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LA POSITIVIZACION DEL DERECHO DE AUTOR

Carlos A. Villalba
(Argentina)

Autores: Carlos Alberto Villalba


Localización: 110 años de protección internacional del derecho de autor : Berna 1886-
Ginebra 1996 : III Congreso Iberoamericano sobre Derecho de Autor y Derechos Conexos,
1997, ISBN 9974-39-105-9 , págs. 59-80

1. LOS ORIGENES Y LA INSEGURIDAD QUE PRODUCE


INDAGARLOS

El tema que vamos a desarrollar importa reconocer la existencia de


varios interrogantes previos, tales como: ¿existió siempre el derecho de los
autores? ¿existió un momento inicial? ¿las obras y los autores antiguos fueron
reconocidos siempre como tales al momento en que hicieron conocer su
creación? ¿qué sucedía con las obras orales que se transmitían de la misma
forma generación tras generación? ¿eran los salmos obras poéticas y David era
considerado un poeta para su época? ¿las pinturas de las cuevas de Altamira y
la líneas de Nazca invisibles para la comunidad, eran obras pictóricas? ¿las
ceremonias políticas o religiosas, eran obras dramáticas?.
Puede ser que un derecho tan evolucionado como el del Imperio
Romano que reguló una cultura tan avanzada no tuviera un derecho positivo
de autor?.
¿Existía esa atribución de una obra determinada a un autor
determinado? ¿existía una conciencia social que obligada al respeto de la obra
ajena, sin que existiera una norma jurídica?
Cuando todas estas preguntas comienzan a tener alguna respuesta, surge
otra: ¿así como en el pasado no lo hubo, podrá ser que en el futuro deje de
existir este derecho como tal? La respuesta es que si, que es posible. Es
necesario que exista la noción de un derecho subjetivo y la noción de una obra
que necesite ser identificada por su integridad y por su autor. Esta necesidad
deber ser experimentada por el autor y por los demás. Debe existir también la
noción de los demás como “público”.
Podemos comprender lo que estamos diciendo con ejemplos muy
próximos. El folclore, (el verdadero folclore) que tiene un lugar o una
comunidad a la que se atribuye la autoría, no es una obra por falta de un autor
individual, por más que se hagan concesiones más o menos facilistas que no
desean ahondar en controversias.
Los “descubridores científicos” carecen de un régimen jurídico del cual
surjan derechos subjetivos, con efectos erga omnes. Pese a los intentos
realizados durante el último siglo no se ha encontrado ninguna solución
aceptable. Nadie duda de su valor, ni de su atribución a un investigador o a un
equipo, ni de su enorme importancia económica. Como nunca, nuestra
civilización dependió de la aceleración y profundización de la investigación
científica, pero no hemos encontrado un sistema útil como el de las patentes
de invención o del derecho de autor. No dudamos que son bienes transables,
pero no conocemos los límites de su custodia. Tampoco en la era del dinero
se ha encontrado una solución jurídica que proteja la utilización de los planes
financieros. Se tiene la convicción de que la circulación y producción de la
riqueza y del dinero, esta vinculada o pasa por otras regulaciones jurídicas.
Sabemos que los derechos de la personalidad nos permitirán reivindicar
el hallazgo o su atribución por otro, que el contrato nos permitirá obtener el
fruto de su aplicación y que tendremos derecho a protegerlos con el secreto,
pero no tendremos custodia para proteger su uso cuando sean conocidos por
terceros.

2. DISTINTOS MODOS Y DIVERSAS CONSECUENCIAS QUE


PRODUCE LA REPRODUCCION DE LAS OBRAS

El nacimiento del derecho de autor no se debió solamente a la capacidad


de reproducir obras. Como dice Walter Benjamin: “La obra de arte ha sido
siempre fundamentalmente susceptible de reproducción. Lo que los hombres
habían hecho podía ser imitado por los hombres”1. Los griegos conocían el
procedimiento de fundir y acuñar bronces, terracotas y monedas. Antes de la
imprenta los dibujos se reproducían por xilografía.
Lo que vamos a ilustrar es de qué modo una pluralidad de
circunstancias culturales, que comprenden tanto el conocimiento técnico,
como el conocimiento que los hombres tienen de si mismos, son los que
posibilitan el nacimiento de una solución jurídica para dar respuesta a un
conflicto. Y hasta donde yo se, las soluciones no nacen de una vez.
Sabemos que hoy los Estados no tienen el mismo tipo de desarrollo
cultural (también sabemos que ello no importa un criterio de superioridad o
inferioridad) y constatamos que las leyes contemporáneos sobre derecho de
autor, en algunos países, no tienen igual grado de correspondencia con la
conciencia colectiva que tienen en otros, lo que se traduce en una distancia
entre el derecho real y el derecho formal, hasta llegar a límites preocupantes.
Estos interrogantes pueden plantearse y estas consideraciones pueden
hacerse con mayor libertad y más sujeción a un interés científico porque la
decisión ha sido universalmente adoptada luego del largo debate que
transcurrió durante la Ronda Uruguay del GATT, hasta la aprobación del
Acuerdo sobre los ADPIC de la OMC, y, porque hemos comprobado
empíricamente que se trata de un régimen que propende al bien común.

3. LA EDICION DE LIBROS ANTES Y DESPUES DE LA


TIPOGRAFIA

Mc Luhan ha descripto2, las múltiples consecuencias que tuvo la aparición


de la imprenta en una civilización alfabética, que conocería la notación de la
música medida, cuya reproducción tipográfica fue iniciada por Ottaviano dei
Petrucci de Fossombrone, en Venecia, hacia el año 1500. Uno de estos
efectos es el nacimiento del derecho de autor positivo.
Los trabajos sobre el derecho de autor en la antigüedad ponen de resalto
que tanto los griegos como los romanos conocieron la edición de libros.

