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“Año de la lucha contra la corrupción e impunidad”

UNIVERSIDAD CÉSAR VALLEJO

ENSAYO

“ARGUMENTOS A FAVOR DE LA DESPENALIZACIÓN DEL ABORTO EN


CASOS DE VIOLACIÓN SEXUAL”

Integrantes:

Diestra Vargas, Lucerito.


Vega Quispe, Alex.

Docente:

Dr. Luis Alfredo Morgado Perez.

Experiencia curricular:

Filosofía.

Aula:
E – 506.

Trujillo – Perú

2019 – I

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ÍNDICE

I. INTRODUCCIÓN 3

II. ARGUMENTACIÓN 5

III. CONCLUSIONES 21

IV. BIBLIOGRAFÍA 23

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I. INTRODUCCIÓN.

El aborto es conceptualizado como la suspensión voluntaria o involuntaria del


embarazo antes de que el feto esté en condiciones de vivir fuera del vientre
materno. Mientras que según Vicente (2014) la violación sexual debe ser
entendida a partir de sus dos componentes; subjetivo, como el sufrimiento de la
víctima; objetivo, respecto al suceso traumático, experimentado y vivido. Ante
esto, la penalización del aborto en casos de violación sexual es una manera clara
de injerencia del Estado en la salud sexual y reproductiva de la mujer afectada,
ya que restringe el control de ella sobre su cuerpo y la exponer a riesgos para la
salud, física y psíquica.

Revisando la problemática internacional, descubrimos que los datos recabados


son alarmantes, y no se pueden dejar pasar por alto. Según Alianza por la
Seguridad (2017), organización de sociedad civil española, en su investigación
denominada “47 000 mujeres mueren cada año por abortos inseguros” se
concluyó que, las leyes restrictivas vulneran el derecho a decidir de 6 de cada 10
mujeres a nivel internacional. En cada año, 44 millones de mujeres deciden
terminar de forma voluntaria su embarazo (la mayor parte en países en vías de
desarrollo) y de ellas 47.000 mueren debido a abortos inseguros y otros cinco
millones sufren lesiones graves. Asimismo, sólo en América Latina, las víctimas
de abortos inseguros suponen un 24% del total de muertes relacionadas con el
embarazo y el parto, un índice que en muchos países de África Subsahariana
asciende al 30-40%.

Por otro lado, las estadísticas nacionales están en rojo, según el informe del
Observatorio de la Criminalidad de la Fiscalía (2017), en los tres primeros
trimestres, se registraron 17 182 denuncias por el delito de violación sexual, es
decir, un promedio de tres mujeres violadas cada hora. En la misma línea de
ideas, según el Diario el correo citando a la Fiscalía de la Nación (2017) en la
investigación denominada “Programa de Investigaciones Criminológicas y
Análisis Prospectivo del Ministerio Público” concluye que, de este total, el 76 %
de las víctimas son menores de edad y el 5 % queda embarazada. Es decir,
aproximadamente 1 000 niñas peruanas desde el mencionado año son
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responsables de un bebé producto de la violación sexual que sufrieron, viviendo
una constante revictimización.

Debido a esto, en la investigación realizada por la Convención sobre la


eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (2014) a la
que titularon “Derecho al aborto en casos de violencia sexual” se concluyó que
la criminalización del aborto en casos de violación sexual en el Perú vulnera los
derechos de las mujeres a la salud y los derechos sexuales, adicionalmente el
Comité consideró que el hecho de que el Estado por su parte no protegiera los
derechos reproductivos de la mujer ni promulgara leyes para reconocer el aborto
por causa de abuso sexual o violación contribuyó a la situación en que se
encuentra.

De la misma manera, en el proyecto elaborado por el Centro de promoción y


defensa de los derechos sexuales y reproductivos (PROMSEX) (2015), titulado
“Argumentos a favor de la despenalización del aborto en casos de violación
sexual: argumentos para su realización” se concluyó que la violación sexual en
sí misma es un crimen que resume una serie de vulneraciones de derechos
fundamentales para garantizar el pleno desarrollo de la personalidad y su
proyecto de vida; consecuentemente para las niñas, adolescentes y mujeres que
han sido víctimas de una violación, enfrentar un embarazo producto de esta
constituye una afectación más extrema, y la posibilidad de decidir sobre
continuar o interrumpir dicho embarazo será un medio para evitar más
sufrimiento y estigma.

Por estas razones, en el estudio realizado por Montesinos, Alvarado y Acevedo


(2016) denominada “Opinión de estudiantes de medicina sobre la legalización
del aborto en casos de violación y sus factores asociados” se concluyó que
aproximadamente la mitad de los encuestados están de acuerdo con que el aborto
se debe legalizar en casos de violación sexual; asimismo, que se asocia a tener
un menor nivel de compromiso religioso, y a que su familia apruebe la
legalización del aborto, lo cual resalta la importancia del entorno familiar y
religioso en este tema.

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En el presente ensayo nos hemos formulado el siguiente problema, ¿Por qué el
Estado Peruano debe despenalizar el aborto para casos de violación sexual en su
legislación?

Es así que, tenemos como objetivo, explicar acerca de los argumentos a favor de
la despenalización del aborto en casos de violación sexual, para lograr su
posterior legalización en nuestro ordenamiento jurídico.

En consecuencia, la elaboración del presente ensayo busca la despenalización


del aborto en casos de violación sexual en virtud de los derechos sexuales y
reproductivos inherentes a todo ser humano, tan fundamentales como la libertad,
igualdad y dignidad; con el propósito de proteger de las secuelas a las mujeres
víctimas de violación sexual.

