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Creer sin tener ningún sentimiento

y sin ver las cosas de forma natural


Debemos aprender la lección de la fe, la cual consiste en creer que Dios está con nosotros.
Tenemos que creer como “estando a oscuras”, sin esperar a tener ningún sentimiento (2 Co.
5:7). En la antigüedad los sacerdotes que servían al Señor en el atrio usaban la vista. A la luz
del sol ellos podían ver el cielo, la tierra, y muchas cosas y personas. Sin embargo, en el Lugar
Santo, únicamente estaba la luz del candelero, que no era tan intensa como la luz del sol. En el
interior del Lugar Santo, los sacerdotes no podían ver el cielo, la tierra, ni nada de lo que
estaba a su alrededor, como podían hacerlo en el atrio. Pero después, cuando entraban al
Lugar Santísimo no disponían de ninguna luz. El arca estaba allí en la oscuridad. Sin embargo,
la presencia del Señor no estaba en el atrio ni en el Lugar Santo, sino en el Lugar Santísimo.
La luz que resplandecía allí no era la luz física sino la luz shekiná, la luz de la gloria shekiná de
Dios; ésta no era la luz creada sino la luz increada.

Cuando éramos jóvenes en el Señor, incluso niños, el Señor se compadecía de nosotros y nos
daba un “cielo despejado”. Así, cuando algunas personas eran bautizadas, recibían el
derramamiento del Espíritu Santo. Tal vez digan al respecto: “¡Oh, por poco me vuelvo loco!
Veía cielos tan abiertos que tuve deseos de bailar, y cuando bailé sentí que mis pies no
estaban en la tierra sino en el aire”. Sé de esto porque yo mismo tuve muchas experiencias de
éstas. Sin embargo, los niños simplemente son niños. Estas experiencias son para los que son
jóvenes en el Señor. No debemos menospreciarlas, porque son muy buenas, pero ciertamente
son experiencias que corresponden al atrio. No obstante, el Señor nos llevará del atrio al Lugar
Santo para que allí ejercitemos un poco nuestra fe. Finalmente, Él nos introducirá en el Lugar
Santísimo donde podremos ejercitar nuestra fe a lo sumo. Allí tendremos que olvidarnos de
todo lo que vemos con nuestros ojos físicos y de lo que percibimos con nuestros sentidos
físicos. También tendremos que olvidarnos de los sentimientos que provienen de nuestra vida
anímica. En el Lugar Santísimo no podemos ver nada de lo natural; estamos completamente “a
oscuras”. No obstante, en nuestro espíritu sí podemos ver la gloria shekiná de Dios. Esto es lo
que significa la fe.

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