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Sistemas sectoriales de innovación: de la base de conocimiento a la


innovación. Una contribución teórica

Chapter · January 2008

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María-Isabel Encinar Felix-Fernando Muñoz


Universidad Autónoma de Madrid Universidad Autónoma de Madrid
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Capítulo 4. Sistemas sectoriales de innovación: de la base de
conocimiento a la innovación. Una contribución teórica

María Isabel Encinar y Félix-Fernando Muñoz

1. Introducción

Uno de los elementos constitutivos de las economías postindustriales es la creciente


presencia e importancia del conocimiento tanto bajo forma de factor de producción
como bajo forma de mercancía. La globalización económica y el desarrollo de las
tecnologías de la información y la comunicación han ido configurado una realidad de
rápida e intensa creación de nuevo conocimiento, así como de un incremento de las
posibilidades para su acceso y difusión a través de procesos de aprendizaje generadores
de nuevas capacidades. Todo esto da lugar a una nueva economía (Cooke, 2001), en la
que habría operado un cambio de paradigma técnico-económico (Dosi, 1988).

La emergencia histórica de las denominadas economías basadas en el conocimiento —


con una alta proporción de trabajo intensivo en conocimiento, un peso económico
significativo de los flujos de información, y una cuota de capital intangible mayor que la
de capital tangible (Foray, 2004)— han promovido el desarrollo de métricas de la
economía del conocimiento, con el objetivo de clasificar y analizar la evidencia
empírica asociada a los elementos conceptuales propios de éstas (Vilaseca y Torrent,
2005). Paralelamente a estos trabajos que inciden en cuestiones más empíricas, existe un
amplio elenco de autores que, basando una parte de sus investigaciones en una tradición
que se remonta hasta Adam Smith (1795), han asumido el reto de aproximarse
teóricamente al problema del conocimiento, interesándose fundamentalmente por su
organización y sus implicaciones en los procesos económicos; es el caso, por ejemplo,
de Keynes (1921), Knight (1921), Hayek (1937, 1945), Penrose (1959), Shackle (1972)
o Loasby (1999; 2001). Otros autores han incidido más en el análisis de la creación y
difusión del conocimiento (Arrow, 1962; Polanyi, 1966; Katz y Shapiro, 1994).

1
Un punto de partida en este tipo de investigación teórica es el reconocimiento e
interpretación de los procesos complejos propios de las denominadas economías del
conocimiento que subyacen a los procesos de innovación. Entre estos se encuentran los
procesos de creación, difusión y organización del conocimiento. Dado este
reconocimiento, la cuestión fundamental se remite entonces al examen del papel que
desempeña la creación, difusión, organización, uso, etc., de conocimiento en relación
con los elementos, procesos y vínculos dinámicos que configuran los procesos de
innovación.

Por otra parte, es manifiesto que existen diferentes patrones de innovación sectorial, y
que estos varían más según diversos sectores de una misma economía que entre sí,
cuando consideramos los mismos sectores en distintas economías (Malerba, 2005). Esto
ha llevado a algunos autores a considerar que el nivel de análisis más pertinente es el de
los sectores, y no necesariamente el nacional o regional. En efecto, una comparación
entre actores, fuentes de novedad, instituciones y políticas de innovación en diferentes
sectores muestra fuertes contrastes, lo cual, por un lado, sugiere que las fuentes de la
innovación y su papel dinámico de transformación de estos sectores es muy diverso
(Mowery y Nelson, 1999), y por otro requiere de una explicación especial.

Abordar cuestiones como éstas —la relación entre conocimiento e innovación, y la


existencia de diferentes patrones de innovación entre sectores— exige la propuesta de
marcos conceptuales que permitan, por una parte, acomodar analíticamente la
multidimensionalidad de los procesos de innovación, y, por otra parte, señalen con
claridad cuál es el papel específico y diferenciador que desempeña el conocimiento en
los procesos de innovación en diferentes sectores. Un candidato que nos parece muy
adecuado para este propósito es el de los Sistemas Sectoriales de Innovación (SSI),
propuesto por Franco Malerba (2002). Este tipo de propuestas no está, sin embargo,
exento de críticas1, siendo la más fundamental de ellas, a nuestro modo de ver, la que

1
Unas hacen referencia a la relación o encuadramiento de los SSI con respecto de otros enfoques
alternativos (o complementarios, según se mire) como son los Sistemas Nacionales de Innovación
(Freeman, 2002, 1987; Nelson, 1993) y los Sistemas Regionales de Innovación (Cooke et al., 1997).
Otras críticas inciden en la “falta de operatividad” de este tipo de enfoques, tanto desde el punto de vista

2
afirma que, en el mejor de los casos, un sistema de innovación (y, por tanto, SSI) es una
heurística (Edquist, 2005, p. 186).2

En este trabajo se aborda el fundamento teórico del marco conceptual SSI, lo que, desde
esa propuesta particular, nos permitirá reflexionar sobre el papel del conocimiento y la
naturaleza de la interacción en los sistemas de innovación. Para esto, examinaremos el
fundamento teórico de la (inter-)acción de los agentes individuales y los resultados de la
misma en un sistema económico. Es decir, examinaremos cómo y por qué un sistema
económico evoluciona con el objeto de identificar las causas de esa evolución y, con
ello, las diferencias (especificidades) entre unos y otros sistemas. Los sistemas de
innovación (por ejemplo los SSI) no podrían diferir sustantivamente entre sí, si no se
dieran causas específicas de dicha diferenciación, algunas de las cuales aparecen de
modo difuso en la literatura. Nos referimos, en particular, a las dinámicas de objetivos
de los agentes, que son, como argumentaremos, elemento fundamental en la explicación
de las diferencias de patrones de innovación observadas entre sectores.

El trabajo parte de una definición abstracta de sistema, como conjunto de elementos


constitutivos y las conexiones existentes entre ellos (Potts, 2000). Estas estructuras y su
evolución soportan la dinámica de los sistemas. Veremos que la clave para la
comprensión de los procesos evolutivos más generales es el modo en que se establecen
los vínculos (conexiones) dinámicos entre los elementos constitutivos del sistema.
Sobre esta base operarán los procesos de selección y retención característicos de los
procesos evolutivos (Foster y Metcalfe, 2001). Sin embargo, la cuestión fundamental es
cómo y por qué se activan las conexiones en un sistema económico. Argumentaremos
que los procesos de auto-transformación son el resultado de cambios en el conocimiento
de los agentes económicos causados por procesos de aprendizaje y de adquisición de
nuevas capacidades evolutivas, y que estos procesos están activados, entre otras causas,
por la dinámica de generación de y cambio en la jerarquía de los objetivos de los

de la “cuantificación” de los procesos implicados como las implicaciones que para la política económica
supone adoptar enfoques complejos.
2
Edquist señala que la debilidad más importante del marco conceptual de los sistemas de innovación (SI)
es que, a pesar de su utilidad para abordar el estudio del funcionamiento de los sectores, está “sobre-
teorizado” o “sub-teorizado”, por lo que no queda claro cuál es su sustento teórico ni su estatuto
epistemológico. Otras debilidades señaladas por Edquist son la “borrosidad conceptual” de SI, en
particular cómo se conciben y definen las instituciones, los límites de los sectores, etc. (Ibíd.).

3
agentes, algunos de los cuales muestran una intención manifiesta. Para acomodar
analíticamente esta última idea, precisaremos de un concepto teórico fundamental: el de
plan de acción de los agentes.

Este trabajo se desenvuelve, por tanto, en la línea de la microfundamentación de las


capacidades organizativas e individuales y sus consecuencias en términos de cambio
económico (véase, por ejemplo, Loasby en este volumen; y Felin y Foss, 2006, 2005).
Pero, aún cuando éste es un trabajo teórico, no lo hace en abstracto: esta investigación
se dirige, más específicamente, a los determinantes que configuran la base de
conocimiento propia de un SSI, basándose en el examen micro de las vinculaciones que
se establecen entre los elementos propios de la base de conocimiento.

La estructura del capítulo es la siguiente. En la sección 2 se expone brevemente el


marco conceptual de los SSI. En la sección 3 se investiga el fundamento teórico del
dinamismo de la base de conocimiento de los agentes —en particular, cómo se
establecen los vínculos entre los diferentes elementos de un sistema. En la sección 4 se
analizan las implicaciones que la dinámica de la base de conocimiento tiene para la
organización de la innovación y el patrón de innovación resultante en un SSI. En esta
sección se hace referencia a los “productos” del proceso de innovación y la medición
del desempeño del mismo. El trabajo concluye con unas observaciones finales.

2. Los sistemas sectoriales de innovación (SSI)

Es un hecho constatado que los patrones de innovación varían según los sectores
productivos de una economía en términos de características, fuentes de innovación,
actores implicados, límites del sector, procesos y organización de las actividades
innovadoras, etc. Además, una comparación entre actores, fuentes, instituciones y
políticas de innovación en diferentes sectores muestra fuertes contrastes: el papel de la
innovación en la dinámica y la transformación de estos sectores es muy diverso
(Malerba, 2005).

