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Tras obtener las líneas puras, Mendel comenzó haciendo cruces monohíbridos,
transfiriendo el polen de ciertas plantas hacia plantas con la característica
contraria. Siguiendo con el ejemplo, llevando polen de plantas con semilla amarilla
a polinizar plantas de semilla verde.
Los dos genes que rigen cada carácter no se mezclan ni se fusionan, sino que se
segregan a la hora de formarse los gametos, teniendo cada gameto uno y sólo
uno de los alelos diferentes.
Estas afirmaciones formuladas por Mendel son consecuencia del avance de sus
investigaciones. Mendel observó que, cruzando entre sí a los elementos F1, o
primera generación filial, los individuos de la F2, o segunda generación filial,
presentan pares de alelos distintos, por lo que su genotipo ya no es uniforme como
resultado de las distintas combinaciones posibles de los genes.
Resulta claro ahora que los híbridos forman semillas que tienen el uno o el otro de
los caracteres diferenciales, y de éstos la mitad vuelven a desarrollar la forma
híbrida mientas que la otra mitad produce plantas que permanecen constantes y
reciben el carácter dominante o el recesivo en igual número.
Tercera Ley de Mendel: Ley de la
independencia de caracteres
También descrita en ocasiones como segunda ley (si no se tiene en cuenta la
primera), Mendel concluyó que los diferentes rasgos son heredados de manera
independiente entre ellos; estos es, que el patrón de herencia de un rango no
afectará al patrón de herencia de otro. Esta afirmación sólo se cumple en aquellos
genes que no están ligados en diferentes cromosomas o que están en regiones muy
separadas del mismo cromosoma. Es decir, que siguen las proporciones 9:3:3:1.