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“AÑO DE LA CONSOLIDACION DEL MAR DE GRAU”

UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO


Facultad de Ingeniería
Escuela Académica Profesional de Ingeniería Metalúrgica

Asignatura:
Historia y Filosofía de la Ciencia

Docente:
Arias Salazar Matilde

Alumno:
Llanos Córdova, Xiomara Julissa

Ciclo: V

Trujillo –Perú

2016
ANAXIMANDRO DESDE LA FRACTAL
Introducción
El presente trabajo tiene como objetivo explicar más detalladamente sobre Anaximandro y su
pensamiento según la Fractal, de manera que para esto se ha tomado en cuenta en esta
compilación de información algunos argumentos y/o pensamientos de algunos autores y
filósofos los cuales tenían su propio pensamiento o idea de cuál es el principio del universo para
cada quien, teniendo en cuenta desde su biografía y un pequeño resumen de manera para darse
cuenta cuanto y que era todo lo que abarcaba Anaximandro en su pensamiento filosófico sobre
su apeiron, que para él era algo ilimitado, algo infinito, algo que no era necesariamente un
elemento como el agua o el fuego

Resumen
Anaximandro será el primer filósofo presocrático que establecerá el origen de lo existente a partir, única y
exclusivamente, de un concepto racional: el ápeiron. Concepto que debe enunciar ex novo, ya que no
existía en la lengua griega de su tiempo y, estableciendo en consecuencia, una nueva concepción
discursivo/explicativa: la filosofía. También, establecerá la idea de un cosmos como algo geométrico,
ordenado y jerarquizado, equivalente y proyección del orden que supone la propia polis. Además y para
ello, será pionero en el uso de la prosa como forma lingüística en la articulación de su pensamiento. En
definitiva, una nueva –por originaria- forma de dotar de sentido a la experiencia, ajena por completo a las
antiguas explicaciones mitológicas.

De todos los pioneros milesios en la construcción de ese nuevo marco de pensamiento, será Anaximandro
(Mileto, siglo VI y V a. de C. y discípulo de Tales), el que iniciará rupturistamente una nueva forma
expresiva en consonancia con esa nueva forma de saber emergente: la prosa. Este hecho, implicará el
prescindir del hasta ahora insustituible lenguaje poético de las teogonías imperantes; al tiempo, también
será el primero en enunciar la idea de un Cosmos con un claro sentido geométrico, es decir, ordenado –y
subyacente a todo lo que hay-, denotando así, la descreencia en los antiguos mitos astrológicos
babilónicos. Además, esta enunciación de un orden, irá intrínsecamente relacionada con su planteamiento
sobre el “principio” de lo existente:

Este [Anaximandro] dijo que el principio material de las cosas existentes era alguna naturaleza del
ápeiron, de la cual nacen los cielos y el mundo dentro de ellos. Esta naturaleza es eterna y no envejece y
rodea a todos los mundos”(Kirk y Raven 1981, p.155). Y más adelante, leemos: “Todos los físicos
suponen para lo infinito una naturaleza distinta de los llamados elementos, como el agua, el aire o lo
intermedio entre ambos”(Kirk y Raven 1981, p.157). También: “Lo infinito [ápeiron] no tiene principio..,
sino que parece ser ello el principio de los demás seres y que todo lo abarca y todo lo gobierna (...) el
infinito, además, es un ser divino, pues es inmortal e indestructible, como afirmaban Anaximandro y la
mayoría de los físicos teóricos”