1
Benjamin, Walter, en “La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica”, incluida en “Discursos
interrumpidos”, Barcelona, 1994, Ed. Planeta-Agostini, pag. 18.
2
Marshall Mc Luhan, Herbert, “La galaxia Gutemberg: La creación del hombre tipográfico”, Barcelona, Ed.
planeta-De Agostini, 1985.
2
Existían talleres que empleaban a escribas que fabricaban ejemplares sobre
papiros. Los romanos sacaron de ese medio un mayor partido que los griegos
ya que su extensión geográfica fomentó los aspectos organizativos sobre los
que hicieron descansar la existencia del imperio. Es a partir de la palabra
escrita y de la adopción de esta tecnología que comienza la desacralización del
arte, magistralmente descripta por Benjamín3.
Desde el siglo V a C. hasta el siglo XV el libro es el producto del trabajo
de los escribas que utilizaban el papiro hasta que, a partir de la expansión del
islamismo, los romanos perdieron el control del papiro de Egipto y debieron
remplazarlo con el pergamino (de Pérgamo) que era un material de menos
ductilidad para la reproducción.
La invención de la tipografía es un ejemplo de la aplicación del
conocimiento de los oficios tradicionales a la solución de un problema. La
mecanización del arte de los escribas fue la primera reducción de un oficio
cualquiera a términos mecánicos.
Como destaca Mc Luhan en la obra citada, con la aparición de la
tipografía, cambia la importancia de la identidad de la “obra” y de la “cita” y
aparece la noción de la propiedad intelectual. Se modifica la noción de autor
como la que tenemos hoy y la de “público” lector ya que no solo la
elaboración del libro era lenta sino que también lo era su lectura. La labor o el
oficio del autor era en gran medida la de construir un mosaico y, la más de las
veces, los libros reproducían misceláneas. “Para el erudito medieval, la
pregunta ¿quién escribió este libro? No significaba necesariamente, ni aún
primordialmente ¿quién creó este libro?. Podía significar una pregunta acerca
de la identidad del copista, no del autor. Y muy frecuentemente esta pregunta
sería mucho más fácil de contestar, porque en la abadía, durante generaciones,
perduraba tradicionalmente el conocimiento de la caligrafía característica de
un hermano que escribió muchos libros bellos4”
Según Usher5 el libro impreso con ilustraciones supone la existencia previa
de una multiplicidad de invenciones o recursos tecnológicos que fueron
destinados a conseguir nuevos resultados, como la invención del papel
introducido desde Oriente, las tintas fabricadas con base de grasa que eran
usadas por los pintores, el desarrollo del grabado de madera que utilizaban los
grabadores, el arte de la fundición de los metales, el desarrollo de la prensa de
imprimir que utilizaban los viñateros y de la técnica del trabajo relacionado
con la impresión.
Muy anterior pero igualmente esencial para el desarrollo de la tipografía
fue el sistema de escritura alfabética adoptado por la Europa grecorromana
(según la mitología griega, el fenicio/cananeo Cadmo lo introduce en Tebas,
cuando fue enviado por su padre a rescatar a su hermana Europa que había
sido raptada por el toro. Según el mito, Cadmo mata a un dragón y entierra
sus dientes de los cuales germinan soldados espartanos, lo que prefigura el rol
invasor de la palabra escrita). Los sumerios tuvieron la escritura cuneiforme
3.500 años a de C. y contaban con un sistema de rodillos de piedra dura que
les permitían reproducir una escritura determinada, los egipcios habían
desarrollado el sistema jeroglífico e incluso sistemas de taquigrafía, pero
ninguno de ellos tenía la misma aptitud que el alfabeto. Los chinos, alrededor

3
Op. Cit. En nota 1.
4
“Goldschmidt, E:P:, “Medieval Texts and Their First Appearance in Print” citado por Mc Luhan en op. cit.
en nota 2, pags. 96/97.
5
Usher, Abbott Payson, “History of Mechanical Invientios, pag. 239, citado en idib, pag 183.
3
del año 350 habían logrado construir bloques de madera de páginas enteras,
incluso utilizando tipos móviles, pero la serie de condiciones técnicas y
culturales no fueron las mismas y los efectos también fueron distintos6.
Ambas formas de producir libros coexisten durante un tiempo y los libros
manuscritos continúan siendo el modelo de los incunables y las obras siguen
siendo las mismas. Por mucho tiempo también los libros impresos guardan el
tamaño de los escritos a mano. En los primeros tiempos de la imprenta el
principal interés radica en la edición de obras antiguas.
A su vez, los copistas vieron disminuir su trabajo y muchos de ellos
cambiaron de oficio por el de calígrafos trabajando a pedido, y otros se
convirtieron en impresores. (Muchos de nosotros hemos conocido a personas
que llevaban los libros societarios transcribiendo manualmente las actas de las
reuniones de directorio).

4. LA IMPRENTA Y EL RENACIMIENTO

La invención de la imprenta es la consecuencia del Renacimiento a la vez


que es el medio que permite su desarrollo y crece conjuntamente con el
“individualismo” y el “humanismo”. La imprenta existe ante de Gutemberg
(aunque no de tipos móviles) y ya se utilizaba para la impresión de estampas
religiosas acompañadas de poco texto y para la impresión de cartas de juego
que eran completadas manualmente.
Más específicamente, fue la consecuencia del Renacimiento alemán. Juan
Gutemberg o Johan Gensfeiseh von Guetemberg nació en Maguncia en 1400.
Fue un aristócrata involucrado en las luchas civiles de su ciudad, que se exilió
en Estrasburgo en 1428 donde se inscribió como orfebre. Tomemos en cuenta
que en esa época no existían las patentes de invención, de modo que la
imprenta pudo ser adoptada por muchos simultáneamente y de hecho no fue
objeto de un privilegio para fabricarlas, lo que no es demasiado asombroso
porque su aprovechamiento era mas adecuado para la fabricación de libros.
La utilización de la imprenta se expande con gran celeridad en Europa.
Esta expansión se presume que se inició cuando, en 1462, Maguncia es
asaltada y conquistada. Los textos de historia dan cuenta de este fenómeno 7.
Se encuentran imprentas en 1465 en Italia, en 1468 en Barcelona, en 1470 en
París, en 1477en Londres, en 1483 en Estocolmo y en 1499 en Madrid. Jean
Cavalli8 menciona obras impresas en 1463 en Bâle, en Venecia en 1469, en
Inglaterra en 1468, en Francia en 1470 y en Suecia en 1483. Los impresores y
libreros iban a todas partes en busca de clientes e instalaban sus empresas
donde existían mercados. A fines del siglo se calcula que se habían fabricado
nueve millones de libros impresos contra algunos miles de manuscritos. Se
calcula que a fines de 1500 existían 150 prensas en Italia y 30 en España, de
las cuales a solo tres años de la Reconquista se instalaron tres en Granada.
Antes de 1501 pocos libros alcanzaba los 1.500 ejemplares. A fines del
siglo XVI existían en la ciudad de Nuremberg, una imprenta que contaba con
24 prensas y 100 operarios. Existían 400 prensas en 1480 y más de 1.000 en
el 1.5009 y10.
6
Asimov, Isaac, “Cronología de los Descubrimientos”, Editorial Ariel S.A., Barcelona 1990.
7
Vid Fisher, H.A.L., “Historia de Europa”, Bs.As Edit. Sudamericana 1946, T.II, pág.53.
8
Cavalli, Jean “La Genese de la Convention de Berne Pour la Protection des Oeuvres Littéraires et
Artistiques du 9 septembre 1886”, Lausanne, Ed. Imprimeries Réunies, 1986.
9
Cardini, Franco, “Europa 1492 – Retrato de un continente hace quinientos años”, Madrid, Editorial Anaya,
1989.
4
En el renacimiento se produce la Renovación de Europa y del Humanismo.
El mismo término de “renacimiento” tuvo en sus orígenes un significado
religioso que recién avanzado el siglo XVI es usado en un sentido profáno por
el arq. Vassari cuando habla de un renacimiento de las artes, sentido que se
extiende a toda la civilización. Por su parte el “humanismo” tiene un aspecto
individualista que luego se desarrollará aún más. Las condiciones de la vida
intelectual estuvieron, como dijimos, vinculadas al progreso de la imprenta11
Algunas de las características de la época se pueden apreciar en Venecia
donde se desarrollaba una sociedad de humanistas e impresores, pero que a la
vez era también una potencia comercial.
En torno de las universidades y en las grandes ciudades mercantiles se
desarrollan círculos humanistas frecuentados por eclesiásticos, universitarios,
impresores, artistas como Durero, la pequeña nobleza, médicos, magistrados,
hombres de negocios, funcionarios reales, consejeros de los reyes y poetas
cortesanos patrocinados por los príncipes.
El humanismo italiano se extiende por las universidades de París, Lyon,
Groninga, Leyden, Basilea, Venecia, Padua, Roma, Alcalá de Henares,
Lovaina, Viena, Praga, Cracovia, Augsburgo, Nüremberg, Colonia, Erfurt. El
Renacimiento es un fenómeno que alcanza a Polonia y ejerce su influencia
hasta Moscú donde los italianos trabajan en el Kremlin y también en
Constantinopla. Ante las tradiciones locales actúa como un agente de
unificación de la cultura, proponiendo temas y formas de expresión comunes,
pero contribuye a confirmar las originalidades nacionales reproduciendo la
obra impresa en las lenguas principales a expensas de los dialectos. La
práctica religiosa se individualiza por una actitud más pensante y más intensa
mientras avanza una crítica al clero por motivos morales que permiten evocar
a personalidades como las de Erasmo y Lutero.
Se asiste a una influencia de factores económicos, sociales y políticos. Son
los inicios del capitalismo comercial.
Entre 1545 y 1563 se desarrolla el Concilio de Trento que es un catalizador
de varios de los factores que acabamos de mencionar y entre otros el de la
censura.
La vida se desarrolla en una “sociedad corporativa”. “Iguales ante Cristo,
los individuos no pueden serlo en el seno de las corporaciones a que
pertenecen. Igualmente política y jurídica carecen de sentido a los ojos del
hombre del siglo XVI”. Con la herencia se transmiten los bienes y el estado.12
En ese período se consolidan las monarquías. El rey es el señor feudal
supremo y sus fuentes de poder son la religión y el derecho romano. Pese a
ello el soberano no es propietario de sus súbditos. Debe respetar su propiedad
y sus bienes conforme a la ley divina y a la ley natural. Debe gobernar de

