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Proceso No 28642
MAGISTRADO PONENTE
Bogotá, D.C., treinta y uno (31) de marzo de dos mil ocho (2008).
MOTIVO DE LA DECISIÓN
Examina la Sala las bases jurídicas y lógicas de la demanda de casación presentada por el
defensor del ciudadano RICHARD MAOK RIAÑO BOTINA contra la sentencia condenatoria
de la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá del 8 de junio de 2007.
1. Con fundamento en los artículos 6º y 11, numeral 3º del decreto 261 de 2000,
mediante resolución 1563 del 28 de noviembre de 2002, el Director Nacional de
Fiscalías nuevamente varió la asignación de la investigación, radicándola en la
Unidad de F.D. ante la Corte Suprema de Justicia, conformando una comisión
investigativa especial integrada por los doctores A.R.M. -fiscal delegado ante la
Corte en calidad de director- y J.O.T.P. -fiscal de apoyo adscrito a la Dirección
Seccional de Fiscalías de Bogotá-.
LA DEMANDA
Funda la nulidad en la tesis según la cual, el procesado fue investigado y acusado por un
fiscal delegado ante la Corte Suprema de Justicia, quien es funcional y jurisdiccionalmente
incompetente para conocer del asunto en atención a los principios de juez natural y
legalidad, toda vez que en razón del cargo desempeñado por el procesado (asistente
administrativo III del Cuerpo Técnico de Investigaciones de la Fiscalía General de la
Nación) y los delitos por los que fue investigado, no se configura fuero constitucional
alguno.
El censor estima que con la variación en la asignación del proceso ocurrió una ostensible
“desviación o abuso de poder” por parte del Director Nacional de Fiscalías, pues ello solo
es posible dependiendo de “las características de los sujetos activos de la acción penal” y
“la calidad de los delitos”, así como en razón de las designaciones especiales efectuadas
por el F. General de la Nación.
Finalmente, frente a la existencia de “violación directa por error de derecho y falso juicio
de convicción”explica que las pruebas de descargo no fueron valoradas en la sentencia de
segundo grado, al tenor de lo dispuesto en los artículos 20 y 232 del Código de
Procedimiento Penal que regulan los principios de investigación integral y necesidad de la
prueba.
Precisa que estas normas fueron violadas directamente pues “todas las pruebas
testimoniales” fueron consideradas y valoradas y se les dio credibilidad, mientras que “las
pruebas documentales fueron pretermitidas”.
Al respecto dice que las misiones escritas de trabajo que reposan en el expediente
demuestran las órdenes especiales que los funcionarios del nivel directivo le daban al
procesado, así como la inexistencia del abuso de la función pública.
En todo caso, el libelista hace un específico estudio de las declaraciones de Amelia Pérez
(Fiscal de la Unidad Nacional de Derechos Humanos) y G.P.U. (congresista) cuyo análisis
habría sido omitido por los juzgadores.
De la valoración del primer testimonio, concluyó que los fallos de primera y segunda
instancia “pretermitieron los indicios que favorecían el juicio de valor sobre la inexistencia
de un abuso de función pública por parte de R.R.B., que fue un subalterno obligado a
cumplir con todos los mandatos y órdenes por parte de sus superiores, error de hecho y
de derecho que violó de manera directa las normas de la sana lógica y el análisis integral
de los medios de prueba y la legalidad de estos”.
CONSIDERACIONES
El mérito del sumario fue calificado con resolución de acusación por los delitos de abuso
de función pública en concurso con el de utilización indebida de información obtenida en
el ejercicio de la función pública, los cuales se encuentran descritos en los
artículos 428 y 431 de la Ley 599 de 2000, adecuaciones típicas que fueron acogidas en los
fallos censurados.
Nada explica el libelista sobre la razón para que los tipos penales a los que se adecuó el
comportamiento, puedan merecer o no un tratamiento diferencial, según el rango del
cargo del empleado que los infringe, cuando la regla es que las normas penales son
generales y abstractas.
Así mismo, si bien, para el caso de los referidos delitos, los preceptos normativos
(artículos 428 y 431 del Estatuto Penal) exigen un sujeto activo calificado “servidor público-
los tipos penales no efectúan distinción alguna respecto de la calidad específica del
funcionario.
Tampoco precisa por qué las decisiones de la Corte sobre la materia resultan
incompletos, descontextualizados o desuetos frente a los supuestos fáctico-jurídicos
imperantes en la actualidad, cuál debería ser su entendimiento, y cómo finalmente, un
nuevo pronunciamiento conduciría a solucionar el caso materia de estudio de forma
diametralmente opuesta.