II. ARGUMENTACION

Dando inicio al desarrollo de la segunda parte de nuestro ensayo sostenemos que


con la legalización del aborto se terminarían los abortos clandestinos. Para
esto, debemos entender que la violación sexual expresa una de las formas más
congruentes de violencia contra las niñas, adolescentes y mujeres; puesto que
afecta de manera múltiple la vida, la salud física, la salud mental y en sí mismo
el proyecto de vida; constituye una flagrante intromisión en el ámbito más
íntimo de la persona como es la sexualidad. No obstante, el aborto clandestino
como opción es frecuente en el Perú a pesar que el aborto es prohibido por ley,
salvo que se trate de salvar la vida de la mujer. Por ello se realiza de manera
clandestina con el consiguiente riesgo para la salud y la vida de las mujeres
menos pudientes que tienen que recurrir a personal no calificado o -en el
extremo de la desorientación- a manipularse ellas mismas en un intento
desesperado por poner fin a embarazos que no desean.

Debido a esto, quienes señalan la penalización del aborto, no toman en


cuenta las circunstancias en las cuales se ha producido el embarazo y
como estas afectan a la vida, salud e integridad personal de las gestantes.
El embarazo por violación y la gestación de una vida inviable son dos
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situaciones que debe considerar el legislador para despenalizar el aborto;
primero, la violación sexual es una práctica que genera serios trastornos
físicos y psicológicos a la mujer que lo padece. Segundo, vulnera su
derecho a la integridad personal y puedo afectar incluso su proyecto de
vida. (Távara, 2016, p. 89)

Así mismo, en su revisión “el aborto clandestino en el Perú” ferrando (2015)


afirma:
Que, a pesar de ser ilegal, el aborto inducido es utilizado frecuentemente
en el país como una medida extrema para terminar embarazos no
deseados. Las condiciones en que se produce dependen del nivel
socioeconómico de la mujer, de su lugar de residencia urbana o rural y de
su capacidad de autonomía, encontrándose enormes desigualdades por
estratos socioeconómicos en las circunstancias que rodean la práctica del
aborto y que traducen la situación desfavorable de los grupos pobres y
rurales de mujeres. (p.90)

Por tanto, es necesario hacer mención el fundamento de este autor donde


considera que, los legisladores han previsto una sanción para quien
cometa este delito. Pero, independientemente de si éste es denunciado o
si se cumple o no con la sanción, llama la atención que no exista ninguna
medida legal que se preocupe por la situación de la mujer que resulta
encinta como producto de la violación. El derecho deja en un estado de
desprotección a quien es doblemente agredida: primero por la violación
sexual; y segundo por el sistema legal, que no le proporcionan la
protección que ella necesita cuando se enfrente a un embarazo producto
de un acceso carnal violento. (Jacay, 2016, p 92)

Por otro lado, consideramos que los abortos clandestinos pueden traer una serie
de consecuencias para la madre, ya que son realizados en lugares que no son
aptos para ellas. Entonces, primero, nos preguntamos ¿cuáles son las
consecuencias de una violación sexual? Por esto, la violación sexual genera
cargas psicosociales y de salud física, discapacidades crónicas y/o permanentes e
incluso la muerte; mientras que los efectos psicológicos de la violación son
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variables de persona a persona, como es infecciones de transmisión sexual
incluida el VIH/SIDA, disfunción sexual, reinfección, embarazo no deseado y
aborto inseguro. Segundo, ¿cuáles son las consecuencias de un aborto
clandestino? Las cuales son, lesiones genitales, infecciones urinarias,
enfermedad pélvica inflamatoria y dolor pélvico, hemorragias, la presión arterial
alta y sobre todo el parto obstruido. Por consiguiente, no queremos que las
mujeres aborten, lo que pretendemos es evitar que tantas mujeres se vean
involucradas en situaciones de enorme riesgo para su vida y su salud por el
hecho de tener que recurrir o la práctica clandestina del aborto producto de una
violación sexual.

Frente a esto, Ferrando (2014), señala que en Perú la proporción de


complicaciones se presentan en función del nivel socioeconómico de la
mujer y el tipo de proveedor al cual accede, esto quiere decir que el 44%
de mujeres pobres tendrían riesgo de complicaciones, a diferencia de sólo
5% en mujeres no pobres urbanas. Asimismo, el 71% de mujeres tendría
riesgo de complicaciones si son atendidas por personal no calificado,
mientras que sólo el 5% estaría en esta situación si son atendidas por un
médico. (p. 76)

Por su parte, Távara (2016) afirma, que no todas las mujeres que tienen
abortos inseguros o clandestinos y que posterior a este, sufren
complicaciones acuden a los establecimientos. Las razones para no
hacerlo tienen que ver con el temor de ser denunciados, maltratadas o
estigmatizadas o por que no cuentan con recursos suficientes para pagar
la consulta, la intervención o el internamiento. En tal sentido,
principalmente en el Perú, medidas como la atención ambulatoria del
aborto han resultado claves, no sólo para disminuir los costos de la
atención sino principalmente para facilitar el acceso de las mujeres a los
servicios de salud. (p.46)

Es más, Frente a los embarazos a consecuencia de la violación sexual puedan dar


lugar a la necesidad de producir consecuencias fatales.

