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1986 - Opinión
La lógica es esencial para poder conocer la verdad. Pero las falacias lógicas,
que parecen ser parte razonable de una discusión, ocultan alguna maniobra
tramposa y son el refugio de quien no tiene argumentos. Un profesor de
filosofía debería ser experto en lógica, no en usar falacias. Pero el señor Jorge
Prendas Solano usa cinco falacias en dos escritos (Semanario UNIVERSIDAD,
5/12/12 y 27/2/13), en los que ilusamente cree haber refutado mi argumento de
que Platón fue un totalitario (y hasta fantasea que intenté “enmendar (mis)
desaciertos”).
Una quinta falacia de este escritor es la del énfasis, una inferencia falaz que se
produce al destacar algún comentario de Platón más que sus dos obras de
filosofía política, que sin duda lo incriminan. Al alegar que Platón se opone al
supuesto de los sofistas de que la justicia se relaciona con la fuerza, y que por
lo tanto no era totalitario, le da énfasis a algo aislado e indirecto, ignorando la
cuantiosa evidencia del pensamiento totalitario de Platón.
Por mi parte, en el futuro me negaré a cansar al lector con esta polémica. Pero,
si como dice Platón, se le debe “prescribir a todos los ciudadanos, para
mientras vivan, un orden de acciones desde que sale el sol hasta el día
siguiente de madrugada”; y si su Estado “no pretende dejarles (a los
ciudadanos) libertad para que hagan el uso que les plazca de sus facultades”,
¿no es este un régimen totalitario según la anterior definición? Y si se inventa,
como hizo Platón, un tribunal que mata a las personas por razones de fe, ¿no
es esta una inspiración para la Inquisición? ¿Qué parte de “condenado a
muerte” no entenderá este escritor?
De todos modos, aunque el señor Jorge Prendas Solano usa otras falacias
imposibles de ubicar, que excluyo aquí, es necesario agradecerle por las cinco
que nos proporcionó para ilustrar este artículo.
Entre sus muchas otras obras, publicó “La Guerra de las Falacias” (…)
Antes de comenzar con la entrevista, me gustaría citar algo que en dicha obra
menciona sobre las falacias y me parece relevante para la temática del blog:
“no creo que sea exagerado decir que, de alguna forma, ese es el tema –o la
tarea- central de la filosofía: la lucha contra el engaño”.
Seguramente no, pero antes conviene aclarar un poco qué es eso de la lógica
informal.
Sí, casi me atrevería a decir que vivimos rodeados de falacias. Como sabes,
las falacias son los malos argumentos que parecen buenos, y de ahí que
puedan engañarnos. Pues bien, dentro de la categoría general de las falacias
se suelen distinguir los sofismas (cuando alguien usa un argumento falaz
sabiendo que lo es) y los paralogismos (el que usa la falacia no es consciente
de ello, de manera que el engaño le afecta también a él).
El mejor ejemplo, en los tiempos en que vivimos, son las falacias económicas.
Ahora estoy leyendo el libro de Krugman, cuyo título me parece que es
“¡Acabad ya con esta crisis!” y que, en realidad, está dedicado a combatir las
falacias de tipo económico que casi todos nuestros “líderes”, como
ahora se dice, parecen haber aceptado. Pues bien, aunque yo no tenga una
formación económica, me parece que cualquier lector del libro puede darse
cuenta de en qué consiste la “falacia de la austeridad” (creo que el propio
Krugman la llama así) que tanto daño está causando tanto en Europa (no
digamos en España) como en los Estados Unidos. Sin duda, una parte de los
argumentos construidos a partir de esa falacia de la austeridad constituyen
engaños de los que sus autores son conscientes, y de ahí precisamente el uso
orwelliano del lenguaje; un ejemplo esperpéntico es el del ministro Montoro
que, para evitar hablar de aumento del IVA, introdujo (la semana pasada) lo de
la “ponderación impositiva”. Pero hay otra gente que probablemente actúa
de buena fe: está convencida de que debemos pagar por nuestros pecados
(económicos cometidos en la época anterior).
De manera que sí, las falacias son el pan nuestro de cada día y aprender a
detectarlas y a
luchar contra ellas son tareas fundamentales a las que, por cierto, deberían
aplicarse los periodistas. Los que realmente quieran hacer un periodismo serio,
crítico y útil para la gente.
