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Productividad, competitividad y desarrollo

Colombia: un modelo liberal de sostenibilidad restringida

Por Juan Diego Castrillón Cordovez 1

Resumen

En este artículo se evidencian las restricciones de un modelo liberal de


sostenibilidad basado como en el caso colombiano en el aumento de la
productividad. Metodológicamente se retoman fundamentos epistemológicos de las
ciencias económicas y administrativas para desde ahí comparar la agenda
colombiana de competitividad con modelos globales. Se propone para Colombia
incluir explícitamente perspectivas complementarias en las cuales la sostenibilidad
sea comprendida en su triple dimensión económica, social y ambiental, como
también lo incluye el modelo promovido por el Foro Económico Mundial y por
grandes organizaciones corporativas que lideran Global Report Iniciative, G.R.I. 4.
Este artículo también propone buscar alternativas a nivel nacional través del ajuste
de la agencia nacional de competitividad con la estrategia gubernamental de
implementación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, O.D.M. A nivel regional
se propone la sectorización de esa agenda nacional considerando como variables
el territorio y los segmentos productivos, una vez se configuren los nuevos
gobiernos locales y departamentales.

1. Introducción

El desafío de la competitividad refiere la búsqueda de un mejor posicionamiento


global que refleje la capacidad que posee una nación para lograr un crecimiento
económico sostenido en el largo plazo por el manejo racional de sus recursos
materiales e inmateriales y su capacidad para proveer a sus habitantes de un alto
nivel de prosperidad (WEF, 2018). Este desafío es asunto de la epistemología
entendida como la reflexión sobre los medios y modos de producción de la teoría y
metodología de las ciencias. Desde el interior de las disciplinas económicas y
administrativas se distinguen orientaciones al manejo del talento humano, la
innovación en la producción y el intercambio, la resiliencia y la velocidad de las
transacciones, nuevos canales de integración y movilidad social, como aspectos
fundamentales del éxito económico en la era de la Cuarta Revolución Industrial (4IR,
por su sigla en inglés). En este sentido es pertinente hacer una reflexión

1
Profesor de ciencias sociales de la Universidades Autónoma de Occidente, y de ética en la Pontificia
Universidad Javeriana de Cali, Grupo de Investigación Hermes de la Universidad del Valle. Y Grupo de
Investigación Pretextos del programa de trabajo social de la fundación Universitaria del Cauca. Doctor en
Humanidades de la Universidad del Valle. Magister en Administración MBA. Icesi- Tulane. Magister en
Estudios Políticos de la Pontificia Javeriana de Cali. Especialista en Humanidades Contemporáneas de la
Universidad Autónoma de Occidente. Licenciado en Filosofía “Suma cum laude” de la Pontificia Universidad
Antoniana Roma. Email: juancastri77@hotmail.com
epistemológica y de alcance práctico, como la presente, entendida como la
indagación sobre el origen y la producción disciplinar de las ciencias, en este caso
referida a los conceptos de productividad, competitividad y desarrollo y su
proyección en la agenda colombiana de competitividad 2019-2022.

En la representación social y empresarial de la competitividad suelen predominar


referencias a la mayor productividad y uso eficiente de recursos como una condición
para el crecimiento económico. De hecho, la competitividad se incrementa cuando
mejora la eficiencia en la productividad, en condiciones de estabilidad
macroeconómica, de goce de infraestructura y servicios, y mercados eficientes que
incluyan el corto y largo plazo. En su posicionamiento como modelo teórico de
gestión macro y microeconómica ha sido fundamental el aporte de Michael Porter
quien la planteó la Ventaja Competitiva de las Naciones (1990), la cual se basa en
la productividad de bienes y servicios, determinada por factores como la calidad de
políticas institucionales (macro) que inciden en los negocios y en lo
microeconómico, en la capacidad tecnológica de absorción, de mejora y de creación
de innovación de las empresas.

La crítica a este concepto proviene de Paul Krugman, quien a través del


cuestionamiento de las razones del por qué los países son diferentes entre sí y
sobre el por qué algunas naciones exportan productos agrícolas mientras otros
exportan bienes industriales o siderúrgicos, a partir de la cual argumenta la debilidad
del concepto de competitividad de las naciones (1993).

