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Lo que la filosofía occidental moderna

tiene que aprender de la filosofía de la


India
Filosofía
Por: Alejandro Martínez Gallardo - 11/01/2016

Las filosofías que se derivan de la India tiene un objetivo central: entender la conciencia
y transformar al individuo; la filosofía occidental se limita a la mera intelectualización
de la experiencia.

Aunque en Occidente se asume someramente que el primer verdadero brote de la razón


--ciencia o filosofía-- se dio en Grecia (olvidando que los griegos siguieron lo que ya
habían ideado otras culturas), la realidad es que los primeros grandes filósofos
provienen del Valle Indo. Ciertamente hoy la academia se interesa por las filosofías de
la India como un objeto de investigación e incluso la ciencia empieza a incorporar
algunas de sus "tecnologías" de manera secular (como la meditación vertida
en "mindfulness"), pero en gran medida se piensa que sus conocimientos, si bien son
notables dentro de una visión histórica, hoy en día han sido superados por el progreso
tecnoracional, y son vistos como un resabio del pensamiento mágico que el
materialismo científico ha dejado atrás.   

La ciencia materialista y la neurofilosofía moderna consideran que la experiencia


subjetiva no tiene el mismo valor que el conocimiento objetivo y por ello relegan el
estudio de la conciencia (la cual es un epifenómeno del cerebro). La filosofía occidental
moderna sí estudia la conciencia pero solamente desde una perspectiva teórica-
lingüística (aunque existen honrosas excepciones); los filósofos no suelen experimentar
consigo mismos ni hacen de su filosofía como un arte de vida. Ni tampoco generan su
filosofía a partir de su experiencia de la conciencia, sino simplemente de lo que
aprenden en las universidades y de lo que la academia considera adecuado para
discutirse. Esta es la gran diferencia entre la filosofía occidental moderna, dueña del
rigor académico pero mayormente estéril en lo referente a las potencias de
transformación vital, y de la tradición filosófica de la India, de la cual se derivan
principalmente  el hinduismo (un término paraguas, un tanto impreciso, que incluye a
numerosas manifestaciones religiosas), el jainismo y el budismo. La gran aportación de
la filosofía de la India, al menos desde los Upanishads (hace unos 2800 años), es que
dirige toda su atención al estudio de la mente y sus procesos; la conciencia es el gran
sujeto de estudio, y no la materia, el gran objeto de estudio de Occidente. Y es por ello
que Occidente en cierta forma está siendo colonizado espiritualmente por Oriente con el
yoga, el tantra, la meditación budista y demás disciplinas que producen experiencias
significativas bajo una clara metodología y que toman en cuenta nuestra experiencia
subjetiva (que es lo que realmente importa para una persona). Para los filósofos de estas
tradiciones que nacen en la India, la filosofía no tenía ni tiene sentido si no logra
transformar al individuo, sino lo acerca a la liberación del sufrimiento (en todas las
filosofías de la India hay un equivalente al concepto de moksha). Un ejemplo de esto es
la famosa parábola budista que señala que una vez que se ha cruzado la orilla, se debe
abandonar la balsa (la doctrina) que ha permitido lograrlo (el bagaje intelectual no tiene
sentido como carga, sólo como vehículo). La tendencia de hacer de la filosofía mero
discurso lingüístico, ya la había notado Sócrates --quien según Platón definió la filosofía
como un entrenamiento para la muerte-- cuando criticó a los sofistas. Así que nuestra
tradición occidental ciertamente tiene esta noción de una filosofía orientada a la
transformación, donde el conocimiento no puede ser separado de la conducta y se
comprueba como cierto en la medida en la que el individuo tiene experiencias que lo
transforman. El filósofo francés Pierre Hadot parece hacer referencia a esto al definir la
filosofía helénica esencialmente como una serie de "ejercicios espirituales", los cuales:

corresponden a un cambio de visión del mundo y a una metamorfosis de la


personalidad. La palabra "espiritual» permite comprender con mayor facilidad
que unos ejercicios como estos son producto no solo del pensamiento, sino de una
totalidad psíquica del individuo que, en especial, revela el auténtico alcance de
tales prácticas: gracias a ellas el individuo accede al círculo del espíritu objetivo.

