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Clave agustina sobre el fracaso de los diálogos

Por Juan Diego Castrillon Cordovez MEP/MBA1


Resumen

Una de las perspectivas que suelen enunciarse en medio de los conflictos sociales en
Colombia es la creencia en los diálogos como un componente fundamental de un proceso
de paz. La propuesta implica una valoración de la eficacia del lenguaje verbal para
transformar la realidad. No obstante, los diálogos ofrecen opacidades o incertidumbres que
ya habían sido advertidas desde los tiempos de Agustín de Hipona en su obra El Maestro,
que suele leerse ésta como un aporte a la teoría del signo, pero que puede incluirse como un
venero para la reflexión hermenéutica contemporánea.

Palabras Clave:

Nombre, verbo, referencia, inferencia, lingüístico, extralingüístico

1. Introducción

No es común cuestionar los diálogos como medio para la solución de conflictos sin
embargo es necesario denunciarlos, para advertir sus limitaciones evidentes en una
tradición política que mientras exalta el uso de la razón ilustrada para expresar su vocación
humanista, al mismo tiempo hace proclamas de guerra preventiva, viola los derechos
civiles y viola el derecho internacional humanitario.

Se puede argumentar la debilidad de las dinámicas de los diálogos, cuando estos se sesgan
en una fase del proceso comunicativo, predeterminado por aspectos formales. Siguiendo la
tradición Agustina, la alternativa que se propone frente a la limitación de los diálogos, (ocio
de la contemplación) es la negociación, (el nego-ocio de la predicación) donde desde un

1
Filósofo de la Pontificia Antoniana de Roma. Especialista en Humanidades Contemporáneas de la
Universidad Autónoma de Occidente. Magister en Estudios Políticos de la Universidad Javeriana. M.B.A.
Universidad Icesi Cali-Tulane University New Orleans. Estudiante de Doctorado en Humanidades de la
Universidad del Valle. Profesor de ética de las Universidades Autónoma de Occidente de Cali y Javeriana de
Cali. Este ensayo es exploratorio de la propuesta investigativa sobre fuentes Agustinas para la Hermenéutica
Contemporánea.
1
discurso contemporáneo pueden diferenciarse dimensiones afectivas, referenciales e
inferenciales, que suelen escaparse del dominio logo centrista que ha caracterizado a la
modernidad.

Con la denuncia a los diálogos en cuanto “expresión de civilidad”, antes que descartarlos
como alternativa se propone cuestionar sus dinámicas desde una tradición lingüística
cuanto ésta ha velado la comprensión de acontecimientos fundamentales en los procesos de
negociación, entre ellos la discrepancia de conductas que pueden enmascararse por
declaraciones de consensos2, que desconocen lógicas polivalentes.

El problema de los diálogos es que corresponden a un ethos configurado por la modernidad


desde el lenguaje, que lo ubica desde el lado instrumental o desde un sujeto trascendental
(Dios, la razón universal). Corresponden a un ethos que ha dejado de ser creíble desde los
fracasos del proyecto ilustrado de la modernidad, donde “es inútil proseguir la búsqueda de
una racionalidad y de una moralidad universales, como pretendió hacer el pensamiento
moderno”3.

El problema de los diálogos es que ofrecen una comprensión insuficiente si se apoyan en el


proceso de apalabrar las cosas. Aunque de hecho se piensa en palabras, para hacer venir a
la mente los objetos mismos de los cuales las palabras son signos,4 existen signos que
pueden significar pero no son palabras5, siendo que hay significados a los cuales aún no les
corresponden palabras.

Si se advierten sus fracasos, es porque se pretende denunciar la limitada comprensión del


lenguaje, que es sesgada por distintas teorías, como la lingüística, la filosofía del lenguaje,

2
Este escrito cuenta como líneas de base la Teoría de la Acción Comunicativa y la filosofía de San Agustín,
en obras consultadas de la edición Migné, e igualmente de GARCIA SUAREZ, Alfonso Modos de Significar:
Una Introducción temática a la Filosofía del Lenguaje. Madrid. Tecnos. 1997. 558 páginas..
3
MACINTYRE A., Tras la virtud, Barcelona,Ed. Crítica, 2004. p. 14
4
Cf. De Magis, I,1.1:Simul enim te credo animadvertere, etiamsi quisquam contendat, quamvis nullum
edamus bonum, tamen quia ipsa verba cogitamus, nos Indus apud animum loqui, sic quoque locutione nihil
aliud agere quam commonere, cum memoria cui verba inhaerent, ea revolvendo facit venire in mentem res
ipsasquarum signa sun verba”
5
Cf. De Magis, I,1.2:“Nescire te arbitror non ob aliud nobis praeceptum esse ut in clausis cubiculis moremus
–Math VI,6-, quo nomine significantur mentis penetralia, nisi quod Deus, ut nobis quod cupimus praestet,
commemorari aut doceri nostra locutionr non quaerit”
2
la lógica simbolica6. Si se valora del lado instrumental del lenguaje verbal en el diálogo, su
definición como ofrecimiento al exterior de un signo de la voluntad mediante un sonido
articulado o escrito7 nada impide que pueda abrirse la realidad a la comprensión de
significados no apalabrados.

