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ALICIA GENOVESE

LEER POESÍA
Lo leve, lo grave, lo opaco

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA


MÉXICO - ARGENTINA - BRASIL - COLOMBIA - CHILE - ESPAÑA
ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA - GUATEMALA - PERÚ - VENEZUELA
Primera edición, 2011

Alicia Genovese
Leer poesía : lo leve, lo grave, lo opaco . - 1a ed. - Buenos Aires : Fondo
de Cultura Económica, 2011.
Índice
168 p. ; 21x14 cm. - (Lengua y Estudios Literarios)

ISBN 978-950-557-875-7

1. Poesía Argentina. I. Título.

CDD A861

Preliminares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Primera parte. POESÍA Y MODERNIDAD

I. Poesía y modernidad. La poesía como discurso “inactual” . . 15


II. Poesía y percepción. La utilidad de lo inútil . . . . . . . . . . 23
III. Surfear en el oleaje del verso libre . . . . . . . . . . . . . . . . . 37

Segunda parte. LEER POESÍA


Armado de tapa: Juan Pablo Fernández
Foto de solapa: Estela Fares IV. Lo leve, lo grave, lo opaco.
Amelia Biagioni, Susana Thénon, otras voces . . . . . . . . . 47
D.R. © 2011, FONDO DE CULTURA ECONÓMICA DE ARGENTINA, S.A. V. Poesía, posición del yo y la visualidad del shõji.
El Salvador 5665; 1414 Buenos Aires, Argentina Juan L. Ortiz, Juan Gelman, Olga Orozco . . . . . . . . . . . 77
fondo@fce.com.ar / www.fce.com.ar
Carr. Picacho Ajusco 227; 14738 México D.F.
VI. Poesía y subjetividad.
Enrique Molina, Leónidas Lamborghini . . . . . . . . . . . . . 97
ISBN: 978-950-557-875-7 VII. El imaginario del poema.
Marosa di Giorgio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115
Comentarios y sugerencias: editorial@fce.com.ar
VIII. Lo accidental en el poema.
Fotocopiar libros está penado por la ley. Hugo Padeletti. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
IX. Marcas de graffiti en los suburbios.
Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier
medio de impresión o digital, en forma idéntica, extractada Poesía argentina de la posdictadura. . . . . . . . . . . . . . . . 143
o modificada, en español o en cualquier otro idioma,
sin autorización expresa de la editorial. Nota . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165
IMPRESO EN ARGENTINA - PRINTED IN ARGENTINA
Hecho el depósito que previene la ley 11.723

