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Axiologia
Axiologia
El problema de los valores consiste en dar respuesta a las cuestiones y controversias sobre lo justo, lo
arbitrario, bueno, lo malo, lo bello, lo feo, lo agradable, lo desagradable, etc.El problema axiológico
fundamental se encierra en la siguiente pregunta: ¿Tienen las cosas valor porque las deseamos o las
deseamos porque tienen valor? Es decir, ¿Son los valores objetivos o subjetivos?
valorativa.
Subjetivista- El valor será subjetivo si debe su existencia, su sentido o su validez a reacciones, ya sean
S- Los objetos físicos tienen ciertas cualidades, llamadas primarias que pertenecen a los objetos mismos;
otras en cambio, como las cualidades sensibles o secundarias dependen, al menos en parte, de un sujeto
que las percibe. Pudiera ser que los valores dependen del sujeto que los percibe.
O- Los valores poseen una fuerza impositiva que salta por encima de nuestras preferencias y doblega
nuestra voluntad. Si dependiera de nosotros, proyectaríamos belleza sobre lo que hemos hecho y
encontraríamos luego lo que hemos puesto. Lo mismo sucede cuando valoramos positivamente objetos
que nos disgustan, o advertimos el poco valor que tiene aquello que nos emociona por razones
puramente personales.
S- Pero los valores no podrían tener valor si nos resultaran indiferentes. El valor no puede ser ajeno a la
O- Es cierto que la valoración es subjetiva, pero es indispensable distinguir la valoración del valor.
Confundir la valoración con el valor es como confundir la percepción con el objeto percibido. La
percepción no crea el objeto sino que lo capta; lo mismo sucede con la valoración. Lo subjetivo es el
S- Si los valores fueran objetivos los hombres se habrían puesto de acuerdo acerca de tales valores. Pero
la historia demuestra un desacuerdo permanente, ello se debe a que cada uno tiene sus propios gustos.
O- El error en el que caen ciertas personas no invalida la objetividad de la verdad. Hay todavía gente que
procedimiento de votos. Tarea ociosa es intentar conseguir unanimidad de opinión. Pero hay más, la
discrepancia se debe a los bienes, no a los valores. Nadie deja de valorar la belleza; lo que puede
suceder es que la gente no crea reconocer la presencia de la belleza en un bien determinado. Lo mismo
S- La discrepancia alcanza los valores mismos. Cuando dos no se ponen de acuerdo sobre el valor de un
objeto, tal disputa sobre un bien concreto se debe a una manera distinta de concebir el valor mismo. Hay
casos concretos que demuestran claramente la subjetividad de los valores. Si se pierde el interés por un
bien, el valor que se les ha conferido desaparece ipso facto. Los valores dependen de una serie de
condiciones subjetivistas, culturales, etcétera. En última instancia valoramos lo que deseamos, lo que nos
agrada.
O- Valoramos también lo que nos desagrada. Ponemos nuestro deber por encima del agrado o el
desagrado. El deber es objetivo y descansa en un valor moral que tienen igual carácter y que está por
encima de los vaivenes de nuestros gustos o disgustos, nuestros intereses o nuestras conveniencias. Hay
que distinguir la valoración, como hecho psicológico, del acierto de la valoración. En tanto evidencia, la
percepción errónea es similar a la correcta; no por eso las equiparamos al juzgar su validez.