En primer lugar y tras estas definiciones del “principio” –ápeiron- de lo existente, constatamos dos
características fundamentales inherentes a aquél, a saber, su infinitud (eterno, sin principio, inmortal,
indestructible) y su “informidad” –indefinido- (no es un “ser” material). Así y respecto a la primera,
entendemos un doble sentido en esa cualidad de la infinitud del ápeiron: la temporal y la espacial.
Efectivamente, además de resolverse por su predicación en un continuum temporal como ya hemos
señalado, también alude a la infinitud espacial que conlleva pues, ese ápeiron “rodea a todos los mundos
(...) todo lo abarca”. Y respecto a su “informidad”, queda establecido que no es una sustancia material
origen de lo existente, si no un principio conceptual y genético –autopoiético, diríamosque es condición y
causa de “los cielos y el mundo dentro de ellos”. O, dicho de otra manera, el ápeiron es la condición de
posibilidad de todo ente, sin ser el mismo un ente. Por ello, podemos afirmar que, Anaximandro es el
primero que establece un concepto como causa última –o primera- de lo existente; concepto que, en su
forma de enunciación lingüística, no existía en la lengua griega de su tiempo y que, por tanto, literalmente
inventa para poder así establecer –tal y como anunciábamos en líneas anteriores- una explicación
estrictamente conceptual y secularizada –sin mitologías- del principio de lo existente. A raíz de lo
expuesto, podemos establecer el carácter conceptual, además de primordial, formativo y genético del
ápeiron que, precisamente por esa condición, no puede estar sujeto a forma alguna; es un principio
explicativo, producto de la racionalización, del logos como capacidad enunciativa. Prueba de ello, es la
subordinación de todo lo existente a ese concepto: “porque sólo si es infinito aquello de donde se deriva
todo lo que llega a ser, no desaparece la generación y la destrucción” jerárquicamente a una explicación
estrictamente racional y que ya es, literalmente, un concepto. Es decir, el ápeiron reúne y supera la doble
cualidad fundamental que condiciona y a partir de la cual, se constituye el sentido de la experiencia del
ser humano: la infinitud de tiempo y de espacio frente a la limitación de éstos en la propia –y real-
experiencia humana. Efectivamente, nuestro concepto y percepción del tiempo y del espacio en la vida
real, está constituido por la reducción de esas categorías a un sistema cuantitativo de medida; fuera de él,
esas categorías resultan inabarcables para nuestra mente (salvo que las “trascendamos” en el sentido
kantiano del término). Sistema cuantitativo -decíamos- que en el caso del tiempo viene ejemplificado por
el reloj o el calendario; ambos, son formas de gestionar, mediante la parcelación cuantitativa de nuestra
vida (horas, minutos, segundos; días, meses, años), esa inabarcabilidad conceptual del tiempo como ser
infinito, como continuum incontrastable pero -y al mismo tiempo- real, por condicionante inexorable en
nuestra existencia (vida) individual y, en definitiva, en la configuración de nuestra propia subjetividad. Y
lo mismo sucede con el espacio; también este es aprehendido bajo parámetros que permitan su gestión
racional, es decir, cuantitativa. Así y en primer lugar, establecemos unos límites a partir de un continuum
espacial; por ejemplo, una habitación dentro de un edificio, supone la constitución de paredes, techo y
suelo propios que la individualizan de la totalidad espacial arquitectónica. A su vez, ésta habitación y
merced a la inclusión en ella de personas y/o objetos, nos permite establecer unos parámetros
cuantitativos –arriba, abajo, delante, detrás, más cerca, más lejos, etc.- que son los que nos permiten
hablar de espacio. Y por último y simplemente como una consideración más al respecto, las categorías de
tiempo y espacio no son idénticas en el sentido de una homologación universal en su aprehensión, ya que
la enunciación, percepción y vivencia de éstas, vienen muy determinadas en función de los distintos
contextos culturales en los que tiene lugar la experiencia del ser humano. Es decir, será la diferente -por
específica- cualidad de estos distintos contextos, la que supondrá una distinta experiencia de su
enunciación, comprensión y vivencia.

Biografía de Anaximandro

(Mileto, hoy desaparecida, actual Turquía, 610 a.C. - id., 545 a.C.) Filósofo, geómetra y astrónomo
griego. Discípulo de Tales de Mileto, Anaximandro fue miembro de la escuela de Mileto, y sucedió a
Tales en la dirección de la misma. Según parece, también fue un activo ciudadano de Mileto, y condujo
una expedición a Apolonia (Mar Negro). Como político desempeñó cargos importantes y le fue confiada
la misión de limitar la natalidad en Apolonia, una de las muchas colonias que debían resolver el problema
de la superpoblación de las ciudades jónicas. Sus conciudadanos le erigieron, en reconocimiento a sus
méritos políticos, una estatua que recientemente ha sido descubierta en las excavaciones de Mileto.