ÍNDICE ▶ 7
Preliminares

ESTE LIBRO está compuesto por un conjunto de ensayos sobre poe-


sía contemporánea que toman como referencia para su análisis,
principalmente, autores argentinos o rioplatenses. No fue pensa-
do con una argumentación central que pueda unificarlos, pero
vistos en su recorrido mantienen un modo de leer poesía, que es
también un modo de acercamiento al género. Buscan ubicar
puertas de acceso al lenguaje poético, más allá de los textos y au-
tores elegidos. Buscan pensar la poesía sobre el reconocimiento
de la impronta particular que cada poeta logra en sus poemas,
pero asimismo, tratando de avistar anclajes, conceptos que pue-
dan servir como puntos de apoyo para seguir leyendo otras pro-
ducciones. En ellos, los textos y autores tomados no remiten so-
lamente a sí mismos, sino que tratan de articularse en una
reflexión más amplia sobre la poesía.
En conjunto, estos ensayos aparecen atravesados por una
tensión entre lo arcaico y lo moderno, que quizás ya sea recu-
rrente cuando se habla de poesía, aunque a veces se enuncie
dentro de una falsa opción entre lo viejo y lo nuevo, entre tra-
dición y vanguardia, entre lo clásico y lo experimental. Esa ten-
sión se hace muy presente en la primera parte del libro, donde
se intenta situar a la poesía como discurso. Un discurso diferen-
ciado frente a otros que circulan socialmente y que, a partir de
una exigencia acendrada de transparencia y hasta de redundan-
cia, entran en conflicto con el discurso poético. Frente a esos
discursos, en uno de los ensayos surge la reivindicación de la fi-
gura borgiana de Funes, el memorioso, y de su poder de per-
cepción, de su desmesura excedida de esos casilleros sistemáti-
PRELIMINARES ▶ 9
cos en los que suele achatarse la mirada, de manera rutinaria. conceptos de diversas fuentes, no sólo y estrictamente de la teo-
Una reivindicación que se sostiene más allá de la crítica a su in- ría literaria, intentando una dinámica de marco teórico abierto,
capacidad de abstraer que se enlaza también con la crítica a su que pueda ser usada para leer y pensar la poesía. En esa lectu-
incapacidad de olvido. En una sociedad como la nuestra, en la ra se incorpora, también, la poesía como hacer, como proceso
que la necesidad de memoria confronta posturas políticas, su subjetivo de elecciones, como producción de una escritura, ade-
revalorización desde la referencia a la percepción poética que re- más de pensarla como producto acabado de ese hacer. He tra-
clama lo abierto para construirse puede incidir con otro signo tado de ser explícita; entiendo que hay demasiados lectores o
en esa tan fácil desautorización. potenciales lectores intimidados por el género, y el proyecto, en
Los trabajos incluidos en la segunda parte, sobre todo, in- todo caso, sería dialogar con ese potencial lector.
tentan precisar y toman posición sobre ciertos aspectos que ha-
bitualmente se tienen en cuenta para la lectura de poesía (el yo
poético, la subjetividad, el imaginario, el tono, lo opaco en el
lenguaje poético). Y a esos aspectos podrían agregarse otros: lo
leve y lo grave, como líneas de fuerza dentro del texto poético,
o lo accidental que remite al momento de enunciación del poe-
ma. Subyace en esta puntualización, el intento de reactualizar
ciertos conceptos y también de proponer herramientas simples
que faciliten el acercamiento a los poemas.
Hay en estos ensayos momentos reactivos, que parecen esgri-
mir una defensa del género, como si seguir escribiendo hubiese
significado enfrentar ciertas afirmaciones arbitrarias respecto de
la poesía. Otros, son más calmos, mantienen su cercanía con el
tono de la transmisión en los tramos expositivos de una clase o
el de la réplica frente a una pregunta interesada que obliga a una
nueva articulación. Además de intentar cierta objetividad, como
en esas situaciones, también ha quedado puesta en juego aquí,
una relación comprometida con lo leído, el affectus que genera un
texto cuando ha logrado conectarnos como lectores en su círcu-
lo de deslumbramiento, que es su círculo mágico.
Sin pretensión de exhaustividad en la ejemplificación con
poemas y autores, he tomado pasajes o textos que, por su den-
sidad, por su carga de materia poética y lenguaje, me permitie-
sen cargar la pluma y estirar la tinta como en el trazo de una
pintura china hecha de un solo aliento. Pocos ejemplos, pero
que pudiesen dar perspectiva de la singularidad de una obra y
ser suficientes para el desarrollo de algunas ideas. He tomado
10 ◀ LEER POESÍA PRELIMINARES ▶ 11
PRIMERA PARTE
POESÍA Y MODERNIDAD

Y yo también, dije o grité, todos los mexicanos


somos más real visceralistas que estridentistas,
pero qué importa, el estridentismo y el realismo
visceral son sólo dos máscaras para llegar a don-
de de verdad queremos llegar. ¿Y dónde quere-
mos llegar?, dijo ella. A la modernidad, Cesárea,
a la pinche modernidad.
ROBERTO BOLAÑO, Los detectives salvajes.

Los posmodernos tienen razón acerca de la dis-


persión –toda reunión contemporánea es poli-
temporal–, pero se equivocan al conservar el
marco y creer todavía en la exigencia de nove-
dad continua que reivindicaba el modernismo.
BRUNO LATOUR, Nunca fuimos modernos.
I. Poesía y modernidad.
La poesía como discurso “inactual”

DESCOLOCADA FRENTE a las exigencias de la comunicación inme-


diata donde el lenguaje es instrumento para algo que sucede
fuera, la lengua poética, la poesía misma, adquiere apariencia de
distracción, de ineficacia. Despreocupada de las preguntas bá-
sicas, pero obvias como preguntas, a las que responden los men-
sajes transmisores de información, la poesía enmudece, apenas
responde. Frente a la eficiencia y a la locuacidad de otros len-
guajes, la poesía es un zapping hacia otro canal, un corte de ruta
frente a una economía comunicacional que exige ciertas reglas
de exposición, una dispositio fuera de cuya retórica acosa el fan-
tasma del exilio. Pienso en el qué, el cómo, el dónde, el cuándo
y el por qué que exige la noticia periodística para cumplir con
el mandato de objetividad; pienso en el formulismo de la juris-
prudencia como código saturado de redundancia.
Dice Jean-François Lyotard que la cultura posmoderna tien-
de a “una ideología de la transparencia comunicacional” y agre-
ga, en relación con la circulación de los saberes: “La sociedad no
existe y no progresa más que si los mensajes que circulan son
ricos en informaciones y fáciles de decodificar” (p. 18).* Es so-
bre todo ese facilismo de la decodificación lo que asegura el
mantenimiento de la fluidez de los circuitos dentro de la mo-
dernidad líquida, tal como la define Zygmunt Bauman. Pero la
escritura poética se elabora fuera de esa ilusión de transparen-

* A lo largo del libro los números de página entre paréntesis remiten a las
obras que se encuentran citadas al final de cada capítulo. [N. del E.]

