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1.

1 LA GUERRA CON EL PARAGUAY


- LA CUESTION URUGUAYA

Es la excusa de la guerra. Gobernaba el país un Presidente del Partido Blanco (afín al Partido
Federal Argentino). El Partido colorado (libera les en Argentina) querían el gobierno. Así decide
invadir Uruguay un General Mitrista y se desata la guerra civil.

Paraguay quiere intervenir en algo que nunca había intentado en apoyo del Partido Blanco.
Brasil le declara la guerra al Paraguay. Argentina es neutral beligerante, hasta que Paraguay
ataca Corrientes y declara la guerra a la Argentina.

El conflicto se desencadenó a fines de 1864, cuando el mariscal Solano López, presidente


paraguayo, decidió acudir en ayuda del gobierno ejercido por el Partido Blanco del Uruguay, en
guerra civil contra el Partido Colorado, apoyado este militarmente por el Brasil. López advirtió
a los gobiernos de Brasil y la Argentina que consideraría cualquier agresión al Uruguay "como
atentatorio del equilibrio de los Estados del Plata", pero tropas imperiales invadieron territorio
uruguayo en octubre de 1864.

El 12 de noviembre de 1864, en represalia por la invasión brasileña a Uruguay, el gobierno


paraguayo se apoderó de un buque mercante brasileño y del gobernador de la provincia
brasileña de Mato Grosso, dando inicio a la Guerra y declarándola al día siguiente. La primera
etapa consistió en la invasión del Mato Grosso, en diciembre de 1864, durante la cual fuerzas
paraguayas ocuparon y saquearon gran parte de esa provincia.

Sin haber recibido todavía ayuda externa, y atacado por las tropas de Venancio Flores, los
invasores brasileños, la escuadra imperial y un importante apoyo logístico del gobierno
argentino,14 el gobierno uruguayo se vio obligado a rendirse.

Solano López solicitó autorización al presidente argentino Bartolomé Mitre para atravesar
territorio argentino rumbo al Uruguay con sus tropas, solicitud rechazada por Mitre. Haber
permitido que tropas beligerantes atravesaran por su territorio hubiese constituido un
abandono de la posición hasta entonces públicamente neutral de la Argentina; por otro lado,
el gobierno argentino simpatizaba con el Partido Colorado del Uruguay. En respuesta, tropas
paraguayas ocuparon la ciudad de Corrientes en abril de 1865, forzando a la Argentina a entrar
en la guerra, aliada con Brasil y el nuevo gobierno uruguayo. A partir de ese momento ya
puede hablarse de «Guerra de la Triple Alianza».

Fuera de Buenos Aires y Rosario (donde la prensa hacía fuerte propaganda política a favor de
Brasil), la entrada argentina en el conflicto fue impopular, hasta el punto de que gran parte de
las tropas enviadas lo fueron forzadamente.

La guerra terminó en 1870 con una derrota de Paraguay, que conllevó también un desastre
demográfico: según las distintas fuentes, el país perdió entre el 50 % y el 85 % de su población
y quizá más del 90 % de su población masculina adulta.
Paraguay perdió gran parte de los territorios que tenía todavía en disputa diplomática con
Brasil ―334 126 km²―[cita requerida] y fue condenado a pagar una abultada indemnización
de guerra, si bien el pago se fue atrasando a través de diferentes gobiernos de post-guerra y
no se llegó a efectuar. Sin embargo, el préstamo de posguerra de 200 000 £ (libras esterlinas)
recibido del Reino Unido se saldó con sucesivas refinanciaciones, llevando la suma a 3,22
millones de libras esterlinas.

- PRESIDENCIA DE BERRO

Fue electo presidente de la República el 1 de marzo de 1860 por la Asamblea General para el
período constitucional 1860-1864, desempeñando íntegramente sus cuatro años de mandato,
durante los cuales hubo de enfrentar nuevamente la oposición a aquellos principios políticos.
Una de sus primeras medidas fue, precisamente, la prohibición del uso público de las divisas y
la penalización severa de los infractores.

Influido por el modelo democrático conservador estadounidense, el que encomió en varios


artículos de carácter político, Berro fue quizás uno de los primeros presidentes del Uruguay
que intentó lograr la viabilización administrativa del estado, para lo cual dictó una serie de
medidas que encontraron oposición incluso en los elementos más afines a él dentro de su
gobierno.

De origen acomodado y de costumbres y hábitos patricios, Bernardo Berro sin embargo era
individuo de una llamativa sencillez. Habitaba generalmente su quinta en el partido (hoy barrio
montevideano) de Manga, a unos 15 kilómetros del centro de Montevideo, y trabajaba él
mismo la tierra, lo que provocaba la sorpresa y el repudio de una élite aristocratizante que no
concebía semejantes actitudes en un individuo de su cargo y de su clase.

