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Siede, I.; Serulnicoff, A (2016). Migraciones hacia la Argentina : Fines del siglo XIX y principios del XX.
Cuadernillo de lectura para escuelas rurales plurigrado II. La Plata : Universidad Nacional de La Plata.
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. En Memoria Académica. Disponible en:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/libros/pm.784/pm.784.pdf
Cuadernillo de lecturas
1. ¿Por qué creen que, en ese momento,
tantas personas decidieron dejar el lugar
donde vivían para venir a vivir a la
Argentina?..................................................2
2
3
Datos censales del siglo XIX
4
Fotos de inmigrantes
5
6
7
¿Por qué tantos europeos decidieron
abandonar sus países?
o Hipólito Fernández………..……………………..…….9
o Desde Italia, Giuseppe Frizzera…..………………9
o Hilda Fisher, de Inglaterra a Argentina……. 10
o El sueño de un maestro de escuela…………..10
o Enrique Dickman……………………………………...11
o ¿Por qué emigraron muchos europeos?......12
8
Hipólito Fernández
“Me vine con una valijita y la ropa, nada más: un traje de interior para cambiarme, un
traje para el trabajo…nada más. Un amigo me dijo: me voy a la Argentina, ¿querés venir?
Habrá que ver qué dice mi papá, le contesté. De ahí fuimos a hablarlo con mi finado padre,
que después me dio la plata para el pasaje. En Italia me pagaban dos liras diarias por ser
aprendiz de carpintero, solo podía comprar dos litros de leche. En mi familia éramos cuatro
mujeres y cinco varones, y después de la guerra no había trabajo suficiente para poder seguir,
había que buscar ambiente, abrirse de la familia numerosa… entonces el papá me dijo ¡vía!
Fui el único que vine… Me vine solo en 1927. No claro, no conocía a nadie.“
9
Hilda Fisher, de Inglaterra a Argentina
“Tenía 14 años cuando llegué a la Argentina en 1920, con mis padres y una hermana.
Pero después de un año todavía no sabíamos el castellano… Mi papá era ingeniero y
trabajaba en el ferrocarril… ¿Pasar hambre en Inglaterra, nosotros? ¡Claro que no! Otros
inmigrantes sufrieron hambre,
pero eso era distinto. Nosotros
vinimos de gusto y curiosidad.
Más que todo nos gustó el clima,
buenísimo. La Argentina de aquel
tiempo era un país lindo para
vivir…”
Un maestro italiano, narró el sueño que había tenido antes de partir hacia América:
“Una noche tuve una visión luminosa: me encontraba solo en un campo, donde el grano
crecía tan alto como un hombre y tenía unas espigas tan robustas como yo no había visto
jamás. Aquí y allá en el campo había vacas de oro que brillaban bajo los rayos del sol
llamándome y, en el fondo, sobre el horizonte azul y sin nubes, se dibujaban algunas letras de
monumental tamaño que yo no alcanzaba a distinguir claramente. Agucé la mirada, me
esforcé por concentrarla en ese punto y leí: ‘¡América!’. Mi
decisión estaba tomada: desperté a mi mujer y le anuncié que
partiría inmediatamente, a costa de cualquier sacrificio.”
10
Enrique Dickman
Enrique Dickman era un niño judío nacido en Rusia, en la
época en que gobernaban los Zares y perseguían a los que no
eran cristianos. A los trece años tuvo que irse solo de su casa.
Trabajó como cadete de almacén y mensajero de hoteles para juntar algo de dinero y cruzó
Rusia de Norte a Sur. Viajaba a pie o como pasajero clandestino, en tren o en vapor. Al llegar
a Odessa, sobre el Mar Negro, debía decidir si emigraba a América del Norte, donde vivía un
hermano de su padre, o a Palestina, donde había muchos otros judíos. Como no tenía
pasaporte ni documento alguno, cruzó el Mar Negro, los estrechos del Bósforo, los
Dardanelos y el Mediterráneo, y eludió los controles policiales haciéndose pasar por hijo de
otra familia que viajaba. Así llegó hasta Alejandría. “Me encontré de pronto, a la edad de
catorce años, solo, separado de mi hogar, a miles de kilómetros de distancia, en tierra de
Egipto. ¿Qué hacer? ¿Adónde ir? ¿Qué orientación tomar?” –recordaba mucho tiempo
después. Consiguió embarcarse como ayudante de un fogonero en un buque de carga que lo
llevó a Constantinopla. Allí se enteró de que el Barón Hirsch convocaba a jóvenes judíos
para enviarlos a América. Se había abierto un registro donde se inscribieron unos cinco mil
refugiados que querían llegar a América. Eran muchos más de los que podrían viajar, así que
seleccionaban a quiénes enviar. Cuando le tocó el turno a él, la persona que decidía dijo:
“Este es un muchacho, casi un niño, y no puede ser colono. Necesitamos padres de familia.
