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- PRESIDENCIA DE AGUIRRE

Electo diputado por Paysandú (1858) y senador por Salto (1861), se vinculó estrechamente al
presidente Bernardo Berro y fue electo presidente del Senado. Como tal, asumió la Presidencia
de la República con carácter interino el 1 de marzo de 1864, al terminar el período de Berro, en
plena guerra civil.

Durante su gobierno se produjo la defensa y posterior caída de Paysandú (enero de 1865).

Fracasada una negociación de paz en Río de Janeiro (misión Saravia), presidió una ceremonia
en la que se quemaron los tratados de 1851 con Brasil firmados por el gobierno de la Defensa.

El 15 de febrero de 1865 terminó su interinato y cedió el poder al presidente del Senado,


Tomás Villalba Albín; el 21 de febrero entró Venancio Flores a Montevideo y Aguirre se exilió
en Paraná (Argentina). Regresó a Uruguay en 1867.

- MEDIACION THORNTON, SARAIVA Y ELIZALDE

Thornton se oponía activamente al gobierno de Francisco Solano López en Paraguay y apoyaba


la revolución de Venancio Flores en Uruguay que motivaría finalmente la Invasión Brasileña de
1864.

Reemplazado brevemente en la legación de Buenos Aires por Sir William Doria (desde agosto
de 1862 a diciembre de 1863), el nuevo representante condenó la intervención encubierta del
gobierno argentino en Uruguay y en agosto de 1863 ordenó al contralmirante Richard Laird
Warren que interceptara los convoyes que auxiliaban a Venancio Flores. Mientras Warren
demoraba su ejecución, Thornton desde Londres condenaba la decisión y al hacerse
nuevamente del cargo desautorizó a su reemplazante y reafirmó su apoyo a la política del
presidente Bartolomé Mitre.

El 31 de mayo de 1864 Thornton propuso al ministro de relaciones exteriores argentino Rufino


de Elizalde iniciar junto al brasileño José Antônio Saraiva una mediación entre los bandos en
pugna en el Uruguay. Para muchos era sólo un paso para justificar una intervención argentino-
brasileña en el conflicto civil que aislaría a López. Las primeras reuniones se efectuaron en
Montevideo y convocaron a Thornton, Elizalde, Saraiva, Andrés Lamas (representante
uruguayo en Buenos Aires) y el ministro uruguayo Herrera quien presentó sus bases para el
acuerdo.

Sin embargo, el 18 de junio se reunieron en el campamento del jefe revolucionario Flores de


Puntas del Rosario Thornton, Elizalde, Saraiva y en, representación del gobierno uruguayo,
Lamas y Florentino Castellanos y acordaron nuevas condiciones de tal índole que Thornton
suponía que el presidente Atanasio Cruz Aguirre nunca aceptaría justificando así la
intervención argentino-brasileña.

Contra lo previsto Aguirre se manifestó dispuesto a aceptar el acuerdo. El gobierno de Aguirre


se las ingenió para demostrar a la opinión pública oriental la inconveniencia de rechazar el
convenio, que si bien otorgaba a los rebeldes colorados dinero y grados militares, tenía la
ventaja de lograr una paz para el castigado Estado Oriental sellada por Inglaterra, Brasil y la
Argentina. Ante lo que Flores agregó como nueva exigencia la cesión de todos los ministerios a
su partido. Aguirre contraofertó: cedería todos los ministerios excepto el de guerra (Leandro
Gómez). Pero aún esa posibilidad fue rechazada por los mediadores y el 7 de julio de 1864
Thornton se embarcó junto a Elizalde y Andrés Lamas de regreso a Buenos Aires,10 9 11
seguidos el 9 por Saraiva quien gestionaría sin éxito ante Mitre la intervención conjunta en el
Uruguay.

- PROTOCOLO SARAIVA ELIZALDE

Dispuesto a arrancar del gobierno de Mitre algo más que la vaga promesa verbal que le
ofreciera éste el 11 de julio, Saraiva buscó contactarse con el presidente argentino. Antes de
adoptar represalias contra el gobierno de Montevideo que podían terminar en una guerra con
Paraguay, el diplomático imperial necesitaba formalizar la alianza con Buenos Aires. Saraiva
logró convencer a Mitre de que firmara un documento el 22 de agosto de 1864 que dejaba
claramente asentado el respaldo del gobierno argentino a las acciones brasileñas. El texto del
protocolo Saraiva-Elizalde decía lo siguiente:

Reunidos en la secretaría del Ministerio de Relaciones Exteriores S. E. el señor Ministro y


Secretario de Estado de dicho departamento don Rufino de Elizalde y S. E. el Señor Enviado
Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de su magestad el Emperador del Brasil en misión
especial cerca del Gobierno Argentino, Consejero José Antonio Saraiva, á fin de conferenciar
acerca de las eventualidades posibles en el Río de la Plata por causa de la cuestión oriental,
concordaron en protocolizar las siguientes declaraciones en nombre de sus respectivos
gobiernos, los cuales, en virtud de los tratados vigentes, tienen el deber y el interés de
mantener la independencia, la integridad del territorio y la soberanía de la República Oriental
del Uruguay:

1º Reconocen que la paz de la República Oriental del Uruguay es la condición indispensable


para la solución completa y satisfactoria de sus cuestiones y dificultades internacionales con la
misma República; y que auxiliando y promoviendo esa paz siempre que sea compatible con el
decoro de sus respectivos países y con la soberanía de la República Oriental del Uruguay,
juzgan realizar un acto provechoso no solamente á esa República, sino también á los países
limítrofes que tienen con ella relaciones muy especiales;

2º Tanto la República Argentina como el Imperio del Brasil en la plenitud de su soberanía como
estados independientes, pueden en sus relaciones con la República Oriental del Uruguay,
igualmente soberana é independiente, proceder en los casos de desinteligencia, como
proceden todas las naciones, sirviéndose para extinguirlos de los medios que se reconocen
como lícitos por el derecho de gentes, con la única limitación de que cualquiera que sea el
resultado que el empleo de estos medios produzca, serán siempre respetados los tratados que
garantizan la independencia, la integridad del territorio y la soberanía de la misma República.

3º Los gobiernos argentino y de S.M. el Emperador del Brasil tratarán del ajuste de sus
respectivas cuestiones con el gobierno oriental, auxiliándose mútuamente por medios
amistosos, como una prueba de su sincero deseo de ver terminada la situación actual que
perturba la paz del Río de la Plata.
En su conformidad firman dos del mismo tenor, en Buenos Aires el 22 de Agosto de 1864. José
Antonio Saraiva - Rufino de Elizalde.

