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PROTESTANTISMO Y PENSAMIENTO

POLÍTICO. UNA REVISIÓN HISTÓRICA


PROTESTANTISM AND POLITICAL THINKING.
A HISTORICAL REVIEW
Ignacio Carlos Maestro Cano
Universidad de Valencia
igmaeca@gmail.com
Recibido: junio de 2016
Aceptado: noviembre de 2016

Palabras clave: Estado, democracia, religión, Lutero, secularización.


Keywords: state, democracy, religion, Luther, secularization.

Resumen. En la actualidad suele aceptarse cierta influencia de la Refor-


ma protestante en la configuración del poder secular, consecuencia de los
rasgos culturales derivados de su teología. Para unos, su énfasis en el in-
dividuo habría estimulado un compromiso que de lo espiritual se habría
transferido a lo político, impulsando al liberalismo y la democracia. Otros,
han conectado su pesimismo antropológico con una reforma política “des-
de arriba” favorecedora de cierta “devoción por el Estado”. Sea como fuere,
el protestantismo ha mostrado una singular capacidad para gestionar las
tensiones entre interés colectivo e individual; entre Estado y fe. Este trabajo
pretende revisar las más importantes hipótesis formuladas en torno al vín-
culo entre protestantismo y pensamiento político.

Abstract. It is accepted today some influence of the Reformation in the


shaping of secular power as a consequence of the cultural features derived
from its theology. According to one view, its emphasis on individual would
have stimulated a commitment transferred from the spiritual toward the
political sphere, encouraging liberalism and democracy. Others have
connected Lutheran anthropological pessimism with a political reform “from
above” favoring a sort of “devotion toward the state”. Anyhow, Protestantism
has shown a singular ability to manage the tensions between collective and
individual interests; between state and faith. This work presents a review
of the main hypotheses concerning the link between Protestantism and
political thinking.

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1. Antecedentes. La compleja como la lucha “ética” del hombre contra
la degeneración del hombre –contra su
relación Iglesia-Estado deshumanización–, se comprende esta
visión del protestantismo como una forma
La cuestión del lugar que ocupe la religión renovada de humanismo, como humanis-
en una cultura suele mostrarse controver- mo reformado. De acuerdo con esto, re-
tida. Con mayor motivo resulta problemá- sultan significativas las palabras de Steck:
tico el vínculo entre religión y política. No “Modernidad, liberalidad e individualidad
obstante, ha de reconocerse que la instau- marcan tales directrices de la praxis vital
ración de cualquier sistema político –más protestante. (...) El protestantismo se con-
aún su funcionamiento– supone la adop- cibe desde un principio y se concibe has-
ción de un sistema de valores específico y, ta hoy no como una filosofía edificante,
en este sentido, la religión constituye uno sino como una fuerza crítica reformadora
de los fundamentos tradicionales de un de la civilización [Kultur] y la sociedad”
sistema de valores. A este respecto se ha (Steck, 1991: 111).
dicho que “religión y política son, junto con
Por otro lado, desde la perspectiva de los
la estética, los dos grandes abarcadores de
críticos más feroces de Lutero, se han
la existencia humana. Sus objetos respec-
apreciado otras intenciones en la Reforma
tivos son las dos formas fundamentales de
más allá del ámbito religioso:
vida: la vida eterna, que constituye el obje-
tivo de la religión y la vida temporal, en el “El hecho grande de aquella época [el inicio
espacio, que es el de la política” (Negro, de la modernidad] es la rebelión de Lutero,
2000: 330). Han pasado ya cinco siglos ó, como suele decirse, LA EMANCIPACIÓN
(los cuales, se celebrarán en 2017 bajo el DE LA RAZÓN (...) aquel terrible suceso
lema “En el principio era el Verbo”) desde cambió el espíritu de toda la sociedad eu-
que la Reforma echara a andar y ha sido ropea (...) No hay nadie que crea ya que el
mucho lo escrito sobre sus implicaciones luteranismo se funda en negar las indulgen-
cias y la Misa privada: todo el que discurre
sociopolíticas. Es habitual el reconocimien-
sensatamente acerca de la reforma, sabe
to de que la nueva visión del individuo que
muy bien que aquel grande hecho tiene su
supuso el protestantismo vino a trascender
germen en la independencia de una razón
la mera vivencia religiosa, conformando así
que protesta: protesta contra la Iglesia en
cierta cosmovisión, un específico “estar
religión, contra la antigüedad en filosofía,
en el mundo”. En este fenómeno ha des- contra la autoridad en el Estado, contra las
empeñado un importante papel ese rasgo tradiciones en la familia, contra todo vínculo
del protestantismo que se ha denominado social en la humanidad” (Taparelli, 1866:
“ascetismo secular” o “intramundano” 9-11)1.
(innerweltliche). Se ha visto en esta nueva
comprensión del ser humano cierto rasgo Si suele afirmarse que Maquiavelo y los
humanista, a pesar de que Lutero no fuera humanistas buscaron emancipar a la po-
en absoluto un hombre moderno: “su acti- lítica de la teología, se ha afirmado que
tud es más bien arcaizante, reaccionaria” Lutero y los primeros reformadores pro-
(Villey, 1975: 305). testantes quisieron emancipar a la teolo-
gía de la política, despolitizando la religión
No obstante, entendiendo el término hu-
manismo desde una perspectiva amplia,
1. Las mayúsculas y cursivas son del original.

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(Wolin 2004: 128). Pero lo cierto es que dad es postcristiana, en el sentido de que
aunque fuera así, por el simple hecho de es una secularización del cristianismo”
proponerse un objetivo como este, Lutero (Mate, 2009: XXXVIII). La influencia del
queda convertido forzosa y paradójica- cristianismo en Occidente es tal que no
mente en un pensador político. Surge así cabe ignorarla ni negarla. Sin embargo,
la influencia de la Reforma en el ámbito tampoco puede ignorarse que hoy Occi-
sociopolítico, la cual aportará una serie de dente ya no es más cristiano que laico. Es
importantes ideas con relación a la autori- lo que mucho antes expresara Wendland
dad, la obediencia y el orden (o Estado y al afirmar que “la Iglesia ya no es el medio
Derecho, si se prefiere). integrador de esta sociedad” (1970: 47).
Desde los primeros acontecimientos que Es a partir de esta significativa presencia
vincularon a la Iglesia con el poder secu- histórica de lo religioso en la vida cultural
lar, la conexión desarrollada entre religión y política que este trabajo revisará la rela-
y política ha sido realmente compleja y ción que en la bibliografía se ha querido
rica en matices. Para empezar, se trata establecer entre el protestantismo y los
de la relación entre dos entidades que ya dos regímenes cartesianos que bien pola-
no son las de entonces. Tanto la autori- rizan o sirven de marco de referencia para
dad religiosa como la secular han que- la caracterización de multitud de regíme-
dado completamente transformadas. No nes políticos, a saber, totalitarismo2 y de-
obstante, y pese a las dificultades que mocracia. No obstante, resulta interesan-
entraña, el estudio del vínculo entre las te señalar, a modo de observación previa,
creencias religiosas de una comunidad y que no pocos autores han advertido de los
el modelo político que ésta adopte no es riesgos de ese tipo de estudios que pre-
en absoluto novedoso. Si ya Platón (1999: tenden encontrar un vínculo directo entre
338) señaló que “las constituciones de religión y régimen político y cuyas conclu-
los Estados proceden (...) del carácter de siones son a menudo cuestionables. En
los miembros que los componen” (“no este sentido, un ejemplo sería Kraynak
creerás (...) que procedan de la encinas (2001), quien plantea que no tiene sen-
o de las piedras”, añadía con marcada tido pretender reconocer cierta afinidad
ironía), se debe a Hegel la construcción natural entre cristianismo y democracia
de toda una teoría en torno a la relación liberal. Para él se trata más bien de una
entre la forma del Estado y lo que él llamó cuestión de adaptación a las circunstan-
el “espíritu del pueblo” (Volkgeist), dentro cias históricas, las cuales dependen de
del cual la religión ocupa un lugar cen- otros factores, no sólo del religioso. Resul-
tral (Hegel, 1997a: 65). Así, para Hegel ta por ello muy oportuno recordar aquí las
“el Estado se basa en la religión, tiene sus palabras de Eliot al respecto:
raíces en la religión (...) Según, pues, sea 2. Este trabajo se centra exclusivamente en los
la religión, así será el Estado y su consti- fundamentos ideológicos que el protestantismo
tución” (Hegel, 1997a: 113). Es en este haya podido transferir al régimen político, no
sentido en el que, si bien no cabe confun- siendo de excesiva importancia distinguir entre
dir mundo occidental con cristianismo, sí absolutismo, autoritarismo y totalitarismo. De-
es posible hablar de que Occidente vive pendiendo del autor, se optará aquí por uno u otro
hoy un momento que, de algún modo, término según el contexto histórico: monarquía
absoluta, nacionalsocialismo, etc. Así, la esencia
podría decirse postcristiano; “la moderni-
de la idea a transmitir no cambia en exceso.

