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Hecho administrativo.

El Código Civil y Comercial establece que "el hecho jurídico es el acontecimiento que, conforme al
ordenamiento jurídico, produce el nacimiento, modificación o extinción de relaciones o situaciones
jurídicas" (art. 257).

Concepto: ‘ Es un hecho material del estado, en ejercicio de la función administrativa, que produce efectos
jurídicos individuales y en forma directo’ ( pueden ser en cumplimiento de un acto anterior).

Cabe preguntarse, entonces, cuál es la distinción entre el hecho y el acto administrativo.


Creemos que en el campo de los actos administrativos —trátese de un acto escrito o no, formal o no—, el
Estado decide expresar su decisión con prescindencia de su ejecución material.
Por el contrario, el hecho (es decir, el comportamiento material) es expresión y ejecución de las decisiones
estatales confundiéndose ambos extremos.
Así, el hecho es el comportamiento material no precedido de acto administrativo alguno, o precedido por
un acto inconexo con el hecho. En caso contrario, cuando el comportamiento está precedido por actos, las
conductas no constituyen hechos administrativos, sino ejecución material de aquéllos.

¿Por qué distinguir entre actos y hechos? El sentido es que el legislador reguló con diferentes reglas estos
institutos. En efecto, el régimen jurídico del hecho es en parte distinto del acto y, por ello, es razonable su
distinción conceptual.

En principio, las disposiciones de la LPA sobre los actos administrativos —en particular el Título III del
texto normativo— son aplicables sobre el hecho, con los matices propios del caso. A su vez, recordemos
que la ley (LPA) establece un marco propio y específico respecto del trámite de impugnación de los actos,
por un lado; y los hechos, por el otro (tal como analizaremos en el capítulo sobre procedimiento
administrativo).

LAS VÍAS DE HECHO

En el punto anterior hemos definido el concepto de hecho administrativo —es decir, el comportamiento
estatal legítimo—, claro que así como el Poder Ejecutivo dicta actos administrativos legítimos e ilegítimos,
según su apego o no al ordenamiento jurídico, también despliega comportamientos legítimos (en cuyo
caso el hecho es técnicamente, y en términos legales, un hecho administrativo), o conductas ilegítimas (en
tal caso, el hecho constituye una vía de hecho de la administración).

El legislador establece que el Estado debe abstenerse de los "comportamientos materiales que importen
vías de hecho administrativas lesivas de un derecho o garantía constitucional", y de "poner en ejecución un
acto estando pendiente algún recurso administrativo de los que en virtud de norma expresa impliquen la
suspensión de los efectos ejecutorios de aquel, o que, habiéndose resuelto no hubiere sido notificado" (art.
9, LPA).
De modo que las vías de hecho, tal como expusimos en los párrafos anteriores, son los comportamientos
materiales ilegítimos estatales que desconocen derechos o garantías constitucionales. Un ejemplo de ello
ocurre cuando el Estado resuelve demoler un edificio o disolver una manifestación —sin acto previo—, y
de modo ilegítimo, pues el edificio no amenaza ruina o los manifestantes ejercen legítimamente su
derecho constitucional de expresar sus ideas, reunirse y peticionar ante las autoridades.

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