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Desde el momento en el que una persona comienza a existir se activa un reloj invisible cuya

cuenta es regresiva. Al principio ignoramos el concepto del tiempo, pero luego, a medida que pasa,
inevitablemente comenzamos a hacernos preguntas, a cuestionarnos si la vida pasa, o si por el contrario
hay que pasarse por la vida.
Así vamos llenando el espacio entre el momento en el que comenzamos a vivir y el que significa
el fin de nuestra existencia. En este recorrido entre el nacimiento y la muerte, es decir, conocemos a
nuevas personas, tenemos miles de conversaciones, chismes, reuniones, cenas, trabajos, amigos,
relaciones, nos casamos, tenemos hijos, compramos ropa, accesorios, y cientos de cosas que ni nos damos
cuenta que tenemos o que pasan por nuestras vidas.
Estas cosas que nos rodean suelen ser pasajeras, la mayoría de las amistades y relaciones
interpersonales se acaban en lo que terminan las distintas “etapas” de nuestras vidas –colegio,
universidad, trabajos- a medida que pasa el tiempo nos damos cuenta de que las cosas que vamos
adquiriendo son solo cosas. Y así, de pronto parece que la vida nos recorre y no que nosotros recorremos
y vivimos la vida.
Entonces llega ese momento en el que nos preguntamos ¿Cuál es el sentido de vivir si lo que
hacemos constantemente es completar, porqué nos enfocamos en llenar momentos? ¿Al final que queda
de esa constante prisa por completar etapas? ¿Realmente es eso lo que somos y lo que nos diferencia y
forma como personas?
En la leyenda de Xua-Xua, que define a través de una historia el origen del teatro, se plantea la
figura del espec-actor. El espec-actor es aquel que al ver al otro se ve a sí mismo. Cuando Xua-Xua, una
mujer primitiva, se da cuenta de que su hijo es otro y no parte de ella se pregunto “¿Quién era ella?
¿Quién era su hijo? ¿Quién era Li-Peng? ¿Dónde estaban? Xua-Xua buscó las respuestas mirándose a sí
misma”. Ese reconocimiento y observar del otro le permitió cuestionarse y buscarse a sí misma. Xua-xua
fue espec-actor. Al igual que le ocurrió a Xua-Xua al observan a Lig-Lig-Le, su hijo, y darse cuenta de
que el era otro, que no era ella y comenzó a preguntarse por su propia identidad, nos pasa a nosotros
cuando miramos lo que nos rodea. Comienza la duda.
En ese momento en el que nos descubrimos a nosotros mismos viendo a los demás y a lo que nos
rodea, el momento en el que Xua-Xua vio al hijo y se descubrió como ser individual, surge el teatro. El
arte de mirarnos a nosotros mismos. El teatro surge por el impulso que genera la duda, por esa necesidad
constante de vernos al ver a los demás (espec-actor). Es un arte que a través de la pregunta y la reflexión
nos proporciona una plataforma para permitirnos plantear el sentido de la vida. Nos sirve como espejo.
Esa plataforma consiste en la observación conciente, el permitirnos “vernos vivir” en una ficción. De esta
manera somos al mismo tiempo espectadores y actores, público de una obra inspirada y creada por
nosotros mismos.
En el haber del teatro hay cientos de miles de obras que se plantean todo lo antes expuesto, en
este caso, y para poder profundizar en esa búsqueda del ser, utilizaremos dos piezas que han significado
un hito para el teatro: “Esperando a Godot” de Samuel Becket y “Seis personajes en busca de un autor” de
Pirandello. Además se complementará el análisis con la pieza “Buenas noches mamá” de Marsha
Norman.
“Esperando a Godot” es una pieza existencialista que se cuestiona, a través de monólogos que
parecen no tener sentido, la existencia humana. Este viaje que comienza exactamente en el mismo lugar
donde termina y que parece no tener acción viene dado de la mano de Vladimir y Estragón, dos
personajes que simplemente están esperando a que llegue Godot. Mientras lo hacen llenan su tiempo con
diálogos y acciones que no dirigen la acción de la pieza a ninguna parte.