- GUERRA PARAGUAYO BRASILEÑA

LA GUERRA : López inició las acciones contra Brasil capturando al vapor de esa bandera
Marqués de Olinda. el 11 de noviembre de 1864; en febrero de 1865 declaró la guerra a la
República Argentina, aunque este hecho fue conocido por Buenos Aires mucho más tarde.
Para ese entonces los blancos uruguayos habían sido vencidos.

LA OFENSIVA PARAGUAYA. López erró sus cálculos desde el principio. Aguardando tal vez un
pronunciamiento favorable de los federales argentinos sobre todo del litoral, inició sus
operaciones hacia el norte, invadiendo exitosamente el territorio brasileño de Mato Grosso.
Este triunfo no fue decisivo; en cambio, dio tiempo a la derrota de los blancos uruguayos
evitando toda posible coordinación de esfuerzos con los paraguayos. A mediados de abril las
tropas paraguayas invadieron la provincia argentina de Corrientes, avanzando a lo largo de los
ríos Paraná y Uruguay.

Frente del Mato Grosso

La guerra tuvo dos fases muy diferenciadas; la primera etapa fue la Campaña del Mato Grosso,
que duró un año y estuvo caracterizada en su totalidad y exclusivamente por el
enfrentamiento entre Paraguay y Brasil. López aprovechó la debilidad de las fuerzas brasileñas
en el Mato Grosso,94 lo que le permitió triunfar en ese frente, pero al iniciar esa acción
pospuso su entrada en la guerra en el Uruguay, donde el presidente Aguirre y sus partidarios
eran sus únicos aliados posibles.

Columna occidental

Salida de Asunción

El 23 de diciembre de 1864 Solano López pasó revista a las tropas que al día siguiente
partieron por el río Paraguay. El mariscal arengó a los soldados diciendo que no le quedaba
más remedio que ir a la guerra, pues Brasil se la había declarado (algo que no era cierto, pues
la declaración se hizo posteriormente). Un destacamento de 4.200 hombres, transportados en
cinco navíos a vapor: Tacuarí, Paraguarí, Río Blanco, Ygurey e Yporá, el patacho Rosario y las
goletas Independencia y Aquidabán,1 comandados por el coronel Vicente Barrios
(Comandante de la División de Operaciones del Alto Paraguay y cuñado de Solano López),
secundado por el teniente coronel Francisco González y el capitán Pedro Ignacio Meza,
remontó el río Paraguay.

Fuerte de Coimbra

La columna fluvial atacó el Fuerte de Coimbra el 27 de diciembre de 1864 con cinco batallones
de infantería y dos regimentos de caballería a pie, con un total de 3.200 hombres, armados
con doce cañones rayados, una batería de treinta foguetes franceses de 24 mm, protegidos
por las embarcaciones de guerra bajo el mando del coronel paraguayo Vicente Barrios. La
guarnición de 155 hombres, que resistió durante dos días el bombardeo dirigido por el
sargento José María Fariña, al mando del comandante del Corpo de Artillería de Mato Grosso
teniente coronel Hermenegildo de Albuquerque Porto Carrero (después barão de Forte de
Coimbra). Cuando las municiones se agotaron, los defensores abandonaron la fortaleza y se
retiraron, río arriba, a bordo del Jauru y de la cañonera Anhambaí (que llevaba a remolque el
patacho Jacobina) en dirección a Corumbá.2 Entre los defensores del fuerte se hallaba el
cacique caduveo Lapagate y otros diez indígenas aliados de los brasileños.

Albuquerque y Corumbá

Después de ocupar el fuerte ya vacío, los paraguayos avanzaron rumbo al norte, alcanzando a
la escuadra brasileña del río Paraguay y hundiendo a algunos barcos. El 1 de enero de 1865
tomaron sin lucha el Presidio de Albuquerque. En Corumbá se hallaba el coronel Carlos de
Oliveira con 500 soldados y artillería en las fortificaciones de Corumbá, pero el 2 de enero
Oliveira y los oficiales de la plaza abandonaron Corumbá en el vapor Anhambaí rumbo a
Cuiabá, entrando en ella los paraguayos al día siguiente. Estos, luego de saquearla, fortificaron
la población de Corumbá con trincheras de campaña, artilladas con seis piezas. El 6 de enero
fue abordado el vapor Anhambaí cuando regresaba en ayuda de los evacuados de Corumbá, su
tripulación fue asesinada por los paraguayos. El límite norte del avance paraguayo alcanzó el
punto denominado Dourados, sobre el río Paraguay al este de la laguna Mandioré.

El 7 de marzo el Tacuarí regresó a Asunción debido a que su calado le impedía avanzar más al
norte del fuerte de Coimbra.

Reconquista de Corumbá.

Corumbá fue retomada por asalto, a 13 de junio de 1867 por el 1º Batalhão Provisório del
Ejército de Brasil, que con 1.000 hombres al mando del coronel Antonio María Coelho había
llegado desde Cuiabá (capital del Mato Grosso) aprovechando la inundación del pantanal. El
ataque se produjo por sorpresa por el sudoeste de la ciudad (que al mando del comandante
Hermónegones Cabral se hallaba casi vacía por las deportaciones). Una vez rendida la
guarnición paraguaya, más de la mitad de los 300 hombres que la componían fueron fusilados
por los brasileños, incluyendo a su comandante.

Como resultado, las fuerzas paraguayas evacuaron São Joaquim, Pirapitangas, Urucú y el
presidio de Albuquerque, que en conjunto integraban el Distrito Militar brasileño del Alto
Paraguay.3 Garrido, en 1940, denomina a las trincheras de campaña como Trincheiras de
Santa Cruz de Corumbá.

Retirada paraguaya

Una epidemia de viruela atacó a las tropas brasileñas, y Corumbá volvió a ser ocupada por los
paraguayos luego de que fuera evacuada el 23 de julio de 1867, manteniéndose hasta abril de
1868, cuando como consecuencia del forzamiento del pasaje de la flota brasileña en la
Fortaleza de Humaitá, Solano López ordenó el abandono del Mato Grosso. Las tropas en
retirada llevaron la viruela a Cuiabá, pereciendo en esa ciudad la mitad de sus 10.000
habitantes. En agosto de 1868, una patrulla brasileña de reconocimiento ingresó en la
desolada Corumbá.
El fuerte de Coimbra y la batería de frontera en el Morro da Marinha permanecieron ocupados
por las fuerzas paraguayas hasta abril de 1868,2 cuando los abandonaron, llevando su artillería
y todo lo que en ellos existía.5 Recién en febrero de 1869 la flota brasileña logró llegar a
Cuiabá luego de la ocupación de Asunción.