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“Identificar alguna forma de gobierno de- de frases e imágenes ricas en connota-
terminada con el cristianismo constituye un ciones políticas” (130), de modo que los
peligroso error: dado que confunde lo per- enunciados iniciales de Lutero que “pro-
manente con lo transitorio, lo absoluto con porcionaron un poderoso estímulo a las
lo contingente. Las formas de gobierno y de corrientes que culminaron en el congre-
organización social están en constante pro- gacionalismo (...) poseían implicaciones
ceso de cambio y su funcionamiento puede de amplio alcance para el pensamiento
ser muy distinto de la teoría que se supone político” (139). Así, en la actualidad suele
que ejemplifica (...) Aquellos que consideran
aceptarse que la singularidad protestante
que un debate acerca de la naturaleza de
no concierne exclusivamente a la teología
una sociedad cristiana debiera concluir con
(y en especial a la eclesiología) sino que
el apoyo a una forma de organización política
se manifiesta también en el ámbito de lo
concreta, debieran preguntarse a sí mismos
político. En este sentido, resulta muy sig-
si no creerán realmente que nuestra forma
de gobierno es más importante que nuestro
nificativo que el primer escrito de Lutero
cristianismo” (Eliot, 1940: 57-58). (1986a) estuviera dirigido a las autorida-
des seculares, dejando entrever ya una de
las características que posteriormente se
2. El caso protestante como le atribuirán al protestantismo: su pecu-
contexto de la relación liar interés por la vida política, así como la
singular relación entre Iglesia protestante
Iglesia-Estado y Estado.

Afirmaba Rousseau que “el cristianis- Un problema fundamental en el análisis


mo es una religión totalmente espiritual, del vínculo que pueda existir entre una
preocupada únicamente por las cosas del determinada religión y un determina-
cielo; la patria del cristiano no está en este do sistema político es que resulta difícil,
mundo” (2004: 216). Lo cierto es que, si sino imposible, aislar la religión del resto
bien la substancia de la religión, también de factores intervinientes. No obstante,
de la cristiana, es cierta “transcendencia” parece razonable admitir que la implan-
–aún en la forma de paradoja o asombro, tación de cualquier sistema político con-
como la entendiera Kierkegaard (2009: creto requiere la existencia de una serie
88-89, 102-104, 122)–, tampoco debe de condiciones sociales concretas, algo
olvidarse que de toda religión deriva una así como un substrato antropológico o
cierta ética que se asienta firme e indefec- social, de modo que un cambio en di-
tiblemente sobre “este mundo”. Por ello, si chas condiciones, como el causado por
ya en el caso del catolicismo resulta cues- la Reforma, debiera implicar un cambio
tionable semejante afirmación, cuando se en las características del modelo político
piensa en el cristianismo reformado no adoptado. De este modo, tal y como afir-
puede sino concluirse que el entusiasmo ma Ginzo, “la fuerza de la religión es tan
le jugó aquí una mala pasada al ginebrino. grande que no puede quedarse replegada
Y es que en el protestantismo esto difícil- a sí misma sino que ha de influir en todos
mente pueda entenderse así; se percibe los aspectos de la vida humana, de modo
más bien que, tal y como ha dicho Wolin que, reformada la religión, han de refor-
(2004), “el vocabulario empleado [por la marse también las leyes y costumbres de
Reforma] estaba fuertemente salpicado la Ciudad” (2000: 163). Tanto es así que

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esta diferencia en las características de dadano en el Templo. La fuerza de la re-
fondo de un sistema político es algo que ligión es “transpolítica” (Wendland, 1970:
se ha querido percibir incluso al analizar 77), de modo que “lo moral, lo social, lo
los modelos derivados de las distintas económico, lo religioso no funcionan de
corrientes del protestantismo, llevando a manera aislada” (Crouzet, 2000: 191). Es
Weber a proponer, por ejemplo, que “las por ello que no extraña que no hayan fal-
diferencias más importantes entre el lute- tado teólogos protestantes que han queri-
ranismo y calvinismo están causadas so- do relativizar las palabras de Lutero en lo
bre todo políticamente” (2009: 225). relativo a la separación de Iglesia y Estado
alegando que dichas palabras tenían un
Si resulta difícil caracterizar la relación
sentido más kerigmático3 que dogmático
que pueda existir entre la esfera religio-
o doctrinal (Diem, 1938).
sa y la secular, una serie de cuestiones
complican todavía más su análisis en el No obstante, en general se acepta que el
caso del protestantismo. Para empezar, a protestantismo supuso una reformulación
lo largo de su historia, han sido distintas de la autoridad secular en la que la clave
las formas en que el protestantismo ha podría residir en que ésta no se inmiscu-
abordado su propia doctrina. Pese a ello, ya en los dominios del alma –“al alma no
parece claro que desde el surgimiento y debe ni puede mandarla nadie” (Luther,
posterior evolución del protestantismo li- 1986b: 45)–, del mismo modo en que
beral, tal y como ha señalado Steck, para la autoridad religiosa no debe inmiscuir-
el protestante “el mundo no puede ser in- se en las leyes civiles –las del “cuerpo y
diferente para la religión, sino que el mun- los bienes” (47)–. De lo contrario, “todo
do ha de quedar atravesado por la idea estará patas arriba (...) de modo que los
religiosa. Al signo del protestantismo mo- príncipes seculares gobiernen espiritual-
derno y liberal pertenece esta compren- mente y los príncipes eclesiásticos go-
sión de que la actitud frente a la fe del biernen secularmente” (53). Esta fue de
protestantismo no debe ponerse en prác- hecho una cuestión central en la crítica
tica sólo en el ámbito de la vida privada de Lutero al papa y los obispos y que se
sino que debe ponerse en práctica preci- sitúa en el origen de la Reforma. En cual-
samente en la vida pública” (Steck, 1991: quier caso, y distinguiendo al Estado de
118). Quizás suceda como argumentaba la política, Lutero es claro al afirmar que
Troeltsch, que se trate de conceptos tan “un predicador no debe inmiscuirse en
íntimamente entrelazados que no tenga los asuntos del Estado. Cristo era el único
sentido buscar pautas de conexión entre señor y dijo a Pilato: Tú eres mi señor”
ellos: “Él [el protestantismo] no ve en ellos (Luther y Aland, 1959: 183). En defini-
[Iglesia y Estado] (...) dos organizaciones tiva, el protestantismo viene a sancionar
diferenciadas, sólo ve en ellos dos funcio- aquella concepción cristiana basada en
nes distintas dentro de un mismo e inse- el conocido pasaje de Mateo de separa-
parable cuerpo social, el Corpus Christia- ción de lo temporal y lo espiritual: “dad,
num” (Troeltsch, 2001: 236). El auténtico pues, a César lo que es de César, y a
cristiano vive su cristianismo en cada uno
de sus actos, pues su religión –como 3. Kerigmático según el sentido específicamente
cualquier otra religión– lo permea todo. dado por Bultmann de “una proclama dirigida no
a la razón teórica, sino al oyente como persona o
En la Ciudad es tan cristiano como ciu-
individuo [as a self]” (Bultmann, 1958: 36).