En la obra, Becket hace un recorrido por muchos de los temas que día a día nos generan grandes
dudas. El simple hecho de que la obra esta basada en una espera vacía nos hace reflexionar sobre la vida y
la propia existencia y preguntarnos si existimos para nada o si la vida simplemente es una constante
espera de algo.
En el caso de Vladimir y Estragón, esperan la llegada de Godot. En nuestro caso esperamos el
paso de un momento a otro, primero vamos al colegio, luego ‘esperamos’ ir y graduarnos en la
universidad, después conseguir un buen empleo, tal vez casarnos, tener hijos… y así parece que el mapa
de la vida está diseñado para que todos sigamos el mismo rumbo, y esperemos siempre algo que pareciera
nunca llegar, esperemos nuestro propio Godot.
Pero si no están haciendo nada, ¿por qué esperan Vladimir y Estragón juntos? Cuando Didi le
plantea a Estragón irse, el le suplica que se quede ¿Por qué esa necesidad de compañía? Al igual que
ellos, por lo general las personas solemos llenar el tiempo con la presencia de los demás. ¿Será qué acaso
somos concientes de lo solos que estamos que creemos que con la presencia de otro colmaremos ese
vacío? Cuando hacemos una evaluación de nosotros mismos, miramos dentro, y nos damos cuenta de que
realmente no somos mas que uno, queremos llenar ese vacío que nos genera el tiempo con la compañía de
los demás. Por eso siempre estamos en busca de alguien que espere a Godot con nosotros.
En la obra de Beckett aparecen otros dos personajes con una relación de poder el uno sobre el
otro muy curiosa: Lucky y Pozzo. La llegada de estos dos personajes parece darle un poco de acción a la
pieza. A Vladimir y Estragón les molesta como es tratado Lucky por Pozzo, pero cuando tratan de
defenderlo Lucky dice que quiere ser tratado así. Pareciera que Lucky es feliz sin tener que decidir. A
veces nosotros también renunciamos a nuestra libertad y permitimos que sean los demás quienes decidan
por nosotros. Y no se tiene que tratar de una persona, ese “demás” puede ser la sociedad con sus normas
pre-establecidas y las distintas instituciones en las que nos desarrollamos. En fin, parece a veces más
sencillo permitir que otro decida y que al final la consecuencia sea suya que asumir con responsabilidad
nuestra libertad.
“A caballo sobre una tumba y un parto difícil. En el fondo del agujero, ensoñadamente, el
enterrador prepara sus herramientas. Hay tiempo para envejecer. El aire está lleno de nuestros gritos
(escucha). Pero la costumbre los acalla. A mi también me mira otro diciéndose “duerme y no sabe que
duerme” pausa) No puedo continuar ¿Qué he dicho?”. En este fragmento de un texto de Estragón se
plantean en síntesis muchos de los problemas existencialistas que van apareciendo a lo largo de la pieza.
Expone el por qué vivimos, la inminencia de la muerte que es el comienzo y el final de nuestras vida “A
caballo desde la tumba a un parto difícil”. Ese recorrido entre la tumba y un parto difícil es el que nos
encargamos de llenar con cosas que al final nos preguntamos ¿Para qué sirven? Estragón dice “a mi
también me mira otro diciéndose: duerme y no sabe que duerme” A caso ese otro que nos mira no somos
nosotros mismos, mirándonos desde fuera mientras la vida pasa y simplemente somos sonámbulos que
caminan sus riveras. “El aire esta lleno de gritos (escucha). Pero la costumbre los acalla” Cuando
gritamos, cuando entramos en la desesperación que a lo mejor nos impulse al descubrirnos, la costumbre
y el día a día nos callan. Becket en “Esperando a Godot” se planteó estos y otros planteamientos como
consecuencia de un mundo abatido por los efectos de una guerra mundial. Pero aún así, con un mundo
distinto, que supuestamente se dirige más hacia la paz, la pieza tiene una vigencia en la actualidad que no
escapa de la vista.