Columna oriental

El 26 de diciembre de 1864 partió de Concepción una columna de caballería con alrededor de


3.500 hombres al mando del coronel Francisco Isidoro Resquín, secundado por los capitanes
Blas Rojas y Juan Bautista Agüero, tras pasar el Fuerte de Bella Vista, penetraron por tierra en
la región más al sur del Mato Grosso en dirección a Nioaqué, Miranda y Coxim.

Dourados

Un destacamento comandado por el capitán Martín Urbieta y los tenientes Manuel Martínez y
Narciso Ríos, se separó para atacar la Colonia militar de Dourados. El ataque a Dourados,
dirigido por el capitán Urbieta, encontró bravía resistencia por parte del teniente Antonio João
Ribeiro, entonces jefe del Cuadro Auxiliar de Oficiales. Éste, consciente del avance de la
columna de asalto paraguaya con cerca de 300 hombres, hizo evacuar a todos los civiles bajo la
escolta de algunos soldados, manteniedo la posición con el resto de la guarnición: quince
hombres entre oficiales y soldados, sin artillería. Ante la intimación paraguaya de rendición,
que rechazó, fue muerto en combate junto con sus compañeros, el 29 de diciembre de 1864.

Miranda, Nioaque, Fuerte de Miranda y Coxim

Los invasores arrasaron la Colonia militar de Miranda (próxima a las nacientes del río Miranda)
a principios de enero de 1865 y prosiguieron hasta Nioaque, derrotando a las tropas del
coronel José Dias da Silva. Prosiguieron luego hasta capturar e incendiar el Fuerte de Miranda
(no confundir con la colonia militar de Miranda, ubicada unos 150 km más al sur), en donde
encontraron resistencia de indígenas caduveos. Enviaron luego un destacamento hasta Coxim,
población tomada en abril de 1865.

Detención del avance[editar]

Las fuerzas paraguayas, a pesar de las victorias obtenidas, no continuaron su marcha hasta
Cuiabá, la capital de la provincia, en donde el ataque inclusive era esperado, el presidente de
la provincia de Mato Grosso, João Manuel Leverger había fortificado el campamento de
Melgaço (Fortificaciones de Melgaço) para proteger Cuiabá. El principal objetivo de la invasión
del Mato Grosso fue distraer la atención del gobierno brasileño para el norte del Paraguay,
cuando la decisión de la guerra se daría en el sur (región más próxima del estuario del Plata).
Fue lo que se llama una maniobra de diversión, destinada a eludir al enemigo.

Los brasileños que huyeron de la invasión hallaron refugio entre sus aliados indígenas, quienes
les proporcionaron medios de subsistencia, apoyo de inteligencia y llevaron adelante una
guerra de guerrillas contra los paraguayos. Además de los caduveos (resto de los antiguos
mbayás) participaron del lado brasileño los terenas y los kinikinaos, mientras que los guató del
Pantanal de San Lorenzo, se aliaron momentáneamente a los paraguayos. Estos grupos
indígenas fueron diezmados por el cólera.7

Los paraguayos lograron apoderarse en Coimbra, Albuquerque y Corumbá de gran cantidad de


armamentos abandonados por los brasileños, entre ellos 23 piezas de artillería, abundantes
municiones, armas y pólvoras. En febrero de 1865 comenzaron a llegar a Asunción las primeras
remesas de prisioneros, a los que se sumaron posteriormente remesas de población civil
deportada.

La reacción brasileña a la invasión sería muy lenta: una columna organizada en São Paulo en
abril de 1865 recién llegó a Coxim a fines de ese año, ocupando sucesivamente las localidades
evacuadas por los paraguayos. Hasta junio de 1867 no fue recuperada Corumbá, fecha en que
las fuerzas paraguayas evacuaron también São Joaquim, Pirapitangas, Urucú y el presidio de
Albuquerque, que en conjunto integraban el Distrito Militar brasileño del Alto Paraguay.100
101 Corumbá fue abandonada por los brasileños a causa de la viruela el 23 de julio de 1867,
regresando a manos paraguayas hasta que en abril de 1868 López ordenó la evacuación de esa
población y del Fuerte de Coimbra, que fueron reocupados por los brasileños en agosto de
1868, casi cuatro años después de la invasión paraguaya.

Dada la enorme extensión del territorio brasileño, pese a sus victorias Paraguay no podía
lograr una acción decisiva. Entonces López pidió autorización al presidente argentino ― el
general Bartolomé Mitre ― para que las tropas paraguayas pudieran cruzar por territorio
argentino hacia el territorio uruguayo. Liberando a Uruguay de la influencia brasileña, López
esperaba encontrar un aliado y un lugar de gran importancia estratégica: una salida al mar.
Mitre no accedió a lo demandado por López por dos motivos. Si la Argentina permitía el paso
de tropas de un estado beligerante en esta guerra, quedaba involucrada directamente en ella;
el otro motivo era la antigua relación de afinidades entre Mitre y el jefe del partido colorado
uruguayo Venancio Flores, enemigo declarado de López.

Sin embargo el gobierno de Mitre había ayudado en el financiamiento del golpe de estado de
Uruguay, además de haber permitido a buques brasileños el paso por los ríos Paraguay,
Uruguay y Paraná pasando por Corrientes y Entre Ríos.

- SITIO DE PAYSANDU

La defensa de Paysandú (Uruguay) frente al sitio impuesto por las tropas del general uruguayo
Venancio Flores y soldados aliados del Imperio de Brasil, y argentinos (enviados por Bartolomé
Mitre), ocurrió entre diciembre de 1864 y enero de 1865.

Hechos más drásticos se produjeron en 1863 tras el inicio de la revuelta del caudillo colorado
Venancio Flores, que él bautizó «cruzada libertadora». Durante unos pocos días, en enero de
1864, las tropas de Flores sitiaron la villa defendida por Lucas Píriz, pero abandonaron el lugar
por la proximidad de las fuerzas del ejército del gobierno que encabezaba el presidente
Bernardo Prudencio Berro.
El 2 de diciembre de 1864, las fuerzas sublevadas ―que cometieron traición a la Patria al
contar con el respaldo de una escuadra fluvial del Imperio de Brasil, al mando del Marqués de
Tamandaré (corbetas a vapor Recife, Belmonte y Paranahíba y las cañoneras Ivahý y Araguaia),
y de tropas porteñas enviadas por el unitario Bartolomé Mitre (acérrimo enemigo de
Uruguay)― pusieron nuevo cerco a Paysandú.

