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Datos Bibliográficos

Obra Micromegas
Autor François-Marie Arouet (Voltaire)
Aparición 1752
Tipo de Texto Cuento filosófico

Capítulo I

En sus primeros párrafos, Voltaire nos presenta las características físicas de uno de los
protagonistas de este cuento, un joven proveniente de la estrella Sirio llamado Micromegas que,
según menciona el autor es “de mucho talento”.

Físicamente excede las medidas a las cuales estamos acostumbrados, ya que mide ocho leguas 1 de
alto, y su cintura tiene de circunferencia cincuenta mil pies 2. Otro dato es que el planeta del que
proviene tiene veintiún millones seiscientas mil veces la circunferencia de la Tierra 3.

Luego el autor se adentra en la infancia de Micromegas, quien estudio en un colegio jesuita en su


planeta, y a sus tiernos 350 años ya había descubierto “a fuerza de inteligencia” más de cincuenta
proposiciones de Euclides acerca de geometría. Además, agrega qué a los cuatrocientos años, al
salir de la infancia, escribió un libro en base a sus estudios sobre insectos 4, el cual le genero algunos
problemas con el muftí5 de su planeta quien lo acusaba de que su obra tenía proposiciones que, a su
juicio, rozaban la herejía.

Las acusaciones del líder jurídico generaron un pleito que duró doscientos veinte años, hasta que el
muftí logro que un grupo de jueces que no leyeron el libro, pues no sabían leer, prohibieran el texto
y desterraran al autor de la Corte por ochocientos años. En este lapso Micromegas escribió decimas
para mofarse del muftí, las cuales no cumplieran su objetivo, y se dedicó a viajar por distintos
planetas para “perfeccionar el juicio y el corazón”.

Gracias a sus conocimientos de “las leyes de la gravitación y de las fuerzas atractivas y repulsivas”,
y a su enorme tamaño, Micromegas viajo rápidamente por muchos planetas y recorrió la Vía
Láctea. Al cabo de un tiempo el siriano arribó a Saturno, sorprendiéndose por el tamaño del planeta
y sus habitantes6.

Al principio Micromegas se burlaba de los saturninos, pero pronto se dio cuenta de que sin importar
nada, “ningún ser que piensa es ridículo” e inició una amistad con el Secretario de Academia 7 de
Saturno, con el cual comienza un dialogo en el siguiente capítulo.

1
Unos 38 kilómetros.
2
Unos 15 kilómetros.
3
La circunferencia de la Tierra mide 40.075 kilómetros.
4
Los cuales median cien pies de grosor (30.48 metros)
5
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española lo define como “Jurisconsulto musulmán con
autoridad pública, cuyas decisiones son consideradas como leyes.” (https://dle.rae.es/muftí)
6
En cuanto al tamaño del planeta, este no mide más de novecientas veces el tamaño de la Tierra, mientras que
sus habitantes median doscientas varas (cerca de dos kilómetros).
7
Cargo similar a lo que en nuestro país llamamos Ministro de Educación.
Capítulo II

Al inicio del dialogo, el saturnino intenta realizar varias comparaciones entorno a lo diversa de la
naturaleza de este planeta, las cuales son rechazadas por el siriano. Al retomar el dialogo,
Micromegas pregunta al secretario por la cantidad de sentidos que los saturninos poseen, a lo que
este responde que setenta y dos, mientras se lamenta por lo limitado de sus sentidos, considerando
lo enorme de su imaginación.

Micromegas consuela a su interlocutor señalando que, pese a la multitud de sentidos que los siriano
poseen, estos se sienten inferiores comparados con pueblos considerados “más perfectos”. Le dice
que durante su viaje ha podido comparar cada pueblo y que ha visto seres “muy inferiores” a ellos y
otros superiores, pero que lo que caracteriza a todos es que sus deseos son mayores a sus
necesidades y estas últimas menores a sus satisfacciones. Agrega que tiene la esperanza de
encontrar un pueblo que no tenga necesidades.

Tras unos instantes reflexionando sobre múltiples temas, Micromegas y el secretario se preguntaron
por la extensión de la vida, llegando a la conclusión que esta dure lo que dure es muy corta. En
relación con los casi quince mil años que viven los saturninos, el secretario reflexionó:

“Esto es casi nacer y morir en un momento. Así, nuestra existencia es un punto, nuestra vida un
instante, y el globo en que habitamos un átomo. Apenas empieza uno a saber algo, a instruirse,
cuando llega la muerte”.

