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LA REALIDAD HUMANA COMO PAUTA ÉTICA

EN LA FILOSOFÍA DE XAVIER ZUBIRI

THE FUNDAMENTAL CONCEPTS OF XAVIER


ZUBIRI ABOUT MAN AS A MORAL REALITY

Juan José García


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Resumen

Este trabajo explicita las nociones fundamentales de Xavier Zubiri sobre el hom-
bre como realidad moral: el fundamento de esta conceptualización y las razones
por las que su planteamiento se encuentra en las antípodas de un relativismo ético,
aun cuando enfatice el inexorable ejercicio de la libertad por parte del hombre para
hacer su vida —para «realizarse», en el preciso sentido que tiene este término en el
sistema zubiriano. A continuación se hace una crítica a parte de la prolongación y de
la interpretación del sucinto pensamiento ético del filósofo español —inédito hasta
después de su muerte— propuestas por Diego Gracia. Concretamente se señala que
una «ética formal del bienes», tan próxima desde su óptica a una postura kantiana,
no parece congruente con lo explícitamente afirmado por Zubiri.
Palabras clave:: Realidad humana
humana, Ética, Realización.

Cuad. Bioét. XVI, 2005/3ª 375


Juan José García

Abstract

This work explains the fundamental concepts of Xavier Zubiri about man as a
moral reality. It covers the ground of this conceptualization and the reasons why its
approach is diametrically opposed to ethical relativism, even though it stresses the
inexorable exercise of freedom on the part of man to make his own life “in order to
realize himself”, in the precise sense which this expression has in the Zubirian system.
Moreover the work critiques the interpretation and extensions of Zubiri’s succinct
ethical thought as proposed by Diego Gracia after Zubiri’s death, based on works
published posthumously. Specifically, the present work points out that an ethical
form of the good, similar to Kant’s position, is not congruent with what Zubiri has
explicitly affirmed.
Key words: Moral reality, Ethics, Realization.

1. Introducción con rigor los estudios zubirianos basados


en escritos inéditos en vida del filósofo.
Xavier Zubiri no dejó prácticamente De todos modos, el capítulo VII, «El
ningún escrito publicado sobre la mora- hombre, realidad moral», tomado del
lidad humana, aunque sus ideas fueron curso oral de treinta y cinco lecciones
ampliamente difundidas por José Luis L. que dictó Zubiri en 1953-19544, es lo su-
Aranguren1. ficientemente extenso y explícito; por esto
Póstumamente, Ignacio Ellacuría se puede adoptar como texto básico para
editó Sobre el hombre2 con materiales de adentrarse en lo que el filósofo entiende
diversas épocas3, aunque no se trata de por «hecho moral» sin dificultades de
una edición crítica —lo que no deja de interpretación5. Su innegable limitación
ser un inconveniente para fundamentar es que no incursiona demasiado en las
implicaciones del tema.
En síntesis, Zubiri sostiene que el
1 Su libro Ética, cuya primera edición de hombre se encuentra impelido a reali-
1958 cuenta con numerosas reediciones, recoge zarse, a hacer realidad en su vida las
los planteamientos éticos básicos de Zubiri. Cfr.
posibilidades que encuentra, y al hacerlo
Aranguren, J. L. Ética, 3ª ed., Revista de Occidente,
Madrid, 1965, 19-29. necesariamente tiene que optar por algu-
2 Zubiri, X. Sobre el hombre, Alianza, Madrid,
1986.
3 Los cursos orales que dictaba Zubiri eran 4 Cfr. Ellacuría, I. «Presentación». En: Zubiri,
grabados y corregidos por él, pero muy pocos X. Sobre el hombre, op. cit. xix.
fueron publicados en vida del filósofo. Siguió una 5 Cfr. Zubiri, X. Sobre el hombre, op. cit. 343-
conducta similar con lo que escribía. 440.

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nas muy concretas que, al mismo tiempo, se encuentra el pensamiento de Zubiri


lo van configurando personalmente. Por sobre «la realidad moral» —sobre el hom-
esta razón, el hombre es una realidad bre— de cualquier tipo de ambigüedad
moral. No puede no elegir, y eligiendo que pudiera dar pie a planteamientos
se elige: a partir de su «personeidad», su que, si bien no se presentan como neta-
constitución psico-física, va conformando mente relativistas, son de tal amplitud
libremente su «personalidad»6. Por otra que podrían dar cabida a cualquier
parte, esta «imposición» que lo real ejerce tipo de moral, al menos en cuanto a
sobre el hombre para que elija determina- sus contenidos. Es decir, desde algunas
das realidades tiene un carácter gozoso: interpretaciones y prolongaciones del
sus propias estructuras psico-somáticas pensamiento del filósofo, pudiera parecer
tienden a satisfacerse con cosas reales. que lo elemental de sus reflexiones en
La brevedad del desarrollo de algunos esta materia legitimara posturas diversas
temas planteados por Zubiri, concreta- —y hasta contradictorias, cabría decir–,
mente el que se refiere al hombre como considerándolas como compatibles con
realidad moral, incita a prolongar su pen- una ética de impronta zubiriana. Por el
samiento. El riesgo que se corre es llegar contrario, lo que se infiere de la lectura de
a unas conclusiones que resultan contra- los textos póstumos de Zubiri, más aún
dictorias —en parte, al menos— con sus leídos a la luz de los que dejó publicados,
nociones fundamentales. En algún caso, es que si bien, y en concreto para el tema
esto es más que un riesgo. Esa impresión que aquí se aborda, son muy básicos, al
deja la postura de Jordi Corominas en su mismo tiempo resultan sobradamente
libro Ética primera7, aunque se trate más nítidos como para que queden al margen
de una interpretación que de una pro- de todo tipo de relativismo.
longación. Ese libro recoge los aspectos
más señalados de su tesis de doctorado 2. Al margen de todo relativismo
dirigida por Ángel González —partida-
rios, ambos, de una estricta simultaneidad Existen fundadas razones para dis-
de los momentos intelectivo, volitivo y tanciarse de una interpretación relati-
sensible en la filosofía de Zubiri8. vista —ambigua, si se prefiere— de los
planteamientos éticos zubirianos. Tres
En relación con este riesgo, el objetivo citas de su libro El hombre y la verdad,
de este trabajo es señalar lo remoto que resultan inequívocas sobre la decisiva
importancia que esta tiene en la vida
humana. Porque en la verdad que desde
6 Ibid., 129-221. la realidad se le impone al hombre éste
7 Corominas Escudé, J. Ética primera. Aporta-
puede descubrir su propio «modo de
ción de X. Zubiri al debate ético contemporáneo, Desclée
de Brouwer, Bilbao, 2000. realidad», en el cual la libertad es una
8 Cfr. González, A. Estructuras de la praxis, exigencia de creatividad que no parte de
Trotta / Fundación Xavier Zubiri, Madrid, 1997. una total indeterminación, sino que ha

