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Antropologia PDF
Antropologia PDF
Cusco, 2009
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PUBLICACIONES LA ROCA
DE LA FACULTAD DE MISIONES Y CIENCIAS RELIGIOSAS DEL CUSCO
(FAMICIR)
CONTENIDO
Pág.
Algunas palabras 04
1. Deslinde conceptual 05
1.1. La antropología 05
1.2. La misión 06
1.3. La antropología de las misiones 09
A. El Evangelio y la cultura 10
B. La inculturación del Evangelio 17
2. La antropología en las misiones internacionales 20
3. La antropología en la experiencia de la cristianización colonial según Marzal 24
3.1. Sobre la misión andina en el tiempo colonial 24
3.2. Sobre el misionero cronista José de Acosta (15401600) 25
A. La evangelización y diversidad cultural 26
B. La tipologización de los indios para la evangelización 26
C. La postura pastoral ante la dominación y la dependencia 28
D. ¿Se debe preservar o cambiar la cultura indígena? 29
Bibliografía 31
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ALGUNAS PALABRAS
Pues admitimos que todos aquellos que han sido convocados a la profesión de fe y
al anuncio del Reino de Dios a todas las naciones deben gozar no sólo de herramientas
teóricas y metodologías teológicas o misionológicas, sino también antropológicas. Por lo
tanto, esta edición anhela sumarse a esta preocupación.
Para el logro de nuestro objetivo, este libro se ha organizado en tres temas. El
primero está referido al deslinde conceptual, pues definimos conceptos como antropología,
misión, antropología de las misiones, entre otros, con el fin de que las discusiones y las
reflexiones se encuadren en la línea académica rigurosa. El segundo asunto está
encaminado a la reflexión acerca de lo que se entiende por antropología de la misión, la
delimitación entre el concepto de cultura y el Evangelio, el convertido y su cultura, la
inculturación del Evangelio y la problemática de las misiones en el contexto de la
globalización. El tercer tópico es una sistematización de la aplicación de la antropología por
los jesuitas en el proceso de la cristianización de la época colonial.
M.M.S
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1. DESLINDE CONCEPTUAL
1.1. LA ANTROPOLOGÍA
Por ello, Lischetti (1986:15) puntualiza que esta disciplina apunta a un conocimiento
global del hombre y abarca el objeto en toda su extensión geográfica e histórica. Impulsa la
búsqueda de un conocimiento que sea aplicable al conjunto de la evolución del hombre,
desde el homínido hasta los rasgos modernos. Tiende a conclusiones positivas o negativas,
sin duda válida para todas las sociedades humanas desde la más pequeña tribu hasta la
gran ciudad moderna.
Silva Santisteban (1977) refuerza también señalando que la antropología tiene que
ver con la investigación científica de los factores fundamentales del desarrollo humano a
través del tiempo y del espacio. Pues parte del supuesto que para comprender la naturaleza
del hombre es necesario observarlo en donde quiera que exista y en el tiempo a fin de
comprobar los cambios que ha experimentado en toda su existencia, e incluso en la
trayectoria evolutiva que le dio origen.
Harris (1990:111,17) contribuye, igualmente, puntualizando que la antropología es el
estudio de la humanidad, de los pueblos antiguos y modernos, así como de sus estilos de
vida. Así, dada la amplitud y complejidad del tema, las diferentes ramas de la antropología
se centran en distintos aspectos o dimensiones de la experiencia humana. Algunos
antropólogos estudian la evolución de nuestra especie; otros investigan cómo el homo
sapiens llegó a poseer la facilidad humana para el lenguaje, desarrollo y diversificación de
los lenguajes y los modos en que las lenguas modernas satisfacen sus necesidades de
comunicación humana; otros, por último, se ocupan de las tradiciones aprendidas del
pensamiento y conducta que denominamos cultura, investigando cómo surgieron y se
diferenciaron las culturas antiguas y cómo y por qué cambian o permanecen iguales.
Marzal (1986:14) es más específico al fijar que la antropología es aquella ciencia
social que estudia el funcionamiento y evolución de “otras” sociedades. A esta definición,
Arguedas (1986:135) acota precisando que es el estudio de la diversidad de grupos
humanos, sus costumbres, sus factores y sus causas, así como los diferentes modos de ser
de los pueblos.
modelos para impulsar el desarrollo humano prestando atención a la diversificación cultural
y económica que experimenta el mundo.
1.2. LA MISIÓN
El vocablo misión viene del latín missio onis. Significa dos escenarios o momentos:
El primero hace mención a la acción de enviar o también poder o facultad que se da a
alguien de ir a desempeñar algún cometido o una comisión (encargo), en este caso, quien
goza de poder o facultad es Dios que envió a su hijo unigénito para redimir a la humanidad,
para que vivamos por él y tengamos vida eterna (Jn. 3:16; 1Jn. 4:9), o también Jesús quién
envió a sus discípulos a anunciar su resurrección (Mat. 28:19). El segundo escenario se
refiere a la salida o peregrinación que hacen los religiosos y varones apostólicos de pueblo
en pueblo predicando el mensaje de salvación, aquí, la Iglesia o cristianos son los actores
responsables de salir y consumar la Gran Comisión de anunciar el Evangelio del Reino de
Dios a todas las naciones (culturas). No obstante, pese a lo señalado, el concepto sigue
siendo un tópico ampliamente debatido en el terreno teológico, eclesiástico y misionológico,
acarreando naturalmente múltiples declaraciones.
“La obra misionera es la actividad de Cristo ejercida por medio de la Iglesia, por la
cual la Iglesia, en este periodo interino, antes de la proclamación definitiva del Reino
de Dios, llama a los pueblos de la tierra al arrepentimiento y fe en Cristo para que
sean constituidos en sus discípulos e incorporados por el bautismo a la comunión de
los que esperan la venida del Reino” (Bergsman, 1998:3840)
Según esta definición, la Iglesia es el cuerpo divino de la misión, es la que actúa y
realiza la obra misionera. Esta declaración, ubicada en el contexto del segundo escenario,
nos lleva a puntualizar tres razonamientos para la discusión referida a la misión. Un primer
razonamiento es que la misión, en el Nuevo Testamento y en el actual contexto de la
globalización y cambio social acelerado, es toda acción de proclamación de la resurrección
1
Max Weber en su libro “La ética protestante y el espíritu del capitalismo” demuestra que el capitalismo maduro en Estados
Unidos se estableció debido a la adopción de la ética protestante (ahorro, el trabajo, el tiempo es dinero, el crédito es dinero,
la puntualidad y justicia, etc.). Pues con la prosperidad de las empresas lucrativas y racionales se dio el auge del capitalismo
norteamericano y alemán, para el efecto, la ética protestante cumplió un papel decisivo.
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de Cristo a todas las culturas del orbe, siendo los miembros de la Iglesia los responsables
directos de esta Gran Comisión (Mar. 16:118; Mat. 28:1920).
Según este razonamiento, la tarea de la proclamación no es una acción individual. Es
ante todo un acto eclesiástico. La iglesia, como una comunidad de santos (Ef.1: 1; Fil.1:1;
Rom.1:7,16:15,12:25), organiza, prepara y envía a sus miembros llamados a esta hazaña a
anunciar que Cristo resucitó. Esta es una operación que de por sí es una diligencia conjunta
y no individual. Tal vez el prototipo clásico e ideal de la Gran Comisión sea la experiencia de
Jesús que preparó y envió a los doce de dos en dos (Mar.6: 7), o el caso del envió de los
setenta también de dos en dos (Luc.10).
Esta acción significa que hoy la iglesia debe de instituir o bien fortalecer una
estructura o un régimen administrativo especial que permita o viabilice la proclamación del
Evangelio a distintas culturas. Es una configuración que debe posibilitar o encauzar la
misión bajo el criterio conjunto con la iglesia, desde la iglesia y para la iglesia. Aunque esta
no es una primicia, pues ya existen experiencias sobre esto, por lo que es necesario su
fortalecimiento a fin que la misión sea plasmada según los preceptos bíblicos.
Un segundo razonamiento, válido para la discusión, es que se da por hecho que la
misión de la Iglesia como actividad trascendental busca materializar la visión 2 y misión3 de
Dios. A este respecto, tal vez los aportes de Costas sinteticen de mejor modo la visión y
misión de Dios:
“Dios quiere y espera que su iglesia crezca, pero no cojeando, ni anímicamente, ni
anormalmente. Quiere que su iglesia crezca en anchura, numéricamente, como
comunidad apostólica. Quiere que su iglesia crezca en profundidad, vivencialmente,
orgánica y conceptualmente, como comunidad de adoración y de nutrición. Quiere
que su iglesia crezca en altura, como modelo viviente y visible, como signo del nuevo
orden de vida introducido por Jesucristo que está desafiando a las potestades y
principados de este mundo” (Costas 1979:7678)
Costas nos revela que la misión y visión de Dios es el crecimiento de la Iglesia en
sus tres dimensiones: anchura, profundidad y altura. De modo que la misión de la Iglesia
consiste justamente en la consolidación de esa visión y misión de Dios: el crecimiento de la
Iglesia en sus tres dimensiones.