Bloqueada por vía fluvial y atacada por un ejército que inicialmente sumaba 5500 hombres
(4000 de Flores y 1500 del brasileño Antônio de Sousa Neto) y que el 27 de diciembre ascendió
a 15 000 (con la incorporación de fuerzas del general brasileño José Luis Mena Barreto), la
defensa opuso 1086 combatientes a las órdenes de los coroneles Leandro Gómez y Lucas Píriz.
Entre los defensores de Paysandú se encontraban varios argentinos federalistas. Entre ellos se
incluye Rafael Hernández (hermano del célebre José Hernández, autor del Martín Fierro),
quien esperaba al otro lado del río Uruguay la oportunidad para unirse a los defensores.

Venancio Flores envió un ultimátum a Leandro Gómez exigiendo la inmediata rendición, y este
devolvió la carta con una frase agregada, encima de su firma: «Cuando sucumba».

La defensa de la plaza, que no contaba con murallas, duró exactamente un mes: desde el 2 de
diciembre de 1864 hasta el 2 de enero de 1865. Leandro Gómez y Lucas Píriz se hicieron
fuertes en el centro de la villa en torno a un perímetro de seis manzanas por dos,
sosteniéndose de forma poco menos que increíble ante la disparidad de fuerzas, mientras
esperaban refuerzos que descomprimieran la situación y forzaran a Flores a levantar el sitio.

Los auxilios que se esperaban nunca llegaron. El caudillo argentino ―el sanluiseño Juan Saá
(Lanza Seca) fue detenido por el caudillo colorado de Soriano, Máximo Pérez, en el Río Negro
(Uruguay), y el caudillo entrerriano Justo José de Urquiza se mantuvo neutral, pese a que uno
de sus hijos participó en la defensa.

El 8 de diciembre se convino una tregua que permitió evacuar a parte de las familias y algunos
extranjeros, que pasaron a una isla del río Uruguay bajo jurisdicción argentina, la Isla de la
Caridad, así llamada desde entonces.

A pesar de la violencia del bombardeo desde el río y tierra, Paysandú, casi destruida, resistió y
la bandera uruguaya aún flameaba en lo alto de la torre de la iglesia. La situación despertó una
oleada de entusiasmo nacionalista en toda el área, si bien el cerco de los sitiadores impidió
toda llegada de ayuda.

Entre tanto, el gobierno de Atanasio Cruz Aguirre, que sucedió a Bernardo Berro, quemó
públicamente en Montevideo las copias de los tratados firmados con el Brasil en 1851 al
finalizar la Guerra Grande, como forma de protesta ante el hecho (diciembre de 1864).

Los sitiadores prepararon el asalto final para la madrugada del 31 de diciembre, cuando un
infierno artillero se abatió sobre la villa. Los defensores, padeciendo toda suerte de
privaciones, resistieron hasta la mañana del 2 de enero de 1865. Entonces Leandro Gómez
que, junto a Lucas Píriz, muerto en acción el 31, había sido ascendido a General por el
Gobierno de Aguirre, pidió una tregua para enterrar a los muertos a través del oficial colorado
Atanasildo Saldaña, que era su prisionero. Este cumplió el encargo y regresó con una negativa.
En medio de esas gestiones los brasileños entraron al recinto fortificado abrazándose con los
defensores y gritando que se había convenido la paz, lo que no era cierto. Leandro Gómez y su
Estado Mayor se vieron de pronto rodeados y tomados prisioneros.

- DECLARACION DE GUERRA PARAGUAYA

Dada la enorme extensión del territorio brasileño, pese a sus victorias Paraguay no podía
lograr una acción decisiva. Entonces López pidió autorización al presidente argentino ― el
general Bartolomé Mitre ― para que las tropas paraguayas pudieran cruzar por territorio
argentino hacia el territorio uruguayo. Liberando a Uruguay de la influencia brasileña, López
esperaba encontrar un aliado y un lugar de gran importancia estratégica: una salida al mar.
Mitre no accedió a lo demandado por López por dos motivos. Si la Argentina permitía el paso
de tropas de un estado beligerante en esta guerra, quedaba involucrada directamente en ella;
el otro motivo era la antigua relación de afinidades entre Mitre y el jefe del partido colorado
uruguayo Venancio Flores, enemigo declarado de López.

Sin embargo el gobierno de Mitre había ayudado en el financiamiento del golpe de estado de
Uruguay, además de haber permitido a buques brasileños el paso por los ríos Paraguay,
Uruguay y Paraná pasando por Corrientes y Entre Ríos.

El ingreso de López en la guerra en el Uruguay era tardío: ya se había producido la caída de


Paysandú y su consecuencia inmediata, la renuncia de Aguirre. No obstante, López creyó que
todavía podía salvar al Partido Blanco, algo que no lograría: el 20 de febrero, Flores y el ejército
brasileño ingresaban en Montevideo.

López convocó a reunirse desde el 15 de febrero de 1865 al Congreso paraguayo, el cual


aprobó lo hecho en contra del Brasil y le otorgó el grado de mariscal de los ejércitos patrios.
Una comisión del congreso expresó que la guerra se producía por las las maquinaciones de los
porteños... porque lejos está la mente de esta comisión al confundir al pueblo argentino con
esa fracción demagógica de Buenos Aires. El 18 de marzo, el Congreso paraguayo sancionó una
ley autorizando a López a declarar la guerra al actual gobierno de la República Argentina.106
Ese día López promulgó la ley y declaró la guerra a la Argentina, lo cual fue publicado en El
Semanario el 23 de marzo. El 29 de marzo notificó al gobierno argentino los motivos de la
declaración de guerra:

1º. La negativa del gobierno de Buenos Aires á conceder el tránsito inocente por su territorio
de las tropas paraguayas que llevaban la guerra al Brasil.

2º. La protección prestada por el mismo gobierno á la revolución del general Flores en el
Estado Oriental, para derrocar á su gobierno legítimo.

3º. Connivencia del gobierno argentino con el Imperio del Brasil para que este se apoderara
del Estado Oriental, hecho que perturbaba el equilibrio político del Río de la Plata.

4º. Tolerancia del presidente Mitre para la formación de una legión paraguaya en Buenos
Aires, destinada a unirse al ejército brasileño.

5º. "Empero el gobierno de V.E. no juzgó todavía suficiente este proceder hostil é ilegal para
realizar los fines de su política con el Paraguay: la calumnia y los insultos á la nación y gobierno
paraguayo no le detuvieron, y los órganos oficiales de la prensa porteña abundan en
producciones tan soeces é insultantes que en ningún tiempo la más desenfrenada licencia y
abuso en ningún país supo producir".