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de ejercerse inexorablemente desde su de todo posible sentido. El segundo, se


propia realidad determinada que él no hace presente desde la forma de realidad
se ha dado a si mismo, y que resulta una propia del ser humano. En este último
pauta fundante del ejercicio de su libertad aspecto se podrían señalar, al menos, tres
si pretende ser verdaderamente libre y no instancias distintas en las que se explicita
arbitrario. Afirma Zubiri: «El hombre es la necesaria presencia de la verdad en la
un ente que no puede desentenderse de correcta realización de la vida humana: la
la verdad, sino que la verdad constituye primera se fundamenta en la estructura
un ingrediente esencial de su propia rea- del hombre, y consiste en el «phylum»
lidad humana»9. Más adelante enfatiza: humano en tanto que estructuración ge-
«La verdad es un ingrediente esencial del nética que condiciona la realización del
hombre, y todo intento —teórico o prác- hombre en su específica «humanidad»;
tico— de aplastar la verdad sería en el la segunda, se deduce desde el ejercicio
fondo un intento —teórico y práctico— de de la inteligencia humana en su peculiar
aplastar al hombre»10. Finalmente, aunque modo de sentir, que determina un en-
se podría abundar en citas de otros tra- frentamiento con las cosas en su carácter
bajos sobre este tema, un texto en el que de realidades, y consiste en la capacidad
discierne lo que podría considerarse como que tiene el hombre para juzgar su pro-
la actitud fundamental que inspira los pia realización; por último, la voz de la
diferentes relativismos morales vigentes: conciencia, como un modo de presencia
el «desarraigo» de toda realidad. Sostiene de lo real en la dinámica propia de la
Zubiri: «Quiéralo o no lo quiera, por muy realización humana, abierta al ejercicio de
nihilista que se declare, el hombre vive una libertad que, aunque necesariamente
henchido de realidad. En todos los actos encuentra unos condicionamientos, no
que ejecuta a lo largo de su vida, en todas pierde su capacidad de optar.
las dimensiones de esos actos (por muy
poco intelectuales que sean) va siempre 2.1. Las exigencias de lo real
envuelto un momento de realidad, que
es lo que da al acto humano su carácter Prolongando el pensamiento de Zu-
específicamente humano»11. biri en un aspecto tan vinculado con la
Hay dos aspectos en los que se pue- moralidad humana como es la funda-
de reconocer la fuerza impositiva de la mentación del «sentido» en la realidad,
realidad en la vida humana. El primero se podría concluir que el «desarraigo»
es el que se puede constatar desde lo de la realidad se traduce tanto en lo que
real en cuanto real, como fundamento cabría llamar su «arbitrariedad» —parece
que ya no interesa encontrar al sentido
su fundamento en lo real, sino que basta
9 Zubiri, X. El hombre y la verdad (1966),
Alianza, Madrid, 1999, 139. con que la propia subjetividad resulte
10 Ibid., 164. gratificada por el mismo—, como en el
11 Ibid., 38. «sin sentido» que impera hoy en tantas

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filosofías. Ambas posturas implican, al ticas humanas y sociales de la actualidad


menos, prescindir de la verdad en una que, en cierto modo, no se habían dado
dimensión tan importante de la vida hasta ahora, pero que no pierden su ca-
humana como es la moral. rácter de opciones humanas y que, por
La articulación entre «cosa-real» y tales, no pueden dejar de ser morales.
«cosa-sentido», en la que no se entrará Por tanto, exigen el pronunciamiento de
en este trabajo, es una noción importante una inteligencia que por ser sentiente huye
también cuando se hace referencia a la de las abstracciones, se hace cargo de las
realización humana. Por esta razón im- instancias más concretas de lo real, pero
porta señalar algunos aspectos generales: que por ser inteligencia es capaz de dis-
clarifican las posibles ambigüedades en cernir cuándo alguna opción que hacen
la interpretación y en la prolongación de los hombres deja de ser humana, porque
la filosofía de Zubiri. En una época en la no está legitimada por las exigencias de
que, como se decía en el párrafo anterior, una realidad que tiene una forma deter-
algunos de los pocos que sostienen la minada; según la conceptualización de
vigencia del sentido tienden a convali- Zubiri, la de una «esencia abierta» que al
dar todos los que sean gratificantes para realizarse necesariamente debe contar con
quienes los hayan esgrimido, o aquellos los demás y con el resto de cosas reales,
que socialmente resulten «políticamente que también poseen su propio modo de
correctos», el filósofo español no cede realidad, su propia «condición»; por tan-
ante esta tendencia y, convencido de que to, su inherente capacidad, o incapacidad,
las «cosas-sentido» forman un «construc- para tener un sentido determinado por la
to» con la realidad humana —expresión libertad humana. Y que, en consecuencia,
que toma de la lingüística, con la que se no pueden dejar de resultar posibilidades
hace referencia a algunas expresiones en apropiables desde su misma condición
lenguas semíticas que involucran indiso- de realidades, o desapropiables porque
lublemente dos términos—, sostiene que no poseen el fundamento suficiente en
es imprescindible que las cosas reales su propia estructura para constituirse en
posean una «condición» sin la que no posibilidades que realicen al hombre en
pueden convertirse en «cosas-sentido» la línea de una plenitud exigida desde sus
por mucho empeño que el hombre pon- mismas estructuras psico-físicas.
ga12. Es decir, el sentido no es arbitrario: la
libertad humana tiene un límite en el «de 2.2. Las exigencias propias de la realidad
suyo» —o «en propio»— que la realidad humana
posee. Noción clave de su filosofía que
ilumina la naturaleza de tantas problemá- a) El «phylum» humano

Una pauta para descartar cualquier


12 Zubiri, X. Sobre la realidad. Alianza, Ma- tipo de ambigüedad en Zubiri es su
drid, 2001, 222. conceptualización de la sustantividad

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humana como «sistema psico-físico»13. con ocasión de diferentes aspectos de la