La realización de la visión y misión de Dios, así como perciben por ejemplo los de la
Comunidad Misionera Gospel en Lima, es llevada a cabo mediante el modelo de los doce
(G12). Esta pauta es tal vez el prototipo del modelo empleado por Jesús y que de hecho
supone el crecimiento de la Iglesia en sus tres dimensiones. Sobre esto, César Castellanos
escribe:
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Citando a Castellanos (1999:27), “la visión es la idea de Dios revelada a la mente del hombre para que éste la ejecute. La
visión de Dios es cumplir con su propósito en esta tierra” (“Liderazgo de éxito a través de los 12”. G12 Editores, Colombia,
1999 pp. 16, 21) Este propósito es justamente la materialización de la historia de la redención, y el crecimiento de la Iglesia
es un indicador de este propósito. Ampliando, “la visión de Jesús no fue convertirse en un mártir, ni tener una multitud de
seguidores, ni que el mundo lo conociera como un gran maestro o estupendo líder religioso. Su visión iba más allá: redimir a
la humanidad de una condenación segura. Aparte de El no existía otra esperanza para el hombre, pero Jesús tuvo la visión de
salvarnos pagando un precio elevado: por nosotros dejó su trono de gloria y esplendor, y se hizo hombre, vivió como hombre,
y al morir en la cruz consumó su visión de salvación para todo aquel que creyera en El”.
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La misión en este caso sería, ejecutar la idea creativa de Dios, por supuesto enfrentando pequeñas batallas a diario, para
lograr metas, realizar sueños y de ese modo forjar el destino de toda una nación (Castellanos, 1999:19). La misión, en otras
palabras, es obedecer el Gran Mandato de anunciar la resurrección de Cristo y de ese modo construir la Iglesia de Cristo
como medio de la acción redentora.
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“Desde un principio Dios estableció el modelo de los doce, y es a través de éste que
se reproduce la visión de Jesús. El Maestro se dedicó a discipular, a centrar su
atención en doce personas que fueron seleccionadas luego de una noche de oración,
y de esta manera estableció el secreto de éxito para discipular a las naciones,
aplicando un proceso de reproducción que ayudaba a la propagación de la visión”
(Castellanos, 1999:28)
Naturalmente, esta operación encauza la nominada escalera del éxito fundamentada
en cuatro pilares: ganar y/o convocar, consolidar, discipular y enviar. Vale decir, invitar y
ganar vidas por medio de células, consolidar que no es sino preparar al creyente para su
primer encuentro, discipular mediante la escuela de líderes para un próximo reencuentro y
de este modo ir formando los grupos de doce, finalmente enviar para proclamar la
resurrección de Cristo. Todo este ejercicio debe ser encaminado prestando atención al
dilema de la interculturalidad4.
Así como el modelo de los 12 (G12) es una estrategia para viabilizar la visión y misión
de Dios, hay también otras estrategias importantes como el caso del denominado
crecimiento de la iglesia mediante células aplicado actualmente por la Iglesia “La Vid” de
Cusco. Por cierto, es una interesante experiencia de materialización de la visión y misión de
Dios; pues mientras el crecimiento sea en anchura, profundidad y altura, no hay motivo para
el cuestionamiento y al contrario se debe reproducir según sean los casos.
Es también importante recordar el modelo del Evangelismo a Fondo experimentado
en la década de los sesenta. Esta fue una estrategia que permitió el crecimiento de la Iglesia
Evangélica Peruana en el Perú, sin duda, los resultados del crecimiento son incuestionables.
Las estrategias para la difusión de la visión y misión de Dios no se inventan. Pues se
encuentran prioritariamente en la Biblia (como el caso del G12), en la acción, en la realidad y
en la experiencia. En América Latina existen extraordinarias experiencias de evangelización
y de crecimiento eclesiástico; lo que falta es recoger, sistematizar y teorizar, para
seguidamente reproducir previo un análisis crítico. Así, pueden citarse muchas experiencias
de materialización de la visión y misión de Dios a través de la historia de la salvación.
Pero bueno, la visión y misión no concluye aquí, el mundo sigue su proceso de
desarrollo. De modo que esta es la ocasión para señalar que, actualmente, se viene
experimentando un mundo de constante cambio y de diversificación cultural, siendo esta
una situación de reto en el sentido que hay la urgencia de establecer nuevas estrategias de
acuerdo a la circunstancia actual para materializar la visión y misión de Dios según áreas
culturales.
Un tercer razonamiento, igualmente valioso y siempre situándonos en la segunda
designación del término misión, es que la misión de la Iglesia supone, a la par, impulsar el
desarrollo humano a la luz de las normas, valores y conductas reglamentadas en la Biblia y
adecuadamente contextualizadas por áreas culturales. A manera de ejemplo mencionamos
que algunas normas bíblicas pueden ser leídas en Ef. 4:16, ciertos valores bíblicos están
expresados en las bienaventuranzas pronunciadas por Jesús o también en la manifestación
de la carne y la manifestación del Espíritu (Gál. 5:1623), las conductas se revelarían,
justificadamente, en la materialización de estas normas y valores tales como el ser sobrio,
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Este proceso de operación encauzada por la escalera del éxito fundamentada en cuatro pilares se viene desarrollando
exitosamente en la Comunidad Misionera Gospel de Ventanilla – Lima. Los resultados son justamente el crecimiento
cuantitativo de fieles.
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justo, piadoso, etcétera (Tito 2:12). Claro está, la sociedad humana desatiende cada vez más
el Derecho bíblico y ello conduce a que la gente actúe como vea por conveniente y
persiguiendo cualquier circunstancia para favorecerse, produciendo normas legales que
protegen únicamente a ciertos sectores sociales y lastimando a otros, y así no es viable el
desarrollo humano. Por esto, la misión de la Iglesia supone también la responsabilidad de
debatir por una sociedad humana digna, amparado en el modelo social instituida por la
Iglesia “primitiva” y leída en Hechos 2:4147 y 4:3237. Este es el arquetipo social que expresa el
desarrollo humano y, por ello, la Iglesia tiene que impulsarlo por ser una forma de revelación
del reino de los cielos.
Aquí debemos deslindar que los teóricos, políticos, empresarios, etcétera, que luchan
por el bienestar humano, lo hacen inspirados en un modelo social y desde ella promocionan
el progreso humano. Estos luchadores a favor del bien humano buscan implementar un
modelo socioeconómico (el modelo socialista y su correspondiente modelo económico de
planificación, o el modelo capitalista y su respectivo modelo económico de mercado),
aunque detrás de estos modelos subyacen los intereses de las clases sociales.
En esta discusión es importante señalar que es posible referirse a un tercer modelo
socioeconómico: el modelo eclesiástico. Pues se trata de una muestra cuyo precedente es
la experiencia de los primeros cristianos y narrados en Hechos 2:4147 y 4:3237. Aquí
apreciamos la descripción concreta de una experiencia socioeconómica en el que se han
resuelto los problemas sociales, económicos, culturales y políticos; es una práctica que evitó
aprovechamientos o intereses de una clase social, política o económica, ya que siempre
buscó satisfacer las necesidades de la población humana. Fue una comunidad eclesiástica
en el que los fieles promocionaron el bienestar humano a partir de la ética eclesiástica con
resultados de la auténtica conquista de la libertad y la igualdad. Para que esto funcione, el
sistema de vida establecida por estos cristianos fue regulado por la ley bíblica en el que el
valor, la conducta y las palabras de Jesús fueron la norma central. Así, para nosotros es un
aspecto cardinal ya que también corresponde a la misión de la iglesia. Sin duda, esta
gestión no se lleva a cabo al azar, pues al igual de los casos anteriores, la difusión del
bienestar humano se debe conducir a partir del registro bíblico. Entonces, la difusión e
implementación de este modelo social eclesiástico es responsabilidad exclusiva de la
iglesia, de modo que el primero y el segundo postulado referidos deben consumarse con la
implementación de este tipo de sociedad que no es sino la viva expresión del reino de los
cielos.
1.3. LA ANTROPOLOGÍA DE LAS MISIONES
Por lo señalado, como indica Tippett, la misionología es un área interdisciplinaria de
estudio. Es la disciplina académica que investiga, registra y aplica datos relacionados con el
origen bíblico, la historia, los principios y técnicas antropológicas, siendo la base teológica
de la misión cristiana. Según Costas es la reflexión crítica de la praxis de la misión
(Bergsman, 1998:38,39).
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En general, podemos mencionar que la antropología de las misiones, valiéndose de
las teorías y metodologías antropológicas, examina la problemática cultural de la humanidad
en el marco de la globalización. A partir de ello busca establecer los mecanismos o
estrategias para la proclamación de la resurrección de Cristo según áreas culturales,
evitando o aprovechando las barreras culturales, precaviendo o utilizando la estructura
cultural de las naciones y procurando inculturar o posicionando el Evangelio en las
personas.
