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La Luna como una Deidad

La Luna tiene un importante lugar en numerosas mitologías y leyendas populares. La Luna representa el poder femenino,
es la Diosa Madre y Reina del Cielo en algunas mitologías. En otras es un dios masculino. Desde los orígenes de la
humanidad han existido inquietudes por el culto y el estudio de la Luna. Existen indicios que confirman la existencia de
pueblos de Polinesia, Melanesia, tribus del Amazonas o africanas que han tenido a nuestro satélite por un ser vivo que
compartía con ellos sus alegrías y tristezas.

En la mitología griega, Selene era una antigua diosa lunar hija de los titanes Hiperión y Tea. Su equivalente en la
mitología romana era la diosa Luna. Pero también lo usan como nombre que significa “diosa de la luna". Su nombre
griego, está conectado con selas, "luz". Selene terminó siendo suplantada en buena medida por Artemisa, de forma que
los escritores posteriores la describían como una hija de Zeus o de Palas.

Selene

Selene la diosa de la Luna, era la hermana de Helios el dios del Sol. Cuando Helios abandonaba el firmamento ella, salía
de las aguas del Océano que rodeaba la tierra y recorría el cielo en su carro de plata.

Selene tuvo una bonita historia de amor con el mortal Endimión. Endimión
era un pastor de Caria. Nieto de Zeus, había ocupado el trono de Elida,
pero al ser destronado se refugió en el monte Larmos y se dedicó al
campo y a los astros. El joven Endimión pasaba las noches fascinado con
la luna, se enamoró de ella, la única que le acompañaba en sus solitarias
noches. Cada noche Endimión contemplaba a Selene en lo alto del
firmamento y quedaba dormido, sumiso en un dulce letargo soñando con
su amada la luna.

Selene desconocía el profundo amor que inspiraba en el pastor. Una


noche bajo a la tierra y encontró al joven dormido en el monte, atraída por
una fuerza extraña se acercó a él y se tumbó a su lado sin despertarle,
enamorándose de él. Desde entonces cada noche le visitaba cuando éste
dormía, y se colocaba con mucho cuidado a su lado sin despertarle. De
este modo durante muchos años se amaron así, sin conocer que el otro
también le amaba, ella despierta y el dormido, el observándola y ella en el
cielo.

Hasta que una noche, el joven Endimión se despertó y encontró a la diosa, a su amada a su lado. Al mirarse a los ojos
quedaron fascinados. Y se confesaron ambos su amor con gran felicidad, por tenerse cerca, por estar mirándose y por
ser correspondidos.

Endimión le pidió a Selene que le concediera la juventud eterna, para poder acompañarla y amarla siempre. Ella le pidió
a Zeus el deseo.

Zeus concedió lo siguiente, Endimión mantendría la juventud mientras durmiese, solo envejecería durante la vigilia. Los
amantes comprendieron que para poder estar juntos eternamente Endimión debía dormir. Así Endimión le pidió a Selene,
que le acompañase mientras estuviese dormido, sumido en un sueño profundo, de este modo podrían amarse como
habían hecho durante años y él despertaría feliz.

Jonsu

Jonsu, dios lunar en la mitología egipcia, asociado con la medicina era protector de los enfermos y el que ahuyentaba a
los malos espíritus. También representaba la fertilidad de la Tierra, el poder germinador y los nacimientos. Fue
relacionado con el curso del tiempo. Se le representó como hombre con cabeza de halcón, coronado con el disco lunar y
una Luna creciente.
Jonsu es un dios lunar que viaja nocturnamente por los cielos en su barca.
Su templo principal se encuentra en Karnak, dentro del recinto del templo de Amón.
Coyolxauhqui

Coyolxauhqui es una diosa mexica lunar. En la mitología nahua, Coyolxauhqui era hija de la diosa madre Coatlicue y
regente de los Centzon Huitznáhuac, sus hermanos y dioses de las estrellas. Se representa como una mujer
desmembrada, ya que su hermano Huitzilopochtli la descuartizó y arrojó su cabeza al cielo, pues ella y sus otros
hermanos planeaban matar a su madre Coatlicue tras quedar ésta embarazada de Huitzilopochtli de un modo que
consideraban deshonroso, por medio de una bola de plumas que guardó en su seno.