Según el filósofo, el hombre posee un vida humana. Señala Zubiri: «La unidad
phylum, una determinada estructuración filética del animal de realidades es la
genética que implica su apertura a la rea- que constituye la especie humana»14. Y
lidad en cuanto tal, y a sus semejantes en puntualiza que este conjunto de carac-
la condición de tales: en esto se diferencia teres filéticos no sólo se puede constatar
cualitativamente de los animales. Por tan- biológicamente, sino que se trata de una
to, su modo de realizarse no depende ex- estructura metafísica, algo en lo que con-
clusivamente de sus opciones libres, sino siste la realidad humana en cuanto tal15.
también de las «exigencias» implicadas Esta estructura metafísica tiene unas
en su estructuración genética básica. Es precisas dimensiones estructurales, tanto
decir, la realización adecuada del hombre a nivel individual como a nivel social e
estará siempre en la línea de su propia histórico. Por tanto, no resulta propia-
«phyliación» —y no otra diferente que se mente humano cualquier tipo de vida, ni
le pudiera ocurrir—, aunque no se esté cualquier organización social; ni tampoco
en condiciones, dentro de las diversas es posible justificar como si fuera legítima
posibilidades viables, de determinar cuál cualquier realización histórica —todas
sea la óptima. En este sentido, y aunque ellas portadoras de su propia dimensión
Zubiri no desciende a este ejemplo, es «moral», en tanto que el hombre es una
perfectamente coherente sostener que así «realidad moral».
como no es conveniente, y hasta podría Zubiri sostiene que «sólo hay socie-
resultarle dañino, determinado tipo de dad cuando el phylum es humano, esto
alimentación que no se adecuara a sus es, cuando el animal es animal de rea-
exigencias biológicas, análogamente lidades»16. De ahí que el hombre llegue
tampoco cualquier conducta moral a «lo social desde su propia animalidad
—cualquier modo de realización— re- abierta desde sí misma a la realidad»17. Y
sulta compatible con su característica porque el phylum es primariamente pros-
de animal humano, con unas exigencias pectivo en sí mismo, en cuanto phylum,
intelectuales que tienen, según el filósofo, el hombre es sujeto de la prospección, y
una estricta función biológica primaria, su transmisión de vida es «herencia» en
aunque el papel de la inteligencia en la sentido amplísimo, es «tradición» en el
vida humana sea mucho más amplio. sentido de «entregar» —tradere— «modos
Las referencias al phylum en sus es- de estar vivientemente en la realidad»18.
critos no son una cita ocasional. Por el Recepción de una herencia que el hombre
contrario, en siete lugares distintos de
su libro Sobre el hombre, para no hacer 14 Ibid., 188.
referencia a otros, alude a esta realidad 15 Cfr. Zubiri, X. Sobre la esencia. Alianza,
Madrid, 1985, 250-256.
16 Zubiri, X. Sobre el hombre, op. cit. 199.
13 Cfr. Zubiri, X. Sobre el hombre, op. cit. 60- 17 Ibid.
68. 18 Ibid. 199.

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no recibe pasivamente, porque necesaria- y las que proceden del sistema de notas
mente «juzga» y decide sobre su adecua- en las que consiste la sustantividad del
ción o inadecuación a lo que él considera hombre. Por esta razón, también los
una exigencia humana. También podría, planteamientos éticos de Zubiri están
negando esa exigencia desde su libertad, totalmente «arraigados» en lo que el
realizar su vida personal y social al mar- hombre es como realidad psicosomática,
gen de la misma. Pero entonces se trataría y se centran en la proyección que el animal
de una positiva negación de lo exigido humano necesariamente posee por ser la
por una precisa estructura que impone única esencia intramundana abierta a la
una dinámica determinada para realizar- totalidad de lo real y, específicamente, a
se. Es decir, el ser humano puede ignorar su propia realidad —lo que nunca ocurre
—voluntaria o involuntariamente— su con el animal inextricablemente unido a
específica realidad; lo que no puede hacer su medio casi como si formara parte de
es anularla. su propia constitución biológica.
El hombre tiene, por tanto, una deter-
minada estructura psico-física de la que b) La capacidad del animal de realidades
no puede desentenderse en la realización para juzgar sobre su propia realización
de su personalidad, ni tampoco en la
configuración de su vida social, que no es Además, el hombre, por su capacidad
algo por lo que libremente haya optado, de inteligir que lo capacita para enfren-
sino que responde a una codificación ge- tarse consigo mismo y con el resto de
nética que le «obliga» a vivir socialmente; las cosas como realidades, puede com-
es decir, a estar «vertido» a sus semejantes probar cómo se atempera a la realidad
—en lenguaje del filósofo— según su según su estado y sus elecciones libres.
precisa condición de ser otras realidades Explica Zubiri: «Cuando la aprehensión
humanas. Por esta razón si en ese modo estimúlica misma coloca al hombre en la
de organización social, con toda la am- imposibilidad de asegurar por ella mis-
plitud que pueda caber, se conculcaran ma una respuesta adecuada, el hombre
algunas exigencias «phyléticas», esa so- se hace cargo de la realidad. Este nuevo
ciedad se convertiría en un impedimento enfrentamiento concierne ante todo al
para su propia realización en su carácter momento aprehensor: se aprehende en
específicamente humano. una intelección sentiente, pero concierne
Se podría tener la impresión de que también al modo de atemperamiento: se
estamos ante una postura excesivamen- está afectado por lo real en sentimiento,
te «biologicista». Pero ocurre que, en el y concierne al momento de respuesta
pensamiento de Zubiri, lo más humano propiamente dicha: el hombre ha de
está estructurado somáticamente, gené- optar por la respuesta real que ha de dar
ticamente, cabría decir, y no hay antino- a lo real»19.
mias entre unas exigencias que podrían
parecer más nítidamente «espirituales», 19 Ibid., 69.

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Porque posee una inteligencia sen- Zubiri describe con precisión las dos
tiente, el hombre entiende sensiblemente, instancias de este hecho. En la primera
o siente inteligentemente. Precisamente el hombre se hace cargo de lo real por lo
por «sentir inteligentemente», el hombre, que ha optado en razón de su expectativa
cuando elige algo, no sólo percibe su de satisfacción y en qué medida lo ha
nuevo estado satisfecho o insatisfecho logrado. En la segunda el hombre puede
—su «atemperamiento», en el léxico de hacerse cargo de su «manera» de estar
Zubiri, que es el modo como la realidad en la realidad y, por tanto, de cómo ha
afecta a su sentimiento—, sino que tam- optado al realizarse, si exclusivamente en
bién es capaz de hacerse cargo de cuál razón de que la realidad «apropiada» es
es el origen de esa posible satisfacción o una «realidad satisfaciente», o teniendo
insatisfacción. Es decir, no sólo se hace en cuenta, además, en qué consiste esa
cargo de cómo se encuentra en la realidad, realidad en tanto que «realidad moral»,
sino también es capaz de percibir qué tal como puntualiza en un texto clave:
realidad le produce un estado gozoso «No basta con beber un vaso de agua
o desdichado, y la razón por la que esa si se tiene sed. Si opto por beberlo, la
realidad puede generar ese estado. Los opción, por un lado, ha elegido el agua,
textos de su libro Sobre el hombre son pero esto no nos dice lo suficiente para
claros y explícitos: «Ese enfrentamiento saber la manera de realidad por la que
tiene dos dimensiones: la realidad de mi he optado: realidad satisfaciente, realidad
satisfacción y la realidad de mi “manera” moral, etc. Hacerse cargo de la realidad
de estar en la realidad»20. De modo que es estar abierto a la manera de estar en
la voluntad, cuyo ejercicio Zubiri funda- la realidad. No sólo es apertura de la
menta en la dinámica de las tendencias acción, sino algo más hondo: apertura de
—por lo que la denomina voluntad ten- la sustantividad»22. Apertura irrestricta a
dente—, puede elegir, optar, teniendo en todo lo real, y por tanto a la adecuación, o
cuenta no sólo el atemperamiento a lo inadecuación, de la realidad «apropiada»
real, sino lo justificado que esté o deje de y al modo de «apropiarse» de la misma
estar dicho atemperamiento en razón de por parte del hombre.
las exigencias de la realidad determinada Aunque Zubiri no descienda a este
en que consiste el hombre. Precisamen- nivel en su análisis, si todo lo que le
te, Zubiri denomina «justificación» a produce placer al hombre fuera realmente
la característica intrínseca de los actos conveniente para su forma de realidad
morales del hombre, en contraposición y, viceversa, todo lo inconveniente le
a la «justeza», que es el carácter formal, produjera insatisfacción, no se explicaría
según el filósofo, del «ayuntamiento entre la presencia del mal, cuyo origen radica,
el animal y su medio»21. según el filósofo, en la libertad humana
—el planteamiento es muy claro en los
20 Ibid., 39.
21 Ibid., 346. 22 Ibid., 71.

