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Características generales
Según las teorías ambientalistas del aprendizaje, la educación o la experiencia son
factores más importantes para el desarrollo que la naturaleza o las dotes innatas.
Para estos teóricos, la capacidad innata que defienden los nativistas sólo contribuye
a proporcionar la estructura interna que puedan configurar las fuerzas ambientales.
Los ejemplos más conocidos de investigaciones ambientalistas para la adquisición
de la segunda lengua nos los proporcionan las diferentes teorías conductistas y
neoconductistas del aprendizaje. Estas teorías consideran que el ser humano es como
una tabla rasa cuando nace y que su aprendizaje, de cualquier tipo, se lleva a cabo a
través de las respuestas que ofrece al medio con el que establece contacto, en una
dinámica de estímulo-respuesta.
Un ejemplo de estas teorías nos lo proporciona Skinner (1957), quien considera que
la conducta verbal, al igual que otras conductas, es controlada por sus
consecuencias: si una conducta determinada es premiada, de modo verbal o no
verbal, tiende a mantenerse, a incrementarse su intensidad y su frecuencia. Si, por el
contrario, no recibe ningún tipo de refuerzo o es castigada, se debilita y tiende a
desaparecer.
Para la teoría del aprendizaje de la lengua, tiene especial interés el trabajo sobre el
“procesamiento distribuido en paralelo” (McClelland, Rumelhart y el grupo de
investigación PDP, 1986) o modelo conexionista. Según este modelo, buena parte de
los procesos cognitivos humanos son “asociaciones de patrones” (Sopena, 1992), es
decir, los mecanismos de la mente son el resultado de la actividad cooperativa de
muchas unidades de procesamiento de la información –las neuronas- actuando en
paralelo. Estas neuronas establecen múltiples conexiones, forman redes de tal modo
que cada uno de los millones de células en el cerebro puede conectarse
simultáneamente con varios miles, haciendo posible que informaciones procedentes
de distintas entradas sensoriales creen, al interrelacionarse, estructuras complejas y
combinaciones nuevas. Las configuraciones de esas conexiones no se fijan
definitivamente, pueden cambiar y evolucionar, dando lugar al desarrollo de nuevas
conexiones, a la pérdida de algunas existentes o a modificaciones en la fuerza que
las une.
Ante esta evidencia, Schumann trata de explicar la razón por la que la adquisición de
la lengua era tan limitada para Alberto. Desde el principio se descarta como causa la
habilidad cognitiva, pues los resultados de los tests de inteligencia adaptativa de
Piaget habían sido normales. También se descarta el factor “edad” porque otros
individuos que habían formado parte de la muestra eran mayores y habían obtenido
mejores resultados. En cambio, para Schumann, la distancia social y psicológica que
Alberto mantenía en relación con los hablantes de la lengua meta podría ser una
explicación más verosímil. De este modo, comienzan a hacerse explícitos los
postulados de este modelo. Aparecen dos conceptos claves: la distancia social, como
un fenómeno de grupo, y la distancia psicológica, fenómeno individual.
La distancia social marca la posición del aprendiz, como parte de un grupo social,
frente a la segunda lengua y a su grupo. Como se recoge en Larsen-Freeman y Long
(1994: 234), los factores que influyen en esta distancia social son ocho, la mayoría
de los cuales parece tener valores negativos que impiden la adquisición de la
segunda lengua. Los ocho factores son los siguientes:
1. Dominio social. La relación que se establece entre los grupos sociales que
representan esas lenguas pueden ser de dominio, de subordinación o neutra. A
mayor subordinación, mayor distancia.
2. Modelo de integración (conservación, aculturación, asimilación). El modo en el
que el grupo al que pertenece el aprendiz se sitúa frente a la cultura del grupo de la
segunda lengua puede ir desde una resistencia frontal a la asimilación (conservación
de una identidad cultural) hasta un deseo de identificación total con ella (asimilación
a la cultura de la lengua meta).
En el primer caso, se dificultará el aprendizaje y en el segundo, se facilitará. La
aculturación, como recoge Merrill Valdés (1986: 20), ha sido definida por W. R.