Máni

En la mitología nórdica Máni ("Luna" en nórdico antiguo) era la personificación de la Luna. Mundilfari es el Padre Sól y
Máni, La Luna, las dos deidades nórdicas que deben recorrer los cielos todos los días para que los hombres puedan
contar los años, dice su leyenda.
En la mitología nórdica, Hati era un lobo que perseguía a Máni (la luna) por el cielo todas las noches. Cada vez que
lograba acercarse a su presa se producían eclipses lunares. Su hermano el lobo Sköll, perseguía al Sol. Se dice, que en
el tiempo del fin del mundo, el lobo Hati alcanzará la luna y la desgarrará con sus zarpas.
Hati también es conocido como: Mánagarm en Escandinavia, llamado el “perro de la Luna”.

Tsukiyomi

Tsukuyomi-no-kami es el Dios de la Luna en la religión shintoísta y la mitología japonesa. El nombre Tsukuyomi es una
combinación de las palabras japonesas "luna" (tsuki) y "lectura" (yomu). Otra interpretación es que el nombre combina las
palabras "noche de luna" ("Tsukiyo") y el verbo "mirar" ("miru").
Tsukuyomi era el segundo de los "tres hijos nobles", nacidos cuando Izanagi, el dios que creó la primera tierra, Onogoro-
shima, se bañó para limpiar sus pecados al escapar del inframundo y de la ira de su esposa Izanami. Tsukuyomi nació
cuando Izanagi se limpió su ojo derecho, aunque en otra versión de la leyenda, éste nació de un espejo de cobre blanco
que Izanagi sostuvo en su mano izquierda.
Tsukuyomi ascendió a los cielos (Takamagahara) mediante la escalera celestial, donde vivió con su hermana,
Amaterasu, la diosa solar, hasta que Tsukuyomi mató a Uke Mochi, la diosa de la comida, en una fiesta (esta terrible
acción, que afectará negativamente al dios, resulta algo muy positivo para los seres vivos: del cuerpo de Uke Moochi
surgieron los alimentos terrenales fundamentales, ya que de los ojos surgió el arroz, de sus orejas aparece mijo, de sus
genitales trigo, de la nariz surgen judías pintas y del recto la soja). Desde entonces, Amaterasu se enfadó tanto que
aseguró que nunca volvería a ver a Tsukuyomi, y se movia de un lado al otro del cielo evitando al dios. Por esta razón la
luna y el sol nunca se encuentran.

Aglibol

Aglibol fue una deidad lunar en la antigua ciudad Siria de Palmira. Su nombre significa "Becerro de Bel" ("Becerro del
Señor"). Es representado con un halo lunar que adorna su cabeza y en ocasiones sus hombros, y uno de sus atributos es
la luna en forma de hoz (creciente).
Aglibol está relacionado con el dios solar Yarhibol y el dios supremo Bel, en una famosa trinidad. También se asocia con
las versiones sirias de Astarté "Venus" y con Arsu "Estrella de la noche".
El culto a Aglibol continuó hasta la época helenística y se extendió más tarde a Roma, llevado por los soldados de
Palmira que sirvieron en el ejército romano.
En Palmira forma la tríada local (ver figura) con el dios supremo Baalshamin y el dios solar Malakbel, representados con
armadura romana del Imperio, donde celebran la eternidad celeste y los beneficios del calor vinculados a la humedad.

Otros Dioses Lunares

Ala, también conocido como Ale, Alla y Ane/Ani es una deidad de la mitología Igbo, que en el pueblo Igbo es considerada
una diosa de la fertilidad y quien gobierna el inframundo. En la creencia igbo, sería la esposa o hija de Chukwu. Ella es a
menudo representada con un pequeño niño en sus brazos y su símbolo es la luna creciente. Se cree que las almas de
los muertos viven en su seno sagrado.