Anaximandro se dedicó a múltiples investigaciones. A su nombre ha quedado unida la confección del


primer mapa de la Tierra, elaborado a partir de los mapas y noticias de los mercaderes griegos, que sería
perfeccionado más tarde por Hecateo y del cual se sirvió Heródoto. Anaximandro imaginaba la Tierra
como un cilindro inmóvil, contra la opinión general que la consideraba aplastada. También se le atribuyen
otros trabajos, como la fijación de los equinoccios y los solsticios y el cálculo de las distancias y los
tamaños de las estrellas, así como la elaboración de un reloj de sol y de una esfera celeste, entre otras
aportaciones.
No menos asombrosas son las elucubraciones de Anaximandro sobre el origen de los seres vivos y del
hombre. Todos proceden del fenómeno húmedo (la tierra en un principio era líquida, y por el proceso de
disociación, lo húmedo dio lugar a lo viviente). El hombre tuvo como primeros antepasados a los peces y
luego a otros animales primitivos. Con razón, por lo tanto, podría ser considerado como el primer
cosmólogo y como el antecesor de la teoría del evolucionismo.

Anaximandro fue también el primer pensador griego que puso en prosa sus reflexiones filosóficas. Su
tratado Sobre la naturaleza debió ser una de las más notables tentativas de sistematización de lo real
anterior a Aristóteles; sólo ha llegado hasta nosotros un fragmento, pero algunas noticias de Aristóteles y
de Simplicio permiten reconstruir, al menos en parte, la doctrina del autor.
En su filosofía, Anaximandro coincide con Tales de Mileto en defender que existe un solo principio
básico (arché o arjé) como generador de todas las cosas, al que Anaximandro llamó ápeiron (lo indefinido
e indeterminado): sustancia indeterminada, ilimitada e indefinida, que es a la par eterna. Sólo
el ápeiron es incorruptible e imperecedero. Todas las otras cosas se derivan de él y están sujetas a
nacimiento y desaparición, por la fuerza de los contrarios presentes en ellas: caliente y frío, húmedo y
seco, etc.
En su intento de determinar el principio primero (arjé), Anaximandro sigue la constante de los restantes
filósofos milesios, pero es preciso subrayar que en lugar de hallar este principio en una naturaleza finita
(el agua, según Tales), Anaximandro lo ve en algo (el ápeiron) que no es percibido por la experiencia,
sino que ha de postularse como causa permanente y trascendente del acontecer del mundo empírico; algo
indefinible en el espacio y en el tiempo que es causa y principio de las cosas perecederas y definidas, y en
el cual éstas están destinadas a disolverse. La novedad de Anaximandro, en cuya doctrina quedan, sin
embargo, muchos detalles oscuros, consiste en haber buscado el principio infinito de las cosas finitas
fuera de las materias que son objeto de nuestra experiencia.

La teorización sobre lo existente


Anaximandro fue también el primer geógrafo con pretensión científica o sistemática y su cosmología
geocentrista es de estricto carácter geométrico. Como es sabido, hace recaer elarjé o principio originario
en lo infinito o ilimitado, el ápeiron. Al contrario que su predecesor Tales de Mileto no sitúa el sustrato o
naturaleza última de lo existente en ninguna de las materias visibles sino en algo que es "no visible", una
revolución teórica que traspasa las fronteras de lo primariamente empírico en busca de un fundamento
oculto por medio de la razón.

Tampoco los seres vivos y entre ellos el ser humano escaparon a su impulso teórico. Es el primero en
proponer una cierta versión de la evolución de las especies al asegurar que el primer ser proviene de una
especie de pez, lo cual tiene sin duda un fundamento empírico, ya que en la cálida latitud jonia era fácil
observar cómo de las materias putrefactas surgían diversos seres espontáneamente (por ejemplo, en las
aguas estancadas). A su vez el hombre proviene de animales semejantes a los peces ya que es la única
especie que necesita un largo periodo de crianza; si hubiésemos sido siempre como ahora no habríamos
podido sobrevivir dadas las exigencias del medio. Puede decirse que Anaximandro concibe la naturaleza
de una forma más "dinámica" que Platón y Aristóteles, los cuales influyeron grandemente en la
concepción fijista del mundo y de las especies orgánicas.

