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El Papel Literario-Resistencia - 10-03-19 PDF
El Papel Literario-Resistencia - 10-03-19 PDF
DirecciónNelson Rivera • Producción Graciela Yáñez Vicentini • Diseño y diagramaciónVíctor Hugo Rodríguez • Correo electrónicoriveranelsonrivera@gmail.com / papelliterario@el-nacional.com • Twitter @papeliterario
Ejerció como
periodista,
editor, gerente
cultural,
consultor político
y de empresas
y profesor
universitario,
entre muchas
otras cosas. Fue
un maestro para
innumerables
periodistas y
profesionales de
la comunicación.
Pero, por encima
de todo, fue
un espíritu
crítico, que no
dejó nunca de
PABLO ANTILLANO /VASCO SZINETAR ©
interrogarse por
Pablo Antillano:
nuestro tiempo
NELSON RIVERA
C
uando le conocí, a me-
La pregunta de la dignidad
diados de 1984, Pablo
Antillano venía de re-
greso. Aunque tenía
solo 37 años, lo rotundo y tur-
bulento de algunos hechos que
marcaron su vida, habían de-
jado hondas marcas en su talla
del mundo. Había interrumpi- a Miguel Otero Silva, en 1981, lo conocido que tiene lugar guó su talante crítico, ni le da Voz&Visión de Venezuela, bamos y nos convertíamos en
do sus estudios en la Facultad cuando este le propuso incor- cuando un hombre es condu- provisionó de comodidad. El presidida por él. espectadores. Escuchar, por
de Arquitectura de la UCV, en porarse a El Nacional, donde cido a un paredón para simu- atributo del poder para pre- Difícilmente podría descri- ejemplo, sus diatribas con
1968, tras el allanamiento de la marcó una época como jefe de lar que será fusilado. sionar, limitar y arrinconar, bir la energía, recurrencia Tulio Hernández sobre el fra-
universidad. Había participado la sección de Arte. le resultaba deleznable. La e inquietud de lo que ocu- caso de la izquierda en Amé-
en la creación de espectáculos Entre 1968 y 1983, el año en El rostro oculto del poder estupidez, revulsiva. Pablo se rría en esos encuentros que, rica Latina me abrió innu-
multimedia, junto a Raúl Fuen- que renunció a El Nacional, En efecto, hacia 1984 estaba de preguntaba –y preguntaba a a menudo, se prolongaban merables ventanas en aquel
tes y a otros compañeros suyos vuelta. Y aunque había pade- sus próximos– por la legitimi- hasta la madrugada. Voz&- decisivo trecho de mi vida. Y,
de entonces, que escenificaban cido la desproporción del po- dad de quien actúa en contra Visión era una agencia de co- aunque nadie me haya auto-
en Petare, La Vega y otros ba- der en su piel, escogió hacer de su propia voluntad. Deba- municación, y también una rizado a decirlo, sé que, para
rrios de Caracas. Había comen- silencio sobre aquellos hechos tía cuánto de inconsistencia, especie de insaciable think amigos de mi generación, Pa-
zado su incursión en el perio- infames y denigrantes ocurri- cobardía, flaqueza o auto- tank, un taller sin final en blo fue un factor que hizo más
dismo como reportero y luego dos en Chile: ni construyó un complacencia había en nues- el que todos sus integrantes, complejo el espectáculo de la
como jefe de redacción de Vea relato para su público –Pablo tras actuaciones públicas o en incluyendo al propio Pablo, realidad.
y Lea, dirigido por Pedro Mi- gozó siempre del privilegio de nuestros argumentos. La cues- aprendíamos a preguntar- Fue un maestro porque, en
randa, un empecinado y aven- ¿Has pensado contar con su propia audien- tión medular de cuánto conce- nos por nuestro oficio, por el su fondo, no se proponía ven-
cia cautiva– ni hizo uso de la demos a las fuerzas que sobre- engranaje país-empresas, por
turero trotskista que, venido de
Chile, se proponía contribuir a
desde dónde condición de víctima a la que pasan la capacidad individual la potencia de las ideas y el
cer. Quería, para quienes lo
rodeábamos, lo mismo que as-
la revolución en Venezuela.