Ahora bien, aunque el desarrollo jurisprudencial pretendido se planteó en relación con los
dos delitos por los que fue condenado el procesado, se advierte que la argumentación
que procura fundamentarla sólo fue elaborada respecto del delito de abuso de función
pública, más nada se dijo sobre el punible concursante-utilización indebida de
información obtenida en el ejercicio de función pública-, lo cual descarta la necesidad de
atender la solicitud del censor respecto del mismo.
Ahora bien, aunque el carácter expreso y nítido de esos requisitos puede ser obviado,
siempre que los cargos, desarrollados adecuadamente, apunten a la demostración de la
vulneración de alguna garantía fundamental, también entendido como fin de la casación
discrecional, este no es el caso, pues de una parte, como se explicará adelante, la nulidad
invocada por el censor no está llamada a prosperar y de otra, no se advierte la existencia
de cualquier otra irregularidad sustancial que haga viable la intervención oficiosa de la
Corporación.
Artículo 6°. Las funciones de la Fiscalía General se realizan a través de las Unidades
Delegadas de Fiscalías, a nivel nacional, seccional y local, salvo que el F. General o los
Directores de Fiscalías destaquen un fiscal especial para casos particulares.
Y, el artículo 11 señala:
En vista de que el doctor R.M. fue designado como V. General de la Nación, a través
de resolución 0-0500 del 17 de febrero de 2004, el F. General de la Nación volvió a
reasignar el proceso, entregando la investigación a quien lo reemplazó, esto es, al doctor
G.M.D., quien finalmente acusó a R.B..
Todas las actuaciones descritas respetan las facultades discrecionales con que cuenta el F.
General de la Nación y los directores de fiscalía por virtud de las normas enunciadas,
motivación que fue expresamente consignada en las resoluciones que así lo dispusieron.
No se debe olvidar que lo que importa, más allá de la designación de fiscal especial, es
que al procesado y a los demás sujetos procesales se les respeten sus garantías
fundamentales, en especial la de contradicción y doble instancia, lo que aquí sucedió y en
todo caso, el accionante no insinuó que no haya acaecido.
Además, no señaló las normas que otorgaban un determinado valor probatorio y los
elementos de juicio sobre los que fueron desconocidas.
Como el actor, lo hizo por medio diferente sin mostrar las pruebas cuya práctica fue
negada por los juzgadores, ni indicar su trascendencia en el fallo, sino que se limitó a
mencionar que los medios de prueba de descargo no fueron considerados, para luego
contradecirse afirmando que la prueba testimonial sí fue valorada y se le dio credibilidad,
pero la documental fue pretermitida, forzoso resulta concluir que equivocó la técnica
casacional para impugnar la validez del fallo.
Pero, como de las razones que fundamentan la supuesta ausencia de valoración del
testimonio de A.P., el censor estableció que los fallos de instancia “pretermitieron los
indicios que favorecían el juicio de valor sobre la inexistencia de un abuso de la función
pública por parte de R.R.B.”, con lo cual habrían incurrido en un “error de hecho y de
derecho que violó de manera directa las normas de la sana lógica y el análisis integral de
los medios de prueba y la legalidad de estos”, es posible establecer que la demanda
adolece de una confusión metodológica indescifrable que no permite determinar con
claridad cuál es el error que endilga a la sentencia.
A ello se suma que lo dicho, fue mezclado con un reproche según el cual, aunque la
declaración del congresista indicaba que no entregó retribución alguna al procesado a
cambio de la información que le suministró, el Tribunal dedujo “especulativamente” lo
contrario, lo cual indiscutiblemente debió postularse por la vía del falso juicio de identidad
ante la presunta tergiversación del testimonio.
RESUELVE
INADMITIR la demanda de casación presentada por el defensor de R.M.R.B., contra la
sentencia del 8 de junio de 2007, dictada por la Sala Penal del Tribunal Superior de
Bogotá.
1. y cúmplase
Impedida
Secretaria
———————–
[2] Ver entre otras providencias: sentencia del 18 de abril de 2007, radicado 23250;
sentencia del 21 de febrero de 2007, radicado 23812; auto del 6 de julio de 2005, radicado
23415; sentencia del 27 de abril de 2005, radicado 19896; sentencia del 20 de abril de
2005, radicado 23258; sentencia del 29 de enero de 2004, radicado 16626; sentencia del 2
de mayo de 2002, radicado 17703.
https://hps.com.co/corrupcion/corte-suprema-de-justicia-ratifica-condena-a-richard-maok-riano-
botina-hacker-fiscalia/
https://2019.vlex.com/#vid/n-corte-suprema-justicia-sala-penal-31-43756117