En cuanto comunicación verbal no es el único modo de acción comunicativa, pero sí puede


el lenguaje verbal llegar a ser válido para limitar ambigüedades y explicar formas de
comunicación no verbal. Si se acepta que ofrece una complementariedad de lecturas entre
lo material y lo simbólico, lo causal-sistémico con lo comunicativo-discursivo, tampoco es
suficiente definirlo como expresión de sentido de una subjetividad trascendental. Como lo
expresara Habermas8, la acción dramatúrgica y expresiva, con las cuales las personas
muestran lo que ellas son y pretenden ser ante un público, son acciones que apelan a la
comprensión del sentido de las diversas situaciones, símbolos, compromisos, etc. Como
acciones además del lenguaje verbal, teleológicas, instrumentales y estratégicas, pueden ser
organizadas a partir de acuerdos logrados comunicativamente, orientados a obtener
eficiencia y eficacia.

Para plantear sus posibilidades de transformación social, pueden ser vistos desde una teoría
de la acción comunicativa, la cual ha de corresponder al menos a tres pretensiones:

6
Como disciplinas que abordan el lenguaje como objeto de estudio, adicionalmente se puede distinguir entre:
La lingüística, considerada una teoría empírica descriptiva del lenguaje; la Filosofía de la lingüística que se
ocupa de la metodología y alcance de las teorías de la lingüística descriptiva; y La filosofía del lenguaje, que
trata de dilucidar las relaciones pensamiento-lenguaje, y por medio de ellas, la naturaleza y formas del
pensamiento (del que el lenguaje es manifestación). Es en este terreno donde más actuación ha habido por
parte de los representantes de las más famosas escuelas de filosofía analítica. Las dos escuelas más
importantes son las de Cambridge y la de Oxford. La de Cambridge (Análisis del lenguaje inspirado por
Ludwig Wittgenstein, Bertrand Russell y George Edward Moore, John Wisdom). Por su parte, la escuela de
Oxford amplía las perspectivas y toca el plano psíquico. Personajes importantes son Gilbert Ryle y John
Langshaw Austin. En su afán de aislar los elementos lógicos del razonamiento, crearon la pasigrafía, llamada
también logística o lógica simbólica. Mediante un simbolismo especial se traduce el discurso en fórmulas
análogas a las matemáticas, las cuales ponen de relieve las estructuras lógicas. Ver
http://plato.stanford.edu/entries/identity-indiscernible/, consultado en la web Jun 2010.
7
Cf. AURELIO AGUSTÍN. De Magistro. Madrid. Edición Trotta. 2003. 180 páginas. Algunas reflexiones
sobre el lenguaje y el ejercicio interpretativo se encuentran también en las obras De Doctrina Christiana,
Dialéctica, De Lógica y De Retórica, y en Soliloquios, Cap XI: Sobre la Verdad de las Ciencias, la Fábula y la
Gramática. En Confesiones se encuentran referencias al “Verbo Interior”.
8
Para la comprensión de esta propuesta teórica habría que tener en cuenta Además de las obras Teoría de la
acción comunicativa (2 tomos), Teoría de la acción comunicativa. Estudios previos y complementarios,
Pensamiento post metafísico, también los libros de Habermas, El discurso filosófico de la modernidad.
Madrid y Buenos Aires, Taurus, 1989; y Conciencia moral y acción comunicativa, Barcelona, Península,
1986.
3
1. Constituirse en una teoría de la racionalidad, como apertura a la comprensión de otras
culturas, desde las ciencias sociales como ciencias de la discusión, como una nueva apuesta
a la razón, donde se confronte la lógica de los argumentos, como productos de una
tradición, la validez de unos procedimientos comunicativos en el presente, y la retórica
como proceso de entendimiento posible (Hoyos, 1996)9.

2. Superar el mero ejercicio académico, que trascienda la dimensión lingüística y la


dimensión hermenéutica como problema de traducción e interpretación.

3 Conectar con el mundo de la vida, como crítica de la moralidad y de la libertad en la


sociedad a la cual se pertenece, (Habermas, 1985)10, de tal manera que se supere la
dominación del logocentrismo que sobrecarga a la razón individual de las tareas del
autoconocimiento, autodeterminación y autocomprensión y autoconstitución.

En orden a la discusión, la crítica a la lectura instrumental del lenguaje verbal puede


remontarse hasta el pensamiento agustino, redescubierto a partir de la traducción en el siglo
XX a lenguas modernas que se hizo a su libro De Magistro como aportante a la teoría del
lenguaje.

En clave Agustina, y también de la modernidad, dialogar a través del lenguaje verbal


comporta el uso de signos acerca de las cosas como medio de enseñanza. Hablar en última
instancia es enseñar -insignare- , sobre las cosas, pues implica informar y hacer conocer,
usar señales, signos orales. El habla en este contexto es interpretación, aunque también la
realidad sería interpretación, signo de otra cosa.11 Refleja la inventiva de los hombres para

9
HOYOS V. Guillermo VARGAS G. Germán, La teoría de la acción comunicativa como nuevo paradigma
de investigación en ciencias sociales: las ciencias de la discusión ICFES. Programa de especialización en
Teoría, Métodos y Técnica de Investigación Social. 1996. Arfo Editores. Bogotá. Pág 211
10
HABERMAS, J. Conciencia Moral y Acción Comunicativa. Barcelona, Península, 1985, pág. 24. En este
sentido ha afirmado J.Habermas que pensadores revolucionarios en las ciencias sociales como Freud, Marx,
Durkheim, Mead, Weber, Piaget y Chomsky "han introducido, si la expresión ha de tener algún sentido, un
pensamiento genuinamente filosófico
11
No hay que ir a Nietzsche para plantear que no hay hechos brutos sino interpretaciones. En la mística
agustina y franciscana -San Buenaventura, Itinerarium Mentis in Deo’- se plantea que las cosas son como
vestigios de la suma verdad. La naturaleza expresa mediante signos –vestigios- una intencionalidad superior.
El sentido etimológico del término –in-vestigare-, es ir tras los vestigios.
4
progresar, define la característica diferenciadora, social y comunicativa de valores del
hombre12.

