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La expresión del espafio! "quiero tÚcir"puede fimcionar en ocasiones como un marcador discursivo
de reformulación. A fin de demostrarlo, en este trabajo se analizan las principales carneterlsficas
gramaticales y mndntíco-pragmdticas de esta unidad. y se conectan con las que generalmente se
atribuyen a este tipo de marcadores. As!' se llega a la conclusión de que, l1unque su grado de fija-
ción no es tan elevado como el de otras partlcttlas dÚClIrsivas ya pesar de que no carece por com-
pleto de significado léxico, es posible considerarla un marcador que introduce prototlpicamente
tlutorrefonnulaciones parafrdsticas.
The Spnnish expression "quiero decir" can fonction as ¡¡ reformulation discourse 1!10rker. In arder
to prove thol, in tMs paper we analyle the main grammatical and semantic-pragmatic features of
this item.. and we connect them with those that we generally attribute to this kind ofmarkerl. The-
refort', we condude that though its jixati01J level is not total and it does not lack completely lexical
meaning, it can be consídered a marker that prototypically introducel paraphrastic auto-refonnu-
lations.
nados con e! texto, pues sientan las bases que permiten contemplar e! fenómeno de
la reformulación como una estrategia discursiva. Apoyándose en la teorfa de la for-
mulación de Antos (1982), estos autores consideran que la construcción de un dis-
curso es, en realidad, un proceso de continuas formulaciones y reformulaciones. Al
construir su discurso, el hablante intenta siempre encontrar las expresiones que más
se ajustan a su propósito comunicativo, pero dado que su actividad se dirige a un
destinatario, cada enunciado debe verse como una proposici6n que los interlocuto-
res aceptarán o rehusarán. De esta manera, es el auditorio quien decide si el enun-
ciado satisface las necesidades comunicativas y, en caso de que no lo haga, pide al
locutor que lo complete, precise, explique o corrija: es decir, que lo reformule.
También puede ser el propio locutor e! que sienta la necesidad de explicar mejor lo
que pretendía decir, y que, adelantándose a la petición de! interlocutor, modifique
alguna de sus formulaciones (Gülich y Kotschi 1983, 334).
En los casi veinte años transcurridos desde la publicación de! artículo de Gülich
y Kotschi, se han ido sucediendo los trabajos sobre reformulación y reformuladores,
tanto para e! español como para otras lenguas. Pero los aspectos fundamentalr.s de
la linea por ellos planteada siguen manteniéndose vigentes. Asf, en 1991 Casado
señalaba:
Cuando algo se explica o reformula es porque esa operación se considera necesaria para satisfacer
las exigencias de la intercomprensión, en función de la inteligibilidad, de las creencias del interlo-
CUtor, del objetivo de la comunicación. El enunciado se reformula porque se considera rerroacríva-
mente como insuficiente, poco claro, equivocado o inadecuado; como algo sobre 10 que, por
diversas razones hay que volver. (113)
chi 1987, 52). Como veremos más adelante, con quiero decir se confirma esta
observación.
A estos parámetros, Gaulmyn afíade un tercero, que permite distinguir entre
reformulaciones "inmediatas" y "diferidas" (168). En las primeras, el enunciado
fuente (es decir, el que sufre una reformulación) yel enunciado reformulador van
seguidos; en las segundas, en cambio, están separados por otros enunciados.
Por último, las reformulaciones se han clasificado también como "parafrásticas"
o "no parafrásticas", pero puesto que esta difetencia va unida al tipo de marcador
discursivo, desarrollaré este punto en el apartado siguiente.
Kotschi; es decir, para indicar que se trata de un marcador que conecta dos miem-
bros entre los que se presupone equivalencia semántica.
El hecho de que quiero decir sea una forma que no está totalmente lexicalizada, así
como que no carezca de significado conceptual, es lo que probablemente ha llevado
a algunos autores (ver Fuentes 1987; Portolés 1998; Martín 2orraquino y Portolés)'
a excluirla de la nómina de los marcadores discursivos. En este apartado intentaré
demostrar que, a pesar de todo, esta expresión presenta muchas caracteristicas que
permiten adscribirla al grupo de los marcadores de reformulación. Con este fin,
analizaré sus aspectos gramaticales más relevantes y también su significado, conec-
tándolos con las propiedades que Martín 2orraquino y Portolés atribuyen a este
tipo de elementos lingüísticos. Existen, además, dos argumentos que, aunque
secundarios. vienen a apoyar esta opinión. .