S- Las razones enunciadas muestran la interpretación superficial de la tesis que sostenemos. Parece
evidente que el dentista nos provoca un dolor cuando nos perfora un diente y que, por consiguiente, el
valor que reconocemos a su trabajo nada tiene que ver con el placer que nos causa, sino que está regido
por un elemento superior, que sustenta a su vez un placer: preferimos el dolor pasajero durante unos
minutos, al dolor de muelas que anticipamos en caso de no tratarnos las caries. O si nos sometemos al
sufrimiento del dentista por razones estéticas es porque se prefiere el placer más duradero que
proporciona una dentadura agradable, al malestar que supone exhibir una dentadura en malas
condiciones. El ejemplo de la amputación de la pierna pone aún más de manifiesto la confusión que
O- No puede elaborarse una teoría sobre dos ejemplos. Quizás quiera argüirse el agrado de haber
cumplido con nuestro deber. El mérito de la honestidad radica en su capacidad de sobreponerse a los
reclamos de nuestros placeres, apetitos y conveniencias. El placer se mueve en un plano bajo de nuestra
personalidad y no podemos sacrificar lo más alto a lo más bajo. Pero aun en el plano del placer y del
agrado hay que distinguir lo que nos agrada y lo que reconocemos como agradable. Distinguimos con
frecuencia lo agradable de lo que nos agrada por razones personales o circunstanciales. Aún me agrada
escuchar un viejo vals que me emocionaba en la adolescencia y, sin embargo, no admito que sea más
agradable que la Sinfonía Inconclusa de Shubert, por ejemplo. Lo mismo sucede con el deseo, donde hay
que separar también lo deseado y lo deseable. El hecho de que la gente desee una cosa no la convierte
en deseable. A su vez, puedo no tener el menor deseo de tomar champagne en este momento, por
ejemplo, pero no puedo dejar de reconocer que es una bebida agradable, deseable.
S- No creo que deba postularse un mundo de lo agradable o lo deseable “en sí”; ambos tienen que ver
con agrados y deseos concretos, efectivos. Cuando admito que es agradable algo que, en determinadas
circunstancias, me desagrada, no se debe a que reconozca una cualidad intrínseca ajena a las
experiencias concretas de agrado. Por ejemplo, si reconozco que el champagne es agradable aunque me
resulte desagradable beberlo cuando estoy enfermo o trabajando es porque considero que, en general,
me agrada.
Estoy oponiendo dos reacciones personales; una pasajera y circunstancial – que es la presente- y otra
más permanente y común en mí. Y no mi reacción personal frente a la supuesta objetividad del valor
llamado agradable. Todo lo que tiene de agradable un bien se deriva del agrado que efectivamente
provoca. Lo agradable es un concepto que se sostiene en las vivencias concretas de agrado y no vive en
un mundo metafísico. Si cortamos las conexiones entre el agrado y lo agradable, éste se esfuma por
Cuando definimos lo deseable como lo que merece ser deseado no trasladamos aquel concepto a un
mundo meta-empírico; queremos decir que sería deseado por una persona en circunstancias normales.
O- No puede hacerse descansar toda una teoría axiológica sobre un ejemplo, el examen de cualquier
otro caso, en todos los niveles axiológicos, prueba lo contrario. Las cosas no tienen valor porque las
deseamos, sino que las deseamos porque justamente tienen valor. Parece, en efecto, que no las
deseamos porque sí. Caprichosa e injustificadamente, sino porque hay en ellas algo que nos incita a
desearlas.
PROBLEMAS AXIOLOGICOS
Axiología: La se encarga de la teoría de los valores.
En los tiempos antiguos los problemas axiológicos interesaron a los filósofos, por ejemplo: desde
Sócrates eran objetosde análisis conceptos tales como "la belleza", "el bien", "el mal".
Los valores fueron del interés además de representantes de la filosofía como Platón para el cual valor "es
lo que da la verdad alos objetos cognoscibles, la luz y belleza a las cosas, etc., en una palabra es la fuente
de todo ser en el hombre y fuera de él"
I. El problema del conocimiento del valor está ligado a los problemas generales del conocimiento, es
decir: “la inteligencia capta al ser en elacto de conocimiento”, el valor aparece a todos los filósofos como
algo captable e investigable por la vía intelectual; hasta antes de Descartes, cuando a raíz de la duda
metódica, primero, y de lacrítica kantiana, después, se invierte el orden de la relación cognoscitiva hasta
convertir la función del conocimiento en una operación absolutamente inmanente, privándola de su
capacidad ontológica ysosteniendo que la inteligencia no capta ni puede alcanzar al ser; entonces el valor,
se convierte en:
II. El ser del valor. Conviene aquí la pregunta clásica del pensamiento filosófico ¿Que cosa son los
valores?...