Abaangui es el dios de la Luna de la mitología guaraní. De acuerdo con la leyenda, Abaangui tenía una nariz enorme.
Se cortó la nariz y la lanzó al cielo, y ésta se convirtió en la Luna. En otra versión de la leyenda, Abaangui era el abuelo
de los guarayús y tenía dos hijos, cada uno de ellos tiró una flecha hasta el cielo, donde quedó fija, luego cada uno tiró
otra flecha que entró en la primera y así siguieron hasta formar dos cadenas que iban del cielo hasta la tierra. Por esta
cadena treparon los dos hijos de Abaangui hasta llegar el cielo y allí se quedaron, transformándose en el sol y la luna.
Leyendas urbanas sobre el poder de la Luna

La licantropía es la mitológica habilidad o poder que tiene un ser humano para transformarse en lobo. El hombre lobo es
una criatura legendaria presente en muchas culturas independientes a lo largo del mundo. A lo largo del tiempo se asocia
la transformación de un humano en licántropo con la aparición de la luna llena.
El mito es esencialmente masculino y, entre las causas de que un ser humano se convirtiera en hombre lobo, una de las
más frecuentes es dormir desnudo a la luz de la luna llena o ser mordido por otro hombre lobo.

Otra leyenda explica que la relación de los aullidos de los lobos con la Luna es porque en una ocasión la Luna se
acercó a la Tierra y se trabó con los árboles de un bosque y un lobo la ayudó a zafarse y jugueteó con ella. Se hicieron
amigos, pero cuando la Luna regresó a su sitio se llevó la sombra del animal. Desde entonces cuando los lobos ven la
Luna llena aúllan para que les devuelva su sombra.

Un mito muy antiguo señalaba que la Luna era de queso. Mito que se derrumbó cuando el hombre fue al satélite y trajo
las rocas lunares.

La Luna de miel es un concepto que hace referencia a la noche de bodas, y habitualmente también al período posterior
a la misma boda, con referencia al viaje o periodo de vacación que los recién casados suelen realizar después de la
ceremonia.
El término Luna de Miel deriva de las costumbres nórdicas, donde el matrimonio debe beber hidromiel en la boda y en la
primera lunación después de ésta para ser bendecido por los dioses. La hidromiel es el único alimento de Odín, padre de
todos los dioses nórdicos.

La Luna

La Luna es el único satélite natural de la Tierra. Se encuentra en relación de correspondencia con la Tierra, siempre
mostrando la misma cara hacia el planeta. El hemisferio visible está marcado con oscuros mares lunares de origen
volcánico entre las brillantes montañas antiguas. A pesar de ser en apariencia el objeto más brillante en el cielo después
del Sol, su superficie es en realidad muy oscura, con una reflexión similar a la del carbón. Su prominencia en el cielo y su
ciclo regular de fases han hecho de la Luna un objeto con importante influencia cultural desde la antigüedad tanto en el
lenguaje, como en el calendario, el arte o la mitología. La influencia gravitatoria de la Luna produce las mareas y el
aumento de la duración del día. La distancia orbital de la Luna, cerca de treinta veces el diámetro de la Tierra, hace que
se vea en el cielo con el mismo tamaño que el Sol y permite que la Luna cubra exactamente al Sol en los eclipses
solares totales.
La Luna es el único cuerpo celeste en el que el ser humano ha realizado un descenso tripulado. Aunque el programa
Luna de la Unión Soviética fue el primero en alcanzar la Luna con una nave espacial no tripulada, el programa Apolo de
Estados Unidos consiguió las únicas misiones tripuladas hasta la fecha, comenzando con la primera órbita lunar tripulada
por el Apolo 8 en 1968, y seis alunizajes tripulados entre 1969 y 1972, siendo el primero el Apolo 11 en 1969. Estas
misiones regresaron con más de 380 kg de roca lunar, que han permitido alcanzar una detallada comprensión geológica
de los orígenes de la Luna (se cree que se formó hace 4500 millones de años después de un gran impacto), la formación
de su estructura interna y su posterior historia.
Desde la misión del Apolo 17 en 1972, ha sido visitada únicamente por sondas espaciales no tripuladas, en particular por
el astromóvil soviético Lunojod 2. Desde 2004, Japón, China, India, Estados Unidos, y la Agencia Espacial Europea han
enviado orbitadores. Se han planeado futuras misiones tripuladas a la Luna, pero no se han puesto en marcha aún. La
Luna se mantiene, bajo el tratado del espacio exterior, libre para la exploración de cualquier nación con fines pacíficos.