4
Existen fundamentalmente dos tradiciones en el estudio de los sectores. La primera de
ellas está relacionada con la literatura de la organización industrial. Algunas de las
aproximaciones más convencionales son las basadas, respectivamente, en el esquema
estructura-conducta-desempeño, en los costes de transacción, los costes irrecuperables y
en modelos de teoría de juegos de interacción estratégica y cooperación (véase, por
ejemplo, Cabral, 2000). Así, las diferencias en las estructuras de equilibrio de un sector,
se explican en función de los patrones de demanda y tecnología subyacentes y de los
tipos de costes irrecuperables en que se incurre. Los análisis inciden en la concentración,
integración vertical, diversificación, etc.; y en la dinámica de los sectores en términos de
progreso técnico, barreras de entrada, crecimiento de las empresas, etc. Finalmente, la
interacción entre las empresas se especifica en términos de comportamiento estratégico.

Sin embargo, a la hora de explicar los procesos de cambio estructural dentro de los
propios sectores, en la mayoría de estos estudios no se destaca especialmente el papel
que desempeñan las organizaciones distintas de las empresas (por ejemplo
universidades, laboratorios públicos, instituciones, etc.), el conocimiento y los procesos
de aprendizaje que se despliegan tanto en las propias empresas como en esas otras
organizaciones, la amplia variedad de esquemas de interacción entre los agentes
(interacción no sólo a través del mercado véase Larsen y von Tunzelmann en este
volumen), las transformaciones de los sectores en términos de agentes, etc.

La segunda tradición de estudios sí aborda estas cuestiones y ha proliferado en los


últimos años. Son estudios que, profundizando en estos temas, permiten una percepción
más rica de los diferentes procesos en marcha dentro de cada sector y de su co-
evolución, así como de su influencia en la dinámica de transformación de los propios
sectores. Sucede, sin embargo, que estas contribuciones forman un abigarrado y
heterogéneo conjunto donde no es fácil encontrar y distinguir con claridad los elementos
comunes. El concepto de Sistemas Sectoriales de Innovación (SSI) propuesto por
Malerba (2002, 2004) pertenece a esta segunda tradición, introduciendo una visión
multidimensional, integrada y dinámica de transformación de los sectores que trata de
identificar los elementos comunes para así destacar los elementos diferenciales. Dos son
las notas o características esenciales de esta propuesta: por un lado, su énfasis en el

5
análisis sistémico de los sectores; y, por otro, la adopción de un marco teórico evolutivo.
En efecto, la economía evolutiva provee un amplio marco teórico que permite acomodar
el concepto de SSI: los sistemas económicos y sociales se conciben como sistemas
sujetos a cambio endógeno continuo, siendo la evolución el resultado de la auto-
transformación de los sistemas a lo largo del tiempo (Witt, 2003). Por otra parte, la
economía evolutiva y los estudios de economía del conocimiento ponen especial énfasis
en que los sectores y las tecnologías difieren fundamentalmente en términos de la base
de conocimiento y de los procesos de aprendizaje subyacentes a cada sector,3 ideas éstas
centrales en la perspectiva de los SSI. En este sentido, como se mostrará un poco más
adelante, puede considerarse la base de conocimiento —más bien su dinámica— como
uno de los elementos determinantes del patrón de innovación propio del sector. Aunque
esto no es evidente de modo inmediato.

El marco conceptual de los SSI permite, según nos parece, una aproximación abierta a
los procesos de innovación en un doble sentido. Primero porque se trata de un marco
conceptual capaz de proveer de una visión multidimensional de los vínculos dinámicos
propios de dichos procesos. Su insistencia en la necesidad de analizar la co-evolución de
los procesos que subyacen y conforman los procesos de innovación es muestra de ello.
En segundo lugar, porque este marco conceptual parece compatible con la localización e
identificación del papel desempeñado por el conocimiento en los procesos objeto de
investigación. Resumimos a continuación las notas centrales de este marco conceptual4.

Un sector puede caracterizarse como un conjunto de actividades unificadas, para un


grupo de productos relacionados, con una demanda dada o emergente, y que comparten
algún conocimiento básico. Un sistema de innovación está compuesto por un conjunto
de agentes que despliega en interacción un conjunto de actividades de mercado y extra-
mercado con el objeto de crear, producir y vender productos del sector. En consecuencia,
las empresas que operan en un sector poseen algunas características comunes y, a la vez,
son heterogéneas. Así, un SSI consta de una base de conocimiento, tecnologías, inputs y
una demanda potencial (o existente) que lo caracteriza, y de una serie de instituciones

3
Véanse los trabajos de Nelson (1995), Dosi et al. (1996), Metcalfe (1998), Lundvall y Johnson (1994) y
Cowan et al. (2000).
4
Un trabajo preliminar es Alonso et al., (2006).

6
que configuran el entorno en el que despliegan su actividad los agentes del sector. Se
trata de lo que Malerba denomina los tres bloques constitutivos de un SSI: (i) base de
conocimiento y tecnología; (ii) actores, redes y demanda; y (iii) instituciones. Es la
interacción y co-evolución de estos tres bloques lo que da lugar a —permite la
emergencia de— un SSI. Veamos a continuación, con algún detalle, cada uno de estos
bloques constitutivos.

Conocimiento. El conocimiento es el fundamento del cambio tecnológico y, como tal,


desempeña una función central en la innovación —como ha mostrado la literatura
evolutiva. Los trabajos de autores ya citados, como Nelson y Winter, David, Foray,
Lundvall, Dosi, Cowan, Metcalfe y Loasby, en los últimos años se añaden a las
aportaciones ya clásicas como las de Herbert Simon (1983, por ejemplo). En la
literatura evolutiva la base de conocimiento (knowledge base) y los procesos de
aprendizaje (learning processes) están en la base de los procesos de innovación.
Además, estos conocimientos y procesos de aprendizaje difieren entre sectores tanto en
términos de campos o dominios de conocimiento como en sus características.

Algunas de las características generales de la base de conocimiento son su carácter


altamente privativo (incluso tácito) en el nivel de los individuos y de las empresas, su
no difusión automática y sin límites entre empresas, la desigual absorción del mismo
por las empresas y organizaciones según sus diferentes habilidades y capacidades
acumuladas a lo largo del tiempo, etc. 5 Son, precisamente, estas características del
conocimiento las que permiten identificar las particularidades de los sistemas de
innovación, y por tanto su delimitación —particularidades y límites que desde otros
ámbitos son sólo parcialmente aprehendidos. En este sentido, como señala Malerba
(2004) algunas cuestiones fundamentales surgen al aproximarse al fenómeno de la
innovación desde la perspectiva de un SSI. Por ejemplo, en algunos sectores es la
ciencia el motor principal del conocimiento, mientras que en otros casos es el

5
Estas características configuran una específica base de conocimiento, tecnologías e inputs que, podría
ser identificada estáticamente. Ahora bien, en un sentido dinámico —fundamental en el análisis de la
innovación— examinar el dominio de conocimiento es central para reconocer cuáles son las fronteras del
sector, fronteras que, además, cambian en el tiempo. De hecho, un análisis sustantivo de la dinámica de
un sistema exige clarificar los límites del mismo, sobre todo cuando este sistema se relaciona o está
incluido o incluye otros (sub-) sistemas.

7
aprendizaje por la práctica y la acumulación de experiencias el principal causante del
crecimiento del conocimiento; en unos sectores determinados el principal agente de
generación de crecimiento son las universidades, en otros las empresas; y así
sucesivamente.

Desde el punto de vista de la innovación, el conocimiento presenta tres dimensiones


principales: accesibilidad, oportunidad y acumulatividad (Malerba, 2005, pp. 388-389).
El grado de accesibilidad (Malerba y Orsenigo, 2000), se refiere a las oportunidades
para las empresas de adquirir conocimiento externo a la organización, conocimiento que,
a su vez, puede ser interno o externo al sector. Cuanto más accesible sea el
conocimiento para las empresas en un sector, implicará una menor apropiabilidad: las
empresas pueden adquirir conocimiento observando e imitando a sus competidores. La
accesibilidad al conocimiento externo al sector está, por su parte, ligada a los niveles y
fuentes de conocimiento científico y de oportunidades tecnológicas. Según sean los
vínculos entre las diferentes organizaciones que generan conocimiento y el grado de
accesibilidad al mismo, resultará un mayor grado de heterogeneidad o concentración en
el sector.

El conocimiento puede ser también más o menos acumulativo, según la generación de


nuevo conocimiento se apoye más o menos en el conocimiento disponible. Tres son las
diferentes fuentes de “acumulatividad”: (a) cognitiva: los procesos de aprendizaje del
conocimiento pasado limitan el conocimiento presente, pero también son fuente de
nuevas preguntas y nuevo conocimiento; (b) la organización de las capacidades de las
empresas, que generan nuevo conocimiento específico para las empresas y es
dependiente de la trayectoria (define qué puede aprender y qué puede conseguir una
empresa en el futuro); (c) la realimentación proveniente del mercado, en un proceso en
el que el éxito se realimenta. Un mayor grado de “acumulatividad” implica un
mecanismo conducente a una mayor apropiabilidad del valor que generan las
innovaciones.

Estas tres notas del conocimiento (accesibilidad, oportunidad y acumulatividad) en su


concreción particular y en su evolución específica van determinando los límites de un

8
sistema sectorial. La base de conocimiento y las tecnologías, y los procesos de
aprendizaje en marcha, condicionan la configuración de un sistema sectorial, van
definiendo sus límites y su patrón de evolución.6 Así, para establecer los límites reales
de un sistema sectorial de innovación particular habría que examinar cuáles son los
vínculos y complementariedades entre tecnologías que, de algún modo, podrían ser
indicativos de los patrones de innovación subyacentes. Estos vínculos y
complementariedades son eminentemente dinámicos: se trata de interdependencias y
procesos de retroalimentación que se dan entre una amplia variedad de variables en un
sistema sectorial. Entre estas variables, destacan por ejemplo, la estrategia de la empresa,
su organización, la tasa y dirección del cambio tecnológico, el tipo de competencia y las
redes que se generan entre agentes. Nos referiremos brevemente a estas últimas.