Durante su gobierno se produjo una gran recuperación económica del país, hecho que se
explica fundamentalmente por tres factores: el crecimiento del comercio y de los comerciantes
como grupo socio-económico dominante en la ciudad; la revolución del lanar y el
reforzamiento económico y político de los estancieros; y el ingreso de capital extranjero,
fundamentalmente británico.

El aumento del comercio exterior, tanto de importaciones como de exportaciones se produjo


por una serie de causas. En primer lugar, el crecimiento de la población nacional, produjo un
aumento de la demanda y por lo tanto amplió la importación. En segundo lugar, por la
incorporación de la lana como producto exportable del país. En tercer término, debe señalarse
la enorme incidencia que tuvo la guerra del Paraguay (véase Guerra de la Triple Alianza)
(hecho que ocurre una vez fuera del poder Berro) en la multiplicación de las actividades
comerciales y financieras. Todo esto, sumado al establecimiento en el país de paz interna,
condujo a la prosperidad y al crecimiento económico.

La revolución del lanar (nombre que otorga la historiografía uruguaya a la introducción del
capitalismo agrario desde 1850), que significó la primera modificación de la producción del
Uruguay desde los tiempos de la colonia, fue una forma de modernización, pues permitió al
país ingresar a mejores niveles de exportación económica.
El ovino impulsó la tecnificación del agro (baños, bretes, alambrados) y demandó mano de
obra especializada. La buena calidad de la lana amplió los mercados exteriores del país.
Acentuó su dependencia pero diversificó los productos exportables y los mercados de
consumo, distribuyendo esa dependencia entre varios centros económicos mundiales.

La primera causa de la expansión de la lana fue la fuerte demanda europea, a partir sobre todo
del cambio de fibra que las industrias textiles inglesas habían comenzado desde hacía unos
años. Los países europeos no podían cubrir toda la demanda de la industria textil por lo que
recurrir a los lugares donde se producía lana de buena calidad y barata fue una prioridad para
los industriales europeos.

Durante la década de 1860 otro hecho que favoreció al Uruguay fue la Guerra de Secesión de
Estados Unidos que anuló el envío de algodón estadounidense a Europa. Desprovista de una
de las dos fibras textiles que alimentaban a su industria, Europa tuvo que volcarse
necesariamente a la compra de lana en mucho mayor cantidad que hasta ese momento.

En tercer lugar una causa interna llevó a los estancieros criollos a acercarse a la lana y fue que
la abundancia del ganado vacuno había llevado a que de él sólo se valorara el cuero. La crisis
vacuna por un lado y el hecho de que el ovino complementara, sin sustituirlo, al vacuno, tanto
en el consumo de los pastos como en las eventualidades comerciales, hizo que su explotación
se generalizara en toda la República.

Las consecuencias del proceso de diversificación, desde un punto de vista social fueron: la
repoblación del campo y de la estancia ya que para el cuidado de la oveja se necesita mucha
más mano de obra que para el vacuno. Además, se sedentarizó a la población rural, puesto
que el pastor debía permanecer en un puesto fijo. De esta manera se restó gente dispuesta a
acompañar las incesantes revoluciones; fortaleciendo una clase media rural y facilitando el
ascenso social.

Desde el punto de vista económico, el ovino significó el quiebre de la edad del cuero, lo cual
representó la diversificación de los rubros exportables uruguayos. Al tasajo y a los cueros,
había que sumar la lana. Lo que a su vez produjo la diversificación de los mercados
compradores. En esta diversificación y menor dependencia relativa de los centros industriales
europeos, estuvieron los motivos de aquel periodo de prosperidad.

- INVASION DE FLORES

El 19 de abril de 1863 el general uruguayo Venancio Flores invadió el territorio uruguayo desde
la Argentina por el Rincón de las Gallinas. Flores reivindicaba las libertades para su Partido
Colorado (que nunca habían sido cuestionadas) y ponía como pretexto para la empresa dos
grandes hechos: la prohibición, por parte del gobierno de Bernardo Prudencio Berro, de un
acto de conmemoración de los mártires de Quinteros, y los conflictos con la Iglesia, de la cual
el caudillo se presentaba como defensor (hizo colocar una cruz en sus banderas coloradas). Por
eso llamó a su movimiento "Cruzada Libertadora" (haciendo uso y abuso del nombre de la
genuina campaña libertadora de de los Treinta y Tres Orientales en la gesta que estos iniciaron
contra el Brasil ocurrida casi cuarenta años antes, pero enfatizando los colorados, en las
apariencias y como pretexto, el sentido "religioso" del término “cruzada” y teniendo el apoyo
militar del Brasil y de los mitristas también apoyados por Brasil) a tal "cruzada" la inició un 19
de abril.