La Luna es excepcionalmente grande en comparación con su planeta la Tierra: un cuarto del diámetro del planeta y 1/81
de su masa. Es el satélite más grande del Sistema Solar en relación al tamaño de su planeta. La superficie de la Luna es
menos de una décima parte de la de la Tierra, lo que representa cerca de un cuarto del área continental de la Tierra. Sin
embargo, la Tierra y la Luna siguen siendo consideradas un sistema planeta-satélite, en lugar de un sistema doble
planetario, ya que su baricentro, está ubicado cerca de 1700 km (aproximadamente un cuarto del radio de la Tierra) bajo
la superficie de la Tierra.

Los Eclipses de Luna

Los hindúes a principios de nuestra era trataron de explicar los eclipses de luna mediante el mito de Rahu (que se cuenta
en el Bhágavat Purana, entre otros). Los semidioses y los demonios batieron el océano de leche (uno de los siete
exóticos océanos lejanos, dentro de este mismo planeta) para extraer el néctar de la inmortalidad. Cuando éste se
produjo, una forma femenina del dios Vishnú los hizo formar fila. Primero le entregaría un trago a cada semidiós y luego
repartiría el resto entre los demonios.
Rahu entonces adoptó forma de semidiós para participar en la primera dosificación de néctar. Cuando le tocó su turno y
levantó la copa para tomar una gota de néctar, Soma (dios de la Luna) se dio cuenta de la impostura y avisó a Vishnú,
quien le cortó la cabeza al demonio con su disco chakra. Como Rahu ya tenía la gota de néctar en la boca, su cabeza se
volvió inmortal, quedó colgada de la bóveda celeste y cada tanto se come a la Luna en venganza.
Cuando sucede un eclipse, los hindúes se ocultan temerosos en sus casas, ya que lo consideran un acontecimiento
"inauspicioso" (a-shubha).

En realidad un eclipse lunar (del latín eclipsis) es un evento astronómico que sucede cuando la Tierra se interpone entre
el Sol y la Luna, generando un cono de sombra que oscurece a la luna. Para que suceda un eclipse, los tres cuerpos
celestes, la Tierra, el Sol y la Luna, deben estar exactamente alineados o muy cerca de estarlo, de tal modo que la Tierra
bloquee los rayos solares que llegan al satélite; por eso, los eclipses lunares solo pueden ocurrir en la fase de luna llena.
Los eclipses lunares se clasifican en parciales (solo una parte de la Luna es ocultada), totales (toda la superficie lunar
entra en el cono de sombra terrestre) y penumbrales (la Luna entra en el cono de penumbra de la Tierra). La duración y
el tipo de eclipse depende de la localización de la Luna respecto de sus nodos orbitales.

Fases lunares

Las fases lunares (o fases de la Luna) se refieren al cambio aparente de la parte visible iluminada del satélite debido a su
cambio de posición respecto a la Tierra y el Sol. El ciclo completo, denominado lunación, dura 29 días 12 horas 44
minutos y 3 segundos para completarse, durante el cual la luna pasa la nueva fase, cuando su porción iluminada visible
vuelve a aumentar gradualmente hasta que, dos semanas después ocurra la luna llena, y por alrededor de las dos
semanas siguientes, vuelva de nuevo a disminuir y el satélite entra nuevamente en la nueva fase.