POESÍA Y MODERNIDAD ▶ 15
cia y fuera también de esa transmisión exacerbada o sobrecar- Se ha visto en este uso de los tiempos verbales una influencia
gada de datos que pueden generar la ilusión de la captación, la de las lenguas indígenas de Perú, que es el que produce un
ilusión del conocimiento. desacomodamiento, un afuera del uso habitual del español, en
Escribir poesía es negar el lenguaje como maquinaria que el cual no es aceptado el pasado de “vestí” al lado del adverbio
se coloca en piloto automático e impide acercarse a la comple- “mañana”, indicador de futuro. Dentro del sentido que crea el
ja singularidad que plantea la experiencia con lo real. El lugar poema de Vallejo, el tiempo real queda abolido; se convierte
común, la metáfora congelada por el uso, el formato estricta- en un tiempo donde el suceso recordado –el tiempo en que su
mente codificado producen un borramiento de lo singular que lavandera Otilia lavaba su traje– se repetirá como ausencia en
tiende a tranquilizar la percepción en una secuencia repetitiva. el futuro. Su añoranza de hoy también ocurrirá mañana, y el
La poesía desecha, o trabaja como inversión irónica, aquello que tiempo “real”, cronológico, se vacía de cambios. Vallejo mezcla
actúa normativizando la realidad dentro de casilleros donde el los señalamientos temporales y el sentido se abre paso a través
mundo es apenas algo más que lo de siempre. Lo poético exige de la incongruencia sintáctica respecto de la normativa en len-
como registro el descondicionamiento del lenguaje de los usos gua española, a través del desorden. El ayer puntual del “vestí”
instrumentales habituales en la comunicación. José Ángel Va- queda suspendido con el “mañana” en un tiempo eterno, el de
lente menciona el “descondicionamiento radical de la palabra” quien añora.
como “la vía única que en la escritura lleva a lo poético” y don- Enfrentar, como constantemente hace el poema, los condi-
de se dejan de lado “los condicionamientos del lenguaje de la cionamientos que impone el lenguaje, desordenarlo de manera
comunicación” (p. 15). En ese sentido, Umberto Eco, al hacer imprevisible con un habla mezclada, como hace Vallejo, impli-
referencia a la redundancia dentro de los mensajes comunica- ca en parte negarlo. La poesía en su práctica, en su hacer des-
cionales, reconoce que en ellos la previsibilidad los vuelve tri- plazado, recupera el silencio, como si fuese un grado cero de lo
viales.1 Sólo la originalidad provocada por lo imprevisible cons- dicho, y, a la vez, ese silencio necesita el regreso a un grado cero
tituye dentro del mensaje poético un aumento de “información”. de la normatividad lingüística. Un vacío creado para encontrar
Su medida positiva, señala Eco, estaría ligada a un “desorden” a el propio ritmo, la propia sintaxis, la puntuación dentro de la
una cierta “entropía”, la de lo imprevisible (p. 150). cual respirar y el tono, esa cámara de resonancia de la subjeti-
Lo imprevisible, la entropía, se lee inmediatamente, por vidad. En ese silencio, en esa introspección radicalizada, en esa
ejemplo, en el poema VI de Trilce. Dice César Vallejo: mudez, la inactualidad del discurso poético frente a los otros
discursos. Frente a la valoración social de la elocuencia, la poe-
El traje que vestí mañana sía acepta la mudez.
no lo ha lavado mi lavandera: Sin necesidad de un desacomodamiento gramatical tan mar-
lo lavaba en sus venas otilinas, cado como en Vallejo, la poesía produce desplazamientos inclu-
en el chorro de su corazón. (p. 88) so en los textos aparentemente más sencillos, centrados en una
imagen pegada a lo sensorial, por ejemplo. Dice Matsuo Bashõ
en un haiku, ese tipo de composición tradicional japonesa que
1
Al tratar de precisar la redundancia, Umberto Eco dice que “el orden por su manera de acercamiento a las cosas, al mundo de esas co-
que regula la comprensibilidad de un mensaje fundamenta también su abso- sas, ha ejercido y sigue aún ejerciendo una influencia inusitada
luta previsibilidad, en otras palabras, su trivialidad” (p. 146). en la poesía moderna:
16 ◀ POESÍA Y MODERNIDAD POESÍA Y MODERNIDAD ▶ 17
