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EL NIÑO HOSPITALlZADO

FRANCISCO J. LEAL QUEVEDO

os médicos y todos los profe- dico de comienzos de siglo: “Misericordia,


sionales de la salud nos hemos virtud que inclina el ánimo a compadecerse
formado dentro de los hospi- de las desgracias e infortunios ajenos”.
tales y con gran frecuencia A comienzos de este siglo se sacó a la
continuamos ejerciendo nues- madre de los hospitales, para intentar pro-
tra práctica, de tiempo parcial o total, en teger al niño de las infecciones que se supo-
una institución hospitalaria. Ello nos lleva nían procedentes del exterior.
a sentirnos un poco en nuestra casa, a per- En los 40, René Spitz hizo la conocida
der la sensibilidad para percibir lo que sig- descripción del hospitalismo o depresión
nifica ser internado en un hospital para un anaclítica, en los niños internados en una
individuo cualquiera, pero principalmente institución largo tiempo. Este campanazo
para un niño. de alerta comenzó a llamar la atención so-
bre las consecuencias anímicas de la hospi-
talización en los niños.
UN POCO DE HISTORIA
En la década del 50, se hace evidente
Los Hospitales fueron inicialmente pen- que los niños separados de sus madres tar-
sados para adultos y durante siglos funcio- daban más en recuperarse de sus dolencias.
naron con ese carácter. El primer centro de Y que en los egresados de hospitalizaciones,
asistencia pública destinado al niño enfer- aun cortas, ocurrían frecuentes trastornos
mo fue creado por Mastalier en Viena en de comportamiento: llanto inmotivado, des-
1787. Pero el primer Hospital pediátrico, pertar angustioso como de pesadillas, ano-
que es a la vez como el acta de creación de rexia y una necesidad imperiosa de no sepa-
nuestra especialidad, data de 1802, cuando rarse de su madre ni por un momento.
se fundó L ’Hopital des enfants malades en Lentamente se fue creando así una cons-
París. En nuestro país el primero fue el Hos- ciencia de la importancia de la compañía
pital de la Misericordia, fundado en Bogotá de los padres, lo cual se consignó en el fa-
en 1897 e inaugurado en 1906 y cuyo nom- moso informe Platts, 1959, en Gran Breta-
bre precisamente quería expresar el espíritu mé- ña que dice: “los padres deben tener acceso

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ilimitado a sus hijos en los hospitales”. Ani- ses, por sus propias madres o por la madre
mado por estas mismas orientaciones, en esa de otro pequeño. Los niños tenían la apa-
época en Bogotá, el Dr. Calixto Torres riencia, comprobada por tests, del promedio
Umaña (1885-1960), quien se había gradua- para su edad. Después del tercer mes, madre
do en Harvard en 1917, luchaba infructuosa- e hijo, por distintas razones, generalmente eco-
mente por instalar el “salón madre-hijo” en nómicas, se separaban. En la Casa de expósi-
el Hospital de la Misericordia. tos, eran adecuadamente cuidados en sus ne-
Se tardó algunos años para que en E.U., cesidades físicas. En la práctica cada doce niños
en la década de los 70, se diera grandes faci- eran cuidados por una niñera y se mostraban
lidades de acceso, permanencia y participa- ávidos de afecto. Luego de la separación de
ción no sólo de la madre sino de toda la sus madres pasaban por etapas de un empeo-
familia, en los hospitales pediátricos. ramiento afectivo progresivo, se hacía eviden-
En Colombia, aún estamos lejos de tener te el retraso sicomotor, los niños se tornaban
esta consciencia y nuestros hospitales ponen pasivos, yacían postrados bocarriba en sus ca-
mil trabas al alojamiento conjunto madre-hijo, mitas, el rostro se tornaba inexpresivo, la co-
se restringen las visitas y el número de visitan- ordinación ocular era defectuosa. Presenta-
tes es limitado. Y los niños no pueden visitar ban pérdida del apetito, pérdida de peso y
a su hermanos ingresados, hasta se lee en carte- ausencia de actividad autoerótica. La movili-
les: “No traer los niños al hospital”. dad tomaba en algunos la forma de cabeceos
Hay ya suficiente soporte estadístico para espasmódicos, otros mostraban movimientos
demostrar las bondades del sistema, en cuan- digitales extraños, que recordaban aquellos
to a acortamiento de estancias, menores ín- de los descerebrados o atetósicos. Luego iban
dices de infección y mejor recuperación inte- mostrando un descenso progresivo del índi-
gral (somatosíquica), cuando los niños son ce de desarrollo. Al final del segundo año, el
atendidos en los hospitales en conjunción promedio del índice era del 45% de lo nor-
con su madre. Ahora sabemos con claridad mal. Muchos niños se observaron hasta los
que separar al niño pequeño de su madre, cuatro años y salvo algunas excepciones, no
debido a la estrecha unión existente entre podían sentarse, estar en pie, andar o hablar.
ellos, es una agresión síquica importante, es Hubo un gran aumento de infecciones y las
una “madrectomía”. cifras de mortalidad fueron altas de forma im-
Para volver a recuperar nuestra sensibili- presionante al compararse con otros niños
dad ante lo que significa hospitalizar a un niño, internados, sin deprivación afectiva. El dete-
recordemos el caso extremo, lo que ocurre rioro fue prácticamente irrecuperable en este
con un niño pequeño ingresado por largo grupo que sufrió el llamado síndrome de
tiempo, en sus primeros años de vida, en un hospitalismo.
hospital. Se trata, es innegable de un caso Spitz concluye que la ausencia de cuida-
extremo, pero lleno de enseñanzas. dos maternos equivale a la indigencia emotiva.
Es de suponer, que estos eventos ocurran, en
escala reducida y proporcional a la duración
EL HOSPITALISMO
de la hospitalización, en todos los niños pe-
Spitz, hacia 1945-46, siguió de cerca una queños que se internan durante algún tiem-
casa de expósitos que albergaba a 91 infan- po. Pero nosotros, los médicos, no adverti-
tes. En esta institución los niños eran cria- mos el peligro que puede representar para el
dos al pecho, durante los primeros tres me- niño pequeño la ausencia de su madre.

