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ANTROPOLOGIA FILOSOFICA.

Prof. Baltasar Pérez Argos. S.J.

SECCION PRIMERA.- De la vida en general. ¿Qué es la vida?.

Artículo 1º.- Vida Fisiológica.


Artículo 2º.- Vida consciente.

SECCION SEGUNDA.- De los vivientes en particular.

Capítulo 1º.- Las plantas.


Capítulo 2º.- Los Animales.
Capítulo 3º.- El Hombre.

PARTE PRIMERA ( Analítica ).

Artículo 1º.- El conocimiento en general.


Artículo 2º.- El Conocimiento sensitivo.
Artículo 3º.- El conocimiento intelectivo o pensamiento.
Artículo 4º.- La tendencia psicológica.
Artículo 5º.- La libertad o libre arbitrio.
Artículo 6º.- El sentimiento.
Artículo 7º.- Realidad del alma humana.

PARTE SEGUNDA (Sintética).

Artículo 1º.- Metafísica de la persona humana.


Artículo 2º.- El hombre en su origen y en su destino último.
Artículo 3º.- El hombre y sus fines últimos.
Artículo 4º.- El hombre y su contorno.
Artículo 5º.- El hombre y los hombres.
Artículo 6º.- El hombre y Dios.
Artículo 8º.- El hombre como hombre. La ética.
Artículo 9º.- El Hombre cristiano.

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ANTROPOLOGIA FILOSOFICA.

Prof. Baltasar Pérez Argos, S.J.

INTRODUCCION.

La psicología es, según su etimología, la ciencia del alma, (Psiques) o de lo


animado, (Psíquico). También se podría decir que la psicología es, la ciencia
de la vida o del viviente.

Alguna ciencia, en efecto, se ocupa del extenso campo de la vida, o mejor


dicho de los vivientes. Esta es la Psicología. Pero la psicología tal como aquí
la entendemos, no abarca todos los vivientes, pues tanto Dios como los
ángeles son vivientes, y nuestra psicología va a prescindir de ellos. Nos
ocuparemos solamente de las plantas, de los animales, y sobre todo del
hombre. ¿Por qué restringimos a estos límites el campo u objeto material de
nuestra psicología? Porque dentro de estos límites ciertamente está la vida, y
esa vida o esos vivientes están al alcance de la Filosofía de la naturaleza.

No basta saber la etimología de la palabra para saber a fondo lo que es


nuestra Psicología Filosófica. La etimología nos descubre, a lo más, el objeto
material de que se ocupa nuestro estudio. Pero hay una serie de ciencias
biológicas que también de una manera o de otra se ocupan de la vida, y no
son Psicología, y mucho menos Psicología filosófica. En efecto, el objeto
material – la vida, el viviente – puede ser estudiado desde diversos puntos de
vista, y por lo visto con diversa metodología. Y según esto puede haber
diversas ciencias de la vida, o diversas psicologías. Es necesario, por
consiguiente, saber cual es ese punto de vista y cual es la manera metódica
de tratar el objeto material, para saber en concreto cual es esa psicología. Es
decir, es necesario para saber lo que es una determinada ciencia, tener en
cuenta no sólo su objeto material, que puede ser común a otras varias, sino
también su objeto formal, tanto terminal como metódico.

La Psicología filosófica es según esto la ciencia que estudia la naturaleza


íntima del viviente, a la luz de los Principios más universales. Naturalmente
no se opone, al contrario, tiene muy en cuenta y como punto de partida, los
resultados de las otras psicologías.

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La Psicología científica será a su vez, la ciencia que estudia la vida para
describirla y encontrar sus leyes, a la luz de la experiencia científica, y de los
principios de la ciencia positiva.

El método de la psicología filosófica tiene que ser principalmente


fenomenológico, pero no basta. Necesita complementarse con el método
inductivo – deductivo. Si no, hay peligro de no hacer psicología filosófica,
sino puramente científica. Por consiguiente, en todo nuestro estudio,
precederá siempre un análisis fenomenológico y seguirá a partir de él, una
investigación metafísica de las realidades psicológicas.

SECCIÓN PRIMERA
DE LA VIDA EN GENERAL. ¿QUÉ ES LA VIDA?

Artículo 1º.- VIDA FISIOLÓGICA

El punto de partida de una Psicología Filosófica, ha de ser las conclusiones


de la Biología y de la Psicología científica. La Biología científica nos dice que
el viviente es un ser, que tiene una composición química característica, que
posee una estructura heterogénea, y que nace, crece, se nutre, se reproduce
y responde al medio por los fenómenos de irritabilidad, tropismos, reflejos,
fenómenos intencionales y de adaptabilidad.

Fenomenología de la vida fisiológica.

Las operaciones fisiológicas o vegetativas, como son el crecimiento, la


nutrición, la generación, la regulación hormonal, etc. , son operaciones
evidentemente teleológicas e inmanentes. Es decir, se caracterizan por una
maravillosa autoteleología. El hecho de la autoteleología de las operaciones
fisiológicas – finalidad e inmanencia – es un hecho evidente, que no puede
negarse, explíquese como se explique.

Teorías de la vida fisiológica.

Teoría vitalista.

Se llama así porque admite un principio vital o sea, un principio directivo de


toda esa maravillosa finalidad que se observa en la actividad vegetativa,
como única explicación plausible del viviente y de la vida fisiológica.

Según esta teoría, el viviente en su más íntima esencia es un ser corpóreo,


de una estructura químico – anatómica determinada, y capacitada para
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realizar las operaciones bioquímicas que tienen lugar en el viviente con esa
maravillosa autoteleología – finalidad e inmanencia – que las caracterizan.
Ahora bien, esta capacitación de las estructuras químico – anatómicas del
viviente, le viene justamente de estar informado por un principio directivo,
que da a la materia bioquímica esa capacitación para actuar
autoteleológicamente, puesto que sin él, la pura materia bioquímica es
incapaz de actuar con esa finalidad e inmanencia. Ese principio directivo, es
el principio vital. El principio vital es pues un principio energético, que
informa, anima y vitaliza a la materia, convirtiéndola en materia viva, o sea,
en materia capaz de actuar autoteleológicamente.

Características del principio vital.

El principio vital ha de ser un principio superior energéticamente a la pura


materia; ha de ser intrínseco al viviente, de lo contrario no explicaría al
viviente y tendría que ser intelectivo; finalmente ha de ser un principio
substancial, no accidental, como es evidente.

Teorías antivitalistas.

Son llamadas así porque todas ellas coinciden en rechazar el principio vital, y
pretenden explicar la maravillosa autoteleología de las actividades vitales por
otras vías, sin salir de la pura materia. De ahí que las teorías antivitalistas
sean de hecho, todas ellas materialistas, aunque algunos no lo pretenden.

Según la diferente explicación que dan de la vida, dentro de la actividad de la


pura materia, se distinguen varias teorías antivitalistas, principalmente las
siguientes: la mecanicista y la bioquímica.

La teoría mecanicista sostiene que la explicación de la vida, es decir de la


actividad autoteleológica del viviente, se debe únicamente a la peculiar
estructura del mismo, dotado de una organización tan perfecta en sus
estructuras químico – anatómicas, que basta esta finísima organización para
que la actividad bioquímica no se desenvuelva como se desenvuelve en la
naturaleza puramente inorgánica, sin que siga ese curso autoteleológico
admirable, que caracteriza la actividad de la materia viva. Así como la
organización de una máquina, v.g. de un cerebro electrónico, de un robot, es
la única razón de su sorprendente funcionamiento, de la misma manera el
funcionamiento del ser vivo se explica por la peculiar y perfecta organización
de sus estructuras. La diferencia entre un robot y un viviente estaría en que
el viviente es una organización natural, mientras que la máquina es artificial.

Esta estructura especialísima del viviente, que explica la vida, no es según


muchos de los mecanicistas la estructura u organización que descubre el
análisis microscópico, sino la metaestructura o estructura metaempírica. La
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teoría mecanicista se llama también organicista, por lo que acabamos de
decir.

La teoría bioquímica admite una especial materia bioquímica, llamada


biógena, a la que se debería el desarrollo del viviente y su especial
organización, y en último término, la vida. Una vez desarrollado y organizado
el viviente, todo se explicaría como la teoría mecanicista.

Como se ve, esta teoría viene a responder a una grave interrogación que
dejó en suspenso la teoría mecanicista, apelando a un elemento nuevo, la
materia biógena, que no deja de ser pura materia. Esta materia para unos
serían ciertas granulaciones protoplasmáticas, para otros nucleares. Entre
estos últimos se podría colocar la Teoría biogenésica de Hertwing.

Artículo 2º.- VIDA CONSCIENTE.

Además de la actividad vital que hasta ahora hemos encontrado en los seres
vivos y que es común a todos ellos - actividad que por ser única y
característica de las plantas se le suele llamar vegetativa – existen en el
animal y en el hombre otras actividades vitales que se caracterizan por ser
conscientes, en oposición a las vegetativas, que, como tales, son
inconscientes.

Fenomenología de la vida consciente en general.

La vida consciente en el animal y en el hombre se desarrolla por los


fenómenos de conocimiento, de tendencia y emotivos, que son denominados
por lo mismo, fenómenos conscientes, y también fenómenos psíquicos. Los
fenómenos conscientes se caracterizan ante todo – como señaló Bretano
siguiendo a Aristóteles – por su intencionalidad, es decir, se dirigen a un
objeto y no se comprenden sino como operaciones de algo, o para algo;
presentan siempre un algo, un objeto. En segundo lugar, caracteriza a estas
operaciones o fenómenos, su inmanencia: son inmanentes, es decir,
modifican al sujeto que las produzca y no al objeto sobre el que versan. Por
último son vivenciales, es decir, son observables únicamente por el sujeto
que las posee, que en este sentido se dice que vive tales fenómenos,
llamados por lo mismo vivencias.

Teorías filosóficas de la vida consciente.

Supuesta la Fenomenología de la vida consciente, las teorías filosóficas


tratan de dar una explicación de esta vida, y descubrir así, en cuanto sea
posible, la íntima y fundamental estructura del ser consciente. De hecho los
filósofos, cualquiera sea su filiación, no han dejado de tomar posición
respecto de este importante problema, y sus opiniones se las puede clasificar
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principalmente en dos grupos antitéticos: la teoría animista y la teoría
mecanicista.

La teoría animista. Esta teoría con mayor razón que para la vida vegetativa o
fisiológica, postula la existencia de un principio energético, superior y distinto
a la pura materia, para explicar las operaciones conscientes, de
características totalmente opuestas a las de las operaciones de la pura
materia. Este principio, raíz última de donde brota toda la vida consciente, se
llama "Alma”.

La teoría materialista. No reconoce la existencia de ningún otro principio


distinto de la pura materia para explicar la vida consciente. Basta la peculiar
estructura químico – anatómica del cerebro animal o humano,
maravillosamente desarrollado éste y cúlmen de la evolución filogenética,
para dar razón de los fenómenos de la vida consciente.

¿Qué es la vida?, ¿Qué es un viviente?.

¿Podemos saber con lo dicho, lo que es un viviente en general? , ¿ lo que es


la vida ?. Hemos examinado filosóficamente las características de la vida
vegetativa y de la vida consciente en general. La primera se caracteriza por
su autoteleología y por su inmanencia. La segunda por su intencionalidad y
por su inmanencia también. La nota común que las abarca a ambas, y por la
que de una manera genérica se puede definir la vida, es la inmanencia.

Así pues, el viviente en general se puede decir que es: un ser capaz de
actuar inmanentemente, con una inmanencia tal como la descrita, es decir,
cualitativa y substancial, no puramente accidental.

Así pues, el viviente en general se puede decir que es: un ser capaz de
actuar inmanentemente, con una inmanencia tal como la descrita, es decir,
cualitativa y substancial, no puramente locomotiva .

Y la vida será: la capacidad de actuar inmanentemente.

¿Qué es el alma?.

La teoría animista y vitalista, postulan para la explicación real de la vida y del


viviente, un principio energético superior y distinto de la materia pura, que es
el Alma. La capacidad de actuar inmanentemente le viene ala viviente de
estar dotado intrínsecamente de un principio energético, raíz última de donde
brota la vida, que no puede ser la pura materia. Este principio es el Alma.

El alma, es pues, el último y radical principio de las operaciones vitales, tanto


vegetativas, como sensitivas e intelectivas. Donde quiera que hay
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operaciones vitales, conscientes o inconscientes, allí hay un alma o principio
vital, que son dos nombres de la misma realidad. Así la planta, el animal y el
hombre, tienen su alma. Para distinguirlas reciben distinto apelativo; en la
planta, alma vegetativa o simplemente principio vital, en el animal, alma
sensitiva; y en el hombre alma intelectiva o racional; apelativo que declara la
vida específica que el alma comunica a tal viviente.

SECCIÓN SEGUNDA
DE LOS VIVIENTES EN PARTICULAR

Capítulo 1º: Las Plantas.

Toda la psicología filosófica sobre la vida de las plantas no tiene más que un
problema que resolver, determinar bien los límites de esa vida.

Que las plantas viven es evidente. Pero la vida de las plantas es una vida
puramente vegetativa, que se mantiene dentro del círculo de la vida más
elemental, pero vida auténtica con las funciones características del ciclo vital.
El problema se presente al supervalorar esta vida de las plantas. Dada la
admirable autoteleología de los seres vivos, que postula un principio vital
directivo, a este principio se le hace cognoscitivo, pues esa dirección
autoteleológica de las operaciones vegetativas parece hacerse a la luz del
conocimiento de los fines. Aparte de otras analogías de movimientos reflejos,
que pudieran interpretarse como obedeciendo a un conocimiento sensitivo.

Tal interpretación de la vida de las plantas no es cierta, y con el sentido


común la rechazan la mayoría de los biólogos y filósofos.

Capítulo 3º: EL HOMBRE

El hombre cuya vida específica es la racional, reúne también en sí, la vida


sensitiva y la fisiológica, que se hallan repartidas en los reinos animal y
vegetal. El hombre es la síntesis y la cumbre de la vida sobre la tierra.
Estudiar la vida consciente en el hombre es metodológicamente la única
manera de hacer una autentica Psicología Filosófica. No es posible captar
fenomenológicamemnte la vida consciente, nada más que en nosotros
mismos. Por estas razones el hombre será el centro de nuestra investigación
psicológico – filosófica. Pero era necesario enmarcarlo en el cuadro general
de la vida y de los vivientes.

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PARTE PRIMERA ( Analítica ).

Artículo 1º: EL CONOCIMIENTO EN GENERAL.

Fenomenología del conocimiento.

Como acto el conocimiento se presenta fenomenológicamente como una


polaridad u oposición Sujeto – Objeto. En segundo lugar, como algo
inmanente que sucede en el sujeto. En tercer lugar, como algo vivencial que
el sujeto vive, y sólo él. En cuarto lugar, como algo intencional que dice
referencia y se dirige a un objeto. Y en quinto lugar, es intencional de un
modo aprehensivo o posesivo del objeto, de un modo formal, a la manera
como una foto aprehende o capta, o se posesiona de su objeto.

Como contenido el conocimiento se presenta fenomenológicamente como


“gestalt”, es decir, el contenido de todo conocimiento en el hombre es
gestáltico, es complejo. Tal vez pudiere discutirse como excepción la idea de
Ser en general, el “ente ut sic”.

Metafísica del conocimiento.

El conocimiento es una entidad simple no extensa.

El conocimiento es irreductible a cualquier actividad de la pura materia, cual


es por ejemplo la afinidad, capilaridad, cohesión, electricidad, movimiento
local, etc. La actividad de la materia tiene fenomenológicamente
considerada, características totalmente opuestas a las características
fenomenológicas del conocimiento. La actividad de la pura materia es
transeunta, observable, puramente terminativa y extensa. Luego el
conocimiento es irreductible a la pura materia.

Metafísicamente, todo el conocimiento postula en el cognoscente un principio


energético, superior y distinto de la pura materia, que sea su razón suficiente.

Artículo 2º.- EL CONOCIMIENTO SENSITIVO.

Sensaciones externas.

La sensación o conocimiento sensitivo es un conocimiento experimental y


orgánico. Es experimental, porque se produce por la concurrencia de u8n
estímulo exterior. Es Orgánico, porque la sensación se produce por la
intervención causal y principal de un órgano nervioso específico.

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Tres factores concurren en la génesis o producción de la sensación; de parte
del Yo, o sujeto cognoscente, el órgano correspondiente y un principio
energético específico de orden psíquico, superior, por consiguiente, a la pura
materia nerviosa; y de parte del objeto, un estímulo o agente exterior.

La génesis de la sensación, se puede simbolizar en esta ecuación:

Energía psíquica + órgano + estímulo = Sensación.

Noción de Facultad vital o psíquica.

Se ha rechazado por algunos como una ficción el concepto de facultad


psíquica. Sin embargo este concepto responde a una realidad bien sencilla y
evidente. En efecto, si el Yo puede conocer o realizar cualquier otra actividad
vital, evidentemente es que tiene capacidad o facultad para hacerlo. Por
consiguiente facultad vital o psíquica es aquello que potencia al Yo para
realizar una actividad vital o psíquica.

En concreto, cada Facultad psíquica o vital se compondrá físicamente de


factores específicos que habrá que investigar en cada caso.

En el caso del conocimiento sensitivo o sensación lo que potencia al Yo para


conocer sensitivamente es, como acabamos de ver, el órgano sensitivo y la
energía psíquica específica. Luego la Facultad sensitiva o Sentido se
compondrá de este doble elemento, órgano y energía psíquica, que variará
específicamente en cada sentido en particular. Para la visión el órgano será
la retina y su nervio óptico y la energía específica visual. Y así en los demás
sentidos. Así se puede correctamente hablar de “la energía específica de los
sentidos”.

Relación entre estímulo y objeto.

Uno de los problemas más grandes de la Filosofía del conocimiento, y


muchas veces no bien planteado, es el de la relación entre estímulo y
objeto. Nace en la edad moderna con el positivismo ingles, principalmente, y
da lugar a las diversas Teorías del conocimiento. Aclaremos los términos del
problema.

Objeto: es lo que se conoce, es decir, el término a donde apunta el


fenómeno del conocimiento, que es, como hemos dicho, una polaridad
Sujeto - Objeto. El objeto es lo que aparece a la conciencia, y se enfrenta al
Sujeto; el término de todo conocimiento, que esencialmente es conocimiento
de algo, de un objeto. No hay conocimiento sin objeto. El objeto es el

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término, el contenido del conocimiento. El noema, en contraposición con la
noesis.

Estímulo: Lo que provoca y determina la facultad cognoscitiva a conocer. Es


el agente exterior que la pone en marcha, la dispara. El estímulo puede ser
adecuado o propio, e inadecuado o común, según que sea específico y
exclusivo de un sentido, o pueda, por el contrario, excitar a diversos sentidos.

El problema se plantea así: ¿Qué relación guardan entre sí estímulo y objeto,


se identifican de tal manera que todo objeto es estímulo, y todo estímulo es
objeto? ¿O no se identifican?

Localización de la sensación.

