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CUENTOS FILOSOFICOS

El amor según Platón


2 de septiembre de 2013 Publicado por Ruben Avila

Cuenta Platón en El Banquete, quizás uno de los libros más famosos del pensador
griego por la fábula que vamos a referir a continuación, que en otra época el mundo era
diferente. Más concretamente que junto a los dioses vivían unos seres a los que
llama andróginos formados por el componente femenino y masculino, pegadas
ambas partes por su espalda, formando seres con cuatro piernas y cuatro brazos, que
utilizados para impulsarse más rápidamente en caso de que tuvieran mucha prisa. De
espíritu arrogante y altivo decidieron enfrentarse a los propios dioses olímpicos y
retarles. Sabiendo de sus intenciones, aquellos se reunieron tratando de determinar qué
línea de actuación seguir.

Por un lado, no querían hacer lo mismo que antes hicieran con los gigantes,
destruyéndolos, puesto que estaban contentos con sus ofrendas y no querían perderlas.
Pero, claro, por otra parte, no estaban dispuestos a pasar por el alto semejante afrenta. No
podían dejarse retar sin dar una respuesta contundente o las demás criaturas perderían el
respeto y el miedo que les tenían.

Finalmente, Zeus decidió tomar una determinación, un escarmiento que disminuyera su


fuerza y altivez pero que no les destruyera por completo. Así, los dioses tomaron la
decisión de partir por la mitad a los andróginos, de suerte que se convirtieran dos
seres lo que antes fueron uno, dividiéndolos por sexo, limitando sus fuerzas,
aunque aumentando su número.
Además, en caso de volver a rebelarse, los dioses les amenazaron con volver a
separarles, obligándoles a andar con un solo pie.

Ahora, nos podemos imaginar a esos seres ex-andróginos, buscando a su otra


mitad, perdida no se sabe dónde, para volver a unirse, para volver a ser uno, otra
vez, como antaño, como fueron hace tiempo.
Esta es una metáfora perfecta de lo que se supone que es el amor. Y, si recordamos, de
aquella amistad perfecta de la que nos habla Montaigne y a la que hicimos referencia la
semana pasada en un artículo que dedicamos a la amistad.
Así, el amor sería esa unión de dos personas para convertirse en una sola, sin perder lo
que tiene cada una de ellas, sin perder sus yoes sino que uniendo de tal forma de que se
crea un nuevo ser con las partes de cada uno de ellos, con sus dos brazos y sus dos
piernas. No se quedan igual que antes de la unión o merman sus fuerzas, al contrario, las
suman convirtiendo en cuatro lo que antes era dos, aunque, a la vez, convirtiendo en un
ser lo que antes eran dos.
Probablemente no encontremos otra definición mejor de lo que es para nosotros el amor.
Claro, luego podemos acotar esta situación en el tiempo, y tratar de fijar si el
enamoramiento solamente dura dos, cuatro o cinco años; si, en realidad, no existe, sino
que es fruto de nuestra necesidad genética de procreación, que no es más una
manipulación de nuestros genes para replicarse. Vale, pero de ser, de existir, el amor,
¿es algo diferente de la metáfora platónica?

La Sabiduría
4 de septiembre de 2009 Publicado por Malena

Ser sabio es tener la capacidad de poder discriminar lo importante de lo intrascendente y


de poder ser feliz disfrutando de lo que se tiene.

La realidad está llena de ilusiones pasajeras que despiertan el interés de la gente, pero ni
bien se materializan hacen desaparecer el entusiasmo por ellas para ir detrás de otra
ilusión igualmente efímera.
Jerónimo era un hombre rico, tan rico que casi no podía calcular a cuánto ascendía su
fortuna. Nació con la habilidad de hacer dinero sin esforzarse demasiado y cada nuevo
negocio lo hacía más y más rico.

Por supuesto, se daba todos los gustos, por eso no dudó en comprar un lugar en el barco
más grande que jamás se construyó, con la capacidad suficiente como para permanecer
en alta mar mucho tiempo, para vivir en él cuanto quisiera y de paso aprovechar para
conocer los rincones más ocultos del mundo.

Próximamente haría su viaje inaugural y grande era la expectativa en los círculos que
acostumbraba frecuentar.

Jerónimo sería uno de los privilegiados de contar con un espacio libre de contaminación,
explosiones nucleares o posibles conflictos bélicos, y como hacen todos los ricos se
reservó un lugar seguro para eventualmente salvarse de los peligros que acechan al
mundo.

La partida del barco fue un acontecimiento histórico. Miles de personas los despidieron, en
el único puerto que contaba con espacio suficiente como para que pudieran abordarlo los
selectos pasajeros.

Los camarotes eran lujosos departamentos que disponían de muchas comodidades,


incluyendo amplios balcones con vista al mar.

Recorrerían el mundo sin apuro porque el barco era como una pequeña ciudad, con
bancos, negocios, peluquerías, cines, teatros, restaurantes, canchas de deportes y piletas
de natación, como para satisfacer las exigencias de cualquier millonario.
Disponían de un mini hospital para atender las urgencias y hasta para realizar
intervenciones quirúrgicas sencillas y un helicóptero para el traslado de las personas con
problemas más serios.