Antillano había sido la pie-
hablas?” tenía derecho. Lo que sí se con-
figuró en él, hasta los estratos
de resistir, le causaba escozor.
La tendencia del poder a des-
lenguaje, por los hechos que
nos conmovían. En mi caso,
piraba para sí: construir una
sólida esfera personal con la
za que hizo posible la revista más profundos de su modo de considerar lo ponía en guardia. en aquellos siete años, bajo que llevar una vida digna.
Reventón, que puso de bulto el pensar, fue una pregunta, una su constante estímulo, ad- Nunca quiso moralizar. No
enorme potencial de innova- pregunta inagotable y en per- Debatirlo todo, siempre quirió forma mi interés por se sentía ejemplo de nada. No
ción que aguardaba al perio- Antillano había experimen- manente mutación: la pregun- A lo largo de siete años conse- los modos de pensar que me repartía lecciones de conduc-
dismo venezolano. Había sido tado, en varios momentos, el ta sobre el poder. cutivos –los años en que Pablo ha ocupado desde entonces. ta. A fin de cuentas, la conclu-
perseguido como integrante regocijo del hombre que ve Cuando fue designado secre- Antillano fue mi jefe–, parti- Una noche, días después del sión de Pablo se resumía en
del consejo editorial de esa re- cómo los objetos de su inven- tario general de Fundarte, a cipé en conversaciones car- Caracazo, en el transcurso de esto: nunca te alejes demasiado
vista. Había escapado a Chi- ción se abren paso en la selva comienzos de 1984, se produ- gadas de brillo y desafuero, una tensa discusión sobre la de ti mismo. Una mañana, en
le, de un tribunal militar que de lo real. Había intentado in- jo un punto de inflexión en su frases luminosas, opiniones legitimidad de la violencia – el transcurso de una reunión
intentó apresarlo y enjuiciar- fluir, a veces con algún éxito, trayectoria: el inclasificable, encontradas y vehemencia. estaban en la mesa Antonio de trabajo, dijo algo como esto
lo. Había tenido formidables en el curso de los hechos. Ha- en el que anidaban desorde- De los años en que trabajé en López Ortega y Tulio Her- (recuerdo la idea, pero no las
experiencias profesionales en bía practicado el arte de po- nados ramalazos de izquier- Fundarte –1984 a 1986–, guar- nández–, Pablo me hizo una palabras exactas): debemos
tiempos de Salvador Allende, ner en aprietos a sus interlo- dismo y de crítica de los dog- do en mi memoria nuestras pregunta que ha planeado en cuidarnos de actuar por otros,
en estudios de televisión don- cutores. Rodeado de personas matismos, a un mismo tiempo; pródigas sobremesas con Mi- mí, desde entonces: ¿Has pen- sobre todo cuando se trata de
de escuchó a Armand Matte- de talento, había ensancha- que estaba tomado por una re- yó Vestrini, que entonces con- sado desde dónde hablas? asuntos que nos llevan una
lart y Ariel Dorfman. Había do los límites del periodismo currente necesidad de desafiar ducía un programa en Radio Aquellas tertulias, dentro o enorme ventaja. Ahí, me pare-
sufrido el súbito oscureci- cultural. Tras el lanzamiento a la autoridad y que no hubie- Nacional dedicado a los li- fuera de la oficina, eran el te- ce, está sintetizado el que fue
miento del mundo: un día fue de Reventón, se había aproxi- se renunciado jamás a su gus- bros. Un poco más adelante, rritorio donde Pablo reinaba. su más sustantivo aprendizaje
detenido, junto a una parte de mado a la comprensión de ese to por la autonomía y la buena entre los años 1987 y 1992, Pa- Solo excepcionalmente con- de vida: mientras se vinculaba
su familia, por militares pino- punto donde política y comu- vida; ese hombre magnético y blo Antillano me concedió un ciliaba: prefería provocar, in- al poder, escapaba de él. Estan-
chetistas. Había sido torturado nicación se abrazan y se re- controvertido, instintivamen- privilegio que selló mi vida cluso desde trincheras que no do cerca, lo miraba con distan-
psicológicamente: sometido a pelen. Había experimentado te rebelde, pasó del periodismo desde entonces: me incorpo- eran la suya. Medía las reac- cia. Y llevaba en su corazón,
simulacros de fusilamiento. el riesgo y el miedo en distin- y la crítica del establecimien- ró a un equipo que incluía, en- ciones de quienes éramos sus como quien lleva un amuleto,
Había regresado a Venezuela a tas variantes y grados. Había to, a ocupar un cargo donde tre otros, a Tulio Hernández, adversarios o aliados ocasio- la posibilidad de reaccionar.