El problema de la localización de la sensación, es decir, de donde se


produce y se ubica la sensación, es un problema de no fácil solución. Ha
habido en general dos opiniones, LA periférica, patrocinada principalmente
por los antiguos y por algunos modernos, sostienen que la sensación se
produce y se ubicua en el órgano periférico, v.g. la visión en la retina, la
audición en el órgano de Corti, etc. La otra opinión, y más probable,
defendida por la mayoría de los modernos se inclina por una solución
cerebral, afirmando que es en el área cerebral, en la zona de proyección del
nervio sensitivo, donde tiene lugar la sensación.

Sensaciones internas.

Además de los actos de conocimiento sensible, inmediatamente


experimental, que acabamos de estudiar, y que se denominan sensaciones
externas y también sensaciones primarias, se dan en nosotros otros actos de
conocimiento sensible, no inmediatamente experimentales, llamados
imágenes y recuerdos. Son también sensaciones, pero que por presuponer y
no darse sin haber antes precedido una sensación externa, reciben el
nombre de sensaciones internas o secundarias. Son siempre de alguna
manera conocimientos reproducidos.

Las sensaciones internas, aunque no inmediatamente experimentales como


las externas, son sin embargo conocimientos plenamente orgánicos, como
las sensaciones externas.

Tres factores intervienen casualmente en la génesis o producción de una


sensación interna: el órgano o área cerebral correspondiente, un principio
energético psíquico superior y distinto de la pura materia orgánica, y por
último o una huella engramma o especie impresa que rememorativa, dejada
en el cerebro vivo por la sensación externa que precedió. Debido a este
engramma o especie impresa que dejó, puede ahora ser reproducido aquel
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conocimiento sensible de entonces en una imagen o recuerdo. Será imagen
cuando sólo se produce el engramma o especie impresa del contenido de la
sensación externa. Será recuerdo, cuando además produce el engramma o
especie impresa de la vivencia o conocimiento sensitivo.

Si se trata de imaginación creadora o fabulosa, además de esos tres


factores, interviene también un principio combinador, que es el
entendimiento.

No tenemos de hecho, puras sensaciones de las cosas, sino percepciones,


pues nuestros conocimientos sensibles son gestalísticos o complejos.

Fenomenología de la percepción.

En la percepción sensible de cualquier objeto se pueden


fenomenológicamente observar varios planos de sensibilidad. Un primer
plano y fundamental de sensibilidad primaria, o sea, sensaciones actuales
externas. Un segundo plano de sensibilidad secundaria, o sea, de imágenes
implicadas, más o menos abundante y rico que da valor a la percepción. Un
tercer plano de sensibilidad accidental o categoría, que corresponde ya a
categorías intelectuales no sensitivas. Todos estos tres planos de
conocimientos sensibles fundidos, sintetizados y objetivados en la unidad de
un solo objeto.

Metafísica de la percepción.

La facultad de que está dotado el Yo para realizar esta fusión, síntesis y


objetivación de los diversos planos de sensibilidad en la unidad de un solo
objeto real, u así poder percibir el mundo exterior de su real complejidad, es
decir poder percibirlo de una manera gestalística, se llama Sentido sintético o
Sentido común, como lo llamo Aristóteles, autor de esta teoría gestalística.

Conocimiento estimativo de los animales e inteligencia animal.

En los animales se dan conocimientos que no se pueden explicar por la sola


sensación – percepción, tal como fenomenológicamente ha sido estudiada.
Estos conocimientos superiores se llaman conocimientos estimativos.

El conocimiento estimativo de los animales es debido a una Facultad


orgánica, llamada estimativa por los antiguos, e inteligencia animal por los
modernos.

La inteligencia animal o Estimativa, dista esencialmente del Entendimiento


humano, puesto que es absolutamente incapaz de emitir ideas universales,
juicio y raciocinios.
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Artículo 3: EL CONOCIMIENTO INTELECTIVO O PENSAMIENTO.

Además de los conocimientos puramente sensibles y experimentales, que


hemos estudiado hasta ahora, existen en nosotros otros conocimientos
denominados ideas o conceptos universales, juicios y raciocinios.

La existencia en nosotros de esta actividad cognoscitiva superior es un


hecho patente del que no se duda. La diversidad de opiniones surge cuando
se trata de precisar la naturaleza de estos conocimientos.

Fenomenología de la Idea Universal.

La idea universal representa un contenido que se puede encontrar y verificar


en muchos individuos o inferiores en un sentido unívoco y múltiple. El
contenido, pues, representado en la idea universal es un contenido irrepetible
e inmultiplicable en muchos individuos o inferiores unívocamente.

En esto se distingue de la idea o conocimiento singular, en que la idea o


conocimiento singular representa un objeto o contenido irrepetible e
inmultiplicable en otros como él es.

Lo que hace que un contenido sea irrepetible e inmultiplicable es su


singularidad. EL singular, como tal, es irrepetible.

Por consiguiente, si Yo puedo conocer un contenido objetivo prescindiendo


de su singularidad, es decir, no atendiendo a su singularidad, entonces
puedo conocer un contenido universal, pues al carecer objetivamente de
singularidad, por el mismo hecho, se hace repetible, se hace universal.

Los individuos donde se verifican un mismo contenido universal, son entre sí


semejantes. Por consiguiente, individuos semejantes entre sí, de hecho o de
derecho, pueden dar pie a la formación de un concepto o idea universal,
cuando la mente atiende solamente a la relación de conveniencia o
semejanza. El individuo, pues, que de hecho tiene otros semejantes, o puede
tenerlos, es fundamento objetivo para la formación de la idea universal, y se
le denomina por lo mismo, universal fundamental.

El universal fundamental no es universal, sino singular – son los singulares


semejantes entre sí, de hecho o de derecho – en cuanto da pie o es
fundamento para que nuestra mente forme la idea universal.

La operación mental con que se obtienen los conceptos o ideas universales,


se llama abstracción, y consiste en aprender un contenido no atendiendo a
su singularidad.
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La abstracción, pues, representa contenidos realísimos, pero de una manera
inadecuada incompleta, por prescindir de la singularidad. Todo el contenido
de la idea abstracta o universal es real, pero el modo como se representa
ese contenido, sin la singularidad, no es real, porque en la realidad el
contenido está singularizado, no prescindiendo de la singularidad.

Las ideas o conceptos universales por estar formados por la abstracción se


llaman también ideas o conceptos abstractos. Un concepto abstracto no
significa, hablando con propiedad, un concepto de un contenido irreal o
ficticio; al contrario, su contenido es real, aunque inadecuado, como hemos
dicho.

Diversas clases de abstracción.

La abstracción, que es una operación mental, por la que se prescinde en un


contenido de notas que están realmente identificadas con él, pueden ser de
diversas clases:

1) Abstracción específica y genérica. La abstracción, que es una operación


mental, por la que se prescinde de la pura singularidad, o además prescinde
de otras notas específicas en mayor o menor profundidad, tendremos como
resultado de tal abstracción la formación de conceptos universales
específicos o genéricos.

Cuanto de más notas se prescinda, mayor extensión o universalidad tendrá


el concepto, y menos comprensión de notas. Es decir, será más genérico, y
viceversa. Cuanto más comprensión de notas y menos extensión, será
menos genérico. De esta manera, ordenando los conceptos según su mayor
extensión, se forma el “árbol de Porfirio”.

2) Abstracción física, matemática y metafísica. Si sólo se prescinde de las


notas individuantes, reteniendo del objeto sensible todo lo material y
corpóreo con sus modificaciones de color, extensión y demás cualidades
materiales, entonces tenemos el primer grado de abstracción, que forma el
objeto de la Ciencia Física y Natural.

Si se prescinde además de las propiedades o cualidades materiales de los


cuerpos menos de la cantidad y extensión, entonces tenemos la abstracción
de segundo grado que forma el objeto de la Ciencia Matemática.

Si por último se prescinde también de toda materia, reteniendo solamente


aquel contenido que se puede verificar y encontrar en todos los seres, ya
sean materiales, ya espirituales, entonces tenemos el tercer grado de
abstracción que es el máximo y constituye el objeto de la Metafísica.
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El contenido de estos tres grados de abstracción, como sacado de la
experiencia primigenia, es realísimo, es decir, se verifica plenamente en la
realidad, no es una ficción. Esto explica el valor óntico de la Ciencia y de la
Metafísica.

3) Abstracción espontánea, detectiva y comprobatiba. Desde el punto de


vista fenomenológico, según la diversa manera de producirse la abstracción
se distinguen estas tres formas de abstracción.

Es espontanea, cuando la mente a la presencia de un solo singular,


inmediatamente abstrae de él un contenido universal. Esto no sucede mas
que en la formación del universal más específico, la “especie átoma”, y en la
formación del concepto de Ente en general.

La abstracción detectiva, forma el universal por la comparación simultanea


de varios singulares o inferiores, de los que abstrae un contenido común. Así
se forman los conceptos, o ideas universales, genéricos.

La abstracción comprobatiba, considera simultáneamente varios inferiores


según su razón común, para ver sin ellos se verifica o no, esa razón común.
Presupone, por consiguiente, conocido el universal, Interviene
fundamentalmente en la elaboración del juicio y en la percepción de las
relacionas.

Las ideas universales son irreductibles a las imágenes.

Las ideas universales son irreductibles a las imágenes, de cualquier manera


que éstas se tomen. Pues la imagen, en cuanto tal, no prescinde de la
singularidad. Dejaría de ser imagen. Por consiguiente imposible que la idea
universal, que prescinde de la singularidad, se pueda reducir a una pura
imagen, más o menos diluida o pálida, como la “imagen genérica” de que
habla Galton.

Otros indicios pueden ayudar a distinguir fenomenológicamente la idea


universal de la imagen. Por ejemplo, la imagen suele ser distinta y varia para
diversas personas y aún para la misma; y por el contrario la idea universal es
siempre idéntica. Por otro lado la imagen suele presentarse a la mente en
forma concreta y fija, y la idea no. Estos indicios no son de por sí decisivos.

Puede haber imágenes e ideas genéricas y singulares, si prescinden de


notas específicas, pero no de la singularidad.

Clasificación de las ideas universales por su origen y formación.

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Una importante clasificación de las ideas universales es en: primitivas o
perceptuales, y derivadas o analógicas.

Idea perceptual o primitiva. Es la que representa un contenido meramente


abstraído de la experiencia sensible, v.g. la idea de color, de extensión de
causa, de fenómeno psíquico, etc.

Idea analógica o derivada. Es la que representa un contenido formado por


síntesis de negaciones y referencias, o contenidos previamente conocidos;
v.g. la idea de Dios, del alma, y en general de todo lo metasensible.

Fenomenología del juicio.

El juicio es un acto cognoscitivo con el que asentimos, decimos que sí, que
así es, a la identidad, o no identidad, del Sujeto y Predicado.

Su expresión oral es, en los juicios afirmativos, ”es”, y en los juicios


negativos, “no es”, con lo que expresa la identidad o no identidad entre el
Sujeto y el Predicado, reconocida por el ato de enjuiciar.

En la elaboración o génesis del juicio fenomenológicamente, se siguen estos


pasos:

Primero, la aprehensión o conocimiento de un Sujeto.

En segundo lugar, viene la abstracción del Predicado, que se abstrae del


Sujeto por abstracción espontanea o detectiva, cuando el predicado no se
conoce previamente. Si se conoce previamente, se abstrae del sujeto por
abstracción comparativa., que es lo que suele suceder en la mayoría de los
casos.

En tercer lugar, viene la aprensión o conocimiento de la identidad, o no


identidad del sujeto y del predicado, que suele simultáneamente resultar de
la abstracción detectiva o comparativa anterior. Esta aprehensión de la
identidad, o no identidad, del sujeto y el predicado, compara uno con otro y
los presenta a la mente como incluidos, o no incluidos, por identidad del
predicado en el sujeto. Esta aprehensión de la inclusión, o no-inclusión, por
identidad del predicado en el sujeto, es formalmente una abstracción.

Finalmente, al contemplar la mente la identidad del sujeto y predicado, así


aprehendida, prorrumpe inmediatamente en el último acto, en el que está
formalísimamente el juicio, el asentimiento, el reconocimiento de que así es.

Fenomenología de la inferencia.

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La inferencia, llamada también concurso o raciocinio, es un acto cognoscitivo
por el que asentimos a la identidad, o no-identidad, de un sujeto y un
predicado en conexión con otros dos juicios o premisas.

No consiste sólo en la afirmación de la conclusión, ni en la visión de la


conexión de esta con las premisas, sino en ambas cosas. Consiste en una
afirmación hecha por esta conexión y a la luz de esa conexión.

Por eso la inferencia se llama discurso, porque es un acto cognoscitivo, por


el que pasamos, conociendo las premisas, y por el conocimiento de las
premisas, a conocer y a afirmar la conclusión. La inferencia es un pasar
cognoscitivo, un discurso, es decir, según su etimología, un paso a través.
Su expresión oral es el ergo, por consiguiente, luego, por lo tanto, etc.

En la génesis del acto discursivo fenomenológicamente, se siguen estos


pasos:

Previamente se ha de ver la identidad, o no identidad del sujeto y el


predicado de la conclusión, por comparación de estos dos términos con un
tercero llamado término medio. Esta comparación se establece en dos
juicios, aptamente dispuestos, las premisas, en los que el término medio se
repita, y así se pueda comparar con los otros dos términos o extremos que
son el predicado y el sujeto de la conclusión. Si la comparación se hace bien,
se verá entonces la identidad, o no-identidad del sujeto y el predicado de la
conclusión, en conexión y por conexión con las premisas. La visión afirmada
de esta identidad, o no identidad, expresada por el ergo, es el discurso.

Metafísica del conocimiento intelectivo.

La actividad cognoscitiva superior, o sea, la actividad cognoscitiva que


comprende las ideas universales, los juicios y raciocinios y la percepción de
relaciones, es una actividad cognoscitiva no experimental, ni orgánica, sino
debida próxima e inmediatamente a la actividad exclusiva de la mente.

Que esta actividad superior no sea experimental, es decir, que se produzca


sin la intervención causal de ningún estímulo exterior, es evidente. En la
formación de las ideas universales, de los juicios y raciocinios, no interviene
ningún estímulo exterior. Muy lejos de cualquier estímulo exterior, el hombre
puede elaborar juicios y raciocinios acerca de cualquier cosa. La formación
de las ideas universales, de los juicios y raciocinios, se debe, como aparece
de su estudio fenomenológico, a la actividad abstractiva, judicativa e ilativa,
que es exclusiva de la mente.

Esta actividad abstractiva, judicativa y discursiva, nones una actividad


orgánica. Si lo fuere intervendría causalmente un órgano, y si interviniera un
16
órgano, este necesitaría inmediatamente de un estímulo que lo pusiese en
marcha, como sucede en la actividad aprehensiva sensitiva, o imaginativa.
Ahora bien, acabamos de ver, y la experiencia nos lo dice, que para ejercer
la actividad abstractiva, judicativa y discursiva, no interviene de suyo ningún
estímulo exterior. Luego esta triple actividad no es orgánica.

Además si interviniese causalmente un órgano nervioso, el reconocimiento


intelectivo superior de que hablamos, necesariamente presentaría un
contenido singular y sensible, es decir material. Ahora bien, en la actividad
abstractiva, el contenido, sea material y sensible, no es singular. En la
judicativa e ilativa, el contenido no es sensible. Luego en la actividad
abstractiva, judicativa e ilativa, no interviene causalmente ningún órgano
nervioso.

En la elaboración de las ideas primitivas, en singular, el cerebro tiene una


intervención causal remota y extrínseca solamente, en cuanto que es el
órgano de la imaginación. Pero en la actividad abstractiva, judicativa e ilativa
de que hablamos, no tiene ninguna intervención causal, a lo más
concomitante. Esta triple actividad es exclusiva de la mente, y de ninguna
manera orgánica.

La facultad cognoscitiva que capacita al Yo humano para abstraer, comparar,


enjuiciar y discurrir, se llama Entendimiento o Facultad intelectiva.

La Facultad intelectiva o Entendimiento humano, es una facultad totalmente


irreductible al sentido o Facultad sensitiva. Son facultades cognoscitivas
esencialmente distintas.

Quien tiene la facultad de sentir, no por eso se sigue que haya de tener la
facultad de entender, es decir, de abstraer, enjuiciar y discurrir. Pero no al
contrario; quien tiene la facultad de abstraer, tiene la facultad de sentir, pues
de hecho no se abstrae sino es de contenidos sensibles.

La llamada “inteligencia animal” o “estimativa”, es una facultad cognoscitiva


esencialmente distinta del Entendimiento humano, e irreductible a él.

El objeto adecuado del entendimiento humano.

El objeto adecuado del entendimiento humano, o sea, el campo a donde se


puede extender su actividad cognoscitiva, abarca todo el ser. Todo lo que
sea Ser, puede ser conocido por el entendimiento humano inmediatamente,
o mediatamente. Es decir, que de parte de las cosas, basta que sean algo,
para que puedan ser objeto de nuestro entendimiento.

17
El objeto formal del entendimiento humano.

Es aquel objeto que le es propio y proporcionado a su manera de ser, y por


consiguiente le especifica y distingue de cualquier otro entendimiento, son
los contenidos universales sensibles. “Quidditas rei sensibilis”, que decía
Santo Tomás.

El entendimiento humano, además de tener ideas universales sensibles,


puede tener, y de hecho tiene ideas singulares sensibles, o sea, de un
contenido singular sensible, exactamente como el sentido. Es decir, el
entendimiento humano puede conocer las mismas cosas singulares
sensibles que el sentido común, y con la misma claridad.

Un problema de importantes consecuencias sistemáticas, es el problema de


cómo conoce el entendimiento humano al singular sensible. Dos opiniones
célebres han tratado de dar una solución a este problema. Una es la
Tomista, que afirma que el entendimiento humano conoce las cosas
singulares sensibles indirectamente, por cierta reflexión o conversión sobre la
imagen sensible, después de conocer la misma cosa en universal.

La otra opinión es la del P. Suárez y su escuela, que dice que el


entendimiento humano conoce directamente el singular sensible, y por
consiguiente antes que el universal, el cual lo obtiene del singular por
abstracción psicológica.

La diferencia entre la idea singular y la sensación no está, como acabamos


de decir, en el contenido de ambos conocimientos, que es exactamente igual
en la idea o conocimiento intelectivo, que en la sensación o conocimiento
sensitivo, por ser ambos de un objeto singular sensible. La diferencia está en
el mismo acto o actividad cognoscitiva, pues la idea es una actividad
inorgánica, y la sensación es una actividad orgánica.

La actividad característica y específica del entendimiento humano no son las


ideas singulares, sino las ideas universales abstractas, y la actividad
judicativa y discursiva principalmente. Por esta actividad abstractiva,
judicativa y discursiva, hemos venido en conocimiento de su existencia en
nosotros, como facultad especificativa e inorgánica.

El origen de las ideas.

El gravísimo problema del origen de las ideas, es una de los que más han
interesado a la Filosofía de todos los tiempos, y cuyas soluciones han
marcado fundamentalmente los diversos derroteros por donde ha seguido el
pensamiento filosófico de las diversas escuelas. Estas soluciones se pueden
agrupar principalmente en cuatro clases, que son: El innatismo, el
18
Ontologismo, el tradicionalismo y el empirismo aristotélico, pues o afirman
que las ideas las tenemos a priori (innatismo), o a posteriori (empirismo), o
siguen una vía media, que no es ni innatismo, ni empirismo, sino que las
ideas las adquirimos por visión directa e inmediata de Dios (Ontologismo), o
por transmisión oral de Dios (tradicionalismo).