En el eterno proceso de salida de las sustancias del ápeiron se produce una separación de los contrarios
que luchan en este mundo a partir del todo originariamente unido. No deja de ser llamativa esta
concepción del nacimiento del cosmos por su semejanza con la teoría cosmológica que actualmente goza
de un mayor consenso científico, el Big Bang, ya que en cierto modo postula "en origen" una singularidad
de densidad infinita de la que se "separaron" o "emergieron" los proto-constituyentes del universo
conocido; no obstante, para Anaximandro el ápeiron era eterno e inmortal, dos conceptos desechados por
la cosmología contemporánea. 

La sentencia de Anaximandro
Jaeger reproduce en su monumental Paideia (p. 158, 9ª ed., 2000) la única sentencia de Anaximandro
transmitida directamente:

Donde tuvo lo que es su origen, allí es preciso que retorne en su caída, de acuerdo con las
determinaciones del destino. Las cosas deben pagar unas a otro castigo y otra pena de acuerdo con la
sentencia del tiempo.

La idea de culpa -algo extraño a los griegos- no se halla presente en esta frase; el filósofo hace referencia
a la lucha de las cosas entre sí, cuando una toma algo debe ser restablecida lo sustraído. Existe un orden
de justicia inmanente en todo lo existente y todo ha de cumplir el precepto o la norma universal, algo
semejante al ritmo invariable de las estaciones. Lo existente se convierte en un cosmos, concepto que no
sabemos si usó Anaximandro con el significado que ya adquiere en Anaxímenes: una comunidad de las
cosas sujetas a orden y a justicia. Se trata de un acaecer natural gobernado por la diké, concepción en la
que es posible reconocer una semejanza con las leyes científicas modernas, aunque se trate de una visión
esencialmente arcaica y metafísica.

Para el tratadista alemán esta concepción de lo existente en Anaximandro inaugura una percepción nueva
en la historia humana, un logro importantísimo de la reflexión abstracta y que supone los primeros pasos
en el camino de la visión racional frente a la mítica. En la misma línea sitúa la especulación sobre la
infinidad de mundos, atribuida por la tradición al pensador griego.

Anaximandro inicia la proyección de la polis -ordenada y sometida a la diké- al Universo. Se trata de una
humanización total del cosmos, al que extiende la armonía que debía regir en la esfera de lo humano;
aquél adquiere así una dimensión metafísica que perderá definitivamente con el surgimiento de la ciencia
moderna.

El supuesto pluralismo de Anaximandro


Conviene aclarar, de entrada, que nuestro filósofo no fue un pluralista tal y como lo fueron los atomistas
posteriores y que, según algunos autores, quizá no lo fue en ningún sentido (afirmación que obedece a la
interpretación de que entre dos mundos sucesivos debe haber una continuidad cósmica, no un hiato
acósmico; por tanto, no habría pluralidad en sentido estricto). La confusión se debió a Teofrasto,
discípulo de Aristóteles, que interpreta que su maestro se está refiriendo a una concepción pluralista de
Anaximandro en la Física (4, 203b 23). Kirk, Raven y Schofield aclaran en Los filósofos
presocráticos que el estagirita se está refiriendo en realidad a los atomistas y que Teofrasto los confunde
con Anaximandro en vista de la doctrina de la infinitud de los mundos de los primeros. Al ser propia de
Anaximandro la concepción de la sustancia infinita o ápeiron, Teofrasto deduce que el milesio también
creía en mundos innumerables, ya que, además, el ápeiron está orientado hacia el cosmos; podríamos
decir que "se da salida o se funda a sí mismo a través de la generación de nuevos cosmos".