10
Convisier, André, “Historia Moderna” en “Historia Universal”, T.3, p. 52 y 53, “Presses Universitaires”,
traducción Edit. Labor S.A. 1977.
11
En la obra citada en la nota 9 se señala que los resultados de la imprenta paradójicamente también se deben
al anquilosamiento de ciertas universidades lo que movía a los intelectuales a buscar otras fuentes de estudio.
Señala Convisier que desde su aparición, la Iglesia y los soberanos vigilaron este poderoso medio de difusión
de las ideas. Son las universidades las que se encargan de la censura y la Bula Inter Multiplices autoriza a los
príncipes a establecer comisiones de censura. En el siglo XVI la industria del libro se concentra en las
grandes ciudades universitarias y los centros comerciales. Entre los incunables que suponen de 30.000 a
35.000 ediciones, un 77% son en lengua latina y el resto en italiano, castellano, alemán y francés. Los libros
religiosos abarcan el 45%. Las ediciones de las obras de los humanistas ocupan un lugar importante. De las
obras de Erasmo se tiraron varios centenares de miles de ejemplares.
12
Historia Moderna, pag. 58 a 87, citada en nota 10
5
acuerdo con los usos que conforman una verdadera constitución
consuetudinaria.13
Los súbditos están asociados a la administración del poder por múltiples
privilegios: por pertenecer a las ciudades, a las provincias, a las asambleas de
las órdenes o a las corporaciones.
Lo antedicho va conformando el sistema de gobierno conocido como
“absolutismo”, de acuerdo al cual el monarca no está sujeto a control aunque
el mismo está sujeto a límites. El soberano se presenta como un árbitro y
asume el compromiso de imponer su voluntad frente a los más poderosos.
Durante el siglo XVIII se produjo lo que ha sido denominado como el
despertar del espíritu científico. Se emplea la largavista y el microscopio con
los que se descubren dos mundos nuevos, el de los cuerpos celestes y el de los
microorganismos, se conocen las funciones logarítmicas, la hidrodinámica y
se establecen con Galileo y Kepler las leyes del movimiento de los planetas.
William Harvey descubre la circulación de la sangre y Descartes ilumina el
pensamiento filosófico.
La búsqueda de la felicidad individual sustituye a la tarea colectiva de la
salvación.
En 1689/90, se produce la segunda revolución inglesa que inicia la primera
experiencia moderna de régimen constitucional. El Parlamento inglés de 1689
pone condiciones a los nuevos monarcas. Antes de su coronación, Guillermo
y María han de aceptar la supremacía de la ley sobre el soberano. El sentido
de esta revolución es puesto de relieve por John Locke que publica el “Tratado
del Gobierno Civil”. Las obras de Locke proporcionan el punto de partida de
la ideología liberal del siglo XVIII y el fundamento del derecho de autor como
propiedad legítima y útil.
El período que va de 1660 a 1740 se caracteriza por el nuevo interés
concedido a las técnicas, el progreso obtenido por algunas industrias modernas
y particularmente por la expansión del comercio. Comienza la administración
del transporte y, con ello, el aumento de su velocidad de 50 a 80 km. por día.
Todavía las ciudades rara vez superan los 50.000 habitantes a excepción de
Londres, Madrid, Lisboa, París y algunas ciudades italianas. Se hacen
comunes la letra de cambio y el billete de banco. Las empresas se unen para
repartir los riesgos y se desarrollan los Bancos y las Bolsas de valores. Se
incorporan alimentos de ultramar como el arroz, la papa y el maíz. El vino se
vuelve una industria. La necesidad pone a la industria en el camino de las
innovaciones técnicas. Colbert propone crear la Academia de Ciencias para
aplicar a las técnicas los nuevos descubrimientos científicos. No solo la
nobleza es un prototipo sino que también lo es el hombre de negocios.
El arte comienza a depender menos del mecenazgo de un monarca y con
ello empiezan a modificarse los temas de los artistas. El idioma francés
comienza a sustituir al latín.
Se organizan Academias de Ciencias que controlan las primeras patentes
de invención. Es la época de Newton, Locke y Leibniz y del llamado “espíritu
nuevo” holandés.
Adam Smith y J.J. Rousseau caracterizan el período que sigue.
El iluminismo se apoya en la razón para superar los problemas de la vida
humana. Comienza la supresión de la servidumbre, la libertad económica, la
tolerancia religiosa, la eliminación de los privilegios por nacimiento en

13
Ibid, pag. 96.
6
nombre de la igualdad de derechos y la defensa de la propiedad que consagra
la diferencia de los talentos.
La elite social y la burguesía inspiran los gustos.
El deportismo ilustrado caracteriza a monarcas absolutos que se aconsejan
con los filósofos de su tiempo. “Entre príncipes y filósofos existen
complacencias recíprocas”.
A fines del siglo XVIII se consagra en Filadelfia la Constitución de los
Estados Unidos (1787) y se produce la Revolución Francesa (1789).
En tres siglos los cambios han sido muy grandes. En la consideración
social el talento suplanta el lugar que antiguamente tenían las armas y se
consolida una minoría ilustrada.
Voltaire, que no era precisamente un demócrata, propugnaba la libertad de
pensar, de hablar, de escribir y de obrar. Consideraba a la libertad como la
fuente principal y universal del progreso.