No tiene sentido enviarlo a la Argentina”. Otra persona, sentada a su derecha, le respondió:
“¡Vaya uno a saber el destino que espera en América a estos muchachos!” Ese desconocido
permitió que Enrique se embarcara y muchos años después, recordaba: “En aquel instante se
resolvió mi porvenir”.
11
¿Por qué emigraron muchos europeos?
12
Los países que tenían industrias necesitaban materias primas como lanas y cueros para sus
fábricas y alimentos para la gente. Los barcos de vapor hicieron que fuera más barato, por
ejemplo, comprar trigo en países lejanos y trasladarlo por mar que comprarlo en zonas cercanas
y transportarlo por tierra.
13
¿Por qué la Argentina era un destino
atractivo para los inmigrantes?
14
Carta de un italiano de allá a un italiano de acá
LORENZO SCATOLA
15
Constitución de la Nación Argentina (1853)
16
Ley de Inmigración (1876) (Fragmentos)
Artículo 8º. Las atribuciones y deberes de las Comisiones de Inmigración, serán los siguientes:
1º. Recibir, alojar, colocar y trasladar a los inmigrantes de un punto a otro de los sometidos a su
jurisdicción.
2º. Hacer una propaganda activa a favor de la inmigración a sus respectivos territorios,
manifestando la naturaleza de las industrias creadas o susceptibles de crearse en ellos, precios de
los salarios, bondad de clima y demás ventajas que ofrezcan.
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Capítulo IV. De los buques conductores de inmigrantes.
Artículo 24º. Todo buque conductor de inmigrantes estará provisto de ventiladores, bombas,
cocinas, útiles, aparatos y demás oficinas necesarias a la higiene, seguridad y comodidad de los
pasajeros, de acuerdo con los reglamentos que se dictaren. [...]
Artículo 26º. Todo buque conductor de inmigrantes tendrá a bordo un médico y un boticario
provisto de todas las medicinas necesarias.
Artículo 45º. Los inmigrantes tendrán derecho a ser alojados y mantenidos convenientemente a
expensas de la Nación, durante los cinco días siguientes a su desembarco.
18
¿Por qué la Argentina trataba de atraer inmigrantes?
Para ello el Estado llevó a cabo diferentes acciones como por ejemplo la sanción de la
constitución y de leyes que favorecían el ingreso y la radicación de extranjeros en el país. También
dio pasajes y recibía a los recién llegados en el Hotel de Inmigrantes. Poco a poco, estas acciones
fueron dando resultado y millones de europeos eligieron la Argentina como lugar para vivir.
(Adaptación de “Traer
población, traer cultura” de
Privitellio y “Brazos para sembrar
un país”, fragmento de Mi país, tu
país)
“Los inmigrantes”
(Rodolfo Campodónico)
19
¿De qué manera se emigraba de
Europa y Asia a la Argentina?
o Infografía: el viaje……………………………..……………..……..……. 21
o El viaje……………………………………………………………….…….….…22
o Hacer la América…¡a veces era una aventura!………………. 23
o El éxodo ilegal………………………………………………………………..24
o Diario de viaje del inmigrante suizo Federico Bion……….…25
o Manual del emigrante italiano (1913)………………………….…27
o Documentos para migrar……………………………………………….29
o Historias de vida: ¡América, América!...............................31
o Los que vinieron en los barcos……………………………………….32
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Hacer la América... ¡a veces era una aventura!
De Albín Kremser, inmigrante radicado en Urdinarrain, Entre Ríos, fines siglo XIX.