En seguida, pasamos a exponer los dos supuestos que atañen a la antropología de
las misiones:
A. El Evangelio y la cultura
Delimitando el concepto Evangelio
Para puntualizar el concepto Evangelio es conveniente acudir a la Escritura. En esta
ocasión lo hacemos desde el Evangelio de San Marcos 16:915. Aquí se describe con claridad
la esencia del término Evangelio. Pues en cuanto Jesús resucitó, el primer día de la semana
se apareció frente a María Magdalena, ella al ver al Maestro resucitado se fue donde
estaban los discípulos para hacer saber esta noticia de que había resucitado, pero no lo
creyeron. En una segunda ocasión, cuando dos de sus discípulos iban al campo, Jesús se
les apareció y éstos de inmediato al igual que María Magdalena volvieron para dar a
conocer a los otros que Cristo había resucitado pero tampoco habían creído. Finalmente,
mientras los discípulos estaban reunidos y sentados al contorno de la mesa, Jesús se
apareció y esta vez para reprocharles por la incredulidad y dureza de su corazón porque no
habían creído los anuncios de aquellos que le habían visto resucitado. En seguida Jesús les
ordenó para que vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio, vale decir, prediquen
que Cristo resucitó. Este era el mensaje central, la buena nueva como escribe San Mateo,
era buena nueva porque las esperanzas supuestamente perdidas con la muerte de Cristo se
habrían tornado nuevamente en esperanza por la resurrección.
Así pues, el Evangelio es en sí la resurrección de Cristo y eso es lo que se debe
predicar. Por eso que la resurrección de Cristo fue el fundamento central de la primera
predicación de Pedro (Hech. 2:24, 31, 32), de la misma manera, fue el fondo preferente de la
misión de los apóstoles (Hech. 4:33). Jesús mismo, antes de ser ensalzado o levantado y le
tomara una nube para encubrirla de los ojos de sus apóstoles, les encargó que sean testigos
de Él, de su resurrección, en todas las culturas empezando por Jerusalén, en toda Judea, en
Samaria y así sucesivamente hasta lo último de la tierra (Hech. 1: 8, 9, 22).
El suceso de la resurrección de Cristo sólo era viable por el poder de Dios. Por ello
que el Apóstol Pablo documentó que el Evangelio y/o resurrección de Cristo es Poder de
Dios (Rom. 1:16). Subrayó también que “…si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra
predicación, vana es también vuestra fe” (1Cor. 15:1017); expresando con justa razón que
“nosotros predicamos a Cristo crucificado” (1Cor. 1:23). Así pues, el Evangelio es esa
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resurrección sobre el que se funda la fe cristiana y la Iglesia, este es el Evangelio de Cristo
motivo de misión.
Delimitando el concepto cultura
El hombre como ser biológico, social, económico, cultural y religioso, establece un
modelo ideal de comportamiento concreto y particular de acuerdo al medio geográfico en el
que se ha ubicado. Al respecto se dice:
“las relaciones entre hombre social y su medio determinan formas específicas y
particulares de resolver su existencia, que es lo que permite establecer las diferencias
entre unos y otros pueblos. No es su inteligencia ni su manera particular de ser,
mucho menos su origen étnico. Es simple y llanamente que frente a un bosque un
hombre se comporta de manera distinta que frente al desierto o frente a la puna.
Resuelven su existencia de modo diferente y las formas de resolver la existencia
social constituyen, naturalmente, aquello que denominamos cultura. En primera y
última instancia, la cultura no viene ha ser otra cosa que la manera cómo el hombre
resuelve su existencia concreta” (Lumbreras, 1994:51)
Para el ecologista Cambell (1985:114), la sociedad y la cultura se han desarrollado
justamente como una respuesta al ambiente. Pues explica que la cultura como un sistema
de conocimientos, comportamientos y utensilios, permite a los seres humanos comunicarse
con el mundo externo. Nombra también que dentro de la rúbrica de cultura están los
sistemas de parentesco, casas, mitos, herramientas, ideas, tradiciones, etc., y que estos se
adquieren por aprendizaje. Resalta que la cultura son los medios de adaptación aprendidos
por la humanidad y que se transmiten mediante los símbolos, siendo esta acumulativa. Así
pues, la cultura ha permitido al hombre extenderse de regiones tropicales a templados y a
zonas árticas desarrollando variedad de costumbres, ha permitido también que el hombre
estudie su lugar en el medio ambiente.
En suma, la cultura es la manera cómo los hombres han resuelto su existencia. Para
ello el hombre ha creado elementos, pautas y patrones culturales que los hacen
característicos. Consiste también en un sistema integrado de normas, valores, conductas,
instituciones y organizaciones; estos son los que unen a la sociedad concediéndoles el
sentido de identidad, dignidad, seguridad, continuidad y subsistencia.
Afrontando los conceptos
La delimitación de los conceptos nos lleva a afirmar que no existe relación o
correspondencia próxima entre el término cultura y Evangelio. La cultura es creación
humana, en cambio el Evangelio es la resurrección de Cristo y nada tiene que ver con la
cultura. El Evangelio no es cultura puesto que no es creación humana, pero sí es para las
culturas o naciones (Mat. 28:19). Así, la predicación de la resurrección de Cristo debe ser
efectuada en el contexto cultural de los pueblos. El pasaje de Marcos 16:915, comentado
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líneas antes, no termina con la llamada de atención a los discípulos por la incredulidad y
dureza de corazón, antes bien, les dice que vayan por todo el mundo y prediquen el
acontecimiento de la resurrección a toda criatura (v.15). Esa resurrección de Cristo no es
creación humana y/o cultura, es obra sobrenatural y por eso es poder de Dios.
El mensaje del Evangelio es como una semilla que si no cae en tierra firme muere y
no crece. Las culturas de este mundo son como la tierra que recibe la semilla para hacer
germinar. La parábola del sembrador narrada en Mar. 4:134 es tal vez el mejor ejemplo de lo
señalado, puede ser explicada en el sentido que la semilla no es tierra sino semilla que debe
ser puesta en la tierra para que germine, crezca y de fruto; en esa misma orientación
declaramos que el Evangelio no es cultura sino más bien debe ser colocada o sembrada
(anunciada) en las culturas del mundo para que germine, crezca y se multiplique.
No obstante, en la actualidad, la predicación del evangelio ha descuidado su esencia,
su razón y sentido de ser. La exposición se efectúa con fuerte contenido teológico, filosófico,
ideológico y cultural; pues con el actual anuncio del Evangelio se violenta a los pueblos, se
dogmatiza y se aliena a los feligreses; todo es barajado para satisfacer intereses,
destruyéndose o confundiéndose el fundamento de la comunidad misionera de los primeros
cristianos descrita en el libro de Hechos. Se ha dejado de predicar la resurrección de Cristo
y a cambio se anuncian elementos ideológicos que no son sino postulados que responden a
una baga filosofía con carencia de sustento teórico y hermenéutico. Se predican juicios de
valor contra las culturas, prohibiciones de patrones culturales, etcétera, obviando que el
Reino de Dios no es comida ni bebida (cultural), sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo
(Rom. 14:17)
Hay que hacer notar también, por un lado, que los paradigmas (ideológicos,
religiosos, políticos y culturales) propios de la modernidad se han desvanecido y, por el otro,
han surgido nuevas teologías filosofantes con fuerte contenido de la ideología de la tercera
vía (modelo económico y político de la sociedad post capitalista) y de la mística asiática. En
este marco, la práctica evangélica también va tomando nuevas formas culturales, políticas e
ideológicas con fuerte contenido de mística asiática. Esta situación es una evidencia para
advertir que el anuncio de la resurrección de Cristo está siendo reemplazado por prédicas
con sabor a juicios de valor y mágico religioso, con el único objetivo de ganar súbditos y
haciéndoles sentir que todo aquello que les rodea es pecaminoso. Así es como se van
imponiendo comportamientos o formas culturales que hacen perder la identidad cultural y el
compromiso con la problemática humana, dejando de lado que Jesús se ha preocupado por
los problemas de ese entonces, o a los primeros cristianos que se han interesado por los
problemas sociales y económicos (ver el caso de la vida de los primeros cristianos en Hech.
2:4347; 4:3237)
Admitimos que si se observa la realidad desde la concepción mística o dogmática se
vivirá una falsa realidad con actitud acrítica, y en ese caso el anuncio del Evangelio será
subjetivo. En cambio, la observación y reflexión crítica de la realidad garantizará que la
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acción misionera y el anuncio del Evangelio sean encaminadas de manera real, objetiva y
con compromiso con la situación sociocultural. En ese entender, la ciencia social es una
herramienta útil para el quehacer teológico y misionológico de las iglesias, pues ayudará a
comprender la problemática de la comunicación del Evangelio a los pueblos.