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Dios lo que es de Dios” (Mt 22, 21). De la religión, se ha sacrificado por la libertad
hecho, es a partir de este planteamiento de la humanidad (...) Cuando el protestan-
que suele aceptarse que los juristas pro- tismo (y en él el cristianismo) se disuelve,
testantes vinieron a desarrollar su propia su lugar lo ocupa el ser humano pleno y
doctrina del Derecho. Una doctrina que, libre, la humanidad creativa y ya no obs-
partiendo de Oldendorp y Melanchthon, taculizada para sus creaciones supremas”
desembocaría en la visión de Grocio de (2009: 118).
un Derecho como “el dictado de la recta De acuerdo con este planteamiento, se ha
razón” (1625: 150) y que abriría la puerta propuesto que existiría una especialmen-
al laicismo y el iuspositivismo. Un laicismo te acentuada transversalidad del hecho
que llegaría al punto de que pensadores religioso en el protestantismo mientras el
protestantes como el mismo Kant plan- catolicismo, con una excesiva centralidad
tearan, ya en el siglo XVIII, que deberían de los ritos y lo “exterior” –tan alejada del
ser los propios fieles los que corrieran con ascetismo secular y la austeridad protes-
los gastos de mantenimiento de la Iglesia: tantes– habría establecido una artificiosa
“los costes de mantenimiento de la igle- separación entre lo que podría llamarse
sia, no pueden correr a cargo del Estado tiempo profano y tiempo sagrado. En de-
(...) sino que ha de encargarse de ellos la finitiva, se comprende que muy diversos
parte del pueblo que se declara partidaria autores hayan reflexionado en torno a las
de una u otra fe, es decir, únicamente la posibles consecuencias que ciertos ras-
comunidad” (Kant, 1993: 161-162). gos del protestantismo puedan tener so-
Entrando ya en la cuestión del vínculo en- bre el tipo de modelo político adoptado.
tre la reforma protestante y el inicio de la
modernidad, resulta significativo lo defen- 3. Protestantismo y autoridad.
dido por Hegel (1997b: 661): “Este es el
contenido esencial de la Reforma; el hom- ¿Un Estado absoluto
bre se halla determinado por sí mismo a protestante?
ser libre”. Una actitud de la cual surgiría
“la plena conciencia del Estado moderno” La transformación que introdujo la Refor-
(Ginzo, 1996: 145). Este carácter “mo- ma en lo relativo a la responsabilidad del
derno” de la Reforma es el que se ma- individuo y que se ha enunciado en el an-
nifestaría en una comprensión específica terior apartado, ha sido interpretada por
de la individualidad y su relación con la algunos autores como la concesión de un
autoridad secular y en la cual un papel poder especialmente sólido al Estado. Una
central lo desempeña el ya mencionado concesión tras la cual se han apreciado
ascetismo secular. En este sentido, Bauer intereses ocultos o espurios, en el sentido
llegaría a afirmar que: de entender que el protestantismo vino a
“en el protestantismo la ilusión es total y liberar la conciencia de los hombres de la
omnipotente porque se adueña del ser hu- tutela de la Iglesia “sólo para entregarlos
mano completo y lo domina no desde fuera, al Estado” (Rocker, 1937: 105). Un poder
mediante el poder sacerdotal, jerárquico o derivado, según algunos, de la exigencia a
eclesiástico, sino desde su propio interior los ciudadanos de un excepcional (y muy
(...) El protestantismo (...) se ha disuelto luterano) énfasis por el cumplimiento del
[aufgelöst] a sí mismo, y al mismo tiempo a deber, algo que Marx expresaría diciendo:

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“Lutero ha vencido la servidumbre de la de- en la ley el ambiente propicio para que,
voción, porque ha puesto en su lugar la ser- como un efecto secundario más, pueda
vidumbre por convicción. Ha quebrantado triunfar el mensaje del cristianismo. No
la fe en la autoridad, porque ha restaurado obstante, Lutero deja clara la imposibili-
la autoridad de la fe. Ha transformado a los dad de un gobierno que se diga cristiano,
párrocos en laicos, porque ha transforma- esto es, concebido para servir entre cre-
do a los laicos en párrocos. Ha liberado a yentes. Aquí Lutero casi parece compartir
los hombres de la religiosidad exterior, por- aquella frase de Marx según la cual “el
que ha llevado la religiosidad a su interior.
Estado cristiano es la negación cristiana
Ha emancipado el cuerpo de las cadenas,
del Estado”, del mismo modo en que –
porque ha encadenado el corazón” (Marx,
añadía– “de ningún modo” un Estado
1976: 386).
cristiano podía ser “la realización estatal
Surge así un lugar común en torno a una del cristianismo” (Marx, 2009: 140).
supuesta querencia dentro del protestan-
En consecuencia, Lutero subraya la im-
tismo por la configuración de una autori-
portancia –la utilidad– de la autoridad civil
dad particularmente fuerte. No obstante,
y, en concreto, de una autoridad civil se-
la cuestión de la relación que deba existir
vera: “Nadie piense que el mundo puede
entre la religión y el Estado es anterior a
ser gobernado sin sangre; la espada del
la Reforma (téngase por caso el Defen-
gobernante debiera estar roja y ensan-
sor pacis de Marsilio de Padua), si bien
grentada, pues el mundo será y debe ser
sucede que Lutero le vino a dedicar gran
perverso; por eso la espada es la vara y
atención en su escrito Sobre la autoridad
la venganza de Dios sobre él” (Luther y
secular, hasta dónde se le debe obedien-
Bredow, 1905: 165). Una comprensión
cia. En este escrito, Lutero comienza ci-
severa de la justicia que se aprecia en
tando a Pablo para proponer que “no hay
su llamamiento a los príncipes alemanes
autoridad sino de parte de Dios, y las que
para aplastar las revueltas de campesinos
hay, por Dios han sido establecidas. De
de 1525 (Luther, 1986c: 95-101). Es ésta
modo que quien se opone a la autoridad,
una concepción de la autoridad que pre-
a lo establecido por Dios resiste” (Rm 13,
ludia la que más tarde defendería Kant al
1-2). A continuación plantea un intere-
afirmar que “contra la suprema autoridad
sante dilema y es que, “aunque todos ha-
legisladora del Estado no hay, por tanto,
yan sido bautizados y se digan cristianos”,
resistencia legítima del pueblo; porque
el mundo jamás será cristiano (exclusi-
sólo la sumisión a su voluntad univer-
vamente, se entiende) pues, de hecho,
salmente legisladora posibilita un estado
“hay muchos más malos que buenos”
jurídico” (Kant 1993: 151). Una actitud
(Luther, 1986b: 31). Por ello, para Lute-
que vendría a destacar Troeltsch cuan-
ro toda autoridad secular viene a ser “un
do afirmó que, incluso admitiendo que
gran beneficio imprescindible [nodlicher
el luteranismo pudiera resultar “política-
Nutz] para todo el mundo, que mantie-
mente favorable al absolutismo (...) por
ne la paz” (Luther, 1900: 253)4. En cierto
lo demás, es conservador y políticamente
modo, da la impresión de que Lutero ve
neutral [apathisch]; destruye los dere-
chos estamentales hacia arriba pero los
4. Se ha optado aquí por acudir al texto original
conserva hacia abajo” (Troeltsch, 2001:
con la intención, con esta traducción, de reflejar
de modo más fiel el sentido del texto original. 260). Una interpretación que Bloch ma-