Para abrir el espectro de la comprensión, debiera valorarse tanto la forma contemplativa,


teorética, (ocio de la contemplación) como otras dinámicas, que se podrían relacionar como
el “negocio”, (Lt.“nego-otium”) de la predicación, traducible hoy como la performatividad.

1. Los diálogos como escenarios limitados al lenguaje verbal

Los diálogos comprometen el reconocimiento de una interlocución. Quien habla pretende


significar, usa signos, enseña, implica el reconocimiento de la alteridad. El diálogo
compromete las diferencias entre los actores.

Considerando los diálogos como espacios de encuentro entre actores diversos mediado por
el lenguaje, dada una pluralidad que necesita construir comunidad mediante acuerdos, una
primera limitación que puede advertirse es el sobre- dimensionamiento de su función
referencial, explicativa y comprensiva.

La exaltación de la experiencia dia-lógica lo que puede conducir es al desconocimiento o a


la subvaloración de otros aspectos de la experiencia humana que discurren de manera
latente, que no hacen parte del dominio del lenguaje verbal y por los cuales también ocurre
el diálogo.

¿Cómo explicarnos y como comprendernos mejor cuando somos tan diversos? ¿Cómo
entendernos de modo que mantengamos la particularidad y podamos encontrarnos en
planos de generalidad o de universalidad? Si se circunscribe el ámbito del lenguaje, es el
problema de los modos de significar, acerca de cómo se hacen entender los actores en un
escenario para garantizar un orden mínimo donde los diferentes se puedan reconocer.

12
ARISTÓTELES, en Política 1253 A, amplía los alcances del enunciado del hombre en cuanto animal
racional: “La palabra es para manifestar lo conveniente y lo dañoso, lo justo y lo injusto, y es exclusivo del
hombre, frente a los demás animales”… “Al tener él solo, el sentido del bien y del mal, de los justo y de lo
injusto, etc, y la comunidad de estas cosas es lo que constituye la casa y la ciudad”
5
Puede entenderse por “modos de significar”, el conjunto de sentidos atribuidos a términos
del lenguaje en el diálogo, en la consideración de la palabra como vehículo para el
conocimiento.

En el diálogo necesariamente mediado por el lenguaje, hay aspectos que temporalmente no


son explicables desde un determinado manejo racional, particularmente porque existen
diversas racionalidades.

Un breve ejemplo de la historia colombiana: Dos actores en conflicto se sientan y discuten


inicialmente si se ha de buscar o nó de un diálogo entre iguales, cuando primero lo que
requieren aceptar es que son diferentes. Si persisten las dificultades en aceptar al otro sin
anular sus particularidades, una opción que suele proponerse es el diálogo racional, aunque
manejan diversas racionalidades. Intentan un “acuerdo sobre lo fundamental”, que suele
partir del reconocimiento de la vida humana con un valor en sí misma, con unos derechos
humanos mínimos, universales, aunque pueden quedar aspectos de frontera que no
corresponden a un lenguaje común y que además de corresponder a distintas
racionalidades, son performativas.

Luego de superada la instancia del reconocimiento de la diversidad y de la igualdad en la


condición humana y en el ejercicio de derechos fundamentales, el diálogo se realiza en
términos del lenguaje. No nos detendremos aquí en las posibilidades de análisis en cuanto
acción comunicativa porque se desborda el propósito de este escrito. En cuanto espacio de
encuentro, es un espacio lingüágico – el término lingúagico es del filósofo colombiano
Carlos B. Gutiérrez, retomado por el filósofo canadiense Jean Grondin, significa que el
quehacer (Lt. agire) es con el lenguaje-. Es además un espacio de asimetrías, que se
muestran no sólo entre las palabras de los dialogantes ante las cosas y las acciones, sino
entre las palabras de cada interlocutor con su entorno acerca de las cosas y las acciones.

Las limitaciones del lenguaje como se propone a continuación, tienen que ver con 4 modos
de asimetría:

6
• Predominio del interlocutor sobre la locución. Porque se le de más peso
al hablante que a lo dicho (Sería mejor hablar con un presidente que con su
ministro). El argumento de autoridad suele imponerse sobre la fuerza de la razón,
respaldada por otros mecanismos de presión.

• Predominio del interlocutor sobre las acciones. Porque las acciones


pueden ser negadas (“El gobierno no ha ordenado la eliminación de líderes
opositores de la Unión Patriótica”). Se rechaza lo dicho, se niega la acción, pero no
se puede negar que hay un interlocutor, así este niegue la acción.

• Predominio de los significados construidos desde fuera. Dadas las


determinantes externas del diálogo, es prioritario el carácter social del significado,
frente al carácter individual, o de contextualización particular de los interlocutores
que representan sectores en conflicto. El lenguaje de por si no predomina, ni las
acciones en sí mismas sino en cuanto que sean significativos. Es el caso del
lenguaje matemático, cuyo significado es una construcción social y no depende de
casos particulares. Es también el caso de la política colombiana, para la
denominación de hechos que deben consultar un lenguaje común. (“Lo nuestro no
es conflicto interno como lo define la comunidad internacional, aunque
internamente reconocemos el conflicto porque aceptamos que hay víctimas del
desplazamiento forzoso”).