5. LOS PRIVILEGIOS COMO PROTECCION EMBRIONARIA

Es corriente aceptar que la historia del derecho de autor se divide en épocas


definidas, la primera hasta la aparición de la imprenta en el siglo XV; la
segunda hasta el Estatuto de la Reina Ana en 1709, la Constitución de los
Estados Unidos y la Revolución Francesa y el simultáneo desarrollo de la
codificación; y la tercera, en un período que abarca todo el siglo XIX que
caracterizaremos más adelante, en el que se produce un aceleramiento de las
comunicaciones y paralelamente de las convenciones multilaterales de París
de Propiedad Industrial de 1883 y de Berna de 1886, a la que siguen otras
convenciones o tratados de similar estructura.14
Es acertado considerar que los primeros signos de positivización del
derecho de autor se encuentran en los “privilegios” aunque hoy los veamos
confundidos con normas de fomento tendientes a lograr una promoción
industrial o cultural y que subsisten en la concepción del derecho del autor y
del inventor, tal como la encontramos en la Constitución estadounidense. Una
situación más a fin podría encontrarse en las patentes de reválida y en las de
introducción, tal como existieron en la ley de patentes española. Las nociones
de “utilidad” y “progreso” subsisten en los tiempos modernos.
El sistema de los privilegios como “jus singulare”, era conocido en el
derecho romano como “priva lege” o “privata lege” que, en contraposición al
“jure communi” eran conferidos por causa de alguna utilidad particular. Esta
institución subsiste en las constituciones contemporáneas. En la de la
Argentina, entre, las “Atribuciones del Congreso” (art. 75, inc. 18) se
especifica la de: “Proveer lo conducente a la prosperidad del país, al adelanto
y bienes de todas las provincias, y al progreso de la ilustración, dictando
planes de instrucción general y universitaria, y promoviendo la industria, la
inmigración, la construcción de ferrocarriles y canales navegables, la
colonización de tierras de propiedad Nacional, la introducción y
establecimiento de nuevas industrias, la importación de capitales extranjeros y
la explotación de los ríos interiores, por leyes protectoras de estos fines y por
concesiones temporales de privilegios y recompensas de estímulo.” (el
destacado es agregado).

14
Satanowsky, Isidro, “Derecho Intelectual”, Buenos Aires, “Tipográfica Editora Argentina”, 1957, T.I. pag.
9, menciona en parte esta clasificación.
7
Se otorgaban a los editores derechos exclusivos de imprimir y de
publicar, para proteger sus inversiones que eran muy significativas, ya que la
restauración de los textos antiguos requerían de arduas investigaciones. Hoy
en día las leyes sobre derecho de autor otorgan derechos al recopilador y al
editor de obras en dominio público que se encuentran inéditas con el mismo
propósito de promoción de una industria cultural.
Esta promoción se convirtió prontamente en un medio de control y de
censura. En las modernas leyes de patentes de invención se encuentran
anacrónicas normas que consideran no patentables a las invenciones contrarias
a la moral o a las buenas costumbres. En 1529, Francisco 1º estableció por
medio de una ordenanza la prohibición de editar o vender cualquier obra sin
autorización de la Facultad de Teología. Esta obligación se extiende
específicamente a los libros de teología en 1537. Se distinguía así el derecho
o permiso de imprimir con el derecho exclusivo de imprimir (y vender los
ejemplares). Así, subordinado al permiso de imprimir que dependía el libre
arbitrio del Rey, se otorgaba el derecho exclusivo. Si el libro se consideraba
contrario al interés común, no se concedía el privilegio y se prohibía su
fabricación y distribución.
Algo similar sucedió en Inglaterra donde en 1556, la Stationers
Company, (la Corporación de Editores de Londres), recibió por medio de un
decreto de la reina María Tudor el permiso de ejercer la censura de los escritos
con el apoyo de la Cámara de la Estrella (“Star Chamber”) que era la
encargada de controlar los escritos sediciosos, que en aquel momento eran los
protestantes. Posteriormente (en 1640) el Parlamento mediante la Licencing
Act hizo derivar de dicha inscripción un derecho de propiedad sobre los
ejemplares de la obra en favor del miembro de la corporación que hubiera
hecho la inscripción. El derecho de autor quedaba en el plano de los
convenios entre el autor y el editor.
En Alemania la ordenanza sajona del 27 de febrero de 1686 protege los
libros que han sido adquiridos de sus autores. Goethe pide a la Dieta que le
otorgue un privilegio válido para todos los miembros de la confederación, lo
que le es rehusado remitiéndolo a cada una de las autoridades confederadas 15,
que seguramente no podrían otorgarlo por razones de índole constitucional.
En Suiza se mantuvo por mucho tiempo el sistema de los privilegios
encontrándose diferencias entre los cantones. Pestalozzi y los herederos de
Schiller tuvieron que solicitar privilegios para la tutela de sus obras en los
diferentes cantones.16
Según Cavalli, las obras dramáticas y musicales no tuvieron más
protección que como obras impresas, aunque cita variados casos en los que,
desde 1600, la retribución pactada fue proporcional a los ingresos de boletería.
A partir del siglo XVIII comienza el reconocimiento del derecho de
autor mediante la admisión de principios jurídicos y leyes generales sobre la
propiedad intelectual sobre la base de las anticipadas por Locke (16321704)17
quien hacía depender la legitimación de la propiedad del hecho de que
proviniera del trabajo personal y en este caso se justifica si han quedado cosas
de similar calidad y cantidad suficiente. Quien crea algo aporta algo nuevo

