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A LA VÍCTIMA PASCUAL

Secuencia de Pascua

Antes del concilio de Trento existían numerosas secuencias litúrgicas medievales, un


canto que precedía a la proclamación del evangelio. Hoy día quedan sólo unas
pocas en la liturgia que tienen una gran calidad musical: recordemos, por ejemplo, el
famoso Veni Creator del día de Pentecostés, el Stabat Mater del Viernes de Dolores,
o el Dies irae de la misa de difuntos.

La secuencia de Pascua es un ejemplo hermoso de secuencia de transición,


compuesto en el siglo XI por Wipo de Borgoña (c.a. 1050), que hoy en día se canta
en la Misa de Pascua. Su texto "Victimae paschalli laudes, inmolent cristiani, ...." se
puede traducir por: "A la victima pascual, ofrecemos hoy el sacrificio de alabanza; el
Cordero ha redimido el rebaño: el Inocente ha reconciliado a los pecadores con el
Padre ..." En definitiva es un texto precioso que anima al cristiano a descubrir el
momento de la Resurrección, de la mano de la narración de María " ... dinos tú,
María, ¿qué has visto en el camino?. He visto la tumba de Cristo vacía,la Gloria del
Señor y vivo a Cristo, los ángeles, las vendas y el sudario. Porque Cristo, mi
Esperanza, ha resucitado, y nos precede en Galilea ...."

-¿Dinos tú María, qué has visto en el camino?.

Y María responde:

-He visto: la tumba de Cristo vacía, la Gloria del Señor y vivo a Cristo, los
ángeles, las vendas y el sudario... PORQUE CRISTO, MI ESPERANZA, ¡HA
RESUCITADO! Y NOS PRECEDE EN GALILEA...

En este día de pascua en que, como dice la vieja secuencia, los cristianos presentan
«ofrendas de alabanza», nos dirigimos a esta mujer que fue primer testigo del centro
de nuestra fe: la muerte y la resurrección de Cristo. Y, podemos preguntarle también
con esa vieja e ingenua secuencia de pascua: «¿Qué has visto de camino, María, en
la mañana?». Ojalá nuestra fe nos pueda decir, en esta mañana de la pascua
siempre florida -porque el grano de trigo ha comenzado a dar vida- lo que sintió
aquella mujer pecadora, de cuyo corazón Jesús había expulsado muchos demonios
y que, fue fiel a su Señor en la cruz y en la resurrección.

«Dinos, María», en esta mañana de pascua, que nadie hablaba tan de verdad al
corazón como aquel a quien tú escuchabas sentada a sus pies. Dinos que tenemos
que trabajar, que entregarnos a la lucha de la vida, a las personas a las que
queremos... Pero que nunca nos olvidemos de lo que es últimamente lo único
necesario: estar a la escucha del Señor resucitado en lo íntimo de nuestro ser.

«Dinos, María», que Jesús resucitado puede expulsar de nosotros todos esos
demonios que están como agarrados a nuestro corazón; que él puede cambiar
nuestro corazón de piedra por uno de carne y hacer que nos nazca una carne nueva
sobre nuestra carne vieja y podrida.

«Dinos, María», lo que sentiste cuando Jesús te miraba a los ojos y al corazón en
aquella fría comida del fariseo. Dinos que podemos encontrar en Jesús a alguien
que nos mira siempre con limpieza; que espera de nosotros lo mejor; que sabe
descubrir en los escondrijos de nuestro ser y de nuestra vida ese pozo de bondad
que todos llevamos dentro. Dinos que es más importante amar mucho que errar
mucho, que al que mucho se le perdona, mucho ama. Dínoslo hoy, María, al
corazón...

"Dinos, María", que cuando se vive en el amor se está más allá de esas lógicas
fariseas que siempre calculan todo; que la fuerza del amor es inseparable del
riesgo y la generosidad, hasta de cierta locura... Es lo que tú hiciste derramando
sobre los pies de Jesús esa libra de nardo puro.

"Dinos, María", que valió la pena estar junto a la cruz del Señor, intentándole dar
aunque sólo sea tu compañía y tu amor, y que el seguidor del maestro tiene que
estar junto a las cruces del hombre de nuestro tiempo.

Y «dinos, sobre todo, María», en esta mañana de pascua, que podemos sentir que
Cristo resucitado nos llama por nuestro propio nombre y nos dice siempre al corazón
una palabra de aliento y esperanza. Dinos que hay siempre una Galilea, una patria
de bondad, en la que Cristo nos aguarda. Pero también una Galilea que sufre de
conocer a Cristo, y a la cual somos enviados en misión, como testigos de la
Resurrección. Dinos que Cristo debe ser nuestro amor y nuestra esperanza. Dinos
que ese Cristo resucitó de veras que sigue hoy vivo ante mi propia vida. «Dinos,
María», que ha resucitado Cristo nuestra esperanza y nos llama por nuestro
nombre, con el mismo cariño con el que pronunció el tuyo; que el amor es más
fuerte que el pecado y la vida más fuerte que la muerte.

«Dinos, María», en esta mañana de pascua, lo que decía la vieja secuencia


medieval: "¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza! Venid a Galilea, allí el Señor
aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la pascua.

Fuente: Cfr. JAVIER GAFO, Dios a la vista (Se cambiaron algunas frases del texto
original o se agregaron otras).

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Nota a los salmistas: El objetivo de estos documentos es ayudar al salmista a profundizar en


el canto. Os rogamos no usarlo para dar una larga catequesis sobre el canto a la
asamblea. Estos escritos podrían no obstante darnos alguna idea clave para transmitirla a la
asamblea, según el contexto de la celebración litúrgica, con la intención que ésta sea un
verdadero encuentro con Cristo resucitado.

Esta y otras catequesis en: http://www.cruzgloriosa.org/cantos/comentarios

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