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Uno de los aspectos que más destacaron los cronistas en sus escritos fue el éxito conseguido por

los incas en el aspecto económico. La gran cantidad de productos que hallaron en los depósitos los
llevó a alabar la abundancia de la producción agrícola y ganadera, y a sostener su equitativo
reparto entre la población. La base del éxito, para los cronistas, estuvo en una correcta
administración de los recursos que en forma de tributo eran entregados por los pobladores al
estado inca. Destacaron por ello la existencia de los depósitos y de los quipus, sistema de
contabilidad sobre el que Polo de Ondegardo señalaba que permitía “se entendiese lo que entraba
en los depósitos y pagaba a los súbditos, de tal manera, que no fuesen agraviados”.

Las investigaciones actuales muestran que la riqueza del Tahuantinsuyo no se basó en la entrega
de un tributo, como lo entendían los cronistas, sino en la administración de la mano de obra que
permitía al estado contar con los productos necesarios para la redistribución (F. Pease). El inca
obtenía esta producción a través de las prestaciones rotativas de trabajo (mita) que la población
de los ayllus le entregaba periódicamente. Este sistema no fue creación inca, estaba basado en la
forma tradicional como los curacas obtenían fuerza de trabajo. Los incas llevaron el sistema a su
máxima expresión, almacenando la producción obtenida en depósitos para luego distribuirla entre
la población de acuerdo con sus necesidades y los intereses estatales. La abundancia y diversidad
de los recursos era fundamental para el mantenimiento de la “generosidad” del soberano,
característica clave de la política incaica.

Como se señaló líneas arriba, la manera como el estado inca se abastecía de estos bienes era a
través de la mita (turno en que-chua) que le permitía contar con el trabajo de los grupos étnicos.
La manera como el estado inca se abastecía de estos bienes era a través de la mita (turno en que-
chua) que le permitía contar con el trabajo de los grupos étnicos.

La base del sistema estaba en lo que los investigadores han llamado reciprocidad asimétrica, en
contraposición a la reciproci-dad simétrica que era la que existía entre los miembros del ayllu y
que consistía en la ayuda que mutuamente se brindaban para lograr el autoabastecimiento. El de-
recho a reclamar esta ayuda tenía lugar dentro del marco de las relaciones de parentesco que
regían a los ayllus.

El Tahuantinsuyo había logrado un alto nivel de desarrollo económico, que se explica por el
carácter que adoptó el trabajo, en la vida de la sociedad incaica. Esta se basaba preferentemente
en dos principios: RECIPROCIDAD y REDISTRIBUCIÓN.

PRINCIPIOS ECONÓMICOS:

La sociedad durante el Tahuantinsuyo basó sus actividades cotidianas en dos principios:


LA RECIPROCIDAD: Que consiste en la mutua prestación de trabajo o ayuda, entre los miembros de
un ayllu o comunidad. Para hacerlo más asequible, se resume en la conocida frase: "Hoy por mí,
mañana por ti". Aunque en nuestros días, ya casi no se percibe en las ciudades; en la región andina
de varios países sudamericanos, aún persiste este excelente sistema de trabajo, de ayuda en las
labores agrícolas o comunales. Un sistema que en alguna medida, creemos, debe ser rescatada y
considerada.

LA REDISTRIBUCIÓN: Que consiste en el reparto entre los miembros de los ayllus o entre los ayllus
mismos, de los excedentes de producción, que había logrado obtener el Estado Inca. Esto, muy
aparte de lo almacenado en los diferentes tambos, que se distribuían en el vasto Imperio del
tahuantinsuyo.

TIPOS DE TRABAJO:

Durante el Tahuantinsuyo, el trabajo se organizó en base a tres sistemas:

El ayni: Fue el trabajo recíproco entre los miembros del ayllu. Recordemos que a un ayllu lo
podemos entender, en la actualidad, como una familia extensa. Nuestro concepto reducido de
familia (padre, madre e hijos), no es el concepto que nuestros antepasados manejaban. En la
actualidad, aún se pueden apreciar estos hábitos entre los miembros de una comunidad, en la
región andina.

La Minca: Trabajo colectivo para beneficio de la comunidad, además de la realización de labores


en las tierras correspondientes al Inca y al Sol. Recordemos que la panaca y la nobleza en el
Tahuantinsuyo, se dedicaban a otras labores como las administrativas o religiosas, para quienes les
iban dirigidas esta labores.

La Mita: Trabajo obligatorio por turnos en favor del Estado Imperial del tahuantinsuyo. Lo
realizaban los hombres casados comprendidos entre los 18 y 50 años de edad. Mediante este
sistema, se construían: Fortalezas, templos, caminos, puentes, explotación de minas, tambos,
acueductos, canales de irrigación, andenes, etc.

LA AGRICULTURA:

La Agricultura fue la principal actividad económica, durante el Tahuantinsuyo; es más, como


sabemos, esta actividad, fue la más destacada durante todas las sociedades prehispánicas. Sin
embargo, esto no quiere decir, que no hayan realizado otras actividades dentro de su economía;
así tenemos, que también se dedicaban a la ganadería, minería, pesca, textilería, orfebrería,
alfarería, entre otras diversas actividades, que fueron -eso sí-, destacadas en menro proporción, a
la mencionada líneas arriba. La riqueza estaba en la tierra, en la divina Pachamama.

