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19/6/2020 Decreto de unión entre la iglesia Griega y la iglesia Latina emanado en el Concilio de Florencia

DECRETO DE UNIÓN ENTRE LA IGLESIA GRIEGA


Y LA IGLESIA LATINA EMANADO EN EL CONCILIO DE FLORENCIA
Florencia, 6 de julio de 1439

Pergamino de 751 x 590 mm., (sobre de 30 mm.) en discreto estado de conservación. El documento contiene la bula papal
colgada de hilo de seda (rojo y amarillo) e hilo (rosáceo) para el sello imperial (que no parece que se haya colocado nunca en
este documento).
ASV, A.A., Arm. I‑XVIII, 397

Entre 1438 y 1445 tuvieron lugar en Ferrara, Florencia y Roma fases sucesivas de lo que habitualmente se designa como el
Concilio de Florencia. En la ciudad toscana, en especial entre 1439 y 1443, ante la presencia del papa Eugenio IV y el
emperador de Oriente Juan VIII Paleólogo, se desarrollaron los trabajos del sínodo que desembocaron en la unión de los
griegos y los armenios con los latinos.

Las cuestiones teológicas que hacían que la Iglesia griega tuviera posturas distintas respecto a la Iglesia romana (la
procesión del Espíritu Santo, el término Filioque del Símbolo, la cuestión de la Eucaristía, los Novísimos, la supremacía del
papa), gracias entre otras cosas a las doctas exposiciones de los prestigiosos padres latinos (entre éstos el cardenal Besarión)
se acercaron considerablemente tras los primeros meses de debate. A finales de junio de 1439 el cardenal Cesarini pudo
comunicar a la asamblea conciliar que se había alcanzado la concordia entre latinos y griegos sobre todos los puntos
discutidos. Por tanto, faltaba sólo redactar el decreto o «bula» de unión, tarea que se encargó a una comisión mixta latina y
griega que trabajó en el texto desde el 28 de junio hasta el 4 de julio. Posteriormente, se prepararon 5 ó 6 ejemplares del
texto establecido, el cual se leyó el 6 de julio en la catedral florentina, tras la misa celebrada por el papa: «Este texto –
registran los Practica del concilio – lo leyó en latín el cardenal Giuliano di Santa Sabina [Cesarini], y en griego lo leyó
Besarión, arzobispo de Nicea. Nosotros [latinos] abrazamos y besamos las rodillas y la mano derecha del papa; revestidos
con los sagrados paramentos nos saludamos los unos a los otros con recíprocos abrazos. Nuestros cantores entonaron
el Laetentur coeli y el Gloria».

Los ejemplares primigenios del decreto de unión (en latín y en griego) fueron firmados y se les colocó el sello
correspondiente del papa y del emperador; contenían también las firmas de muchos de los padres sinodales presentes (uno
de estos valiosos documentos de los más completos que poseemos se encuentra en la Biblioteca Laurenziana de Florencia).
Inmediatamente después de la publicación y la lectura solemne del decreto de unión se prepararon numerosos otros
ejemplares para expedir a las Iglesias de rito latino y griego con el fin de difundir la noticia de que se había alcanzado la
unidad; algunos de estos documentos fueron firmados y sellados nuevamente por el pontífice y el emperador, así como por
los prelados todavía presentes en Florencia.

Dos de los ejemplares secundarios se conservan en el Archivo Secreto Vaticano y otros en la Biblioteca Vaticana, en
Bolonia, París, Karlsruhe, Londres, Florencia (Archivo de Estado) y Venecia. Nuestro documento es uno de los originales
elaborados en Florencia tras la proclamación de la unión; contiene la«Rota» pontificia (con la leggenda de Eugenio IV:
+ Adiutor et protector meus es tu Domine, ne derelinquas me Deus), la firma del papa (Ego Eugenius catholice ecclesie
episcopus ita diffiniens subscripsi), la del emperador Juan VIII Paleólogo, que siguiendo la práctica bizantina es en cinabrio, y
por último otras 36 firmas de otros tantos padres sinodales. En el documento se ha colocado la bula papal mediante hilo de
seda (rojo y amarillo) y se debía colocar también el sello imperial (de oro) para el cual ya se había preparado el cordoncillo
(rosáceo); sin embargo, no parece que haya habido manera o tiempo para llevar a cabo este sellado a juzgar por el perfecto
estado del cordoncillo.

Entre los puntos más significativos de la voluntad de unión que animó tanto a latinos y griegos quizá se encuentre el que
leemos en la primera parte del decreto, donde se hace referencia a las dificultades materiales que superaron los orientales
para llegar a Florencia, movidos por el deseo de la antigua unidad católica (parte izquierda, a partir de la línea 8: Ecce enim
Occidentales Orientalesque patres post longissimum dissensionis atque discordie tempus, se maris ac terre periculis
exponentes, omnibusque superatis laboribus, ad hoc sacrum ycumenicum concilium desiderio sanctissime unionis et antique
caritatis reintegrande gratia, leti alacresque convenerunt).

https://web.archive.org/web/20080221165848/http://asv.vatican.va/es/doc/1439.htm#top 1/1

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