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El retorno no es un mito

Por @nancyarellano   

Entonces los muertos podrán volver, pues todas las barreras entre muertos y
vivos están rotas (...) y volverán, (...) como entonces está en preparación una
nueva Creación, les es dado esperar un retorno a la vida, duradero y concreto. 
Mircea Eliade "El mito del eterno retorno"

Hoy, dentro y fuera de Venezuela, más que nunca, hay que retornar a la


política.  En medio del discurrir de una guerra (asimétrica, multidimensional,
interdependiente, con y sin cuartel) donde las facciones se multiplican y los
cobardes pactan, es imperativo asirnos de lo más concreto y lo más concreto
son los principios que validan y legitiman a los liderazgos. Estos principios no
son etéreos, no hay nada que inventar, todo esta escrito en el derecho
internacional y en las constituciones.

El retorno a estos principios, como punto de partida ,es paradójicamente lo que


nos une. La Venezuela democrática se volvió Ítaca y algunos marineros
sucumbieron al canto de las sirenas. Sin embargo, hay suficientes cuerdas
para amarrarnos al mástil quienes tenemos a Ítaca presente.  Volver no es un
acto involuntario y no es una decisión ligera. Volver implica, un viaje y tener a
dónde volver.  El retonor implica cumplir con el compromiso de llenar os
espacios vacíos y ejercer en función de lo que se busca recuperar: proteger al
administrado. 

La Venezuela democrática es una Penélope que espera pacientemente


tejiendo la más preciada prenda: el tiempo.  No implica eso que no haya dolor,
impaciencia, molestia, tristeza... porque la hay. Pero es constitutivo de la
mínima noción de Estado que garantice la seguridad de los ciudadanos. Tanto
como es constitutivo de la Venezuela republicana la búsqueda de igualdad.

Parece una obviedad; pero en la práctica, no lo es. 

La Venezuela democrática es una Venezuela igualitaria, inconforme,


consciente de los recursos que posee y cuya mentalidad colectiva exige y
demanda, igualdad. El mayor error de quienes han pretendido destruir la
democracia es no entender que la esencia de nuestra democracia radica en
que "todos somos iguales ante la ley" a que "todos los votos valen igual" a que
"todos tienen derechos" y que nuestra tolerancia a las "élites" es minúscula
como colectivo. Tan minúscula que hasta en la construcción de élites hemos
buscado la igualdad; no creemos en élites predestinadas o de legados.  Y es
detrás de esa igualdad que reposa nuestra noción de libertad y de propiedad.
"Todos tenemos el mismo derecho a ser libres" "Todos tenemos derecho a ser
y a tener".  Y ese es el talón de Aquiles que tendrán las pretensiones
comunistoides y las ultraliberales.

Venezuela es igualitariamente libertaria y propietaria. Y es capaz de tolerar


un ratico a la élite siempre que la élite no amenace a la igualdad; el derecho a
ser igualmente libres e igualmente propietarios. Si cualquier grupo que detente
el poder para sostenerse, requiriese aumentar contrastes y negar la igualdad,
está condenado a fracasar. 

El éxito de Bolívar - y su fracaso- radicó allí. Los conflictos del s.XIX estuvieron
ahí. El éxito del Gomecismo como sistema - y su fracaso- estuvo allí. Él éxito
de la Revolución de Octubre y del trienio, estuvo allí y la condena del
perejimenzmo estuvo ahí. El éxito de la democracia bipartidista - y su fracaso -
se entiende allí; el éxito del chavismo - y su fracaso- está allí. No creo que
tengamos un ciclo, eterno retorno, sobre el punto. 

Espero podamos romper la inercia y creo que el punto de inflexión está en algo:
La memoria. Para todo viaje es necesario definir el destino y acordar la ruta.
Ese es el primer paso. Hoy quienes ocupan la dirección, los múltiples líderes de
las fuerzas democráticas, deben entender que el pacto es por defender esos
principios que arrancan, en su ejercicio, con elecciones auténticamente libres
para todos y en condiciones de imparcialidad del árbitro. 

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