Lamentablemente esta tradición se ha ido marginando en Occidente a lo largo de los


siglos, como siempre, con notables excepciones como lo fueron los alquimistas, los
rosacruces y diversas manifestaciones de filosofía oculta (que por definición existe al
margen del saber establecido). Jay Garfield, en un reciente artículo en el New York
Times argumenta que si la filosofía no se diversifica deberíamos de llamarla lo que
realmente es: filosofía eurocéntrica. Esto es lo que se enseña en las universidades bajo
el nombre general de filosofía: filosofía eurocéntrica. La filosofías de Oriente se
enseñan, a veces fuera del departamento de filosofía, sólo como estudios culturales,
como si fueran labor museográfica y carecieran de vigencia. Y, sin embargo, si nos
guiamos en la fecundidad que tienen las filosofías orientales para galvanizar a la
gente que entra en contacto con ellas, parecen muchos más vitales que la filosofía
occidental moderna, la cual resulta mayormente inaccesible e incluso cuando se logra
dominar su lenguaje especializado no se observan grandes diferencias en la la vida de
una persona. De nuevo, resalto que existen excepciones pero como tema general la
filosofía occidental moderna no está muy preocupada con transformar la conciencia (y
con ello la experiencia de mundo de las personas) y producir ejercicios y aplicaciones
prácticas. 

El historiador alemán Heinrich Zimmer notó este énfasis en su Filosofía de la India:

Pero la principal preocupación --en notable contraste con los intereses modernos
de los filósofos occidentales-- ha sido siempre no la información sino la
transformación: un cambio radical de la naturaleza humana y, con él, una
revelación de su manera de entender tanto el mundo exterior como su propia
existencia: transformación tan completa como es posible, y que, si tiene éxito,
equivaldrá a una total conversión o renacimiento.

Jaideva Singh, un importante traductor de textos del tantrismo de Cachemira, escribe en


su introducción al Pratyabhijnahrdayam:

En la India no hay tal cosa como un filósofo de escritorio. La filosofía en este país
no es sólo una forma de pensamiento, sino también una forma de vida. No nace
de la ociosidad o la curiosidad, ni tampoco es un mero juego intelectual. Cada
filosofía aquí es una religión, y cada religión tiene una filosofía. El filósofo aquí
nunca fue un imponente profesor dictando cátedra a una clase que teje telarañas
teóricas en su estudio, sino aquel que era llevado por un profundo anhelo interno
a saber los secretos de la vida, aquel que vivía laboriosos días de disciplina
espiritual y que veía la luz a través de la transformación de su vida. Movido por la
compasión por sus prójimos, intentaba luego interpretar la verdad que había
experimentado de manera lógica para que pudiera servir a otros hombres. 

Singh agrega que en el tantrismo, la filosofía que era impartida debía de ser "vivida y
probada en el laboratorio del ser". En cierta forma las filosofías de la India,
particularmente aquellas que incorporan todos los ámbitos de la existencia (y no niegan
el cuerpo ni renuncian al mundo), como el tantrismo (ya sea budista, shaiva,
shakta, vishnaiva y demás), están más cerca de la ciencia que la filosofía occidental
moderna. La gran razón por la cual la ciencia materialista se ha encumbrado como el
saber dominante es que produce tecnología. Estas filosofías antiguas también
produjeron tecnologías, poderosas herramientas de introspección, el equivalente a un
telescopio para sondear el Ser y conquistar la mente. Pero, mientras que la tecnología
moderna generalmente está motivada por el deseo del crecimiento económico, la
tecnología espiritual de estas filosofías estaba motivada por el deseo de crecimiento
interno y bienestar duradero. En una era materialista, adicta a mirar hacia afuera y a
conquistar lo externo, estas tecnologías son consideradas menos importantes.

Twitter del autor: @alepholo

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