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El mundo como un proceso de

interpenetración holográfica (sobre la


filosofía de Whitehead)
Filosofía Occidental
Una introducción a la filosofía de Alfred North Whitehead y su visión de la realidad
como proceso.
Autor: Cadena Áurea
julio 26, 2016

Alfred North Whitehead no suele figurar entre los filósofos más mencionados del siglo
XX, no entrando del todo en las dos categorías dominantes, aquella de la filosofía
analítica lingüística y aquella otra que se mueve hacia el existencialismo y el
posmodernismo. Whitehead se diferencia de estas filosofías que pretenden que no se
pueden responder a las grandes preguntas de la filosofía y se tornan hacia la
subjetividad, desconfiando de todo lo que huele a teología y metafísica y sistemas
absolutos. 

Habiéndose formado como matemático y trabajado junto con Bertrand Russell,


Whitehead se dedicó después a la especulación filosófica, la cual culminó en su obra
maestra Process and Reality, una de las obras más importantes de la filosofía occidental
en el siglo XX, la cual, aunque no es tan renombrada, empieza a ser apreciada más a la
luz de ciertas teorías científicas y también al estar más cerca de la visión oriental del
mundo como un proceso holístico donde el énfasis está en las relaciones y conexiones y
no tanto en las entidades individuales.  Esta filosofía es conocida como “filosofía de
proceso” o “filosofía de organismo”, término utilizado por Whitehead.

Aprovechando la excelente introducción que hace el sitio Adventures and Ideas,


traducimos aquí algunos puntos esenciales para entender la obra de Whitehead, a los
cuales hacemos algunos comentarios inscritos en un marco de filosofía y religión
comparada.  

La filosofía de Proceso rompe con la tradición occidental instituida por Aristóteles y


descarta las nociones de la durabilidad de la materia y la sustancia, en cambio toma el
proceso en sí mismo como la última y fundamental naturaleza de la realidad.
Whitehead llama a esto “la falacia de de la concretividad mal emplazada”, que es tomar
erróneamente una parte de la realidad como el fundamental. Esta falacia es cometida
cuando alguien ve la realidad como si estuviera hecha de pequeños pedazos de materia,
más allá de los cuales no hay nada más fundamental. Al romper con la larga tradición de
la metafísica de la sustancia, la cual toma las partes del mundo como separadas e
imagina que existen independientemente, Whitehead también tome con el lenguaje
filosófico tradicional, el cual está orientado a la “cosa” en la naturaleza e introduce una
serie de términos para poder entender su metafísica orientada al proceso. 
Esto nos lleva al problema de la física de la dualidad onda-partícula o la extraña
propiedad del mundo subatómico por la cual un electrón se comporta como una
partícula una vez que es observada pero se mantiene como una onda cuando no está
siendo medida. El físico Werner Heisenberg había dicho que los átomos no son cosas,
son ondas de probabilidad.  Radicalmente la materia no está hecha de materia. Es por
ello que la filosofía del proceso es también muy atractiva para una cosmología
cuántica. 

Whitehead sostiene que la realidad está fundamentalmente hecha de Entidades Actuales,


en sus propias palabras “son las cosas reales finales de las que el mundo está hecho…
Dios es una entidad actual,  y también lo es la más trivial minucia de existencia en el
distante espacio vacío”. Las Entidades Actuales de Whitehead son similares a las
mónadas de Leibniz, pero, mientras que las mónadas de Leibniz “no tienen ventanas”,
se puede decir que las Entidades de Whitehead son todas ellas ventana, son eventos
temporales que fluyen el uno en el otro, y se prehenden  entre sí. Los muchos se vuelven
uno, y son añadidos por el uno. La visión de Whitehead de la realidad es por ello de
naturaleza holográfica, cada entidad espejea a la otra, incluyendo a aquellas del pasado
que han vivido concrescencias con otras Entidades Actuales para crear las presentes, así
ganando inmortalidad objetiva, ya que sobreviven en todas las Entidades Actuales del
futuro. 