La revisión de Krugman que le ameritó ganar el premio nobel de economía explica


que el comercio internacional está dominado por países caracterizados por tener
condiciones económicas similares, que intercambian productos similares, lo cual
facilita la especialización de la producción a gran escala, que a su vez repercute en
una disminución de los precios y hacer crecer una gran diversidad de artículos de
consumo. Adicionalmente la gente tiende concentrarse en núcleos urbanos
similares cuyo crecimiento poblacional contribuye al aumento de esta producción a
gran escala, que a su vez causa un incremento de los ingresos y una mayor
diversidad de oferta de mercancías. De esta manera según las teorías de Krugman,
el modelo de competitividad de empresa, industria o corporación es aplicable solo
para referirse al estándar de vida de los ciudadanos, determinado por factores
domésticos relacionados con la productividad, descartando que ello implique que
en competencia internacional este término tenga utilidad2. Otras aportaciones
teóricas sobre este concepto hacen énfasis en considerar el peso de las políticas
de Estado, el papel de los gobiernos como factor endógeno y el alcance geográfico
de las empresas multinacionales y globales.
2
Esta discusión está parcialmente superada hoy cuando distintas organizaciones multilaterales utilizan
modelos para medir y comparar la competitividad de diferentes niveles geográficos simultáneamente: país,
estados y municipios. Para un breve análisis de caso utilizando un método multivariado de análisis factorial,
donde se identificaron factores, sub factores y variables, ver García Ochoa, Juan José, León Lara Juan de Dios
y Nuño de la Parra José Pablo, (2016) Propuesta de un modelo de medición de la competitividad mediante
análisis factorial, Revista Contaduría y Administración, México. Disponible en www.sciencedirect.com,
www.cya.unam.mx/index.php/cya
En la construcción de este imaginario ha sido determinante, además de la teoría
económica clásica y moderna, la historia del índice Global de Competitividad (IGC)
del Foro Económico Mundial, También el World Competitiveness Yearbook, que
genera el International Institute for Management Development. Igualmente han
influido organismos multilaterales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario
Internacional y el BID. En este proceso han sido significativas las representaciones
a partir de las imágenes y modelos compartidas de empresas a través de encuestas
promovidas por grupos académicos de universidades y de centros de pensamiento,
investigación, desarrollo. A modo de ilustración de la importancia de este paradigma
puede citarse en primer lugar, el Índice Global de Competitividad 2018, que nivel
mundial, en un ranking de 140 países, posiciona a Estados Unidos como el más
competitivo del mundo, seguido por Singapur, Alemania, Suiza, Japón, Holanda,
Hong Kong, Reino Unido, Suecia y Dinamarca. En Latinoamérica, Chile lidera el
grupo de los países más competitivos de la región (posición 33), seguido por México
(46), Uruguay (53), Costa Rica (55) y Colombia (60). Los últimos de la región son
Venezuela (127) y Haití (138). Este ranking también lo confirma el Centro
Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible (CLACDS) del
INCAE Business School, socio regional del Foro Económico Mundial. Su informe
de competitividad del 2018-2019, se basa en alrededor de 800 encuestas a
ejecutivos de empresas, y datos oficiales de cada economía y son insumo para la
toma de decisiones identifica los siguientes pilares relacionados con el entorno de
negocios: 1). Instituciones, 2). Infraestructura, 3). Adopción de Tecnologías de la
Información y Comunicación, 4). Estabilidad Macroeconómica, 5).Salud, 6).
Capacidades (Educación y capital humano), 7). Mercado Productivo, 8). Mercado
Laboral, 9). Sistema Financiero, 10). Tamaño del mercado, 11). Dinamismo
Empresarial y 12). Innovación. Las variables tienen distinto peso en la construcción
del índice global, no resultan de un promedio aritmético.