¡Que van a morir! rra lo ilegible; se sitúa en todo lo que esos discursos dejan fuera
Nada descubre y que persiste como lo no dicho, como un silencio que es tacha-
El canto de las cigarras. (p. 43)2 dura de sentido más que ausencia. En esa tachadura, la llaga so-
bre la que insiste el poema. Frente a la cohesión asociativa que es
Bashõ contrasta el canto de las cigarras y su destino en tres versos. exigencia de los discursos transparentes, la poesía quiebra y yux-
La mirada sobre el mundo, un mundo animal aquí, devuelve en tapone, deja hablar al espacio en blanco. Frente al horror vacui de
espejo, aunque de un modo oblicuo, una realidad humana. En el la explicación y la justificación, la poesía utiliza la elisión, deja
valor otorgado a lo mínimo como punto de observación que am- que los sentidos se armen con el gesto silencioso de las palabras
pliado rebota en otras realidades y otras situaciones, así como en obviadas. El poema no se preocupa por explicar lo percibido, lo
la mudez que se despoja de detalles y produce una composición tensa. Al poema no le importa sumergirse en el contrasentido,
tan escueta, puede leerse uno de los sentidos de este poema. lo deja vivir dentro de su densidad, dentro de sus antítesis y pa-
Dice Yosa Buson en otro haiku: radojas. El poema tiende a relativizar o abolir el tiempo real, el
tiempo histórico; valoriza más el presente de su enunciación. En
Oigo la nieve ese presente se establece una nueva relación sujeto-objeto, suce-
rompiendo los bambúes. de el lenguaje, la posibilidad de decir, de ver y de construir en
La noche, negra. (p. 66)3 parte la realidad. En la brevedad del poema, el sentido literal se
abre, en su simbolización, hacia ese otro o esos otros sentidos que
En la breve estructura del haiku, Buson traza un intenso con- lo rondan en su espacio fantasmático. El enunciado del poema
traste entre la nieve y la noche, entre lo blanco y lo negro. Crea construye así su diferencia frente a los enunciados del mundo de
una correspondencia interna entre la fuerza natural con su vita- la instrumentalidad comunicativa unidireccional.
lismo ciego y una actitud subjetiva contenida frente a aquello El discurso poético a través de esa mirada, muchas veces so-
que esa fuerza destruye. Ambos poemas, por su concentración bre los mismos objetos, sobre los mismos temas, pero siempre
extrema, exigen al lector detenimiento; requieren un tipo de lec- tratando de alejarse de preconceptos, posee un enorme poder
tura que expanda cada palabra y le dé la textura de objeto, le dé de negación de lo convencional. Algo que ha sido tomado y pro-
la cualidad que en la composición tiene. Ambos poemas vuel- fundizado por las vanguardias. Pero el discurso poético no se
can al lector hacia la breve sombra de sus palabras, lo empujan conforma con ser sólo negatividad y ruptura. En su afirmación
hacia su silencio. verbal y discursiva, la poesía posibilita un posicionamiento del
La poesía insistentemente se sitúa en el descontrol que gene- yo, de la subjetividad, restablece relaciones perdidas entre sub-
ran los discursos transparentes, más allá de esa prolijidad que bo- jetividad y objetividad, reacomoda el mundo con una percep-
ción reactualizada. La palabra poética, por más radical que sea
el descondicionamiento del lenguaje que su autor persiga, no
2
Tres maestros del haiku: Bashõ, Buson, Issa, introducción, notas y traduc- deja de ser comunicante; una comunicación que es resonancia
ción de Osvaldo Svanascini, Buenos Aires, Torres Agüero, 1976. En otra ver-
de la lengua instrumentalizada (objetiva) y también, o sobre
sión, la de Antonio Cabezas, el mismo poema se traduce así: Sin un presagio/
de su muerte inminente/ chirrío de chicharras. todo, eco de un ensimismamiento, de un diálogo interno, de un
3
Jaikus inmortales, selección, traducción y prólogo de Antonio Cabezas, exilio. El arrastre subjetivo del poema, que nada tiene que ver
Madrid, Hiperión, 1994. con el uso de una primera persona gramatical o una tercera, ni
18 ◀ POESÍA Y MODERNIDAD POESÍA Y MODERNIDAD ▶ 19
está reñido con su búsqueda de objetividad, es aquello que el no fuera en sí misma indicio y presencia identificatoria de una