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cursos que recoge su libro póstumo Sobre menos en lo que respecta a posibilidades
el sentimiento y la volición—, porque en vitandas. Se volverá sobre este tema,
tanto que reales, todas las cosas poseen pero importa señalar que el hecho de no
una «bondad» fundamental23. Y no obs- poder determinar qué sea lo mejor para
tante, el mal existe en el mundo. cada uno, de ningún modo implica que
Por tanto, parece claro que en el se ignore qué opciones jamás podrán
hombre hay un innegable ejercicio de su resultar aptas porque contrarían las exi-
dimensión intelectiva que es capaz no gencias, incluso biológicas, del hombre
sólo de constatar la reacción sensible ante como realidad humana.
determinada realidad, sino también la Por tanto, el hombre posee, según Zu-
«manera» de estar en la realidad; es decir, biri, un modo de orientarse en esa reali-
es capaz de hacerse cargo de en qué me- zación a la que se encuentra impelido por
dida esa sensación —grata o desagrada- la realidad misma. Y esa pauta con la que
ble— es «justificable», es decir, se «ajusta» puede contar adquiere el carácter de un
a lo exigido por una realidad determinada indicio de cómo podría realizarse de una
como es la realidad humana. manera oportuna. Pauta que puede «aus-
cultarse» porque la realidad no es muda.
c) La voz de la conciencia Afirma el filósofo: «En cada instante de
su vida el hombre posee, en principio,
Por último, es un tema reiteradamente eso que se llama voz de la conciencia. Es
tratado en las dos últimas partes de El la voz que en una o en otra forma dicta
hombre y Dios es la voz de la conciencia. al hombre lo que ha de hacer o no hacer.
Una voz que Zubiri identifica con la voz (...) Generalmente suele invocarse esta
de la realidad, y que no consiste sólo en voz tan sólo cuando se trata de deberes.
el «reproche», al que generalmente se la Pero esto es insuficiente, porque en rea-
ha identificado, según el filósofo, sino lidad esta voz nos habla siempre en todo
que es una positiva orientación para la acto»24. Y añade: «Esta voz me dicta algo.
propia realización personal. Es verdad (...) Y en todos estos dictados lo que la
que Zubiri no desciende a los contenidos voz de la conciencia dicta como algo que
concretos que esa voz va proponiendo emerge del fondo de mi propia realidad,
como objetivo. Pero también es cierto que, es justamente una forma de realidad que
tratándose de la voz de una realidad que he de adoptar»25. Y esto porque «la voz de
posee una forma determinada —indepen- la conciencia es justamente como una re-
dientemente de cuál haya sido el proceso misión notificante a la forma de realidad.
de su morfogénesis, el hombre no se ha Y aquello de que es noticia es la realidad.
dado a sí mismo su propio phylum—, Desde este punto de vista, el hombre es la
esta posee unas precisas exigencias; al
24 Zubiri, X. El hombre y Dios, 6ª ed., Alianza,
23 Cfr. Zubiri, X. Sobre la esencia, op. cit. 417 Madrid, 1998, 101-102.
y ss. 25 Ibid., 102.

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voz de la realidad. La voz de la conciencia realización que, en tanto que acto de liber-
no es sino el clamor de la realidad camino tad, «como modo de ser de una volición,
del absoluto»26, de ese absoluto que cobra consiste formalmente en ser un acto de
el hombre real al «adoptar» un modo de amor fruente»29. «Fruencia», o gozo, que
realidad, haciendo así de lo recibido algo Zubiri identifica con «la conveniencia (...)
realizado —«creativamente» realizado de dos realidades, de las cuales la del
desde su libertad. hombre es plenaria en la realidad en la
Importa subrayar en los párrafos que ha depuesto su fruición»30, decía en
citados el énfasis de Zubiri sobre lo que su curso «Acerca de la voluntad» en 1961.
constituye el origen y el fundamento de Incorporando a esta conceptualización la
esa voz, la realidad: «algo que emerge propia de la voz de la conciencia, cabría
del fondo de mi propia realidad», que «es añadir: no sólo fruente, o feliz, por ser un
justamente como una remisión notifican- acto de voluntad que depone en algo real
te a la forma de realidad» y «clamor de la su fruencia, sino, además, por coincidir
realidad»27. ¿Podría caber alguna duda con esa voz de la conciencia, interior al
sobre la consistencia, y la fundamentación hombre, que parece la instancia decisiva
que tiene esta «voz», aun contando con para que la libertad no sea espontaneidad
la posible distorsión «auditiva» que a la ni arbitrariedad —distinción destacada
persona le pueda haber acarreado un ejer- por el filósofo31.
cicio erróneo de su libertad, o las defor- Esta voz de la conciencia como voz
maciones que puede haber incorporado de la realidad es otra pauta que el hom-
de la sociedad a la que pertenece? bre tiene para su realización, en tanto
Por tanto, a través de la voz de su que aspira a ser coherente en su obrar
conciencia el hombre tiene acceso a lo como «modo de autoposesión», en la
que cabría considerar una pauta que que consiste la vida humana, según
es al mismo tiempo como un primer Zubiri32. Autoposesión que el hombre
estadio para su realización oportuna, en realiza libremente al apropiarse de de-
el sentido de que todo posible «acierto» terminadas realidades, porque al hacer
necesariamente deberá iniciarse en una propias determinadas realidades al mis-
coincidencia entre lo que se haga y lo que mo tiempo va apropiándose de sí mismo;
se piense que se debe hacer; entre lo que característica inherente al ejercicio de su
el hombre entiende como exigencia de libertad que lo constituye como «reali-
realización desde su inteligencia sentiente dad moral»33.
—inseparable de su voluntad tendente y de
su sentimiento afectante28— y su efectiva 29 Zubiri, X. Sobre el sentimiento y la volición.
1ª reimpr., Alianza, Madrid, 1993, 178.
30 Ibid., 44-45.
26 Ibid., 120. 31 Ibid., 105-106.
27 Las cursivas no son del texto de Zubiri. 32 Cfr. Zubiri, X. Sobre el hombre, op. cit.
28 Cfr. Zubiri, X. Inteligencia y realidad. 4ª ed., 571.
Alianza, Madrid, 1991, 282-283. 33 Ibid., 343-440.