insistir en una de sus más per- conocido la sensación de que le correspondió ejercer el po- Antonio López Ortega, Alber- nales, subordinados y amigos De hacer una pregunta más:
sistentes pasiones: inventar re- algo poderoso le seguía y se der, específicamente, un poder to Barrera Tyszka, Arman- entrañables. La riqueza de la pregunta de la dignidad.
vistas singulares y magníficas deslizaba a su espalda. Y ha- cultural. do Coll y más. Fueron años algunos combates de criterio
como Libros al día, Buen vivir bía sido expelido a ese absolu- Pero el nuevo rumbo que ha- espléndidos en que fuimos e interpretaciones a veces in- *Este texto continúa en la página
y Escenas. Y le había dicho sí to incierto, a esa fractura de bía tomado su vida, ni apaci- parte de una empresa llama- vitaba al silencio. Nos turná- 4 de este PDF.
2 Papel Literario EL NACIONAL DOMINGO 10 DE MARZO DE 2019
L
espaldas se tocaban. Echába-
o malo de la verdad es mos de menos las barras de
que no se puede exa- La Candelaria, en especial
gerar, decía nuestro una que parecía brillar gra-
querido maestro Juan cias a las tantas personas que
Manuel Polo. habían colocado sus brazos
Pablo era verdadero. Culto, encima.
dueño de una conciencia bien Después tuve que decir “has-
cimentada, con una imagina- ta luego”. A una lejanía donde
ción portentosa de niño soli- el rumor de los amigos llega
tario. Yo le tenía un enorme por Internet. Y un día restalló
cariño. Como todos sus ami- aquel latigazo centurión que
gos. Digo enorme cariño por nos causó un amargo dolor
dar una idea, aunque sé que desde la frente hasta los pies:
los sentimientos carecen de Pablo está enfermo. Signifi-
medida. No es que le tenía ca- caba “Pablo está enfermo en
riño a Pablo Antillano, es que un país donde no hay medici-
lo sigo queriendo como si fue- nas y son costosas, donde han
ra hermano mío y estuviera quedado pocos servicios hos-
enfrente riéndose de mis con- pitalarios, donde lo trágico ha
fusiones. Las cualidades, las contaminado el minutero”.
virtudes y las obras que me Y entonces tuvimos que an-
han hecho querer y admirar dar con pies abandonados,
a Pablo no han desaparecido pensando en eso. Creyendo
con su fallecimiento. descubrir a Pablo en el saco a
El que haya muerto no signi- cuadros con bluyín de un ca-
fica que ya no esté con noso- minante extranjero, cabello
tros. Solo nos ha causado un gris alborotado, que avanza
gran dolor, aunque sin propo- sin apuros por aquella vieja y
nérselo. Le dio pelea vehemen- mojada vereda.
te a la enfermedad, se mantu-
vo aferrado a la vida con su Ahora mismo
acostumbrada entereza, pero Veo un café sin clientes. Es-
era una batalla desigual. Él tá lloviendo. Entro porque la
sabía que nos iba a causar un barra es de madera brillante,
desaliento brutal y trató de im- ajustada a mi gusto. Me sien-
pedirlo, pero a veces hay que to ante una jarra de cerveza
perder y Pablo sabía hacerlo roja, irlandesa, como debe
con varonil humildad. ser, y un platico de aceitunas.