“Seis personajes en busca de un autor” Es una pieza escrita por Pirandello. En ella se plantea por
primera vez la importancia del director dentro de una pieza teatral. En síntesis, la obra transcurre en un
teatro, donde un grupo de actores junto con su director procedían a montar una comedia. En medio del
ensayo seis “personajes” irrumpen en el escenario solicitando que se les escuche y que si historia sea
escrita. En esta obra también son muchos los planteamientos existencialistas que se dan cabida para que
podamos ser espec-actores.
“El guión esta dentro de nosotros. El drama está en nosotros, somos nosotros; y estamos deseando
impacientemente representarlo con la pasión que se encierra en nosotros” Así es como El Padre le explica
al director que ellos son en esencia la historia que ellos fueron creados y son personajes porque esa es su
naturaleza. Al igual que los personajes, cada uno de nosotros también tiene su propio guión. Hacemos la
trama de nuestra historia en torno a ese drama que cada quién lleva dentro.
A diferencia de los personajes que si pueden definirse porque son lo que son, es decir, son el
padre, la viuda, la hijastra… y nunca serán otra cosa más que lo que son porque así fue escrito. Pero
¿Somos nosotros definibles y encasillables en un solo concepto? ¿Nos podemos definir como “la
estudiante” El novio””el hijo”? NO. En el momento en el que nos definimos como una sola cosa estamos
cerrando las puertas a la experiencia de autodescubrirnos como personas y no como personajes.
“Cada uno de nosotros se cree uno, sin que ello sea verdad; porque cada uno de nosotros es
muchos… Dependiendo de todas las posibilidades de ser que llevamos dentro” Al leer esta línea de El
Padre, podemos plantear nuevamente el cuestionamiento de ¿Quién somos? O ¿Qué somos? ¿Nos define
un solo concepto? Y nuevamente vemos la presencia de las máscaras, de esos muchos que somos día a día
y de las distintas máscaras que utilizamos para definir realmente quién somos y a dónde vamos.
Seis personajes en busca de un autor se plantea esa búsqueda del yo. Qué Yo realmente somos:
¿El que veo reflejado en el espejo?¿El que ven los demás? Cuando llegamos a ese momento en el que nos
sentamos a pensar estas preguntas, nos damos cuenta que la respuesta es incierta.
En la pieza también se observa el problema de la caracterización ¿Realmente un actor puede
encarnar los sentimientos y las emociones, la esencia de una persona? Los personajes se oponen
fervientemente a esto, dicen que al imitarlos, ellos están construyendo otra realidad, se esta perdiendo el
ser de cada uno de ellos. “Al margen de la apariencia, será en todo caso una representación de mí lo que
se verá, tal como el siente que soy yo, si es que lo siente, pero nunca se me verá como yo en mi interior
me siento.”
Es importante señalar que aquí se plantea también ese “presente eterno” esa repetición una y otra
vez de lo mismo. De nuevo aparece la importancia del teatro como la figura que nos sirve de espejo para
mirarnos y autoevaluarnos.
Hay otra pieza que puede ser de gran ayuda para apoyar el planteamiento que desde el principio
hemos venido exponiendo, “Buenas noche mamá” de Marsha Norman. Esta obra narra la historia de dos
mujeres, madre e hija, que en lo que pareciera iba a ser una noche normal, la hija le revela un gran secreto
a su mamá que cambiará el curso de sus vidas.
Es la historia de una madre y su hija, que han compartido más de tres décadas de vida, donde la
rutina se ha apoderado de todas sus horas. Cuando la hija le revela a la madre que desea suicidarse
comienzan a ocurrir una serie de actividades que hacen pasar a la mamá por un proceso emocional muy
variable hasta que termina aceptando la inevitable realidad.