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Desde estos textos, ¿cabría plantearse no dejan de sonar forzados muchas veces.
algún tipo de imprecisión respecto de las Por tanto, es plenamente justificable que
exigencias que la realidad —en primer A. Pintor-Ramos, cuando acomete la ta-
lugar, la propia— y de sus implicancias rea de prolongar el pensamiento ético de
en el comportamiento del hombre? ¿Da- Zubiri, explicitando las implicaciones que
rían pie estas reflexiones de Zubiri para los análisis de su trilogía sobre la inteli-
convalidar cualquier «contenido» en la gencia tendrían en el plano moral a nivel
moral, con tal de que la razón haya se- de «aprehensión primordial», considere
guido los pasos previstos en su filosofía —refiriéndose al «logos» y a la «razón»—
de la inteligencia? Esto parecería sostener que «los dos momentos ulteriores (…)
D. Gracia. están ampliamente desarrollados por D.
Gracia (…), sin que esto necesite otra cosa
3. Las prolongaciones de Diego Gracia que algún complemento»35, añade. Sería
al pensamiento ético de Zubiri interesante conocer ese complemento.
De todos modos, da la impresión de que
Es loable el intento de Diego Gracia en su valoración general de la propuesta de
su libro Fundamentos de Bioética34, al que Gracia no coincide totalmente con la que
en este trabajo se hace referencia exclu- se esbozará a continuación36. En efecto,
sivamente por su relación con la filosofía
de Zubiri: desarrolla, a nivel del logos y de
35 Cfr. Pintor-Ramos, A. Realidad y Sentido.
la razón, los pasos que deberían seguirse Desde una inspiración zubiriana. Publicaciones Uni-
para concretar unos contenidos éticos de versidad Pontificia de Salamanca, Salamanca, 1993,
acuerdo tanto a los principios formulados 98, nota al pie.
36 Importa señalar lo que sostiene A. Pintor-
por Zubiri sobre la «realidad moral» que
Ramos: «no sería cierto que el análisis zubiriano
es el hombre como a las etapas del dina- sea meramente “previo” a la moral como tal, como
mismo propio de la inteligencia, según “premoral” e indiferente para las morales concretas;
su acabada conceptualización del carácter habría que hablar más bien de una “protomoral”
(y en nota la pie, señala: Como hace D. Gracia,
«sentiente» de ésta. También es admirable Fundamentos de bioética, op. cit., p. 368), en el sentido
su capacidad para reformular el pensa- de punto de anclaje de toda moral posible, lo cual
miento zubiriano de un modo atractivo, para la filosofía significa al menos que esta no puede
desligarse del resto de la filosofía ni el deber de la
grato de leer. No deja de ser un logro im- realidad» (cfr. Pintor-Ramos, A., op. cit. 77-78). Pero
portante, teniendo en cuenta que la prosa ocurre que, tal como Gracia prolonga las reflexiones
de Zubiri —exceptuado su primer libro, de Zubiri, no parece que resultara una «protomoral»
en el sentido de que sirviera de «anclaje» de toda
Naturaleza, Historia, Dios— suele resultar
moral posible no desligada de la filosofía, porque
árida, plagada de neologismos que, si no queda demasiado claro que el deber se funda-
bien nunca se introducen arbitrariamente, mente en la estructura moral del hombre como
realidad consistente en un determinado sistema de
notas, más bien parecería que esa «ética formal de
bienes» que propone tiene mucho de formalidad
34 Gracias, D. Fundamentos de Bioética. Eude- kantiana «vacía». Es lo que se intentará mostrar en
ma, Madrid, 1989, 366,382 y 482,505. este apartado.

Cuad. Bioét. XVI, 2005/3ª 385


Juan José García

algunas conclusiones de Fundamentos Con respecto a lo que, desde la pers-


de Bioética no parecen estar enteramen- pectiva de este trabajo, cabría denominar
te de acuerdo con los desarrollos del «inferencias indebidas», cabe señalar
pensamiento ético zubiriano que hace el algunos pasajes especialmente represen-
autor —quizá por eso su lectura resulte tativos —todos corresponden a la tarea
un tanto desconcertante. Por otra parte, de la razón en su cometido de delimitar
es oportuno consignar lo que parecería los contenidos éticos38.
una injustificada omisión en algunos En las páginas 484 a 485, Gracia sos-
planteamientos de Gracia de elementos tiene: «Esta marcha de la moral en busca
importantes de la filosofía de Zubiri, so- de su concreción es real y necesaria, pero
bre todo en lo que se refiere al hombre, problemática. La moral concreta es un
que podría explicar lo injustificado de problema para la razón humana. En otros
algunas de dichas conclusiones37. términos: la moral racional es siempre
problemática. Aun en el caso de que sus
37 No se entrará en otras cuestiones que abor-
contenidos sean verdaderos, esa verdad
da el autor dentro de los desarrollos que realiza del no será nunca definitiva sino siempre
pensamiento de Zubiri, que son exclusivamente los provisional»39.
únicos del libro citado a los que se hará referencia en
este artículo —como quedó apuntado al comienzo
de este párrafo. Sin embargo, importa precisar un cuestiones morales tienen una complejidad mayor.
aspecto por lo decisivo que resulta para la ética. Pero también es verdad que, en definitiva —y esto
El hecho de que una ética pueda ser identificada no implica reformular en un tono «políticamente
dentro de las que suelen llamarse «de convicción», correcto» el núcleo al que apunta la crítica que se
generalmente entendidas como opuesta a las «teleo- esgrime como una «falacia»—, lo que se entienda
lógicas», o consecuencialistas, no implica que en las como bueno o malo dependerá necesariamente de
primeras no se tengan en cuenta las consecuencias para quién se considere bueno o malo ese acto, y ese
de los actos. Tan es así que un acto que en sí mismo juicio estará directamente relacionado con lo que
podría ser considerado como bueno, atendiendo a se entienda que es el hombre. Es decir, más allá de
las consecuencias previsibles del mismo —en razón la voluntad, o capacidad, que toda ética tenga de
de las circunstancias en las que va a ser realizado— explicitar su «inspiración» antropológica, sus fun-
cabría la posibilidad de que resultara menos bueno, damentos, esa idea de hombre está sustentándola
incluso perjudicial y, por tanto, malo; entonces, lo —al menos, en tanto que los planteamientos éticos
razonable sería no hacerlo. Este tema se encuentra posean una coherencia interna. La extensión de esta
muy estudiado por la ética clásica que, con su nota parece justificable por algunos pasajes del texto
lenguaje característico, sostiene con toda claridad de Gracia: cfr. D. Gracia, op. cit. 496-497, 501-502. Y,
que las circunstancias podrían hacer malo un acto aunque no tenga directamente que ver con Zubiri,
bueno, porque, para tener esa cualificación, debe tampoco es suficientemente claro el respaldo que
serlo integralmente. Por el contrario, nunca unas otorga a Kant cuando éste establece una proximidad
circunstancias, por oportunas o desesperadas que tan estrecha entre los dos primeros mandamientos
parezcan —y, en tanto que tales, cabría considerarlas del Decálogo y el imperativo categórico (cfr. Ibid.,
como «buenas», porque no admiten otra posibilidad 491). Finalmente, resulta ambiguo lo expuesto en la
mejor–, podrán hacer bueno un acto que en sí mismo nota 233 de la p. 524.
es malo —porque su objeto es malo, de acuerdo con 38 Las citas extensas del libro de Gracia obe-
el lenguaje propio de esta sistematización de la ética. decen a la naturaleza de su discurso; abreviándolas,
Lo que obliga a hacer una referencia a la denomi- se correría el riesgo de simplificar sus planteamien-
nada «falacia naturalista»: es verdad que sólo del tos.
ser no se desprende necesariamente el deber —las 39 Gracia, D., op. cit. 484-485.