“[...] Solferino era el nombre de la carraca que nos transportaría, a nosotros, los
buscasuerte, hacia la otra ribera del gran charco. Al momento de la partida, comenzó para
nosotros un período de cuatro semanas de sufrimiento que hoy, con los adelantos de la navega-
ción, sería imposible imaginar. Los alimentos que debíamos ingerir estaban prácticamente
podridos. Galletas, porotos, arroz, fideos, que constituían la base de las dos comidas diarias, esta-
ban llenos de gusanos y gorgojos. Además la carne salada: y el agua ‘potable’ estaban
igualmente podridas y malolientes, de manera que casi todo nos resultaba nauseabundo. [...] Para
colmo de males, después de una semana todos estábamos llenos de piojos. Nuestras compañeras
de viaje italianas tenían la simpática costumbre de no matar los piojos que les espulgaban a sus
hijos, chicos éstos más o menos aguantables. Con sentido humano, como es conocido de esta
nación del ‘sacro egoísmo’, simplemente dejaban caer los bichos en el sitio donde estaban
“Los emigrantes”
sentadas. Quizá otros(Antonio Berni)
mortales también tenían que aprovechar de su abundancia. La invasión fue
tan masiva que el Solferino entero comenzó a picar y a rascarse...”
“Los emigrantes”
23
(Antonio Berni)
El éxodo ilegal
FUENTE: Tasso, Alberto (1989). Aventura, trabajo y poder. Sirios y libaneses en Santiago del
Estero. Buenos aires, Índice. Reproducido en Wolf, Ema y Patriarca, Cristina (2006). La gran
inmigración.
Buenos Aires, Sudamericana. Pp. 157.
Siria y Líbano
24
Diario de viaje del inmigrante suizo Federico Bion
“Nuestro entrepuente se asemeja más a un establo para vacunos que a una vivienda, y nadie
permanece sino el tiempo indispensable en ese agujero oscuro sin ventilación al que lleva una
sola entrada, como no sea para cambiarse de ropa, y de noche para proporcionar un poco de
reposo a los miembros cansados, atormentados, porque no hay lugar para ello en cubierta. Aquí
falta todo. No hay lugar ni para estar de pie, ni para sentarse ni para acostarse... En pocas
palabras: la carga humana se trata, ni más ni menos, que como una mercadería a la que debe
prestársele estrictamente la atención suficiente para asegurarle lo indispensable para subsistir.
Con los pasajeros de camarote la situación cambia y son tratados de forma diferente… Pasajero
de camarote hay uno solo…”
• Las camas serán adjudicadas en la oficina de los señores... y nadie puede apropiarse, por
determinación propia, de su lugar de descanso.
• Los baúles grandes y los cajones van en la bodega, lo mismo que las papas, las galletas marinas
y el vino.
25
• Anclado el barco, no se permite bajar a la bodega. La misma será abierta en alta mar para que
cada pasajero busque lo que necesite.
• Cada uno debe rotular y cerrar bien su equipaje, porque el capitán no es responsable por el
mismo; dinero y joyas están más seguras en poder del capitán. Las armas deben serle entregadas
sin excepción.
• La más estricta higiene debe observarse tanto en el puerto como durante el viaje, en el
entrepuente, para evitar enfermedades. Cada uno debe conservar limpio el armazón de su cama y
el espacio a su alrededor. El agua potable sólo puede ser utilizada para cocinar y beber, estando
prohibido usarla para lavar y limpiar.
• Mientras el barco esté en el puerto queda terminantemente prohibido fumar, hacer fuego o
prender luces. En alta mar puede fumarse sobre cubierta pero sólo con pipas cerradas.
• Deben evitarse peleas y pendencias, tanto entre los pasajeros como con la tripulación. El que
tenga quejas debe dirigirse, sin más, al capitán, cuya decisión es inapelable, como todas sus
disposiciones y órdenes. También al contramaestre se le debe obediencia.
• Está rigurosamente prohibido suministrar vino y otras bebidas a la tripulación; quien lo haga
está expuesto a que sus bebidas le sean confiscadas hasta llegar a América.
Todas estas prescripciones son tomadas exclusivamente para el bien e interés de los pasajeros,
para su seguridad, comodidad y salud. Espera pues, con toda razón, el capitán, que no llegará el
caso de tener que ser severo y espera de la inteligencia y del amor al orden de los pasajeros que
se cumplirá en todos sus términos este Reglamento, en especial su artículo 12 (el referido a la
bebida), porque su violación puede traer las peores consecuencias.
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Manual del emigrante italiano (1913)
III) Estaciones a bordo. Para preparar su ropa de viaje tenga en cuenta el cambio de estación que
ocurrirá durante la travesía, ya que navegando hacia el otro hemisferio encontrará la estación
opuesta a la que dejó en el suyo.