En el campo epistemológico, la representación en las disciplinas económicas y


administrativas también privilegia la posibilidad instrumental del saber hacer en
contextos sociales, económicos y ambientales, mediante la creación de “valor
compartido” (Porter, 2011), que relaciona la institucionalidad empresarial, la
institucionalidad gubernamental, el desarrollo de clústeres de alto potencial, la
productividad, la ubicación geográfica y la diversidad ecológica, condicionadas por
la inversión y la innovación. Otro aspecto significativo de la representación de la
competitividad es que sus pilares para establecer un ranking mundial permiten
diferenciar la configuración de la empresa, del individuo, de la sociedad y del Estado
que considera el modelo liberal de movilidad y de estratificación social (Hernández,
2007).

En perspectiva histórica de la tradición liberal de Adam Smith y Ricardo la


competitividad puede diferenciarse desde el tránsito de una economía basada en la
explotación de recursos naturales con poco valor agregado y con mano de obra
poco calificada, hacia una economía modernizada, basada en el fortalecimiento de
la inversión y que apunte a la especialización de la producción con estrategias
globales, con un enfoque de construcción de ciudadanía desde la exclusión hacia
la inclusión y la mayor movilidad social centrada sobre el mundo de la producción,
el trabajo y el consumo en la economía formal, dentro de una concepción liberal de
la sociedad clasificada por estratos.

El reto de la competitividad también es ideológico por su punto de partida en


encuestas de representaciones sociales, empresariales, y las que mejor expliquen,
con ayuda de la investigación académica, las diferencias de crecimiento por
determinantes globales de apertura comercial, de híper-segmentación de los
consumidores, de revolución tecnológica y de comunicaciones, y por otro lado, por
condiciones de coyuntura local y regional, como en el caso colombiano y
latinoamericano, la emergencia de nuevos consensos a favor de la paz y la
democracia. Así, la medición de la competitividad no está exenta de una carga
ideológica en la cual se advierten elementos propios de una comprensión liberal.
Igualmente se pueden detectar en su enfoque las tradiciones modernas del
evolucionismo social que hacen énfasis en la lucha irrestricta por lograr la oferta
dominante y la demanda agregada en los mercados locales y globales (Hernández,
2007).

2. La perspectiva colombiana de competitividad

El análisis epistemológico de la competitividad requiere territorializarse. En el caso


colombiano, el informe del gobierno (SNCCTI, 2019) da cuenta que el Índice
Competitividad Global 2017 y 2018, integró a tres nuevos países en sus análisis, lo
que explica la caída de tres posiciones del desempeño de este país aun cuando su
desempeño mejoro (+0.1) y a nivel latinoamericano se mantuvo por cuarto año
consecutivo como el quinto país más competitivo de la región (posición 60). El
informe reseña cómo en la última edición del ICG se destacó la existencia del
Sistema Nacional de Competitividad, Ciencia, Tecnología e Innovación en Colombia
como ejemplo de un arreglo institucional público-privado que busca mejorar el nivel
de competitividad del país. Así mismo, resalta el mismo informe la creación del
Consejo Privado de Competitividad como un think tank que reúne al sector privado
y a la academia que utiliza el IGC para analizar la competitividad a nivel subnacional
(Índice Departamental de Competitividad).

En el caso colombiano se tiene como antecedente para esta perspectiva el


documento de Planeación Nacional CONPES 3439 de 2006, que recoge la
definición de competitividad desde un enfoque económico orientado a producir
bienes y servicios capaces de competir exitosamente en mercados globalizados,
que es paralelo al mejoramiento de las condiciones de ingreso y calidad de vida de
su población y precisa el mismo documento que “La competitividad es el resultado
de la interacción de múltiples factores relacionados con las condiciones que enfrenta
la actividad empresarial y que condicionan su desempeño, tales como
infraestructura, recursos humanos, ciencia y tecnología, instituciones, entorno
macroeconómico, y productividad”.
Esta distinción conlleva a indagar sobre las bases disciplinares del enfoque
colombiano frente al global y si tiene relación con el modelo liberal distributivo del
bienestar donde los niveles de igualdad o desigualdad se expliquen por el
crecimiento económico. El enfoque colombiano implica una relación directamente
proporcional entre productividad de bienes y servicios en mercados globalizados
con el mejoramiento de las condiciones de ingreso y calidad de vida, sin considerar
variables e indicadores distributivos o redistributivos con el riesgo de la acumulación
y concentración del ingreso en fenómenos de inequidad social que distorsionen el
consumo y frenen la dinámica de crecimiento de la productividad. La evidencia
empírica no es general ni resulta suficientemente contundente, y en cualquier caso
no es de esperar que los niveles de igualdad o desigualdad puedan ser sólo
explicados por el crecimiento económico (Salvia-Donza, 2001).