Para ello, utilizaron ingeniosas construcciones heredadas de los pueblos preincaicos, tanto de
sociedades originarias, como de culturas avanzadas (de Chavín, Paracas, Nazca, Mochica,
Tiahuanaco, Wari, Chimú, entre otras muchas culturas), que legaron a la posteridad andina sus
grandes conocimientos; y que por supuesto, la sociedad cusqueña en el Tahuantinsuyo, con sus
propios aportes, supo aprovechar y difundir a gran escala. Así tenemos:

LOS ANDENES: La construcción a gran escala de andenes en las laderas de los cerros para expandir
la frontera agrícola, limitada por la accidentada geografía de nuestros Andes, y por otro lado,
facilitar el riego de sus cultivos, al no existir los desniveles, que fueron reemplazados por pisos
escalonados, capaces de retener las precipitaciones en los tiempos de lluvias.

Aprovechar las faldas de los cerros para el cultivo, inmensa obra de ingeniería

Cultivar en lugares, donde en otros casos, la agricultura se vería como imposible.

Realizar andenes, para el cultivo, pero también para uniformizarse con la naturaleza, no
estropeándola en su construcción.

Lo imposible para la agricultura, se hace posible con esta obra de avanzada, de la cultura andina.

PISOS ECOLÓGICOS: Diversificaron su cultivos cultivándolos y produciéndolos en los diferentes


pisos ecológicos creados, a partir de ambientes a desnivel, que fueron adecuandos con terrazas o
andenes, que permitieron tener áreas de cultivo a diferentes alturas y temperaturas, en una
misma zona. Motivo por el cual, se podían cultivar en una misma área geográfica, productos que
en su defecto tendrían que ser producidos en diferentes áreas geográficas. Resultó ingenioso
aprovechar estos desniveles o quebradas, para realizar esta valiosa obra.
Sistema de andenería en Moray (Cusco), que permiten crear diferentes piso ecológicos en un solo
ambiente.

Obra de ingeniería en el Tahuantinsuyo en Moray (Cusco)

Pero también se aprovecharon, otros elementos culturales de sus predecesores, como fueron:

Los camellones o waru waru.

Los acueductos.

Los canales de irrigación.

Las chacras a desnivel, entre otros.

DISTRIBUCIÓN DE TIERRAS:

Las tierras se distribuían considerando las clases sociales existentes, de la siguiente forma:

Tierras del Estado y del Inca: Que beneficiaban directamente a la clase gobernante, a toda su
panaca y la nobleza en general, que por su "condición", no realizaban las labores, que debían ser
realizados por el pueblo. Por otro lado, la producción de estas tierras eran también destinadas,
para la mantención del gran ejército del Tahuantinsuyo y para las situaciones difíciles por
actividades naturales, sean sísmicas, climáticas u otras que pudieran impactar en la economía del
Imperio.

Tierras del Sol: Destinadas al sustento de la clase que se dedicaba al culto. Era el grupo humano
que actualmente conocemos, como el Clero de la Iglesia. Asimismo eran las tierras, cuya
producción se destinaban para las numerosas ceremonias religiosas, que eran acostumbradas en
la sociedad del Tahuantinsuyo.

Tierras del ayllu: Destinado a las familias o ayllus. Se distribuían de acuerdo al número de
integrantes de un ayllu; motivo por el cual, cada cierto tiempo había que realizar la medición de la
cantidad de sus integrantes, para realizar una nueva distribución de tierras. A cada persona se
entregaba una determinada porción de tierras; es así, que a cada hombre se le entregaba un TOPO
y cada mujer, MEDIO TOPO de tierra.

Nota: Un topo equivalía a 2 700 m2 ó 0,27 Ha.


ALMACENAJE:

Durante el Tahuantinsuyo, funcionó muy bien la administración de los excedentes de producción.


Pues, no todo era destinado al consumo humano, sino que por el contrario, había una gran
responsabilidad de dirigir la producción, para mantenerlo en la reserva. Como hemos mencionado,
así como en la actualidad, existen eventualidades naturales, como humanas, que ponen en riesgo
la economía de una sociedad determinada: La mantención del ejército en situación de avanzada,
las guerras propiamente dichas y sus subsecuencias, las sequías, calamidades, entre otros,
posibilitaron la gran atención en los mecanismos de prevención en el imperio, para estos casos.
Para ello se crearon numerosos ambientes, en todo el territorio imperial, diferenciados según para
quienes vayan a servir. Así tenemos:

LAS COLCAS: Que eran grandes almacenes estatales, dirigidos para los funcionarios del imperio.

LAS PIRHUAS: Que eran los almacenes destinados para el ayllu.

LOS TAMBOS: Que eran los almacenes y a la vez albergues, ubicados en los caminos de la gran red
de vías existentes en el imperio del Tahuantinsuyo. Sirvieron para avastecer a los viajeros, como
para las personas encargadas de llevar los mensajes en todo el imperio; nos referimos, a los
admirables CHASQUIS (personas que recorrían, en relevo, ciertas distancias, cumpliendo la función
de correo durante el imperio)

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