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García Negroni, M.Marta y Silvia Ramírez Gelbes (2010).

“Acerca del voseo en los manuales escolares argentinos (1970-


2004)”, en Hummel, Martin, Bettina Kluge y María Eugenia Vázquez Laslop (eds.), Formas y fórmulas de tratamiento en
el mundo hispánico, México, El Colegio de México, ISBN 978-607-462-064-1, pp.1013-1032.

ACERCA DEL VOSEO EN LOS MANUALES ESCOLARES ARGENTINOS (1970-2004)1

María Marta García Negroni


CONICET – Universidad de Buenos Aires

Silvia Ramírez Gelbes


Universidad de Buenos Aires

Palabras clave: voseo, representación social del voseo, escenas de enunciación, escenografías,

español rioplatense.

Introducción

Como es sabido, el sistema pronominal de tratamiento de la segunda persona del singular en el

español rioplatense es básicamente binario: para la apelación al interlocutor, la selección se realiza

sobre el eje vos / usted. En efecto, en la totalidad de las situaciones comunicativas marcadas por la

confianza, la cercanía, la informalidad, la familiaridad, ningún hablante rioplatense utilizaría la

forma tú para dirigirse a un compatriota. Y ello no sólo en la lengua oral general; en la lengua

escrita, el empleo del voseo es cada vez más frecuente: cartas familiares, publicidades, historietas,

recetas de cocina, textos literarios, traducciones e incluso reportajes periodísticos a personalidades

de la política y de la cultura suelen aparecer marcados por esta forma de tratamiento.

Sin embargo, y a pesar de lo dicho, la representación que muchos hablantes de la variedad

rioplatense tienen todavía hoy de la forma vos —frente a tú— dista de ser totalmente positiva: de

hecho, cuando se les pregunta o se les pide que reflexionen acerca de ella, parecen concebirla como

una forma propia del registro coloquial y como perteneciente a una variedad subestándar del

español inapropiada, entre otros, para los géneros escolares escritos (López García 2006). Esta

representación es tan fuerte que no suele aparecer cuestionada ni siquiera desde los ámbitos de

1
El presente trabajo forma parte de la investigación que María Marta García Negroni desarrolla en el
CONICET y de los proyectos UBACyT F 127 (Programación Científica 2004-2007) y PICT 32995 de la
ANPCyT (Programación 2007-2010) que dirige la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos
Aires y de los que participa como investigadora formada Silvia Ramírez Gelbes.
García Negroni, M.Marta y Silvia Ramírez Gelbes (2010). “Acerca del voseo en los manuales escolares argentinos (1970-
2004)”, en Hummel, Martin, Bettina Kluge y María Eugenia Vázquez Laslop (eds.), Formas y fórmulas de tratamiento en
el mundo hispánico, México, El Colegio de México, ISBN 978-607-462-064-1, pp.1013-1032.

estudio del lenguaje. En algunas publicaciones especializadas, en efecto, se registran y consideran

como formas prototípicas y normales del intercambio docente-alumno las consignas tuteantes de los

manuales escolares. Es lo que ocurre, por ejemplo, en el siguiente caso en el que se analizan la clase

semántica a la que pertenecen los verbos de la consigna y el modo en el que estos aparecen, sin

detenerse en el tratamiento tuteante empleado en los imperativos:

Un ejemplo de instrucción escrita es el que se genera en relación con los discursos de


objetivo didáctico. […]
La formulación habitual de las consignas instruccionales adoptan el imperativo o el
infinitivo, lo que indica una clara situación de directividad que no necesita atenuar la orden
por medio de modalizaciones. El verbo de acción de la consigna puede señalar la
operación mental que debe realizar el receptor o una operación práctica que revele que la
operación mental tuvo lugar:
-Busca la diferencia que hay entre estos dos grupos de palabras:
[…]
-Subraya las palabras agudas que tengan acento ortográfico:
[…]
Manual del alumno 4, Buenos Aires, Ed. Kapelusz, 1982.
(Silvestri 1995: 30-31; el subrayado es nuestro)

En otros textos académicos, la representación social del voseo como forma subestándar

aparece incluso explicitada. Así, por ejemplo, Gazali, en su trabajo sobre los manuales de nivel

medio, sostiene:

Para promover un acercamiento afectivo con el alumno se observa una voluntad de


atenuación que se realiza a través de tres recursos. El primero es el uso de pronombres
[…]; el segundo es la sobrevaloración del receptor […]. Por último, un registro coloquial
manifestado en expresiones como […], uso de voseo (en vez de tuteo) [que] contribuye a la
atenuación de esa asimetría. (Gazali 2005: 340; la cursiva es nuestra)

Como puede constatarse, queda aquí puesto en evidencia que —al menos para esta autora— la

forma prestigiosa de tratamiento del lector en el género manual escolar es el tuteo, mientras que el

voseo resulta apenas una variante coloquial.


