicoanálisis de S.
Freud, que sirve igualmente para el descubrimiento de procesos y complejos inconscientes; sin embargo,
parte de la base de la existencia de un inconsciente colectivo o transpersonal, una dimensión emocional
en la que están "establecidas" las fuerzas arquetípicas de transformación.
Psicología de los arquetipos: una corriente psicológica fundada por James Hulmán, derivada de C. G.
Jung, que se preocupa de aclarar los arquetipos o las metáforas fundamentales que yacen en el fondo de
la cultura humana. Esa escuela le da una posición central a la fantasía en la teoría psicológica.
Psicología transpersonal: Una designación general para una serie de teorías y prácticas psicológicas
que tienen en común el reconocimiento de una parte espiritual de la psiquis. Por eso, esa corriente se
ocupa, entre otras cosas, de meditación, mística, experiencias de despertar espiritual, experiencias
psicodélicas, chamanismo, curación espiritual y disciplinas espirituales tradicionales.
Psicoterapia: un término muy general que cubre muchas formas de tratamientos de disturbios
emocionales; abarca terapias de conversación (como el psicoanálisis y la psicología analítica) igualmente
como terapias orientadas en la experiencia y terapias expresivas (como psicodrama, terapia primaria y
con LSD) o terapias orientadas en el cuerpo (por ejemplo, la terapia de Reich), pero también terapias de
conducta y procedimientos psiquiátricos apoyados con medicamentos.
Psiquiatría: aquella rama de la medicina que se ocupa de las enfermedades mentales, especialmente de
las psicosis, y que atribuye tales anormalidades a causas orgánicas y habitualmente prefiere un
tratamiento con medicamentos a otra forma de terapia.
Rebirthing: una intensa terapia de respiración desarrollada por Leonard Oír, que busca disolver
bloqueos emocionales y somáticos profundamente arraigados, especialmente el trauma del nacimiento,
con ayuda de hiperventilación.
Recuerdo preexistencia!: la facultad de volver a recordar existencias anteriores, 1° de manera
espontánea; 2° en estado de regresión hipnótica o 3° con ayuda de otros métodos terapéuticos, como por
ejemplo el de la imaginación conducida o el de la atención dirigida a imágenes, sentimientos, palabras o
sensaciones.
Regresión en el tiempo: toda forma de hipnosis que reactiva recuerdos muy lejanos de la infancia e
incluso intrauterinos.
Regresión hipnótica: un método hipnótico que permite revivir experiencias anteriores, cercanas o
lejanas en el tiempo.
Regresión preexistencial: coincide con la regresión en el tiempo, en que en este estado se vuelve a
recordar una 'Sida anterior", que está más atrás que las experiencias del presente y que la primera
infancia; compare con Recuerdos preexistenciales.

203
Regresión preexistencia]: ver Regresión hipnótica.
Resonancia simbólica: asociaciones simbólicas o metafóricas que salen del inconsciente, por medio
de las cuales, diversas ideas, imágenes, sentimientos y sensaciones se concentran en un complejo.
Samsara: designación sánscrita para disposiciones, tendencias o la "tendencia a actuar de acuerdo a
patrones de conducta arrastrados por antiguas reacciones" (Heinrich Zimmer). De acuerdo con la teoría
yoga, los samsaras se pueden "propagar" de una existencia a otra. Por eso también se les puede
considerar como complejos preexistenciales (ver capítulo 6).
Terapia de Géstate Un método psicoterapéutíco desarrollado por Frite Perls, que trabaja
especialmente con estados emocionales, mentales y corporales percibidos directamente.
Terapia primaria: un método de psicoterapia desarrollado por Arthur Janov, que busca la disolución
de traumas de nacimiento y de la infancia por medio de fuertes descargas emocionales.
Teosofía: enseñanzas espirituales y metafísicas derivadas de los escritos supuestamente recibidos
como médium por parte de Madame Blavatskv, una de las fundadoras de la sociedad teosófica (ver
capítulo 3).
Vasanas: término sánscrito con el que se designan los rastros de memoria de la vida actual o de una
vida anterior, que contribuyen a la formación de samsaras (ver también capítulo 6).

204
Contenido

Prefacio de Ronald Wong Jue 1


Prólogo 3

I. Introducción
1. Un escéptico se acuerda de existencias anteriores 6
2. La terapia de preexistencia 18
3. Terra incognita: La investigación de zonas psíquicas desconocidas 31

II. Es posible una síntesis 48

4. Experiencias de reencarnación desde el punto de vista psicoterapéutico 49


5. La multidimensional psiquis 62
6. Asuntos pendientes del alma: La psicología del karma 79

III. Elementos básicos de la terapia de preexistencia 92

7. Existencias pasadas y enfermedades físicas 93


8. El mal usado Eros: Raíces preexistenciales de problemas sexuales 109
9. Las muchas vidas del alma 123

IV. Un contexto mas grande 140

10. La gran rueda: El nacimiento y lo que viene antes 141


11. La gran rueda: La muerte y lo que viene después 160
12. Más allá de la terapia: Algunas conclusiones 175

Perspectiva: El ser humano no es una isla 190

Apendice 193

A: El legado de la psicología analítica 193


B: ¿Era Jung un seguidor de la doctrina de la reencarnación? 197

Glosario 201

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