IV) La despedida del "paese". Pero supongo que todo estará listo para la partida y que no habrá
problemas. Una trasnochada de despedida con los parientes y mejores amigos, muchos
lagrimeos, despedidas en cantidad y deseos de próximo y feliz retorno.
V) Si usted es jefe de familia provéase de jabón de lavar para llevar a bordo, así como la mayor
cantidad de galletas para sus niños más pequeños. No compre licores ni bebidas; sí, en cambio,
limones le serán útiles en caso de que algún miembro de su familia no tolere el viaje por el mar.
VI) La nave se separa de la plataforma llena de gente que agita pañuelos y sombreros a los
parientes que parten. Es un momento de emoción. Esa plataforma es la última orilla de la querida
patria que se aleja. ¡Adiós! ¡Adiós!
VII) Horario de a bordo. Ya es tiempo de conocer la vida que llevará a bordo: está regulada por
un horario escrito en alguna parte del barco. A tal hora, despertar; más tarde, limpieza de
dormitorios; después, comidas, recreación, atención médica, lavandería, duchas, separación de
sexos, silencio nocturno. La vida en el barco en una vida comunitaria...
27
VIII) Duración del viaje. Hoy, con la primacía de la Marina Mercante Italiana que hizo, gracias a
la ayuda del Estado, maravillosos progresos en pocos años, algunas naves van desde Génova a
Buenos Aires en catorce o quince días, y son, como se entiende, las más caras porque son más
modernas, más lujosas y consumen mucho más carbón que las que tarden dieciocho o veinte
días. Buenos Aires dista de Génova 11.427 kilómetros.
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Documentos para migrar
29
Reproducidos en Marcó Muñoa,
Ricardo y otros (2001). Los Vascos
en Entre Ríos. Paraná, Editorial de
Entre Ríos. Págs. 48 y 49.
30
31
Los que vinieron en los barcos
Las historias de los inmigrantes fueron tantas como personas llegaron al puerto de Buenos
Aires. Sin embargo, es posible identificar algunos rasgos típicos en el viaje de los miles y miles de
inmigrantes que llegaron a la Argentina. Diferentes personas, distintas nacionalidades, unieron sus
historias en un itinerario común. Podía tratarse de un hombre joven de alguna aldea o pequeño
pueblo de España o Italia que, por los cambios económicos que vivía Europa en esos años, tenía
muy pocas posibilidades de trabajar en su región. O, tal vez, se trataba de un joven judío del Imperio
Ruso o de un muchacho sirio-libanés del Imperio Turco, cansado de las persecuciones a las que los
sometían sus gobiernos. Fatigados por los problemas económicos o las persecuciones, estos jóvenes
tomaban la decisión de buscar un futuro mejor viajando a América.
Luego, algún empresario los convencía de las bondades de una nación ubicada en el sur de
Sudamérica, de la que, tal vez, nunca antes habían oído hablar. Este empresario le vendía al
emigrante un pasaje barato en la tercera clase de uno de los barcos de vapor que, desde unos años
antes, cruzaban con increíble rapidez el Atlántico. Entonces, el joven iniciaba su viaje con la ilusión e
hacerse rico pronto o, como se decía en esa época, con el deseo de "hacer la América".
Al término de un viaje que, generalmente, se hacía en
muy malas condiciones, llegaba al puerto de Buenos Aires.
Aunque no faltó alguno que, confundido, bajara en Montevideo
pensando que había llegado a la Argentina. En el puerto de
Buenos Aires, pasaba unos días en el Hotel de Inmigrantes,
donde regularizaba su situación e intentaba conseguir trabajo y
alojamiento. Posiblemente, algún connacional conocido, que
había migrado antes que él, lo ayudaba.
Una vez que abandonaba el Hotel de Inmigrantes,
los destinos posibles del recién llegado eran múltiples. Podía
ir al campo en la zona del litoral mesopotámico o en la
llanura pampeana para trabajar en las cosechas o para
arrendar una parcela de tierra. O podía conseguir un
trabajo en las ciudades que crecían al ritmo veloz del
progreso económico.
32
¿Cómo vieron los inmigrantes el país
al cual llegaban?