El innatismo, el Ontologismo y el tradicionalismo, no explican el origen de


nuestras ideas, y están en contradicción con la Fenomenología de nuestra
actividad abstractiva, judicativa y discursiva.

En la solución del problema del origen de nuestras ideas, conviene distinguir


las diversas clases de ideas que poseemos, pues la solución no puede ser
igual para todos. Nuestras ideas, en efecto, pueden ser primitivas o
derivadas (analógicas), y singulares o universales.

Las ideas derivadas o analógicas se adquieren únicamente por la actividad


judicativa y discursiva de nuestro entendimiento, que de las cosas sensibles
y experimentales, mediante los principios metafísicos del raciocinio, viene en
conocimiento de las cosas metasensisbles.

Las ideas primitivas universales se adquieren, como hemos dicho, por la


actividad abstractiva de nuestro entendimiento, ya sea espontánea, para la
adquisición de la idea de Ente en general (ente ut sic), y para la especie
átoma, ya sea detectiva o comparativa para la adquisición de las diversas
ideas genéricas.

Las ideas primitivas singulares se adquieren con el concurso eficiente de los


mismos objetos sensibles, no inmediatamente como en la producción de la
sensación, sino a través de la imagen o percepción.

Es evidente y comprobado por la experiencia, que quien no ha tenido la


sensación o percepción de un objeto, v.g. del color, de una melodía, etc. No
tiene ni puede tener la idea primitiva correspondiente; a lo más podrá tener
una idea analógica más o menos aproximada. Ahora bien, para tener la
senso – percepción de un objeto cualquiera es necesario el concurso
inmediato y eficiente del mismo. Luego para tener una idea primitiva es
necesario el concurso eficiente del objeto sensible a través de la percepción
correspondiente.

Las ideas sobre nuestras vivencias internas en singular son inmediatas,


experimentales y se adquieren por la comparación eficiente de las mismas
vivencias.

Las ideas primitivas singulares son, pues, producidas por el entendimiento y


por la percepción o imagen del objeto singular sensible. Tal es la afirmación
19
de la Teoría empírica sobre el origen de nuestros conocimientos, que es la
única aceptable.

El punto más controvertido de la teoría empírica es el modo como la


percepción o imagen del objeto sensible concurre en la producción de la idea
primitiva.

Aunque los defensores de la teoría empírica coinciden todos en afirmar el


hecho de l concurrencia de la imagen o percepción, pero en la explicación
del modo presentan varias teorías: La teoría Aristotélico – atomista del
entendimiento agente, la teoría Escotilla, y la teoría Simpática.

Memoria intelectiva.

Es un hecho evidente que no sólo recordamos cosas sensibles y singulares,


sino también otras que no han podido venir a nuestra mente por el sentido.
Recordamos nuestras ideas, juicios, raciocinios, etc. EL no recordarlo
convenientemente en un examen ocasiona un reprobado. Además
recordamos colocando en el tiempo pasado nuestros recuerdos, mediante
relaciones de temporalidad, evidentemente tales contenidos rememorativos o
recuerdos, son de carácter intelectual, no pueden pertenecer a la memoria
sensitiva, sino a una memoria intelectiva. El hombre, en efecto está dotado
de una doble memoria, una sensitiva y otra intelectiva.

En la génesis del recuerdo intelectivo intervienen dos factores: La facultad


intelectiva, y el engramma o especie rememorativa intelectiva, que es la
huella o imagen de sí, dejada por los contenidos intelectivos y vivencias que
ahora se producen en el recuerdo.

El engramma o especie rememorativa, latente en el subconsciente desde


que fue producido por el contenido o vivencia que lo dejó como su huella,
entra en actividad en virtud de las leyes de asociación, y según esas mismas
leyes.

Artículo 4: LA TENDENCIA PSICOLOGICA.

Fenomenología de la tendencia.

Además de los fenómenos de conocimientos de que hemos hablado hasta


ahora, experimentamos en nuestra conciencia otros fenómenos llamados
tendencias, impulsos, apetitos, deseos, inclinaciones, conación, voluntad,
etc. Con estos y parecidos nombres, designamos un fenómeno psicológico
de difícil estudio y difícil definición, pues aparece siempre vinculada otras
vivencias, a ideas o imágenes, a sensaciones de tensión y a contenidos
afectivos de los cuales no es fácil aislarlo.
20
Estudios experimentales han probado que el fenómeno conativo o de
tendencia no se reduce a ninguno de esos fenómenos de conocimiento o
afectivos, sino que es un fenómeno “sui generis”, y constituye por
consiguiente un nuevo nivel de la actividad consciente.

San Agustín describe la tendencia como “ un peso del alma, y constituye por
consiguiente un nuevo nivel de la actividad consciente.

San Agustín describe la tendencia como “ un peso del alma, que la hace
gravitar hacia un objeto bueno”., como un lazo o vínculo que tira de ella hacia
el bien, el vinculum cordis. Es célebre su definición de amor: “Amor meus,
pondus meus, eo feror quoqumque feror”.

Fenomenológicamente aparece como una clara toma de conciencia o


posición del Yo enfocado hacia una meta u objeto. En el fenómeno conativo
se da claramente, como en el conocimiento, una polaridad Sujeto – Objeto.
No se da la tendencia sino entre esos dos polos, Sujeto – Objeto. La
tendencia es de un Yo a un Objeto. Pero esta polaridad o intencionalidad de
la tendencia tiene de particular, que a diferencia del conocimiento, envuelve
en su término objetivo al mismo Yo. Es una intencionalidad de alguna
manera circular, en el sentido de que el Yo tiende ha sí mismo, se busca a sí
mismo en el fenómeno conativo. El objeto de la tendencia se desdobla
siempre en un término real – el bien, el valor – y en un término personal, que
siempre, al menos implícitamente, es el mismo Yo.

Además la tendencia aparece como una actividad inmanente, algo que brota
en nosotros y de nosotros. vivencial, puesto que la vive el Yo y nada más
que el Yo.

Finalmente esta tendencia aparece acompañada de cierto matiz sentimental,


a veces muy intenso, con la consiguiente conmoción corpórea u orgánica., y
se manifiesta generalmente en algún movimiento espontáneo.

La tendencia aparece, pues, como una actividad vital que brota de nosotros y
en nosotros, que se dirige hacia un objeto conocido como bueno, como un
valor para el Yo, para reposar en El.

Si el objeto de la tendencia es un bien singular sensible, es conocido por el


sentido, entonces la tendencia se llama tendencia sensitiva o apetito
sensitivo o sensualidad. Si el objeto al que se dirige la tendencia es un bien
metasensible, es decir, un valor, entonces la tendencia se llama volición.

21
Metafísica de la tendencia sensitiva.

La tendencia sensitiva o apetito sensitivo, es una tendencia orgánica, es


decir, en su producción interviene como factor, juntamente con la psiques, el
organismo.

La tendencia sensitiva, en efecto, es la que tiende en primer lugar a


satisfacer las necesidades biológicas que se manifiestan a la conciencia a
través del sentido, y brota del organismo como un impulso vital y biológico, y
se satisface orgánicamente con un bien sensible. Es por consiguiente
orgánica.

Clasificación de las tendencias sensitivas.

A) Por razón de su origen.- innatas y adquiridas.

Las primeras son los instintos o tendencias instintivas. Las segundas son los
hábitos o costumbres.

B) Por razón del objeto y del tipo de reacción en tendencias de reacción


suave (apetito concupiscible) y de reacción de urgencia (apetito irascible).

El instinto es una tendencia sensitiva innata y específica a objetos conocidos


innatamente, es decir, independientemente de toda experiencia, y a
movimientos complicados y útiles para el individuo o la especie, movimientos
conocidos también innatamente, es decir, independientemente de toda
experiencia o aprendizaje. Se dice que es específico, porque cada especie
animal tiene sus instintos característicos.

Los instintos se pueden agrupar en tres grandes clases atendiendo a las


grandes necesidades del individuo o de la especie: instinto de conservación,
de sociabilidad y de reproducción.

La costumbre o hábito es una tendencia hacia un objeto, adquirida por el


ejercicio. En efecto, la inclinación o tendencia hacia ese objeto, se adquiere
por haber experimentado que el objeto era bueno, y por la facilidad en
realizarla (facilidad que produce gusto y se experimenta como buena)
adquirida también por el ejercicio. Tales son las habilidades que los animales
adquieren con el adiestramiento, aprendizaje, y las aficiones que se
despiertan en nosotros y cultivamos con el ejercicio, v.g. afición a la música,
al deporte, a coleccionar, al dibujo, etc.

El objeto de la tendencia sensitiva, puede ser la adquisición de un bien, o la


huida de un mal. EL huir de un mal es buscar un bien. Además tal objeto
puede ser fácil o difícil de conseguir o rechazar, y según la facilidad o
22
dificultad que presenta el objeto, el tipo de reacción emotiva que acompañará
a la tendencia será de reacción suave o de reacción de urgencia. A las
tendencias de reacción suave, o sea de objeto fácil de obtener o rechazar,
llamaban los antiguos tendencias del apetito concupiscible o concupiscencia,
y a las tendencias de reacción urgente, o sea, de objeto difícil de obtener o
rechazar, llamaban tendencia del apetito irascible.

Las tendencias del apetito concupiscible se dirigen a un objeto favorable


(bueno) o desfavorable (malo) simplemente, y este objeto favorable
desfavorable provoca por consiguiente una conciencia afectiva de diverso
matiz, según que el objeto o estímulo de la tendencia aparezca como
ausente o presente, o no se atienda a su situación especial, dando lugar a
tres grupos bipolares de respuestas, que son los seis actos del apetito
concupiscible: amor – odio, deseo – aversión, alegría- tristeza.

Las tendencias sensitivas del apetito irascible se dirigen a un objeto


favorable o desfavorable difícil de alcanzar (honum arduum), o rechazar
(malum arduum). Esta faculta junto con lo favorable o desfavorable del
estímulo, provoca una conciencia a afectiva de urgencia que da lugar a tres
grupos de respuestas según el objeto y el grado de dificultad, que son los
cinco actos del apetito irascible: Esperanza y desesperación (objeto
favorable ausente, difícil e imposible de rechazar), y por último furor o
ira(objeto desfavorable presente, difícil e imposible de rechazar). La ira no
tiene opuesto, pues el objeto bueno presente, ya deja de ser difícil o
imposible de rechazar.

Las tendencias sensitivas, por ir acompañadas de fuerte reacción afectiva las


llamaban los antiguos pasiones. La pasión es pues, una tendencia sensitiva
con fuerte carga afectiva.

Fenomenología de la voluntad.

La voluntad como actividad del espíritu, se presenta a nuestra conciencia


como una tendencia hacia el mundo de los valores. Es lo que llamamos
querer. Queremos lo que estimamos valioso.

En el querer hay, pues, una tendencia, un salirse nuestra alma hacia algo
que valoramos, y que por su valor tira de nosotros.

Lo importante en la Fenomenología del querer, es ese término valoral que al


presentarse en el horizonte de nuestra conciencia valoral o estimativa,
provoca hacia él, el impulso del alma, el querer, la volición.

El querer se presenta en nuestras conciencias envuelto en otras vivencias


que la preparan y la acompañan: El juicio estimativo, con el que valoramos el
23
bien que nos atrae; El matiz sentimental que provoca en nosotros el objeto
valioso, o el pensamiento de lo que puede ser para nosotros su adquisición o
pérdida, o la misma resolución que se tome; El juicio práctico de lo que debo
hacer o no hacer, etc. Todo este complejo de vivencias de tipo cognoscitivo y
sentimental principalmente, de ninguna manera se confunde con lo que es el
querer en sí mismo, que es la pura tendencia o inclinación hacia el objeto,
para conseguirlo o huirlo.

El objeto o término real (lo que se quiere) del querer es el valor, y valor es lo
que puede ser estimado intelectualmente, no sensitivamente. El término
personal (la persona para quien se quiere) del querer es el mismo Yo, en el
amor egoísta o de concupiscencia, y otra persona, en el amor altruista o de
benevolencia, aunque en este amor también el Yo, es de una manera
implícita, término personal del querer. El valor es lo que hace valiosa una
cosa.

Los valores son siempre bipolares, es decir, a todo valor le corresponde un


anti – valor.

Los valores pueden ser en sí, fines, y valores para otros, medios.

Los valores no son objeto de la voluntad, sino a través de un juicio


estimativo, o juicio práctico, que los estime valiosos para el Yo de alguna
manera. La tendencia volitiva que se dirigen a un valor “en sí”, o valor
absoluto según su diversa característica, puede ser: Intención o deseo,
fruición o goza y simple amor o voluntad-

La primera tiende a un bien para alcanzarlo en los medios que sean. La


segunda tiende a un bien presente para gozarlo, y la tercera mira al bien
como valioso.

La tendencia volitiva que se dirige a un valor “para otro”, o sea, a un medio o


a la puesta en práctica del mismo, se llama: Elección, y uso o imperio.

Tendencia y movimiento. Este es como un complemento de la tendencia,


como su última fase, o manifestación exterior. Es efecto de la misma
tendencia, y se llama movimiento voluntario cuando va dirigido por el
conocimiento y la petición consciente. Así por ejemplo, si veo una manzana y
quiero cogerla, alargo el brazo o me muevo hacia ella. Este movimiento
voluntario del brazo o de los pies, es un movimiento voluntario. El
movimiento voluntario es uno de los primeros medios para conseguir los
fines queridos por la voluntad.

24
Metafísica de la voluntad.

La facultad volitiva, llamada también voluntad, que capacita al Yo para


querer, es una facultad inorgánica, irreductible por lo tanto al apetito
sensitivo.

Es inorgánica: puesto que se mueve por valores metasensisbles, que sólo


pueden ser aprehendidos por el entendimiento, que es facultad inorgánica, y
esos valores no sirven para satisfacer tendencias y necesidades orgánicas.
Ahora bien, como es imposible que un ser tienda hacia lo que no es un valor
o bien para él, ya que sería un contrasentido, síguese que la voluntad no es
facultad orgánica, puesto que tiene a bienes o valores que no son tales para
una facultad orgánica. Así queremos a Dios, la virtud, el honor, la ciencia,
etc.

El objeto adecuado de la voluntad humana, o sea, el campo de acción a


donde puede extender su actividad volitiva y dirigir su querer, es todo lo que
tiene valor y puede ser así estimado por el entendimiento humano. Su objeto
adecuado, es pues, el mundo de los valores. Lo que de alguna manera es
valioso para el Yo, puede ser objeto de nuestra voluntad.

El objeto formal de la voluntad humana es sólo el valor “en sí”. Los valores
relativos o “para otro”, es decir los medios, son objeto material de la
voluntad. La motivación de la voluntad son los valores “en sí”, es decir, los
fines.

La voluntad puede controlar el ejercicio de las demás potencias psíquicas, y


a veces también la especificación de sus actos. Este control se denomina
imperio, y los actos de las facultades realizados en virtud de este impulso o
imperio de la voluntad se llaman actos imperados. La voluntad también
puede imperarse a sí misma.

Voluntario, es lo que de alguna manera cae bajo el imperio de la voluntad,


causal o efectivo, e intrínseco o formal.

Voluntario objetivo, es el objeto de la voluntad, es decir, lo querido por la


voluntad.

Voluntario efectivo, es lo que inmediatamente o mediatamente procede de la


voluntad como su efecto. Así tomados los actos elícitos o imperados por la
voluntad. El voluntario efectivo también lo es.

Voluntario intrínseco o formal, es el acto mismo de la voluntad, la tendencia


volitiva que procede de la voluntad a la luz del juicio estimativo. El voluntario

25
intrínseco es también efectivo, pues es efecto de la voluntad, y también
objetivo.

El voluntario efectivo, puede ser “voluntario en sí” y “voluntario en causa”.

El voluntario en sí es lo querido inmediatamente por la voluntad.

El voluntario en causa es lo querido no en sí inmediatamente, sino en su


causa. La voluntad al querer la causa de un efecto, quiere de alguna manera
ese efecto, si lo prevé. La causa puede ser física o moral. La causa moral es
mera ocasión de un efecto, ocasión que constituye en causa moral si se
añade la obligación de evitar ese efecto. Así la voluntad al querer la ocasión
con la que se sabe se ha de producir el efecto, si quiere el efecto, pues
sabiendo que lo tiene que evitar, no lo evita evitando la ocasión. Si no lo evita
pudiendo, lo quiere. Así, si pongo una hucha, ocasión para que den limosnas
para las misiones, las limosnas no son para mí voluntarias, pero sin pongo
una revista pornográfica, ocasión de pecado, los pecados para mí son
voluntarios.

Articulo 5: LA LIBERTAD O LIBRE ARBITRIO.

La libertad en general es inmunidad o carencia de vínculo, de una necesidad.


Y se puede hablar de tantas libertades, cuantos sean los vínculos, ataduras y
necesidades, de que alguien está inmune. Así hablamos de libertad de
cultos, de libertad de prensa, de libertad civil, de libertad del corazón, etc.
Cuando se carece del vínculo o atadura de una ley, que es un vínculo
jurídico o moral, o de la atadura física de una cárcel o jaula, que es vínculo
físico externo, así decimos que el pájaro vuela libremente por los aires, o que
al preso lo han puesto en libertad, o de la atadura de un amor que nos sujeta,
que es un vínculo psicológico.

Cuando hablamos de la libertad de la voluntad, no hablamos de la carencia o


inmunidad de un vínculo moral, ni de un vínculo físico exterior, ni de un
vínculo psicológico objetivo. Hablamos de la carencia de un vínculo interior,
que internamente en su misma naturaleza la constituye y ata a querer una
cosa de tal manera que, puestas las mismas circunstancias, no pueda no
quererla, o querer otra cosa.

Así entendida la libertad, se opone a causa necesaria. Causa necesaria es la


que en su naturaleza está de tal manera determinada a operar, que puestas
las circunstancias requeridas para la acción, no puede no entrar en actividad,
o realizar otra cosa. Está determinada a tal operación. Causa libre es todo lo
contrario, y es la libertad o libre arbitrio que por consiguiente se define así,
“una causa activa, que supuestas todas las condiciones requeridas para
actuar, puede no actuar o actuar de otra manera”.
26
El libre arbitrio excluye por consiguiente la necesidad o vinculación física
intrínseca. Cuando se carece de esta necesidad o vinculación hay libertad o
libre arbitrio, del que ahora tratamos. Pero no excluye la necesidad moral o
jurídica que viene de la ley, ni la necesidad física externa que produce la
coacción, ni la necesidad psicológica que proviene de un objeto valioso que
ata el corazón afectivamente. A pesar de estas ataduras, la voluntad puede
ser libre. La libertad no se opone a ellas, no las excluye.

La libertad por consiguiente consiste en la doble o triple potestad simultánea,


que tiene una causa activa de hacer, y en las mismas circunstancias de no
hacer, o de hacer otra cosa. Cuando se da esta simultaneidad de potestades,
la causa evidentemente no está determinada a una cosa, y por lo mismo es
libre.