• Predominio de la generalidad del uso de los signos frente a la


particularidad del uso de las palabras. (Los signos con los cuales se expresó el
ataque al campamento guerrillero de Raúl Reyes, frente a los análisis de los
presidentes de Venezuela, Ecuador y Colombia). El lenguaje que resuena
externamente (reverberatio, de Lt. verbum)13 como medio de allegar a la verdad
corresponde parcialmente a la generalidad de los signos emitidos.

13
Cf. AGUSTIN De Magistro.7.20: “Alia quippe de causa verba, et alia nomina nuncupari, satis
probabiliter disputatum est. Siquidem alterum horum ad auris verberationem, alterum ad animi
conmmemorationem notandam esse competerum, vel ex hoc intelligi potest, quod in loquendo rectissime
dicimus, Quod est huic rei nomen, rem memoriae mandare cupientes, Quod est autem huic rei verbum, dicere
non solemus”.
7
Dadas estas asimetrías, la fuerza de la solución a los conflictos no puede recaer
exclusivamente en el giro lingüístico (vuelta al lenguaje formal), en el ejercicio
argumentativo, la acción comunicativa, ni al ilusorio desarrollo de un lenguaje consensual
con rigor explicativo y comprensivo, pues como está visto son determinantes los actores,
las acciones y los significados que desbordan los enunciados lingüísticos, puesto que los
modos de significar entre los actores en conflicto no son sólo lingüísticos, como ciertos
sistemas de rituales y de creencias que no suelen someterse al escrutinio de la razón. Si el
diálogo es lingüístico, la interacción desborda el lenguaje verbal o escrito, la interacción
requiere además del diálogo, la negociación, el nego-ocio entre diversos actores y formas
de praxis política humana, preferible al diálogo cuando es una expresión del ejercicio
teórico, al ocio.

Las limitaciones del diálogo son extra-lingüísticas. Los afectos, las preferencias, las
creencias, ofrecen caminos propios, no racionales, no verbales. Aunque se pueda advertir
las huellas de la razón en el orden de las cosas14 no todo puede incluirse en los cuadros
racionales forjados por nuestro espíritu ni reducirse a un orden claro 15. No se trata de
establecer una ruptura o separación entre la racionalidad y la vida, sino de reconocer que la
vida humana no reposa exclusivamente en enunciados racionales. No se trata de aminorar el
logos sino reconocer el potencial de los afectos. La verdad no es logro del puro esfuerzo
especulativo, sino del hombre completo. El amor no es el entendimiento, ni el
entendimiento es la memoria 16.

2. Importancia del lenguaje formal

En este contexto, es importante hacer una valoración de la propuesta del giro lingüístico
asumida por la filosofía contemporánea, a partir del dictum de Wittgenstein sobre la
existencia de conflictos argumentativos que enuncian proposiciones insensatas con
términos sin referentes, como subproducto de simples confusiones conceptuales, por un uso
inapropiado del lenguaje.

14
Cf. AURELIO AGUSTÍN,De Ordine II,11
15
Cf. O. C. II,8,25
16
Cf. AGUSTIN, De Trinitas. IX, 5.,8: PL 42,965.
8
Hay varios problemas con relación al lenguaje, según advierte Bertrand Russell en el
prólogo que escribió al libro de Wittgenstein en su Tractatus Logicus Philosophicus, 17. Si
se trata de establecer qué ocurre en la mente cuando se tiene la intención de significar algo
con el lenguaje, es un problema que pertenece a la psicología. Si se trata de la relación
existente entre pensamientos, palabras y proposiciones y aquello a lo que se refieren o
significan, este problema pertenece a la epistemología. En tercer lugar está el problema de
usar las proposiciones, de tal modo que expresen la verdad antes que la falsedad; esto
pertenece a las ciencias especiales que tratan de las materias propias de las proposiciones
-en cuestión. Finalmente, si trata de la relación debe haber entre un hecho (una
proposición, por ejemplo) y otro hecho para que el primero sea capaz de ser un símbolo del
segundo, es una cuestión lógica y es precisamente la única que ocupa a Wittgenstein en su
Tractatus Logicus Philosophicus, con el cual estudia las condiciones de un simbolismo
correcto, es decir, un simbolismo en el cual una proposición «signifique» algo
suficientemente definido.

El dictum de Wittgenstein señala que filosofía se compone de pseudo-problemas, de meros


enredos conceptuales. Los problemas filosóficos están directamente vinculados al lenguaje.
Si surgen problemas filosóficos ello se deberá a alguna clase de malentendido del cómo
opera el simbolismo correspondiente, según el planteamiento básico de la filosofía
analítica.

Con este planteamiento, el propósito central de Wittgenstein es diferenciar aquello que


puede ser dicho mediante proposiciones de aquello que no puede ser dicho mediante ellas,
sino solamente mostrado, lo cual es el problema cardinal de la filosofía18.

Para entendernos la alternativa es definir un lenguaje con rigor formal. El llamado a la


precisión el uso de los términos ha ido ganando terreno, ha sido más fructífero en las
nuevas disciplinas que se muestran como sistemas lógicos que requieren permanente
revisión para evitar la tendencia al desorden, que transparenten las relaciones entre
expresiones, pensamientos y realidad.
17
Cf. WITTGENSTEIN, Tractatus Logicus-Philosophicus. 4.003-4.112
18
Cf.ASCOMBE, G.E.M: An Introduction to Wittgenstein’s Tractatus, University of Pensilvannia Press
1971, p. 161.
9
En medio del pluralismo, la lógica ofrece un modo de significar. Otros modos los ofrece la
semántica, la gramática, la retórica y la teoría de la argumentación. También pueden
considerarse modos de significar, en general las disciplinas filosóficas relacionadas con la
concepción del universo (ontologías, cosmologías), con los modos valorativos teóricos
(epistemologías) y con los modos valorativos prácticos (ética, axiología y sistemas
religiosos)19.