Como vemos el concepto de mundos innumerables en Anaximandro es de una gran complejidad


lexicográfica debido a la ausencia de textos directos y a las interpretaciones posteriores. Sin embargo,
parece bien establecido por autores como Cornford y Zeller que Anaximandro abogó por una sucesión de
mundos singulares en el tiempo, no por una multiplicidad de los mismos simultáneamente existentes. Es
precisamente el ápeiron el que, para salvar el monismo característico de la antigua filosofía jónica, nos
conduce a postular la aparición no simultánea de sucesivos cosmos; si fuera posible la aparición
sincrónica de éstos la unidad del ápeiron sería imposible. La interpretación del único texto conservado
-reproducido anteriormente- orienta a los exégetas en este sentido.

La legalidad que introduce Anaximandro en el cosmos no es equiparable a la de la ciencia moderna. Se


trata, como hemos visto, de la extensión del orden humano fundado en la diké al cosmos, de tal forma que
en éste rige una "ordenada justicia" de carácter religioso e inmanente. La uniformidad introducida de esta
manera en el cosmos no deja de recordar dos principios modernos sobre la naturaleza del universo: el de
uniformidad, según el cual las leyes físicas que conocemos son válidas para todo el universo; y el de
plenitud, que expresa la "confianza racional" en que los procesos que han dado lugar a la Tierra y a los
organismos biológicos son típicos de todo el universo, de tal forma que, dado un tiempo suficiente, se
producirán igualmente en otros lugares. En la actualidad esa uniformidad y plenitud del universo junto
con la "mediocridad" de nuestro planeta, en el sentido de que no ocupamos un lugar especial en el
cosmos, se suelen aducir como argumentos a favor de la existencia de procesos biológicos complejos en
otros planetas, idea extraña a Anaximandro, pero que, dada la sucesiva generación de kosmoi en la matriz
del ápeiron podríamos pensar que se encontraba germinalmente en su cosmología. 

a) El ápeiron como contenido del arjé


(D-K 12 A 9) Simplicio, Fís. 24, 13-25:
Entre los que dicen que es uno, en movimiento e infinito, Anaximandro de Mileto, hijo de
Praxíades, que fue sucesor y discípulo de Tales, dijo que el principio y elemento de todas las
cosas existentes era el ápeiron [indefinido o infinito], y fue el primero que introdujo este nombre
de «principio». Afirma que éste no es agua ni ningún otro de los denominados elementos, sino
alguna otra naturaleza ápeiron, a partir de la cual se generan todos los cielos y los mundos que
hay en ellos. Ahora bien, a partir de donde hay generación para las cosas, hacia allí también se
produce la destrucción, «según la necesidad; en efecto, se pagan mutuamente culpa y retribución
por su injusticia, de acuerdo con la disposición del tiempo», hablando así de estas cosas en
términos más bien poéticos.
(D-K 12 A 10) Ps. Plutarco, Strom., 2:
Anaximandro, compañero de Tales, dice que el ápeiron es la causa entera de la generación y
destrucción de todo.
(D-K 12 A 11) Hipólito, Ref., I 6, 2
Anaximandro ... éste dijo que el principio y elemento de las cosas es el ápeiron, siendo el
primero que utilizó este nombre de principio.
(12 A 14) Aecio, I, 3, 3:
Anaximandro... dijo que el principio de las cosas es el ápeiron, pues a partir de él se generan
todas las cosas y en él todas perecen.

b) Apeiron como mezcla y como elemento intermedio

(D-K 12 A 16) Arist., Fís. I 4, 187a:


Algunos piensan que de lo uno se separan los opuestos, como dicen Anaximandro y cuantos
afirman que existe lo uno y lo múltiple, como Empédocles y Anaxágoras: pues ellos separan
también las demás cosas a partir de la mezcla.
Arist., De gen. y corr. II 1, 328b, 34-35:
Algunos dicen que la materia sustrato de estos [cuerpos sensibles] es una, pensando que es aire o
fuego o algo intermedio (metaxù) entre éstos.
Arist., De gen. y corr. II 5, 332a, 19-25:
No es de uno solo de estos [cuatro elementos] de donde proceden todas las cosas, ni tampoco de
algo aparte de estos, tal como algo intermedio (méson) entre aire y agua o entre aire y fuego,
más denso que el aire y el fuego, y más sutil que los otros..., de donde se sigue que no es posible
que [lo intermedio] se reduzca jamás a uno sólo, tal como algunos dicen del ápeiron y de lo
abarcante.
c) El gónimos y la generación de los contrarios