El cambio de las fases de la luna, cuyo ciclo tarda entre 29 y 30 días es uno de los eventos regulares más evidentes que
permitan el marcado del tiempo. Posiblemente, desde el Paleolítico, las comunidades humanas utilizaron el tiempo de la
luna llena, debido a su brillo, para hacer salidas nocturnas. Los grupos de pescadores utilizaron las mareas como
momento determinante para una buena pesca. Así, el ciclo lunar tiene un significado importante en lo que respecta al
marcado de intervalos de tiempo, y las fases marcan períodos de vacaciones y rituales.
Los calendarios lunares fueron ampliamente utilizados en el mundo antiguo, tanto por los babilonios como los egipcios. El
mes de alrededor de 30 días es una aproximación del ciclo lunar. No obstante, en algunos países islámicos, todavía
utilizan oficialmente el calendario islámico, cuyo año tiene doce meses. Sin embargo, cada mes tiene exactamente un
ciclo lunar, que comienza cuando la luna creciente es avistada poco después de la luna nueva. En consecuencia, el año
islámico es once días más corto que el año trópico, utilizado en el calendario gregoriano.
La mayor parte de las leyendas mitológicas de civilizaciones incluyen referencias al satélite natural terrestre. En la
mitología griega hay tres diosas asociados a la Luna: Artemisa, asociada con la luna creciente, Selene, vinculada a la
luna llena y menguante y Hécate para las fases menguante y nueva. Para los romanos, la luna era asociada con Diana,
protectora de la caza y de la noche. En la mitología tupí-guaraní la Luna era representada por la diosa Jaci. Incluso en
las culturas donde el satélite no tiene personalidad divina, la luna ejerce influencia sobre sus creencias, en función de su
ciclo de continua renovación. Incluso en las culturas donde la Luna no está representada por las deidades
personificadas, sus fases son asociadas a ciclos de abundancia, miseria, vida, muerte y renacimiento.
De acuerdo a la cultura popular, las fases del satélite tienen influencia, por ejemplo, en el momento de la siembra y la
cosecha, el crecimiento del cabello, en la gestación y en el parto. La última creencia es motivada por el hecho de que la
duración del ciclo lunar es similar al ciclo menstrual femenino. Sin embargo, no hay evidencia científica que apoye estas
creencias. La Luna también tiene participación en varias leyendas folklóricas entre los cuales una de las más famosas es
el hombre lobo.

El significado de la luna y los tatuajes


Si bien existen varias personas con tatuajes sobre la luna, no son la gran mayoría y quizá esto se deba a que muchas
veces no se sabe cuál es su significado concreto. Por es que hoy en CuerpoyArte vamos a indagar un poco en el
significado de la luna y lo que suele simbolizar, además de algunas imágenes de tatuajes.

La luna es un símbolo celestial y uno de los doce símbolos de soberanía en la autoridad imperial. En el símbolo del Yin y
el Yang, por ejemplo, representa la parte pasiva, mientras que el sol representa la parte activa.
En la astrología occidental, se dice que la luna representa la naturaleza emocional del individuo, que caracteriza al niño
interior que todos llevamos dentro e incluso el pasado, nuestro pasado y como este nos transforma con el tiempo en lo
que somos actualmente.

En los jeroglíficos del antiguo Egipto es donde encontramos los primeros escritos en los que se describe el efecto de la
luna sobre los seres humanos y los egipcios antes de adorar al sol como máxima figura, adoraban a la luna.

Isis era la diosa que simbolizaba la luna y sobre su cabeza hay una enorme luna entre dos cuernos de vaca, también
simbolizaba la naturaleza y la maternidad.

Por último, los egipcios también relacionaban la luna con los gatos, los gatos veían en la oscuridad y la luna, era una luz
que atravesaba la oscuridad de la noche.

La luna, era la deidad suprema de los asirios, ellos observaban los cambios que producía la luna sobre las mareas, los
cultivos, los embarazos y demás, y le atribuían poderes divinos.

Además, existía en la antigua Grecia, Babilonia, India y China, el culto a la luna, y la luna tuvo un papel fundamental en
la creación de calendarios debido a sus predecibles cambios.

En la antigüedad, la mayoría de las culturas apreciaron la luna como símbolo femenino, de naturaleza y protector de las
madres embarazadas. Así fue por ejemplo entre otros para los griegos, los mayas y los celtas entre otros. Mientras que
también los astrólogos de todo el mundo suelen referirse a esta como quien naturalmente regula los sentimientos, la
madre naturaleza o incluso como símbolo del hogar o de comodidad.

