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CONOCIMIENTO DE DIOS Y NOMBRES DIVINOS

1. Teología catafática del ser perfecto

“¿Qué eres, pues, Señor Dios, mayor que el cual nada puede pensarse? Mas, ¿qué eres
sino aquello que, superior a todas las cosas, lo único existente por sí mismo, ha hecho todas las
cosas de la nada? Pues todo lo que no es esto es menos que lo que puede pensarse. Pero esto no
puede pensarse de ti. ¿Qué bien, por tanto, falta al sumo bien por el que todo bien es?
Y por eso tú eres justo, veraz, feliz y todo aquello que es mejor que sea que que no sea.
Pues es mejor ser justo que no ser justo; ser feliz que no feliz”. San Anselmo de Canterbury,
Proslogion, c. V, ed. y trad. Julián Velarde Lombraña, Tecnos, Madrid, 2009, p. 81.

2. Teología apofática

“En el tratado sobre Los Nombres de Dios he explicado en qué sentido decimos que
Dios es el Bien, Ser, Vida, Sabiduría, Poder, y todo cuanto pueda convenir a la naturaleza
espiritual de Dios. […] En aquellos escritos, el discurso procedía desde lo más alto hacia lo
más bajo. […] Te extrañas quizá, de que, partiendo de lo más alto por vía de afirmación,,
comencemos ahora desde lo más bajo por vía de negación. La razón es esta: cuando afirmamos
algo de aquel a quien ninguna afirmación alcanza, necesitamos que se basen nuestros asertos
en lo que esté próximo de Él. Más ahora, al hablar por vía de negación, se comienza por
negarle las cualidades que le sean más lejanas”. Pseudo-Dionisio Areopagita, Teología mística,
c. 3, 1033A-1033C, ed. Teodoro H. Martin, B.A.C., Madrid, 1990, p. 375.

“Decimos, pues, que la Causa universal está por encima de todo lo creado. […] No
tiene cuerpo, ni figura, ni cualidad, ni cantidad, ni peso. No está en ningún lugar. Ni la vista ni
el tacto lo perciben. Ni siente ni la alcanzan los sentidos. No sufre desorden ni perturbación
procedente de pasiones terrenas. […] No experimenta mutación, ni corrupción, ni
decaimiento”. Pseudo-Dionisio Areopagita, Teología mística, c. 4, 1040D, ed. cit., p. 378.

“En escala ascendente ahora añadimos. Esta Causa no es alma ni inteligencia; no tiene
imaginación, ni expresión, ni razón ni entendimiento. No es palabra por sí misma ni tampoco
entendimiento. No podemos hablar de ella ni entenderla. No es número, ni orden, ni magnitud
ni pequeñez, ni igualdad ni semejanza ni desemejanza. No es móvil ni inmóvil, ni descansa. No
tiene potencia ni es poder. No es luz, ni vive ni es vida. No es sustancia, ni eternidad ni tiempo.
No puede el entendimiento comprenderla, porque no es conocimiento ni verdad. No es reino, ni
sabiduría, ni uno, ni unidad. No es divinidad, ni bondad, ni espíritu en el sentido en que
nosotros lo entendemos. […] No es ninguna de las cosas que son ni de las que no son. Nadie la
conoce tal cual es ni la Causa conoce a nadie como es. No tiene razón, ni nombre, ni
conocimiento. No es tiniebla ni luz, ni error ni verdad. Absolutamente nada se puede afirmar ni
negar de ella”. Pseudo-Dionisio Areopagita, Teología mística, c. 5, 1040D-1048B, ed. cit., p.
379.

3. Teología negativa en Tomás de Aquino (Suma teológica I, c. 3, proemio)

“Una vez conocido si algo es, resta preguntarse cómo es, para conocer acerca de él qué
es. Pero dado que acerca de Dios no podemos conocer qué es, no podemos considerar acerca de
Dios cómo es, sino más bien cómo no es. Hay que considerar pues, en primer lugar, cómo no
es; en segundo lugar, cómo le conocemos; en tercer lugar, cómo le nombramos. Ahora bien,

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puede mostrarse sobre Dios cómo no es, removiendo de Él todas aquellas cosas que no le
convienen, como la composición, el movimiento y otras cosas por el estilo”.

