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Trabajo práctico n° 2
Temas a desarrollar:
Desarrollo:
Encomienda: Is. 50:4 “Jehová, el Señor me dio lengua de sabios para hablar
palabras al cansado”
Es muy aplicable a nuestro tiempo, háblenle palabras al cansado. La gente
abrumada, angustiada, con peso emocional, desilusionada con la iglesia. Ellos
necesitan un mensaje lleno de gracia divina y ternura sobrenatural para ser
restaurados. Debemos enfrentar el pecado pero no dejar de amar al pecador.
Él te sostendrá. Is 42:6
Si Él te llama, él te sostendrá, el dinero de los impíos vendrá a las manos del
pueblo de Dios, veremos cómo los recursos que han pertenecido a los impíos de
forma sobrenatural vendrán a la mano de la Iglesia de Cristo.
El ángel de Dios acampa alrededor de los que le temen y los defiende, hay un
anillo de protección sobrenatural. Él protegerá tus sueños, familia, economía,
integridad física, tu vida entera.
Él te saciara. Is 65:13-14
Saciará tu hambre, tu sed, él te llenara de gozo, de alegría, de entusiasmo. Es la
porción para los servidores del Dios altísimo. Si te atreves a desarrollar un
ministerio glorioso, glorioso será el respaldo que tendrás de parte de Dios.
Época de Jeremías
En el año 627 a.C., sucedió una época parecida a la nuestra, la que hoy vivimos;
en este período, el pueblo de Dios se caracterizó por cuatro decadencias
religiosas y tres avivamientos.
Josías fue el último rey bueno, en su época fue cuando encontraron el libro de la
Ley y fue que aconteció el gran avivamiento. Este fue el último gran
avivamiento del pueblo, desde allí la historia del pueblo de Judá es un continuo
registro de su decadencia política, institucional, moral, religiosa y finaliza con el
exilio a Babilonia.
Es en este contexto de decadencia que el profeta Jeremías desarrolló su
ministerio. Cuando el desafío es grande, la oportunidad tan desafiante y los
recursos son pequeños, uno se pregunta ¿para qué tanto afán?, pero ahí aparece
la respuesta y el respaldo de Dios. En el primer capítulo del libro de Jeremías,
Dios habla a su hijo nueve veces para asignarle la tarea, afirmarle el llamado y
reafirmar su fiel respaldo.
Oír a Dios
Jeremias manifiesta temores notorios y compresibles, pero Dios tiene una
respuesta admirable. (Jer. 1:17-19): “Tú, pues, ciñe tus lomos, levántate, y
háblales todo cuanto te mande; no temas delante de ellos, para que no te haga yo
quebrantar delante de ellos.
Porque he aquí que yo te he puesto en este día como ciudad fortificada, como
columna de hierro, y como muro de bronce contra toda esta tierra, contra los
reyes de Judá, sus príncipes, sus sacerdotes, y el pueblo de la tierra. Y pelearán
contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice Jehová, para
librarte”.