No se podía pedir mayor confort estando en el medio del océano, sin embargo, como
siempre ocurre cuando pensamos que las cosas pueden ser perfectas, algo faltaba.

Porque un día Jerónimo se sintió mal y a pesar de recibir toda la atención de los médicos
que se encontraban a bordo, no hubo más remedio que trasladarlo a tierra firma en el
helicóptero.

Pero justo ese mismo día se desató una horrible tormenta inesperada que demoró 48
horas el despegue de la aeronave.

Jerónimo, que estuvo a punto de morir, se arrepintió de haberse involucrado en esa


aventura y en esos momentos para estar cuidado por su médico de cabecera hubiera dado
toda su fortuna.

Pero el tiempo no vuelve atrás y hay que enfrentar las consecuencias que pueden tener
las decisiones envidiables, que aunque parezcan las mejores pueden encubrir la
posibilidad de la ocurrencia de fenómenos imponderables.

Una vez que Jerónimo fue trasladado y después de haber sido sometido a varias
operaciones pudo salvarse, pero tuvo que permanecer seis meses hospitalizado sin poder
levantarse.

Pero todo ese tiempo le sirvió para meditar y poder ver lo que la vida puede enseñar; y que
hay que tomar conciencia de lo que hay que aprender de las experiencias.

Ni siquiera los muy ricos pueden asegurarse en este mundo un lugar seguro, porque la
seguridad no existe, es otra ilusión, una quimera que la mayoría espera y que siempre
desea; pero que no se consigue porque no está en venta.

Para él significó una manera cruel e ingrata de darse cuenta de lo feliz que era con su
familia en casa.
El Perdón, Cinco Minutos Antes de la
Muerte
25 de agosto de 2009 Publicado por Malena

Un avión cae y se hunde en el mar cerca de la costa y mueren ciento cincuenta personas
que estaban a bordo. Una mujer madura, periodista de un diario de la zona, que escribe
una columna sobre la actualidad, frustrada por no querer caer en la noticia fácil, encuentra
al día siguiente, entre las rocas, una bolsa plástica con una nota que parece pertenecer a
los restos del avión hundido.

Ese hecho fortuito le da la oportunidad de volcar en sus notas la búsqueda del destinatario
y de convertirse en un éxito editorial.

Por supuesto la protagonista no puede evitar que los grandes medios quieran apropiarse
de la noticia, sin embargo, como ella no ha dado a conocer el contenido del mensaje, está
determinada a llevar sola esa responsabilidad y manejarlo sin hacer uso del circo
mediático.

Este es el tema de una película que proyectaron anoche en un canal de cable que inspira
preguntas filosóficas.

¿Qué harímos los últimos cinco minutos de nuestra existencia estando plenamente lúcidos
frente a una situación de muerte trágica inminente?
Durante el atentado de las torres gemelas, muchas víctimas que sabían que iban a morir
utilizaron sus celulares para hablar con sus familiares, mientras otros se tiraron de las
ventanas temiendo más a la angustiosa espera que a la misma muerte.

Ese instante de plena conciencia infinitamente largo y a la vez corto puede servir para
ayudar a los deudos a hacer el duelo, para reconciliarse con los seres queridos que se han
distanciado, para resolver enigmas, para despedirse, para aprender, y en este caso
particular, para producir un milagro en la ficción.

La columnista comienza la búsqueda del posible destinatario de la breve esquela que está
dirigida a “T”, y firmada con la palabra “Papá”, únicos indicios para iniciar una investigación
en el vasto universo de familiares de las víctimas cuyos nombres empezaban con esa
letra.

El peregrinaje a través de los eventuales dueños de la misiva, dio un resultado inesperado,


porque aún en aquellos que no tenían vinculación alguna con la víctima, el contenido del
mensaje tuvo una repercusión en sus vidas.

¿Porque quién es el que en su vida no ha ofendido a su padre y no desee ser perdonado


si él muriera?

¿Quién es el que no se sentiría feliz de interpretar como propio un mensaje del más allá
encontrado en forma tan extraña?

¿Quién no aprovecharía para hacer las paces con quien se ha ido dejando conciencias
intranquilas?

El que no ha perdido a un ser querido que ha ofendido se da cuenta que todavía está a
tiempo para reparar errores, para pedir perdón o para reconciliarse si han estado
distanciados.

Finalmente el mensaje fue recibido por quien correspondía produciéndose el milagro de


resolver los conflictos antiguos de la periodista, que vivía con su propia sombra que la
torturaba.

Una vez, hace muchos años, recibí una carta de una persona fallecida. Cuando llegó por
correo, esa persona yacía enterrada desde hacía dos días.
Me contaba sus cosas de todos los días y también los proyectos que tenía. Me sentí
impresionada, como si aún se estuviera comunicando conmigo desde arriba.

Siempre nos sentimos culpables por alguna cosa, por una palabra, o un olvido, una forma
de pensar diferente o cualquier otra cosa intrascendente.

No esperemos a que la gente muera para ser gentiles y demostrarles nuestro afecto, hoy
es más tarde de lo que creemos.

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