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Seminario Ortodoxo de Formación para Iberoamérica

Instituto de Teología San Juan Damasceno

Universidad del Balamand

SOFI271: LOS SACRAMENTOS


EL OFICIO DEL MATRIMONIO
LECCIÓN 10 - SECCIÓN 2
10.2. La Coronación:

Prologo
El Misterio del Matrimonio en la Iglesia Ortodoxa, celebra con alegría la
unión de un hombre y una mujer por y en Cristo. Jesucristo en persona bendice
y une al novio y a la novia. Es más, Cristo se une también con la pareja. De
manera que, tres personas se unen en cada boda ortodoxa: el novio, la novia y
Jesucristo. La ceremonia del matrimonio en la Iglesia Ortodoxa es rica en
expresiones rituales que expresan la grandeza y la belleza de la unión de dos
personas en Cristo.
La ceremonia Ortodoxa del Matrimonio comprende dos rituales. El ritual
del Compromiso, que recuerda el compromiso de dos personas y el ritual propio
del Matrimonio.
La segunda parte del oficio culmina en la ceremonia de coronación: el
sacerdote impone coronas en las cabezas del novio y la novia, hechas en Grecia
con ramos y flores entretejidas, y en Rusia de oro y de plata. Esta señal externa
y visible del sacramento significa la gracia especial que les confiere el Espíritu
Santo a los novios, antes de salir ellos a crear una nueva familia o Iglesia
doméstica. Las coronas son coronas de alegría, pero son también coronas
del martirio ya que todo matrimonio supone sacrificios de parte de ambos
casados. Al final del oficio, los recién casados beben del mismo cáliz de vino,
reminiscencia de los milagros que se realizaron en las bodas de Cana en Galilea:
el cáliz común es representativo del hecho de que a partir de ahora compartirán
la vida en común.
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a. La Unión de las Manos


El sacerdote lee una oración especial y une las manos de los novios,
pidiendo a Dios que los una en una sola carne. Los novios mantienen sus manos
unidas a lo largo de la ceremonia para indicar la unión de la pareja en Cristo en
su vida matrimonial.
Aquí, como en toda la ceremonia es Dios el celebrante y es Dios que
une en matrimonio a los novios. El sacerdote es tan sólo el receptáculo de
Dios, el instrumento.

Unir las manos:


1. (Tobías 7:13): “Luego Ragüel mandó a llamar a su hija Sara. Cuando ella llegó, la
tomó de la mano y se la entregó a Tobías, diciéndole: Te entrego a mi hija,
cumpliendo así lo que está ordenado en la ley de Moisés. Recíbela y vuelve sano y
salvo a casa de tus padres. ¡Que el Dios del cielo les dé su paz!”.
2. Señala la unión inseparable de los novios.
3. Dios es quien los entrega el uno al otro.

b. La Coronación de los Esposos:


Hasta el siglo IX, la Iglesia no tenía un rito propio del matrimonio,
separado de la Liturgia eucarística. Después del matrimonio civil, la pareja
cristiana participaba de la Eucaristía y esta comunión era el sello del
matrimonio. Pero desde el siglo IV, el sacramento fue solemnizado por el rito
de la "coronación", celebrado durante la liturgia eucarística.
Hablando en términos generales, la identidad de los novios con la Iglesia
se enfatiza y se vivencia en la Divina Liturgia. La asistencia a ella, y la
frecuente recepción de la Santa comunión es la dimensión y señal más
importante de la membresía del cristiano Ortodoxo a la Iglesia. Es de este hecho

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que entendemos el ímpetu básico de la comprensión ortodoxa del matrimonio.