15
Cavalli, Jean, op. cit en nota 8.
16
Cavalli, Jean, op. cit en nota 8.
17
Spector, Horacio, “Lineamientos de una teoría justificatoria de los derechos de propiedad intelectual e
industrial”, en Derechos Intelectuales, nº.3, Ed. Astrea, Buenos Aires, 1988 donde podrá hallarse una buena
glosa de la teoría de Locke tal como la desarrolla en “The Second Treatise of Government”.
8
que no existía. Como la escasez puede darse a posteriori se limita
temporalmente. Por ello la diferencia entre la invención y la obra literaria ya
que puede suponerse que la obra de un autor no empeora la situación de los
demás. Aquí podemos encontrar el fundamento de la protección limitada en el
tiempo, de la no protección de los principios, traben la elaboración de nuevas
obras e invenciones.
Estas normas legales tuvieron diversos vaivenes. En Inglaterra la
Cámara de los Comunes consideró abusivo el privilegio que la Corporación
había adquirido por el Decreto de María Tudor, en la medida que le permitía
censurar escritos. Para defender sus privilegios los editores invocaron la
teoría de la propiedad intelectual argumentando que, si ellos la habían
reclamado, era para garantizar el goce de esa propiedad. Como consecuencia
de este movimiento, por ley del 10 de abril de 1710, se reconoció a los autores
un derecho exclusivo de reproducción, cuya duración era para los libros ya
publicados de 21 años contados desde la promulgación de la ley y, para los
inéditos, de 14 años contados a partir de la publicación, prorrogables por otro
período igual a pedido del mismo autor (no de sus herederos). La protección
se subordinaba entonces a las siguientes formalidades: 1) el registro en la
Corporación de Editores que equivalía a una presunción de propiedad y 2) al
depósito de 9 ejemplares para las universidades y bibliotecas. Los autores
podían hacer los registros a sus nombres.
En Francia se produjo un conflicto de intereses entre los editores de
provincia con los de París. Los primeros invocaban el interés general para
apoyar su ataque contra los editores de París, que eran los que habían obtenido
los “privilegios” de las obras de mayor interés. Estos a su vez defendían su
estatus invocando el derecho del autor. Los editores parisinos sobre la base
del alegato preparado por el abogado Louis d´Hericourt decían: el autor crea y
su creación la pertenece. A su vez trasmite su propiedad al librero y se la
transmite íntegramente con todos sus atributos de los cuales el primero es el
de la perpetuidad. Puesto que el Rey no posee derecho alguno sobre las obras
de los autores, no puede transmitirlas a nadie sin el consentimiento de aquellos
y los privilegios solo son aprobaciones auténticas de estos derechos. Esta
fundamentación es hecha suya por el Consejo del Rey en los asuntos en los
que debe resolver las peticiones de los privilegios que demandaban los
autores, concesiones que se fundaban en la actividad creadora y se acordaban
en el carácter de perpetuos y exclusivos.
Se sancionan penalmente las reproducciones fraudulentas con pena de
multa, comiso y en caso de reincidencia con el cese la actividad ilícita. Estos
derechos se confirman por el Decreto del 30 de julio de 1778 que autorizó a
los autores a celebrar contratos de impresión y venta de sus obras con todos
los impresores y libreros sin que implicasen la cesión del privilegio.
Finalmente, el 4 de agosto de 1789, la Asamblea Constituyente, suprime
todos los privilegios de individuos, ciudades, provincias y órdenes, con lo que,
por error, quedaron suprimidos los de los autores. Poco tiempo después el
derecho sería restablecido pero sin recurrir ya a la forma de un “privilegio” o
de un favor del Estado.
En España Carlos III dicta las Pragmáticas de 1762 y las Reales
Ordenes de 1764 y 1782 en las que se establece que el privilegio de imprimir
una obra no se otorgará sino a aquel “que la ha compuesto”. Este privilegio se
transmite a los herederos los que podrán obtener una prórroga.

9
La Novísima Recopilación de las Leyes de España contiene en su libro
8º, titulo 16 (“De los libros y sus impresiones, licencias y otros requisitos para
su introducción y curso”), cuarenta y una leyes sobre la materia dictadas entre
1502 y 1805.
Las licencias que se otorgaban no eran de alcance estándar aunque
usualmente eran por diez años.
Una de las Pragmáticas expresaba “Deseando fomentar y adelantar el
comercio de los libros en estos reynos, de cuya libertad resulta tanto beneficio
y utilidad a las Ciencias y a las Artes mando que aquí delante no se conceda a
nadie privilegio exclusivo para imprimir ningún libro, sino al mismo autor que
lo haya compuesto”, disponía asimismo la cesación de los privilegios y
manomuertas.18
Cuando en 1764 se dispone que los privilegios concedidos a los autores
de libros no se extingan por su muerte sino que pasen a sus herederos y no a la
comunidad, ni siendo manomuerta, se lo funda, “por la atención que merecen
aquellos literatos, que después de haber ilustrado su Patria, no dejan más
patrimonio a sus familias que el honrado caudal de sus propias obras, y el
estímulo de imitar su buen exemplo”19
Se advierte a esta altura de la reseña como se va modificando la
naturaleza del derecho el que se funda no solo en el interés general sino que se
justifica en el acto de su creador.
El mismo autor cita al historiador José María Ots Capdequí quien
afirma que el derecho indiano no estableció normas en materia de derechos
intelectuales y que en el Archivo General de Indias de Sevilla se conservan
testimonios de permisos de impresión y venta exclusiva de libros en el
territorio americano.
Una solución similar se daba en el campo de las patentes de invención.20