En primer lugar, no son pocos los estudiosos de los marcadores del discurso del
español que han incluido quiero decir dentro de esta Categoría. Así, Casado (1993 y
1998) la considera un marcador de (auto)corrección. Portolés (1993), por su parte,
la encuadra entre los marcadores reformulativos parafrásticos, a pesar de que más
tarde no la registre entre los reformuladores. Y finalmente, Briz la sitúa entre los
reformuladores. Esto nos lleva a concluir que, si bien el grado de lexicalización no
es total, al menos es lo suficientemente elevado como para que importantes autores
se hayan planteado estudiarla como un marcador.
En segundo lugar, y posiblemente como razón de menor peso, en lenguas como
el francés y el inglés las expresiones equivalentes a q/tiero decir - ie veux dire y 1
mean- han sido estudiadas como marq¡dores discursivos. Así, Gülich y Kotschi
(1983) consideran ie veux dire un marcador de reformulación parafrástica, como ya
hemos visto. Y 1 mean, por su parte, ocupa un capítulo de una obra pionera en el
estudio de los marcadores: Discouse markers, de Deborah Schiffrin. .
3.1. Aspectos gramaticales. Analizaré aquí algunas de las características más desta-
cadas de quiero decir: su grado de lexicalización, su caracterización fónica y gráfica,
las posiciones sintácticas que ocupa, su imposibilidad de recibir modificadores y
complementos, el tipo de unidades en el que incide, su combinación con otros
marcadores, su comportamiento con la negac~ón. y, finalmente, su aparición junto
Pero a pesar de que no se trata de una unidad totalmente fijada, podemos hablar de
cierto grado de lexicalizaci6n, frente a·construcciones libres de la lengua que coinci-
den formalmente ella. Se distingue asl, por ejemplo, de expresiones en que el sen-
tido reformulador no está presente, el verbo querer mantiene plenamente su sentido
volitivo y el verbo decir puede ser sustituido por un sinónimo (comullicar, etc.):
(8) [... ] porque Los Ronaldos, se lo quiero decir a usredes, son una de las bandas mejores consi-
deradas mejores en en nuestro país en cuamó a rock se refiere [... ] (El martes que viene, TVE 1,
01105/90, CREA)
o punto y coma) y una débil; por una débil y una fuerte; o, incluso, por dos pausas
fuertes (punto y.dos puntos). Así podemos comprobarlo en los siguientes testimo-
lllOS:
(lO) [... ] me impide dar cuenta exacta del suceso, quiero decir, con palabras científicas. (ABe
Electrónico, 09/1111997, CREA)
(11) Y, de hecho, todo fue bien hasta que nació Bel, Luzbel, quiero decir (L. Goytisolo, Estela del
¡ilego que se aleja, 1984, CREA)
(12) Lo ruce así porque todavía no me había percatado de la ideología del periódico; quiero decir,
de su verdadero matiz ideológico dentro del más estricto conservadurismo. (G. Torrente Ballester,
Filomeno a mi pesar, 1988, CREA)
(13) -Porque alguna vez tiene que pasar. Quiero decir: ya tengo veinticinco tacos. No voy a
pasarme toda la vida viviendo con ellos. (J. A. Mafias, Historias del Kronen, 1994, CREA)
No suele hacerse esta pausa, sin embargo, cuando el enunciado reformulador está
introducido por la conjunción que, aunque sería posible realizarla. A pesar de que
son muy escasos los testimonios con pausa, tanto en lengua escrita como en lengua
oral se pueden registrar algunos:
(16) Alcolea, como siempre, habla de sí mismo, de sus propios laberintos.
Todo esto, que siempre ha sido manjar exquisito, lo es más todavía en estos tiempos en que la
dieta estética madrilefia se caracteriza por el predominio burguer conceptual.