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QUE IMPLICA HOSPITALIZARSE fermo recibe un tipo de pijama, de casi nula


calidad estética, al cual no está acostumbra-
El hospital es un ambiente extraño y que do y que generalmente no mejora la imagen
además suscita temores. de sí mismo. El deterioro de la percepción
Con frecuencia está detrás la creencia, de uno mismo es un proceso de despersona-
en buena parte justificada, de que al Hospi- lización, de deshumanización.
tal se va a morir. La mayoría de las personas Hospitalizarse implica el sometimiento
piensa que la enfermedad es grave porque a una autoridad mágica.
sólo van al hospital los que están muy enfer- Médicos y enfermeras dan órdenes que
mos. Además, estar en un ambiente de apa- con frecuencia inusitada no se explican. Se
ratos extraños y complejos puede acentuar produce así una situación de dependencia e
la falta de comprensión sobre lo que ocurre incomunicación. La tendencia del personal
en ese ambiente inusual para el pequeño. hospitalario a tratar el cuerpo del enfermo
Hospitalizarse implica un desarraigo. sin informarle de las razones para ello, es
Cuando el paciente entra al hospital lle- lesiva para la autoimagen. Y qué decir de las
va consigo toda su propia cultura, sus creen- largas filas de estudiantes, en los hospitales
cias, actitudes, valores, relaciones sociales, universitarios, manipulando “un caso inte-
su status, su propio respeto que lo capaci- resante”. Se nos olvida que culturalmente
tan para presentarse ante el mundo. Todo ciertas partes del cuerpo son propiedad pri-
ello es dejado atrás en el momento del in- vada y su exposición y manipulación por per-
greso. Los médicos y el personal auxiliar sonas desconocidas puede ser humillante.
desconocemos, en la práctica, este profun- La visita médica con función docente, la dis-
do hecho. cusión del caso interesante frente al mismo
La hospitalización de un miembro de la fa- enfermo, lo hacen sentirse como parte de
milia altera el frágil equilibrio de las relaciones un espectáculo. Y además los comentarios
intrafamiliares. “clínicos”, entendidos en el mejor de los
Generalmente la madre debe dedicar más casos a medias, crean innecesarios temores.
tiempo al niño enfermo, como protegiéndo- Generalmente, la hospitalización implica
lo con su presencia de la dureza de la vida pérdida de movilidad. Lo cual intensifica el sta-
hospitalaria. Se coloca como una especie de tus de enfermo. Se crea una especie de cortina
escudo para proteger a su cría de ese entorno que separa el enfermo del mundo, excepto del
agresivo. La madre va a ser apenas soportada mundo médico.
por el personal hospitalario, será vista como Hospitalizarse implica riesgos, como la in-
una intrusa. Afortunadamente ha habido ya fección nosocomial, cuya potencial letalidad
algunos intentos para aprovechar su presen- no podemos despreciar.
cia en bien del niño, en los aún tímidos pro-
gramas de “madre-participante”.
UNA OBJECCION INGENUA
La hospitalización implica pérdida de la
individualidad. Con alguna frecuencia se oye esta obje-
Empezamos con el proceso de desnuda- ción ingenua: el niño no entiende. Existe un
miento, que implica suprimir todos los sím- plano de comunicación formal, con palabras,
bolos personales y convertirse en uno de tan- al cual el niño apenas está ingresando. En la
tos. Las ropas, las joyas son símbolos de comunicación humana este plano es sólo la
identificación. Esto se acentúa cuando el en- punta del iceberg, la base inmensa de la pi-