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tizaría alegando que “el aplastamiento constituye una usurpación. Es en este
[Ekrasierung] de la Iglesia por Lutero no sentido en el que algunos autores per-
es ninguna revolución desde abajo, sino ciben la reforma luterana como una pri-
un golpe de Estado desde arriba, un esta- mera reforma política “desde arriba”, tan
llido de despotismo divino que acaba con acorde para algunos con la idiosincrasia
cualquier participación, cualquier sinergia germana y debatida, por ejemplo, a través
de la humanidad en las tareas de gobier- de la denominada teoría del Sonderweg.
no”. En su opinión, “Lutero se hizo anti- Algunos autores, de hecho, han criticado
papista por razones de lo menos evangé- directamente a Lutero por promover la
licas que pensarse pueda” al percibir que causa del absolutismo político. Así, Sha-
la Iglesia corría el peligro de convertirse nahan sostuvo que “el protestantismo (...)
en una “mera cooperativa parlamentario- tuvo los especiales atributos necesarios
religiosa”; un “parlamentarismo en contra para la coexistencia con un Estado omni-
de Dios” puesto que “no es el yo sino Dios potente” (1954: 20), mientras que Bigler
el que no necesita clérigos” (Bloch, 1921: ha afirmado:
202-204). En resumen, “cualquiera po- “El papel histórico de la Iglesia protestante
día eliminar a un rebelde; a un tirano, en los siglos XIX y XX demostró la vitalidad
nadie” (Wolin, 2004: 145), algo que evo- de la tradición autoritaria dentro del protes-
ca a aquello que dijera Rousseau acerca tantismo alemán. En las crisis políticas de
de que “todo poder emana de Dios, debo 1819, 1848, 1862, 1871, 1881 y 1918, la
reconocerlo; pero toda enfermedad pro- Iglesia protestante estatal de Prusia se iden-
viene de Dios también. ¿Estará por ello tificó a sí misma con la defensa del sistema
prohibido recurrir al médico?” (Rousseau, de gobierno autoritario basado en privilegios
2004: 51). heredados” (1972: ix-x).
Por otro lado, otro rasgo político de la Tales planteamientos no son el resultado
Reforma es el hecho de que, tal y como de una tendencia más o menos reciente,
plantea Tanner, “la Reforma condujo a como demuestra el hecho de que, casi un
una pérdida de poder del Imperio y a una siglo antes, pudiera leerse que “es en los
enorme revalorización de la trascenden- países que han adoptado la Reforma don-
cia política de los príncipes territoriales y de la evolución política es la menos avan-
de los centros de poder regionales, como zada” (Pariset, 1897: 836)5. Más tarde,
son las ciudades imperiales libres” (1991: Kuehnelt-Leddihn (1952) llegaría a alegar
89). Cada competencia que perdiera el que “la paternidad teológica católica de
papado recaería de forma natural sobre la democracia es de un carácter mucho
el correspondiente gobernante secular; más directo [que la protestante]” (184);
una idea que el propio Lutero transmitiría “El hecho [es] que las naciones católicas
de manera inequívoca al príncipe elector pueden, en un sentido social, ser más
Juan de Sajonia en toda su corresponden- «democráticas», más demofilas que los
cia, especialmente a lo largo del año 1529 países protestantes” (204).
(Luther, 1934). Así, desde el momento en Se aprecia que son enunciados cuya in-
que se instituye o, mejor dicho, se resti- tención es la de transmitir una idea simi-
tuye (Mt 22, 21) la separación entre los
poderes secular y eclesial, toda injerencia ������������������������������������������������
. La palabra “avanzada” tiene aquí un claro sen-
del poder papal sobre el poder temporal tido como sinónimo de “democrática”.

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lar a la sintetizada más recientemente por rencia quasi-religiosa hacia el Estado)”
Küng: “No: la Reforma luterana no pre- (Grunberger, 1971: 169). Es también el
paró el terreno (...) a la modernidad, a la caso de Adam quien, citando las pala-
libertad de religión y a la Revolución fran- bras de Clemente María Hofbauer acerca
cesa (...) sino, por lo pronto, al absolutis- de los orígenes de la Reforma, ya había
mo y despotismo de los príncipes” (Küng, defendido que “la rebelión contra la Igle-
1994: 182). Lo cierto es que semejante sia comenzó porque el pueblo alemán no
tesis se revela demasiado simplista si se podía ni puede ser sino devoto” (Adam,
tiene en cuenta a ése hombre francamen- 1928: 174). Con relación a esta cuestión,
te popular que se aprecia en los escritos se ha destacado el papel del ascetismo
de Lutero. Pese a las feroces críticas de secular en la promoción, en el plano in-
Müntzer a este respecto, no puede afir- dividual, de una profunda trabazón entre
marse que Lutero fuera uno de esos je- lo religioso y lo secular, algo que sin em-
rarcas eclesiásticos dispuestos a adular al bargo no tendría por qué entrañar ningún
poder (adulator Principum6). Para Lutero conflicto con la definición de una marca-
se trata de que, igual que abundan los da separación entre ambas esferas, en el
malos súbditos, “un príncipe sensato es plano “institucional”. Al fin y al cabo, son
un pájaro raro”, por lo que su consigna las actitudes cotidianas del individuo las
es la de no resistir al mal pero, cuando que han de encuadrar el tipo de régimen
se le pida a un súbdito ir en contra de político que la comunidad, compuesta a
sus creencias o renegar de ellas, “no hay la postre por individuos, defina para sí. De
que aprobarlo ni servirlo, no secundarlo este modo, esta mayor implicación que,
ni dar un paso o mover un dedo para obe- no sólo en el plano religioso sino también
decerlo” (Luther, 1986b: 50) ya que “es en el político, el protestantismo le exige
necesario obedecer a Dios antes que a los al individuo, sería la que explicaría cierta
hombres” (Hch 5, 29). centralidad de la idea de comunidad que
Sea como fuere, se ha querido ver en el en unas ocasiones se ha percibido como
protestantismo una cierta “devoción por una tendencia totalitaria y, en otras, como
el Estado” (Staatsfrömmigkeit) que no un talante democrático. En resumen, en
han faltado autores que han entendido todo caso podría decirse que se trata de
como característica en Alemania. Así, una devoción por la comunidad antes que
Grunberger afirmaría que “las actitudes de una devoción por el Estado. Así se ha
alemanas hacia el gobierno casi podrían expresado de algún modo Tanner al refe-
ser descritas mediante términos prove- rirse a las nuevas obligaciones que hubo
nientes de la teología. Uno de tales tér- de asumir el poder secular tras la Refor-
minos es «Staatsfrömmigkeit» (una reve- ma (creación de universidades y reformas
sociales en general), al afirmar que:
6. El calificativo adulator principum o Fürsten-
schmeichler es atribuido con frecuencia a “En cierto modo, el Estado mismo adoptó
Müntzer, si bien fue el propio Lutero el que lo más bien las tendencias [Züge] de la Iglesia
empleó para resumir los ataques recibidos por (...) El enorme éxito de esta «política social»
parte aquél (“Dr. Mendaz [Lügner]”, “nuevo de la autoridad explica en parte la alta dis-
Papa”, “pícaro adulador de Wittenberg”, etc.), posición en el protestantismo, que amplió a
fundamentalmente en su Carta a los príncipes de
rango religioso la autoridad de los grandes
Sajonia sobre el espíritu levantisco, de julio 1524
príncipes. Sin embargo esta mentalidad
(Luther, 1899: 205).