Quiero decir: que Alcolea, como les sucede a otros muertos de los ochenta -ver Manolo Quei-
jido, estos mismos días, en fiuades-, goza de una envidiable salud, (ABe Cultural, 13/12/1991,
CREA)
(17).0 sea, esto es bueno para la democraci¡l y lo otco también lo hubiera sido, ¿no? Quiero decir,
que los jueces deciden y si ahora la noticia fuera que Felipe González tiene que declarar, pues yo te
estada diciendo 10 mismo [... ] (hita noche cruzamos el Mississippi, Tele 5,04/11196, CREA)
(18) Les juro que la van a conseguir ... y si no, ¡mátenme por carta! (quiero decir, escríhanme y les
diré dónde la compro habitualmente). (Botana, Maru, Las recetas de Maro, 1992, CREA)
(19) Mientras esperaba pacientemente -quiero decir, con toda la paciencia que se puede conser-
var en estas adversas circunstancias-, abrió el mensaje para leerlo: Julia le hahía llamado. (A. Mar-
sillach, Se vende ático, 1995. CREA)
(20) Tuve la suerte de que cayese en mi ola, quiero decir, en mis brazos, un caballero de alta socie-
dad que se enamoró de una servidora [... ]. U. 1. Alegre Cudós, Locus amoenm, 1989, CREA}
Por otra parte, Martín Zorraquino sefíala que la movilidad de los marcadores pre-
senta limitaciones, pues "comparecen siempre junto a las llamadas "categorías
mayores" de la secuencia oracional" (43). En el caso de los reformuladores, sin
embargo, no parece imposible que marcador y enun'dado reformulador se inserten
en cualquier lugar de la secuencia, aunque no sea entre categorías mayores. 7 Hay
que reconocer que no se trata de un fen6meno habitual, y, de hecho, no se ha regis-
trado ningún testimonio. Pero no parecen agramaticales los siguientes ejemplos:
(23) Voy a jugar un partido con - quiero decir, contra- tus vecinos.
(24) Hoy pasaremos más - quiero decir, menos- calor que ayer.
Se plantea de este modo la duda de si quiero decir que constituye una variante del
marcador, condicionada por el contexto, o si, en realidad la conjunción no forma
parte del marcador, sino que introduce e! enunciado reformulador. Ante esta doble
posibilidad, me inclino a pensar que la conjunción no forma parte de! marcador, al
igual que hacen Martín Zorraquino y Portolés con otras partículas discursivas
(4070). El hecho de que sea posible realizar una pausa entre quiero decir y la con-
junción apoya este punto de vista (ver, también, Pons 2000, 212).
3.2. Significado y liSOS. Además de la lexicalización, otra importante característica
de los marcadores discursivos es, como he señalado, la de no poseer significado con-
ceptual, sino significado de procesamiento (Martín Zorraquino y Portolés 4072).
La unidad que nos ocupa, quiero decir, hace inferir que e! miembro del discurso que
introduce se ha de interpretar como una vuelta atrás con la que se formula de un
modo más adecuado 10 que se pretendió decir previamente. Presenta, por tanto, un
significad~ de procesamiento.' Pero hay que admitir que esta expresión todavía deja
entrever el significado de los verbos involucrados en ella, y no carece de significado
léxico, a pesar de que el sentido de verbo de voluntad de querer no es tan fuerte
como en algunas de las construcciones librés que hemos visto. 10
Con todo, se puede afirmar que quiero decir forma parte del grupo de los marca-
dores de reformulación. Va a introducir autorreformulaciones (es lógico, pues el
verbo se presenta en primera persona), que consideraremos "parafrásticas)), ya que
con su uso se presupone cierta equivalencia semántica entre el enunciado fuente y
el enunciado reformulador (ver Glilich y Kostchi 1983). Por 10 general se trata,
además, de reformulaciones autoiniciadas e inmediatas, aunque también son posi-
bles las heteroiniciadas y las diferidas.