Aunque en la actualidad, la ceremonia ortodoxa del matrimonio es un oficio
bellísimo y bastante complejo que generalmente no se celebra junto con la
Divina Liturgia, es muy significativo tomar en cuenta que, originalmente, los
Cristianos Ortodoxos iniciaban su matrimonio asistiendo a la Divina Liturgia
juntos, recibiendo la Santa Comunión, y luego siendo bendecidos por el Obispo
con una simple oración en la cual pedía a Dios que uniera la pareja.
Se dijo a veces que el uso de coronas era una supervivencia de rituales
paganos, una simple expresión de alegría humana. De hecho, el contexto y el
simbolismo de las caronas del matrimonio son puramente bíblicos. La
corona, signo tradicional de victoria en las competencias de atletas, es en el
Nuevo Testamento el signo de la victoria de la vida sobre la muerte. San Pablo
escribe: “Corred para conquistar el premio... Todo atleta se somete a una
estricta disciplina para obtener una corona perecedera; pero nosotros lo
hacemos para obtener una corona imperecedera” (1Cr 9: 24-25). En este
mismo sentido, San Juan Crisóstomo ve en las coronas del matrimonio "un
símbolo de victoria" sobre las pasiones. La corona, en el Nuevo Testamento, es
igualmente la recompensa divina y eterna a la rectitud: “He combatido hasta el
fin el buen combate, he terminado mi carrera, he guardado la fe. Y he aquí que
ahora se prepara para mí la corona de justicia”. (2Tm 4: 7-8) Y cuando
aparezca el Jefe de los pastores, recibiréis la corona de gloria que no se marchita
(1Pd 5: 4).
Es evidente que la corona de victoria y de inmortalidad pertenece, ante
todo, al Señor Jesucristo mismo, crucificado y resucitado. Por esta razón, la
Iglesia utiliza los versículos del Salmo 21 en el Gradual del Oficio: “Pusiste en
sus cabezas coronas de piedras preciosas. La vida te pidieron y Tú se la diste”.
Este Salmo es una glorificación del rey y de la reina del reino davídico de Judá
y el texto siempre fue leído por los cristianos como una referencia a la gloria de
Jesús, rey mesiánico, y a la Iglesia, su Esposa. En el Salmo 8, aparece este
versículo que el presbítero cita en la bendición a los esposos: Lo hiciste (al
hombre) apenas inferior a un dios: lo coronas de gloria y resplandor. Todo el
Salmo es un himno a la dignidad del hombre, rey de la creación.
Los mejores testigos de la victoria del Cristo sobre la muerte son los
mártires (palabra griega que significa "testigo"); sobre ellos, la muerte no
tiene poder y ya recibieron sus coronas. Leemos en el Apocalipsis (2:10):
“Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de vida”. En el arte cristiano
antiguo, los mártires son representados con coronas que el cristo pone
sobre ellos en signo de victoria sobre la muerte. Por eso los mártires son

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mencionados durante el rito de la coronación: no para hacer alusión a sus


sufrimientos como si éstos fueran elementos constitutivos del matrimonio,
ya que a los novios sólo se les desea alegría y prosperidad. Sino porque es
condición del matrimonio cristiano la aceptación del Evangelio del Cristo,
la aceptación de llevar Su cruz para participar de Su victoria y entrar en
Su Reino de vida eterna. Así, el amor humano del hombre y la mujer se
proyecta en el mundo venidero, es coronado, como los mártires y los santos,
por el Cristo mismo, y se convierte en un lazo eterno dentro del misterio del
Cristo y de la Iglesia.

Las Coronas:
1. Los griegos usaban la coronación como símbolo del matrimonio. el dios del
matrimonio “Himeneo” se representaba con corona sobre la cabeza y en su derecha.
2. Los romanos también coronaban a los casados como gesto religioso.
3. Antiguo Testamento: Símbolo de triunfo (Sab 4:2) (Jdt 3:7) y al respecto del
matrimonio también (Cat 3:11) (Is 61:10)
4. Nuevo Testamento: se habla de la corona de triunfo (Fil 4:1), corona de orgullo”
(1Tes 2:19) “corona de justicia” (2Tim 4:8), “corona de vida” (Ap 2:10) y coronas
doradas para los ancianos revestidos de ropa blanca (Ap 4: 4,10)
5. La Iglesia abrazó las coronas dándoles un sentido y un simbolismo congruentes
con su Credo teológico, cristo-céntrico y escatológico.
6. La corona es ya el símbolo del triunfo espiritual y del sacrificio de Cristo por
nuestra salvación; y para los fieles que luchan en esta vida contra de las pasiones
y ejercen obras cristianas heroicas vuelve símbolo de las hazañas de Dios en ellos
y señal de que hayan sido reconocidos de parte de Dios.
7. “Símbolo de triunfo y victoria” porque los novios “no se dejaron vencer por la
pasión” (San Juan Crisóstomo). “Corona de Castidad” (San Simeón de Tesalónica).

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c. LAS LECTURAS BÍBLICAS


c.1. LA LECTURA DE LA EPISTOLA
La carta de San Pablo a los Efesios (5: 22-33) puntualiza el respeto y el
amor mutuo. El respeto de la esposa a su esposo, el amor sacrificial cristiano del
esposo a su esposa, la unión de los novios en una sola carne, y la interpretación
de San Pablo al versículo 2: 24 del Génesis, como prefiguración de la unión
mística de Cristo con la Iglesia.
En el contexto total, San Pablo manda que el esposo ame a su esposa
como Cristo amó a la Iglesia y dio Su vida por nosotros. Esposo y esposa son
iguales ante Dios y ambos deben someterse a la voluntad de Dios.
En la unión matrimonial no puede plantearse una cuestión de explotación,
subyugación o sometimiento de cualquiera de los esposos, sino sólo amor
recíproco, respeto y servicio desprovisto de egoísmo, de uno por el otro.

c.2. EL EVANGELIO:
El Evangelio según San Juan (2: 1-11) relata la participación de Jesús en
la boda de Caná de Galilea, donde realizó su primer milagro, convirtiendo el
agua en vino, por medio del cual Sus discípulos creyeron en Él. Las oraciones
del ritual del matrimonio hacen repetidas referencias a la presencia de Cristo en
la boda de Caná, para recordar la presencia invisible de Cristo en el ritual.

