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Estas fueron las últimas palabras de Jesús a sus discípulos, “Sepan que yo estoy con ustedes
todos los días, hasta el fin de los tiempos”. Que promesa más alentadora. Él no solo está
contigo cuando estás enfermo, en la cárcel, desamparado, cuando estás bien disfrutando de
buena salud y de una buena situación económica, sino que está contigo siempre. Estas palabras
nos dan la certeza de saber que Él estuvo con nosotros todos los días del año que termina y que
estará con nosotros todos los días del que viene.
Entremos al nuevo año con la plena seguridad de que Jesús estará siempre a nuestro lado.
Dejemos a un lado la incertidumbre, la inseguridad y el miedo y emprendamos con gozo y
confianza nuestro camino en este nuevo año de la mano del Señor.
Tengamos presente que el Señor está con nosotros en todo momento, aunque a veces creemos
que no, Él siempre está allí. Pongamos más atención a lo que recibimos día a día y
agradezcamos a Dios por su presencia.
Y es que si por un momento nos pusiéramos a pensar de todas las veces que le fallamos a Dios
llegaríamos fácilmente a la conclusión de que no mereceríamos tan siquiera estar terminando
este año, sin embargo, a pesar de nuestros errores Dios ha sido bueno con nosotros.
Estos días sirven para meditar sobre cómo hemos invertido nuestra vida en este año, qué cosas
buenas hicimos y qué cosas debemos mejorar, días para preguntarnos sobre si estaremos
viviendo de tal forma que Dios se siente orgulloso de nosotros o estamos viviendo de una
forma en la que nosotros nos sentimos avergonzados de cómo la estamos viviendo.
Hoy es un buen día para reconocer con total sinceridad delante de Dios la vida que hemos
llevado durante todo este año y si hay necesidad de mejorar muchos aspectos proponernos en
nuestro corazón comenzar a vivir de la forma que más le agrada a Dios.
Hoy podemos proponernos no volver a cometer en este nuevo año que va a comenzar los
mismos errores que cometimos en este que estamos terminando. Los errores sirven para eso,
para hacernos mejores, para enseñarnos las formas de cómo no hacer las cosas y de cada uno
de ellos debemos aprender.
Demos gracias a Dios en todo lo que hemos vivido porque de una u otra manera hemos podido
aprender algo y muchas de las situaciones que vivimos nos sirvieron para acercarnos más a
Dios, por eso y más debemos de agradecer a Dios por lo bueno que ha sido para con nosotros.