33
Cartas de recién venidos
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Testimonio de un obrero austríaco
"Llegué a la Argentina seducido por las promesas
que nos hicieron los agentes de las oficinas de
inmigración en Viena. Estos vendedores de hombres sin
conciencia hacían descripciones tan brillantes de la
riqueza del país y del bienestar que aguardaba a los
obreros, que terminaron por hacernos caer en la trampa; y
partimos, yo y algunos amigos. Todo no era más que
mentiras y engaños.
"En Buenos Aires no encontré trabajo y en el
Hotel de Inmigrantes, una cueva inmunda y hedionda, los
empleados nos trataron como esclavos. Nos amenazaron con echarnos a la calle si no aceptábamos ir a
trabajar a las plantaciones de Tucumán. Prometían el alojamiento, la alimentación y salarios de 20 pesos por
mes. Quisieron hacernos creer que 20 pesos representaban 100 francos; y cuando yo les dije que no era
exacto, que 20 pesos no valían más que 25 francos, me
insultaron tratándome de gringo de mierda y otras
abominaciones de ese estilo. Me amenazaron con meterme
preso si no me callaba.
"Comprendí que sólo tenía que obedecer. ¿Qué
podía hacer? No tenía en el bolsillo más que dos francos y
hacía diez días que recorría las calles de Buenos Aires sin
encontrar trabajo. Estaba cansado de estas incertidumbres..."
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Carta de un inmigrante suizo a su familia (fragmentos)
“La madera no es muy bella, pero es dura. Los bosques son completamente llanos, como nuestras
concesiones. En cuanto a las bestias feroces, no existen; en cambio hay muchos animales que pueden
cazarse: palomas, patos, cigüeñas, ciervos, avestruces, muchos otros de los que no sé el nombre y también
loros.
(…)
Si las langostas nos han asustado, no por ello nos han llevado a arrepentimos de haber dejado el
Valais; reconocemos que la facilidad de vivir es mucho mayor que allá; por otra parte no ignoramos que hay
un proverbio bastante generalizado que dice: ‘no hay rosas sin espinas’, pero no es menos verdad que esto es
un paraíso terrenal en comparación con Europa.
(…)
No se trata más que de esa gente que creía que no tendría necesidad de encorvarse para trabajar las
tierras y que los cerdos asados andaban por el campo con el tenedor y el cuchillo en el lomo, y que las
palomas y las codornices caían en un plato listas para ser comidas; sin duda que esta gente ha sido engañada
en su ilusión.
(…)
Tenemos dos bueyes de labor, dos vacas, una ternera simple, un toro y un caballo, cuarenta pollos,
dos cerdos simples, un perro y un gato. Si uno se pasea por la colonia, ello es siempre a caballo; es muy raro
ver a un hombre pasear a pie, ni aun las mujeres; es decir que todos los paseos, tanto de niñas como de
muchachos, se hacen a caballo”.
36
Contestación de un italiano de acá a un italiano de allá (fragmentos)
Estimado Lorenzo:
[…] ¿Dices cuál es la vida de tantos italianos como aquí hay y vienen continuamente? Hacen de todo, se
dedican a todo y viven como pueden; los que llegan, como yo, sin oficio ni beneficio, padecen y acaban por volver a
Europa más pobres que cuando vinieron, maldiciendo de América, o por adaptarse a faenas que nunca hubieran
soñado, y entonces, utilizando su poca o mucha inteligencia e instrucción, llegan a hacer alguna cosa; pero, como por
fortuna la mayor parte de los que vienen son trabajadores del campo, endurecidos sobre el arado y embrutecidos por la
miseria y las privaciones, montañeses crecidos a la sombra de los valles nativos y repentinamente transportados, a
impulsos de una vaga esperanza, de ideas confusas, de consejos o llamamientos de parientes o amigos, desde la
soledad de sus cabañas, desde sus riscos y sus peñas a un país lleno de vida y movimiento; como son, decía,
campesinos u obreros cansados de buscar trabajo en todos los talleres, de pedir pan a todas las fábricas, de sufrir
hambre y estrecheces, están generalmente contentos en este país, porque encuentran fácilmente bien remuneradas
ocupaciones, cuando los extravíos políticos y los errores económicos no traen, como sucede con harta frecuencia,
tremendas crisis y una paralización en el próspero y progresivo movimiento del comercio y de las industrias. Muchos
de esos trabajadores y obreros llegan a labrarse una posición desahogada, adquieren propiedades, se arraigan en el
país, y entonces es de ver cómo olvidan su pasado, desconocen su ignorancia, y pretenden influir, mandar, dirigir a sus
compatriotas que tengan a bien permitirlo. Como los demás extranjeros, los italianos viven en buena armonía con los
naturales, haciéndose justicia a sus aptitudes múltiples, a su laboriosidad, a su robustez, a su resistencia y a sus hábitos
de ahorro […].
