El enfoque sistémico nos permite comprender cómo puede estar conformado un ecosistema de innovación en un determinado territorio. El concepto de sistema de innovación es el resultado de un proceso en el que participan diferentes disciplinas científicas y perspectivas metodológicas, siendo la “corriente” más caudalosa aquella vinculada a la economía del cambio técnico en su versión evolucionista. Así, las fuentes metodológicas que alimentan al concepto de sistema de innovación proceden de la teoría de sistemas, teorías evolucionistas, los procesos descriptivos utilizados en la economía industrial y, principalmente, el paradigma de red (Gómez-Uranga y Olazarán 2001). El concepto de sistema de innovación quedó estructurado con las aportaciones de Lundvall (1992), quien afirmaba que para hablar de un sistema de innovación se requieren dos condiciones: primero, la existencia de una diversidad de actores y factores relacionados con la innovación (empresas, organismos públicos y privados de I+D, políticas públicas, agentes financieros, agentes del entorno socioeconómico, sistema educativo, etc.) y, segundo, la existencia de relaciones regulares y bidireccionales entre los distintos agentes y actores. Ahora bien, para comprender mejor el enfoque sistémico, es necesario tomar en cuenta los múltiples niveles (nacional, regional y sectorial), ya que pueden coexistir y complementarse entre sí (Seclén 2014).