La teoría del organismo provee una solución al problema de la relación entre mente y
materia. Pensamos comúnmente que la mente y la materia son dos hechos distintos de la
experiencia que se afectan entre sí de alguna forma. ¿Pero como pueden ser posibles
estas interferencias mutuas si están separadas entre sí? El problema puede ser resuelto
sólo si la mente y la materia interactúan por una relación de proceso. La naturaleza fluye
a la mente y fluye luego fuera transformada en los objetos de la percepción. Aquí
ninguna de las dos es más real que la otra. El sujeto que percibe y el objeto que es
percibido forman un único proceso continuo. No existen sujetos y objetos diferenciados
el uno del otro. El universo percibido es una visión de sí mismo desde la perspectiva
de sus partes las cuales son modificadas por la actividad de la totalidad de su
ser. Hay una continuidad entre mente y materia. Por ello a Whitehead comúnmente se le
etiqueta como panpsíquico, aunque los filósofos de proceso modernos utilizan el
término panexperiencialismo para clarificar su pensamiento, ya que el mismo
Whitehead señala que la experiencia antecede a la conciencia y no al revés.  Esto
significa de una manera muy real que todo el universo está en un estado de interacción
consciente consigo mismo, un objeto no es más que un proceso continuo de ocasiones
actuales como las experimentamos en sus condición exteriorizada. No hay en ningún
lado un objeto fijo. Un evento es una serie de ocasiones actuales reveladas en la
percepción como se demuestra en una molécula por unos pocos momentos. Los objetos
son formulaciones más complejas de dichos eventos, son la conformación de Entidades
Actuales en sociedades.

La concepción del Whitehead de mundo como proceso –continuum o flujo– y no como


sustancia -partícula y fragmentos– tiene claras conexiones con la filosofía budista y
taoísta. Podemos comparar la noción de Whitehead de la naturaleza como un proceso
continuo con la noción del budismo del yo también como un proceso continuo que
realmente no tiene existencia fija ni como un sujeto separado de los objetos. La
formación del yo y de los objetos sólidos sería solamente la reificación o la percepción
incorrecta del proceso, algo así como creer que los remolinos que emergen en un río son
cosas que tienen una realidad independiente y separada del agua del río. 

Asimismo, parece relevante cotejar esto con la traducción de rig-pa del filósofo y
traductor de textos tibetanos, Herbert Guenther. Rig-pa es el término clave del budismo
dzogchen y es usualmente traducido como una conciencia primordial no-dual (el
término en inglés awareness es más preciso que conciencia). Guenther sin embargo
considera que una mejor traducción es “intensidad extática”, siendo que rig-pa es
equivalente al espacio mismo o al terreno del ser que permea toda la existencia y el cual
es la naturaleza de todos los fenómenos. Esto sugiere que las entidades no son tal sino
que son intensidades que emergen de rig-pa y que manifiestan el éxtasis de
experimentarse; a fin de cuentas no son más que rig-pa por lo cual la conciencia
individual es una ilusión o sólo una manifestación de esta intensidad para la cual toda la
existencia es una forma de éxtasis; experimenta toda la diversidades de intensidades
pero ella misma es siempre indiferenciada. Esta intensidad no es una persona y sólo se
personifica dentro del mirífico potencial que tiene de ser, siendo todas las cosas y
ninguna en realidad. Si pensamos desde la ontología podríamos decir que entidades son
solamente diferentes intensidades del Ser. 

Otro aspecto de notable coincidencia es la idea de Whitehead de dios como “un


accidente no-temporal de la Creatividad última”, en este sentido evocando la noción de
Tao como una misteriosa fuerza inefable que desafía toda etiqueta y también la noción
budista de un universo sin un dios creador, pero en el cual sí existe una creatividad
infinita que permea todo el espacio.  Dice Whitehad “En toda teoría filosófica existe un
último que se vuelve actual en virtud de sus accidentes. Sólo así es capaz de
caracterizarse a través de sus encarnaciones accidentales, y aparte de estos accidentes
carece de actualidad. En la filosofía del organismo este último es llamado ‘creatividad’;
y Dios es su accidente primordial no-temporal”.

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