La libertad puede ser: de contradicción o de ejercicio, y de contrariedad o de


especificación.

La primera consiste en el doble poder de hacer o no hacer. La segunda, en el


doble poder de hacer una cosa o la contraria, v.g. amar u odiar, pasear o
leer.

La voluntad no siempre actúa libremente, sino sólo en los actos deliberados,


es decir, cuando actúa a la luz de un juicio valoral indiferente o deliberativo.
El juicio valoral indiferente, es raíz de la libertad.

La libertad de la voluntad, no consiste de ninguna manera en un


indeterminismo absoluto, pues la voluntad no puede actuar fuera del cuadro
objetivo de valores presentado. Pero motivación no es determinación.
Defendemos pues contra Descartes, un indeterminismo moderado o racial.

Demostración de la existencia de libertad en el hombre.

La voluntad humana ante un objeto que se le presenta, al mismo tiempo


valioso y no valioso, favorable y desfavorable, simultáneamente puede
quererlo en cuanto es favorable y valioso, y puede no quererlo en cuanto que
es desfavorable o no valioso. En esto consiste la libertad.

La voluntad puede elegir un bien menor, no por ser menor, sino por ser bien,
que es el objeto adecuado de la voluntad. Efectivamente, toda facultad
intencional sólo necesita para poder actuar la presencia de su objeto
adecuado. Con esto nos oponemos a la doctrina del “optimismo” de Leibniz,
en cuanto afirma que la voluntad no puede elegir el menor bien, sino siempre
el mayor, el óptimo; pues de lo contrario procedería sin razón suficiente.

27
De que la voluntad de hecho elija siempre el mayor bien, no se sigue que no
pueda elegir el menos bien.

La voluntad humana, en muchos actos deliberados procede necesariamente,


con una predeterminación o necesidad hipotética, que no se opone a la
libertad, pues esta necesidad hipotética, está en manos de l libertad en su
origen y mantenimiento. Como cuando la voluntad se ha propuesto escoger
el medio más fácil, más rápido, etc. En este supuesto, la voluntad
necesariamente eligirá entre los medios que le presente, el que sea más
fácil, rápido, etc. Pero esta necesidad es hipotética.

La presciencia de Dios no se opone, ni destruye nuestra libertad, al contrario,


pues Dios no puede prever sino lo que nosotros hagamos, ya actuemos
libremente, ya necesariamente. El objeto siempre tiene prioridad respecto de
cualquier conocimiento, y no al revés. Dios sabe en su eternidad lo que
nosotros libremente haremos en el tiempo.

Es verdad que el hombre no puede obrar en contra de lo que Dios ha


previsto, pero no por una necesidad absoluta y antecedente al uso de su
libertad, que destruiría la libertad, sino por una necesidad hipotética y
consecuente al uso de su libertad. Supuesto que el hombre libremente hace
tal acto, y Dios lo prevé, no puede en ese supuesto, no hacer esa acción, no
porque Dios lo prevé, sino porque El libremente, determina hacer tal acción y
no otra en esas circunstancias.

La libertad psicológica, o libre arbitrio, no es la actividad de nuestro


dinamismo, sino que es la facultad de autodeterminarse en virtud del doble o
triple poder simultáneo, de querer o no querer, o querer otra cosa. No es la
actividad, sino la fuente de donde brota esa actividad. La libertad está propia
y formalmente en la voluntad, y los actos que nacen de la voluntad libre, se
llaman libres, porque nacen de la voluntad libre.

Artículo 6: FENOMENOLOGIA DEL SENTIMIENTO.

El sentimiento se nos aparece fenomenológicamente como algo inmanente,


vivencial, fuertemente subjetivo, no intencional en sí mismo, o directamente,
aunque pueda referirse a un objeto indirecta o causativamente, con una
bipolaridad que va de lo agradable a lo desagradable. Finalmente no es un
fenómeno primario, sino que acompaña generalmente a otro fenómeno de
conocimiento o de tendencia, que aparece al examen fenomenológico, como
fenómeno primario.

28
Artículo 7: REALIDAD DEL ALMA HUMANA.

Fenomenología del Yo.

Las vivencias o fenómenos conscientes, no los experimentamos aislados, de


una manera abstracta, sino en el Yo, como vivencias de un Yo. Asimismo al
Yo, no lo experimentamos aisladamente, sino afectado por sus vivencias. No
experimentamos el pensar, ni siquiera mi pensamiento, sino lo que
experimentamos es el Yo pensante; no el dolor, ni mi dolor, sino el Yo
doliente. Yo pienso, Yo amo, Yo estudié, etc. Donde el pensar, el amar y el
estudiar de ayer, se presentan afectando al Yo, y el Yo actuado por la
actividad de pensar, amar, etc.

No es posible experimentar al Yo, sino afectado por sus vivencias. Un Yo


inactivo no es experimentable, pero queda en estado de latencia.

Los fenómenos de la vida consciente, al experimentarse como vivenciales,


se experimentan como vivencias de un mismo e idéntico Yo.

Es un hecho patente a nuestra conciencia que todo el fluir de la vida


psíquica, “la corriente de la conciencia” de W. James se experimenta como
perteneciente a un mismo e idéntico Yo. Sería imposible explicar los
fenómenos del recuerdo, de la continuidad de la vida cotidiana, el
aprendizaje de una carrera, un discurso, una conversación, sin una auténtica
unidad de conciencia, sino fuese el mismo e idéntico Yo, el que es afectado
por todas u cada una de esas vivencias. Imposible también el fenómeno de
la tendencia, si el Yo que conoce el objeto, es distinto al Yo que apetece y
quiere. Más aún, el carácter mismo vivencial de los fenómenos conscientes
perdería sin la existencia de un mismo e idéntico Yo para todos ellos. ¿Cómo
el Yo de una vivencia, podrá experimentar como propia, con la misma
vivencialidad, otra vivencia distinta de la que no es afectado, de la que no es
su Yo? Podrá, si se quiere, saber de esa vivencia, pero de ninguna manera
la podrá tener como vivencia propia, pues por hipótesis, este Yo no la ha
vivido, no ha sido afectada por ella, pues pertenece a otro Yo, es decir, de
que esas vivencias no pertenezcan al mismo o idéntico Yo, en toda la
corriente de la conciencia, resulta absurda y contra el más fuerte testimonio
de la conciencia.

El Yo, dentro de “la corriente de la conciencia”, se experimenta como algo


permanente e idéntico a sí mismo, y distinto de los fenómenos que forman
esa corriente.

Al experimentar cada una de las vivencias como pertenecientes a un mismo


e idéntico Yo, nos experimentamos, por lo mismo, permanentes e idénticos.
Y esta experiencia de permanencia y mismidad nos hace proseguir con
29
seguridad nuestra vida consciente. No dudamos en proseguir una
conversación, no nos sorprende el conocimiento de una conclusión que
vemos que es el fruto de un trabajo anterior propio; nos referimos a nuestros
recuerdos pasados como vivencias que fueron de este Yo actual, presente.
Ciertamente nos experimentamos los mismos, es decir, permanentes en el
tiempo, y desde luego experimentamos al Yo como distinto de sus vivencias,
estas pasan continuamente como un fluir, y el Yo permanece. Con la misma
evidencia con que captamos nuestra permanencia, y el pasar de los
fenómenos de nuestra conciencia, con la misma evidencia, captamos la
distinción de Yo respecto de sus vivencias. Además, evidentemente el Yo, no
es su pensamiento o su tendencia, etc.

Nuestro Yo, lo experimentamos como “sujeto de inhesión” de sus vivencias,


es decir, como substrato afectado intrínsecamente por ellas, y a estas
vivencias como accidentes del Yo, es decir, como fenómenos que vienen y
van, y modifican intrínsecamente a un sujeto.

Por último, al Yo lo experimentamos como fuente y principio de nuestra vida


consciente. Nos experimentamos, en efecto, como autores y responsables
de nuestros pensamientos, quereres, y decisiones, etc. Hacemos conatos
por comprender una cosa, y experimentamos comprenderla como fruto de
nuestro trabajo.

El Yo se capta como activo de manera especial en la decisión. Esta es una


toma de posición original del Yo, en una dirección dada.

La experiencia de actividad, es particularmente anotada por W. James, como


razón de la identidad del Yo. Según él, un fenómeno pertenece al Yo cuando
está teñido de ese sentimiento de actividad, es decir, lo experimentamos
como originado por el Yo.

El Yo, último sujeto activo y pasivo de nuestra vida consciente, es el alma. El


alma, pues, no sólo la deducimos, sino que la experimentamos.

Metafísica del Yo.

El Yo, que experimentamos como sujeto de inhesión de nuestras vivencias,


es una entidad substancial, una substancia.

Substancia es una entidad capaz de subsistir por sí misma, ya sola, ya como


parte de un todo substancial, y que no tiene por consiguiente, necesidad para
subsistir del apoyo de un sujeto de inhesión.

30
Si el Yo no subsistiera por sí mismo, necesariamente habría que llegar a un
sujeto que existiera por sí mismo, y este sería el verdadero Yo, del que los
demás serían modificaciones accidentales.

El Yo es substancia, no sólo en cuanto substrato de sus vivencias, sino


también en cuanto que es subsistente por sí mismo.

El Yo es un sujeto vivencial y ontológico de todas las vivencias. Pero es


sujeto ontológico inadecuado de las vivencias sensitivas, pues las vivencias
sensitivas tienen también como principio ontológico, activo y pasivo, al
cuerpo, principio no vivencial sino meramente ontológico. Las vivencias
espirituales tienen como principio adecuado solamente al Yo.

El Yo propiamente hablando, tiene un sentido personal, es decir, es lo mismo


que Persona. Persona es una substancia completa, independiente e
incomunicable, capaz de reflexionar sobre sí misma, y de decir Yo, y de
atribuirse a sí, en primera persona, todo lo que de alguna manera le
pertenece. La Persona o Yo es, pues, el último sujeto de atribución de todas
sus vivencias, pues todas se refieren a él, y son siempre de un YO, y él no es
referible a ningún otro sujeto ulterior.

El Yo es meramente sujeto de atribución de sus vivencias. El sujeto de


experimentación, que es afectado por las vivencias y es afectado por ellas,
es el alma o conciencia general.

En un sentido traslaticio, el alma o conciencia general, se dice también Yo


empírico, en cuanto que es el sujeto inmediatamente actuado por las
vivencias y que se experimenta con ellas.

Yo puro, es el alma o conciencia general, en cuanto distinta de las vivencias


y que por consiguiente puede permanecer en estado de latencia cuando no
es actuado por ellas. En un sentido idealista el Yo puro es lo que se opone al
objeto, es lo que aparece en la oposición Sujeto – Objeto.

Yo social, es el todo personal o persona, acrecentado con todas sus


vivencias y actuación, principalmente las que dicen relación a su contorno.
El Yo que experimentamos como sujeto de nuestras vivencias y
principio de nuestra vida consciente, es decir el alma, es una entidad
simplicísima.

Simple, de sim – plex, sin pliegues; es lo que carece de partes. Hay dos
clases de partes, integrantes y esenciales.

Las partes integrantes son de la misma naturaleza, v.g. dos gotas de agua,
dos partículas de hierro, se yuxtaponen y se extienden, siendo separables
31
una de la otra sin que se destruya el todo. Las partes integrantes pueden ser
homogéneas o heterogéneas. Aquellas tienen el mismo nombre y función
que el todo, v.g. las gotas de agua, o las partículas de hierro, mientras que
las partes heterogéneas, tienen distinto nombre y función que el todo, v.g. la
cabeza, el corazón, etc.

Las partes esenciales, son de diferente naturaleza, se compenetran la una


con la otra como acto y potencia, son inseparables, so pena de que se
destruya formalmente el todo. Estas partes son la materia y la forma.

Si el Yo empírico se compusiera de partes, sería imposible esa unidad de


conciencia que experimentamos, ya que lo que afectase a una parte, en
efecto, no podría ser experimentado por la otra parte como propia vivencia.

Si el Yo, tuviera partes, una conocería al objeto A, la otra al objeto B, etc.


Una conocería el bien, otra lo apetecería, una conocería las premisas, otra la
conclusión, etc. Pero en tal hipótesis sería imposible que el Yo pudiera
establecer comparación entre el objeto A, y el B, ni que pudiera apetecer, ni
alcanzar conclusión alguna. La unidad de la conciencia obliga a que sea el
mismo e indivisible Yo, el que sea afectado por todos y por cada uno de los
fenómenos, y no una parte por unos y otra por otros.

Si el Yo volitivo tuviera partes, no se explicaría la libertad, pues si cada parte


es libre, cada una podría actuar en diverso sentido a las demás.

Si el Yo empírico se compusiera de partes extensivas, sería imposible la


reflexión del Yo sobre sí mismo, con esa reflexión total y perfecta con que se
contempla a sí mismo, como no es posible que un papel extenso se pueda
doblar total y perfectamente sobre sí mismo. A lo más una mitad sobre la
otra, pero no el todo sobre el todo.

Es espiritual o inmaterial en un sentido estricto y técnico. Es exactamente lo


contrario a corpóreo o material. Por donde conociendo lo que es material y
corpóreo, que nos es más asequible, conoceremos por contraposición lo que
es espiritual e inmaterial. De lo espiritual sólo podemos tener una idea
analógica.

Material o corpóreo, es todo aquello, que esencial y existencialmente se


compone de materia, o compone con la materia. Por consiguiente
comprende todo lo que es materia, y todo lo que depende intrínsecamente y
existencialmente de la materia.

Depender intrínseca y existencialmente de la materia, es depender de ella


como de sujeto necesario para subsistir, como sujeto de sustentación, o
como de causa eficiente principal.
32
Como la propiedad característica de la materia es la composición extensiva,
lo espiritual al carecer totalmente de materia, necesariamente es simple.
Aunque no al revés, lo simple no por ello es ya espiritual. No basta la
simplicidad para la espiritualidad, se requiere sobre todo la independencia
intrínseca y existencial de la materia. Lo simple, es verdad, no se compone
de materia, pero puede componer existencialmente con la materia, y
entonces ya no es espiritual. Lo estrictamente espiritual, ni se compone con
la materia, ni compone existencialmente con ella.

El ser espiritual, al no estar ligado intrínsecamente y esencialmente con la


materia, naturalmente tiene que tener su actividad característica y específica
desligada también intrínsecamente de la materia. El ser espiritual, como tal,
actúa independientemente de la materia con independencia intrínseca de
esta.

Digo con independencia intrínseca de la materia, es decir, que la operación


característica y específica del ser espiritual, como tal, no depende, ni puede
depender de la materia como causa eficiente principal. El ser espiritual
necesariamente produce su operación característica y específica, como
causa eficiente, sino adecuada, al menos principal de la misma. Esto es
operar con independencia intrínseca de la materia.

Pero puede haber una dependencia extrínseca, ocasional o condicional


respecto de la materia, que no se opone de la intrínseca independencia del
espíritu en su operar. Esta dependencia intrínseca de la materia, se da
cuando la operación del espíritu es también producida por la materia como
causa instrumental, o cuando la materia es mera ocasión o condición para la
operación del espíritu. Así, por ejemplo, el alma humanan que es
estrictamente espiritual, depende en su operación característica, que es la
abstracción, el juicio, y el raciocinio, del concurso de la imaginación, y aún de
la misma disposición del organismo, pero esto de una manera puramente
condicional, o a lo más instrumental.

El ser material por estar esencialmente inmerso y ligado a la materia, puesto


que se compone de ella, o compone esencial y existencialmente con ella, no
puede tener ninguna operación sino dependiente intrínsecamente de la
materia. Es decir, en todas las operaciones del ser material, la materia es
causa principal o compone esencialmente la causa principal y adecuada de
la operación. Depender intrínsecamente de la materia, es depender de ella
como causa principal o componente esencial de la causa principal o
adecuada.

El ser espiritual, que como tal actúa con independencia intrínseca de la


materia, puede sin embargo temer operaciones, que dependen
33
intrínsecamente de la materia, es decir, en las que la materia sea también
causa principal o adecuada de tales operaciones. No hay dificultad en que un
ser componga con la materia, con tal de que no componga existencialmente,
es decir, que no necesite de la materia para subsistir. Mientras subsista por
sí mismo, guarda su independencia esencial de la materia, aunque
componga esencialmente con ella. El ser que siendo simple no compone
esencialmente con la materia, es decir, no necesita esencialmente de la
materia para existir, es estrictamente espiritual. La independencia existencial
de la materia, se requiere y basta para la espiritualidad estricta. Tal
independencia implica en el ser un alejamiento total de la materia.

Donde hay independencia intrínseca de la materia en el obrar, hay


evidentemente independencia en el existir; y viceversa, donde hay
independencia de la materia en el existir, hay también independencia
intrínseca en el obrar. Evidentemente se da correlación entre el ser y el
operar.

El Yo empírico que experimentamos como sujeto de inhesión de nuestras


vivencias intelectivas y volitivas, es estrictamente espiritual, pues es simple y
realiza su operación característica, intelectiva y volitiva, con independencia
intrínseca de la materia. Por consiguiente, ni se compone de materia, ni
compone esencialmente con la materia.

EL Yo empírico intelectivo volitivo, dada su simplicidad y estricta


espiritualidad, es absolutamente incorruptible, no puede descomponerse.

Al carecer de partes por su simplicidad, el Yo no puede disolverse, no puede


descomponerse en sí mismo. Y por ser existencialmente independiente de la
materia, aunque esta se corrompa y disuelva, el Yo no se corrompe. Por
consiguiente, el Yo intelectivo - volitivo, no se puede descomponer o
corromper, ni por razón de sí, ni por razón de la materia donde está, pues
aunque está unido esencialmente a ella, como veremos, no está unido a la
materia existencialmente. Es, pues, absolutamente incorruptible.

El Yo empírico humano, sólo puede ser producido por creación, y no por


educción.

Hay dos maneras de producir un ser:

Por educción, es actuando y transformando un sujeto o materia previa.

Por creación, es sin actuar ni transformar u sujeto o materia previa.

Por educción, se producen todos los seres materiales, pues se producen por
actuación y transformación de un sujeto o materia previa.
34
Por creación se producen todos los seres espirituales, que por naturaleza
existen independientemente de todo sujeto o materia previa. Y la razón es
clara, pues si se produjesen por actuación y transformación de un sujeto o
materia previa, no existirían con independencia de ese sujeto o materia, es
decir, no serían espirituales. Por consiguiente el ser espiritual ha de ser
producido sin actuación ni transformación de un sujeto o materia previa, y
esto es ser producido por creación.

PARTE SEGUNDA: SINTETICA.

Artículo 1: METAFISICA DE LA PERSONA HUMANA.

EL hombre o persona humana, aparece evidentemente como una unidad


somato – psíquica, es decir, un todo constituido por dos componentes
básicos, uno material, orgánico, el cuerpo, y otro componente esencialmente
superior y distinto, que es el alma, el Yo empírico, que reflexiona y se
enfrenta al cuerpo.