El 19 de abril de 1863 Venancio Flores desembarcó con mucho dinero y tres acompañantes en
el Rincón de las Gallinas, en la República Oriental, con el aporte de fuerzas llegadas de
Corrientes, Rio Grande do Sul y algunos departamentos orientales. Comenzaba así una guerra
civil entre blancos y colorados que tendría serias complicaciones, al convertirse en un conflicto
donde probaron sus fuerzas la Argentina y Brasil, en apoyo de Flores, y Paraguay, en auxilio del
gobierno de Berro.

José María Rosa cita tres hipótesis para explicar la invasión de Flores en 1863. La primera,
usual en la historiografía liberal argentina tradicional y dada en la época por el diario mitrista
La Nación Argentina, dice que Mitre y su grupo no tuvieron parte en la invasión de Flores.
Dicho medio de prensa publicó el 12 de abril de 1865 una carta de Flores a Mitre del 16 de
marzo de 1863, escrita en Buenos Aires en el momento que Flores se disponía a embarcar
rumbo a su patria, carta que según esta postura probaría la oposición de Mitre a la invasión del
jefe colorado:

Hoy me entrego a mi destino lanzándome al suelo de la patria para combatir a los déspotas,
autores y factores del bárbaro asesinato de Quinteros.

Desde que se negó usted a hacer por la emigración oriental lo menos que a su nombre podía
yo exigir -obtener del gobierno de Montevideo la ampliación de la ley de amnistía, y que
prestase usted su garantía moral respecto de su cumplimiento-, no quedaba otro remedio que
el de recurrir a las armas para conquistar nuestros derechos arrebatados por actos arbitrarios
(...).

La segunda hipótesis respecto de la invasión de Flores sostiene que éste obró de acuerdo con
Mitre. Para sustentar este aserto, se toman en cuenta los siguientes puntos:

a) Flores era general del ejército argentino, como sus acompañantes los coroneles Aguilar y
Caravallo y el mayor Arroyo. La solicitud de la baja por los tres primeros a principios de 1862
debió hacer sospechar de sus objetivos.

b) Flores y sus compañeros partieron de Buenos Aires a pleno día y no en forma oculta,
embarcándose en el buque de guerra Caaguazú de la armada argentina, puesto a su
disposición por el ministro de guerra y marina Gelly y Obes, quien además acompañó a los
revolucionarios colorados.

c) La presencia de una sugestiva carta del cura Ereño, corresponsal de Urquiza, quien
escribió a éste el día 24 de abril de 1863 lo siguiente:

El intermedio para arreglar la invasión ha sido el señor Lezama (Juan Gregorio, un fuerte
comerciante). El día 15 tuvieron Mitre y Flores su última conferencia en la casa de dicho
Lezama para que el 16 partiera Flores, como así tuvo lugar, habiendo recibido de manos de
Lezama 6000 onzas de oro por pronta providencia y con ley abierta para librar contra la casa
Lezama las cantidades que precisase. (2)
Por último, la tercera hipótesis indicaría que Flores y las autoridades del Imperio del Brasil
estaban de acuerdo con los ministros de Mitre, a espaldas de éste. Esta versión fue vertida por
un hombre del gobierno argentino, José Mármol, quien, polemizando con Mitre y con Juan
Carlos Gómez sobre las causas de la guerra del Paraguay, el 14 de diciembre de 1869 y bajo las
iniciales XX decía lo siguiente:

Al presidente Mitre no repugnaba menos la invasión de Flores que a don Pedro II. Pero el
presidente Mitre no tuvo cerca de sí sino un solo hombre que alentase su honrado
pensamiento de neutralidad (el propio José Mármol), pero este hombre nada podía contra las
maniobras de los secretarios de Estado.

La disyuntiva para Mitre era ésta: o pedir a sus cinco ministros la renuncia, destituir a todos los
empleados de la Capitanía del Puerto y hacer saber a sus empleados militares que él era el
general en jefe de su ejército, y al pueblo de Buenos Aires que el presidente de la República es
el encargado de las relaciones exteriores de su país... o cerrar los ojos y dejar que fuese de
aquí todo lo necesario para hacer más divertido el metralleo brasileño.

En protección de ese Partido Colorado vinieron los brasileros. Fue ese Partido Colorado quien
arrastró a los Elizalde y a los Gelly en el gobierno y a los Lezama, Obligado, Martínez y qué sé
yo cuántos otros en el pueblo, a llevar a los elementos oficiales a formar en las filas de la ya
establecida alianza entre colorados e imperiales.