(D-K 12 A 10) Ps. Plutarco, Strom, 2:


Dice también que, en la generación de este cosmos, el germen (tò gónimon) de lo caliente y lo
frío fue segregado de lo eterno, y que de ello surgió una esfera de llamas en torno al aire que
circunda a la tierra, como una corteza en torno al árbol; al romperse [la esfera] y quedar
encerradas [sus llamas] en algunos círculos, se formaron el sol, la luna y los astros.
(D-K 12 A 9) Simplicio, Fís. 24, 23-25:
[Anaximandro] no deriva la generación de la alteración del elemento, sino de la separación de
los contrarios por obra del movimiento eterno. Por eso Aristóteles lo conecta con los discípulos
de Anaxágoras.
Simplicio, Fís. 150, 20-25:
No explica las generaciones por alteración del sustrato, sino por separación, pues los contrarios
están contenidos en el sustrato, que es un cuerpo ápeiron, y se separan, según dice Anaximandro,
el primero que llamó principio al sustrato. Los contrarios son: lo caliente, lo frío, lo seco, lo
húmedo, y otros.

d) El ápeiron como diferente de los cuatro elementos

D-K 12 A 16) Arist., Fís. G 5, 204b:


Hay algunos, en efecto, que suponen que esto [lo que existe fuera de los elementos] es ápeiron, y
no aire o agua, de modo que los demás elementos no sean destruidos por ser ápeiron uno de
ellos, ya que los elementos son contrarios entre sí: como por ejemplo, el aire es frío, el agua
húmeda, el fuego caliente; y si uno fuera ápeiron, los otros serían destruidos. Por eso dicen que
aquello de lo que proceden éstos es distinto.
Simpl., Fís. 479-480:
Y que ninguno de los elementos puede ser ápeiron es evidente también porque Anaximandro,
deseando que el elemento fuera ápeiron, no propuso que fuera aire, fuego o alguno de los cuatro
elementos; porque al comportarse éstos contrariamente entre sí, si alguno de ellos fuera ápeiron,
sus contrarios serían destruidos por él.

El Cosmos
(D-K 12 A 18) Aecio, II, 15, 6:
Anaximandro, Metrodoro de Quíos y Crates dicen que arriba de todo está apostado el sol,
después de él la luna y bajo ellos las estrellas fijas y los planetas.
(D-K 12 A 18) Aecio, II, 16, 5:
Anaximandro dice que los astros son arrastrados por los círculos y las esferas sobre las cuales
cabalga cada astro.
(D-K 12 A 11) Hipólito, Ref., I 6, 4:
Los astros se generan como un círculo de fuego, separándose del fuego del mundo, circundado
cada uno por aire ... El círculo del sol es 27 veces mayor que el de la tierra y 18 el de la luna.
(D-K 12 A 21) Aecio II, 24, 2:
Anaximandro dice que el eclipse de sol se produce al obstruirse la abertura de exhalación del
fuego.
(D-K 12 A 11) Hipólito, Ref. I, 6, 3:
La tierra está suspendida en el aire, y nada la sostiene. Permanece en su sitio a causa de su
equidistancia de todas las cosas.
(D-K 12 A 10) Ps. Plutarco, Strom., 2:
Dice que la tierra tiene forma cilíndrica, y su espesor (altura) es un tercio de su anchura.
(D-K 12 A 11) Hipólito, Ref. I, 6, 3:
Su forma [la de la tierra], es circular, redonda, semejante a una columna de piedra; nosotros nos
movemos en una de sus superficies planas, pues hay otra antípoda.
(D-K 12 A 25) Aecio, III, 10, 2:
Anaximandro dice que la tierra se parece a una columna de piedra.
(D-K 12 A 27) Alejandro, In Arist. Meteor., 67, 3:
En efecto, algunos de ellos dicen que el mar es un residuo de la humedad primitiva; pues el
espacio que rodeaba a la tierra era húmedo. Después una parte de la humedad se evaporó a causa
del sol y se convirtió en vientos, y, por ello también, en rotaciones del sol y de la luna, ... En
cuanto a la parte que quedó en las concavidades de la tierra, es mar. Por lo cual, al ser secado por
el sol, va disminuyendo y llegará un momento en que se secará totalmente. De esta opinión,
según narra Teofrasto, fueron Anaximandro y Diógenes.