Agentes y redes. Un concepto muy apto para comprender los sistemas es el concepto de
red (Foster, 2005: 885). En este enfoque sistémico, también un SSI es un conjunto de
agentes heterogéneos, sean éstos, individuos (consumidores, empresarios, científicos,
etc.) u organizaciones (empresas, universidades, agencias gubernamentales,
asociaciones de comercio, asociaciones industriales, etc.) que interactúan a través de
una serie de vínculos (conexiones) que establecen entre sí. Los agentes que interactúan
en un sector están caracterizados por sus especificidades de aprendizaje, competencias,
creencias, objetivos, estructuras organizativas y comportamiento. Los agentes
interactúan a través de procesos de comunicación, intercambio, cooperación,
competencia y órdenes; a través del mercado, pero también a través de relaciones extra-
mercado. Tal como se ha planteado desde la teoría evolutiva, las empresas están
caracterizadas por creencias, expectativas, competencias y formas organizativas, y
despliegan procesos de aprendizaje y de acumulación de conocimiento (Nelson y
Winter, 1982; Teece y Pisano, 1994; Teece et al., 1997). Es destacable el papel que
desempeñan los objetivos que persiguen los agentes en función de sus creencias, valores,
representaciones, etc. Recientemente, Richard Nelson (2006, p. 497) ha reconocido que
una característica importante de la evolución de los negocios, el avance tecnológico, etc.,
“es que la actividad humana implicada en ellos está marcadamente orientada por las
metas [objetivos] que persiguen, con un relativamente amplio consenso en las metas, y

6
Por ejemplo del tipo Schumpeter Mark I y II (Winter, 1984).

9
un elevado nivel de abstracción”.7 Es este un tema, a nuestro entender, fundamental que
hasta ahora no ha recibido suficiente atención; en la próxima sección tendremos ocasión
de volver sobre este asunto y de ver que se trata de un elemento clave para la
comprensión de los sistemas económicos en general, y de los sistemas de innovación en
particular.

Dentro de un SSI los agentes heterogéneos interconectados a través de relaciones de


mercado (por ejemplo las empresas), y de no-mercado (por ejemplo las universidades y
los departamentos de investigación), son los generadores de redes. Estas redes difieren
entre los SSI como consecuencia de las características de la base de conocimiento. Pero
también difieren a causa de los procesos relevantes de aprendizaje, de las tecnologías
básicas, de las características de la demanda (entendida no como mero agregado de
compradores homogéneos, sino como una red —que emerge y se transforma
dinámicamente— entre agentes heterogéneos) y, por supuesto, de los vínculos y
complementariedades dinámicas que surgen en todo el proceso de interacción entre
agentes y redes —dinámica ésta fundamental en la evolución de un SSI. Por esta razón
Malerba establece que, en la perspectiva de un SSI, la innovación y la producción deben
ser consideradas como procesos que implican interacciones sistémicas entre una amplia
variedad de actores, orientados a la generación e intercambio de conocimiento relevante
para la propia innovación.

Instituciones. Un tercer elemento constitutivo de un SSI son las instituciones que


modulan los procesos de conocimiento y aprendizaje, así como las acciones e
interacciones que establecen los agentes. Las instituciones son cursos de acción pasados
exitosos, producto de diseño o de procesos de selección. Las instituciones incluyen las
normas, rutinas, hábitos comunes, prácticas, reglas, leyes, estándares, etc., y configuran
el entorno en el cual los agentes desenvuelven su actividad. Las instituciones surgen
para salvar, desde un punto de vista práctico, los problemas asociados a la toma de
decisiones de los agentes en un contexto de incertidumbre radical en el sentido de
Knight (1921). Un contexto de este tipo exigiría a los agentes unas capacidades
cognitivas de las que no pueden disponer; las instituciones economizan este recurso

7
Véase también en este sentido Nelson (2005).

10
escaso y, además, introducen una cierta estabilidad en el comportamiento de los agentes,
lo cual posibilita la formación de expectativas “razonables”. Son muy pertinentes, en
este sentido, los trabajos de North (2005), Hodgson (2004) y Loasby (1999), entre otros.

Con independencia del criterio para su ordenación —formales o informales (North,


1990, 1981), impuestas externamente o creadas por interacción; etc.—, algunas
instituciones son de ámbito nacional e incluso supranacionales (como sucede, por
ejemplo, con el sistema de patentes o con determinadas instituciones monetarias y
financieras), mientras que otras pueden ser específicas de un SSI (por ejemplo los
mercados laborales propios del mismo).

El examen de las instituciones en perspectiva de un SSI es interesante para el


establecimiento de las relaciones que surgen de la interacción. Así, las mismas
instituciones nacionales —por ejemplo el sistema de patentes— pueden tener diferentes
8
efectos sobre la innovación en diferentes sectores o países. También algunas
instituciones nacionales pueden favorecer a sectores que sepan adaptarse a ellas frente a
otros sectores que no sean capaces de hacerlo, con el resultado adverso de limitar su
potencial innovador. Finalmente, las instituciones pueden sufrir cambios significativos
en sus elementos diferenciadores originarios según hayan surgido en el nivel sectorial y
manifiesten su importancia en términos de empleo, competitividad o relevancia
estratégica, al trasladarse a un nivel nacional. Dichos cambios serían el producto de la
interacción dinámica entre sectores e instituciones.

Co-evolución. Como ya se ha mencionado antes, una nota fundamental de este enfoque


es que la innovación en los sectores tiene caracteres sistémicos relevantes. En este
sentido, son tan importantes los elementos que configuran el sistema sectorial de
innovación como su dinámica y su transformación conectada, siendo fundamental el
énfasis en los vínculos (dinámicos) (Kirman, 1997) y complementariedades que se
establecen entre sus elementos constitutivos. El análisis de estos fenómenos dinámicos
subyacentes a los procesos de innovación y sus vínculos (también dinámicos) es,
simultáneamente, medio y fin para determinar las características de la base de
8
El papel de las instituciones y su evolución como configuradoras, no sólo del entorno operativo de los
agentes, sino también del marco político económico ha sido destacado, entre otros, por Werger (2003).

11
conocimiento propia de un SSI. Es medio en tanto que, partiendo de la identificación
estática (instantánea) de los elementos constitutivos de un SSI en general, es posible
levantar un mapa de sus características en un momento particular del tiempo qué
instituciones están vigentes, cómo afectan al comportamiento de los agentes
(restricciones, incentivos, etc.), qué agentes operan, cuáles son las notas de la base de
conocimiento del sistema, etc. Es fin en tanto que ese mapa, a su vez, serviría para
identificar los vínculos y complementariedades dinámicos entre los elementos que
configuran ese SSI particular, haciendo posible el análisis de su estructura de
conocimiento y su evolución.

Un sistema sectorial despliega procesos de cambio y transformación a través de


procesos de co-evolución de sus diferentes elementos. No solamente evolucionan estos
elementos o están presentes determinados procesos de cambio, sino que es esencial
comprender cómo estos procesos interactúan entre sí, reforzándose, limitándose o
incluso neutralizándose. Esto es fundamental en un enfoque dinámico. El interés por un
SSI no debe circunscribirse, por tanto, a caracterizar o describir los sectores, sino en
explicar sustantivamente su evolución si se quiere entender este y, eventualmente,
actuar sobre él. En este sentido, el primero de los requisitos de un marco conceptual
candidato a hacer posible una visión multidimensional de los vínculos dinámicos
propios de los procesos de innovación, parecería quedar cubierto. Parece razonable que,
desde un punto de vista teórico, profundicemos en la búsqueda de explicaciones
sustantivas a estas vinculaciones dinámicas (evolutivas), en la localización e
identificación de la función desempeñada por el conocimiento y los objetivos de los
agentes en dichos procesos.

3. La naturaleza y dinamismo de la base de conocimiento (nivel micro)

Según el Manual de Oslo (2005, p. 15) el conocimiento en todas sus formas desempeña
un papel central en el progreso económico; por otra parte, los procesos de innovación
son procesos complejos. El mismo Manual reconoce que los vínculos actúan como

12
fuentes de conocimiento y tecnología e insiste en la necesidad de incorporar este tipo de
cuestiones en las estadísticas de la innovación (capítulo 5, pp.75ss.). Ahora bien, ¿cuál
es el vínculo causal que va desde el conocimiento como estructura hasta la innovación
como proceso complejo? ¿Cómo se van estableciendo los vínculos entre los elementos
de un SSI y cuáles son las consecuencias de estos? Responder a estas preguntas es de la
mayor importancia si se desea aclarar, por ejemplo, el estatuto epistemológico de SSI.
En esta sección presentaremos, brevemente, en qué consiste el conocimiento y el
aprendizaje para posteriormente presentar el concepto de plan de acción, que es el
elemento en el que convergen las dinámicas internas y externas a los agentes y que nos
permitirá, en la próxima sección, iluminar una serie de cuestiones importantes para este
trabajo.