En el plano estrictamente lingüístico, se puede precisar un sentido adicional de asimetría20,


reflejada en el caso de una oración: “Yo no ordené las interceptaciones telefónicas a mis
opositores”. El valor negativo depende de la negación del verbo, no de la negación del
sujeto, es decir que el valor “sustancial”, “substantivo” de la oración estaría en el sujeto, el
cual no se puede negar21.

Ante dos términos en una construcción lingüística, cada uno de esos términos desempeña
un diferente papel significativo22. El enunciado incluye un nombre que efectivamente
nombra y un verbo que expresa una acción en el tiempo. El modo de negar lo afirmado en
la oración es mediante la negación del verbo. La fuerza predicativa se identifica en el uso
del verbo la cual es la que se afirma o se niega para establecer la verdad. Para establecer la
verdad de lo afirmado o lo negado, habría que evitar el error de confundir en cualquier
discurso, aquello sobre lo que se habla con lo que se dice sobre eso, lo que se predica, el
predicado.
19
Cf. HESSEN, Johannes. Teoría del Conocimiento. Ed. Losada. Trad José Gaos. 1987 82 p. En la
introducción de este libro se ofrece una caracterización de los objetos fundamentales del saber filosófico:
Cosmovisión, valores teóricos y valores prácticos.
20
Estas relaciones han sido abordadas por la gramática, la semántica y la lingüística. Aunque la filosofía del
lenguaje no se identifica totalmente con estas disciplinas, comparte con ellas el cuestionamiento a la
naturaleza y los usos del lenguaje. Los temas de la filosofía del lenguaje, con base en la tradición griega, se
desarrollaron entre los nominalistas y conceptualistas de la edad media (Ockam, Scoto), y
contemporáneamente, en el análisis del significado basado en categorías contextualizadas socioculturalmente.
21
Por ejemplo, dada la oración “El presidente quiere la guerra” su negación es “El presidente no quiere la
guerra”: La negación se aplica del lado del verbo. Decir el “no presidente” carece de sentido.
22
Para no excluir prematuramente un enfoque, se puede plantear que se trata de los modos de significar de
una determinada “construcción del lenguaje”, o expresión “lingüística”, donde figura un nombre y un verbo.
Ese es el planteo original de la discusión. Si se designa como “enunciado”, “frase”, “definición”, “juicio”,
“raciocinio”, ya se está optando por un horizonte de modos de significar, ya se están cerrando
anticipadamente posibilidades de análisis, limitándose la comprensión. Se puede distinguir además el término
lingüístico, frente al de “lingüájico”, para referirse de manera general a usos del lenguaje. El profesor Carlos
B. Gutiérrez introdujo en la lengua española el adjetivo “lingüájico”. Cf. GRONDIN, Jean «El giro
hermenéutico en América Latina». Ed. Universidad del Valle, Cali Septiembre 2009
10
En orden práctico, en el diálogo de paz, es posible negar las acciones, definidas
gramaticalmente como verbo, pero no es posible negar gramaticalmente el nombre.
Podemos negar que un presidente vecino apoye al terrorismo. Pero no podemos negar que
exista el presidente vecino. Podemos negar una acción pero no podemos hablar de un “no
nombre”. Se podrán negar sus acciones, pero nó al interlocutor existente, (Lt. ex - stare) el
que “está ahí afuera”. Tampoco se puede negar su nombre que expresa su existencia. Si se
puede negar algo de un sujeto, pero esta parte negada de la oración es lo que se llama
gramaticalmente el verbo. La construcción “lingüística” puede ser negativa, su sujeto no. El
otro requiere ser reconocido como interlocutor.

Esto es una aplicación práctica de la asimetría entre el nombre y el verbo, el sujeto y el


predicado, que amerita una reflexión más detallada con una breve recuperación de
desarrollos relativamente recientes, de la filosofía del lenguaje23.

Para Frege24, una de las partes de un pensamiento debe ser predicativa; de otro modo no
ensamblarían. Sin embargo, advierte que la distinción gramatical entre sujeto/predicado/ no
está bien fundada y propone substituirla por la distinción objeto/función. Todo es, o un
objeto (a nivel lógico corresponden nombres propios, concretos o abstractos, como los
tridimensionales ordinarios, los números, los valores de verdad) o una función (referentes
de los términos generales, propiedades, relaciones), pero no ambas cosas a la vez. A su