6. ORIGEN DEL DERECHO DE PROPIEDAD LITERARIA Y


ARTISTICAS

18
Según el Diccionario de la Real Academia: “poseedores de una finca en quienes se perpetuaba el dominio
por no poder enajenarla. De esta clase eran las comunidades y mayorazgos”
19
Mouchet, Carlos y Radaelli, Sigfrido, “Derechos Intelectuales”. Bs. As, Editorial Guillermo Fraft Ltda.,
1948 p.24 y ss., 1948.
20
Los incluimos en este desarrollo del derecho de autor para demostrar como la norma es el producto de una
época y que sus presupuestos son múltiples. Como dijimos, en la Edad Media los privilegios estuvieron
concebidos como monopolios de explotación y ligados a la concentración del poder, a la formación de los
Estados, al propósito de fomentar el progreso y sustituir las exportaciones. En 1330 en Francia Felipe VI
otorga un privilegio a Philippe de Caquera y para la manufactura de vidrio y contra el pago de una tasa; en
Florencia en 1427 se otorga un privilegio exclusivo para una verdadera invención, al arquitecto Filippo
Bruneleschi por un nuevo tipo de barco con aptitud de subir cargas pesadas, en Venecia en 1443 a Antonio
Marín por 20 años con exclusividad por un molino que no requería fuerza hidráulica. El Senado veneciano en
1474 dictó la primera ley de patentes, las que se debían registrar en la oficina de los “Proveditori” de la
Comuna, (la invención debía ser posible usarla y debía explotarse). El derecho se otorgaba con exclusividad
por 10 años con derecho a indemnización tasada y destrucción de los productos falsificados, pero el Estado se
reservaba el derecho para usarlo para si. Como los privilegios se multiplicaban se inicia un movimiento de
protestas y un fallo de 1602, “Darcy vs. Allein”, se vincula a aquellas cuando decide que ninguna actividad
puede ser prohibida o puesta bajo monopolio salvo la novedosamente inventada por la habilidad de un
hombre. Durante el reinado del Jaime I se dictó en 1624 el Estatuto de los Monopolios que derrogó los
privilegios existentes y limitó los nuevos solo en favor de los inventores de cualquier clase de manufactura
existente que esté en uso en el momento de otorgarse la patente y se otorgaban por 14 años. En Francia en
1762 se promulgó un edicto real que reglamentó el otorgamiento de los privilegios de invención y limitó su
duración a 15 años. En el Estado de Massachusets en 1641 se prohibió la concesión de monopolios a menos
que sea por nuevas invenciones, provechosas para el país y por corto tiempo. Conf. Breuer Moreno, P.C.
Tratado de Patentes de Invención, Bs. As. Editado por Abeledo-Perrot, 1957, Vol. I, pags 3 y sgts.
10
Con posterioridad a la Revolución Francesa y a la Constitución de los
USA la estructura de las legislaciones se adecua a las nuevas concepciones
culturales y políticas.
Valerio De Sanctis21 y Jean Cavalli22 han estudiado este desarrollo en
relación a los países que participaron en la firma del Convenio de Berna de
1886.
El Código de Prusia de 1794 reconoce un derecho de edición y en 1837
tutela las obras literarias, cartas geográficas y topográficas, de historia natural,
de arquitectura, de pinturas de esculturas y de composiciones musicales por la
vida del autor y 30 años post mortem. Consagra asimismo los derechos de
representación de obras dramáticas y de ejecución de obras musicales. La
Confederación de Alemania del Norte consagra en 1870 una ley concerniente
al derecho de autor sobre los escritos y los dibujos, las composiciones
musicales y dramáticas que fue adoptada por varios Estados de la
Confederación y fue completada por el Imperio Alemán en 1876 incluyendo a
las obras de arte figurativo y las fotografías.
En Bélgica por una ley de 1814 se deroga la legislación francesa y se
adopta otra siguiendo sus lineamientos; esta ley que consagra derechos
parciales se completa con normas de 1817, 1830 y 1870, pero recién en marzo
de 1886 dicta una ley moderna que se aplica a todo tipo de obras sin la
exigencia del depósito y extiende el plazo de duración hasta 50 años después
de la muerte del autor.
En España existe a comienzos del siglo 19 una serie de normas que son
dejadas sin efecto según los vaivenes de la guerra con Francia. De todos
modos sabemos que preexisten las Pragmáticas de Carlos III. Baylos
menciona, como precedente inmediato, el Decreto de las Cortes de Cadiz del
10 de junio de 1813, que consagra a favor de los escritores la propiedad de sus
obras. En 1834 se reconoce el derecho de los autores de reproducir sus obras
y transmitir este derecho a sus herederos, por 10 años. En 1847 se dicta una
ley de propiedad literaria y artística que otorga el derecho de reproducción que
es extendido hasta 50 años después de la muerte. Recién en 1879 se dicta una
ley que codifica en un texto único los derechos de los autores de las obras
literarias científicas y artísticas y extiende la protección hasta 80 años después
de la muerte del autor.
En Francia en 1791 la Asamblea Nacional adoptó un decreto relativo a
los teatros y al derecho de representación y de ejecución de obras dramáticas y
musicales por un plazo de 5 años después de la muerte del autor. En 1793 la
ley acordó, a los autores de escritos de todo género, a los músicos, a los
pintores y a los diseñadores, un derecho exclusivo de vender, de distribuir y de
ceder la propiedad. La propiedad contra la falsificación (contrefaçon) se
encuentra subordinada al depósito de la obra. El plazo de protección es de 10
años post mortem. La ley del 5 de mayo de 1810 extiende el derecho de
reproducción de las obras, a la vida del autor y a la vida de la viuda cuando las
convenciones matrimoniales le daban ese derecho (art. 38) y a los hijos por 20
años. En el mismo año de 1810 se incluye en el Código Penal el tipo de la
“contrefaçon” que penaliza tanto la reproducción como la representación
ilícitas. En 1844 se establece en 20 años después de la muerte del autor el
derecho de representación y ejecución a la viuda, con lo que se pone en pie de
21
De Sanctis, Valerio, “Desarrollo y consagración internacional del derecho de autor”, RIDA, número
LXXIX de 1964, pag. 206 y sgts.
22
CAVALLI, Jean, op.cit. en nota 8.
11
igualdad tanto a los autores como a los derechohabientes de los escritores, de
los autores dramáticos y de los compositores. Este plazo será extendido a 50
años por ley de 1866 que llevaba por título: “Ley de derecho de los herederos
y causa habientes de los autores”.
En Gran Bretaña (Inglaterra y Escocia) se mantiene la legislación de la
Reina Ana hasta 1814 época en la que se prolonga la duración del derecho y
otro tanto se hace en 1842 (7 años post mortem o 42 años de la primera
publicación). En distintos años se extiende la legislación a otras obras, en
1735 a los diseños y a los grabados, en 1798 y 1814 a las esculturas, en 1833 a
las obras dramáticas, en 1842 alas obras musicales. En 1862 se extiende la
protección a las obras artísticas, en 1882 a las musicales. Este sistema de
leyes separadas será sustituido por una codificación general en 1911.
En Italia, antes de la unificación se dictan en diversos Estados leyes
protectoras (en algunos casos como consecuencia de la ocupación francesa).
Recién en 1865 se dicta una ley general. En 1882 se legisla haciendo
referencia a los derechos debidos a los “autores de las obras del espíritu” y
estableciendo una protección de 40 años post mortem para el derecho de
reproducción.
En Suiza se dicta en 1883 la primera ley federal en materia de propiedad
literaria y artística que regula el derecho exclusivo de reproducción o de
ejecución.
En Estados Unidos de América se aplica la ley de la Reina Ana hasta su
independencia. En 1783 Connecticut, Massachussetts y Maryland dictan sus
primeras leyes sobre propiedad Intelectual.
El art. 1º, Sección 8 de la Constitución de 1787 dio al Congreso la
facultad de “promover el progreso de la ciencia y de las artes útiles,
garantizando, por un tiempo limitado a los autores y a los inventores, un
derecho exclusivo sobre sus escritos y descubrimientos respectivos”. La
primera ley federal se dictó en 1790, sujetando la protección al depósito y al
registro de libros, mapas, planos, por un período de 14 años renovables en
vida del autor. Leyes posteriores van incluyendo otro tipo de obras.
El derecho de los extranjeros era regulado por normas internas de
derecho internacional privado las que seguían distintos criterios aplicando el
principio del trato nacional o a condición de reciprocidad, como lo señala con
toda precisión De Sanctis.23

7. ORIGEN DE LA PROTECCION INTERNACIONAL EL


CONTEXTO CULTURAL DEL SIGLO XIX

Según el mismo autor a la fecha de la Conferencia de Berna existían


numerosos tratados bilaterales. Estos Tratados contenían el reconocimiento de
la existencia de propiedad de las obras del espíritu, el principio del trato
nacional con ciertas limitaciones y condicionado reciprocidad, y por la otra a
la “cláusula de la nación más favorecida” ya que muchos eran tratados
comerciales. La enumeración de las obras no estaba sujeta generalmente a
numerus clausus. En cuanto a las formalidades se ponía la condición de que la
obra se encontrara sujeta a las mismas, unas veces cumpliendo formalidades
en ambos países o, en algunos casos, al requisito de que se hubiera cumplido