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2004)”, en Hummel, Martin, Bettina Kluge y María Eugenia Vázquez Laslop (eds.), Formas y fórmulas de tratamiento en
el mundo hispánico, México, El Colegio de México, ISBN 978-607-462-064-1, pp.1013-1032.

En este trabajo, intentaremos demostrar que una de las posibles causas de esa representación

en la sociedad argentina, persistente todavía en el siglo XXI, encuentra su fundamento en los modos

de interpelación al lector en los manuales escolares argentinos, que o bien evitan sistemáticamente

el empleo del voseo o bien construyen escenas enunciativas en las que el uso de las formas

voseantes corresponde a modos de interpelación que no proceden de la voz legitimada del saber.

Para probarlo, analizaremos un corpus de 65 manuales escolares de distintas disciplinas (Lengua y

Literatura, Ciencias Sociales, Matemática, Contabilidad, Educación Cívica, Geografía, Historia,

Ciencias Naturales, Administración, Comunicación y Estenografía), editados entre 1970 y 2004 y

destinados a lectores argentinos de entre 9 y 17 años (cf. al final de este trabajo, el Corpus listado en

Bibliografía A).

1. Sistema de tratamiento de la segunda persona del singular en el español rioplatense

Lengua T / V (Brown / Gilman 1960), el español se caracteriza, en casi todas sus variedades, por la

presencia de dos formas de tratamiento para la segunda persona del singular, una correspondiente a

la familiaridad, tú, y otra correspondiente a la distancia o a la formalidad, usted. En el dialecto

rioplatense, se usa la forma vos donde, por ejemplo en español peninsular, se selecciona la forma tú

(Carricaburo 1994, 1997, Fontanella de Weinberg 1999), configurándose así para la segunda

persona del singular un paradigma que, si bien es básicamente binario para la casi totalidad de los

intercambios comunicativos (vos / usted), contiene una tercera forma, tú, que no ha desaparecido

por completo.

Considerado como tratamiento vulgar en toda América, el voseo sufrió, durante el siglo XIX,

los embates de los normativistas que propiciaban la normalización en favor del tuteo y la

eliminación del voseo. Esta normalización, respaldada por autores como Andrés Bello: “El vos de

que se hace tanto uso en Chile en el diálogo familiar, es una vulgaridad que debe evitarse, y el

construirlo con el singular de los verbos una corrupción insoportable.” (1981: § 234, p. 339, n. **),
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2004)”, en Hummel, Martin, Bettina Kluge y María Eugenia Vázquez Laslop (eds.), Formas y fórmulas de tratamiento en
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resultó en parte exitosa en países como Chile o Perú, pero no tuvo repercusión definitiva en el Río

de la Plata. Así, a pesar de que el Consejo Nacional de Educación exigió durante años a los

maestros de escuelas primarias y normales el tratamiento de tú para con sus alumnos (Weber de

Kurlat 1941), y aunque desde la Academia Argentina de Letras se emitieran juicios negativos y

censurantes, como el siguiente, escrito en 1956 por el Miembro de número Rodolfo Ragucci:

El empleo de vos en lugar de tú, en la conversación familiar que se estila entre nosotros, es
grave incorrección, máxime empleándolo con el singular del verbo o con las formas
plurales corruptas o mutiladas (sabés, tenés, dejás, marchés, etc., en lugar de sabéis,
tenéis, dejáis, marchéis). A este vicio se lo llama voseo. (Ragucci 1956: 162)

el vos nunca pudo ser erradicado y finalmente, en 1982, la Academia Argentina de Letras

recomendó el empleo del voseo en toda la extensión de uso de la lengua culta.

En su descripción de los distintos sistemas pronominales de tratamiento usados en el mundo

hispánico, Fontanella de Weinberg caracteriza el rioplatense actual como un sistema en el que el vos

ocupa las elecciones correspondientes a tú en otros dialectos del español. Según la autora, en la

actualidad y desde la segunda mitad del siglo XX:

se da un uso generalizado del voseo en relaciones de confianza, prácticamente en todos los


estilos orales y escritos […]. Este uso incluye los registros orales más cuidados tales como
los empleados en cine, radio y televisión; y en el uso en actos oficiales. Lo mismo ocurre
en la lengua escrita. (Fontanella de Weinberg 1999: 1409)

En el español actual de la República Argentina, el voseo corresponde entonces a la norma culta

y su empleo generalizado viene ganando terreno incluso en relación con el tratamiento de usted

(Estrada / Ramírez Gelbes 2001), lo que parece ser un reflejo de la tendencia a desterrar prejuicios y

diferenciaciones sociales en situaciones cada vez más numerosas. A modo de ejemplo, baste citar el

caso de la Marcha peronista, en la que ya en la década de 1940 los obreros alaban al Presidente de
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la República con formas voseantes: “Perón, Perón, ¡qué grande sos! Mi general, ¡cuánto valés!”