Por último, en la Biblia leemos que Dios para revelarse y comunicarse con su pueblo,
con otros pueblos, con los profetas, etcétera, ha tenido que utilizar símbolos y lenguajes
propios de éstos a fin de hacerse entender; por el contrario la comunicación no habría
funcionado. Dios, en aquel tiempo, se ha revelado en el contexto cultural histórico de cada
pueblo, para ello basta citar dos casos que ayudarán nuestra reflexión:
• Caso Jonás:
El lenguaje como un componente substancial de la cultura tiene importancia
preponderante en el proceso de la comunicación humana, pues no existe correspondencia
humana sin el lenguaje. Por ello que Dios para darse a conocer al hombre recurrió al
lenguaje humano (creencias, voz, símbolos, signos, concepciones, etc.) característico de
cada pueblo como un medio para predisponerse, caso contrario el hombre no le hubiera
entendido. La siguiente descripción evidencia la forma cómo Dios para manifestarse y hacer
cumplir el plan de salvación apeló al uso y manejo de la cultura del pueblo:
(A) Dios convocó a Jonás para enviarle a Nieve. Pero éste, evadiendo el
llamamiento, se fue a Tarsis en una barca. Empero, Jehová Dios hizo levantar en alta mar
una gran tempestad, los tripulantes frente a esta situación echaron al mar todo aquello que
había en la barca para no naufragar y al mismo tiempo cada tripulante clamaba a su Dios
para que la tormenta calme. En ese momento, Jonás que se encontraba durmiendo en la
parte baja de la nave fue despertado por el patrón para que también clamara a su Dios y
haber si él tendría compasión de lo que sucedía. En ese transcurso los tripulantes
decidieron echar suerte para saber por causa de quién venía el mal, curiosamente el azar
cayó sobre Jonás y éste al ser interrogado respondió que era Hebreo y temía a Jehová Dios
de los cielos que hizo el mar y la tierra; los hombres escuchando lo referido temieron de
sobremanera, luego Jonás mismo pidió que lo echen al mar y así fue. Luego de este
episodio la tempestad calmó y todos de la nave clamaron a Dios, pero la escena continúa,
pues Jehová Dios que tenía preparado un gran pez en alta mar tragó a Jonás y estuvo tres
días y tres noches en el vientre, luego fue expulsado a tierra.
(B) Es necesario destacar que Níneve era la capital del Imperio Asirio y enemigo de
Israel. En el tiempo de Jonás, este pueblo era orgulloso por su prosperidad y porque
adoraban al DIOS DAGON que era un pez. Pues creían que Dagón, saliendo del mar, había
fundado la nación de ellos; de modo que era imposible que una gran ciudad “pagana” y
creyente en Dagón y orgullosa pudiera haber aceptado a un predicador Hebreo,
desconocido y venido del pueblo enemigo. Pero ¿Cómo han podido aceptar a Jonás y luego
ser convencidos?, ¿Cómo han podido abandonar al Dios Dagón y arrepentirse a Jehová
Dios hasta proclamar ayuno y vestirse de silicio?
La respuesta es dada en el sentido que Dios tuvo en cuenta el factor cultural del
pueblo. Mediante el manejo adecuado de la cultura Dios logró revelarse por medio de Jonás,
vale decir, Dios para hacer cumplir su plan de salvación, a través de un profeta, utilizó
simplemente un elemento cultural, en este caso al Dios Dagón que cumplía el papel de
sagrado. Dios usó esta creencia e hizo salir a Jonás por la boca del pez que lo tragó (Dios
Dagón). Los ninevitas al enterarse de este acto no dudaron en aceptar a Jonás porque
había salido del pez, según ellos este pez sagrado les había enviado un Profeta, sólo así
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lograron aceptar y escuchar la voz de Dios y arrepentirse. De este modo, Jehová Dios hizo
presente su Palabra sin cometer error alguno y bajo los márgenes de respeto de la cultura.
(C) Asimismo, en el caso descrito, encontramos el detalle que cuando Jonás fue
despertado por el patrón de la nave para que clamara a su Dios, pronto los tripulantes
echaron suerte para saber por causa de quién venía el mal. Extrañamente el azar cayó
sobre Jonás y, luego de una interpelación, éste pidió que le lancen al mar y así fue cómo
sosegó la tempestad. Este acontecimiento no fue una casualidad, antes bien, Dios para
hacer cumplir el plan de salvación habría incluso utilizado esta creencia mágica de los
tripulantes. Así es cómo Dios actúa sin necesidad de lanzar juicios de valor sobre la cultura
del pueblo.
• Caso Pablo:
En el Nuevo Testamento se relata un caso de acción evangelizadora llevada a cabo
por Pablo en Atenas (Hechos 17:1634). En tal ocasión el Apóstol predicó la resurrección de
Cristo a hombres practicantes de una religiosidad sin afectar la cultura y la fe. Se menciona
que cuando Pablo llegó a Atenas había observado finamente y con profundo respeto los
muchos altares levantados para los dioses. Pues los atenienses se caracterizaban por una
cultura de inseguridad, por eso mismo estos habían levantado altares para todos los dioses
que ellos conocían, y por sí acaso habían también levantado un altar para algún Dios que
por allí desconocían y que exhibía la frase: al Dios no conocido. Pablo llegando a Atenas se
encontró con esta religiosidad y pasó a merodear los numerosos altares con el que quedó
tal vez fascinado, y por allí vio un altar alzado prevenidamente para el “Dios no conocido” al
cual prestó curiosidad, él optando una actitud de sensibilidad y habilidad utilizó este
elemento cultural propio de ellos para predicarles el Evangelio (al Dios no conocido) y el que
fue sin duda recibido por el pueblo. En esta experiencia evangelizadora se debe subrayar
que no hubo enfrentamiento entre la creencia del pueblo y la predicación del Apóstol, así
como no hubo juicios de valor contra la religiosidad.
En suma, Dios y el Apóstol Pablo lograron comunicar el mensaje de redención previo
conocimiento de la realidad cultural. De este modo permitieron que la historia de la
salvación, que no es sino la visión y misión de Dios, sea encaminada según el propósito
divino. Lo que significa que hoy, en esta realidad de la globalización cuya característica es la
diversificación de la cultura, se anuncie la resurrección de Cristo a las distintas culturas o
naciones existentes en el mundo sin necesidad de desculturizar.
• El convertido y la cultura:
En primer lugar, deslindemos que en este momento se hace dificultoso afrontar la
cuestión del convertido y la cultura, precisamente porque cada vez más la cultura se va
diversificando. Tal vez para mayores precisiones, demandamos de una investigación y por
ahora nos limitaremos a las monografías ocasionales de Lausana que se han hecho
funcionalmente clásicas en tópicos referidos al Evangelio y la cultura. Entonces, en relación
a este caso se dice:
“La conversión no debiera ‘desculturalizar’ al convertido. Cierto es, como hemos visto,
que ahora el Señor Jesús reclama su lealtad, y todo lo que contiene el contexto
cultural debe ser sometido al examen de su Señor. Esto se aplica a todas las culturas,
y no solamente a la hindú, la budista, la musulmana o la animista… La crítica
resultante puede conducir a un choque, cuando aparecen elementos culturales que,
al ser juzgados por Cristo, tienen que ser rechazados. A esta altura, recíprocamente,
15
el convertido puede intentar la adopción en su lugar de la cultura del evangelista;
tales intentos deben ser resistidos con firmeza a la vez que con bondad.
Se debe alentar al convertido a que vea su relación con el pasado como una
combinación de ruptura y continuidad. Por grandes que sean las renuncias que los
nuevos convertidos sientan que deben hacer por amor de Cristo, ellos siguen siendo
las mismas personas con la misma herencia y la misma familia. ‘La conversión no
deshace: hace de nuevo’. Aunque en ciertas situaciones es inevitable, siempre resulta
trágico, cuando la conversión de una persona a Cristo es interpretada por otros como
una tradición a sus propios orígenes culturales. De ser posible, a pesar de los
conflictos con su propia cultura, los nuevos convertidos deberían procurar
identificarse con las alegrías, las esperanzas, los pesares y las luchas de su cultura.
Los casos presentados demuestran que los convertidos a menudo pasan por tres
etapas: (1) ‘rechazo’ (cuando se ven como ‘nuevas personas en Cristo’ y repudian
todo lo que tiene asociación con su pasado), (2) ‘acomodación’ (cuando descubren su
herencia étnica y cultural, con la tentación a comprometer esa fe cristiana recién
aceptada, relacionándola con su herencia), y (3) ‘la recuperación de la identidad’
[cuando aumenta el rechazo del pasado o la acomodación a él, o, preferentemente,
cuando adquieren en Cristo y en la cultura una equilibrada autoconciencia]”
(Willowbank informe 1978:25261)
Por lo señalado, la comunicación del Evangelio debe efectuarse en el marco de las
culturas. La experiencia de Jonás y la de Pablo en Atenas son ejemplos que nos facultan
reflexionar en el sentido que Dios para dar continuidad a la historia de la salvación recurrió
al uso estratégico de los elementos culturales para revelarse. En esa orientación, volvemos
a expresar que el Evangelio es acción divina y la cultura es acción humana. Por
consiguiente, la acción divina debe ser comunicada a las realidades culturales y esta es una
de las temáticas de estudio y evaluación de la denominada antropología de las misiones.
comunicación transcultural. Afortunadamente, a este respecto, las monografías ocasionales
de Lausana advierten:
“Dos son los problemas principales que tienen que afrontar. Algunas veces la gente
rechaza el mensaje, no porque piensa que sea falso, sino porque lo consideran como
una amenaza a su propia cultura y a su solidaridad nacional o tribal. Hasta cierto
punto esto no puede evitarse. Jesucristo es tanto un perturbador como un pacificador.
