Sin embargo, es inadecuada debido a que la
AUTORÍA Y simultaneidad de la descentralización podría llevar a una
PARTICIPACIÓN EN
ORGANIZACIONES
EMPRESARIALES
COMPLEJAS
Esquema dogmático clásico: Autor individual que causa
daños intencionadamente puede ser encontrado
responsable penalmente. Decisión de realización de un
hecho típico con conocimiento del alcance de decisión y
ejecución por cuenta propia.
La teoría tradicional del delito no responde del todo bien
ante el problema de la responsabilidad penal derivada de
actuaciones empresariales (“reto de la empresa como
organización compleja”). El texto considera que no es
adecuado partir de un planteamiento individual de los
comportamientos para la imputación de estos delitos, y
así es mejor dar una respuesta unificada.
En la gran empresa no concurren misma información ni
conocimiento en las personas, existe desmembramiento
en la dirección, información y decisión… hay una
pluralidad de acciones realizada por varios sujetos.
Existe descentralización horizontal y vertical de las
funciones y tareas, distribución de las competencias y
roles plantea problemas para la imputación.
Soluciones tradicionales
(i) Autoría como dominio de hecho
Bajo esta solución, responderían los últimos que
ejecutaron el hecho, entendido como conducta (u
omisión) material. Sin embargo, esta teoría no observa
quién tiene el “dominio normativo del hecho”. El solo
análisis de la proximidad naturalística en las
organizaciones suele apuntar a un órgano con poco poder
de decisión.
(ii) Soluciones ad hoc desde teoría de dominio
de hecho
Autoría mediata. Sin embargo, se corresponde a delitos
de Estado o de grandes organizaciones criminales. Lo
bueno de esta concepción es que reconoce a la
organización como una realidad social y que no puede ser
tratada por el dominio fáctico del hecho, sino por el
dominio sobre la organización.
“irresponsabilidad penal organizada” y la complejidad de
la organización compromete que la delegación de
funciones no es estrictamente jerárquica (ni hay una
sencilla conducción individual).
Solución del autor
Las soluciones tradicionales (“dogmáticamente
adecuadas”) otorgan una visión atomista de las
conductas, limitándose a las relaciones causales y no
considerando la participación en organización. Deben
distinguirse tres tipos de problemas desde la imputación
objetiva: (i) Si el delito es objetivamente imputable a la
“empresa” como organización, (ii) Quiénes dentro de
la organización son competentes de tales hechos y (iii)
Qué personas competentes han infringido sus
(personales y determinados) deberes.
(i) Imputación objetiva al colectivo
Son las obras del colectivo consideradas en el contexto de
las actividades empresariales. Pero no todo su actuar
adquiere el nivel de ilícito penal: (1) Pese a cumplimiento
típico podría haber actuado dentro de los márgenes
sociales de riesgo permitido o tolerado (riesgo residual
permitido por el DP en cuanto orden jurídico secundario),
(2) El hecho podría imputarse a la persona lesionada y (3)
No son garantes de otras empresas con las que mantienen
contactos comerciales (sea de cadenas de suministros o
matriz).
Si el comportamiento del colectivo (“la lesión”) es
irrelevante, tampoco debe infringirse si alguien dentro de
él ha infringido sus deberes, se omiten los siguientes dos
pasos.
(ii) Reparto de trabajo y funciones
La empresa tiene posición de garante, asumida por sus
administradores y que genera una cadena de delegación
de funciones (asunción concreta de deberes de cuidado
determinados y delimitados). Lo relevante será la
organización material (lo formal es solo un criterio).
Desde esta organización de funciones se explica que
existan sectores independientes, “se es solo responsable
de los determinados aspectos de la actividad que le
competen a uno”.
(iii) Corresponsabilidad dentro de la empresa
Cuando existe más de una persona compartiendo los
deberes de garante, la única forma de evitar la
responsabilidad es constatar que uno de ellos cumplió
con sus deberes pues podrá asumirse que actuó bajo el
principio de confianza. El nivel de confianza depende del
plano y posición de la persona en la organización (“no
contrafáctico, sino contextual”). La aplicación usual es
para sujetos del mismo nivel.
Sin embargo, también es útil en sujetos con distintos
niveles de responsabilidad (“relaciones verticales”),
aunque de manera más limitada. En el caso del superior,
será posible la liberación del superior siempre que la
delegación de deberes hacia sus inferiores mantenga
residualmente los deberes de control, supervisión y
vigilancia. En el caso del inferior, la liberación será
posible si el superior realizó una incorrecta organización
de la esfera de su dominio.
Así también podría suceder que existan varias personas
que infringen sus deberes de cuidado y contribuyen al
riesgo creado. En tal caso ocurrirá una lesión por una
imputación compartida del hecho desde quienes la
realizaron, no pudiéndosele imputar al “sujeto colectivo”
(lo cual no sería posible desde quienes comprenden a la
doctrina del dominio de hecho).
Esta es una adecuada solución a la imprudencia en las
actividades empresariales, donde no es necesario un
acuerdo previo o resolución delictiva y la sola
concurrencia de infringir deberes competenciales
resultantes en una lesión típica determinan la
responsabilidad. Esto también se entiende desde el
“principio de complementariedad” del ámbito
empresarial.

(iv) La transformación de los ámbitos Qué debería ser coautoría y qué participación excede al
organizacionales desde ampliación y objetivo del trabajo, pero deberá considerarse que a los
reducción de los deberes individuales coautores se les imputa el riesgo creado por la
organización y competencia preferente al hecho,
En organizaciones complejas, los sujetos de posiciones
mientras a los partícipes solo una competencia accesoria
jerárquicas superiores suelen estar encargados de paliar
(“a través de los responsables directos comisivos u
los defectos de comunicación, pues la descentralización
omisivos del hecho típico”).
empresarial genera “peligros de desorganización”. La
praxis judicial española suele imputar a los sujetos de
niveles superiores estos defectos, aunque ello podría
resultar excesivamente objetivista (“dominio debería ser
reemplazado por competencia”).

En el análisis forense de la delincuencia empresarial, los

dirigentes solo deciden sobre políticas generales y
quienes tienen la capacidad de organización son los
ámbitos intermedios, por eso la solución de mirar hacia
los superiores no siempre es adecuada (ellos solo
supervisan a los intermedios).

Conforme se desciende en el esquema organizacional, los

sujetos tienen deberes más reducidos (“defensa desde
error de tipo”), pero ¿sería posible entenderlos como
“instrumentos”, o “sustitutivos de cosas”? El autor
considera que no, pues les queda ciertos márgenes de
libertad organizativa y su deber solo es minimizado. Por
ello, para los sujetos en posiciones inferiores, será
evaluar si la parte organizacional peligrosa es de su
competencia (“si de su rol derivan deberes de evitación”).

Esto destaca que la autoría en este tipo de delitos

considera como dominio normativo al dominio
competencial y no dominio de determinación objetivo-
causal.

(v) Codelincuencia imprudente