(Carricaburo 1997: 25-26).

Ahora bien, es cierto, sin duda, que el voseo es general en el Río de la Plata, pero ello no

implica necesariamente que el tuteo haya desaparecido por completo en esta variedad. En efecto, si

la forma pronominal vos desempeña las funciones de sujeto, vocativo y término de preposición y de

comparación, para las funciones de acusativo, dativo y posesivo, se toman las formas de tú: te, tu,

tuyo. De manera análoga, en lo que respecta al voseo verbal, el español rioplatense adopta las

formas monoptongadas agudas en presente del indicativo (cantás, comés, mentís) y las formas

agudas con pérdida de /d/ en imperativo (cantá, comé, mentí), pero alterna con las formas tuteantes

graves en el presente del subjuntivo y en el imperativo negado (cantes, comas, mientas / cantés,

comás, mintás) en ciertos contextos de interlocución muy específicos (cf. Carricaburo 1992, García

Negroni / Ramírez Gelbes 2004). Es más, y aunque por cierto con un escaso grado de frecuencia, el

paradigma tuteante —tanto verbal como pronominal— se mantiene en la oralidad en los diálogos

ficcionales de los juegos infantiles (p. ej. “Tú ve primero, Donatello. Yo te sigo. Juntos

derrotaremos al malvado Schreider”), en las letras de algunas canciones del denominado rock

nacional (“Muchacha pequeños pies, / no corras más. Quédate hasta el alba. / Sueña un sueño

despacito entre mis manos / Hasta que por la ventana suba el sol”, en Muchacha ojos de papel de

Almendra2) o de la cumbia villera ( “¿Qué me estás diciendo? / Me estás ofendiendo. / No me digas

negro, / Soy igual que tú. / Soy negro de abajo / Con el alma blanca. / Yo soy de la cumbia”, en

Alma Blanca de Meta Guacha3), en los intercambios con los extranjeros y en las plegarias religiosas

2
Almendra fue una banda de rock argentino formada en 1967 por Luis Alberto Spinetta (guitarra y voz),
Edelmiro Molinari (guitarra y coros), Emilio del Guercio (bajo y coros) y Rodolfo García (batería). Es
considerado uno de los grupos fundacionales del rock argentino.
3
Se trata, en este caso, de un grupo de cumbia villera. La cumbia villera es un género que tiene su origen en
las villas miseria (barrios muy carenciados de Buenos Aires) y que se caracteriza por sus ritmos pegadizos,
por su temática, muchas veces relacionada con las drogas, el sexo y las bebidas y por el uso de un lenguaje
propio de la juventud marginal.
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(“Dios te salve, María llena eres de gracia. El Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las

mujeres”) 4.

Esta subsistencia de las formas tuteantes en la lengua oral podría verse como un indicio de que

los hablantes conciben la forma tú como la correspondiente a la variedad prestigiosa, frente al

vernáculo vos, pero también como la marca de la existencia de una diferencia, de un umbral entre el

espacio simbólico del hablante y el espacio simbólico —claramente distinto por su pertenencia a

otro mundo (ficción, extranjería, divinidad)— de su destinatario. Rizzi lo plantea de la siguiente

manera:

En esa relación de familiaridad [...], el usuario usa la variante vos cuando quiere señalar
que comparte con su interlocutor la misma naturaleza humana, que pertenece a su misma
comunidad lingüística, que tiene con él una relación de confianza tal como la que se da
entre pares. Pero cuando ya no está tan seguro de esa paridad porque quiere marcar una
diferencia en el estatus relacionado con el estar vivo o muerto de su interlocutor, destacar
una situación ficticia —hago como que— o marcar una familiaridad “menos familiar” el
hablante parece preferir la forma tú. (Rizzi 2002: 994)

En cuanto a la lengua escrita y si bien es cierto, como adelantamos, que el voseo es cada vez

más frecuente en ella, debe señalarse que, por su naturaleza más conservadora, la lengua escrita

tendió a mantener de manera sistemática el tuteo durante más tiempo para el tratamiento de

confianza. Hasta hace relativamente poco tiempo, en efecto, las cartas familiares, los guiones de

programas de televisión y de cine, las tarjetas de felicitación impresas utilizaban todavía la forma tú.