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La realidad humana como pauta ética en la filosofía de Xavier Zubiri

De acuerdo en que todo contenido es- Sostiene Gracia: «Los deberes concre-
bozado por la razón será necesariamente tos, lo que Zubiri llama “los deberes en
«provisional» en el sentido de que nadie plural” (Sobre el hombre 412), son deberes
podrá decir la última palabra sobre el “materiales”; pero por debajo de ellos,
contenido que lleve a una plenitud moral fundamentándolos, hay un deber “for-
definitiva a una persona y, menos aún, mal”, la forma del deber, que surge de
a todos los hombres. Pero si esos con- la propia forma de realidad del hombre,
tenidos son verdaderos, como sostiene es decir, del hecho de que esté debito-
Gracia, no pueden ser provisionales en riamente vertido a su propia realidad
el sentido de que puedan cambiarse por como apropiada»41. Ciertamente, que los
otros que sean contradictorios con los pri- deberes surgen de la «propia forma de
meros. Sólo serán provisionales en tanto realidad del hombre» es lo que sostiene
que nunca podrán ser definitivos; es decir, Zubiri nítidamente. Pero que esa forma
en tanto que las exigencias del hombre de realidad, esa realidad humana, en
en sus diferentes edades, los cambios concreto, se la interprete como un «deber
culturales mismos, varían, y aparecen “formal”, la forma del deber», parece una
situaciones nuevas, requerimientos diver- transposición semántica grave, porque
sos, quizá no conocidos hasta ahora, que implica desdibujar esa realidad huma-
exigen nuevas respuestas —novedosas, na derivándola a una cierta formalidad
pero no contradictorias respecto de las vacía, muy próxima a un planteamiento
que en situaciones análogas dieron otros kantiano.
hombre que tenían la misma inspiración A continuación, esa transposición
ética, quizá afrontando circunstancias semántica cobra cuerpo: «resulta que en
menos complejas. Porque, de lo contra- Zubiri hay, como en Kant, un factum for-
rio, la universalidad de la ética quedaría mal, de carácter imperativo y categórico».
seriamente en entredicho. Y ensaya la formulación de un principio
En la página 489, Gracia hace una in- que traduzca ese carácter: «Obra de tal
terpolación de lo afirmado por Zubiri que manera que te apropies de las posibili-
resulta un tanto incongruente: la aproxi- dades mejores, en orden al logro de tu
mación que establece con Kant resulta felicidad y perfección». Ante esa fórmula,
forzada, sobre todo porque en la página parecería que quedan fuera los demás
anterior ha citado una explícita crítica del hombres, y unos párrafos más abajo, espe-
filósofo español a la ética kantiana40. cifica más concretamente: «Obra (es decir,
aprópiate las posibilidades) de tal manera
40 «El deber, pues, no es algo que formalmen-
que no utilices nunca tu realidad perso-
te se contrapone a la realidad. Kant había pensado nal, la realidad de las demás personas y
que la realidad es lo que es, y que por otro lado está de la Humanidad en su conjunto como
el deber, la pura norma. Ahora bien, aquí no se trata
de normas, sino de una realidad que nos es debida
en orden a la felicidad». Zubiri, X. Sobre el hombre,
op. cit., 409-410, 488. 41 Ibid., 489.

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Juan José García

medios sino como fines en sí mismos»42, tipo de determinaciones materiales»,


con un lenguaje totalmente ajeno al de como ocurre en la ética de Kant, según
Zubiri, no sólo en cuanto al estilo, sino la interpretación del autor.
también en cuanto a la propuesta zubiria- Junto a esa transposición, también
na. ¿Por qué omitir en este campo la rica puede constatarse lo que cabría denomi-
conceptualización de Zubiri en El hombre nar una extrapolación. Refiriéndose a la
y Dios sobre la causalidad personal43, con fórmula de Kant sobre la importancia de
una impronta moral tan fuerte —una obrar teniendo en cuenta que la persona
causa diferente, según el filósofo, a las siempre es un fin y nunca un medio, afir-
causas conceptualizadas por Aristóteles, ma Gracia: «Mil veces se ha discutido si
pero decididamente insoslayables en lo esta fórmula es meramente formal, o tiene
humano, y cabalmente real? ¿Hacer una contenidos materiales. Naturalmente,
referencia a las demás personas, no exi- todo depende de cómo se defina el for-
giría, siendo consecuentes con los textos malismo. Pero de lo que no cabe duda es
de Zubiri, referirse a la constitutiva «ver- de que tiene carácter formal, si el término
sión» del ser humano a sus semejantes en “formal” se entiende en el sentido usual
razón de su «phylum»? de la filosofía de Zubiri. Lo formal no se
Continúa Gracia: «En el capítulo ante- opone a lo material sino al contenido.
rior dijimos que Zubiri había puesto las Las anteriores formulaciones del deber
bases de una “ética formal de bienes”, moral son formales porque no especifican
donde el adjetivo formal tiene el sentido o determinan los contenidos concretos»45.
preciso que Zubiri da a este término, Ciertamente, en la filosofía de Zubiri se
pero también el de ausencia de un con- alude a la condición de realidad de las
tenido concreto (y en esto es asimilable cosas con el término «formalidad», es el
al formalismo kantiano, ajeno a todo modo en el que «quedan» las cosas en la
tipo de determinaciones materiales). En aprehensión primordial de realidad con la
Zubiri hay, pues, una ética formal de los que se actualiza la inteligencia humana. Y
bienes»44. ¿Por qué?, cabría preguntar, si en esta modalidad coinciden todas las co-
no es en razón de la transposición semán- sas, por el hecho de ser reales. Por tanto,
tica a la que sometió el texto de Zubiri. su realidad rebasa, podría decirse, todo
Por otra parte, aunque no es cuestión de contenido concreto. Pero Zubiri puntua-
abundar en lo ya expuesto, las pautas liza también, con mucho énfasis, que «la
que el hombre tiene para definir los con- realidad no es algo huero, sino una forma-
tenidos morales de su modo de obrar no lidad muy concretamente determinada»46,
parecen equiparables a la carencia «todo porque nada es real sino en un contenido