El significado de reformulación de quiero decir se puede concretar en varios sen-
tidos específicos. Distintos autores le han asignado un sentido "aclarativo" (Fuentes
1987, 184), "explicativo" (de "explicitación de la presuposición o de la inferencia" y
de "rectificación") (Casado 1991, 108 Y ss.), de "autocorrecciófi' (Casado 1993,
36), o, más general, de "marcador de reformulación parafrástica" (Ponolés 1993,
152) -este autor no la incluye, en cambio, entre los marcadores de rectificación-o
Por mi parre, tras un análisis detallado de los testimonios, he considerado dos senti-
dos principales del reformulador quiero decir, que en cierro modo recogen los que
acabo de sefíalar: aclaración y rectificación.
Ligados en principio al significado de reformulación parafrástica, pero cada vez
alejándose más de él, seregistran otros usos de quiero decir, propios de la. lengua oral
y menos frecuentes que los anteriores. En ellos el marcador va adquiriendo un valor
modal, hasta llegar a convenirse en un mero refuerzo de la enunciación.
3.2.1. "Quiero decir" COIl semido aclarativo. Presenta este sentido cuando la refor-
mulación que introduce surge porque el locutor, por alguna razón, considera que su
primer enunciado no ha quedado suficientemente claro y que podría, por tanto, lle-
var a un malentendido o a una incomprensión.
Estamos, pues, ante una estrategia con la que el locutor intenta evitar una falta
de comprensión, o bien, si ésta ya se ha producido, la repara. En el primer caso la
reformulación será autoiniciada e inmediata. En el segundo, más infrecuente
(recordemos la preferencia del hablante por la autorreformulación autoiniciada),
será diferida y, en ocasiones, heteroiniciada.
3.2.1.1. Como estrategia para evitar el malentendido. Un malentendido puede
originarse de muy diversos modos, y en funci6n de cómo se genere son posibles dis-
tintos usos de quiero decir. Así pues, creo conveniente detenerme a aclarar algunos
conceptos relacionados con los malentendidos y la ambigliedad, para 10 cual seguiré
a Fuchs.
Entre las causas por las que se produce un malentendido se encuentra un fenó-
meno dado por el sistema de la lengua, como es la ambigüedad, pero también otros .
que provienen del discurso, del uso de la lengua por parte de los sujetos, como son
la subdete/minación y la sobredetenninación. Fuchs distingue estos fenómenos de la
siguiente manera (cap. 1):
-La ambigüedad supone que una expresión es plurivoca; es decir, que puede
entenderse de diversos modos, que posee distintos significados, pero éstos son
mutuamente excluyentes. El receptor elige sólo uno para interpretar correctamente
el enunciado.
-En la subdetenninaci6n, en cambio, el sentido que se asocia a una expresión es
univoco, pero su interpretación está abierta, porque ese sentido puede ser precisado
e incluso rectificado. Son casos de subdeterminación, por ejemplo, la generalidad
de sentido, el sentido vago y el sentido aproximado.
-En la sobredetenninación, por último, las expresiones sonplurivocas; sin
embargo, el receptor no debe elegir entre los significados dados, pues éstos no se
excluyen mutuamente, sino que el emisor superpone unos a otros. Se incluyen aquí
los implícitos (presupuestos y sobrentendidos) y el cúmulo de sentido (lapsus, jue-
gos de palabras ... ).
Por otra parte, no siempre la ambigüedad genera un malentendido. Toda forma
a la que se puedan asociar varios significados en una lengua es virtualmente ambi-
gua, si se considera aisladamente. Pero. cuando aparece en un contexto, puede resul-
tar efectivamente ambigua o convertirse en unívoca. De manera que, aunque una
expresión sea ambigua, muchas veces el receptor no debe elegir un significado, por-
que el contexto lingüístico selecciona uno. Hablaremos entonces de ambigüedad
virtual. Por el contrario, si el contexto deja abiertas varias interpretaciones, estare-
mos ante una ambigüedad eftctiva.