23
De Santic op cit. en nota 21.
12
con las correspondientes para el nacimiento del derecho en el país de origen
(al contrario del criterio de la independencia del derecho) y en otros
abrogando toda formalidad.
Según Jean Cavalli al momento del Congreso Literario y Artístico de
1858 la idea de una regulación internacional estaba implantada en las
personalidades de la época24. Las palabras de Lamartine pronunciadas en
1841 en la Cámara de Diputados, que transcribe, son especialmente
elocuentes: “Todo el mundo se queja, todo el mundo demanda, un derecho
internacional necesario a ser instituido para todos” (“Tout le monde se plaint,
tout le monde demande un droit international nécessaire à instituer pur tous”).
La idea de la codificación del “Derecho de las Naciones” había surgido
ya a finales del siglo XVIII con Bentham. La Asamblea Francesa decidió
emitir una “Declaración de los Derechos de las Naciones” redactado por el
abate Gregoire, iniciativa que no prosperó
Varias instituciones redactaron textos en forma de códigos.
Las ideas de unificación del derecho internacional privado concebidas
por Savigny son elaboradas por Mancini y defendidas en múltiples iniciativas
desde 1861.
A fines del siglo XIX el individualismo había llegado a su máximo
esplendor, el derecho de autor se concibe como un derecho subjetivo, la
democracia liberal reconocía dos fuentes principales, la libertad y la igualdad
que se concentraban en la libertad de pensar, de crear, de hablar, de reunión,
de practicar el culto y de ejercer una libre empresa en pos de un lucro
económico; el desarrollo industrial toma un auge de importancia y la industria
exigía un territorio más amplio que el dominio feudal; se requerían normas
seguras de transacción comercial, sistemas monetarios uniformes, garantía
para los contratos y facilidades de transporte, lo que determina la aparición de
las primeras formas de cooperación internacional. Se crean así las Uniones de
Estados para fines determinados, la Unión Postal en 1874, la Unión de París
sobre Propiedad Industrial en 1883 y sobre Propiedad Literaria y Artística, en
Berna en 1886, el Tribunal Internacional de Arbitraje de la Haya de 1899, un
convenio sobre pesas y medidas y la Cruz Roja Internacional. A partir de
1864, año de la Asociación Geodésica Internacional, virtualmente todos los
campos de la ciencia fueron internacionalmente organizados. El primer
proyecto de la Conferencia de Berna de 1884 preparatoria del Convenio,
propone crear una Unión aclarando expresamente: como “La Unión General
de Correos y Telégrafos”, abierta a todos los países civilizados”.
Merced al descubrimiento de la máquina a vapor de doble émbolo
por el ing. escocés James Watt, el ferrocarril y el buque liberaron al hombre de
las limitaciones que imponían a su movilidad, sus propios medios de
locomoción, el de los animales de tiro y de la propulsión a viento. La
máquina de vapor compuesta y la turbina permitieron un gran aumento en la
velocidad, el tamaño y la economía de los barcos transoceánicos. El
ferrocarril había permitido unir los océanos por tierra y se construyeron los
grandes puertos. El telégrafo fue utilizado desde mediados del siglo y
Marconi recibía una patente para el desarrollo de la telegrafía inalámbrica en
1896, año en el que Graham Bell inventó el teléfono. En 1884 se había
otorgado una patente para la transmisión de imágenes y otros inventos habían
logrado dar la sensación de imágenes en movimiento. Varios inventos, entre