23
La distinción evita el error detectado por Platón en su diálogo El Sofista, Si ante la frase “Teeteto”
-“vuela”, no distingo entre aquello de que hablo (“Teeteto”) y lo que de él digo (que “vuela”), es decir, si no
distingo entre sujeto y predicado o entre referencia y sentido, entonces no puedo establecer la verdad, no
hablo de “Teeteto” sino de “Teeteto-volador”. Afirmar o negar algo con verdad o falsedad, es negar el verbo,
diferenciado del nombre, donde el nombre (ónoma, en transliteración del Griego) se refiere y es distinto a la
cosa nombrada, y el verbo (reema, en transliteración del Griego) es la acción que se predica del nombre y que
por tanto es el predicado. Platón denuncia a los sofistas por su confusión entre el nombre de las cosas de que
hablamos y “lo que decimos de las cosas”, referencia y sentido, sujeto y predicado. La crítica a los sofistas,
condujo al planteamiento de una la estructura predicativa del lenguaje.
El problema que Platón le plantea a la sofística es que la diferencia entre nombre y verbo es una condición
para poder establecer el error. Sobre esta base de establecer cuándo una interpretación es verdadera, desarrolla
Aristóteles su Peri Hermeneia. En esta obra, Aristóteles sigue a Platón distinguiendo entre nombre (onoma) y
lo que se predica de él, (reema). La tesis que expone es que en la combinación mínima susceptible de verdad
o falsedad es la oración enunciativa o declarativa (logos apofántikós) e la que el predicado o verbo afirma o
niega algo de algo, el nombre o sujeto. Como Platón, Aristóteles distingue el verbo del nombre porque tiene
tiempo y puede ser negado.
24
CF FREGE, Gottllob, Conceptografía: Los Fundamentos de la Aritmética y otros Estudios Filosóficos.
Traducción de Hugo Padilla. Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto de investigaciones
filosóficas. 1972. Pag 3-18
11
turno, las funciones lingüísticas son en dos direcciones; en primer lugar, los signos de
igualdad25 y desigualdad entre los operadores, que contribuyen a crear una función: además
se incluye el conjunto de entidades que pueden aparecer como argumentos y como valores,
admitiendo todo tipo de objetos y no solo números.

Este enfoque que considera que es al negar el predicado cuando se obtiene la negación de la
proposición, es conocido como el Criterio de la Negabilidad. Contemporáneamente, Peter
Strawson y Peter Geach han denominado a esta distinción como la “asimetría entre sujeto y
predicado con respecto a la negación”.

Para Strawson26, la expresión “predicado” comporta una proposición27 con la cual podemos
decir algo que lo diferencia de una mera lista. Así, el predicado funciona como “cemento
proposicional” y hace de la proposición una unidad y no una mera lista . A esto le llama el
Criterio Asertórico28 o Proposicional. Lo complementa con el Criterio de Componibilidad:
no sólo podemos formar términos predicados negativos, también podemos formar términos
predicados compuestos.

Por otra parte puede distinguirse el Criterio de Unicidad vs. Pluralidad de Aplicación: Un
término común es definido como aquel que por naturaleza puede predicarse de varios. Un
término singular es el que por naturaleza puede predicarse de una sola cosa. Esta distinción
aristotélica y medieval entre términos singulares y términos generales se hacía sobre la base

25
En Frege aparece como una noción lógica primitiva, esto es indefinible, ni propiedad ni relación, que trata
de explicar desde las categorías de “sentido” y “referencia”. Si se habla de identidad (a=b), lo que se
pretende decir no es que son objetos o signos idénticos o que tengan las mismas propiedades, sino que los
signos tienen diferentes sentidos pero la misma referencia. Sin embargo puede distinguirse enunciados de
identidad, donde el “es” anticipa lo constitutivo de la identidad. Ej. Este hombre es animal racional. El “es”
que anticipa lo que está compuesto de la misma materia. Este hombre es de carne y hueso. La identidad sería
una propiedad. Por otra parte, el “es” también puede ser un anticipo de lo predicativo no necesariamente
constitutivo de identidad de manera esencialista. Ej. Este hombre es ciudadano del universo. En este sentido,
la identidad es una relación.
26
Cf. STRAWSON, P. F. “Sobre el Referir” en Valdés Villanueva, L. (comp.). La búsqueda del significado.
Tecnos, Madrid, 1991
27
Según García Suárez, la expresión el “estilo asertórico” da a entender que la posición de Strawson es que el
predicado contiene la fuerza asertiva. Esto sería confundir la predicación con la aserción.
28
Cf. FREGE, G. (1891) “Función y concepto”. Traducción de “Funktion und Begriff”, Jena, 1891, por L.M.
Valdés Villanueva, incluída en su compilación: Frege, Ensayos de semántica y filosofía de la lógica, Madrid,
Tecnos, 1998. (Hay otras traducciones utilizables).
12
de la unicidad o pluralidad de aplicación de los términos29. El problema lo aborda también
desde enfoques como la Retórica, La Gramática, y la Dialéctica.30

Recapitulando la reflexión que había realizado la filosofía antigua, ya Aurelio Agustín


había analizado los usos del lenguaje, como medio para llegar a la verdad, pero no se le
escapó hacer un cuestionamiento de las posibilidades limitadas del lenguaje para la
comprensión de verdades estrictamente históricas-31.

La limitación del lenguaje tiene también que ver con los modos de racionalidad sino con el
desbordamiento de lo emocional, que cierras las puertas a la posibilidad de dar una
justificación racional de la moralidad objetiva. Señala MacIntyre en Tras la Virtud, que "el
yo peculiarmente moderno", el "yo emotivista", cuando alcanzó la soberanía en su propio
dominio, perdió los límites tradicionales que le habían proporcionado una identidad social y
un proyecto de vida humana ordenado a un fin dado32.

Lo anterior significa que en procesos de diálogo no se trata de negar la eficacia de la acción


lingüística, sino de afirmar que existen otras acciones, sin palabras, entre ellas las
emociones, que inciden en el proceso de diálogo y que son significativas. Hay necesidad
también de afirmar que hay significados para los cuales no hay palabras sino que se trata de
vivencias complejas.