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No sabemos exactamente cuál es la proporción real de violaciones
sexuales que se producen contra las mujeres, porque sólo una pequeña
proporción de ellas reportan el abuso sufrido, entonces con la
legalización del aborto lo convierte en un método que parece moralmente
aceptable y, por tanto, como una opción posible que no es igualmente
considerada allí donde no es legal. Pero dado que la gran mayoría de
abortos no son por un motivo "sentimental", "terapéutico" o
"eugenésico", sino por un embarazo considerado "vergonzoso", no es
extraño que la mujer - especialmente si es adolescente o joven- busque
igualmente métodos abortivos clandestinos por la sencilla razón de que
una ley, aunque quite la pena legal, no quita la vergüenza y el deseo de
ocultamiento. (Dador, 2016, p. 54)
Por ello, en el Perú la tasa de aborto inducido continua siento causa importante
de muertes maternas. Cuando se examina esas muertes se observa que una
proporción importante se debe a enfermedades intercurrentes que agravaron
durante el embarazo y producto de un aborto clandestino. Es así, que las cifras
del aborto clandestino han venido incrementando dentro de la población
peruana; en consecuencia, en todos los departamentos debido a sus graves
consecuencias para la vida de las mujeres y el bienestar de las familias el aborto
inducido generalmente es inseguro y frecuentemente conduce a complicaciones
inmediatas y a consecuencias a largo plazo. Como consecuencia, en el mundo,
de los 46 millones de abortos que se producen, la mitad son inseguros o
clandestinos. América latina presenta la mayor tasa de este tipo de aborto.

Ante esto, Carpizo (2015), afirma que: “el aborto es un grave problema social y
de salud pública que preocupa los gobiernos responsables y a muchos
organismos internacionales, (…) mucho más aún, si se trata de un embarazo por
violación sexual, esto genera aborto clandestino, o en el peor de los casos la
familia que tiene un hijo no deseado suele ser maltratado”. (p. 74) Además,
muchos delincuentes juveniles son hijos no deseados, quienes fueron dejados,
descuidados y crecieron sin el afecto y cariño que necesitaban, esto induce, en
múltiples casos, a que el joven se incline a la rebeldía y a la delincuencia.

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Por consiguiente, en un estudio sobre el aborto clandestino en el Perú, publicado
por Romero (2015), consigna cifras que ponen en tela de juicio la eficacia de la
prohibición. De acuerdo con este estudio, el aborto es practicado anualmente por
más de 350,000 mujeres de toda condición socioeconómica, etnia, lugar de
residencia y edad, que en su empeño por interrumpir un embarazo que no
desean, se animan a desafiar la prohibición legal, sometiéndose a procedimientos
inseguros que ponen en riesgo su vida y su salud. (p. 16)

Del mismo modo, en una encuesta de Hechos y Cifras realizada por el Centro
de la Mujer Peruana Flora Tristán y Pathfinder International (2016), se
demostró que frente al aborto clandestino, la encuesta de opinión conducida
especialmente para estimar el factor de expansión del número de mujeres
hospitalizadas por complicaciones aborto, revela que la provisión de servicios de
interrupción del embarazo, por profesional o empírico, depende de la capacidad
adquisitiva de la mujer y de su lugar de residencia habitual: urbana o rural. Entre
quienes pueden pagar por servicios calificados, que son las mujeres del área
urbana económicamente pudientes, el 98% es atendida por un profesional de
salud, (77% por un médico y el 21% por una obstetra o enfermera). Sólo un 2%
va a una persona no calificada, tratándose mayormente de adolescentes y
jóvenes que se resisten a pedir ayuda a personas adultas para resolver su
problema y confían en sus pares que con escaso conocimiento les aconsejan
lugares y proveedores inseguros. En el otro extremo, el 56% de mujeres pobres
urbanas también tienen atención profesional con la diferencia que visitan
principalmente a una obstetra o enfermera. Mejor es la situación de las mujeres
rurales con recursos que en un 74% van a un profesional de salud,
preferentemente una obstetra o enfermera. Las mujeres rurales pobres son las
que más sufren pues sólo el 35% tiene atención calificada, mientras que el 65%
se hace atender por una persona empírica (técnicos sanitarios, parteras
empíricas, curanderos, yerberos y brujos) o se manipula ella misma.

Siguiendo con el desarrollo de la argumentación, planteamos que la


despenalización del aborto en caso de violación sexual acaba con los
estereotipos de género que impiden reconocer de manera efectiva los
derechos de la mujer.

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En la sociedad peruana imperada aún por el fenómeno del machismo, uno de los
principales factores que influyen en mantener la punibilidad del aborto como
consecuencia de una violación es la vigencia de prejuicios o mitos que reducen
la realización de la mujer peruana con el hecho de haber alcanzado la
maternidad, que parece al Estado y la población no importarle cual fuera el
medio. En este contexto, se difunden ideas como: “el aborto es inmoral”, “el
aborto siempre es traumático, ninguna mujer quiere abortar”, “las mujeres que
abortan no se quisieron cuidar, tuvieron que pensarlo antes”. Pero, ¿alguna vez
los difusores de estos pensamientos tomaron la posición de la víctima?
Evidentemente no, ya que un acto realmente traumático es haber sido violentada
sexualmente por su victimario que en su mayoría son personas que se relacionan
por vínculos de consanguinidad o afinidad; o es que para ellos la mujer debió en
su momento haberse cuidado antes de ser violada, ¿es acaso posible?
Lamentablemente, estas ideas se repiten con tanta frecuencia y determinación,
que al final acaban por ser aceptadas, limitando otras opciones de desarrollo por
fuera de dichos estereotipos. Debido a esto, la mujer asume un determinado rol
en la sociedad destinado a la reproducción, es decir, las peruanas llegan a ser
consideradas máquinas reproductivas u objetos sexuales, sin importar que esto
conlleve a la transgresión de sus derechos humanos y fundamentales.
Consecuentemente, los estereotipos de género evidentemente negativos parecen
nublar el criterio del legislador respecto al embarazo producto de una violación
sexual.