24
Cavalli, op cit. en nota 8, pag. 89.
13
otros, los de Ampière, Franklin, Galvani, Volta, Faraday permitieron la
aplicación de la electricidad. Cuatro grandes agencias de noticias se repartían
el mercado. La aparición del linotipo (line of tipe = línea de tipo) inventada
por el estadounidense Ottmar Mergenthaler en 1884 permitía componer una
línea entera de una vez manejada por un operario desde un teclado. Este
avance en la composición tuvo una influencia decisiva en la cantidad de
literatura impresa y en especial la de los periódicos. En el mismo año
Waterman inventaba la pluma fuente. La máquina de escribir había sido
inventada en 1867. En 1839 Daguerre perfecciona la fotografía, Edison
inventa el fonógrafo en 1877 y el 1889 el cinematógrafo. Marconi inventa la
radiodifusión en 1901.
Desde comienzos del siglo se instaura en la conciencia jurídica la
noción de la codificación. A diferencia de las compilaciones, de acuerdo al
criterio de Miaja de la Muela, se trata de una reducción a una unidad
sistemática de las normas que comprende una rama jurídica, a la vez que
importa una elaboración de reglas nuevas y modificación de las existentes con
un criterio político y jurídico unitario. Las recopilaciones previas fueron las
del Corpus Juris de Justiniano, las de la antigua legislación española y las que
siguen al Código Napoleón. Esta etapa se inicia con el proyecto de Austria de
1753 que se sancionará en 1811 y con los de Baviera de 1756 y Prusia de
1794. En Francia las campañas de Napoleón extenderán la adopción del
Código Civil de 1804 en otros países. La evolución individualista y liberal de
la sociedad francesa que acelera la victoria de la burguesía con la igualdad
forma ante la ley, la libertad individual y la propiedad desacralizada25, se
organiza una sociedad laica, civilizada así como una sólida vida familiar. Se
conjugaron los principios jurídicos del viejo régimen del derecho romano del
sur y las costumbres francesas del norte. El código era reducido y por tanto
fácilmente transportable y como también era de una lectura sencilla, permitía,
razonablemente, que cada individuo pudiera leerlo y conocer sus derechos.
Da lugar a la famosa discusión entre Savigny que temía que se anquilosaran
las normas y Thibaut que apostaba a su difusión y asequibilidad. Cuando
Italia logra su unidad política dicta su Código Civil y en Suiza hubo 26
legislaciones distintas hasta la sanción del Código Federal Suizo de las
Obligaciones en 1881.
En América por su parte se dictan códigos civiles en Luisiana en
1824, Bolivia 1843/5, Perú 1852, Chile 1855/7, Ecuador, 1861, Uruguay
1868 y Argentina 1869/71.
En Brasil se aplicó la legislación de Portugal que preveía la tutela
en el art. 23 de la Constitución de 1838, México lo incluye en la
Constitución de 1824 (y en su ley de 1846), Perú lo consagra en la
Constitución Vitalicia de Bolívar en su art. 149 y luego por ley de 1849,
México incluye una norma en la Constitución de 1824 y luego en su ley
de 1846.
En la Argentina, en los albores de los primeros gobiernos patrios se
conceden varios privilegios de invención. El proyecto del texto de la
Constitución de 1819 establecía en su art. 44: “Asegurar a los autores o
inventores de establecimientos útiles, privilegios exclusivos por tiempo
determinado y el de 1826, art. 57: “Acorde a los autores o inventores de
establecimientos útiles, privilegios exclusivos por tiempo determinado”.
25
Duby, George, “Atlas histórico mundial”, Editorial Debate en versión española (original francés Ed.
Libraire Larousse, 2987) pag.79.
14
Estos textos no entraron en vigor pero, desde 1851, la Constitución
Nacional establece en su art. 17”... Todo autor o inventos es propietario
exclusivo de su obra, invento o descubrimiento, por el término que
acuerde la ley”. La primera ley sobre derecho de autor fue la nº 7.092 de
1910. Previamente el país fue parte del Tratado Sudamericano de
Derecho Internacional Privado”, de Montevideo de 1889. Varios
conflictos judiciales dieron curso a la acción entablada antes de la
vigencia de la primera norma interna.26 La primera ley de patentes fue la
nº 111 de 1864 que estuvo en vigencia hasta hace muy poco tiempo.
Algunos Códigos Civiles regulan en detalle el derecho de autor
como sucede, por ej., con el de Brasil (1916), México (1928), Honduras
(1898), Nicaragua (1904) y Paraguay y otros consagran el derecho y
remiten a una ley especial como sucede en España. Algunos Códigos
penales como los de Brasil de 1940, México de 1931, Costa Rica de
1918, Haití de 1835, Honduras de 1898, Paraguay de 1910 y El Salvador
de 1904 incluyen tipos penales específicos.
Estos ejemplos nos permiten dar por aceptado que el principio del
derecho exclusivo del autor y del inventor estuvieron reconocidos en
varios países de América, desde los comienzos de su emancipación.
El avance del proceso de industrialización da lugar a la época de
las grandes “Exposiciones Internacionales”. Cuando se inaugura la de
Viena de 1871 los industriales estadounidenses invitados hacen oír sus
protestas en el sentido de que la difusión de la muestra afectaría la
patentabilidad en terceros países. Esta preocupación hace de disparador
de la iniciativa de convocar un Congreso. Con motivo de la Exposición
de París la decisión se repite y el Gobierno francés toma la
responsabilidad de convocar una Conferencia Diplomática que, reunida
en París en 1883, elabora el Convenio, para la Protección de la
Propiedad Industrial y que lleva el mismo nombre de la ciudad donde se
celebró la conferencia. Es este se constituyó una Unión, se estableció el
Trato Nacional, se organizó una Oficina Internacional, los Estados
miembros no podían celebrar acuerdos que inferiorizaran el Convenio y
la revisión periódica ya era norma expresa.
En cuanto a la estructura del convenio, el de París de 1883, es el
precedente más inmediato del de Berna de 1886, pese a que las
diferencias entre ambos sean tan grandes y significativas.
El primer texto del Convenio de Berna incluye un “Preámulo” en
el que se subraya el objetivo de proteger del modo más eficaz y uniforme
posible los derechos de los autores sobre las obras literarias y artísticas,
se constituye una “Unión”, se aplica tanto a las obras publicadas como a
las no publicadas, obliga a la dispensa del “trato nacional”, se protegen
las obras literarias y artísticas sin sujeción a un número cerrado, se
acuerda una protección mínima o convencional, se establece la
presunción de autoría, se autorizan las medidas cautelares en frontera
para proteger el ámbito de jurisdicción territorial, se establece el
principio de la irretroactividad, los arreglos particulares entre los Estados
partes no pueden inferiorizar el convenio, se crea la Oficina
Internacional, se establece la revisión periódica y queda abierto a la

26
Rodríguez, Horacio F. En Propiedad Artística y Literaria, Editorial A.M./ de Tomassi, Bs. As. 1929 y sgts.
y Mouchet y Radaelli, op cit en nota 19
15
firma de los Estados que conceden protección a los derechos de los
autores.27

8. CONCLUSIONES

Para esta fecha la positivización del derecho de autor tal como hoy la
conocemos se encuentra plenamente instalada. Desde entonces hasta nuestros
días la evolución que se experimenta es de un grado diferente y la línea de
progreso se vuelve constante. Los medios tecnológicos tienen una influencia
innegable de modo tal que mencionar el descubrimiento de la imprenta como
causa del derecho de autor es acertado, solo si la tomemos como el catalizador
o precipitante de una multiplicidad de fenómenos de la más diversa índole.
El estudio de la evolución histórica permite develar varias incógnitas: el
privilegio es el instrumento común a los derechos de los autores y de los
inventores, su justificación se encuentra en que eran conducentes para el
progreso, (que se reputaban útiles en el caso de las obras literarias y artísticas
y que debían acreditar su utilidad en el caso de las invenciones) de allí
también que fueran otorgados por tiempo limitado (que luego encontró su
justificación en otros motivos); entiende el distinto lapso de validez entre las
invenciones y las obras artísticas, se descubre el porqué del registro y del
depósito de los ejemplares sobre los que debía otorgarse la concesión del
privilegio; también se entiende el porqué de algunas normas (como en la
Argentina) que ponen en cabeza del editor la obligación del registro; se asiste
a la evolución de las instituciones conforme a la estructura socio política de
cada época, siendo el titular del derecho, primero el editor, luego la
corporación a la que pertenecía el autor y solo luego el autor mismo; se
comprende el origen comercial del derecho hasta que es reconocido como
derecho civil y derecho humano; se advierte el tránsito de la época en que el
derecho se otorga para posibilitar su circulación hasta el momento en que es
reconocido el derecho del extranjero por el doble carácter de bien comercial y
bien que corresponde a toda persona por ser tal; encontramos los orígenes de
la cláusula de la nación más favorecida; se visualiza del soberano quien luego
requiere para concederlo, de la justificación de su autoría y, finalmente, su
reconocimiento solo por la ley que reconoce el derecho por el acto creador; se
advierte la modificación de la estructura de la norma cuando la constitución
política consagra la igualdad ante la ley y se encuentra elaborada en un
régimen parlamentario; se advierte cuando los derechos de los autores
comienzan a ser de interpretación extensiva y porqué en algunas legislaciones,
más apegadas a la antigua noción de privilegio, las facultades siguen atadas a
numerus clausus; se advierte cuándo el derecho de autor se separa de la
facultad del Estado de ejercer la censura por la circulación de las obras y
porqué se pensó que era necesario incluir la reserva en el Convenio de Berna.
La sutileza del lector sabrá sacar, seguramente, más explicaciones que harán
más comprensible la norma positiva.
Y, como toda visión retrospectiva, nos prepara mejor para adecuar la
norma en el futuro.

27
Lipzyc, Delia, “Derecho de autor y derechos conexos”. Ed. Unesco, CERLAC, Zavalía, Buenos Aires,
1993, pags. 622 y sgts., donde se encontrará el tema tratado con más detalles y se lo podrá comparar con las
demás Actas.
16

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