A su vez, una ambigüedad lingülstica eftctiva puede resolverse por medio de
conocimientos no lingüísticos, en una situación comunicativa. Muchas ambigüeda-
des no son percibidas por los receptores -o son solucionadas inmediatamente-, gra-
cias a sus conocimiento del universo y de la situación o del interlocutor: Los
mensajes serán lingüísticamente ambiguos. pero por razones extralingüísticas no
dan lugar a' incomprensión o a malentendidos. Diferenciamos, así, la ambigüedad
lingüística eftctiva, que se debe a los mecanism'os de la lengua y es imposible de
resolver sólo con ayuda de los conocimientos del sistema de la lengua, del equívoco
real, que se produce o bien cuando los factores extralingüísticos no han podido
resolver una ambigüedad, o bien a causa de estos mismos factores, que pueden mul-
tiplicar las posibles interpretaciones.
Hay que tener presente, además, que cuando un receptor interpreta unívoca-
mente una expresión ambigua para él no hay equívoco. Pero nada permite decir a
priori sí la interpretación que él realiza era la que el emisor pretendía. Si no cDinci-
den, habrá un malentendido, que, dependiendo del caso, puede quedar ignorado
para los sujetos o revelarse en la continuaci6n del intercambio lingüístico.
Finalmente, Fuchs señala que aunque ellocuter puede producir ambigüedades
voluntariamente -explotando, por ejemplo, e! doble sentido o los juegos de pala-
bras-, por lo general intenta evitar la ambigüedad, y con ella e! malentendido, recu-
rriendo a una serie de estrategias (76 y ss.):
-precorrección: el hablante planifica el enunciado para evitar expresiones ambi-
guas.
-corrección inmediata: a medida que se oye hablar o relee lo escrito, el emisor se
da cuenta de que acaba de enunciar una expresión virtualmente ambigua y puede
evitar que se haga efectiva mediante la corrección inmediata. Utilizará medios con-
textuales de desambiguación o recurrirá a diversos tipos de comentarios metalingüí-
sticos, situados como incisos.
-rectificación de la ambigüedad: cuando un emisor ha terminado de producir su
mensaje y descubre en él alguna ambigüedad, puede recurrir a paráfrasis o glosas
desambiguadoras, antes de dejar que surja el equívoco, o en respuesta a alguna pre-
gunta de su interlocutor, que manifiesta su incomprensión.
Para el hablante de español, la reformulación introducida mediante quiero decir
puede ser una estrategia con la que corrige inmediatamente su enunciado, evitando
el malentendido, o bien una estrategia para rectificar la ambigüedad, reparando e!
malentendido una vez. que éste ya se ha producido. Atendiendo a la posible fuente
de! malentendido, se. observan distintos usos del reformulador:
a) En primer lugar, el malentendido podría surgir a partir de una expresión
ambigua. Esta ambigüedad puede ser morfosintáctica, léxica, semántica o pragmá-
tica, pero, en cualquier caso, viene dada por el sistema de la lengua. Ocurre así en
los siguientes testimonios:
(35) ¿Quién es, Dorotea? ¿Otro matrimonio?" Pasen, pasen, claro, a las fiestas, este año van a
estar muy lucidas, Don Serapio ha (¡--a {do una peste de cantanres, muy buenos. ya verán, han
salido varias veces en la tele, programa regional, y quizá mafiana los saquen ya en el telediario.
Todos son de su pueblo, quiero dedr, del pueblo de Don Serapio. hombre, ay, qué buen humor
tiene usted. (Zamora Vicente, Alonso, HiJtoyias de ¡Iiva voz, 1995, 38)
El posesivo su es una expresión ambigua en español: puede referirse a él, ella, ellos,
ellas, usted, ustedes ... Esta ambigüedad virtual se ve reducida por el contexto, donde
únicamente podría referirse a él (don Serapio), a e/los (los cantantes), y a ustedes (el
matrimonio que acaba de llegar). Con la reformulación se deshace esta ambigüedad
efectiva y se aclara la interpretación que se debe dar al enunciado, aunque por el
comentario "ay, qué buen humor tiene usted", parece que el malentendido, podría
haber surgido ya.