Pueden mostrarse desde la teoría económica varios referentes epistemológicos a


un liberalismo muy restringido en la agenda nacional de competitividad con base en
el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2022. Si se considera la enunciación de las
líneas de su agenda, la competitividad resulta de la suma de los rendimientos
económicos de los individuos y empresas: sea por el ingreso o el consumo. Sin
embargo esta aproximación epistémica no está exenta de riesgos de problemas de
sesgo o falta de información en el análisis de la dimensión social y política de la
competitividad y del bienestar en general.
No obstante, puede indagarse si existirían otros presupuestos epistemológicos de
las teorías liberales que estarían implícitos en el enfoque colombiano en su agenda
de la competitividad, con atención no sólo en el ingreso o consumo como medios
para satisfacer necesidades básicas, sino el desarrollo de capacidades de utilizarlos
para garantizar ciertos funcionamientos del individuo (fijados según un máximo u
óptimo de desarrollo humano). Esta aproximación implícito se encontraría en la
enunciada línea temática de educación, cuando refiere al sistema de certificación
de competencias laborales, que tiene relación con el modelo del desarrollo humano
con base en capacidades de desempeño, donde “capacidad” (capability), tiene el
sentido las diversas combinaciones de funcionamientos que (una persona) puede
conseguir (Sen, 2000). De validarse para Colombia esta interpretación de
competencia en perspectiva de desarrollo humano como aparece diferenciado en la
Agenda del Foro Económico Mundial, sería necesario que al seguimiento de la
competitividad en el caso colombiano no se limitara a la certificación de
competencias y además que este objetivo de desempeño tuviera efectos explícitos
esperados en la productividad, e igualmente que se integraran otras agencias como
las relacionadas con los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Igualmente que en su
seguimiento se bebiera de las fuentes del liberalismo político utilitarista liberal que
no se limitan al reduccionismo empresarial sino que están abiertas al contrato social
y a la búsqueda de consensos, incluyendo satisfactores relevantes del desarrollo
humano (Max Neef, 1986)
El gobierno colombiano en su Agenda 2019 – 2022 del Sistema Nacional de
Competitividad, Ciencia, Tecnología e Innovación, con base en el Plan Nacional de
Desarrollo del cuatrienio3, distingue las siguientes líneas temáticas:
1. Estado simple: menos trámites, regulación clara y más competencia

2. Pacto por el transporte y la logística para la competitividad y la integración


regional

3. Pacto por la transformación digital de Colombia: Gobierno, empresas y


hogares conectados con la era del conocimiento

4. Educación de calidad para un futuro con oportunidades para todos

5. Un mundo de posibilidades: aprovechamiento de mercados internacionales


y atracción de inversiones productivas

6. Entorno para crecer: Formalización, emprendimiento y dinamización


empresarial

7. Transformación empresarial: desarrollo productivo, innovación y adopción


tecnológica para la productividad Campo con progreso: una alianza para
dinamizar el desarrollo y la productividad de la Colombia rural,

8. Pacto por la sostenibilidad: producir conservando y conservar produciendo

9. Pacto por la Ciencia, la Tecnología y la Innovación: un sistema para para


construir el conocimiento de la Colombia del futuro.

10. Colombia naranja: desarrollo del emprendimiento de base artística, creativa


y tecnológica para la creación de nuevas industrias
Es pertinente observar que sólo en una de sus 10 líneas temáticas diferencian de
modo explícito una perspectiva social, referida a la educación. Sin embargo las
metas en esta línea refieren principalmente a la implementación de los componentes
del Sistema Nacional de Cualificaciones, de una línea de base del 30% a una meta
del 69%.
La desagregación de metas parciales para este objetivo explícitamente social en la
agenda de la competitividad es la siguiente.