Es importante de esta pieza destacar el motivo por el cual Jessica (la hija) decide suicidarse. Ella
cae en el tormento de la rutina, comienza a llenar sus espacios con eventos completamente repetitivos que
no hacen más que hacerla pensar que se encuentra atrapada en una pesadilla cuya única solución es la
muerte.
En las tres piezas podemos notar la necesidad del autodescubrimiento y del darle sentido a la
vida, darle razón de ser a ese paseo “A caballo desde la tumba hasta un parto difícil”. Vladimiro y
Estragón llenaban su tiempo esperando a Godot. Los seis personajes fueron en busca de un autor que
nunca apareció, este es su Godot personal. Y la hija, atrapada en el constante esperar de que algo
cambiara en su vida, decidió suicidarse, decidió que no esperaría mas a Godot.
Las tres piezas retratan la desesperación que se presenta en los seres humanos al perder el sentido
o al tratar de buscarlo y no encontrarlo. Nos colocan frente a ese espejo vacío donde no vemos nada, pero
a la vez vemos todo y no somos capaces de diferenciar qué somos, a dónde vamos y porqué estamos aquí.
“Buenas noches mamá”, nos trae a un plano más real, cotidiano, la nausea que sentimos al darnos
cuenta de que desconocemos el sentido de nuestra vida, a esa sensación de vacío que se genera en el
momento en el que nos encontramos con nuestra propia mirada en el espejo y no sabemos realmente a
quién estamos viendo. En “esperando a Godot” se lo plantean a través del absurdo de cómo nuestra vida
pasa por delante sin darnos cuenta y en “Seis personajes en busca de un autor” esta nausea de
desconocimiento se ve reflejada a lo largo de toda la pieza, pero sobre todo en el momento en el que “los
actores” pretenden representar a los personajes y estos se dan cuenta de que su esencia, de que lo que
ellos realmente son, no puede ser repetido o interpretado.
La búsqueda de sentido que planteamos al principio también se refleja en las tres piezas. Los
personajes de Becket esperan ansiosos la llegada de Godot para que le de sentido a su hacer diario. Los de
Pirandello buscan el sentido en el plasmar el drama de su historia con la ayuda de un escritor. Y las de
Norman, especialmente la hija, sienten que esa búsqueda de sentido ha llegado a su fin porque este nunca
aparecerá, por lo que la mejor opción es acabar con su vida.
Al final del día, llegado cierto punto de nuestras vidas es casi inevitable aquel súbito ataque de
pánico que nos ataca tan inesperadamente cuando entre nuestras reflexiones entra sin invitación la
inevitabilidad de la muerte, a veces esto sucede de manera inconciente. Por lo general en este punto nos
planteamos el motivo de nuestra existencia y hasta que punto esta ha tenido algún sentido.
La leyenda de Xua-Xua nos deja entender que el teatro es existencialista, porque aparece desde el
momento del origen. El existir comienza desde el momento en el que entramos en conciencia de la
muerte. Desde que vemos el final, y somos concientes de él comienza el principio.
La vida, al igual que el teatro, es un constante presente, un presente que nos plantea retos sobre
nuestra existencia y nuestro sentido. Son miles las preguntas que surgen a lo largo de la vida sobre
nosotros mismos, y así como surgen desaparecen en la promesa de una respuesta futura, una respuesta
que no llega. Esperamos la llegada de esta respuesta acompañados, todos tenemos nuestro Vladimir que
nos acompaña en la búsqueda de Godot. Esperamos viendo como a nuestro alrededor hay cientos de
personajes que buscan escribir su propia historia. Y también vemos como muchos otros se rinden en el
camino, y se lanzan a los brazos de la muerte sin que esta deseara abrazarlos aún.
Así nos damos cuenta de como cada quién en esa espera de su Godot, y en esa búsqueda de su
autor, escribe, al menos en una hoja de borrador llena de tachones, tippex y correcciones sus propias
respuestas. No hay una sola respuesta para todos, porque somos diferentes, somos uno y somos muchos a
la vez.

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