Muchos manuales escolares (los que no elegían las formas correspondientes a usted(es) o las

desagentivadas en infinitivo o con se), también lo hacían.

4
En los ejemplos que preceden, hemos destacado en cursiva sólo las formas exclusivamente tuteantes (i.e., tú
ve, quédate, sueña, tú, eres, contigo, tú eres). No hemos señalado las formas corras y digas (no corras más,
no me digas negro), porque si bien es cierto que existen las formas exclusivamente voseantes corrás y
digás, el empleo de corras y digas puede ser tanto tuteante como voseante (cf. quiero que vos / tú corras,
necesito que vos / tú me digas).
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2. Los manuales escolares como género discursivo

Si admitimos con Bajtin (1982: 253 y ss.) que la aparición de los géneros está condicionada socio-

históricamente, debe considerarse que el género manual escolar surge, en la República Argentina, a

fines del siglo XIX, acompañando la promulgación de la Ley 1420 de Educación Común de 1884, la

que, en medio del torrente inmigratorio y con el fin de nacionalizar al inmigrante, define al nivel

primario como gratuito, obligatorio, laico y común (Cucuzza / Pineau 2005)5.Desde entonces, los

manuales escolares se han afirmado como material didáctico indispensable dentro de la escuela. En

efecto, si bien es cierto que también cumplen funciones que trascienden lo pedagógico curricular

(transmisión de valores y creencias, de mensajes morales e ideológicos, etc.), en la esfera

estrictamente escolar, resultan necesarios para ampliar, acompañar y recapitular los conocimientos

adquiridos o por adquirir en la clase, al mismo tiempo que facilitan la tarea de planificación del

docente (López García 2006: 44). En este sentido, puede afirmarse que la organización textual de

los manuales tiende a reflejar la estructura canónica de la clase en el aula. Es frecuente encontrar así

una secuencia pedagógica que incluye un elemento disparador, un planteo teórico, una ejercitación

bajo la forma de actividades específicas y de integración y, eventualmente, ejercicios de

recapitulación y evaluación. Por lo tanto, dos son las funciones que prevalecen en esta

discursividad: la referencial y la apelativa. Las secuencias expositivo-explicativas (Adam 1992) que

exponen “un saber construido en otro lado, legitimado ya socialmente” (Arnoux et al. 2001: 30) y

en las que la dimensión cognitiva es central, materializan la primera función, i.e. la referencial. Las

secuencias instruccionales del texto, por su parte, son las que plasman la función apelativa al indicar

las actividades que el lector debe llevar a cabo con vistas a aplicar los conocimientos adquiridos. La

interpelación al lector, esencial en los segmentos instruccionales, aparece representada en nuestro

corpus por medio de diversas formas de tratamiento del interlocutor. Lejos de tratarse

5
Habitualmente, se considera que el primer manual escolar es El Nene, de Andrés Ferreira, cuya primera
edición es de 1895. En efecto, si bien existieron otros materiales didácticos previos (cartillas, silabarios,
catecismos), El Nene es el primer libro de lectura editado por una editorial, la editorial Estrada.
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2004)”, en Hummel, Martin, Bettina Kluge y María Eugenia Vázquez Laslop (eds.), Formas y fórmulas de tratamiento en
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exclusivamente de una segunda persona del singular (en la que incluimos tanto las formas

pronominales y verbales correspondientes a tú como las correspondientes a vos y a usted), las

formas con las que se interpela al lector van de la segunda persona del plural (por cierto, sólo

ustedes con exclusión de vosotros6, igual que en el resto de América Latina) a la primera tanto del

plural como del singular pasando por las formas desagentivadas en infinitivo o con se. A

continuación, presentamos algunos ejemplos de cada una de estas formas (en todos los casos, el

subrayado es nuestro):

(1) Tú:
Lee con atención las palabras destacadas y descubre de qué otras palabras derivan:
Ej.: bancada banco
(Mérega et al. 1991b: 14)

