Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Podemos decir que existen 10 reglas básicas que se deben de tener en cuenta, como
actitud a mantener ante los accidentes. Asumir estos consejos nos permitirá evitar
cometer los errores más habituales en la atención a accidentados y, con ello, conseguir
no agravar las lesiones de los mismos.
1. Conservar la calma, no perder los nervios es básico para poder actuar de forma
correcta evitando errores irremediables.
2. Evitar aglomeraciones, pueden entorpecer en todo momento la labor del
socorrista.
3. Saber imponerse, es preciso hacerse cargo de la situación y dirigir la
organización de los recursos y posterior evacuación del herido.
4. No mover, norma básica y elemental, no se debe mover a nadie que haya sufrido
un accidente hasta estar seguro de que se pueden realizar movimientos sin riesgo
de empeorar las lesiones ya existentes. No obstante, existen situaciones en las
que la movilización debe ser inmediata, cuando las condiciones ambientales así
lo exijan o bien cuando se debe realizar una maniobra de R.C.P.
5. Examinar al herido, se debe efectuar una evaluación primaria, que consistirá en
determinar aquellas situaciones en que exista la posibilidad de la pérdida de la
vida de forma inmediata. Posteriormente se efectuará la evaluación secundaria.
6. Tranquilizar al herido, los accidentados suelen estar asustados, desconocen las
lesiones que sufren y necesitan a alguien en quien confiar en esos momentos. Es
función del socorrista ofrecer esa confianza y mejorar el estado anímico del
lesionado.
7. Mantener al herido caliente, cuando el organismo humano recibe una lesión,
se activan los mecanismos de autodefensa implicando, en muchas ocasiones, la
pérdida de calor corporal. Esta situación se acentúa cuando existe pérdida de
sangre, ya que una de las funciones de ésta es la de mantener la temperatura del
cuerpo.
8. Avisar al personal sanitario, consejo que se traduce en la necesidad de pedir
ayuda con rapidez, a fin de establecer un tratamiento médico lo más
precozmente posible.
9. Traslado adecuado, es muy importante acabar con la práctica habitual de la
evacuación en coche particular, ya que si la lesión es vital no se puede trasladar
y se debe atender insitu, y si la lesión no es vital, quiere decir que se puede
esperar la llegada de un vehículo debidamente acondicionado.
10. No medicar, esta facultad está reservada exclusivamente a los médicos
Las recomendaciones específicas sobre la RCP varían en función de la edad del paciente
y la causa del paro cardíaco.3 Se ha demostrado que cuando la RCP es puesta en práctica
por personas adiestradas en la técnica y se inicia al cabo de pocos minutos tras el paro
cardíaco, estos procedimientos pueden ser eficaces en salvar vidas humanas.2 Aunque
un estudio publicado en 2010 ha puesto en duda el alcance del procedimiento, de
95 000 pacientes solo el 8 % presentó resultados positivos45
La Reanimación cardiopulmonar
Con esto nos referimos una serie de maniobras con el fin de reanimar el funcionamiento
del corazón y mantener la sangre oxigenada en los tejidos, esta maniobra puede ser
realizada por cualquier persona, en caso de no tener a un profesional de la salud cerca.
La RCP consiste en la respiración boca a boca para suministrar oxígeno a los pulmones
y compresiones cardíacas para mantener la sangre circulando.
Pasos previos
Si la persona está inconsciente pero respira, debe colocarla en un sitio seguro y proceder
rápidamente a pedir ayuda. Si la persona tiene una respiración muy débil y no hay latido
cardiaco proceda con la RPC.
5 La presión arterial (PA) es la presión que ejerce la sangre contra la pared de las arterias. Esta
presión es imprescindible para que circule la sangre por los vasos sanguíneos y aporta el
oxígeno y los nutrientes a todos los órganos del cuerpo para que puedan funcionar
correctamente. Es un tipo de presión sanguínea.
6 Se puede decir que la tensión arterial considerada ideal es de 119/79 mm/Hg, pero lo
cierto es que la tensión arterial normal tiene un rango más amplio que este. Se trata de
hipertensión arterial cuando la tensión es superior a 140/90 mm/Hg, o 140 mm/Hg de presión
sistólica y 90 mm/Hg de presión diastólica, y se habla de hipotensión arterial si la tensión es
inferior a 100/60 mm/Hg, es decir, 100 mm/Hg de presión sistólica y 60 mm/Hg de presión
diastólica.
Tal y como hemos comentado en el apartado anterior, los niveles normales de tensión
normal suelen variar según la edad y también el sexo, por lo que es conveniente
conocer cuáles son las cifras de cada caso en concreto. Toma nota:
16 a 18 años
19 a 24 años
25 - 29 años
30 - 39 años
40 - 49 años
50 -59 años
60 o más años
Por regla general, la frecuencia normal en reposo oscila entre 50 y 100 latidos por
minuto. Sin embargo hay que detallar algunos aspectos que alteran su estado:
Cuando nacemos tenemos una frecuencia cardíaca elevada porque la actividad del
organismo es muy intensa. A partir del primer mes de vida, va disminuyendo hasta
llegar a la edad adulta, manteniéndose estable después de los 20 años.
Varía a lo largo del día y la noche y en respuesta a diversos estímulos, por lo que su
medición tiene gran variabilidad.
Al realizar ejercicio físico el corazón produce una respuesta normal que es la
taquicardia (la frecuencia cardíaca en reposo está por encima de 100 latidos por
minuto -lpm-).
También puede producirse bradicardia (la frecuencia cardíaca está por debajo de 50
lpm).
La frecuencia máxima que puede alcanzar el corazón ante un ejercicio físico alto
depende de la edad y puede calcularse mediante esta fórmula:
Esta relación también se ha observado en los animales. Los mamíferos que presentan un
mayor número de pulsaciones por minuto tienen una expectativa de vida corta:
Ratones: 500-600 latidos por minuto: esperanza de vida de uno o dos años.
Ballena y elefante: 20-30 latidos por minuto: esperanza de vida de unos 60 años (a
esta edad los animales son considerados longevos).
Hombre: 70 latidos por minuto: esperanza de vida actual mayor de 70 años
La temperatura es una magnitud referida a las nociones comunes de calor medible mediante
un termómetro. En física, se define como una magnitud escalar relacionada con la energía
interna de un sistema termodinámico, definida por el principio cero de la termodinámica. Más
específicamente, está relacionada directamente con la parte de la energía interna conocida
como «energía cinética», que es la energía asociada a los movimientos de las partículas del
sistema, sea en un sentido traslacional, rotacional, o en forma de vibraciones. A medida que
sea mayor la energía cinética de un sistema, se observa que este se encuentra más «caliente»;
es decir, que su temperatura es mayor.