Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
4ª. Él tenía que quemar este incienso con fuego puro, sacado del
altar.
Por otra parte, Gilgal fue, como sabemos, el lugar en que Israel
había gustado por primera vez los productos de la tierra de Canaán
(Josué 5:11), y donde Dios les había sido quitado de encima el oprobio
(o, la afrenta) de Egipto ("Y dijo Yahveh a Josué: «Hoy os he quitado de
encima el oprobio de Egipto.» Por eso se llamó aquel lugar Guilgal,
hasta el día de hoy." Josué 5:9 - BJ). Desde Gilgal, asimismo, Josué y su
banda de conquistadores acostumbraban a hacer sus salidas a nuevos
triunfos sobre los incircuncisos, y hacia allí regresaban a disfrutar los
despojos. De este modo era un lugar pleno de santo interés; y, mientras
fuera contemplado en conexión con las escenas que se habían
desarrollado allí, podría haber despertado muchas emociones piadosas
en el corazón de un adorador fiel. Pero, ¿qué cosas podían hacer de
Gilgal un sitio valioso, salvo el espíritu y los principios que le
pertenecieron? Y si estos dejaron de ser conocidos en verdadero poder,
Gilgal sólo podía demostrar ser un nombre vacío, calculado para alejar
el corazón de la comunión viva con Dios mismo, y más aún por cuanto
había sido un lugar de una verdadera experiencia divina para el pueblo
del Señor.
Por último, Beerseba fue 'el pozo del juramento' ("Y lo llamó Seba
(Juramento). Por eso el nombre de la ciudad es Beerseba (Pozo del
Juramento) hasta hoy." Génesis 26:33 - NBLH), un lugar que se hizo
preciado, por muchas razones, para la posteridad de Isaac, sin embargo
sólo valioso en proporción a que se tuvieran en mente las circunstancias
que le habían dado su nombre.
¿Cuál es, entonces, la enseñanza que se nos invita a sacar del hilo
de pensamiento arriba expuesto? Simplemente este: la Comunión con
Dios, y la Comunión con instituciones divinas, son cosas muy distintas;
nosotros podemos perder, a menudo, la primera, en nuestro celo por la
última. Cuán a menudo hemos exhibido mucho celo al contender por
alguna institución Cristiana, mientras, quizás, nuestras almas estaban
estériles y carentes de comunión personal con Cristo mismo. Cuán a
menudo, asimismo, como los discípulos que iban a Emaús, nosotros
hemos hablado mucho acerca de cosas relacionadas con Cristo,
cuando, si Él mismo se hubiese acercado, nosotros no Le habríamos
conocido. En momentos semejantes, habría sido muy razonable que se
nos hubiera dicho, «No busquéis instituciones - no busquéis ordenanzas
- no busquéis meramente las cosas que están relacionadas con Cristo,
sino buscadlo a Él - Su Persona bendita - la realidad divina de la
comunión personal con el resucitado Hijo de Dios, pues sin Él, las
instituciones más hermosas son impotentes - y las ordenanzas más
solemnes, son frías e inanimadas.» Tampoco son solamente las
ordenanzas meramente humanas a las que todo esto es pertinente, sino
incluso a aquella de es de autoridad divina; por ejemplo, la Cena del
Señor - el ministerio de la Palabra - la comunión Cristiana, etc., todas
las cuales son, por decirlo así, pliegues del cortinaje que pueden
esconder a Cristo de un alma que realmente Le busca en ello, pero que
sólo puede tender a ocultarle de la vista de los que son cautivados y
atraídos por la forma externa más que por la verdad, y el espíritu, y la
vida.
C. H. Mackintosh.