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queda poco definida si se la entiende como los católicos” (1967: 234). Una interpre-
devoción por el Estado” (Tanner, 1991: 90). tación para la cual ya Goyau había suge-
Por otro lado, resulta importante señalar rido una alternativa, a saber, la de que
que la mayoría de teorías en torno a una “el Estado, en la historia de la Reforma,
hipotética conexión del protestantismo ha jugado un perpetuo papel de unifica-
con el autoritarismo tienen su origen en el dor. Cuando las divergencias llevaban a
periodo de la Restauración, lo que habría cuestionar los propios dogmas (…) la me-
supuesto que la búsqueda de una partici- diación conciliadora del Estado sustituyó
pación en los problemas reales del mun- al buen entendimiento en los coloquios
do por parte de la Iglesia protestante la [entente des colloques]” (Goyau, 1898:
hubiera vinculado con posturas, en aquél xiv)8. Una comprensión que posiblemente
momento, conservadoras. Así, en su aná- se viera reforzada por la situación de la
lisis de la Restauración, Droz propone la Iglesia católica durante el proceso de uni-
siguiente explicación: ficación alemana, cuando llegó a ser vista
como injerente y hostil a dicho proceso
“A los beneficiarios de la Restauración les (Reichfeindlich), dando lugar a la llamada
parece necesario que el catolicismo des- Kulturkampf de Bismarck. Se consideró
pliegue sobre la vida de los pueblos, como entonces que la infalibilidad pontificia,
sobre la de los individuos, su inmensa red definida como dogma en 1870 por el
de relaciones y obligaciones, sin la cual la
Concilio Vaticano I, excedía claramente
autoridad no podría revestirse de ese carác-
el ámbito religioso al posibilitar el choque
ter absoluto, sacerdotal, que le garantiza la
con cuestiones reguladas por los Estados.
obediencia y el amor de los súbditos. El pro-
En idéntica confrontación se situaba el
testantismo, minado por el espíritu del libre
Syllabus Errorum de 1864 al acrecentar
examen y contra el cual se han encarnizado
los teócratas, no proporciona evidentemen-
la fricción entre fe y razón y condenar di-
te las mismas garantías que el catolicismo versos conceptos modernos como el ra-
romano. Pero el movimiento del «desper- cionalismo y la libertad de pensamiento
tar» lo orienta, no obstante, hacia formas de (error 22). Por otro lado, al establecer la
pensamiento ortodoxas (...) que se adecuan necesidad de que la religión católica fuera
a las exigencias de un pensamiento conser- la “única religión del Estado” (error 77),
vador” (1967: 7-8)7. el Syllabus censuraba la libertad de culto
(error 78), imposibilitando de facto la se-
En definitiva, Droz reconoce ciertamente
paración entre Iglesia y Estado al subrayar
un carácter crítico o liberal como propio
la libertad de la Iglesia y la subordinación
del protestantismo, aunque argumenta su
del Estado a la moral católica9.
giro acomodaticio con el hecho de que
“el pensamiento conservador protestante,
debido a sus orígenes ideológicos y so- 8. Goyau se refería aquí a la unificación de las
ciales, era excesivamente respetuoso con Iglesias luteranas en Prusia por parte del rey Fed-
la autoridad estatal y con las jerarquías erico Guillermo III.
establecidas, como para influir notable- 9. Se considera como error número 20 el que “la
mente sobre la opinión; a este respecto potestad eclesiástica no debe ejercer su autoridad
sin la venia y consentimiento del gobierno civil”
mostraba un gran retraso en relación con
y como error 42 el que “en caso de conflicto entre
las leyes de ambos poderes [político y eclesiásti-
7. La cursiva ha sido añadida. co], prevalece el derecho del poder político”.

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En el extremo de estos planteamientos libre, un lugar en el que se podían decir
que vienen a establecer un vínculo sig- las cosas que no se podían pronunciar
nificativo, casi de complicidad, entre el en ninguna otra parte del Tercer Reich”
protestantismo y la autoridad secular se (Scholder 1977: 566).
encuentran una serie de autores para
Se aprecia en definitiva cómo se trata de
quienes el protestantismo ha constituido,
una controversia que goza de tanta pre-
de hecho, el substrato ideal del totalitaris-
sencia en la literatura como nebulosidad.
mo. Así, sucedería que “el Estado ha sido
Una nebulosidad que se manifiesta en las
siempre el «aliado natural» del protestan-
conclusiones del propio Kuehnelt-Leddi-
tismo debido a sus históricas dependen-
hn al presentar los primeros mapas a
cias desde la Reforma y debido a que el
partir de los cuales resultaba posible “de-
protestantismo careció del centro de au-
mostrar a primera vista que existe la más
toridad que representa el papado” (Bur-
obvia conexión entre” voto al partido nazi
leigh, 2005: 218), existiendo una mayor
y mayoría protestante (1952: 217). Más
predisposición en los cristianos protestan-
recientemente, y en un intento de abor-
tes, en razón de la propia naturaleza de su
dar el problema de manera más objetiva,
teología, a alinearse con el nazismo –aquél
diversos estudios han propuesto el trata-
“momento alemán de la Iglesia” del que
miento estadístico de toda clase de datos
habló Althaus (1934). Según Burleigh,
con el objeto de llegar a conclusiones
“muchas de las Iglesias protestantes se
significativas e irrefutables. En este sen-
acomodaron lánguidamente [feebly] a las
tido, O’Loughlin ha aplicado una amplia
últimas ideologías seculares tales como el
batería de herramientas geoestadísticas
nacionalismo y el cientifismo” (Burleigh,
(por regiones) para la prospección de una
2006: vii), de modo que, con la llegada
hipotética correlación entre los datos de
de la República de Weimar, “observaron
población protestante y de apoyo al parti-
con inquietud el ascenso del católico Par-
do nazi. Así, frente a las afirmaciones tan
tido de Centro” (34), algo que llevaría a
tajantes como aventuradas de Burleigh,
que, más tarde, “los nazis hicieron por los
al estilo de “los protestantes votaron a los
protestantes lo que el democrático Partido
nazis en mayor número que los católicos”
de Centro había hecho por los católicos
(2006: 171), O’Loughlin propone una
romanos” (109). Se aprecia, pues, una
prudente aproximación en la que lo único
determinación por encontrar en Lutero el
que se puede concluir es que, a pesar de
origen protestante del nacionalsocialismo,
que “un predictor clave del voto al NSDAP
lo que recuerda al “árbol genealógico del
en la Alemania de Weimar es la propor-
nacionalsocialismo” que propusiera el ya
ción de población protestante” (2002:
mencionado Kuehnelt-Leddihn (1952:
223), la distribución del apoyo al partido
210) y en el cual Lutero desempeñaba
un papel central. No obstante, sobre esta nazi es “de gran complejidad” (217) debi-
cuestión en concreto, otros autores se po- do a que “un complejo mosaico histórico-
sicionan en el extremo opuesto, destacan- cultural subyace al mapa electoral” (240),
do el hecho de que la Iglesia protestante de modo que “no hay una explicación
resistiera como una fortaleza inexpugna- sencilla [como por ejemplo, la filiación re-
ble la conocida política nacionalsocialista ligiosa] del voto” (218). Lo cierto es que,
de “coordinación” (Gleichschaltung), algo tal y como han señalado diversos autores,
que “produjo (...) una especie de espacio si hubiese existido una conexión tan mar-