6º. El pedido de explicaciones hecho al gobierno de la Asunción acerca de la reunión de fuerzas


nacionales en la orilla izquierda del Paraná.

7º. Los insultos y las calumnias de la prensa oficial porteña al Paraguay y su gobierno.

Motivos de la declaración de guerra a la Argentina.

La noticia de la declaración de guerra llegó en pocos días a Buenos Aires, pero no fue dada a
conocer por el gobierno.108 No está comprobado que la misma haya sido oficialmente
recibida por el gobierno de Mitre, aunque sí es seguro que la noticia había llegado al
presidente y a sus ministros,109 y fue deliberadamente ocultada hasta el 9 de mayo.

- ATAQUE A CORRIENTES

La Invasión paraguaya de Corrientes, también conocida por los paraguayos como Campaña de
Corrientes, ocurrida en 1865, fue la segunda fase de la Guerra del Paraguay, durante la cual el
ejército del Paraguay ocupó militarmente la ciudad de Corrientes y varias localidades del este
de la provincia de Corrientes. Pese a no haber ocurrido en territorio de Corrientes, también la
ocupación paraguaya y sitio de Uruguayana, en Brasil, forma parte de la misma etapa de esta
guerra.

Como resultado de la invasión, la Argentina y el Uruguay entraron en la guerra, que ya se había


iniciado entre el Paraguay y el Brasil, firmando con este último país la llamada Triple Alianza. La
invasión resultó un absoluto fracaso, y dio paso a la invasión del territorio paraguayo por las
fuerzas de la Triple Alianza.

Al amanecer del 13 de abril de 1865, se presentó ante la ciudad de Corrientes una escuadra
formada por cinco embarcaciones a vapor de bandera paraguaya, con 2500 hombres de
desembarco al mando del comandante Pedro Ignacio Meza. Pasaron ante la ciudad en
dirección sur, luego viraron nuevamente hacia el norte y atacaron a los vapores de guerra
argentinos 25 de Mayo y Gualeguay, que se encontraban en el puerto de la ciudad por
reparaciones. El 25 de Mayo tenía a bordo una tripulación de 80 hombres y montada aún su
batería, pero el Gualeguay estaba en tierra, desarmado y con sólo una guardia al mando del
subteniente Ceferino Ramírez. La tripulación de dos de los buques abordó los buques
argentinos, y — tras una refriega que costó algunas bajas — los capturaron. Al siguiente día
unos 3.500 o 4.000 hombres desembarcaron y ocuparon la ciudad.

Comandaba las tropas el general Wenceslao Robles, que tomó el control de la ciudad, mientras
el gobernador Manuel Lagraña la abandonaba al frente de unos pocos soldados de la guardia
de la casa de gobierno.

Por la tarde, mientras una columna de 800 hombres de caballería llegada por tierra ingresaba
también en la ciudad, Robles reunió una asamblea popular, aparentemente formada
exclusivamente por miembros del partido federal, y opositores al gobierno nacional, que era
detentado por continuadores del partido unitario. Ésta nombró un gobierno provisorio,
formado por Teodoro Gauna, Víctor Silvero y Sinforoso Cáceres. En la práctica, la acción
política local la llevaba adelante Cáceres, mientras que en lo referido a asuntos comerciales y
relaciones con el Paraguay, el triunvirato se limitaba a refrendar las indicaciones de los
comisionados paraguayos José Bergés, Miguel Haedo y Juan Bautista Urdapilleta.

En un principio, los líderes del Partido Federal en la capital apoyaron la ocupación paraguaya,
como aliados en su pretensión de recobrar el dominio político perdido a fines de 1861, tras la
batalla de Pavón y la revolución correntina. Entre ellos se destacó el coronel Cayetano
Virasoro, aunque posteriormente fue acusado de haber prestado colaboración a los
paraguayos.

En los días siguientes, las tropas paraguayas continuaron recibiendo refuerzos, hasta llegar a
algo más de 25 .000 hombres.

Por su parte, Lagraña puso en estado de asamblea la población de la provincia y convocó a las
armas a toda la población masculina entre los 17 y los 50 años de edad. Encargó al coronel
Desiderio Sosa la organización militar de la capital y sus alrededores, y se instaló en el cercano
pueblo de San Roque. Allí logró reunir unos 3500 voluntarios, muchos de los cuales sin ninguna
experiencia militar, y con muy poco armamento.

Unas semanas más tarde, se unió a Lagraña el general Nicanor Cáceres, llegado de la zona de
Curuzú Cuatiá, que aportó unos 1.500 hombres más, casi todos veteranos.

La presencia del lado del gobernador de Cáceres, que — pese a su ambiguo historial — era
considerado perteneciente al Partido Federal, enfrió el entusiasmo federal por los invasores, y
los privó de todo apoyo en el interior de la provincia. De todos modos, a medida que el ejército
paraguayo comenzó su avance hacia el sur, Lagraña y su ejército debieron retirarse, hasta
instalarse en Goya.

En la madrugada del martes 11 de julio de 1865, partidas paraguayas secuestraron en sus


domicilios a Toribia de los Santos, Jacoba Plaza y su pequeño hijo Manuel, Encarnación
Atienza, Carmen Ferré Atienza con su hija Carmen, y Victoria Bar, esposas de algunos de los
principales líderes de la resistencia correntina.1

La ocupación de Corrientes fue dura para sus habitantes. Coincidente con otros historiadores y
testigos de la época (Pedro Igarzábal, Gregorio y Juan Vicente Pampín, los investigadores
Manuel Florencio Mantilla y Hernán Félix Gómez) Wenceslao Domínguez en su ensayo
histórico La toma de Corrientes afirma que en la ciudad ocupada "La menor sospecha era
suficiente para el juicio sumarísimo si lo había, y el más leve motivo de patriotismo argentino
era castigado con la pena de muerte. Sería largo detallar las condiciones de la tétrica ida en
Corrientes; y además, es también bastante conocida".

Por su parte, el historiador Antonio Emilio Castello afirma en su libro Historia ilustrada de la
provincia de Corrientes que "La ciudad de Corrientes arrastró una miserable existencia sumida
en el temor de las delaciones, de los atropellos y del cautiverio en las cárceles paraguayas. Un
día los invasores llevaron a cabo una feroz matanza de indios chaqueños en las calles de
Corrientes. Los pobres indígenas vendían desde hacía años leña y pasto, de casa en casa, y
como algunos de ellos se negaron a recibir papel moneda paraguayo, fueron exterminados a
sablazos y balazos en pleno día".