Lo cierto que la majestuosidad de la luna, simbolizó muchísimas cosas en diferentes culturas, pero siempre bajo una
línea de ideas similares que apuntan generalmente a la protección, la naturaleza, la magia, la feminidad y los buenos
augurios maternales.

La Luna fases
En los tiempos modernos son mucho más conocidas las fases de Luna nueva, cuarto creciente, Luna llena y cuarto
menguante, pero no son las únicas, porque en total son ocho. En la antigüedad eran mencionadas todas ellas, pero de
un tiempo a esta parte nos hemos ido quedando con las cuatro fases puntuales, es decir, las que podemos apreciar sólo
durante una noche.

Ante la pregunta de ¿cuántas fases tiene la Luna?, la respuesta parece clara. Con sólo mirar un calendario de pared
podemos verlas: nueva, cuarto creciente, llena y cuarto menguante. Cuatro parece ser la respuesta correcta.

Si bien es cierto que esas cuatro son las más conocidas, no son las únicas: hay otras cuatro más. Son, por tanto, un total
de ocho son las fases que nos ofrece nuestro satélite.

Comenzando por la Luna nueva, estas son las fases que vemos a lo largo de una lunación:

- Luna nueva o novilunio (día 0): ocurre cuando la Luna está en conjunción, esto es, se alinean en este orden Sol-Luna-
Tierra. De este modo, la cara visible de la Luna queda sumida en la oscuridad y no la apreciamos desde nuestro planeta.
Cuando la alineación es total, tenemos un eclipse
de Sol.

- Luna creciente (días 1 a 6): esta fase abarca


desde la neomenia, esto es, la primera luna visible,
hasta la fase de cuatro creciente. En esta fase la
Luna es visible durante el día, se oculta antes de la
medianoche astronómica y se muestra cóncava.

- Cuarto creciente (día 7): en este punto la Luna


nos muestra la mitad de su cara visible iluminada.
Ese día nuestro satélite aparece por el horizonte en
el mediodía astronómico, es decir, cuando el Sol
pasa por el punto geográfico Sur y se oculta en el
momento de medianoche astronómica.

- Gibosa creciente (días 8 a 13): pasado el cuarto creciente y hasta la Luna llena, nuestro satélite se nos mostrará
convexo y mostrará una joroba o giba, de ahí el nombre de esta fase. La podremos ver desde la tarde hasta la
madrugada.

- Luna llena o plenilunio (día 14): tenemos este caso cuando la Luna se encuentra en el punto de oposición, esto es,
alineada en este orden Sol-Tierra-Luna mostrando la cara visible totalmente iluminada. Si la alineación es total
tendremos eclipse, en este caso de Luna. La podremos ver durante toda la noche.

- Gibosa menguante (días 15 a 20): desde la Luna llena hasta el cuarto menguante nuestro satélite nos volverá a
mostrar la giba teniendo un perfil convexo. Podemos apreciarla desde la madrugada hasta por la mañana.

- Cuarto menguante (día 21): como en el anterior cuarto, la Luna nos muestra iluminada la mitad de su cara visible, que
por supuesto, es la otra mitad de la que veíamos en cuarto creciente. En esta fase aparece en el momento de
medianoche astronómica y se oculta al mediodía astronómico.

- Luna menguante (días 22 a 27): la Luna se nos vuelve a mostrar cóncava. Esta fase la podremos apreciar a última
hora de la madrugada y durante parte del día. Al finalizar esta fase volveremos a la Luna nueva y comenzará otro nuevo
ciclo de lunación.

Aunque sean más conocidas tan solo cuatro fases de la Luna, parece lógico pensar que en cada punto de la lunación
tengamos nombres para definir su fase, y así es. De hecho, en las primeras culturas ya había referencias a las ocho
fases, incluso a más momentos de fase. Ha sido con el avance del tiempo cuando nos hemos ido quedando únicamente
con las fases puntuales, esto es, las que sólo se aprecian durante una noche porque sólo suceden en un punto de la
órbita y no en un tramo.