Pablo Antillano sabía más En este momento deben estar
que todos nosotros de comu- velando a Pablo Antillano.
nicación, de teatro, de cine, de Aquí van a creer que tengo
política y de cualquier aspec- los ojos irritados porque me
to cultural que quisiéramos trasnocho, aunque en reali-
abordar, pero nunca trataba de dad me acuesto a las ocho de
demostrar ese conocimiento. la noche. Bebo la cerveza en
Prefería seguir aprendiendo soledad, poco a poco. De vez
y desarrollando sus extrañas en cuando tomo una aceitu-
dotes de adivinar el porvenir. na. Trato de imaginar a Pablo
Se emocionaba cuando un sentado aquí, hablando con-
tema le interesaba y trataba migo de nuevo, por milésima
de que ese tema se convirtie- vez. Coloco allá afuera, una,
ra en algo sólido, con cuerpo dos, tres calles encandiladas
interesante, con vida propia, de La Candelaria y me quedo
con representación narrativa quieto, esperando.
o teatral. Constantemente de- Veo su barba y su sonrisa.
cía “hay que echar el cuento”. PABLO ANTILLANO /VASCO SZINETAR © -En el mediterráneo se cose-
Hay quienes se desmoñan chan aceitunas y se hace acei-
hablando en un café o sencilla- te de oliva desde hace cuatro
mente por teléfono hasta que momentos de disfrutar los ele- algo que nunca comentamos, y recogimiento, sin el cual la do supe de Pablo por primera mil años- informa la voz de
enrojece la oreja; nosotros he- mentales placeres, en materia pero que estaba ahí, su insig- vida es inconcebible. Costum- vez, él estaba en una cúspide Pablo, que tiene como un roz-
mos sido una generación que de gastronomía, bebidas espi- nia, su distintivo invencible: bre antigua, robustecida con comunicacional que nos emo- nido de cello. Algo juvenil y a
prefiere hablar caminando a lo rituosas y espirituales; un si- el buen gusto. Lo que signifi- los años...” (Luis Buñuel: Mi cionaba como jóvenes: la re- la vez pausado, serio.
largo de infinitas aceras o en tio de crónicas, de fotografías, ca el buen gusto a partir de último suspiro. Barcelona: vista Reventón. Lo dice en el instante en que
un parque donde haya bancos donde la actividad cultural y una luminosa sensibilidad Plaza y Janés Editores, 1982, En ese almuerzo estuve a he agarrado una enorme acei-
y sombras frescas. De mi parte toda la actividad humana que humana. pp. 53-54). punto de abordar el tema de tuna negra y la desaparezco
puedo decir que jamás me gus- vale la pena, pasan y dejan Código de Barra no solo los años: “¿qué te parece, Pa- en la semi penumbra de un
taron las reuniones de oficina. sus anuncios, sus noticias, sus nació como blog: casi inme- La reunión blito? de repente y tal, nos pu- restaurante de La Candelaria.
Nunca me atrajeron esas me- inquietudes. diatamente tuvo su versión Pablo Antillano, Raúl Azuaje simos viejos”, pero hubiera El almanaque se vuelve loco,
sas saturadas con tormentas Ese lugar de charlas y con- impresa. El grupo que acom- y yo nos encontramos en un sido una traición. Él conser- parece junio, julio, agosto en
de ideas, donde la caballero- versaciones, de celebraciones pañó inicialmente a Pablo en restaurante de Chacao para vaba intacta la juventud en su la Caracas que tratábamos de
sidad y la tragedia sacrosanta y magníficas tristezas, fue esa divertida y sabrosa publi- hablar de un proyecto edito- sonrisa, que era el medio co- salvar de las pestes. Nos reu-
de la mesa redonda original no una creación de Pablo Anti- cación fue el siguiente: Gus- rial que podría o no cristali- municacional por excelencia nimos para sencillamente ha-
tenían nada que ver. llano, Raúl Azuaje y Gusta- tavo Oliveros, Raúl Azuaje, zar, debido a la situación del de su gallardo espíritu. blar y mantener el nivel de ca-
Podíamos hablar mejor vo Oliveros. Y contó desde su Olgamar Pérez, Coromotico país. Esa fue la última vez que Hablamos de los periodis- riño entre nosotros.