3
Fuente. Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación. Consultado en Junio 2019. Disponible en
http://www.colombiacompetitiva.gov.co/SitePages/Diagramas/agenda-snccti.html
TABLA UNO: La educación, la única línea temática explícitamente social en la
Agenda Nacional de Competitividad – Colombia- 2019-2022

Indicador de
Línea Temática PND Producto Indicador de desempeño
objetivo
Reglamentación e implementación del marco
nacional de cualificaciones (MNC)
LB: 40%; Meta: 70%

% de avance en la
Definición de condiciones y mecanismos de
Educación de calidad 1. Sistema Nacional implementación de
Aseguramiento de la Calidad
para un futuro con de Cualificaciones los componentes
LB: 20%; Meta: 80%
oportunidades para implementado del Sistema
todos Nacional de
Diseño, reglamentación e implementación del Cualificaciones
Sistema de Certificación de Competencias (%)
Laborales: LB: 30%; Meta:
LB: 30%; Meta: 80% 69%

Restructuración y reglamentación de la
Normalización de Competencias
LB: 40%; Meta: 80%

Diseño e implementación del Sistema de


Información del SNC
LB: 30%; Meta: 80%

Diseño e implementación de un esquema de


movilidad educativa y formativa
LB: 10%; Meta: 40%

Fuente. Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación. Disponible en


http://www.colombiacompetitiva.gov.co/SitePages/Diagramas/agenda-snccti.html

El marco teórico liberal del desarrollo con base en capacidades, que es difuso en la
agenda colombiana y que amerita la enunciación de indicadores de meta explícitos
en su plan de acción, es por el contrario muy claro por la comunidad internacional
desde el Foro Económico Mundial que plantea los siguientes pilares, entre otros
mencionado antes relacionados en su orden original, en el entorno de negocios: 1).
Instituciones. 5).Salud, 6). Capacidades (Educación y capital humano), 7). Mercado
Productivo, 8). Mercado Laboral.

Respecto a la aproximación evidente de la agenda global a la gestión del desarrollo


humano con base en capacidades, entendidas como «un conjunto de oportunidades
interrelacionadas para elegir y actuar» (Nussbaum, 2012: 40) se ha elaborado en el
contexto de las políticas internacionales para el desarrollo incluso de países más
ricos, como se puede confirmar desde la anterior enumeración del Foro Mundial y
sus datos han sido siempre importantes para elaborar los informes de la Oficina del
Informe sobre Desarrollo Humano de la ONU. Significa que en Colombia esas líneas
de competitividad debieran considerarse también explícitamente o preverse
indicadores de desempeño que puedan señalarse en perspectiva social, de
capacidades y de desarrollo humano.

En este enfoque es de anotar cómo Martha Nussbaum diferencia 10 capacidades


centrales. Este listado, en su más reciente obra, propone ajustarlo a través del
debate transcultural, que implica la búsqueda de consensos sociales solapados, en
el sentido de la teoría de la justicia de John Rawls, donde las personas son el núcleo
moral autónomo de un concepto político, sin tener que aceptar ningún enfoque
metafísico sobre el mundo en particular, cualquier visión ética o religiosa particular
sobre el conjunto, o incluso cualquier percepción particular respecto de la persona
o de la naturaleza humana”. (Nussbaum, 2012: 76)

Estas capacidades centrales que propuso inicialmente Nussbaum eran:

1. Capacidad de vivir en condiciones que merezcan la pena vivir.


2. Salud corporal, incluyendo la salud reproductiva, la alimentación y vivienda
adecuada.
3. Integridad corporal para posibilitar la movilidad de un lugar a otro en condiciones
de seguridad que excluyan la violencia sexual, los abusos sexuales infantiles y la
violencia de género.
4. Capacidad para utilizar los sentidos, imaginar, pensar y razonar de manera
informada y cultivada gracias a una educación adecuada, a partir de una formación
básica matemática y científica, con las garantías a la libertad de expresión, con
respeto a la expresión política, artística y de culto religioso.
5. Capacidad de tener vínculos afectivos con cosas y personas ajenas a nosotros
mismos; Defender esto supone promover formas de asociación humana que
pueden ser demostrablemente esenciales para su desarrollo.
6. Capacidad de razonamiento práctico del sentido del bien que supone la
protección de la libertad de conciencia.
7. Capacidad de afiliación, de vivir con otros y volcados hacia otros, en orden tanto
para la justicia como para la amistad, que implica proteger instituciones que
constituyen y alimentan tales formas de afiliación, así como la libertad de asamblea
y de discurso político, la protección contra la discriminación por motivo de raza,
sexo, orientación sexual, religión, casta, etnia u origen nacional.
8. Capacidad de vivir interesados y en relación con los animales, las plantas y el
mundo de la naturaleza.
9. Capacidad para disfrutar de actividades de ocio.
10. Control sobre el entorno de cada uno en el plano político (tener el derecho de
participación política junto con la protección de la libertad de expresión y de
asociación) y en el plano material (derecho a la propiedad tanto de tierras como de
bienes muebles) en base de igualdad con otros; tener el derecho de buscar un
empleo en condiciones de igualdad con otros, ser libres de registros y embargos
injustificados.

Esta visión corresponde a una concepción de la justicia social que garantice


condiciones básicas para la dignidad de la vida humana, cuya comprensión desde
variables en indicadores de diagnóstico y de meta se evidencia en la reflexión de
grupos empresariales globales que han apelado a procesos de consenso para llegar
a regulaciones como la I.S.O. 26000 sobre responsabilidad social empresarial y los
indicadores de Global Report Iniciative, G4 que incluyen la articulación de las
dimensiones social, económica y ambiental.

3. Desarrollo sostenible y posdesarrollo

Desde hace varias décadas Colombia le ha apostado por un modelo neoliberal que
es susceptible de críticas aún desde las perspectivas del Foro Económico Mundial
y del G.R.I. 4. Para ampliar la crítica es pertinente anotar que el debate en el siglo
XXI, como reseña Arturo Escobar (2012) parece girar alrededor de distintos
direccionamientos:

1. “Modelos alternativos al desarrollo” en perspectiva de indicadores de desempeño


local sectorial y territorial con protagonistas en una administración participativa
comunitaria.

2. El “desarrollo sostenible” que articule la triple dimensión de lo social, económico


y ambiental.

3. El “posdesarrollo” que cuestiona que el desarrollo sea al futuro un principio


organizativo central de la vida social, que le apuesta a intentos de globalización
contra-hegemónica que se abre a una diversidad de concepciones sobre el
desarrollo, cuestiona la perspectiva general de globalización dominante a través de
dinámicas de auto organización de movimientos sociales como una nueva
estrategia política y una nueva lógica de lo social considerando que los recursos
planetarios son limitados y ameritan replantear la perspectiva del progreso.
(Escobar, 2012,15-16)

Hasta finales del siglo pasado pueden diferenciarse según Arturo Escobar tres
teorías contrastables: la teoría de crecimiento y modernización en las décadas de
los cincuenta y sesenta; la teoría de la dependencia y perspectivas relacionadas en
los años sesenta y setenta; y aproximaciones críticas al desarrollo como discurso
cultural en la segunda mitad de la década de los ochenta y los años noventa que
abrió la posibilidad al planteamiento del pos desarrollo (Escobar, 1999).

En esta tercera perspectiva se podría ubicar el enfoque del desarrollo como Buen
Vivir, que al proponer la interculturalidad como principio rector con énfasis político-
económicos, tales como la soberanía alimentaria, el control de los recursos
naturales, la justicia social y un derecho humano al agua y que busca articular la
economía, el medio ambiente, la sociedad y la cultura en nuevas formas, trasciende
de ser solo un proyecto cultural-político puramente andino (Acosta, 2010), llamando
a las economías sociales y solidarias mixtas, como representación simbólica e
imaginaria de actores sociales es una construcción histórica, de significado variable
además de estar ligada con el desenvolvimiento económico y social progresivo.
Es de observar que estas conceptualizaciones implican una taxonomía con su
propio sistema bipolar de valoraciones, aspiraciones y metas promovidas con
relativa frecuencia por grupos hegemónicos que actúan como principio o autoridad
orientadora. Puede definirse igualmente como dispositivo para mejorar de modo
normatizado la productividad, el consumo y la cultura en general. Suele implicar
otras acepciones: alteridad, progreso, modernización, modernidad, evolución,
sostenibilidad, cambio social, planificación, calidad de vida, bienestar, felicidad,
(Carvajal, 2009).