4. Teología catafática subrepticia (Suma teológica I, c. 3, a. 1 y 2, c.)

“Respondo diciendo absolutamente que Dios no es cuerpo. Esto se puede mostrar de


tres modos. Primero, ciertamente, porque ningún cuerpo mueve si no es movido, como es
evidente induciéndolo a partir de los singulares. Ahora bien, se ha mostrado más arriba que
Dios es el primer motor inmóvil. Por lo que es evidente que Dios no es cuerpo. Segundo,
porque es necesario que aquello que es el primer ente, sea en acto, y de ningún modo en
potencia. […] Pero se ha mostrado más arriba que Dios es el primer ente. […] Tercero, porque
Dios es aquello que es sumamente noble [nobilissimum] entre los entes. […]”.

“Respondo diciendo que es imposible que en Dios haya materia. En primer lugar,
porque la materia es aquello que está en potencia. Ahora bien, se ha mostrado que Dios es acto
puro, y no tiene nada de potencialidad. […] Segundo, porque todo lo compuesto de materia y
forma es perfecto y bueno por su forma, por lo que conviene que sea bueno por participación,
según que la materia participa de la forma. Ahora bien, aquello que es bueno y óptimo, como
es Dios, no es bueno por participación, porque lo bueno por esencia es anterior a lo que es
bueno por participación. […] Tercero, porque todo agente actúa por su forma […]. Por
consiguiente, aquello que es agente primero y por sí, conviene que sea forma primero y por sí.
Ahora bien, Dios es Deus el agente primero, dado que es la primera causa eficiente, como se ha
mostrado. Por consiguiente, es forma por su propia esencia, y no está compuesto de materia y
forma.

4. Conocimiento indirecto de la esencia divina (Suma teológica I, c. 13, a. 1, c.)

“Respondo diciendo que, según el filósofo, las voces son signos de las cosas
entendidas, y el intelecto posee semejanzas de las cosas. Y así es evidente que las voces se
refieren a las cosas significadas mediante la concepción del intelecto. Por consiguiente, en la
medida en que podemos conocer algo con el intelecto, del mismo modo podemos nombrarla.
Ahora bien, se ha mostrado más arriba que en esta vida no podemos ver a Dios por su esencia;
pero podemos conocerle a partir de las criaturas, según la relación al principio, y por modo de
excelencia y remoción. Así, pues, podemos nombrarle a partir de las criaturas; no obstante, no
de modo tal que el nombre que lo significa exprese la esencia divina según lo que es, al modo
como el nombre ‘hombre’ expresa por su significado la esencia del hombre según lo que es,
pues significa su definición, que manifiesta su esencia; pues la definición es el concepto [ratio]
que el nombre significa”.

5. Sentido de la predicación de los nombres divinos afirmativos (Suma teológica I, c. 13, a. 2,


c.)

“Respondo diciendo que con respecto a los nombres que se predican de Dios
negativamente, o que significan relaciones de Él hacia las criaturas, es evidente que de ningún
modo significan su sustancia, sino la remoción de alguna cosa con respecto a Él, o la relación
de Él hacia otro o, más bien, de otro hacia Él. Pero con respecto a los nombres que absoluta y
afirmativamente se predican de Dios, como bueno, sabio, y otros por el estilo, se han dado
distintas opiniones. Algunos, pues, dijeron que todos estos nombres, aunque se prediquen
afirmativamente de Dios, sin embargo han sido impuestos más para remover algo de Dios que
para poner algo en Él. A partir de esto, dicen que cuando decimos ‘Dios es viviente’,
significamos que Dios no es del modo como son las cosas inanimadas, y que del mismo modo
hay que entender los demás [nombres]. Esto lo propuso Rabbi Moyses. Otros, en cambio, dicen