sentados en una barra, pa- inicio con nosotros, los miles Jiménez, Marinella Hernán- nos vimos. tas que habían asombrado a -El mediterráneo es un uni-
sando los minutos con una de nosotros, que respondimos dez, Raúl Fuentes, Claudio Su hablar coherente y des- nuestra generación en la vie- verso sentimental creado por
copa y unos aperitivos sin siempre a la frase telefónica, Nazoa, José Pulido, Petruvs- enfadado era un regalo. Re- ja redacción de El Nacional: el mar, el aceite de oliva, el
pretensiones. al correo electrónico o from ka Simne, Oscar Hernández, cuerdo que lo miraba con ga- Cuto Lamache, Juan Manuel pan y el vino: no hay ningu-
Creo que lo que nos gustaba person to person, que sencilla- Víctor Rodríguez Coa, Tulio nas de decirle “somos otros, Polo, Miyó Vestrini, Armas na duda de eso. Le respondo,
de las barras era la frescura, mente rezara “Pablito tiene Hernández, Gustavo Mén- más canosos, pero con los Alfonzo, Oscar Guaramato, sabiendo que estamos blu-
la intimidad, la certeza de ser un proyecto”. dez, Alberto Centeno, Tulio mismos sueños”. También re- Juan Manuel Polo, Víctor Ma- feando, ensayando una joda
tripulantes comprobados de Pablo creaba siempre pu- Monsalve, José Toby Alvara- cordaba las tantas veces que nuel Reinoso y Arístides Bas- para ver qué hacen nuestros
un barco agitado en mares de blicaciones, de tal índole, do, Carlos Zerpa, Sergio An- admiré sus planteamientos y tidas. Inevitablemente coinci- amigos de la barra caraque-
conversaciones, afianzadas en que eran como el ideal en ca- tillano, Humberto Márquez y aciertos en una redacción o díamos en que nadie superaba ña en este momento crucial.
libros, en temas de cultura, de da disciplina escogida; cons- Amelia Hernández. en una mesa de trabajo que en méritos a Bastidas. Admi- Que viene de cruz. Igual que
comunicación y en los muchos tituían lo que uno soñaba: Todos, de alguna manera, exigiera claridad, hondura in- rable en su voluntad, en su la madera de la barra.
recuerdos compartidos, repeti- cambiar para mejorar, sin te- unificados también por el telectual y el necesario fulgor memoria y su talento. Arís- La cerveza casi desaparece
dos, transformados. ner que destruir lo que otros concepto que Pablo Antilla- de la belleza. tides quedó ciego, sus manos y el barman me mira como
habían construido. Para de- no tomó de Luis Buñuel y que Habíamos sido niños y cier- se inutilizaron por la artritis preguntando si con este frío
Código de Barra, blog cirlo en dos platos: Pablo era jamás podríamos descartar y to festejo lúdico nos acompa- y sin embargo siguió entre- me zambullo en una segun-
y revista nuestro líder y se lo había ga- considerar superficial: ñaba siempre. Habíamos sido vistando y escribiendo. Podía da birra rossa. Le hago señas
Código de Barra fue hecho nado por su sabiduría, su no- “Yo he pasado en los bares adolescentes, jóvenes, adul- grabar una conversación en- de que sí. Espero que no crea
como un lugar de amigos, de bleza, su desparpajo, su irre- horas deliciosas. El bar es pa- tos maduros. Éramos otros y tera en su memoria y dictar que son lágrimas. Es que ten-
seres humanos captados en verencia permanente y por ra mí un lugar de meditación los mismos a cada rato. Cuan- luego la entrevista sin equi- go conjuntivitis. Más o menos.