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d. La Copa Común

El vino dulce es bendecido y ofrecido a los novios como un signo de la


alegría que compartirán juntos en su vida en matrimonio. Ofreciendo a los
novios el vino dulce, expresa su esperanza que sus alegrías serán redobladas y
sus tristezas paliadas porque compartirán todo en su vida.
Así como el vino convertido en Sangre de Cristo, en la Misa, nos une en
el Cuerpo de Cristo, así también el vino bendecido en la Boda une a los
contrayentes en una sola carne. Es por ello que en ese momento se canta:
“Tomaré del cáliz de salvación e invocaré el nombre del Señor. Aleluya”.
La Copa común y el Himno de la Comunión recuerdan a la pareja y a
todos los presentes que Cristo es la base, centro y culminación de sus vidas.

La historia de la copa común:


1. Manuscrito barberino: cáliz eucarístico “Presantificados”
2. Siglos IX-X: dos copas: copa eucarística y copa común.
3. A partir del Siglo XII: solo copa Común.

e. La Danza Ceremonial
El sacerdote, sosteniendo el Evangelio en su mano derecha, conduce a los
novios alrededor de la mesa ceremonial tres veces. Evidentemente, así como
para los anillos, el círculo es el símbolo de la eternidad, y proclama que el
matrimonio es un compromiso permanente. Los novios hacen sus primeros
pasos de su vida en matrimonio y son conducidos por el Evangelio de
Jesucristo, por el camino que deben recorrer como una familia cristiana.

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La danza ceremonial se llama la danza de Isaías, haciendo alusión al


Profeta Isaías que anunció la llegada del Mesías, que conducirá a los recién
casados y a toda la gente a la salvación. Esta danza es acompañada por tres
himnos. El primero llama a Isaías para que baile de alegría porque ha nacido el
Emmanuel (Dios está entre nosotros) que él había anunciado. El segundo les
pide a los santos mártires, merecidamente coronados, que intercedan por la
salvación de nuestras almas. Y el tercero eleva un himno de glorificación a la
Santísima Trinidad. La danza ceremonial es una forma adecuada y respetuosa
para expresar la alegría de los novios, de sus padres, de todos los presentes y de
toda la Iglesia, porque un nuevo matrimonio cristiano se ha formado en este día.

El sentido de esta procesión se expresa igualmente mediante el canto de


los tres "troparios":
Alégrate, Isaías!
La Virgen concibió y dio a luz al Hijo Emmanuel,
Dios y Hombre.
Oriente es su Nombre.
AI glorificarlo, exaltamos a La Virgen.

Oh Santos Mártires,
que habéis combatido con valor
y habéis recibido la corona,
rogad al Señor que salve nuestras almas.

Gloria a Ti, oh Cristo Dios,


fuerza de los Apóstoles y gozo de los Mártires
que proclamaron la Trinidad indivisible en un solo Dios.

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Los troparios resumen la enseñanza bíblica sobre el matrimonio. La unión


de los esposos cristianos es un testimonio de la venida del Reino de Dios,
inaugurado por el nacimiento humano del Hijo de Dios, nacido de la Virgen. La
triple procesión circular de los novios puede ser considerada como una forma,
en sentido literal, de danza litúrgica.

La danza santa:
1. La nostalgia del paraíso y la búsqueda de la eternidad.
2. Alegría natural, renovación espiritual y emoción de júbilo.

f. La Bendición Final y la Oración de Despedida


Volviendo a sus lugares, después de la danza ceremonial, el sacerdote
saluda al novio diciéndole: “Seas exaltado, Novio, como Abraham, bendecido
como Isaac y prolífico como Jacob, viviendo en paz y cumpliendo con justicia
los mandamientos de Dios”. Luego dirigiéndose a la novia le dice: “Y tú novia,
que seas engrandecida como Sara, regocijada como Rebeca y multiplicada
como Raquel, regocijándote en tu propio esposo, guardando los límites de la
ley, porque así le plugo a Dios”. Luego, orando una vez más que Dios “colme
sus vidas con bendiciones”, el sacerdote quita las coronas de las cabezas de los
novios, mientras le pide a Dios que reciba sus coronas en Su Reino, es decir,
que los novios vivan con honor como siervos casados de Dios.
La oración de despedida invoca a varios santos que con fe y amor
sirvieron y dieron testimonio de la Sanísima Trinidad en su vida. Ellos son
invocados aquí al concluir el ritual del matrimonio para recordar a los novios y
a los presentes que ellos como los santos son portadores del testimonio de
Cristo en sus vidas en común como matrimonio cristiano. En efecto, como
pareja cristiana es su servicio y misión dar testimonio juntos de la presencia de
Cristo en la vida matrimonial, consagrada hoy por Dios mismo.

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