Pluralidad de mundos
(D-K 12 A 10) Ps. Plutarco, Strom., 2:
Anaximandro... dice que el ápeiron es la causa entera de la generación y destrucción de todo, a
partir de lo cual —dice— se segregan los cielos y en general todos los mundos, que son infinitos.
(D-K 12 A 17) Simplicio, Fis. 1121, 5:
Pues los que supusieron que los mundos eran infinitos en número, como los seguidores de
Anaximandro, Leucipo y Demócrito y, después de ellos, los de Epicuro, supusieron que nacían y
perecían durante un tiempo infinito, naciendo siempre unos y pereciendo otros; y afirmaban que
el movimiento era eterno...
(D-K 12 A 17) Agustín., Civ. Dei, VIII, 2:
No pensó (Anaximandro) que cada cosa naciera de una sola, como Tales del agua, sino de sus
propios principios, y creyó que los principios de las cosas singulares eran infinitos y daban
origen a mundos innumerables y a cuantas cosas que en ellos nacen; y sostuvo que estos
mundos, ora se disuelven, ora nacen otra vez, según la edad a la que cada uno pudo sobrevivir.

CONCLUSIONES
A modo de cierre, tenemos aquí (en el pensamiento de Anaximandro), el nacimiento del arché y,
con el Ápeiron de la metafísica, y, quizá, el paso de la mitología hacia la teología; aparece por
vez primera la idea de un algo ajeno al mundo sensorial y físico, éste ya no basta, ahora se
indaga fuera del universo y al mismo tiempo dentro de sí mismo, y la respuesta es este ápeiron
que existe más allá y separado del universo, este ápeiron incognoscible y superior que ha creado
el universo, este Ápeiron-Dios: Bueno, Sabio, Eterno, Infinito, Verdad; salimos de la naturaleza
y nuestros sentidos, Anaximandro no busco más un elemento común del que necesitemos todos
para vivir sino que busco a quién o qué fue lo que creó a los elementos. Vemos que fue un error
el de Aristóteles el de encerrar a ciertos pensadores en un grupo, y en el caso de Anaximandro ha
sido doble, pues, como vimos no le da el crédito de ser el primer pensador del principio, y, peor
aún, lo incluye dentro del grupo de os pensadores materialistas, le niega ser el primer metafísico,
pues para Aristóteles el Ápeiron era materia, dice que Anaximandro se refería a un elemento
intermedio, lo cual, gracias a los escasos fragmentos de Teofrasto y de los que lo han citado,
hemos podido comprobar que la metafísica nace con Anaximandro y que es él el pensador del
arché. Desafortunadamente Aristóteles ha sido la fuente principal y en el medioevo, o antes ya,
se volvió dogma su obra, relegando así el verdadero valor, no solo de Anaximandro sino de
todos los pensadores anteriores a él, pues a todos ellos, incluso a Platón, Aristóteles los mira
como si fueran ignorantes o ilusos.

Linkografia

https://www.nodo50.org/filosofem/IMG/pdf/Anaximandro_-_Fragmentos.pdf
http://cibernous.com/autores/astrobiologia/teoria/historia/anaximandro.html
http://ojs.dpi.ulsa.mx/index.php/Memorias_del_Concurso/article/view/745/1100
https://filoranca.files.wordpress.com/2011/09/anaximandro.pdf
http://studies.ontologia.net/2009/puig_xabier_2009.pdf
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/anaximandro.htm
http://html.rincondelvago.com/anaximandro.html
http://filosofia.laguia2000.com/general/anaximandro-de-mileto-y-el-apeiron-parte-ii

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