3.1 Sistema, conocimiento y conexiones

En términos conceptuales un sistema viene explicado tanto por sus elementos


constitutivos, como por las conexiones que los vinculan (Potts, 2000, p. x). Lo
fundamental en un análisis dinámico es que estas conexiones están continuamente
cambiando (Ibíd., p. 5) pudiendo ser la recombinación de estas conexiones generadoras
de novedades (Loasby, 2001). Además, estas recombinaciones pueden ser intencionadas
o no (véase Loasby en este volumen). El conocimiento en abstracto, es un ejemplo
específico de asociación entre elementos: qué elementos específicos y cómo están
relacionados entre sí son un conocimiento concreto. El conocimiento en esta perspectiva
puede considerarse como una estructura, como un sistema de vinculaciones que además
es cambiante.

Un sistema es un concepto ubicuo: la estructura de un sistema, considerado de modo


abstracto, esto es, como conjunto de elementos interconectados, se reproduce en todos
los niveles de la realidad. Una propiedad de todo sistema es la modularidad: lo que en
un nivel es un sistema, puede ser un subsistema de otro que se despliega en un nivel
superior (por ejemplo, una organización, una empresa, es un sistema integrado en un
sector que, a su vez, es un sistema parte de un sistema económico mayor, etc.). Por otra
parte, todo sistema está compuesto por unidades que pueden ser asimismo sistemas.

13
En esta perspectiva, puede considerarse el conocimiento como un sistema; pero también
lo son las estructuras cerebrales que lo sustentan (Fuster, 2003), las cuales son, a su vez,
parte de un organismo, etc. Pero desde otro punto de vista el conocimiento se integra en
las organizaciones, sectores, etc., que son sistemas de rango superior. El crecimiento del
conocimiento es la acumulación de un fluir de conexiones entre los elementos internos
de un sistema, y entre los de este sistema con otros de rangos superiores e inferiores,
que son elementos de éste. Una “aplicación” interesante de esto es la caracterización de
los agentes económicos en términos de sus conexiones (tanto ad intra como ad extra).
Según Earl (1986, 2003), el agente económico está plenamente reconstruido cuando
todas las conexiones en las que opera, tanto internas como externas, quedan plenamente
explicitadas. Sin embargo, es imposible llegar a reconstruir al agente económico en su
totalidad; los agentes están de hecho estableciendo (y también eliminando)
constantemente conexiones.9 A estos procesos los denominamos de aprendizaje.

3.2 Aprendizaje

Las conexiones que forman el conocimiento de los agentes constituyen la base para la
acción de los mismos. Estos utilizan el conocimiento adquirido para elaborar teorías
(Nelson, 2005) acerca de cómo están conectadas causalmente los diversos elementos
que constituyen los sistemas físico-naturales, tecnológicos y sociales en los que
despliegan su acción. Estas teorías tienen un valor conjetural (Popper, 1972), y no han
de ser necesariamente verdaderas en el sentido de estar contrastadas científicamente.10
Las teorías son modelos o esquemas (frameworks) que sirven de base para la
anticipación o formación de expectativas de los agentes que actúan en un contexto de
incertidumbre, y que definen el conjunto de posibles eventos y la ponderación
(“probabilidad”) que el sujeto asocia a cada uno de éstos. Estos cursos de acción futuros
han de ser necesariamente imaginados y juzgados como posibles, para que tengan

9
Un sistema totalmente conectado —esto es, donde no cabe ninguna otra conexión— es el caracterizado
por la Teoría del Equilibrio General; obsérvese que en este tipo de sistema no cabe el aprendizaje ni, por
supuesto, una dinámica genuina. Subyace siempre la paradoja consistente en que un conocimiento implica
siempre una falta de conocimiento (Allen, 2004, p. 85).
10
Es importante, en todo caso, la diferencia en verdad lógica-material y verdad para la acción; véase
(Nelson, 2005).

14
efectos en la acción de los agentes. Estos modelos proveen de estructuras de
representaciones y procedimientos que, en la medida en que son de uso común y
generalizado, pueden definirse como instituciones. Este matiz es muy importante,
porque permite vincular el rol de las instituciones con el problema fundamental de
economizar las capacidades cognitivas en presencia de incertidumbre. Así, el estudio de
los procesos económicos es también el estudio de las instituciones (Loasby, 1999, p. 13).

Hay que notar, además, que las conexiones que configuran estos marcos o estructuras
para la acción son necesariamente incompletas como ya se indicó antes (Potts, 2000); es
decir, en un contexto de verdadera incertidumbre es imposible que los agentes conozcan
todas las vinculaciones entre los elementos (medios generalmente, pero también entre
los objetivos de acción) que constituyen los sistemas ahora y en el futuro. Íntimamente
ligado a esto hay un tema central en la economía evolutiva: la emergencia de novedades
(Encinar y Muñoz, 2006). En este contexto, los agentes despliegan una racionalidad
limitada (bounded rationality), que se refiere, respectivamente, a (i) las capacidades de
razonamiento de un agente que, por una parte, tiene una meta que alcanzar, y así marcha
tras su objetivo con una teoría al menos parcial de cómo lograrlo (aspecto racional del
concepto), y por otro lado, siendo esa teoría lo bastante ruda o imperfecta,
probablemente será revisada en el curso de su acción; y (ii) que el éxito no está en modo
alguno asegurado (aspecto limitado de la racionalidad). Ambos aspectos del concepto
parecen necesarios para captar lo que sabemos acerca de cómo los agentes y las
organizaciones solucionan sus problemas prácticos (Nelson, 2005, p. 3). Esta visión
conceptual es compatible con la aparición de novedad y con el crecimiento en el
conocimiento, es decir, con las condiciones de posibilidad de auténticos procesos de
aprendizaje.

El análisis de doble rango que vamos efectuando (elementos constitutivos del sistema y
sus conexiones) es fundamental para poder examinar la configuración y la dinámica
propia de la base de conocimiento de un SSI que es, por su propia naturaleza,
genuinamente evolutiva. Así, puede afirmarse que el conocimiento es conexiones, la
estructura es conexiones y la dinámica es el cambio en las conexiones. ¿Cómo se mueve

15
un sistema entre estados adyacentes? ¿Por qué pasa de uno a otro?... Son éstas preguntas
fundamentales de la microeconomía evolutiva (Potts, 2000).

Sea cual sea el dominio de conocimiento (Malerba y Orsenigo, 2000) particular de un


sistema sectorial, el examen del microfundamento teórico nos permite analizar la
importante cuestión de cómo los agentes (individuos, redes y organizaciones) que
constituyen dicho sistema operan organizando el conocimiento existente. Pero no sólo.
Al examinar los dominios de conocimiento, puede considerarse una segunda cuestión
aún más importante: la de cómo crece, o mejor, cómo evoluciona, el conocimiento y, en
su caso, se coordina y se canaliza de manera eficiente. La organización del
conocimiento, su crecimiento/evolución, y su eventual coordinación, en el sentido de
canalización del mismo de manera eficiente basándose en conexiones establecidas entre
los agentes, son asuntos centrales para comprender la propia configuración de la base de
conocimiento y para, en un ejercicio posterior, y desde esa comprensión previa,
conectar dicha configuración con el patrón de innovación que manifieste un SSI
particular. Pero hasta llegar ahí falta dar algunos pasos intermedios.

3.3 Explicación evolutiva y unidades de selección

Desde la perspectiva de la economía evolutiva, los sistemas económicos y sociales se


conciben como sistemas sujetos a cambio endógeno continuo: la evolución es el
resultado de la auto-transformación de los sistemas a lo largo del tiempo (Witt, 2003, pp.
12-13). Además, se concibe esa evolución como el proceso o conjunto de procesos que
combinan la generación de novedades con la retención selectiva de algunas de ellas
(Loasby, 2001, p. 1), según el esquema en tres etapas siguiente: generación de
variación-selección/adopción-retención de variedad (Metcalfe, 1998; Foster y Metcalfe,
2001). Podría decirse sin exagerar que un sistema evolutivo se caracteriza por el cambio
endógeno constante, inducido por la generación de novedades sujetos a procesos de
selección que desencadenan procesos de auto-transformación en el tiempo (Rubio de
Urquía, 2003).

16
Cambio continuo, pero ¿qué es lo que cambia? ¿Cuál es la unidad de selección que
alimenta constantemente el proceso de selección-retención? ¿Y la explicación causal de
la variedad renovada? Existe un intenso debate en torno a estas cuestiones. Para algunos
autores, las unidades de selección son las rutinas que desempeñarían, abusando de la
analogía (o metáfora) biológica el papel de los genes (Nelson y Winter, 1982; Becker,
2004); para North (2005) y Hodgson (1993) son las instituciones; para autores como
Boulding (1981), Hayek (1937, 1945, 1952) y Loasby (1999) es el conocimiento lo que
cambia, hasta el punto que el problema económico básico llega a identificarse con el
problema de la organización del conocimiento en la sociedad; para otros son las
capacidades las que cambian (Dosi et al. 2000); etc. Finalmente hay quien, como Potts,
en un plano mucho más abstracto y general, afirma que “son las conexiones las que
cambian” (Potts, 2000, p. 57).

Llegado este punto y al objeto de iluminar el amplio rango de fenómenos complejos


expuestos, consideremos una unidad analítica de selección: el plan de acción. Desde
ésta y para dar cumplida respuesta a los interrogantes de nuestra investigación sobre el
estatuto epistemológico de los SSI, debemos diferenciar cuidadosamente entre los tipos
de conexiones que se establecen entre los elementos de un sistema; en particular, entre
los diferentes objetos que se conectan entre sí: los medios (acciones) y los fines
(objetivos), que determinan el sentido de las conexiones. Veamos esto con algún detalle.