DOMINGO 10 DE MARZO DE 2019 EL NACIONAL Papel Literario 3
EL CIELO DE ESMALTE
E Dorothea
Tanning
l mundo entero (pien- la situación se resolverá cuan-
sa que) sabe lo que ocurre en do se apliquen las medidas ne-
Venezuela. cesarias, sobre lo que hay (dis-
El mundo entero (cree que) tintas) opiniones.
conoce las causas de lo que
(1910-2012)
Pero son los venezolanos los
ocurre y el nombre de los que esperan mientras tanto.
culpables.
El mundo entero confía en que Ana Teresa Torres DOROTHEA TANNING / WIKIART
DESTINOS
País puñal Ayer vi unos osos en lo alto de una catarata.
Miraban los salmones saltar desde la cascada.
Mi país
es esta cosa viscosa en las anginas Lo vi en la televisión y, es más, era parte de un anuncio.
que late como si tuviera vida. A ninguno de ellos, ni a salmones ni a osos, impresionaba
Pero hiere,
y donde hiere, la fuerza del agua, su peso, su ira, su muro,
es cuchillo. los salmones volaban con la fuerza del choque
Y aspira
el aire que yo quisiera respirar, como pájaros despreocupados que se alzan desde un campo de
en pulmones que ya no tengo. trigo plateado.
Es animal que te hace pensar en lo que tuviste. El agua que caía obviamente no tenía ninguna intención de
Entonces dejas que el animal exista y grite
los gritos que tú no das. obstaculizar el destino del salmón. Era hermoso.
Gritos que son gritos que nadie callará. El problema era que los osos estaban allí con intenciones de oso.
Navaja que te revela cómo eres.
Garganta. Piel para cortar. Sus cabezas subían y bajaban, quizás admirando
Entonces, cada estremecimiento y destello, sus cuatro patas firmemente
troza puñal.
PAUL KLEE: ANGELUS DESCENDENS | 1918 | TINTA Y ACUARELA SOBRE plantadas
PAPEL Y CARTÓN | 15,3 X 10,2 CM | COLECCIÓN PRIVADA, INGLATERRA
Quiero ser piel rasgada
y sangre en el agua como la roca misma. De vez en cuando uno de ellos
E
y país que corre abría la boca para dejar que un pez se zambullera en ella. Esa fue
en el río de la libertad. la parte
aul Klee había perdido Libertad.
José Tomás Angola
en el frente a su amigo, el pin- ¿Y el ángel? que me hizo pensar en mis precipitados saltos y zambullidas
tor Franz Marc. Corría el año Paul Klee demuestra con su cuando pensaba que no habría ninguna boca para recibirme.
1916. Angelus descendens –portador
Fernando Sucre:
Lenguas de encaje,
ovarios de acero
HUMBERTO VALDIVIESO ellos divagaron por un territo- riesgo deseado. ciones y esce- solo nos
rio indescifrable y adictivo. Lo El artista plástico Fernando narios distintos muestra
V
íctor Valera Mora de- femenino en el arte y la litera- Sucre es una mirada inquieta a Valera, Ver- el mundo
jó en “Oficio puro” tura es, para los hombres, un al interior de ese laberinto. Él meer y Warhol. que Walter
una pregunta mí- laberinto infinito. También un lidia ahí con velocidades, emo- Sus mujeres condu- Benjamin lla-
tica: “Cómo ca- cen ferraris o masera- mó la “era de la
mina una mujer que re- tis a 300 kilómetros por reproducción me-
cién ha hecho el amor”. hora después de cánica”, también el
Ella le permitió abrir el haber hecho el amor, de la clonación, las pró-
juego de la poética del marcan sus labios en tesis estéticas, los robots, lo
deseo casual, activar la las pinturas de Diego digital, la comida chatarra y
performance del cuerpo Rivera y en las ideas plastificadas y caricaturescas todo aquello saboreado sin
de la amante por la ciu- de Trotsky como unas de este artista no ocultan na- piedad por la sociedad desme-
dad y señalar las fan- Fridas enardecidas, da. Son una mitología del des- dida de la Cuarta revolución
tasías del hombre que hablan por la radio y caro: en ellas la cultura popu- industrial.