Nuestra postura se respalda en la investigación realizada por la Escuela ESEN


(2017) que concluye en que son numerosas las ideas preconcebidas en torno al
aborto, ideas peligrosas que menoscaban el derecho de las mujeres al acceso a
un aborto legal, seguro y gratuito y que estigmatizan lo que debería ser un
derecho universal fundamental. Los mitos sobre el aborto y los estereotipos de
género tienen una gran relación con esta estigmatización, que se muestra como
un problema global ante el incremento y la continuidad de restricciones legales y
políticas.

Asimismo, de acuerdo a Unión Interparlamentaria y la Oficina de Alto


Comisionado de Naciones Unidas – Derechos Humanos (2016): “La
penalización de los servicios de salud únicamente para las mujeres, incluido el

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aborto, son una forma de discriminación que atenta contra la dignidad y
autonomía de la mujer al restringir gravemente su libertad para adoptar
decisiones que afecten a su salud sexual y reproductiva.

Es así que, en el informe realizado por la Convención sobre la eliminación de


todas las formas de discriminación contra la mujer (2012) titulado “Derecho al
aborto en casos de violación sexual” en torno al análisis de lo vivido por la
menor de iniciales L.C., embarazada a los 13 años producto de violaciones
realizadas por un hombre mayor, ocurriendo después un intento de suicidio por
la víctima que le generó una lesión en la medula espinal; y pese a su grave
condición se le negó el derecho al aborto terapéutico. Ante esto, el Comité se
pronunció indicando que, a pesar de su situación, L.C. fue víctima de
exclusiones y restricciones en su acceso al derecho a la salud basada en
estereotipos de género que entienden la capacidad reproductiva de las mujeres
como un deber, y no como un derecho. “Las autoridades hospitalarias
informaron a la autora de que la intervención había sido aplazada, y al día
siguiente le comunicaron verbalmente que la razón era el posible peligro para
el feto”. Por lo tanto, L.C. fue discriminada al ser considerada como un mero
instrumento de reproducción, haciendo prevalecer la vida prenatal por encima de
los derechos y medidas inmediatas que debían tomarse para conservar su salud y
su vida en condiciones dignas.

Por otra parte, consideramos que un factor que influye en gran manera en la
consolidación y perpetuación de los estigmas que constituyen barreras para
materializar la legalización del aborto, es la marcada postura que adopta la
iglesia católica que ve únicamente al aborto como un problema ético, siendo
cierto que esto va más allá. Evidentemente, la religión investida de un sinfín de
teorías o posiciones en base a su doctrina ha logrado introducirse en el ser
humano y a nublado su criterio para tratar el aborto desde la perspectiva política
o social; asimismo, ha contribuido a que sus seguidores imiten sus argumentos
de manera repetitiva sin conocer si quiera en el mayor de los casos de donde
proviene su fundamento, siendo en muchos la superioridad que profesa la
religión del hombre frente a la mujer y su naturaleza reproductiva. En evidencia,
el actual máximo representante de la iglesia católica, Papa Francisco dijo: “El
aborto terapéutico es como contratar a un sicario”, recordemos que este tipo de

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aborto ya despenalizado se realiza en caso de riesgo de vida de la gestante o el
feto. De la misma manera, se mostró reacio a la despenalización del aborto en
casos de violación sexual e inclusive se manifestó con aires de superioridad al
criticar fallos judiciales que permiten el aborto por violación a menores de edad;
consecuentemente, esto motiva a sus fieles a rechazar el aborto, sin importar la
causa del embarazo, ya que ambos casos narrados son realmente lamentables e
inhumanos. Adicionalmente, debemos precisar que el Perú es un país
tradicional, constituida su población por aproximadamente el 76% de católicos;
este dato estadístico nos permite conocer su predominio frente al Estado para la
imposibilidad de adopción de medidas legislativas en favor de la mujer víctima
de violación sexual.

De aquí que compartamos lo sostenido por Lamas (2012) en su investigación


denominada: “Mujer, aborto e iglesia católica”:

La religión católica se declara en contra del derecho de las mujeres a


decidir si continúan o no un proceso de gestación, el Vaticano sostiene
que hay que prohibir los abortos para salvar almas inocentes. Su
oposición a que los seres humanos intervengan en el proceso
reproductivo parte del dogma religioso de que la mujer y el hombre no
dan la vida, sino que son depositarios de la voluntad divina: “Ten todos
los hijos que Dios te mande”. Por eso, porque supuestamente interfieren
con los designios de Dios, es que la Iglesia prohíbe los anticonceptivos y
el aborto. Además, los obispos consideran que desde el momento de la
concepción el ser humano en formación tiene plena autonomía de la
mujer, cuyo cuerpo es un mero instrumento del Señor (p. 43).