El es Señor y, como tal, exige nuestra lealtad total. Por ello, algunos judíos del primer
siglo vieron en el Evangelio un elemento que socavaba el judaísmo, y acusaron a
Pablo de enseñar ‘por todas partes… a todos contra el pueblo, la ley y este lugar’, es
decir, el templo (Hech. 21:28). De modo similar, algunos romanos del primer siglo
temían por la estabilidad del estado, ya que, según su punto de vista, los misioneros
cristianos, al decir ‘que hay otro rey, Jesús’, eran desleales a César y proponían
costumbres cuya práctica no eran lícitas para los romanos (Hech. 16: 21; 17:7). Aún hoy
Jesús desafía muchas de las creencias y costumbres apreciadas por las culturas y
sociedades. Al mismo tiempo, hay rasgos de toda cultura que no son incompatibles
con el señorío de Cristo, y que por lo tanto no han de verse amenazados, ni tienen
por qué descartarse, sino que más bien ha de ser preservados y transformados. Los
mensajeros del evangelio necesitan desarrollar una profunda comprensión y un
genuino aprecio de la cultura local. Solo entonces podrán percibir si la resistencia es
contra algún desafío inevitable de Cristo Jesús, o contra alguna amenaza a la cultura.
El otro problema es que el Evangelio con frecuencia se presenta a la gente en las
formas de una cultura foránea. Así surge el resentimiento contra los misioneros y se
rechaza su mensaje porque su obra aparece, no como un intento de evangelizar, sino
como un intento de imponer sus propias costumbres y manera de vivir. Cuando los
misioneros traen consigo modos extraños de pensar y de comportamiento, o actitudes
que evidencian superioridad racial, paternalismo o preocupación por las cosas
materiales, se verá estorbada la comunicación.
A veces, estos errores culturales se cometen juntos, y los mensajeros del Evangelio
se hacen culpables de un imperialismo cultural que socava innecesariamente la
cultura local y al mismo tiempo procura imponer en su lugar una cultura foránea… Por
contraste, el apóstol Pablo sigue siendo el supremo ejemplo de una persona a quien
Jesucristo primero privó de su orgullo por sus propios privilegios culturales (Fil.3:49), y
luego enseñó a adaptarse a las culturas de otros, haciéndose esclavo de ellos, de
modo que pudo decir que ‘a todos me he hecho de todo, para que de todos modos
salve a algunos’ (1Cor. 9:1923)” (Willowbank informe 1978:1415)
Como se lee, el informe nos alcanza dos barreras culturales que todo misionero
enfrenta: 1) Que algunas veces la gente rechaza el mensaje no porque piensa que sea
falso, sino porque lo consideran como una amenaza a su propia cultura y a su solidaridad
nacional o tribal; 2) Que el Evangelio con frecuencia se presenta a la gente en las formas de
una cultura foránea. Así surge el resentimiento contra los misioneros y se rechaza su
mensaje porque su misión aparece no como una tentativa de evangelizar, sino como una
intención de imponer sus propias costumbres y manera de vivir. Esta circunstancia debe ser
resuelta con los alcances de la antropología de las misiones y sólo el entendimiento y la
explicación EMIC de las culturas (motivo de misión), así como la adaptación y
contextualización del misionero a las realidades culturales, refrendará el sobreponerse a las
barreras culturas a fin de que el anuncio sea contextual, eficiente y de acuerdo a la misión y
visión de Dios.
17
B. La inculturación del Evangelio
“Inculturación (el prefijo “in” indica inserción) es la inyección de un mensaje, de una
fuerza espiritual en una cultura, buscando transformar lo imperfecto, eliminando lo
negativo de la misma y perfeccionando con un mensaje nuevo que responda a la
necesidad del hombre formado en la misma. En otras palabras, es un proceso de
evangelización, mediante el cual el mensaje cristiano es asimilado por una cultura de
manera tal que a partir de los elementos propios de la misma se forma el principio de
inspiración que unifica, transforma, recrea y anima esa cultura, sin destruirla, ni
sobreponerse o acomodarse. Es un proceso directamente unido a la misión
evangelizadora de la Iglesia.
Por inculturación se recupera una de las características de esa misión, la de
proporcionar a la fe divina una índole cultural propia de aquellos que la acogen y
viven.
La inculturación no fue una simple adaptación exterior, sino una lenta y continua
transformación interior de los auténticos valores culturales, muchas veces dolorosa,
hasta el punto de que la verdad cristiana se haya impuesto sobre bases erróneas o
falsas interpretaciones de los hombres
Así, la inculturación inteligente e inspirada ayudará a una mejor ubicación del
mensaje cristiano en las diversas culturas
La Iglesia se presenta al judío, como así también a las demás religiones paganas, no
como una “aculturación” por la que se entiende un encuentro de diferentes culturas.
Antes bien, la predicación cristiana, mediante el ejemplo y la Palabra, tiende a un
dinamismo de inserción de la Iglesia en las diversas culturas, tiende a abrazar al
hombre con todos sus valores” (Glinka, 1993:36)
“El posicionamiento es posicionar un producto en la mente del sujeto.
Es un sistema organizado que permite encontrar ventanas en la mente, dicho sistema
se basa en la idea de que la comunicación sólo puede tener lugar en el momento
preciso y en las circunstancias apropiadas.
En el posicionamiento, lo importante es llegar primero, el caos en el mercado es un
reflejo de que la publicidad ya no funciona como antes.
Como mecanismo de defensa en contra de la voluntad de comunicación actual, la
mente rechaza la información que no puede ‘computar’. La mente sólo acepta la
5
El término aculturación o también transculturación se refiere a un tipo de cambio cultural como resultado del contacto de
dos o más culturas diferentes. La aculturación se puede presentar bajo las formas de adaptación, asimilación, inducción,
sincretismo, simbiosis, etc. (Silva Santisteban, 1998:249251)
18
información nueva que corresponde a su estado actual y elimina todo lo demás” (Ries
y Trout, 2002:3,21,24,26,33)
De lo nombrado se puede deducir, análogamente, tres tesis. Primero, la inculturación
del Evangelio como producto divino implica posicionar la Palabra en la mente de la persona.
Segundo, la proclamación del Evangelio como sistema organizado supone el uso de
estrategias orientadas a encontrar ventanas en la mente del sujeto a evangelizar y buscar el
momento preciso y oportuno para posicionar la Palabra en la mente o pensamiento del
individuo. Tercero, para el posicionamiento del Evangelio en la estructura mental de las
personas hay que llegar primero, o mejor dicho ser los primeros; lo que significa que la
evangelización es una acción constante y sólo así podemos ser los primeros, sin duda,
buscando que el anuncio siempre sea información nueva o si se quiere buena nueva.
“Dios se relaciona con cada uno de nosotros por medio de nuestros pensamientos.
Cuando Pedro recibió el rhema6 de Jesucristo, renovó sus pensamientos, y creyó que
era capaz de andar sobre las aguas y así lo hizo. Pero cuando volvió a cambiar sus
pensamientos y a pensar a la manera antigua, empezó a hundirse de nuevo.
Este es un concepto importante, porque así como un hombre piensa, así es y así
actúa. Si usted piensa que es un rey, o una reina, actuará como un rey o una reina. Si
usted piensa que es un ser indigno, vil, sin valor ninguno, entonces actuará en la vida
de una manera consecuente, aceptando que no sirve para nada” (Yonggi Cho,
1996:101)
Naturalmente, como señala el mismo Yonggi Cho, Dios trabaja a través de los
pensamientos y las creencias. Allí la importancia de la inculturación o el posicionamiento del
Evangelio. Vale decir, si el evangelizado adopta el mensaje cristiano en su estructura
mental, éste renueva el modo de pensar restringido originando una nueva visión: la visión de
Dios; esta es la que faculta moverse en la cuarta dimensión, en el reino invisible. Allí es
donde se encuentra a Dios, allí se conversa y se contempla a Dios, allí en ese mundo del
pensamiento Dios toca los pensamientos, y esto es posible en tanto y cuanto el Evangelio
haya sido posicionado en la mente. Sobre el caso, notemos el diálogo de Yonggi Cho con su
hijo:
“…La Biblia dice que Dios es la Palabra. Y dime, hijito, ¿qué es la Palabra? La
palabra es el pensamiento vestido de vocabulario. Y si Dios es pensamiento cubierto
con vestidos chinos, los chinos lo pueden entender. Y si Dios se viste de inglés, los
que hablan inglés lo pueden entender. Y a nosotros los coreanos los pensamientos
de Dios nos vienen vestidos de coreano, para que nosotros los coreanos lo podamos
entender.
Hijito mío – proseguí, yo me encuentro con Dios cuando leo la Escritura, que es la
Palabra de Dios. Y los pensamientos de Dios escritos en idioma coreano tocan mis
pensamientos en un reino invisible, y puedo tener una conversación con mi Padre
celestial por medio de la Palabra de Dios. Dios es lo mismo que un pensamiento.
Dios es como un pensamiento. Si usted no tiene ningún pensamiento, entonces Dios
no tiene cauces para hablar a usted… Los pensamientos de Dios nos vienen sólo a
través de su Palabra o del Espíritu Santo. Sus pensamientos tocan nuestros
pensamientos, y es allí donde se encuentra a Dios. De modo que si usted no renueva
6
Rhema según Yonggi Cho (1996:76) es una palabra específica, dada a una persona específica, en una situación específica.
19
cada día su vida de pensamiento, y si usted no renueva totalmente su mente después
de su conversión, entonces Dios no puede manifestarse a usted.