Cuerpo y alma son los dos compuestos básicos del hombre. El alma,
entendida como la acabamos de analizar, es decir, como principio último,
espiritual y simplicísimo, substrato y raíz de toda la vida del hombre. El
cuerpo, es toda esa organización anatómica, material, de configuración
determinada, en cuanto que no incluye el alma y es objeto de la anatomía
humana.

El hombre es esencial y substancialmente una unidad, pero una unidad de


composición.

El problema psicofísico del Hombre está en determinar la relación que existe


entre esos dos componentes, cuerpo y alma. Evidentemente existe una
unidad, pero ¿Qué clase de unidad?, O, dicho de otro modo, ¿Cómo se unen
entre sí, el cuerpo y el alma?.

Todas las soluciones dadas a este problema a lo largo de la historia, se


reducen a tres soluciones capitales:

- El paralelismo psicofísico, que sostiene una unión accidental de mera


coexistencia local o de mera correspondencia entre la actividad psíquica y la
actividad fisiológica, sin ningún influjo causal entre cuerpo y alma, entre la
actividad fisiológica y la psíquica. Así Wundt, Malebranche, Leibniz.

35
- El interaccionismo, que defiende una unión también accidental, pero
fundada en una mutua causalidad o cooperación eficiente entre el cuerpo y el
alma. Así Platón, Descartes, Toingiorgi.

- Teoría de la unión substancial, que afirma una unión substancial entre


el cuerpo y el alma, fundada en una causalidad formal, según la teoría del
acto y la potencia. Así toda la escuela aristotélica – tomista.

De la unión del cuerpo y del alma resulta un nuevo principio adecuado de


operaciones, que es una substancia. Un principio adecuado de operaciones
que sea una sustancia, es lo mismo que naturaleza. Por consiguiente, el
cuerpo y el alma se unen entre sí, formando una nueva naturaleza, la
naturaleza racional o naturaleza humana.

La unión del cuerpo con el alma en una unidad sustancial, sólo puede
entenderse en la teoría del acto y la potencia, siendo el alma el acto, y el
cuerpo la potencia.

Según esta teoría, la materia, el cuerpo, como mero conglomerado de


sustancias, es capaz de ser organizado y de vivir, es decir, como mero
conjunto de sustancias químicas no sería un ser vivo, pero tendría capacidad
o potencia de serlo. Ahora bien, lo que realiza o actualiza, esa, su capacidad
o posibilidad de organizarse y de vivir, es el alma. Por consiguiente, el
cuerpo cuando actualice su capacidad o potencia de vivir, será el mismísimo
conjunto material de substancia química, pero vivo y organizado. No serán
dos cosas, el cuerpo y la actualización de su capacidad de vivir, habrá
únicamente una sola cosa, el cuerpo vivo. Pero vivo por algo que no es él, el
mero conjunto de sustancias químicas, sino otra cosa superior que le
comunica la vida, actualizando y realizando su capacidad de vivir. Esto que
actualiza la capacidad de vivir del cuerpo, comunicándole así la vida, es el
alma. Y esta comunicación o unión del alma al cuerpo, como actualización o
realización de una capacidad o potencialidad del cuerpo, de donde resulta un
solo ser, el cuerpo vivo y organizado por el alma, es lo que explica la teoría
de la unión del alma y del cuerpo, como acto y potencia; El cuerpo, potencia,
y el alma es el acto o realización de esa potencia.

El Hombre es, pues, una substancia compuesta de cuerpo y de alma. Por


consiguiente, el alma es la parte componente de la sustancia del hombre, o
lo que es lo mismo, sustancia incompleta o parcial. Y como además es la
parte que actualiza y comunica la vida al compuesto de cuerpo y de alma, se
la puede denominar con todo derecho, dentro de la terminología Aristotélico
– Tomista, forma substancial del Hombre.

El Hombre o naturaleza humana, es una persona en sentido metafísico. Es


decir, una substancia completa, subsistente por sí misma, en plena posesión
36
de sí e incomunicable. La naturaleza humana subsiste por sí misma, y no
necesita, ni es complemento esencial de ningún otro ser.

Ni el paralelismo psicofísico, ni el interaccionismo, dan razón del Hombre tal


cual es, en el orden metafísico, es decir, una substancia y una persona. No
explican la unidad del hombre.

En conclusión, el hombre es en el aspecto estático y estructural, una unidad


substancial psico – somática. Esta unidad es una unidad de composición, es
decir, integrada por estos elementos, cuerpo, alma y subsistencia. En el
aspecto dinámico, es una naturaleza racional

Esta unidad substancial psico – somática, que forma el substrato metafísico


del hombre, queda diferenciada y moldeada en los distintos individuos, por lo
que se llama la “personalidad”. La personalidad es el conjunto de
características que diferencian a una persona individual.

En la formación de la personalidad, intervienen diversos factores orgánicos,


ambientales, internos y externos, y principalmente la actividad del Yo o alma,
como forma substancial y principio racional, intelectivo y volitivo.

Por consiguiente la personalidad concreta, vendrá dada, y puede definirse


así: “Una unidad psicosomática, determinada y gobernada por el alma, y en
cuanto determinada y gobernada por el alma” (Pío XII, Discurso al Congreso
de Psicología aplicada, 10 – IV – 1958).

El hombre en su origen y en su destino último.

“El Hombre es todo entero la obra del Creador” (Pío XII, ib.) Los padres,
aunque causas eficientes en la procreación de sus hijos, sólo tienen una
intervención muy “sui géneros”, en cuanto que únicamente proporcionan la
materia y la virtud seminal, siendo Dios la causa principal eficiente de cada
hombre que nace. Dios no sólo es el autor de cada alma espiritual que
produce por creación, sino que es la causa principal, juntamente con la virtud
seminal, de la generación o infusión del alma en el huevo fecundado y
previamente dispuesto.

El evolucionismo antropológico, aun el moderado, a saber aquel que sostiene


que el cuerpo del primer hombre procede de la evolución de por mera
evolución de u n antropoide sin especial intervención de Dios, pugna con los
principios de la sana Filosofía. Hay que admitir una intervención activa de
Dios, no sólo en la creación del alma del primer hombre, como es evidente,
sino también una especial intervención en la formación del cuerpo del primer
hombre.

37
Esta intervención de Dios sería especial en cuanto que su acción tendría un
término formal específicamente distinto y superior, como es evidente.
El destino último y específico del hombre es ser imagen de Dios, es decir, ser
participación intelectivo – volitiva de Dios, no sólo de una manera estática,
siendo imagen de Dios (en lo que consiste la gloria objetiva de Dios por el
hombre), sino sobre todo de una manera dinámica, actuando intelectiva y
volitívamente en conformidad con la actuación de Dios (en lo que consiste la
gloria formal de Dios por el hombre).

En efecto, el destino último de toda la creación no podía ser otro que Dios,
de alguna manera. Ahora bien, Dios no podría ser fin último de la creación,
sino siendo las criaturas participaciones de Dios, manifestaciones de su
divina esencia. El hombre como imagen de Dios vivo. Así el fin intrínseco de
las criaturas coincide con el fin último que Dios intentó al crearla (finas
operantes), como no podía menos de suceder, pues la criatura es
esencialmente participación de Dios.

El hombre al estar destinado a la glorificación formal de Dios, está destinado


en primer lugar, a conservar, desarrollar y perfeccionar la imagen de Dios en
él; y en segundo lugar, a conocer las excelencias de Dios en las criaturas, y
sobre todo en el mismo Dios, y amarle y alabarle por esas excelencias. Esta
segunda manera es más perfecta y término de la primera.

En efecto, el hombre cumple su destino de glorificar formalmente a Dios, es


decir, de actuar intelectiva y volitívamente en conformidad con la actuación
de Dios, siendo así imagen activa y viva de Dios, de dos maneras: una casi
objetiva, y otra propiamente formal.

La primera manera de glorificar formalmente a Dios, es conservando,


desarrollando y perfeccionando racionalmente su naturaleza, que es, y en
cuanto que es, la imagen de Dios vivo. Objetiva, porque tiende a conservar,
desarrollar y perfeccionar lo que en el hombre es gloria objetiva de Dios, y
formal porque esto lo hace el hombre de una manera intelectivo – volitiva, no
como los seres inanimados o irracionales.

La otra manera más propia de glorificar formalmente a Dios, por ser más
semejante a la actividad del mismo Dios, es por el conocimiento y amor de
las excelencias de Dios, no sólo en las criaturas, sino sobre todo en el mismo
Dios. Esta manera de glorificar a Dios es la más suprema y perfecta, y en
donde se encuentra la máxima perfección metafísica del hombre, que así se
constituye activamente imagen de Dios vivo.

Además se comprende “a posteriori” que el destino último y específico del


hombre consiste en el conocimiento y amor de los supremos valores, es
decir, en la glorificación formal de Dios en sí mismo.
38
El destino último del hombre en su manera cuasi objetiva de glorificar a Dios,
tiene perfectamente lugar en esta vida. La glorificación, propiamente, formal
de Dios, también tiene lugar en esta vida de una manera imperfecta, en la
otra de una manera perfecta y definitiva.

El hombre y sus fines últimos.

El hombre, ser intelectual y volitivo, como tal, en todas sus operaciones


necesariamente tiene que moverse por un fin último negativo, es decir, que
no sea referido a un fin ulterior; de otra manera nunca comenzaría a operar,
como es evidente.

El hombre en todas sus operaciones, se mueve últimamente por el deseo, al


menos implícito, de su perfecta felicidad. Virtual y fundamentalmente, busca
su plena felicidad en todas sus operaciones, por eso no reposa en ningún
bien creado, siempre va buscando y buscando más verdad y más bondad,
arrastrado por el deseo de ser plenamente feliz. Se cumple lo de San
Agustín: “Nos hiciste, Señor, para Ti, e inquieto está nuestro corazón hasta
que descanse en Ti”.

Fenomenológicamente, la perfecta felicidad del hombre aparece como la


satisfacción plena de todas sus tendencias superiores e inferiores, en
plenitud de actuación, de reposo y de permanencia, con exclusión de toda
frustración, y aún del temor mismo de una posible frustración. Por
consiguiente, aparece como una duración sin término, a perpetuidad. La
perfecta felicidad para que sea tal, es sin fin.

Definiciones de la perfecta felicidad:

- “Estatus omnium bonerum congregatione perfectus”. (Boecio, De


consolatis phil. 1, 3, pros. 2; S. Th. 1. 2, q. 3, a 2)
- “Secretis malis omnibus, cumulata bonorum posessio”. (Cicerón
Tuscul. 5. 10).
- “Beatus, qui habet omnia quae vult, et nihil vult male”. (San Agustín.
De Trin. 1, 13, c 5).

Fenomenológicamente, el objeto de la felicidad perfecta no se concreta por sí


mismo, sino que aparece solo como un objeto plenamente saciativo, sea cual
sea este objeto, singular o múltiple, finito o infinito. Fenomenológicamente,
no aparece ninguna otra determinación objetiva, para aparecer en el primer
plano fenomenológico la nota subjetiva de la plena satisfacción, en plenitud
de actuación, de reposo y de permanencia.

39
A esta felicidad así entendida tiende todo hombre incoerciblemente. Por
consiguiente, con una tendencia o apetito innato, es decir, arraigado en la
misma naturaleza del hombre.

En efecto, la capacidad volitiva del hombre es universal, está hecha para


todo lo que sea bien. El bien universal es su objeto adecuado. Por
consiguiente, no puede saciarse sino con la plenitud del bien, es decir, con la
felicidad perfecta.

Además, como dice San Agustín: “Omnes homines beati essa volunt, et hoc
ardentissime appetunt, et propter hoc cetera appetunt” (De Trin. Lñib. 13, c.
5).Todos los hombres desean ser felices, y esto lo desean ardentísimamente;
y por ese deseo aman todo lo demás.

Metafísicamente la felicidad del hombre, se concreta en la perfecta


realización a perpetuidad de su último fin, es decir, en la plena y perfecta
actuación de sus facultades intelectivas y volitivas, sobre el máximo objeto
de las mismas, capaz de cubrir todo el campo adecuado intelectivo y volitivo,
y este objeto no puede ser otro sino Dios, Suprema Verdad, y Supremo
Valor.

La tendencia innata e incoercible del hombre a la plena felicidad, que


fenomenológicamente incluye una duración sin término, a perpetuidad, sea
cual sea el objeto en que se realice, concretamente implica la inmortalidad
del hombre, al menos del Yo intelectivo y volitivo, en el que esa tendencia se
injerta.

Sería contra la sabiduría y santidad de Dios, el que habiendo puesto Dios en


el hombre una tendencia innata e incoercible a la plena felicidad, que incluye
la inmortalidad, quedase el hombre frustrado en esa tendencia, y frustrado
por el mismo Dios; siendo además el Yo humano capaz de inmortalidad, por
su absoluta incorruptibilidad.

Así pues, el alma intelectiva, capaz de inmortalidad por su absoluta


incorruptibilidad, será de hecho inmortal, pues sería un contrasentido que
Dios frustrara esa tendencia innata e incoercible a la inmortalidad, que El
mismo puso en el alma, si la aniquilara, como en efecto lo puede hacer.

Artículo 4: EL HOMBRE Y SU CONTORNO.

El contorno del hombre fundamentalmente viene dado por tres coordenadas:


El Tú, el tiempo y el espacio.

Fenomenológicamente el contorno se proyecta en el hombre, y el hombre


sobre su contorno.
40
La cultura, el arte, etc., de un país, de una época, de una raza, son la suma
de las proyecciones de los individuos sobre su contorno, después que el
contorno se ha proyectado en ellas.

El substrato metafísico del hombre, no se altera, sino sólo accidentalmente


por su contorno. Esta alteración forma la proyección del contorno en el
hombre.

El hombre y la proyección del contorno sobre él, forman la personalidad


concreta o individual.

El Dios, individual y concreto se realiza además por la proyección del hombre


su contorno.

La vida como Dios y no como Zoo. Es un producto del hombre y su contorno.


El Dios humano es por consiguiente, esencialmente historia. Su descripción
es la bogaría.

El hombre y los hombres.

Fenomenológicamente el hombre aparece como un ser indigente, incapaz de


realizar por sí solo sus tendencias más fundamentales, ya en lo físico, ya en
lo psicológico. Para existir, desarrollarse y conservarse, necesita de la
cooperación de otros hombres.

El hombre no es un ser aislado, esta absolutamente vinculado a otros


hombres. El hombre es un ser esencialmente social.

La familia y la sociedad civil, son entidades naturales que tienen su


fundamento en la natural indigencia del hombre, para valerse por sí solo. La
familia y la sociedad civil son un complemento natural y necesario del
hombre, tal cual fenomenológicamente aparece.

Artículo 6: EL HOMBRE Y DIOS.

El hombre, por su esencial contingencia, es un ser metafísicamente re –


ligado a Dios, tanto en su existir, como en su hacer.

Esta re – ligación metafísica del hombre a Dios, y además su destino final,


son el fundamento irrecusable de la Religión natural. La religión formalmente
se constituye por el reconocimiento y aceptación voluntaria de este
fundamento metafísico.

41
El fundamento metafísico de la Re – ligión natural del hombre, ni pone ni
quita, sino que lo encuentra en su radical esencia, y por lo mismo el hombre
no tiene más remedio, como tal, que reconocer y aceptar.
El hombre por consiguiente, es un ser esencialmente religioso.

Artículo 7: EL HOMBRE COMO HOMBRE. LA ETICA.

El hombre actúa como hombre, en la medida en que realiza su finalidad


intrínseca y destino final. Como el reloj actúa como reloj, en la medida en que
realiza su finalidad intrínseca, de señalar las horas. Cualquier otra actuación
del reloj, v.g. presionar, golpear, chirriar, etc. , no es una actividad propia del
reloj.

Aquella actividad es buena para el hombre, como hombre, es decir, es


honesta, que le conviene y perfecciona según su naturaleza de ser libre,
destinado a la gloria de Dios.

Lo que el hombre, por consiguiente, realiza como hombre, es decir,


libremente y en cumplimiento de su finalidad, es honesto, y le perfecciona
como hombre.

El acto honesto libre, es el acto más específicamente humano, pues es


humano por proceder del hombre, como hombre, no sólo en cuanto actúa
libremente, sino también en cuanto que actúa según la finalidad intrínseca de
su naturaleza.

La ciencia que estudia la actividad del hombre, es la Etica o Filosofía moral,


que tiene por objeto estudiar la actividad humana, según sus últimas causas,
propiedades y consecuencias.

DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA.

La dignidad de la persona humana se fundamenta radicalmente en su origen


y destino final, que es Dios.

El hombre es portador de valores eternos, es decir, tiene un alma inmortal


que ha de salvar, llevándola a la meta de su eterna felicidad.

El hombre por su inteligencia y voluntad, se abre al mundo del ser y del valor
con una proyección universal.

La libertad es el máximo valor humano. Por la libertad, realiza su bien. En la


libertad se manifiesta su Yo de la manera más específica. La decisión libre
pone al Yo, en la máxima decisión fenomenológica. Por la libertad finalmente
cumple su destino y actúa como hombre.
42
La libertad sin embargo, puede constituir un anti-valor para el hombre, en
cuanto no se realice dentro de la finalidad intrínseca de su naturaleza.
Por su inteligencia el hombre se constituye rey de la creación, pero por
su voluntad, se alza sobre los demás hombres.

Artículo 8: EL HOMBRE CRISTIANO.

El hombre cristiano, por la gracia santificante, participa de la vida divina. Por


donde su dinamismo psicológico superior se eleva entitatívamente a la
realización de actos de un orden divino.

La gracia santificante es como “el alma de nuestra alma”, es decir, la última


raíz en nosotros de nuestra vida divina. Y así como el alma realiza sus
funciones vitales por medio de las facultades psíquicas, de la misma manera,
la gracia santificante, realiza sus operaciones vitales por medio de las
llamadas virtudes infusas.

Las virtudes infusas son a manera de potencias o facultades psíquicas de


orden divino, con que se vigorizan o elevan las facultades psíquicas de
nuestra alma, entendimiento y voluntad, para que realicen sus operaciones
vitales dentro de un orden superior, el orden divino de la gracia u orden
sobrenatural.

La actividad de nuestro entendimiento y voluntad realizada con la


concurrencia de las virtudes infusas, es una actividad de orden sobrenatural.

La realidad de la gracia santificante, no le corresponde a la naturaleza


humana, sino que es un don superior y plenamente gratuito, por lo que se
llama “gracia”.

La pérdida de la gracia santificante, es el pecado. El pecado es, pues, la


muerte del alma, como la gracia es la “vida del alma”.

El don de la gracia santificante, fue otorgado al género humano en la


persona de nuestros protoparientes. Estos la perdieron al cometer el pecado
original, y nos ha sido devuelta por los méritos de Jesucristo Nuestro Señor.

La realidad del hombre cristiano se complementa por la inserción en el


Cuerpo Místico de Cristo, que es su Iglesia. La realidad del hombre cristiano
es una realidad social.

43
ANTROPOLOGIA.

2 de septiembre de 1959.