(2) Vos:
Llegó el momento, entonces de hacer tu propia sistematización del material leído. Elegí un
tema o un aspecto que te haya entusiasmado o sobre el que tengas más dudas que certezas y
desarrollálo con opiniones que podrás ejemplificar o defender a través de citas extraídas del
material de “Textos”.
A lo mejor tenés ganas de transformar tu lectura en escritura de otra manera. ¿Hacés una
“Carta de lectores” con críticas y propuestas para mejorar o hacer más divertido este
capítulo, y después la enviás a la Editorial?
Otra invitación: ¿Qué te parece si elegís unas diez o doce frases, palabras —las más ricas en
significados y juegos verbales, las menos convencionales—y las incluís, como mejor te
parezca, en un texto (cuento, ensayo, poesía, etc.) hecho por vos.
(Montes de Faisal 1993: 11)

(3) Usted:
Lea esta carta y escriba otra semejante. (Loprete 1987: 97)

(4) Ustedes:
Lean detenidamente esta “solicitud” presentada ante la Municipalidad de Rosario con
motivo del Carnaval de 1882. Reunidos en grupos reorganicen la información que el texto
aporta, de acuerdo con la estructura de una solicitud, incorporando los elementos faltantes.
Confronten las producciones grupales y propongan un texto colectivo a partir de los
diferentes aportes.
Ahora, individualmente, transformen esta solicitud que aparece en tercera persona en otra
en primera persona. ¿Cómo se ha modificado la estructura? Agreguen todos los pronombres
posibles. (Rodríguez 1995a: 129)

(5a) Nosotros:

6
Las formas correspondientes a vosotros han sido incluso eliminadas del Leccionario católico que usan los
sacerdotes en los oficios, a partir de 1999.
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Veamos la regla II del Reglamento de fútbol. (Rodríguez 1995a: 56)

(5b) Observemos cómo Lorca describe connotativamente la agonía de Sánchez Mejía en “La
cogida y la muerte”. (Montes de Faisal 1993: 13)

(6) Infinitivo:
Señalar y analizar sintácticamente las proposiciones e indicar, previo análisis del nexo, el
tipo de coordinación que se establece. Hacer el esquema sintáctico correspondiente.
(Risso de Sperber / Zaffaroni 1980: 34)

(7) Impersonales con se:


Se conoce la posición y tamaño de un objeto real y su imagen virtual. Se trata de determinar
gráficamente su ubicación. (Castiglione et al. 1983: 43)

(8) Yo:
Comentamos el texto: ¿Para qué me sirve la ayuda de los otros en el conocimiento de las
cosas? (Riccomi / Ricoveri 2002: 11)

Pero esta diversidad no resulta del todo aleatoria y la ocurrencia de una u otra forma no sólo

aparece determinada, como podría suponerse, diacrónicamente. Es cierto que las formas

correspondientes a tú, en nuestro corpus, desaparecen a partir del año 1998 y que la ocurrencia de

ustedes comienza a producirse a partir de 1988, lo cual podría interpretarse como una pista

diacrónica. Sin embargo, y a pesar de la recomendación de 1982 de la Academia Argentina de

Letras en relación con el uso del voseo en todo el ámbito de la lengua culta de la República

Argentina, llama la atención que las formas verbales y / o pronominales voseantes aparezcan por

primera vez —siempre por supuesto en nuestro corpus ejemplar— en el año 1988 y que su

ocurrencia sea poco significativa en relación con otras opciones de apelación al lector. Volveremos

sobre este punto más adelante.

En el cuadro que sigue, se detalla la distribución a lo largo de 34 años de las distintas formas

de tratamiento utilizadas en los manuales escolares que conforman nuestro corpus.

Cuadro 1. Formas de tratamiento en los manuales


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Tú INFINITIVO Se Usted Ustedes Vos Nosotros Yo


1970 X X
1978 X X
1979 X X
1980 X
1983 X X
1984 X
1986 X
1987 X X
1988 X X X
1989 X
1990 X X X
1992 X X * X
1993 X X X X X
1994 X *
1995 X X * X
1997 X X *
1998 X X X X X X
1999 X X
2000 X
2001 X
2002 X X* X X
2003 X X
2004 X
* Indica usos de vos que no provienen de la voz autorizada del saber (cf. infra).

Tal como puede constatarse, existen opciones que, probablemente, vienen desde antes de 1970 y

que dejan de darse hacia 2000: es el caso de las formas correspondientes a tú y a usted, de las

formas impersonales con se y del infinitivo. En términos generales, es posible afirmar que la forma

se y las correspondientes a usted aparecen en los manuales dedicados a los alumnos de niveles más

altos, mientras que las tuteantes ocurren en los manuales destinados a alumnos de niveles más bajos

y para actividades de tipo individual, en alternancia con las formas correspondientes a ustedes para

las actividades grupales.