imagina a la distancia. socavan el machismo lar urbana alardea sin tabúes. Fernando Sucre se apropia
Jean Vermeer fue un del poder, dirigen labora- Él recupera los clichés del ciu- sin reparos de todo lo visto en
voyeur de la intimi- torios de nanotecnología, dadano cosmopolita, del con- el cine, internet, los museos,
dad femenina. En su espían grandes potencias, sumidor impaciente y el soña- los centros comerciales y los
pintura pueden escu- posan desnudas para Play- dor de la era de la cultura del bares. Recicla sin pudor. Su
charse los murmu- boy y a la vez son policías. espectáculo. Es un arte since- espíritu neo-pop arroja, con
llos de un Eros muy Tienen las uñas pintadas de ro porque no disimula la falta desparpajo, una mirada plás-
discreto. Andy War- violentos acrílicos, los labios de tradición y el desapego a la tica e hipercromática a las ten-
hol multiplicó la brillantes y los ojos grandes. originalidad, algo muy propio dencias del presente. El resul-
imagen de Marilyn En ellas, encaje y acero no del Pop Art. tado es una obra desenfrenada
Monroe con un ero- son las antípodas de la seduc- La iconografía –plagada de e inmersa en la felicidad y la
tismo panfletario. ción, sino el equilibrio perfec- fiestas, estrellas de rock y cari- picardía. No hay un ejercicio
Su potente violen- to entre una lengua que desea caturas– desborda los lienzos y de reflexión sino de goce esté-
cia gráfica diseñó intimidad y una fuerza desme- se despliega en patinetas, bote- tico a plenitud y eso es lo me-
un icono a medio dida por abrirse un lugar en el llas y objetos utilitarios. El ar- jor. Es un arte que tiene mu-
camino entre la mundo. El origen de todo es el te de este venezolano residen- cho del zapping y el scrolling
diosa y el cli- corazón. te en Miami es inherente a la propios de la cultura digital
ché. Todos Las imágenes brillantes, tecno-civilización sin aura. No contemporánea.
Pablo Antillano:
La pregunta de la dignidad
(viene de la página 1) “cuarta dimensión”. Podía en sus distintos desempeños:
cambiar de oficio –pasar de como periodista, consultor,
La cuarta dimensión la agitación multimedia a la estratega o docente. Cambia-
En agosto de 1983, el diario El gerencia, de la barra al des- ban los oficios, la superficie
Nacional puso en circulación pacho empresarial, de la instrumental, pero nunca la
un libro que celebraba su ani- campaña política a la docen- inquietud.
versario 37. Pablo coordinó cia– pero no poner paréntesis Pablo podía pensar en los
el volumen –imprescindible a su observación del poder. tres planos: era capaz de pla-
para el estudio del periodis- Insisto: no podía. No podía near muy alto; lanzarse en pi-
mo venezolano del siglo XX– porque detectar las formas cada sobre objetivos muy de-
y publicó el que debe ser uno concretas, la variabilidad y finidos a ras de tierra y, entre
de sus textos más reveladores: prácticas del poder, estaba en uno y otro extremo, estimar
“La era del espectáculo. Una el meollo mismo de sus emo- escenarios y riesgos. Desen-
visión de nosotros mismos”. ciones. La inteligencia de Pa- trañar la cuarta dimensión
Está escrito en ese registro blo –que recorría un enorme de lo real significaba, según
que llamaré ensayo-periodís- arco de lo compasivo a lo mor- creo, estos cuatro procedi-
tico, donde la acumulación de daz– fue justiciera. Su mente mientos: inferir las tenden-
datos, ordenados con prosa operaba como una compleja cias; detectar los conceptos
eficiente e inobjetable, despe- maquinaria de emociones y en juego; concluir cuáles po-
ja el campo a reflexiones y ri- raciocinios. dían ser sus intenciones –Pa-
cas asociaciones. En algún momento de su vi- blo detestaba las pretensiones
Copio aquí el primer párra- da, seguramente en sus años moralizantes– y descubrir lo
fo: “La sociedad del espectá- jóvenes y bajo la irradiación que hay de novedad en la esfe-
culo es la sociedad del siglo de su padre, el periodista y ra pública. Estos cuatro, ten-
XX. Sobre todo, la de la se- crítico de las artes Sergio Anti- dencia, concepto, intención y
gunda mitad, la que siguió a llano, Pablo ensambló y activó novedad, son, me parece, los
la bomba atómica. Antes, cla- el que sería su campo mental ejes, los pivotes, con que pro-
ro, había espectáculo en la so- más persistente, el campo de cesaba la realidad.