Vengan aquí enhorabuena los que han nacido entre harapos, que han crecido en el campo o en los talleres, que
han manejado el arado o el martillo, que se han endurecido sobre los instrumentos del trabajo, que no han recibido
educación, o la han recibido limitada; pero que no vengan desgraciados que, como tú, ven fatalmente cuatro palmos
más allá de sus narices, que han recibido una educación esmerada, que vienen aparentemente dispuestos a todo, pero
[…] llorarán después amargamente su ligereza, volviéndose, si es posible, como yo me hubiera vuelto, quince días
después de su llegada al Nuevo Mundo. […] Dispuesto a complacerte en cuanto pueda, no dejes de escribirme
y preguntarme cuanto te se ocurra, y mientras tanto vaya un abrazo de tu afectísimo
GENARO DELLAPESCA
Latino, Aníbal (1943). Tipos y costumbres bonaerenses. Buenos Aires, Hyspamérica. Pp.
269-287.
37
FUENTE: Ciencias Sociales 6, Buenos Aires, SM, 2002. Pág. 115.
38
Volver o quedarse
Los inmigrantes, generalmente, buscaban dos objetivos bien distintos. Unos llegaban a la Argentina para
trabajar un tiempo, juntar dinero gracias a los sueldos altos que se pagaban en comparación con Europa y, luego,
regresaban a su país de origen. Otros llegaban con la intención de radicarse definitivamente para iniciar una
nueva vida. Estos últimos, habitualmente, venían solos y trabajaban hasta ahorrar lo suficiente para pagar el viaje
de su familia. Además, las cartas que mandaban a sus parientes y amigos en Europa solían convencer a muchos
de ellos de iniciar también la aventura de migrar.
Los primeros años del inmigrante eran siempre muy duros. Sólo con el tiempo, algunos pudieron
disponer de un modesto capital para instalar su propio taller, su comercio o su pequeña explotación rural. Otros
trabajaron toda su vida sin lograr grandes mejoras en su posición. Muchos menos fueron los que amasaron
grandes fortunas.
A los extranjeros que venían a la Argentina se les garantizaban prácticamente los mismos derechos que a
los nativos, pero con una importante excepción: no podían votar. Para poder votar, tenían que renunciar a su
nacionalidad de origen y rara vez lo hacían. En consecuencia, una gran parte de la población quedaba legalmente
marginada de las elecciones. De todos modos, sabemos que los actos electorales no eran todavía un mecanismo
real de participación política. A pesar de que no podían participar en las elecciones, los inmigrantes defendían
sus intereses frente a las autoridades a través de asociaciones en las que se agrupaban según sus lugares de
origen. En otros casos, opinaban vehementemente sobre la política local a través de sus periódicos comunitarios
(en lengua extranjera). Es decir que, aunque no votaran, tampoco
se desentendían de la política argentina.
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¿Cómo reaccionaron los argentinos de
aquel momento ante la llegada de los
distintos inmigrantes?
o Moda europea……………………………..……………..………..……. 41
o Trágico encuentro…………………………………………….…….……42
o Los gringos que vio Martín Fierro…………………….…………. 43
o Quejas de José Hernández……………………………………….…..44
o Milonga de quejas criollas………..……………………………….…45
o Una sociedad diversa…………………………………………………. 46
40
Moda europea
La llegada de las primeras doscientas familias suizas causó sorpresa en Santa Fe. Esta ciudad de
provincia, quieta y adormilada, no tenía, como Buenos Aires, el hábito de recibir gentes remotas. Además,
para los santafecinos, el contrato firmado con los inmigrantes por su gobernador no pasaba de ser una
utopía; un homenaje tributado a algunos escritores y oradores que trataban de popularizar la idea de la
inmigración.
