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«No es justo que tengamos este desgaste físico», dijo esta trabajadora de 50
años, que recorrió más de 30 kilómetros desde la ciudad satélite de
Guarenas, donde menos de una docena de comercios aceptan el petro, para
llegar a Chacao.
«El presidente lo hizo bien por un lado, pero mal por el otro», agregó al señalar
que el petro no puede canjearse por otras monedas, aunque sí ahorrarse y
esperar a que su valor aumente en bolívares pero se mantenga en torno a los 60
dólares, como ha venido ocurriendo desde que fue lanzado.
Ellas son dos de las miles de personas que forman largas filas desde hace días
para usar el petro en algunos comercios del país, que atraviesa la mayor crisis de
su historia moderna.
Adames tenía más de cinco horas en fila sin poder comprar. El viernes también
hizo fila por horas en el centro de Caracas sin poder usar el petro.
El petro fue lanzado hace casi 3 años por Maduro en medio de su tentativa por
escapar a las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea contra algunos
funcionarios y empresas estatales.
Así, quienes se beneficien del petro usan su huella dactilar para hacer compras a
través de métodos de biopago, pero también con billeteras electrónicas y
aplicaciones de teléfonos inteligentes, considerados un lujo en Venezuela donde el
salario mínimo y las pensiones no superan los 4 dólares por mes.
Con este panorama, los cerca de 30 dólares que suponen el medio petro son
apetecibles para los venezolanos, especialmente si pueden transformarlos en
alimentos o medicinas.
– «Engañados» –