Mármol salió a defender la figura de Mitre ante el cúmulo de acusaciones acerca de la


participación del mitrismo que se publicaron en 1869. A partir de esta fecha, José María Rosa
sostiene que no quedaban dudas del protagonismo, sino de Mitre, al menos del mitrismo en la
invasión de Flores, aun aceptando la hipótesis de Mármol. Con o sin participación directa de su
jefe, o dicho en otros términos, ya siendo Mitre cómplice de sus colaboradores en la alianza
con los colorados y las autoridades brasileñas en contra del gobierno oriental de Berro, ya
siendo Mitre una víctima de los manejos de sus colaboradores, la complicidad del mitrismo en
la invasión de Flores era una realidad irrefutable.

- PROTOCOLO LAMAS ELIZALDE

El 20 de octubre de 1863 tuvo lugar otro jalón en la complicada historia diplomática que
precedió a la Guerra del Paraguay. En esa fecha y en Buenos Aires, se reunieron Andrés Lamas,
-entonces encargado de negocios del Uruguay en la Argentina y gestor de los tratados de 1851
que habían convertido al Estado Oriental en un cuasiprotectorado brasileño- (1) y Rufino de
Elizalde -ministro de relaciones exteriores del gobierno de Mitre-. Ambos decidieron poner un
freno momentáneo a los incidentes generados entre ambos países por la ayuda del mitrismo a
la expedición de Venancio Flores y el apresamiento del General Artigas por parte de la
escuadra del gobierno argentino. Asimismo, se acordó que un árbitro limaría las futuras
diferencias entre ambos países. La influencia de Lamas quedó evidenciada, pues dicho árbitro
sería Pedro II del Brasil, partidario del triunfo de Flores en el Uruguay y del retiro del gobierno
blanco. Ante estos manejos de su encargado de negocios, el presidente Berro comentó "¿Está
acaso loco el señor Lamas?" El canciller Juan José de Herrera intentó modificar la jugada de
Lamas, proponiendo en el protocolo la inclusión de Paraguay como árbitro junto al Imperio.
Pero Lamas hizo saber que una simple modificación del protocolo firmado sería tomada como
una afrenta por parte de las autoridades imperiales.

A estas alturas, la situación del presidente uruguayo Berro era sumamente complicada: el 6 de
mayo de 1864 José Antonio Saraiva, líder de la fracción moderada de los liberales brasileños,
llevaba el ultimátum a Montevideo; y el 20 del mismo mes arribaba a la capital oriental la
escuadra comandada por el almirante barón de Tamandaré. La falta de caballos le impedía a
Berro liquidar la guerra contra Flores. El gobierno de Paraguay había abandonado
momentáneamente su decisión de intervenir en Uruguay después de la firma del protocolo
Lamas-Elizalde, y además Berro terminaba su período presidencial y no encontraba
reemplazante. Interinamente ocupaba la presidencia el titular del Senado, Atanasio de la Cruz
Aguirre, manteniendo a Juan José de Herrera en la cartera de relaciones exteriores. (1)

Para colmo de males, Berro tampoco pudo obtener respaldo del lado entrerriano. Si bien la
inmensa mayoría de los entrerrianos pedía la guerra contra el mitrismo, tenía paradójicamente
como principal obstáculo a su propio gobernador Urquiza. Este último terminó su período en
mayo de 1864, y el candidato de recambio aparentemente era Ricardo López Jordán. López
Jordán estaba a favor de la lucha contra el presidente argentino y tenía mayoría en la
Legislatura. Pero Urquiza seguía siendo un peso pesado en la política entrerriana. Logró poner
a algunos diputados contra López Jordán e intervino en forma fraudulenta en la elección de los
"compromisarios" (integrantes del colegio electoral junto con los legisladores). Constituyendo
un colegio electoral adicto, Urquiza logró el nombramiento como su sucesor de su ministro
José Domínguez. Según José María Rosa, una carta de Urquiza a Mitre del 7 de abril de 1864
probaría que el último había pedido a Urquiza que efectuara esta hábil jugada en la política
entrerriana. La carta decía:

Tengo el gusto de participar a V.E. que los candidatos apoyados por mí para electores de
gobernador han obtenido una entusiasta e inmensa mayoría contra una oposición compuesta
de algunos amigos disidentes y de todos los malos elementos que hay en la provincia. Quiero
decir que ha triunfado el principio de orden, de legalidad y de adhesión a la autoridad nacional
que forma la base de mi política indeclinable.

Urquiza agregaba en una carta a Mitre del 30 de abril, en que daba cuenta del nombramiento
de José Domínguez como gobernador en Entre Ríos: "Es mi actual ministro. Cuenta con todo el
apoyo de mi influencia. V.E. contará en él un cooperador decidido". (2) La presión de Mitre
sobre Urquiza consiguió pues que el gobierno blanco de Berro no pudiera contar con la alianza
de Entre Ríos.

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