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que estos nombres han sido impuestos para significar su relación con las cosas creadas, de
modo que cuando decimos ‘Dios es bueno’, el sentido es que Dios es causa de la bondad en las
cosas. Y lo mismo en los demás [nombres]. Pero ambas posiciones parecen inconvenientes, por
tres razones. Primero, pues, porque en ninguna de estas posiciones se puede asignar una razón
de por qué algunos nombres pueden predicarse de Dios más bien que otros. Pues es causa de
los cuerpos, como lo es de los bienes, por lo cual, si cuando se dice que Dios es bueno no
significase otra cosa que ‘Dios es causa de los bienes’, podría decirse del mismo modo que
Dios es cuerpo, porque es causa de los cuerpos. Además, en cuanto se dice que es cuerpo, se
remueve el que sea ente sólo en potencia, como es la materia prima. En segundo lugar, porque
se seguiría que todos los nombres predicados de Dios se predicarían de Él con posterioridad,
como lo sano se dice con posterioridad de la medicina, en cuanto significa sólo que es la causa
dela salud en el animal, que se dice sano con anterioridad. En tercer lugar, porque esto va
contra la intención de quienes hablan sobre Dios. Pues cuando dicen que Dios es viviente,
intentan decir algo distinto a que Él es causa de nuestra vida, o que es distinto de los cuerpos
inanimados. Y por eso hay que decir algo distinto, a saber, que tales nombres significan la
substancia divina, y se predican de Dios substancialmente, pero son deficientes para
representarle. Lo cual es manifiesto del siguiente modo. Los nombres significan a Dios al
modo como nuestro intelecto le conoce. Ahora bien, nuestro intelecto, dado que conoce a Dios
a partir de las criaturas, le conoce en cuanto las criaturas le representan [a Él]. Ahora bien, se
ha mostrado más arriba que Dios pre-contiene en sí todas las perfecciones de las criaturas, de
modo absoluto y universalmente perfecto. Por lo tanto, cualquier criatura le representa y tiene
alguna semejanza con Él, en la medida en que tiene alguna perfección; no obstante, no de
modo tal que le represente como algo del mismo género o especie, sino como a un principio
excelente, con respecto a cuya forma los efectos son deficientes, y sin embargo alcanzan
alguna semejanza; al modo como las formas de los cuerpos inferiores representan la virtud del
sol. Y esto ha sido expuesto más arriba, al tratar acerca de la perfección divina. Así, pues, los
nombres antes mencionados significan la substancia divina, aunque imperfectamente, como
también las criaturas la representan imperfectamente. Por consiguiente, cuando se dice ‘Dios es
bueno’, el sentido no es ‘Dios es causa de la bondad’, o ‘Dios no es malo’, sino que el sentido
es que aquello que llamamos ‘bondad’ en las criaturas, preexiste en Dios, y ciertamente de un
modo más alto. Por lo tanto, de aquí no se sigue que a Dios competa ser bueno en cuanto causa
la bondad, sino al contrario, porque es bueno, difunde su bondad en las cosas, según aquello de
Agustín en Sobre la doctrina cristiana, ‘en cuanto es bueno, somos’”.

6. Atributos divinos propios e impropios (metafóricos)

Suma teológica I, c. 13, a. 3, c.

“Respondo diciendo que, como se ha dicho, conocemos a Dios a partir de las


perfecciones que proceden de Él hacia las criaturas; estas perfecciones, ciertamente, se
encuentran en Dios de un modo más eminente que en las criaturas. Ahora bien, nuestro
intelecto, aprehende estas [perfecciones] al modo como se encuentran en las criaturas, y según
las aprehende, así las significa mediante nombres. Por consiguiente, en los nombres que
atribuimos a Dios, hay que considerar dos cosas, a saber, las mismas perfecciones significadas,
como la bondad, la vida, y cosas por el estilo; y el modo de significar. Por tanto, en cuanto a
aquello que tales nombres significan, competen propiamente a Dios, y de modo más propio que
a las criaturas mismas, y se predican de Él con prioridad. En cambio, en cuanto al modo de
significar, no se predican propiamente de Dios, pues tienen un modo de significar que compete
a las criaturas”.