3.4 Los planes de acción

La dinámica económica puede entenderse de modo complementario a lo expuesto


anteriormente, como el proceso de generación, selección e intento de despliegue en
interacción de planes de acción de los agentes y los productos que resultan de esto
(Encinar y Muñoz, 2005). Según Rubio de Urquía (2003, 2005), los planes de acción de
los agentes son el resultado de una operación fundamental de los mismos consistente en
que estos asignan de modo proyectivo medios (acciones) a fines (objetivos) que
persiguen. Es decir, puede interpretarse un plan de acción en un momento dado del
tiempo como una plantilla o guía para la acción que conecta de forma proyectiva

17
elementos de distinta naturaleza: a saber, algo que se desea alcanzar (fines u objetivos)
con acciones (medios) conducentes a alcanzar ese algo.

Los agentes escogen sus objetivos de acción basándose en una multitud de factores:
psicológicos, sociales, culturales, éticos, etc. La constitución de estos planes se realiza
usando la imaginación, teniendo en cuenta que los objetivos perseguidos se sitúan en el
futuro imaginado por el agente. Podemos afirmar que los agentes se inventan el futuro
hacia el cual quieren orientar sus acciones. Esta idea es válida tanto si consideramos un
objetivo en el futuro muy próximo, en el medio plazo o en el largo plazo. Las
oportunidades de actuar en un determinado sentido (empresarial, por ejemplo) no están
escondidas en algún lugar de la realidad esperando a ser descubiertas por
emprendedores o visionarios, si no que, inicialmente, están en la mente de los agentes,
con independencia de que en algún momento posterior puedan adquirir la materialidad
de un documento escrito, una forma organizativa, etc.11

También es muy importante tener en cuenta que el conjunto de acciones y objetivos


vinculados proyectivamente mediante el plan de acción puede ser cualesquiera:
materiales o inmateriales, localizados en un momento del tiempo (aunque no todos en el
mismo, claro está); susceptibles de expresión monetaria (un precio o un determinado
importe en moneda oficial) o no (un nivel de satisfacción de una necesidad, o, por
ejemplo, “no hacer nada”), etc. Los planes de acción son, por tanto, una representación
analítica abierta de la acción proyectada por los agentes (sean estos personas u
organizaciones), donde las acciones (medios) y los objetivos (fines) no están dados en el
sentido de Robbins (1932). Estas construcciones teóricas, permiten representar
cualquier tipo de plan de acción imaginable (por ejemplo un viaje, un business plan, un
plan estratégico, un plan de la Comisión Europea para alcanzar los objetivos de Lisboa,
etc.), con estructuras de dependencia jerárquica entre objetivos y acciones, y
considerando tantos momentos analíticos como sea preciso. Es más, los planes
elaborados por los agentes y representados con estas estructuras son los que,

11
Es importante distinguir este uso de la imaginación proyectiva de la aproximación tradicional de la
escuela austriaca al fenómeno de la “empresarialidad”, basada en la noción de “descubrimiento” (Kirzner,
1992).

18
desplegándose en interacción con los de otros agentes, van configurando la dinámica
económica (y social) (Encinar y Muñoz, 2005).

3.5 Planes, conocimiento y dinámicas de objetivos de los agentes

Algunos trabajos recientes que analizan los fundamentos analíticos de la economía


evolutiva describen la evolución económica como “un proceso de crecimiento del
conocimiento” (Dopfer y Potts, 2004, p. 21). Por su parte, Metcalfe y Foster (2004, p.
xi) apuntan que el conocimiento adquirido por los agentes, así como la interacción de
los conocimientos de dichos agentes constituyen la base de la evolución y de la
complejidad del proceso económico.

Estos conocimientos se estructuran en rutinas, hábitos de comportamiento, reglas


cognitivas, sociales o tecnológicas, instituciones, esquemas organizativos, etc., y son el
fundamento de las capacidades. Sin embargo, quedan fuera o al menos no han sido
integradas de un modo pleno de estos trabajos los objetivos perseguidos por los
agentes —así como la dinámica de evolución y transformación de estos, lo que afecta a
su estructura jerárquica y contenidos— y la intencionalidad de los agentes en cuanto
elementos dinamizadores de la economía, además de los propios conocimientos. De
hecho, puede mostrarse que los objetivos y la intencionalidad desempeñan un papel
esencial en la explicación de las dinámicas de emergencia de novedades y capacidades
evolutivas, así como en los procesos de aprendizaje.

Por ejemplo, y pese a ser un tema controvertido, los trabajos de Dosi et al. (2000, pp. 2-
4) y Cañibano et al. (2006a,b) han arrojado cierta luz sobre los distintos conceptos
relacionados con las competencias organizativas, centrándose en la noción de
capacidades “dinámicas” y estableciendo una diferencia clara entre rutinas organizativas
y capacidades. Ser capaz de algo es tener, en general, la capacidad de conseguirlo o
alcanzarlo como resultado de la acción intencionada. Las capacidades rellenan el
“espacio” o “distancia” existente entre la intención y el resultado de la acción.

19
Tanto la emergencia como el desarrollo de capacidades están inducidas por la intención,
por la tendencia del agente hacia un objetivo; en este sentido el proceso de desarrollo de
12
capacidades es un proceso de aprendizaje intencionado. Las capacidades son
dinámicas porque su representación no tiene cabida en una estructura cerrada como la
del marco atemporal de la tecnología de la elección racional. Cuando los agentes y las
organizaciones tienen un conocimiento perfecto y completo de la realidad, queda
excluida la posibilidad de que haya una diferencia que salvar entre la intención y el
resultado final de la acción. Dicho de otro modo: a partir de los conocimientos
asociados a especiales conexiones entre los elementos de un sistema en un momento
dado, la exploración de estados adyacentes de un sistema, la búsqueda y el ensayo de
nuevas conexiones proceso que implica la adquisición de nuevos conocimiento, de
nuevas capacidades están determinados por la tendencia de los agentes a alcanzar los
objetivos que se va proponiendo. Cada agente y cada organización muestra unas
competencias y capacidades específicas, fruto de su propio patrón de aprendizaje, lo
cual resultará en distintos grados de efectividad en su acción. Expresiones tales como
“adquisición de competencias”, “aprendizaje” o “acumulación de activos organizativos
intangibles”, muestran la dimensión dinámica que adquiere la acción de las
organizaciones bajo estos enfoques. Por tanto, las distintas formas en que las
organizaciones llevan a cabo este proceso de aprendizaje y desarrollo de capacidades
son una fuente importante de heterogeneidad y de generación (y posterior selección) de
variedad. Y éstas están vinculadas a las dinámicas de objetivos e intencionalidad de los
agentes.

Por lo general, en economía evolutiva, se han presentado las explicaciones y


definiciones considerando el objetivo (fin) perseguido como algo dado. Pero se ha ido
posponiendo hasta muy recientemente (véase Nelson 2005 y 2006) el análisis del papel
que la persecución de los fines desempeña en el desarrollo de nuevas capacidades,
nuevos patrones de comportamiento, etc. Sin embargo, la teoría debe contemplar, como
se ha dicho, la realidad de que nuevos objetivos de acción puedan aparecer, de que la
ordenación jerárquica de los objetivos pueda cambiar, de que los objetivos de acción ya

12
Por ejemplo: el deseo de un niño de ser médico puede llevarle a descubrir una “capacidad innata” (o
vocación) que le haga plantearse “ser médico profesional” (nuevo objetivo), lo que si le lleva a estudiar
en una Facultad de Medicina termina por capacitarle para tal profesión.

20
alcanzados puedan ser eliminados de los planes de los agentes, de que los objetivos no
alcanzados puedan ser remplazados por otros, etc. Estos cambios conllevan procesos de
aprendizaje, así como la emergencia de acciones completamente nuevas que no pueden
ser explicadas únicamente por la mera adquisición de conocimiento. Son conexiones
especiales que se producen entre nuevos objetivos y medios.

La intencionalidad, vinculada a objetivos, activa el desarrollo de capacidades, de


ensayar nuevas conexiones en el seno de un sistema y, por lo tanto generar
conocimiento (aprender). Alinear, compatibilizar, reordenar, e incluso inventar
objetivos (Cañibano et al., 2006b) es fuente de novedad y por consiguiente de genuino
dinamismo en los procesos económicos.13

Por supuesto, las intenciones y los fines de la acción (los objetivos) evolucionan en el
tiempo y al evolucionar inducen cambios en las capacidades de los agentes, que a su vez
pueden resultar en la formulación de fines e intenciones renovados y por lo tanto en el
desarrollo de capacidades reformadas o renovadas. Así, los agentes se diferencian por
su conocimiento y sus capacidades, pero también por los fines que persiguen. Los
agentes son también, y sobre todo, heterogéneos porque conciben fines distintos y
desarrollan capacidades distintas, desplegando procesos de aprendizaje interactivo
específicos con objeto de llevar a cabo sus planes. Todo ello redunda en que los agentes
pueden introducir una gran variedad de cambios en el entorno a través de sus acciones,
alterando así el espacio de acción (los planes) del resto de agentes.