Igualmente, Mundigo (2014) afirma que la religión juega un papel importante en


la sociedad, en las políticas de los gobiernos y en la vida de las personas. Es así
que, una iglesia consiste de un conjunto de creencias específicas las cuales son
enunciadas por sus líderes y aceptadas por sus adherentes. Entonces, el propósito
de las religiones es reglamentar la relación de sus adherentes con lo que se
define como sagrado. Por consiguiente, definen también lo profano, esto es las
conductas y prácticas prohibidas dentro de sus códigos morales. Las religiones a
través de múltiples prohibiciones ejercen una enorme influencia sobre las
conductas de las personas.
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Es más, de acuerdo a Gaelx (2012) en su investigación titulada: “Iglesia católica
y el derecho al aborto: de pecado a delito”:

En la actualidad vivimos en Estados que, aunque desgraciadamente no


están en absoluto libres de patriarcado, al menos en la teoría son laicos y
aconfesionales. En un estado así, ningún credo ni doctrina religiosa
puede ni debe intentar ejercer influencia para modificar las legislaciones
civiles ni tampoco para inclinar el voto de las personas que comparten
sus creencias. Sin embargo, la jerarquía católica opina ampliamente sobre
las legislaciones de los países, de forma muy clara en el Estado español y
en toda América Latina, en donde actúa como un lobby político, en lugar
de limitarse a dar a conocer a sus seguidores qué actos individuales
considera pecado y qué castigo religioso conlleva. Especialmente
contradictorio e hipócrita resulta el doble rasero con el que los diferentes
grupos religiosos se plantan ante el estado. Por un lado, reclaman su total
retirada de toda cuestión que ataña a lo que ellos consideran “cuestiones
morales”. Esto incluye especialmente todo lo relacionado de alguna
forma con la sexualidad o con la libertad y autonomía de las mujeres,
pero también lo referente a la educación que, consideran, debe dejarse a
la absoluta libertad de los progenitores. Pero, por otro lado, exigen al
estado que legisle, en última instancia, en función de sus convicciones
religiosas (p. 4).

Por lo expuesto, consideramos que sancionar el aborto en casos de violación


sexual con pena privativa de la libertad vulnera los derechos sexuales y
reproductivos de la víctima gestante al restringirle un sinfín de derechos
fundamentales relacionados a la libertad, igualdad y dignidad; entre los cuales se
encuentra la libertad de decisión para tener o no al bebé, producto de una
violación, que extiende los estragos de este acto delictivo durante toda la vida de
la mujer vulnerada o por el lapso de la gestación. Lo cual es inconcebible dentro
de un Estado Constitucional de Derecho, debido a que los derechos sexuales y
reproductivos direccionados a la toma de decisiones se guían por vivencias
externas e internas de la persona (víctima), acogiendo esta última factores
asociados al cuerpo, mente, emociones y salud. Consecuentemente, el Estado
peruano en virtud de su fin supremo, la protección de la persona humana en la

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sociedad, no puede imponer imperativamente la prohibición del aborto
contaminado de estereotipos de género, mitos y estigmas; sin tener en cuenta la
afectación de la víctima y su sentimiento de rechazo hacia la consecuencia de
este repudiable delito.

En el proyecto elaborado por el Centro de promoción y defensa de los derechos


sexuales y reproductivos (2014), titulado “Argumentos a favor de la
despenalización del aborto en casos de violación sexual: argumentos para su
realización”:

Se trabajó en base a la norma constitucional referente a que “todos y


todas somos iguales ante la ley”. Sin embargo, la prohibición legal para
interrumpir un embarazo impuesto por una violación es un régimen
jurídico que afecta únicamente a las mujeres y por ende constituye una
forma de discriminación. De igual manera, la penalización del aborto por
violación constituye en sí misma una trasgresión del derecho a la
dignidad, ya que configura una intromisión absolutamente arbitraria en el
plan de vida de las mujeres; no solo las conmina a una maternidad
forzada producto de la más cruel forma de violencia, sino que también
desconoce su condición de sujetos autónomas limitando su capacidad de
decidir a través de la sanción penal (p. 18).

En consecuencia, en el informe realizado por la Convención sobre la eliminación


de todas las formas de discriminación contra la mujer (2014) respecto a la
criminalización del aborto en casos de violación, el Comité considera que la
inexistencia de la causal (aborto por violación sexual) genera la limitación de un
servicio de salud sexual y reproductiva. Adicionalmente, el Estado peruano no
contrarresta el daño psicológico sufrido a las víctimas cuando descubren que se
encuentran embarazadas a causa de la violencia sexual ejercida en su contra.

Por esto, según la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (2014)
en su artículo denominado “03 Mujer: derecho a decidir sobre su propio
cuerpo”:

El sistema de protección universal de los derechos humanos precisa que


no debe existir discriminación directa ni indirecta contra la mujer, ya que
el Estado tiene la obligación de protegerle tanto en el ámbito público y el

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privado mediante tribunales competentes, con la existencia de sanciones
y otras formas de reparación frente a actos individuales, y en un sentido
colectivo debe erradicar aquellos estereotipos basados en el género que
permanecen aún en las leyes, en las estructuras e instituciones jurídicas y
sociales. De ello se desprende la obligación progresiva de modificar o
abolir leyes y reglamentos vigentes, o modificar prácticas jurídicas o
consuetudinarias que respalden esa persistencia o la tolerancia de la
violencia contra la mujer (p. 11).

Por otro lado, sostenemos que el aborto debe ser legal en caso de violencia
sexual porque la mujer tiene derecho a decidir sobre su propio cuerpo y a la
planificación familiar. Para esto, es importante mencionar, que no todas las
mujeres embarazadas producto de una violación sexual deciden abortar, sin
embargo, las que deciden hacerlo se encuentran con un marco jurídico que
penaliza la conducta y las obliga a llevar adelante un embarazo forzado que
afecta su salud mental y coloca en riesgo su integridad física al exponerse a un
aborto inseguro. Esta investigación se ha planteado sobre la necesidad de
abordar el tema de la defensa de la mujer víctima de violación sexual. Ya que
constituye una problemática muy arraigada, somos el cuarto país en el mundo
con más alto índice de violencia sexual, tanto que pareciera que ningún esfuerzo
de las autoridades de turno logra mitigar estas cifras. Además, ha habido
esfuerzos por aprobar la despenalización de aborto mediante un proyecto de ley
desde la iniciativa legislativa, denominada, Ley que despenaliza el aborto en los
casos de embarazos a consecuencia de una violación sexual, inseminación
artificial o transferencia de óvulos no consentidas en el Perú, que
lamentablemente fue archivada bajo el argumento de que atenta contra derechos
fundamentales de la persona, como el derecho a la vida.