Acton y J. Walker de Félix como el proceso de adaptación a la nueva cultura sin
renunciar necesariamente a la propia identidad de la lengua nativa.
3. Acotamiento. Cuando el aprendiz pertenece a un grupo acotado desde el punto de
vista social (talleres de artesanía, profesiones, etc.) o debido a su situación
geográfica (apartados en barrios, con sus propios locales, periódicos, etc.). Este
acotamiento también dificulta la adquisición de la segunda lengua.
4. Cohesión. Ser miembro de un grupo cuya tendencia es a reducir el contacto con
los del otro grupo.
5. Tamaño del grupo. El hecho de pertenecer a un grupo numeroso favorece la
relación entre sus miembros y un alejamiento de los otros, principalmente, por no
tener necesidad de ellos.
6. Concordancia cultural. Los grupos pueden ser culturalmente más o menos
parecidos. La distancia cultural entre ellos hará que disminuya el contacto
intergrupal.
7. Actitud. Las actitudes entre los grupos suele ir desde la neutralidad hasta la
hostilidad.
8. Tiempo estimado de residencia. Tanto el tiempo que una persona lleve en un lugar
como el tiempo que considere que va a pasar en él también condiciona la
adquisición. A más tiempo, mayor necesidad de comunicación y contactos más
prolongados con los miembros del otro grupo.
Como cita Pérez Valverde (1995), H. Douglas Brown (1980) considera el fenómeno
del choque cultural como una de las muchas fases en el proceso de aculturación.
Éste, en su fase inicial, se caracteriza por ser un período de placer y excitación por la
novedad. El “choque cultural” se correspondería con el segundo paso, el cual
emerge conforme el individuo siente la intrusión de cada vez más diferencias
culturales en su propia imagen del yo. El tercer paso sería uno de recuperación
gradual, en el cual coexisten sentimientos de empatía con la otra comunidad con
ocasionales apariciones de reticencias. Todo el proceso emocional que un individuo
tiene que pasar en su proceso de adquisición a la segunda lengua, va desapareciendo
gradualmente hasta lograr la adaptación total, que supone la aceptación de la cultura
y autoconfianza en la nueva persona que se ha desarrollado en esta cultura.
(El sistema lingüístico que el aprendiz construye partiendo del input lingüístico al
que se le ha expuesto, ha recibido diferentes nombres. El más conocido y usado es el
término “interlengua”, empleado por Selinker en 1972. Parece haber sido utilizado
por primera vez en 1935 por John Reinecke, distinguido especialista en pidgins y
criollos, quien afirma que, en la mayor parte de los casos los distintos grupos de
emigrantes utilizaban como medio de comunicación un dialecto improvisado que,
como interlengua, tendía a convertirse en un habla más formal, pero imperfecta si se
compara con la lengua estándar, hasta que, finalmente, esta lengua franca más o
menos estandarizada pasaba a ser la primera lengua de todos los habitantes (John
Reinecke, 1969: 115) (Cita extraída de Larsen-Freeman y Long, 1994: 63). Sin
embargo, Schumann (1978c) opta por una definición más flexible: considera la
pidginización como un proceso que no tiene necesariamente que resultar en un
producto elaborado).
Con esta afirmación, Schumann (1978b) no quiere decir que los pidgins y la
adquisición de la segunda lengua fueran iguales en las primeras etapas sino que en la
producción de cada uno de ellos funcionaban los mismos procesos de simplificación
y que el alcance de dicha simplificación dependerá de la distancia social y
psicológica que separa al aprendiz, como miembro de un grupo y como individuo,
de los hablantes de la lengua meta.
Como afirma Ruiz Bikandi (2000b: 100), todos los factores psicológicos, que se
unen a las variables lingüísticas y cognitivas que intervienen en el proceso de
adquisición, fueron identificados por Schumann con el fin de posibilitar la reducción
de la distancia psicológica por medios colectivos y personales y parecen ser claves
para no obstaculizar la adquisición de la segunda lengua, pues condicionan la
exposición a la lengua y, en consecuencia, su aprendizaje.