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De escritor a empresario
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nicieron iransrormarse en el editor de sus
propias publicaciones.
Lo primero fue Rugendas. Apenas tuvo
conocimiento de que existian estas iáminas
a carboncillo del pintor alemán, que vi-
viera en Chile, se trasladó a Europa para
tratar de rescatarlas; ahi las grabó y las
trajo a nuestro pais. Segun pudo averiguar,
Rugendas partió al viejo mundo con una
cantidad considerable de dibuj6s sobre
Santiago porque no encontró un editor pa-
ra publicarlas. En vista de que tampoco
encontró su Mecenas, decidió regalarlas
ai Rey de Baviera, todo esto a mediados
del siglo pasado. Lo que nunca imaginó
Rugendas fue que 140 anos después, un
chileno, amante al igual que él de lo nues-
tro, se arriesgaria a publicar una carpeta
con io mejor de sus laminas sobre nuestra
capital.
Hoy. que aparece un nuevo producto del
trabajo artesanal de Espinosa, quedan sdio
algunos ejemplares de los grabados de
Rugendas, quien, pensamos, estará al fin
tranquilo por haber encontrado el editor
que tanto buscó.
Algo similar pasará con las orquldeas,una
flor que ha llegado a interesarle particular-
mente durante sus recorridos por Chile.