El tipo de intenciones que tienen los agentes es un importante factor explicativo de la


dinámica económica, en particular de la dinámica innovadora. Podemos encontrar
buenos ejemplos de las diferentes dinámicas ligadas a intenciones diversas en las
consecuencias de la transmisión o compraventa de empresas. Aunque en esencia el

13
A pesar de que un objetivo (un fin) pueda ser tratado analíticamente como un elemento estático
(atemporal), la intención es inherentemente dinámica. Ésta puede ser entendida como la tendencia hacia
un fin u objetivo que debe figurar primero en la mente del individuo (o grupo de individuos) como
propósito. Según el DRAE la intención es “la determinación de la voluntad en orden a un fin”; siendo el
fin de una acción “aquello a cuya consecución se dirigen la intención y los medios del que obra”. La
comprensión de la intención se remite por tanto al fin y la de éste último es también inseparable de la
intención. De ahí que las nociones de intención y de fin, estén estrechamente ligadas a la de plan de
acción.

21
conjunto de capacidades operativas de la organización se mantenga al cambiar sus
propietarios, sus fines pueden variar de forma radical, lo que termina transformando las
capacidades organizativas y hasta operacionales de la propia empresa. Esa voluntad de
introducir cambios en la realidad es la que permite a los agentes usar sus capacidades
por medio de acciones orientadas a la consecución de fines transformadores y, al mismo
tiempo, explica el desarrollo de capacidades nuevas o mejoradas.

Resumiendo lo dicho en esta sección, es la consideración de la inherente dimensión


temporal (dinámica) de las intenciones y los fines de la acción, lo que nos permite
argumentar que las capacidades individuales y organizativas sean realmente evolutivas.
El surgimiento de nuevas intenciones, vinculadas a la concepción de nuevos fines,
renueva las capacidades de los agentes. En consecuencia, las capacidades, al ser
dinámicas, van abriendo nuevas posibilidades de acción que permiten la concepción de
nuevos fines, de ahí que consideremos que capacidades e intenciones se retro-alimentan
de forma continua (véase Loasby en este volumen). Por otra parte, las intenciones y
fines de los distintos agentes son muy diversas. En particular, los agentes pueden ser
caracterizados por su grado de intencionalidad innovadora (Cañibano et al., 2006c),
definida como la voluntad de concebir o imaginar realidades distintas a las percibidas,
con el propósito de hacerlas efectivas. La intencionalidad innovadora es un factor
explicativo del establecimiento de nuevas conexiones (vinculaciones) entre los
elementos constitutivos de un sistema, base de los procesos de innovación y por tanto de
las transformaciones económicas y sociales.14

3.6 Intencionalidad, racionalidad y evolución

No todos los cambios que experimenta una sociedad son resultado de la acción
intencionada; de hecho, no toda acción es intencionada (Rubio de Urquía, 2005), como
muestra por ejemplo la literatura relativa a la rutinas organizativas. Tampoco todos los

14
La discusión del papel que juega la intención en los procesos económicos de auto-transformación
permite arrojar nueva luz sobre el concepto de empresarialidad. Así, “los empresarios creen en algo que
nadie más cree y lo hacen con la suficiente fuerza de espíritu como para [es decir, tienen la intención de]
actuar en línea con esta creencia y comprometer sus recursos económicos en un plan de negocio. Esta
creencia está basada en el entendimiento del individuo en cuestión (empresario) y el entendimiento a su
vez se basa en el conocimiento del mundo económico que detenta el individuo” (Metcalfe, 2004: 167).
Véase también, en este sentido Earl (2003).

22
resultados de las acciones son siempre los pretendidos, el resultado de una acción puede
ser muy distinto a lo que originalmente pretendía el agente. La interacción, la
providencia, el desconocimiento, etc., pueden conducir a resultados totalmente
inesperados — se ha llegado a afirmar que la evolución es un proceso “ciego” (Vanberg,
2006), porque en éste emergen propiedades y se dan resultados no buscados (Popper,
1948). No obstante, la acción de los agentes, en cuanto racional, dentro de sus
limitaciones es tendencial: busca unas metas (razones) por las que actuar. Es más, en la
perspectiva de los planes de acción vinculados proyectivamente, las dinámicas
cognitivas podrían, por ejemplo, implicar la incorporación en el mismo de nuevas
acciones (medios) completamente nuevas o el descubrimiento de nuevas relaciones
entre acciones y objetivos a partir de novedades o cambios en la jerarquía de los
objetivos del agente y, por consiguiente, en las vinculaciones (conexiones) de los
elementos de un sistema. De este modo, aunque no toda acción sea intencionada y no
todas las novedades resulten de la persecución de fines concretos, la evolución de las
intenciones y los fines perseguidos por los agentes es un proceso fundamental en la
explicación de características muy importantes de la dinámica económica: la de la
evolución del sistema económico en su conjunto, por ser el desencadenante de procesos
que establecen y renuevan las conexiones de un sistema.

4. Desde el dinamismo de la base de conocimiento hacia la


organización del sistema y el patrón de innovación

Los argumentos expuestos en la sección anterior deben permitirnos abordar cuestiones


tales como: cuáles son los elementos que configuran la base de conocimiento, cómo se
conectan dinámicamente dichos elementos, y más concretamente, si es posible examinar
analíticamente esas vinculaciones dinámicas entre los elementos propios de la base de
conocimiento y desde ellos ofrecer una interpretación del patrón de innovación que,
eventualmente, muestre el sector. Si esto es posible, habremos logrado la transición
analítica que va desde la fundamentación (microeconómica) del cambio económico
ofrecida en las anteriores secciones hacia niveles más agregados de explicación (niveles
meso y macroeconómicos) (Dopfer, 2005).

23
4.1 Elementos configuradores de la base de conocimiento

La referencia, necesariamente breve, al concepto de capacidades evolutivas nos ha


permitido el señalamiento de un factor clave que explica qué desencadena la
transformación de los espacios de acción de los agentes, la cual constituye la base
microeconómica de la (auto-)transformación de los sistemas económicos. En efecto, el
proceso de adquisición y desarrollo de capacidades evolutivas equivale a un proceso de
aprendizaje, por medio del cual los agentes que configuran un SSI pueden mejorar su
habilidad para alcanzar sus objetivos y, eventualmente, remover, reubicar
jerárquicamente e introducir nuevos objetivos y adaptar por ello las acciones y medios
necesarios. El despliegue de estos procesos de aprendizaje es, además, susceptible de
modular las instituciones, configurar las redes de agentes, cambiar las normas, las
creencias, los hábitos de los agentes, dando lugar, en suma, a nuevas capacidades que
serían, necesariamente, capacidades evolutivas.

Acciones como producir, consumir, innovar, trabajar, organizar, etc., están


condicionadas por los objetivos deseados y perseguidos por los agentes, objetivos que
varían a lo largo del tiempo. La diversidad y los cambios en los objetivos perseguidos
tienen valor sustantivo como importantes factores explicativos de los procesos de auto-
transformación —evolución— de los sistemas económicos y sociales en cuanto
desencadena procesos de búsqueda y establecimiento de conexiones entre los estados
adyacentes de un sistema, modificando la topología (y por lo tanto haciendo emerger
nuevas propiedades) del sistema. Son estos objetivos cambiantes los que se articulan,
junto con los medios que los agentes van descubriendo o inventando, en planes de
acción que después se despliegan en interacción con los de otros agentes, siendo
producto de esa interacción la realidad económica que se va así configurando (Encinar y
Muñoz, 2005; Muñoz y Encinar, 2007).

Este argumento nos lleva a identificar la localización analítica de ese factor explicativo
de la transformación de los espacios de acción de los agentes y, por ello, de los sistemas
a los que concurre. Volviendo al caso de las capacidades evolutivas, es el proceso de

24
constitución de las mismas por parte de los agentes que forman parte de un sistema el
vehículo fundamental para poder llevar a cabo aquel análisis de doble rango —el de los
elementos configuradores y el de las conexiones entre los mismos— propio de la base
de conocimiento, permitiendo así incidir en las vinculaciones evolutivas entre dichos
elementos. Es más, la evolución de dichas vinculaciones tendrá que ver, necesariamente,
con la diversidad y los cambios en los objetivos perseguidos por los agentes que
configuran la base de conocimiento. Por ello, las dinámicas de cambio de objetivos (y/o
su jerarquía) tendrán valor sustantivo como factores explicativos de los procesos de
auto-transformación (evolución) del SSI y de su patrón sectorial de innovación.

Pongamos un ejemplo para introducir cómo el proceso de constitución de capacidades


permite, en primera instancia, acceder al análisis de las vinculaciones propias de una
base de conocimiento en un sistema. Los procesos de aprendizaje y el conocimiento
científico vigentes en un subsistema de ciencia —por ejemplo “Ciencias de la Vida”—
permiten, no sólo interpretar el estado y la evolución de la investigación actual, basada
en destrezas y capacidades ya implementadas por los científicos, sino que, además,
aquellos procesos de aprendizaje y niveles de conocimiento vigentes generan nuevas
preguntas de investigación que, a su vez, dan lugar a nuevo conocimiento científico.
Este nuevo conocimiento científico que podría dar lugar, eventualmente, a nuevo
conocimiento tecnológico y que se desarrollaría en organizaciones distintas de la
empresa (por ejemplo, en universidades, centros de investigación públicos y privados,
etc.) es el punto de partida para la emergencia y desarrollo de nuevas capacidades
dentro de la propia comunidad científica en primera instancia y, después, si se dan
condiciones suficientes de accesibilidad a dicho conocimiento y de apropiabilidad del
mismo, para la emergencia y desarrollo de nuevas capacidades en la empresa. Es decir,
el establecimiento de vinculaciones entre ciencia y empresa se da a partir de la
implementación de nuevas capacidades en los dos lados del sistema.