FUENTE: Wolf, Ema y Patriarca, Cristina (2006). La gran inmigración. Buenos Aires,
Sudamericana. P. 62
41
Trágico encuentro
Los galeses habíamos sido caritativos con los indios y habíamos ganado su confianza y buena
voluntad. Lo cierto es que el gobierno argentino envió desde Buenos Aires un ejército, que pasó por Bahía
Blanca y Río Negro y luego a lo largo de la cordillera hasta Santa Cruz, capturando y trasladando todos los
indios que se entregaban y matando a los que se resistían, excepto un número pequeño que logró esquivarle
y huir. En esa época ocurrió un hecho muy penoso. Cuatro de los pobladores se habían encaminado unas
doscientas millas tierra adentro en expedición, y cuando regresaban y estaban a ciento veinte millas del
establecimiento, fueron atacados en forma sorpresiva por un grupo de indios que mataron bárbaramente a
tres de ellos, logrando huir como por milagro el cuarto. Este hizo a caballo casi toda la distancia mencionada
sin parar casi un minuto en lado alguno y pasando hasta por un lugar que parecía infranqueable para un
hombre a caballo. Este suceso alarmante fue consecuencia de la
persecución de que por parte de los blancos fueron objeto los
indios de ese año, provocando en ellos un odio tan grande contra
el blanco que ni apreciaban ya a sus viejos amigos los galeses.
42
Los gringos que vio
Martín Fierro
43
Quejas de José Hernández
Texto de 1881 (Instrucción del Estanciero)
44
Milonga de quejas criollas
Pero nosotros, los criollos
quedamos siempre olvidaos
y sin protección ninguna
vivimos siempre aporriaos.
45
Una sociedad diversa
Con la llegada de los inmigrantes, aumentó muy rápidamente la cantidad de habitantes del país. Esto
generó diferentes problemas que afectaban tanto a los recién llegados como a los pobladores nativos: falta de
vivienda, falta de trabajo, congestión urbana, contrastes culturales, etc. Los dirigentes políticos y grandes
propietarios estaban satisfechos con la llegada de nuevos brazos para trabajar. Los que manifestaron su
descontento fueron los sectores más pobres, porque creían que corrían peligro sus puestos de trabajo y
observaban que el gobierno daba mayores beneficios a los extranjeros que a los nacidos en el país. En varias
localidades, los inmigrantes fueron recibidos con recelo y desconfianza. La variedad de lenguas, costumbres y
creencias alimentaba los prejuicios de unos y otros.
En las zonas rurales, muchos chacareros inmigrantes echaron raíces en estas tierras. Pocos años después,
tenían claros sus intereses y se organizaron para defenderlos. En épocas de buenos precios, los chacareros
podían mantenerse, pero, cuando caía el precio del grano y los alquileres seguían subiendo, la situación se volvía
insostenible.
46
Al entrar en el siglo XX esa sociedad nueva comenzó a expresar sus críticas, protestas y pedidos de
reformas. En general se daba por supuesto que el conjunto de la sociedad era aceptable, pero que había que
hacer cambios, introducir modificaciones: consideraban irritante que todo el poder estuviese en manos de los
“oligarcas”, el grupo político que, desde 1880, controlaba el gobierno y manipulaba el resultado de las elecciones.
Elaboración
propia, sobre la base de
Montes, Graciela (s/f).
Los tiempos de los
inmigrantes.
Buenos Aires,
Página/12. P. 24-28y De
Privitellio, Luciano
(2002). La Argentina
optimista.
Buenos Aires, Altea. Pág.
53.
47
¿Qué rasgos de la sociedad argentina
actual muestran que recibió gran
cantidad de inmigrantes en esa época?
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Qué nos dejaron
Al ímpetu industrioso de los inmigrantes les debemos el yogur Kasdorf, el azúcar Hileret, los
bizcochos Canale y Terrabussi, los mocasines Cappozzo.
49
El primer automóvil fabricado en la Argentina en 1907 fue obra de un pontevedrés, Manuel
Iglesias. La primera filmación, titulada ‘La bandera argentina’, la llevó a cabo en Buenos Aires un
fotógrafo francés: Eugenio Py. Y fue un italiano nacido en Apulia, Mario Gallo, quien filmó la
primera película nacional, ‘El fusilamiento de
Dorrego’.
Por ellos tenemos una toponimia enrevesada que nos obliga a evocar a
Suiza en Santa Fe y a Gales en la Patagonia.
FUENTE: Wolf,
Ema y Patriarca,
Cristina (2006). La
gran inmigración.
Buenos Aires,
Sudamericana. P.
141
50