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OTRA MIRADA SOBRE LA HISTORIA

UNIVERSAL (CATEDRA)
Enrique Dussel, académico argentino, nacionalizado mexicano y maestro de la
UAM explica en la cátedra, una mirada diferente, descolonizada de la historia
“mundial” donde Europa no es el centro, ni el fin de la historia. Una historia no
eurocéntrica, donde las naciones y las culturas adquieren una real dimensión.
Dussel desacraliza (perder el carácter sagrado) la historia que aprendimos en la
educación básica y resalta el valor de las naciones y culturas no europeas.

Dimensiona la verdadera importancia de las naciones y culturas no occidentales.


Porque hay cultura más allá de la Europa occidental que parecer ser el centro y el
fin de las historias que se presentan en la educación oficial, en el caso de México
eso ha significado olvidarse de los orígenes prehispánicos que se enseñan. Ha
significado olvidarse de los aportes culturales de los grupos humanos que
habitaban el área que hoy ocupa el México actual. También ha significado
olvidarse de las aportaciones de las culturas Egipcia, Mesopotámica,
Mesoamericana, Hindú y China donde se dieron descubrimientos y desarrollo
tecnológicos que aportaron al desarrollo de la Europa industrial y al mundo en
general.
No fue entonces solo el aporte de los griegos, sino el aporte de los egipcios, de los
hindúes, de los chinos, de los mesoamericanos, que deberíamos de conocer y
reconocer en la enseñanza de la historia. Saber de cómo China producía hierro,
imprimía y producía papel moneda mucho antes que los europeos, tenía
ingenieros que apoyaron la instalación en Inglaterra de mucha de la maquinaria de
la revolución industrial.

Descolonizar la enseñanza de la historia, eurocéntrica y enseñar una historia que


muestre la historia desde la visión propia: nuestra. Mostrar que no hubo un
descubrimiento de América, pues ésta ya estaba descubierta y poblada por los
pueblos mesoamericanos, que no ocurrió un encuentro, sino un genocidio cultural,
poblacional, que destruyó casi toda la cultura y memoria de los pueblos
mesoamericanos, de cuya herencia sobrevivió poco hasta nuestros días y que la
arqueología ha estado rescatando esa cultura y esa memoria destruida por los
españoles que vinieron a invadir y ocupar el territorio mesoamericano de forma
violenta.
Una historia no eurocéntrica debería de enseñarse en la escuela mexicana, una
historia completamente diferente a la que se enseña actualmente, desde la
primaria hasta la universidad, una historia que retome los aportes de este
distinguido y brillante académico Enrique Dussel, y otros que han estado
estudiando la descolonización del conocimiento latinoamericano.

Chimamanda Adichie: El peligro de la


historia única
Los peligros de pensar que hay una única historia. La historia única crea
estereotipos y el problema con los estereotipos no es que sean falsos, sino que
son incompletos. La diversidad cultural es una realidad en nuestra sociedad
actual. Podemos aprovechar el talento y riqueza que supone contar con personas
de diferentes orígenes en nuestro entorno de trabajo, en nuestra vida diaria… o
podemos ver una sola parte de la historia, que enfatiza nuestras diferencias en vez
de nuestras similitudes.

La escritoria nigeriana Chimamanda Adichie lo cuenta muy bien en este TED,


donde muestra su experiencia.

«Siempre he pensado que es imposible compenetrarse con un lugar o una


persona sin entender todas las historias de ese lugar o esa persona. La
consecuencia de la historia única es: que roba la dignidad de los pueblos, dificulta
el reconocimiento de nuestra igualdad humana, enfatiza nuestras diferencias en
vez de nuestras similitudes.«
Contar una sola historia de las cosas, un sólo punto de vista, una sola idea de una
sociedad o personas, nos lleva a crear estereotipos de ellas que no reflejan la
realidad e incluso pueden ser causantes de exclusión o marginación de ciertos
grupos sociales.

Chimamanda Adichie, escritora nigeriana, en una de las charlas de TED hace una
excelente narrativa sobre cómo el contar una sóla historia ha creado estereotipos
sobre las sociedades africanas o incluso los mexicanos que migran a los Estados
Unidos, que no reflejan la realidad e incluso hacen que se desconozca
completamente ésta.

En esta caharla como leemos en Wiriko, «formula de una manera deliciosa la


reivindicación de la africanidad en contraste con el eurocentrismo, pero su tono
demuestra que el contraste no es (al menos desde la visión africana) ni
enfrentamiento, ni contradicción. Es algo que va más allá y que permite
comprender el sentimiento de los miembros de la diáspora.»
Aquí les dejó esta excelente charla que les recomiendo verla de principio a fin,
para comprender por qué antes de hablar de las diferentes sociedades, países o
personas, necesitamos conocer más allá de la historia que a menudo nos cuentan.
Quizá podríamos buscar más perspectivas que enriquezcan nuestro conocimiento
y nos acerquen más a la realidad de las cosas.

‘La Casa Lobo’, o cómo animar una pesadilla


El filme se inspira en los hechos ocurridos en un asentamiento chileno
fundado en 1961 por un nazi.
La Colonia Dignidad, un predio a 350 kilómetros al sur de Santiago de Chile,
fue un asentamiento que se utilizó como centro de tortura, exterminio de
presos políticos y adiestramiento de paramilitares durante la dictadura del
general Augusto Pinochet, entre 1973 y 1990. Mucho antes de eso, desde
1961, el exmilitar nazi Paul Schäfer instaló su “microdictadura” en el sitio,
donde durante muchos años hubo violaciones a menores, esclavitud, entre
otras atrocidades. Los cineastas chilenos Joaquín Cociña y Cristobal León
se inspiraron en estos hechos para la creación de La Casa Lobo, una
mirada desde la animación en stop motion a los horrores perpetrados en
este enclave por el líder de esa secta. 