Como se desprende del anterior ejemplo, el proceso de desarrollo de capacidades, como


proceso de aprendizaje intencionado basado en conocimiento vigente —conocimiento
que en algún momento de la secuencia fue nuevo— configuraría las vinculaciones

25
establecidas entre algunos de los elementos que constituyen la base de conocimiento del
propio sistema sectorial.

4.2 Intencionalidad, capacidades y dinámica

Así las cosas, habríamos establecido que lo que configura la base de conocimiento
propia de un sistema sectorial no es sólo un conjunto de elementos dados y sus
vinculaciones estáticas, sino y genuinamente, la dinámica de su potencial de
vinculaciones, vía capacidades, que se generan a medida que crece el conocimiento, y
que va dando lugar a una red de mutua interdependencia entre los elementos que
configuran la base de conocimiento, red que evoluciona en el tiempo. La emergencia y
desarrollo de capacidades, especialmente si son capacidades evolutivas, permite tejer
esa red y explicarla, en su caso, a partir de la co-evolución de las vinculaciones propias
del sistema, basada en buena parte en la co-evolución del conocimiento (Loasby, en este
volumen), aunque no sólo.

El planteamiento hecho hasta ahora nos conduce a establecer que el problema


fundamental a resolver en el seno de un sistema es, fundamentalmente, un problema de
adecuada organización del conocimiento (actual y emergente).

Nótese que el elemento que anima las conexiones entre los componentes (agentes) de un
sistema, y que es el estímulo permanente para la evolución del sistema, ha quedado
identificado como implementación de capacidades. Es preciso aducir ahora cuál es el
factor explicativo que desencadena la transformación de los espacios de acción de los
agentes y, por ello, de los sistemas a los que concurren. Dicho de otro modo, si se trata
de dar una explicación sustantiva, es preciso preguntarse por qué se suceden las
conexiones en un sistema.

Como se ha dicho, la emergencia y desarrollo de capacidades están inducidos por la


intención, por la tendencia de los agentes hacia los objetivos que se van proponiendo.
Los objetivos son realidades imaginadas y estimadas posibles y valoradas como más
deseables hacia las cuales los agentes orientan su acción (Loasby, 1996). En un sistema,

26
se da una retroalimentación constante entre la intención y las capacidades evolutivas.
Esta retroalimentación permite explicar la transformación del mismo.

Retomemos la cuestión del proceso de formación de capacidades evolutivas partiendo


de la idea de que en la base del comportamiento económico está la formación y
adopción de planes de acción (es decir, la asignación proyectiva de medios a fines
perseguidos por parte de los agentes). La persecución de un fin hace que se desarrollen
nuevas capacidades, nuevos patrones de comportamiento, que tenga lugar un
aprendizaje que se refleja en nuevas acciones, en nuevas formas de hacer las cosas
(innovaciones de proceso), que origina finalmente —bien por diseño, bien como
resultado de selección— instituciones y las modifica; o lo que es lo mismo, permiten la
emergencia de planes de acción con una estructura y/o contenidos nuevos. Estas nuevas
estructuras de conexiones entre nuevas acciones (medios) y objetivos (fines), introducen
un “material genético” renovado que, al interactuar, va transformando la red de
conexiones del sistema, haciendo emerger todo tipo de novedades y de nuevas
propiedades en el mismo. La aparición o reordenación jerárquica de los fines es así
fuente de transformación de los planes de los agentes: de subsistemas que componen el
sistema económico.

Transcurrido un cierto tiempo (que puede variar mucho en función de las características
de los agentes o las instituciones), los nuevos patrones de comportamiento y acciones,
en la medida en que se hayan mostrado eficaces en orden a la consecución de los fines
buscados, pueden convertirse en reglas, hábitos o rutinas de comportamiento. A pesar
de que el objetivo inicial permanezca, los individuos llevarán a cabo los
comportamientos aprendidos sin una deliberación consciente. Las acciones se volverán
regulares, previsibles, rutinarias. Los nuevos individuos que el sistema pueda incorporar
adoptarán posiblemente estos patrones de comportamiento (rutinas), incluso
desconociendo lo que explica su origen o la intención inicial que motivó su emergencia
(Becker, 2004).

En el ejemplo anterior del campo científico “Ciencias de la Vida”, buena parte de la


investigación actual está basada en destrezas, rutinas y capacidades ya implementadas

27
por los científicos y cuyo origen, fueron aquel o aquellos objetivos que,
intencionadamente, se pretendía atender. Pero, ¿por qué continúa desarrollando nuevas
capacidades un subsistema como es el de ciencia, alcanzados ciertos objetivos que
estaban dados? Para contestar a esta pregunta, supongamos que el objetivo perseguido
—por ejemplo en el subsistema de Ciencia— pueda alcanzarse; es decir, es
técnicamente realizable y se ha sido capaz desde la comunidad investigadora de
desplegar las acciones necesarias (aprender, adaptarse, desarrollar capacidades, etc.)
para conseguir su propósito. Una vez logrado el objetivo, no habría razón aparente para
que el proceso de aprendizaje continuase, deteniéndose el proceso de implementación
de capacidades. Sin embargo, la experiencia muestra que el proceso de aprendizaje en
una economía del conocimiento nunca se detiene.

La causa reside, como se ha dicho, en la aparición de renovados objetivos de acción que


dan lugar a nuevos procesos de aprendizaje, así como a la emergencia de acciones
completamente nuevas que no pueden ser explicadas únicamente por la mera
adquisición de conocimiento. La elección se realiza a partir del uso de la imaginación,
teniendo en cuenta que los objetivos se sitúan en el futuro del espacio de acción
temporal. Los agentes se inventan el futuro hacia el cual quieren orientar sus acciones.
Es la invención y la selección de objetivos lo que dota de contenido y sentido a las
oportunidades de acción. Y esto es exactamente lo que explica por qué el proceso de
implementación de nuevas capacidades continúa a pesar de haberse alcanzado “metas
parciales”: los agentes han establecido nuevas metas a las que ahora desean llegar. Por
ejemplo, a la biomedicina no le basta con descubrir un tratamiento contra una grave
enfermedad: se trata a continuación de conocer los mecanismos que gobiernan su
aparición, su base genética, etc. La concepción de nuevos fines, activa comportamientos
y acciones orientados, por medio de la intención y la voluntad, a su consecución, lo que
va generando nuevos conocimientos y transformando las capacidades distribuidas entre
los agentes que forman parte del sistema.

Además, las capacidades nuevas o mejoradas permiten reducir la diferencia entre lo que
los agentes pretenden conseguir y el resultado de sus acciones. El proceso de desarrollo
de capacidades contribuye por tanto a reducir esta diferencia. Pero, a su vez, el

28
desarrollo de capacidades permite que aquello que se buscaba lograr, los deseos y
motivaciones, se conviertan en fines. Esto es, las capacidades activan a su vez la
intención.

La relación constante de retroalimentación entre intención y capacidades en el nivel


microeconómico, permite el tratamiento analítico para juzgar las vinculaciones
dinámicas generadoras del cambio endógeno constante en un sistema y explica la
constante retroalimentación entre los objetivos buscados y las acciones desplegadas para
su logro. Esta retroalimentación es la genuina dinámica (evolución) de un sistema,
entendido éste como los elementos que lo forman más las conexiones evolutivas que se
establecen entre ellos. Esas conexiones son, precisamente, evolutivas (complejas)
debido a la permanente retroalimentación señalada.

4.3 Los “productos” del proceso evolutivo en un sistema y la eficiencia

Se ha examinado, desde una propuesta basada en el fundamento micro de la acción de


los agentes, el resultado de su interacción en el sistema para incorporarlo a la
explicación de la configuración de la base de conocimiento de un sistema sectorial
(nivel mesoeconómico). Abordemos ahora la cuestión de que aquella base es el
determinante fundamental del patrón de innovación propio del sector en un SSI.

Se ha mostrado que la base de conocimiento en un SSI viene configurada por los


elementos que la forman (los agentes, las redes que los relacionan y las instituciones)
pero además, y sobre todo, por las vinculaciones evolutivas basadas en la permanente
retroalimentación (feedback) intención-capacidades que se despliegan entre los agentes
que se interconectan e interactúan en el sistema. Abordar la vinculación dinámica entre
innovación y conocimiento —esto es, entre base de conocimiento y patrón de
innovación del SSI, entendido éste como “producto” o precipitado resultante de dichas
vinculaciones— implica atender a los “dos lados” mutuamente ligados en el SSI: los
nuevos bienes y servicios proporcionados por los mercados con los nuevos
descubrimientos o invenciones producidos por científicos y tecnólogos, que no obstante,
realizan su actividad en un lugar un tanto “extraño” al mercado.