lector diferencia y que marca sus preferencias por uno u otro subjetividad. Como si la relación sujeto-objeto pudiese ser sim-
autor, por uno u otro texto; ese arrastre subjetivo es la resonan- plificada. El cinismo, la ironía, la parodia, la impersonalidad han
cia que en la lectura, cuando se produce un encuentro o una actuado como factores presionantes y renovadores de la lírica.
empatía, quien lee recibe como deslumbramiento. Así, el neobarroco y la marginalidad “sucia” de los años noventa
Al establecerse una relación entre poesía y modernidad, reaccionaron contra un lenguaje poético tradicional, contra un
aparecen por lo menos dos aspectos problemáticos. El primero sujeto poético estable y artificioso, contra una idea quizás agota-
se centra en esa descolocación, en esa inactualidad del lengua- da de lo lírico. Colocar nuevamente en el centro de la lírica el de-
je poético, frente a una exigencia social de legibilidad y transpa- seo, como hace Broda, es también colocar su enigma y a través
rencia que tiende a hegemonizar y estandarizar la comunicación de él la carencia, la pérdida, la necesidad, aquello que persiste
humana. La otra problemática se relaciona no sólo con el len- apagado en un mundo de gestos pragmáticos.
guaje poético, sino con una imprecisa y aletargada concepción Algo de todo esto, sumado a muchos otros datos de políti-
de la lírica, identificada con una sentimentalidad confesional ca- ca cultural y dinámica de los mercados, hace que la poesía, por
rente de sutileza y de conceptualidad. más que reciba formales elogios y respeto, no pueda más que
Un libro de Martine Broda de fines de los años noventa ob- esporádicamente acceder a los medios masivos o construir una
serva el “violento rechazo del lirismo que ha caracterizado en presencia menos discontinua dentro de un proyecto editorial de
parte a la modernidad” (p. 15). Dentro de la modernidad ubica mercado. Por más que lo logre, hay algo radicalmente inactual
la doxa crítica que banalizó la lírica en una larga tradición re- en su discurso que la lleva a tener que hacerse y proyectarse en
duccionista y que la circunscribe peyorativa o admirativamente un margen, a contrapelo de los otros discursos o de lo que ellos
a la expresión de los sentimientos del poeta. Según Broda, en tienen de saturación reiterativa, de redundancia, de trivialidad
medio de un pensamiento crítico que decretaba la muerte del que achata la percepción. El de la poesía es un margen que re-
sujeto y su correlato, la muerte del autor, la vanguardia literaria siste como discurso la economía de lo mismo. En ese margen
lanzaba “un verdadero terror contra el lirismo como género sub- crítico ha estado y está su posibilidad de resistencia; en ese mar-
jetivo”. Broda vuelve entonces a centrar la discusión sobre la lí- gen inactual, su posibilidad de fiesta y de goce.
rica ubicando lo que considera su cuestión fundamental: el de-
seo. El deseo, dice, “a través del cual accede el sujeto a su
carencia de ser fundamental” (p. 27). Obras citadas
Aquella doxa crítica instaló, no sólo en Francia, la sospecha
sobre la emoción. Sospecha que ha incurrido en la sobrevalora- BAUMAN, Zygmunt (2003), Modernidad líquida, México, Fondo
ción de una poesía agotada de negatividad y de parodia, y habría de Cultura Económica.
que agregar también, situando una realidad más estrictamente BRODA, Martine (2006), El amor al nombre. Ensayo sobre el lirismo
local, la sobrevaloración del dictum epocal de un objetivismo y la lírica amorosa, Buenos Aires, Losada.
que, bajo una legítima defensa de la sobriedad en la emoción, a ECO, Umberto (1992), Obra abierta, Buenos Aires, Planeta-Agos-
veces ata un chaleco de fuerza sobre cualquier manifestación tini, col. Obras Maestras del Pensamiento Contemporáneo.
subjetiva. Como si la propia selección del campo observado, la CABEZAS, Antonio (selección, traducción y prólogo) (1994),
propia elección de objetos (dentro de una realidad tan diversa) Jaikus inmortales, Madrid, Hiperión.
20 ◀ POESÍA Y MODERNIDAD POESÍA Y MODERNIDAD ▶ 21

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