La Casa Lobo ha cosechado una serie de reconocimientos en el extranjero.


Entre los más destacados se encuentran el Premio Caligari, de una las
secciones del Festival de Berlín, además de una mención del jurado en
Annecy, la muestra de cine de animación más importante del mundo.
Mientras prepara su recorrido por otras citas cinematográficas
internacionales, la ópera prima de Cociña y León aún continúa en cartelera
en varios cines de Chile. La película también será exhibida en México y
Colombia por la distribuidora Interior 13, que aún no ha dado a conocer la
fecha de estreno para esos países.
El largometraje nos presenta a María, una joven que se refugia en una casa
tras escapar de una secta religiosa alemana en Chile. Como si estuviera en
un sueño, la casa reacciona a los sentimientos de ella y hace que su
estancia sea una pesadilla. La idea nació hace 10 años, según cuenta
León. La Casa Lobodebía ser inicialmente parte de una trilogía de
cortometrajes, antecedida por las obras tituladas Luis y Lucía. Pasaron los
años y ambos realizadores comenzaron a lanzar ideas y así, poco a poco, la
figura de Schäfer y la Colonia Dignidad se fueron apropiando de la película.
“De algún modo el tema de Colonia Dignidad era un vínculo perverso entre
Alemania y Chile”, explica Cociña vía telefónica.

En esa misma etapa, los realizadores escucharon el rumor sobre la


existencia de un archivo fílmico de la Colonia Dignidad que, supuestamente,
estaba compuesto por material documental que falseaban para proyectar
una imagen idealizada del enclave hacia el extranjero. Los también artistas
visuales dieron rienda suelta a su imaginación sobre la aparición de una
película animada, producida por Schäfer, dentro de esa filmoteca. Cociña
dice que fue como imaginarse un documental falso, casi como meterse en
un juego de roles macabro. “Nos imaginamos a Shäffer, el líder de la
Colonia, como una especie de Walt Disney. Nos imaginamos y preguntamos
qué película hubiera hecho y nos propusimos hacerla”, agrega León. 

El filme apela a la metáfora con sus personajes y se nutre de elementos


fantasiosos como los cuentos de hadas. Personajes de este género, como
el lobo o relatos como el de Los tres cerditos, además de la inspiración que
representó el libro La literatura nazi en América(Anagrama, 2016), de
Roberto Bolaño, sirvieron para aterrizar lo perverso y terrorífico que hay
detrás de la realidad en la ficción. “Me parece que los cuentos de hadas en
general son muy buenas metáforas sociales. Pensamos en cómo hacer un
circuito cerrado, pesadillesco, pero que tuviera una base en la realidad. La
Colonia Dignidad se convirtió en un ancla de contexto ideal para desarrollar
la idea. Nos interesa traer este tipo de asuntos a través de una película que
parece más de fantasía, así podemos levantar temas tan social y
políticamente terroríficos como lo que sucedió en este enclave”, dice
Cociña. 
Un plano secuencia sin maquetas
La realización de La Casa Lobo inició en 2013 y terminó en febrero pasado.
No fue un proceso normal de rodaje, ya que la película fue filmada en 12
museos y galerías de Chile, Argentina, México, Hamburgo, entre otros
sitios. Instalaron su taller durante dos meses en cada uno de los lugares y
se ponían a trabajar frente a la gente, como en una exposición. Otro detalle
del filme y de su creación, es que todo lo que se ve en la cinta es en tamaño
real. No son maquetas como las que se suele utilizar en stop motion, la
técnica que aparenta el movimiento de objetos estáticos por medio de una
sucesión de imágenes fotografiadas. “Estábamos paseando por lugares
muy distintos, con arquitecturas muy distintas. Lo más desafiante, ya que
hicimos el proceso de esa manera, fue mantener una coherencia durante
esos cinco años”, afirma León. 
Los realizadores optaron por el plano secuencia para contar la historia en
una casa donde todo puede ser transformado, donde todo se va
construyendo y desmoronando en una atmósfera claustrofóbica, de acecho
y siniestra. Ese tipo de detalles, dice León bromeando, tiende a salirles
naturalmente, casi como una estética de terror que la plasman inconsciente.
“Se supone que la película iba a ser una evolución de lo plano a lo
tridimensional. Eso obviamente se desordenó en el caminó y creo que fue
bueno que se haya desordenado, porque hizo a la película más dinámica”,
da a conocer Cociña. 

Si bien la producción fue de carácter experimental, los realizadores se


pusieron reglas para afrontar el rodaje. Una de ellas fue que gran parte de
los materiales que utilizaron fueran desechos. Cociña y León logran unir la
pintura con escenarios reales y una técnica parecida al papel maché, pero
utilizando cinta de embalaje, pegamento líquido y cartón. “Hicimos un
decálogo al comienzo de la producción. Tenía reglas sobre el uso de la
pintura frente a la cámara, que todo podía ser transformado, el color es
simbólico, movimientos de cámara entre cuadro y cuadro, no se va a negro
nunca la película, entre otros. Nos pusimos un montón de reglas para nunca
aburrirnos, para tener la posibilidad de cambiar en el taller, pero tener
consciencia en qué momento de la película estábamos y para dónde iba”,
finaliza Cociña.

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