29
En la línea apuntada de trascender del nivel micro al mesoeconómico partimos de que el
patrón de innovación que manifiesta un SSI es el resultado de la interacción desplegada
por los agentes implicados —vía implementación constante de capacidades
evolutivas— y que son los creadores, transmisores y usuarios del conocimiento
generado en el propio sistema. En la medida en que los agentes vean cumplidas sus
expectativas diversas al participar en dicho SSI, podremos afirmar que este sistema
complejo funciona —el patrón de innovación es eficiente— en la medida en que
incrementa su potencial: esto es, si el sistema rinde más como SSI, y sus partes (los
bloques constitutivos del sistema) están conectados eficazmente (los agentes cumplen
sus fines, las instituciones lo posibilitan, etc.). 15 Así, por ejemplo, el científico ve
satisfechas sus aspiraciones de conocimiento (y logro social); el inversor “capitalista” o
la sociedad de capital riesgo consigue un retorno adecuado que le incentiva a seguir
invirtiendo; el gobierno que financia la actividad científica puede presentar la mejora en
la posición internacional de su país; los usuarios disponen de vacunas, tejidos, fármacos,
razas animales y vegetales mejoradas de diversos modos; los consumidores disfrutan de
productos más baratos y con mayores garantías o de un medio ambiente más limpio; las
empresas y organismos públicos cumplen con sus fines sociales, etc. En suma, el
cumplimiento de los diferentes objetivos de los diferentes agentes, la compatibilidad de
sus planes y expectativas (Hayek, 1937, pp. 37ss), afianza las conexiones establecidas
en el sistema. Esto significa que el patrón de innovación propio del sector es eficiente:
da lugar a una mayor puesta en valor de su base de conocimiento por parte de los
agentes que configuran el sistema.

¿Cómo sucede esto? Pongámonos en el lugar de la empresa que actúa en un SSI; ésta
habrá de percibir la capacidad innovadora de la actividad científica como una capacidad
del subsistema productivo potencialmente compatible con las necesidades probables del
mercado que atiende. Esto es, en la base de conocimiento “empresarial” habría una
visión empresarial de la base de conocimiento “científica”, de modo que, ambos lados
(científico y empresarial) compartirían una idéntica pero a la vez distinta base de

15
Este nivel de análisis es mesoeconómico (Dopfer y Potts, 2004) porque su característica principal es
que hace referencia a la interacción de una población de agentes portadora de planes que incorporan
expectativas, objetivos, estructuras, etc., comunes alrededor de un grupo de productos o servicios.

30
conocimiento. 16 O dicho de otro modo, los distintos objetivos y procedimientos
operativos de uno y otro agente terminarían por hacer “distinta” dicha base de
conocimiento, su modo de transmisión y su valor.

El modo exitoso en que el SSI puede lograr su finalidad innovadora —orientada al


mercado— consistiría en la transmisión eficaz de la base de conocimiento por parte de
los distintos agentes que intervienen en las variadas etapas del proceso innovador. No se
trata de “innovar por innovar”; tampoco de “conocer por conocer”. El criterio de
eficiencia que estamos incorporando al efectuar este análisis es otro: tiene que ver con la
puesta en valor de la base de conocimiento. Dicha puesta en valor se produce por/en
cada uno/una de los agentes/etapas cuya conexión estable “en red” depende de que se
vean cubiertas las expectativas. Esto es, de que los distintos agentes asimilen, por ser
compatibles con sus propios fines, aquellos conocimientos que les llegan desde otros
puntos de la red. La asimilación con los propios fines implica adaptación del
conocimiento en sucesivas “desarticulaciones” y “subjetivizaciones” por parte de los
agentes. En este sentido, un “fallo en la transmisión” o desconexión implicaría una
pérdida de eficiencia del SSI, una pérdida de valor de la base de conocimiento, una
ineficiencia del patrón de innovación. Es decir, el valor está en las conexiones (Foster,
2005, p. 885), y este valor se genera estableciendo aquellas conexiones que permiten a
los agentes alcanzar de un modo más eficaz los fines que se proponen —quedando así
vinculado el valor a los objetivos.17

La dinámica sustantiva del SSI basada en la evolución de su base de conocimiento,


estaría primariamente inducida, aunque no de modo exclusivo, por su actividad
innovadora, actividad que orienta cada uno de sus elementos y los vincula, definiendo y
transformando un sistema de innovación. Como objeto de su propia actividad
innovadora, los elementos constitutivos del SSI interactúan, se transforman y, en
definitiva, favorecen o dificultan el potencial innovador del conjunto del sistema,

16
Idéntica, porque vista desde fuera del sector, la base de conocimiento es común para todo el sistema; y
distinta en la medida en que los diferentes agentes perciben y emplean una parte de la misma —la más
próxima para la consecución de sus fines.
17
“La creación de la ‘riqueza de las naciones’ depende primariamente de la disposición emocional del
público para crear novedad, tanto en los elementos como en las conexiones, y coordinar la producción y
el intercambio en modelos crecientemente complejos y organizados”. (Foster, 2005, p. 884)

31
redundando en incrementos o disminuciones de su eficiencia, medida en términos de
“puesta en valor de la base de conocimiento”.

Desde la interpretación propuesta en este trabajo, el volumen de conocimientos e


interacciones, la implementación permanente de capacidades evolutivas desde ese
conocimiento, su carácter, su variación en el tiempo, etc., informarían del
funcionamiento del SSI y, por ello, de la eficiencia de su patrón de innovación. Por lo
tanto, en el análisis de un SSI particular debemos considerar, de un lado, su rendimiento
en términos de cuánto innova, qué demanda satisface, cuántos agentes, empresas y
proyectos nuevos surgen, cuántos recursos humanos y financieros moviliza. Pero desde
otro punto de vista se ha de considerar cómo están conectadas sus partes, si lo están
realmente, cuál es el volumen y carácter de las interacciones, su continuidad en el
tiempo y la implicación progresiva de más agentes, qué agentes se muestran
especialmente dinámicos, qué fines persiguen estos, si son compatibles a priori con los
de los otros actores del sistema, etc. Como consecuencia de esta operativa del SSI, cabe
preguntar asimismo, qué “rendimiento institucional” surge, cómo se adecua y
transforma el entorno institucional, y cómo incide ese entorno institucional en la
compatibilidad de los fines de los agentes que concurren al SSI.18

En definitiva tal y como se ha venido manifestando, ahora es posible afirmar en


perspectiva evolutiva y compleja que el patrón de innovación de un sistema de
innovación es eficiente si incrementa su potencial; esto es, si rinde más como SSI (da
lugar a más puesta en valor de su base de conocimiento en forma de innovaciones) y sus
partes (bloques constitutivos de la base de conocimiento) están generando productos,
pero, sobre todo, conexiones eficazmente (los agentes cumplen sus fines, las
instituciones lo posibilitan). La forma concreta que vaya adoptando el conocimiento,
esto es, su grado de apropiabilidad, “acumulatividad”, etc. —y que en buena medida es

18
Como ya se ha dicho, la nueva edición del Manual de Oslo hace hincapié en la necesidad de tomar en
consideración los vínculos del sistema y su evolución. Nótese, además, que el papel de instituciones como
las OTRIs —a diferencia de, por ejemplo las OPIs que tratan de cubrir lagunas de conocimiento— tienen
como función principal vincular diferentes actores y, para que estas vinculaciones tengan un éxito
razonable, han de atender las necesidades —i.e., los objetivos perseguidos— por cada actor. Otro tanto
puede decirse de las sociedades de capital riesgo. El modelo de Triple Hélice (Leydesdorff, 2006) es un
intento reciente e interesante en esta línea. Véase también Sánchez y Elena (2006).

32
resultado de la trayectoria anterior del sistema— condicionará qué tipo de vinculaciones
sean más probables o convenga ensayar, pero son estas últimas, su establecimiento, lo
que determinará la dinámica del sistema. El número de patentes registradas, los artículos
científicos publicados, el volumen de ventas, de penetración y grado de concentración
en un mercado, el número de empleos y salarios generados, el marco legal y las
políticas adoptadas, etc., no son si no productos o trazas de esta dinámica. Y este tipo de
productos es el que se registra en los análisis de carácter fundamentalmente histórico-
empíricos; pero el verdadero fundamento, teórico y dinámico, reside siempre en lo que
los agentes proyectan y tratan de alcanzar, estableciendo para ello todo tipo de
conexiones —que son conocimiento.

5. Observaciones finales

La principal crítica contra la aproximación de los SSI es que, en el mejor de los casos,
constituye una heurística, no una teoría. De nuestra discusión podemos concluir que,
efectivamente, SSI es una heurística que permite describir, analizar, y extrapolar la
dinámica de un sistema sectorial. Pero SSI puede sustentarse con un fundamento
teórico: el que analiza, precisamente, cómo operan los agentes (i.e.: una teoría de la
acción basada en el concepto de plan de acción). En efecto, un SSI es un producto de
esa acción en interacción planeada y desplegada por los actores del sector. Como
producto de ese despliegue interactivo, hay procesos que co-evolucionan, que cualifican,
o mejor dicho, especifican, cada SSI particular, lo cual es luego objeto de estudio
“empírico”. Esta es la base de la “medición”, etc., del desempeño de un SSI particular.

Además, la intelección racional de los procesos implicados exige la presencia del


elemento intencional. Es este, el del papel de la teleología en la explicación de los
fenómenos sociales, un debate cargado de planteamientos muchas veces próximos a la
ideología, y en el que puede incurrirse con facilidad en la falacia naturalista (“el deber
ser se deriva del ser”). En la mejor tradición evolutiva es preciso recordar que la
teorización no puede llevarse a cabo a espaldas de la observación cuidadosa de la
realidad. Es a esto precisamente a lo que nos estamos refiriendo: es un hecho que los

33
agentes planean su acción; de otro modo ésta sería irracional o absolutamente errática
(Nelson, 2006). Parte de los problemas que se detectan en la utilidad de los indicadores
empíricos y cuantificables están ligados, a nuestro modo de ver, a debates no
suficientemente clarificados sobre el fundamento de la acción de los agentes. En todo
caso, parece que el fundamento teórico es uno: el análisis del despliegue interactivo de
la acción personal y sus productos. De ahí se sigue el establecimiento, dinámica y
complejidad de las conexiones de los sistemas.

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