Mucha gente vive todavía con sus antiguos pensamientos después de su conversión.
Este antiguo modo de pensar es muy limitado, de modo que Dios también se
encuentra limitado…” (Yonggi Cho, 1996:9799)
Esto mismo indicó el apóstol Pablo al dirigirse a la Iglesia de Roma: “No vivan ya
según los criterios del tiempo presente, al contrario, cambien su manera de pensar para que
así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios (Rom. 12:2 Versión
Dios Habla Hoy).
Entonces, la inculturación del Evangelio es esa acción que se tiene que alcanzar.
Pues consiste en incrustar el mensaje de la resurrección de Cristo en la estructura mental de
los hombres.
De estas aserciones, pasemos a fundamentar el rol de la antropología en el mundo
de las misiones internacionales en los siguientes términos:
20
2. LA ANTROPOLOGÍA DE LAS MISIONES INTERNACIONALES
Para justificar el lugar de la antropología en el mundo de las misiones internaciones, es
oportuno esclarecer el concepto de globalización. Pues citando a Ugarteche (1999:4770),
el término ha sido y es usado para referirse a diversos fenómenos y procesos con distintos
significados. Para los de la escuela inglesa, el concepto se relaciona con la universalización
de las reglas del juego neoliberales. Para los norteamericanos, la frase tiene que ver con la
expansión de las empresas transnacionales en un mundo sin fronteras. Y para los
franceses, el concepto hace referencia a la expansión del capital hacia las economías del
llamado Tercer Mundo. Empero, estos conceptos, como observa Touraine (2000:13,28),
parecen tener efectos narcóticos debido a que son una representación puramente
ideológica7, se trata de una construcción ideológica propia de la sociedad capitalista con la
que se busca provocar la desesperación y angustia de quienes participan de las nuevas
tecnologías. Por lo tanto, mientras estemos inmersos en el discurso de la globalización,
estaremos privados de la demostración concreta de nuestra impotencia social y política con
relación a la ofensiva capitalista.
7
Aquí el término ideología es definido como una falsa concepción de la realidad, aquella que no se ajusta a la
realidad y cuyo discurso es elaborado por los capitalistas de una manera trastocada a fin de mostrar el
capitalismo como único modelo socio económico y cultural y que todos tendrían que encaminarse por esas
rutas.
21
Hardt y Negri (2002:5758) coinciden con este pensamiento, por eso advierten que la
globalidad no debería entenderse en términos de homogeneización cultural, política o
económica. Pues al igual que la localidad, debe ser percibida como un régimen de la
producción de identidad y diferencia, debe ser entendida como homogeneización y
heterogeneización. La globalización o desterritorialización operada por la maquinaria
imperial no se opone a la localización o a la reterritorialización, sino que pone en juego
circuitos de diferencia e identificación móviles y flexibles.
Por su parte, Vallaeys (2003:3) reconoce, igualmente, que hoy, en la era planetaria,
experimentamos un mundo multicultural. Por ello, resaltó que es imprescindible en este
mundo y especialmente en países latinos en donde conviven muchos grupos étnicos y
socioeconómicos muy dispares, enseñar al estudiante “el otro”, quién es él o ella, cómo
construye su propia realidad (al igual que nosotros la construimos sin darnos cuenta) y cómo
el otro nos trata como su otro. La relativización de la propia cultura y la lucha contra el etno
sociocentrismo, mediante la promoción de una visión plural “etnológica” de las diversas
maneras de ser e inventarse humano, es una necesidad para que los jóvenes puedan ser
agentes del desarrollo solidario y no reproduzcan más el imperialismo cultural disfrazado
detrás de la ambigua noción de “progreso”.
Así, recurriendo a los teóricos de la tradición cultural, la globalización es ese sistema
mundial caracterizado por la multiculturalidad o diversificación cultural, por un régimen de la
producción de identidad y diferencia o, en realidad, de homogeneización y
heterogeneización. El mundo se está fragmentando culturalmente más y más,
especialmente en países latinos donde conviven muchos grupos étnicos y socioeconómicos
muy dispares, y que la ansiada unificación se halla cada vez más distante.
22
Ahora bien, si la actual situación mundial está caracterizada por la multiculturalidad,
la discusión de la proclamación del Evangelio y las discusiones de las referidas misiones
internacionales en el contexto global se hacen trascendentales. De modo que es significativo
resaltar la importancia de la antropología para las misiones internacionales, ya que ella nos
alcanza las teorías y metodologías para comprender cada realidad cultural, para conocer la
estructura de las culturas y establecer las estrategias de misión para el posicionamiento del
Evangelio de manera eficaz.
Toda proclamación de la resurrección de Cristo, voluntaria o involuntariamente, se
resuelve en la realidad de la diversidad cultural. Es entonces todo un desafío que exige la
búsqueda de metodologías antropológicas para la contextualización de la Palabra según
áreas culturales. De allí que las misiones internacionales puedan disfrazar la Palabra con la
cultura, así como sugirió Yonggi Cho.
La liberación no sólo es espiritual, sino también política y económica. La liberación
espiritual es esa independencia interior que el individuo adquiere por la gracia de la obra
completa de Cristo Jesús. Sobre esto, tal vez los alcances de Melgarejo expresen mejor
esta afirmación:
“Gloria a Dios que hay libertad por la obra completa de Cristo Jesús, su grande amor
que nos alcanza, su vida que nos da ejemplo, su sangre que nos limpia de todo
pecado, su crucifixión que nos quita todo decreto que estaba en contra de nosotros,
su muerte que nos da vida, su resurrección que nos da la absoluta victoria, su Espíritu
Santo que nos da su poder, su nombre que nos da la autoridad, su palabra que nos
da el conocimiento para seguir en la libertad que Él nos da” (Melgarejo, s/f)
Con relación a la liberación política y económica, cierto es que el mundo está dividido
en dos grandes bloques político económicos: ricos y pobres. Esta diferencia se explica en
razón de que los poderosos del mundo se han apropiado indebidamente de los recursos
naturales que pertenecen a Dios quien confió al hombre para que administre de una manera
sostenible (Gen.1:2830). No obstante, estos sectores sociales simplemente se apropiaron y
explotaron los recursos sólo para sus fines y evitaron mediante gestiones políticas que los
otros no gocen de este beneficio. Por lo tanto, la misión evangelizadora supone también
denunciar esta irregularidad o injusticia y exigir que los políticos del mundo apliquen
programas político económicos para la gestión sostenible de los recursos naturales,
respetando los derechos humanos y culturales, y así reestablecer la liberación política o
económica de las naciones subordinadas. Supone igualmente predicar para que la gente
tome conciencia respecto de la problemática mencionada, que hombres y mujeres se sumen
a esta preocupación y así se liberen cambiando su manera de pensar para que cambien su
manera de vivir (Rom.12:2).
Referente al desarrollo humano, advertimos que una de las iniciativas bíblicas es
justamente ser radiantes en la vida. Las bienaventuranzas de Jesús precisamente tienen
que ver con este bienestar (Mateo 5:216). El desarrollo humano como indica MaxNeef y Sen
23
se concentran y sustentan en la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales 8,
en la generación de niveles crecientes de autodependencia y en la articulación orgánica de
los seres humanos con la naturaleza y la tecnología, así como en haber logrado la
expansión de capacidades que hacen alusión a las habilidades y potencialidades para
alcanzar dichas condiciones de vida (Sagasti, Iguiñiz y Schuldt, 1999:127146). Sin duda,
Dios está listo para bendecir con este privilegio, pues ya lo dijo Jesús:
“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis
de beber; ni por vuestro cuerpo, que habéis de vestir. ¿No es la vida más que el
alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran,
ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis
vosotros mucho más que ellas?...” (Mat. 6:2526)
Esta es una de las tareas por anunciar y la antropología nos permite gozar de esta
proyección. Pues para promocionar el desarrollo humano es valioso la reivindicación de las
normas, valores y conductas (Derecho) provechosas de las culturas para incorporarlas a la
experiencia evangélica, de modo que la predicación de la Palabra involucre también la
divulgación del Derecho Consuetudinario; este es el Derecho que resuelve los problemas
sociales y que permite el crecimiento económico de los pueblos (Fernández Sessarego,
1995:3444).
A la par, resaltamos también que las acciones misioneras internacionales, de por sí
son interculturales. Sin duda, por concepto, cada cultura es una nación. De allí, referirse a
misiones internacionales es lo mismo que ocuparse de las misiones interculturales. Esto
mismo fue nombrado por Jesús cuando dijo:
“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones…” (Mat. 28:19)
Los ejemplos mencionados como el caso Jonás o el caso de Pablo en Atenas nos
llevan a declarar que el conocimiento de la estructura cultural de los pueblos permite el uso
adecuado y estratégico de los elementos, complejos y patrones culturales para inculturar el
Evangelio. De este modo es posible aportar integralmente con el progreso humano.