Reacción argentina

La reacción de la población en las grandes ciudades fue de repudio a la agresión, que


interpretaba como injustificada y alevosa. La arenga que el presidente Mitre pronunció el día
que llegó a Buenos Aires la noticia del ataque –que incluía la después denostada frase ¡En 24
horas a los cuarteles, en quince días en Corrientes, en tres meses en Asunción! – alimentó las
ansias de venganza de los argentinos. Muchos jóvenes se apresuraron a enrolarse en los
regimientos creados especialmente para la ocasión. Lo mismo ocurrió en Rosario, y en menor
medida en Córdoba y Santa Fe.

En cambio, en el resto del país la reacción fue muy distinta. Solamente los partidarios más
decididos del partido gobernante reaccionaron públicamente contra el ataque paraguayo.

En particular, la reacción en la provincia de Entre Ríos fue contraria al gobierno nacional.


Respetando sus compromisos previos, el gobernador – y ex presidente – Justo José de Urquiza
reunió el ejército provincial, de 8000 hombres, y lo trasladó al límite norte de la provincia. Pero
al llegar a territorio correntino, en julio de 1865, los soldados, que aparentemente creían que
iban a combatir del lado paraguayo, se sublevaron en la llamada Sublevación de Basualdo,
desertando en masa. En esa ocasión, el gobierno central se abstuvo de represalias contra los
sublevados. Urquiza volvió a reunir unos 6000 soldados de las fuerzas provinciales, que tenían
fama de excelentes tropas de caballería, pero éstas se volvieron a desbandar en la Sublevación
de Toledo, en noviembre de 1865. Esta segunda rebelión fue duramente reprimida con el
auxilio de tropas brasileñas y uruguayas.

El 1 de mayo se firmaba entre la Argentina, el Uruguay y el Imperio del Brasil la Triple Alianza.
La celeridad con que se llegó a un acuerdo hace sospechar a muchos historiadores que el
tratado estaba ya preparado de antemano,Mitre reunió las tropas disponibles en Buenos Aires,
Rosario y San Nicolás de los Arroyos, trasladando una fuerte división hacia el norte, a bordo de
la flota de guerra. Mientras tanto, ordenó a cada gobierno de provincia que debía aportar un
numeroso contingente de fuerzas de infantería, para reforzar las tropas ya alistadas. También
fue enviada hacia el norte la mayor parte de las tropas de caballería que prestaba servicios en
los fortines de la frontera con los indígenas del sur del país.

La Batalla del Riachuelo.

Una escuadra brasileña estaba apostada a corta distancia de la ciudad de Corrientes,


bloqueando el paso de la flota de guerra paraguaya aguas abajo por el Paraná. La formaban
nueve buques, casi todos acorazados, y su comandante era el comodoro Francisco Manuel
Barroso da Silva.

El mariscal López organizó un plan de ataque a la flota brasileña, que consistía en atacar y
abordar la flota enemiga por sorpresa; las naves que huyeran serían bombardeadas desde la
costa. Una escuadra de nueve vapores — uno solo de ellos estaba acorazado — comandada
por el comodoro Pedro Ignacio Meza, transportaría un total de 500 infantes para la maniobra
de abordaje. También trasladarían una gran cantidad de "chatas", especie de botes de borde
bajo, con un cañón a bordo cada uno. Pasarían de largo frente a la flota enemiga, protegidos
por la oscuridad de la noche y por detrás de una isla que dificultaba la visión, para luego
remontar el río y atacar la escuadra enemiga; la orden era barrer la cubierta de las naves
enemigas con metralla y fusilería, y luego abordar sable en mano.

Una batería, comandada por el mayor Brúguez y escondida en los bosques de las barrancas al
norte de la desembocadura del arroyo conocido como "Riachuelo", debía bombardear las
naves que huyeran de la sorpresa. Al sur del mismo Riachuelo se ubicaron, también escondidos
en los bosques y en lo alto de la barranca, 2000 fusileros paraguayos, para cumplir la misma
misión.

La operación comenzó a la noche del día 10 al 11 de junio. Pero cuando estaban cerca del
objetivo, la caldera de uno de los buques se rompió, y Meza se obstinó en repararlo. Cuando
finalmente se decidió a seguir camino con sólo 8 buques, ya era de día y se había perdido la
sorpresa. De modo que, cuando la flota de Meza pasó de largo frente a la escuadra enemiga,
hubo un cruce de cañoneos entre ambas flotas.

A continuación, Meza llegó hasta las cercanías del Riachuelo y atracó bajo las barrancas. Los
brasileños los persiguieron y se acercaron al enemigo; en ese momento, la artillería de la costa
les causó graves daños, causando la varadura de una de las naves brasileñas.

Pero Barroso hizo jugar a su favor la coraza metálica de su nave capitana, la Amazonas, y
embistió a tres naves enemigas, haciéndolas naufragar. Por otro lado, la artillería brasileña
inutilizó las ruedas de dos de los vapores paraguayos. Por último, tres de los buques brasileños
atacaron sucesivamente a varias de las chatas, echándolas a pique. La batalla estaba decidida y
la mayor parte de la flota paraguaya estaba arruinada.

No obstante la amplia victoria conseguida — que fue muy publicitada durante meses, tanto en
Brasil como en la Argentina — la flota brasileña no aprovechó la victoria, y al día siguiente levó
anclas y partió aguas abajo, hacia las cercanías del pueblo de Empedrado. Es que el objetivo
había sido alcanzado: impedir las comunicaciones del Paraguay con el Océano Atlántico.

La derrota impidió a la columna paraguaya del río Paraná prestar ayuda alguna a la del río
Uruguay. Por otro lado, la efímera reconquista de la ciudad y la victoria del Riachuelo
levantaron la moral de las tropas argentinas, tanto como deprimieron la de los paraguayos y
sus aliados correntinos.

La ocupación de la ciudad de Corrientes era ya inútil: el ejército argentino, reforzado por


importantes contingentes brasileños y uruguayos, avanzaba en busca del enemigo hacia el
norte. Por otro lado, una parte importante de las fuerzas paraguayas fueron retiradas hacia
territorio paraguayo, en previsión de que la Alianza intentara una invasión.