La ambigüedad proviene en este caso de! pronombre lo, que en este contexto puede
referirse tanto a Gregorio como al cuarto de baño. Sin la reformulación, la
ambigüedad efectiva podría llevar al malentendido.
b) En segundo lugar, el malentendido podría surgir a partir de una expresión
subdeterminada. Recordemos que estas expresiones podían ser "precisadas" o,
incluso, "rectificadas", por lo que este uso se relaciona estrechamente con el sentido
de corrección (ver apartado 3.2.2.2.). Desde un punto de vista sintáctico, se
observa que muchas veces con e! enunciado reformulador se añade al enunciado
fuente un modificador o un complemento.
{37} Las doscientas y pico universidades nuevas de España. bueno, qué le voy a contar. Esas, locas
del todo, prometiéndome ventajitas. Se ve que estaban deseosas de lograr renombre, renombre
científico, quiero decir, y no sólo ser famosas por el mecenazgo de los Montes de Piedad y de las
asociaciones piadosoculruralesesorericovecinales (Zamora Vicente, Alonso, Historias de viva voz
1995, 171)
que puede entenderse como "equivocar) tomar una cosa por otra» (acepción 3 del
DRAE), o como "perturbar, desordenar las cosas o los ánimos" (acepción 2),
(43) ROMEO ¿La molesto? ¿De verdad que no la molesw? Mire que, a mi, no me gusta molestar.
CANDEL Que no es molestia, Romeo. Nos hemos tratado muy poco, pero ya sabe usted que ésta
es su casa.
ROMEO Usted me confunde, sefiora ...
CANDEL ¿No es usted Romeo, e! de! segundo izquierda?
ROMEO Quiero decir que me awra ... , que me emociona con sus palabras. ¡Gracias. amiga mía,
gracias (E. Herrera, Un cero a la izquiertÚt, 1976, CREA)
Con todo, no se puede perder de vista que muchas veces el error es intencionado, y
conlleva la aparición de un sentido implicito. Así, a pesar de que, como afirman
Martín Zorraquino y Portolés, lo que cuenta para la prosecución del discurso en los
reformuladores es e! segundo enunciado (4080), el primero no deja de tener su
importancia. Este fenómeno resulta especialmente significativo en lengua escrita,
en la que un simple error podría ser borrado por e! escritor sin dejar ninguna hue-
lla:
(48) Lo único que, al parecer, no está en vuestras manos es quitarme la palabra. Perdón, en qué
estaría yo pensando: quiero decir la cerilla. Eso, quitarme la cedlla ... Al parecer, no está en vues-
tras manos quitarme la cerilla. (E! Mundo, nO 3839, 29/1196)
En (52) se presupone una respuesta "nada:' a la pregunta "iY qué tiene para demos-
trarlo?". El locutor modifica esta inferencia, al darse cuenta de que hay una caracte-
rística de los genios que posee la persona de la que están hablando: las uñas sucias.
Pero, precisamente, esta característica no define aJos genios, es un rasgo superficial
y a la vez grotesco, con lo cual se viene a reforzar la respuesta supuesta en principio.
3.2.2.3. La rectificación como formula de atenuación. La rectificación introducida
por quiero decir funciona en ocasiones como un atenuante con el que el locutor
trata de salvaguardar su propia imagen y la del otro. Esto es, la rectificación se pro-
duce cuando el hablante se da cuenta de que el enunciado que acaba de emitir daña
su imagen o la de su interlocutor. Al intentar formularlo de otra manera, repara en
cierta medida este perjuicio.
Se registra este uso con autorreformulaciones tanto autoiniciadas como hete~
roiniciadas. Así, en el siguiente testimonio asistimos a un intento de reformulación
autoiniciada (que por cierto se ve interrumpido), con el que el hablante pretende
reparar la emisión de un enunciado que daña la imagen de su interlocutora:
(53) Daniel: (Muy molesto al comprender que María Teresa escuchó de algún modo su conversa-
ción telefónica con Aurora.) Entonces ¡sí que oíste! (Con un rencor súbito.) Pero ¡bueno! Además
Aurora sólo tiene treinta y cinco años. (Dándose cuenta demasiado tarde de la terrible grosería que
acaba de cometer) No ... quiero decir que ...