8
Las necesidades humanas fundamentales según Manfred MaxNeef se dividen en: necesidades axiológicas (subsistencia,
protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación. Identidad, libertad) y necesidades existenciales (ser, tener,
hacer, estar)
24
3. LA ANTROPOLOGÍA EN LA EXPERIENCIA DE LA CRISTIANIZACIÓN COLONIAL
SEGÚN MARZAL
Apelando al libro de Marzal (1992:185), la acción misionera de los jesuitas en el Perú
hasta su expulsión en 1767 tuvo dos campos principales: la misión andina que fue una
actividad misional de los jesuitas en Juli con los indios Lupaqas del altiplano a partir de
1576, así como en otras regiones costeñas o serranas entre indios ya bautizados y, un siglo
después, en 1675, la misión de Mojos que fue un trabajo misionero con los indios sin
bautizar de la selva boliviana. De este último, la información es escasa y sólo se alcanzan
algunos datos etnológicos recogidos por el Misionero Francisco Eder (17271772). En esta
ocasión, únicamente abordaremos la Misión Andina a partir de la experiencia del Misionero
Jesuita José de Acosta y que dichas experiencias pueden ser válidas para refrescar la
discusión misionológica.
3.1. SOBRE LA MISIÓN ANDINA EN EL TIEMPO COLONIAL
Para vislumbrar la misión andina es importante una mirada, aunque sea fugaz, a las
expediciones misioneras de los jesuitas durante la colonia y relatados por Marzal
(1992:185186). La primera expedición de la Compañía que llegó al Perú fue en 1568 y
enviada por el 3er General San Francisco de Borja quienes emprendieron su trabajo pastoral,
para ello implementaron en Lima el primer colegio con el nombre de San Pablo y uno de los
primeros novicios fue justamente el mestizo Blas Valera que fue un gran estudioso de la
cultura andina. La segunda expedición que llegó al Perú fue en 1569 con una representación
de 12 jesuitas, en este grupo vino el misionero y lingüista Alonso de Barzana que se hizo
cargo de la doctrina de Huarochirí junto con Blas Valera todavía estudiante, siendo el primer
trabajo pastoral de los jesuitas peruanos con la población quechua. La tercera expedición
que llegó al Perú fue en 1572 y en esta ocasión conformada por tres jesuitas, entre ellos
estuvo José de Acosta y cumplieron el papel decisivo en la naciente Iglesia peruana y en
todas las misiones de la Compañía de América. Hubo igualmente una cuarta expedición que
llegó en 1575 con 15 jesuitas (Marzal, 1992:185186).
En este proceso, como advierte Marzal (1992:186), dos puntos inquietaron a los
jesuitas de la nueva provincia del Perú: el carácter pastoral y el carácter ético. La acción
pastoral consistió en enseñar la doctrina de la Iglesia a los indios ya cristianizados, y la
acción ética residía en la colaboración al régimen colonial y en la predicación y
administración de los sacramentos a los españoles que eran encomenderos e implicados en
la explotación, como a los indios víctimas de la misma. Vale decir, la pastoral y la acción
ética aplicada por los jesuitas no estaba centrada en otorgar o quitar títulos a tierras
indígenas, sino a ayudar a que estos conozcan a Dios y sean bien tratadas pastoralmente y
que se sobreponga el carácter ético a las formas de explotación de los indios.
Así pues, la actividad pastoral en Juli fue sin duda la más importante de la misión
andina. Por eso que Marzal señaló que el historiador Meiklejohn hizo un estudio global de la
evangelización de los Lupaqa coloniales y, allí los califica a los jesuitas de Juli de
“doctrineros modelo” porque hicieron un trabajo inusual y exitoso. En una parte de su
estudio afirma:
“Caben pocas dudas de que las ideas y actitudes de Acosta ejercieron una profunda
impresión sobre los sujetos de Juli, ya que era él quien tenía el mando al iniciarse la
25
En efecto, la evangelización llevada a cabo por los Jesuitas en Juli es un caso de
misión con contenido antropológico. O sea, la misión no sólo consistió en que los indios
conozcan el cristianismo y se conviertan, sino también, a partir de ella, fomentaron un estilo
de vida “civilizado” y con ayudas humanitarias según necesidades. Sin duda, esta
experiencia permite sugerir que toda acción misionera no sólo debe fundamentarse
únicamente en el anuncio de la resurrección de Cristo, pues debe estar asistida con
proyectos que encaucen a que los evangelizados vivan satisfaciendo sus necesidades
existenciales y axiológicas.
3.2. SOBRE EL MISIONERO CRONISTA JOSÉ DE ACOSTA (15401600)
Marzal (1992:192208), refiriéndose a José de Acosta, escribió que éste al acabar su
formación se dedicó a dos grandes actividades: la predicación y la enseñanza de la teología
en distintos colegios. En 1572 llegó a Lima y se dedicó a predicar y a enseñar Teología en el
Colegio de San Pablo. En 1573 fue enviado por el Provincial a estudiar la situación pastoral
de Cusco, La Paz, Potosí, Chuquisaca y Arequipa, para establecer la compañía en dicha
región y al mismo tiempo predicar en sus lenguas maternas. Al retornar a Lima, y por deseo
del virrey, trasladó su cátedra de Teología a la Universidad de San Marcos. En 1576 es
nombrado como 2da Provincial del Perú y ese mismo año preside la 1ra Congregación
Provincial del Perú que luego se consagra a estudiar la pastoral de los jesuitas en el Perú.
Entre 1582 y 1583, Acosta se desempeñó como teólogo del 3er Concilio Limense, que
como es sabido, influyó en la modelación religiosa de la Sudamérica española y publicó
muchos libros. Algunas tesis referentes a antropología y misión y trascendentales para
nosotros son por ejemplo:
26
A. La evangelización y la diversidad cultural
Para José de Acosta, señala Marzal (1992:186), fue difícil hablar correcta y
acertadamente sobre el ministerio de la salvación de los indios precisamente por su
complejidad en todo aspecto. Sin embargo, pese a la innumerabilidad de estos pueblos
bárbaros y muy diferentes entre sí tanto por el clima, regiones, modo de vestir, ingenio,
costumbres y tradiciones, estableció una norma común para adaptarles a todos ellos el
Evangelio, así como educarlos y gobernarlos con propiedad y certeza según áreas
culturales.
B. La tipologización de los indios para la evangelización
Continuando con Marzal, José de Acosta postuló que:
“Es un error común limitar con estrechez las Indias a una especie de campo o ciudad
y creer que, por llevar un mismo nombre, son de la misma índole y condición... Los
pueblos indios son innumerables, tienen cada uno de ellos determinados ritos propios
y costumbres y se hace necesaria una administración distinta según los casos”
(Marzal 1992:197198)
Para el efecto, indica Marzal, José de Acosta había tipologizado a los indios en tres
categorías de bárbaros y para cada tipo de bárbaro propuso una estrategia de
evangelización, veamos:
Primer tipo de bárbaros
“Una primera clase es la de aquellos que no se apartan gran cosa de la recta razón y
de la práctica del género humano. Estos son ante todo los que tienen régimen estable
de gobierno, leyes públicas, ciudades fortificadas, magistrados de prestigio, comercio
próspero y organizado y, lo que más importa, uso bien reconocido de las letras. A
esta clase parecen pertenecer los chinos, los japoneses y una buena parte de las
provincias de la India Oriental. Estos pueblos, aunque en realidad sean bárbaros y
diferentes en múltiples cuestiones de la recta razón y ley natural, han de ser llamados
a la salvación del Evangelio casi a la manera misma como lo fueron en otros tiempos
los griegos y romanos por los apóstoles, así como los demás pueblos de Asia y
Europa. Porque destacan por su capacidad y su no despreciable sabiduría humana, y
es sobre todo por su propia razón, con la actuación interior de Dios, como se ha de
lograr la victoria sobre ellos y su sumisión al Evangelio. Si nos empeñamos en
someterlos a Cristo por la fuerza y el poder, no seguiremos más que apartarlos
totalmente de la ley cristiana” (Marzal, 1992:199)
27
La cita nos sugiere que la evangelización para este tipo de bárbaros debe ser llevada
a cabo mediante el análisis y la reflexión, atendiendo a su capacidad, sabiduría y razón.
Segundo tipo de bárbaros
“En la segunda clase incluyo a bárbaros que, aunque no han conocido el uso de la
escritura ni las leyes escritas ni la ciencia filosófica o civil, tienen, sin embargo, sus
magistrados bien determinados, tienen su régimen de gobierno, régimen de
administración política, tienen sus jefes militares organizados y un cierto esplendor de
culto religioso; tienen, finalmente, su determinada norma de comportamiento humano.