42 Cfr. Ibid.
43 Cfr. Zubiri, X. El hombre y Dios, op. cit. 45 Ibid., 490.
205-208. 46 Zubiri, X. Inteligencia y realidad, op. cit.
44 Gracia, D., op. cit. 489. 124.

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La realidad humana como pauta ética en la filosofía de Xavier Zubiri

concreto. Por tanto, esa formalidad no eclipsarse, porque nada es definitivo en


es una formalidad «vacía». Y por esta lo humano al margen del ejercicio de la
razón, cabría prolongar el pensamiento libertad, con la que siempre se puede
del filósofo sosteniendo que, aunque de rechazar la herencia recibida. Pero no
antemano la obligación moral no impli- ocurre en el conocimiento moral lo mismo
que un contenido moral determinado, que en el conocimiento de la ciencia. Por
implica necesariamente alguno, porque tanto, no parece adecuado sostener en
no puede haber una genérica obligación materia moral lo que sí es perfectamente
a realizarse indeterminada en la realidad, aplicable al conocimiento en general:
aunque, en tanto que obligación concep- «Zubiri piensa que los esbozos tienen
tualmente entendida, se la pueda abstraer verdad, pero no “verdad real” (que de
de una determinación concreta. Así como algún modo es absoluta), ni tan siquiera
se puede hacer referencia a la realidad sin “verdad dual” (de autenticación o de ve-
descender a tal contenido concreto, pero ridictancia), sino sólo “verdad racional”,
sabiendo que siempre implica alguno es decir, “verdad de verificación”. Es una
determinado. verdad limitada, pero auténtica verdad.
En la página 495, haciendo alusión a la Lo cual no quiere decir ni que los esbozos
provisionalidad de los esbozos de la cien- sean absolutamente verdaderos ni que
cia, que son a los que fundamentalmente carezcan de excepciones»47.
se refiere Zubiri en el último volumen Leyendo el texto citado, cabe pre-
de su trilogía, Inteligencia y razón, Gracia guntarse: ¿de qué tipo de excepciones
retoma el tema de los contenidos en su estamos hablando cuando tratamos de
carácter de provisionales, al que ya se una cuestión moral? ¿Se trata de las
hizo referencia. Pero hay que puntualizar excepciones propias de la imposibilidad
que no es totalmente equiparable la tarea de exigir una actitud heroica por parte
de la razón en la sistematización de las del hombre ante los máximos requeri-
ciencias —a la que fundamentalmente mientos que puede llegar a plantearse
alude Zubiri en esa tercera parte de su tri- en su vida moral para acceder a lo que
logía— con la que tiene que realizar para entiende como perfección ética, o a aquel
concretar los contenidos morales, porque heroísmo que viene impuesto por las
versa sobre cuestiones esencialmente circunstancias, cuando la única opción
diferentes. Aunque el conocimiento del moral es abstenerse de actuar porque
hombre no puede considerarse acabado, cualquier otra cosa que se haga en esas
y por tanto definitivo, hay adquisiciones precisas circunstancias implicaría cometer
que no son prescindibles. Los principios un daño? Porque de ese «heroísmo» nadie
de sabiduría que el hombre ha podido está eximido, por exigente que resulte, y
conseguir con notables esfuerzos, que aunque resulte plenamente comprensible
han implicado experiencias —amargas, una conducta contraria desde la debilidad
muchas de ellas—, son conquistas «defi-
nitivas», en cierto sentido; aunque podrán 47 Gracia, D., op. cit. 495.

Cuad. Bioét. XVI, 2005/3ª 389


Juan José García

y falibilidad humanas. Si se considerara cepciones, sino algo más que excepciones;


que, en determinadas circunstancias, significa que los esbozos absolutos han de
algunas acciones perderían el contenido contrastarse con la realidad concreta en
preciso que efectivamente tienen, por el la experiencia, a fin de que demuestren
que se cualifican como tales acciones, se su temple»49. ¿Sin la mínima referencia a
estarían admitiendo excepciones con las la voz de la conciencia, que como voz de
que quedaría desdibujado el fundamen- la realidad parecería que puede ocupar
to real de la moral: el hombre mismo. Y un lugar importante de la experiencia?,
estas excepciones, mientras en el plano cabría preguntar.
científico hasta pueden ser un indicio del Pero, además de esa referencia sobre
avance de las ciencias, en materia moral, la que Zubiri abundó en El hombre y Dios,
además de resultar destructivas para la hay que hacer una precisión que, en parte,
persona, también pondrían de manifiesto ya se ha señalado. Sostiene Gracia, en el
la inconsistencia del sistema ético, como párrafo anterior al recién citado: «Los
no sea que se opte decididamente por una esbozos pueden ser verdaderos, pero no
postura consecuencialista. absolutamente verdaderos»50. Y no cabe
Parecería otra inferencia indebida la más que asentir, también porque es lo
que resulta de asimilar el carácter «ab- que señala Zubiri respecto a la tarea de
soluto-relativo» que tiene el hombre en la razón, «inacabada y siempre abierta»,
el sistema zubiriano; absoluto porque en palabras de Gracia. Ahora bien, esto
en razón de su inteligencia sentiente se no implica que, al menos algunos, no
enfrenta a sí mismo y al resto del mundo puedan ser absolutamente falsos, por-
como a realidades y, por tanto, «ab-suel- que contradicen abiertamente el sistema
to» de las mismas —es la etimología a la de referencia —la estructura sistemática
que alude Zubiri para explicar el término de notas constitutivas en que consiste la
absoluto48—, y, al mismo tiempo, relativo, realidad humana. Qué duda cabe que
porque necesariamente debe hacer su algunas aberraciones morales en la actua-
vida con las realidades entre las que se lidad resultan nítidamente contradictorias
encuentra. Pero ese carácter suyo, meta- con el sistema de referencia, si se tiene en
físico, cabría decir, no se puede extrapolar cuenta la necesidad intrínseca de la vida
a todas sus realizaciones, y concluir, como humana de ser cuidada humanamente,
hace Gracia, que por tanto los contenidos porque de lo contrario ni biológicamente
morales que esboza también son relativos: es viable.
«los esbozos morales, en tanto que esbo- Gracia finaliza este capítulo de su
zos construidos por el hombre, tienen este libro con una cita de Zubiri, que intere-
mismo carácter, son absolutos relativos. sa transcribir porque está directamente
Esto no sólo quiere decir que admiten ex- relacionada con la moralidad humana:

48 Cfr. Zubiri, X. El hombre y Dios, op. cit. 49 Gracia, D., op. cit. 496.
79. 50 Ibid.

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La realidad humana como pauta ética en la filosofía de Xavier Zubiri

«El hombre determina su sustantividad elementos importantes del sistema de


psicofísica, y esa determinación por apro- referencia? ¿Por qué ese énfasis en derivar
piación de posibilidades es lo que consti- los planteamientos zubirianos hacia una
tuye su virtud y su vicio. La concreción ética teleológica, por no decir claramente
moral y efectiva del hombre no es otra consecuencialista, en razón de lo descali-
cosa sino la concreción de sus virtudes y ficante que puede resultar ese calificativo
de sus vicios. La concreción de la moral en determinados ambientes? ¿Por qué ese
es la apropiación racional y razonable empeño en hacer de la ética de Zubiri
de las posibilidades que van implicadas una ética formal? En definitiva, ¿por qué
incoativamente en la idea del hombre, hacer del Zubiri que nos queda en los
perfectamente actualizada en cada una textos un kantiano implícito, cuando es
de sus situaciones. Esto y no otra cosa es tan nítida su oposición al kantismo en
lo que constituye la felicidad del hombre. toda su trayectoria?
De esa felicidad penden los deberes, y la Es perfectamente comprensible que
felicidad a su vez pende de la índole mis- cada uno tengo sus preferencias, y adopte
ma de una realidad: la realidad humana las posturas que en conciencia considera
que está constitutivamente abierta a su verdaderas. También lo que es se tengan
interna justificación»51. preferencias por determinados autores.
Este artículo no trata sobre la virtud Lo que no parece tan legítimo es tratar de
y el vicio. Pero lo expuesto por Zubiri hacer coincidir ambas preferencias cuan-
resulta lo suficientemente claro como do no resultan compatibles, por muy hu-
para concluir que si el hombre no tuviera mana que pueda ser esta actitud. Porque
una determinada forma de realidad sería los textos admiten innumerables lecturas,
imposible discernir la virtud del vicio. Y pero también ellos son el inexpugnable
también para hacerse una serie de pre- «sistema de referencia» que acredita unas
guntas sobre la prolongación que hace y descalifican otras.
Gracia de los planteamientos del filósofo
respecto de los contenidos de la moral. 4. Conclusión
No se trata de hacer una «refutación»
de un trabajo tan valioso, en líneas ge- Es verdad que el hombre es una «es-
nerales. Pero si de moralidad se trata, tructura de notas sistemáticas», según
tampoco pueden acallarse esas preguntas Zubiri, que exige desde sí misma la cul-
que espontáneamente surgen de una tura y, por tanto, la historia. También que
lectura de esos pasajes del libro de Gra- nadie pretende ya «saltar por encima de
cia que procura ser lo más comprensiva su propia sombra». Pero eso no implica
posible. ¿Por qué no hacer referencia a rendirse a un irrefutable relativismo, o
textos de Zubiri que podrían constituir limitarse a unas afirmaciones tan gene-
rales que en el fondo acaben resultando
ambiguas en materia moral. La contun-
51 Zubiri, X. Sobre el hombre, op. cit. 440. dencia de las afirmaciones de Zubiri sobre

Cuad. Bioét. XVI, 2005/3ª 391


Juan José García

el imprescindible recurso a la verdad, «da razón» a lo alcanzado por el ejerci-


citadas al comienzo, tomadas de su curso cio de la inteligencia, o la quita, también
El hombre y la verdad, pero constantes a lo puede «dar razón» de la «bondad» de una
largo de toda su trayectoria, es innegable. acción humana —puede «justificarla»— o,
Por tanto, si bien es cierto que de acuerdo por el contrario, negar la posibilidad de
al sistema zubiriano no se puede decir una verdadera justificación. Y entonces,
que un determinado contenido moral lo razonable por parte del hombre sería
agote las posibilidades de realización que rectificara su conducta ateniéndose
del hombre, porque cada uno posee una a lo que puede conocer de lo real. De
inconmensurable individualidad que no ahí que ese conocimiento de la realidad
admite un prototipo único de realización, sea decisivo, desde las coordenadas del
sí es claro que no cualquier actualización pensamiento de Zubiri, no sólo respecto
de las posibilidad que el hombre en- de las ciencias sino también, y sobre todo,
cuentra es viable —de lo contrario poco de la «ciencia» que en definitiva más im-
importaría la verdad. Como quedó seña- porta: la del modo como ha de realizarse
lado, el hecho de que no pueda decirse la la propia vida. Dimensión de la verdad de
última palabra sobre la mejor realización la realidad que estaba muy presente en el
para cada persona, no implica que no pensamiento del filósofo hasta el final de
pueda saberse —desde las exigencias de su vida, como se pone de manifiesto en
la forma de realidad en que consiste el el discurso que pronunció con ocasión de
hombre— cuáles la estarían contrariando haber recibido el Premio «Ramón y Cajal»
y, por tanto, deberían considerarse como a la Investigación Científica en 1982, un
posibilidades no apropiables. Y esto, año antes de morir: «Del concepto que
desde abordajes diferentes: tanto desde tengamos de lo que es realidad y de sus
las exigencias de la realidad, como desde modos, pende nuestra manera de ser
la forma particular de realidad que es el persona, nuestra manera de estar entre las
hombre, en la triple instancia a la que se cosas y entre las demás personas, pende
ha hecho alusión. nuestra organización social y su historia.
Zubiri, siempre atento a la signifi- De ahí la gravedad de la investigación de
cación de las palabras en el lenguaje lo que es ser real. Es una investigación
corriente, no deber haber pasado por alto impuesta por las cosas mismas. Lo que
la expresión «querer justificarse» con la en las cosas reales se nos impone así, es
que se suele aludir a la actitud de alguien justo su realidad»52.
que, convencido de lo desacertado de su
conducta, busca motivos para otorgarle Recibido 12-05-2005
Aceptado 06-10-2005
una vigencia desde el punto de vista
moral. Pues bien, habría que concluir que,
de acuerdo a los principios éticos de la 52 Zubiri, Z. «Sentido de la vida intelectual».
En: Nicolás, A. — Barroso, O. (eds.), Balance y pers-
filosofía de Zubiri, no todo es justificable, pectivas de la filosofía de X. Zubiri. Comares, Granada,
porque hay una realidad que, así como 2004, 9.

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