El 3 de octubre López ordenó a Resquín que la División Sur evacuase el territorio argentino por
Paso de la Patria. Cuando el choque entre las fuerzas argentinas ya era inminente, el 22 de
octubre el general Resquín – cumpliendo órdenes de López – evacuó por río y por tierra la
ciudad de Corrientes, y unos días después se retiraban también del último pueblo en su poder,
San Cosme.
La retirada de las fuerzas paraguayas fue acompañada de saqueos sistemáticos. Así, «han
saqueado todas las estancias de la costa del Paraná dejándolas perfectamente limpias y
poniéndoles fuego a algunas».18 Goya sufrió especialmente: «El comercio entero de este
pueblo ha sufrido un saqueo incalificable (...) varios vapores en tres viajes han conducido a
Asunción el botín (...) Las oficinas públicas nacionales y provinciales se hallan despedazadas,
sus archivos robados. Los materiales de fierro para la construcción de la iglesia han sido
robados, y una puerta de la capilla ha sido hachada. Los establecimientos rurales no poseen
ningún género de ganados y se hallan abandonados por sus propietarios. Las violaciones que
por desgracia han tenido lugar fueron perpetradas por los paraguayos y el traidor José F.
Cáceres, que llevó su saña hasta el extremo de perseguir las familias que se habían asilado en
el Chaco.»19 La suerte de otros sitios no fue mejor. El general Nicanor Cáceres informaba ya
en agosto que «los pueblos de San Roque y Bella Vista que han ocupado por espacio de más de
dos meses los invasores (...) así como todos los campos por que han cruzado son despojos capz
de alentar a los más indiferentes».

- EL TRATADO DE LA TRIPLE ALIANZA

El 1º de mayo de 1865, Francisco Octaviano de Almeida Rosa -reemplazante de Paranhos e


integrante del partido liberal brasileño-, Carlos de Castro -canciller del gobierno de Venancio
Flores- y Rufino de Elizalde -canciller del de Mitre- firmaron en Buenos Aires el tratado de
alianza que permanecería secreto debido a sus comprometedoras cláusulas.

Los aliados se comprometían a respetar la independencia, soberanía e integridad del


Paraguay. Los objetivos de guerra establecidos eran los siguientes: por el artículo 11º, quitarle
a Paraguay la soberanía de sus ríos; por el 14º, responsabilizar a Paraguay de la deuda de
guerra; y por el 16º, repartir el territorio en litigio o exclusivamente paraguayo entre la
Argentina y Brasil. Mitre tomaría el Chaco paraguayo hasta la Bahía Negra y el Imperio el área
fronteriza hasta el río Apa por el lado del río Paraguay y hasta el Igurey por el Paraná. Por el
artículo 3º la dirección de los ejércitos aliados quedaba a cargo de Mitre, tal como se lo había
prometido Paranhos en octubre de 1864, y por los artículos 6º y 7º, la guerra no se detendría
hasta la caída de López . Esta se hacía contra el presidente y no contra el pueblo paraguayo,
cuyos miembros eran admitidos por los aliados para incorporarse a una Legión Paraguaya que
luchase contra la "tiranía" de López.

Se firmó también un protocolo adicional, también secreto, que establecía lo siguiente: 1)


demolición de las fortificaciones de Humaitá; 2) desarme de Paraguay y reparto de armas y
elementos de guerra entre los aliados; y 3) reparto de trofeos y botín que se obtuvieran en
territorio paraguayo.

- TUYUTI

La primera batalla de Tuyutí fue un enfrentamiento armado entre las fuerzas paraguayas
contra las aliadas en el marco de la Guerra de la Triple Alianza. Tuvo lugar el 24 de mayo de
1866, como consecuencia del ataque del ejército paraguayo al campamento aliado establecido
en una zona seca rodeada de pantanos conocida como Tuyutí, dentro del territorio paraguayo.
Con esta ofensiva, López pretendía inclinar la guerra a su favor, y para tal fin convocó la mayor
cantidad de soldados para asestar un golpe decisivo a la mayor parte del ejército aliado
establecido en Tuyutí, con el objetivo final de negociar la paz con los aliados y su retirada del
territorio paraguayo.11

La batalla fue ganada por los aliados, duró más de cuatro horas y dejó una importante cantidad
de pérdidas humanas en ambos bandos.12 La victoria aliada fue de vital importancia para el
curso de la guerra, ya que lo mejor del ejército paraguayo fue destruido y desde entonces
López nunca más pudo reunir una cantidad semejante de hombres.

Fue una de las principales batallas de la Guerra de la Triple Alianza,13 y la gran cantidad de
combatientes involucrados en este enfrentamiento fue de tal magnitud, que hasta hoy día
sigue siendo la batalla más grande y sangrienta librada en América del Sur.12

- CURUPAYTI

La batalla de Curupayty (o de Curupaytí) fue un enfrentamiento militar ocurrido en el marco de


la Guerra de la Triple Alianza. Fue librada el 22 de septiembre de 1866, en el Fuerte de
Curupayty, distante a unos 8 km de la localidad de Humaitá.

La batalla tuvo inicio con el bombardeo de la flota brasileña a las fortificaciones paraguayas,
seguido del avance terrestre del ejército aliado. Pero las pésimas condiciones del terreno
dificultaron el ataque aliado, lo que resultó más fácil a los paraguayos defender sus posiciones.
El desenlace de este enfrentamiento fue favorable al ejército paraguayo, y en efecto, fue su
mayor victoria en esta guerra.

- CAXIAS JEFE DE LOS ALIADOS

La derrota de Curupaytí detuvo por muchos meses las acciones de los aliados, más por parte
de los argentinos que de las fuerzas del Brasil.156 El general Flores regresó a Uruguay, dejando
en el frente solamente a 700 soldados uruguayos al mando del general Gregorio Suárez,157
que fue pronto reemplazado por Enrique Castro.

Los generales brasileños discutieron entre ellos, y todos culparon a Mitre por la derrota.
Pidieron al Emperador que exigiera a Mitre regresar a Buenos Aires, cosa que este se negó a
hacer. En diciembre, debido a la Revolución de los Colorados, se trasladó a Rosario, pero
regresó al poco tiempo. Un intento de paz, mediado por los embajadores de los Estados
Unidos en Asunción y Buenos Aires, fracasó por la doble negativa de López y Pedro II.

En marzo de 1867, sin que se hubiera recomenzado la campaña, se desató una epidemia de
cólera, traída por soldados brasileños. La misma se cobró la vida de 4000 soldados brasileños, y
se extendió por las ciudades y campos de la Argentina y el Paraguay.158 También el ejército
argentino sufrió muchas bajas, incluidos oficiales notables como el general Cesáreo
Domínguez. La población civil paraguaya, que hasta entonces no había sufrido daños directos
por la guerra, resultó terriblemente afectada por la peste.

Pese a que nominalmente Mitre conservaba el mando de todos los aliados, el general Caxias
afirmaba que seguía todas sus indicaciones, al tiempo que agregaba dos graves acusaciones:
El General Mitre está resignado plenamente y sin reservas a mis órdenes: él hace cuanto yo le
indico, como está de acuerdo conmigo en todo, incluso en que los cadáveres coléricos se tiren
al Paraná, ya de la escuadra como de Itapirú para llevar el contagio a las poblaciones ribereñas,
principalmente las de Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe que le son opuestas (...) El general
Mitre también está convencido que deben exterminarse los restos de las fuerzas argentinas
que todavía le quedan, pues de ellas solo ve peligro para su persona.