Y como curiosidad, si miráis al cielo y no sabéis si está en creciente o en menguante, se puede aplicar el dicho que dice
que "la Luna es mentirosa": si muestra una 'C' no es creciente sino decreciente; si muestra una 'D' no es decreciente sino
creciente. Pero... ¡cuidado! Esto solo es válido en el hemisferio norte. En el sur, la Luna dice la verdad.

Claro de luna
En astronomía, un claro es la luz solar que un astro refleja sobre otro, y que disipa las tinieblas de la noche en este
último. El claro de luna es la iluminación nocturna de la Tierra por la luz solar reflejada en la Luna.

Como la superficie lunar absorbe el 93% de la luz que recibe del sol,
el claro de luna es bastante débil. No obstante, dada la proximidad
de la Luna, esa luz permite orientarse, e incluso, fotografiar el
paisaje (como la imagen de la derecha). Para los astrónomos tiene
un efecto nefasto, ya que las partículas que se hallan en suspensión
en el aire, al ser iluminadas por la Luna, provocan un resplandor del
cielo que vela las placas fotográficas durante las exposiciones
prolongadas.

Observación

La Tierra es para la Luna lo que ésta para nosotros, en lo


concerniente a la iluminación de ambos discos, pero las fases son inversas para dos hipotéticos observadores situados
en ambos astros. Así, cuando nosotros vemos la luna llena, con todo el disco lunar iluminado, y con la máxima intensidad
del claro de luna, el hemisferio de nuestro planeta dirigido hacia la Luna no recibe ninguna luz del Sol (para el presunto
observador lunar es la fase de la "Tierra Nueva") y el disco terrestre apenas si representa un débil resplandor.
Inversamente, durante el novilunio, cuando el hemisferio lunar visible de la Tierra no recibe luz solar, el hemisferio
terrestre vuelto hacia la Luna se halla iluminado por el Sol y refleja hacia nuestro satélite bastante luz como para que en
la superficie lunar la iluminación sea comparable a la luz crepuscular de un anochecer terrestre.

Iluminación

La intensidad de la luz lunar varía enormemente en función del ciclo lunar, pero incluso una luna llena típicamente provee
una iluminación de apenas unos 0.1 lux. Cuando la luna es vista desde una gran altura en latitudes tropicales, la
emitancia luminosa puede alcanzar los 0.26 lux.1 Así, la luz de una luna llena es cerca de un millón de veces más débil
que el Sol.

El color de un claro de luna, particularmente cerca de una luna llena, aparece azulina al ojo humano comparada con la
mayoría de las fuentes lumínicas artificiales. Esto se debe al efecto Purkinje, que hace que, a bajos niveles de
iluminación, la sensibilidad de luminancia máxima del ojo humano tienda a desplazarse hacia el extremo azul del
espectro de colores. En consecuencia, la luz no está en realidad teñida de azul, y aunque la luna se denomina a menudo
como "plateada", no tiene una cualidad inherentemente plateada. El albedo de la Luna es de 0.136,2 lo que significa que
solo un 13,6% de la luz solar incidente en la Luna se refleje.

Otros casos

El fenómeno lunar es similar al apreciable respecto de otros cuerpos celestes. El claro de Tierra, por ejemplo, es visible
desde nuestro planeta en forma de luz cenicienta. Menos conocido es el claro de Venus, planeta que alcanza su brillo
máximo en el momento en que su diámetro aparente es de 40" y que la anchura de sus cuernos es de 10" solamente. En
esas condiciones, y en una noche sin Luna, la luz de Venus provoca cierto resplandor en nuestro cielo y basta para que
los objetos den sombras perceptibles; incluso se pueden obtener fotografías a contraluz con exposiciones de unos
cuantos minutos.

https://www.vix.com/es/btg/bodyart/3772/el-significado-de-la-luna-y-los-tatuajes

http://www.diosuniversal.com/Leyendas/La-Luna-como-una-Deidad

https://www.lasexta.com/tecnologia-tecnoxplora/ciencia/astronomia/luna-tiene-cuatro-fases-sino-
ocho_2015012657fcb7dd0cf2fd8cc6b1095f.html

https://es.wikipedia.org/wiki/Claro_de_luna_(astronom%C3%ADa)

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