Frente a esto, RAMIREZ, C (2016) en su tesis titulada “factores


predisponentes de embarazo no deseado y aborto en mujeres atendidas
en el Hospital ii-1 ESSALUD” (tesis para optar el título de licenciado
obstetricia) Universidad Nacional De Tumbes-Perú. Afirma, el embarazo
forzado como producto de una violación sexual, se convierte en un
segundo hecho de violencia sexual, que es ejercida ya no por el
perpetrador sino por el Estado, quien no solo desprotege a la mujer frente

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al primer hecho, sino que, desconociendo el sufrimiento y dolor psíquico
de orden traumático de la víctima, le impone la continuación de un
embarazo. El embarazo forzado además significa la actualización
permanente del hecho violento a través del hijo/a, sumando la culpa y el
estigma social que recae en la madre y el hijo/a producto de estas
violencias, vistos como los que alteran el orden de la comunidad y de sus
ideales.

Sin duda, la violación sexual es una de las manifestaciones más terribles de


violencia contra la mujer. Los índices de violencia sexual son alarmantes y no
solo el Estado, sino la sociedad en su conjunto debe hacerse cargo del problema.
La Organización Mundial de la Salud [OMS] considera el abuso sexual contra
las mujeres alrededor del mundo como un problema de salud pública, además de
una violación a sus derechos. Conforme a las cifras recientes de la prevalencia
mundial indican que alrededor de una de cada tres (35%) mujeres en el mundo
han sufrido violencia física y/o sexual de pareja o violencia sexual por terceros
en algún momento de su vida, mientras que un 38% de los asesinatos de mujeres
que se producen en el mundo son cometidos por su pareja. Estas formas de
violencia afectan negativamente en la salud física, mental, sexual y reproductiva
de las mujeres, aumentando su vulnerabilidad al VIH y otras enfermedades de
transmisión sexual. (PIXABAY, 2016).

Asimismo, es pertinente mencionar el Tratamiento del aborto en la legislación


peruana, ante esto, la estudiante APAZA, G. (2016) en su tesis titulada
“Reconocimiento al derecho de aborto en casos de violación sexual incestuosa
como derecho fundamental de las mujeres en la provincia de san Román”
(tesis para optar el título profesional de abogada) Universidad ANCV, Juliaca –
Perú, afirma que:

El derecho que tenemos las mujeres de decidir con autonomía sobre


nuestros cuerpos y nuestras vidas es un derecho constitucional que el
Estado debe garantizar. El artículo 2° de la Constitución Política del
Perú establece que toda persona tiene derecho a la vida, a su identidad, a
su integridad moral, psíquica y física y a su libre desarrollo y bienestar, al
respecto el Tribunal Constitucional (Sentencia TC 1575-2007-HC)
mencionó que corresponde a la propia persona optar por su plan de vida y
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desarrollar su personalidad conforme a sus intereses, deseos y
convicciones. La penalización del aborto es una clara manifestación de
discriminación hacia las mujeres, ya que su objetivo es unidireccional, no
existe otro caso en el que se disponga del cuerpo de una persona, en
contra de su voluntad, a su vez limita el ejercicio de las libertades
individuales que a toda persona asiste, y que más allá de proteger la vida,
la pone en grave riesgo.

Al redactar este ensayo, nos planteamos esta interrogante ¿Penalización o


despenalización del aborto? ¿Cuál es la mejor opción? Es una controversia que
ha generado diferentes posturas, unos a favor y otros en contra. En referencia a
la despenalización, desde la perspectiva de género, parto de la premisa de que la
mujer es más que un cuerpo reproductor de vida. Desde esta posición, el aborto
debiera despenalizarse por cuanto obliga a la mujer a renunciar a su vida propia:
abortar o no es una elección libre de la mujer y que las leyes que la penalizan
atentan contra su autonomía. De esa manera se tiene como argumento el derecho
a la libertad de elegir, el derecho a la dignidad, por cuanto existen países donde
esta figura legal es una realidad. Asimismo, en referencia al aborto existen dos
posiciones que se ponderan mutuamente al existir aborto por violación sexual; el
derecho a la vida y el derecho a la libertad, siendo esta última de jerarquía
superior en vista que la violación sexual representa un grave atentado contra la
libertad de la mujer. Y considero que los derechos que se vulneran a una mujer
son los siguientes: Primero, Derecho a la autonomía. Hace referencia a la
decisión unilateral de la mujer para optar por un aborto y si es que ello no se
permite constituirá una afectación al derecho a la autonomía de las mujeres.
Segundo, Derecho a la salud de la mujer. En principio explora si realmente el
impedimento de aborto termina afectando la salud de la mujer por cuanto se verá
obligada a asistir a procedimientos inseguros. Asimismo, se considera la
posibilidad de que se afecten la salud emocional en el caso que la madre
finalmente tenga a su hijo y se la obligue a criarlo, pese a representar evidencia
de la violencia que sufrió. Acceso a la salud pública. Observa la posibilidad de
que la mujer en estado de embarazo no accede en condiciones de equidad a
cualquier establecimiento de salud por su condición de mujer por cuanto
cualquier tratamiento prescrito deberá estar condicionado a la salud del

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concebido. Estos derechos se salvaguardan al despenalizar el aborto de las
víctimas de violación sexual.