Voy a hacerles un resumen de lo explicado hasta aquí. Como vieron hemos


seguido un método fenomenológico. En este método, la primera parte ha
sido más bien una fenomenología científica, es decir, hemos recogidos todos
los datos descriptivos que la ciencia biológica nos da de la vida. Tanto los
datos estructurales, o sea, la constitución de la materia viva, como los datos
dinámicos; como opera la materia viva, esa materia que, llamamos vivientes
y que está representada por: plantas, animales y el hombre; vivientes
corporales, porque se trata de materia, materia viva. Entre las características
estructurales está en primer lugar: la forma y el tamaño. La materia viva no
es una forma, no se presenta en una forma irregular, amorfa, variada, de
unos a otros; la materia viva siempre presenta una forma regular y además
constante dentro de la misma especie viviente, en contraste con lo que
ocurre con la materia que no es viva, cualquier pedazo de mineral puede
presentar una forma y un tamaño muy distinto uno del otro y fuera de la
estructura íntima de los cristales que constituyen la materia en sus
elementos más íntimos, presenta una forma más regulada, pero en su forma
exterior enseguida aparece este contraste entre la materia viva y la materia
no viva. Además de este dato, el más extremo de la Fenomenología
científica del viviente, tenemos otro dato estructurado: la composición
química. La composición química de la materia viva, de los vivientes, está
integrada de un número limitado de elementos, en el hombre suelen ser unos
catorce elementos; además estos catorce elementos forman unos
compuestos característicos se la materia viva, que forman todo un capítulo
de la química, química orgánica y especialmente bioquímica. Estos
compuestos son reducidos, don los compuestos ternarios y cuaternarios en
los que entra a formar parte el carbono, el oxígeno, el hidrógeno y eñe
nitrógeno, (cuaternario, y si falta el nitrógeno tenemos tres elementos, y por
consiguiente los compuestos son ternarios. Por el contrario, la materia
mineral, la materia no viva, presenta una estructura química diversa, todos
los elementos de un amanera o de otra, sé convinan para formar la materia
muerta, la materia que llamamos material inorgánica. Otra de las
características estructurales de viviente, en contraposición de la materia no
viva, es la heterogeneidad. El viviente, por ser un corporal tiene partes, pero
estas partes que componen a la materia viva son diversas, son
heterogéneas, esto significa la palabra griega “heterogéneo”. Sin embargo,
los minerales, una masa mineral más o menos homogénea: el agua, una
materia de roca, son homogéneas, no tienen variedad, la heterogeneidad
que tiene la estructura de la masa de la materia viva. De tal manera este dato
es característico de la materia viva, del ser vivo que ha tomado el nombre de
heterogéneo, que significa orgánico, y estos seres se llaman orgánicos, es
44
decir heterogéneos, compuestos de diversas partes distintas entre sí, no
solamente de una manera estructural, sino funcional. Dentro de las
características dinámicas que siempre son más importantes para poder
descubrir la intimidad de un ser, también hay unas diferencias muy notables,
dentro de este estudio de una Fenomenología científica, biológica, y en estos
datos no tenemos nosotros que hacer otra cosa que recibirlos de los
científicos. La característica principal de la actividad vital, es que se encierra
dentro de un ciclo llamado Ciclo Vital. A saber, el nacimiento, el desarrollo o
crecimiento, la adaptación al medio, (que responde al medio), la nutrición, la
muerte y la reproducción, la reproducción claro, también pertenece a este
ciclo, pero me parece como que se sale del ciclo de actividades propias del
individuo, queda dentro del ciclo de la especie, y sin embargo, las actividades
de la materia bruta, de la materia inorgánica, son actividades que no
presentan o no se pueden presentar, y que no necesariamente no se tienen
que presentar por ser tal materia. De modo que el carbono tendrá sus
actividades (lo que nos dice la química), y como ven, cada capítulo de la
química destinado al estudio de la actividad de la materia no viva, es muy
diversa. , tiene sus propiedades y tiene sus actividades, y no se da esa
constancia y uniformidad que vemos en todo ser vivo, la materia viva, esa
masa que llamamos materia vivan y esa otra a la que llamamos materia
muerta, otro pedazo de mineral que ponemos aquí al lado, tienen esas
diferencias. Con esto tenemos ya una primera descripción fenomenológica.
Hay que ahondar sobre todo, en ese dinamismo, pidiendo a los biólogos que
nos hagan una descripción de esa actividad tan peculiar, y por otro lado tan
maravillosa, como es el nacimiento y sobre todo el desarrollo, la nutrición, la
reacción al medio, y la adaptabilidad, la reproducción la compensación o
reparación de los miembros o de órganos, y en eso, lo que buenamente
pueden ustedes recordar, es lo que aquí expusimos. Una de las actividades
además, que es como el común denominador de todas ellas, es la nutrición;
de tal manera que se puede decir que es la operación vital más
característica, formalísimamente vital, en las otras pueden intervenir, tal vez,
otras actividades que se podía, filosóficamente discutir, si son estrictamente
vitales, pero la nutrición en su fase esencial, porque la nutrición interviene
también en una serie de operaciones, sobre todo la nutrición de un ser de las
proporciones del ser humano, porque la vida se da desde el protozoos hasta
el metazoos, sobre todo de la proporción de un mamífero como el elefante al
hombre, hay una diferencia en la actividad nutritiva muy grande, sobre todo
en las operaciones preparatorias de la nutrición en lo que no está en la
nutrición, sino que la prepara, pero la nutrición esencialmente es igual en
todos los seres, desde la sencilla aneda hasta el elefante o la ballena; la
nutrición es exactamente igual, porque sencillamente consiste en la fase más
importante, en la asimilación de la materia que le llega por donde quiera que
sea, ya sea por el líquido circundante, exterior, o interior como es la sangre,
le llega la materia nutritiva el alimento preparado y entonces se incorpora por
osmosis a la célula pasa a la célula y ahí se transforma en
45
probioprotoplasma, o sea se asimila y en esta asimilación está
esencialmente la fase nutritiva en su punto culminante. Todo lo demás es la
preparación, los requisitos, las condiciones para que se dé esto. Y esto son
los datos que principalmente nos presenta la fenomenología en su estado,
digámoslo así, puramente científico, esto nos lo dan los biólogos y se puede
ampliar todo lo que ustedes quieran y cuanto más mejor. El filósofo al hacer
ahora la fenomenología podrá hacerlo con más fundamento, con más
conocimiento de causas y de datos. Y ahora viene la segunda parte de este
análisis o estudio fenomenológico que es ya la fenomenología filosófica, es
decir, ver esto no con el microscopio como hasta el momento lo ha visto el
científico, sino verlo con la intuición fenomenológicas en este conjunto que
acabamos de describir, y que distingue a la materia viva de la no viva, ¿qué
es lo que ve?, reducido a una fórmula que conviene entender en toda su
profundidad, se reduce a lo siguiente: a una actividad finalística, inmanente,
verdaderamente prodigiosa; prodigiosa por su finalismo y por su número,
porque es una actividad múltiple casi al infinito. En los términos que hemos
presentado es una actividad múltiple , es decir, que intervienen infinidad de
causas y efectos que se están produciendo, que se están activando
continuamente. Todo este ciclo activo del que hemos hablado, es el Ciclo
Vital; y toda esa actividad innumerable de actividades producidas por
factores, por causas, que se van cambiando totalmente de modo que los
elementos que han producido y que han actuado en el organismo humano
por ejemplo hace unos años, ya no lo tenemos, son otros los que están
actuando, por consiguiente es un coeficiente para multiplicar ese número de
actividades que lo hace verdaderamente prodigioso como conjunto de
actividad, pues todas estas actividades innumerables, tienen una misma
dirección, tienen un finalismo, y ¿cuál es ese finalismo?, ¿adónde apunta?,
¿qué es lo que se va ha conseguir con todas estas actividades?. Se va ha
conseguir la forma de vida, una forma de vida determinada ,que se va
persiguiendo desde la célula huevo (que pueden ser dos) aparentemente
iguales, o casi iguales desde el punto de vista anatómico y bioquímico.
Podemos tener dos huevos que no se distingan el uno del otro, y sin
embargo, de uno saldrá u reptil y del otro saldrá una paloma, y las
actividades que ahí se van a producir desde el punto de vista químico de lo
que aquí se hace, son puras reacciones y lo mismo en un lado que en otro ,
pero sin embargo todas esas reacciones que se van a producir en aquel
huevo van a terminar en un reptil, y todas las otras que se van a producir en
el otro huevo, van a terminar en la forma de paloma, y eso a como dé lugar,
pasando por todos los obstáculos que se presenten a esas actividades que
se pueden estorbar, ya sea por mutilación, debido a un accidente o al
ambiente, o a lo que sea; se superan esas actividades, si es necesario, se
retrotraerán para volver a seguir y llegar a la meta señalada; más aún, si se
hacen trasplantes del material bioquímico que se encuentra en uno de los
huevos y se pasa al otro, se desarrollará según el nuevo lugar que ocupa en
el animal y el órgano donde le han puesto, porque se pudo desarrollar, por
46
ejemplo, para ser una víscera, y sin embargo, si se le trasplanta y se le pone
en otro sitio, resulta que todas aquellas actividades bioquímicas que se van
ha desarrollar en esta materia que hemos escogido aquí, ya van a tener un
finalismo distinto completamente. Todos estos datos son los que nos da la
biología; nosotros ahora no hacemos más que mirarlos con la inteligencia y
ver, no inventar ni presuponer, sino ver filosóficamente lo que aquí se da,
que es finalismo, y finalismo inmanente, inmanente quiere decir, en oposición
a transeúnte, que son dos términos que son opuestos y que en toda la
filosofía se utilizan en sentido opuesto, inmanente quiere decir: lo que no sale
del ser, y efectivamente toda esa actividad va a terminar en el ser,
autoconstruirse, autoconservarse, y a reproducir la misma forma. En la
reproducción es donde se pudiere pensar que ya la actividad es algo
transeúnte, pero no, no lo es, lo cual ahora no voy a desarrollar, pero en fin,
para que no se queden con la duda, ¿porqué no es la operación reproductiva
transeúnte? Porque la actividad reproductiva propiamente consiste en la
formación de las células terminales, tanto las masculinas en el macho, como
las femeninas en la hembra, porque luego la conjunción , la fecundación, ya
no es una actividad vital, eso se puede hacer en las plantas a través del
viento, eso es echar una cosa que es transeúnte pero no es vital, lo que hace
el animal para la reproducción, es el formar esa célula (que la forma dentro
de sí) y forma parte del esquema de vida que se ha conseguido y que se
debe perpetuar, de modo que tienen la misma inmanencia que cualquier otro
órgano, de modo que, toda esta actividad finalística, es inmanente, y dicho
con otra palabra griega, es un a Autoteleología, una actividad múltiple
autoteleológica. Teleológica significa finalística , y autos significaría lo
inmanente , que termina en sí mismo. Conviene no olvidarse en toda esta
actividad finalística, que este finalismo de tal manera prepondera sobre el
mismo material que actúa, que se cambia ese material, y como hemos dicho
después de un periodo de meses, de poco tiempo, el material es totalmente
otro, y sin embargo, el finalismo es totalmente igual. Con este estudio, con
esta descripción fenomenológica de lo que es la vida, termina la fase del
método que utilizamos. Primero es fenomenológico, ver, descubrir,
prescindiendo de todo lo demás, esta es la fenomenología. Con lo cual
entramos en la segunda fase de nuestro método, que es el Ser, paso que
estamos dando en este resumen. Y es ya lo deductivo. Supuesto que la vida
se presenta con estas características fenomenológicas de una autoteleología
maravillosa, viene ya la interpretación filosófica de este fenómeno, que es la
vida, la vida es así fenomenológicamente; y aquí hemos de convenir todos,
moros y cristianos, materialistas y vitalistas, porque este es el punto de
partida, ahora se trata de dar la interpretación más apta, que mejor explique
este fenómeno, porque el fenómeno está ahí, no lo inventamos ni hay que
presuponerle, y entramos en las teorías para explicar eso que se reduce a
dos grupos: La Teoría Vitalista y la Teoría Antivitalista, esta dice en resumen
lo siguiente: que toda esta actividad autoteleológica que constituye el
fenómeno de la vida, desde el punto de vista filosófico, se explica
47
únicamente por la pura materia bioquímica, pero claro, no simplemente por la
pura materia, sino por su organización, por la perfección con que está
organizada, por eso estas teorías suelen definir también y denominar
organicista porque explica la vida, es decir, es autoteleología esta es la vida,
el fenómeno vital que hemos de explicar, por la organización de la materia, y
por consiguiente reduce al viviente a una máquina, no artificial sino natural,
pero una máquina , y lo mismo que una máquina produce los efectos que
produce , precisamente porque está estructurada de esa manera tan
perfecta, tan bien pensada por el inventor y el ingeniero que la han realizado,
que por eso produce aquello, y este es el ejemplo moderno más claro. Que si
lo hubiera encontrado Descartes, en seguida nos lo hubiera puesto. Los
cerebros electrónicos o robots son máquinas que realizan unas actividades
verdadéramente prodigiosas, ¿y por qué? Porque tienen una estructuración
que descubre el gran ingenio de los que han inventado los cerebros
electrónicos, y dada esa organización de esa maquinaria se produce esto.
Brevemente la crítica principal que se puede hacer a esta teoría, la principal,
se puede edificar desde muchos ángulos, pero para no cansarle y cargar
mucho la memoria, lo principal es esto, ¿porqué el viviente tiene esa
estructura y esa organización?, ¿Porqué la materia ha llegado a
estructurarse de esa manera?, si le preguntamos ¿por qué esa máquina
produce esos efectos? , ¿porqué tiene esa organización?, y ¿Porqué tiene
esta otra organización. Ah! Porque ha habido un ingeniero que lo ha pensado
y lo ha realizado, bueno, pues esto es más o menos lo que vamos a repetir
ahora, en la teoría vitalista, ¿qué dice la teoría vitalista?, la teoría vitalista
dice lo siguiente: que para explicar el fenómeno de la vida esa autoteleología
maravillosa, es necesario un principio directivo, y sin un principio que dirija
toda esta actividad, es imposible, pero totalmente imposible que
encontremos una explicación de la vida. Y esto resulta evidente. No
podemos nosotros concebir y lo tendríamos por absurdo, que una persona
que no está en sus cabales, nos afirmara que en una fábrica donde haya por
ejemplo 2 ó 3000 obreros, que están todos actuando para la producción por
ejemplo de automóviles, y que por consiguiente, en un sitio se hace una
pieza y en el otro se hace otra pieza, y luego al final sale una forma, sale una
estructura, bueno, pues que todos estos miles de operarios están ahí
actuando sin una dirección, y además, es que lo gracioso del caso es que
esos operarios se están cambiando, vienen otros y nada, se ponen a trabajar
y efectivamente esta actividad termina en que salga un automóvil por la
puerta cada tres segundos, y sin embargo, no ha habido una cabeza
organizadora, u principio organizador de todo esto. Al que dijera eso, que
eso sucede así, no se lo podríamos creer. Pues eso sucede en el ser vivo, en
que si no se admite un principio que dirija todas estas actividades, y que
además tenga una constante desde el principio hasta el fin, hasta que llega
la muerte, sino se admite ese principio director, imposible explicar la vida.
Pues bien, ese principio director de todas las actividades, sea el que sea, ya
veremos si podemos ahondar para caracterizar ese principio, pero tiene que
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haber ahí un principio director, sea el que sea, y una cosa real, no una cosa
que nosotros imaginemos como una hipótesis la existencia de un ingeniero
que ha planeado y está controlando la dirección de toda la actividad de la
fábrica, eso no es una hipótesis, para quedar nosotros muy tranquilos y salir
del compromiso de dar una explicación, no! Eso lo consideramos como una
realidad, y que tiene que haber un señor, o todo un estado mayor que dirijan
aquello, eso es evidente. Bueno pues igual, aquí no hay más remedio que
admitir la existencia de un principio director; ese principio director de la vida
se llama Principio Vital; y ya tenemos lo que es el principio Vital, la definición
está aquí, y ¿qué es el principio vital?, pues aquello, (ya veremos hasta
donde llegamos para concretar ese aquello) pero es algo realísimo que está
en el viviente y que tiene como misión y se caracteriza y se especifica por
ser el principio director de toda la actividad vital de la materia viva. Para
caracterizar este principio, y ahondando consiguientemente la filosofía para
penetrar la esencia, como es o como debe ser, cuales son las condiciones
que debe cumplir este principio para que esa el principio director? Pues en
una fábrica, supuesto, diríamos que tiene que ser un ingeniero de gran
competencia, de gran inteligencia, aunque no lo hubiéramos visto y no nos
equivocábamos. Aquí no podemos decir que se trata de un ingeniero, sería
una teoría excesivamente rara suponer que exista dentro de nosotros un
ingeniero, aquí metido en la materia vital. Bueno, pues entonces, si nos
atrevemos a dar una explicación racional, en fin, aceptable, tenemos que
decir que ese principio tiene que ser intrínseco, o interno. Intrínseco, no
extrínseco, ¿qué queremos decir con esto? Que dirige no con la inteligencia
con que un ingeniero, sino de otra manera, y ya ese – de otra manera – ya
es más difícil de explicar. En general para nuestra mentalidad tan limitada,
nuestra inteligencia tan limitada, mejor decimos lo que no son las cosas y ya
es mucho decir, que lo que son las cosas. Siempre se va de esta manera
graduando, diciendo no es esto y puede ser que sea la cosa de esta manera.
Por lo visto, al decir que es un principio intrínseco, decimos primero y sin
certeza: que no es un principio que dirige inteligentemente como dirige un
ingeniero, sino de otra manera, vamos a ver de que manera. Si ahondáramos
y tuviera tiempo de detenerme(y ya no tienen ustedes por que meterse en
estas profundidades) daríamos una explicación positiva, no solamente
negativa diciendo que dirige formalmente, no eficientemente; porque el
ingeniero dirige eficientemente, su eficiencia es intencional, dirige con
conocimiento y mandando, esta es una eficiencia. Al dirigir de otra forma, se
entiende como lo explica Aristóteles, con su teoría del acto y la potencia, a
manera de forma, formalmente, y por eso al decir principio interno o
intrínseco, al dar esta característica al principio vital, pues sabemos que
decimos una cosa: lo que no de una manera extrínseca, eficiente o
inteligente, sino de una manera formal, como una forma. Decimos también
que es sustancial, también se entiende esta característica por oposición a
accidental, accidental es una cosa que va y viene, una cosa que al llegar da
una cierta propiedad, pero no da la esencia, y precisamente el principio vital
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no es un cosa que va y viene al viviente, sino que está ahí de tal manera que
le da toda la esencia de ser vivo, por consiguiente no es un accidente, tiene
que ser una sustancia y al ser por un lado forma y por otro sustancia , resulta
que el Principio Vital es forma sustancial, según la explicación de Aristotélica
Tomista. Por último se dice que es distinto de la pura materia , y es una
consecuencia evidente de lo que acabamos de decir, no puede ser la pura
materia, primero, porque la pura materia es lo dirigido, y este es el dirigente ,
el principio vital es el ingeniero director de la fábrica y la pura materia son los
operarios, por consiguiente, desde el punto de vista de la actividad fabril es
totalmente distinto el ingeniero de os operarios, aunque luego coincidan fuera
de la fábrica, pero ya no estamos en la fábrica. Pues lo mismo, el Principio
Vital tiene que ser distinto de la materia, para poder explicar la misión que
tiene el Principio Vital de dirigir. Y con esto tenemos explicado todo lo que se
refiere al ser viviente, y para resumir un poquito, (porque luego se dice
también en la lección siguiente) por consiguiente, ¿cómo explica el vitalismo
la vida?. La explica así: la materia viva, el ser viviente ¿qué es?. Es una
materia dotada de la capacidad de actuar inmanentemente. Pero esto que
acabo de decir se entenderá mejor una vez que expliquemos la lección
siguiente, porque abarca esta definición que hago; abarca también la vida
consciente que es un grado de vida mucho más superior y que por
consiguiente nos descubre más la alteza de lo que es la vida, el vivir. En la
vida consciente aparece todavía con más relieve, con más transparencia, y
entonces esto que ahora se me ocurrió adelantar, mejor lo entenderemos al
explicar la otra lección que es sencilla y completa mucho el concepto, es
decir, nos dirá todo lo que podemos decir acerca de la vida y del viviente en
general.