Contra una corriente economicista alrededor de datos consolidados de


industrialización, de crecimiento del producto interno bruto y del ingreso per cápita,
para Amartya Sen en su libro Desarrollo y Libertad (2006), requiere centrarse la
atención en la expansión de las libertades reales que disfrutan los individuos, como
fin primordial y el medio principal del desarrollo . Sin embargo aún hoy ha
predominado una visión economicista que no representa la especificidad del
bienestar de los individuos ni comprometen prácticas de equidad, ni inclusión
(Nussbaum, 2012).

Desde un principio de realidad que demanda la aplicación efectiva y con recursos


financieros del presupuesto nacional para un modelo de competitividad empresarial
por parte instancias gubernativas, paralelamente al seguimiento a los objetivos de
desarrollo sostenible que articulan desempeños en lo social, económico y ambiental
también como agenda del gobierno colombiano, es significativo reconocer la
posibilidad del enlace de estas perspectivas con su aplicación por sectores
económicos y por circunscripciones políticas territoriales en Colombia.

Ello dependerá de la configuración de los nuevos gobiernos departamentales que


para el cuatrienio 2020-2023 se alineen con las líneas de acción de planeación
nacional y de la hacienda pública. Estos gobiernos se definirán en las elecciones de
alcaldes y gobernadores previstas a finales del 2019 y los programas acogidos por
los electores serán la base de los planes de desarrollo departamental y local.

4. Conclusiones

A partir de una reflexión epistemológica alrededor de los conceptos de


productividad, competitividad y desarrollo, se ha planteado en este artículo que en
la agenda nacional de competitividad 2019-2022 aparece un enfoque restringido de
la competitividad, en clave de prosperidad económica con base en la promoción de
condiciones al empresariado a cuya iniciativa correspondería el impulso de lo social.

Esta reflexión se ha llevado a implicaciones prácticas para aportar elementos


epistemológicos significativos que permitan abordar el del mejoramiento de la
productividad, la competitividad y la sostenibilidad de sectores productivos en el
departamento del Valle del Cauca.
Se ha puesto en evidencia que la agenda nacional de competitividad dista de la
visión de competitividad y desarrollo sostenible en su triple dimensión económica,
social y ambiental, que promueven a nivel global instituciones como el Foro
Económico Mundial y por grandes organizaciones corporativas como el Global
Report Iniciative, G.R.I 4.

Es de esperar que una vez se defina a finales del año 2019 la nueva configuración
de los gobiernos departamentales y municipales con sus respectivos planes de
desarrollo territorial, uno de los recursos metodológicos para corregir la distorsión
del modelo colombiano al menos respecto a los parámetros del Índice Global de
Competitividad del Foro Económico Mundial y la triple articulación del desarrollo del
G.R.I. 4 pudiera ser la articulación con la agenda de seguimiento de os Objetivos de
Desarrollo del Milenio. En tercer lugar, se plantea la sectorización de esa agenda
nacional considerando como variables el territorio y los segmentos productivos
regionales. Si no se gestionan consensos “solapados” entre actores económicos y
sociales, esta recomendación provisional es objetable pues corre el riesgo de
convertirse en un intento de salvar las estrategias y procesos convencionales
articular normativas y recursos de gobierno y de sectores corporativos que lideran
la modernización económica, que recrean geografías de la pobreza y la exclusión.

Considerando que desde fuera de un marco institucional regulador es más complejo


viabilizar modelos alternativos de desarrollo se debe insistir en corregir la distorsión
del modelo colombiano de competitividad con la alineación de la agenda respectiva
con la agenda para los O.D.S. y los planes municipales y departamentales de
desarrollo, considerando como variables el territorio y los segmentos productivos
regionales

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