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rámide son nuestras emociones que prefie- preanestesia, una charla, un video, una pe-
ren llegar por el atajo de los símbolos y del queña publicación, de inducción a la hospi-
contacto físico. Se nos olvida que detrás talización, en todo niño que se va a someter
de las palabras están las emociones. Nues- a cirugía electiva o a procedimientos instru-
tras palabras, nuestro silencio, los gestos, mentales.
el ambiente, son también y principalmen- — Sería conveniente realizar estudios, en-
te símbolos. El niño pequeño tiene una cuestas, sobre lo que el paciente y sus fami-
inteligencia simbólica totalmente adecua- liares esperan de la institución hospitalaria.
da desde el nacimiento. No se necesita co- Cuanto más cercano sea lo que el paciente
nocer el lenguaje de palabras para entender recibe a lo que espera, el episodio de la hos-
el significado de una sonrisa, de un grito, pitalización será menos traumático.
de un sonido agradable, de un ruido, o de — Hospitalizar un niño es una decisión
una comida caliente ofrecida con simpatía. que no puede tomarse a la ligera, pues pue-
La presencia o la ausencia de la madre no de ser un acto con consecuencias. Y siempre
necesitan palabras. Llegan por todos los sen- debe hacerse por el menor tiempo posible.
tidos, la comunicación con el niño se basa
en el tacto, en la vista, en el oído, en el Y debemos enfocar nuestros esfuerzos
gusto y hasta en el olvidado olfato. hacia dos metas impostergables:
Recordemos aquella frase de Dolto: “Te- — El alojamiento conjunto madre-hijo.
nemos un mito de progresión del feto, des- Esta costumbre que en nuestros hospitales
de el nacimiento hasta la edad adulta, que ha sido patrimonio del pensionado, impli-
nos hace identificar la evolución del cuerpo ca que cobramos al niño por satisfacerle la
con la inteligencia. Sin embargo, la inteli- más elemental de sus necesidades. Hasta aho-
gencia simbólica es la misma desde la con- ra, en los servicios institucionales, le esta-
cepción hasta la muerte”. mos imponiendo algo así como un impues-
to al amor madre-hijo. Utilizamos ese
chantaje para hacer que la familia realice un
SUGERENCIAS
sacrificio económico extra para que le lle-
De todo lo anterior se desprenden algu- gue al niño enfermo la más necesaria de sus
nas sugerencias. medicinas: el amor de su madre.
— Debemos organizar medios para infor- — Hay que crear programas de madre par-
mar y educar para cambiar las actitudes y ticipante. Nuestros hospitales nunca se han
prácticas imperantes de médicos y personal planeado con facilidades locativas para este
de la salud en general en los hospitales. alojamiento conjunto. Pero aún más dificil
— El ingreso al hospital es un punto es- de superar que la negligencia arquitectóni-
tratégico para crear temores o para infundir ca: el personal de salud no ha sido educado
confianza. No debe ser atendido, como con para ello.
frecuencia ocurre, por una secretaria de baja
calificación. Si lograramos estos dos objetivos habre-
— Toda institución hospitalaria debería mos dado pasos importante hacia un trato
tener, así de obligatoria como una consulta más humano del niño hospitalizado.

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BIBLIOGRAFIA

1. Dolto, Francoise. La causa de los niños. Paidos. Bar- 3. Spitz, René. El primer año de vida del niño. Fondo
celona. 1985. de Cultura Económica. México. 1974.
2. Plata Rueda, E. “Humanización de la hospitaliza- 4. Coe, Rodney M. Sociología de la Medicina. Alianza
ción de los niños”. En El Pediatra Eficiente. Eds. Universidad. Madrid. 1973.
Plata Rueda E. Leal Quevedo F. 5a. Ed. Panameri- 5. Vargas-Rubiano, Alfonso. Universidad Nacional y Pe-
cana. Bogotá. 1995. Pp. 538-541. diatría colombiana. Carvajal S. A. Bogotá. 1994.

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