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“La memoria es un río habitado por peces esquivos (...) A veces, los recuerdos brincan fuera
del agua Y enseñan su lomo plateado y curvo. Pero en otras ocasiones necesitamos
pescarlos. Los objetos son anzuelos para pescar recuerdos. O redes barrederas para lo
mismo. Son despertadores de la memoria.”
Por lo que podríamos decir que el acto de recordar está intrínsecamente ligado al acto de
adquirir, almacenar, recuperar, seleccionar y re-interpretar y que de éstos, debido al
constante cambio de contexto y movimiento al cual estamos sometidos, se obtienen
significados diferentes cada vez, los cuales no necesariamente responden a un fiel reflejo de
lo real; cómo podemos ver en la definición de Recuerdo de Maurice Hallbwachs en su texto
“Memoria Colectiva y Memoria Histórica”: “Recordar es una re-construcción del pasado con
ayuda de datos tomados prestados al presente y preparada además, por otras
reconstrucciones hechas en épocas anteriores de donde la imagen de antaño ha salido ya
muy alterada”. Es importante mencionar también que dicha re-construcción en la que se basa
el acto de recordar busca preservar los restos del pasado y en donde, agregaría Walter
Benjamin, dicha dimensión quiebra la linealidad del tiempo para abrirse y hacer confluir
pasado, presente y futuro.
A medida que re-interpretamos nuestro pasado podríamos decir que vamos conformando
infinitas narraciones del mismo, las cuales son básicamente múltiples versiones que ayudan a
redefinir constantemente la identidad a partir del presente. Es para esta conformación de
identidad que se hace indispensable el concepto de Continuidad en el tiempo, continuidad
que otorga la memoria entre pasado, presente y futuro. Es la memoria entonces el vínculo
fundamental con el pasado y el sistema de orientación básico en el tiempo; la memoria es la
interpretación del pasado en el presente para el futuro, lo cual, dicho de otra manera, “el
presente y el futuro están contenidos en el pasado”
Es en este proceso de búsqueda del objeto donde, me encuentro con la figura de un oso
panda de peluche, que viene a mi memoria cómo ese elemento que refleja la inocencia de la
niñez, la alegría de un juego que al mismo tiempo, con la figura del oso, evoca protección.
3. OBJETIVOS.
Producir una escultura para un espacio abierto que evoque sentimientos de alegría
inocencia y protección, relacionadas con el objeto y las memorias de la infancia.
“Al recoger objetos de la vida cotidiana y despojarlo de su función utilitaria, Los objetos se
vuelven poesía y cobran el sentido del ser amado”. Podríamos decir, que al igual que en
nuestra vida, el objeto ha estado presente desde siempre en el arte. Por más que las
motivaciones e intenciones artísticas se han ido cuestionando, rompiendo, transformando y
evolucionando, de una u otra manera la Objetualidad se ha manifestado siempre. Ya sea a
través de la búsqueda de su representación fidedigna, de su ruptura y fragmentación como
con su existencia real, tangible y concreta; tridimensional.
Entendiendo entonces a los objetos como parte de nuestro diario vivir, es que diremos que
lo cotidiano ha sido un tema recurrente y en constante actualización en las Artes en general, y
en donde veremos se aprecia claramente en las Artes Visuales con la aparición de nuevos
lenguajes que giran justamente en torno a la presencia de la vida misma; vida cotidiana
traducida en objetos, objetos traducidos en arte.
la vida se instala y hace evidente en el arte a partir del siglo XX, con la ampliación de sus
límites y la incorporación de los objetos y fragmentos extraídos de lo cotidiano, considerados
estos últimos como portadores de huellas y presencias de los individuos: “los objetos y las
cosas se vuelven indicios de algo que está más allá de la simple presencia, configurando una
mitología personal” .
Dicha práctica genera que el concepto, el contexto y la poética de la obra empiece a adquirir
mayor relevancia que la propia materialidad de la obra-objeto significando en sí mismo por
ser partes de un contexto social determinado: “hacen alusión a una vivencia o experiencia
que permanece intrínseca en ellos y al ensamblarse en un todo incorporan sus cualidades
temporales y espaciales” , encontrándonos una vez más con el objeto como portador de
memoria y por lo tanto, como vehiculizador temporal, y en donde además, “se conecta (y
elimina los límites de) lo privado y lo cotidiano, lo subjetivo y objetivo con lo público y lo
político”.
Una vez establecida la figura de peluche como punto de partida para realizar el proyecto,
decido ir un poco más a fondo en la investigación para encontrar lo que este juego
psicológicamente representa.
Como objetos transicionales los peluches permiten al niño crear las condiciones emotivas de
una relación con lazos afectivos. En el proceso ellos dan seguridad, calor y confort. El niño
necesita estos sentimientos a fin de poder considerar nuevas situaciones y experiencias
como desafíos y no como amenazas. Visto así, los compañeros infantiles son estrategias
elegidas para sortear la vida cotidiana y parte de sus mecanismos de auto curación.
Las cualidades del material como la suavidad, el tamaño adecuado para el propósito en
cuestión (por ej., que se pueda acomodar bajo el brazo para mimarlo, la facilidad para ser
transportado, etc.) son ventajas en este caso. En sí mismo es el niño, sin embargo, el que le
da un “alma" al compañero y el que lo carga de significación. Cada vez que se usa al
compañero, la significación que se le asigna crece. Es el niño, a través de su compromiso
emocional, el que da al objeto una personalidad – sea un peluche, una muñeca o cualquier
otra cosa.