Se requiere atención a los hechos algunos de ellos inefables. El dolor de los secuestrados y
de los rehenes, el estallido de una mina antipersona, por ejemplo, no pueden ser descritos
verbalmente en toda su complejidad, pero tampoco pueden conducir a su desconocimiento.
29
Agustín se presenta a sì mismo como traductor de Aristóteles y de otros autores griegos. Ver en Categoriae
Decem Ex Aristotele-Decerpatae ( Migné, LT. En el Cap XXII se refiere a la obra de Aristóteles y de otros
autores clásicos de la filosofìa: “..ad utilitaten tuam ad graeco in latinum convertimus”. Sin embargo, en De
Vida Beatae, confiesa que ha leído muy poco la obra de Platòn.
30
La distinción entre el nombre y el verbo ya estaba propuesta Agustín de Hipona en su obra sobre las
Categorías Aristotélicas:. Cap. I….“Itaque solas orationis partes, auctore Aristotele, nomen et verbum
debemus accipere… Nomen manque personam demonstrat, verbum quid quisque faciat patiaturve”. En
Confesiones va a distinguir en cuanto Verbum un Verbum interior con el cual se puede acceder a la
universalidad, y que está antes de todo lenguaje. Por otra parte, hay otras consideraciones sobre el Verbo en
los 5 primeros capítulos de en Principia Dialecticae, los temas son Sobre las palabras y oraciones simples.
Palabras complejas.
31
Sobre los usos del lenguaje, “No debemos de hecho tener fe sino comenzar a tener inteligencia de la
verdad”, dice Aurelio Agustín en el diálogo Cf. De Magistro.14.46
32
Cf. MACINTYRE, Tras la Virtud. Obra citada.
13
“Hechos, no palabras” Era la expresión paradójica de las viejas escuelas retóricas. Para
comprender la alternativa extra linguística, en términos de la filosofía del lenguaje
contemporáneo, es necesario recuperar la distinción entre las cosas y las palabras, la
referencia y la predicación, que no se limitan a la naturaleza gramatical de los términos.

En esta perspectiva se requiere moderar las expectativas logo centristas frente a los usos
lingüísticos, entre otras cosas, porque “el lenguaje moral contemporáneo está en
grave estado de desorden”, como plantea Alasdair Macentyre, en Tras la
Virtud. Y agrega: “Lo que poseemos son fragmentos de un esquema conceptual, partes a las
que ahora faltan los contextos de los que derivaba su significado. Poseemos, en efecto,
simulacros de moral, continuamos usando muchas de las expresiones clave. Pero hemos
perdido –en gran parte, si no enteramente- nuestra comprensión, tanto teórica como
práctica, de la moral” 33.

Sin descartar aspiraciones a una comunicación ideal mediante la cual se logren una
comprensión o entendimiento reciproco entre los participantes en el diálogo, lejos de toda
idealización, es necesario puntualizar que si bien han sido extraordinarios los avances de la
modernidad en términos de instrumentalización del lenguaje, éste desde ideologías ilusorias
ha servido para legitimar convicciones, que, aunque pretendan estar libres de alguna
restricción, se sustentan en creencias falsas, como plantea Habermas en su critica a la idea
del poder como consenso.

3. Teorías de la Referencia y de la Relevancia

Ante un ciudadano atado con cadenas a un árbol durante 12 años, el problema no es si sea
conveniente llamarlo retenido, rehén o secuestrado. No basta con pretender distinciones
entre izquierdista y derechista. Es necesario hacer referencia crítica a factores externos al
sujeto que designa el hecho. Las distinciones anteriores ponen de presente la necesidad de
una teoría referencial34.
33
Cf MACENTYRE, A., Tras la virtud, Barcelona, Crítica, p. 14
34
Cf. FREGE, G. “Sobre sentido y referencia” en Valdés Villanueva, L. (comp.). La búsqueda del
significado. Tecnos, Madrid, 1991.
14
Una teoría referencialista del significado puede plantear que una proposición no tiene
significado, tiene sentido; un nombre no tiene sentido, tiene significado, y su significado es
precisamente el objeto que el nombre “representa”. Por lo tanto se puede considerar
(Putnam 1975)35 que socialmente se determina tanto la intensión (significado) de un
término, como la extensión del término. La comunidad lingüística tiene un papel en la
determinación del significado de las palabras y el contenido de las creencias. De acuerdo
con este externalismo semántico los significados de las palabras y los contenidos de los
pensamientos dependen de factores externos al sujeto, de factores que no pueden ser
caracterizados sin mención del entorno en que el sujeto está inserto. Lo que se cree es
intrínsecamente dependiente del entorno. A esta posición, externalista, se opone el
internalismo, en el cual los pensamientos y los significados deben ser caracterizados sin
hacer referencia a tales factores externos al sujeto 36. Sin embargo, hay objetos, hay
acciones, hay fenómenos, que no tienen nombre. Hay cosas que aunque no puedo decir,
están dentro de mi mundo. Y significan, y duelen.

Es que socialmente es repudiable negar el deber de observancia de los derechos humanos.


Pero no basta con negar el deber. Y ha sido la dinámica del reconocimiento de eventos
repudiables lo que pone de manifiesto una evolución del planteamiento de tres generaciones
de formulación de los derechos humanos, a partir del reconocimiento de los derechos
individuales. De lo que no se ha podido hablar con precisión, cuando se tienen significados
pero no las palabras significantes, antes que el silencio ha originado ejercicios correctivos
de enunciación de proposiciones.

