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La separación de América
Es tan esencial a las instituciones del Estado y a los valores de la nación como a
la vida de la iglesia.
El español desearía que la vida tuviera la eternidad que en estos siglos de solia
atribuir a la materia. Y hasta cuando dice, con Calderón:
Los españoles nos dolemos de que las cosas que más queremos- las amistades,
los amores, las honras y los placeres-, sean pasajeras e insustanciales. Las rosas
se marchitan; la roca en cambio, que es perenne, solo nos ofrece su dureza e
insensibilidad. La vida se nos presenta en un dilema insoportable: lo que vale no
dura no dura; lo que no vale se eterniza.
Estos principios de libertad igualdad fraternidad son los que proclamó la revolución
francesa y aún sigue proclamando la revolución, en general. Francia los ha
esculpidos en sus edificios públicos. Es extraño que la revolución española no los
haya reivindicado para sí. Los habrá sentido incompatibles con su propio espíritu?
¿Sospechará vagamente que, en cuanto realizables y legítimos, son principios
cristianos y católicos?
La historia misionera
La hispanidad en crisis
Lo peor no fue, sin embargo, que los pueblos hispanoamericano se fueran cada
uno por su lado, sino que, apenas se sintieron independientes, se dieran a pelear
consigo mismo, con tanta falta de sentido que, a las década de confusión y lucha,
no se les encontraba otra salida que otras décadas de dictadura y de silencio; y
como esta alternativa de tiranía y caos parece ser fatal a los pueblos hispánicos,
los escritores políticos de la América española no han cesado de preguntarse
durante un siglo si no tiene la culpa de todo ello la herencia española o la sangre
india.
El ser de la hispanidad
Digamos, desde luego, que antes de ser un ser, la patria es un valor, y, por lo
tanto, espíritu. Si fuera un ser del que nosotros formáramos parte, no podríamos
discutirla, como no discutimos sus elementos ónticos. Cada uno ha nacido donde
ha nacido y es hijo de sus padres. Por lo que hace a los elementos ónticos,
Maurras tenía razón: ”La patria no se elige”. Pero la patria es, ante todo, espíritu. Y
ante el espíritu es libre el alma humana. Así lo hizo su creador.