Micromegas responde señalando que su vida es setecientas veces mas larga que la de los saturninos,
pero que sin importar la extensión de la vida siempre llega el momento de “reintegrarse a la
naturaleza”, y que existen pueblos que viven miles de veces más que él, pero aun así se quejan.
Finalmente concluyen que si bien todos quienes piensan son diferentes, todos poseen el don de
pensar y desear.

A continuación, dialogaron sobre las propiedades de la materia que ambos pueblos diferencian,
mientras que el saturnino señaló que ellos distinguen más trecientas propiedades fundamentales, los
sirianos distinguen miles más. Micromegas, luego de reflexionar sobre su viaje por la Vía Láctea,
concluye que el plan del Creador es proporcionado al tamaño de cada planeta.

Micromegas pregunta al secretario sobre el sol de los saturninos y sus colores, a lo que este
responde que su sol es blancuzco-ceniciento y que distinguen siete colores fundamentales. Por su
parte el siriano dice que el sol de los sirianos tiene un color rojizo y que ellos distinguen treinta y
nueve colores fundamentales. Añade que ha visto muchos planetas con sus soles y que todos son
distintos entre sí.

Luego dialogan sobre las sustancias esenciales que conocen los saturninos, las cuales son mas de
treinta, mientras que los sirianos conocen trecientas y otros pueblos tres mil. Este dialogo termina
por convencer a ambos de hacer un viaje filosófico, el cual comienzan en el siguiente capítulo.

Capitulo III
Antes de comenzar su viaje, el secretario es increpado por su enamorada, con la cual no lleva más
que unos cientos o miles de años, y quien esta molesta pues el saturnino inicia un viaje pese al poco
tiempo que llevan juntos. Luego de consolar a su amada y llorar junto a ella, el secretario y
Micromegas están listos para iniciar su viaje en búsqueda de conocimiento.

Comenzaron su viaje saltando de luna en luna, para luego montarse sobre un cometa hasta llega a
Júpiter, donde se quedaron cerca de un año. En ese lugar descubrieron secretos que intentaron hacer
públicos con un texto, pero que los inquisidores impidieron por tener algunos reparos con sus
proposiciones. Quien narra la historia agrega que pudo leer el manuscrito en la biblioteca de un
arzobispo, quien le permitió ojear sus libros.

Al partir de este planeta, atravesaron el espacio dejando de lado Marte, pues pensaban que no
encontrarían alojamiento en ese planeta dado el tamaño de este, muchas veces menos al tamaño de
la Tierra, por lo que bordearon el planeta rojo, no sin observar sus lunas 8. Finalmente, los viajeros
arriban a la Tierra por el mar Báltico el 05 de julio de 1737.

Capítulo IV

Luego de comer un par de montañas guisadas, comenzaron a recorrer el “país” 9. Durante el


recorrido, quien mayores dificultades tuvo fue el secretario quien debía dar doce pasos por cada
paso dado por Micromegas.

Debido a la rapidez con que caminaban, dieron la vuelta al planeta en un día. Durante su recorrido
buscaron formas de vida pensantes, pero por su altura no pudieron encontrar seres vivos, pese a lo
cual el siriano no perdía las esperanzas de encontrar alguien con quien dialogar. Por su parte, al
observar las características geográficas del planeta, el secretario saturnino concluyó que no podía
haber seres pensantes ya que “nadie con un poco de sentido común querría vivir en él”. El siriano le
explica a su compañero de viaje que su opinión se debía a que observaba el planeta con los ojos de
un saturnino, y según las formas saturninas, lo que terminaba por confundirlo.
Todo indicaba que no había seres vivos en la Tierra hasta que un inconveniente de Micromegas les
dio la solución. Sucede que el siriano rompió su collar de diamantes, y algunos cayeron cerca del
secretario saturnino, quien los usó a modo de microscopio. Lo primero que vieron, luego de
ajustarlos, fue una ballena de la cual Micromegas se burló por su insignificancia pues pensó que
estos animales eran los únicos habitantes de la Tierra.

Tras su experiencia con los cetáceos, Micromegas comenzó a perder la esperanza de encontrar seres
pensantes en este planeta. Entonces fue que encontraron un navío en el cual viajaba un grupo de
filósofos que navegaban por el Báltico, su experiencia y reflexiones las encontramos a
continuación.