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cada entre el protestantismo y el ascenso de las modernas democracias occidenta-
al poder de los nazis, la llamada lucha en- les.
tre Iglesias (Kirchenkampf) que enfrentó
Para comprender este vínculo, es preciso
al movimiento de los Cristianos Alemanes
señalar que uno de los rasgos esenciales
(Deutsche Christen) con la Iglesia Con-
del protestantismo es su capacidad de,
fesante (Bekennende Kirche) no habría
llegado el caso, poner en suspenso prác-
alcanzado tal notoriedad. Tampoco hay
ticamente cualquier doctrina. Esta sería la
que olvidar que varias iglesias regionales
esencia del protestantismo, pues con este
(Landeskirche) se mantuvieron al margen
talante se inició. Un rasgo de crítica que
de la oficial, convocando el Sínodo de
Tillich llamaría el “principio protestante” y
Barmen, que daría lugar a la citada Iglesia
que, en su opinión, pertenece a la pro-
Confesante y cuya declaración (redactada
pia estructura de la fe. De este modo, “las
en gran medida por el destacado teólogo
afirmaciones del credo de interés último
Karl Barth) rechazó de manera específica
[últimate concern] para la comunidad
la subordinación de la Iglesia al Estado.
deben incluir su propia crítica (...) ambos
En resumen, a este respecto pudiera de-
[duda y fe] deben ser siempre posibles
cirse que, tal y como afirmara Arendt, “el
dentro del círculo de fe (...) éste es el ca-
nazismo no debe nada a ninguna parte
rácter de la fe dinámica y la consecuencia
de la tradición occidental, sea germana o
del principio protestante” (Tillich, 1957:
no lo sea, sea católica o protestante, sea
29)10. Se trata con ello de evitar esa idea
cristiana, griega o romana (...) En térmi-
de “infalibilidad” (sea de un concilio, obis-
nos ideológicos, el nazismo empieza sin
po o escrito) que “excluye la duda como
ninguna base en la tradición en absoluto”
un elemento de la fe” (1957: 29), con el
(Arendt, 2005: 137); “El nazismo es en
objeto de apartarse de cualquier forma
realidad el desplome de todas las tradicio-
de absolutismo arrogante. Este principio
nes alemanas y europeas, de las buenas
que, pese a su nombre, Tillich no preten-
tanto como de las malas” (139).
dió algo exclusivo del protestantismo, es
el que a través de la protesta y la crítica
4. Protestantismo, liberalismo se habría convertido en un principio rec-
tor del protestantismo en la historia y, por
y democracia tanto, también en la política. Ello explica-
ría cómo “en Alemania, debido al carácter
Se ha abordado ya la cuestión de cómo religioso de la nación, la emancipación de
determinados rasgos de la doctrina pro- la religión habría precedido a la de la filo-
testante han podido condicionar la com- sofía” (Ginzo, 2000: 210).
prensión y forma de actuar del protestan-
Se comprende así que diversos autores
te en el ámbito civil y más concretamente
hayan propuesto que, dado que para el
cómo, para algunos autores, tales rasgos
mejor funcionamiento de una democracia
podrían haber actuado como estímulo
para el surgimiento de determinados re- ��������������������������������������������������
. Se mantiene esta traducción, “interés último”,
gímenes totalitarios. En este apartado se por ser la más habitual en la bibliografía pese a
revisará cómo, según otros autores, suce- que Tillich parece pensar más en una “preocupa-
de más bien lo contrario, que el protestan- ción última”, confiriéndole un sentido más exis-
tencial, en línea con el Sorge de Heidegger o el
tismo resultó crucial en el establecimiento
Angfægtelse de Kierkegaard.

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resulta imprescindible garantizar el dere- sivo alegar que el protestantismo lleve en
cho a discrepar y la libertad de expresión, su seno la semilla de una revolución, pero
resultaría admisible afirmar que el protes- no lo es tanto afirmar que lo que sí lleva
tantismo supuso un paso, y no pequeño, es la semilla del cambio (también político)
en la instauración de las democracias oc- y, con ello, de la modernidad como cate-
cidentales. Se han apreciado en definitiva goría política tradicionalmente vinculada
distintos aspectos de la doctrina protes- con la democracia: “el filósofo y el sabio
tante que marcarían un acercamiento ha- moderno es inevitablemente un protes-
cia una determinada forma de entender tante” (Fichte, 1971: 609). La reforma de
la política, hacia cuestiones relacionadas Lutero se basó, tal y como Hegel sintetizó,
con cómo haya de ser la participación precisamente en el hecho –extrarreligio-
del individuo en la toma de decisiones. so– de la libertad (libre examen, sacerdo-
Por poner un ejemplo en este sentido, cio universal, etc.), así como, tampoco se
el protestantismo se ha inclinado desde olvide, el de la responsabilidad y el com-
sus orígenes por que fueran las propias promiso que ésta implica.
comunidades locales las que escogieran De hecho, este carácter “dialéctico” pro-
a sus ministros (“ya que todos nosotros testante ha sido criticado (y por tanto
somos igualmente sacerdotes, nadie debe reconocido) por algunos autores, como
darse importancia y atreverse a desempe- Droz, quien hace responsable del peligro
ñar ese cargo sin nuestro consentimiento percibido por Comte en los ideales revolu-
y nuestra elección” (Luther, 1986a: 10). cionarios de los siglos XVIII y XIX “en pri-
Parece innegable el alcance de este tipo mer lugar al protestantismo” (Droz, 1967:
de planteamientos a la hora de analizar 59); “una sobreexcitación continua del
la relación entre protestantismo y régimen orgullo y de la vanidad (...) una tendencia
político. En esta línea, Bruce sostiene que eminentemente contagiosa hacia la infali-
“las naciones protestantes estaban por lo bilidad personal” (Comte, 1886: 56) que
general en la vanguardia del ascenso de desencadenaría “la insurrección mental
la democracia parlamentaria. Y hay mu- del individuo contra la especie” como
cho en la historia del siglo XX en Europa “enfermedad occidental (...) consistente
que sugiere algún vínculo no fortuito entre en no reconocer más autoridad espiritual
religión y democracia” (Bruce, 2004: 5)11. que la razón individual” (Comte, 1854:
No ha de olvidarse que “la Reforma surge 368). Una relación entre actitud religio-
de la crítica de las instituciones” (Tanner, sa y política que quedaría explicada por
1991:87), apreciándose “las consecuen- “el persistente intento [protestante] de
cias políticas de la Reforma como vasto simplificar las ideas religiosas hasta sus
movimiento de rebelión dirigido contra un elementos básicos; el énfasis en la fe o
orden establecido; una rebelión cuyo éxito la creencia, más que en el conocimiento
dependía de radicalizar a las masas que racional; la traducción de la Biblia a las
estaban descontentas con las autoridades lenguas vernáculas, todo esto tiene las
e instituciones vigentes” (Wolin, 2004: características de haber sido ideado para
173). En definitiva, quizás resulte exce- la acción de masas” (Wolin, 2004: 173).