Suma teológica I, c. 13, a. 6, c.

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“Debe decirse que en todos los nombres que se predican analógicamente de muchos, es
necesario que todos se digan por relación a uno, y por eso conviene que aquello uno se ponga
en la definición de todos.
Y porque la razón significada por el nombre es la definición, como se dice en el libro
IV de la Metafísica, es necesario que aquel nombre se predique con anterioridad de aquello que
se pone en la definición de los otros, y con posterioridad de aquellos, según el orden por el cual
se aproximan a aquél más o menos, como lo sano, que se dice del animal, cae en la definición
de lo sano dicho de la medicina, que se dice sana en cuanto causa la sanidad en el animal. Y en
la definición de lo sano dicho de la orina, que se dice sana en cuanto es signo de la sanidad del
animal.
Así, todos los nombres que se dicen de Dios metafóricamente, se dicen con anterioridad
de las criaturas que de Dios, porque dichos de Dios, no significan otra cosa que semejanzas con
tales criaturas. Pues como el reír dicho de un prado no significa otra cosa más que el prado se
embellece cuando florece del mismo modo que el hombre cuando ríe, según una semejanza de
proporción, así el nombre ‘león’ dicho de Dios no significa otra cosa más que Dios opera con
fortaleza en sus obras del mismo modo que el león en las suyas. Y así queda claro que, según
que se dicen de Dios, no puede definirse su significación más que por aquello que se dice de
las criaturas.
Con los otros nombres que no se dicen de Dios metafóricamente ocurriría lo mismo si
se dijeran de Dios sólo causalmente, como algunos pensaron. Así, cuando se dice que Dios es
bueno, no significaría otra cosa más que Dios es causa de la bondad; y así el nombre ‘bueno’,
dicho de Dios, encerraría en su comprensión sólo la bondad de la criatura. Por lo que bueno se
diría con anterioridad de la criatura que de Dios.
Ahora bien, arriba se ha mostrado que estos nombres no se dicen de Dios sólo
causalmente, sino también esencialmente. Pues cuando se dice que Dios es bueno o sabio no
sólo se significa que Él mismo es causa de la sabiduría o la bondad, sino que estas cosas
preexisten en Él de modo eminente. Por lo que, según esto, se debe decir que en cuanto a la
cosa significada por el nombre, se dicen con anterioridad de Dios que de las criaturas, porque
estas perfecciones manan de Dios hacia las criaturas. Pero en cuanto a la imposición del
nombre, son impuestos por nosotros primero a las criaturas, a las cuales conocemos primero.
Por lo que también tienen un modo de significar que corresponde a las criaturas, como queda
dicho arriba”.

Comentario a las Sentencias, I, distinción 22, c. 5, a. 1.

“Algunos nombres se dicen propiamente de Dios, porque en cuanto a la realidad


significada se encuentran antes en Dios que en las criaturas, como la bondad, la sabiduría y
cosas por el estilo”.

Suma teológica I, c. 13, a. 3, resp. a la obj. 1

“Se debe decir que algunos nombres significan las perfecciones que proceden de Dios
hacia las cosas creadas de tal modo que el mismo modo imperfecto por el cual la perfección
divina está participada por la criatura se incluye en el mismo nombre significado, como
‘piedra’ significa algún ente material, y estos nombres no se pueden atribuir a Dios, a no ser
metafóricamente. Pero hay algunos nombres que significan las mismas perfecciones de modo
absoluto, sin que algún modo de participarla se incluya en su significación, como ente, bueno,
viviente y otros semejante, y tales se dicen de Dios propiamente”.

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