Capítulo V

8
El autor señala que estas lunas aún no eran vistas por ojos humanos en esta época (1752). Las lunas de Marte
fueron descubiertas sino hasta 1877, por el astrónomo estadounidense Asaph Hall.
9
Al autor de esta obra, en el contexto de esta, utiliza la palabra país para referirse a los planetas que ha
visitado Micromegas
El autor señal que la primera impresión que tuvieron los terrestres, al ser tomado su barco por
Micromegas en sus manos, fue la de ser absorbidos por un tornado, por lo cual los tripulantes del
navío se lanzaron por la borda victimas del pánico. El siriano solo se dio cuenta que había seres
vivos en sus manos cuando los filósofos comenzaron a picar sus manos con sus instrumentos.

Para Micromegas estos seres eran microscópicos, por lo cual los examinó con mucho cuidado,
sintiendo mucha alegría cuando por fin los pudo ver en su microscopio improvisado, pues pensó
tener en sus manos el secreto de la naturaleza.

Capítulo VI

El primer viajero que se dio cuenta de la comunicación entre los terrestres fue Micromegas, quien
se lo dio a saber a su acompañante, quien aún pensaba que estos seres no podían comunicarse, ni
menos tener ideas.

Usando una de sus uñas para amplificar el sonido, el siriano logro escuchar los diálogos entre los
terrestres, primero como un zumbido y, luego de acostumbrarse, comprendieron claramente su
idioma10. Cuando ya pudieron entenderlos, el saturnino y el siriano intentaron comunicarse con
ellos. Dado el tamaño de los viajeros, utilizaron un mondadientes para amortiguar sus voces, y el
primero en hablarles fue Micromegas, quien les dijo:

“Invisibles insectos que la diestra del Creador se plugo producir en los abismos de lo infinitamente
pequeño; yo os bendigo. Acaso luego me desprecien en mi Corte; pero yo a nadie desprecio, y os
brindo mi protección”.

Los terrestres, al no saber de dónde venían estas palabras se inquietaron. Mientras algunos
maldecían lo desconocido, otros buscaban el origen de esta voz. Entonces el secretario saturnino les
explicó lo que sucedía y les preguntó sobre su insignificancia, si tenían alma y muchas otras cosas.
Los terrestres se ofendieron al ser considerados seres sin alma, y uno de ellos le señaló al saturnino
que no por medir mucho mas que ellos tenia el derecho a sentirse superior. El secretario se
sorprendió al saber que los terrestres tenían el conocimiento necesario para conocer su tamaño
exacto, y estos le dijeron que podían hacer lo mismo con Micromegas. El siriano se extendió en el
suelo11, y tras una serie de cálculos, los filósofos determinaron su tamaño.

Micromegas concluyó que no se debe juzgar a un ser por su apariencia, mientras que un filosofo les
mencionó que existían seres aun más pequeños que ellos y que también poseían inteligencia. Con
esto comenzó un dialogo que se expone en el capítulo que sigue.

Capítulo VII

La primera pregunta del siriano apuntó a los deleites que tenían los terrestres, ya que el observaba
que poseían poca materia y mucho espíritu, y por lo tanto su vida debía centrarse en pensar y amar,
lo que a su juicio correspondía a los seres espirituales. Estas preguntas escondían el anhelo de
Micromegas por encontrar un pueblo feliz y sin necesidades, dadas sus decepciones a lo largo de su
viaje.
10
El autor señala que Frances.
11
Por su tamaño no podía ser medido estando de pie, cosa que si pasaba con el saturnino.
Los terrestres manifestaron con pesar que entre los habitantes del planeta son pocos los que se
podrían considerar felices, mientras que la mayoría era “una cáfila de locos, perversos y
desdichados”. Agregó que tenían mas materia de la necesaria para actuar mal, si el mal venía de la
materia, y más inteligencia, si lo maligno venía de ésta. Además, señalo que al momento en que
ellos dialogaban, había enfrentamientos entre miembros de su especie, lo que de hecho estaba en su
propia naturaleza desde su aparición en el planeta.

Horrorizado, el siriano les preguntó cuales son las razones de este actuar tan ruin. El terrestre
respondió que ellos peleaban por terrenos del tamaño de sus pies, para saber si estos pertenecían a
un líder u otro. Sin embargo, ninguno de estos líderes verá nunca estos territorios ni a quienes
pelean por estos, pues no les son de importancia. El siriano montó en colera y señalo que solo tenía
deseos de pisar a esos seres que caen en tan maléficas acciones.

El filósofo respondió que esto no era necesario ya que su destino era destruirse a sí mismos, y que
en un plazo no mayor a un siglo no quedaría más que la décima parte de ellos, por sus guerras,
además del hambre, la fatiga y sus vicios.

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