¿Cree que son más abundantes los paralogismos que los sofismas? Es decir,
¿opina que las falacias son más utilizadas de forma inconsciente por el propio
autor que con intención de engañar al interlocutor?
Es difícil contestar a esa pregunta. Creo que habría que decir que depende del
contexto. Visto desde cierto ángulo, equivaldría a preguntarse si abundan más
los ignorantes, los estúpidos, o bien los cínicos, los malvados. Un tipo de
pregunta bastante deprimente y que casi es mejor no hacerse. De todas
formas, desde el punto de vista del destinatario de los discursos,
probablemente no haya mucha diferencia en cuanto a si se trata de sofismas o
de paralogismos. Ambas cosas
generan engaño, y los instrumentos para darse cuenta de ese engaño, para
desmontar las falacias, son probablemente muy similares.
Yo creo que es muy importante que la gente tenga una actitud crítica,
despierta, en relación con la discusión que tiene lugar en los foros de
comunicación sobre las cuestiones públicas, las que nos
interesan a todos. En eso tendría que consistir la educación para la ciudadanía:
en aprender a presentar adecuadamente, razonadamente, un punto de vista
sobre una determinada cuestión, a reconocer los errores o las trampas que
puede haber en una discusión, etcétera. En
definitiva, si no se forma a ciudadanos capaces de participar críticamente en la
vida pública, lo que tendremos (me temo: lo que tenemos) es un sistema
político bastante miserable, que llamamos
“democrático”, pero que sólo lo es en un sentido muy rebajado de la expresión.
La capacidad argumentativa (para construir argumentos propios y para analizar
los ajenos y, llegado el caso, mostrar que son malos argumentos, argumentos
falaces) es un ingrediente básico para que pueda existir lo que ahora se suele
llamar “democracia deliberativa”. Y los medios de comunicación tendrían
realmente que desempeñar un papel crucial en todo esto. Pero hay enormes
dificultades para ello.
Hasta la próxima.
Sobre una guerra inciden muchas reglas. Unas (las de estrategia) señalan qué
ha de hacerse para vencer. Otras (las de carácter moral) limitan los medios
utilizables para ello. Parece claro que las segundas son más importantes
cuanto más larga y más difícil de resolver sea una contienda. Manuel Atienza:
La Guerra de las Falacias.
http://falaciasenelperiodismo.wordpress.com/author/falaciasenelperiodismo/
PREGUNTAS
Trata de recuperar las falacias que aquí se nombran. Recupera las definiciones
y clasificaciones de la lectura y elabora ejemplos semejantes que permitan
ordenar los tipos de falacias estudiadas. Distingue Lógica informal y Lógica
formal. Repasa los central de cada una. Identifica los usos del lenguaje en este
artículo. Subraya el texto ubicando los enunciados y los usos específicos del
lenguaje.
Los políticos.
Los
periodistas.
Los docentes.
Los filósofos.
Los
economistas.
Ad baculum.
Ad midericordiam.
De causa falsa.
Ad hominen.
Ad verecundiam.
Manuel Atienza.
Prendas Solano.
Irving Copi.
Costales Domínguez.
Stephen Toulmin.
Cuando Atienza expresa: “Como sabes, las falacias son los malos
4. argumentos que parecen buenos, y de ahí que puedan engañarnos”; hace
un uso del lenguaje de tipo:
Dubitativo.
Emotivo.
Informativo.
Directivo.
Expresivo.
b 1. Lenguaje artificial
a. atleta
c 2. Lenguaje natural b. Estamos yendo a pasear
e 3. Lenguaje técnico c. Abies concolor
d 4. Lenguaje simbólico d. “M es B” a “P es Q”
a e. Lengua Esperanto
5. Enunciado atómico
6. Se utiliza una falacia “contra el hombre” cuando un filósofo le dice al otro:
Es malintencionado.
Es cínico.
Es deshonesto intelectualmente.
Utiliza fuentes fidedignas.
Lo que dice es cierto porque ha hecho mucho esfuerzo para
publicarlo.
Cuando Costales Domínguez le dice a su oponente: “¡no ponga palabras en
7.
mi boca!” está haciendo un uso de lenguaje de tipo:
Emotivo
Expresivo.
Disuasivo.
Directivo.
Informativo.
De causa falsa.
De composición.
Ad baculum.
Ad misericordian.
Ad hominen.
Atrá
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