35
CF. PUTNAM, Hillary. The meaning of "meaning", incluido en Language, Mind and Knowledge.
Minnesota Studies in the Philosophy of Science, vol. 7, ed. Keith Gunderson (Minneapolis: University of
Minnesota Press, 1975), pp. 131-193. Repr. en Mind, Language and Reality (1975), pp. 215-271. Vertido al
español como El significado de "significado" en la revista Teorema, vol. XIV/3-4, versión incluida en
VALDES, L. (Ed.): La búsqueda del significado, Tecnos, Madrid (1991). Ver también. Putnam, H. (1981)
Razón, verdad e historia, cap. 2 Madrid, Tecnos.
36
Explica García Suarez (O:C) que el internismo se apoya en sólidas intuiciones. Una motivación para el
internismo tiene que ver con los requisitos de la explicación de la acción. Por ejemplo, cuando se apela una
expresión ostensiva y señalo que “esa gota de agua es incolora”, la explicación apela a mi creencia en que ahì
hay una gota de agua. Aún tratándose de una persona que no ve la gota de agua, podría expresar una creencia
sincera aunque errónea. Negarle esa creencia es negar que tengamos autoridad de primera persona sobre los
contenidos de nuestras creencias
15
Por otra parte, se requiere explicar no sólo la interpretación de expresiones individuales en
contexto sino también los efectos estilísticos, incluyendo la ironía y la metáfora como
señala la teoría de la relevancia de (Sperber y Wilson,1986)37. Plantear que si no se notó la
entrada de millones de dólares a una campaña presidencial equivale a decir que no se nota
la entrada de un elefante a la propia casa, constituye una metáfora cuya interpretación no
requiere nada distinto de lo que se necesita para la interpretación ordinaria. La
interpretación pragmática es una cuestión psicológica que involucra cómputos inferenciales
realizados por representaciones mentales, gobernados por un único principio cognitivo (el
principio de relevancia).

Este enfoque supone una concepción modular de la mente y sostiene la distinción entre
representaciones y cómputos de orden lingüístico y representaciones y cómputos no
lingüísticos. La comunicación se describe como un proceso ostensivo-inferencial, basado
en los conceptos de ostensión (la señal de que el hablante tiene algo que comunicar) e
inferencia (el proceso lógico por el cual el interlocutor deriva significado).

Los hablantes son capaces de acceder a interpretaciones adecuadas sobre los significados de
las expresiones, puesto que pueden restringir el número de inferencias habilitadas gracias al
principio de la relevancia. Este reza: “cada acto de comunicación ostensiva comunica la
presunción de su óptima relevancia”, entre un conjunto de suposiciones.

De acuerdo con la teoría de la relevancia la respuesta radica en que prestamos atención a la


información que nos parece relevante; el procesamiento de información se orienta hacia la
relevancia.

Dados los alcances de las teorías de referencia y de la relevancia, no obstante sigue siendo
iluminador el pasaje del Microcosmos (Lotze, 1864)38: “La sombra de la Antigüedad, su
nefasta sobrevaloración del logos, se extiende aún sobre nosotros y no nos deja ver, ni en lo
real, ni en lo ideal, aquello por lo que ambos son algo más que toda razón."

37
Cf. SPERBER Dan. WILSON Deirdre, Relevancia: comunicación y cognición. Visor. Madrid. 1994.
38
Cf. HESSEN. Johannes. O. Cit. Pag. 92.
16
5. Conclusiones

5.1. Los diálogos son indispensables en cuanto que proveen de unos presupuestos mínimos,
entre ellos un lenguaje compartido para el reconocimiento del otro, en su diferencia, y
seguidamente, el reconocimiento del otro en su complejidad, con la cual comparte unos
mismos derechos humanos fundamentales. Sin embargo sus promotores requieren asumir
que una alternativa más incluyente es la negociación, que desborda el lenguaje verbal.

5.2. El diálogo es un método insuficiente para establecer relaciones fluidas y armónicas


entre culturas y entre actores en conflicto, en cuanto que depende de los usos del lenguaje
verbal y de modos de significar que adolecen de limitaciones para comprender significados
de la realidad vivida. Una instancia superior al diálogo es la negociación, que incluye no
sólo el plano de las declaraciones formales sino la intervención sobre la práctica social
desde el reconocimiento de experiencias que son significativas pero que no son
estrictamente verbales, como las afectivas en plano de la civilidad.

5.3. Los límites del lenguaje verbal tienen que ver con las asimetrías entre cosas, acciones,
signos y palabras que se advierten entre los interlocutores. Las asimetrías se muestran
además en el lenguaje de cada locutor con respecto a su entorno. Hay necesidad también de
afirmar que hay significados para los cuales no hay palabras sino que se trata de vivencias
complejas cuya caracterización y solución no pueden definirse dialógicamente sino en la
vivencia misma.

5.4. Se requiere una apertura del diálogo hacia otros modos de significar de acciones
sociales que requieren comprensión a través del discurso que de las razones y los motivos
de la acción. Denunciar un antivalor, obrar por un valor es una acción social que requiere
desde el lenguaje verbal su justificación última para su legitimidad, actitud que presupone
además que los interlocutores no se encuentran en plano de igualdad, puesto que son las
asimetrías, las diferencias las que explican el diálogo y posibilitan la negociación como
instancia superior al diálogo formal.

17
5.5. Existen otras acciones que inciden en el proceso de diálogo y que son significativas. La
referencialidad y la relevancia cognitiva que se advierte en los usuarios del lenguaje,
confirman afectaciones extra lingüísticas.

5.6. Frente a las limitaciones del lenguaje y por ende de las posibilidades
de soluciones dialógicas, es fundamental el reconocimiento de otras
formas emotivas en la práctica cotidiana que no se ajustan a la
normatividad dialógica o a una racionalidad moderna logocéntrica que
fluctúa entre la visión instrumental del lenguaje verbal que agota la
acción comunicativa, hasta una afirmación de un sujeto trascendental
fundador de la racionalidad universalista.

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