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ANTROPOLOGIA

4 de septiembre de 1959.

Entraremos en la lección sexta: " El Hombre como ser consciente".

Además del nivel de vida puramente vegetativa o fisiológica en el hombre,


que es el objeto de nuestro estudio, encontramos en seguida, sin ningún
esfuerzo, otro nivel de vida superior; la vida consciente, y aplicando nuestro
método, pues vamos primero a examinar, a estudiar fenomenológicamente lo
que es la vida consciente en general. Hablaremos más en particular de
diversos sectores de esta conciencia, de esta vida consciente; la
fenomenología de esta vida consciente, en general, presenta estos tres
rasgos fundamentales que corresponden a los fenómenos psíquicos; de
modo que la vida consciente, la actividad consciente, está formada por lo que
llamamos la actividad psíquica; psíquica consciente para no perturbar la
existencia de una actividad psíquica inconsciente. Nosotros en este momento
vamos a estudiar la actividad psíquica consciente; si existe una actividad
psíquica inconsciente es un capítulo aparte; efectivamente, así parece según
las modernas teorías psicoanalíticas, de modo que la actividad psíquica
consciente está formada por los fenómenos psíquicos, que se llaman así, o
también fenómenos conscientes; y estos fenómenos presentan estas
características comunes a todos ellos. Primero: son un fenómeno o una
actividad intencional. (Qué significa intencional? Que es intencional, que
tiende a un objeto, de modo que apunta a algo y así por ejemplo la actividad
cognoscitiva, que es uno de los fenómenos de la vida consciente, el
conocimiento; siempre se presenta así el conocimiento de algo, y no es
posible un conocimiento que sea puro conocimiento, es mas bien
conocimiento de algo, también la tendencia, el querer, se quiere algo; el
sentimiento que es otro de los grupos de actividades conscientes, el
sentimiento; toda la vida sentimental, afectiva, emocional siempre es un
sentimiento de algo o por algo, aquí la intencionalidad no es tan directa ni tan
pura, por decirlo así, pero también lo es. De tal manera es característica esta
propiedad de los fenómenos psíquicos, que un psicólogo de mucha fama del
siglo pasado, Bretano, filosofó principalmente en un capítulo de su Psicología
que se titula, LA Psicología desde el punto de vista empírico; tiene un
capítulo que le ha dado fama, de modo que se ha hecho célebre y a pasado
a la historia de la Filosofía, se puede en este capítulo analizar las
características de los fenómenos psíquicos en oposición a los fenómenos
físicos, así titula uno o dos capítulos, no recuerdo cuales son, y después de
hacer un estudio minucioso y trayendo las autoridades de otros autores,
viene a concluir que ele fenómeno psíquico se caracteriza por su
intencionalidad, y a eso se reduce toda la esencia de la actividad psíquica;
51
pero no basta, de modo que es mucha verdad lo que dice Bretano, pero nos
parece que se queda a mitad de camino, es por cierto un sacerdote
austriaco. Otra de las características de los fenómenos conscientes es su
inmanencia, ()Qué significa inmanencia? Ya dijimos al tratar de la actividad
fisiológica, que es inmanente; siempre se entiende inmanencia por oposición
a la trascendencia, trasciende aquello que pasa del sujeto donde se verifica a
otra cosa, y lo inmanente es aquello que se queda en el sujeto donde se
verifica, eso es lo que significa la palabra inmanente, que permanece in en.
La actividad consciente no sale fuera, queda dentro de la conciencia, se
produce, aparece en la conciencia y queda dentro de la conciencia, a pesar
de su intencionalidad, eso es lo curioso, de modo que la intencionalidad hace
que apunte a algo trascendente, pero de tala manera apunta a lo
trascendente que se queda en, es decir que es inmanente. Una actividad
transeúnte, para poner un ejemplo que les sirva para comprender mejor esta
inmanencia, son las actividades físicas o químicas; por ejemplo la atracción
del imán; la atracción del imán se ejerce sobre el hierro, una combustión de
fuego, el fuego quema a otra cosa, de modo que es una actividad que pasa a
otra cosa, nosotros cuando miramos a un árbol, se da una intencionalidad,
vamos con nuestro conocimiento, con ese fenómeno físico vamos al árbol,
pero no como el fuego, si metemos fuego al árbol, o con el hacha le damos
un hachazo, de tal manera miramos, tenemos intencionalidad, tendemos al
árbol que esa operación, esa actividad queda en nosotros, en el árbol no
sufre ni se inmuta y se queda exactamente igual, la actividad transeúnte no
dejaría al árbol o al objeto que se refiere, no lo deja intacto lo transforma, lo
modifica de alguna manera, actúa sobre él, por eso los fenómenos psíquicos,
aunque son intencionales, son inmanentes y esto que se le escapó por lo
menos no atendió a ellos Bretano, pues supone un defecto bastante notable
en el análisis de los fenómenos conscientes, por último, el tercer entresijo
fundamentalísimo y muy característico de los fenómenos conscientes, es lo
que podemos llamar su vivencialidad, vivencialidad, de vivencia, son
vivencias, vivencialidad. ¿Qué significa esa vivencialidad? Difícil de definir.
Pues podemos explicarlo de esta manera: que el fenómeno, esa actividad
psíquica, ese fenómeno psíquico, solamente es observable, es conocido por
el sujeto por donde se produce, es una vivencia, una vivencia del sujeto
donde tiene lugar, y es como se dice, una cosa que es para él, y nada más
que para él; el pensamiento es para mí, mi pensamiento, mis tendencias, mis
sentimientos, es algo mío y para mí, yo podré explicar a los demás que tengo
tal pensamiento, tal alegría o tristeza, pero el que yo notifique, explique a los
demás que eso está en mí , no lo saca de mí, mi alegría es una cosa tan mía
que es sólo para mí, esto que no se puede explicar ni aclarar mejor, se
significa con esa palabra que dice mucho, la palabra dice más que todas las
explicaciones una vez que se entiende lo que queremos decir, vivencia, algo
que es mío, que yo lo vivo, que no puede ser sino vivencia mía, tiene una
propiedad una intimidad que no tienen los otros fenómenos físicos, o
cualquier otro fenómeno físico, pues puede ser por lo menos observado por
52
cualquiera, de modo que un fuego, lo mismo lo puede ver el uno que el otro,
con tal de que se ponga a punto de poder verlo, pero no es una cosa que sea
tan privativa, tan exclusiva de aquello donde se verifique; así que estas tres
características nos dan de una manera fenomenológica prescindiendo de
toda teoría y de toda ulterior explicación, nos dan el fenómeno psíquico, la
actividad psíquica tal como se presenta, no hacemos más que traducirla a
unos rasgos con sus respectivas etiquetas o nombres, para poderlos
entender. Pero así es la actividad psíquica, actividad vital, o vida psíquica
consciente. Aquí siempre que hemos hablado de psíquico, lo entendemos de
actividad consciente, porque psíquico puede ser también inconsciente, en fin,
tal vez hubiera sido mejor utilizar la palabra consciente que psíquico, pero
como es equivalente, de modo que la actividad consciente, la vida
consciente, como una actividad inmanente, vivencial, intencional, tres
características importantísimas. Tan importantes que separan totalmente
este mundo consciente de cualquier otro mundo, esta actividad que
llamamos vida consciente caracterizada por estas tres coordenadas, es algo
totalmente distinto de todo lo demás, y además distinto por oposición, y así,
esto es muy importante, y resolverá alguna dificultad de la que me habló
alguno de ustedes a principio del curso. Fíjense ustedes en estas tres
características como son de signo opuesto a toda actividad no consciente,
cualquier actividad física, aun las fisiológicas, al fin y al cabo la actividad
fisiológica es en sí misma una actividad química; de modo que toda actividad
física o química es no intencional, no mira a un objeto, sino es sencillamente
transeúnte, no inmanente. Luego no es vivencial de modo que toda otra
clase de actividad, ni es intencional, sino lo contrario, no mira a un objeto, es
por decirlo así obtusa, porque la intencionalidad la podríamos explicar como
una flecha, se dirige a un punto de vida, tiene como la saeta una punta que
se dirige, esa es la vida, y la no intencionalidad es la carencia de esa punta,
es una cosa rota, obtusa, y toda la actividad de una combustión está
quemando aquello, pero no lo mira como u objeto, no se dirige a aquello
como un objeto, y no es inmanente sino transeúnte, se dirige como un
término, no como a un objeto, y además no es vivencial, es muy importante
advertir a esta oposición total, entre el fenómeno psíquico y el fenómeno
físico, o físico-químico, entra la vida o actividad consciente y cualquier otra
clase de actividad no consciente, con esto hemos señalado las
características fenomenológicas de la vida consciente en general, y ahora
tenemos que seguir según nuestro método, en la siguiente fase: Metafísica o
Deductiva.

Metafísica o Deductiva, nuestro método es siempre fenomenológico y luego


es deductivo o metafísico, metafísico es lo que está después de lo físico;
tenemos delante este fenómeno sin preocuparnos de más, sin preocuparnos
si eso se explica por una alma o no se explica con el alma, si con esta teoría
o con la otra, eso es necesario quitarlo de en medio porque da lugar
científicamente a muchas confusiones y a muchas equivocaciones; primero
53
déme usted el fenómeno , aquí es donde tanto unos como otros tenemos que
pensar y tenemos que discurrir, y a base del fenómeno seguiremos adelante,
y una vez que el fenómeno de la vida consciente tiene esas características ,
en las que tiene que convenir todo pensador, ya sea católico o no lo sea,
esta es un hache que tiene estas características. Bueno, estos supuestos
vamos a ver como se explican, ya es lo teórico, teoría sobre la vida
consciente, teorías filosóficas de la vida consciente. Y lo mismo que al hablar
de la vida fisiológica se presentaron dos teorías, dos grupos de teorías, la
vitalista y la antivitalista, lo mismo ocurre aquí, por un lado tenemos la teoría
materialista, y por otro lado la teoría animista; ¿ Qué dice la teoría
materialista? Brevemente, pues de esto también hay diversidad de matices
según los autores, pero que no interesan con unas palabras o con otras, los
que sostienen la teoría materialista, explican la vida consciente y nos dicen
que la vida consciente es un producto de la materia y sólo de la materia, paro
¿Cómo un producto de la materia? Entonces esas características parecen
que no quedan explicadas , porque producto de la materia son las
actividades de la pura materia, son las actividades físico-química, de modo
que la misma causa va a explicar los fenómenos, ¿actividades de signo
opuesto? Claro, esto es tan evidente, que tiene de alguna manera que
responder, tienen que dar alguna explicación a lo que acaban de decir, de
modo que dicen que la vida consciente es un fenómeno de la pura materia,
pero añaden esto, es un producto como epifenómeno, un epifenómeno de la
materia, y han encontrado una palabrita verdaderamente muy sonora, muy
significativa, muy bonita, pero tal vez no sea más que la pura palabra, y con
puras palabras no arreglamos nada, ¿Qué significa según estos señores un
epifenómeno? Pues lo voy a decir con la misma explicación y utilizando la
misma comparación, porque de ordinario acuden a comparaciones, cuando
no se tiene una explicación profunda, pues se acude a una comparación. Voy
a utilizar la misma comparación que utiliza Taine, este filósofo francés que
es, si mal no recuerdo, precisamente el inventor de la palabra; luego otros
muchos han utilizado la misma palabra, epifenómeno, pues dice
exáctamente y casi textualmente esto, un epifenómeno es a la manera de
esa chispa que se produce al paso del ferrocarril, de las ruedas del ferrocarril
sobre los rieles. Al pasar las ruedas muchas veces saltan chispas, esas
chispas luminosas son un epifenómeno sobre el movimiento de las ruedas en
el carril, epifenómeno, epi - no significa sino sobre, un fenómeno
superpuesto, sobre otro fenómeno, pues así como esa chispa luminosa es un
epifenómeno del movimiento de la rueda sobre el carril, de la misma manera
el pensamiento es un epifenómeno de la corriente nerviosa, y cuando llega a
la corteza cerebral se produce también ese chispazo que es el pensamiento,
un epifenómeno. Aun si les traigo otro día, está aquí en la biblioteca, un autor
Adrián, es uno de los fisiólogos actuales del sistema nervioso, (creo que no
ha muerto todavía), ingles de las primeras autoridades de la fisiología del
sistema nervioso. Probablemente no es el número uno, pero es de los
primeros y tiene un libro precioso, que se titula " La base de las
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sensaciones", está traducido. La base de las sensaciones es sencillamente
la corriente nerviosa que provoca la sensación, digamos siguiendo la
comparación de Taine, que es el paso de las ruedas sobre el carril y
precisamente estas experiencias que son tan ingeniosas y tan difíciles de
poder medir y captar la corriente nerviosa, es lo que lo ha hecho célebre; de
modo que aquí está el mérito de este señor, y ahí expone esta experiencia, y
cuando termina la exposición de esta experiencia , en el último capítulo del
libro, (puede que en el último o en el penúltimo) dice: (a ver si les puedo leer
esta página, pero ahora por lo menos les daré la idea) dice: bueno, ya
tenemos la corriente nerviosa, ya sabemos lo que es, hemos llegado al final,
pero ahora tenemos que dar el salto de la corriente nerviosa a esto que es el
conocimiento, o sea, el paso de la rueda sobre el carril y el chispazo, el
conocimiento, la sensación, es el chispazo que se produce y dice él, eso se
explica solamente con lo que hemos dicho de la corriente nerviosa y de las
corrientes de acción que se registran, que actualmente ustedes saben que se
pueden registrar gráficamente en un electroencefalograma; de modo que ahí
se registra muy bien la corriente de acción que no es precisamente la
corriente eléctrica, sino una corriente , un cambio de voltaje que se produce
al pasar la corriente nerviosa, de modo que la corriente nerviosa continua
siendo un misterio, lo único que se sabe es que al pasar produce un cambio
en el campo magnético que se registra, así que lo que se registra es algo
concomitante al paso de la corriente nerviosa, y ya esto es un gran triunfo de
la ciencia, y dice: hay dos teorías, sencillamente, la Teoría materialista, y la
teoría animista, no da él estos nombres, pero son los equivalentes. Hay
unos, los materialistas que dicen con estas palabras, (ya les diré como lo
dice) pero él rechaza la teoría materialista de una manera verdaderamente
graciosa y con una fuerza tremenda, fíjense pues no sé, yo creo que el
pensamiento no es algo que se pueda recoger en un frasco o en un tubo de
ensayo, como por ejemplo la secreción del hígado, como diciendo: no es
materia, es algo que ya pertenece a una esfera superior , de modo que esa
es la teoría materialista, y la teoría animista es la que afirma por el contrario
que no basta la pura materia para explicar, Animista, está compuesta de
Anima que no basta la pura materia para explicar los fenómenos conscientes
, es necesario poner otro principio superior a la materia que se llama como
quieran ustedes, la manera tradicional de llamar a este principio es: alma ,
ánima , de ahí que se llame teoría animista, y la demostración de esta teoría
es evidente, de puede hacer hasta de una manera gráfica y cuasi
matemática. Si ponemos aquí las características de intencional, inmanente,
vivencial, que tiene el fenómeno psíquico, y aquí ponemos las características
opuestas, o se: menos intencional, (para hacerlo matemáticamente), menos
inmanente , menos vivencial, signo menos negativo(no intencional, no
inmanente, no vivencial) bueno pues ahora ponemos aquí una raya como
para hacer la suma algebraica de esto, no es más que una manera gráfica de
describirlo, esto no es matemáticas ni nada, no cabe duda que la raíz de
donde procede este fenómeno si tiene digno más pues este tiene que ser
55
signo menos, de modo que si el fenómeno físico procede de la pura materia,
pues este no puede proceder de la pura materia, porque son totalmente
opuestos y por consiguiente, si no procede de la pura materia, procede de la
materia y de otra cosa, pero ciertamente no procede de la materia y eso de
un epifenómeno no es más que una palabrita, porque si es un epifenómeno
que procede de la pura materia pues no se explica como la misma causa
produce fenómenos tan distintos como una reacción química y un
epifenómeno, que no basta la palabrita de epifenómeno, sino que hay que
caracterizarlo como lo hemos caracterizado, con signo. Totalmente opuesto a
la reacción química o lo que sea. Al fenómeno físico. Si tienen signos
opuestos, pues tienen que proceder de causas totalmente opuestas; tiene
que ser la materia y algo más, y sin eso basta, de modo que queda
explicada la teoría animista con el fundamento que tiene que es
verdaderamente racional, lógico, y además les leeré el próximo día la página
de este señor, en la que él como científico, como puro científico pero con
talento, nos dice con mucha modestia, sin meterse a filosofar: "realmente es
imposible explicar la sensación, el conocimiento, el fenómeno psíquico con
puras teorías fisiológicas aunque digamos que es un epifenómeno.

56
ANTROPOLOGIA

9 de Septiembre de 1959.

