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Un  día en Montevideo  Colonial

     Bajo los  cálidos rayos del sol primaveral  la vida cotidiana de los
pobladores de Montevideo  inicia muy tempranito, ni bien despunta el
sol, y se escuchan  los primeros pregones por la ciudad.
  Vienen desde la  Aguada los verduleros   con sus cosechas para
armar los puestos de venta  , mientras que los guachos toman mate,
miran lo que ofrecen los verduleros, deambulan por las calles, esperan la
hora para hacer alguna tarea.
Las damas , caballeros y soldados recorren las calles empedradas el
día se presta para eso.
     Las  lavanderas  llevan la ropa de sus patrones para lavar en el río o
al arroyo mas cercano.
     El día se presenta  movido porque ya el aguatero  surge ofreciendo
su agua traída desde el rio hasta la ciudad.
    Es  la hora del desayuno y las señoras escuchan al  lechero que pasa
con su caminar lento.
     Se percibe en el aire el aroma  a pan recién horneado , las panaderas
salen alegres para ofrecer su deliciosa mercadería por la ciudad .
     Transcurre el día y los vendedores ambulantes siguen apareciendo
como  el señor escobero  : ofrece sus escobas, plumeros y con su
pregón anima a las señoras.
     El horno de barro no descansa!!!  La vendedora de empanadas
trabaja que  trabaja!!! Y quién se resiste a sus sabrosas  empanadas??
Nadie ¡!!!
    Después del almuerzo nada mejor que un té, y el yuyero recorre  las
calles , seguro alguien pedirá Boldo, Marcela, Carqueja.
    El día  transcurre y al caer la tarde los faroleros  y vendedores de velas
salen con la intención de vender velas que iluminarán casas, balcones y
por qué no? El alma  de alegría y júbilo…..
    A lo lejos se escucha el repicar de los tambores es la hora de
descansar luego de una larga jornada, bailar y bailar  para dormir con la
esperanza de un amanecer lindo como el de hoy.

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