Ma Teresa: (Cortándole, glacial) Yo no sé 10 que querías decir tú, pero yo sí sé 10 que quiero decir,
y muy exactamente. Yo tengo cinco afias más que tu querida Aurora, y tú eres un cerdo. (R. Sirera,
Indian summer, 1991. CREA)
3.2.3. Otros usos del marcador. Además de los usos prototípicos de quiero decir,
en los que la unidad actúa como marcador de reformulación parafrástica, al analizar
distintos testimonios he podido comprobar que existen otros empleos, que paulati-
namente se van alejando de la reformulación parafrástica e incluso de la función
reformuladora propiamente dicha. Se trata de usos propios tle la lengua oral -
menos planificada que la escrita- en los que la expresión marca un cambio en la
planificación discursiva o bien se convierte en un mero apoyo modal. La variante
más frecuente en ambos casos es te quiero decir, si bien también se registra quiero
decir.
3.2.3.1. Señala un cambio en la planificación discursiva del hablante. Este uso no
es ajeno a los reformuladores, ya que según Portolés (1998, 105):
Las instrucciones de formulación de algunos marcadores condicionan la comprensión del miem-
bro discursivo que introducen de un modo determinado y, a la vez, lo presentan, frente al discurso
anterior, como aquel que transmite saúsfactoriamente la intención comunicativa del hablante.
Este hecho permite su mayor independencia en relación con el discurso precedente, lo que facilita
su uso para modificar o renovar la plaI1ificación discursiva que se estaba realizando hasta ese
momento.
Generalmente, quiero decir --que se combina muy frecuentemente con pero (ver
apartado 3.1.6.)- marca un cambio en la planificación del discurso en dos situacio-
nes diferentes:
-Tras varios intentos fallidos de formular adecuadamente su enunciado, ellocu-
tor decide volver a comenzar. Para ello, 'introduce su nueva formulación con quiero
decir; que presentará el miembro del discurso en el que incide como "el que se ha de
tener presente en la prosecución del discurso" (Martín Zorraquino y Portolés
4121):
(55) Entonces cuando yo me senda abrazado por esa mujer perfumada. opulenta, ¡qué maravilla!.
chica, se me .. .la gran felicidad para mí. Entonces para mí eso era, realmente, bueno. A lo mejor
los otros caraquefios no le han hablado de estas cosas horribles, que yo le estoy diciendo, pero
... le estoy contando, no lo de horrible en el sentido". pero ... bueno, pero te quiero decir que
Mucrunga era un paraíso er6tico, pero no erótico en el sentido pornográfico, ¿tú me entiendes?
(CSHC-87 Entrevísta 84, 1987, Venezuela, CREA)
-El enunciado introducido por quiero decir retoma un tópico anterior, que se había
abandonado en el transcurso de la conversación. Supone una reorientación en la
planificación del discurso, llevada a cabo a través de una reformulación diferida.
(56) -Pero yo digo una cosa que la educación de los hijos es ... también la tuya, no la del profesor
sino también la tuya.
-Sí, como dice mi suegra yo tengo la culpa de que mis hijos sean de una manera o de otra, porque
como el padre no ,está en toda la semana, pues si sale a los hijos ... es que ella como sus hijos son
así. ..
-¡Qué gracia! [... ]
-Como sus hijos no ... nada bueno.
-Pero eso no tiene nada ... ·no, pero que te quiero decir que mucha gente dice: "los profesores".
No, también tienes tú que hacer algo. (Conversación 7, Universidad de Alcalá de Henares, 1992,
España, CREA)
3.2.3.2. Mero apoyo modal. A partir del uso anterior, quiero decir puede evolu-
cionar hasta llegar a convertirse en un mero apoyo con el que el hablante refuerza
su enunciación. Podríamos hablar, en realidad, de un "operador discursivo", pues
en este caso el marcador n'; relaciona dos miembros del discurso, s.ino que su signi-
ficado afecta s6lo a un miembro (Martín Zorraquino y Portolés 4072). Como en
los reformuladores lo fundamental es el segundo miembro, fácilmente "evolucionan
hasta convertirse en operadores': (4121).