Por esta razón, el respeto a la libertad de la mujer es una concepción doctrinaria


que se halla asociada al tema del aborto, sobre todo cuando este es debido a un
embarazo como producto de violación. Bajo esta premisa se pone en relieve el
derecho de la mujer para tener libertad de decidir sobre su cuerpo por cuanto
solo le concierne a ella. Se valora su autonomía para decidir sobre el embarazo
por cuanto su curso afecta su cuerpo y proyecto de vida. Como señala ZUÑIGA
(2011), entre ambas doctrinas prevalecen el concepto de persona moral y
persona legal. El primero hace alusión a la persona antes del nacimiento y el
segundo, a la persona después del nacimiento. La figura de persona legal es más
fácil de evidenciar pues solo se requiere comprobar que se ha nacido y se ha
separado físicamente de la madre; más la figura de la persona moral es más
compleja.

Tal como, indica Chávez Y. (2018) en su tesis titulada “Despenalización del


aborto en mujeres víctimas de violación sexual en la Corte Superior de
Justicia de Lima Norte”, (tesis para optar el grado académico de: maestra en
derecho penal y procesal penal.) escuela de posgrado, universidad cesar vallejo
lima- Perú. Hace referencia a uno de sus objetivos, que el fundamento que da
base a la despenalización del aborto es el respeto al derecho de libertad de la
mujer, lo cual significa que debe tener suficiente autonomía para decidir sobre su
cuerpo, más aún cuando el embarazo es producto de una violación sexual. Ello
con la finalidad de salvaguardar su salud física emocional y tenga acceso a un
sistema de salud en condiciones de equidad. El derecho de la mujer tiene mayor
jerarquía que la del embrión por cuanto aun no nace y por tanto no puede recibir
la denominación de persona.

Incluso, La jurisprudencia disponible en cuanto a los casos de aborto como


consecuencia de una violación sexual son los siguientes:

Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas. L.M.R. v.


Argentina, Comunicación No. 1608/2007, U.N. Doc.
CCPR/C/101/D/1608/2007 (2011). LMR, una joven de 20 años, con
discapacidad intelectual permanente (edad mental entre 8 y 10 años), de

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origen humilde, quedo embarazada producto de una violación perpetuada
por su tío. Pese a la judicialización previa, el aborto fue denegado
sistemáticamente y la familia no tuvo más opción que interrumpir el
embarazo de LMR clandestinamente. En mayo de 2007, INSGENAR,
ACDD y CLADEM denunciaron el caso al CDH/ONU, por violaciones a
los arts. 2, 3, 6, 7, 17, y 18 del Pacto Internacional sobre Derechos Civiles
y Políticos. Con fecha 21 de abril el Comité de Derechos Humanos emite
dictamen condenando al Estado Argentino. En su dictamen el Comité de
Derechos Humanos de Naciones Unidas consideró: La negativa al aborto
legal como violatoria del Art.3, derecho a la igualdad entre varones y
mujeres en el goce de los derechos civiles y políticos. Se incurrió en trato
cruel, inhumano y degradante violando el Art.7 del Pacto. En este sentido,
el Comité recuerda su Observación General N 20 en la que señala que el
derecho protegido en este artículo no sólo hace referencia al dolor físico,
sino también al sufrimiento moral. Se violó el derecho a la privacidad de
LMR, según el Art. 17, ya que era una cuestión a resolverse entre la
paciente y su médico, sin la ilegítima injerencia del estado a través del
poder judicial. Se violó el derecho de la autora de disponer un recurso
efectivo, tal como lo establece el Art. 2. Asimismo, señala que el Estado
Parte tiene la obligación de suministrar a LMR medidas de reparación que
incluyan una indemnización adecuada y la obligación de tomar medidas
para evitar que se cometan violaciones similares en el futuro.

Además, la planificación familiar es un derecho fundamental relacionado


íntimamente con la libertad en sus diversas manifestaciones, debido a esto, el
Estado cumple el rol importante de garantizarlo. Las víctimas de violación
sexual sufren consecuencias físicas, que sanan con el paso de los días o meses, y
secuelas psicológicas que perduran en el tiempo, las cuales se manifiestan en
diversos estadios a través de patologías como ansiedad o alteraciones mentales
que pueden conducirla inclusive al suicidio, como se pudo esbozar en el caso
planteado L.C. vs. Perú. En virtud de lo mencionado, resulta evidente que el
derecho a la planificación familiar como manifestación de libertad de decisión
referente a los hijos que la mujer desea tener, debe ser respetado en estos casos,
ya que la gestante no se encuentra en las condiciones necesarias para seguir con

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un embarazo que le recordará este acto traumático, que en la mayoría de casos su
abusador es un miembro cercano por vínculos de consanguinidad o afinidad; en
consecuencia, el feto como producto de este delito, puede nacer con diversas
enfermedades por la unión de familiares o desarrollar trastornos psicológicos
producto del rechazo de su madre o familia. Por esto, el Estado debe acabar con
toda acción que produce la revictimización, al primero ser vulnerada su libertad
sexual o indemnidad sexual y posteriormente, el derecho humano a la
planificación familiar manifestado como su capacidad de discernimiento sobre la
cantidad de hijos que desea tener.