En los primeros meses de ese año, las fuerzas brasileñas intentaron invadir territorio
paraguayo desde el Mato Grosso, que solo había sido reconquistado en parte. Las epidemias y
la efectiva acción de la caballería paraguaya hicieron fracasar el intento. La ciudad de Corumbá
fue reconquistada, pero abandonada pocas semanas más tarde, ante una epidemia de viruela.

A finales de julio, finalmente, las tropas brasileñas al mando de Caxias abandonaron Tuyutí
hacia el fuerte de Tuyú Cué, que fue capturada sin combatir el último día de ese mes. Hasta
fines de octubre ocurrieron otras seis batallas de menor importancia.58 El 3 de noviembre se
produjo la segunda batalla de Tuyutí, que resultó en una dura derrota para los paraguayos,
pero que les permitió reaprovisionarse y hasta capturar muchos cañones.

Mientras Mitre ocupaba nuevamente el mando, una escuadra brasileña superó los cañones de
Curupaití, pero quedó anclada entre esta fortaleza y la de Humaitá durante meses, obligando a
construir una línea férrea por el Chaco para aprovisionarla.58 La defensa paraguaya quedó
centrada en una línea defensiva conocida como "Cuadrilátero", formada por decenas de
kilómetros de trincheras, que dificultaban al acceso terrestre a Humaitá.

El 2 de enero de 1868 falleció en Buenos Aires el vicepresidente Marcos Paz, víctima del cólera,
y Mitre abandonó definitivamente el frente el día 18.168 El mando supremo quedó en manos
de Caxias, que pudo llevar adelante su estrategia sin problemas. El 19 de febrero, algunos
buques brasileños pudieron cruzar por delante del fuerte de Humaitá, y tres días más tarde
dos de ellos bombardearon brevemente Asunción.

Las fortalezas habían perdido su razón de ser: Curupaytí fue evacuada por sus defensores y
López partió a través del Chaco hacia Asunción, dejando al Fuerte de Humaitá defendido
solamente por 3000 hombres. El general Caxias envió para su captura a la división al mando
del general Osório, pero esta fue rechazada el 16 de julio con más de mil bajas, contra menos
de cien paraguayas. Dos días más tarde, las tropas del coronel argentino Miguel Martínez de
Hoz fueron emboscadas en Acayuazá por los paraguayos, muriendo su jefe y 64 de sus
hombres; su segundo, Gaspar Campos, junto con otros 30 prisioneros, murieron semanas
después debido a la dureza de la prisión.

El 24 de julio, la guarnición de Humaitá ―unos 3000 hombres― fue evacuada por sus
defensores, mediante canoas. No obstante, la mayor parte de los mismos no alcanzaron a
llegar a territorio en poder del presidente López. La mitad fue tomada prisionera el 5 de agosto
y casi todo el resto murió por la artillería naval brasileña.171 La campaña de Humaitá había
durado casi tres años, desde octubre de 1865,172 los paraguayos habían perdido cerca de 60
000 hombres en su defensa.

- HUMAITA
La Campaña de Humaitá o Campaña del Cuadrilátero (1866–1868), fue la tercera fase, la más
larga y más sangrienta, de la Guerra de la Triple Alianza. Duró desde el 16 de abril de 1866
hasta el 5 de agosto de 1868.

Tras el éxito en la invasión al Mato Grosso y el fracaso en la invasión a Corrientes y Río Grande,
las tropas de la Triple Alianza – Argentina, Brasil y Uruguay – invadieron el sur del Paraguay. A
muy corta distancia encontraron el dispositivo defensivo paraguayo compuesto por cuatro
fortificaciones – el llamado "cuadrilátero", que obstruía el paso hacia Asunción tanto por tierra
como por el Río Paraguay. Una larga serie de batallas costaron enorme número de bajas en
ambos bandos, deteniéndose por completo las operaciones después de la Batalla de
Curupayty. Las bajas en ambos bandos fueron aún mucho más altas por enfermedades que por
las batallas: a las pésimas condiciones sanitarias y alimenticias se les sumó una epidemia de
cólera.

Las operaciones estuvieron detenidas desde septiembre del 1866 hasta julio de 1867, cuando
se reiniciaron con una ofensiva aliada. A mediados del año siguiente, sin embargo, se habían
producido pocos avances cuando las fortificaciones fueron superadas por la escuadra
brasileña. Ante esta novedad, las fuerzas paraguayas instalaron una nueva línea defensiva,
mucho más cerca de Asunción, abandonando el “Cuadrilátero”. En definitiva, la campaña
resultó en un costoso pero absoluto éxito para la Triple Alianza.

- LOMAS VALENTINAS

Las Lomas Valentinas fueron una fortificación defensiva construida por el Ejército del Paraguay
en el curso de la Guerra de la Triple Alianza. Fueron construidas entre septiembre y diciembre
de 1868, y destruidas a fines de ese mismo mes por las fuerzas del Imperio del Brasil, la
Argentina y el Uruguay tras su victoria sobre los paraguayos en la Batalla de Itá Ibaté o de las
Lomas Valentinas.

Tras la invasión que provocó el inicio de la Guerra, el Paraguay fue obligado a adoptar una
posición defensiva, que hasta mediados de 1868 estuvo centrado en la Fortaleza de Humaitá.
Producida la captura de ese fuerte por las fuerzas aliadas, las tropas paraguayas del presidente
Francisco Solano López abandonaron el sur del país y se reunieron en una posición defensiva
detrás del arroyo Piquisiry, a unos 35 a 40 km de Asunción, la capital del país.

El centro del dispositivo defensivo eran dos lomas ubicadas a unos 2 km al norte del arroyo
Piquisiry, la de Itá Ybaté y la de Cumbarity. La primera, ubicada al noroeste, estaba destinada a
ser la reserva central de las fuerzas paraguayas, que esperaban un ataque desde el sur; la
segunda era la sede del cuartel general del presidente López, que desde allí podía ver la larga
línea defensiva que había mandado construir.

Ambas lomas estaban separadas por un pequeño arroyo, y estaban pobladas de naranjos, con
algunas construcciones. Una larga loma cubiertas de bosques partía desde Itá Ybaté hacia el
norte, dividiendo dos praderas abiertas: el Potrero de Acosta y el Potrero de Mármol, ubicado
al sudeste.

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