(9) Propone [sic] una traducción de las siguientes palabras [...]. Formen equipos de cinco a seis.
(Rigoni 1998: 25 y 74)
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En cuanto a los infinitivos, dada su mayor asepsia en relación con el tratamiento, éstos suelen

darse en diversidad de contextos instruccionales, tanto grupales como individuales, tanto para niños

como para jóvenes.

(10) Sugerencias para el expositor: Hablar con voz clara y pausada […]. Dar énfasis a lo que se
dice […].Respetar los turnos […]. (Bavío Céspedes 1997: 152)

(11) Indicar qué número de texto de la derecha […].


Teniendo en cuenta el Presupuesto de Ventas [...] confeccionar otro. Analizar el nuevo
Presupuesto. (García 1998: 17 y 40)

Frente a estas formas, se encuentran otras que comienzan a aparecer hacia finales de la década

de 1980 y que siguen ocurriendo en la actualidad: es el caso de las formas correspondientes a

ustedes, nosotros y yo. En este segundo período, la segunda persona del plural aparece utilizada

tanto para las consignas grupales cuanto para las individuales y en manuales para todos los niveles.

Además del ejemplo (4) ya citado se puede mencionar el siguiente:

(12) Observen la imagen de mayor tamaño y contesten. En forma individual, lean el texto y
respondan. (Barbeito et al. 2004: 245)

El nosotros, por su parte, ocurre con el valor de nosotros de condescendencia en el siguiente

fragmento (llamamos la atención del lector sobre la alternancia en él de los nosotros con la forma

tuteante repite),

(13) Leamos atentamente […]. Condensemos su información […]. Repite la operación. (Lescano
/ Lombardo 1991: 13)
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pero también en su función de nosotros inclusivo7

(14) Todos hemos visto cuando éramos niños algún payaso. También lo vio el autor (J. V.
González) que lo evoca aquí con nostalgia: [...]. (Loprete 1987: 13)

y aparece, en nuestro corpus, en los niveles intermedios (para lectores de entre 11 y 14 años).

Finalmente, las formas de la primera persona del singular, que promueven que el destinatario del

manual asuma la lengua por su cuenta y se transforme en locutor del discurso, se manifiestan con

escasa incidencia y, en nuestro corpus, sólo en un único manual de séptimo grado (i.e., para lectores

de 11 y 12 años).

(15) Estudié el crecimiento de una plantita. Para ello, medí su altura. Después, uní esos puntos.
En el gráfico, veo que la plantita ha crecido [...]. (Andrés 2002: 71)

Estos diferentes datos parecen indicar que las formas más alejadas del discurso oral efectivo

del maestro o profesor (i.e., las correspondientes a tú y a usted, y las desagentivadas con se e

infinitivo) tienden a desaparecer recién hacia fines del siglo XX, dando lugar así a posibilidades de

tratamientos que manifiestan una vocación discursiva por disminuir distancias, eliminar asimetrías e

involucrar cada vez más en el proceso de aprendizaje a los destinatarios de estos manuales, que,

como queda dicho, son lectores de entre 9 y 17 años. Todo ello iría en el sentido de la disposición

general en la sociedad argentina contemporánea a desterrar prejuicios y diferenciaciones sociales en

situaciones cada vez más numerosas.

En cuanto a las formas voseantes, que también empiezan a aparecer hacia fines de la década de

1980, su análisis merece un tratamiento diferenciado por cuanto, por una parte, su ocurrencia es

7
El nosotros de condescendencia y el nosotros inclusivo se diferencian claramente del nosotros exclusivo,
con el que pueden identificarse los locutores autores de estos textos. Un ejemplo de este uso es: “El correo
de un pueblo donde la gente casi no se escribía cartas publicó el aviso que transcribimos a continuación”
(Mérega et al.1991: 16).
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el mundo hispánico, México, El Colegio de México, ISBN 978-607-462-064-1, pp.1013-1032.

llamativamente escasa frente a las demás formas y, por la otra, no siempre se relaciona con el valor

de interpelación al lector (de allí, la aparición de asteriscos en el cuadro). En efecto, el uso del voseo

para tratar al destinatario resulta, al menos en nuestro corpus, bastante restringido: en la mayoría de

los casos, se utilizan formas que evitan el voseo (ustedes, nosotros e infinitivos) por lo que su

presencia queda a menudo limitada a escenas de enunciación relacionadas con situaciones

coloquiales que, alejadas de la relación interlocutiva escrita entre el locutor autor y el destinatario

lector de estos textos, favorecerían una representación de las formas voseantes como marcas de una

variedad subestándar.

En lo que sigue, nos ocuparemos del análisis de las diferentes escenas de enunciación que se

relacionan con la ocurrencia del voseo rioplatense.