�����������������������������������������������
. Ha de hacerse notar que aunque Bruce hable
Tampoco debiera subestimarse la relati-
de “religión”, lo hace en el contexto específico va naturalidad con la que se pasó de las
del protestantismo. exigencias reformistas dirigidas contra

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la Iglesia de Roma a las aspiraciones de ro, lo que ha dado lugar a interpretaciones
carácter revolucionario dirigidas contra la extrarreligiosas de su teología de lo más
desigualdad social y los privilegios de los variopinto (y que, de hecho, se refleja en
nobles y que dieron origen a la Guerra de la gran cantidad de confesiones a que ha
los Campesinos. Es en este contexto en dado lugar). Al margen de datos estadís-
el que no sorprende que haya llegado a ticos que a menudo resultan difíciles de
hablarse de una Reforma “de izquierdas” interpretar sin sesgo, no sorprende que
y una “de derechas” (Küng, 2002: 83). haya autores que entiendan que históri-
Así, casi podría hablarse de una izquier- camente el protestantismo “ha sido vin-
da y una derecha “luterana” al estilo de culado con la generación de una cultura
aquella izquierda y derecha hegeliana. Si política que promueve el individualismo,
a la primera quedarían adscritos los se- la tolerancia, el pluralismo de ideas y el
guidores de Thomas Müntzer, anabaptis- asociacionismo cívico y, por tanto, resulta
tas y otros “exaltados” (Schwärmer), en más probable que los países protestan-
la segunda quedarían comprendidas to- tes sean democráticos en comparación
das aquellas tendencias en armonía con con estados mayoritariamente islámicos
la autoridad secular y que predominaron o católicos” (Tusalem, 2009: 883). Este
hasta el final de la Primera Guerra Mun- empleo, en ocasiones poco escrupuloso,
dial, momento en el que, tras el parénte- de terminología estadística con la que dar
sis que supuso el llamado protestantismo respaldo científico, mediante alguna cir-
cultural (Kulturprotestantismus) y la teolo- cunstancia indiciaria empírica (datos de la
gía liberal protestante, terminó por preva- Encuesta Mundial de Valores o el Estudio
lecer la teología dialéctica de Barth. Como Europeo de Valores, por ejemplo), a hipó-
ejemplo de una tendencia conservadora o tesis que la terminología de Popper deno-
“de derechas”, podría citarse la figura de minaría “audaces”, es un fenómeno que
Reinhold Seeberg, a quien Brakelmann se ha apreciado todavía con más detalle
(1974) calificaría como “teólogo del im- en el caso del vínculo del protestantismo
perialismo alemán” en contraposición al con el régimen nazi, pero que también se
Müntzer de Bloch (1921), “teólogo de la manifiesta a la hora de evaluar una hipo-
revolución”. tética “predisposición” del protestantismo
hacia la democracia. Se pretende correla-
En este contexto, recientemente se ha ha-
cionar protestantismo con democracia o
blado en Francia de un supuesto “giro a
autoritarismo olvidando que la determina-
la derecha” por parte del colectivo protes-
ción fiable de dicha correlación pasa por
tante, lo que representaría “una ruptura
la medición fiable de las variables inter-
en su sensibilidad política” dado que, his-
vinientes, existiendo problemas evidentes
tóricamente (“tal y como fue el caso en
a la hora de “medir” protestantismo, de
los siglos XIX y XX”, se dice), éste se ha una parte, y democracia o autoritarismo,
caracterizado por “una simpatía preferen- de otra. Así pues, antes de aceptar o re-
te hacia la izquierda” (Willaime, 2012). chazar tales teorías, sería interesante con-
Sin embargo, lo cierto es que el protes- siderar una cierta variante “débil”, como
tantismo constituye una cosmovisión ex- que no sea la democracia en sí, sino su
traordinariamente rica en matices y con funcionamiento o vertebración (la calidad
origen en una personalidad verdadera- de la vida democrática) lo que pueda que-
mente contradictoria como es la de Lute- dar condicionado de algún modo por la

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existencia de una tradición protestante. tras –y siempre según esta hipótesis– los
Algo que podría ser consecuencia de ésa países de tradición protestante habrían
interpretación de Wendland según la cual: dado muestras de una clara preferencia
por la meritocracia. Esto es algo que se ha
“La democracia es la forma de Estado más
querido apreciar incluso en la mera con-
peligrosa y difícil que existe. Pues hace obje-
frontación de los mapas de corrupción
to a los ciudadanos particulares y a los gru-
pos sociales, que forman parte de la unidad
con los de religión predominante12. Una
política del Estado, de las más altas exigen- explicación para este hipotético fenómeno
cias éticas (...) [La democracia] no puede podría venir de aquella artificiosa separa-
consistir en una simple constitución política, ción entre tiempo profano y tiempo sagra-
establecida en una ley fundamental, ni en do que se ha atribuido al catolicismo, la
una metodología política para formar go- cual habría derivado en una predisposi-
biernos (...) La democracia está más bien ción del catolicismo hacia el cinismo y, en
vinculada a presupuestos ético-sociales y a consecuencia, hacia la corrupción.
convenciones sociales que tienen validez y
Junto con el ascetismo secular, otro rasgo
aplicación en todas partes, incluso en la es-
que se ha entendido como auspiciador
fera «privada»” (1970: 65).
del talante democrático es un sacerdocio
De este modo, existiría una conexión entre universal fuertemente enfatizado, frente
tales presupuestos de la vida democráti- a la doctrina católica de “el sacerdocio
ca y la actitud vivencial promovida por el común de los fieles y el sacerdocio mi-
protestantismo –el ya citado ascetismo se- nisterial o jerárquico (...) diferentes esen-
cular–; un compromiso espiritual que se cialmente y no sólo en grado” (Concilio
traduce inevitablemente en un compromi- Vaticano II, 1968: 56-57). Lo cierto es que
so de carácter político. Por ello, Wendland este sacerdocio universal protestante, ple-
consideró indudable que “el puritanismo, no y efectivo, supone un cambio de men-
el metodismo, y otras formas semejantes talidad de tal magnitud que no sorprende
de la cristiandad protestante han ejercido que tradicionalmente se haya entendido
un influjo muy fuerte en el nacimiento de que sus consecuencias rebasan el ámbi-
la democracia” (1970: 74). Sin embargo, to de lo religioso. Para empezar, introdujo
esta no deja de ser una hipótesis que goza unas mayores cuotas de responsabilidad
de tanto predicamento como de dificultad a ser asumidas por parte del individuo en
de ser demostrada. Entre los múltiples el ámbito religioso, algo que pudo tradu-
estudios llevados a cabo en este sentido, cirse en un mayor compromiso también
pueden citarse los de Vlas y Gherghina en lo secular. Así, con un sacerdocio uni-
(2012), Woodberry (2012) y Woodberry versal estimulado, quedaría reforzada la
y Shah (2004), quienes citan específi- importancia del individuo frente al poder
camente una supuesta “reducción de la (religioso y secular). Los derechos que
corrupción” como uno de los “mecanis-
mos” que intervienen en la “asociación �������������������������������������������������
. Es el caso de los datos recopilados por la or-
causal entre protestantismo y democra- ganización Transparencia Internacional y a par-
cia” (Shah, 2004: 48). De hecho, no han tir de los cuales se calcula el llamado índice de
sido pocos los autores que han llamado la percepción de corrupción (mapa disponible en
línea en: https://www.transparency.org/cpi2014/
atención sobre el especial desarrollo del
results). Véase a este respecto: Marián (2014) y
nepotismo en los países católicos, mien- West (2012).