(57) En verdad me habría gustado hablar con esos ripos en esos lugares y me habría ayudado a
estar, quiero decir, en más contacto con su modo de sentir; me habría ayudado mucho. (Proceso,
01109/1996, CREA)
Es posible, incluso, que marcador acabe funcionando como una simple muletilla,
como vemos en (58): .
(58) -Sí, exacto, pero tú te imaginas en la política espafiola una Hona, una Cicciolina.
-Por qué no? Es posible, quiero dedr, es otro país latino yen ... te quiero decir, en este momento
estamos gozando de una situación política que que profundamente desconocemos y probable-
¡;nente llegue un momento en el cual haya también un desencanto político en este país y se tomen
votos o se hagan ... se emitan votos drásticos.
-O sea tú no estás de acuerdo con la opinión de los obispos italianos cuando ella entró en el Parla-
mento que calificaron su entrada como de aberración política.
-Quiero decir ... no sé. Yo, de todas maneras, quiero decir, los temas eclesiásticos los los tomo
con pinzas, te quiero decir, no sé que [sic] es más escandaloso si ella que se destape, que es una
mujer y tiene un cuerpo bonito, o unos sefiores que en siglo veinte sigan llevando unas faldas tan
largas. (Un dla es tln dla, TVE 1, 05/07/90, CREA)
4. Conclusiones
Tras el estudio realizado de la expresión quiero decir, parece posible admitir que nos
hallamos ante un marcador discursivo, ya que a pesar de no presentar un grado de
lexicalización tan elevado como el de otras partículas discursivas y de no carecer
totalmente de significado léxico, sus características gramaticales y su significado la
acercan en gran medida a estos elementos lingüísticos.
Dentro de los marcadores, la incluimos en el grupo de los reformuladores o
marcadores de reformulación, pues esta unidad introduce un enunciado que
supone una vuelta atrás en la formulación de un locutor para decir de un modo más
adecuado lo que se pretendió expresar con anterioridad. Además, y condicionada
por sus características morfológicas, introduce autorreformulaciones, generalmente
autoiniciadas e inmediatas, pero también heteroiniciadas y diferidas. Prototipica-
mente funciona con un valor de reformulación parafrástica, concretado en los sen-
tidos de aclaración y rectificación. Se puede observar sin embargo una tendencia a
alejarse del valor parafrástico e incluso de la función reformuladora, cuando marca
un cambio en la planificación discursiva o se convierte en un mero apoyo enuncia-
tivo.
NOTAS
1. Con todo, como veremos al hablar de quiero decir como introductor de una rectifica-
ción, en muchas ocasiones lo dicho en el primer miembro no carece de importancia.
2. Por ejemplo, para Fuentes (1993,76), en "la relación parafrástica se conectan dos seg-
mentos enunciativos, y en la no parafrástica es un segmento con una serie de ellos",
Más recientemente, Pans (2000, 210) indica que la reformulación parafrástica "se rela-
ciona con procesos de explicación, equivalencia, e incluso con las repeticiones (Norén,
1999), que sirven para aclarar aspecros no comprendidos de una intervención en la inte-
racción comunicativa, así como para reforzarlos". Y que) en cambio, la reformulación no
parafrástica "tiene que ver con los procesos de corrección por los que el hablante rectifica
lo que ha dicho hasta el momento para marcar como relevante lo que va a decir a conti-
nuación".
3. No se trata tampoco de una clasificaci6n definitiva. En 1998 (142 Y sigs.) propone otra
basada en el significado concreto que adopta la reformulaci6n y distingue cuatro grupos
de reformuladores: "explicativos", que;, introducen una reformulaci6n que "aclara o
explica" lo anteriormente dichoj "rectificativos", que ''sustituyen un primer miembro,
que presentan como una reformulaci6n incorrecta, por otra que la corrige o, al menos,
mejora"j "de distanciamiento", con los que se muestra "la nueva formulación como
aquella que ha de condicionar la prosecución del discurso, al tiempo que se priva de per-
tinencia el miembro discursivo que lo precede"; y, por último, "recapitulativos", que
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FUENTES