3. Interpelación voseante y escenas de enunciación

Siguiendo a Maingueneau (1999, 2004), utilizaremos la noción de escena de enunciación y

distinguiremos dentro de este concepto tres tipos de escenas que juegan en planos complementarios:

la escena englobante, la escena genérica y la escenografía.

La primera, la englobante, corresponde al tipo de discurso (en nuestro caso, al discurso

didáctico), mientras que la segunda, la genérica, corresponde al género discursivo particular (en

nuestro caso, al género manual escolar). Ambas escenas (la englobante y la genérica) definen,

siempre según Maingueneau, el marco escénico del texto dentro del cual el texto se manifiesta

como pragmáticamente adecuado. En términos generales, el marco escénico de un manual escolar

se caracteriza por la relación que el locutor autor establece con el lector alumno con el fin de

transmitir los contenidos curriculares y verificar la comprensión y aplicación de esos contenidos.

Las dos funciones básicas, la referencial y la apelativa (a las que ya hemos hecho alusión), se

constituyen así en los dos pilares sobre los que descansa ese marco.
García Negroni, M.Marta y Silvia Ramírez Gelbes (2010). “Acerca del voseo en los manuales escolares argentinos (1970-
2004)”, en Hummel, Martin, Bettina Kluge y María Eugenia Vázquez Laslop (eds.), Formas y fórmulas de tratamiento en
el mundo hispánico, México, El Colegio de México, ISBN 978-607-462-064-1, pp.1013-1032.

Pero, además del marco escénico, es posible distinguir distintas escenografías con las que se

relaciona directamente el destinatario del texto. La escenografía puede definirse como una suerte de

decorado, creado en y por la propia enunciación, que permite la introducción, dentro del marco

escénico global, de perspectivas nuevas desde las cuales el destinatario pueda sentirse interpelado o

involucrado de modo diferente. Se trata de escenas que legitiman enunciados que, a su vez, deben

legitimarlas y establecer que ellas son las más apropiadas para enunciar de modo adecuado la

promoción de un determinado saber o noción.

Es cierto que no todos los géneros discursivos admiten escenografías (como por ejemplo, la

guía telefónica o la receta médica), pero éste no es el caso del manual escolar. En efecto, el manual

escolar es un género particularmente apto para la incorporación de distintas escenografías: además

de la escena genérica habitual representada por las secuencias expositivo-explicativas e

instruccionales, el locutor autor puede recurrir a escenografías más seductoras en busca de una

presentación más persuasiva de los contenidos presentados y, en consecuencia, de una mayor

adhesión del lector. Historietas, viñetas, recuadros, destacados cumplen precisamente esa función.

Ahora bien, en nuestro corpus, es más en esas escenografías que en el marco escénico global —

como sería esperable después de 1982— donde tienden a aparecer las formas voseantes.

Así, y aunque resulta indiscutible que algunos manuales utilizan el voseo como marca de

interpelación al lector:

(16) Pensá cómo reaccionarías ante... ¿Cómo sabe tu cuerpo qué ocurre a tu alrededor? ¿Y
dentro de vos? ¿Qué mecanismo es el que se pone en funcionamiento para que vos puedas
reaccionar? (Barderi 2002: 35)

suele suceder que se empleen las formas voseantes sólo en ciertas secuencias o escenografías de

esos textos. En algunos casos, en los que en la escena genérica se utilizan las formas

correspondientes a tú o a nosotros para dirigirse al lector, se recurre a las voseantes en escenografías


García Negroni, M.Marta y Silvia Ramírez Gelbes (2010). “Acerca del voseo en los manuales escolares argentinos (1970-
2004)”, en Hummel, Martin, Bettina Kluge y María Eugenia Vázquez Laslop (eds.), Formas y fórmulas de tratamiento en
el mundo hispánico, México, El Colegio de México, ISBN 978-607-462-064-1, pp.1013-1032.

particulares en las que el locutor autor busca crear una imagen de sí como cómplice de su lector. Tal

es el caso del siguiente ejemplo, en el que, a la manera de una nota-consejo que un par —quizás

algo mayor— dirigiría al lector, se utilizan las formas voseantes:

(17) Nota: Una buena manera de empezar a escribir poesías puede ser... Tratá de usar versos [...].
(Riccomi / Ricoveri 2002: 100)

En otros casos, se recurre al voseo sólo para enmarcar el discurso que produciría el propio

lector si se dirigiera a un par:

(18) Si a un amigo que siempre se olvida de traer los materiales que le solicitan en la escuela y
tenemos la intención de ayudarlo le decimos: “¡Siempre te digo que anotés las cosas!” O
“¡Anotá las cosas para no olvidarte!” [...]. En cambio, si le decimos: “¿Y si anotás todo para
no olvidarte de nada?”. (Riccomi / Ricoveri 2002: 57)

Pero el voseo aparece también en escenografías más claramente diferenciadas del marco

escénico global en el que el lector es interpelado por el locutor autor. Es lo que ocurre, por ejemplo,

en ciertas viñetas en las que un personaje de ficción (un superhéroe o un niño de la misma edad que

el lector) se dirige a él para hacerle recomendaciones:

(19) Si un día te crecen alas y mientras subís por el aire te preguntás qué estás haciendo, decite
simplemente: “Asciendo”. (Mérega et al.1991b: 55)

(20) Poné tilde a las palabras que deben llevarlo. (Mérega et al.1991b: 111)

o en historietas en las que se reproducen diálogos entre dos o más personajes jóvenes que conversan

de manera espontánea utilizando la variedad rioplatense:

(21) Hablá con él. Dejá que se disculpe. Estás hipersensible. (Mérega et al.1991b: 26)
García Negroni, M.Marta y Silvia Ramírez Gelbes (2010). “Acerca del voseo en los manuales escolares argentinos (1970-
2004)”, en Hummel, Martin, Bettina Kluge y María Eugenia Vázquez Laslop (eds.), Formas y fórmulas de tratamiento en
el mundo hispánico, México, El Colegio de México, ISBN 978-607-462-064-1, pp.1013-1032.

En síntesis, aun cuando el uso de las formas voseantes ha sido aceptado e incluso recomendado

por las autoridades académicas desde 1982 y su difusión —con las salvedades ya indicadas— es

total y absoluta en el ámbito de la lengua oral en la República Argentina, su ocurrencia en los

manuales escolares dista mucho, aún hoy, de estar generalizada y, en algunos casos, queda relegada

exclusivamente a escenografías satelitales del marco escénico global.

Conclusión

En este trabajo, hemos analizado las formas de tratamiento del lector en manuales escolares

argentinos del período comprendido entre 1970 y 2004. Observamos que existe una suerte de

desarrollo diacrónico que, desde fines de la década de los 80, marca el progresivo abandono de las

formas desagentivadas de infinitivo y con se y de las agentivadas correspondientes a usted y a tú,

inusuales en la situación de clase, en favor de las formas empleadas por el maestro o profesor en el

contexto áulico real (formas verbales y pronominales correspondientes a ustedes, a nosotros y a

vos). Sin embargo, la opción privilegiada en los intercambios orales espontáneos, i.e., las formas

voseantes, tiene aún hoy una representación escasa y, cuando aparece, tiende a hacerlo en

escenografías que no necesariamente interpelan al lector desde la voz autorizada (por el saber que

transmite) del locutor autor.

Las formas de tratamiento utilizadas en los textos que hemos analizado tienden a evitar aún

hoy el uso del voseo y, de manera circular, reafirman la representación, extendida entre los

hablantes del rioplatense, de que su empleo corresponde a una variedad subestándar inadecuada

para el registro académico escrito, que suele ser considerado prestigioso y por encima de la variedad

oral. Pues, como afirma Bourdieu, “la publicación es el acto de oficialización por excelencia. Lo

oficial es todo lo que puede ser hecho público, mostrado, proclamado frente a todos, ante todo el

mundo, por oposición a lo que es oficioso, hasta secreto y vergonzoso”(1988: 88).


García Negroni, M.Marta y Silvia Ramírez Gelbes (2010). “Acerca del voseo en los manuales escolares argentinos (1970-
2004)”, en Hummel, Martin, Bettina Kluge y María Eugenia Vázquez Laslop (eds.), Formas y fórmulas de tratamiento en
el mundo hispánico, México, El Colegio de México, ISBN 978-607-462-064-1, pp.1013-1032.

De este modo y si bien los embates de los normativistas del siglo XIX, que propiciaban la

normalización en favor del tuteo y la eliminación del voseo, no tuvieron repercusión definitiva en la

sociedad argentina, se fijó en ella la concepción de que el uso de las formas voseantes se

correspondía con las situaciones de informalidad y oralidad. En términos institucionales, esa

representación social siguió siendo confirmada por las recomendaciones ministeriales en los dos

primeros tercios del siglo XX y, en los últimos veinticinco años, sobre todo, por las decisiones

editoriales que evitan las opciones voseantes aun en manuales que sólo pueden ser usados en el

ámbito del territorio argentino.

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