De esta clase eran nuestros mejicanos y peruanos, cuyos imperios, sistemas de
gobierno, leyes e instituciones eran admirados. Y suplieron la falta de escritura con tal
derroche de ingenio que guardan memoria de sus historias, ritos y leyes y, lo que es
más, de la trayectoria de los tiempos y del recuento de los números con unos signos y
memoriales que ellos inventaron, que llaman quipos. Pero como en sus costumbres,
ritos y leyes se hallan tantas desviaciones monstruosas y tanta aceptación para
excederse con los súbditos que, de no mediar una fuerza y autoridad de gobierno
superiores, a duras penas recibirían, al parecer, la luz del Evangelio y llevarían una
vida digna de hombres honrados o, una vez recibida, se prevé que difícilmente
perseverarían en ella; con razón la situación misma exige y la autoridad de la Iglesia
así lo establece que, a quienes de ellos hayan dado el paso a la vida cristiana, se les
ponga bajo autoridad de príncipes y magistrados cristianos. Pero de tal suerte que se
les ha de permitir el libre uso de sus bienes y fortunas y de las leyes que no son
contrarias a la naturaleza y al Evangelio” (Marzal, 1992:199,200)
Tercer tipo de bárbaros
“En ella entran los hombres salvajes, semejantes a las bestias, que apenas tienen
sentimientos humanos. Sin ley, sin rey, sin pactos, sin magistrados ni régimen de
gobierno fijo, cambiando de domicilio de tiempo en tiempo y aun cuando lo tienen fijo,
más se parece a una cueva de fieras o a establos de animales. A este grupo
pertenecen aquellos que se alimentan de carne humana, andan desnudos, ejemplo
los caribes, los chunchos, chiriguanás, mojos, entre otros. A todos estos hombres o
medio hombres es preciso darles instrucción humana, para que aprendan a ser
hombres, educarlos como a niños. Y si con halagos se dejan promocionar, tanto
mejor; de no ser así, no se les ha de dejar a su suerte: si se resisten con terquedad a
su propia regeneración y desvarían contra sus propios maestros y médicos, hay que
obligarles por la fuerza y hacerles alguna conveniente presión para que no pongan
obstáculos al Evangelio y hay que hacerles cumplir sus obligaciones; y convendrá
hacerles fuerza para que se trasladen de la selva a la convivencia humana de la
ciudad y entren, aunque sea un poco a regañadientes, en el reino de los cielos”
(Marzal, 1992:200201)
Así pues, de la referencia, se puede deducir que el proceso de la evangelización, de
entre tantos casos, debe prestar atención especial a los distintos sectores sociales. Cada
sector social desarrolla una particularidad cultural, y es ese factor la que debe ser motivo de
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conocimiento para seguidamente establecer las estrategias de evangelización. Los jesuitas
encontraron tres clases sociales con particularidades culturales propias: El primero hace
referencia a un sector social que goza de todos los privilegios de poder y de conocimiento y
que también deben ser llamados a la salvación del Evangelio casi a la manera misma como
efectuaron los apóstoles con los griegos y romanos que destacaban por su capacidad y su
no despreciable sabiduría humana; para estos la proclamación del Evangelio debe estar
asociada al conocimiento y a la ciencia. El segundo hace advertencia a un sector social,
digamos media, que está identificada por una determinada norma de comportamiento
humano, para este sector la presentación del Evangelio debe ajustarse a esa particularidad
social. El tercer sector social es el segmento mayoritario y que por sus características
socioculturales se apegan a sus costumbres lo que hace más dificultoso la presentación del
Evangelio, para ellos es conveniente implementar otros proyectos como capacitación, ayuda
humanitaria, etc.
C. La postura pastoral ante la dominación y la dependencia
José de Acosta prestó también atención especial a la dureza del trabajo en las minas
y a la explotación de perlas y su prohibición. Citemos lo que mencionó:
“Muy dura parece la legislación que obliga a los indios a trabajar en las minas. Este
trabajo los antiguos lo tuvieron por tan duro y afrentoso que, como ahora castigan a
los facinerosos a servir en galeras por los horrendos crímenes que han cometido, así
ellos entonces los condenaban a trabajar en las minas. Esta condena era la más
cercana a la pena de muerte. Forzar, pues, a estos trabajos a hombres libres y que
ningún mal han hecho, parece algo ciertamente truculento. Además es un hecho que
los pozos de plata fueron a la vez cementerio de indios. Muchos miles han perecido
por ese tipo de trabajo. Las noches son perpetuas y horrendas, aire espeso y
subterráneo, la bajada sumamente difícil, lucha durísima con la peña viva. Pararse es
peligroso y se escurre el pie, se acabó. Frecuentemente las venas de plata están en
lugares fragosos e inaccesibles y en parajes inhabitables. Para beneficiarlas, los
indios han de venir desterrados de sus tierras, abandonando sus esposas e hijos, y
mudando de suelo y de aire. Contraen enfermedades con facilidad y terminan
muriendo. En torno a la explotación de perlas, la esclavitud que allí sufren los indios
por parte de los cristianos, se les mantenía toda la noche en vela con los pies
amarrados con correas de cuero. A la mañana temprana los llevaban a unas lanchas
y bajaban al fondo del mar, muchas veces a gran profundidad. Por espacio de casi
media hora completa, aguantando la respiración como hacen los buscadores,
buscaban y recogían conchas y ostras con inmenso trabajo y peligro. Si no cogían las
perlas que se esperaba, la paliza era segura; la comida era de la peor calidad...”
(Marzal, 1992:202206)
Frente a esta situación, José de Acosta postuló:
“No han de faltar, primeramente, a los que trabajan en las minas ministros para su
educación y cuidado espiritual. Haya quien les haga misa, quien los instruya en los
rudimentos de la fe, quien los confiese a la hora de la muerte y les administre los
demás sacramentos necesarios. Después, para velar por su salud, que no se obliga a
emigrar a los que están acostumbrados a climas y aires muy contrarios, ni se los
haga venir de distancias muy remotas, ni se los oprima con trabajos inmoderados,
además, que vean que no se deja de tener algún interés y preocupación por sus
propias haciendas, sino que se compensa con precio justo un trabajo duro.
Permítaseles que de vez en cuando logren algún beneficio y ganancia modesta.
Provéase también que no falten alimentos convenientes para los sanos y remedios y
el alivio necesario para los enfermos. Finalmente, que el trabajo se reparta
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cómodamente por turnos convenientes, a fin de que no se vean forzados contra su
voluntad a estar demasiado tiempo ausente de sus pueblos. Si los nuestros observan,
como es razón, estas condiciones de la ley, tal como han sido ideados por varones
doctos, nos parece que hay que ser tolerantes con ellos, no sea que, acabándose el
comercio, se abandone también el trabajo de la predicación del evangelio. Pero si no
se cumplen estas premisas y tratan cruelmente a los indios como si fueran esclavos,
vean ellos la cuenta que habrían de dar a Dios, que es padre de los pobres y juez de
los huérfanos” (Marzal., 1992:205, 206)
Por cierto, lo enunciado nos revela que el Jesuita prestó atención a la dureza de la
dominación y dependencia. Frente a los castigos y múltiples sanciones inhumanas a los
indígenas, de parte de los dominadores, planteó que a la acción evangelizadora se incluya
la pastoral de contenido filantrópico, así como la protección constante con la educación y
sobre todo respeto a quienes no estén en condiciones de trabajar en espacios distintos a su
formación. Estas experiencias nos llevan a señalar que toda operación misionera es
encaminada inevitablemente en un escenario de dominación y dependencia, condición que
predispone que la evangelización, la pastoral y la enseñanza, debe incluir proyectos de
desarrollo humano orientados a levantar no sólo los niveles de vida de las familias, sino
también, y sobre todo, levantar la calidad de vida de las generaciones.
D. ¿Se debe preservar o cambiar la cultura indígena?
“hay que ir poco a poco imbuyendo a los indios, en las costumbres cristianas y en
nuestra forma de vivir. Y hay que cortar paso a paso los ritos supersticiosos y
sacrílegos y los hábitos de bárbara fiereza. Pero en los puntos en que sus
costumbres no se oponen a la religión o a la justicia, no creo que se las deba cambiar
así porque sí. Hay que conversar sus costumbres patrias y tradicionales que no vayan
contra la justicia, y organizarles jurídicamente conforme a ellas, tal y como ordenan
las disposiciones del Consejo de Indias. Para ratificar este punto cita a Plutarco,
‘hay que tratar de conocer – según él – las costumbres de los ciudadanos y descubrir
cuáles son realmente sus sentimientos y aspiraciones profundas. Empeñarse en
cambiar de golpe las costumbres y manera de ser del pueblo y querer transformarlas
de repente mediante nuevas leyes, no solamente no es una tarea fácil, sino que es un
procedimiento absolutamente aleatorio, pues tal empresa requiere mucho tiempo y
prolongado esfuerzo’. Por consiguiente, en muchos casos hay que disimular y en
otros hay que alabar. Cuando se trata de costumbres tenazmente arraigadas y
gravemente dañinas, hay que transformarlas en otras parecidas y que sean buenas,
con habilidad y destreza... El propio San Gregorio pone como ejemplos de sus
enseñanzas al pueblo de Israel, que estaba acostumbrado a los sacrificios de los
egipcios. Dios, queriéndolo apartar del culto de los ídolos, mandó que le ofreciesen a
él, único Dios verdadero, sacrificios de animales... En definitiva, la caridad de Cristo –
combinada con grandes dosis de prudencia y moderación – nos dirá exactamente qué
es lo que hay que permitir y tolerar y, por el contrario, qué es lo que hay que cambiar
o lo que de ninguna manera hay que consentir” (Marzal, 1992:206208)
De la cita resaltamos que la evangelización Jesuita no estuvo necesariamente
atraída por preservar la cultura de los indígenas ni cambiar la cultura de estos. El interés
estuvo concentrado en examinar la cultura de los evangelizados y superar aquellas que
puedan originar comportamientos bárbaros y preservar aquellas que puedan fortalecer la
organización comunal mediante leyes que favorezcan a estos grupos. Tal vez la aplicación
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