Por un lado el compañero sirve para brindar consuelo emocional y constituye una estrategia
desarrollada por el niño para sortear la vida cotidiana; por otro lado, el peluche o la muñeca
son utilizados en juegos, sobre todo en el campo del juego de roles. Éstas son estrategias
infantiles para manejar y procesar las experiencias vividas. En ellas el compañero asume
varios papeles: se convierte en el niño, el médico, el animal para ser transportado o alguna
criatura de fantasía – según el papel que el niño le adjudique. En este caso el peluche se
vuelve parte de su negociación de identidad y sirve para el propio desarrollo. En esta
circunstancia su presencia ayuda y reconforta en casos de enfermedad o tiene efecto
calmante en casos de heridas o accidentes menores. En días estresantes o “malos", cuando
se está muy cansado o luego de peleas, los compañeros están siempre esperando al lado del
niño para reconfortarlo, apoyándolo en sus esfuerzos por volver a calmarse.
Así mismo, los compañeros asumen una función tranquilizadora. Son un lazo con lo familiar,
con lo que ya conocen y como tal, proveen confianza para llegar también a dominar esta
nueva situación. Junto a ellos uno puede hacer frente a la vida cotidiana de esta manera y
cada nueva experiencia aumenta la significación que se les ha asignado. No se requieren
cualidades particulares del material en este caso ya que, en cambio, son sobre todo los
individuos y los desafíos que han superado (con el apoyo emocional del compañero) los que
configuran esta asignación de significado.
Ademas de esto, los objetos asumen también una función emocionalmente intensificadora.
La situación en sí misma ya es agradable y los compañeros la cargan de significación,
intensifican aún más este sentimiento. Además del aspecto de auto involucramiento de esta
estrategia – el niño simplemente quiere pasar un buen momento – es también una cuestión
de permitir que el peluche también lo pase bien. El sentimiento de empatía – el compañero,
como objeto animado ahora también la pasa bien – intensifica más la significación de la
situación. Esto crea un sentimiento de cuidado y responsabilidad como si se devolviera algo
al peluche por lo que ha “realizado" por el niño.
Los compañeros son sistemáticamente adoptados para los juegos de simulación en que los
niños reproducen lo que han vivido y experimentado y lo desarrollan aún más. El proceso
tiene lugar bajo la forma de comunicación con uno mismo o comunicación con otros. De esta
manera el juego crea un espacio simbólico para procesar la experiencia vivida. En este juego
las impresiones determinadas externamente se vuelven expresiones auto determinadas.
Es de esta manera como el oso de peluche toma fuerza en la significación de objeto para
hacer memoria, generando una escultura de grandes dimensiones que recrea en el
espectador imágenes asociadas a momentos felices de la infancia.
Diremos que son las personas, los espacios y los objetos (aunque existan matices entre ellos
y también otras “clasificaciones” más específicas), con los que mantenemos una estrecha
relación de cotidianidad, y quienes almacenan, y por lo tanto, nos remiten con mayor
intensidad a nuestra memoria, ya que éstos a su vez pertenecen también a la memoria
colectiva y por lo mismo actúan muchas veces como detonantes, y como afirma Ricardo
Pinilla y Ana María Rabe en “Los espacios de la Memoria en la obra de Walter Benjamin”:
“duerme una canción en todas las cosas”. Concluiremos entonces que el hacer consiente y
activar la memoria presente en los elementos de nuestra cotidianidad, es también un acto de
despertar. Despertar en una sociedad aparentemente muda e inmóvil pero que en su fondo,
en el fondo de los objetos que nos rodean y a veces condicionan, existe un mundo interior y
también un significado, cuya existencia es inseparable de nosotros mismos y los cuales a su
vez nos proporcionan estabilidad. Son nuestros puntos de referencia ya que “todo lugar y
objeto que posee un sentido, generalmente ha servido como escenario para un
acontecimiento” , cuyo valor y relación con cada imagen comparten una dimensión
individual y colectiva; nuestro medio ambiente tiene nuestras huellas y las de los otros.
A pesar de que la obra en sí misma expresa estos recuerdos de infancia, quiero reforzar este
hecho ubicándola en el parque de los leones en Bucaramanga, debido a que ese parque
está fuertemente ligado a mi infancia en el ejercicio de construcción de memoria personal.
4.2 REFERENTES
- Jeff Koons.
- Richard Jackson
- Takashi Murakami
4.3 DESCRIPCIÓN FORMAL
Finalmente, para
reforzar la idea de un
juego infantil, se ubica
al oso pequeño entre
l a s g a r ra s d e l o s o
grande, el cual lo
sostiene elevado y lo
mira en un ángulo
contrapicado,
determinando así la
ubicación de la cabeza
y las garras de este.
5. APRECIACIONES
Juegos Infantiles, se presenta como una obra que permite precisamente esto, recrear
una imagen de la infancia donde el juego y la imaginación van de la mano,
permitiéndonos entrar en contacto con un objeto-juguete que nos lleva a recrear
situaciones de memoria propia, mediante la apreciación de la misma.
6. BIBLIOGRAFÍA
Andrea Holler, Maya Götz. ¡Sin mi osito de peluche no! Los compañeros de la infancia
Un estudio producido en colaboración por la Fundación “Posibilidades para los Niños a
través del Juego" y el Instituto Internacional Central para la Televisión Juvenil y Educativa (IZI)
http://www.br-online.de/jugend/izi/spanish/research/estudio-
sin%20mi%20osito%20de%20peluche%20no.pdf