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el pueblo reclamó primero en el ámbito dencia más o menos definida en términos
religioso, serían exigidos dos siglos más de regímenes políticos. A este respecto se
tarde en el ámbito político. Quizás sea por han revisado aquí algunos aspectos pro-
ello que diversos autores han destacado pios del protestantismo que, dependiendo
el vínculo entre espíritu liberal y reforma de las circunstancias históricas, han dado
protestante, citando por ejemplo Droz lugar a una lectura en clave de apoyo a
(1967: 224) el hecho de que el primer la democracia o al autoritarismo. No obs-
festival de Wartburg, convocado por las tante, se ha querido resaltar también la
fraternidades estudiantiles alemanas, se influencia de tales circunstancias que a
celebrara en 1817, “con un espíritu reli- menudo ha sido ignorada o subestimada.
gioso y romántico, patriota y liberal al mis- Así, por ejemplo, el peso de los sucesos
mo tiempo, el aniversario de las tesis de acontecidos en Alemania, como cuna
Lutero y de la batalla de Leipzig” (156). y escuela de la Reforma, ha marcado la
Un maridaje que, en España, Unamuno configuración del protestantismo y, sobre
pondría en boca de uno de sus perso- todo, la percepción que de él se tiene.
najes de Paz en la guerra, quien –indig- De entre los rasgos del protestantismo
nado– exclamaba: “Los liberales (...) se con una posible transferencia al contexto
devoran..., son como los protestantes, el político –la mayoría de ellos con un origen
libre examen pulveriza; la discusión divide común en cierta actitud crítica–, se han
y la fe une (...) el liberalismo es revolu- destacado el libre examen, el sacerdocio
cionario y extranjero, la libertad católica y universal y el ascetismo secular, así como
española” (Unamuno, 1976: 54). un marcado pesimismo antropológico,
del que derivaría una comprensión parti-
5. Síntesis conclusiva cularmente severa de la justicia. Alguno
de estos rasgos ha sido a su vez germen
Se ha visto cómo la influencia de la doc- de una cierta tendencia secularizadora,
trina protestante sobre los planteamien- decisiva en el paso hacia la modernidad
tos políticos ha sido interpretada según y los cambios en el pensamiento político
criterios tan variados como para llegar asociados a ella –en especial en lo relativo
a vincular al protestantismo tanto con la a las relaciones Iglesia-Estado–. Por otro
implantación de regímenes democráti- lado, y junto a los rasgos ya enumerados,
cos como totalitarios o absolutistas. Una con frecuencia entendidos como un enal-
primera circunstancia a tener presente a tecimiento del individuo, se ha destacado
este respecto es el hecho de que el pro- el papel desarrollado por la centralidad de
testantismo supuso una reformulación de la idea de comunidad, algo que permiti-
las relaciones entre Iglesia y Estado, cu- ría sugerir que lo que tradicionalmente se
yas consecuencias se admite que no han ha entendido como una “devoción por el
podido quedar restringidas exclusivamen- Estado” se trataría, en todo caso, de una
te al ámbito religioso, sino que supusieron devoción por la comunidad.
un cambio radical en lo relativo al alcance En cualquier caso, por lo general no se ha
de la propia autoridad terrenal. Donde sur- intentado vincular determinadas formas
gen discrepancias es al precisar la forma de pensamiento político con el protestan-
en que tal cambio se produjo y en si ello tismo en sí, sino, todo lo más, con cier-
autoriza a hablar de una determinada ten- tos rasgos asociados a éste. Por ejemplo,

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más que la religión del protestante, sería Arendt, Hannah (2005). “Aproximaciones
su religiosidad la que habría mostrado al «problema alemán»”. En: Ensayos de
una singular capacidad para gestionar las comprensión 1930-1954. Madrid: Capa-
inevitables tensiones entre el interés co- rrós editores.
lectivo (esto es, estatal) y el individual (el Bauer, Bruno (2009). “La capacidad de
de la fe). Esta distensión o “engrasado” ser libre de los judíos y los cristianos de
de la máquina social sería la que habría hoy”. En: Bauer, Bruno y Karl Marx, La
redundado en esas naciones protestantes cuestión judía. Barcelona: Anthropos.
“aventajadas” de las que tanto y de tan Bigler, Robert M. (1972). The Politics of
variadas maneras se habla. Esta podría German Protestantism: The Rise of the
ser la –quizás única y seguro indemostra- Protestant Church Elite in Prussia, 1815-
ble– idea o tesis que se esconda tras la 1848. Berkeley/Los Angeles: University of
compleja relación entre protestantismo y California Press.
régimen sociopolítico. Bloch, Ernst (1921). Thomas Münzer als
En resumen, con relación a la Reforma Theologe der Revolution. München: Kurt
existe desde su mismo origen una dinámi- Wolff.
ca que, pese a los esfuerzos de carácter Brakelmann, Günther (1974). Reinhold
ecuménico, todavía permite una lectura en Seeberg als Theologe des deutschen Im-
clave de Reforma versus Contrarreforma o perialismus. Bielefeld: Luther-Verlag.
como un debate en torno a cuál sea el “ver- Bruce, Steve (2004). “Did Protestantism
dadero” cristianismo, lo que se ha traduci- Create Democracy?”. Democratization, 11
do en un sesgo en la interpretación de sus (4): 3-20.
consecuencias políticas. En la actualidad, Bultmann, Rudolf (1958). Jesus Christ
no parece oportuno hablar de religiones and Mythology. New York: Charles
asociadas a modelos políticos pero quizás Scribner’s Sons.
si lo sea el diálogo en torno a ciertos ras- Burleigh, Michael (2005). Earthly Powers:
gos o dinámicas culturales –en este caso, The Clash of Religion and Politics in Eu-
protestantes– que han podido favorecer la rope, from the French Revolution to the
configuración de determinados modelos Great War. New York: Harper Perennial.
políticos. En todo caso, se tratará de un Burleigh, Michael (2006). Sacred Causes:
debate estéril mientras no se abandone el The Clash of Religion and Politics, from
marco ideológico propio (algo que no im- the Great War to the War on Terror. New
plica en absoluto el abandono las propias York: Harper Perennial.
creencias) y se admita, recordando a Lu- Comte, Auguste (1854). Système de Po-
tero, que el mundo “es y permanecerá no litique Positive, ou traité de sociologie
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