ciedad: había teatro y danza, la representación. En su con-
juglares, y el siglo pasado an- versación, en sus textos pro- El multifacético, el silencioso
tes de la luz eléctrica, antes fesionales, periodísticos y en- Llevaba consigo el don de la
del fonógrafo y el tomavistas sayísticos, hay un empeño de plasticidad. Intuyo que el en- PABLO ANTILLANO /VASCO SZINETAR ©
de Edison, estaba el gran Ros- comprensión: las imágenes, fi- trañable de sus coetáneos; el
sini. Génova y Milán se dispu- guraciones, ideas o sospechas habitual de bares e instigador En contra de lo que podrían hablar de los reveses de la vi- innumerables amigos, y para
taban a un notable grupo de con que sustituimos e inter- de la revista-tertulia Código de sugerir las apariencias, Pablo da. Te hacía sentir que lo peor quienes le rodearon y admira-
amantes de la ópera. Pero es pretamos la realidad. El quid Barra; el estudioso y docen- cultivaba su intimidad. La había quedado atrás. ron. Duele y salva pensar que
entre las dos guerras de nues- de la representación lo ocupó te de las ciencias políticas; el amaba y, como un buen caba- Cuando me informaron de su huella puede seguirse en es-
tro siglo cuando el espectácu- consultor reunido a solas con llero, la protegía con su silen- su enfermedad tuve que con- pacio público, pero también en
lo se convierte en alter ego sus clientes; el jefe entrañable cio. El conversador entusias- tenerme: solo le escribí un co- la memoria de innumerables
de la sociedad, su sombra, su y lúcido, sabía adaptarse a las ta, el ávido de información, rreo. Mi intuición me decía que personas. Duele, pero también
representación, su aparien- expectativas y circunstancias mantenía el núcleo amoroso Pablo, una vez más, escogería salva, saber que Pablo sigue
cia, su espejo, su ideología. El del cada momento. No había de su vida fuera del alcance el camino del silencio, esta vez ahí, vibrante y lúcido, a pun-
espectáculo materializa an- en él rigidez ni dogmatismo. de los demás. Milagros Soco- para luchar por su vida. Ahora to de hacer la siguiente pre-
te los ojos atónitos del espec- No tenía una cartilla. Hasta rro, Miro Popic, Raúl Fuen- mismo, cuando la tristeza ha- gunta. La pregunta de la digni-
tador todo aquello que no le donde pude conocerle, no ha- tes, Oscar Hernández, Tulio ce inaceptable, intolerable su dad. La pregunta que testifica
consta: la radio, el teatro, la bía nada que él no pudiera es- Hernández, Antonio López ausencia, salva pensar que no que, finalmente, no hemos sido
danza, pero sobre todo el cine cuchar del ruido del mundo. Ortega, Gabriel Antillano y estuvo solo, y que Irlanda Rin- vencidos.
y la televisión construyen al Fue un amigo incomparable: posiblemente otros más, han cón le amó y acompañó con to-
lado del hombre una cuarta nato, memorioso, hospitalario. coincidido en sus artículos: das sus fuerzas, hasta el instan-
dimensión que no le abando- Un ser humano que hacía sen- Pablo amaba la vida, sin aspa- te final. Duele y salva pensar
*Este texto también está
nará jamás”. tir su presencia. Cuando esta- vientos y con una intensidad que la suya fue una existencia disponible en la sección de Papel
A lo largo de su vida, Pa- ba, Pablo estaba ahí de manera que se desparramaba en todos fructífera para él, para sus hi- Literario en el-nacional.com
blo no cesó de perseguir esa inequívoca y vibrante. los sentidos. Nunca le escuché jas Pimpi y Verónica, para sus