Por eso, según el Centro de Derechos Reproductivos (2015) el deber de los


Estados de garantizar acceso a servicios e información sobre anticoncepción” se
concluyó que el derecho a planificar la familia se encuentra reconocido
explícitamente en el derecho internacional. Además, se sustenta en las garantías
internacionales a la vida, a la salud, a la intimidad y a la no discriminación. Las
obligaciones de los Estados en este ámbito incluyen asegurar el acceso a la
anticoncepción, protegiendo el derecho a tomar decisiones informadas. De la
misma manera, es fundamental y deber del Estado tener políticas claras de
planificación familiar, respetar la autodeterminación de hombres y mujeres
cuando deciden planificar su vida reproductiva, y el derecho que tienen de no
tener interferencias en su decisión.

Igualmente, el Ministerio de Salud (2015) concluyó que: “La Planificación


Familiar es un derecho de todas y todos a decidir cuándo y cuántos hijos tener y
está asociada a la reducción de los índices de mortalidad materna previniendo
que las gestantes mueran durante el embarazo, parto o puerperio y
proporcionándoles los elementos necesarios para evitar los riesgos que se
presentan, así como la información requerida que les permita aplazar la
gestación hasta que se encuentren preparadas tanto física, emocional y
económicamente. Este criterio también es válido para adolescentes y jóvenes en
edad fértil, quienes por desconocimiento se embarazan a temprana edad sin
planificarlo”.

Más aun, Echeburúa (2016) señala que las consecuencias de la victimización a


corto plazo son, en general, devastadoras para el funcionamiento psicológico de
la víctima, sobre todo cuando el agresor es un miembro de la misma familia y
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cuando se ha producido un embarazo de la violación. Las consecuencias a largo
plazo son más inciertas, si bien hay una cierta correlación entre el abuso sexual
sufrido en la infancia y la aparición de alteraciones emocionales o de
comportamientos sexuales inadaptados en la vida adulta. No deja de ser
significativo que un 25% de los niños abusados sexualmente se conviertan ellos
mismos en abusadores cuando llegan a ser adultos.

CONCLUSIONES.

 Hablar del aborto en el Perú, como en todos países que lo prohíben, implica
referirse a una realidad esquiva, dolorosa y clandestina que afecta a decenas de
miles de mujeres, que mata y deja secuelas crónicas y permanentes en la salud y la
capacidad reproductiva de un número importante de ellas. Así mismo, está
demostrado los miles de abortos que se realizan en el Perú, esto genera un circuito
clandestino, una suerte de mercado oculto que trafica con la angustia de las
mujeres, que favorece una forma particular de corrupción y las coloca en una
situación de particular vulnerabilidad, perjudicando a las que tienen menos
recursos porque no pueden cubrir el costo de un aborto en condiciones seguras. ya
que el embarazo no deseado, que no logra transformarse en una maternidad
gratificante por ser producto de una violación, al contrario, marca
psicológicamente a la mujer y deja secuelas en los hijos. De allí la importancia de
que el embrazo y la maternidad consecuente, sean el fruto de un acto voluntario,
libremente decidido y no producto de una imposición. Por ello, lo que aquí
plateamos no debe ser visto ni interpretado como un alegato o favor del aborto. No
queremos que las mujeres aborten, lo que pretendemos es evitar que tantas mujeres
se vean involucrados en situaciones de enorme riesgo para su vida y su salud por el
hecho de tener que recurrir a la práctica clandestina del aborto.

 Asimismo, fuera de la percepción nacional, el aborto es visto como un derecho que


impide cualquier forma de discriminación al proteger la dignidad, libertad y
autonomía de la mujer; aún más en casos de violación sexual evita su
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revictimización. Mientras que, en el contexto peruano, se encuentra corrompido
por estigmas y estereotipos, tanto de género como religiosos; los cuales se reducen
a ideas preconcebidas impartidas por la sociedad machista. Pese que el patriarcado
en la actualidad está perdiendo su poderío dentro de la sociedad, ese no es el caso
de la iglesia que cuenta con argumentos cuyo origen se remonta a miles de años;
los cuales ejercen una enorme influencia sobre las conductas de las personas al
definir lo sagrado y lo profano. De esta manera, se logra nublar el criterio del
legislador impidiéndole realizar una ponderación entre el feto producto de una
violación y la víctima. Es decir, el Estado le arrebata el derecho de abortar como
consecuencia de un abuso sexual a la mujer peruana, evidenciándose su falta de
respaldo e ineficiencia para plantear medidas, al someterla a un largo y costoso
proceso en virtud de la postura que asume la sociedad al satanizar el aborto con
argumentos cuyo grado de validez es deficiente.

 Finalmente, se tiene que el fundamento que sirve como base para la


despenalización del aborto es el respeto a los derechos sexuales y reproductivos,
así como la libertad de la mujer; lo cual significa que debe tener suficiente
autonomía para decidir sobre su cuerpo y más aún cuando el embarazo es producto
de una violación sexual. Es decir, nuestra postura cuenta con fuertes pilares
constitucionales consagrados en el Artículo 2° de la Carta Magna peruana, por
causa de esto ningún ser humano dentro de un Estado de Derecho puede recibir
medidas restrictivas sin razón válida alguna, que atenten contra el núcleo duro del
derecho fundamental a la libertad. Es así que, el derecho a la planificación familiar
como manifestación de libertad de decisión referente a los hijos que la mujer desea
tener y el derecho de no recibir interferencias en su decisión, debe ser respetado.
Por esto, el Estado en lugar de imponer prohibiciones legales, debe entender que es
el único que cuenta con los medios para salvaguardar la salud física, emocional de
la víctima y lograr el acceso a un sistema de salud en condiciones de equidad.

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