Vamos a explicar el final de la lección sexta, sonde procuraremos da en la


medida de lo posible una definición de lo que es la vida, y por consiguiente
de lo que es el alma. Explicamos el último día lo que es la vida consciente,
primero en sus rasgos fenomenológicos, o sea como de presenta en la vida
consciente, que es esto que llamamos vida, actividad consciente y que todos
perfectamente hemos experimentado, y pobres de nosotros si no hubiéramos
experimentado la vida consciente, en eso nos distinguimos de un pedazo de
tronco, que aunque viva, no tiene vida consciente; nosotros nos sentimos
que vivimos, en eso está la conciencia. Pues esa vida tan superior, tan
extraordinaria que llamamos vida consciente, hemos tratado de recogerla por
decirlo así, en unos cuantos rasgos, tal como se presenta en su actividad,
porque la vida consciente tiene que es esencialmente activa; tendrá una raíz,
un fondo de donde brota, pero conciencia, vida consciente, o actividad e
exactamente igual. En el momento en que nosotros que somos conscientes,
que poseemos una vida consciente, en cualquier accidente o en un sueño
muy profundo perdemos la conciencia , no activamos, no tenemos esa
actividad pues no nos damos cuenta, estamos exactamente como un pedazo
de tronco, y tenemos vida consciente latente, potencial y no la advertimos, la
vida consciente se presenta justamente en actividad, es esencialmente
activa, dinámica, y esa actividad es la que hemos definido
fenomenológicamente, mejor que definir, hemos captado , hemos tratado de
ponerle un límite para poder saber hasta donde llega y en que se distingue
de lo que no es vida consciente por esos rasgos de intencionalidad, de
inmanencia, y de vivencialidad. A continuación hablamos de las teorías que
explican la vida consciente - ¿Cómo es posible la vida consciente? , ¿Cómo
de explica esta vida consciente?. Dijimos que igual, de una manera paralela
de lo que se dice de la vida fisiológica; aquí también hay dos grupos de
teorías, la teoría materialista que nos dice que la vida consciente no es más
que un epifenómeno de la materia, y que por consiguiente no hay más que la
pura materia , y la teoría animista que dice que la vida brota de la materia,
pro no sólo de la materia, sino de la materia animada y por consiguiente
pone principio además de la pura materia que se llama alma o espíritu,
precisamente la etimología de la palabra anima, animus, viene a significar
eso: espíritu, el aliento, lo mismo que la palabra griega psiques, significa eso,
aliento, porque la vida consciente parece que es la materia, pro con ese
aliento igual que se describe en el Génesis, que Dios cuando organiza el
cuerpo del primer hombre le infundió un espiráculo, un soplo; es el sentido de
la palabra animus, y la palabra griega psiques, pero lo interesante para
nosotros es saber que hay ahí un principio distinto de la materia de donde se
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origina la vida consciente y esos fenómenos conscientes. Si ahora
quisiéramos recoger en una fórmula o ver en una fórmula unitaria lo que es
en general la vida , la vida que queda dentro de este mundo corporal, porque
es el que estamos estudiando. De la vida de Dios o de las vida de los
ángeles, (ahora no nos interesa) y de lo que de esa caida se puede decir. Es
la fuente de la vida, Dios es la plenitud de la vida, pero lo que nosotros
podemos saber y discurrir sobre la vida de Dios , sería a base de lo que aquí
tenemos, porque ¿cómo vamos a saber lo que pasa allá en esas alturas de
la divinidad, sino partiendo de lo que tenemos a la mano?, pero sea como
fuere lo que nos interesa a nosotros es la vida corporal, y dentro de la vida
corporal de este mundo visible en que nos movemos, hemos encontrado que
hay dos clases de vida o de vivientes: vida fisiológica y vida consciente, en el
hombre justamente se dan las dos vidas. Si ahora quisiéramos encontrar una
vida unitaria de decir ¿qué es la vida?, y por consiguiente ¿qué es el
viviente? Que es la pregunta que se ha hecho y que se siguen haciendo
tantos filósofos, ¿qué es la vida? Pues creo que estamos en condiciones de
poder aventurar, recogiendo el fruto de estos análisis, podemos decir alguna
definición de la vida en general . Si recuerdan que la vida fisiológica se
caracteriza por una intencionalidad, por un finalismo, y por una vivencialidad,
encontramos por consiguiente un denominador común con el que podemos
por decirlo así, caracterizar de un solo rasgo ambas vidas, y ese
denominador común es la inmanencia; por consiguiente podríamos definir al
viviente en general, no precisamente al viviente fisiológico, o a los vivientes
conscientes, sino a todo viviente de esa forma: es aquel ser dotado de la
capacidad de actuar inmanentemente, con la inmanencia propia de cada
especie de vida, desde luego, pero ya tenemos un rasgo genérico, la
inmanencia; el ser viviente, es un ser que está dotado de la capacidad de
actuar inmanentemente, pero con una inmanencia tal como la hemos
estudiado, no con cualquier inmanencia , por qué digo esto - porque no basta
la inmanencia que hemos estudiado, y la que define al viviente no es una
inmanencia puramente local , sino una inmanencia cualitativa, y substancial,
inmanencia local es la inmanencia de movimiento, un movimiento que queda
dentro del mismo móvil, que describe por decirlo así, un círculo cerrado, es
movimiento inmanente, pero movimiento local, no basta para definir la vida,
porque como dijimos al principio, al exponer las dificultades de encontrar una
respuesta, una definición de lo que es la vida y el viviente, decíamos que se
encuentra la materia orgánica, los electrones por ejemplo, los astros en el
mundo macroscópico, se encuentran en un movimiento inmanente, están en
continuo movimiento que sale de ellos y que los impulsa y se mantienen en
un círculo continuo, este movimiento y la palabra auto, tienen un sentido de
inmanencia, como cuando hablamos de autoteleología, este automovimiento
es inmanente, pero local, y el automovimiento o inmanencia propia de la vida
no es una movimiento local , sino cualitativo y substancial, como vimos al
hablar por ejemplo de la asimilación; en la asimilación o en la estructuración
de un ser vivo hay un auto movimiento, pero no es un automovimiento local.
58
Con esta actividad inmanente el viviente no es que se traslade de una lado a
otro, sino que el substancialmente se va construyendo; cuando hablamos de
la inmanencia en la vida consciente se trata de una inmanencia no local,
nosotros cuando pensamos, o cuando queremos, o sentimos una alegría,
una tristeza, no nos movemos de un lugar, no es un movimiento local, es un
movimiento cualitativo, es una inmanencia cualitativa; antes carecíamos de
tales o cuales afecciones, y en este momento tengo ese conocimiento, ha
habido un cambio, un movimiento cualitativo, no local, entendida así la
inmanencia, podemos con este rasgo, con esta nota característica, distinguir
lo que es la vida de lo que no es la vida, al viviente del que no es viviente, y
al mismo tiempo caracterizar toda clase de vida; más aun, esta inmanencia
no solamente sirve, y como he dicho es lo que ahorita nos interesa a
nosotros, definir la vida corporal dentro de este mundo visible, sino que esta
misma inmanencia nos sirva también para describir la vida de Dios y la vida
de los espíritus; precisamente la vida de Dios consiste en una vida
inmanente, inmanentísima a El, como que la vida es Dios Padre, Hijo y
Espíritu Santo, la Trinidad es la vida de Dios, y la Trinidad es inmanentísima
Dios, así que hemos dado con una fórmula, con una definición de la vida y no
llevaremos la sorpresa de poder aplicarla a la misma vida de dios, lo cual es
una garantía de acierto, en lo que se puede hacer dentro de las posibilidades
humanas de definir una cosa tan difícil y tan oscura como es la vida y el
viviente. En este supuesto también podemos definir lo que es el alma, o
principio de vida. Si decimos del viviente y de la vida que es la capacidad de
actuar inmanentemente. Esa capacidad de actuar inmanentemente le viene a
la materia viva, de algún principio radical , de alguna raíz que no es la pura
materia según hemos visto y demostrado; la vida fisiológica no brota de la
pura materia, sino de la materia y de la raíz que llamamos principio vital, la
vida consciente no brota de la pura materia, sino que brota de la pura materia
y de otro principio que es el alma, por consiguiente, la vida en general brota
de la materia, pero no de la pura materia sino de otro principio radical, y ese
principio radical se llama alma, por consiguiente, ¿qué es el alma?, volviendo
esta proposición de activa en pasiva, tendremos que decir: alma es el
principio radical de donde brota la vida radical, porque es a manera de raíz.
No es que inmediatamente salte la vida del alma sino del la raíz, los frutos
salen de las ramas, sino fuera por la raíz, no darían frutos, de modo que la
raíz es lo más profundo, así el alma es el principio de la vida, pero el principio
no próximo, sino el más profundo, por eso se dice principio radical, de modo
que alma, y esto deben saberlo bien, es sencillo pero es elementalísimo, -
qué es el alma- pues es el principio radical o último de donde brota la vida -
porque la vida tanto fisiológica como consciente deben de brotar de lago que
no es la pura materia, pues ese algo es lo que se llama alma, y como hay
diversas clases de vida, hemos hablado de vida fisiológica hemos hablado de
la vida consciente, y luego dentro de esa vida consciente tiene también
diversos niveles, hay una vida consciente puramente animal, se encuentra en
el animal y es puramente sensitiva, pero hay una vida consciente que es
59
intelectual, como se encuentra en el hombre y como se encuentra en el
Angel y en Dios; de modo que la vida consciente hay que dividirla en vida
sensitiva y vida intelectiva. Por consiguiente, si hay diversas clases de vida,
es lógico que existan diversos principios radicales de vida, o sea, diversas
almas, que llevan el nombre de la vida que brota de ellas, y así existe un
alma vegetativa, que es el principio radical de donde brota la vida vegetativa
o fisiológica. Existe también un alma sensitiva, y ¿qué será el alma sensitiva?
Pues no hay más que repetir lo dicho poniéndole un nuevo apelativo, - alma
sensitiva será el principio radical de donde brota la vida sensitiva -, y ¿qué
será el alma intelectiva? será aquel principio radical de donde brota la vida
intelectiva. La cosa es bien fácil, es el alma donde brota el alma vegetativa o
fisiológica, tiene también otro nombre más moderno, y más utilizado en la
ciencia, y ese nombre es el que le dimos anteriormente: Principio Vital. De
modo que la palabra Principio Vital, se suele aplicar, es cuestión de palabras,
al alma vegetativa; se le podría aplicar a cualquiera de las otras almas, pero
no se utiliza, es cuestión de costumbre, como las palabras dependen del uso
que se haga de ellas, porque el alma es un principio de vida. Pues un
principio de vida es lo mismo que un principio vital. Cuando se habla de
principio vital y de vitalismo, se utiliza para referirnos al alma vegetativa, de
modo que creo que está claro lo que es el alma. Pero advierto alguna cosa,
como hemos dicho, el alma es principio radical, pero no principio completo,
es distinto, la vida brota en los seres vivientes corporales, que son los que
estamos estudiando. Como la planta, el animal o el hombre son seres
corporales, brotan de todo el ser, de la materia y de ese otro, pues ese otro
es el alma, que es un principio, la raíz de donde sale la vida, pero no sale
sólo del alma, sino sale de todo el ser, todo el ser vivo, pero vive por el alma,
- porque la materia orgánica que forma nuestro ser porque es capaz de vida,
de donde le viene esa capacidad de operar inmanentemente, es decir, al
vivir, ¿de dónde le viene? Le viene no de ser materia, sino de estar
vivificada, animada por el alma, por otra cosa que se llama alma. De modo
que el alma es el principio radical, pero ¿cómo hay que pensar y concebir
este principio para que acertemos con lo que es?. No es que sólo del alma
brotan la vida, sino que el alma es principio radical, y hace que la materia
viva, y viva por el alma, no vive por ser materia, el alma vivifica, anima a la
materia y entonces, ¿quién vegeta?, ¿quién produce las operaciones
vegetativas fisiológicas? La materia viva, no la materia, sino la materia viva.
¿Qué significa materia viva? La materia viva significa la materia revalorizada
con algo que no es pura materia, y que le da la capacidad de vivir, quien
siente la vida consciente, quien produce esa actividad que se llama
sensaciones, que se llaman tendencias e instintos, de donde brota eso? -
brota de la materia, pero materia viva, y cuando decimos materia ya no
decimos pura materia, sino materia vivificada, y por qué, de donde le viene a
la materia eso?, le viene de algo que no es pura materia, y ese algo es el
alma, de modo que en cierta manera seto es muy importante, tan importante
que de no entender esto que es tan sutil y filosófico, provienen errores y
60
disparates en la manera de hablar y de explicar estas cosas, de modo que se
oye por ejemplo un señor que dice que solamente el cerebro es el que siente
y piensa. Eso es verdad si se entiende bien, porque no es el cerebro en
cuanto que es pura materia, no, es el cerebro vivo, y ¿qué significa cerebro
vivo? - es el cerebro que tiene esa capacidad de sentir, y esa capacidad de
sentir no le viene de ser un conjunto de átomos químicos, de pura materia
química, no le viene de eso, porque entonces en donde hubiera un cúmulo
de átomos, habría vida; le viene porque esos átomos que tienen tal
estructuración, etc.., que les capacita, lo han obtenido y lo obtienen, y están
capacitados por algo que no es la pura química, sino ese otro principio que
se llama alma, de modo que el alma no es que se superponga a la materia, y
tengamos por un lado la materia, neuronas, etc.., lo que ve el microscopio, y
luego pensamos que hay una cosa que se superpone y que entre los dos
producen la actividad vital, esta es una concepción errónea, es grosera, y
digamos casi estúpida, no se me ocurre otra palabra en una concepción
fundada en la ignorancia , no es una superposición como si el alma fuera ahí
una especie de ectoplasma del que los espiritistas hablan contestaciones:
no, ese conjunto que me pone usted de neuronas cervicales, eso puro es
cuento que es una cosa viva , no dice usted que es la materia viva la que
siente? Y que ese cerebro tal como está en unos frascos que tenemos aquí
en el laboratorio, hay unos cortes de corteza cerebral para explicar; ese es
un cerebro muerto, y sin embargo químicamente, más o menos podría, de
modo que el cerebro tiene esa capacidad, esa materia así estructurada tiene
esa capacidad de vivir no precisamente por ser materia, sino por algo, que se
llama alma, y el alma no es la que produce la vida, la actividad vital, sino que
el alma lo que hace es esto, es capacitar a la materia para que viva, es otra
manera de definir al alma: que se entiende y va incluida en la expresión
Principio radical. De modo que se dice, es principio de vida, pero no
simplemente así, principio, es principio radical en cuanto que es algo que
capacita a la materia para vivir, vivir la vida que le corresponde. Esto es
importante y espero que halla quedado claro, si quieren hacerme alguna
pregunta para que tengan una concepción clara y con esa vamos entrando a
lo que es este ser que se llama hombre, como lo concebimos. Estamos
hablando muchísimas veces, el lenguaje estorba, y también la imaginación
estorba a la comprensión exacta de las realidades que son difíciles de captar
y de expresar en palabras. La palabra no toma la realidad tal como es, y por
consiguiente hay ese peligro, que como la palabra no coge la realidad,
creemos nosotros que la realidad es como la expresamos, y no, la palabra
como que destroza la realidad, y debemos y tenemos que corregir el error,
digámoslo así, el error gramatical de comprensión y de expresión. Nuestro
aparato de expresión es muy inexacto, y hay que distinguir entre lo que
queremos expresar y la manera de expresarlo, y no creer que la manera es
la realidad expresada, estamos? Y por eso cuando hablamos del alma y
cuerpo estamos hablando de una manera que destroza la realidad, no es el
alma y el cuerpo, tiene su fundamento, pero si lo concebimos como dos
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piezas que luego se acoplan, estamos equivocados, y es lo que ocurre, que
muchas veces creen algunos que así entendemos alma y cuerpo, y así no lo
entendemos, así lo expresamos malamente.

No solamente no lo entendemos, sino que deja de existir, a no ser que


sepamos que tiene una dependencia existencial, y que por consiguiente a
pesar de quedar desalojado, por decirlo así, del cuerpo en que se encuentra,
a pesar de eso, sí, tiene una independencia existencial, sí, puede existir por
sí mismo; entonces seguirá existiendo. Es lo que ocurre con el alma humana,
pero por razones especiales que voy a apuntar porque esas cosas conviene
repetirlas. Como se han fijado estoy diciendo que precisamente tanto la vida
fisiológica como la vida sensitiva, no es de sólo el alma, sino de la materia
viva, este cuerpo es el que tiene actividades fisiológicas y este cuerpo es el
que tiene actividades sensitivas, y si viene un médico, un biólogo, y dice no,
esa la materia la que vive; si señor la materia vive, nadie dice lo contrario, y
si usted entiende algo al decir materia viva es lo que estamos explicando; es
viva por algo que no es pura materia, porque si fuera viva por ser pura
materia, donde hubiera pura materia, seguiría habiendo vida, por
consiguiente la vida le viene de algo, por eso la puede perder, esa materia
que forma a ese viviente puede dejar de ser vida continuando siendo la
misma materia, luego quiere decir que esa materia vive por algo que no es la
pura materia, porque no son dos cosas. Bien, ahora decía que la vida brota
de la materia, de la materia viva, es la mejor manera de hablar, poniendo el
adjetivo y no otro sustantivo, porque decimos materia y alma, y parece que
separa, y diciendo materia animada, el adjetivo parece que hace que la
expresión nos de mejor la realidad. Es la materia animada, la materia viva la
que vive, así la expresión también es más exacta, pero resulta que en el
hombre hay una actividad además de la actividad vital fisiológica , y la
actividad vital sensitiva, que es la actividad intelectiva, que es la que
explicaremos y demostraremos que es una actividad que no es de la materia
viva, sino nuestra materia, y por consiguiente si nones de la materia es de
ese otro principio que se llama alma, y entonces el alma intelectiva es
principio, no radical, que sería incompleto, sino principio completo de la vida
intelectiva; por consiguiente, si es principio completo de la vida intelectiva
tenemos una pista para poder descubrir que sí tiene una vida independiente ;
quiere decir que tiene una existencia independiente de la materia, y
entonces, si tiene eso, cuando esa materia deja de vivir, no llevará consigo
que ese alma intelectiva, humana, deje también de vivir.

Y ahora una cosa para completar esto que no quiero que se me olvide, y así
podrán concebir mejor esta realidad que es el hombre, en la vida corporal.
Vean ustedes. - el ángel no tiene alma, luego no tiene principio de vida, si
tiene principio de vida, si vive, la vida brota de él, porque como va a darse un
efecto sin una causa, pero sin embargo no tiene alma, ¿cómo se explicaría
eso? Si eso me lo explicaran ustedes verdaderamente les daría un diez, de
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modo que así como en la planta, en los seres corporales, en los vivientes
corporales, en la materia viva hay alma, en el ángel no hay alma, ni en Dios
tampoco, en los vivientes que son espíritu, que no son materia viva, que son
espíritus vivos, no hay alma, ¿Porqué no habrá alma? Porque precisamente
el alma no es la que vive, sino la que hace vivir a algo que por sí no viviría,
como es la materia, y en el ángel no hay algo que no viva, y que necesite
algo que lo haga vivir, sino que todo él vive, y por eso en el ángel no hay
alma sino es, por decirlo así, pura alma, pero cabe de una manera mal dicha,
de modo que los ángeles no tienen alma, porque todo es capaz de vivir, y en
nosotros no todo lo que somos es capaz de vivir. La materia no es capaz de
vivir, y entonces lo que capacita a la materia para vivir eso es el alma,
nosotros necesitamos algo que nos capacite para vivir, yeso es justamente el
alma de modo que el alma es algo que hace que nuestra materia viva, de
modo que nosotros vivimos, nuestra materia es la que vive, que no se asuste
el biólogo, o el puro positivista, o el psicólogo, diciendo que yo no se admitir
un alma, basta con la materia, pero mire usted, la materia viva, y como la
materia no vive de por sí, pues hace falta algo que hace vivir, y ese algo que
hace vivir a la materia y la pone en condiciones para que usted pueda
observar todos esos fenómenos vitales, eso que pone a la materia en esas
condiciones y que la capacita para eso, eso es lo que se llama alma, no es
un pegote sobre la materia, sino la materia elevada a la capacidad de vida, y
como en el ángel no hay nada que no sea capaz de vivir, porque todo él es
espíritu, pues el espíritu no necesita que venga un principio, un algo que lo
haga capaz de vivir, porque él es capaz de vivir.

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